DISCOS Y OTRAS PASTAS www.discosyotraspastas.lamula.pe AÑO 8 NÚMERO 57
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MAYO 2014
JOHNNY CASH - “OUT AMONG THE STARS” (2014)
EL ETERNO HOMBRE DE NEGRO bien”. Se trata del mismo hombre que era capaz de arrojar un tractor desde un acantilado para “ver cómo cae” o de derribar a hachazos la pared de su cuarto de hotel “porque tenía ganas de hacerme una suite”.
Pero que todos sepan que no he muerto; Que hay un establo de oro en mis labios; Que soy el pequeño amigo del viento oeste; Que soy la sombra inmensa de mis lágrimas (Federico García Lorca, “Gacela de la muerte oscura”)
“Sólo una cosa no hay. Es el olvido”. Si fuera acertada la sentencia de Jorge L. Borges y verdaderamente nada escapa al recuerdo, Out Among The Stars siempre estuvo predestinado a regresar desde el pasado. Por alguna razón desconocida, Johnny Cash resolvió archivar dos sesiones de grabación que tuvieron lugar entre la edición de Johnny 99 (1983) y Rainbow (1985). Eran los años de indiferencia y deterioro de la relación con Columbia Records, su sello por más de treinta años, y la antesala de una búsqueda que terminaría una década después con el suceso de las American Recordings.
Out Among The Stars reúne casi todas las facetas de Cash. El que acelera el contrapunto vocal con June Carter en "Baby Ride Easy", aquel que en “I'm Movin' On" combina con soltura la épica vaquera de los Highwaymen con el rockabilly melódico de la quinta del ´55, y también el que anticipa la solemnidad de sus últimos trabajos en esa elegía de tono marcial que es “She Used to Love Me a Lot”. Es justamente “She Used to Love Me a Lot”, la pieza más despojada y contundente del disco, la que mejor describe a Cash, un alma con el poder para leer los pensamientos de un amor de otra época pero incapaz de retardar el reloj para volver el tiempo atrás.
La producción no desentona con el état de l'art del Country actual, pero, decididamente contrasta con la técnica de sus últimos registros donde el apotegma era “si los demos son mejores que el disco, entonces los demos son el disco”. Todo hace pensar que Cash guardó un tesoro que nunca perdió de vista y que, absorbido por nuevos proyectos (Highwaymen – Class of ´55) en la segunda mitad de los ochenta, y más tarde envuelto en un postrero frenesí productivo junto a Rick Rubin, no tuvo tiempo para desempolvar lo que sigilosamente había ocultado. Tal vez, desmintiendo a Borges, lo olvidó en un cajón, o simplemente quiso ganarle la última batalla a la muerte. JORGE CAÑADA
La vida de Johnny se define entre dos muertes, la trágica agonía de su hermano Jack a los doce años y la de su esposa June en el crepúsculo de una vida sin concesiones. Entre una y otra pérdida, peregrinó sesenta años luciendo riguroso luto, sea por la docena de severas razones que recita en “The Man in Black”, o simplemente porque “el color negro le quedaba
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A PROPÓSITO DEL SEGUNDO CONCIERTO DE MACCA EN LIMA
PAUL McCARTNEY HABITÓ ENTRE NOSOTROS ESCRIBE: ÓSCAR CONTRERAS McCartney nos recordaba con su continuidad en el dial de la AM, que hubo una vez un grupo notable, todo melodía, todo rocanrol, todo armonía vocal y todo experimentación. Mis compañeros de
generación y yo vimos por primera vez a los Beatles en registro audiovisual, en 1975, cuando Canal 4 (hoy América Televisión) programó con carácter de estreno sus películas A Hard Day’s Night (1964) y Help (1965), ambas dirigidas por Richard Lester.
Tuve la suerte de tener hermanos mayores con un estupendo gusto musical (en realidad no tan mayores) y ser iniciado en el rock & pop desde temprano. Mi ciudadanía musical, mi toma de conciencia política, comienza con esa dictadura fraterna (perfecta); es influida por el gusto musical de mis padres (encuadrado en el género criollo, en el folklore, en los boleros, en el repertorio de la Sonora Matancera, Dámaso Pérez Prado, la Nueva Ola Peruana, en la balada italiana) y se sostiene también en descubrimientos privados, liberales, modernos (The Doors, Pink Floyd, Led Zepellin, Cream, The Rolling Stones, Deep Purple). La cosa pudo desbordarse si me convertía en un agrandado, en un buscapleitos melómano (como efectivamente fui) y si me hubiera empecinado en caminar por el mundo abofeteando a los ignorantes.
Para 1974, Paul McCartney era una presencia habitual en mi casa: era un tío carismático (tenía la edad de mis papás), hacía música tremendamente eufónica -ya rock, ya baladas románticas- y sintonizaba con mi visión del mundo. Me volví oficialmente fan de los Beatles la mañana del 09 de diciembre de 1980, cuando el mundo se enteró que el ex beatle John Lennon había sido asesinado a balazos en la puerta del edificio de departamentos Dakota en Nueva York. Fue el día que la música murió de nuevo. Desde entonces no soltamos ese sonido. Hubo modas (el disco, la new wave, el rap, todos los venenos tropicales de los 80 y 90) y nunca renunciamos ni claudicamos en nuestra pasión por la música de Los Fab Four y por sus trabajos solistas. Nos hicimos de las ediciones oficiales en cintas, CDs, Remasters en Mono y en Stereo, libros, películas, DVDs, afiches, etc.
Lo cierto es que todos alcanzamos la edad de la razón. Y a partir de esa diversidad de influencias, a partir de mis hallazgos, desde el placer y la tolerancia, administré mis potencias y deficiencias y reconocí la importancia del rock n’ roll en mi vida así como el valor de la ciudadanía musical. Parafraseando a Miguel Ríos, concluí que el rock n’ roll es mi cultura y mi identidad.
Enriquecí mi apreciación musical en la Universidad, a través de los amigos, los libros, las experiencias, el cine. Y luego de la desaparición física del extraordinario George Harrison en 2001 y de la presencia esporádica de Ringo Starr en algún disco; veíamos lejana, quimérica, la posibilidad de una visita de Paul McCartney al Perú. Era más fácil que el país se convirtiera en la sede de la Copa del Mundo o en un polo de desarrollo económico o humano. Pasaron los años. Las plagas bíblicas. Las reivindicaciones. Las nieves
En la casa paterna del barrio clasemediero de Salamanca de Monterrico, entre los años 1971-85 se escuchaban discos, cartuchos, cassettes y radio. En 1972-74 a mis hermanos y a mí nos gustaba Paul McCartney. Poco sabíamos de Los Beatles (ya no existían más, oíamos Beatlemanía por Radio Atalaya); pero
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del tiempo. Ocurrió el crecimiento económico. Y en 2007, cuando Lima devino en un mercado óptimo para los shows musicales de grandes artistas del rock, la lírica, lo sinfónico, el jazz, etc. retornó a mí el sueño recurrente de ver en acción al beatle Paul.
etapa con Los Beatles, pero mayoritariamente con Los Wings y provenientes de su álbum NEW (2013). No se puede permanecer indiferente frente a la belleza y el lirismo de “Another Day”, “My Valentine” o “1985”. Pero tengo la impresión que fueron demasiadas canciones feeling, demasiadas "lentas" para el inicio de un show que empezó retrasado en 40 minutos. Al respecto, no hay set list perfecto. Pero sí timming y actitud. McCartney nada tiene que demostrar a estas alturas del partido, sólo liderar la mejora continua de su éxito y talento. Su conexión con el público peruano, su criollismo a raudales, el sonido impecable del show (que mejoró ostensiblemente a partir de la tercera canción) pudo tener una relación directamente proporcional con una actitud roquera. Que pudo beneficiarle y conectar con el espectador, generando un feedback sin igual.
El lunes 09 de mayo de 2011 McCartney actuó por primera vez en el país en el Estadio Monumental y ofreció uno de los más grandes conciertos de rock que esta ciudad haya visto jamás. Por ahí, unos peldaños hacia arriba o hacia abajo podría ubicarse el concierto del ex bajista de Pink Floyd, Roger Waters; el show del ex líder de Genesis, Peter Gabriel; y, según testimonio de quienes lo vieron en los años 90, el show de Emmerson, Lake & Palmer en el recordado Muelle Uno de Miraflores. Pero lo de McCartney fue superlativo entonces. Seis meses antes había visto a Paul en un concierto inolvidable en el Estadio Monumental de River Plate, en el Barrio de Nuñez, en Buenos Aires, Argentina. Fue un 10 de noviembre de 2010, en el marco del show del Up and Coming Tour. En ambos conciertos tuve a la vista a un artista en la plenitud de sus condiciones vocales, musicales y físicas. A lo largo de casi tres horas, McCartney abordó cincuenta años de música (con Los Beatles, Los Wings y sus experiencias en solitario). Certificamos la calidad del sonido, el trabajo de puesta en escena y el virtuosismo musical de la banda de apoyo. Por cierto que el público peruano se conectó más que el público porteño: hubo espontaneidad, expectativa, criollismo, cultura, civismo. Y ocurrió en el Perú.
Es un hombre de 72 años que probablemente dosifica sus energías en el escenario; y porque debe ir de menos a más, Macca programa un repertorio suave y remata con energía. Es una hipótesis. Otra, es que Paul se esté esforzando por recuperar maravillosas canciones de Los Beatles no muy difundidas, como “Being for the Benefit of Mr. Kite” (que es enteramente de John Lennon), “Lovely Rita” o “I’ve just seen a face” e interpretarlas en vivo. Igualmente con el repertorio de Los Wings. Con gran puesta en escena y sintetizando sonidos sinfónicos. Al final, una vez más, se hizo realidad el sueño. El beatle Paul, el de la mejor performance en vivo a través de la historia. El melodista, el músico múltiple, el zurdo genial, autor de “The Long and Winding Road”, “Here There and Everywhere”, “Maybe I’m Amazed”, “Helter Skelter”, “My Love”. Uno de los mejores bajistas del rock (al lado de Roger Waters, John Paul Jones, John Enwistle, Jack Bruce y Noel Redding); una de las grandes voces en este negocio; el de la firma Lennon &
Todo se repitió el pasado viernes 25 de abril de 2014, cuando McCartney se presentó por segunda vez en Perú, en el Estadio Nacional ante 40,000 espectadores. Un concierto de Paul McCartney se caracteriza por sus amplios y solventes pasajes de rock n' roll. Los temas melódicos, feeling, están presentes también, son bellos e irresistibles. Pero digamos que tratándose del beatle más dotado para las presentaciones en vivo, uno contemporiza y plantea sus propias exigencias. Digo esto porque las dos últimas horas del show me parecieron simplemente maravillosas: rock n’ roll de gran calidad y pureza, repitiendo mucho del set list de 2011. Sobre la primera parte del show, se puede decir que encadenó demasiadas canciones melódicas de su
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McCartney, en las ediciones de la casa editora Northern Songs. Una vez más, James Paul McCartney Stanley habitó entre nosotros. Qué más se puede pedir.
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EL REGGAE Y SU ORIGEN POPULAR ESCRIBE: ROGELIO LLANOS Q. componente racial. La música en Jamaica siempre ha estado muy ligada a lo político y a lo social. En medio de esta conmoción política, es que se desarrollaron aquellos géneros musicales que vieron la luz en las pasadas décadas: el ska de los cincuenta, que, politizado y combativo, cumplió un papel importante en la época de la descolonización y el rocksteady, una versión más lenta del ska, que tuvo mucho auge en los sesenta y que, más bien se decantaba hacia lo cotidiano y lo afectivo. A fines de los sesenta surge la música reggae y su característica principal es su manifiesta filiación política.
“Por los caminos del rock” (autor: Esteban Rodríguez) es un libro que se interna por la realidad social de Argentina, pero que bien podría ser otro país latinoamericano, para intentar encontrar allí, en los conflictos, en la identificación de los grupos que la componen, en sus manifestaciones y creencias, en la virulencia de sus procesos sociales y políticos, aquellos elementos que constituyen el origen de aquel universo variopinto, tan violento como amable, tan inmenso como heterogéneo, tan hermético como generoso, que denominamos rock. No vamos a hacer una crítica del libro, sólo queríamos presentarlo debido a que uno de sus pequeños ensayos – Una música para el éxodo rastafari- está dedicado, de manera clara y sencilla, al reggae. Y ya sabemos que si hablamos de reggae, de inmediato surgen algunos nombres como rastafari, Bob Marley, Jamaica. El pequeño ensayo, tal como ya lo indicamos, es bastante esclarecedor y por ello creemos que bien vale la pena hacer una pequeña revisión.
El texto de Esteban Rodríguez apunta luego a desentrañar el origen del vocablo reggae. Uno de sus significados es ‘every day’ (de cada día), pero también ‘from the people’ (del pueblo). Según Toots Hibert, cantante de los Maytals, reggae significaría regular, aludiendo al ritmo de la música, aunque el mismo Bob Marley decía que la palabra quería decir ‘la música del rey’. Sea cual fuere su significado, lo cierto es que el reggae se convirtió en una suerte de bandera de los oprimidos, de los marginados, de los desclasados, bandera de protesta social y racial. Y todo ello en medio de una década –los setentaatravesada por la violencia política y las pandillas juveniles. Por aquellos días, Jamaica estaba dominada por un 90% de población negra y poseía un altísimo índice de desocupación (24%). La población se concentraba en Kingston,
Para empezar, el reggae está directamente vinculado a una época y a un movimiento social. Este movimiento, con toda la energía propia de una protesta popular, fue, precisamente, impulsado por sectores marginados en la conmocionada Jamaica de los años setenta. Lo que es innegable, además, es que este movimiento también tuvo y tiene un
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la capital, lo cual no hacía otra cosa sino agravar el estado de violencia y de enfrentamiento constante entre los grupos sociales.
la montaña y los suburbios de Kingston fueron el refugio de los rastas ante la violenta represión policial. Los rastas anhelan llegar alguna vez a la tierra prometida y superponen a la imagen del emperador de Etiopía, la del Dios esperado. El reggae surgió de allí, de ese medio y de sus aspiraciones.
El reggae surge de aquellos sectores negros más pobres de Kingston. Y allí mismo confluye con el movimiento rastafari que ya venía existiendo desde los años treinta. De inmediato, el reggae asume la condición de vía de expresión de dicho movimiento que se nutría de la lucha contra el esclavismo. Líder de este movimiento fue Marcus Garvey que ya en 1914 fundó la UNIA (Universal Negro Improvement Association) y que pronto se convertiría en una suerte de profeta rastafari.
Finalmente, el autor nos revela el origen del término rastafari. Ras Tafari Makonnen fue el líder negro coronado como Haile Selassie I, emperador de Etiopía. Muchos creyeron que la profecía de Garvey se había empezado a cumplir y que dicha coronación era un paso más hacia la próxima repatriación a la lejana África. Como era de esperarse, el reggae pronto fue aprovechado por los partidos políticos en sus campañas electorales. Pero, independientemente del curso que ha tomado el reggae, nadie puede negar que se trata de un género con una gran tradición y que evidencia una realidad lacerante que se sustenta en la injusticia social y en la despreciable discriminación racial.
Para el movimiento rastafari, Etiopía es el lugar de la tierra prometida, al que alguna vez se llegará. Pero el “ahora” era la emancipación, sólo posible de conseguir a través de la lucha o rebelión y la fuga, la huida a la montaña, el cimarronaje. Los negros esclavos dejaban atrás las haciendas y se establecían en comunidades separadas de la sociedad. En los años 50 y 60,
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CONTARLO TODO AUTOR: JEREMÍAS GAMBOA (PERÚ) “Contarlo Todo” es una novela épica, cuyo protagonista es un periodista aspirante a escritor: Gabriel Lisboa. Narra desde sus épocas universitarias hasta cuando llega a la base tres y decide por fin escribir su primera novela y contarlo literalmente “todo”. El problema de contarlo “todo”, es que hace que tengamos una historia con un cuarenta por ciento de intrascendencia y de falta de interés, con situaciones, a veces frívolas, que solo le competen a sus protagonistas y al autor. En “Contarlo Todo” entra perro, pericote y gato, y si uno termina por leer todo el libro es gracias al buen oficio que tiene Jeremías Gamboa para escribir bien. El otro sesenta por ciento tiene lo que nos emociona, nos motiva, nos identifica con el protagonista y, por qué no, nos anima a encender nuestra computadora y enfrentar la hoja en blanco. El saldo es positivo pero tampoco da como para un boom. Pero es suficiente como para dejarnos con la miel en los labios a la espera de su siguiente novela. HENRY A. FLORES
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EL REY DE LA CUMBIA AUTOR: WASHINGTON CUCURTO (ARGENTINA) ¿Realismo atolondrado? Al parecer, es usar jergas indescifrables hasta el cansancio, escribir como poseso, sin pausa y a descompás, dejando que el autor se entrometa con sus opiniones cuando se le da la gana, metiéndose en la trama cuando no lo han llamado, con destellos de poesía en prosa o prosa en poesía. Pues eso y más hace el argentino Washington Cucurto (una especie de Andrés Caicedo pero drogado con pasta básica). Son varios cuentos conectados entre sí porque son episodios vividos por el mismo protagonista (álter ego de Cucurto). En todas estas historias se respiran los barrios peligrosos, pobres, de inmigrantes, de gays, de marginales, sazonadas con el ritmo de la bailanta. Historias a veces repulsivas, en donde el autor es vencido por su propia verborrea imparable que le impide matizar los tonos y la crudeza, y ahí está su mérito, aunque al pasar los días ya ni te acuerdes de lo que leíste. HENRY A. FLORES
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EL EROTISMO EN EL CINE DEL SIGLO XXI ESCRIBE: ÓSCAR CONTRERAS Shangai en los años cuarenta, y una aspirante a actriz, miembro de la resistencia china), termina finalmente rodeada por un drama de espionaje acartonado, de qualité. Volviéndose frustrante, en algún sentido, porque un realizador sin estilo y sin visión de la vida como Ang Lee, que instrumentaliza la cámara con eficiencia y que tiene acceso a la gran producción, usurpa por un momento el oráculo erótico -a expensas del público- y lo profana. Y no devuelve nada.
La verdad cinematográfica es una utopía construida, reconstruida y acariciada por los grandes realizadores desde que el cine es cine. Es decir, la integración del espacio, tiempo, una misma expresión compartida –o, mejor dicho interconectadaentre cineasta, cámara, espectador y actor, constituye la gran epifanía que todos quieren vislumbrar y, en el mundo del cine erótico, todos quieren experimentar con excitación. Roman Gubern en su libro “El Eros electrónico” analiza la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación y su incidencia sobre la vida afectiva del individuo. A partir de esas coordenadas, Gubern ensaya la idea de un nuevo juego de significados donde el sexo tiene un peso cardinal para los intereses de las industrias culturales que proveen nuevos esquemas mediáticos y de pensamiento. Así, en las primeras dos décadas del siglo XXI, la mediatización del sexo ha terminado por trazar una delgada línea entre erotismo y pornografía. Y la televisión, como “máquina productora de relatos audiovisuales espectacularizados”, pensados para satisfacer las apetencias emocionales de la audiencia, ha terminado pasteurizando la pornografía y el erotismo, regulándolos y calibrándolos institucionalmente, procurando el equilibrio entre atractivo comercial y respetabilidad social.
Si a lo largo de la Historia el erotismo fue poética corporal, ceremonia, representación, sexualidad transfigurada, metáfora e imaginación; en la sociedad globalizada lo erótico constituye un “señuelo supremo para la mirada”. Sensualidad pura. Y eso es lo que ocurre con “9 canciones” (Michael Winterbottom, 2004) y con “Anticristo” (Lars Von Trier, 2009) dos películas europeas que apelan al sensacionalismo con largas secuencias de sexo explícito, catártico (ex post nueve conciertos de rock, ex post terribles crisis maritales) fundiendo morbo y excitación; arrechura demoníaca y cosificación culposa; pero adoleciendo del feeling previo. Sin establecer una pica en el mundo, sin cable a tierra alguno, sin posibilidad mejoradora. Sus personajes son espectros autoconscientes tanto de su goce como de su consumación sexual hasta la muerte.
Así una película taiwanesa de gran producción como “Deseo, peligro” (Ang Lee, 2007), que en su meollo contiene una larga y ardiente secuencia de sexo duro (entre un colaboracionista chino, durante la ocupación japonesa en
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call girl porteña. Cirelli se allana para registrar la sexualidad pero no con un afán lúbrico o contemplativo sino para tratar de comprender la camaradería, los juegos de poder en el sexo y/o la redención de sus personajes. Otra lograda cinta erótica es la mexicana “Y tu mamá también” (2001) de Alfonso Cuarón. Que es un relato de iniciación y aprendizaje sexual (y sentimental) encabalgado en los códigos de la road movie y del género erótico. En la frontera de la modernidad y el subdesarrollo, lejos de la ciudad y sus convenciones, Y tu mamá también aborda un triángulo amoroso en un México rural y emergente. Con idéntico nivel de excelencia pero en un contexto urbano, “Crimen delicado” (2008) del brasileño Beto Brant es una exploració n en los entresijos del deseo, la carnalidad deformada, la posesión amorosa, la desestructuración intelectual y el sexo desprejuiciado entre un crítico de teatro, una modelo lisiada y un pintor.
El ejercicio libre de un realizador sin estilo como Winterbottom y los desbordes chalados de Von Trier, abonan en la espectacularización de lo transgresivo. Octavio Paz decía que la capacidad del ser humano para el amor y el erotismo es lo que lo diferencia de la sexualidad animal. Cuyo único fin es la preservación del género. “El erotismo es sexo en acción pero, ya sea porque la desvía o la niega, suspende la finalidad de la función sexual. En la sexualidad, el placer sirve a la procreación; en los rituales eróticos el placer es un fin en sí mismo”. Las españolas “Lucía y el sexo” (2001) de Julio Medem y “Son de mar” (2001) del fallecido Bigas Luna, frontalmente ofrecen colecciones de masturbaciones, besos negros y demás. Presentan a dos hembras bellas y formidables como Paz Vega y Leonor Watling, que colman la imaginación y contribuyen a la representación sexual así como a la proyección de un efecto abrasivo testicular. Pero no dejan de ser filmes efectistas, coyunturales, sin sustrato argumental, dramático y narrativo.
En un mundo como el actual, donde la interacción sexual se fragua en el internet hasta niveles de excitación objetivos (con emoticones que substituyen expresiones faciales, miradas, gestos, olores) y donde la infidelidad marital es puramente virtual, sin un cuerpo, tangible y palpable; películas tan diversas como las norteamericanas “Femme Fatale” (2002) de Brian De Palma y “La Secretaria” (2002) de Steven Shainberg retornan un gusto por el erotismo. En tanto representaciones palmarias, imaginativas, genéricas, intertextuales; y por cierto epifánicas porque revelan el poder y la sutileza del placer sexual.
Y también existen nuevos y maravillosos filmes eróticos. Las argentinas “Porno” (2006) y “Sado” (2013) dirigidas por Homero Cirelli que son sendas y tangentes aproximaciones al mundo de la sexualidad en Buenos Aires a partir de tiempos muertos, elipsis, fueras de campo y desenfoques; ya durante el rodaje de un filme triple X, ya durante los días y las noches de una
DIRECTOR: HENRY A. FLORES Discos y Otras Pastas no se hace responsable del contenido de los artículos y agradece a sus colaboradores por la exclusividad otorgada.
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