DISCOS Y OTRAS PASTAS www.otraspastas.blogspot.com AĂ‘O 8 NĂšMERO 63
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A propĂłsito propĂłsito del Ăşltimo ĂĄlbum de PINK FLOYD: FLOYD: THE ENDLESS RIVER (2014)
MĂ S FUERTE QUE LAS PALABRAS ESCRIBE: JORGE CAĂ‘ADA casi 16 aĂąos supe quĂŠ era Pink Floyd. Unos meses despuĂŠs, habiendo escuchado todos sus discos, ya tengo decidido que esa serĂĄ mi banda de cabecera. “Las cosas que verdaderamente te gustan son las que te gustaban a los 17 aĂąosâ€?, dice Billy Childish. El big bang fue The Wall. Una maĂąana de domingo a la sombra de unos paraĂsos escucho por primera vez esa mastodĂłntica amalgama de frustraciĂłn y alienaciĂłn hecha opera-rock. Es verano, en algĂşn momento entre enero y febrero de 1989. Anoche alguien olvidĂł un casete en casa. Ni bien me despierto veo el emblemĂĄtico dibujo de la pared en la tapa. Me llama la atenciĂłn la ubicaciĂłn de la cajita. Una de las reglas no escritas que deben respetarse para que el casete conserve su “calidad de sonidoâ€? es no dejarlo cerca del reproductor mientras este estĂĄ funcionando.
es un paisaje definitivamente bucĂłlico, que en nada se condice con los sonidos que fluyen desde el pasacasetes. Sin dudas el ambiente influye en la escucha y su apreciaciĂłn, realzando los pasajes melĂłdicos en desmedro de aquellos de tono mĂĄs teatral que predominan en The Wall, y que para un oĂdo mĂĄs acostumbrado a las blanduras del ‘new romantic’ no resultan de fĂĄcil asimilaciĂłn. En un intento por acercarme al pasado de la banda descubro los dos primeros singles: “Arnold Layneâ€? y “See Emily Playâ€?. El primero relata la historia de un personaje que se dedica a robar ropa interior femenina de los tendederos. El segundo estaba inspirado en una enigmĂĄtica muchacha que se les habĂa “aparecidoâ€? luego de un concierto en un parque. La Ăşltima frase, antes del cierre a puro estribillo, dice: “ Ponete un vestido que toque el suelo, flotĂĄ en un rĂo por siempre y para siempre, Emily, no hay otro dĂaâ€?.
A excepciĂłn de los vinilos que los viernes a la tarde escuchamos con mi hermano en la casa de nuestro primo, esas cajitas de plĂĄstico con una cinta magnĂŠtica en su interior son nuestro Ăşnico medio para reproducir mĂşsica. TambiĂŠn estĂĄ la radio, pero ahĂ escuchĂĄs lo que otros programan, aunque el repertorio de la Rock & Pop se acerca bastante a lo que nosotros queremos escuchar. Estoy sentado entre los ĂĄrboles enfilados en el lote lindero a nuestra casa, donde transcurre buena parte de mi tiempo. El del paraisal
“ hine On You Crazy Diamond�, la suite partida al medio que abre y cierra el disco Wish You Were Here, termina por consolidar el flechazo.
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dinero reunido en mi cumpleaĂąos, llega el momento de comprar mi primer disco original. Voy a Barba´s, la disquerĂa mĂĄs renombrada de mi pueblo. El dueĂąo, un hippie aburguesado, me saca la ficha al instante. Sabe lo que yo deberĂa escuchar y lo que a ĂŠl le conviene vender. Me habla de The Dark Side of the Moon, un disco que brilla con luz propia y se vende solo. “Pero tengo una joyaâ€?, me dice, y me muestra una rara ediciĂłn llamada Un Agradable Par que reĂşne El Flautista en las Puertas del Alba y Un Plato Lleno de Secretos, los dos primeros discos de Pink Floyd. La tentaciĂłn de respetar el mandato de la reconstrucciĂłn cronolĂłgica y el orgullo de tener una rareza pueden mĂĄs que la obra perfecta que batiĂł todos los records de permanencia en las listas de Billboard. Gasto hasta la Ăşltima moneda y me llevo el Agradable Par.
Esa irresistible maratĂłn sinfĂłnica de resonancia galĂĄctica envuelve la plegaria a un artista incapaz de mantener el equilibrio en el suave oleaje de un ĂŠxito discreto. Las primeras cinco partes de la suite desgastan los cabezales de mi pasacasetes mientras la cinta virgen en la que el disco estĂĄ grabado sisea sin descanso hasta confundirse con la propia mĂşsica. Cada reproducciĂłn introduce variaciones. La suite nunca suena igual. Lo que se repite es mi sensaciĂłn de estar frente a la melodĂa definitiva. La mĂĄs maravillosa mĂşsica. Comienzo a tener la impresiĂłn de estar profesando un culto. Cada vez que subo la mĂşsica a todo volumen, desde los mismos paraĂsos de siempre veo a alguno que otro transeĂşnte que como fortuitos peregrinos se acodan en el pilar del portĂłn de calle para compartir la misma fe. Se detienen al oĂr el duelo de notas que disparan teclas y cuerdas. Una vez que la mĂşsica se silencia, los oyentes siguen su camino. Si algo describe a la mĂşsica de Pink Floyd en forma mĂĄs o menos aproximada es su capacidad de transportarte. Hay un viaje implĂcito en el sutil estiramiento de las notas de la guitarra, la atmosfera etĂŠrea que crean los teclados, las secuencias rĂtmicas galopando un tempo original que desemboca en lagunas de un minimalismo sonoro apabullante. En esa suerte de anticlĂmax se germina el embriĂłn de lo que vendrĂĄ.
Esos dĂas se mezclan con las imĂĄgenes de un monumental concierto flotante en Venecia y otro en Versailles, dando crĂŠdito a los proyectos mĂĄs descabellados que se le habĂan atribuido al mito floydiano, como el de intentar un show audiovisual en las pirĂĄmides de Egipto, el Machu Pichu o el Valle de la Luna. Pero la ilusiĂłn del renacimiento se diluye rĂĄpidamente, y con ella las esperanzas de ser contemporĂĄneo de los gurĂşes de mi ideario sĂłnico. Floyd amaga con una nueva disoluciĂłn. A esa altura ya tengo aprendido que cuando el ente Pink Floyd desaparece, sĂłlo cabe hurgar en las individualidades que lo conforman para hacer el duelo mendigando algĂşn destello de retaceada inspiraciĂłn. No es una tarea sencilla tratĂĄndose de mĂşsicos que, o son poco prolĂficos, o son demasiado exigentes con el material que deciden publicar.
Sin internet claro, ni dinero, y con la Ăşnica ayuda de una vieja revista SĂşper Canta Rock trato de reconstruir la historia de una banda que eligiĂł pararse entre el mito y la leyenda, no sin antes borrar metĂłdicamente sus propias huellas. Trato de unir los fragmentos de una historia imposible. Un cuerpo desarticulado, desmembrado, del que van apareciendo mĂĄs partes de las necesarias pero donde siguen faltando algunas piezas clave. Enfrascado en ese trabajo arqueolĂłgico advierto que en medio de una fuerte disputa de egos entre sus integrantes, Pink Floyd, cobrando vida propia, gesta un nuevo disco y estĂĄ girando en un intento por devolverle vida a su leyenda. A Momentary Lapse Of Reason es el hijo del divorcio y se presenta con la imagen impactante de miles de camas de hospital dispuestas hacia el infinito en medio de una playa desolada. SĂłlo una de las camas estĂĄ ocupada por un hombre sentado en actitud de espera. Un cuadro que parece pintar un final anunciado. Con algo de
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PasarĂa otro lustro hasta tener lo que todos los admiradores de la banda recibimos como una concesiĂłn graciosa de parte de un grupo que se habĂa reencontrado humana y artĂsticamente. The Division Bell, el canto de cisne que no fue, da la talla, mal que les pese a quienes se quedaron esperando un “The Wall IIâ€?. Una oda a la incomunicaciĂłn y suerte de catarsis post-ruptura coronada por “High Hopesâ€?, una canciĂłn que se apropiaba de la sentencia de Manrique (“ cĂłmo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor â€?) y dejaba flotando en el aire
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una frase autoreferencial: “ el agua que fluye, el rĂo sin fin, por siempre y para siempre â€?
este poema sinfĂłnico y Ăşnica lĂrica del disco, trata de compensar tantos desencuentros apelando a la mĂstica detrĂĄs de los dichos y hechos. “HiciĂŠramos lo que hiciĂŠramos, no hubiĂŠramos podido ser otros que los que fuimosâ€?, parecen decir. Puro determinismo al final del camino y al demonio con la ucronĂa, mero ejercicio de divĂĄn.
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asaron las cosas que tenĂan que pasar. Simplemente, la vida que transcurre con la impiedad que ellos mismos retrataron en “Timeâ€?, la canciĂłn que tiĂąe de nostalgia a The Dark Side of The Moon: “ corrĂŠs y corrĂŠs para alcanzar al sol, pero se estĂĄ hundiendo, y da la vuelta para aparecer atrĂĄs tuyo otra vez, el sol es relativamente el mismo, pero vos sos mĂĄs viejo, te estĂĄs quedando sin aliento y estĂĄs un dĂa mĂĄs cerca de la muerteEâ€?. Entonces, hubo un inesperado reencuentro con el dĂscolo de la banda. Una reuniĂłn de multitudes para multitudes. Con un buen propĂłsito como excusa, parece que hasta lo imposible ocurre en el mundo de Pink Floyd. Se vislumbra un final de cuento. Se aflojan tensiones y algunos hasta especulan con una reuniĂłn definitiva. Pero nada es tan color de rosa, ni siquiera en el mundo de Pink Floyd. La vida sigue ocurriendo. Muere el inspirador y bautista, el que uniĂł los nombres de dos viejos bluseros para nombrar algo mĂĄs grande que su propia imaginaciĂłn. Luego muere el SĂsifo del grupo, ese que perdurĂł siempre obligado a remontar la cuesta al mando de sus teclados. Y entonces quedaron tres, dos por un lado y el otro solo. Y ahora, cuando ya nadie esperaba nada, los “dos por un ladoâ€?, a los que ya no les importa tanto lo que piensa y dice “el que quedĂł soloâ€?, creen que hay tiempo para un viaje mĂĄs. Dicen que serĂĄ el Ăşltimo. Un viaje definitivo que no parece tener destino. Pink Floyd prefiere no ponerle un punto final a su historia (Âżun mensaje para “el que quedĂł soloâ€??).
The Endless River es un compendio aleatorio que repasa la historia musical de Pink Floyd. Sin orden cronolĂłgico, sin una explĂcita secuencia conceptual, va desplegando los recursos mĂĄs genuinos que fundaron su identidad, pero nada luce forzado sino mĂĄs bien fruto de un devenir natural, cadencioso, como el fluir de esos rĂos saerianos que transcurren imperceptiblemente, sin orillas, sin arrugas en su superficie. AquĂ y allĂĄ hay efectos propios del ambient, un estilo tan volĂĄtil como el sonido que a principios de los setenta les hizo ganar el mote de creadores del rock espacial, un tĂtulo con el que nunca simpatizaron. No hay dudas de que uno de los orĂgenes del ambient debe buscarse en las prospecciones hechas por aquel Pink Floyd. Desde luego, Glass, Eno y el resto hicieron mucho mĂĄs, aunque despuĂŠs. En ese terreno donde el sonido es mĂĄs importante que las notas hay quienes creen que todo vale. Este no es el caso. Ya habĂan pasado por el tamiz de ese gĂŠnero sub audible sus obras anteriores. Las colaboraciones de Pink Floyd con The Orb, esos dignos aspirantes a sucederlos, demostraron un maridaje perfecto entre uno y otro estilo. Todos han influido y se dejaron influir. Las despedidas son esos dolores dulces, dice la canciĂłn redonda, y hoy a la distancia prefiero despojarme del escepticismo que se nos pegotea con el paso del tiempo y dejar que la mĂşsica de Pink Floyd vuelva a transportarme a los paraĂsos de aquella adolescencia, cuando ese era el Ăşnico sonido mĂĄs sabio que el silencio. Un viaje de la nada de la que venimos hacia el interrogante del final, ese silencio que nos une a todos, como decĂa el Abuelo. El de Pink Floyd es un ateĂsmo inconsciente. La ausencia de un dios que no da explicaciones y al que no se le piden razones, ni milagros. Por eso sorprende la alegorĂa del rio infinito que revelan las ganas de creer en un nofinal. HabrĂĄ que seguir remando por los siglos de los siglos, o simplemente rendirnos a la corriente de ese rio lento, por siempre y para siempre.
The Endless River,
una obra compuesta e interpretada abordo de un barco anclado en ese rĂo que fluye incesantemente, se anuncia como la despedida de Pink Floyd. Es difĂcil adivinar el concepto detrĂĄs de un ĂĄlbum eminentemente instrumental, pero los tĂtulos de las canciones dan cuenta de que la comunicaciĂłn, o la carencia de ella, han estado recurriendo una y otra vez en las cavilaciones de estos viejos navegantes del tiempo. Se habla de cosas que quedaron sin decir, del arte perdido de la conversaciĂłn y de algo que es mĂĄs fuerte que las palabras. He ahĂ la prueba contundente de que en esta historia hubo mĂĄs encontronazos que encuentros. “Louder Than Wordsâ€?, la coda que remata
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VICIOGAMES
LO BUENO, LO MALO Y LO FEO DE:
MARIO KART 8 no he tenido problemas para encontrar partidas, sino que no he sufrido problemas de lag en las carreras que he disputado. Eso sí, me di cuenta que mi nivel es pobre comparado con los gringos y japoneses que pululan la red.
LO BUENO Un juego de carreras debe hacer gala de un fino control, y Mario Kart 8 cumple este requisito con creces. Debe ser el mejor juego de la franquicia en este apartado, con un sistema casi perfecto, en el que todo depende de la habilidad del jugador. Conocer las pistas, saber en qué momento derrapar para ganar impulso o hacer maniobras al momento de saltar serán determinantes para llegar al primer lugar. Claro, siempre y cuando no te topes con alguno de los poderes lanzados por tus enemigos. En este juego, vemos los clásicos poderes de toda la saga, pero también debutan unos nuevos, como la planta carnívora, que atacará a nuestros contendientes, el búmeran y la bocina, que nos sirve para bloquear ataques enemigos y, de paso, aturdir a quienes estén cerca de nosotros. Otro detalle a tener en cuenta es que antes de cada carrera podemos escoger el tipo de vehículo que queremos usar, clase de neumáticos y hasta un elemento para poder planear por el aire. Lo interesante es que la combinación
LO MALO Sé que los puristas de Mario Kart cuestionarán lo que voy a escribir a continuación, pero me hubiera gustado que se incluya una suerte de modo campaña, con una historia -aunque sea muy básica- que completar. Es divertido jugar copas y ver el podio al final, pero hubiera sido mucho más interesante tener un modo campaña que nos explique el porqué de las competencias y que tenga un final. Es solo una idea, pero seguramente la mayoría está contenta con el juego tal como está. Ya que mencioné los modos de juego, debo decir que no hay gran innovación al respecto. Aparte de las copas, tenemos la prueba contrarreloj, carreras versus y el Modo Batalla. En este último, debo lamentar que no tenga pistas exclusivas dedicadas para esta modalidad.
que utilicemos variará el desempeño de nuestro coche, siendo esto muy importante al momento de la carrera.
Por más que lo intenté, no logré adaptarme a jugar con el gamepad del Wii U. Felizmente, tenía a mano un Wii U Pro Controller, que me hizo más satisfactoria la experiencia. Desde aquí, lo recomiendo, aunque seguramente cada uno tiene su opción preferida. En el modo online, puedes enviar mensajes a tus eventuales oponentes, lo cual me parece muy curioso. Empero, estos mensajes están por defecto, no existiendo la opción de nosotros escribir algo particular. Tal vez Nintendo quiere evitar mensajes soeces o groserías.
A nivel gráfico, solo tengo palabras de asombro para lo que vemos en pantalla. Todo luce tan bien en alta definición: los personajes, los coches, las pistas, todo con un nivel de detalle sorprendente y moviéndose a 60 fotogramas por segundo estables (algo que baja a la mitad cuando jugamos a pantalla partida). Ya que hablamos de las pistas, debo reconocer el trabajo de Nintendo en este apartado. En Mario Kart 8 debutan secciones acuáticas y con antigravedad, en él nuestro coche se convierte en una suerte de deslizador. ¡Genial! Hay 32 circuitos en total, varios de los cuales son reciclados de entregas anteriores. Pero estos circuitos están irreconocibles, al punto que -por ejemplo- la Pradera Mu Mu, mi pista favorita en Mario Kart Wii, luce totalmente distinta, magistralmente recreada para la alta definición.
LO FEO ¿Puede un juego tan bonito tener algo feo? No encontré nada que poner en este apartado. CONCLUSIÓN: “Más que un videojuego, Mario Kart 8 es una terapia que te hará olvidar tus problemas. Es un título tan divertido que pasarán horas de horas y querrás seguir jugando. Es un imprescindible en el catálogo de Wii U y un pretexto perfecto para adquirir la consola. ¿Es el mejor de la franquicia? Para mí, sí.” FERNANDO CHUQUILLANQUI http://blog.rpp.com.pe/masconsolas/
La música de Mario Kart 8 es uno de los puntos altos del juego, con temas acertados para cada nivel. Y si a esto le sumas los graciosos efectos de sonido, pues tenemos un apartado sonoro que linda la perfección. El modo online merece unas líneas de reconocimiento. No solo
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JUKEBOX DESDE EL OTRO LADO
ESCRIBE: CONX MOYA
CRUDO PIMENTO: NI HIPSTERS NI MODERNOS; MÚSICOS TOTALES Y MURCIANOS Aunque haya agoreros que anuncien que en el rock ya está todo inventado, por suerte siguen apareciendo músicos talentosos, arriesgados, geniales, que desmienten dicha afirmación. Raúl Frutos es uno de ellos. Nacido en Murcia, una región del sureste español con una amplia y poco conocida escena musical, ha pasado por diferentes grupos y personalidades (Neuman, The Ben Gunn Mento Band, Traje de Uña Nueva) hasta recalar en Crudo Pimento, un grupo experto en crear estados de bendita felicidad musical y que merece llegar muy lejos.
que se encuentra el palo cuando no lo usan como instrumento de cuerda e incluso unas calabazas murcianas que suenan muy curiosas. Ella, impasible, toca con majestuosidad y gran dominio de la escena, lo que no parece fácil compartiendo escenario con el gran Raúl. Con estos mimbres Crudo Pimento defiende una propuesta diferente y tremendamente personal. El dúo editó en julio de 2013 su primer vinilo, llamado como ellos, y por cierto agotado. Lo hicieron aferrados a la más absoluta independencia, ya que consiguieron la financiación a través de crowfunding y el disco fue grabado y mezclado por ellos mismos en su propia casa. El resultado es magnífico y nos ofrecen además en digital otro regalo, “Descartes y dislates” con canciones que no entraron en el vinilo. El disco está creado de principio a fin por ellos dos: composición, interpretación, grabación, mezcla, producción, crowfunding, difusión, publicidad, contratación, envío de los discos, y no sé si todavía me dejo algoE Fascinante. Tenemos muchos motivos para amar a Crudo Pimento, para tenerles un especial cariño. Les conocí cuando iniciaron el crowfunding y he visto crecer con brillantez su sólida propuesta musical. Además he tenido la suerte de volar con su música en vivo en varias ocasiones; les he visto en sala, en un directo para televisión y en recinto ferial, tocando para jóvenes y tocando para niños, y me han maravillado siempre, porque sus conciertos son algo muy especial y crudo. De su puesta en escena destaco las detalladas explicaciones de Raúl sobre sus canciones y sobre lo murciano, su habitual recuerdo para el asesinado guitarrista de Pantera, Diamond Darrell, cuernos heavys en alto, y su característica camiseta de Burzum. Además del despliegue de cacharros sonoros y la complejidad del intercambio de instrumentos y de posición en el escenario que realiza el dúo, toda una obra de ingeniería.
El aluvión de estilos que interesan a Raúl es incontenible: mento, calipso, cumbia, son jarocho, rock, heavy, música industrial, pop, música antillana, blues, casi nada se le escapa. Siempre inventándose, mezclando y volviéndose a reinventar. Frutos es un músico tremendamente inquieto e inquietantemente brillante. Compositor, batería, percusionista, cantante más que competente, ataca la guitarra, el banjo, el ukeleleE Investigador y buscador de las más recónditas músicas, luthier de curiosos instrumentos (de su cosecha son la marímbula sobre una lata de pimentón, santo y seña del grupo, o “el palo”, al estilo de aquellas primitivas guitarras que se fabricaban los bisabuelos del blues), es además inventor de artefactos sonoros como el que utilizó para poner contrapunto musical a la película muda ‘La caída de la casa Usher’ en la filmoteca de Murcia, en un alucinante despliegue de cacharros y tubos de metal que él mismo fabricó. Raúl es sin duda un tornado musical. La otra pata del grupo es Inma Gómez, otra muchacha de lo más inquieta. A pesar de su juventud, pronto se labró un nombre en la escena musical murciana como fotógrafa, manager y promotora de conciertos. Según cuentan, antes de Crudo Pimento no sabía tocar ningún instrumento musical, pero no hay duda de que ha aprovechado el tiempo. Inma pone el contrapunto con las percusiones, entre las
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Precisamente otro de los alicientes de sus conciertos es ver y escuchar los alucinantes instrumentos creados por Raúl, que además ofrecen un sonido hipnótico e increíble; a los ya mencionados antes, hay que añadir una guitarra fabricada con una caja metálica de membrillo cuyo sonido puede recordarnos por momentos a un laúd árabe. Ahora nos complacen con la noticia de su firma con un sello independiente, Miel de moscas, que sacará el próximo año su nuevo disco, en vinilo y CD, bajo el título de ‘Fania Helvete’. Adivinamos que nos gustará mucho, es muy fácil engancharse a lo bueno, ser adictos a propuestas como la suya. Con ellos sobran las palabras, por mucho que digamos siempre nos quedaremos cortos, hay que escucharles y sobre todo verles en directo. ¿A qué estáis esperando? http://crudopimento.bandcamp.com
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ROBERT BRESSON - “EL DINERO” (1983) ESCRIBE: ÓSCAR CONTRERAS Pocas son las filmografías en la historia del cine en las que la agudeza expresiva y la unidad de estilo permiten establecer un sistema de reenvíos eficientes con la literatura de la que se sirve. Para enhebrar textos con imágenes y sonidos, o mejor dicho trasegarlos de un modo personal, pocos como Robert Bresson (1907-1999). Trazando una poética de la predestinación, al margen de tendencias, modas, la evolución técnica o la demanda del público, Bresson consolidó desde la década del cincuenta un programa de trabajo con opciones éticas y estéticas perfectamente definidas que apenas y podían cubrir los rasgos de una personalidad austera y escéptica. Por eso puede considerársele un elegido.
finalmente. La adaptación libre de un relato de León Tolstoi no es ajena a la criminología sociológica objetiva planteada por Emilio Durkheim: “las razones de la delincuencia se encuentran en la relación directa con el grado de integración al grupo; nivel de integración que es determinado por el comportamiento”. Al respecto, pudorosa o perversamente -cuestión que no nos proponemos resolverBresson oculta detrás de lo que se ve en pantalla los terribles actos de Yvon hacia el final de la película. Con esta observación no pretendemos hacer de El dinero una película-tesis, sino simplemente exponer las perseverancias estilísticas de un autor que no pocas veces se coloca al límite de la abstracción, abstracción que no convoca al símbolo ni tiene que ver con la estilización expresionista (no hay en la escena aludida ni el imperio de la imagen ni la subjetividad desenfrenada típicos del expresionismo). Más bien subyace lo que hay de automático en lo humano.
Y SIN EMBARGO SE MUEVEA Raoul Walsh el afamado artesano del cine clásico norteamericano dijo alguna vez “si no se tiene una historia no se tiene nada”. En el caso de El dinero (L'argent, 1982) síntesis y culminación del arte del cinematógrafo, la historia adquiere una importancia capital. Bresson apela -primeroal lado sensorial del espectador, que sigue con atención el curso del dinero falsificado, circulando de mano en mano en la pequeña ciudad francesa. Desde los niños burgueses quienes insatisfechos con sus propinas falsifican un billete para estafar a los dueños de un estudio fotográfico. En segundo plano, la cadena de delito e impunidad convoca la espiritualidad del auditorio que alcanzará un punto muy alto con la acusación injusta contra Yvon (el obrero), su condena y se cerrará con la purgación catártica
Bresson reclamó para su obra la denominación de la patente Lumiére, o sea el cinematógrafo: “aparato que registra imágenes en movimiento”. Sin embargo en El dinero lo fundamental no reside en la raíz kinema, en el movimiento, sino en lo de grafo. Se escribe sistemáticamente con un aparato que graba trozos de tiempo y espacio, a veces con mínimo movimiento, expulsando cualquier residuo teatral. El dinero es un ejercicio meticuloso de transposición de la letra en imagen en color, que rehuye la función de ilustración del texto original, y que expresa una caligrafía personal, una caligrafía diferente ejecutada con lo visto y oído, con su propio ritmo y respiración. DE LOS MODELOS Se ha imputado frialdad y desdramatización al sistema actoral de Robert Bresson. No estamos de acuerdo. La relación de cuerpos, rostros y acciones humanas ajena al nombre de actores famosos proviene de una concepción de lo actoral fundada en el repudio de la interpretación. Profesionales o no, los actores siempre deben
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EL OJO ES PEREZOSO, EL OÍDO, POR EL CONTRARIO, INVENTA Bresson decía: “Si se requiere solo al ojo, el oído se impacienta. Si se requiere solo al oído, se impacienta el ojo. Utiliza esas impaciencias.”. El progresivo vaciado de la pantalla (desencuadre; v.gr. Yvon asesina a sus anfitriones), o la confrontación de la mirada del espectador con una superficie compacta e infranqueable (sobreencuadre; v.gr. la puerta de la celda que franquea la impaciencia de Yvon por la fuga de un delator) donde lo significativo se sitúa en la escucha, es otra de las características expresivas de El dinero. Los ruidos espaciados, diferenciables e identificables por la sobreamplificación (recordar el cacharro que Yvon no deja de rozar sobre el piso de su celda mientras planea su intento de suicidio) son ruidos al borde de lo intolerable, inolvidables. El realizador dijo a Godard: “Eel oído es mucho más creador que el ojo”.
buscar un nivel de dependencia singular, que afirme un hermetismo trascendental. Por eso Bresson prefirió llamarlos “modelos”. En una entrevista concedida a Jean-Luc Godard y a André Delahaye para los Cahiers du Cinéma (Nº 168) decía: “el actor es una marioneta que hace gestos. Y esto llega a tal extremo que para mí, ahora, la mayor parte de los filmes (por eso me es tan desagradable ir al cine) me parecen concursos de muecas”.
CONCLUSIÓN
PUESTA EN ESCENA En El dinero, el cineasta dejó en claro que la ficción se arma en un lugar posterior al rodaje. El registro solo marca trazos aislados, de poca significación a no ser por el peso del automatismo o la irrupción de lo accidental (recuérdese que la película sub examine transcurre en el silencio y el ensimismamiento de los personajes que solo se altera por un gesto espontáneo o inerte como el que ocurre en los locutorios de la prisión). Para Bresson la ficción se construye en la instancia del armado de las imágenes ópticas y sonoras, la del ritmo impuesto por el montaje. Los torsos, rostros y manos bressonianos así como los objetos y lugares son cifras de una ecuación a determinarse en la edición. La frontalidad es sustituida sistemáticamente en El dinero por el desencuadre y el sobreencuadre, dos recursos de composición de la pantalla que enfatizan las fronteras del adentro y el afuera. Habilita, entonces para el espectador, un espacio constructivo. Exige de él una visión de los personajes con un prejuicio de otredad, mejor dicho, externos a uno mismo. Y sin embargo semejantes. No es empatía alguna la que despiertan personajes como Yvon, los adolescentes, los propiestarios del estudio de fotografía o el lumpen-dependiente (incluso la mujer y su familia brutalmente asesinadas) sino una emoción compleja a la que no es ajena la piedad.
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Existe en El dinero como en toda la obra bressoniana un ejercicio continuo de la separación. Del cinematógrafo respecto del teatro, del modelo respecto del actor, del espectador en relación con ese tejido audiovisual que no debe ser visto como espectáculo, de las acciones y padecimientos de los personajes respecto de un observador al que no se le pide identificación alguna. Los objetos cotidianos, domésticos, encuadrados obsesivamente fijos y a corta distancia. Acciones recortadas, ballets de manos intercambiando billetes, abriendo cartas o sirviendo comida. Hay en Bresson una atención a los automatismos cotidianos. Por eso la motivación para escribir este ensayo. Porque en las acciones de los personajes de El dinero no hay conciencia, ni sentimiento ni intención; porque los personajes sin interioridad son propios de la modernidad acabada. Tal vez en las exigencias planteadas al espectador radica el culto minoritario al “cine abierto” de Robert Bresson y su distancia respecto del cine del apuramiento y la distracción.
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NOVEDADES DISCOGRĂ FICAS COUNTING CROWS / SOMEWHERE UNDER WONDERLAND Han tenido que pasar seis aĂąos para que los Counting Crows nos entreguen un ĂĄlbum con nuevas composiciones. Nueve canciones, de excelente factura, que tardaron demasiado en madurar y cuyos frutos se degustan de principio a fin. Se puede considerar a Somewhere Under Wonderland como un segundo debut gracias al cobijo de su nueva e ilustre casa discogrĂĄfica, nada menos que Capitol Records. Adam Duritz -lĂder de la banda- es uno de los cantantes que mejor ha asimilado las influencias de Van Morrison, la performance que logra en el single “Palisades Parkâ€? es para quitarse el sombrero, los momentos de nervio y calma alternados crean la atmĂłsfera perfecta para esta gran historia llena de aĂąoranza por la amistad perdida, los lugares ya desparecidos y la juventud lejana, muy lejana. Muy bien acomodados entre el rock, el folk y las baladas acĂşsticas con guitarra y piano, todo arreglo musical tiene un Ăşnico objetivo: servir de urdimbre a las elaboradas letras de Duritz. AsĂ ha sido desde hace veinte aĂąos y es lo que mejor saben hacer. HENRY A. FLORES
JACK WHITE / LAZARETTO Para el segundo ĂĄlbum de este hiperactivo hijo de Detroit, la inspiraciĂłn le vino de unos poemas y guiones escritos a los diecinueve aĂąos, encontrados mientras limpiaba el ĂĄtico de su casa. En uno de estos escritos el personaje principal “fantasea con camas de hospitales, celdas, campos de trabajo, el ejĂŠrcito herido, pero sin temor ante el dolor fĂsicoâ€?. Veinte aĂąos despuĂŠs, el verdadero Jack White, el de estos tiempos, se muestra vulnerable ante el dolor interno que causa el desamor, lo grita en “Would You Fight For My Love?â€? y lo lamenta en “Alone In My Homeâ€?. Rock, folk, balada, destellos punk y la obsesiĂłn por darle un valor agregado al disco de vinilo materializado en su famoso Ultra LP -que le quitĂł el record de ventas al Vitalogy (1994) de Pearl Jam- cuyos tracks ocultos a distintas revoluciones y el holograma incorporado son la delicia de los fetichistas. Pero ningĂşn disco de White prescinde del blues. AsĂ que, inevitablemente, junta a aquel adolescente que fue con dos de sus ya extintos hĂŠroes. Uno de ellos es Blind Willie McTell, del cual se apodera de su “Three Women Bluesâ€? (1928), se atreve a ‘co-escribirlo’, lo mezcla con “Lord Send Me An Angelâ€? (1933) y los lleva a casi cien aĂąos en el futuro para darnos una versiĂłn inquieta y desesperada llamada “Three Womenâ€?, donde la baterĂa y el piano le preparan el terreno al efecto Whammy de su guitarra que termina por electrocutarnos (todavĂa resuenan los “ Lordy Lord Lordy Lordâ€?). Y en “Just One Drinkâ€?, la frase inicial “You drink water, I drink gasolineâ€? estĂĄ inspirada en el “I Asked For Water (She Gave Me Gasoline)â€? (1956) del segundo invocado, el gran Howlin’ Wolf. Lo Ăşnico que garantiza Lazaretto -nombre de los antiguos leprosorioses que asĂ pasen otros veinte aĂąos, el buen blues seguirĂĄ. HENRY A. FLORES
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JESSICA LEA MAYFIELD / MAKE MY HEAD SINGS Jessica es el clĂĄsico ejemplo de la exploraciĂłn musical a travĂŠs de los aĂąos. En sus dos ĂĄlbumes anteriores facturados durante la adolescencia con Daun Auerbach en los controles- el pop acĂşstico y el country mezclado con un estilo vocal etĂŠreo-soporĂfero cobijaban a la mayorĂa de sus obsesiones. Ahora en plena juventud, toma el control de su obra y coproduce junto a su marido diez canciones donde la mayorĂa de ellas tiene la fuerte influencia del Bleach de Nirvana, dejando algunos espacios para el post punk (“Do I Have The Timeâ€?) y las tonadas lentas (“Party Drugsâ€?). A pesar del arranque crudo con “Obliviousâ€? Jessica jamĂĄs renuncia a las voces ‘sin vitaminas’, logrando un contraste extraĂąo y agradable con los acordes furiosos y lentos del grunge. HENRY A. FLORES
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EL RINCĂ“N DE LOS NIĂ‘OS AUTOR: PATRICK MODIANO (FRANCIA) La aĂąoranza por el ParĂs de inicio de los sesenta, despiertan de un momento a otro y sacan mentalmente del autoexilio a un escritor de folletines para radio. La causa: conoce a una jovencita que podĂa ser su hija, cuyas facciones le recuerdan a un amor platĂłnico de su adolescencia y a la hijita de este amor, que bien podrĂa ser la misma Marie de hoy con la cual ha iniciado una esporĂĄdica relaciĂłn carnal. Sus colegas, autoexiliados como ĂŠl, tienen como norma no recordar el pasado, por ser doloroso, pero por ĂŠl se genera un efecto dominĂł que termina por afectar a otras personas que no pueden contener mĂĄs la evocaciĂłn de los aĂąos mozos. Y es que, querĂĄmoslo o no, el pasado siempre se las arregla para regresar, asĂ cerremos nuestras mentes sus fantasmas se reencarnan y nos dan el inevitable alcance. Modiano es el Nobel francĂŠs que nos debĂa la academia despuĂŠs de equivocarse con Le ClĂŠzio. HA.F
AUSTIN, TEXAS 1979 AUTOR: FRANCISCO Ă NGELES (PERĂš) Novela que se lee de un tirĂłn gracias a su trepidante secuencia de los hechos, con personajes al borde de la locura y el suicidio, entre el amor y la muerte. Un replanteamiento de la vida. QuĂŠ hacer, por quĂŠ hacer, por quĂŠ no, cĂłmo acabar, mĂĄs vale hacerlo ahora que lamentarse luego por ser un estĂĄtico. El tipo que se casĂł muy joven y se divorciĂł demasiado joven, la hija del sicĂłlogo que se venga del padre teniendo sexo con sus pacientes, el anciano que recuerda con nostalgia a un amor de su temprana adultez y que arrastra como fantasma las cadenas del arrepentimiento por no haberse atrevido a concretarlo. Y el conejo, que sin voz ni voto, es sacrificado en vano. La aceptaciĂłn del fracaso como el primer paso necesario para un nuevo comienzo se vislumbra al final. Estamos ante la mejor novela peruana de este aĂąo. HENRY A. FLORES
DIRECTOR: HENRY A. FLORES Discos y Otras Pastas no se hace responsable del contenido de los artĂculos y agradece a sus colaboradores por la exclusividad otorgada.
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NOVIEMBRE 2014