La obra
Iglesias, acequias y caminos para los pueblos. La Casa de Ejercicios
Su secreto para la conversión de los indiferentes.
Proyecto inconcluso
El sueño de un tren que uniera a los pueblos.
ADEMÁS…
Cómo llegó a ser venerable.
CÓMO LLEGÓ A VENERABLE
Las virtudes heroicas de Brochero Cuando lo nombró venerable, Juan Pablo II comparó las virtudes del Cura Gaucho con las del patrono de los sacerdotes católicos, San Juan Bautista María Vianney. Así lo transformó en el tercer cordobés y quinto argentino en alcanzar ese título.
Monseñor José Ángel Rovai, obispo auxiliar de Córdoba.
“La vida de Brochero debe marcarnos el camino. Fue un incansable luchador por la gente de Traslasierra”.
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n 2004, el papa Juan Pablo II firmó el decreto que consagró venerable al cura José Gabriel del Rosario Brochero, tercer cordobés en lograr esa distinción por el Vaticano y quinto argentino. Antes que él, habían sido declarados venerables Fray León Torres, fundador de la congregación de Hermanas Mercedarias del Niño Jesús, y Catalina de Rodríguez, fundadora de la congregación de las Esclavas de Jesús. De acuerdo con el proceso de la Iglesia católica, el primer escalón de la canonización (declaración de santidad) es declarar a la persona siervo de Dios. El título de venerable es el segundo paso. Los otros dos, la beatificación y la canonización, requieren la comprobación de sendos milagros. En aquel entonces, el beato Juan Pablo II reconoció en Brochero virtudes heroicas para merecer la distinción que no exige la comprobación de milagro alguno y expresó conmocionado al conocer su vida y su obra: “Entonces el Cura Brochero sería el Cura de Ars de la Argentina”, dijo el Papa, comparándolo con San Juan Bautista María Vianney, el Santo Cura de Ars (un pueblo cercano a la ciudad de Lyon, en Francia), proclamado patrono de los sacerdotes católicos, especialmente de los párrocos. Cuando se supo la noticia, monseñor José Ángel Rovai, obispo auxiliar a cargo del Arzobispado de Córdoba, declaró con gran alegría: “Hay que reconocer que la vida de Brochero debería marcarnos el camino que muchos de nosotros, los religiosos, hemos perdido por diferentes circunstancias. Su gran virtud no fue solo espiritual; también fue un incansable luchador por la gente de Traslasierra”. Desde su muerte, todos los biógrafos del Cura Gaucho coincidían en su santidad y en el lugar de devoción que forjó en el corazón popular, describiéndolo como 10
Juan Pablo II otorgó el título de venerable al cura Brochero.
un hombre que entregó su cuerpo y su energía con el propósito de transformar la región, a la vez que su alma, en una gran obra evangelizadora, y así llegar con su oración a cada rincón de Traslasierra, que entonces tenía a sus pobladores separados por kilómetros y por precarias vías de comunicación. Las intenciones de canonización databan de la década del ‘60. Sus fieles y su pueblo oraron durante años para que el proceso se hiciera realidad. Pero fue el fallecido vicario Carlos Heredia uno de los grandes responsables de que la causa del cura Brochero llegara al Vaticano. Por orden del Arzobispado de Córdoba, Heredia recopiló información, testimonios e investigaciones sobre la vida del padre José Gabriel para presentar ante la Santa Sede el expediente avalado por un sólido trabajo científico e histórico. Este se denomina Positio, y desde el principio despertó ansiedad en su región y buenas perspectivas en la Santa Sede. Ya declarado venerable, la causa siguió su camino hacia el siguiente paso, la beatificación, tras el minucioso estudio para comprobar el milagro requerido. · El cura Gaucho ·
Pastor con olor a oveja El obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, escribió un libro sobre el sacerdote cordobés al que tituló Cura Brochero: Pastor con olor a oveja. Al presentar la obra, explicó que la elección del título no había sido arbitraria: hace referencia al pedido del papa Francisco en la homilía de su primera Misa Crismal de Jueves Santo, donde dijo: “(…) Esto les pido: sean pastores con ‘olor a oveja’, que eso se note, y pescadores de hombres”. Olivera encuentra muchos puntos en común entre el cura Brochero y el papa Francisco, y describe la vida y el legado pastoral del Cura Gaucho desde su propia experiencia como pastor en sus tierras. “Algunos capítulos hablan de una mirada sobre el papa Francisco y el cura Brochero que, a mi entender, tienen mucha similitud. Este material es la vida del cura en algunos matices y, fundamentalmente, mi experiencia de haber conocido su obra aquí, en Traslasierra”, afirma el prelado.
SU PROYECTO INCONCLUSO
El tren de la esperanza Durante más de treinta años, el cura Brochero luchó para conseguir que los pueblos del oeste cordobés tuvieran su ramal ferroviario. Aunque logró que se sancionaran tres leyes nacionales para realizarlo, nunca se concretó.
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l terminar sus pintorescas oraciones decía a menudo: ‘Es preciso, hermanos, que trabajemos unidos para abrirnos camino. Ahí, a pocas cuadras, en el vecino monte, he visto unos trozos de madera abandonados. Ayúdenme a transportarlos para acelerar la terminación de nuestra obra’. Los serranos, entusiasmados, acompañaban al buen canónigo apenas pronunciado el ‘Ite missa est’, provistos de sendas cabalgaduras, y la madera se veía transportada en breves minutos desde sus viejos lechos de hojas y ramas al cerco de las construcciones. El primer trozo era transportado siempre por el canónigo, jinete en una mula, presidiendo la devota caravana”. Este es un extracto del artículo publicado en el diario Tribuna el 25 de junio de 1906, titulado “El ferrocarril de Dolores a Soto”. La descripción que hace el autor del ímpetu de José Gabriel del Rosario Brochero habla a las claras de cuál era su misión más importante: abrir caminos. Fueran estos del hombre hacia Dios o hacia el pueblo más cercano. La gran preocupación del Cura Gaucho por el progreso estaba dirigida a aliviar la pobreza de sus fieles y aprovechar los recursos de la tierra en que vivían. Él sabía mejor que nadie cuán indispensable era un medio de transporte que comunicara los pueblos del oeste cordobés para fomentar el comercio de los productos de cada uno. En 1882, había solicitado al gobernador Miguel Juárez Celman, amigo y compañero de Brochero en la Universidad Mayor de San Carlos, un tranvía a caballo que llevara a los pobladores de El Tránsito al río de Mina Clavero. Pero su gran sueño, aún incumplido, era lograr la construcción de un ramal ferroviario que atravesara el valle transerrano. Así, en 1884, por orden de Juárez Celman, se realizaron los estudios en Traslasierra para el tendido de vías ferroviarias, pero el proyecto se postergó por motivos políticos y presupuestarios. En 1886, con Juárez Celman ya presidente de la Nación, Brochero siguió impulsando la creación de un ramal ferroviario. Recién en 1903, y con el acompañamiento de todos los vecinos de Traslasierra, logró que se promulgara la Ley Nacional 4267, que autorizaba al Poder Ejecutivo a construir la prolongación del Ferrocarril Andino a Villa Dolores, y ordenaba estudios para empalmarlo en Soto, tal como quería el cura. Dos leyes más, la 4366 y la 4872, ordenaban realizar los estudios definitivos del ramal Soto-Dolores y celebrar contratos con particulares para su construcción. Pero el tren no llegaba. Finalmente, en 1907, el presidente Figueroa Alcorta y el ministro del área, Miguel Tedín, decidieron aplazar la ejecución de muchas obras públicas autorizadas por el Congreso, para evitar gastos extraordinarios (diario La Patria, Córdoba, 11/4/07). En 1911, ya enfermo, Brochero consiguió que el ramal ferroviario entre La Puerta y Cañada de Luque pasara por Villa San Antonio, hoy Obispo Trejo. Y en 1912 se acercó a Hipólito Irigoyen durante su viaje a Córdoba para despertar su interés por el tema. En su último año de vida, luchando contra la ceguera y los dolores que la lepra le provocaba, le manifestó a su sobrina en una carta la fe
“No pierdan la esperanza de tener ferrocarril. Estoy haciendo las del león que se defiende de los perros desde el suelo. Desde mi cama, trabajo por el ferrocarril”. Cura Brochero.
¿Qué hubiera hecho? El actual obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera, reflexiona al respecto en su libro Cura Brochero: Pastor con olor a oveja: “En la primera misa que presidí en 2009, en el inicio de la Semana Brocheriana, me preguntaba qué hubiera hecho Brochero frente a situaciones como las de estos últimos años, donde se han cerrado ramales de trenes y obligado al exilio a tantos jóvenes y familias, como a la muerte de tantos pueblos. Por cierto, no hubiera hecho silencio. Habría hablado, habría actuado. ¿Vendrá algún día la obra prometida por ley y tan solo aplazada para evitar gastos extraordinarios? Quizá Brochero siga trabajando por éste, su deseo, tan sensato y tan posible e inclusivo”.
que mantenía en que su sueño se cumpliría: “Dile a tu padre que hoy considero un hecho el ramal Soto, porque los congresales nacionales van a pedir el cúmplase a la ley, y no van a retroceder ante las dificultades hasta que se coloquen los primeros rieles”. Pero eso no ocurrió. Queda entonces la promesa del beato: “No pierdan la esperanza de tener ferrocarril. Estoy haciendo las del león que se defiende de los perros desde el suelo. Desde mi cama, trabajo por el ferrocarril”, Cura Brochero (Mar Chiquita, noviembre de 1906 – Jorge Torres Roggero, Cura Brochero. En el corazón del pueblo).
· José Gabriel del Rosario Brochero ·
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LA CASA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES
El hospital de almas La casa de retiro es una de las grandes obras del cura Brochero en Villa del Tránsito. Terminó de construirla en 1877, y al año siguiente más de 3200 fieles ya habían pasado por allí para renovar su fe. Brochero viajaba decenas de leguas para invitar a la gente a pasar días orando y dialogando con Dios.
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na de las experiencias transformadoras que vivió José Gabriel del Rosario Brochero como sacerdote fue la práctica de los Ejercicios Espirituales, creados por el fundador de la orden de los Jesuitas, Ignacio de Loyola, para fortalecer el discernimiento y comprender mejor la voluntad de Dios. Pese a que era un sacerdote que no pertenecía a la orden, Brochero abrazó esta práctica como un verdadero jesuita y, más aún, la integró a su misión evangelizadora en el Curato de San Alberto. Brochero había asumido como cura en San Alberto en 1869, luego de ser auxiliar del obispo de Córdoba en la ciudad capital. Apenas arribado, entendió que los pobladores del oeste cordobés podían beneficiarse con la práctica de los ejercicios espirituales y se propuso llevarlos hasta la casa de retiros del obispado para realizar retiros espirituales de algo más de una semana de duración. Con gran esfuerzo, lograba juntar unas decenas de feligreses, conseguía los alimentos y abrigos necesarios para el viaje y partía con ellos rumbo a la capital para acompañarlos en el retiro. Así lo hizo durante los primeros años de su sacerdocio, y fue congregando un número cada vez mayor de fieles dispuestos a peregrinar a Córdoba para realizar sus ejercicios espirituales. 12
Los resultados eran sorprendentes: los fieles volvían al pueblo con la fe renovada, su espíritu limpio de mancha y su carne liberada del pecado. Era un potente motor para la conversión espiritual, y el cura estaba dispuesto a sacar el mayor provecho posible de los ejercicios ignacianos. En 1875 consiguió los medios para comenzar a construir en Villa del Tránsito la Casa de Ejercicios Espirituales, que terminó dos años después. Al año siguiente de su apertura, casi 3200 creyentes ya habían pasado por allí para forjar sus espíritus. La difusión de los beneficios de tal práctica llegó a rincones lejanos de la provincia y hasta San Luis y La Rioja, desde donde empezaron a llegar fieles que, tras cuatro o cinco días de tortuoso viaje por caminos abandonados, se entregaban a las manos de Brochero para restaurar sus almas. Su método para colectar almas era el mismo que · El cura Gaucho ·
usaba Jesús cuando recorría los pueblos predicando: buscaba a los descastados, viciosos o ladrones y los visitaba. Hacía misas en sus ranchos e invitaba a cuantos quisieran asistir. Sus sermones eran llanos y contundentes: les hablaba del sacrificio que hizo Jesús para llevar la salvación a los hombres, de cómo el pecado lastima la relación de cada uno con Dios, de cómo hasta el más pecador puede acercarse a Cristo si lo desea en su corazón. El cura no escatimaba esfuerzo alguno y allanaba cualquier obstáculo para que sus feligreses no se vieran privados de tan magnífica oportunidad para abrirse a la Vida de Dios. Sin abandonar sus responsabilidades de párroco de San Alberto, Brochero hacía las meditaciones y lecturas de los ejercitantes, estaba en todos los detalles organizativos de la Casa y, por supuesto, se dedicaba con ahínco a confesar a los participantes.
Sin prisa, pero sin pausa A pesar de la fuerza arrolladora de su capacidad y su ímpetu evangelizador, el cura Brochero había aprendido a moderar sus deseos, aceptando los ritmos personales y comunitarios de su gente: los animaba a volver a Dios, pero no los violentaba. Aprendía con ellos de sus tiempos y posibilidades, y los contagiaba con su paciencia y perseverancia. Su tenacidad apostólica carecía de rasgos de dureza: los mismos feligreses atestiguan —por ejemplo— que él no se enojaba si alguno no quería hacer los ejercicios, aunque no por ello dejaba de insistir hasta lograrlo. Y, como muestra, vaya la instrucción que les daba a sus curas: “Cuanto sean más pecadores o más rudos o más incivilizados mis feligreses, los han de tratar con más dulzura y amabilidad en el confesonario, en el púlpito y aun en el trato familiar. Y si encuentran algo digno de reto, que lo avisen al Cura para que él reprenda a fin de que los feligreses no se recientan [sic] con los ayudantes sino con el Cura, porque ya sabe él cómo los ha de retar”.
Fiesta en el pueblo Un sacerdote jesuita enviado por el Superiorato de la orden en Córdoba, el padre Bustamante, preparó un informe sobre el accionar de Brochero en el que resaltó con sorpresa algunos hechos: Brochero realizó excursiones a más de sesenta leguas (300 km) a la redonda para acercar fieles a la Casa de Ejercicios, llegó a guiar hasta Villa del Tránsito unas 700 personas en un solo viaje, y tras esos retiros, muchos de ellos volvían a recorrer una vez por mes entre 30 y 40 kilómetros solo para confesarse con el Cura Gaucho. Nada mal para un territorio atravesado por el analfabetismo, la violencia, el alcoholismo y otros vicios. “Era harto sabido que la gente que concurría a los Santos Ejercicios salía totalmente transformada y reformada en sus costumbres y manera de vivir”, relata el padre Bustamante, un jesuita enviado desde Córdoba para inspeccionar la tarea evangelizadora de Brochero.
Padre Bustamante, sacerdote jesuita.
“Era harto sabido que la gente que concurría a los Santos Ejercicios salía totalmente transformada y reformada en sus costumbres y manera de vivir”.
· José Gabriel del Rosario Brochero ·
Al término del retiro, que podía durar hasta ocho o nueve días, los fieles volvían a la parroquia donde Brochero hacía preparar arcos de triunfo, les tiraba cohetes y llevaba a los familiares de los ejercitantes para disfrutar una verdadera fiesta de la fe. El encuentro despertaba en el resto de las familias de los fieles el deseo de realizar ellos mismos los Santos Ejercicios. Y así lo hacían. “La gente solía comentar que la Casa de Ejercicios era un verdadero semillero de conversiones —recuerda Bustamante—. Jamás se oyó que todas esas conversiones las realizara el SD [N. del R.: Sacerdote Diocesano, como lo designaba a Brochero] buscando gloria humana u otros fines para halagar su vanidad. Solo le interesaba la mayor gloria de Dios, como solía repetir con frecuencia”.
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LAS OBRAS DE BROCHERO
Iglesias, acequias y caminos La salvación de almas no fue la única misión en la vida pastoral del Cura Gaucho. A la par de su tarea evangelizadora, Brochero ayudó a erigir iglesias, construir caminos y llevar agua a los pueblos y para los cultivos. Así entendía él su vocación de servicio.
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l recientemente fallecido vicario judicial del Arzobispado de Córdoba, Dr. Carlos I. Heredia, el principal investigador del Positio que resultó en la beatificación del cura José Gabriel del Rosario Brochero, emprendió la tarea de compilar todas las obras en las que el Cura Gaucho había participado o había tenido decisiva influencia durante su fecunda tarea pastoral en las serranías del oeste cordobés. El resultado es un impresionante listado de logros, destinados todos a un único fin: mejorar las condiciones de vida, materiales y espirituales, de los pobladores de la región, en una época en que la Argentina todavía estaba organizándose como país. En pos de conseguir lo que precisaba para su gente, Brochero no temió negociar con los jefes políticos de la época, tanto en Córdoba como en Buenos Aires, las subvenciones y las leyes requeridas para concretar sus proyectos. Aquí, una síntesis de sus emprendimientos: Iglesia de San Pedro. En 1869, el cura Brochero concluyó la obra iniciada por el presbítero Francisco I. Aguirre en 1867. Antigua iglesia de Villa del Tránsito. Originalmente proyectada de tres naves, de las que solo se concluyó la nave central, la cual quedó en desuso cuando un tornado la dejó sin techo en febrero de 1896. La piedra fundamental de la actual iglesia fue colocada el 1 de enero de 1899. Las paredes de la nave central fueron levantadas por Brochero cuando asumió nuevamente el Curato en 1902. Iglesia de San Vicente. El pueblo fue fundado en 1871 y su iglesia fue construida por Brochero en 1872. Antigua iglesia de Las Rosas. Ese mismo año, también emprendió la tarea de construir una iglesia para dicha población, pero un rayo destruyó los incipientes muros. Iglesia de Ciénega de Allendes. La actual población ocupa terrenos donados por Pedro y Feliciano Allende en 1878. La iglesia se terminó en 1882. Antigua iglesia de Nono. Brochero realizó reparaciones en dicha iglesia en diversas ocasiones. La piedra fundamental de la iglesia actual se colocó en 1908.
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Estación de Obispo Trejo.
Casa de Ejercicios (Villa Cura Brochero). Es la principal de las obras del Cura Gaucho. Colocó la piedra fundamental en agosto de 1875. Se construyó con ayuda de todos los vecinos, que acarreaban las piedras, cocían los ladrillos y arrastraban los palos para tirantes y carpintería. Todo se hizo con limosnas recogidas por el cura Brochero en todos los departamentos de Traslasierra, San Luis y La Rioja. Colegio de Niñas. Al lado de la Casa de Ejercicios se levanta este colegio, construido también por el cura Brochero. Fue inaugurado en 1880 cuando llegaron las Hermanas Esclavas Argentinas traídas por el cura. Residencia de los sacerdotes. Calle de por medio con la iglesia, Brochero construyó entre 1878 y 1880 una casa de varias habitaciones para alojamiento del párroco y de los sacerdotes que daban los ejercicios. Demolida la antigua casona, actualmente ocupa el predio el Colegio Cristo Obrero. Iglesia de Altautina. La construyó en 1880 y la amplió en 1896. Acueducto de Villa del Tránsito. Delineado por Brochero, tenía un recorrido de tres kilómetros. Fue construido con piedra y material cocido para llevar agua a · El cura Gaucho ·
Iglesia de Panaholma.
la Casa de Ejercicios, el Colegio de Niñas y, a través de una fuente en la plaza, para provisión del vecindario. Acequias en el Río Chico de Nono. Fueron realizadas por el cura Brochero, quien era condómino de la toma de la familia Fernández, con la cual regaba un terreno de su propiedad en Alto del Monte. También había construido una acequia para regar su campo en Bajo del Molino. Toma de los Aguirre. Brochero reconstruyó la toma de agua sobre el río Panaholma construida por el presbítero Francisco Aguirre para regar el campo de El Hueco o La Gloria, de donde el cura Brochero sacaba frutas y leña para ayudar al internado del Colegio de Niñas. Caminos de herradura desde Traslasierra hasta Córdoba. Brochero integró la comisión creada por el gobernador Juárez Celman que diseñó la traza de un camino de herradura para comunicar Córdoba con Traslasierra. La construcción fue aprobada por la Ley Provincial 931, en 1883. Así se concluyó el primer camino que comunicaba Córdoba con los departamentos transerranos. Camino carretero de Traslasierra a Córdoba. La misma ley autorizó a construir un
de Pocho, se accede a este camino ubicado en medio de las serranías. Delineado como camino de herradura por el cura Brochero en 1870, fue transformado en camino carretero con su ayuda en 1892. Por allí se arrastraban los palos para el techo de la Casa de Ejercicios y del Colegio de Niñas de Villa del Tránsito, hoy Cura Brochero. Camino de Panaholma. Brochero consiguió, a través de una ley provincial, que se concediera un subsidio para hacer un camino que acortaría en 18 kilómetros la comunicación entre Villa de Soto y del Tránsito, con el objeto de incentivar la construcción de la nueva iglesia y posibilitar una población en Panaholma. El camino quedó habilitado en 1897. Agua para Panaholma. El primer proyecto de fundar el pueblo de Panaholma en 1883 fracasó por no poder traer el agua, a pesar de estar a escasos metros del terreno donado. A fines de 1897, Brochero consiguió que el agua llegara a través de un sistema de caños de metal. Iglesia de Panaholma. La piedra fundamental fue colocada por el cura Brochero en 1898 antes de trasladarse como canónigo de la Catedral. La construcción de la iglesia fue iniciada por él en 1902 y quedó prácticamente terminada al dejar el Curato en 1907. Iglesia de Villa del Tránsito.
camino hasta El Trapiche, pasando por San Roque, Tanti y la Cieneguita, con un ramal al norte que llegaba hasta San Carlos y pasaba por Salsacate, y otro al sur, hasta las Villas de Dolores y San Pedro, por La Ciénaga, Ambul, Panaholma, Tránsito y Nono. El camino se terminó en 1904. Ferrocarril de Traslasierra. Ver página 11 en este fascículo. Dique sobre el Río de los Sauces. Brochero intercedió entre los vecinos de San Pedro y Villa Dolores, a ambas márgenes del Río de los Sauces, para la construcción de un embalse. Pero hubo dificultades para definir potestades en el uso del río. El actual Dique La Viña fue construido varias décadas después de muerto Brochero. Banco de Córdoba en San Pedro. Durante la visita del gobernador Juárez Celman, el cura Brochero y los vecinos solicitaron la creación de una sucursal del Banco de Córdoba en San Pedro, cuya apertura fue resuelta en 1883. Por la crisis financiera que afectó a todo el país, la sucursal fue clausurada diez años después. Casa del Cura. A una cuadra de la plaza de Villa
del Tránsito, junto a la casa de su cuñado, Juan Ángel Aguirre, Brochero construyó unas austeras habitaciones donde vivió desde 1886 junto a su hermana Aurora. Allí pasó sus últimos días pobre, ciego y leproso, hasta su fallecimiento en 1914. Camino de Soto a Tránsito. En 1886, el cura Brochero, con la ayuda de los vecinos, compuso el camino entre Chancaní y San Pedro para que pasara el obispo Juan Capistrano Tissera. Un año después construyó el camino carretero hasta Soto. Al norte de Villa del Tránsito, el trayecto entre Villa Viso y Posta de Domínguez, que pasaba por Roque Bazán, tenía unos treinta kilómetros de extensión que podían acortarse a casi la mitad. En 1890, Brochero pidió una subvención a la provincia para realizar el tramo, mientras los vecinos aportaban el terreno. El tramo SotoTránsito fue reparado con otra subvención solicitada por el cura en 1892. El tramo La Paz-Las Rosas fue arreglado en 1897 a petición de los vecinos y del propio Brochero. Iglesia de Musi. El obispo Reginaldo Toro facultó al cura Brochero en 1890 para que bendijera la piedra fundamental de esa iglesia. Cuesta de Altautina. Partiendo desde La Pampa · José Gabriel del Rosario Brochero ·
Banco Nación en Villa Dolores. La llegada del ferrocarril a Villa Dolores impulsaba el crecimiento del comercio y de la industria. Por tal razón, en 1904, los serranos solicitaron la reapertura de la sucursal del Banco de Córdoba que había funcionado en San Pedro. Aprovechando su estadía en Buenos Aires, Brochero secundó la iniciativa de Eliseo Recalde de solicitar una sucursal del Banco de la Nación Argentina, la que fue habilitada en 1906. Implantación de peces. Estando en Buenos Aires en 1904, el cura Brochero solicitó al Gobierno nacional que se implantaran peces en el Ojo de Agua (Pedanía de Panaholma) y en la Laguna de Pocho. Con esa iniciativa buscaba estimular a los pobladores para que consiguieran parte de su sustento a través de la pesca. Telégrafos y correos. El cura Brochero gestionó en Buenos Aires, en 1905, la creación de una estafeta telegráfica en Nono, una oficina de correos en Panaholma y una línea telegráfica que partiera de Salsacate y fuera directamente a Chancaní. En 1912, radicado en Santa Rosa, también gestionó la extensión de una línea telegráfica para unir las poblaciones del departamento Río Primero. Estación de Obispo Trejo. En 1911, Brochero logró que el ramal ferroviario entre La Puerta y Cañada de Luque pasara por Villa San Antonio, hoy denominada Obispo Trejo. 15
“El sacerdote que no tiene mucha lástima de los pecadores es medio sacerdote. Estos trapos benditos que llevo encima no son los que me hacen sacerdote. Si no llevo en mi pecho la caridad, ni a cristiano llego”.
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· El cura Gaucho ·