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Sábado 19 de mayo de 2012

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Villa La Angostura: La fuerza de la Naturaleza Villa La Angostura: La fuerza de la Naturaleza.

Los encantos de esta aldea neuquina renacen tras una temporada bajo las cenizas volcánicas. Bellos paisajes, infraestructura de calidad y gastronomía gourmet. Una planta violeta y espigada asoma su silueta sobre un montículo de cenizas. Pocos metros más adelante, sobre las laderas del Cerro Bayo, un manojo colorido de flores se abre paso entre un bosque de lengas. El milagro de la vida se impone, mientras trepamos en una camioneta por las laderas de la montaña, y vemos desde lo alto la sinuosa geografía de los lagos que enmarcan a Villa La Angostura, al oeste de la provincia de Neuquén. En lo alto del Cerro Bayo se despliega, con la contundencia de siempre, una de las panorámicas más impactantes de la Patagonia: el lago Nahuel Huapi como una serpiente azul, la melena verde de los bosques, las cumbres vaporosas de la Cordillera. La banda de sonido, por esta vez, no tendrá can-

tos de aves. Se escucha, en cambio, el ruido seco de los martillos golpeando el metal, el chirrido de alguna sierra, y las conversaciones de un grupo de hombres que trabajan con energía, para terminar una gigantesca estación de telecabinas en lo alto del cerro. Pronto el paisaje estará cubierto de nieve, y los esquiadores podrán subir en las flamantes góndolas para descender por las pistas. Vuelvo la mirada a la planta violeta y espigada que perforó el suelo con sus flores. La parábola puede parecer antigua y trillada, pero es inevitable pensar que la fuerza de la naturaleza y el trabajo del hombre han producido el milagro en Villa La Angostura, como un ave mitológica que renace de sus propias cenizas.

¿Cómo llegar? Rafaela-Villa la Angostura en automóvil: costo (nafta y peajes) $ 3.200 Aéreo Buenos Aires-Bariloche: $ 2.018 Micro Rafaela-Bariloche: $ 1.540 Desde Bariloche a Villa la Angostura (83 km) salen micros desde la terminal cada 2 horas $ 54 ida y vuelta. También se puede alquilar un vehículo desde $ 220 por día en Bariloche. NOTA: costos calculados aproximadamente, ida y vuelta.

¿Qué hacer? -Kayak -Travesías en Mountain Bike - Trekking - Cabalgatas - Travesías en fourtrax, escalada o tirolesa. - Paseos lacustres en veleros o catamarán que permiten disfrutar de los inigualables paisajes que depara el Bosque de Arrayanes y las cristalinas aguas del Nahuel Huapi.

Secretos del bosque Sobre un recodo del lago Nahuel Huapi, mientras navegamos hacia el Bosque de Arrayanes -parte del Parque Nacional Los Arrayanes, creado en 1971-, la guía señala las riberas vírgenes de la península Quetrihué. La vegetación verde y tupida se multiplica en las orillas transparentes del lago. La fotógrafa del barco y un marinero discrepan sobre la mejor manera de enfocar a una gaviota. Es una discusión apasionada, divertida, distendida. Inevitable pensar que hace apenas unos meses las preocupaciones en este rincón del mundo esquivaban estas sutilezas. Cuesta imaginar la furia de las montañas sobre un paisaje tan dócil. El 4 de junio de 2011, cerca de las 16, el día se hizo noche y una tormenta con rayos de colores cubrió el cielo de Villa La Angostura. El paisaje rugía, y una lluvia de piedras calientes se precipitó sobre los techos. El volcán Puyehue escupía arena,

piedras y cenizas a sólo 37 kilómetros del pueblo, desde el otro lado de la frontera con Chile. La escena apocalíptica continuó toda la noche, aunque todos los habitantes coinciden en que lo más desolador fue amanecer con todo el paisaje cubierto de gris. Un manto monocromático tapó las calles, las casas, la ruta, los bosques y los lagos, que apenas nueve meses después lucen casi enteramente recuperados. Difícil pensar en mantos monocromáticos cuando uno entra en el Bosque de Arrayanes, donde reina el canela moteado de los troncos, el blanco de las flores, el verde de las hojas y el morado de los frutos. "Los extranjeros que llegan sin saber lo que pasó, no nos creen cuando les contamos que vivimos un fenómeno de esa magnitud", dice la guía, mientras caminamos por la pasarela de 800 metros que recorre el bosque, una maravilla única en el mundo que concentra 12 hectáreas de estos pintorescos árboles, que aquí llegan hasta los 300 o 400 años de antigüedad.

La pasarela se construyó para permitir que el bosque se siga renovando. La guía señala, al costado del camino, unos pastitos que a los ojos inexpertos pueden parecer tréboles, pero que, en realidad, son renovales de arrayán. Junto a estos árboles en potencia, se acumulan las copas de los antiguos arrayanes que buscan la luz y que llegan a medir hasta 18 metros. Una mujer abraza la corteza fría de un arrayán frente a la primorosa Casita de Té, a pocos metros del muelle. Más allá de la verosimilitud de la historia que cuenta que aquí se inspiró Walt Disney para crear su personaje de Bambi, vale la pena entrar en la cabaña. La calidez del ambiente de paredes y pisos de tronco combina bien con un buen chocolate caliente.

Un paseo por la Villa En el centro de la Villa, los canteros están cubiertos de flores, y los negocios abren sus (Continúa en pág. 3) Península Quetrihué.


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TURISMO (Viene de pág. 2) puertas con sus vidrieras cargadas de adornos, chocolates y ropa de invierno. El césped de los jardines de la exclusiva Bahía Manzano reverdece bajo la humedad de los regadores. Son pocas las casas que aún no han sido limpiadas, y es allí donde uno toma conciencia de la dimensión del trabajo de recuperación que se ha hecho. En los techos y terrenos que todavía quedan cubiertos de una capa blanquecina de ceniza, se nota el contraste con el resto de la Villa. El otro indicio del fenómeno son los montículos de ceniza que se levantan a los costados de algunas calles. Los vecinos los llaman centros intermedios de acopio. Cada uno se ocupa de limpiar su terreno, un camión retira las cenizas y las lleva a estos centros intermedios, desde donde serán trasladadas a su destino definitivo. Más allá del trabajo de los vecinos, la naturaleza fue haciendo su parte. El viento y la lluvia limpiaron los bosques, los lagos fueron decantando la ceniza, y las plantas se renovaron con más fuerza. Aseguran los pobladores que la primavera se adelantó, y que la vegetación resurgió con colores más intensos. En el último tiempo, Villa La Angostura ha buscado consolidarse como un destino para familias y visitantes con distintos presupuestos. "Sabemos que existe el prejuicio de que es un destino para unos pocos, pero se trata de un lugar para todo el mundo, y hay opciones de todos los precios", afirma Pablo Bruni, coordinador técnico de Turismo y Promoción de la Secretaría de Turismo de Villa La Angostura. Y agrega: "Lo que distingue a nuestra aldea de montaña es la belleza del paisaje y la calidad de los servicios. Los lugares son pequeños refugios con servicios personalizados, donde atienden los dueños o concesionarios directos, que mantienen el trato personal y el cuidado por los detalles". Además, para promover la llegada de turistas a la villa, las tarifas en gastronomía y hotelería ofrecen importantes descuentos y promociones. A esto se suma que la Municipalidad provee un servicio de transfer gratuito desde y hacia el aeropuerto de Bariloche para algunos vuelos.

Lagos y ríos Las obras avanzan por el Camino de los Siete Lagos, aunque todavía quedan algunos kilómetros sin asfaltar en este bellísimo corredor que une San Martín de los Andes con Villa La Angostura. Nos detenemos frente a una pequeña bahía sobre el lago Espejo, que guarda como un tesoro las huellas de la reciente erupción. Desde lo alto, vemos un mapa blanco e irregular dibujado sobre la superficie del agua; una capa esponjosa y movediza que va cambiando de forma. Un breve desvío nos conduce hacia la playa. Las piedritas volcánicas son blancas, y tan livianas que flotan sobre el lago. Si uno introduce la mano, las piedras dan paso al agua transparente que desnuda el fondo arenoso de la orilla. Recuerdo entonces la foto que me mostró hace apenas unas horas el secretario de Turismo, Marcelo García Leyenda, donde varios chicos ríen, sumergidos en un lago de piedras flotantes. "Cuando saqué esa foto –relataba–, algo cambió para mí, me di cuenta del aspecto positivo de lo que habíamos vivido. El volcán forma parte de la belleza de este lugar, el paisaje se originó en los volcanes. El equilibrio de la naturaleza es impresionante". Otro desvío de la ruta de los Siete Lagos nos lleva a otra playa. El Correntoso está planchado. Lejos de hacer honor a su nombre, parece un espejo verde, plácido y quieto. El silencio permite apreciar el salto de una trucha, el zumbido de un insecto, el roce de las hojas de los coihues sobre los troncos finitos e interminables. Una familia pastorea sus animales y un pescador solitario sumerge los pies en el lago. De regreso, nos detenemos en el río Correntoso. Lo llaman el río más corto del mundo, y no hay razones para desmentirlo. Se trata de una inquieta corriente de agua de apenas 160 metros, que une los lagos Nahuel Huapi y Correntoso. El salto apurado de una trucha confirma que este sigue siendo el lugar favorito de los pescadores. Atravesamos el río por un puente de madera, y nos encontramos con el verde de las retamas y los frutos colorados de un árbol de rosa mosqueta. Una familia toma mate junto al lago, sobre una playa de arena clara. El atardecer es de una intensi-

El Bosque de Arrayanes.

dad blanca, neblinosa, refulgente.

Aventura en kayak "Andar en kayak es como bucear sin necesidad de meterse en el agua", asegura Pablo Beheran, mientras rema con entusiasmo por la orilla cristalina del Nahuel Huapi. Dejo mi remo a un lado, y concentro la vista en la imagen hiperbólica de una rama clavada debajo del agua. El lago actúa como una lupa caprichosa y ondulada. El fondo se ve tan cerca y con tanta nitidez, que sumerjo la mano con la ilusión de tocarlo. Pero basta con introducir un dedo, para percatarse de que todo está más lejos de lo que parece. Avanzamos al ras del agua, por el Brazo Última Esperanza del lago Nahuel Huapi, mientras una ordenada fila de macás –aves acuáticas– avanza con aire despreocupado a pocos metros del kayak. Más adelante, cerca del río Correntoso, un pescador estático espera el pique a flote sobre una especie de salvavidas. No muy lejos de allí, Pablo señala el lomo de una trucha arco iris que se menea bajo el agua. Sobre la orilla distinguimos la figura imponente del Hotel Cerro Bayo.

Correntoso, el más antiguo y tradicional de la Villa. Se suceden casas, complejos de cabañas, y una vieja usina eléctrica incrustada en el lago, que hoy está pintada de lila, y fue convertida en vivienda. Nos detenemos en una playita junto a una cabaña abandonada. Detrás de la cabaña, hay una casona de madera que, según algunas teorías, refugió nada menos que a Adolf Hitler después de la Segunda Guerra Mundial. El mate modera historias de hidroaviones, espías y

reuniones secretas. Los perros ladran a lo lejos y terminan de aportar el toque siniestro en este rincón del paraíso. Conviene mirar al otro lado del lago, donde flotan los islotes cubiertos de árboles, y las montañas despliegan sus laderas vírgenes. De regreso a la calidez de la hostería, quedará tiempo para descubrir en los jardines un arrayán de 600 años cubierto de flores blancas, y para ver el último atardecer detrás de las ventanas, con sus tonos cambiantes encendidos sobre el lago.


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Panamá le pertenece al mar Su privilegiada posición geográfica determinó la construcción del Canal de Panamá, una obra monumental que ha funcionado de manera ininterrumpida desde 1914, abriendo un camino de agua entre el Mar Caribe y el Océano Pacífico. Además, toda la región alrededor del Canal es un multi destino turístico que ofrece una diversidad de actividades y sitios para disfrutar, incluyendo parques naturales y comunidades indígenas. Surgida del océano hace tres millones de años, esta tierra ha sido consagrada por el abrazo pródigo de los mares, que la hizo luminosa, cálida y vibrante. Sus costas, son bañadas por el Mar Caribe en el norte y por el Océano Pacífico en el sur. Rebosante de islas y playas, Panamá es tierra de vientos salobres, de olas y arena, de peces, gaviotas, corales y espuma marina. Cientos de playas de arenas blancas y aguas turquesas -algunas de ellas aún vírgenes- y más de mil islas exóticas ofrecen al visitante sus parajes tropicales de impresionante belleza, para el disfrute de sol y playa, pesca, buceo, snorkeling y surfing. La principal puerta de entrada a Panamá es su capital, una ciudad con todas las características de una gran metrópoli. Con sólo observar su perfil de grandes edificaciones y modernas estructuras, el viajero sabe que ha llegado a una ciudad vibrante y dinámica, que históricamente ha sido importante punto de encuentros y eventos internacionales. En el ambiente citadino de gran vitalidad, se encuentran servicios de nivel internacional, hospedaje de clase mundial y tecnología de punta en todas las áreas de actividad profesional. Alegre y bulliciosa, la ciudad de Panamá se agita en el día con su intensa vida comercial y de noche palpita al ritmo de la diversión y el esparcimiento.

Casinos Hay numerosos casinos y lugares de juegos de azar en todo Panamá. Algunos ofrecen juegos básicos, mientras que otros ofrecen una experiencia totalmente completa de juego.

De noche En Panamá la noche respira acción y entusiasmo. Con la Panamá cuenta con playas de arenas blancas y aguas turquesas.

Panamá, la unión de las Américas.

llegada del crepúsculo, la natural alegría de los panameños se desborda dando paso a una intensa vida nocturna. Restaurantes, salas de espectáculos, clubes, casinos, discotecas y bares animan las noches de la ciudad, ofreciendo al visitante oportunidades para el relajamiento con buena comida, diversión, música de todos los géneros, espectáculos artísticos y juegos de azar. Ambientes diversos satisfacen los distintos gustos y estados de ánimo, con distintos niveles de

intensidad y vivencias.

La meca de las compras Es la nueva Miami para los latinoamericanos. Grandes y modernos centros de comercio -malls- ofrecen a los amantes de las compras cientos de lujosas tiendas en las que encuentran mercancía de todo tipo, y de todas las marcas, entre ellas las más reconocidas a nivel mundial. La posición geográfica y su condición circunstancial como lugar de paso, han

convertido a este país en un centro para el intercambio comercial intenso. Panamá posee una zona libre que ocupa el segundo lugar en el hemisferio occidental, en la que se puede adquirir mercancía libre de impuestos.

Un tren entre dos mares En 1850, en plena Fiebre del Oro, se construyó en Panamá una línea ferroviaria que recorría el trayecto entre el Océano Pacífico y el Mar Caribe. En el año 2000, el tren fue reconstruido y reinició el servicio de carga y pasajeros entre las dos ciudades, en un tránsito paralelo a las riberas del Canal de Panamá. Los cómodos vagones de pasajeros son atendidos por guías que hacen el viaje más ameno, con explicaciones sobre sitios, historias y leyendas relacionadas con la construcción del Canal y el ferrocarril, resultando una experiencia maravillosa.

El festejo gastrónomico Una de las recompensas de ser un lugar de paso es el buen comer. Los que llegaron para quedarse han aportado a Panamá los secretos de la cocina internacional, desde los exóticos manjares chinos hasta los exquisitos platillos de la cocina francesa. Cientos de restau-

rantes de cocina internacional se disputan el honor de satisfacer las exigencias de los comensales -locales y extranjeros- que cada día salen en busca de nuevas sensaciones para sus paladares. La variedad es amplia y se puede optar por comidas emblemáticas, cocina internacional y de diseño, especialidades regionales o comida criolla.

Una ciudad que limita con la jungla Para quienes buscan experiencias relacionadas con el intercambio cultural o el contacto con la naturaleza, la ciudad de Panamá también se muestra generosa. En su periferia, a pocos minutos del centro, hay parques naturales con grandes extensiones de selva virgen, que ofrecen al aventurero una caminata a través de la espesa jungla tropical, con opciones de visita a algunas comunidades indígenas que aún ocupan parte de sus territorios originarios. Allí se puede contemplar sus modos de vida autóctonos y sus expresiones folklóricas.

La octava maravilla del mundo El Canal de Panamá es el (Continúa en pág. 5)


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TURISMO

Lugares para visitar El Majestuoso Volcán Barú

En Las Entrañas Del Canal

Uno de los dos volcanes del país, el Barú ofrece al visitante la oportunidad de subir hasta su cima y pernoctar en el amplio valle formado por su cráter. El volcán no está extinto, pero se encuentra inactivo desde hace siglos. Las laderas del empinado monte son ideales para caminatas y senderismo, pues están cubiertas de exuberante bosque húmedo de árboles gigantescos cubiertos de musgos y líquenes. Durante la caminata de ascenso, de un poco más de cuatro horas, se tiene la oportunidad de observar especies de aves únicas, como el hermoso quetzal.

El Espléndido Río Chagres Se podría decir que el Río Chagres originó la idea del Canal, pues en el tiempo de la conquista hispana sus aguas navegables hacían parte del Camino de Cruces, que atravesaba el istmo enlazando el Caribe con el Pacífico. Este poderoso río descubierto por Cristóbal Colón corre a lo largo de espesos bosques tropicales y en sus aguas abundan los peces, nutrias y lagartos. En el curso medio del río, en los alrededores del Lago Alajuela, existen comunidades indígenas Emberá que ofrecen al visitante la oportunidad de tomar contacto con la

vida de los nativos, mientras se disfruta el asombroso paisaje selvático que cubre la ribera del río. En estos parajes

El Canal de Panamá es el sitio más visitado del país. El turista dispone de diversas formas para acercarse a este prodigio de la ingeniería, pero probablemente el Centro de Visitantes de las esclusas de Miraflores es la más utilizada. En el sitio hay una cómoda gradería desde la cual se observa muy de cerca toda la operación del Canal, desde que el buque se acerca desde el océano y entra a las esclusas para iniciar la travesía. El lugar cuenta también con un museo que muestra la historia del Canal y su funcionamiento, una sala de video, una maqueta del Canal, piezas históricas de maquinaria utilizada en la construcción de la vía acuática, además de un restaurante en la terraza del edificio. En mini cruceros. El viajero puede optar por un recorrido a través de uno o dos juegos de esclusas, o hacer el trayecto completo de uno a otro mar, con posibilidad de pernoctar en aguas del Ca-

nal, cerca del Río Chagres. Durante esta jornada reveladora, el pasajero transita muy cerca de los gigantescos y centenarios muros de concreto y de las monumentales compuertas de acero que abren y cierran las esclusas, mientras vive la experiencia en su real dimensión. La naturaleza y el Canal. La vía acuática está situada dentro de una zona selvática protegida de 16 kilómetros de ancho, que corre a lo largo de los 80 kilómetros de extensión de la franja canalera. Hay varios sitios en dicha zona en los que se puede observar la abundante biodiversidad del bosque tropical lluvioso, entre ellos el Parque Nacional Soberanía, el Sendero del Oleoducto, el Jardín Botánico Summit, la isla de Barro Colorado, el Sendero El Charco, el Sendero Camino de Cruces, el Sendero de la Laguna y el Parque Nacional Chagres.

abunda la fauna característica de la jungla, principalmente aves, monos, jaguares tapires y serpientes.

Riqueza étnica originaria

Datos útiles

Panamá es la tierra de siete valerosos grupos indígenas originarios que sobrevivieron a la conquista. Ellos son los pueblos Bri-Bri, Naso o Teribe, Ngäbe, Buglé, Kuna, Emberá y Wounaan. Estos descendientes directos de los habitantes pre-colombinos viven en distintas regiones boscosas de todo el país, desde el Río Sixaola en la frontera con Costa Rica, hasta Darién en la selvática frontera oriental. Cada grupo conserva su cultura, su idioma y sus tradiciones, y cada uno posee el encanto y el misterio de lo ancestral. Sus entornos naturales son variados y muy atractivos,

como las altas montañas de la Cordillera Central, las paradisíacas costas e islas del

Mar Caribe o la espesa e indómita jungla tropical del Darién.

(Viene de pág. 4) sitio más visitado por los turistas de todas partes del mundo. Esta gran obra de ingeniería de todos los tiempos que ha llevado el nombre de Panamá a todos los confines del mundo, está localizado a unos veinte

minutos del centro de la ciudad. Una visita a las esclusas de Miraflores le permitirá contemplar el paso de los barcos por la famosa vía acuática, visitar el Museo del Canal, mirar un documental infor-

mativo, y si lo desea, comer mirando esta maravilla en funcionamiento. Para quienes tienen más tiempo, la travesía por el Canal a bordo de naves dedicadas a esta actividad se convierte en una experiencia inolvidable.

Los Kunas en el archipiélago de las mulatas en el Caribe, una de las 5 etnias indígenas del país.

Clima. Panamá tiene un clima trópical. Las temperaturas son relativamente altas y varían poco durante el año. En el día, en la Ciudad de Panamá las temperaturas oscilan entre los 24 °C (75.2 °F) y los 29 °C (84.2 °F). En el Pacífico, las temperaturas son usualmente menores que en el Caribe. Cultura. El país posee una multiplicidad cultural que lo hace único en la región, a lo que contribuye además la constante presencia de visitantes de todas partes del mundo. El origen de esta singular mezcla cultural es sin duda la característica de encrucijada que siempre ha tenido el país, pero también lo es la conexión intensa de Panamá con el mar, que la hace muy parecida a una isla del Caribe. Moneda. Balboa, es una de las monedas de curso legal de Panamá junto con el Dólar. Nombrada en honor del explorador español Vasco Núñez de Balboa cuando fue creada mediante Ley de la Convención Nacional de 1904 Horarios. La Ciudad de Panamá ha sido siempre un paraíso de compras al cual se puede acceder y escoger el precio del producto que se desee, además, imagine el más sofisticado y exclusivo artículo del más lejano país y aquí lo encontrará. El horario de compras varía, pero la mayoría de las tiendas, almacenes y centros comerciales abren de 9:00am a 6:00pm y algunas incluso hasta las 10:00pm de lunes a domingo. Propinas. Los camareros en los mejores restaurantes de Ciudad de Panamá y las ciudades resort esperan recibir un 10% de propina. En pequeños cafés y lugares más informales no es necesario dar propina pero siempre es apreciada. A los mozos se les da desde 50 centavos por maletas.


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ESTEROS DEL IBERÁ

Aguas resplandecientes Es el humedal más grande de agua dulce que tiene la Argentina. Un universo mágico, donde la vida rebosa. La reserva natural que incluye a los Esteros del Iberá es una amplia red de arroyos, lagunas, pantanos y bañados que abarcan 1.300.000 hectáreas en la provincia de Corrientes. Además de ofrecer imágenes y paisajes inigualables, este destino sobresale porque en su particular geografía se conserva una rica y variada vida silvestre. La fauna autóctona incluye numerosas especies amenazadas, entre las que se cuentan el ciervo de los pantanos, el venado de las Pampas, el carpincho, el yacaré overo y el negro, la boa curiyú y el lobito de río, además de una enorme variedad de aves y una exuberante vegetación. Las visitas a esta zona se centralizan en el Centro de Interpretación Iberá, que se encuentra a orillas de la laguna Luna, junto a Colonia Carlos Pellegrini. Al llegar hasta allí, lo usual es contratar un paseo acuático, que no falta como servicio en los principales alojamientos de la región. La lancha recorrerá las aguas de los esteros, pasará cerca de numerosos carpinchos y yacarés, y permitirá observar una variedad de aves.

Excursiones alternativas Aunque lo usual es recorrer los esteros en lancha, para conocer a fondo esta región también hay que considerar cabalgatas, trekking y recorridos en 4x4, e incluso, inquietantes salidas nocturnas. Entre las variadas excursiones guiadas que permiten internarse en la cambiante naturaleza del Iberá, se encuentra el trekking por Cambá Trapo, una de las excursiones más interesantes que parten de Colonia Carlos Pellegrini. Se lleva a cabo en los Esteros de Cambá Trapo, situados a 15 kilómetros de la laguna Iberá. Todo comienza con un trekking guiado internándose en un verdadero bosque encantado,

donde se combinan tres ambientes naturales: el monte chaqueño y sus hermosos palmares inundados, la selva misionera y el espinal entrerriano. La mezcla de estos tres ecosistemas da origen a un lugar exótico y de belleza incomparable, donde la flora se expresa a través de caprichosas formas y colores, y la fauna (zorros, carpinchos, aguará popes, zorrinos, corzuelas) deja su huella a cada paso. Además, esta caminata, que totaliza alrededor de tres horas, lleva a tomar contacto con el legado cultural del gaucho correntino, compartiendo su forma de vida, sus costumbres y tradiciones. Hay salidas nocturnas. Otra opción son los safaris fotográficos. Esta región es un paraíso para quienes combinan el avistaje de aves con la pasión por la fotografía. Los guías permiten encontrar los ejemplares más representativos de las distintas zonas que configuran esta región. Entre selvas, montes, palmares y lagunas, son numerosas las especies que dan color y variedad a las imágenes capturadas. Los recorridos más clásicos son Esteros de Cambá Trapo, Esteros del Yuqui y del Aguará, Esteros de Ovechá Ratí y alrededores de Colonia Carlos Pellegrini. También se ofrecen cabalgatas por esteros y palmares. El Iberá se caracteriza por la inmensidad de sus esteros, sabanas, bosques y palmares agrestes, lugares que sólo pueden ser recorridos y admirados a caballo. Nada mejor que internarse entre estos paisajes correntinos para dejarse sorprender por el atardecer junto al sonido de las aves regresando a sus nidos. La cabalgata guía, además, por rincones escondidos que reflejan la histo-

Los Esteros del Iberá sobresale porque en su particular geografía se conserva una rica y variada vida silvestre.

ria aborigen y las tradiciones gauchescas de la zona. Los safaris nocturnos en 4X4 permiten apreciar otros sonidos del estero y -con fuertes reflectores- hacer avistaje de los animales que entran en actividad al caer la noche, como zorros, vizcachas, tatú negro, gato montés, carpinchos, yacarés, ciervos de los pantanos, corzuelas, aguará popés, zorrinos y aves nocturnas.

Iberá, miles de animales en libertad Cuando llegué a los Esteros del Iberá, la primera impresión fue de cierto desencanto. Me paré al borde de la inmensa laguna de Iberá y me dije: “¿Tanto viaje para ver una linda laguna? Pero claro, lo grandioso vendría después, al internarme por los canales de los Esteros donde vi animales por millares casi al alcance de la mano y en plena libertad, como sólo los había visto en esa cantidad en un safari por Sudáfrica. Tomando como base uno de los cinco encantadores lodges de campo que rodean la laguna en Colonia Pellegrini, nos dedicamos tres días a navegar por ese

gran humedal pantanoso de apenas dos metros de profundidad que es 65 veces más grande que la Ciudad de Buenos Aires (1,3 millones de hectáreas anegadas). Zarpamos temprano en la mañana -antes del calor- desde un embarcadero a metros de la habitación, para ingresar en un espejo de agua que a simple vista parecía el mar abierto. Pero en apenas 15 minutos de veloz navegación llegamos a la zona de estrechos canales donde habita la fauna.

Fauna Al aminorar la marcha, el encuentro con los animales es inmediato. Junto a la costa se asoleaba un aletargado yacaré o caimán americano, con sus fauces abiertas. El guía apagó los motores y se puso de pie para impulsar la embarcación con una pértiga hasta costa, casi rozándole la cabeza con la proa al reptil, que parecía petrificado como a la espera de que algún ingenuo le acariciara la cola. Al seguir viaje aparecieron los primeros carpinchos de la jornada, que son los roedores más grandes del mundo y pesan hasta 80 kilos, ya que se pasan el día abocados a roer y roer los pastos con sus dos incisivos. La presencia de 350 especies de aves es la más ruidosa y visible. Los enormes chajaes se posan en actitud vigilante sobre la punta de un arbolito seco. Pero una de las aves más vistosas es el pequeño pato cutirí, de alas negras con una franja verde fosforescente que se ve cuando las

extiende. Mientras conversábamos a la deriva pasamos sin darnos cuenta muy cerca del perfil rojizo de una cierva “de los pantanos”, que pastaba distraída junto a la costa. Cuando la descubrimos levantó la mirada y las orejas con preocupación, y permaneció largo rato observándonos hasta que de repente se escabulló.

Islas flotantes El fenómeno más extraño que vimos en Iberá fue el de los embalsados, unos fragmentos de tierra con vegetación que flotan en los esteros. Los embalsados son un entretejido vegetal originado de una acumulación de camalotes sobre los cuales el viento deposita grandes cantidades de polvo. Suelen formarse pegados a la costa y sobre su superficie crecen toda clase de pastizales e incluso árboles pequeños como el laurel. Las tormentas suelen desprender fragmentos enormes de embalsados, conformando verdaderas islas flotantes que navegan a merced del viento y la corriente hasta encallar. Encima de ellos viven a veces los ciervos, que aquí encuentran seguridad y se sienten cómodos para partir cuando lo deseen, ya que son excelentes nadadores. Al desembarcar para una caminata sobre un embalsado sentimos, en un principio, cierta desconfianza. Pero al poner los pies sobre la tierra quedó claro que nadie se iba a hundir en arenas movedizas. En verdad, es tierra que flota.

De interés • En el poblado de Colonia Pellegrini y en el interior de los Esteros hay seis posadas de 3 y 4 estrellas que ofrecen comidas y alojamiento. • Los Esteros del Iberá están a 562 kilómetros de Paraná. Los últimos 118 kilómetros, de Mercedes a Carlos Pellegrini, son de ripio. Como no hay nafta súper en Colonia Carlos Pellegrini, conviene llenar el tanque en Mercedes. • Dos días completos es el mínimo para hacer las excursiones. • En invierno, llevar zapatos impermeables, buzos polard y mucho abrigo. El resto del año, pantalón liviano, repelente para mosquitos, protector solar, sombrero, traje de baño y camperas rompe-viento y de abrigo.


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TURISMO

Los verdes matices de El Palmar Refugio de los bosques de palmeras Yatay, el Parque Nacional es ideal para el avistaje de aves. Sus senderos pueden recorrerse a pie, en auto o a caballo.

El Parque Nacional El Palmar, un viaje a la naturaleza.

Hasta el nombre suena lindo, El Palmar , tan bello y musical como este Parque Nacional de Entre Ríos , es una fiesta para los amantes de la naturaleza. Creado para proteger infinidad de ejemplares de palmera yatay, con sus flores amarillas y sus dulces frutos, aquí conviven más de 250 especies de aves y una enorme variedad de animales. Cada camino del parque es un descubrimiento: el paso fugaz de un carpincho o la corrida de un grupo de ñandúes, unos pájaros carpinteros sobre las palmeras o los enormes nidos que construyen las cotorras. Al atardecer aparecen zorros de monte y vizcachas. Los lagartos overos suelen salir de sus cuevas los días de calor y tirarse a descansar cerca del camping. Creadas en 1966, las 8.500 hectáreas del Parque Nacional El Palmar, recostadas sobre la costa del río Uruguay, constituyen un paraíso natural para recorrer caminando, en auto, a caballo, en bicicleta o canoa, hacer avistajes de aves y safaris fotográficos. La ficha técnica habla de un paisaje predominante de sabana (una pradera herbácea salpicada de árboles, en este caso palmeras), más otros ambientes, como bosque y selva en galería, monte xerófilo y bajos inundables. Traducido, hablamos de densos grupos de palmeras, además de una infinidad de otras especies, como quebracho, algarrobo, espinillo, ñandubay, laurel, lianas y enredaderas. Verde y más verde, hasta

donde alcanza la vista. El Palmar es un lugar ideal para el avistaje de aves, muy visitado por principiantes y expertos que se sorprenden por la cantidad de urracas, calandrias, lechuzas, loros y cardenales que pululan por ahí. En cualquier caminata se pueden ver garzas blancas, cacholotes castaños, picaflores, pájaros carpinteros y, poniendo más atención, cigüeñas y ñandúes. Además de las variedades de especies, aquí hay abundancia de caminos y muchos de ellos son vehiculares. Eso significa que se puede llegar casi hasta lo más profundo de los palmares, a marcha muy lenta en un auto, condiciones óptimas para acercarse a las aves sin perturbarlas. En algunos sectores del Parque –y sobre todo en la zona del camping– habitualmente se pueden ver y fotografiar con toda comodidad confiadas vizcachas, carpinchos, lagartos overos y, con un poco más de suerte, zorros de monte, nutrias y jabalíes. Pero nada es tan impactante en El Palmar como esos increíbles bosques de palmeras yatay, casi puros. Dice la leyenda que cuando todo esto era campo raso, vivía aquí un leñador con su hermosa hija, a la que ocultaba de la vista de todos los hombres, para casarla con su adinerado vecino. Pero la joven se enamoró de un forastero y éste la liberó con su caballo blanco, llevando una bolsa de cocos y flores para las trenzas de su amada. El furioso padre corrió entonces a los amantes, que huyeron dejando caer los cocos en su carre-

ra. Según esta leyenda, de cada coco nació una palmera y cada una de ellas se fue multiplicando hasta llegar a crear este bosque maravilloso. Desde el acceso son 12 kilómetros de un camino de ripio hasta llegar al Centro de Visitantes, junto al río Uruguay, donde se proyecta un video documental sobre el Parque y también hay paneles con fotografías y esquemas para interpretar el funcionamiento del ecosistema del Palmar. Se puede contratar un guía o consultar con el guardaparque sobre las distintas opciones para la visita: de hecho, hay senderos sencillos para recorrer caminando, algunos especiales para hacer en bicicleta o a caballo y otros para transitar con auto. Hay que tener muy en cuenta que la velocidad máxima en todo el Parque es de 40 kilómetros por hora. Para las caminatas, en el Centro de Visitantes se inicia el Sendero El Mollar, con un recorrido circular de 1 km por un bosque inundado de especies exóticas, donde se cruza un bosque de arrayanes y no es difícil cruzarse con algún carpincho o zorro de campo. Otro sendero, de poco más de 1 km, conduce a la playa (no está habilitada como balneario) y a las Ruinas de la Calera, uno de los más antiguos asentamientos jesuíticos de la región. También se puede llegar en auto por un desvío desde el camino principal. Desde aquí, por un camino de no más de 300 metros, se arriba a la bajada al arroyo Los Loros. A pie también es posible alcanzar un mirador sobre la

barranca del río Uruguay, junto al Centro de Visitantes, y la Intendencia del Parque, un antiguo casco de estancia rodeado de floridos jardines. Los recorridos en auto tienen como destino los miradores del arroyo Los Loros –con una vista de palmares y bosque en galería, ideal para recorrer también en bicicleta–, de La Glorieta –más elevado y con una vista impactante de una especie de "mar del palmeras", desde donde parte un sendero interpretativo peatonal de 800 m que bordea el arroyo El Palmar, en el que las rocas y los árboles forman una glorieta natural– y del arroyo El Palmar, con un recorrido de 3 km atravesando cascadas, pastizales y palmares. Desde este mirador se puede transitar otro sendero de 400 metros y pasar por un observatorio de aves, para llegar finalmente hasta el arroyo. En el camino hacia el mirador de La Glorieta, es posible también doblar a la izquierda por el sendero peatonal Yatay, entre palmares y pastizales. Además de las cabalgatas y los paseos en bicicleta, con dis-

tintos recorridos y tarifas, se pueden hacer también travesías en canoa, con diferentes circuitos por el río Uruguay y dos de sus arroyos tributarios, y navegar en barco, pasando por las Ruinas de la Calera, Prefectura, los arroyos Capilla, Los Loros y Palmar, la isla San José y algunos sectores de la reserva inaccesibles por tierra. El Parque tiene también un restaurante con capacidad para 150 personas y un camping frente al río Uruguay, al lado del Centro de Visitantes, con espacio para 200 carpas, sanitarios con agua caliente, refugio, quincho y proveeduría. Pasar allí la noche y tener una visión del Parque Nacional El Palmar a la luz de las estrellas es una experiencia incomparable. Para el epílogo, resta desandar la ruta hasta Colón, con su larga extensión de playas, buenos hoteles y una romántica costanera, con explanadas orientadas hacia las playas de arena que bordean el río. Allí llega el momento de gozar del silencio, el suave movimiento del agua y el relax.

Acerca del parque Ubicación: Ruta Nacional Nº 14, Km 198. Ubajay, Provincia de Entre Ríos. Distancia desde ciudades cercanas: San José: 35 km; Colón: 46 km; Concordia: 54 km; Villa Elisa: 50 km. Paseos. Se alquilan caballos, bicicletas y canoas en el parque. Hay restaurante y camping. Contacto: Teléfonos (03447) 493053 / 493053/ 03447-493049. Correo electrónico: elpalmar@apn.gov.ar. Web: www.elpalmarapn.com.ar.


Sábado 19 de mayo de 2012

8 TURISMO ITALIA - UN MUSEO DIFERENTE

El pasillo de los grandes En Florencia, el Corridoio Vasariano es una misteriosa galería elevada que une dos palacios y alberga la mayor colección de autorretratos de artistas desde el Renacimiento hasta hoy. Cerca trova (quien busca encuentra) se lee, enigmáticamente, en el fresco del multifacético arquitecto, historiador y pintor Giorgio Vasari, La Battaglia di Scannagallo, hoy en medio de toda una trama novelesca. Semanas atrás, en el Salón del Cinquecento de Palazzo Vecchio de Florencia, debajo de este fresco, se confirmó la existencia de otro muy famoso de Leonardo Da Vinci, La Battaglia di Anghiari que Vasari mismo ponderó en su obra literaria Le vite, y que fue buscado e investigado durante siglos. ¿Por qué Vasari habría pintado un fresco sobre otro de su estimado Leonardo? Según el historiador de arte renacentista Marco Carniani, "la cuestión es fundamentalmente política. En 1537, al subir al poder, Cosimo I de Medici encargó a Vasari la restauración y decoración del Salón del Cinquecento de Palazzo Vecchio, en esa época su residencia. La Battaglia di Cascina, de Michelangelo, y La Battaglia di Anghiari celebraban la República, mientras que Cosimo quería rescatar batallas que homenajearan su poder y la monarquía, como La Battaglia di Scannagallo", cuenta el historiador. Sin embargo, "Vasari era un conservador, respetuosísimo del arte y de los artistas; si La Battaglia de Anghiari hubiese estado íntegra, seguramente no la hubiese tocado", opina Carniani. Actualmente, la National Geographic Society lleva adelante estudios de la o las obras en cuestión, con apoyo de distintas entidades florentinas.

De palazzo a palazzo En 1565, Cosimo también le encargó a Vasari otra obra importante: construir un pasillo elevado que uniera Palazzo Por dentro, una colección invaluable.

Por fuera, parte de la incomparable postal florentina.

Vecchio, su residencia, con Palazzo Pitti, sede del gobierno de la ciudad. Simbólicamente serviría para demostrar la unión del poder de los Medici con el gobierno. En lo práctico, frente a la envidia por su creciente poder, el pasillo representaba una útil vía de escape en caso de conjuras contra su persona. El destino de este enigmático pasillo, llamado Corridoio Vasariano en honor a su ejecutor, fue otro: hoy aloja la colección más grande del mundo de autorretratos de ilustres pintores desde el Renacimiento hasta la actualidad. La construcción, elevada a 1,5 kilómetro, pasando por el

palacio de Gli Uffizi y por arriba del Ponte Vecchio, hasta llegar a los jardines de Boboli, normalmente está cerrada al público. "Su extensión implica una cantidad de personal fuera del alcance del presupuesto del Museo de Gli Uffizi, pero en algunas épocas del año es posible asistir a visitas especiales para grupos reducidos", explica Fabio Sostegno, encargado del museo, mientras abre camino durante el recorrido personalizado para este artículo, organizado por el Polo Museale Fiorentino. Al Corridoio se accede desde las galerías de Gli Uffizi a través de una puerta normalmen-

te cerrada con llave. "El Corridoio era un pasillo privado de los duques florentinos y estuvo bloqueado durante tres siglos, hasta 1866, cuando Florencia fue capital de Italia y finalmente Vittorio Emanuele II decidió destinarlo a la exposición de obras de arte", dice Carniani mientras baja las escaleras que llevan al Corridoio.

Detrás de la puerta Al quedar atrás la puerta de Gli Uffizi, quizá por el silencio que corre a lo largo de sus espesas paredes, por su historia hermética o simplemente por estar siempre cerrado, el Corridoio es un rincón secreto, aristocrático, misterioso. "Milagrosamente ha sobrevivido a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y al aluvión en 1966", explica el historiador mientras avanza por el tramo del pasillo que pasa por arriba de Lungarno Archibusieri, con una vista incomparable de Florencia, además de una serie de retratos de los Medici. Se destaca el del cardenal Leopoldo de Medici, último hijo de Cosimo II, justamente el iniciador de la colección de autorretratos. En la mitad del siglo XVII, Leopoldo, apasionado del arte, inauguró la co-

lección encargando autorretratos a artistas por toda Europa. Su sobrino Cosimo III y los grandes duques de Lorena, después, perpetuaron la serie que fue constantemente incrementada durante el reino de Italia hasta hoy. Así es que gracias a la intuición cardenal hoy se nos revelan los rostros de grandes artistas del pasado, desde las paredes del Corridoio. La colección empieza con un autorretrato de Giorgio Vasari, en homenaje a su ejecutor, y exhibe rostros de artistas desde el siglo XVI hasta el XX, con obras de Carracci, Reni, Domenichino, Guercino, Rubens, Rembrandt, Van Dyck, Sustermans, Velázquez, Kaufmann, Canova, Fattori, Boldini, Pelizza da Volpedo, Mengs, David, Ingres, Corot, Delacroix y también de los futuristas Balla, Severini, Guttuso y Morandi. El recorrido termina con el autorretrato de Chagall, donado por el artista en 1976. Las paredes del Corridoio, sin embargo, no alcanzan para exhibir la colección completa, que pertenece al Museo de Gli Uffizi: el 80 por ciento de los autorretratos está guardado en depósitos. Allí se almacenan, por ejemplo, aportes de los argentinos Raúl Soldi, Antonio Berni y Juan Carlos Liberti.

Datos útiles Visitas: Las visitas guiadas al Corridoio Vasariano se deben solicitar especialmente al Polo Museale Fiorentino. Teléfono, 39 0552388621. El costo es de 10,50 euros. En internet: www.uffizi.firenze.it.


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