Imaginaria 18

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El hombre imaginario

Sombras imaginarias vienen por el camino imaginario entonando canciones imaginarias a la muerte del sol imaginario Y en las noches de luna imaginaria sue帽a con la mujer imaginaria que le brind贸 su amor imaginario vuelve a sentir ese mismo dolor ese mismo placer imaginario y vuelve a palpitar el coraz贸n del hombre imaginario

De Hojas de parra (fragmento) Nicanor Parra



CONTENIDO PRESENTACIÓN página 5 • Los Premios Pichincha de Poesía y Cuento Gustavo Baroja Narváez LA PROVINCIA TRAS LA CULTURA página 7 • La librería es el alma del barrio Sergio Salvador página 13 • Espacios que dan vida al libro Alex Schlenker página 19 • Cuando nos falte lo esencial

DOSSIER página 24 • Miguel Betancourt: entre ilusionismos y caleidoscopios PREMIO PICHINCHA DE CUENTO Y POESÍA página 44 • Presentación página 46 • Manual de ruido (selección). Ernesto Carriøn página 54 • Fractales (selección). Edgar Allan García página 62 • Pasos de Woj (fragmento). Javier Aguirre Negrete página 70 • Así empieza mi historia. Wladimir Chávez página 76 • El premio. Vinicio León Mancheno PICHINCHA DIALOGA página 82 • Pichincha: por el pleno derecho de los migrantes Giovanna Tipán Barrera

CRÓNICA página 85 • Las fiestas de La Merced (Segunda parte) Jennie Carrasco Molina página 97 • Caminando por las parroquias Omar Ospina



Los Premios Pichincha de Poesía y Cuento

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ue satisfactorio para el Gobierno de Pichincha y su Dirección de Cultura, responsable de la convocatoria y entrega de los Premios Pichincha 2014-2015, ver como el viernes 18 de septiembre jóvenes estudiantes, periodistas, escritores reconocidos, profesores universitarios, integrantes del jurado, escritores en ciernes y en especial los padres de los ganadores estaban orgullosos de acompañar el reconocimiento que, en forma bienal, el Gobierno de Pichincha entrega al talento de escritores y escritoras de la provincia y el país. Un público numeroso y alegre participó en el recién inaugurado Centro Cultural Carlos Fuentes en Quito para dar reconocimiento personal a los ganadores de poesía y cuento de esta bienal. En una mesa redonda, ágil y abierta, los premiados tuvieron la oportunidad de expresar ante los asistentes sus puntos de vista sobre la creación literaria. Ernesto Carriøn, de Guayaquil, con el libro Manual de ruido, obtuvo el primer premio en poesía. Edgar Allan García, de Guayaquil, con Fractales, fue segundo, y Patricio Aguirre, de Quito, con Pasos de Woj, tercero. En cuento, el premio fue para el libro En el corazón del silencio, de Wladimir Chávez, de Quito y, el segundo para Vinicio León Mancheno, de Riobamba, con el libro Francotirador. La participación fue significativa: 165 obras (en poesía 88 y en cuento 77) llegaron de diversas partes del país y del extranjero, como el caso de los ganadores en cuento, el primer premio fue enviado desde Noruega y el segundo desde España. Esto es una muestra de la repercusión e importancia que tiene el concurso en el ámbito cultural del país y el exterior, lo que nos congratula pues comprobamos que el Premio Pichincha se consolida en cada convocatoria. Presentamos una muestra de los libros, publicados en un formato y diseño moderno y cálido, que se distribuyeron en el evento. También reproducimos el editorial que apareció en la revista Rocinante de octubre de 2015, como una voz de estímulo al trabajo cultural que realiza el Gobierno de Pichincha. En este número de Imaginaria nos acompaña el artista Miguel Betancourt, uno de los maestros de la pintura contemporánea en el Ecuador, quien desde los inicios de su carrera representa al país en las principales galerías del mundo. Damos, además, un homenaje a las librerías y al oficio del librero, que debe considerarse como la actividad y el espacio patrimonial más importante de nuestras ciudades, junto a otros temas que le serán de particular interés. Bienvenidos.

GUSTAVO BAROJA NARVÁEZ

Prefecto Gobierno Autónomo de Pichincha



LA LIBRERÍA ES EL ALMA DEL BARRIO Sergio Salvador Fotografías de Juan Andrés Hadatty


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os seres humanos, al igual que los de madera empotrada en el andén de la espacios donde habitan, llevan en calle sombreada por árboles ornamentales, si su historia. Personas y lugares plantados también al filo de la vereda por viven en una constante simbiosis y de algún alegre y despreocupado jardinero. Este esta interrelación unos y otros se nutren espacio un día convocó al poeta Antonio y conforman su carácter singular. Si hay Correa frente a la entrada de un mundo un lugar en Quito donde esto se hace bullente de libros y lo hizo exclamar: «Sin evidente es en el sector de la Alameda, Santa lugar a dudas, las librerías son el alma del Prisca y San Juan. Estos tres barrios son barrio». una suerte de límite emotivo y físico con Quienes visitan la librería saben que quien el hermoso y siempre enigmático Centro plantó los árboles que dan sombra a la Histórico, donde vale la banca, es el mismo librero pena perderse buscando que recibe a sus amigos, ríe historias desconocidas con ellos y les cuenta de los en los frontispicios Un asiduo nuevos títulos en diversos imponentes de sus amigo de la idiomas que llenan las iglesias, en los balcones librería le repite estanterías. El interior de este de sus casas y en las calles constantemente: espacio, poblado de autores que se vuelven testigos «Tu oficio de conocidos y desconocidos, emblemáticos de su vida librero, como que su dueño ha bautizado centenaria que transcurre alguna vez dijo con el nombre de Bibliothek, calma e inadvertida. García Márquez está envuelto por un refiriéndose al Santa Prisca es un ambiente de serena calidez. periodismo, es el barrio de aire antiguo y Al fondo sobresale un sofá, oficio más bello tradicional en el que el del mundo» donde sus amigos toman edificio del Gobierno de muy en serio el reto de la la Provincia de Pichincha, palabra, llevadas por la charla con sus 22 pisos, le de diversos interlocutores, imprime un toque de como el profesional maduro imponente modernidad. A que abandona su aspecto pocos metros está el Observatorio Nacional, adusto y severo para conversar de personajes que en 1875 se proponía ser el centro apasionantes encontrados en los libros de científico astronómico de Latinoamérica. literatura o de hechos históricos, frente al Hacia el oriente está el Colegio Mejía y joven que recién se acerca al alucinante el Museo de Arte Contemporáneo, antes mundo de los libros. En medio de estas Hospital Militar, hasta hace poco vivienda conversaciones entró un asiduo amigo de la de artesanos, menesterosos y migrantes librería con los ojos encendidos de tardes de venidos del interior del país. lectura, diciendo con un gesto que tenía algo Luego de cruzar La Alameda en dirección al de clamor: «Vengo por lo imprescindible, vengo por mis amigos: los libros». colegio y el museo, se encuentra una banca

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Galo Carvajal, el propietario y activo librero de Bibiothek, cuenta que llegó a ella como por casualidad, pero con la misma inexorabilidad que le llegan los libros a quien quiere leer. Hace más de treinta años el oficio de lector le llevó por muchas librerías, en una de estas doña Enriqueta Arias le propuso hacerse cargo de seis cajas de Alianza Editorial y venderlas en el negocio familiar, que para ese entonces era una papelería. Los libros llegaron y encontraron el espacio apropiado y desde allí fueron tomándose toda la papelería, como en «La casa tomada», el conocido cuento de Cortázar, lo que obligó a la construcción de nuevas estanterías, cada vez más grandes,

para exhibir esa extraña y maravillosa fauna de artistas, poetas, escritores y lectores que llegaban cada vez en mayor número. Un asiduo amigo de la librería le repite constantemente: «Tu oficio de librero, como alguna vez dijo García Márquez refiriéndose al periodismo, es el oficio más bello del mundo». Galo siente que eso es verdad pero sabe también que esa actividad no sólo se tomó el local de sus padres sino su propia vida. Hace años tenía tras la librería un espacio íntimo donde escondía su pasión por la pintura y una vieja motoneta Vespa, que esperaba mejores tiempos para volver a las calles con la gracia que alguna vez lo hizo en la década de los sesenta.

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También ese pequeño área fue tomada Con esa cantidad de años como librero, sabe por los libros y el espíritu reconocer al lector, lo que le propio de la Bibliothek, que permite sugerir libros a sus lo llevó a derruir algunas amigos y clientes, pues para paredes para permitir el ejercer este oficio se requiere nuevo espacio que estaba ser un empecinado lector. naciendo. Ahora esta librería Él sabe, lo supo desde que Sin lugar a cuenta con su hermana, estaba en el colegio, que dudas, las la George Gallery, donde nunca podrá abandonar librerías son se muestran los cuadros esta condición, abandonarla el alma pintados por un librero que significaría dejar de ser él del barrio aprendió a usar pinceles mismo. para reproducir las imágenes En su juventud sus del Quito que siempre primeros libros eran ha amado, los actores leídos y comentados que le desvelaron noches clandestinamente en los enteras con impecables baños del Mejía. Fue caracterizaciones y allí donde descubrió músicos de jazz y rock, que siempre lo han la inconmensurable magnitud de la acompañado. lectura: aprendió a apreciar y celebrar el existencialismo de Jean Paul Sartre, los postulados de la economía y la política en el marxismo, la poesía de César Vallejo, el realismo mágico de García Márquez y todas las lecturas que se volverían gratas e indispensables en su vida. Todos los descubrimientos en los libros eran comentados larga y secretamente entre cigarrillos clandestinos y alguna bebida espirituosa en los baños del colegio. Desde ese tiempo hasta ahora su vínculo y amor por los libros continua inalterable, pues estos constituyen el asombro por la sensibilidad y creatividad del ser humano. Alguna tarde en su Bibliothek observó a una joven que buscaba, entre las inverosímiles cosas que el bolso de una muchacha puede tener, una última moneda para pagar el importe de un libro. Pero evidentemente no tenía el dinero suficiente y el único

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Siente que cada vez hay menos lectores nuevos. La duda que alimentaba la curiosidad está siendo cambiada por una insípida certeza, creada artificialmente como si todo estuviese creado, alejándonos cada día más del asombro y la creatividad. Galo Carvajal señala que esto se debe al monstruoso legado de olvidar los libros.

recurso posible era el guardar el impagable ejemplar entre sus prendas y buscar la salida sin despertar sospecha. El librero cuenta que nunca fue bueno para sustraer libros por su sempiterna timidez, la que le hacía imposible siquiera pensar el enfrentarse no tanto al robo como al hecho de pedir disculpas si fuese sorprendido. No obstante, reconoció en la joven, el brillo que solamente puede causar el poseer un objeto deseado. Sabía perfectamente de esa sensación y por eso caminó hacia la puerta para mirar la radiante felicidad en los ojos de la muchacha cuando salió.

Cada día se lee menos y cada vez, con más preocupación, se puede comprobar que las librerías son una especie en extinción. No obstante, en Santa Prisca, donde hace 30 años se dio la metamorfosis de una papelería en librería, y hoy no sólo es el sitio de encuentro de quienes aman los libros sino el lugar donde se realizan «lecturas» y debates y además se exhiben cuadros de un pintor autodidacta que sabe que la sensibilidad también es un aprendizaje que da cita, en forma de libro, a las expresiones más altas de la condición humana.

Luego de tres décadas, las historias de la librería crecen tanto como las del librero que reconoce que cada día su profesión es más rara. Los estudiantes de colegio que compraban libros son ahora hombres maduros que siguen siendo sus amigos.

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Espacios que dan vida al libro Alex Schlenker Cineasta y artista visual


Abrió la valija y lo dejó sobre la mesa. Era un volumen en octavo, encuadernado en tela. Sin duda había pasado por muchas manos. Lo examiné; su inusitado peso me sorprendió. En el lomo decía Holy Writ y abajo Bombay. —Será del siglo diecinueve —observé. —No sé. No lo he sabido nunca —fue la respuesta.

encuadernados, encolados, con pasta de papel o pasta dura; recientemente en su variación más efímera como simulación digital. Libros con ilustraciones. Libros con texto. Libros que combinan ambos lenguajes.

Libros que te regalan. Libros que te encuentras. Libros que te envían. Libros que compras. Libros que intercambias. Objeto It is a good rule after reading a new book, never de conocimiento y entretenimiento común to allow yourself another new one till you have a la mayoría de la humanidad, el libro, en read an old one in between. un origen elaborado en piedra, madera, C.S. Lewis tela, cuero, papiro; ha sido unificado conceptualmente desde hace varios siglos como un conjunto de hojas de papel ibros que narran ya sean estas manuscritas historias. Libros o impresas. El universo que son obras de de los libros es infinito y teatro o transmiten ciertas El librero es se desdobla permanente formas de conocimiento. el alma de la en una multiplicidad de Libros al alcance de todos. librería que a insospechadas formas que Libros escasos. Libros su vez es un fiel no se limitan al libro como prohibidos. Libros sagrados. reflejo de objeto (su materialidad su dueño Libros de poesía. Libros permite distintas formas con dedicatoria. Libros sensoriales de relación), de cabecera. Libros de sino que incluyen complejas autoayuda. Libros para formas de intercambio leer. Libros para colorear. (compra, venta, trueque). Libros para hojear. Libros Si bien el lugar más obvio para rezar o cantar. y común para adquirir un libro podrían Libros encriptados. Libros para leer en ser las librerías convencionales con sus un sentido. Libros para leer al revés o en novedades editoriales dispuestas en docenas desorden. Libros de artista. Libros de leyes. de ejemplares nuevos y empacados, existen Colecciones. Enciclopedias. Volúmenes espacios paralelos que, denominados escasos. Ediciones agotadas. Libros sencillos. Libros extravagantes. Reediciones. comúnmente como «libreros», sugieren unas lógicas distintas para emparejar al lector con Reimpresiones. Libros de bolsillo. Libracos. libros que han pasado ya por otras manos y Manuales. Antologías. Diccionarios. Libros de caballería. Libros de misterio. Biografías. otras lecturas. Cada una de estas librerías de Secretos. Tratados. Mapas. Anatomías. lo usado surgen de una biografía distinta de Conjuros. Acertijos. Libros cosidos a mano, quien las gestiona; todas tienen su propio El libro de arena, Jorge Luis Borges

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estilo y ambiente. Ninguna ofrece lo mismo que la otra. Por la fascinación que estos espacios de libros usados siempre me han generado decidí desarrollar hace pocos años Libellus, un proyecto documental de creación/ realización colectiva. El impulso inicial apuntaba a producir un film compuesto por cinco a siete cortometrajes documentales que, realizados cada uno por un/a realizador/a distinto, retrataran estas librerías de lo usado que solía frecuentar semanalmente. En la etapa de investigación, y durante varios meses, recorrí más de una decena de los libreros de la ciudad de Quito. En estas visitas no solo obtenía el consentimiento de los dueños para filmarlos, sino que además exploraba las posibles facetas fílmicas de estos espacios (puntos de vista, luz, actividad diaria, disposición de las estanterías y los libros, etc.). En un siguiente momento invité a media docena de colegas realizadores para

que participen en el proyecto1; durante casi tres meses filmamos en seis de estas librerías, lo que me permitió ser testigo de algunos principios básicos que articulan una librería de libros usados… ...del dominio del pasado y su eterno presente. Retratar estas librerías es en realidad un ejercicio que obliga a retratar a los libreros que las fundaron y regentan por años y décadas; en estas librerías es generalmente el dueño quien atiende al público. Y ello no solo obedece a un tema económico (la mayoría de estas tiendas de libros de segunda mano no podrían costear empleado alguno), sino a que el librero es el alma de la librería que a su vez es un fiel reflejo de su dueño. Se trata de personajes amantes de la lectura enamorados de los libros y de la posibilidad de estar rodeados de ellos y de poder hablar sobre (y con) ellos. Todos los libreros que visitamos asumen el reto

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de gestionar un negocio de futuro incierto, renunciando de antemano a hacer grandes ganancias. La mayoría no obtiene más que el mínimo necesario para vivir. Uno que otro hace tablas a fin de mes y no falta quien subsidia el proyecto concebido ya como una forma de disfrutar de los últimos años de vida. Visitar una tienda de libros usados es conocer una parte importante de la biografía de estos soñadores. Los testimonios que obtuvimos para reconstruir los inicios de estas librerías narran historias diversas, pero en muchos casos el romance resultó ser parte central de la trama; libreros extranjeros de Quito por ejemplo se quedaron aquí por amor a una mujer. En sus tiendas, abarrotadas de libros dispuestos de manera vertical y horizontal, es el librero (con mínimas excepciones son casi siempre hombres) quien asume el reto de guiar al cliente por el laberinto de temas, títulos,

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ediciones, etc. Uno no ingresa a la librería tan solo para llevarse algún libro viejo, uno va a ver a quien los atesora y guarda para los distintos gustos de cada visitante; muchos de los que entran al lugar en el transcurso de una mañana o tarde, llevan años y hasta décadas siendo clientes y amigos del librero. Parte de los correspondientes rituales son los saludos afectivos, las bromas de lado y lado, una taza de café de la misma cafetera de la que se sirve el dueño de casa y los libros reservados e incluso escondidos especialmente para clientes cercanos. Tras múltiples visitas pude confirmar que los mejores libros están en la trastienda a donde el librero invita apenas a unos pocos clientes. En mis innumerables visitas logré tan solo espiar brevemente como algún cliente desaparecía con el librero por lo que parecía una puerta inofensiva, para volver al rato cargado de cinco, diez o más libros que parecían flotar en los brazos del sonriente visitante.


En una librería de libros usados los tiempos no deseado de mudanzas que desprecian son otros. Aquí la novedad del momento lo pesado o como carga voluminosa en la la define el lector con su búsqueda por parte trasera de una camioneta o furgoneta a las estanterías de la tienda y lo atractivo manos de quien desea disolver la biblioteca suele ser en realidad algo que se presentó de su abuelo. Quienes frecuentamos estas al público hace años o décadas; a veces tiendas agradecemos de manera silenciosa incluso hace siglos. En estas librerías en que y profunda a quien decidió desprenderse los libros leídos retornan para volver a ser del libro dedicado que recibió por su leídos una y otra vez no cumpleaños y no le gustó, falta quien viene a buscar del ejemplar que ya leyó un título específico y lo que y no desea guardar o de la halla es la paciente respuesta edición especial regalada del librero que lo invita por algún «ex» al que quiere a recorrer el lugar para olvidar. Muchos de los ver si encuentra algo que que entran al lugar No puedo ocultar la pudiera interesarle. Si para en el transcurso de sensación de felicidad que la mayoría de las librerías una mañana o tarde, me embarga cuando veo a llevan años y hasta comerciales el libro vale alguien leyendo las últimas décadas siendo lo que vale por quien lo páginas de un libro. Pienso clientes y amigos escribió y por lo que en él se entonces que a lo mejor ese del librero imprimió —se promociona libro no va a la estantería autor y tema del libro como de una casa, sino a una el valor del mismo—, en de estas tiendas. Lo que estas librerías de lo usado, parece el final de un ciclo el valor de un libro —valor es en realidad apenas el inicio de uno nuevo de uso en el sentido más estricto— nace en el que los caminos que ha de andar el en el momento del (re)encuentro entre el libro usado se parecen a las lluvias en abril lector y el título desconocido o extraviado, que vuelven todos los años: estas pequeñas en el instante en que se (re)descubre o se despedidas no son jamás un adiós, sino tan completa una colección o cuando uno se solo un hasta pronto. deja sorprender por la recomendación del librero. Aquí, los libros una vez leídos no pierden en valor, lo ganan de manera incalculable e inexplicable; miles de títulos van y vienen a través de finísimos y delicados canales de una precaria y frágil micro-economía paralela del amor por la lectura. Los libros llegan de manera suelta por quien decidió venderlos y usar el dinero para llevarse otros; también llegan en cajas como subproducto

Nota: 1 Con excepción de una colega que finalmente se excusó por razones de cronograma, el resto aceptó gustoso el desafío que incluía tres premisas: el subgénero documental debía ser el del retrato con una duración máxima de 4 minutos; cada realizador/a debía escoger de la lista de libreros/ tiendas de libros usados uno diferente; todxs lxs realizadrxs debían participar en el rodaje de sus colegas en al menos una función (cámara, sonido, producción, arte, etc.).

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Cuando nos falte lo esencial


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Diez intensos minutos donde suceden duras y bellas imágenes, en blanco y negro como es la angustia de Key, son el resultado de tres años de preparación. SED obtuvo en 2011 el premio a la producción de cortometraje del Consejo Nacional de Cinematografía. Aquel incentivo fue el comienzo de un duro caminar en busca de auspicios y aportes para concretar el proyecto. El Gobierno Autónomo Descentralizado de la Provincia de Pichincha, a través de la Dirección de Cultura, mostró su interés en la propuesta de enfocar el problema en torno al agua, desde el arte, a través de Para la directora, SED una historia de ficción, y representa al ser humano respaldó con recursos la primordial, separado de producción. Se unieron con sus vestimentas y adornos, pequeños aportes algunas saberes y recubrimientos. Se considera al empresas privadas y fue A través de símbolos y cortometraje decisivo el «amor al arte», analogías, busca entender como un producto las noches sin dormir, la mejor, no desde lo menor sin embargo búsqueda de la actuación racional, sino desde lo este es un espacio precisa, la repetición más profundo, intuitivo e de creación, de hasta la toma perfecta, la incluso instintivo, aquella experimentación, edición definitiva, y los realidad límite de la carencia de reflexión sentimientos revueltos de lo vital, a la que nos en un proceso creativo y enfrentamos como raza colectivo, de la directora y humana. los 29 integrantes del crew Una llave de agua vieja y de SED. La preproducción polvorienta, gotea. Una jaula duró un mes, la filmación cae atrapando una polilla se realizó en 4 días y la en vuelo. Son los sueños de Kay, un hombre etapa más larga fue la de postproducción. delgado y maltrecho que súbitamente SED es la primera película de la quiteña despierta en un lugar oscuro. Reseco y Lucía Romero como directora. Ella estudió desorientado se muere de sed, busca agua Cine y Fotografía en Argentina y entre sus por los pasillos de una casa destruida de la trabajos más destacados está la dirección de que no puede salir. Abre en vano alacenas fotografía del largometraje documental LA y llaves de agua oxidadas de la cocina y el TOLA BOX; también ha sido directora de baño. Escucha sonidos extraños que lo ponen alerta. Alguien lo ha colocado en este mundo fotografía en 16 cortometrajes exhibidos en festivales internacionales. Actualmente de acertijos que no se resuelven y, al parecer, no se encuentra solo… Esta es la historia que, es productora en ALQUIMIA de Ecuador, produce el largometraje de ficción en a lo largo de 10 minutos, narra SED.

n qué se convierte el ser humano cuando los recursos naturales dejan de ser suficientes y son acaparados por alguien invisible e intocable? ¿Qué sucede cuando el individuo se ve atrapado en un lugar que no sabe cuidar, con grandes carencias inmediatas y cuando la única reacción posible parece ser luchar contra los demás, sin darse cuenta de que son uno mismo? Estas son las interrogantes que plantea el cortometraje «SED», una realización de la cineasta Lucía Romero, estrenado en Ecuador el pasado julio.

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desarrollo SANSÓN, postproduce su documental AQUÍ-AHORA y es montajista del documental LA CLARA Y OSCURA. El cortometraje SED ya cuenta con distinciones internacionales. Fue seleccionado para la Competencia Oficial Mar del Plata, Argentina, 2014. «Estar en la selección oficial de tan importante festival latinoamericano es un reconocimiento a la floreciente cinematografía ecuatoriana», dijo entonces Lucía. También ha estado en la Competencia Oficial Ventana Andina, Argentina 2015, en la Selección Oficial Bangalore SFF, India 2015. Estas distinciones precedieron su estreno en Ecuador, cumplido dentro de la muestra Julio Mes del Cortometraje de FlacsoCine, que junto al corto SALUTEM de Emilia Patiño, logró llenos completos de la sala en sus dos proyecciones. El corto también fue al reciente Festival Internacional de Cine de Guayaquil 2015. «Aunque los cineastas empiezan produciendo cortometrajes, éstos no tiene mayores espacios de difusión. Se considera al cortometraje como un producto menor —dice Lucía Romero—, sin embargo este es un espacio de creación, de experimentación, de reflexión. Yo lo equiparo con el cuento en la literatura y no es un género menor que la novela, solo tiene otras características, como el corto tiene otra narrativa. Esas dificultades de exhibición, son los principales problemas de los cortometrajes. A esto se suma la falta de financiamiento, sobre todo del sector privado, porque éste no lo ve como una inversión y también faltan políticas públicas de incentivo a la inversión en arte. Los cineastas estamos luchando por ellas y

hemos hecho una serie de propuestas. En cambio, ya no tenemos en el país mayores problemas en la producción misma, la tecnología avanza, se puede acceder a ella y en el país se sabe cada vez más cómo hacer cine». El Concejo de Cinematografía ha iniciado su proyecto Territorios de Cine para ampliar los circuitos de exhibición de las producciones nacionales. Esperamos que los cortometrajes formen parte de las proyecciones en el país.

FICHA TÉCNICA Título Original: SED Título Internacional: THIRST Género: Ficción/ Experimental País: Ecuador Duración: 10 minutos Año: 2014 Formato de exhibición: DCP/ Blue Ray Blanco y Negro Idioma: Español (Sin Diálogos) Dirección, Guión y Producción: Lucía Romero P. Jefatura de Producción: Paola Rodas Elenco: Alfredo Espinosa, Gabriel Granja. Fotografía: Diego Falconí Dirección de Arte: Dayana Mestanza Montaje: Diego Arteaga Diseño de Sonido: Mauricio Proaño Asistencia de Dirección: David Viteri Animación: Bang Studio/Paola Granja/ Esteban Veloz Diseño: Sergio Silva Compañías Productoras: ALQUIMIA AUDIOVISUAL/ ANIMOTION

Web: http://sedcorto.blogspot.com Web: http://alquimiaudiovisual.weebly.com

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DOSSIER


Miguel Betancourt: entre ilusionismos y caleidoscopios

Ciudad roja (fragmento), mixta sobre lienzo, 103 x 153 cm., 2012


Cabeza con arqueologĂ­a contemporĂĄnea, mixta sobre lienzo, 120 x 100 cm., 2010

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ebió haber sido el verano de 1975 la primera vez que salimos con Oswaldo Moreno a pintar acuarelas en los alrededores de Quito. Ahora que han pasado muchos años, recuerdo que estaba de vacaciones de colegio, circunstancia que me dio el tiempo adecuado como para compartir algunos días con este artista, maestro y amigo. En un paraje muy cercano a El Quinche fue donde nos aparcamos y esta fue la primera vez que le miré desenvolviéndose con esta técnica. Aún tengo en mi mente esas pinceladas bien cargadas de amarillo y de verde, con un ligero tinte de rojo en la punta del pincel, como para producir manchas con un riquísimo degradé, o como para teñir de sangre a la luna. Cómo olvidar esas pinceladas saturadas de azul añil y una pizca de naranja, para representar los cielos, los ríos que lucían como espejos resplandecientes en medio de la serranía. Ahora que han pasado varias décadas entiendo su predilección por esta técnica, con un procedimiento oriental, al estilo de los monjes zen. Y nada le incomodaba más que el uso de la acuarela para simples bosquejos, o como sostén de ilustraciones. Pensaba que con este sistema se debía enriquecer el género plástico, posibilitando las ricas expansiones de color. Y para lograr esa gestualidad y limpidez de la mancha había que improvisar de alguna manera las formas del paisaje. Jamás le vi utilizar el lápiz, pues accedía al papel directa y rápidamente con el color. Recuerdo la vez en que fuimos por un par de semanas a recorrer algunas poblaciones del centro del país, como escenario de mi iniciación con el color y las transparencias. En el

día caminábamos buscando motivos para la acuarela. Las brumas, la filtración de la luz a través de las ramas de los árboles, los reflejos en los remansos eran los temas predilectos para las manchas en las cartulinas Fabriano. En la noche, después de la cena salíamos a caminar para hacer un reconocimiento, con nuestra mirada atenta al paisaje lunar. Llegaba el nuevo día y gozábamos del cántico de los pájaros. A veces recorríamos el día entero sin mayor fortuna, bien sea porque no encontrábamos la sombra de un buen árbol, bien porque nos engolosinábamos con la caminata y sus enseñanzas, entonces, había que bajar de la montaña. Aún recuerdo sus advertencias con el uso del fondo del papel. Éste tenía que traslucirse con sus vetas, texturas o satén, a través de las veladuras de la acuarela. Ahora presumo que he realizado un replanteamiento de la técnica, al haber trabajado sobre láminas sumamente delgadas para que se produzca el trasluz. Algunos de estos papeles de seda fueron heredados del propio Oswaldo, por lo que él estaría gozoso al advertir el provecho que he sacado de este material. Sí, a través de este sistema el observador puede mirar las grafías y los colores de la lámina que está detrás, sin invalidar la que tenemos al frente. Esto nos incita también a dar la vuelta las hojas de papel, para iniciar un juego infinito con las imágenes, sirviéndonos de la transparencia. ¡Ah!, cuánta figuración logramos imaginar por un procedimiento parecido a los ilusionismos que forjábamos con los caleidoscopios de la infancia. Miguel Betancourt, fragmento de «En memoria de Oswaldo Moreno» (Imágenes a trasluz, 2014)

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l ojo es diáfano. El ojo es una mácula. la fascinación —al cuadro, al poema, a la El ojo es versión del ver. El ojo es expresión— por precariedad existencial. Ese diversión del ver. El ojo es aversión del vacío, de pronto, es ocupado por algo; y es ver. El ojo es supresión del ver. El amor es la tan intensa la absorción, el ensimismamiento supresión de los misterios. El pueblo del ojo en eso —no en el sí mismo del artista sino en no se divide. El país del ojo es lo que hay, ¿qué el objeto—, que esa es la razón por la que las hay más allá? Vibran los párpados. Cierro los cosas llegan de forma estridente a la obra de ojos, me suspendo en lo imperturbable de la arte. Sabemos que no tenemos acceso al objeto, inexistencia: a trasluz las imágenes me dicen lo pero esa forma de la fascinación es eficaz para que hay: lo que no hay. El ojo apenas extrae el transmitir de un modo aparentemente directo el beso de la espuma de lo que se dice, lo que no mundo, su hermosura, su brutalidad… se dice. Algo se altera en la obsesión del ojo. La […] Betancourt logra un fenómeno exquisito argucia del ojo es infinita, ¿es cierto esto que cuya materia prima es la fenomenología de la veo? La mirada es una lengua extranjera. El país luz: la acuarela se traviste en un mosaico en del ojo es lo que hay: lo que no podemos ver movimiento con sus múltiples porque estamos cada vez más acepciones y categorías; en solos, tristes y extraviados. estos estupendos ensamblajes El ojo esgrime suspicacia. no se sabe dónde empieza Esto tampoco es verdad. La y dónde termina la obra; noche de ojos de caballo que cada ensamble que nos tiemblan en la noche, la noche seduce es una ilusión, una de ojos de agua en el campo Betancourt entelequia porque el proceso dormido, está en tus ojos de logra un de mutabilidad goza de varios caballo que tiembla, está en fenómeno registros para el espectador: tus ojos de agua secreta. una fuga constante. «Como exquisito cuya Pero, ¿qué hay detrás de esto se puede advertir, estamos materia prima es la que vemos? ¿Es verdad lo que hablando de la pintura que fenomenología vemos? ¿O solo somos una reclama una estructura que de la luz ilusión de nuestra mente? va más allá de la bidimensión Tenemos que aprender a convencional», asevera el perder el tiempo de forma propio Betancourt. inteligente, el trabajo ¿Qué ves aquí? ¿Qué hora embrutece y sumerge al es? Todo el engranaje visual hombre en un estado próximo depende de esa dicotomía. ¿Es verde ese color a la imbecilidad. Esto que digo también es que resalta y nos ciega? ¿Qué color de la luz otra cosa, ¿eso es cierto? Todo es mentira. La del día tenemos? De eso depende la forma esencia siempre engaña, apenas podemos ver las —el vacío no es un lugar común—. Estamos sobras de la fugacidad: el ojo realiza un esfuerzo subordinados al cristal, a la tonalidad para inefable por rozar la cresta del fragmento, el corte, il di taglio, lo fractal; aquello que por estar que el cuadro cambie. Hologramas. Puertas. Hologramas. Puertas. Entramos al cuadro por separado no se puede conectar con su entero, donde más nos plazca, ya no tenemos luz: se pero hay que buscar en esa unidad perdida el abre otra posibilidad, volvió la luz: se abre otra temple que produce lo accidental para llegar al posibilidad. En rigor, Betancourt estudia el encantamiento. comportamiento de la luz, sus características y La fascinación funciona para dar lugar al manifestaciones; el acoplamiento con nuevas cuadro, al ensamble, al armatoste, lo que está formas de interacción y traspaso de la luz. al frente nos absorbe y llena, pero el yo que Los cambios hacen que veamos lo que percibe siempre es un yo carente: se llega a desearíamos ver, aquí la pintura es la tumba de

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todo, la semilla de todo. Mutación: el cambio como privilegio de la sucesión temporal. No basta con gestionar los cambios, hay que saber cambiar porque el destino no está escrito en piedra. Betancourt no decreta, sugiere; no dirige las mentes, las turba. La vida también es una entelequia, solo somos un espejismo de la nada. ¿Qué cuadro vemos? ¿Qué hora es? Se triza la realidad, pasamos el resto de la vida recogiendo sus pedazos. Lectura acorde al movimiento del sol, nunca alcanza para decir lo que queremos decir, lo que podemos decir, lo que nos dejan decir. ¿Tengo que decir algo? Estoy contra las cuerdas otra vez. De los acorralados es el reino. La luz también tiene espinos, es terrible, como terribles son las revelaciones. Amanece, qué miedo, la luz se oxida en la garganta del gallo. Cada mañana es más mañana. Al gallo lo ahorcan antes que amanezca. Bajamos hacia Cumandá en 1930, con la luz —lux, lucis, exceso de radiación electromagnética que puede ser percibida por el ojo— emergen otros colores, otros contrastes: hieren las lanzas de la luz. Superposición de dos sedas pintadas; a veces las conexiones coinciden. Las figuras cambian, el cuadro es el mismo […]. Los colores son más vivos, más violentos, al final de día reposan solo para agudizar sus saetas, ¿lo único bueno del día es que ya mismo se acaba? Ejercicio de metamorfosis, constante estado de mutación: las figuras pasan de un realismo purista a una representación evidente, a un brochazo estrepitoso con intensidad cromática, hasta ser solo una mancha. Purismo, abstracción y fusión, la estridencia de la luz es el eje de cambio. Tan sencillo a la vista, tan difícil de lograrlo. En esta natural armonía con la desintegración, solo podemos ufanarnos de nuestra manchas y carencias. […] Es importante subrayar la importancia del papel finísimo y transparente con el cual son trabajados en acuarela los ensambles. Son papeles de fibra de arroz japoneses y papeles con fibras vegetales de Israel. El papel es tan fino que al humedecerse se tiene que trabajar con el pulso exacto sin distracción, sin digresión, sin un pincelazo en falso, con el tino milimétrico

de la acuarela porque si se seca se queda pegado la vidrio. El papel es trabajado sobre un vidrio y una base blanca, el papel se humedece y se advierte la parte de atrás […] el blanco evidentemente dosifica los colores. Pero la firma de Betancourt va incrustada sobre el metal porque la dimensión del ensamblaje incluye el armatoste, ¿es real esto que vemos? ¿Lo que digo es cierto? El estudio de la luz revela una serie de características y efectos al interactuar con la materia, lo cual permite desarrollar algunas teorías sobre su naturaleza. Hay palabras, formas, lugares, texturas, materias, conceptos y hasta enfermedades que conforman la trayectoria vital de un autor y se permean soterradamente en su universo creativo, exhiben una impronta particular en su obra: eso que hace a todo artista único y verdadero. […] El bosque y los páramos andinos, entre el misterio y la ambigüedad, están difuminados a lo largo de toda la obra de Betancourt; como continuum, la visión del bosque es percibida a través de un espejo ovalado, lo ilusorio es una especie de encabalgamiento en sus imágenes: ese espejo de humo —como afirma— donde todo sucede, donde todo se pierde, ¿nacimos solo para seguir perdiendo?, es un elemento esencial y recurrente. Cuando Betancourt era niño vivía en Cumbayá, al filo de la línea férrea el tren pasaba golpeando el alero de la casa; cuenta que la imagen más maravillosa —que lo acompañará hasta su muerte— era ver a través de un espejo cómo pasaba el tren al lado de su casa. Esa imagen es evocada y plasmada como huella indeleble en su reino visual. La infancia como fuente de fábulas es el lugar donde todo sucede y para siempre: la niñez es como la patria. Pero también podemos volvernos niños desde nuestras ilusiones — desde el arte— para restaurar la infancia de un mundo acaso siempre nuevo y mejor; así, de grandes podemos soñar con lo que vivimos en nuestra niñez: precisamente lo que ha logrado Betancourt con excelencia. […] Andrés Villalba Becdach, fragmentos de introducción a Imágenes a trasluz (2014)

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Fisg贸n a traves de las ojivas, mixta sobre madera, 73 x 59.5 cm., 2001

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Transfiguración, mixta sobre lienzo y cáñamo, 150 x 100 cm., 2010

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Selva II, mixta sobre lienzo, 160 x 110 cm., 2009

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Selva I, mixta sobre lienzo, 160 x 110 cm., 2009

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Grupo de señoritas, mixta sobre lienzo y cáñamo, 190 x 140 cm., 2008

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Mascarada vegetal, acuarela sobre papel, 77 x 57 cm., 2012

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Ninfas celestiales, óleo sobre lienzo y cáñamo, 125 x 105 cm., 2008

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Caras invertidas, mixta sobre lienzo, 120 x 100 cm., 2008

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Cielo precipitĂĄndose, acrĂ­lico sobre papel, 77 x 57 cm., 1993

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Abismos y castillos de seda, acrĂ­lico sobre cartulina, 77 x 57 cm., 2000

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Ilusi贸n de abril, acuarela sobre papel, 77 x 57cm., 2011

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Una noche en la monta単a, acuarela sobre papel, 77 x 57 cm., 2013

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Cuadrilla con alas doradas, mixta sobre lienzo y cĂĄĂąamo, 135.5 x 90 cm., 2007

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Miguel Betancourt. Nace en Quito, Ecuador, en 1958. Se inicia en el arte con Oswaldo Moreno en 1974, y en 1976 y 1977 asiste al taller de pintura del Milwaukee Art Museum, en EUA Estudia Pedagogía y Letras en la PUCE hasta 1982. En 1988 es invitado por el Departamento de Estado de los EUA a una gira cultural. En este mismo año recibe una beca del British Council para un posgrado en Slade School of Fine Art, UCL, academia en la que entabla amistad con John Hoyland. En 1992 realiza una exposición itinerante por Europa. Entre más de sesenta representaciones internacionales, se destaca su participación en la XLV Bienal Internacional de Venecia en 1993. En el 2000 expone en el Museo de Canberra, y entre el 2001 y el 2003 realiza una muestra itinerante por América Central. En el 2004, integra la muestra Tendencias Visuales del Ecuador Contemporáneo, en la C.A.F., Caracas; en el 2007 asiste como Invitado de Honor a la V Bienal Internacional de Arte, SIART, La Paz; en el 2009, forma parte del evento La Noche de los Museos, patrocinado por el Gobierno de Buenos Aires. A inicios del 2011 participa en la Exposición de Artistas Latinoamericanos y Caribeños, en el Tokio City Hall. Desde el 2008 hasta el 2012, su obra se expone en forma colectiva, con la Fundación Benetton, en varias ciudades europeas. En julio de 2012 participa en la muestra Ecuador más allá de los conceptos, galería del Instituto Cervantes, Roma; más tarde, en septiembre de 2013, es convocado por la Galería Bandi-Trazos a la Feria Internacional de Arte y forma parte del Pabellón Latinoamericano (LAP), Beijing Exhibition Center, China. Finalmente, en este 2014 participa en Ecuador in Focus (3 artistas ecuatorianos), en la sede de la OFID, Viena. Betancourt ha recibido reconocimientos, uno de ellos es el que obtuvo en 1993 cuando recibió el Premio Pollock-Krasner, conferido por la fundación homónima en Nueva York. Dos pinturas suyas integran la pinacoteca de las Naciones Unidas en Viena y Ginebra. Su obra se la puede encontrar en más de veinte publicaciones, entre estas: The Public Catalogue Foundation, Oil Paintings in Public Ownwership (2005); Nuevos cien artistas (2001); 200 años de pintura quiteña (2007); Betancourt (1996); e, Imágenes a trasluz (2014). En 2008 fue comisionado por Luciano Benetton como coordinador del proyecto Ojo Latino (Milán 2008) sección Ecuador, una edición que precede la creación de un Museo de Arte Latinoamericano en Italia. www.miguelbetancourt.com

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Con el convencimiento de que la literatura ensancha la sensibilidad y los lazos de identidad y solidaridad entre los ciudadanos y la comunidad, la Prefectura del Gobierno Autónomo de Pichincha, creó desde el 2010 el Premio Pichincha de Cuento y Poesía, evento bienal que se ha convertido en el espacio concurrente de expresión y difusión más importante para los creadores de la provincia y el país. Como reconocimento a esta labor del Gobierno de Pichincha, reproducimos el editorial de la revista Rocinante, de octubre de 2015: Premios que (se) consolidan Los premios «Pichincha» para cuento y poesía, convocados bianualmente por el Consejo Provincial de la provincia que los da nombre, se han ido consolidando gracias a la seriedad de un equipo que los organiza y que luego publica los libros ganadores. Se premia a los mejores trabajos, a los autores participantes no se les exige nada más que su nombre en un sobre cerrado, como debe de ser y no como otras convocatorias, desde algún ministerio, donde se exige una serie de requisitos y certificados, entre otros no adeudar al fisco y a comprometerse a participar en lo que programe dicho ministerio, so pena de ser demandados para que devuelvan el importe del premio por el incumplimiento de esta exigencia posterior al mismo. La labor de la prefectura se prestigia en la provincia y su titular mantiene un perfil bajo que, sin descalificar a nadie, logra el reconocimiento de sus coprovincianos en cada elección. La convocatoria es nacional y, en esta vez, los triunfadores son de Guayas, Pichincha, Chimborazo y Esmeraldas. Felicitaciones a los organizadores y a los premiados. […] Sus nombres se integran a un elenco de escritores que bregan diariamente sin otro apoyo que el de su propia vocación. IÉ


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Primer Premio Manual de ruido Ernesto Carriøn Jurados: María Auxiliadora Balladares Juan José Rodríguez Iván Oñate


VI. LA MÁQUINA QUE CHILLA LOS POEMAS MI NIÑO

—me dijo un Gran Poeta— NO TIENE SENTIDO QUE ME VAYA SIN EXPLICÁRTELO

YO NUNCA FUI LA CRUZ PERO ME ESTOY ABRIENDO

Mi madre era un pez. FAULKNER

Ir hacia la madre es volver del pecado. Perder lo sagrado, sangrando el puño. Mordiendo letras con el cuerpo arrinconado por la pena de ser algo inevitable que indica música, hace música, pero que llora y al mismo tiempo es culpable de todo. Yo, fui culpable de todo, soy culpable de todo, de la música, del llanto, de la droga y del pez. Hice, hago esqueletos de semen amarillo, desperdicio la vida en un fragmento de hoja, caigo y me levanto en cualquier momento. Vuelvo del pecado para entrar en la vida. Duermo como una foca sagrada, entre mis hijos, para entrar en la muerte. Soy

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la máquina que chilla los poemas, y el errado que pide un nuevo error. Hacia noches ancestrales y licores salvajes. Bajo lágrimas desquiciadas rodando por mejillas raspadas por el rímel y el ardor enfurecido de una luna amordazada como un viejo astronauta en su hueco de nieve. Pido, lloro, llanto exijo, devuelvo sudor y semen amarillo y torno derrotado al rincón de mi arte. Mi arte, parecería ser, es sólo un tronco inflado en un cementerio donde siempre desaparecen las flores. Mi arte, más que un arte, es una degradación de mí mismo frente a mi arte. Es, mi arte sin yo serlo, mi único retazo de persona. La pudrición del pez sobre una mesa arreglada por los otros. Soy

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la vuelta del pecado eyaculado para no durar. Su vulva misteriosa, llena de ojos. El asno del instinto apilando sus poemas bajo mi cama. Abriendo mundo. Haciendo sangre en los rincones de un buen hogar. Hallando excusa, en un día cualquiera, para asesinar mi paz de pájaro-algodón, mi traje de señor, mi piel de madre. Tecleando muelas sobre cadáveres que ya no existen. Sentado como un gordo árbol sobre mi falo que lanza falsamente, y en nombre de la muerte, un jonrón de versos. Soy

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la máquina que chilla los poemas contra el pie que avanza con firmeza sobre un mundo armado con labios derrotados que besan anos. El crimen de un país que humilla a sus artistas con la pobreza. El crimen de un país que obliga a sus artistas a ser burócratas y comerciantes. El crimen de un país que humilla con su canon. La peste de las páginas en blanco que no escribiré jamás. La excusa de un deterioro mental que presume de su deterioro como una niña presume de su nuevo cepillo. Soy

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la máquina que chilla los poemas. La sombra compartida y su brazo quebrado. El pecado que odia la verdad y que odia el pecado. Los labios derrotados en el revés de estas manos y rasgos accidentados haciendo sonidos raros con un cuerpo perdido. Nada de lo que escribo que podrá salvarme. Cualquier tontería que escriba que podrá salvarme. Soy

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billy reapareciendo en el ojo enemigo • William H. Bonney limpiando su puñal sobre la curvatura crespa de su lengua. Monsieur Monstruo lleno de nudos y ruido: hacia un fondo de huesos: despeñándose. El Jugador de béisbol contemplando por la noche su uniforme colgando en el armario como el fantasma congelado de su propia manada. Soy

un hombre sin manada: un mundo en guerra. La máquina que chilla los poemas y el palo quebrado. La claridad de un pez que se hace fuego, desde el principio de la vida, al interior de su madre.

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Ernesto Carriøn Castro Guayaquil, Ecuador,1977.

Ha recibido múltiples reconocimientos, entre los que se cuentan: Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2002), Premio Nacional de Poesía Ciudad de Medellín (2007), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2008), Beca para Creadores de Iberoamérica y Haití FONCA-AECID (2009), Mención en el festival Hispanoamericano de La Lira (2011), Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade (2013) y finalista en el Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma (2014). Su obra «ø» está compuesta por trece libros, reunidos en tres volúmenes: La muerte de Caín —con: El libro de la desobediencia (2002), Carni vale (2002), Labor del extraviado (2005) y la Bestia vencida (2007)—; Los duelos de una cabeza sin mundo, con —Fundación de la niebla (2010), Demonia factory (2007), Monsieur Monstruo (2008), Los diarios sumergidos de Calibán (2009/2011/2014) y Viaje de gorilas (2012)—; y 18 ScorpII: Abiogénesis, —con los poemarios: El cielo primitivo (inédito) Novela de Dios (2013), Verbo [bordado original] (2013) y el presente libro Manual de ruido—. Preparó también el libro Identidades a plazo [recopilación de textos de pacientes del hospital psiquiátrico Lorenzo Ponce (2008). Es director de la Cooperación Cultural Casa de las Iguanas y editor general de Fondo de Animal Editores.

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Segundo Premio Fractales Edgar Allan García Jurados: María Auxiliadora Balladares Juan José Rodríguez Iván Oñate


Alejandría El animal escribe a pasos forzados refugiado en su madriguera Afuera la lluvia de fuego arrecia y crecen las aguas del fin del mundo Cada palabra que garabatea el animal en las paredes está manchada de sangre cada canción silenciosa encarna otras engendradas bajo tierra en los tiempos de la osamenta A veces los muros se cuartean y emerge el aullido de los que nunca cantaron el apretado sueño del que durmió para siempre solo los fetiches de los que creyeron y una noche dejaron de creer y maldijeron lo antes creído como si se tratara de un engendro Cuando el animal escribe lo hace con o sin luna con o sin templanza libre de sí mismo que muchas veces es su peor carcelero No escribe para justificar su ausencia ni su orgullo por lo que nunca le ha pertenecido ni los placeres prohibidos y sus temibles homilías ni sus descalabros ante los molinos de viento Sucio de melancolía o sarcasmo cuando todo anuncia la alborada desnudo suele refugiarse en versos arrebatados a la noche.

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Señor de la Nada En otro tiempo él era el dios de las aguas el señor de los ríos de tinta y las fuentes seminales el propiciador de la sangre tumultuosa que izaba su mástil de carne y bendecía lo derramado en las tinieblas Era la lengua que en su lengua se enredaba como alga de acantilado lengua que aprendió a bucear en su centro de espuma y amó la viscosa luz de la vorágine Era el Bienamado que maldecía el sopor y la herrumbre El Ulises que se negaba a ensordecer ante los cantos ilusorios El Cíclope insomne espiando sus abluciones secretas Dueño de la lascivia y la sed nunca saciada sus manos se enseñoreaban en los cuatro costados de una mortal que sin embargo no cesaba de escapar aunque volvía (solo por hoy, recuérdalo) hasta la tarde en que ella por fin lo echó al olvido y no supo más de sí señor de la nada.

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Michaux «Hombres de una sola fe —gritó Michaux a los alguaciles— deben husmear en mí al hereje» acechar al que nunca ha cazado con ustedes al que ha insistido en beber del cáliz inmundo y se valió del puñal para dibujar en las murallas Deberán quemar mi cuerpo sin alas coronado con cuernos de agave Arrojarme a las brasas por atisbar más allá de la obstinación del círculo por cabalgar sobre mi propio extravío con los belfos manchados de interjecciones Han de saber que en el canto de mi cólera tiembla un huevo de monstruo Regalo de brujo para repoblar el mundo.

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Sumpa Vamos —coneja mía— a parir hijos Empecemos por horadar un pozo en los montes calcinados para que de aguas límpidas emerjan los prometidos del cielo y la tierra Grávidos nos hincharemos no de orgullo sino de planetas habitados por gusarapos de colas luminosas —presiento ojos abismados semejantes a los tuyos manos asidas a la bruma como las mías— extraños seres de otras dimensiones que con el tiempo parecerán humanos y cuando habitemos el fondo de la tierra serán los espejos convexos donde acaso nos miraremos vivos.

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Malevich Porque a veces el anzuelo del ser se hunde en aguas lunares allá/ en la profundidad/ se revela lo otro/ bucea la duda/ acechan siluetas que nadie ha visto/ destellos azulados que parpadean en el ojo abisal/ el meteorito penetra el orificio y descubre la no forma en un universo sagrado/ sin fondo/ tras la caparazón del dios que huye emerge una masa gelatinosa/ sin palabras/ pensamiento impensado sobre otro muro de tiniebla/ negro molusco bajo un océano de tinta/ nieve desparramada sobre un cuadrado blanco/ epojé/ partido en dos el uno se enemista consigo mismo/ madre sin hijo/ hijo sin cuerpo/ lumbre oscura/ solo la paradoja sobrevive a la marea.

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Hölderlin Los locos caminamos para atrás (que es lo mismo que para adelante) y también hacia la bruma ( igual que a ningún lado) y llegamos antes (o sea después) para no decir nada que la gente no sepa (pero también callamos o aullamos incoherencias) La verdad (pensamos) tiene algo de gutural de salto al vacío de espanto lúcido de ráfaga púrpura la verdad (gritamos) es una cáscara que pocos se atreven a romper: su olor se esparce su telaraña une lo disperso las máscaras caen y sobreviene el desconcierto La desnudez es obscenidad (dicen los cuerdos) no lo que se pudre bajo la túnica no lo que se agusana tras las cortinas cerradas no lo que supura en la oscuridad ¡Atrás todopoderosos creadores de materia sin sangre! ¡Atrás amaestrados cuidadores del hueso venidero! La desnudez (lo juramos) es una bandada de pájaros rojos un niño desahuciado que de pronto se incorpora y se echa a andar.

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Edgar Allan García Rivadeneira Guayaquil, Ecuador,1958. Autor de varias obras en los géneros de poesía, cuento, novela y ensayo, entre los que se destacan: Abracadabra (1997), en el que aborda los mitos, símbolos y arquetipos presentes en los juegos infantiles, y el ensayo Poesía negra (2014) y Leyendas del Ecuador (2000). El Rey del Mundo (2008), seleccionado para la Campaña Nacional de Lectura de Argentina. En poesía: Crueldad de la memoria (2010), 333 Microbios (2012) y la antología de su obra narrativa Cuentos fríos y calientes (2013). Ha ganado en dos ocasiones la Bienal de Poesía de Cuenca y el Premio de Narrativa Ismael Pérez Pazmiño y por cuarta ocasión, el Premio de Literatura Infantil Darío Guevara Mayorga. A nivel internacional ha recibido el premio Susaeta (Colombia) Mantra (Argentina) Plural (México), Pablo Neruda (Chile) y Eloisa Pastorni (Uruguay).

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Tercer Premio Pasos de Woj Javier Aguirre Negrete Jurados: María Auxiliadora Balladares Juan José Rodríguez Iván Oñate

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pasos colgantes modo off del verso reptando en lo que sobra de una órbita temblor exhausto de seguir las líneas marcadas por una larva a ritmo de huecos intercalados como barajas sueltas. Quién puede decir: (el fracaso es la única palabra que puede salvarse) Así: en paréntesis, como para ocultar que el teclado es un vicio parecido a remover el clítoris de la página donde el vientre se oculta como objeto deseado donde no tener ni inventar hijos es lo conveniente, no producir palabra ingesta alguna y seguir rebuznando ante un callejón sin salida: ¿resultado de algún escombro platónico indisoluble en las cavernas? ¿o sólo estratos imaginando estratos? línea (en) sobre-línea (en) sobre-línea, es el modo off del verso reptando en su esencia caníbal es el modo all natural del verso escurriendo su esencia caníbal, una larva que digiere y deshecha larvas línea (en) sobre-línea (en) sobre-línea, observa el dibujo de ti mismo siendo un perro, la idea de perro que te imponían en la escuela, con reglazos en la nuca y gritando «APRENDA A HABLAR BIEN, ABRA BIEN LA BOCA,

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TODOS SABEMOS QUE AL LENGUAJE ESO NO LE INTERESA»: Imagine la lluvia imaginando lluvia embalsamando lluvia —imagino petrificadas a fuerza de empatar su cuerpo con los estratos inútiles del poema —imagino línea (en) sobre-línea (en) sobre-línea, como para enterrarlas en los gemidos de una máquina perfecta como para enterrarlas en los graznidos de las partes mínimas de esta máquina verso en mi vientre inerte magullándose hasta la médula verso travesti ansioso escarbando en mis escombros sus partes íntimas más ajenas las que inventó en alguna borrachera saturada de Yeats: frase que carcome el cuerpo pos-inercia: la delicadeza está en omitir la fundación de una fábrica de objetos «inflamables» objetos fraude: oraciones fraude genitales fraude y firmar por ejemplo extensión de un eco fraude: absorción de un objeto por un objeto fraude desplazamiento de O a 0 en tres tiempos fúnebres pausa de ácidos con estampilla la verdad que eres un objeto fraude melodía fraude ¿con cada click intentas cultivar un nervio?

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¿con cada click intentas acumular la posibilidad de retraer el dedo índice de tu sexo? el mismo dedo que señala una fotografía quemando una fotografía (porque) es evidente que la fotografía tose infestada de humo falso tose humo que también tose humo falso sexo que tose sexo falso porque todo nervio está ubicado en la órbita cuajada en los efectos postizos (de la tos): máquina encendida de no-máquina ¿así o menos? —imagina preguntar ¿qué posee el grito en su cuerpo? ¿qué posee el sudor en su cuerpo? —despacio pregunta ¿qué sueña el sudor? ¿qué banquete de líquidos recrea? tal vez una historia que le contaban de niño: realidad soterrada por otra realidad (soterrada) inexplicable obsesión de mirar el suelo —Mr. Craphead ¿la nieve es siempre un receptor de fraudes? hubo 11986 poetas con el mismo nombre esperando registrar su código de Autor, todos los versos que podían escribir decían lo mismo: «hubo 11986 niños jugando a las pistolas en una cámara de gas» «hubo 11986 gotas de sudor clamando sudor recargando municiones» si todo estaría contenido en un cubo Mr. Craphead ¿el grito se desmoronaría?

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¿o el cubo no se inmutaría en lo más mínimo? todo en estas tierras, señor, está siempre en un proceso de blanqueamiento: cubo blanqueado verso tinta sangre blanqueada (así) combinando las tonalidades posibles de la nieve o imitando cierta palidez de un clítoris inmaculado (porque) hay más de uno en mí muy adentro afirmando que el poema también se blanquea —sino por qué estaría perdiendo el tiempo en imitar a Celan si mis raíces me obligan a reclamar lo que no soy así como un spray como el ente compuesto de una mezcla producida comercializada por un espectro que se hace llamar Psycho Mestizoide Corp. certera pizca (dos puntos) —Mr. Craphead una pizca cuyo lema empresarial lo define como un envase comprimiendo cierto dispositivo espacial que zanganiza su imaginario de materia pura intocada: sustancia altiva principio indemne de pulverización de células también blanqueadas siempre a 10000° C y 23 anotaciones de inconformidad: ¿han sentido lo que reclama un spray, lo que resalta un spray,

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esa curva líquida que no llega a unificarse por la manía que tiene la materia posmoderna de rascarse hasta el hueso? ¡Oh! fracción del espacio oblicuo de la post-certeza, ¡Oh! post domador de sombras extraído de su ficción de señorío a un cubo de cristal limítanos —en toda tu existencia común— a esta técnica caníbal extraída del Bushido: «ser uno con el oponente» ser el oponente promesa extirpada de una sombra Ser «aquí» remite al objeto deseado objeto hollado, calcinado en la sombra tallado en oculto en y simulando «ser» hojas de cristal «donde nadamos a 0,000000000.0000001 brazada por microsegundo» síndrome post mortem de diseccionar nuestro reflejo en algo parecido a lo que denominan sueño grito velero encallado en la saliva restante del mundo donde cualquier figura es válida así sea un verso en su propio incendio estéril: así sea un velero en su propio naufragio estéril: soy lo que sobra de esa máquina al ungirse con aceite (estéril)

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línea (en) sobre-línea (en) sobre-línea mi post quod erat demostrandum instinto destructivo que es escribir drenando el hábitat de la hoja en la palma de la mano como un número exhibiendo el vestíbulo de mi existencia en desuso —sobre todo cuando manoseas una bola de cristal —sobre todo ¿qué número se repite en el grito de un cubo abierto, ultrajado sólo quise encontrar el objeto deseado Y eso jamás se encuentra ¿cuántas sombras cuántas líneas (en) sobre-líneas (en) sobre-líneas tienen a su haber? la estría imborrable insanable del lugar común del sentir común del verso común, la realidad (no) reposa en su propio aliento su saliva (nunca) alcanza a ser lubricante enough, ¿lo que hace al verso es la fricción? ¿lo que descifra un cubo es la fricción? NO lo que hace al verso es su esencia caníbal y la esencia es lugar común por excelencia, ¡SALUD! ¡Bon appetit! ¿Quién puede decir: el fracaso es la única palabra que puede salvarse a sí misma?

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Patricio Aguirre Negrete (Quito, Ecuador,1986). Antropólogo de Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Candidato a Magister en Estudios de la Cultura en la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los libros de poesía Intimidad del silencio (CCE 2003), Distancias áridas (El Tábano 2011) y Poemas y trastornos (Dasein, 2014).

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Primer Premio En el corazón del silencio Wladimir Chávez Jurados: Lucrecia Maldonado Huilo Ruales Óscar Vela


Así empieza mi historia ¿Por qué se suicidan las hojas cuando se sienten amarillas? Pablo Neruda

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o sé qué habrás pensado cuando escribiste ¿A veces no te sientes sola?, esa línea sin sal poética, tan opuesta a las pretensiones eróticas que una está acostumbrada a ver en los cuartos de baño. No pude sino sonreír. Ahí, sentada en el water, mirando la puerta que se había convertido en pizarra de dibujos, insinuaciones, desfile de marcadores, bolígrafos, algún intento de grabar con labial, es que veo tu letra decidida en la esquina diestra y me doy cuenta que habrás tenido que ponerte de pie. Es decir, antes o después de tus necesidades. No lo hiciste por aburrimiento. Lo hiciste porque querías comunicar algo a las siguientes desconocidas del inodoro. Buscabas que la gente te escuchara, tal vez que te entendiera.

Pero esa línea sola, firmada con un asterisco a manera de punto final, no habría bastado para enjaular mi inclinación al curioseo, que más bien es algo volátil. No habría sido suficiente para imaginarte con tus miedos y alegrías, con tu rostro desconocido y tu alma que aguarda ser explorada, conocida. No habría bastado, digo, para adivinarte ya como amiga, sentirte cerca de mí. Me llamó la atención la respuesta que te habían escrito. Esto nunca lo había notado antes y he pasado por todos los baños de la universidad y por buena parte de los públicos de Oslo donde se encuentran hasta jeringuillas. Me llamó la atención, digo, que sin querer hubieras iniciado un diálogo. Sin imaginarte que otra mujer anónima se hubiera tomado el tiempo de escribir A veces me siento como un oasis debajo de tu asterisco y del miedo recluido en tu pregunta. Entonces leer la respuesta y sentirme electrocutada fue una sola sensación. Y bajo los garabatos de esa breve frase, a manera de receta médica, estaba otra vez tu letra y tu firma de asterisco, pero la tinta era de otro color y cabría imaginarte a ti en el baño en otra jornada, con diferente ropa, sentándote en el trono y halagada porque alguien se hubiera molestado en responder a tu inquietud, una inquietud que, tal vez, tú habías incluso olvidado, seguro que ni cuenta te diste de que estabas en el mismo inodoro. Me gusta imaginar que las mejillas se te encendieron, como a mí misma me pasó, a mí, pobre espectadora, voyeur, yo iba solo allá a aliviarme la vejiga y al sentarme y levantar la cara veo esos renglones y siento como

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si escuchara una conversación íntima. Espía e invitada a la vez. Habías plasmado Te entiendo: pero nadie viene a beber. Y sonreí, claro, pero al mismo tiempo me puse triste por lo que te pasaba. A lo mejor tú misma te marchaste también con una sonrisa y algo de tristeza. Seguramente ésa desconocida no volverá a contestar, habrás pensado. Pero a lo mejor, sin querer aceptarlo en voz alta, planeabas pasar por el mismo baño en unos días, solo por si acaso. Y habrás descubierto que junto a tu última frase y tu asterisco de rigor alguien había escrito una grosería sin nombre. A nadie le importaba ya, porque lo vital estaba ahí, la letra de la desconocida de nuevo, ahora en bolígrafo verde. Un bolígrafo tan fino que pasó y repasó por cada vocal y consonante para facilitar la lectura. Se había tomado su tiempo. Le importabas. Pasan días y se resisten a venir. Y punto. Ése era el final. No más diálogo. Busqué en el resto del baño y ninguna de las frases se parecía a la tuya y la de ella. Ningún tipo de letra tampoco. Y yo sin saber cuándo habían dado comienzo a este intercambio. Tal vez meses, años. Yo sin saber quiénes eran e intuyéndolas cercanas al mismo tiempo. Sobre todo a ti, que empezaste ésta vivencia tan poco convencional en un lugar tan poco... bueno, en un lugar ni muy revolucionario ni muy sociable. Experimentaba entonces el hartazgo del internet y de ese boom de buscar amigos y parejas; sola en medio de todos me sentía caminar sin rumbo sobre un mar de arena. Yo misma me obligaba a avanzar, sin razón aparente. Me sentía inservible, ignorada, un oasis con agua para ofrecer y eso es lo que les dije. Escribí Yo también habito en un desierto. Y me pregunté si me escucharían porque lo mío era una súplica, una botella al mar. Después conocí a Harald. Supuse que mi oasis había dado con su sediento, salimos juntos todas las noches de la primera semana hasta separarme de mis amigas y perderme en él, sin importarme sus dientes teñidos por el amarillo del tabaco. Me hicieron bromas sobre mi entrega, la claudicación ante el amor y tantas otras boberías. Lo que dijeran los demás me importaba aún menos. Durante la segunda semana comenzó la guerra porque Harald se negaba a contestar mis SMS o respondía casi de madrugada. Y mis ansias y mi insistencia y mis preguntas eran las mismas, verlo al día siguiente para un café, mirar su cara, acurrucarme en su pecho. Pedía tan poco para ser feliz. ¿Quién se atreve a decir que esto no era amor? Pero él se negaba con la excusa de su tesis y una semana fue como un año porque rumié hasta el insomnio su nombre y apellido, otra vez su nombre y apellido que me daba vueltas en la cabeza mientras intuía nuestro futuro. Me tomó siete días notar mi equivocación. Y Harald no fue el primer prospecto de novio, ni el último, pero sí la gota que derramó el vaso. El agua del oasis estaría emponzoñada, mis

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frustraciones y miedos terminaron por desbordarse, me ahogaban, y empecé a llorar en las madrugadas echando ese manantial hacia afuera y dejándolo secar. Sola. Mis amigas no entendían del todo, si un día hasta se burlaron. Nada es eterno, decían, para qué lo extrañas si Harald tenía los dientes del color del mármol a la intemperie. Reían como si se tratara de un chiste en otro idioma, como el espectador que carcajea mientras los otros le imitan en acto reflejo. Hacían sus propios problemas más grandes para despojar de seriedad al mío. Una noche quise, proyecté, estuve considerando (y resulta tan pesado confesar esto que no sé ni cómo describirlo) causarme daño y el mero pensamiento, la sola certeza de que perdía el dominio, me causó pavor. Llamé a Harald de madrugada. No contestó. Me sentí en el corazón del silencio. Quería charlar, vaciar mi oasis, me estaba ahogando, sola, sin nadie para compartir mi agua que no debería ser lastre alguno. No estaba todavía emponzoñada, no estaba todavía maldita. Pero el agua estancada también se pudre. Pensé ofuscada que no me restaba amiga alguna por recurrir. ¿Y mis padres? Vino la duda. Prefería dejarme morir en el desvelo pesado de esa noche, desfallecer del susto y consentir que mis propios pensamientos me machacasen. Así me entregué a la soledad que no entiende de gritos. Una se cansa hasta de pedir piedad. Simplemente se deja ir. Supongo que muchas y muchos en la misma situación permiten que la marea los lleve… Pero tú fuiste mi boya salvavidas. Cuando volví al inodoro de Blindern habían pasado ya algunas jornadas desde el inicio de mi tratamiento, pero no fueron las medicinas las que me alegraron aquella tarde. Fue tu letra, otra vez. Sí, fue tu invitación. Y fue la sugerencia de tu amiga. Esas dos frases: Camina con nosotras fue tu renglón, y el punto final de tu asterisco. Y la otra agregó, con pulso firme, Juntas no nos vamos a perder. Tampoco fue la medicación ni la alergia por el polen lo que hizo que los ojos se me pusieran como esponjas. Entonces dejé mi número de teléfono inmortalizado en marcador púrpura. No me importó que otras pudieran gastarme bromas. El teléfono era para ti. Era para tu amiga. Era una cifra mágica, la botella de náufrago lanzada en la puerta de un servicio higiénico. Lo raro fue que esa misma noche me di cuenta de la inutilidad del impulso. Imposible que se tratase de una casualidad. Justo luego de eso creí que íbamos a ser eternas. Porque lo que nos ocurrió era todo menos un golpe de suerte: no habitábamos ése reino, el del azar, éramos más bien parte de algún ajedrez mágico. Pensé en una prueba mística. Me salvaste, sin saberlo, aquella misma noche que te digo, aquella que yo siempre recordaré como la velada del portento, cuando fui a la charla abierta de los estudiantes de Comunicación y Cine ignorando que estabas ahí, que tu amiga se encontraba ahí también; que me esperaban sin saberlo. El últi-

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mo grupo expositor, el de ustedes, me llamó la atención. Ésa es solo otra prueba de la maravilla. La oradora pequeña, gordita, de gafas y cabello corto, que no era otra sino tú. La segunda, tu completo opuesto físico, era quien respondía a los mensajes del inodoro. Tú y ella, el gordo y el flaco, Abbot y Costello, el Quijote y Sancho, se compenetraban tan bien en su exposición, un equipo envidiable hablando de ese proyecto de documental que al mismo tiempo sería la tesis de maestría, el tema aún un poco vago, pero la gordita (tú) jurando que viajarían por América Latina y después Ávila, San Sebastián, Roda de Ter y Cádiz, todo durante un año. Y yo pensé en la emoción de explorar y gracias a tus palabras simpatizamos de una manera casi religiosa, inexplicable. Inmediata. Tú y tu amiga, entonces, ya hablaban castellano. Y yo, curiosamente, tenía ese idioma como mi materia favorita de videregaaende skole. Y hablaste apasionadamente de Ecuador y dijiste que desembarcarían allá como primera escala porque ya lo habías visitado y mantenías contacto con jóvenes y nos mostraste algunas diapositivas mientras la otra, tu amiga, completaba que ella misma había estado en Quito tres años antes en un intercambio con una familia acomodada. Ambas atesoraban visiones distintas de una misma realidad. Nos hablaste de Alfredo, de Memo, de Margarita. Pero fue una imagen en específico, una diapositiva tuya, la que me cortó la respiración. Habías trabajado con grupos juveniles y escrito grafitis en Quito. Y vimos una pintada en una pared crema que tradujiste para la audiencia: El amor es como una fruta fresca. Jorge y María se aman. ¿Te acuerdas? Ese grafiti no fue plasmado por ustedes, solo lo encontraron, y era tan desabrido que se vieron obligados a responder en la misma pared: ¡Babosos! Éste país se cae a pedazos y ustedes pensando en el amor y las frutas. Ver esa letra y el asterisco al final de la frase fue una revelación que no he tenido y que quiero guardar en mi corazón, en la mente, en este texto escrito, en una película documental; quiero gritarlo tantas veces como sea posible para que la gente termine por creerme. Fue la certeza de saberse viva. Guardar una convicción incontestable de que existen los milagros: ése, ése es todo un privilegio. Y tú hablabas y hablabas y no sabías que yo estaba ahí, sumergida en una catarsis mística de la cual reaccioné para golpear con mi codo al tipo de la derecha y preguntar con una urgencia impropia cómo se llamaban estas chicas, y el otro que me dedicó un vistazo como se mira a una desquiciada antes de soltar Randi y Ann Kristin. Le dije gracias y me fijé en tu amiga Randi que hablaba y hablaba (esa misma noche me explicarías, entre risas, que ella era la segunda desconocida del cuarto de baño; Randi, que piensan nada había de prodigioso en usar los mismos servicios higiénicos, sus aulas están en el mismo edificio, para ustedes esos encuentros son pura coincidencia, para mí siguen siendo una extensión del milagro).

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Y antes de terminar tu exposición, antes de que yo me acercara como entre sueños para decirte a ti y a tu amiga que yo me llamaba Lene y presentarme (sobre todo presentarme, porque mi nombre y mi rostro no decían nada), para que se quedaran boquiabiertas, para que a ti te diera ataque de risa nerviosa y Randi no pudiese ni articular palabra, tomaste un libro de notas con la diestra y lo elevaste sobre tu cabeza pelirroja, como si fuese la biblia. Tu biblia azul. Escribías en él versos que te gustaban, líneas de canciones, grafitis, chistes. Todo eso iba a servir, de una u otra forma, para el documental. Y casi me voy en llanto cuando hablaste de Radka Toneff, esta mujer que se suicidó tan joven (me la hizo escuchar Harald alguna vez) y enfatizaste en los versos Han som reiste over havet / fra landet langt der nord / der triste mannfolk bor y cómo resistirme a la tentación de practicar mentalmente mi español: Que ha viajado a través del mar / desde ese país lejano, en el norte / donde viven los hombres tristes. Ése es mi país. Y yo quería escapar de él y hacer trabajo voluntario y ayudarlas indirectamente a armar un documental de los sitios donde, tal vez en mi ingenuidad, viven solo hombres alegres, tratan a las rubias como a reinas y la soledad para una extranjera joven es optativa. En mi mente el agua fresca del oasis rebosaba de nuevo y no faltarían las oportunidades de compartirla. Esta historia, que tan bien conoces, te la he dedicado hoy como un regalo. Mañana, cuando arribemos a Quito, me compraré un cuaderno azul. Y vendrá el día en que buscaremos para el documental ese sonido asombroso: la ventisca en el desierto de Palmira que, dices, suena a canción de cuna. ¿Sabes qué averigüé? Que Palmira tiene áreas con pinos. Es un oasis. Imagino a esa nana juguetear con montículos arenosos, volverse una tonada milenaria incapaz de ser escrita en graffiti o en puerta alguna, bella en su terco desfile de voces dispuestas a sanar. Wladimir Alfredo Chávez Vaca Quito, Ecuador,1977. Licenciado en Comunicación y Literatura de la Universidad Católica de Quito. Ha estudiado en las universidades de Bergen (Noruega), Arhus (Dinamarca) y Newcastle (Inglaterra). Durante varios años fue profesor de la cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Nordland (Noruega). Obtuvo su doctorado con la tesis «Un ladrón de literatura: el plagio a partir de la transtextualidad» (Universitet i Bergen, 2011). Actualmente es becario del Senescyt, estudia la maestría de Literatura Creativa en Español en New York University y mantiene un puesto como profesor en el colegio Universitario de Ostfold (Noruega). Artículos suyos han sido publicados en International Journal of Comic Art (IJOCA), Revista Caracteres, Letras Femeninas, Dialogía, Variaciones Borges e Iberoromanía.

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Segundo Premio Francotirador Vinicio León Mancheno Jurados: Lucrecia Maldonado Huilo Ruales Óscar Vela

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El premio

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no ser por el lacónico y convencional 783, aún estaría de espaldas a la ventana que mira al parque y al zureo de las tórtolas, cumpliendo con ese orden riguroso que otros han determinado para mi vida. Con toda seguridad, el abogado Letamendi (leóntina de oro en el bolsillo izquierdo del chaleco), amable y estereotipado, iría depositando uno tras otro sobre mi mesa sus legajos de testimonios y alegatos para que yo los mecanografiara. Y a la salida del despacho me echaría a caminar hacia el ámbito tibio y angustioso donde mamá y su reumatismo estarían esperándome con una sonrisa de resignación. Recorrería las aceras de siempre imaginando mil excusas para no llegar, deseando extraviarme por algún camino que no estuviese confabulado con el universo entero para impedir que por una sola vez me ocurra algo distinto, inédito, sorprendente. O buscaría a mi amiga Raquel, tan confiable y rutinaria, para tomar juntas una taza de café y dejar que el tiempo resbale con una languidez amable, con una satisfactoria vacuidad configurada de rumores y confidencias. Sucedió de repente: entre atender al abogado que me abrumaba con su correspondencia a Industrias Lácteas y el teléfono timbrando sin parar, apenas me fijé en el trozo de cartulina azul que Raquel, la chica de la recepción, dejaba sobre mi mesa con una sonrisa y un adiós. Ahora que la memoria se empeña en convertir estos recuerdos en palabras, parece que hubieran ocurrido apenas ayer. El fastidioso 783 anduvo revoloteando por la mesa como para evitar que lo confinara al bote del olvido, hasta que cerca de la hora de salida apareció en medio del contrato que debía presentar al delegado de Industrias Lácteas. De prisa y corriendo no me quedó más que sepultarlo en el cajón de abajo, entre esas cosas que aún te resistes a mandar a la cesta de la basura. Y de improviso, una tarde casi demasiado tranquila, la monotonía se hace trizas cuando desde la oficina contigua Raquel entra gritando: «¡Te ha tocado el premio!». Se instala en el aire un rumor de voces excitadas y una no sabe si adherirse al entusiasmo colectivo porque no confío, jamás he

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confiado, en las limosnas de la suerte. Incluso el abogado Letamendi ha salido de su fortín privado, curioso y risueño, acariciando el entorchado meticuloso de la leóntina. Se sitúa en su pedestal distante y sentencia desde arriba: «Puede disponer de sus vacaciones y aprovechar ese premio —frunce el entrecejo, se da tiempo para pensar— y cuente con la bonificación adelantada de fin de año». No queda más que angustiarse por el pasaporte como instrumento de identificación universal, el repaso a los escaparates pensando en el clima y en las usanzas europeas, el sobrepeso del equipaje, los billetes de avión y las cosas que seguro olvidaré. Antes de darme cuenta ya es Roma, sin haberme despedido de la tía de los gatos persas y las figurillas de porcelana. «Hotel Internacionale, signora», —declama el taxista, al detenerse junto a una acera en Vía Veneto. Ya he visitado Roma, o por lo menos cuanto de Roma se puede ver en una semana de arduas caminatas, integrada con escolar disciplina al rebaño de forasteros que recorren las plazas, las iglesias, las fuentes, los monumentos carcomidos por la Historia. He mirado cuanto hay que mirar con esa avidez que solo los turistas pueden poner en los ojos, y el repiqueteo de mis tacones en el pavimento de Roma es algo que quiero llevar conmigo para no olvidarlo jamás. Regresar por las noches al hotel y saborear esa pausada soledad extranjerizada, forma parte de una rara melancolía que nunca había experimentado antes. Si me hubiesen dado a elegir, sin dudarlo habría preferido Venecia. ¿Quién no ha soñado con visitar Venecia, las góndolas del Rialto, la Plaza de San Marcos? Pero había que aceptar los designios del 783 y tuvo que ser Nápoles y los lugares obligados: la Vía Toledo y los palacios pintados por Lucca Giordano, la iglesia del Duomo y la sangre de San Genaro, un cordel infinito de ropa tendida a secar de balcón a balcón, el Vesubio en el fondo del golfo como un espolón que amenaza perforar el cielo. Y Pompeya queda tan cerca que ir a verla se vuelve obligatorio. Como si de su buena obra del día se tratara, el camarero del albergo me escoltó a este rincón casi escondido y a la mesa más pequeña de todas. «Tornaré presto, signorina», y me dejó sola en el comedor repleto de gente, aunque no tardé en descubrir que este rincón y este ventanal quedan frente a la Porta Marina que da entrada a Pompeya, y un poco por detrás, entre las lanzas de los cipreses, deja ver las columnas de la ciudad decapitadas por el Vesubio, aquella punta del acantilado de Sorrento sembrada de naranjos y limoneros, y el mar y la Isla de Capri haciéndose el amor a pleno sol, a plena vista.

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Pueden pasar horas antes que vuelva el camarero. La alternativa es marcharme y buscar otro comedor, pero conforme entran turistas esta debe ser la última mesa de todas las mesas de Pompeya. Esta pareja de al lado, por ejemplo, norteamericanos, sin duda, deben tener una hija rubia, atractiva y liberada. «Wonderfull Darling», habrán escrito en el reverso de la postal que a estas horas irá camino de Chicago. Los cuatro de allá divulgan con sus cámaras fotográficas su origen japonés. Y aquellos dos, escandinavos sin duda, hace rato llevarán preguntándose por qué estoy sola en esta esquina del albergue. Aquel de la camisa blanca acaba de llegar, ¿viene solo, o es de los que se niegan a integrarse en los rebaños? Por el gesto con que mira el comedor repleto diría que está a punto de dar media vuelta y marcharse. Lo veré perderse tras esa esquina de las buganvillas azules. Parece que cambió de parecer. Entra, da tres pasos y se detiene; acaba de descubrir el único asiento libre en todo el comedor del albergue. El camarero ha surgido como de la nada y con su sonrisa sobrepuesta le murmura algo, adopta un gesto atribulado mientras le garantiza, con las puntas de los dedos juntas, que la signorina estará complacida de compartir la mesa con el señor, y lo conduce a esta esquina abriéndose paso entre montículos de espagueti y tortellini. Ya no queda más que acogerlo con internacional desenvoltura y esperar que termine de lamentarse por las incomodidades de la temporada turística que no ha dejado una sola mesa libre. Es una disculpa en toda regla, para terminar señalando en la ventana el tono añil del mar y la fragancia de los limoneros… Habla casi con dulzura y lo dice de un modo que seduce; no obstante, solo es un turista que no encontró otro asiento. Después de la comida dirá adiós y si te he visto no me acuerdo. —No, no espero a nadie. Viajo sola. ¡Vaya pregunta! ¿No bastaba con verme frente a un cubierto solitario en la esquina más apartada de un restaurante lleno de gente? Llega luego la crónica obligada de las presentaciones. En esta esquina aislada del comedor quiero ser aquella que nunca fui. Siempre he deseado ser ésta que lleva el vestido escotado, el collar de abalorios multicolores, carmín en los labios y los tacones que van repiqueteando, el taconeo que llevaré conmigo para no olvidarlo jamás. Soy aquella que un día descubrió en el fondo insidioso del espejo que quería ser Claudia. No muy alta, de tez clara y ojos marrones, tal vez un poco impetuosa, y que lleva un relicario de oro con la fotografía de mi madre. Claudia es diseñadora de modas, y el director de la compañía donde trabajo me atribuye un talento especial para lo elegante y refinado. Cada cierto tiempo me envía

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a Italia. Esta visita a Pompeya es una escapada de fin de semana. En Roma suelo pasear junto a la Fontana de Trevi o tomo un aperitivo en una de las terrazas del Piazza Navona. No bien he comenzado a sentirme Claudia, cuando nos interrumpe el camarero con la carta del menú. —El minestrone está delicioso, y la pasta exquisita, exquisita. —Me llamo Ernesto —acaba de decir mi flamante compañero de mesa, y la verdad es que no podía ser otro, lo esperé por toda una eternidad. La frente, la nariz, los labios, no pueden ser de alguien que no sean de Ernesto. Ha tomado la cartilla del menú como si la supiese de memoria, ignora las dieciséis formas que en Italia se cuece la pasta y se detiene en el apartado de los peces y mariscos. —Solo una pizca de ajo, por favor, y el pan que sea muy tierno. Y llega la elección del vino. También presume de ser un entendido. Prescinde de la carta y se enfrenta al cuello almidonado del camarero. Blanco, desde luego, y «Lacrima Cristi», especifica con firmeza. Simula que espera mi aprobación, pero yo parpadeo desconcertada porque ese nombre acaba de perforar las mismas entrañas del tiempo. A menudo el pasado nos sobrepasa y nos abruma; ese Lacrima Cristi era en opinión de mi padre la suma perfección de todos los vinos, el vino de consagrar que se transforma en la sangre de Cristo. Lacrima Cristi: lo pronunciaba con una nostalgia que, como el vino mismo, madura con el tiempo; si bien mi padre se fue para siempre sin saber que las cepas de esas uvas blancas que destilan las lágrimas de Cristo brotan entre las grietas de lava en las laderas del Vesubio, y mecidas por los vientos del Tirreno se contagian de esa savia audaz y, sin embargo, delicada… Nunca supo nada de este ventanal a los pies del Vesubio, ni de Capri en la distancia bajo un cielo color turquesa, las buganvillas aquí en frente, las rotas columnas de la ciudad, esta mesa, Ernesto o las cepas del vino de consagrar. Veo salir por la Porta Marina a una muchacha de largos cabellos negros que lleva una cesta en el brazo y no acierto a discernir si es de aquí y de ahora, o es la nieta de un senador de toga blanca que recita un encendido discurso en el Foro de la ciudad. Ernesto convierte el simple acto de comer y beber en todo un ritual que oficia con su charla divertida y su lenta manera de saborear. Dice que está de paso a Ginebra, se irá mañana a primera hora. No es partidario de los grandes hoteles y le gusta sentarse en las terrazas de los bares con una copa de vino mientras ve desfilar a los más variados especímenes

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de turistas; y esa historia de caníbales que acaba de inventarse, la cuenta como si en verdad se hubiera escabullido de una de esas grandes ollas de cocinar exploradores. De repente se levanta, deja dinero en la bandejita de la cuenta y me toma de la mano con una libertad que elimina cualquier preámbulo. Las protestas por pagar mi parte no sirven de nada. —Vamos, o Pompeya se quedará sin nosotros. Pasamos bajo la romana hendidura de la Porta Marina. Un tanto intimidados por los dos mil años congelados, comenzamos a recorrer aquellos increíbles adoquines de Pompeya. Ausentes de los itinerarios, nos detenemos ante una columna, un arco, una plaza, prodigándonos frecuentes y menudas atenciones en un lenguaje que minuto a minuto va pareciéndose al lenguaje improvisado del amor. En los pórticos del Foro Ernesto pasa un brazo por encima de mis hombros, y ante la admiración de los cupidos de la Casa Vetti me da el primer beso, diría que demasiado apasionado para ser un primer beso. Yo fui Claudia, aprendiz de viajera y aprendiz de mi única cita romántica. He revivido tantas veces los pormenores de ese viaje (de esa noche) que ya va siendo hora de que el olvido comience a desbaratar estos recuerdos. No me queda otra cosa que confiar en que tal vez el tiempo encuentre un sucedáneo. Entre tanto he vuelto a ser Carmen, con mamá y su reumatismo, mi amiga Raquel tan previsible y confiable, la horrenda leóntina del abogado Letamendi, el zureo de las tórtolas en el parquecito de aquí enfrente. Guardo como un fetiche el boleto ganador, ese 783, que traía incluida una noche de amor en un albergo fragante a limoneros. No dejo de preguntarme: ¿Consistió solo en eso la jugada insidiosa del amor? Y no doy con la respuesta. Todo lo que siento es que duele, pero fue mejor que lo encontrara entre las columnas rotas de Pompeya y perderlo, que no haber sido amada hasta ahora.

Vinicio León Mancheno Riobamba, Ecuador,1932. Miembro de la Asociación de Escritores de España. Obtuvo el primer premio en el Concurso de literatura infantil Alicia Yánez Cossío, del Gobierno d ela Provincia de Pichincha, con la obra Un diamante en la alcantarilla (2012). Ha publicado, entre otros libros, La isla de los dinosaurios y otras historias, Los relojes blandos (1998) y la novela El aprendiz de alquimista (2012).

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Pichincha: por el pleno derecho de los migrantes Giovanna Tipán Barrera Directora de la Unidad de Gestión de Movilidad Humana - GADPP

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ladimir, Leticia, Carlos, Josephine, Ylrick, Alex, Ali, Rhonal, Gladys, Elmer, Nona, Chimene, Anya, Etore, Sadia, Mohamad, Nassar. Colombia, Haití, Venezuela, Cuba, Sri Lanka, Camerún, Afganistán, Italia, Rusia, Ucrania, Uzbekistan, Siria, Iraq. Nombres y lugares. Detrás de cada palabra una historia que habla de cómo nos movemos por el mundo, de cómo cada nombre va buscando un espacio en este planeta sin distinción de idioma, creencia, color, fe. Cada nombre, también, significa la crueldad de la guerra, de los desastres naturales, del perverso sistema económico que nos obliga —regularmente— a vender nuestra fuerza de trabajo y a jugarnos como veletas entre nortesur a los dueños del capital transnacional. Cada nombre y cada territorio implican, también, un profundo sentimiento de desarraigo al vernos obligados a abandonar el país que nos vio nacer. Muchas son las causas, pero sólo una es la consecuencia: vulneración de derechos en toda su dimensión. Basta ver las noticias de cómo el recrudecimiento de las guerras armadas en África del Norte, Medio Oriente, Centroamérica o las condiciones de inequidad en Suramérica, a conflictos étnico-religiosos

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han convertido gran parte del mundo en un cementerio. Migrantes que a costa de su propia vida procuran cruzar la frontera. Fronteras que se cierran por el recrudecimiento de las políticas migratorias que ven al migrante como el que viene a amenazar su paz y su comodidad. Varios son los prejuicios y estereotipos que se cargan a las personas migrantes: sicario, prostituta, delincuente, narcotraficante… ¡Qué pesadas son esas cargas para cientos de personas que solo buscan un futuro para ellas y para sus familias! Los primeros nombres corresponden a ciudadanos y ciudadanas del mundo que han encontrado en Pichincha su territorio de paz y en el Gobierno de la Provincia su aliado para el pleno ejercicio de sus derechos. Desde el GAD Pichincha se busca garantizar el artículo 9 de la Constitución ecuatoriana que dice: «Las personas extranjeras que se encuentren en el territorio ecuatoriano tendrán los mismos derechos y deberes que las ecuatorianas, de acuerdo con la Constitución», para ello, desde noviembre de 2013, cuenta con una Unidad de Gestión de Movilidad Humana,


considerada pionera, debido a que su política se orienta a generar espacios de dignificación que promuevan y protejan los derechos de todas las personas que lleguen en estas condiciones a la provincia de Pichincha.

como un hecho articulador entre dos culturas que se convierta en un dialogo abierto y creador entre iguales. Conversar entre diferentes y encontrar las empatías de lo que somos, comemos, vestimos y hablamos, es el reto; y, para ello, hemos impulsado un proceso de integración con jóvenes de barrios urbanomarginales de Quito, quienes por medio de la hip hop, break dance, teatro, grafiti encuentren un lenguaje común sin importar su origen o procedencia.

Josephine, Ylrick, Alex, Ali, Rhonal, Gladys, Elmer, Nona, Chimene, Anya, Etore, Sadia, Mohamad, Nassar nos obligaron a pensar y trabajar en una política incluyente para todas las condiciones migratorias: inmigrantes, emigrantes, retornados, refugiados, despatriados, en una gran mayoría víctimas de tráfico ilegal o de la trata de personas, los dos últimos considerados delitos conexos El proceso al proceso migratorio. Nuestra migratorio política nos obliga a no cerrar como un hecho los ojos frente a la injusticia de articulador entre no tener «papeles», sin considos culturas que se derar que estos se traducen un convierta en un mero trámite administrativo dialogo abierto y a la potestad discrecional y creador entre del Estado para considerarnos iguales ciudadanos o no. La política territorial del GAD Pichincha busca, a través de servicios especializados como asesoría legal, trabajo social, apoyo psicológico, asesoría para inclusión económica: inserción laboral y/o autoempleo, fortalecimiento organizacional para generar la sinergia entre inclusión social e inclusión económica, que garantice el pleno ejercicio de los derechos de las personas que han apostado por nuestra provincia como su hogar. Paralelamente, la política del GAD Pichincha busca crear espacios de convivencia intercultural pacífica, entendiendo el proceso migratorio

Impulsamos una campaña que rompa los esquemas y estereotipos con que son señaladas las personas migrantes. Hemos publicado 15 historias de vida, que nos ponen en el lugar del otro, de la otra, relatos que hablan de cómo las personas migrantes terminan siendo el último eslabón de la cadena y quienes pagan las consecuencias de las injusticias económicas y políticas. Junto al Instituto Tecnológico Pichincha se dicta un curso de español que en corto plazo se ha convertido en una herramienta de integración que evite la explotación.

Varios son los aprendizajes y retos, pues cambiar la lógica y redimensionar la comprensión del proceso migratorio implica re-construir y deconstruir imaginarios. El Gobierno de Pichincha, busca por medio de acciones interculturales ser el garante de los migrantes como ciudadanos ecuatorianos con plenos derechos.

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Las fiestas de La Merced (Segunda parte) Texto y fotos de Jennie Carrasco Molina


El siguiente texto pertenece al libro inédito Entre la magia y la energía. Magiawan ushaywan chakrurishka. «Tras las huellas de la identidad de la parroquia La Merced», investigación de la escritora Jennie Carrasco Molina, del cual publicamos en el anterior número de Imaginaria 17, una primera parte.

Aniversario de parroquialización

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l 4 de mayo de 1964, La Merced se convirtió en parroquia. Desde entonces, cada año se festeja la parroquialización, con desfiles, festivales, concursos y actividades culturales importantes. La conmemoración, cuya organización está a cargo de la Junta Parroquial, se comienza a preparar desde enero, «para que salga bien». Para la elección de la reina se invita a un coreógrafo que prepara a las candidatas. Se realiza una convivencia con juegos de integración, se presentan, se ve el vestuario, el maquillaje, se hacen sesiones de fotos. La elegida preside las fiestas. Una parte importante de las festividades de parroquialización es el concurso de bandas de pueblo, en el que participan bandas de todo el cantón.

También se organiza una feria de productos artesanales, un campeonato de atletismo, el festival de la canción nacional para aficionados «Ilaló de oro» que se desarrolla anualmente, incentivando a los jóvenes y niños a apreciar la música nacional. Asimismo, es importante el concurso del libro leído, en el que intervienen los niños y niñas de las escuelas de todos los barrios. Es hermoso ver cómo los participantes se preparan y, con emoción, narran lo que han asimilado de sus lecturas. Una buena manera de incentivar el amor por los libros.

Es hermoso ver cómo los participantes se preparan y, con emoción, narran lo que han asimilado de sus lecturas

Para el desfile de la Confraternidad Ambiental que se realiza bajo la modalidad de preservación del ambiente y el reciclaje, se convoca a organizaciones sociales e instituciones públicas y privadas, quienes, en caravanas por las calles de la parroquia, muestran su colorido y sus propuestas para concientizar sobre el cuidado del ambiente en La Merced.

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Es digno de destacar el ascenso al Ilaló, donde se celebra un ritual con la presencia de un yachak. Se prepara una pambamesa para recordar el significado de cada producto, el significado de la tierra. Y para valorar y preservar la naturaleza. El 4 de mayo, en la cancha de uso múltiple, se realiza la sesión solemne, con representantes de los barrios y autoridades del Distrito Metropolitano de Quito.

Corpus Christi en Inti Raymi Corpus Christi es una celebración cristiana, en la que se conmemora la institución del Sacramento Eucarístico, denominado «La Cena del Señor».


Fue establecida por el Obispo de Lieja, Roberto de Torote, en el año 1247. El Papa Urbano IV ordenó su celebración en todo el orbe católico en 1264. Es una de las celebraciones más antiguas traídas por la evangelización española. Pero estas celebraciones religiosas, al llegar a territorio sudamericano se encontraron con otro festejo, propio del lugar, el Inti Raymi, la «Fiesta del Sol», en la cual se glorifica al lnti o Dios Sol, y se agradece a la Allpamama por las cosechas recibidas en el año. En ciertos sectores de los Andes, esta fiesta toma significados más complejos, develándose la cultura y cosmovisión del lugar, que se niegan a desaparecer. En el fondo se mantiene la celebración ancestral, sincretizada con la visión religiosa extranjera. En Corpus el personaje más importante es el mayoral, Mayo, el hombre que va llevando la fiesta.

Con un año de anticipación se nombra a los responsables de la organización. Se reúne la comunidad y eligen al Prioste o Alcalde, entre quienes se ofrecen voluntariamente. Este nombramiento, aparte de constituir un honor personal, implica correr con todos los gastos. Las celebraciones de los Andes se caracterizan por ser muy alegres. En las fiestas de Corpus, todos los personajes se reúnen en la casa del prioste, donde se sirve un suculento desayuno: caldo de gallina, papas, mote, hornado. Allí toman fuerzas para bailar durante todo el día en la plaza del pueblo. La Virgen de La Merced preside todas las celebraciones. Visita la casa del prioste, donde se le viste con las mejores galas para llevarla en procesión por todo el pueblo. Ella es la patrona de la

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parroquia, es la homenajeada, la transportada en andas, para festejar el agradecimiento a la fecundidad de la Pachamama. La fiesta de Corpus Christi había desde mucho más antes. Cuando era tiempo de hacienda de don César Chiriboga, ellos mismos nos daban permiso para las fiestas, huasipungueros que éramos, desde miércoles hacíamos la fiesta, la gente libre. Octava era lo mismo, jueves, viernes, sábado, domingo. Casi tres semanas1. En la época de la hacienda Corpus Christi se celebraba el día jueves. Invitaban para que amarren el castillo el miércoles. Los que iban a preparar el castillo no iban al trabajo de la hacienda. El miércoles tarde, a las 6, se hacía la misa de castillo. Tendían una sábana, la gente se sentaba alrededor a comer maíz, habas, tomar chicha. Era la mesa de castillo.

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Después toda la gente le daba una oración. Dando oración se servían esos tendidos. Después daban uchuapi, con mote, papitas, salsa. Y una fundita de pan, plátanos y naranja. Los alcaldes eran los que daban. Advertían que al día siguiente era Corpus. Ellos ya estaban preparados para bailar. El jueves a las 6 de la mañana ya estaban bailando. Hacían la misa de los rucos. Apenas terminaba eso iban donde otro alcalde, a hacer la mesa. «Ya llegó la hora», decían, llegaban dos jorgas de rucos con dos de soldados y hacían recorrer a los alcaldes. Así donde otro alcalde. Tenían que estar en Alangasí, para hacer parar los castillos. En cada castillo ponían sus astalitos, un santo que se pone en el castillo. En La Merced le ponen a la Virgen. Todo el mundo oía misa, sacado sombrerito. Terminada la misa, sale la procesión y después de esta el baile público.


A la espalda carga una ashanga3 llena de frutos y en la cabeza, sujetadas por una tiara, lleva plumas de pavo real y guacamaya. Sus cabellos son largos, oscuros y van trenzados.

Después venían las octavas de Corpus, con misa, procesión y danza, ocho días después de la fiesta. Llevaban los castillos en la procesión y dejaban atrás de la iglesia. Amanecían bailando sólo con pingullo y tambor. Los alcaldes daban de comer a la media noche, alguna sopa. Al amanecer daban chocolate con quesillo y con pancito. Ahí, a las 6 de la mañana se despedían. Bailando andaban2.

La «Mama Palla», como se refieren a ella, también es guardiana, guía y defensora de sus hijos. Hasta el siglo pasado, a los indígenas se les tenía prohibido ingresar a la iglesia. La misa tenían que recibirla en la parte posterior, siendo únicamente los «blancos» quienes podían participar de estos rituales en forma directa. La Palla no ha olvidado el maltrato infligido a sus protegidos, y por solidaridad y una dosis de resentimiento, ella insiste en aguardar en las afueras del templo con sus hijos4.

La Palla Con su imponente presencia, la Palla, encabeza todos los festejos de Corpus. En todas las versiones sobre su origen existen elementos comunes, como la gratitud que se le tiene a este personaje femenino por ser la cuidadora y proveedora de los alimentos. Dicen que «era la cuidadora del cerro, y su gran tamaño se debía a que pertenecía al grupo de gigantes que antes poblaban las faldas del Ilaló, en el sector de Kalliwaycu. Ella custodiaba el cerro cabalgando en los mastodontes» que habitaron estas tierras hace siglos.

Con su imponente presencia, la Palla, encabeza todos los festejos de Corpus

Es una muñeca, títere gigante, construida con un armazón de carrizo en forma de cono, de unos 2,50 o 3 metros de altura. A éste se le agrega la cabeza que, tradicionalmente, se fabricaba con la base del penco. Actualmente se utilizan cabezas talladas en madera o confeccionadas con fibra de vidrio. Está cubierta con una tela blanca y va adornada con aretes y collares (antes eran de manzanas silvestres). En el pecho lleva imágenes del sol, la luna o el maíz. Lleva en los hombros una pachalina cuyo color hace juego con el grupo al que pertenece. Los brazos terminan en unas pequeñas manos protegidas con guantes blancos.

La Palla va acompañada de un músico que toca una caja (tambor) y un pingullo (antes era un rondador), instrumentos exclusivamente tocados para ella.

Los rucos

Los rucos, los ancianos de la corte, con sus danzas rituales rinden tributo al Sol por las cosechas, por el dorado maíz, el trigo, la cebada. Los rucos de La Merced cubren sus rostros con máscaras de alambre y bailan con cierta inclinación del cuerpo hacia adelante; sus movimientos, aunque enérgicos, son siempre mesurados, revestidos de dignidad. Van al ritmo del pingullo y el tambor que, en su conjunto, se denomina «Mama». Los rucos llevan un pantalón negro, zapatos negros de cuero, camisa y medias blancas. Se cubren con una capa de color vivo, con bordados de mazorcas de maíz, toros, palomas o el copón de la eucaristía. Las capas son de color fuerte que, en la actualidad, es usado como distintivo de cada

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barrio. Sus bordes están adornados con flecos dorados. Usan sombrero negro de paño adornados con cintas, cuyo color guarda relación con el de la capa. El sombrero va sobre pelucas de largos cabellos oscuros que evocan a los hombres antiguos, que dejaban crecer libres sus cabelleras. En los bolsillos traseros del pantalón cuelgan pequeños pañuelos igualmente bordados. En las pantorrillas se atan un juego de cascabeles cuyo sonido agudo y repetitivo refuerza el ritmo de los pasos, sirviendo «para espantar a los malos espíritus». En las manos llevan guantes o pañuelos blancos para sostener las ofrendas. Las ofrendas son toros de madera, peluches, serpientes de madera, mazorcas de maíz, plumas, flores, abanicos, fuetes. El torito que portan los Rucos en la mano derecha, dice Segundo Luis Moreno, debe representar a los dioses lares de los indios, que en la máxima solemnidad en honor del sol, salen también a rendir su tributo de amor y vasallaje al Inti soberano. La ofrenda del toro la realizan levantando el torito y ofreciéndolo al Sol, al compás del baile en círculo5.

tener descanso, y el compás no se pierde durante todo el día.

Los sacharunas o sacha danza Representan a un ser mitológico de la selva y de la montaña. Un vestuario de musgo cubre todo su cuerpo que lleva colgados ajíes, taxos, granadillas, uvillas, maíz y adornos pequeños variados. Su pecho y cabeza van adornados con flores y enredaderas. Cuando la gente se acerca y quiere arrancarlos, el mayoral ortiga las manos.

Su baile pareciera no tener descanso, y el compás no se pierde durante todo el día

Casi siempre, este personaje es interpretado por hombres adultos, pero poco a poco es más frecuente divisar a mujeres, niños y niñas de muy corta edad formando parte de este grupo. Una de las características fundamentales de los rucos es que siempre van en grupo, y en su baile y gritos se puede sentir la fuerza que surge de la energía colectiva. Como describe Wilson Pico, «los rucos se llaman entre sí “primos”, y le dan este mismo calificativo a todo aquel que ellos consideran parte de esta familia simbólica que forja el festejo»6. El paso de este grupo es un brinco ligero cruzando una pierna por sobre la otra, luego a dos tiempos dan dos brincos cortos. Su baile pareciera no

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En conjunto recuerdan a un ser que ha habitado desde tiempos antiguos el corazón mismo del cerro y, sin previo aviso, ha despertado, olvidando sacudir del cuerpo toda la maleza acumulada, y se encamina al pueblo atraído por la música de los festejos7.

El musgo lo consiguen en Guayllabamba. Antes iban al río Chiche, pero allí desapareció. Una vez hecho el vestido —de diferentes tamaños—, hasta los más pequeños de la familia bailan con este personaje. Se pegan, por aquí y por allá, por todo el traje, frutas y plantas de colores claros. El musgo se lo coloca inclusive en los zapatos, cubriéndoles en su totalidad, y en capuchas o sombreros en forma de cono. Según Fernando Moncayo, los Sacharunas son personajes, que buscan representar a los seres del monte, como si de una extensión viva del cerro se tratara. La gente de La Merced supone que son troncos viejos que vienen de Mama Tena, en el Ilaló, «un montecito donde hay árboles, muchas plantas».


Los aya-umas El aya-uma simboliza espíritu, fuerza, energía, poder de la naturaleza —tanto positivo, como negativo—, el sol o la oscuridad. Uma representa a la cabeza, al guía, al dirigente. En la religión del mundo indígena andino, aya-uma representa al líder transformado y superdotado, al guerrero poderoso y poseedor de la energía vital de la naturaleza. En el baile desempeña el papel de alertar, proteger y defender. El aya-uma es un personaje que se encuentra en diversas festividades en el territorio que va desde

Cañar hasta Imbabura. Su nombre significa «cabeza de espíritu» (aya-espíritu; uma-cabeza). «[...] Podemos decir que la recuperación del nombre aya-uma se debe a las largas luchas anónimas que hemos realizado en los años 90 para liberarlo del nombre colonizante diablo-uma.8 Usan pantalones ligeros sobre los cuales llevan zamarros de color café oscuro. Sus camisas son blancas y algunos llevan capas o pañuelos coloridos, que hacen juego con la vestimenta del grupo barrial al que pertenecen. En la cabeza llevan máscaras de tela muy elaboradas, que poseen un rostro en la parte delantera y otro en

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la parte posterior. Por lo general una de las dos caras lleva un color más apagado que la otra. En la parte superior de la máscara hay unos 12, 10 u 8 penachos semirrígidos de colores que terminan en una borla de lana. El cuello y el pecho van cubiertos también por la máscara. Los ojos son pequeños y de su boca surge una gran lengua roja. Las narices y orejas son formadas por sencillas tiras salientes y colgantes de tela. Su vestimenta está llena de símbolos. El blanco simboliza el poder de chayshuk-pacha o el mundo espiritual de los ancestros, que es el paso necesario para llegar a la luz de la vida. Representa la sabiduría de los ancestros. Al utilizar el zamarro recupera su poder perdido. El látigo es símbolo de autoridad, tanto humana como espiritual, y se utiliza permanentemente, azotando el suelo y el ambiente para purificar de malos espíritus el espacio en donde van a danzar los bailadores…9

elevando las rodillas como si se tratase de una marcha, pero con pequeños brincos al ritmo de la música.

El oso

Usa un grueso disfraz confeccionado con piel de oveja sobre todo su cuerpo y lleva una máscara. Así vestido baila durante horas, atado a una cadena. Un domador —que es un niño o joven vestido de militar, con la cara pintada de color oscuro— agita un machete como arma e instrumento para incitarle a bailar, mientras él trata de ataBailan car a los espectadores. En las en largas fiestas de los colegios también columnas o se representaba a este animal. en círculos El domador le decía: «Baila osigrandes, to, trabaja, para eso te traje del dando pasos monte». largos y

cruzando ligeramente las piernas

Los soldados Van muy formales, con trajes de policía en color verde oliva, zapatos de charol negro y guantes blancos. Su pecho se cruza con una banda tricolor o cintas, llevando al hombro una bandera del Ecuador, de Quito, o una Wipala.10 También van vestidos con pantalones blancos, chaquetas de varios colores y botas altas de cuero, portando banderas del Ecuador y marchando al compás de la banda o del Mama. Bailan en largas columnas o en círculos grandes, dando pasos largos y cruzando ligeramente las piernas. Cuando están reunidos, bajo la tutela del cabecilla, cambian de paso, en esta ocasión

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Su baile es de brincos cortos, como una ligera marcha. Caminan junto a los demás grupos y en ciertos momentos forman un círculo pequeño y bailan con el militar que da órdenes blandiendo el machete o arrastrándolo por el suelo. Este grupo no tiene un pingullero o un ritmo particular, sino que se une a la música que esté más próxima a ellos.

Vaca loca Un hombre porta sobre sus hombros una representación de una vaca, forrada con la piel del animal o un armazón de carrizo con tela y papel. Los cuernos llevan una mecha encendida en sus puntas, mientras corretea persigue a la gente que asiste a la celebración.


El mayoral

Matías Ilaló

Mayoral es el término con el que se designaba al empleado de la hacienda encargado de supervisar y ordenar el trabajo agrícola de los demás trabajadores. Tenía algunos elementos distintivos de poder que le otorgaban cierta autoridad y una posición jerárquica superior al resto de sus compañeros indígenas.

Matías Ilaló, al que algunos llaman también Juan, baja del cerro para asistir a la celebración de Corpus Christi pero permanece en la puerta de la iglesia. Se dice que es el guardián del tesoro guardado en el Ilaló. Y el día de Corpus lo comparte con la gente del pueblo.

Se lo representa como un trabajador indígena de hacienda, vistiendo un poncho de gran tamaño, sombrero de paño o paja, gruesos pantalones, botas de caucho y en la mano un fuete, símbolo principal de su autoridad. A veces carga un azadón para labrar la tierra y con ortiga persigue a los que quieren arrancar las frutas de los sacharunas.

En la procesión, simbólicamente, lanza monedas de oro (chocolates dorados, en forma de moneda) y caramelos, asimismo envueltos en papel dorado. Su traje está hecho de monedas antiguas y de joyas de fantasía doradas, campanas doradas como si fueran de oro. Está todo enjoyado, con su bastón dorado y su sombrero brillante.

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Pingulleros y tambores El pingullero, conocido como «Mama» es un músico tradicional que interpreta el «pingullo», instrumento de viento de tres orificios que se acompaña simultáneamente con una caja o tambor pequeño, acompasando el baile de los rucos, sacharunas y soldados, en la fiesta de Corpus Christi. También acompaña el baile de los morenos, el 24 de septiembre, en la fiesta de la Virgen de La Merced, la más importante de la parroquia. Antiguamente, los pingulleros no tocaban sólo en las fiestas sino cuando pastaban los animales. José Catagña Morales toca desde niño, la música que brota de su pingullo ha marcado cada etapa de su vida. Cuando iba a pastar los borregos, tocaba el pingullo que le había regalado su abuelita. Mientras pastaba los animales, en las tardes, compartía esta actividad con sus amigos y jugaban a las mishadas. Los juegos transcurrían entre

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melodías entonadas con sus pingullos. La música sonaba de una quebrada a otra. Estas melodías entonadas de oído fueron tomando ritmo con el paso de los años. En el Barrio Guantugloma se escucha la música de estos artistas. José Catagña es muy solicitado para tocar en las fiestas tradicionales. Entona una docena de melodías que aprendió al oído, y que adaptó según su sensibilidad. Toca para los rucos, para el mayoral, para el guiador (cabeza de grupo). Las notas del pingullo invitan a bailar, es una danza que provoca éxtasis, al conectar al danzante y al tocador con los sonidos primordiales de la naturaleza y del propio espíritu11. Es un sonido fino que trae los vientos del cerro y vuelve el aire liviano y alegre. Es una muestra de que la música es la vida de los pueblos, es viento y agua, canto de pájaros y vuelo de mariposas. Es cadencia del maíz al moverse con el viento, es danza del corazón en abrazo con la tierra.


Don Nicolás Ango aprendió a tocar el pingullo viendo, teniendo afición. Cuando era cabeza de la fiesta le escogieron a un mayorcito para que toque, pero el mayorcito se chumó12, y al ver que no había quién, él comenzó a tocar. En su grupo le dijeron que tiene que seguir tocando. Desde que se «corrieron las bocas» sobre que él sabe, no le dejan, le llevan a Salcedo, a Calderón, por El Inga, Copacabana (Pifo), en fiestas de Corpus. Compró el pingullo en Sangolquí, el tambor lo confeccionó con cuero de chivo, primero lo hizo de aliso, después, de sauce, después de chaguarquero. De El Chaco trajo balsa y ahora tiene uno de esa madera.

La procesión y los altares

cantando en procesión alrededor del parque central de La Merced. Varios altares se levantan en honor al Cuerpo de Cristo. El cura párroco lleva al Santísimo y, seguido de los devotos, se detiene a rezar en cada altar. Una muestra de la acendrada religiosidad del pueblo. Los rucos y otros personajes del Inti Raymi se suman a la procesión, cantando y portando sus ofrendas, en agradecimiento por la cosecha. El sincretismo religioso está presente, pues a primera vista se advierte un festejo en el que intervienen la imagen del Corazón de Jesús, la autoridad eclesiástica, el templo, los altares y otros símbolos católicos. No obstante, las creencias indígenas bullen desde lo más profundo y son visibles en las manifestaciones de los personajes que danzan a la entrada de la iglesia.

«Corazón de Jesús, arca de vida, faro y puerto, luz y salvación». Los fieles siguen al Santísimo,

Notas: 1

Entrevista a don Nicolás Ango, barrio La Cocha.

2

Entrevista a don Mariano Vilatuña, barrio Billivaro.

Canasto grande, confeccionado con fibras vegetales por los indígenas del Oriente. En ellos, traían la canela y otros productos que comercializaban en la zona.

3

4 Moncayo, Fernando. La fiesta que bajó del cerro, El Inti Raymi y Corpus-Christi en Alangasí. 2012

Moreno, Segundo Luis. Historia de la música en el Ecuador. Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1972.

5

6 Wilson Pico, mencionado en Moncayo, Fernando. Ob. Cit. 7

Moncayo, Fernando. Ob. Cit.

8

Moncayo, Fernando. Ob. Cit.

9

Moncayo, Fernando. Ob. Cit.

Wipala: Bandera multicolor representativa de los pueblos andinos desde tiempos pre-incásicos. 10

11

integradorvalle.blogspot.com

12

Chumó: emborrachó.

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Caminando por las parroquias Tomado del libroPichincha de Omar Ospina Fotograf铆as Direcci贸n de Comunicaci贸n Social Miguel Flores


O

bservamos, nieto aprendiz y abuelo aspirante a trotamundos, el mapa de la provincia de Pichincha para ordenar ideas y proseguir el viaje, y decidimos cambiar de orientación y empezar el recorrido, que nos habrá de llevar a lo largo y ancho del Distrito Metropolitano de Quito, por el extremo sur en lugar del extremo norte como hicimos con la Provincia.

Entonces brinca el dedo abajo, casi hasta la provincia de Cotopaxi, para señalar el sur y untarnos de paisajes nevados, vecinos a la última parroquia rural del DMQ: Amaguaña. Por cierto, no es la última población hacia el sur en la Provincia, pues más abajo quedan Tambillo, en jurisdicción del Cantón Mejía, y Rumipamba, que pertenece a Rumiñahui. «Qué curioso —me dice el nieto observador— te das cuenta Lelo (Así me decía, con su medialengua de dos años, cuando empezó a parlar tardíamente; se ve que tenía mucho por observar antes de empezar a hablar), que si le quitas el Distrito Metropolitano de Quito al mapa de Pichincha, la Provincia queda partida en tres partes distintas y alejadas». Yo miro el mapa y concuerdo con él: Pichincha Occidental, con los tres cantones vecinos a la llanura de la costa; Pichincha Nororiental, con Pedro Moncayo y Cayambe, los cantones florícolas; y Pichincha Sur, con Mejía y Rumiñahui, los cantones de la avenida de los volcanes. Y no se lo digo pero lo pienso: «Mejor callemos que estas son cosas de la política que ni te van ni te vienen». Y a mí tampoco de modo que vamos a lo que vinimos: conocer a vuelo de colibrí, porque los cóndores ya huyeron de estos rumbos hacia las nieves del Antisana, las 33 parroquias rurales del Distrito, y luego las 32 urbanas de la ya cosmopolita Quito, su capital provincial

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que, por esas cosas de la historia, también lo es del país que nos acoge. Por cierto que lo de cosmopolita se lo ganó Quito, según cierto amigo lenguaraz, hace ya bastantes años cuando empezó a tener minimercados y licorerías de 24 horas, pues farmacias nocturnas ya tenía. Y lo confirmó cuando se abrió a la bohemia urbana la Plaza Foch para disfrute del gringuerío y la criollada nativa, pero no se lo comento al nieto para que no se antoje: sólo tiene 14 años y por ahora la escuela y el fútbol en Bilbao, donde vive, son suficientes. Ya tendrá tiempo para otras tentaciones.

Rumbo a las flores y a los recuerdos Así que agarramos viada y vamos al sur a enfrentamos con Amaguaña, su hacienda con ínfulas de castillo, hoy devenida club social, su Pasochoa y sus aún incipientes invernaderos de rosas. Las Parroquias del sur del DM quedan en las goteras del Valle de los Chillos y en las primeras estribaciones de la cordillera oriental: Conocoto y Amaguaña, en el primer caso, Alangasí, La Merced y Píntag, ya en camino hacia las nieves y páramos de la Avenida de los Volcanes, y Guangopolo, a medio camino entre los Valles de los Chillos y Tumbaco, al occidente del cerro Ilaló que los separa (o los une, según se mire), y al borde de la vía Intervalles que los conecta. Toda esta zona es tierra fértil, algo húmeda, enfriado el ambiente por los montes y nevados que la circundan, Illinizas, Cotopaxi, Sincholagua y Rumiñahui, y tienen en común sus parroquias numerosos lugares turísticos y sitios hermosos dignos de



visitarse, influidos ambiente y estampa por las montañas mencionadas.

final, piadoso. Pero que elude el propósito de la enmienda porque al año siguiente andarán en las mismas.

El fuerte económico de la zona es, como antes, la agricultura y la ganadería, aunque Amaguaña, en cambio, tiene al frente el enecoturismo y floricutura se abren paso poco canto de la reserva natural del Pasochoa, vola poco. No solo abundan hostales, parado- cán extinguido cuya caldera se abre hacia la res, restaurantes, fondas de población. camino y haciendas converMenos mal que está extintidas en hosterías o, al meguido, Lelo, dice el nieto nos, abiertas a la curiosidad mirando preocupado por de los turistas, sino que de si acaso alguna columna de La región es trecho en trecho ya se obceniza nos hace poner pies rica en recursos servan las carpas plásticas de hídricos: ríos, en polvorosa. Es que aún relos invernaderos de flores, quebradas, cuerda la erupción del Guarosas casi todas, que si bien arroyos, gua Pichincha, que lo agarró son un estorbo para los ojos cascadas, aquí, antes de viajar a las Esy la contemplación del paibalnearios pañas, y conserva el difuso saje, empiezan a ser también incluso de aguas recuerdo de la columna de fuente de trabajo y de emtermales, gases y cenizas que nos mapresa como en el norte de la son permanente ravilló unas horas y nos cuProvincia. atractivo y brió de cenizas tres días. puntos de La región es rica en recursos descanso y relax Pero no hay peligro, de hídricos: ríos, quebradas, para el tráfago modo que vamos a caminar arroyos, cascadas, balnearios de la vida por los senderos ecológicos incluso de aguas termales, cotidiana del Refugio del Pasochoa, son permanente atractivo y donde se me quedó a mepuntos de descanso y relax dio construir un futuro que para el tráfago de la vida cocambié por algunos bellos tidiana. recuerdos, con ánimo de paEn Alangasí cada año, por Semana Santa, sar la noche en carpa. Pero el trabajo urge y la Diablada concita visitantes de las pobla- optamos por volver a la ruta prevista. Queda ciones aledañas y de la capital. Es un intereen los ojos la belleza de la región, la variedad sante desfile de hombres disfrazados de diade pájaros y flores del entorno y la vista del blos, atuendo rojo y cuernos incluidos, que Valle de los Chillos desde las laderas del ya avanzan por las calles del pueblo camino a la fenecido volcán. iglesia, a donde entran a tentar con procacidades, dibujos y revistas eróticas y otras irre- Y abandonamos Amaguaña no sin antes viverencias, a los asistentes. Luego, claro, lle- sitar un cultivo de rosas. Recorremos los ingan el arrepentimiento y la contrición, todo vernaderos y sus largas filas de rosales con en medio de un sainete provocador pero, al flores rojas, blancas, amarillas, rojiblancas o

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mezcladas, y nos queda una extraña sensación que comentamos luego, ya en camino a la salida: «Qué raro, dice el nieto, esas rosas casi no huelen…» Han de ser los herbicidas y fertilizantes, pienso yo, pero no lo digo para no darle ideas ecológicas tan temprano. Más allá del Valle, y ya entrados en colinas y hondonadas aún no profundas, pero ya muestra de lo que hay más arriba, Píntag nos muestra en primer lugar el busto dedicado a Rumiñahui, que preside una bonita calle peatonal que termina en la iglesia y en el parque. Tomanos unas cuantas fotos de los alrededores, visitamos una talabartería donde un mozalbete ribetea el cuero de una montura y otro peina unos zamarros hirsutos que algún día lucirán en las piernas de un chagra de la región, y la señora de la tienda nos arrima un par de colas frías para contrarrestar el sol ecuatorial. Nos desviamos un poco y vamos camino a Conocoto para visitar la familia a la que hace un par de años una hija que regresaba a Holanda, después de un año de ecuatoriana tranquilidad, dejó en custodia definitiva un perro Labrador, sabedora de que su padre no tiene tiempo ni paciencia para mascotas. El perro, ya de buen tamaño, no dio muestras de reconocimiento, pero se le notaba satisfecho con sus nuevos amos. De modo que nos damos una vuelta, fotografiamos iglesia y parque de Conocoto y tomamos hacia Guangopolo para visitar de paso el balneario de Cununyacu. Guangopolo es un bonito pueblo intermedio entre los valles, como ya se dijo, y sus habitantes son hábiles artesanos del tejido en fibras vegetales. Sus vecinos dicen que es la capital mundial del cedazo, y la vista de ellos en las tiendas lo confirma. y tiene además un

buen espacio de exhibición, un mercado semanal importante y mil pretextos para caer por el balneario de Cununyacu los fines de semana, para pegarse un baño y un buen hornado. Lástima que no sea sábado. Del oriente próximo a las nieves del Antisana, trasponemos el Nudo de Tiopullo y nos acercamos a las faldas del Guagua Pichincha, en donde la población de Lloa vive y duerme confiada en que la Virgen del Cinto les aleje los peligros que se derivan de estar justo al lado de un volcán activo, que ya demostró hace años su mal genio. Es un pequeño pueblo situado en un hermoso valle interandino, dentro del gran macizo del Pichincha.

Del volcán dormido al nuevo aeropuerto Lloa obtiene sus recursos de la agricultura y la ganadería, pero también de la pesca en los numerosos afluentes que se desprenden del Pichincha y generan la hidrografía de la región noroccidental del macizo. Allí nacen los ríos Blanco, Cinto, Cristal y Saloya, que van a dar con sus aguas a la Hoya del Guayllabamba, ya en las llanuras costeras. El turismo ecológico, actividad comunitaria, toma fuerza desde hace años y hay varias hosterías en haciendas del sector. Por la parte religiosa no falta, como en toda ciudad y pueblo del país, pues las fiestas de la Virgen del Cinto y la Virgen del Volcán, en mayo y agosto, son muy concurridas. y volvemos a la ciudad para regresar al sur por la Avenida Simón Bolívar, que nos deja en Tambillo para iniciar el periplo oriental. La ruta hacia el nororiente de la Provincia empieza en Cumbayá, a donde nos dirigimos

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por la Intervalles, que desemboca justo frente a las instalaciones del Club de Futbol El Nacional, del cual no somos hinchas por si acaso. El nieto lo es del Chelsea inglés y del Barça español, y el abuelo del Boca argentino, del Real madrileño y del Deportivo Cali colombiano. ¡Ah! y del trencito azul de la Católica de Quito, que desde el ya lejano casi campeonato del año 79 del siglo pasado, da mas de sufrir que de gozar.

Más adelante queda Tumbaco, que se anuncia como Ciudad de Cultura. Y como empieza con un centro comercial que alberga un cinematógrafo y una librería, hay que creer. En realidad Tumbaco fue el primer destino de los quiteños que deseaban algo de lejanía del trabajo, pero el espacio se agotó y le dio paso a Cumbayá, que había pasado un tanto de agache. Es una ciudad bastante comercial, agitada y progresista, con algunos rincones tranquilos, casi bucólicos. Arrimada a las primeras faldas del Ilaló, presume con todo derecho El turismo de remotos orígenes que se ecológico, evidencian en los restos aractividad queológicos que de cuando comunitaria, en cuando se descubren en toma fuerza el monte tutelar, que por desde hace años y hay cierto en este viaje es el escevarias nario de una carrera de bicihosterías cross a la que asistimos para en haciendas aplaudir las audacias de los del sector jóvenes ciclistas, algunos de ellos extranjeros, en pos de la medalla del ganador. Que resulta ser un quiteño.

Cumbayá es una bonita población. El nieto no se lo puede creer cuando le cuento que hace 35 años, recién desempacados en Quito mis sueños de exiliado voluntario, era un pequeño poblado vecino al reservorio, con una acogedora plaza y unos pocos restaurantes. Y, en torno, bosques de eucaliptos, unas cuantas casaquintas desperdigadas por los alrededores, y nada más. Hoy es una ciudad satélite de Quito que ya mismo se conecta, edificios mediante, con la capital, y que ya se arrima a Tumbaco a fuerza de urbanizaciones que han venido surgiendo como por arte de magia, ante la avalancha de quiteños que vienen en busca de silencio y tranquilidad. Y que hoy se encuentran con que eso ya no es posible porque llegó el progreso con su inherente agite. Pero sigue siendo acogedora y sus alrededores conservan aún, a saltos y a brincos, aquella famosa tranquilidad. Al menos en las urbanizaciones aledañas y cerradas.

Los siguientes arribos, para decirlo en términos aviatorios ya que dentro de poco quedará por aquí el Aeropuerto Internacional de Quito, serán Puembo, Pifo, Tababela, Yaruquí, Checa, El Quinche y Guayllabamba, para completar el recorrido por las parroquias de este sector. En Puembo caemos justo al medio día, cuando se oficia un matrimonio en la bonita iglesia de la población. La novia, como todas

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las novias, se ve guapa con su vestido blanco que pule el cemento de la vereda al entrar a la iglesia del brazo de su padre, suponemos debidamente. El pueblo está rodeado de haciendas, algunas de ellas bastante antiguas, y de casas de descanso de la población pudiente de Quito. En poco tiempo el nuevo aeropuerto quizás altere la actual tranquilidad, aunque está lejos de Tababela, población más vecina de pistas y hangares. No estamos invitados al matrimonio de manera que nos vamos a Pifo, famoso por las frutillas que se cultivan en sus predios. A medio camino hay un puesto de fresas con crema que no se pueden ignorar. Y de ahí a Tababela, uno de los más bonitos pueblos de la zona. Es limpio, ordenado, tranquilo y acogedor. Y ya mismo progresa con la llegada del aeropuerto. Esperemos que no mucho. En Yaruquí entramos a descansar y a tomar impulso, y en el parque un grupo de guapas colegialas quieren salir en la foto. Al nieto no le dan sus catorce años para ser audaz, de modo que se mosquea un poco mientras ellas posan y el abuelo dispara su Canon. La plaza es bonita, y la gastronomía del lugar abunda en hornados, fritadas y los deliciosos bizcochos de Cayambe, que alcanzan a llegar hasta por acá. Lo cual nos da fuerzas para arrimar a El Quinche, tal vez la población más conocida de la región debido al Santuario de la Virgen, milagrosa como consta en los ex votos que cunden las paredes exteriores, a un lado del templo. Todos los años, con ocasión de las festividades de la Patrona, se realiza una piadosa caminata desde los pueblos vecinos, e incluso desde la ya no tan cercana capital,

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para venerar a la milagrosa imagen. Que, como dijimos en la introducción a la crónica que ocupa estas páginas, tiene una larga historia de milagros que se remonta al siglo XVII, y se origina en la vecina población de Oyacachi, ya casi en los límites con la región oriental amazónica, donde el caballo de don Diego de Robles trastabilló al cruzar un puente sobre el abismo, y el reconocido escultor quedó colgando de una espuela enredada en los tablones del puente. Milagro que llaman. Guayllabamba, para finir el recorrido por las parroquias de la sección (literalmente) nororiental de la Provincia, es un partidero de caminos, sede de un zoológico bastante surtido de animales en cautiverio pero bien atendidos, y lugar de refrigerio o alimento para los viajeros que van o vienen de la capital. El valle de Guayllabamba es notable por feraz y rico en frutas varias y otros cultivos. Algunas tiendas y mercados dan fe de la abundancia de chirimoyas, aguacates, naranjas, mandarinas, sandías, melones y otras frutas. Y como es cruce de rutas, pues elegimos la que nos llevará a las parroquias pichinchanas del centro del Distrito, Calderón, Llano Chico, Zámbiza y Nayón, preámbulo casi urbano de las otras parroquias, las del norte: Puéllaro, Perucho, Chavezpamba, Atahualpa y San José de Minas, a donde iremos mañana pues por hoy ya basta de kilómetros y fotos y apuntes. Aprovechamos Guayllabamba para una buena merienda que nos permita llegar a Quito de nuevo para recobrar fuerzas y ánimos. Mañana será otro día, solían decir los abuelos al finir una dura jornada de trabajo.


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Gobierno de la Provincia de Pichincha PĂĄgina WEB: www.pichincha.gob.ec Manuel Larrea N13-45 y Ante Quito, Ecuador Para este nĂşmero se han usado caracteres Garamond creados por Claude Garamond (1490-1561) y Gill Sans de Eric Gill (1882-1940)

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