V E R D A D E S
C O N F I A B L E S
COVID-19 ¿Qué es esta enfermedad?
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l mundo está en alerta máxima mientras lucha con el COVID-19. En unos pocos meses, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo del Coronavirus 2 (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés), que está causando la enfermedad del Coronavirus 19 (COVID-19), se ha extendido ampliamente desde su epicentro en Wuhan, China. En todo el mundo, cientos de miles de personas se han infectado con este nuevo virus, y miles han muerto. Las condiciones se están desarrollando tan rápidamente que es difícil conceptualizar el ritmo de propagación del virus. Se espera que las muertes se disparen en las próximas semanas y meses. Sin duda, el COVID-19 exige una acción meditada y valentía para resistirse al pánico.
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Según la Organización Mundial de la Salud, el COVID-19 es una enfermedad infecciosa causada por un coronavirus descubierto recientemente.1 Actualmente no hay vacunas clínicamente probadas y aprobadas para detener la propagación de este virus. Muchas naciones han cerrado sus fronteras, y las escuelas han suspendido las clases. Los negocios están requiriendo que los empleados trabajen desde su casa. Los restaurantes están cerrados. Los teatros, parques de atracciones y otros lugares de entretenimiento también han cerrado sus puertas. Las grandes convenciones y los eventos deportivos han sido cancelados. En los Estados Unidos se le ha dicho a la gente que evite las reuniones de más de diez personas, y en otras muchas naciones rige una cuarentena obligatoria. El “distanciamiento social” es la nueva norma de convivencia. En algunos países los sistemas médicos se han visto desbordados. En los Estados Unidos el mercado de valores se ha desplomado, el desempleo está en aumento y la economía se dirige al colapso. Los informes sobre el coronavirus dominan las noticias, provocando miedo e incluso histeria en miles de personas. Es demasiado pronto para estimar las consecuencias
del COVID-19, pero no hay duda de que nuestras vidas han cambiado drásticamente. A causa de estos impactantes acontecimientos, las siguientes reflexiones son una respuesta a la crisis sanitaria mundial más importante del siglo XXI. Conocer los hechos mantendrá sus temores a raya y le ayudará a afrontar el futuro con esperanza. Naturalmente, el primer paso en nuestra respuesta a esta crisis es identificar al enemigo. ¿Qué es el nuevo coronavirus? Este virus es novedoso, pues nuestro sistema inmunológico nunca lo ha visto antes. El virus nuevo proviene de una gran familia de virus con el mismo nombre, que son una de las causas del resfriado común.
El COVID-19 exige una acción meditada y valentía para resistirse al pánico. Hablando científicamente, todos hemos tenido un coronavirus. Bajo el microscopio, esta cepa de virus se parece a una corona, de ahí el nombre. El SARS-CoV-2 es el séptimo tipo de coronavirus y es responsable de la nueva enfermedad, COVID-19. El virus del SARS-CoV-2, similar a la gripe, se transmite por propagación de gotitas, lo que significa que cuando una persona infectada estornuda o tose, las gotitas que contienen el virus pueden entrar en los ojos, la nariz o la boca de otra persona. Una vez que son expulsadas al aire, VERDADES CONFIABLES
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Uno de los principales desafíos de esta enfermedad es que puede propagarse a través de personas asintomáticas. las gotitas viajan distancias cortas, generalmente menos de un metro (tres pies), y caen rápidamente al suelo. Si alguna de las gotas cae sobre un individuo cercano no infectado y llega a los ojos, la nariz o la boca, esa persona puede infectarse. Es significativo que no sea necesario el contacto directo con la persona infectada. Es posible que la persona infectada ya haya abandonado el lugar. La enfermedad también puede contraerse si alguien toca una superficie donde el virus haya caído, y luego se lleva la
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mano a la cara; entonces entrará al cuerpo por los ojos, la nariz o la boca. Esto significa que una mascarilla quirúrgica ordinaria no es un medio de protección a prueba de errores. En términos de contagio, comparemos el SARSCoV-2 con la influenza, o gripe. Mientras tanto, recuerde que esto se llama un “nuevo coronavirus”, porque nadie ha desarrollado una inmunidad contra él. Una persona con gripe estacional puede infectar a 1,3 personas, mientras que una persona con SARS-CoV-2 puede infectar de 2 a 2,5 personas. Si son súper propagadores, pueden infectar a muchas personas más. Uno de los principales desafíos de esta enfermedad es que puede propagarse a través de personas asintomáticas. En otras palabras, puede tener un
miembro de la familia, un colega del trabajo o un contacto casual que no exhibe ninguno de los síntomas clásicos, y sin embargo continúa moviéndose por la vida con la enfermedad, infectando sin querer a otros.
Los síntomas Los síntomas del nuevo coronavirus son los que se podrían esperar de una enfermedad de esta naturaleza. El síntoma más común es la fiebre, que se presenta en aproximadamente el noventa por ciento de los casos. Otros síntomas incluyen tos seca, fatiga y falta de aliento. Las indicaciones del COVID-19 son similares a las de otras enfermedades virales, pero esta tiene una afinidad con los pulmones. De hecho, más del 55 por ciento de las personas afectadas presentan anormalidades radiográficas en su sistema respiratorio, según se muestran en las tomografías computarizadas que se les hacen en los hospitales. El riesgo de una persona de contraer la enfermedad depende de dónde vive y adónde ha viajado. En este sentido, hemos aprendido mucho de Italia y Corea del Sur. Estos dos países experimentaron grandes diferencias en su tasa de mortalidad. Entre los casos confirmados por laboratorio en Corea del Sur, la tasa de mortalidad fue del 0,6 por ciento, mientras que la tasa de mortalidad en Italia fue del 6,2 por ciento. El principal factor de riesgo parece estar relacionado con la edad de la población infectada. En Italia, la edad promedio fue superior a los setenta años, mientras que en Corea del Sur la edad promedio fue inferior a los sesenta años. Además de la edad, las personas con enfermedades cardíacas tenían una tasa de mortalidad del 10,5 por ciento. El riesgo de muerte también aumentaba significativamente entre las personas con diabetes, problemas pulmonares o hipertensión arterial. Aunque el 85 por ciento de los casos solo presenta síntomas leves, el diez por ciento requiere oxígeno, y el cinco por ciento requiere un respirador.
Sin embargo, independientemente de la edad, todo el mundo debe tener cuidado, porque los nuevos informes indican que las personas más jóvenes no son invulnerables. Cualquier persona, por el simple hecho de tener pulmones, es susceptible a la enfermedad. Naturalmente, a usted le preocupa lo que puede hacer para evitar el COVID-19, así que abordemos el tema desde dos perspectivas: la prevención y la inmunidad.
Síntomas de la enfermedad por coronavirus (COVID-19)
* Fiebre * Tos seca * Fatiga * Producción de esputo * Falta de aliento * Dolor muscular o articular * Dolor de garganta * Dolor de cabeza * Escalofríos * Nausea o vómitos * Congestión nasal * Diarrea Muchos de los síntomas más comunes son comunes también a la influenza o la gripe, así que es bueno saber también cuáles síntomas de la influenza y la gripe NO son síntomas del COVID-19. El COVID-19 rara vez causa secreción nasal abundante.
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Prevención e inmunidad
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omo señalamos antes, usar una máscarilla quirúrgica no es garantía de que no se vaya a enfermar. La razón es que el portal de entrada incluye los ojos. Además, cuando uno usa una máscarillaa, hay más “toques faciales” para ajustar la máscarillaa, y estos toques aumentan la posibilidad de infección. El problema de las máscarillas quirúrgicas es que tienen poco ajuste y tienden a ser permeables por los bordes. Por eso la máscarilla de respiración N95 ofrece una mejor protección. Filtra el 95 por ciento de las partículas pequeñas
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y grandes, y también es de ajuste hermético, lo que reduce la exposición del usuario a gotas y partículas grandes. El uso de máscarillas puede ser una importante medida de prevención, pero la higiene impecable de las manos es una necesidad para todos. Lávese las manos con agua y jabón durante veinte segundos. ¡Hágalo fácil contando lentamente hasta veinte mientras se frote las manos! Si se suena la nariz, use un pañuelo desechable y colóquelo en el cubo de la basura inmediatamente. No lo guarde en su bolsillo.
Luego, evite tocarse la cara, especialmente los ojos, la nariz y la boca. Lleve consigo un desinfectante de manos y úselo a menudo. Use el desinfectante en todas las superficies sólidas, incluyendo los pomos de las puertas y las manijas de los inodoros. Manténgase a distancia de las personas. Como se mencionó anteriormente, las gotas de los estornudos o la tos viajan un metro (unos tres pies), así que deje dos metros (unos seis pies), entre usted y la otra persona. Si tiene fiebre, tos, falta de aliento, dolor de garganta, dolor de cabeza, dolor muscular u otros síntomas, quédese en casa y descanse.
Un asunto crítico con el COVID-19 y otras enfermedades es el estado del sistema inmunológico.
Fortalecer su sistema inmunológico: Un asunto crítico con el COVID-19 y otras enfermedades es el estado del sistema inmunológico. Este sistema es una compleja red de células y proteínas que defiende nuestros cuerpos contra las infecciones y enfermedades. Si usted construye un sistema inmunológico robusto, no solo reduce el riesgo de contraer el virus sino que, si se enferma, los síntomas tenderán a ser mucho menores y la duración de la enfermedad será más corta.
Estas son algunas maneras de fortalecer el sistema inmunológico:
Descansar mucho. Un principio de buena salud dado por Dios es el descanso. Cuando estamos enfermos, nuestros cuerpos se recuperan mejor si descansamos. Incluso cuando pensamos
que nos hemos recuperado, es mejor tomar dos o tres días adicionales de descanso. Esto puede ser particularmente importante con el COVID-19, porque no sabemos con certeza cuándo se produce la recuperación. El material genético del virus se puede desprender de las fosas nasales durante cuatro semanas. Así que descanse. Comer saludablemente. La nutrición es vital en el tratamiento de cualquier enfermedad, tanto en la prevención como en la asistencia a la curación. Las frutas y verduras, así como los granos enteros, reducen la inflamación y mejoran la función de los vasos sanguíneos. Las verduras están cargadas de “fitoquímicos”, es decir, elementos químicos naturales protectores que promueven la salud y neutralizan el estrés oxidativo de las infecciones y otras enfermedades. Reducen la inflamación en los pulmones y mejoran la salud del revestimiento de los vasos sanguíneos para asegurar el suministro de sangre necesario. La proteína animal, por otro lado, contiene sustancias VERDADES CONFIABLES
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inflamatorias. Los alimentos vegetales, como la col rizada y otras verduras de hoja verde, proporcionan los elementos básicos para producir la sustancia que hace que los vasos sanguíneos funcionen bien. Asegúrese de incluir una variedad de colores de frutas y verduras en
su plato. Los nutrientes protectores en su dieta le ayudarán a prevenir la enfermedad y a recuperarse, en caso de que se enferme. Por supuesto, evite el azúcar, porque afecta la función de los glóbulos blancos, que es vital para combatir las sustancias extrañas. Beber mucha agua. El agua protege el cuerpo de la deshidratación, permitiendo que cada célula funcione y luche con el máximo rendimiento. ¡Así que beba mucha agua! ¿Cuánta agua? Por lo menos ocho vasos (de ocho onzas) al día. Otra forma de controlar su consumo es beber lo suficiente para tener al menos una orina completamente clara al día. Asegúrese de terminar su consumo diario de agua antes de las seis de la tarde para que no sea interrumpido su sueño. Tomar aire fresco y hacer ejercicio físico. El tema del ejercicio también es importante. Recomendamos, siempre que sea posible, que los individuos salgan al sol, incluso si hace frío. El ejercicio es sumamente útil para prevenir enfermedades. Una educadora de la salud del siglo XIX escribió con perspicacia penetrante: “Las inspiraciones hondas y completas de aire puro, que llenan los pulmones de oxígeno, purifican la sangre”.2 Aumentar la exposición de contraste de calor y frío. La exposición al frío es otra clave para la recuperación de las enfermedades infecciosas.
Colaboradores Mark A. Finley posee una maestría en Artes y un doctorado en Divinidad y es evangelista internacional.
Lyndi Schwartz es doctora en Medicina y miembro del Colegio Médico Americano, y directora de Medicina Interna, Centro Médico Kettering.
Rebecca Barnhurst es una dietista registrada y directora de la Red de Evangelismo Médico Adventista.
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Lecciones gratuitas Aprenda más acerca de la Biblia En línea: https://www.lavoz.org/cursos Llame: 1-888-837-6767
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Recomendamos una ducha caliente de tres a cinco minutos, seguida de una ducha fría durante unos treinta segundos. Alternar tres veces, terminando con agua fría. El frío estimula el sistema inmunológico. Aunque muchos sufren con ello al principio, intente pararse en una ducha caliente durante tres a cinco minutos y luego gire lentamente el agua hasta que llegue a estar tan fría como pueda soportarla. Es sorprendente lo rápido que nuestros cuerpos nos permiten tolerar el agua fría durante treinta segundos. Aunque no podamos evitar enfermarnos con el coronavirus, podemos fortalecer nuestro sistema inmunológico para combatirlo.
Erradicación del COVID-19 Es importante reconocer que esta enfermedad, al igual que la influenza o la gripe, tiene más probabilidades de ser controlada que de ser erradicada. Este manejo ocurre de tres maneras principales. Primeramente, a lo largo de un período de tiempo, cierta parte de la población
El agua protege el cuerpo de la deshidratación, permitiendo que cada célula funcione y luche con el máximo rendimiento. puede desarrollar una inmunidad al virus. En segundo lugar, se están desarrollando vacunas para prevenir la infección. Este proceso requiere investigación, y puede tardarse de 12 a 18 meses para desarrollar una vacuna efectiva. Por último, hay muchos medicamentos antivirales en el horizonte para este virus específico. De nuevo, podría llevar meses desarrollarlos. Finalmente, el mejor camino a seguir es un énfasis en la prevención y el uso de remedios naturales a los que nos referimos como los principios de salud de Dios. Después de todo, ¡él nos diseñó para la salud! “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (S. Juan 10:10).3
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¿Es el COVID-19 el fin del mundo? E
l COVID-19 ha creado una tremenda angustia en muchas personas y es natural hacerse la pregunta: ¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Son estos sus juicios, o son eventos aleatorios? ¿Qué dice la Biblia sobre las plagas y pandemias? ¿Es esto una señal del fin del mundo? ¿Cómo podemos superar el miedo y llenarnos de esperanza en tiempos de crisis? Le aseguro que Dios no es el autor de los padecimientos. No es el autor del sufrimiento o de la enfermedad. En el primer capítulo de la Biblia dice que al final de la semana de la creación Dios miró al mundo y lo declaró “bueno en gran manera” (Génesis 1:31). La enfermedad no era parte de su plan original. Su plan era que la Tierra se poblara de gente feliz, sana y santa. El pecado fue introducido en el mundo por Lucifer. En el cielo había sido el deslumbrante ángel guía, pero eligió rebelarse contra Dios y su gobierno. Más tarde, cuando Dios creó a Adán y Eva en el planeta Tierra, los bendijo con la libertad de elección. Anhelaba que lo eligieran por amor. Sabiendo esto, Satanás tentó a Adán y Eva a elegir un camino diferente al de Dios, sellando así su ruina. El libro del Génesis registra la triste historia de su éxito al hacer que Adán y Eva dudaran del amor de Dios y cuestionaran su honestidad. Cuando ejercieron su libertad de elección y eligieron pecar, Adán y Eva abrieron una puerta a la
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enfermedad, al sufrimiento y a las dolencias que quebrantó el corazón de Dios. El pecado trae separación de Dios, y nuestro mundo roto está sufriendo a causa de esa separación. Por esta razón, Cristo vino a restaurarnos a la imagen de Dios. En San Lucas 19:10, la Biblia dice: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Nuestro mundo está envuelto en el
Te aseguro que Dios no es el autor de la enfermedad. pecado, el sufrimiento y la enfermedad. Cristo vino a revelar el amor del Padre y a redimir a este mundo perdido. En su vida y muerte Jesús mostró cuánto se preocupa el Padre por nosotros. Cada milagro del Nuevo Testamento que Jesús realizó nos habla de un Dios que se preocupa por nosotros cuando sufrimos. Cada vez que abría los ojos ciegos, destapaba los oídos sordos, curaba los brazos secos y resucitaba a los muertos, demostraba cuánto nos ama. Con su muerte en la cruz derribó para siempre la mentira de Satanás y reveló que prefería cargar con la culpa, la vergüenza y la condenación del pecado que perder a uno solo de nosotros (2 Corintios 5:21, Gálatas 3:13). Pero Jesús también llegó a ser un modelo de vida abundante. Demostró que Dios no es el que está detrás de la enfermedad. No es el que está detrás del sufrimiento. No es el que está detrás de las dolencias. ¡Es el Dios de la vida abundante! En la gran controversia entre el bien y el mal, un ángel rebelde ha desafiado a Dios y está luchando contra él por el control de este planeta. La enfermedad, el sufrimiento, la angustia y el mal son el resultado de esta controversia entre el bien y el mal, pero a través de todo ello Dios ha revelado su amor y cuidado. Él dice: “He aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (S. Mateo 28:20).
¿Qué hay de las pestilencias en la Biblia? La Biblia utiliza las palabras “pestilencia” o “plaga”, o una variación de esas palabras, más de ochenta veces, y el término se utiliza al menos de cuatro maneras diferentes. A veces se produce una enfermedad porque estamos en un mundo de pecado. Por ejemplo, consideremos la historia de Job. ¿El pecado de Job causó la enfermedad que afectó su cuerpo de la cabeza a los pies? No. ¿Pero estaba en un mundo de pecado? Sí. ¿Y estaba Satanás detrás de todo eso? Por supuesto que sí.
Satanás está detrás de todo el sufrimiento y la enfermedad. Vivimos en un mundo separado del plan original de Dios de completa salud y plenitud. Es un mundo de patógenos, virus y gérmenes. Hay una segunda forma en que la plaga es usada en la Biblia. A veces las pestilencias son los juicios de Dios sobre los malvados. Puede decirse que es bastante extraño, pero piense en Egipto. ¿Fueron las plagas del antiguo Egipto simplemente desastres naturales, o fueron los juicios de Dios para liberar a su pueblo? En su amor, Dios envió advertencia tras advertencia a los egipcios. Les envió repetidos mensajes para evitar el desastre que se avecinaba, pero ellos rechazaron voluntariamente sus invitaciones amorosas, y los juicios de Dios cayeron sobre la tierra. El amor habla suavemente, pero a veces también habla en tonos estruendosos para llamar nuestra atención. Una tercera forma en que la Biblia usa la peste es en el contexto de que Dios puede retirar su poder protector. Hay veces en que él retira su presencia y permite que el resultado natural del pecado tenga lugar. ¿Recuerda la historia de los israelitas que fueron mordidos por serpientes en el VERDADES CONFIABLES
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De acuerdo con las palabras de Cristo, las pestilencias son, de hecho, parte del escenario del fin de los tiempos.
desierto? Muchos murieron por el veneno. Dios simplemente retiró su presencia para permitir que la consecuencia de sus elecciones pecaminosas se llevaran a cabo, para que se volvieran arrepentidos de su voluntad. Cuando vemos las pestes que asolan nuestra tierra, puede ser el toque de clarín de Dios para que demos más importancia a nuestro compromiso con Cristo, experimentemos un arrepentimiento más profundo y entreguemos nuestras vidas completamente a él. La palabra pestilencia también se usa en el contexto de la segunda venida de Cristo, en concordancia con otras señales que Jesús dio. Permíteme apresurarme a añadir que necesitamos evitar dos extremos preocupantes. Un extremo es el fanatismo que grita: “El coronavirus está aquí, así que Jesús debe venir la semana que viene, o el mes que viene, o el año que viene”. Las personas que dicen esto se consumen con teorías extravagantes, sensacionales, que establecen el tiempo y que no se fundamentan en la Biblia. El otro extremo es descartar este virus como un fenómeno natural que pronto pasará, algo que no tiene nada que ver con los signos de los últimos días. Pero esa actitud no refleja la urgencia de Jesús cuando describió el final en Mateo 24. Al referirse a las señales del fin de los tiempos, Jesús declaró: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (S. Mateo 24:7, 8). Para Jesús, las guerras, los rumores de guerras, el levantamiento de las naciones y los reinos 12
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luchando contra reinos son todos parte del escenario del tiempo final. A estas condiciones él añade los desastres naturales como terremotos, hambrunas y pestes. Todos ellos están entre las más de veinte señales enumeradas en el capítulo 24 de San Mateo. De acuerdo con las palabras de Cristo, las pestilencias son, de hecho, parte del escenario del fin de los tiempos.
¿Una señal del regreso de Cristo? ¿Significa eso que el virus COVID-19 que ha asolado el mundo es una señal de la llegada de Cristo? La respuesta es que no es la única señal del fin. Sin embargo, cuando se mira el panorama general, las pestilencias son una de las múltiples señales que Jesús predice que ocurrirán antes de su regreso. Eventos como estos indican que el tiempo se está acabando y que estamos viviendo al borde del advenimiento del reino de Cristo. Se está preparando el escenario para los eventos climáticos descritos en los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis. A la luz de las predicciones de Cristo en su palabra profética, ¿qué podemos esperar en el futuro? Los desastres naturales aumentarán. Las hambrunas, los terremotos y las pestilencias aumentarán. Así como en los días de Noé, cuando un mundo pecaminoso lleno de inmoralidad y violencia llenó la copa de su iniquidad en rebelión contra Dios, así nuestro mundo se está preparando para los juicios finales de Dios. Dios apela amorosamente a un planeta rebelde. No hay nada más importante para él que salvar a tantas personas como sea posible. Cuando Dios retira su poder protector, los desastres naturales y las enfermedades mortales se extienden desenfrenadamente. Él no causa estos desastres, sino que los utiliza para demostrar la fragilidad de la vida. Estos eventos nos llevan a arrodillarnos para buscar refugio en Cristo y en las promesas de su Palabra.
Enfrentar el futuro
con esperanza
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ómo podemos evitar que nos consuma la preocupación y la ansiedad? ¿Qué puede librarnos del miedo paralizante? O, más exactamente, ¿quién puede librarnos? La Biblia presenta a Dios como la única salida para la humanidad, y sus promesas pueden ayudarnos a enfrentar las catástrofes con esperanza. Podemos avanzar con confianza, sabiendo que Cristo está a nuestro lado. Su promesa es segura: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). En San Lucas 21, Jesús habla de nuestro tiempo: “Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (vers. 26) El siguiente pasaje dice: “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (vers. 27, 28). De acuerdo a la perspectiva que tengamos de los acontecimientos del mundo, podemos estar consumidos por el miedo o llenos de esperanza. Si está viendo los desastres naturales, plagas y enfermedades, su corazón se va a llenar de miedo. Jesús dice: “¡Levantad vuestra cabeza!” ¿Por qué? Cuando miramos al Santuario del cielo, vemos a Jesús y descubrimos la fuerza de sus promesas. En Cristo encontramos confianza. En Cristo experimentamos seguridad. En Cristo nos elevamos por encima de las incertidumbres y
preocupaciones de la vida, y nuestros corazones se llenan de seguridad en Aquel que nos ama con un amor eterno, imperecedero, insondable e interminable. En Cristo somos liberados de nuestros miedos. La Biblia nos insta repetidamente a “no temer”. Aunque no he contado el número de veces que la Biblia utiliza esta expresión, un autor ha señalado
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365 veces que una expresión como “no temas” se utiliza en la Biblia; es decir, una vez para cada día del año. Dios tiene cubierto todo el año calendario. Nos invita a descansar en su amor, a confiar en su gracia y a regocijarnos en su poder. En una de las promesas más tranquilizadoras de la Biblia, Isaías se hace eco de las palabras de nuestro Señor: “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 41:10). ¿Por qué no temer? Jesús está con nosotros. Por lo que sea que debamos pasar, él está a nuestro lado. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). Cuando vemos el sufrimiento y la enfermedad a nuestro alrededor no necesitamos temer, porque Jesús está con nosotros. En el libro de Isaías, la palabra inspirada dice: “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará” (Isaías 35:4). ¿Por qué no debemos temer? La razón por la que no debemos tener miedo no es porque creamos que nunca nos enfermaremos. No, estamos libres del miedo paralizante porque creemos que cualquiera que sea el estado en el que nos encontremos, Cristo estará con nosotros. Recuerde que Job experimentó una terrible peste que afectó horriblemente todo su cuerpo. En medio de su sufrimiento gritó con confianza: “Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios” (Job 19:25, 26). Job tenía la absoluta seguridad de que un día mejor vendría, que un día vería a Dios cara a cara. Hasta entonces, con esperanza y confianza podía exclamar: “Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Job vivió una vida de confianza en el Dios que no solo le prometió estar con él en cada 14
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Una de las principales razones por las que no vivimos con miedo es porque Dios ha revelado el futuro. momento del día, sino que también le aseguró que vendría un mañana mejor. Incluso si desarrollamos una enfermedad mortal, nuestra fe se aferra a la promesa de que un día Jesús vendrá de nuevo para llevarnos a casa. Como Job, creemos que lo veremos cara a cara. Jesús nos dice estas palabras tranquilizadoras: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (S. Juan 14:1-3). Pronto Jesús vendrá de nuevo, y en ese maravilloso día seremos arrebatados en las nubes de los cielos para encontrarnos con él en el aire. La enfermedad y el sufrimiento serán erradicados para siempre. La enfermedad y la muerte no encontrarán lugar en la presencia de nuestro amado Dios. La fe no significa que creamos que nunca nos enfermaremos. Vivimos en un mundo roto, y aunque hagamos lo mejor que podamos para tomar decisiones sanas, la enfermedad todavía puede afligirnos. En este caso, simplemente nos aferramos a la promesa de su presencia permanente. Él está con nosotros a través de la enfermedad y la dolencia. No nos abandona cuando un virus ataca nuestro cuerpo. Como dice la vieja canción: “Cuando te quiero más, cerca tú estás”. Una de las principales razones por las que no vivimos con miedo es porque Dios ha revelado el futuro. Sabemos que la enfermedad no tendrá la última palabra; Cristo la tendrá. Sabemos que el coronavirus, o cualquier otro virus, desastre natural, calamidad, o guerra nuclear, no destruirá toda la vida en el planeta Tierra. Tenemos la promesa del regreso de Jesús. Vemos hambrunas. Vemos terremotos. Vemos la angustia de las naciones. Vemos el potencial de una guerra nuclear desastrosa.
Vemos el cambio climático. Vemos enfermedades que cobran la vida de miles de personas. Aunque vemos estas cosas, tenemos una esperanza que nos permite prosperar en los momentos más difíciles de la vida. Hay un sentido de confianza que nos acompaña porque hemos leído los últimos capítulos de la Biblia. Sabemos cómo termina la historia. En Apocalipsis 21:4 y 5 el apóstol Juan escribe: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”. Estamos “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). Esta bendita esperanza nos ayuda a mirar más allá de lo que es a lo que será. Miramos más allá, de hoy a mañana. Miramos más allá de la enfermedad a la salud. Miramos más allá de los virus que se desplazan por el aire, hacia el aire puro donde no habrá más plagas. Dios tiene un propósito al permitir que estas calamidades ocurran. Nos está llamando a una completa dependencia de él. Nos está revelando que no hay certeza en este mundo. Cristo es nuestra única garantía, nuestra única seguridad. Es nuestro único Salvador, Redentor, Libertador y Rey venidero.
Existen muchos sitios en Internet que proveen información adicional científica, financiera y espiritual acerca del COVID-19. • https://www.usa.gov/espanol/coronavirus. • https://www.coronavirus.gov. • https://www.irs.gov/es/coronavirus-tax-reliefand-economic-impact-payments. • https://www.nadadventist.org/news/laadministracion-de-la-division-norteamericanacomparte-informacion-sobre-covid-19-y-la. ¿Cuál debería ser nuestra respuesta al surgimiento del COVID-19? Parece que los acontecimientos recientes deberían provocar un despertar en nuestros corazones. El ataque del COVID-19 debería despertar nuestros sentidos espirituales a la urgencia de nuestros tiempos. Debería recordarnos que este mundo quebrantado no es nuestro hogar eterno. En medio de esta trágica pandemia, Cristo nos habla a ti y a mí. Nuestras vidas son frágiles. Cada uno de nosotros vive en un cuerpo mortal, y Jesús quiere liberarnos del miedo y asegurarnos la vida eterna. Ahora es un buen momento para dejar que él llene tu corazón, fortalezca tu resolución, y te prepare para su pronto regreso. 1. “Coronavirus”, World Health Organization, https://www.who.int/health-topics/ coronavirus#tab=tab_1. 2. Elena G. de White, El ministerio de curación (Nampa, ID: Pacific Press, 1959), p. 206. 3. Todos los textos bíblicos han sido tomados de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizada con permiso.
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Esperanza en
tiempos difíciles
Los tiempos difíciles nos llegan a todos. Ya se trate de una crisis financiera, una crisis de salud o una crisis personal o familiar, todos enfrentamos momentos en que el día es sombrío y el pronóstico para mañana no parece que será mejor. Lo que necesitamos es esperanza: esperanza de que a alguien le importe nuestra situación, esperanza de que mañana sea mejor, esperanza de que haya una solución permanente para todos los problemas de esta vida. Salmo 121:1-4: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. Jeremías 29:11-13: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Salmo 31:24: “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón”. Romanos 15:13: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
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Este es un número especial de la revista EL CENTINELA, una revista mensual publicada por los adventistas del séptimo día.