IlustraciĂłn de la portada: Antonio FlorentĂn Berceanu.
Prehistoria
Historias
de la
© Del texto: Alumnado de 4º curso de Educación Primaria, 2018 © De la ilustración de la portada: Antonio Florentín Berceanu, 2018 © De la reseña de la contraportada: Florín David Dragomir, 2018 © De las ilustraciones: Alumnado de 4º curso de Educación Primaria, 2018 © De esta edición: Alumnado de 4º curso de Educación Primaria, 2018 Colección: Jirafita 9 de abril de 2018 Diseño: Taller de prensa. Impreso en C.E.I.P. “El Parque” Avda. de la Diputación, S/N. 14700-Palma del Río (Córdoba) Impreso en España – Printed in Spain Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con pena de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización.
Índice La Prehistoria……………………..……………………………………………………………………….…..……......
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Escrito e Ilustrado por Antonio Florentín Berceanu .
Del Paleolítico al Neolítico………………………………………………………..………..….....
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Escrito e Ilustrado por Nicolás Tortosa Rosa.
Una tribu muy trabajadora………………………………………………………………….……....
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Escrito e Ilustrado por Marta Pérez Díaz.
La tribu en familia……………………………………………………………………………………..………...
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Escrito e Ilustrado por Rafael Ruiz Ruiz.
El hierro…………………………..………………………………………………………………………………………......
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Escrito e Ilustrado por Victoria Concepción Rodríguez Chaparro .
La agricultura………………………………………………………………………….…….…………………..…..
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Escrito e Ilustrado por Marcos Javier Membrives Álvarez.
Sin recursos……………………………….…………………………………………………...…………………………....
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Escrito e Ilustrado por Nerea Franco Sánchez.
Cómo era la Prehistoria……………………………………….…………………………………….....
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Escrito e Ilustrado por Darie Sabán Mario.
El primer trozo de cobre………..………………………………………………………………..……...
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Escrito e Ilustrado por Pedro Parejo Caro.
El Neolítico…………………………………………………….…...................................................
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Escrito e Ilustrado por Selene Caparrós Verdesoto.
El Paleolítico…………………..……………………………………………………………………………………….
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Escrito e Ilustrado por Isabel María Cobos Palmero.
Los nómadas…………………………………………………….…...................................................
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Escrito e Ilustrado por Manuel Miguel Barrientos Palma .
El Neolítico…………………..………………………………………………………………………………………....
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Escrito e Ilustrado por Alex Moreno Carrera.
¿Quema?…………………..………………………………………………………………………………………………...
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Escrito e Ilustrado por Abril Blanco Muñoz.
Roc y Deco…………………..……………………………………………………………...……………………….....
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Escrito e Ilustrado por Francisco Capote Muñoz.
La Prehistoria…………………..………………………………………...………………………………………...
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Escrito e Ilustrado por Florín David Dragomir.
Una cazadora excelente..………………………………………..……………………………..………...
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Escrito e Ilustrado por Cayetana Caro Garrido.
La tribu del Paleolítico……………………………………………………….…………………….…..
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Escrito e Ilustrado por Carlos Alía Fuillerat.
La tribu………………………………………………....………………………………………………………...………....
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Escrito e Ilustrado por Sara Caro Panadero.
La sabia tribu……………………………………………………….…….…………………………………………...
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Escrito e Ilustrado por Irene Alcaraz Godoy.
La Prehistoria de Kala……………………………………………………...………….…………....
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Escrito e Ilustrado por Laila Sliti Wojciechowska.
Del Paleolítico al Neolítico……………………….…………………………….……………
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Escrito e Ilustrado por el Alumnado de Cuarto Curso.
Historias de la
Prehistoria
La Prehistoria En una familia había un hombre, una mujer, un niño y dos niñas. El padre se llama Weko; la mujer, Waka; el niño, Wyko; una hermana, Wyka; y la otra hermana, Wyky. — ¡A levantarse todos! —Gritó Weko. — ¡Papá, déjanos dormir! —Protestó Wyky. — No puedo. Tenemos que ir a cazar porque ya se ha acabado la comida. — Vale, papá, nos levantamos ahora. Cuando se levantaron todos, dijo Wyko: — Papá, ¿quién se va contigo a cazar animales? — No te preocupes, que ya lo diré. Entonces, en ese momento, gritó la madre: — ¡¿Quién se queda en casa, Weko?! — En casa se quedarán las dos hermanas. — Entonces, tú, Wyko y yo nos vamos a ir a cazar. —Dijo Waka. Pero cuando terminó de hablar la madre,
Wyka dijo: — Mamá, papá, no os vayáis vosotros solos. Mejor hacéis una tribu. — ¡Buena idea, Wyka! —Respondió el padre. Cuando el padre llamó al abuelo y a su amigo, se marcharon con sus armas a cazar animales… — Hermana, tenemos que ponernos a limpiar la cueva. —Ordenó Wyka. — ¡Vamos a empezar, Wyka! —Dijo Wyky. Mientras tanto, los cazadores caminaban buscando algún rastro de animales… — Papá, no hay animales. Mejor nos volvemos a la cueva para pensar si nos vamos a otra nueva cueva. Cuando llegaron a la cueva, el padre, la madre y el hijo les dicen a las dos hermanas que se van a reunir… — Papá, ¿habéis cazado algo? —Le preguntó Wyky a su padre.
— No, Wyky. —Respondió Weko malhumorado. — Nosotros tenemos que irnos de este lugar en busca de nuevos animales. —Dijo la madre. — Vale. —Contestó Wyky. Al día siguiente, toda la familia se levanta, recogen todo y se marchan. Por el camino, Waka se encuentra una semilla de trigo y se la guarda. — ¿Veis esa cueva? —Preguntó Weko. — Sí, la veo. —Contestó Waka. Cuando llegaron a la nueva cueva, Waka se
sale de la cueva y siembra la semilla que se había encontrado… — ¡Qué cueva más grande! — Es mejor para nosotros. —Dijo Wyky. Al día siguiente, Waka se levantó y se fue corriendo a buscar la semilla que había enterrado. En ese momento sale el padre y le pregunta: — ¿Eso qué es, mujer? —Preguntó Weko.
— Es el trigo que he sembrado. —Contestó Waka. — Tengo una idea. — ¿Qué idea tienes? — Podemos coger semillas y sembrar más trigo. —Dijo Weko. — ¡Buena idea! —Respondió Waka. Cuando terminaron de sembrar más semillas de trigo, esperaron un tiempo y vieron que crecían muchas plantas… ¡Habían descubierto la agricultura! — Mamá, tengo hambre. —Dijo Wyka. — Ahora te cazaré animales. — Mamá, es mejor que no matemos los animales. Los cuidaremos y, cuando tengamos hambre, no tendremos que salir a cazar. —Dijo Wyko. — Buena idea, Wyko. —Contestó la madre. Entonces, decidieron no matar animales, sino cuidarlos… ¡{sí empezó la ganadería!
Desde aquel momento la familia siempre tuvo animales y plantas para que todos pudieran alimentarse.
Antonio FlorentĂn Berceanu. Cuarto curso de EducaciĂłn Primaria.
Del Paleolítico al Neolítico Os voy a contar la historia de una familia que vivía en el Paleolítico. Estaba formaba por dos niños, llamados Tutu y Dupi; un pa-
dre, que se llamaba Dumbadumba; una madre, llamada Tumba; dos niñas, llamadas Tika y Lupa; y sus abuelos, llamados Truck y Rupi. Vivían en cavernas, concretamente, en unas
cuevas adornadas por pinturas elaboradas por grasas y sangre de animales, rocas molidas, plantas, etc. Esta familia, que formaba una tribu, era nómada y utilizaba principalmente los huesos de los animales que cazaban y las piedras
que tallaban. Comían la carne de los animales que cazaban y frutos silvestres de árboles y arbustos que encontraban mientras se desplazaban de un lugar a otro. Toda la familia se levanta… — ¡Tika, Lupa! Haced fuego. —Ordenó Dumbadumba.
— ¡Tutu, Dupi! Venid conmigo y con el abuelo Truck a cazar. —Volvió a ordenar el padre. Mientras las mujeres hacían fuego y cuidaban de la cueva, los hombres salían a cazar animales. — ¡Mirad allí! ¡Es un mamut! —Exclamó Dupi. Enseguida todos los hombres lo rodearon para que no pudiera huir, lo cazaron y se lo llevaron a la cueva. — ¡Tika, Lupa! Cortad la carne. —Ordenó Dumbadumba. — ¡Tumba, mamá! Cuando terminen de cortarlo, podréis cocinarlo. —Dijo el padre. — Tutu y Lupi, traed agua del río. —Les mandó Tumba, la madre. { la mañana siguiente… — ¿Cómo habéis pasado la noche en la nueva cueva? —Preguntó Dumbadumba. — Bien, papá. —Contestaron los niños. — Papá, nos vamos a jugar fuera de la cueva.
— Vamos a jugar a las piedras. —Propuso Dupi. Y dijeron todos: — ¿En qué consiste el juego? — Consiste en lanzar el máximo número de piedras a la otra orilla del río. —Les explicó Dupi. Así que empezaron a jugar, los niños contra las niñas. Después de tres partidas, a Tika le dieron con una piedra y se hizo un poco de daño, pero al rato se le pasó el dolor. Pero Tika descubrió que, cuando sus lágrimas cayeron sobre una cáscara de fruta, comen-
zaba a crecer una nueva planta de dentro de la fruta. Se lo contó al resto de la tribu y fue así nuestra familia descubrió la agricultura. Al mes siguiente, a Dupi se le ocurrió la idea que en vez de ir a cazar animales, podía domarlos y alimentarlos. De esta manera, luego, aprovecharía los productos de estos animales.
Y así surgió la ganadería. Y ahora, en vez de ser una familia del Paleolítico es una del Neolítico.
Nicolás Tortosa Rosa. Cuarto curso de Educación Primaria.
Una tribu muy trabajadora Hace unos 5 millones de años dos hermanos llamados Bambu, el niño y Zuca, la niña vivían en una pequeña tribu con sus padres y más familias. Todas las familias eran muy trabajadoras porque tenían que buscarse la comida y la ropa, cazando y pescando durante todo el día. Bambu y Zuca se iban con su padre a cazar y pescar, mientras la madre se quedaba en la aldea haciendo el fuego para cocinar los alimentos que cazaban. Un día Bambu le dijo a Zuca: — ¿Zuca cuántos peces llevas ya en tu cesta? Zuca le contestó: — Bambu, llevo ya siete peces. Hoy seguro que pesco más que tú. —Dijo riéndose. — Zuca. ¿Y tú cuántos llevas? — Yo llevo solamente dos. —Dijo Bambu un poco enfadado.
Bambu decidió pescar más peces para ganarle a su hermana y consiguió pescar diez pe-
ces. Cuando volvieron a la aldea y su madre vio tantos peces les dijo: — Son demasiados peces para nosotros. Id y preguntad a las otras familias de la tribu si necesitan pescado para comer. Hubo una familia que le dijo que sí, y a cambio le dieron carne porque tenían mucha. Así era la vida en la prehistoria.
Marta Pérez Díaz. Cuarto curso de Educación Primaria.
La tribu en familia
— ¿Qué haces, mamá?
— Estoy quitándole la carne, sangre y demás restos a estas pieles de animales que han cazado los hombres de la tribu.
Hace unos 5 millones de años existía una pequeña tribu que vivía en una cueva. Estaba compuesta por Dumba, la madre, y Trotón, el padre; por cuatro hermanos: Rotot y Predo,
los hijos; y Trita y Truta, las hijas. Y por Ist, una tía, y Mogo, el tío.
— ¡Ay, qué sueño! —Dijo Truta. — ¿Qué hora es? —Preguntó Predo un poco aturdido.
— Son las ocho y media de la mañana. —Dijo Dumba, la madre.
Trotón, Rotot y Mogo se levantaron… — ¡Qué buen día hace hoy para ir de caza! – Dijo Mogo.
— ¡Es verdad! —Dijo Rotot. ¿Vamos a desayunar?
— Estaba esperando a que mencionaras ese asunto… —Dijo Dumba. — ¿Por qué? —Preguntó Rotot. — Porque se ha acabado la comida. ¿Podéis ir a cazar un mamut? — ¡Síííí! —Gritaron todos. Entonces, Mogo, Rotot y Trotón, junto con la tía Ist fueron a cazar un mamut. Cogieron un arco cada uno y algunas flechas… — ¡Uf, qué calor! —Se quejó Trotón sudando. — ¡Mira, papá! ¡Una manada de mamut! —Dijo Rotot. Mientras, en la cueva… — ¡Trita!, prepara el fuego para cuando tu hermano, tu tía, tu tío y tu padre regresen con la carne fresca recién cazada. —Ordenó Dumba. Mientras tanto los cazadores estaban en el bosque… — ¡Ahí va! —Dijo Trotón.
— He estado a punto de darle. —Dijo Ist enfadada. — No le puedo dar, corren mucho. —Dijo Rotot, cansado y hambriento. Al final, se volvieron de brazos cruzados porque los mamuts huyeron todos. — ¡He encontrado un estanque! Pero… no hay peces. —Dijo Ist entre lágrimas. Luego, al cabo de un buen rato, llegaron a la cueva. — ¡¡¿Habéis traído comida?!! —Preguntó Truta entusiasmada. — No. —Contestó Rotot decepcionado. — ¿Se han acabado los recursos? —Interrogó Dumba un poco confusa. — Sí. —Respondió Mogo. Se fueron a dormir hambrientos y…, al día siguiente, hicieron una reunión familiar. – A ver. Aquí no podemos seguir viviendo porque podemos morir de sed o de hambre. Os voy
a entregar una piedra y la ponéis en el suelo quien quiera irse. El que no quiera marcharse, que no la ponga en el suelo. —Dijo Trotón. Al momento, aparecieron en el suelo ocho piedras. Todos habían votado marcharse de ese lugar que hasta ese día había sido su hogar. { la mañana siguiente… — ¿Nos vamos a otro sitio ya? —Preguntó muy hambriento Predo. — Sí. —Contestaron todos también hambrientos. Así que lo recogieron todo y comenzaron a andar. n el camino… — ¡Ay, me he hecho daño! —Se quejó Truta dolorida. — Vamos a hacer un descanso. —Ordenó Trotón. Y se detuvieron en una cueva. ntonces… — Mira, papá. ¡Un tigre! ¡Cuidado! —Exclamó Trita asustada.
— Tranquila, hija. Aunque sea peligroso, voy a matarlo para quitarnos esta hambre que tenemos todos. –Dijo Trotón. Entonces, Trotón consiguió matar al tigre con su lanza y… — ¡Ummm! ¡Qué rico! —Dijo Trita. ¿Por qué no nos quedamos aquí a vivir un tiempo? — Es una muy buena idea. ¿Vosotros queréis quedaros? —Preguntó Trotón. — ¡Sí! Parece que en este lugar hay abundante comida. —Respondió Dumba. — ¡Sí! —Gritaron todos a coro. Entonces, decidieron quedarse allí a vivir para siempre…
Rafael Ruiz Ruiz. Cuarto curso de Educación Primaria.
El hierro — Calo, ¿jugamos? —Preguntó Laz. — ¿A qué? —Dijo Calo. — No sé. ¡Mira! Con eso podemos jugar. —Dijo Laz, señalando algo. — ¡Mamá! ¿Qué es esto? —Preguntó Calo. — ¿El qué, hijo? —Dijo la madre, Pika. — No sé cómo se llama. —Respondió Calo. — Yo tampoco, pero no lo toques y juega con otra cosa con tus hermanos Laz, Alca y Coni. —Contestó Pika, la madre. — ¿Y papá? —Preguntó Laz. — Recolectando el trigo. —Respondió Pika. — ¿Podemos ir con él? —Preguntaron los dos hermanos a la vez. — Vale, tened cuidado… —Dijo Pika. Los hermanos salieron corriendo en dirección donde estaba su padre cogiendo el trigo que unos meses antes había sembrado…
— Hola, papá. —Dijo Laz. — Hola, hijos. ¿Qué hacéis aquí? —Preguntó Mex, el padre. — Estábamos mirando una cosa, pero mamá dijo que no debíamos tocarla. —Dijo Calo. — ¿Qué hacen aquí Alca y Coni? —Le preguntó Laz a su padre. — Me están ayudando, pero ya hemos acabado. ¿Qué es lo que me decías, Calo? —Quiso saber Mex. — ¡Sígueme! —Ordenó Calo. Los cinco se marcharon al lugar donde Calo y Laz habían encontrado algo… muy raro. — Mira. —Dijo Calo. — Es verdad. ¿Probamos a calentarlo? —Dijo Coni, la hermana. — ¡Venga! —Contestó Alca, la otra hermana. — Hijos, venid todos para la casa a hacer el fuego. —Dijo Mex.
— Hola, hijos. ¿Ya habéis terminado? —Preguntó Pika. — Pika, tráenos dos palos, por favor. —Pidió Mex. — ¿Para qué, Mex? —Preguntó Pika. — Para hacer fuego. —Contestó Mex. — Toma los palos. —Dijo Pika. Toda la familia se fue a hacer fuego y pasaron dos horas… — ¡Mirad qué raro! Se ha derretido esa cosa extraña. —Dijo Laz. — ¡Es verdad! Calo, mira. —Dijo Alca. — ¿Qué pasaría si lo dejamos que se enfríe ese líquido? —Preguntó Mex. — Tengo que cocinar. Dame mi cuenco. —Dijo Pika. — ¿Dónde lo metemos ahora? —Preguntó Coni. — Yo tengo un molde de juguete en la cueva. ¡Toma! —Respondió Laz.
Pasaron tres días y volvieron a mirar el molde y esa sustancia rara estaba dura… — ¡Mirad, es un pescado de juguete! —Exclamó Alca. — Papá, ¿esto te sirve para hacer flechas? ¿Verdad? —Preguntó Laz. — Sí, podría valer para eso… — ¿Cómo le podremos llamar a esta cosa rara? —Preguntó Pika. — ¿Qué os parece “hierro”? —Propuso Coni. — ¡Vale! —Dijeron todos. Al final, le enseñaron el hierro a otras tribus y le regalaron muchas herramientas fabricadas con esta nueva sustancia llamada “hierro”.
Victoria C. Rodríguez Chaparro. Cuarto curso de Educación Primaria.
La agricultura — ¿Qué haces, mamá? — Preparar la ropa para que no tengáis bichos que os provoquen enfermedades. — Mamá, ¿te puedo ayudar? — Sí, prepara el fuego. Cuando se despertaron todos los miembros de la tribu, fueron a cazar. — ¡Papá!, un zorro a la derecha. El padre lo localizó y le disparó con su arco una flecha. — Bien, ya lo hemos matado. — Papá, ¿lo llevamos a la cueva? —Preguntó Niki. — Sí. Cuando llegaron a la cueva, le quitaron la piel y la guardaron. Cortaron la carne y, con el fuego que había preparado Niki, lo asaron. {l día siguiente, Niki fue con Tuca…
— Mamá, hay un manzano. — Venga, vamos a recoger manzanas. Las llevaron a la cueva y de las semillas que se cayeron al suelo, al día siguiente, creció un pequeño manzano. A partir de ese momento surgió la agricultura. — Ya no tenemos que irnos de este lugar. Podemos sembrar y tener todos los frutos que queramos. —Dijo el padre. — Vale. Y no se tuvieron que desplazar nunca más, de cueva en cueva, buscando alimentos.
Marcos Javier Membrives Álvarez. Cuarto curso de Educación Primaria.
Sin recursos
Hace cinco millones de años había una familia compuesta por ocho miembros: el padre, llamado Badu; la madre, Kika; el hijo mayor,
Badum; la hija, Farah; otra hija, Beverly; otro hijo, Aneu; la abuela, Arcadia; y el abuelo, Antioco.
Un día, Aneu le dijo a su padre: — Papá, ¿queda más comida? — No lo sé, hijo. —Contestó el padre a Aneu. — Pues papá, ve a cazar que tenemos mucha hambre. —Dijo Aneu.
— Ya voy, hijo. —Respondió el padre. Cuando se fue el padre, se levantaron Kika, Farah, Badum; Arcadia, Antioco y Beverly.
— ¿Y tu padre, hijo? —Preguntó Kika a Aneu. — Ha ido a cazar. —Le contestó el hijo. — ¿Solo? —Preguntó la madre asustada. — Sí, mamá. Se ha ido solo. —Dijo Aneu. — ¡No puede ir solo! —Exclamó Badum.
— ¡Es verdad! —Dijeron Beverly y Farah a la vez.
— Voy con él. —Dijo Antioco. — Tened mucho cuidado, vaya que os mate algún animal. —Le dijo Arcadia a Antioco.
— Sí, tendremos cuidado. Llamaré a mis dos amigos Amasvido y Amalio. —Le respondió Antioco a Arcadia.
Y Antioco y sus dos amigos se fueron a buscar a Badu.
— ¿Qué hacéis aquí? —Preguntó Badu. — Vamos a ayudarte en la caza. —Contestó Antioco.
— ¡Me parece buena idea! —Dijo Badu. En las cuevas están Kika, Arcadia, Beverly, Badum, Aneu y Farah.
— ¿Vamos a hacer el fuego? —Preguntó Farah. — Sí. ¡Vamos para cuando vengan pongamos la carne del animal! —Respondió Beverly. }uando llegaron {ntioco y |adu…
— ¿Habéis preparado el fuego? —Preguntó Badu. — ¡Vamos a asar la carne! —Propuso Antioco. Pero en la cena, |adu va a decir algo… — ¡Atención! No quedan más recursos. —Expuso Badu. — ¡Estamos acabados! —Dijo Farah con tristeza. — ¡No nos podemos rendir! —Exclamó Kika. — ¡Pero no tenemos más recursos! —Dijeron Farah y Beverly llorando. — No os preocupéis. Yo he visto muchos animales en otro sitio. —Dijo Arcadia muy feliz. — ¿Dónde? —Preguntó Badu. — Sólo tenemos que caminar tres días en di-
rección donde se oculta el sol. —Informó Arcadia. Al día siguiente, toda la familia se puso en marcha y al tercer día…
— Shhh, silencio. Si no lo espantaremos y es muy grande. —Susurró Aneu. — ¡Tendremos bastante carne para todos los días! —Exclamó Beverly muy alegre. — ¡Y también para ropa! —Afirmó Badu. — Con todos esos animales, tendremos comida para siempre. —Dijeron todos.
Nerea Franco Sánchez. Cuarto curso de Educación Primaria.
Cómo era la Prehistoria Hace mucho tiempo, vivía un hombre, llamado Apolo, que era el líder de una aldea. Él y otros dos hombres se encargaban de dar
órdenes a las otras personas que vivían en la aldea. Un día, Apolo dijo: — ¡Escuchadme, gente! Nos vamos a trasladar a otra zona porque aquí ya no hay animales para cazar. Entonces, se fueron para otro lugar, cerca de un río. En este nuevo lugar volvieron a cazar, a hacer ropa con las pieles de los animales
que cazaban, a hacer armas con piedras para los guerreros, etc. Un hombre de la aldea descubrió cómo pescar peces; otro hombre, la agricultura y la ganadería. También descubrieron la cerámica y
hacían vasijas para guardar los frutos que cultivaban.
Pasaron muchos aĂąos y en la Edad de los Metales empezaron a hacer espadas de metal, a hacer nuevas ropas con los telares, a fundir el cobre, el bronce y el hierro. Una noche, las otras aldeas cercanas vinieron a robar las cosechas de la aldea de Apolo, pero no lo consiguieron. Al final, se hicieron todos amigos.
Darie SabĂĄn Mario. Cuarto curso de EducaciĂłn Primaria.
El primer trozo de cobre
Hace 7.000 años los seres vivos del Neolítico vivían en un lugar en el que había un río cerca; también había un horno donde hacían la cerámica; las casas estaban hechas de piedra y barro; cerca de las casas había una pequeña granja y un pequeño campo de cultivo. El jefe de la tribu se llamaba Carno era un hombre fuerte, alto y robusto. Tenía el pelo largo y negro. Un día Carno dijo: — Voy a pasear por mi aldea a ver si todo el mundo está haciendo su trabajo. El ganadero, al ver al jefe, le dijo: — Jefe, han nacido crías nuevas. El jefe, muy contento, siguió su camino para ver los cultivos. El agricultor exclamó: — Jefe, hemos sembrado semillas nuevas. Carno siguió su camino hasta llegar al río y se encontró un trozo de cobre y dijo:
— ¡Atención! Me he encontrado un trozo de cobre. ¿Qué hacemos con él? El artesano que fabricaba la cerámica le dijo al jefe: — Jefe Carno, ¿por qué no probamos a meterlo en el horno donde cocemos el barro? Carno le contestó: — ¡Buena idea! ¡Vamos a meterlo! El jefe siguió su camino y dijo: — ¡Escuchad! ¿Por qué no miramos cómo va el cobre? Cuando el jefe Carno fue a mirarlo, ya estaba listo y exclamó: — Vamos a probar a enfriarlo en un molde y luego le daremos golpes para darle la forma. A todos les pareció una buena idea y así lo hicieron. El jefe Carno dijo: — ¿Quién le va a dar los golpes?
El hijo del artesano, que era joven y fuerte, dijo: — Yo, yo le daré los golpes. Dejadme tranquilo para que me pueda concentrar. Al rato, el chico había conseguido hacer una herramienta. Toda la aldea gritaba contenta: — ¡Bien! ¡Hemos inventado la Edad de los Metales! Y poco a poco siguieron inventando herramientas, adornos y todo lo que se les ocurría lo intentaban fabricar. Y estos habitantes vivieron en la edad de los metales.
Pedro Parejo Caro. Cuarto curso de Educación Primaria.
El Neolítico Hace unos 10.000 años, en el Neolítico… — Lula, ven y ayúdame a limpiar. — Vale, mamá, ya voy. Un rato después… — Lula, voy a cazar. — Vale que tenemos mucha hambre. ¡Ya llevamos tres días sin comer! — Tranquila Lula. — Yo me tranquilizo, Calu. Pero trae comida. — Sí, sí Lula. Yo traigo comida. ~e repente… Tuta gritó: — ¡No, no vaya a cazar! Es mejor que los do-
mestiquemos y cada vez traigamos más animales y, cuando haga falta, tendremos alimentos. — ¡Qué buena idea has tenido Tuta! Lula, la hija mediana, Tuta la madre y Calu el padre fueron a por animales. Después vino una tormenta.
— Mamá, ¿qué es eso? — ¡Es una tormenta! ¡Calu! — ¿Qué haces, Lula? — Me estoy comiendo una manzana aquí afuera. — ¡Pero… que hay una tormenta! —Dijo Tuta. — Pero mamá, no grites que se me ha caído la manzana. — Perdón, hija. Es que hay una tormenta y es peligroso estar aquí fuera. — Ya, ya, mamá, te he escuchado. Cuando a Lula se le cayó la manzana, con la lluvia de la tormenta creció un pequeño manzano… y muchas plantas más. ~espués de la tormenta… — Mira, Calu. ¡Es un manzano! —Exclamó Lula. — Es verdad. ¡Es un árbol que ha nacido de la fruta que se cayó ayer! — Vamos a llamar a mamá, a Niku y a Bybu para comer.
— Venga, ¡a comer! — Toda la familia se reunió para comer. Después buscaron una cueva para vivir, un río
para beber agua y regar los campos de cultivo. Y así inventaron la ganadería y la agricultura.
Selene Caparrós Verdesoto. Cuarto curso de Educación Primaria.
El Paleolítico
— Familia, a despertarse. Hay que ir a cazar para poder desayunar. —Dijo el padre.
Naín, el hijo, le preguntó a su padre preocupado:
— Papá, ¿dónde están el abuelo, el tío, mi hermano y el primo?
— No lo sé, Naín. Ve a buscarlos pero, por si acaso, llévate el arco y las flechas.
— Enseguida vuelvo, enciende el fuego, papá. Naín comenzó a buscar a sus familiares, y preguntó:
— ¡Abuelo, tío! ¿Estáis ahí? El abuelo respondió en voz baja: — ¡Shhh! Cállate, Naín. Ahí está un mamut. A la de tres, vamos a por él. Una, dos y… ¡tres! Todos gritaron a la vez: — ¡A por él! Volvieron a la cueva con un gran mamut y el fuego ya estaba prendido.
Con el cuchillo de piedra de sílex cortaron al mamut y lo cocinaron. Le sobró mucha carne después de comer toda la tribu. Ese mismo día, Naín se cayó en una trampa que había fabricado él mismo, pero nadie se dio cuenta. Malí, la madre de Naín, muy angustiada preguntó: — ¿Dónde está Naín? Fueron a buscarlo y, al final, lo encontraron. Estaba herido, así que se trasladaron a otro lugar para poder curarlo. Encontraron una tribu muy grande y, allí, se recuperó. La hermana de Naín, llamada Lusa, se encontró un día una extraña bolita. Ella decidió enterrarla y esperó. Pero no pasaba nada.
Después de dos días de haber llovido, regresó al lugar donde había enterrado la bolita y dijo desconfiada: — Seguro que no ha pasado nada.
Pero en cambio, había salido una planta con pequeñas fresas. Y se las comió y le gustó. Y a eso lo llamaron agricultura. La prima de Naín, llamada Lara, cazó muchos animales y los encerró dentro de unas vallas. Domesticó a los animales y los cuidó. Y así inventó la ganadería. A partir de este momento comenzó una nueva etapa de la Prehistoria: el Neolítico.
Isabel María Cobos Palmero. Cuarto curso de Educación Primaria.
Los nómadas Esta es la historia de una tribu compuesta por cinco personas: la hija Lourdis; el hijo Cachi; el padre Saton; la madre Milla; y la tita Sita. Un día, el padre fue a cazar. — Hijo mío, ve haciendo el fuego. —Le ordenó el padre a su hijo. — Vale, papi. —Le contestó su hijo Cachi. Pero si el padre Saton va él solo a cazar podría ser herido por algún fiero animal. En ese momento se levantó su tita Sita: — ¿A dónde vas, Saton? —Le preguntó Sita. — Voy a cazar —Le respondió Saton. Pero Sita le impidió que fuera solo. — Espera, que te acompaño. — Vale. A las dos horas Saton y Sita llegaron sin comida. — ¿Y la comida? —Le preguntó Cachi.
— No hemos encontrado nada. —Le contesta Saton. La madre Milla se levantó quejándose… — ¿Qué pasa que me habéis levantado? — Nos hemos quedado sin peces, sin frutos y sin animales. Al amanecer del día siguiente, todos se fueron de la trubu porque no había comida. La hija Lourdis llamó a su padre para que se levantase: — Papi, levántate. — Ya estoy despierto. —Dijo Saton refunfuñando Empezaron a caminar sin rumbo fijo. Milla, la madre, vio una cueva a lo lejos. — ¡Mirad, una cueva! — Sí, la veo. Por fin llegaron a la cueva y cerca había un río con muchos peces, con frutos y animales.
El padre y la tita fueron a cazar un mamut. — Hijo, haz el fuego. — Vale. Al final, pudieron cazar un mamut y la madre, con la ayuda del fuego, lo asó. — Papi, nos podríamos quedar aquí. — Buena idea, hijo. Entonces, la tribu se decidió y se quedaron a vivir en esa nueva cueva.
Manuel Miguel Barrientos Palma. Cuarto curso de Educación Primaria.
El Neolítico Hace siete mil años una tribu de Neandertales que vivían en una cueva que había al lado de un río. La familia estaba formada por
el padre, que se llamaba Zoco. La madre que se llamaba Hayla. El abuelo llamado Zendi. La abuela que se llamaba Coca. El hijo llamado Croy. Todos vivían en el Neolítico, eran
sedentarios, artesanos y podían fabricar ropa con la lana de los animales que habían domesticado. Un día fue toda la familia a cazar al bosque para poder comer. Allí había mamuts e intentaron cazar uno. También querían coger palos para hacer fuego y calentarse. El padre Zoco vio un mamut, en silencio lo mató con su lanza de sílex. Llamó a su familia y entre todos se lo llevaron a la casa. El hijo y su abuela fueron a buscar palos para poder hacer fuego y asar al mamut.
El padre lo rajó de arriba abajo. Se hicieron ropa con la piel del animal y, con la carne, comieron un montón de días. Al día siguiente, se levantó el hijo y fue al río a bañarse y se volvió a acostar. Se levantó y se fue a jugar con sus amigos.
Alex Moreno Carrera. Cuarto curso de Educación Primaria.
¿Quema? Hace cinco millones de años había una familia compuesta de tres miembros: el padre, la madre y una niña, llamada Taka. Cuando Taka tenía dos años, su padre murió con un cuerno clavado en la cabeza; y a los cinco años su madre murió de sed. Hoy, Taka cumple diez años y ha decidido te-
ner la tercera mascota, la última un cervatillo. ¡Claro!, es la última porque ya tiene un mamut, al que había llamado Toko; y una pequeña comadreja, llamada Tike. Entonces, el cervatillo se va a llamar a Taki. Ella tenía un don: podía hablar con los animlaes, pero todavía no lo sabía… — Chicos, ¿quién quiere tener un nuevo amigo? — ¡Yooo! —Gritaron todos. — ¡¿Quéééé?! ¿Puedo hablar con los animales? — Sí. — ¡Ala! ¡Qué chulo!
Los tres, Taka y sus dos mascotas, se fueron a la búsqueda del cervatillo que deseaba te-
ner nuestra protagonista. Llegaron a la orilla de un río. Allí había un pequeño cervatillo asustado. — ¡Hola, amigo!, ¿te vienes con nosotros? — ¡Tú eres Taka, la famosa niña que habla con los animales! ¡Claro que voy! —Dijo el cervatillo. — ¡Bienvenido al grupo! Él es Toko y este es Tike. Tú vas a ser Taki. — Vale, ¿soy tu mascota? —Preguntó el cervatillo. — Pues claro que sí. ¡Vamos, súbete encima de Toko! —Oredenó Taka. Iban de camino y les pilló una buena tormenta con viento y rayos. ~e repente… ¡Plom!, un rayo cayó en un árbol y comenzó a arder. Taka, con los ojos como platos, se acercó: — ¡Ay! —Grito ella.
— ¿Qué te ha pasado? —Preguntó Taki. — ¡Me he quemado! ¡Tengo una idea! —Exclamó la niña. Ella cogió un palo y plantas secas que arden y lo acercó al fuego para que se prendiera. Así pudieron llevarse el fuego a la cueva y
asar la carne de los animales, tener luz, calentarse y defenderse del ataque de animales peligrosos.
Abril Blanco Muñoz. Cuarto curso de Educación Primaria.
Roc y Deco
Roc era un niño muy aventurero, alto y muy
inteligente. Deco era un perro, pequeñito pero muy valiente.
Un día decidieron ir a cazar, pero los padres le dijeron que no porque eran muy pequeños.
El padre le dijo que si querían cazar, primero tendrían que aprender. Deco y Roc dijeron que sí.
Roc y Deco vivían en una cueva. Su cuarto estaba lleno de pinturas rupestres con personas cazando animales.
A la mañana siguiente, se levantaron y le dijeron al padre que querían cazar. Y el padre les dijo que no otra vez. Entonces, Roc cogió
sílex y empezó a hacer lanzas con un palo y
afilando la piedra. De esta manera Roc fabricó su lanza.
Deco, su perro, cogió una piedra llamada sílex y la afiló. Se la ató a la frente para poder pinchar a los animales.
Cuando terminaron, Roc y Deco le enseñaron al padre las herramientas que habían hecho con sílex y les dijeron que si podían ir a cazar. Él les contestó que no. Entonces se fueron a su cuarto. Roc dijo: — Esta noche nos escaparemos y cazaremos. Cuando llegó la noche, se escaparon y fueron a una llanura buscando animales para cazar. Mientras tanto, en la cueva… — Voy a ver a mi hijo. —Se dijo la madre de Roc. Abrió la puerta y no estaba ni Roc ni su perro Deco. — ¡Roc no está! —Gritó la madre asustada. El padre cogió el arco y se fue en busca de su hijo. En la llanura, el padre oyó: — ¡Ayuda! ¡Un mamut nos va a pisar! El padre corrió hacia ellos y, a la tercera flecha, mató al mamut.
— Hijo, ¿por qué te has escapado? — Nos hemos escapado porque no nos dejabas cazar. — No os dejaba cazar porque es muy peligroso. Desde entonces, Roc y Deco no volvieron a escaparse nunca más.
Francisco Capote Muñoz. Cuarto curso de Educación Primaria.
La Prehistoria — Papá, ¿dónde vas? — Voy a cazar. — Vale, papá. ¿Qué vas, solo? — Sí, Nuto. — Ve con el abuelo y con tus amigos de la tribu. — Vale, voy a avisarlos. — Papá, ten cuidado. — Vale, lo tendré. El padre, que se llamaba Nus, va de camino a casa del abuelo Perpe y a avisar a sus amigos, que se llaman Panke y Suspe y eran hermanos. — Hola, Nus. —Dijo el abuelo Perpe. — Hola, Perpe. — ¿Tú vas a cazar? —Preguntó el abuelo. — Sí, ¿vienes conmigo? — Sí, vamos a la casa de Panke y Suspe. — Sí, vamos a buscarlos.
Nus y Perpe se fueron a buscar a los dos hermanos, Panke y Suspe, para que fuesen con
ellos a cazar animales. Cuando llegaron, llamaron a la puerta y se fueron juntos de caza. En la llanura, no encontraban animales para cazarlos… — ¡Vamos a cazar! —Exclamó Nus. — Sí, vamos. — Yo por ahora no he visto ninguno. —Dijo Perpe. — Yo tampoco. —Dijo Panke. — Creo que ya no quedan animales en esta llanura porque los hemos cazado a todos ellos. —Dijo Nus. — Vamos a decírselo a la familia. — ¡Vamos! Se fueron de vuelta a la casa, andando y cansados porque no habían podido cazar ningún animal. — ¡Reunión!
— Tenemos que hablar sobre un tema importante. —Gritó Nus. — ¿El qué? —Preguntó Nuto. — Que ya no hay animales en la pradera. — ¿Cómo? —Se extrañó la madre de Nuto. — Que no hemos visto ni un solo animal. Ya los hemos matado a todos. —Dijo Perpe. — ¿Qué hacemos ahora? —Preguntó Nuto. — Debemos irnos de aquí todos. — Vale. Se puso la noche y se fueron a dormir. Al día siguiente, se marcharon de aquel lugar buscando otro sitio donde hubiera animales… — Llevaros todas las cosas. —Dijo el abuelo. — Vale, Perpe. Se pusieron en marcha para buscar otro lugar donde vivir. En el camino vieron una tormenta y se tuvieron que meter en una cueva. Cuando se fue la tormenta, siguieron caminando hasta llegar a un lugar donde hubiera
animales para cazar. — ¿Tenemos que caminar más? —Preguntó Nuta, la hija de Nus.
— Sí, hija. —Le respondió la madre. — ¿Por qué? — Porque todavía no hemos visto animales para comer.
Cuando llegaron a un lugar donde vieron muchos animales, buscaron una cueva y se fueron a dormir, agotados de tanto caminar.
Cuando se levantaron, los cazadores se marcharon a cazar animales. Nuto, el hijo de Nus, se fue a pescar a un río cercano. Allí se puso a pescar y le dijo a su madre:
— Haz fuego porque he pescado un enorme pez. — Vale, hijo. La madre de Nuto se puso a encender el fuego para cocinar el pescado de Nuto.
Florín David Dragomir. Cuarto curso de Educación Primaria.
Una cazadora excelente
Érase una vez una mujer llamada Laca. Ella
estaba embarazada, pero pasados unos días, nació su pequeña niña, que le puso de nombre Cuata.
Laca tuvo mala suerte porque tenían que irse ya que no había alimentos en el lugar donde vivían. Así que Cuata, la pobre, tuvo que so-
portar el cansancio del viaje sin tener comida para alimentarse.
Estuvieron un mes buscando un refugio. Encontraron uno, pero ya había otras tribus
alojadas. El jefe de la tribu de Cuata dijo: — No podemos más. No encontramos dónde quedarnos, así que nos dividiremos en grupos de cuatro personas. Y dijo Laca: — ¿Qué has dicho? No puedo dividirme en un
grupo de tres con mi hija. No tiene ni un año. ¡No puedes hacer esto!
Entonces pensó el jefe:
— ¡Lo tengo! Laca, tú te quedarás con los demás y con algunos de los más fuertes para
proteger a tu hija. El resto, venid conmigo a
cazar para poder comer. Dormiremos aquí esta noche.
Cazaron bien y, al final, se quedaron a dormir allí. A la mañana siguiente, se pusieron en marcha…
Pasados unos años, Cuata cumplió los diez
años. Su padre era cazador y a Cuata le en-
cantaba esa profesión. Se imaginaba ser una
cazadora y siempre le pedía a su madre que si podía ir a cazar con su padre. Pero su madre
siempre le decía que ¡NOOOO! Cuata siempre se cabreaba. Pero un día vio una manada de
leones, con unos colmillos largos y dijo a su tribu:
— ¡¡¡¡Corred, vámonos!!!! Y dijo el jefe: — ¿Qué pasa, Cuata? ¿No será otra de tus bromas?
— ¡Claro que no! ¡Lo que pasa es que viene hacia aquí una manada de leones de largos colmillos! — ¡¡¡Quééééé!!! ¡¡¡Todos a cubierto!!! Es una emergencia ¡Mantened la calma, por favor! Los leones venían como locos. El jefe mandó a los más fuertes, bueno a los cazadores para que los mataran. Al día siguiente, los cazadores volvieron, pero algunos habían muerto. Uno de ellos era el padre de Cuata. — ¿Dónde está mi padre? —Preguntó Cuata desesperada a un cazador. — }ómo decírtelo, }uata. Lo siento pero ha… muerto. — ¿Qué? ¡No, no! ¡No puede ser verdad! ¿Cómo? — No lo sé. —Le contestó el cazador a Cuata. La pobre Cuata se fue corriendo y llorando. Cuando llegó a su casa, la madre la vio llorando y le preguntó:
— ¿Qué te pasa, mi amor? — ¡Es papá! — ¿Qué es lo que ha ocurrido? — Que, que ha muerto. — ¿Quééé? —Gritó la madre. Al día siguiente, Laca y Cuata se tuvieron
que ir a cazar. Su madre no iba muy contenta. En cambio, Cuata iba feliz. Iba a hacer lo que más le gustaba: cazar.
Vieron unos mamuts, pero sólo cogieron uno.
Fue muy difícil, pero lo consiguieron. Con la carne de ese animal pudo alimentarse toda la tribu.
Después de comer, Cuata se fue con sus amigos pero se cayó y se hizo una gran herida en el tobillo. Su madre fue corriendo a por ella. Cuata no podía andar. Intentaron echarle
agua y algunas hojas de plantas medicinales para que se le curase el tobillo. Pero nada… Tuvieron que llevarla a un experto brujo.
Tardaron un par de días. Menos mal que la
casa del brujo no estaba muy lejos. Cuando llegaron, el brujo le echó una medicina a Cuata en el tobillo y, en unos días, se puso bien. Al cabo de unos diez años, Cuata cumplió los veinte y, ¡adivinad de qué trabajaba Cuata! De cazadora, ¡claro! Iba siempre a cazar. Cuando la tribu veía algún animal, lo cazaba ella pero tampoco abusaba. Se hizo amiga de un hurón que se llamaba Tiki y de un mamut, llamado Punca. Cuata se montaba en Punca para cazar mejor y, además, iban más rápidos. Un día, fueron a dar un paseo y vieron un águila que estaba herida. La ayudaron y se hizo amiga de Cuata.
Cayetana Caro Garrido. Cuarto curso de Educación Primaria.
La tribu del Paleolítico
— ¡Vamos papá, vamos a llegar!
— Sí hija, ya mismo, pero no corráis, a ver si os vais a caer.
— Ese sitio es perfecto para acampar unos
días, tiene un río al lado y una cueva muy grande donde cabremos todos.
Los personajes de esta historia son una tribu de la época del Paleolítico formada por una familia de nueve miembros que os voy a presentar. En primer lugar, el padre, llamado
Lodi, y su pareja Tola. Tenían tres hijos, Koko, Dumba y Tico; y dos hijas, Dimba y Luda. Y finalmente los abuelos, Lato y Droida.
Como seguramente sabréis, el Paleolítico fue
un periodo de la Prehistoria, donde todas las familias eran nómadas, es decir, que se desplazaban de un lugar a otro cuando se les
acababan los recursos para alimentarse, como peces, animales y plantas comestibles, o
pieles para vestirse que obtenían de la caza.
Unas familias con otras formaban tribus, que era un grupo de personas que se unían para
defenderse de otras tribus enemigas y de los animales salvajes. Pues bien, nuestros amigos por fin llegaron a la cueva y se pusieron a trabajar. Cada uno tenía una función. La madre Tola y sus dos
hijas, hicieron el fuego. El padre Lodi y Koko, el hermano más mayor, se fueron a cazar. Lato, el abuelo, y Tico, el más pequeño de todos, fueron a recolectar frutos silvestres, y Dumba y su abuela Droida, vigilaron la cueva. — ¡Ya hemos llegado! —Dijeron los dos cazadores a la vez, cuando volvieron a la cueva con un mamut mediano y dos ciervos. — Y nosotras, ya hemos acabado de encender el fuego. —Contestaron Lodi y sus hijas. Poco después, volvieron el abuelo y Tico de buscar frutos. — ¡Bien! —Dijo la hermana más pequeña, Dimba.
– ¡Qué susto nos has dado pequeñina! Se nos ha caído todo. –Dijo el abuelo muy sorprendido. Venga, vamos a recogerlo. – Uuuyyyy, perdón. –Contestó la nieta. – ¡No pasa nada! Al cabo de unos días, Dimba se dio cuenta de que había crecido una planta en el lugar
donde se habían dejado un fruto sin recoger, y sus semillas habían florecido. Corrió a decírselo a su padre, y a Lodi se le ocurrió que si cultivaba más frutos como ese, podrían obtener una gran cosecha sin tener
que irse tan lejos a cogerlos, y además, no tener que trasladarse a otro sitio a vivir cuando se acabaran los que había en la zona. Y
así, se inventó la agricultura en este divertido cuento. Un tiempo después, se encontraron una becerrita indefensa a la que decidieron no cazar. Cuando creció, Luda pensó que criando a más
animales podrían obtener recursos como carne, leche o pieles sin tener que salir a cazar continuamente. Con este proceso surgió la ganadería que, con la agricultura, permitió que los nómadas se convirtieran en sedentarios, llegando a la
fase intermedia de la Prehistoria, ya que hay tres, llamada Neolítico. Pero de este periodo haré otro cuento con otra historia y otros personajes.
Carlos Alía Fuillerat. Cuarto curso de Educación Primaria.
La tribu — Papá, ¿dónde vas? —Dijeron Alenai y Anai. — Me voy a cazar con vuestros dos hermanos y el abuelo. — ¿Podemos ir? —Dijo Anai. — No, es peligroso. —Contestó el padre. — Y, ¿Por qué te vas con Alejou, Acobi y el abuelo? —Preguntó Alenai. — Porque son fuertes. —Respondió el padre. — Venga, quedaos ahí, que tenemos que cazar. —Ordenó el abuelo. — ¿Y qué hacemos? —Preguntó Anai. — Preparad el fuego. —Dijeron sus hermanos Acobi y Alejou. — Vale. —Dijo Alenai. Cuando regresaron con el ciervo que habían cazado, lo cocinaron. — Venga, mamá, abuela, despertad que ya está aquí el desayuno. —Dijo Acobi.
— ¡Qué buena pinta! —Dijo la abuela Acai. — Sí, la verdad es que el asado tiene muy buena pinta. —Dijo la madre Alena. Cuando terminaron de desayunar, todos fueron a pescar peces para cenar o recogían agua del río para beber. — ¡A cenar! —Llamó el padre Abadu. — ¡Que rica estaba la comida! —Dijo Anai. — ¡Yo digo lo mismo! —Exclamó el abuelo Nero. Pasaron días, meses y años cuando la tribu decidió trasladarse a otro lugar porque se habían quedado sin comida. — Papá, papá, ¿Qué hacemos? —Preguntaron los dos hijos. — No lo sé. —Respondió el padre. Un día, Anai cogió fruta para comer, se le cayeron algunas semillas y, al día siguiente… ¡Salieron nuevas plantas! — Mamá, papá, abuelo, ¡mirad! — ¿Qué son? —Preguntó Alena.
— No lo sé. Pero han nacido muchos árboles de las semillas. —Dijo Anai. Y desde entonces, sembraron frutas y no tuvieron problemas de comida.
Sara Caro Panadero. Cuarto curso de Educación Primaria.
La sabia tribu — Tito, ¿dónde vas? — Voy a encender el fuego. ¿Quieres ayudarme? —Le preguntó al mayor de sus sobrinos. — Sí, voy contigo a ayudarte. —Contestó él. — Venga, vamos. Kako y su sobrino Dub se levantaron y encendieron el fuego. — Yo recojo los palos; tú, las piedras. —Dice Dub. — Vale, pero no hagas ruido para que no se despierten los demás. —Dijo Kako. Esta tribu estaba formada por el anciano Tepa y su esposa Luebe; sus hijos Cateh y Kikal;
Catch y su mujer Bola y sus cuatro hijos Dulo, Kindoll, Dula y Nifa; y Kikal con su marido Kako y sus cuatro hijos Kakolu, Polonte, Apoca y Lica. Cuando se levantaron todos, cada uno se fue a realizar sus tareas.
Tepa recogía frutas con kako, Dulo y Kakolu; Kindoll y Polonte araban la tierra; Bola, Dula, Kikal y Apoca daban de comer a los ani-
males; Nifa y Lica echaban las semillas y regaban los cultivos. Un día, Nifa y su prima Lica se fueron a dar un paseo alrededor de la cueva… — Mira, Lica. ¡Qué piedra más bonita! —Dice Nifa. — Es verdad. ¿Y esta? ¡Qué rara es! —Contestó Lica extrañada. — Tienes razón. —Dice Nifa. — Tengo tres piedras iguales. ¿Quieres una? — Sí, muchas gracias. —Dijo Nifa ilusionada. Cuando se fueron al fuego porque tenían mu-
cho frío, una piedra de las que habían cogido se cayó al fuego. Pasado un rato… la piedra se había derretido. Nifa y Lica cavaron un agujero, echaron el líquido y, pasados unos días, el líquido se endureció y formó un semicírculo.
— ¿Qué es esto? —Preguntó Bola, la pareja de Catch. — Es muy raro. —Dice Catch. — Catch, tienes razón. Pero está muy duro y nos puede servir para hacer algo. —Dice Tepa. — }omo por ejemplo: lanzas, hachas, adornos,… —Contesta Dula, la hija mayor. Pasados unos días, recogieron muchos trozos de la misma piedra rara. Al final fueron derritiendo todas las piedras e hicieron un montón de armas, accesorios, etc. ¡Había comenzado la Edad de los Metales!
Irene Alcaraz Godoy. Cuarto curso de Educación Primaria.
La prehistoria de Kala — ¡Mamaaaaaá! — ¿Qué quieres, Kala? ¿Por qué gritas de esa manera? —Preguntó la madre. — ¡Mira, un ciervo! —Contestó la hija. — ¿Dónde? — Al lado de la cueva. —Dijo su hija llamada kala. — ¡Mira! Su madre rápidamente cogió sus armas, avisó a una parte de la tribu y fueron en busca de ese ciervo. Al parecer, era una hembra y estaba con su cría. A su madre le dio pena matarla y la dejó ir. Un día el padre de Kala, llamado Tuko, se dio cuenta de que ya no había más recursos: no había comida, ni peces, ni frutos silvestres... nada. Ese día se reunieron en un calentito fuego, y Kala dijo:
— Tenemos que ir a otro lugar. Aquí ya no hay más recursos. — Es verdad, si nos quedamos tenemos la esperanza de morir. Si nos vamos será mucho mejor. —Dijo su abuelo Quiro, al quien todos lo llaman sabio. — Pero... —Dijo Kala. — Pero… ¿qué pasa, Kala? —Preguntó Quiro. — Aquí tengo mis amigos y una cueva donde poder pasar los días. Si nos vamos, ¿dónde viviremos? —Expuso Kala. — No te preocupes Kala, seguro que encontramos otra cueva. Y... por tus amigos, no te preocupes que nos iremos todos. —Dijo Quiro, su abuelo — Bueno, me has convencido abuelo. —Contestó Kala. — ¡Venga, preparad vuestras cosas! —Dijo la madre. — ¡Valeeee! —Gritaron todos. — Tuko, ve y mira si ves una cueva cercana
para pasar un día allí. Y, ¡claro! si hay algo de comida. —Ordenó la madre, llamada Kati. — Vale, voy a prepararme. —Contestó Tuko. — ¡Hay una cueva! Y la verdad es que no está nada lejos. Y hay bastantes animales. —Se dijo a sí mismo Tuko. — ¿Cuándo llegará Tuko? —Se preguntó kati. — Ya estamos preparados todos, mamá. —Dijo Kala. — Vale, esperadme aquí. Voy a levantar a tu abuela, que se ha quedado dormida. —Dijo Kati. — Vale, yo avisaré a la tribu para que estemos ya fuera de la cueva esperando a Tuko. Kati, se fue a levantar a la abuela llamada Pati, y... — ¡Pati, despiertaaaaaaa! —Gritó la madre. — ¿Qué, dónde, cuándo...? —Se levantó Pati muy aturdida. — Pati, prepara tus cosas. Nos vamos a otra cueva. —Dijo la madre.
— Vale. — ¡Mamá! Ya ha venido Tuko. Y parece que trae muy buenas noticias. — Hola, Tuko, ¿cuáles son las noticias tan buenas? —Preguntó la madre. — Que he encontrado una cueva bastante grande y… hay muchos animales. Seguro que cabemos toda la tribu. —Les explicó Tuko. — ¡Qué bien, Tuko! Cuando estuvieron todos preparados y listos, Tuko fue guiando a toda la tribu hasta la cueva… — ¡Ya hemos llegado! —Gritó de alegría Kala. – Bueno, a dormir que ya es de noche. —Ordenó Kati. — ¡Vale! —Obedecieron todos. Al día siguiente, Kala había cogido una fruta para desayunar. Pero... a Kala se le había caído una semilla al suelo y no se dio cuenta.
Empezó a llover y todos se tuvieron que ir dentro de la cueva. Se hizo de noche y se durmieron todos, menos Kala. — Voy a recoger con un poco de agua que está cayendo del cielo por si acaso lo necesitamos. — Se dijo a sí misma. Después, se durmió como todos. Al día siguiente Kati se levantó y salió fuera y vio cómo una planta crecía. — ¡Qué raro! Aquí no había ayer ninguna planta y, de repente, está creciendo una. —Se dijo a sí misma muy extrañada. Cuando se levantó Kala fue a ver a su madre. — Buenos días. —Dijo Kala. — Buenos días, Kala. —Contestó Kati. — Kala, ¿sabes por qué está creciendo esta planta? — Pues, creo que porque ayer, al desayunar una manzana, se me cayó una semilla. Y de esa semilla habrá crecido una planta. —Dijo Kala.
— Puede ser verdad. —Dijo la madre. — ¿Qué te parece, si tiramos una semilla al suelo, le echamos un poco de agua y la dejamos? ¿Y al día siguiente vemos si ha crecido? —Propuso Kati. — ¡Buena idea! —Contestó Kala. Kala y Kati pusieron en práctica la idea de Kati, y... — ¡Kalaaaaa! —Gritó la madre. — ¡Voy! —Contestó Kala gritando. — ¡Mira, ha crecido una planta! —Exclamó la madre muy nerviosa. — Mamá... — ¿Qué pasa, Kala? — ¡Tengo una idea fantástica! —Dijo Kala. — Dime. — Si ponemos semillas por todos lados, no tendremos que ir de un sitio a otro buscando comida. —Propuso Kala. — Es verdad porque tendremos los frutos silvestres en un mismo sitio.
— Y lo mismo con los animales, ¡los domesticamos y ya está! —Expuso Kala. — Esto se lo tenemos que decir a todos. —Dijo Kati. Entonces, cuando se despertaron todos, le dieron la buena noticia. — ¡Qué buena idea habéis tenido! —Exclamó Quiro, el abuelo, muy contento. Entonces, se fueron todos fuera y Kala fue repartiendo las tareas que cada uno iba a realizar: — Quiro y Tuko, tenéis que sembrar y regar las plantas. — Tuki y Pati, vosotras tenéis que domesticar un rebaño de ovejas. — Y Neli, tú pescarás muchos peces. Mientras, yo limpiaré la cueva y dibujaré, en un árbol diferente, las tareas que tiene realizar cada uno. Así, Kala fue dibujando a cada uno de la tribu y la tarea que tenía que hacer:
Dibujo de Tuki y Pati + Dibujo de ovejas comiendo: que significaba que Tuki y Pati tenían que dar de comer a las ovejas todos los días. Dibujo de Quiro y Tuko + Dibujo de plantas que reciben agua: que significaba que Quiro y Tuko tenían que regar las plantas cuando lo necesiten. Dibujo de Neli + Dibujo de peces en el río: que significa que Neli tenía que pescar peces para toda la tribu de vez en cuando. Cuando Kala les enseñó los dibujos en cada árbol, todos sabían lo que tenían que hacer cada uno. ¡Qué bien que no tengamos que ir a otro sitio porque ya tenemos todo aquí! —Dijo Kati. — Si es verdad. —Contestó Nali. — Pero Kati... —Dijo Nali. — ¿Qué pasa, Nali? —Preguntó Kati. – Lo mismo que descubrimos la ganadería y la agricultura... podríamos fabricarnos casas
de madera y paja. — ¡Muy buena idea, Nali! Esa idea se la contaron a los demás. Y comenzaron a construir casas. Desde ese momento se iban construyendo nuevos objetos… ¡hasta de metal!
Laila Sliti Wojciechowska. Cuarto curso de Educación Primaria.
Del
Paleolítico al
Neolítico
1. La tribu. — ¿Papá, dónde vas? — Nuco, voy a cazar solo. — Tráenos muchos animales porque tenemos hambre. — Nuco, ve preparando el fuego para cuando se levante toda la tribu. Nuco y su padre Caín son miembros de una tribu del paleolítico que se han levantado muy temprano para ir a cazar algún mamut o un ciervo. — Nuco, me marcho. — ¡Espera papá! — ¿Qué quieres, hijo? — Es peligroso. — ¿Por qué? — Porque los animales te pueden hacer daño o incluso matarte. Es mejor cazar en grupo. — Tienes razón Nuco. —Contestó Caín.
Entonces, Caín cogió su arco y su flecha y se fue a llamar al abuelo Neuro, a su hijo ma-
yor, llamado Brudo, y a dos amigos suyos que se llamaban Dudo y Lupo. Cuando se reunieron todos, se marcharon a cazar y…
2. En la cueva. — ¿Qué haces, Nuco? —Preguntó Laca recién levantada y un poco aturdida. — Encendiendo el fuego para cuando regrese papá. — ¿Dónde ha ido papá? — Ha ido a cazar. — ¡¿Solo?! —Preguntó Laca asustada. — No, tranquila mamá. Se ha ido con Brudo, con el abuelo y con sus amigos Dudo y Lupo. — ¡Ah, vale! ¡Qué susto! —Dijo la madre aliviada. — ¿Qué hacemos, mamá? —Preguntó Nuco aburrido. — Vamos a organizar las tareas de la cueva.
Nuco, tú prepara la piel para hacer la vestimenta; la abuela Droida y yo, prepararemos todo para cuando regresen los cazadores. — Mamá, ¿despierto a las hermanas para que nos ayuden?
— Sí, buena idea. Ve a despertar a Kika y a Tuca.
3. De caza. Mientras tanto, los cazadores estaban buscando animales para cazarlos. — ¡Qué desesperación! —Exclamó Caín. — Es verdad. —Dijo Brudo. No se ven animales para cazar. — Pues entonces, nos iremos a la tribu para reunirnos todos y pensar qué hacemos. Cuando regresaron a la tribu, se reunieron alrededor del fuego para decidir qué es lo que iban a hacer. — Papá, ¿habéis cazado algún animal? — Nada, hija. No hemos visto ni un solo animal. —Contestó decepcionado el padre. — ¿Se han acabado los recursos? —Preguntó Kika. — Sí, ya no quedan animales. —Contestó Brudo cansado y hambriento. — Yo propongo irnos a otro lugar para conseguir más recursos. —Propuso el abuelo Neuro.
— ¡Qué pena! Aquí tenemos el río muy cerca y, a lo mejor, cuando nos vayamos a otro lugar no habrá agua para beber. — Pero aquí ya no queda comida. No te desilusiones, allí habrá otro río cerca donde haya peces. —Dijo Laca. — Pero a mí me da pena marcharme de este lugar porque tengo muchos amigos. —Dijo Tuca. — No te preocupes, nos iremos todos juntos porque formamos una tribu. —Le contestó la abuela Droida. — ¡Bien! — Vamos a votar todos para decidir qué hacemos. —Dijo Caín. Todos levantaron las manos y decidieron marcharse al día siguiente.
4. Nómadas. Al amanecer, Laca levantó a todos los miembros de la tribu. Recogieron todos sus utensilios fabricado con piedra y hueso y, también, sus pieles. — ¿Ya habéis recogido todo? —Preguntaron Caín y Laca. — Sí, ¡ya hemos recogido todo! —Contestaron todos. Y ya comenzaron a recorrer el camino en busca de un lugar donde poder vivir. — ¡Esperad!, ¿veis esa tormenta que se acerca a lo lejos? —Preguntó Neuro. — Sí, yo también la veo. —Respondió Kika, la hermana más pequeña. — Pues tendremos que aligerar el paso. —Dijo Caín que dirigía el grupo. — O también, podríamos refugiarnos hasta que pase la tormenta. —Propuso Droida.
Se pusieron a buscar una cueva y… — ¡Mirad! Allí hay una cueva bastante grande donde poder refugiarnos y, además, hay un
riachuelo cerca de la cueva para poder usar el agua. —Dijo Nuco Empezaron a correr hasta la cueva para protegerse de la tormenta.
5. En la nueva cueva. — ¡Qué grande! —Exclamó Lupo. — Mejor, así tenemos sitio para todos. —Dijo Nuco. — Vamos a dejar las herramientas en un rincón de la cueva. —Dijo Caín. Yo intentaré pescar en el riachuelo. — Y nosotros dos intentaremos encender fuego. —Dijeron Kika y Tuca. Mientras estaban encendiendo fuego, Kika vio correr un ciervo, y llamó a su padre. — ¡Papá, ven rápido! —Gritó Kika. — ¿Qué quieres, hija? Estoy pescando. — He visto un ciervo corriendo alrededor de la cueva. —Contestó Kika. Caín llamó a Brudo para que siguiera pescando. Mientras, él cogió su arco y sus flechas y salió a buscar al ciervo para intentar cazarlo, y llevar carne a la tribu para comer.
Brudo cogió su arpón, elaborado con huesos de animales, y pescó suficientes peces para alimentar a toda la tribu — ¡Ahí está! —Exclamó Caín. Con su arco apuntó al ciervo, y, a la tercera flecha, lo mató. — ¡Nuco! Ven aquí a ayudarme. —Dijo Caín a su hijo. — ¡Papá! Ya puedes traer el ciervo para cocinarlo. —Gritaron Kika y Tuca. — Ya vamos para allá. —Contestaron Caín y Nuco.
6. Nuevo hogar. Por la noche, mientas cenaban, Droida propuso quedarse a vivir en ese nuevo lugar. — Propongo quedarnos a vivir en este lugar,
porque hay muchos animales y frutos silvestres. —Habló la abuela. — ¡Me parece buena idea! Que levante la mano quién esté de acuerdo. —Dijo Laca.
Y todos estuvieron de acuerdo con Droida, y decidieron quedarse a vivir allí. {l día siguiente… — Voy a coger una fruta de ese árbol silvestre que tengo hambre. —Se dijo Kika. — ¿Dónde vas, Kika? —Le preguntó Brudo. — ¡Qué susto me has dado, Brudo! Se me ha caído la fruta. —Exclamó Kika asustada. — Perdón, no quería asustarte. —Se disculpó Brudo. — No importa. Cogeré otra fruta de ese árbol. —Le dijo Kika a Brudo. Kika dejó la fruta en el suelo y se marchó a la cueva porque empezó a llover.
7. Primeros brotes. Al día siguiente, de la fruta que se le cayó a Kika, creció un pequeño tallo. — ¡Brudo! Vamos a ir al río a coger agua. — ¡Venga, vamos! A mamá le gustará que le llevemos agua. —Dijo Brudo. — Mira |rudo, aquí se me cayó la fruta pero… ¡Ya no está! —Exclamó Kika. — Es verdad de esa fruta ha salido un pequeño tallo. —Respondió Brudo. — Claro, cómo anoche llovió, la fruta se mojó y le ha salido un tallo. —Aclaró Kika brevemente. — ¿De qué estáis hablando? —Preguntó Nuco extrañado. — Ayer se le cayó una fruta a Kika y ha salido un brote. —Explicó Brudo. — ¡Tengo una idea! —Dice Nuco. — ¿Cuál es tu idea? —Preguntó Kika.
— Podemos enterrar otras frutas, echarle agua y comprobar si es verdad. —Dijo Nuco. — Buena idea ¡manos a la obra! —Exclamó Kika. Los tres hermanos empezaron a coger fruta. Nuco hacia un pequeño hueco en la tierra; Brudo enterraba la fruta; Kika le echaba agua. — ¡Ya hemos terminado! —Dijo muy cansada Kika. — Aquí no pasa nada. —Protestó Nuco. — Espera hermano, debemos esperar una noche como ayer. —Dijo Brudo. — Buena idea, mañana volveremos a ver lo que sucede.
8. La Agricultura. Al día siguiente, los tres hermanos se levantaron temprano y muy nerviosos. — Brudo, Nuco, ¿vamos a comprobar si los frutos han brotado? —Preguntó Kika. — Venga, vamos rápido a ver si han brotado las semillas. —Contestó Nuco ilusionado. Todos se marcharon corriendo, sin desayunar, al lugar donde habían enterrado la fruta. — Mirad, ¡cuántos tallos han brotado! —Gritó con mucha alegría Kika. — Es verdad, han crecido durante la noche muchos tallos. —Comentó Brudo. — Vamos a decírselo a toda la tribu. —Se le ocurrió a Nuco. — Muy buena idea, hermano. —Contestó Kika. Los tres hermanos salieron corriendo hacía la cueva. – ¡Mamá, papá! Venid y mirad lo que hemos hecho! —Exclamaron los tres hermanos.
— ¡Corred, venid! Que os vamos a enseñar una cosa impresionante. —Exclamó Brudo. Los padres y sus hijos fueron al lugar donde habían enterrado la fruta. — ¡Mirad mamá y papá! Ayer enterramos frutas y hoy han salido pequeños tallos. —Dijo Kika — ¿Cómo lo habéis hecho? —Pregunto Laca sorprendida. — Es que estaba recogiendo frutos silvestres y se me cayó al suelo una fruta…al día siguiente, como esa noche llovió, broto en el suelo un pequeño tallo. —Explico Kika a su madre. — Vamos a decírselo a la tribu. —Dijo Caín. — Yo estoy de acuerdo. —Contestó Nuco. Caín y Nuco fueron a la tribu para reunirse y contar lo que habían descubierto. — Mis hijos, Brudo, Kika y Nuco han descubierto que si enterramos una fruta y le echamos agua, al día siguiente habrá crecido una
nueva planta. —Informó Laca. — ¿Podemos ir a ver las plantas? —Preguntó Neuro — Sí, podéis ir a verlas. —Contestó Laca.
9. La ganadería. Los abuelos fueron a ver lo que habían hecho sus nietos. Cuándo estaban viendo las plantas, a Kika se le ocurrió una idea. — Tengo una idea. — ¿Qué idea se te ha ocurrido? —Preguntó su abuela. — Como hemos hecho con las plantas, podemos hacerlo con los animales. — ¿Cómo lo hacemos, hija? —Preguntó Caín. — Podemos coger animales, domesticarlos, cuidarlos y, de esta manera, obtener productos de ellos. —Dijo Kika. — ¡Qué buena idea hija! —Exclamo Laca. ¡Eres muy inteligente! A partir de ese momento, surgió la agricultura y la ganadería, terminando la etapa denominada Paleolítico y empezando el Neolítico. — ¡Tengo una idea! —Exclamó Nuco. — ¿Qué idea, hermano? —Pregunto Brudo.
— Podemos quedarnos a vivir para siempre en este hermoso lugar porque ya hemos inventado la ganadería y la agricultura. — ¡Es verdad, hermano! Ya no necesitamos irnos a otros lugares para buscar animales y frutos silvestres. — ¡Qué inteligentes son mis hijos! —Dijo Laca muy orgullosa.
10. La cerámica. — ¿Dónde guardaremos los recursos de la agricultura y la ganadería? —Pregunto Caín. — ¡Tengo una idea!- Exclamó Neuro. — ¿Qué se te ha ocurrido, abuelo? —Preguntó Tuca, un poco confundida. — Podemos coger barro de la orilla del río y hacer recipientes. — Pero… el barro es blando y no aguantará el peso de la frutas y de la carne. —Comentó Tuca. — Podríamos poner, los recipientes que hagamos, cerca del fuego para que se sequen y se endurezca el barro. —Propuso Kika. — Me parece una buena idea. —Dijo entusiasmado Brudo. — De esta manera, podremos guardar los fru-
tos, que recojamos de los cultivos, en los recipientes para cuando llegue la época de los fríos. —Dijo Caín.
— ¡Claro! Así no se estropearán los alimentos y tendremos comida en todas las épocas. —Dijo Brudo. — También podremos guardar la carne que nos sobre. —Propuso Kika. — Así es. ¡Qué buena es esta nueva cosa! — ¿Por qué no le ponemos un nombre, como hicimos con la agricultura y con la ganadería? —Preguntó Droida. — Yo propongo llamarlo cerámica. —Dijo Caín. — Me parece perfecto, a mí me gusta ese nombre. —Dijo Kika ilusionada. A partir de ese momento, se inventó la agricultura, la ganadería y la cerámica.
11. En la Biblioteca. Ana Belén, la bibliotecaria de la biblioteca de Palma del Río, está leyendo un cuento de la prehistoria a un grupo de niños que fueron a visitarla por la tarde. Este cuento lo han escrito los niños de cuarto CEIP ``El Parque´´ de todo lo que han aprendido sobre la Prehistoria en Ciencias Sociales. — Niños, niñas, ¿os está gustando este cuento sobre la Prehistoria? —Preguntó Ana Belén. — ¡¡¡Siiiii!!! —Contestaron todos. — Pues este libro lo han escrito los niños de la clase de cuarto del colegio El Parque y me lo
han regalado para que se lo lea a otros niños de Palma. — ¡Es muy chulo! —Exclamó una niña del grupo. — ¿Queréis que mañana, a la misma hora, os siga leyendo este cuento? — ¡¡Sí!! ¡Nos encantaría!
— Buenos chicos, esta es la historia de una tribu del Paleolítico que descubrió la agri-
cultura, la ganadería y la cerámica. Mañana seguimos leyendo esta historia que han escrito los niños de cuarto sobre esta tribu tan amiga de la Prehistoria. ¡A ver qué aventuras locas y alucinantes ocurrirían en el Neolítico y en la Edad de los Metales! — Gracias Ana Belén, ¡eres la mejor! —Dijeron los niños en agradecimiento. Todos salieron del local y Ana Belén cerró la biblioteca. {l día siguiente… }ontinuara…
Alumnado de Cuarto Curso. } IP “ l Parque”. Palma del Río.
Títulos publicados de esta Colección del curso escolar 2016/17: 1. Nuestras noticias. (octubre, 2016) 2. Cuentos saludables. (noviembre, 2016 3. Cuentos con emociones. (noviembre, 2016) 4. Refranes populares. (diciembre, 2016) 5. Instrucciones. (diciembre, 2016) 6. Contaminar, no es un cuento. (enero, 2017) 7. Describimos paisajes. (febrero, 2017) 8. Nuestras recetas. (febrero, 2017) 9. Describimos monumentos andaluces. (febrero, 2017) 10. Describimos escritores andaluces. (febrero, 2017) 11. Nosotros y los pozos. (marzo, 2017) 12. Las bicicletas. (marzo, 2017)13. Nuestros cuentos sobre pozos. (marzo, 2017) 14. ¡Arriba el telón! (abril, 2017) 15. Animals need wáter: the water hole. (abril, 2017) 16. Momentos inolvidables. (abril, 2017) 17. Versos de animales. (mayo, 2017) 18. Fábulas fabulosas. (junio, 2017)
Títulos publicados de esta Colección del curso escolar 2017/18: 1. Nuestros paisajes favoritos. (octubre, 2017) 2. Superalimentación. (noviembre, 2017) 3. Todos somos iguales. (noviembre, 2017) 4. Las niñas y los niños somos iguales. (noviembre, 2017) 5. La niña que necesitaba ayuda. (noviembre, 2017) 6. Cuentos al séver. (diciembre, 2017) 7. Visitamos la Biblioteca. (enero, 2018) 8. Un mundo sin fronteras (enero, 2018) 9.– Andalucía en verso. (febrero, 2018) 10.– Cuentos naturales. (marzo, 2018) 11.– Vidas de mujeres. (marzo, 2018) 12.– Historias de la Prehistoria. (abril, 2018)
E
Historias de la Prehistoria ste libro es el decimosegundo de la colección “Jirafita” que
los alumnos de cuarto curso del } IP “ l Parque” hemos es-
crito sobre la Prehistoria. l maestro Paco nos dijo que este sería nuestro último libro… y todos nos pusimos muy tristes. Luego, nos explicó que sería el último libro de cuentos porque en el tercer trimestre vamos a escribir descripciones. Como estamos estudiando el tema de la Prehistoria en Ciencias Sociales, el maestro Paco nos dijo que escribiésemos un cuento
con personajes de esta época de la Historia para repasar todo lo que hemos estudiado. Además del cuento que cada uno hemos escrito, en clase hemos
escrito otro entre todos los niños: uno escribía en la pizarra; otro, en el ordenador; otros, aportaban ideas; otros, dibujaban… La portada de este libro la ha realizado Antonio Florentín Berceanu; y la contraportada la he escrito yo, Florín David Dragomir. Espero que os gusten nuestros cuentos y podáis aprender muchas cosas del Paleolítico, del Neolítico o de la Edad de los Metales.
Florín David Dragomir.
Colección: Jirafita.