Moda - Joyería Vintage

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La autora

Caroline Cox, profesora visitante en el London College of Fashion (University of the Arts), es una destacada autoridad en temas de moda cuya obra investiga las relaciones entre moda, belleza y cultura. Conferenciante y locutora, es asesora cultural de tendencias en Sassoon. Ha escrito ocho libros sobre historia de la moda, entre los que destaca Zapatos vintage, publicado por Parramón Ediciones en su sello Pad.

Joyería

D

écada a década, el exquisitamente ilustrado Joyería vintage recorre cien años de historia del diseño, desde los pectorales Art Nouveau de René Lalique y los esmaltes de Tiffany, en los albores del siglo XX, hasta las piezas de bisutería de Christian Dior, a mediados del siglo, y los diamantes de Harry Winston, hoy tan codiciados. Los brazaletes, collares, anillos y broches más bellos y dignos de coleccionar se exponen en imágenes de archivo, fotografías de moda e ilustraciones de piezas de época realizadas especialmente. Referencia de valor incalculable, así como fuente visual inagotable de tiempos pasados, este libro estudia las firmas de joyería y los diseñadores clave, la evolución técnica y las influencias culturales que conformaron los estilos de diseño históricos. Si alguien ha heredado piezas de familia de las que le gustaría saber más, si desea coleccionar joyas por épocas o por sus piedras, o simplemente disfruta descubriendo piezas únicas en subastas y mercadillos de antigüedades, hallará en este libro la información que precisa para identificar joyas auténticas de una época y detectar copias. Un glosario de la terminología de la joyería y las piedras preciosas describe metales, monturas, estilos y tipos de talla, mientras que la guía de compra y coleccionismo proporciona pistas para saber dónde encontrar joyas vintage y cómo cuidarlas.

Joyería vintage

Gerda Flöckinger, considerada una influyente figura de la joyería artística del siglo XX, dejó atrás las estructuras y conceptos tradicionales con sus avanzadas técnicas de fusión y un trabajo estéticamente innovador. Su curso experimental en el Hornsey College of Art de Londres, en 1962, marcó un hito en la regeneración del diseño de joyas británico. Primera mujer a la que se ofreció exponer en solitario en el Victoria and Albert Museum en 1971, fue distinguida con el nombramiento de comandante del Imperio Británico en 1991.

Joyas del siglo XX para lucir y coleccionar

La autora del prólogo

Prólogo de Gerda Flöckinger

C

artier, Fabergé, Boucheron…: nombres mágicos que evocan centelleo de diamantes, suave resplandor de perlas y destellos de esmeraldas y rubíes, nombres que jamás habrían alcanzado su fuerza evocadora y dominante antes del auge de la clase media en el siglo XX. Pasando revista a los estilos que surgieron del Art Nouveau, hacia 1890, hasta el día de hoy, Joyería vintage sitúa el diseño de joyas en su contexto cultural, estudiando la obra de prestigiosas firmas y diseñadores-artistas del momento con el apoyo de magníficas fotografías que muestran maravillosas «pequeñas obras de arte» de cada época. El capítulo sobre el Art Nouveau presenta las líneas sinuosas y los colores claros de los motivos modernistas inspirados en la naturaleza, mientras que en la época eduardiana destacan los engarces de filigrana y las piezas de platino y diamantes que dieron lugar a un estilo de joyería en que el color blanco era el protagonista. Las formas geométricas, así como la talla de las piedras en baguette, de inspiración cubista, impregnan el movimiento Art Déco en la década de 1920. En la de 1930, Hollywood lanza llamativos anillos de cóctel y joyería de diseñador con firmas como Tiffany, Cartier y Van Cleef & Arpels, y en la de 1940, el exceso toma el poder, cargado de piedras falsas y monturas de metales rutilantes. El new look de Christian Dior llevó en la década de 1950 a un estilo coordinado, con nombres del prestigio de Jean Schlumberger en Tiffany’s, Trifari y Swarovski. La vivacidad del diseño marcó los años 1960, que vieron la experimentación con toda clase de materiales, como el nuevo PVC. Las tendencias bohemias y étnicas de la moda se reflejaron en la joyería de la década de 1970, pero la joyería «real» volvió al trono en la de 1980 con lujosas gemas y piezas falsas a la última. Joyería vintage concluye con un capítulo sobre los futuros coleccionables del mundo del diseño de joyas, además de un exhaustivo glosario y una guía de fuentes documentales y colecciones.

ISBN 978-84-342-3778-0 ISBN: Cubierta: Corbis/Condé Nast Archive. Solapa anterior: Cortesía de Melinda Lewis, The Jewelry Stylist, editor fotográfico: Darrel Chua. Contracubierta: Scala (Florencia)/White Images. Solapa posterior: Aged and Opulent Jewelry/www.agedandopulentjewelry.com Lomo: Morning Glory Antiques & Jewelry/http://www.morninggloryjewelry.com

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Sumario Prólogo de Gerda Flöckinger

6

Introducción

8

1890–1910: Divina decadencia

10

1910: La era eduardiana

30

1920: Joyas chic y estilizadas

44

1930: Glamour hollywoodiense

62

1940: F de falso

84

1950: Una década centelleante

106

1960: El futuro está en el pop

128

1970: La exaltación del cuerpo

152

1980: El poder y la gloria

174

De 1990 hasta hoy: Futuras piezas de colección

194

Comprar y coleccionar

210

Glosario de términos de joyería

218

Índice

220

Otras lecturas y agradecimientos

224



La perla cultivada Las largas hileras de perlas de moda en los años veinte fueron sustituidas por un nuevo estilo en los años treinta: una corta doble vuelta de perlas que se abrochaba por detrás con un clip de diamantes de imitación. Esta pieza estaba al alcance de muchas mujeres gracias a la abundante provisión de perlas cultivadas por parte de Kokichi Mikimoto. Este joyero japonés dedicó su vida a una sola ambición: «Quisiera adornar con perlas el cuello de todas las mujeres del mundo». Así, en la década de 1930 sus perlas cultivadas, perfectamente esféricas, ya eran objeto de la admiración mundial. Ya en la década de 1890 Mikimoto advirtió que las ostras de Ise-Shima, su tierra natal, eran víctimas de la sobreexplotación, lo cual estaba llevando a la ruina a una importante industria. Mikimoto observó que la perla se forma cuando un objeto extraño, como un trozo de concha o un poco de arena, queda atrapado por accidente en el tejido blando del cuerpo de la ostra. Para aliviar dicha molestia, la ostra se defiende secretando nácar, una sustancia cristalina que se acumula alrededor del objeto invasor y que va formando capas, creando así una perla translúcida y lustrosa. Mikimoto decidió replicar este fenómeno fortuito insertando un trozo de concha o metal en el interior de la ostra. Tras años siguiendo el estudio realizado por William Sackville-Kent en Australia, experimentación entorpecida por las mareas, los tifones y los cambios en la temperatura del agua, el 11 de julio de 1893 logró un gran avance: Mikimoto sacó una de sus cestas de bambú llenas de ostras de las profundidades del agua, y dentro de una de ellas halló una perla lechosa y de forma imperfecta. Su primera perla esférica la obtuvo en 1905. Siguiendo el sistema de Mikimoto, la industria japonesa de la perla experimentó una rápida expansión y en 1935 ya había 350 granjas de perlas en el país.

PERLAS DE COLECCIÓN ✶ Las perlas naturales y cultivadas tienen gruesas capas de nácar que las hacen más duraderas que las falsas, pero todas ellas son más frágiles que otras piedras preciosas. ✶ Las perlas falsas pueden ser de Lucite (polimetilmetacrilato) u otros plásticos, o de cristal. Las de cristal tienen más valor. ✶ Todas las perlas pueden rayarse, agrietarse o mancharse fácilmente, por lo que conviene fijarse bien en su estado antes de adquirirlas. ✶ Las perlas se horadan para poder ser ensartadas. Los orificios de las de imitación suelen estar desconchados, señal de que son falsas.

ARRIBA Los

largos collares de perlas de la década de 1920 fueron sustituidos en la de 1930 por collares de vueltas más cortas que se ajustaban al cuello, como dictaba la moda de la época. Este collar de ocho vueltas, de 1934, es de Richelieu. PÁGINA ANTERIOR Kay Francis, una de las actrices mejores pagadas del Hollywood de la década de 1930, posa cubierta de perlas en 1935. Su diadema tachonada de perlas, su brazalete de varias vueltas, sus collares y su anillo proporcionaban una fantástica visión de glamour a las mujeres de la era de la Depresión.

TIPOS DE COLLARES DE PERLAS A la hora de la venta, los collares de perlas suelen clasificarse por su longitud. Collar:

El de longitud más habitual, mide entre 25 y 33 centímetros y se asienta en la base del cuello. Se consideraba que era adecuado para ocasiones tanto formales como informales. Princesa: Una versión más larga de la gargantilla, mide de 43 a 48 centímetros y cuelga justo bajo la clavícula. Matinée: De 50 a 60 centímetros, es la medida estándar para lucir de día y está diseñado para que caiga justo encima del escote. Ópera: De 70 a 90 centímetros, por lo general trenzado y colocado de modo que forme varios círculos de tamaño progresivo. Destinado a eventos formales, de ahí el nombre. Cuerda: Mide más de 90 centímetros. Uno de los ejemplos más célebres es el que lucía la actriz Louise Brooks en la famosa fotografía de 1928 de Eugene Robert Richee.

1930: Glamour hollywoodiense

71


La ola futurista Los diseños yé-yé de mediados de la década de 1960 de andré Courrèges, Rudi Gernreich, Paco Rabanne, Emanuelle Khanh y Pierre Cardin fueron la inyección que necesitaba la moda francesa para volver a convertir a París en un centro importante. La moda parisina estaba desesperadamente necesitada de una renovación: muchas casas se hallaban atascadas en la década anterior, rígidamente encorsetadas por la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne y con una clientela que envejecía. Subproductos como los bolsos, los perfumes y las joyas parecían el medio capaz de salvar a las empresas de moda en apuros, pero para atraer a la juventud era necesario un gran cambio. La moda debía ser fresca y futurista, y Pierre Cardin fue el primero en salir del atasco en 1964 con su colección Era Espacial de monos de punto blanco y vestidos tubulares. En 1965 Emanuel Ungaro mostró lo que un periodista describió como «un atracón de plata: pelucas plateadas; botas de suela plateada; botones, collares y medias de malla plateados. Collares de aluminio que servían a la vez de sostén se yuxtaponían a pantalones transparentes con flores bordadas». Esta onda de ciencia-ficción llegó a la bisutería: Paco Rabanne, que empezó trabajando como diseñador de joyas con Hubert Givenchy, fue el primero en recorrer la senda abierta. Creyendo que la única vía para avanzar en la moda era el descubrimiento y uso de nuevos materiales, más que cambiar de líneas cada nueva temporada, Rabanne rompió por completo con la tradición al experimentar con el plástico y el aluminio para crear algunas de las prendas y complementos más excéntricos –e influyentes– de la década de 1960. En 1966 presentó una colección de doce vestidos experimentales en plástico y metal, elaborados con un par de alicates y un soplete en vez de la aguja y el hilo. Su bisutería siguió la misma estética de cota de malla en plástico y aluminio. Rabanne calculó que aquel año usó hasta 30.500 metros de plástico Rhodoid (acetato de celulosa) al mes. Uno de sus extraordinarios artefactos fue un collar babero de discos de plástico fosforescente unidos con un fino alambre, con unos grandes pendientes de aro a juego que recordaban a los móviles de Alexander Calder. Cuando Rabanne agotó las posibilidades del plástico, creó otra versión de la cota de malla empleando pequeños triángulos de aluminio y cuero unidos por anillas de alambre flexible, o cromados unidos por hilo acrílico. Llamó a esto «antijoyería»; y afirmaba: «Yo hago joyas para el lado alternativo de la personalidad de la mujer, para su locura». En los mercadillos proliferaron enseguida las estrellas fugaces, los planetas y las naves espaciales, todo ello en plástico ligero. Los pendientes de aro podían ser grandes círculos blancos o enormes triángulos de acrílico transparente. 142

1960: El futuro está en el pop

IZQUIERDA, ARRIBA Y ABAJO

Piezas de la exposición londinense de 1967 «Escultura para llevar», del matrimonio holandés Gijs Bakker y Emmy van Leersum. El aluminio anodizado azul, el plástico, la plata y el oro recibían formas de la era espacial. Estas joyas revolucionarias se adaptaban a la forma del cuerpo de quien las llevaba, pero al mismo tiempo conservaban sus rotundas formas. El radical enfoque del adorno corporal de esta pareja, que se propuso «dominar el material y forzarlo hasta formas casi imposibles», los convirtió en líderes de la joyería europea de vanguardia. PÁGINA SIGUIENTE Vestido de lentejuelas plateadas de Joan Arkin, de 1966, que presenta una cota de malla similar a la utilizada por el modista francés Paco Rabanne. Unos grandes pendientes chandelier de metal complementan el vestido. En la década de 1960 predominaron los pendientes de clip, pues unas piezas tan pesadas sólo se podían acomodar con un gran clip por encima del lóbulo.



Tendencias e influencias La joyería debía caminar por la cuerda floja entre la reserva y la opulencia, y Van Cleef & Arpels marcó la pauta con piezas de oro engastadas con rubíes, esmeraldas y diamantes que combinaban el lujo occidental con serenas referencias a la cultura india. Bulgari, casa italiana que alcanzó la fama en esta década, también produjo joyas caras que combinaban el caché con lo informal, piezas diseñadas expresamente para llevarlas día y noche, en oro pulido con diamantes tallados en baguette o en gradas. El primer local internacional de Bulgari abrió en el Hotel Pierre de la Quinta Avenida de Nueva York, y hacia el final de la década la firma ya había conquistado a los ricos de París, Ginebra y Montecarlo. Las fuentes de inspiración eran refrescantemente exóticas, como el antiguo Egipto: la exposición itinerante de los tesoros de Tutankamón que tuvo lugar entre 1972 y 1979 motivó una gran cantidad de diseños de inspiración egipcia que lucieron estrellas como Sophia Loren y Audrey Hepburn. La clienta más identificado con la casa Bulgari fue Elizabeth Taylor, cuya pasión por los diamantes fue pasto de las crónicas a lo largo de la década, sobre todo a propósito del enorme pedrusco que le regaló su marido Richard Burton en 1970, conocido desde entonces como el diamante Burton-Taylor. Con forma de pera, sin defectos, de 69,42 quilates y cortado de una piedra comprada por Harry Winston en 1968, Cartier lo montó en un collar deslumbrante. Taylor lo llevó por primera vez en la fiesta del cuarenta cumpleaños de la princesa Grace de Mónaco.

IZQUIERDA Alfiler de fresas de Sarah Coventry, de principios de la década de 1970, una alternativa a la bisutería de inspiración hippy. La firma, fundada en 1950 y activa hasta su absorción en el año 1984, producía piezas que se vendían en fiestas patrocinadas por directores de moda.

PÁGINA 152 Modelo

con pijama malva de Rafael, kimono de georgette estampado y un gran collar de hojas. IZQUIERDA Alfiler de estrás con colgante de perla barroca falsa, de Eisenberg. La casa Eisenberg produjo bisutería hasta 1977; a partir de 1970, algunas de sus piezas, como este alfiler, llevaban la inscripción «Eisenberg Ice» en el dorso.

154

1970: La exaltación del cuerpo


PÁGINA ANTERIOR Collar de coral, ónice, nácar y diamantes de Bulgari. Bulgari ha sido siempre rápida a la hora de responder a las tendencias culturales;

así, por ejemplo, cuando cundió el furor por las piezas de aire egipcio tras el éxito de la exposición de los tesoros de Tutankamón hacia la mitad de la década de 1970.

Selección de joyas con diamantes de Bulgari de la década de 1970. En esta época la sensibilidad hippy quedó superada por una estética más oscura y

ARRIBA

decadente, como la de esta foto de la edición francesa de Vogue. Se crearon piezas descaradamente lujosas para la nueva aristocracia del rock. 1970: La exaltación del cuerpo

155


Joyería temática La joyería de alta calidad seguía siendo cara, pero tenía un aire más sobrio: las cadenas eran finas, las gemas, menos ostentosas, y los motivos decorativos buscaron inspiración en la naturaleza, con una plétora de mariposas, libélulas y temas acuáticos. En 1991 Bulgari sacó su gama New Age, la colección Naturalia, que apoyaba la campaña por la diversidad biológica de la World Wildlife Fund y aludía a la flora y la fauna mediante sus motivos y materiales, pues usaba coral y perlas. Los anillos de oro tomaban la forma de estilizados peces de ojos de rubí que se mordían la cola, igual que una pulsera compuesta por ocho piezas de coral rojo, calcedonia, amatista, citrina y turmalinas rosas y verdes, todo ello engastado en oro de 18 quilates. El diseñador japonés Kaoru Kay Akihara, que trabaja bajo el nombre de Gimel, se inspiró también en esta naturaleza que parecía estar al borde de la destrucción: uno de sus anillos de pavé presentaba una flor de loto formada por diamantes rosas y granates verdes con un pequeño caracol de zafiro dentro que sólo podía ver su portador. El pictórico uso del pavé por Gimel llegó a ser un rasgo dominante en la joyería de alta categoría de la década de 2000, pues en manos de un buen joyero permitía una gran sutilidad cromática y el juego con la escala tonal. La conciencia del multiculturalismo se hizo cada vez más patente en el uso de motivos étnicos y materiales importados de culturas no occidentales; pronto se pondrían de moda los materiales que imitaban el marfil. Grandes piezas de joyería tibetana de plata hecha a mano, como colgantes en forma de caja de oraciones con turquesas engastadas, encontraron un hueco en los departamentos de joyería de establecimientos comerciales como Liberty’s, en Londres, y Bloomingdale’s, en Nueva York, y fueron imitadas por los diseñadores en las pasarelas. Las joyas de este tipo estaban destinadas a la nueva mujer con sensibilidad espiritual y artística que vivía en Notting Hill o Greenwich Village. Como en la década de 1970, la joyería étnica cara se puso de moda entre la gente rica y con inquietudes éticas.

ARRIBA DERECHA La preocupación por el medio ambiente condujo a un resurgimiento del interés por las formas naturales y los temas étnicos. Estos pendientes de plata, con el símbolo nativo americano del pájaro de trueno, llevan turquesas y abalorios de Elizabeth Taliman, joyera de ascendencia navajo-cochití.

196

En su colección de primavera/verano del año 1999, Thierry Mugler sustituyó sus superhéroes y femmes fatales por un estilo de inspiración tribal que utilizaba la pintura corporal, las máscaras y enormes pendientes esculturales como complemento del exiguo minimalismo de sus diseños de ropa.

DERECHA

De 1990 hasta hoy: Futuras piezas de colección

PÁGINA 194 En

el año 2003 Swarovski encargó a una serie de diseñadores de joyas que crearan unas colecciones de piezas de joyería únicas para la espectacular pasarela de Runway Rocks. En 2004 Shaun Leane utilizó su distintivo motivo de la espina para explorar la modificación y el envolvimiento del cuerpo.


DERECHA Esta enorme joya para el hombro y estos pendientes fueron creados por Francis Mertens para la Runway Rocks de Swarovski del año 2008. Afincado en Amberes (Bélgica), Mertens emplea sistemas de diseño asistido por ordenador (CAD) y ligeros materiales de alta tecnología como el titanio para crear grandes formas de gran naturalismo.

De 1990 hasta hoy: Futuras piezas de colección

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La autora

Caroline Cox, profesora visitante en el London College of Fashion (University of the Arts), es una destacada autoridad en temas de moda cuya obra investiga las relaciones entre moda, belleza y cultura. Conferenciante y locutora, es asesora cultural de tendencias en Sassoon. Ha escrito ocho libros sobre historia de la moda, entre los que destaca Zapatos vintage, publicado por Parramón Ediciones en su sello Pad.

Joyería

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écada a década, el exquisitamente ilustrado Joyería vintage recorre cien años de historia del diseño, desde los pectorales Art Nouveau de René Lalique y los esmaltes de Tiffany, en los albores del siglo XX, hasta las piezas de bisutería de Christian Dior, a mediados del siglo, y los diamantes de Harry Winston, hoy tan codiciados. Los brazaletes, collares, anillos y broches más bellos y dignos de coleccionar se exponen en imágenes de archivo, fotografías de moda e ilustraciones de piezas de época realizadas especialmente. Referencia de valor incalculable, así como fuente visual inagotable de tiempos pasados, este libro estudia las firmas de joyería y los diseñadores clave, la evolución técnica y las influencias culturales que conformaron los estilos de diseño históricos. Si alguien ha heredado piezas de familia de las que le gustaría saber más, si desea coleccionar joyas por épocas o por sus piedras, o simplemente disfruta descubriendo piezas únicas en subastas y mercadillos de antigüedades, hallará en este libro la información que precisa para identificar joyas auténticas de una época y detectar copias. Un glosario de la terminología de la joyería y las piedras preciosas describe metales, monturas, estilos y tipos de talla, mientras que la guía de compra y coleccionismo proporciona pistas para saber dónde encontrar joyas vintage y cómo cuidarlas.

Joyería vintage

Gerda Flöckinger, considerada una influyente figura de la joyería artística del siglo XX, dejó atrás las estructuras y conceptos tradicionales con sus avanzadas técnicas de fusión y un trabajo estéticamente innovador. Su curso experimental en el Hornsey College of Art de Londres, en 1962, marcó un hito en la regeneración del diseño de joyas británico. Primera mujer a la que se ofreció exponer en solitario en el Victoria and Albert Museum en 1971, fue distinguida con el nombramiento de comandante del Imperio Británico en 1991.

Joyas del siglo XX para lucir y coleccionar

La autora del prólogo

Prólogo de Gerda Flöckinger

C

artier, Fabergé, Boucheron…: nombres mágicos que evocan centelleo de diamantes, suave resplandor de perlas y destellos de esmeraldas y rubíes, nombres que jamás habrían alcanzado su fuerza evocadora y dominante antes del auge de la clase media en el siglo XX. Pasando revista a los estilos que surgieron del Art Nouveau, hacia 1890, hasta el día de hoy, Joyería vintage sitúa el diseño de joyas en su contexto cultural, estudiando la obra de prestigiosas firmas y diseñadores-artistas del momento con el apoyo de magníficas fotografías que muestran maravillosas «pequeñas obras de arte» de cada época. El capítulo sobre el Art Nouveau presenta las líneas sinuosas y los colores claros de los motivos modernistas inspirados en la naturaleza, mientras que en la época eduardiana destacan los engarces de filigrana y las piezas de platino y diamantes que dieron lugar a un estilo de joyería en que el color blanco era el protagonista. Las formas geométricas, así como la talla de las piedras en baguette, de inspiración cubista, impregnan el movimiento Art Déco en la década de 1920. En la de 1930, Hollywood lanza llamativos anillos de cóctel y joyería de diseñador con firmas como Tiffany, Cartier y Van Cleef & Arpels, y en la de 1940, el exceso toma el poder, cargado de piedras falsas y monturas de metales rutilantes. El new look de Christian Dior llevó en la década de 1950 a un estilo coordinado, con nombres del prestigio de Jean Schlumberger en Tiffany’s, Trifari y Swarovski. La vivacidad del diseño marcó los años 1960, que vieron la experimentación con toda clase de materiales, como el nuevo PVC. Las tendencias bohemias y étnicas de la moda se reflejaron en la joyería de la década de 1970, pero la joyería «real» volvió al trono en la de 1980 con lujosas gemas y piezas falsas a la última. Joyería vintage concluye con un capítulo sobre los futuros coleccionables del mundo del diseño de joyas, además de un exhaustivo glosario y una guía de fuentes documentales y colecciones.

ISBN 978-84-342-3778-0 ISBN: Cubierta: Corbis/Condé Nast Archive. Solapa anterior: Cortesía de Melinda Lewis, The Jewelry Stylist, editor fotográfico: Darrel Chua. Contracubierta: Scala (Florencia)/White Images. Solapa posterior: Aged and Opulent Jewelry/www.agedandopulentjewelry.com Lomo: Morning Glory Antiques & Jewelry/http://www.morninggloryjewelry.com

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