Caperucita y el lobo... Luna de abajo 8 [2002] • Texto de Pepe Monteserín inspirado en dibujos de Antonio Acebal , basados en un cuento de Perrault
Componiendo con la familia tipográfica Tarzana, diseñada por Zuzana Licko en 1998
Pocos cuentos son tan crueles como los que se han escrito para despertar a los niños, para mostrarles el mundo que les espera a la vuelta de la infancia, lleno de perdices abatidas y de sueños rotos. 1 Muchos padres cumplen con esa obligación cada noche, y cuando cierran el libro coloreado de apariencia inofensiva, tiemblan, mientras (Continúa en la página siguiente) contemplan y dan el último beso al durmiente.
Luna de abajo 8
Luna de abajo 8 / Tercera época Dirigen: Ricardo Labra y Helios Pandiella Tipografía utilizada: Tarzana, de Zuzana Licko Edita: Pandiella y Ocio pandiellayocio.wordpress.com www.pandiellayocio.com www.flickr.com/photos/pandiella issuu.com/pandiellayocio pinterest.com/pandiellayocio © de los textos: Pepe Monteserín www.pepemonteserin.es © de las ilustraciones: Forma www.forma-dg.com issuu.com/formadesigngraphic © de la edición: Pandiella y Ocio Edición en papel Año: 2002 Tirada: 800 ejemplares Gráficas Apel imprimió el cuaderno sobre papel Presscol mate volumen de 150 g Luna de abajo es el nombre de un grupo de autores asturianos que en su día estuvo formado por Ricardo Labra, Miguel Munárriz, Helios Pandiella, Noelí Puente y Alberto Vega.
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(continuación de la primera página) Lejos de ser una ingenua conquista de lo imaginario estos pre-
cisos artefactos narrativos son un asalto, y un salto, a la realidad. Caperucita Roja es uno de esos cuentos que estremecen y continúan acompañándonos el resto de la vida, mientras atravesamos el bosque de los años. Crece como un prodigioso hongo dentro de nuestra memoria, en el que vamos encarnando cada uno de sus personajes. ¿Pero tú quién eres? —podría preguntarnos el niño que fuimos con los ojos muy abiertos—, ¿el lobo o el guardabosque, la resignada abuelita o Caperucita que llora por su perdida inocencia? El diseñador Antonio Acebal, del estudio Forma, ha realizado una versión visual del cuento eterno de Caperucita Roja. Más que dibujos parecen fotografías del mundo inconsciente, del territorio onírico que a veces nos interroga. Pepe Monteserín ha reescrito este cuento desde ese espacio interior, cerrado y hermético de las ilustraciones, también de sus recuerdos, desde los que afloran las voces cruzadas de un cuento que no deja de crecer. No existe nada más perturbador que un cuento para adultos escrito como si fuera para los niños. ⁄Ricardo Labra
&3MKiabefQygsk3ghYREksfi! Tarzana. Es la segunda vez que utilizamos en Luna de abajo una tipografía diseñada por Zuzana Licko, pues el número 2/7 lo compusimos con la familia tipográfica Mrs Eaves, y en sus páginas 26 y 27 aparece una amplia reseña de esta diseñadora. Para este cuaderno Caperucita y el lobo...
hemos seleccionado la Tarzana, de 1998, porque siendo un tipo de palo seco, con el sentido geométrico que ello implica, el dibujo de sus caracteres, como la «k» o la «E», le confieren un aire informal que no compromete la legibilidad y, a nuestro entender, se adapta muy
bien al estilo de mínimos recursos y gran efectividad visual de Caperucita y el lobo..., un cuento de textos muy cortos y poca variedad de grafías, logrando un interesante equilibrio entre, según palabras de la propia Zuzana, «neutralidad» y «expresividad».
4 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Soy Caperucita Roja; la explicación (de lana) salta a la vista.
Mi nieta riega el bosque con merengue,
Ahí va, pisándomelo todo,
Mi estrella fugaz,
Luna de abajo 8
5 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
—Adiós mamá.
y llama a las moscas,
llamando la atención
lucero rojo de una punta,
6 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Entro en el bosque para ir a casa de mi abuelita.
y da la pata. TenĂa yo espera por la tarta.
y provocando; que ya no es tan niĂąa.
sale de una nube,
Luna de abajo 8
7 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Yo, cerca. Yo, más ida. Yo, muy lejos, en fin, cruzando el río.
Vadea el río por donde no hay puente
¿El río? ¡No! ¡Mis lirios! ¡Fue ella quien pisoteó mis lirios!,
y cruza el firmamento
8 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
El lobo, en la orilla oscura.
El lobo, donde no hay luz.
y quien despert贸 al lobo.
ante mis ojos, y mis dientes.
Luna de abajo 8
9 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Me olisquea en la ribera y le hablo del merengue que le llevo a mi abuelita.
Y sale mi nieta por donde hay lobo.
El claro del bosque, como la fauna oscura, no están por casualidad.
«Quiero un beso», pensé.
10 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Le explico dónde vive.
Héla aquí, inteligenciando al animal.
Tampoco las abuelas están por casualidad: hay que cuidarlas. Pero la tontina no se percata.
«Te lo doy en casa de mi abuelita», pensé que pensó.
Luna de abajo 8
11 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Cae en la cuenta.
He aquí al inteligenciado.
El lobo sí.
«Iré antes para comer a tu abuelita; así te probaré luego, mansamente».
12 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Se va.
Viene
El Ăşnico ejemplar negro. Un caso de melanismo.
Campo a travĂŠs,
Luna de abajo 8
13 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Y llega antes que yo.
a por mĂ. CrĂa nietas.
Pero feroz, como todos.
di con la casa.
14 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Mi abuelita, un momento antes de entrar en la boca del lobo.
Me tragó casi de un bocado. Eso fue lo que me salvó; y al camisón de brocatel.
Y con una dentadura poderosísima.
¡Cómo cansan los apetitos!
Luna de abajo 8
15 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
—¡Qué tarsos, abuelita! ¡Y qué orejas tan tiesas! ¡Oh, y mirada biliosa! ¡Y qué hocico más apuntado! ¡¡Y cola péndula!! ¡¡¡Y pecho de lobo!!!
Me vi en el otro barrio, desnuda. ¡Qué pesadilla!, corriendo sin pies ni cabeza; o, mejor dicho, ferozmente amputadas mis extremidades.
—¿Quién llama?
Y qué difícil es conocer la distancia entre el bien y el mal, entre morder y babar. Ahí me besó, ¡cielos!, y enseguida me dio caperuza y se fue volando.
16 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
—¡Guardabosques! ¿Duermes?
No recuerdo más. Sé que tardó en llegar el guardabosques; dormido, como siempre, por el jarabe de lirio, y sin afeitar.
—¿Que haces aquí? ¿Se te ha pegado el dedo al timbre?
Y me acusó del beso, o del bocado; quién sabe de qué.
Luna de abajo 8
17 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Ver al guardabosques, regurgitar a mi abuela y salir por patas fue todo uno.
Sin manos, sin un pie y con la lengua fuera. Casi acierto. Eso sí, el camisón intacto.
Me enfundé la sotana e hice un exorcismo al revés: abrió la boca el diablo y salió la angelita.
Atiné a vaciarme y largué, para mortificar el gusto, para desarrimar mi voluntad de todo deleite.
18 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Indeciso, sin postre.
—¡Ea! ¡No lo dejes escapar!
El carnívoro, desconcertado.
Cuando el amor se ejecuta es dulce y parece bueno; después se siente su amargura.
Luna de abajo 8
19 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Decidido, a la postre.
—Tensa sin prisa, guardalirios, y suelta la cuerda despacio.
De ésta haré una copia en grande.
El guardabosques cumple lo que está escrito,
20 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Apuesto, y bizarro.
La echa lobera sale de dĂa
Contraluz.
envuelto en una centella de justicia.
Luna de abajo 8
21 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Y certero.
y llega al atardecer.
Secuencia cinegética.
Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: el aullido expresado, la flecha lanzada, ay, y la oportunidad perdida.
22 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Y mortífero.
Ahora, quien tiene pesadillas es él
Flechazo cordial.
Muérome por lobo, para no estorbar la resurrección de mi espíritu.
Luna de abajo 8
23 Caperucita
La abuela
El guardabosques
El lobo feroz
Ni le dio tiempo al lobo a cerrar el ojo derecho.
Mi nieta, entre el merengue.
Y otra vez ella, arruinĂĄndome ahora los lirios blancos.
Ella, la estrella roja de una punta, al ďŹ nal del tĂşnel.