1
2
Dirección Beatriz Ibán Diezhandino Webmaster Julián Ibán Pérez Redactores Mariona Rivas Vives (Oriental y Eventos Zona Barcelona), María José Díaz-Maroto (Cine), Laura Espasandín (Música), Beatriz Ibán Diezhandino (Ciencia, Literatura, Viajes), Lydia Alfaro (Terror y Fantasía, Deportes), María Jesús Diezhandino (Parapsicología, Recetas de cocina, Hogar y Belleza), Aitziber López (Actualidad).
Gómez de Mercado, Dolores Leis Parra, Jero Romero, Juan Pablo Pérez-Padial, Antonio Garrido, Begoña Rodríguez, Fernando Morote, Verónica Ortego, Paco Garrido, Pol Llongueras, Nacho Lapuente, Carlos G. Gurpegui, Iván Heral, José Antonio García Santos, Ricard Millàs, Alejandro García Bolaños, Verónica López López. Colaboradores Especial Ann Joan Berenguer, María Beatobe, Laura Morales, Miriam Alonso, Moi Gascón, Antonio Arteaga Pérez, Lorena Pérez Nolasco, Luis Miguel Morales Peinado, Eli Arranz, J.C. Ibarz, Ignacio J. Borraz.
Fotografía
Contacto
Elisabet de Loreto, Aurora Franquet, Beatriz Ibán Diezhandino, Alex Vázquez.
Pandora Magazine Apartado de correos 4015 León, 24010 (España) Teléfono: 676706126 www.pandora-magazine.com info@pandora-magazine.com
Colaboradores habituales Fernando López Guisado, José Luis Morante, Adolfo Caparrós
ISSN: 2254-2663
Coordinación y edición de la portada Especial Halloween 2015 Mariona Rivas Vives y Beatriz Ibán Diezhandino
3
INDICE
Editorial……………………………………………………………………………………....6
Cine……………………………………………………………………….…………………..7 Cine para pasar una noche de miedo………………………………………………………….7
Entrevistas……………………………………………………………………….………….14 Death Bringer...………………………………………………………………………………14
Literatura……………………………………………………………………………………19 Lecturas escalofriantes para disfrutar de un Halloween de miedo………………………...…19 El sustituto, de Brenna Yovanoof…………………………………………………………....30 El Japón sobrenatural: yōkais, monstruos, fantasmas, terror y thriller psicológico en la literatura……………………………………………………………………………….……...33 Rashōmon, el famoso relato de Akutagawa, cumple cien años………………………..……..38
Parapsicología………………………………………………………………..……………....40 Halloween, ¿de dónde procede?...............................................................................................40 ¡Que viene, que viene…!……………………………………………………………..…..…..42 Esas temibles leyendas urbanas………………………………………………………………46 Ouija………………………………………………………………………………………….53
4
Trucos………………………………………………………………………………………58 Cómo decorar una calabaza de Halloween…………………………………….……………58
Recetas de cocina…………………………………………………………………………...59 Cómo preparar huesos de santo……………………………………………….……………..59
Relatos………………………………………………………………………………………60
5
¿Truco o trato?
Y
a estamos en Halloween otra vez. Calabazas, fantasmas, zombis, sangre, cementerios, relatos de
terror, películas para no pegar ojo en toda la noche… Todos los tópicos del terror se reúnen en estas fechas para cobrar vida a través de la gente que le divierte pasar miedo.
Esta festividad de origen celta ha conseguido introducirse poco a poco en nuestras casas gracias ―en mayor parte― a las películas americanas. ¿Quién no recordará la típica calabaza con ese rostro macabro decorando jardines y casas? O cuando los niños corren a llamar a las puertas de los vecinos emocionados preguntando “¿truco o trato?”.
Con estas imágenes en la cabeza y sumando el hecho de que también es una fiesta donde la gente se disfraza de sus personajes terroríficos preferidos, en Pandora Magazine no queremos dejar pasar la oportunidad de celebrar Halloween a nuestra manera: publicando un suculento especial donde hay cabida para todo: recomendaciones literarias y cinéfilas terroríficas, relatos, leyendas urbanas, recetas de cocina y muchas cosas más para que paséis un Halloween a la luz de las velas y con mucho miedo. ¿Truco o trato?
Redacción: Beatriz Ibán Diezhandino y Mariona Rivas Vives
6
Cine para pasar una noche de miedo
L
o confieso: mi tradición del 31 de octubre consiste en mirar especiales de Halloween de Los Simpson mientras zampo chucherías o cualquier otro alimento poco saludable, pero eso sí, halloweenesco.
Sin embargo, entiendo que todos en mayor o menor medida nos sabemos de memoria las aventuras de la familia Simpson, así que para este especial he decidido seleccionar algunas películas que os amenicen la noche.
Aunque como a mí no me gusta pasar miedo viendo cine, no vais a encontrar escenas escabrosas (salvo alguna excepción), sino simplemente historias que me parecen apropiadas para esta fecha.
¡Comenzamos!
7
Sección de películas clásicas. Son esas que, si no has visto, seguro que has oído hablar de ellas en alguna ocasión. Así que puedes aprovechar esta noche para tacharlas de tu lista.
Donnie Darko Richard Kelly| Jake Gyllenhaal, Patrick Swayze, Jena Malone, Drew Barrymore|EEUU|2001|133min
Para mí, “Donnie Darko” es una especie de “Alicia en el País de las Maravillas” en versión oscura. De hecho, Donnie tiene a su propio conejo guía, aunque a diferencia del de Alicia, este es bastante más siniestro. Cuando la vi por primera vez me dejó muy sorprendida, ya que no me esperaba una historia así, y desde luego, es de esas películas que hay que ver varias veces para sacarles todo el partido.
The Rocky Horror Picture Show Jim Sharman|Susan Sarandon, Tim Curry, Barry Bostwick, Richard O'Brien|Reino Unido|1975|100min
8
Una pareja de lo más corriente sufre una avería en su coche en mitad de la noche y no se les ocurre nada mejor que ir a un castillo de dudoso aspecto a pedir ayuda. Aunque al final la ayuda la van a necesitar para poder salir de ahí. Si te gustan los musicales, las lentejuelas y los maquillajes estrafalarios, esta película es para ti, si es que aún no la has visto.
Sección de películas “outsider”. No sabía exactamente cómo clasificarlas, porque considero que no son de las que más se han anunciado a bombo y platillo en los medios de comunicación. Aun así, pienso que merece la pena darles una oportunidad.
What we do in the shadows Taika Cohen, Jemaine Clement|Jemaine Clement, Taika Cohen, Jonathan Brugh, Cori Gonzales-Macuer|Nueva Zelanda|2014|86min.
Los protagonistas de esta historia son tres vampiros modernos que comparten piso y que además quieren interactuar con los humanos (aparte de alimentarse de ellos), por lo que tienen que adaptar sus costumbres a la vida actual. Si creías que la convivencia entre humanos era complicada, espera a ver las peripecias a las que se tienen que enfrentar estos terroríficos señores de la noche.
9
Reset |Carmen Díaz, Carmen Comes, Pau Durà, Javier Butler|España|2014|73min.
Esta película se presentó en el Festival de Cine de Alicante de este año, así que tuve la oportunidad de asistir a la rueda de prensa que dieron el director, Pau Martínez, y Carmen Díaz, una de las actrices protagonistas. Antes de verla, hay que tener en cuenta que en realidad esta cinta es el proyecto final de un taller de formación que impartió Pau Martínez a estudiantes de arte dramático y audiovisual. La historia es simple: un psiquiatra idea una terapia que combina la hipnosis con la cirugía cerebral para ayudar a sus pacientes a superar sus traumas. Sin embargo, todo se complicará cuando los resultados de este tratamiento no sean los que el doctor esperaba.
Sección de películas “chungas”. Pasamos a esas películas que sabes que son horteras, que sabes que van a ser cutres, pero aun así, te arriesgas a verlas. El hecho de que ambas estén rodadas en la década de los ochenta es pura casualidad...
El ascensor Dick Maas|Huub Stapel, Willeke van Ammelrooy, Josine van Dalsum, Liz Snoyink|Países Bajos|1983|95min.
10
¿Cómo llegué a ver esta película? Muy sencillo: era tarde, no podía dormir y en mi piso teníamos contratados un montón de canales de televisión. Esta especie de “rebelión de las máquinas” sucede, cómo no, en una noche lluviosa. De repente el ascensor de una oficina se estropea y deja de funcionar, o más bien, empieza a funcionar de una forma poco amistosa hacia el ser humano. Si tienes pánico a los ascensores, como me pasa a mí, esta historia es ideal para confirmar tus sospechas: son instrumentos del mal.
Los creyentes John Schlesinger|Martin Sheen, Helen Shaver, Robert Loggia, Richard Masur|EEUU|1987|110min
Depende de a quien le preguntes, esta película es cutre o es toda una joya del cine. A mí me parece bastante chunga, pero creo que es ideal para la noche de brujas. Un Martin Sheen de los años 80 interpreta a un psiquiatra de la policía que empieza perdiendo a su mujer en un “extraño” accidente doméstico y decide mudarse a Nueva York, donde se verá envuelto en una trama llena de brujería, santería, serpientes y toda la parafernalia que rodea a los cultos satánicos y a las sectas.
Sección de cortometrajes. Para cerrar esta lista, he decidido incluir también dos de los cortometrajes que formaron parte del V Festival de Cortometrajes de Radio City Valencia, en el que tuve la ocasión de colaborar. De todas las propuestas que se presentaron, estas dos son las que más me gustan para la noche de Halloween.
11
El punto ciego Álex Montoya, Raúl Navarro|Juanjo Díaz Polo, Natalia Mateo, Alejandro Marzal, Pedro González del Valle|España|2005|10min.
No voy a mentir: me encantó este corto y hace tiempo que perdí la cuenta de las veces que lo he visto. La idea me gusta y la manera de contar la historia me parece un acierto. Una chica sola, viajando de noche en un vagón de metro, se encuentra con dos desconocidos. Y a partir de ahí no puedo dar más detalles para no fastidiar el final, pero sí que diré que, al igual que con “Donnie Darko”, hay que ver este cortometrajes varias veces para sacarle todo el partido.
Paco el Vampiro Pepe Macías|Alicia Duarte, Luis Yagüe, Pepe Macías|España|2005|19min.
Y terminamos con humor. Este cortometraje grabado como si fuera cine mudo, es una versión alternativa del “Nosferatu” de Murnau...tan alternativa que se rodó en Alcalá de Guadaira y que en ella aparecen una especie de Van Helsing y también la Guardia Civil, como 12
no podía ser de otra manera. Si queréis pasar un ratito divertido, no os podéis perder este cortometraje, con escena musical incluida. Redacción: Verónica López López
13
“Una de las mejores cosas al formar parte de una banda es tener una buena relación entre los integrantes” Hablamos con los integrantes de Death Bringer, grupo leonés de death metal melódico
U
na mañana lluviosa leonesa. Un cementerio. Unos retoques rápidos antes de unas fotografías lanzadas casi al vuelo y una conversación en la que, a pesar del ambiente, hubo muchas risas y anécdotas sobre las que mejor guardaremos silencio. Estuvimos hablando con los integrantes de Death Bringer, un grupo leonés de death metal melódico que el mismo día de Halloween estarán en concierto en el Festival Radical Sonoro en León. Los behind the scenes no podemos sacarlos pero lo que sí que os dejamos a continuación es la entrevista que nos han concedido —la más habladora, Paloma, ¡todo hay que decirlo!— y algunas de las fotografías que no escandalizarían a los lectores. El resto del photoshoot… Puede que algún día…
14
Pandora Magazine: Comencemos hablando de los orígenes de la banda, ¿cómo y cuándo se originó? Death Bringer: Hace aproximadamente cinco o seis años, varios amigos comentaron la idea de formar una banda con la finalidad de compartir un mismo estilo musical, una forma de distracción y un hobby en común.
Nos gusta sorprender al público y con el resultado final ¡nos sorprendemos hasta nosotros mismos!
PM: ¿Quiénes formáis “Death bringer” actualmente? ¿Ha habido cambios desde la primera formación a día de hoy? DB: David es el batería, Alberto guitarra, Peibol bajista y la voz la llevo yo (Paloma). Ha habido diversos cambios desde los inicios. Tenemos antiguos Bringers esparcidos por todo el mundo que nos siguen ayudando siempre que pueden. El único integrante original desde la formación inicial es Peibol. ¡Aprovechamos para deciros que estamos buscando un segundo Bringer-guitarrista!
PM: A la hora de escoger un nombre para el grupo, ¿en qué os basasteis? ¿Barajasteis otros nombres? DB: Lo eligieron un día de cervezas (yo aún no formaba parte del proyecto), comulgando con el diablo, entre el hedor del alcohol, claros síntomas de embriaguez y distorsión total de la realidad… Bueno, ¡realmente solamente fue un día de cervezas como otro cualquiera! Y sí, pensaron otros nombres como por ejemplo “Hornie Horses” o “Bone Storm”.
15
PM: ¿Cuáles son las influencias musicales de la banda en su conjunto? DB: Somos un grupo con influencias de los más diversas. Por poner algunos ejemplos podríamos decir: The Agonist, Machine Head, Trivium, Lamb of God, Behemoth… entre otras.
Lo eligieron (el nombre del grupo) un día de cervezas comulgando con el diablo, entre el hedor del alcohol…
PM: ¿En qué os basáis para la composición instrumental de vuestros temas? ¿Y en la de las letras?
DB: La verdad es que cada canción tiene su propio estilo, no tenemos un patrón definido. Nos gusta sorprender al público y con el resultado final ¡nos sorprendemos hasta nosotros mismos! [risas] Y en cuanto a las letras de las canciones, también son bastante variopintas. Tenemos letras que hablan sobre los sentimientos, historia, fantasía, etc.
PM: Con vuestro primer disco, “Avoid Reality” ya en la calle, ¿Estáis satisfechos con el resultado? DB: ¡Por supuesto! Como en todo, hay percepciones de todo tipo, pero a nivel personal creo que es algo que nos enorgullece poder enseñar y que la gente escuche nuestro trabajo. Tener este disco nos da más ganas de seguir adelante con éste proyecto. Y, ¿por qué no hacer más?
16
PM: En relación a la anterior pregunta, sabemos que algo nuevo tramáis, ¿Podrías adelantarnos algo? DB: Sí, algo nuevo se está cociendo… Os invitamos a nuestros próximos conciertos, donde podréis encontrar alguna sorpresilla. Por lo pronto, os puedo decir que nuestros nuevos temas destacan por su consistencia, dinámica y contundencia. ¡No dejaremos títere con cabeza! [risas] El próximo día 31 estaremos tocando en el Festival Radical Sonoro en León donde quizás sí, o quizás no, podréis ver algo nuevo [risas]
PM: ¿Cómo es la relación entre los miembros de la banda? DB: Pienso que una de las mejores cosas al formar parte de una banda es tener una buena relación entre los integrantes y quizás no solamente juntarse para ensayar u otros eventos de grupo. Es muy importante la amistad paralela para un buen entendimiento y comprensión, que es lo que acaba llevando a la química tanto en los conciertos como en los ensayos. Vamos, ¡que nos llevamos que te cagas! [risas]
PM: Suele llamar la atención ver a una mujer en estos estilos de música, ¿de qué forma te repercute estar en esta condición? DB: Verdaderamente ha sido frustrante. He escuchado en varias ocasiones comentarios del tipo “yo creo que estás en la banda porque llama la atención ver a una mujer en un grupo”, y críticas hacia mi forma de actuar en un escenario. Hoy en día la imagen es importante, pero no deberíamos tener una opinión tan retrógrada. Es cierto que es menos usual, pero no por eso tenemos que poner etiquetas. Cada persona tiene un estilo, pero no es de recibo ese tipo de 17
críticas fuera de lugar que desaniman a hacer algo que, bajo mi opinión, podemos disfrutar ambas partes. ¡Me encantaría ver a más chicas en este mundillo!
PM: Ha sido un placer haberos realizado esta entrevista, por vuestra parte, ¿algo que añadir para finalizar? DB: Muchas gracias a Pandora Magazine por ofrecernos un hueco en vuestra revista. Nos gustaría llegar a más gente y ésta ha sido una gran oportunidad, así que esperamos volver a encontrarnos por el camino. ¡Un gran abrazo de toda la banda! Let’s do it, bitches!
Redacción y fotografías: Beatriz Ibán Diezhandino
18
Lecturas escalofriantes para disfrutar de un Halloween de miedo
T
odos sabemos lo que podemos esperar de una festividad como Halloween. Llevamos toda la vida siendo bombardeados en los medios por esa costumbre estadounidense en la que, cada treinta y uno de octubre, la gente se disfraza y sale a la calle a demandar caramelos de casa en casa como condición para que sus vecinos no sufran consecuencias. Quien no se decide por lo tradicional de la fiesta, opta por unas películas de terror, con palomitas y en la más absoluta oscuridad de la noche. Un poco de vampiros, de asesinatos, de fantasmas y casas encantadas… Y una noche entera sin poder pegar ojo por las pesadillas que tendremos. Y después hay quien es más de letras. Puede que tú seas uno de estos últimos y tengas en mente leer algún que otro libro con el que pasar miedo de verdad, porque ya sabemos que nuestra imaginación es más poderosa que cualquier imagen visual que puedan mostrarnos. Por si no tenéis todavía pensadas vuestras lecturas o quieres tener más opciones donde elegir, te dejamos a continuación unas cuantas recomendaciones de todo tipo con las que pasar un escalofriante Halloween. Ahora la pregunta sería: ¿Os atrevéis a elegir una sola lectura de las que os mostramos a continuación?
19
El suspense está servido
La señorita Pym dispone, de Josephine Tey (Hoja de Lata, 2015) Sinopsis: Tras convertirse de la noche a la mañana en escritora de éxito gracias a su libro de psicología popular, la menuda e insegura señorita Pym es invitada a dar una charla en Leys, un prestigioso colegio de educación física para chicas situado en plena campiña inglesa. A primera vista, todo allí resulta ideal: el aire de los jardines es vivificante, las jóvenes alumnas no pueden ser más inteligentes y amables y el variopinto profesorado resulta sugerente y cabal. Pero, bajo la atenta y analítica mirada de la señorita Pym, esa imagen de apacible rutina irá poco a poco desmontándose a base de pequeños y enigmáticos incidentes que culminarán en la extraña muerte de una de las alumnas del colegio. Un apasionante puzzle de piezas desencajadas que poco a poco va dibujando un sorprendente desenlace. Opinión: Cuando supimos que la Editorial Hoja de Lata había publicado La señorita Pym dispone, de Josephine Tey, estábamos convencidos de que teníamos que recomendarlo para una lectura en un día como hoy. Misterios, un asesinato, un internado de señoritas y la aguda prosa de esta autora escocesa, que es considerada como una de las damas del crimen británico. Podemos disfrutar de una lectura en la que el misterio se ve mezclado con dosis de humor y reflexiones morales que harán que el lector se sorprenda terminando la lectura de forma diferente a lo que por lo general esperamos de una novela de detectives.
La marca del diablo, de Glenn Cooper (Grijalbo, 2015) Sinopsis: 1139. Al mirar el cielo después del eclipse, el obispo Malaquías tiene una lúcida visión de lo que va a suceder. Ciento doce estrellas brillan sobre la bóveda. Ciento doce Papas desde Celestino II hasta el final de la Iglesia. Hasta que los suyos se hagan con el poder… Roma, 2002. La joven arqueóloga Elisabetta Celestino recibe la noticia de que el Vaticano le prohíbe seguir explorando las catacumbas de San Calixto, donde se ha realizado un extraño hallazgo. Años después, cuando está a punto de celebrarse un nuevo cónclave para elegir el que será el Papa ciento doce, aparecen unos cadáveres en esas mismas catacumbas: varios hombres y mujeres que llevan siglos enterrados. Y todos ellos presentan una extraña anomalía genética…
20
Opinión: Glenn Cooper siempre es una buena opción para disfrutar de una novela que tiene todo lo necesario para encantar a lectores de diferentes géneros. Historia, misterio, acción, suspense. Todo narrado de forma clara, precisa, construyendo una narración que sabemos nada más comenzarla que tendremos que llegar al final cuanto antes. Grijalbo vuelve a apostar, muy acertadamente, por el autor de la trilogía La biblioteca de los muertos, El libro de las almas y El fin de los escribas. No es solamente una lectura para mantenerte alerta en todo momento, sino que hace que reflexiones sobre hechos e instituciones del pasado y del presente, dejándonos con bastante más incertidumbre que al comenzar la lectura.
El ejército de piedra, de Luis Manuel Ruiz (Salto de Página, 2015) Sinopsis: Una amenaza recorre Madrid. Sin que nadie sepa por qué, las estatuas de la capital han abandonado sus pedestales, sobresaltando a pacíficos transeúntes o introduciéndose sin invitación en las casas de gente inocente. Los ministerios desmienten rumores que vuelan sobre las planas de los periódicos amarillos, y a menos que al guien intervenga con toda celeridad el asunto puede alcanzar dimensiones monumentales. Se trata del momento que durante años ha esperado Elías Arce, deslucido redactor de crucigramas de El Planeta: el que puede brindarle ese reportaje que le ayudará a alcanzar la cima más alta de su profesión. Opinión: Debo reconocer que el tema de las estatuas vivientes es algo que a todo aquel que haya visto Doctor Who, le aterrará y estará prácticamente toda la lectura sin poder pestañear. Porque pensándolo bien, ¿qué sucedería si todas las estatuas, de todo tipo, de Madrid cobraran vida? Una lectura trepidante, una novela policíaca mezclada con intriga y humor que en ciertos momentos incluso nos recordarán alguno de los cómics de Mortadelo y Filemón. La mezcla entre un escenario de principios del siglo pasado y un humor del presente, hacen de la lectura de El ejército de piedra una perfecta aliada para las horas de la noche de las brujas.
Yo también fui Jack el Destripador, de Fernando García Calderón (Ediciones del Viento, 2015) Sinopsis: John Riordan, octogenario forense de Scotland Yard, se enfrenta a un sujeto que posee, así lo asegura, delicados secretos del club al que perteneció en 1888. Por él pasaron desde Bram Stoker o H.G. Wells hasta Bernard Shaw. Desde Alfred Waterhouse hasta John Goodall, máximo goleador de la estrenada liga de fútbol. Aquella elite de la confidencialidad viviría, con interés inusitado, las andanzas del asesino más arrogan-te que se recuerda. John Riordan, en su condición de ayudante del 21
inspector Abberline, se ve obligado a perseguir sombras que escapan de una época victoriana en decadencia, cuando llega a Londres como un prometedor discípulo del deductivo Joseph Bell y se enfrenta a una inves-tigación de altos vuelos. Habrá de esperar a la finalización de la II Guerra Mundial para descubrir el mayor enigma de la historia del crimen. Yo también fui Jack el Destripador es la viva expresión de un tiempo fronterizo entre los estertores de un siglo xix velado por la hipocresía moral y la eclosión de un mil novecientos que pondrá a prueba la capacidad de regeneración del hombre y su instinto de supervivencia. Opinión: Seguimos con los thrillers policiales, y es que además en éste nos podremos sumergir en el misterio de uno de los asesinos más misteriosos del siglo XIX, que tan atemorizados tuvo a los londinenses y que igual que apareció, parece que se esfumó al poco tiempo. Mucho se ha especulado sobre su identidad, y en este libro la base de la narración se basa en una carta de Lewis Carroll envía a un amigo, afirmando ser él mismo el propio Jack. El octogenario amigo al que iba dirigida la misiva, se verá así envuelto en un misterio que no esperaba encontrar. ¿Cómo logra García Calderón unir en una misma trama al creador de Alicia en el País de las Maravillas con Arthur Conan Doyle y Jack el Destripador, y crear una novela policíaca sorprendentemente original? Para ello tendréis que leer esta novela.
Una tirada de dados, de Luis del Romero Sánchez-Cutillas (Algaida, 2015) Sinopsis: Noche de difuntos. Un oscuro anfitrión apodado Lubricán organiza un banquete para conmemorar la muerte del fundador de la Academia de los Nocturnos en el que cada comensal, identificado por el apodo que llevaban los académicos —Silencio, Miedo, Sombra, Sueño, Tinieblas—, deberá improvisar una historia sobre la “última visita”. Presos contumaces de la Inquisición, mercaderes tentados por el diablo, bailarinas suicidas en el París de la Belle Époque o el único amor verdadero del seductor Casanova reviven en los labios de los narradores a la espera del premio prometido por Lubricán, un regalo envenenado capaz de cambiar el destino del protagonista y del lector. Una tirada de dados es un homenaje al arte de narrar, al ingenio de las tertulias, a la inagotable fantasía de los contadores de historias, capaces de hipnotizar al lector y hacerle olvidar el transcurso del tiempo. Opinión: Leyendo la sinopsis, seguramente os hayáis hecho una idea de por qué hemos querido esperar a recomendar esta lectura en un día como Halloween. No vamos a poder evitar vernos a la luz de las brasas de una hoguera, escuchando relatos tenebrosos con la lectura del libro de Sánchez-Cutillas. Los relatos que se cuentan en él, son perfectos para esa noche de difuntos que sus protagonistas aprovechan para contar sus historias. Un libro que es bien merecedor del XVIII Premio de Novela Ciudad de Badajoz que se le otorgó.
22
Proyecto XI, de Francesc Blanco (Suma de Letras, 2015) Sinopsis: El escéptico periodista Jon Vivaldi se halla inmerso en Proyecto XI, una investigación con la que pretende desvelar los fraudes sobre los que se asientan las ciencias ocultas. Justo antes de su desaparición remite un extraño correo a su editora y amiga, Anna Krauss, pidiéndole que acuda en su ayuda a un viejo inmueble situado en la calle Poeta Cabanyes de Barcelona. En el interior del edificio, Anna encontrará el ordenador portátil de Jon y el diario de Bastian, un niño que treinta años atrás vivió en aquel lugar ejerciendo de adivinador. Con la ayuda de Víctor Crest y su equipo de investigación, Anna iniciará la trepidante búsqueda de Jon Vivaldi, una carrera contra reloj que la conducirá hasta el macabro asesinato de Rosa Marino, cometido en 1974, que a su vez forma parte de una trama mayor, de una larga cadena de acontecimientos iniciada en Finlandia… Todo comenzó en Finlandia. Mediante un laberinto de pistas y referencias literarias, Francesc Blanco compone una frenética novela repleta de giros inesperados en la que el misterio y la literatura son los ingredientes principales. Un relato que recuerda los universos paralelos de novelas como La historia interminable; un homenaje a grandes obras literarias de todos los tiempos —Alicia en el país de las maravillas, Anna Karenina, 2666, Rojo y negro, Cien años de soledad…– que, como frágiles hilos invisibles, se convierten en las protagonistas del texto, guiando al lector hasta un sorprendente final. Opinión: En Pandora Magazine nos encanta recomendar libros de metaliteratura, ésos en los que tenemos que armarnos con papel y bolígrafo a la hora de leerlo, y Proyecto XI es uno de los buenos. Misterios que mezclan literatura con una prosa que nos deja avanzar rápidamente en su lectura. La realidad y la ficción, la fantasía y el amor, los personajes literarios y los reales, el misterio, un asesinato, un niño que puede predecir el futuro… Y un final que nos deja con ganas de más, y por suerte es de esos libros que tendrán continuación. Ahora la duda que nos surge es, ¿cuándo?
La última noche en Tremore Beach, de Mikel Santiago (Ediciones B, 2015) Sinopsis: Peter Harper es un prestigioso compositor de bandas sonoras que, tras un traumático divorcio, se refugia en un rincón perdido de la costa de Irlanda para recuperar la inspiración. La casa de Tremore Beach, aislada en una enorme y solitaria playa, parece el lugar indicado para lograrlo. Todo parece perfecto... hasta que llega la noche de la gran tormenta.
23
Opinión: Voy a reconocer antes de nada que ya solamente con la portada, la sinopsis y saber que estaba ambientada en Irlanda, mi interés estaba más que centrado en este libro. Y no me ha decepcionado. Mikel Santiago ha creado una historia trepidante, con dosis de intriga, misterio, amor, deliciosos paisajes, un personaje atormentado… Todo ello mezclado en un genial thriller del que no queremos desvelar mucho de la trama para no dar spoilers, pero que aseguramos que es una lectura perfecta para la noche de los muertos, que no podremos dejar hasta que se haga de día.
Revival, de Stephen King (Plaza & Janés, 2015) Sinopsis: Octubre de 1962. En una pequeña localidad de Nueva Inglaterra la sombra de un hombre se cierne sobre un niño que juega ensimismado con sus soldaditos. Cuando Jamie Morton levanta la vista, ve una figura imponente. Se trata de Charles Jacobs, el nuevo pastor, con quien pronto establecerá un estrecho vínculo basado en su fascinación por los experimentos con electricidad. Varias décadas más tarde, Jamie ha caído en las drogas y lleva una vida nómada tocando la guitarra para diferentes bandas por bares de todo el país. Entonces vuelve a cruzarse con Jacobs -dedicado ahora al espectáculo y a crear deslumbrantes «retratos de luz»-, y este encuentro tendrá importantes consecuencias para ambos. Su vínculo se convertirá en un pacto más allá incluso del ideado por el Diablo, y Jamie descubrirá que «renacer» puede tener más de un significado. Opinión: Puede que sea uno de los libros con mejor final de King. Sí, hay gustos para todo pero para los lectores del rey del terror, es reconfortante ver que este escritor no pierde el toque y siempre sabe cómo volver a sorprender. Creando curiosidad en el lector a lo largo de la narración con la historia de Jamie Morton, llegamos casi al final enganchados a su vida, intentando ya dilucidar hacia dónde va a virar King para darnos ese sorprendente final. Es hacia ese final del libro cuando la lectura se carga de tensión y podemos apreciar esa madurez narrativa que King imprime al género de terror que tanto gusta a sus lectores y que sigue enganchando a miles de ellos con cada libro. Sin duda, siempre hay que recomendar a este autor en Halloween, y este año, con más motivos.
24
Lo clásico nunca pasa de moda
Cuentos esenciales, de Guy de Maupassant (Literatura Random House, 2015) Sinopsis: Maupassant es, junto a Flaubert, el gran escritor francés del siglo XIX. Aunque también cultivó con fortuna la novela, su portentoso talento encontró su forma ideal en el cuento, género que consolidó, renovó y en el que no tiene rival. Realista, romántico, fantasmagórico, terrorífico, fantástico o poético, Maupassant transitó en sus cuentos por todos los caminos de la imaginación. La presente edición -la más ambiciosa hasta la fecha- recoge el cuerpo esencial de su narrativa e incorpora muchas piezas no traducidas hasta la fecha. La extraordinaria traducción de José Ramón Monreal viene acompañada por las espléndidas y originales ilustraciones de Ana Juan, una de las mejores dibujantes del panorama internacional. Opinión: Los relatos de suspense y terror no son lo mismo desde Maupassant. Si en Halloween queremos parar miedo leyendo, tenemos que tener a mano a este maestro del relato, y esta edición es perfecta para ello. El compendio de su mejor narrativa corta, incluyendo cuentos que no habían visto la luz en nuestro idioma hasta ahora, y acompañado de ilustraciones de Ana Juan a lo largo de todo el libro. Más de mil doscientas páginas de la mejor narrativa breve de todos los tiempos para tener lecturas como El horla, que está basado en sus propias experiencias alucinatorias que le llevaron finalmente a acabar sus días en un manicomio. Relatos llenos de intriga, de sorpresa, que Maupassant sabe manejar a la perfección en un halo de sombra y de ingenio de forma inigualable.
Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley (Literatura Random House, 2015) Sinopsis: En el verano de 1816, el poeta Percy B. Shelley y su esposa Mary se reunieron con Lord Byron y su médico en una villa a orillas del lago Leman. A instancias de Lord Byron y para animar una velada tormentosa, decidieron que cada uno inventaría una historia de fantasmas. La más callada y reservada, Mary Shelley, dio vida así a quien sería su personaje más famoso: el doctor Frankenstein. Al cabo de un año completaría la novela. La historia es de todos conocida: un científico decide crear una criatura con vida propia a la que luego rechaza. Metáfora sobre la vida, la 25
libertad y el amor, Frankenstein o el moderno Prometeo es una maravillosa fábula con todos los ingredientes de los grandes mitos, un gran clásico que ahora recuperamos con una nueva traducción y precedido de un espléndido estudio de Alberto Manguel sobre la influencia del mito en el imaginario del cine. Opinión: No puede faltar un relato clásico como el de Frankenstein en una noche de Halloween. Porque por muchas veces que lo hayamos leído, no pierde su vitalidad, su misterio ni esa prosa que te envuelve en esa atmósfera de misterio. Frankenstein surge de un reto de relatos entre amigos, y quién le iba a decir a Mary Shelley que su creación perduraría por los siglos de los siglos. Había conseguido crear una historia de terror en la que el lector lucha por encontrar su bando moral, dejándose finalmente llevar por la narrativa y echando a un lado sus convicciones.
El invitado de Drácula, de Bram Stoker (Ediciones del Viento, 2012) Sinopsis: Dos años después de la muerte de Bram Stoker –de la que ahora se cumple el centenario- su mujer, Florence Balcombe, siguiendo los deseos de éste, reunió y publicó un conjunto de relatos de la primera época de su marido, que habían visto la luz de manera dispersa en periódicos y revistas. A ellos añadió un capítulo de Drácula que, dada su extensión, fue descartado de la famosa novela y que por sí mismo constituye un relato independiente, la primera aparición del monstruo. Ediciones del Viento, para celebrar los cien años de la muerte del famoso autor irlandés, publica una nueva versión, según la edición primera, de 1914, del famoso libro. Opinión: Mucho se ha hablado de este primer capítulo de la novela de Drácula que se eliminó cuando se publicó por primera vez. Puede que los editores creyeran que era un comienzo demasiado intenso y que eso ponía el listón demasiado alto a la obra nada más comenzarla. Y es cierto. Es un relato inicial que te deja sin aliento y necesitas seguir leyendo hasta el final para saber lo que sucede. Y aun así no puedes dejarlo ahí, tendrás que leer, si es que no lo has leído ya, Drácula para ir desgranando todo sobre lo que ha hablado Stoker en este capítulo inicial. Mitos, leyendas, varios personajes misteriosos… Todo narrado de forma sublime y con unas descripciones que hacen que verdaderamente sintamos pavor al leerlo. Pero es que Stoker fue un genio de su género, y no podíamos esperar menos de él con todo cuanto dejó publicado.
26
La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe (Nórdica, 2015) Sinopsis: La caída de la Casa Usher es la quintaesencia del cuento gótico: una casa embrujada, un paisaje lúgubre, dos hermanos gemelos, una enfermedad misteriosa… Todos los elementos del género son fácilmente identificables y, sin embargo, parte del terror que inspira esta historia se debe a su vaguedad; no podemos decir a ciencia cierta en qué parte del mundo o exactamente cuándo tiene lugar la historia. Estamos solos con el narrador en este espacio embrujado, y ni nosotros ni el narrador sabemos por qué. Publicado por primera vez en la revista Burton’s Gentleman’s Magazine en 1839, es una de las obras de Poe preferidas por la crítica, y la que el propio autor consideraba la más lograda que había escrito. Opinión: No podía faltar Poe en un día como Halloween. Y esta vez hemos elegido una historia escalofriantemente terrorífica y en una edición magnífica como todas las que Nórdica nos tiene acostumbrados a publicar. Con ilustraciones de Agustín Comotto y traducción de Francisco Torres Oliver, tenemos la historia perfecta para disfrutar de una noche de terror. Una casa encantada, unos personajes aterradores, una ambientación sacada de la mismísima Halloweentown. Misterios, secretos, enfermedad y muerte, locura… Ingredientes que unidos a lo anteriormente dicho hacen de este relato uno de los mejore del género.
Antología de cuentos de terror 1 y 2, de VVAA (Alianza Editorial, 2015) Sinopsis: La historia del cuento de miedo «es la historia de un instante fugaz que va desde que la razón abre la puerta de lo oculto hasta que lo oculto empieza a manifestarse dentro de la razón». Esta "Antología de cuentos de terror", seleccionada por Rafael Llopis, uno de los máximos especialistas y conocedores del género en España, se ordena cronológicamente y se divide en dos tomos. Este primero va desde Daniel Defoe a Ambrose Bierce y recoge, además, relatos góticos, románticos y del maestro Edgar Allan Poe. El segundo va de Bram Stoker –el autor de “Drácula”– hasta H. P. Lovecraft, máximo exponente del horror sobrenatural.
27
Opinión: Para todos aquellos que tenéis solamente un rato para celebrar Halloween o quienes sean más de narrativa breve pero quieran tener variedad a la hora de elegir una lectura ese día, os recomendamos optar por esta antología que ha publicado Alianza, con veinticuatro escritores, los mejores del género, ordenados de forma cronológica. Así tendremos a Defoe, Scott, Poe, Bierce, Sade, Bécquer o Stoker entre otros. Si Alianza ha reunido en una misma antología, editada en dos tomos de bolsillo, a todos estos autores y ha escogido una historia de cada uno, ha tenido que ser una elección que vale la pena tener en las bibliotecas más ambiciosas.
Fantasmas, de Joshua Williamson, Goran Sudzuka y Miroslav Mrva (Planeta Cómic, 2015) Sinopsis: Jackson T. Winters es una de las mejores mentes criminales que han existido jamás…pero se pudre entre rejas tras su último y nefasto trabajo. Pero un coleccionista asquerosamente rico saca a Winters de la cárcel y le encomienda reunir un equipo de élite de expertos en lo paranormal para hacer lo imposible: robar un fantasma de una casa encantada de los horrores. Opinión: El primer volumen de Fantasmas es una especie de mezcla entre Ocean’s 11 y Amityville, y aunque puede parecer que la mezcla está muy vista, el conjunto del cómic ha quedado potente, con una historia que atrapa gracias a unos diálogos llenos de ingenio y precisos en cuanto a relato, y unos gráficos y un color que nos deja saborear una historia de fantasmas con muy buen ritmo y terrorífica a la vista. Nos recuerda un poco la estructura también de aquella miniserie que se hizo sobre el Triángulo de las Bermudas, en la que hasta el más escéptico acababa creyendo, viendo tantas evidencias. Y en este cómic hay evidencias de lo que existe en realidad para convencer al más ateo.
Wraith: Espectro, de Joe Hill y Charles Paul Wilson III (Planeta Cómic, 2015) Sinopsis: En su novela NOS4A2, que apareció en el listado de superventas del New York Times, Joe Hill, autor galardonado con el Premio Eisner, reveló el aterrador mundo de feria llamado Christmasland y al lunático que no envejece y que allí gobierna: Charlie Manx. Ahora, Hill y el dibujante Charlie “Talent” Wilson III exploran los retorcidos inicios de Manx, introducen un nuevo y depravado reparto de personajes en Christmasland y 28
conducen a los lectores a un paseo sobre ruedas a 200 km/h por una carretera de pesadilla en un coche sin frenos… Opinión: Muchos de vosotros ya habréis leído NOS4A2, el libro de Joe Hill, con el que se ganó el reconocimiento mundial en el género y no solamente por ser hijo de Stephen King. Su calidad en la escritura, la forma peculiar que tiene de crear suspense, los temas elegidos… En este cómic se centran en la historia de Manx, creando una especie de precuela del libro. Si os atrevisteis una vez con NOS4A2, os va a encantar Espectro. Todos sus lectores estamos encantados de saber más de Christmasland, y más si hablamos de Halloween.
Redacción: Beatriz Ibán Diezhandino
29
El sustituto, de Brenna Yovanoof
Título original: The replacement Autora: Brenna Yovanoof Editorial: Círculo de lectores ISBN: 9788467244755 Páginas: 315 Origen: Estados Unidos Año: 2010 Género: juvenil, fantasía, triller
Sinopis
En apariencia, Gentry podría pasar por una ciudad más. Pero Gentry tiene dos caras, tan opuestas entre sí como el día y la noche. A la luz del sol, sus calles son un mar de monovolúmenes, jardines y golden retrievers; al caer la oscuridad, sin embargo, el secreto inunda todos sus hogares, recordando a sus moradores la siniestra razón de su fortuna. Sí, porque aquel lugar en el que todos parecen nacer, crecer y morir sin sentir necesidad de marcharse es el mismo en el que nadie olvida jamás comprobar dos veces la cerradura de su casa, colgar herraduras sobre la entrada, llevar varios amuletos o, en ocasiones, dejar incluso una pequeña ofrenda en el patio trasero para lo que pueda acechar entre las sombras. En Gentry se da por hecho que, cada siete años, un niño morirá…
O mejor dicho, como Mackie Doyle sabe de sobra, un pequeño será raptado de su cuna y suplantado por un doble que, al poco tiempo, fallecerá y será enterrado sin que nadie vuelva a hablar de ello. Mackie, un quinceañero pálido, retraído y de profundos ojos negros, sufre en especial la carga de Gentry: con sólo acercarse al acero o a un rastro de hierro en el aire o con oler el aroma dulzón de la sangre, sus mareos y dolores se acrecientan. Emma, su adorada 30
hermana, siempre le ha hablado de la noche en que suplantó al benjamín de los Doyle. Él es lo que en Gentry todos temen, pero no «existe». Él fue en su día el sustituto. Y ahora tal vez pueda por fin entender por qué sobrevivió y a qué lugar pertenece.
Opinión personal
Tan pronto leí la contraportada del libro quise leerlo y me llamó la atención…
“Todo el mundo tiene una procedencia. Un lugar de origen. Los orígenes de algunos son más simples que los de otros, nada más. Yo no recuerdo nada de todo eso, pero mi hermana, Emma, jura que es cierto y yo la creo. (…) En la cuna, el niño llora de esa forma angustiosa y tensa. Su rostro reluce entre los barrotes. El hombre entra por la ventana- huesudo, con abrigo negro- y coge al niño. (…) Ya se ha ido. En la cuna hay otra cosa. En esta historia, Emma tiene cuatro años. Se levanta de la cama y avanza dando pequeños pasos por el suelo con su pijama de cuerpo entero. Cuando alarga la mano entre los barrotes, lo que hay en la cuna se le acerca. Intenta morderla y ella saca la mano, pero no retrocede. Se pasan toda la noche mirándose en la oscuridad. Por la mañana, esa cosa sigue acurrucada sobre el estampado de corderitos y patitos de las sábanas, mirándola. No es su hermano. SOY YO”
El tema de bebés que desaparecen de sus cunas y son sustituidos por otros un tanto especiales siempre me ha gustado porque tengo un libro que se llama Hadas (bueno, quien me conoce sabe que me chiflan y por tanto, es de urgencia poseer un libro sobre ellas), este libro habla acerca de porqué las hadas raptan a los niños humanos y la curiosidad es lo que hizo que quisiera leer El Sustituto. Me sorprendió sobremanera porque lo que no me esperaba era encontrarme lo que me encontré y la manera que enfoca la historia la autora. Brenna en su libro no habla de hadas, nada tiene que ver con seres elementales ni hermosos pero sí con un Inframundo situado en la escombrera del pueblo de Gertry, poblado por seres de ultratumba siniestros y monstruosos. Es un libro diferente, oscuro y terriblemente inquietante sobre todo las descripciones tan detalladas de esos seres muertos, podridos y las situaciones sangrientas que narra.
31
También es cierto que adentrándote más en la lectura los monstruos dejan de ser tan monstruos y nos dejan ver su puntito tierno. Malcom, Macky para los amigos, es un chico de 15 años un tanto rarito y peculiar por su aspecto pero sin dejar de ser un chico más. Por lo visto sus amigos al igual que sus padres saben de dónde procede y lo quieren y aceptan así. La relación y el amor profundo que se profesan Macky y su hermana Emma es enternecedor incluso sabiendo ésta que él no es su verdadero hermano. Esto parece que en un principio pueda desconcertar porque es extraño que no sea rechazado por sus padres y su hermana si no es el verdadero Malcom pero a mí más que desconcertar me hace pensar y admirar, en parte, ese profundo amor sin contemplaciones que se procesan. Lo que se puede querer a un hijo y a un hermano. En cuanto a los amigos de Macky destacar a Roswell su mejor amigo, leal con él como buen amigo, siempre preocupado y Tate, la chica que le gusta (no hay mucho romance en la historia) y a la que decide ayudar para salvar a su hermanita que ha sido sustituida. En cuanto a los seres monstruosos los personajes más importantes son, sin duda, la Morrigan y la Señora, escalofriantes y tétricas descripciones. También el Tajador, vaya miedo que da el tipo este. Destacar que la ambientación del pueblo me ha encantado. La autora tiene una forma de narrar sencilla, de fácil lectura, su forma de narrar las situaciones y los escenarios me ha hecho imaginármelo todo como una de esas películas americanas de miedo ideales para ver en Halloween, de hecho los acontecimientos suceden esa noche y por tanto es ideal leer en la noche de más miedo del año…
Redacción: Ann Joan Berenguer
32
El Japón sobrenatural: yōkais, monstruos, fantasmas, terror y thriller psicológico en la literatura
S
i hay algo que atrae mucho de Japón es en gran medida su cultura plagada de mitología y leyendas donde lo misterioso y fantástico se entremezclan para crear un mundo sobrenatural y oculto. Fantasmas, yōkais, espíritus y un sinfín de seres sobrenaturales abundan en su folklore. Criaturas mitológicas como el tengu, el kitsune, el kappa, el oni, la yuki-onna o la rokurokubi son protagonistas de muchísimas historias, de las cuales la literatura, el manga, el anime y el cine se nutren y se enriquecen para complacer la demanda de fantasía, terror y thriller con la que muchas personas se divierten ―en la medida en que a una persona le pueda divertir pasar miedo, claro está―. Podemos encontrar una gran variedad de libros, mangas y películas en esta categoría. En el Especial Halloween del año pasado os propusimos unos cuantos títulos de manga y anime de corte terrorífico, psicológico y de suspense, así que este año nos hemos propuesto hacer lo mismo pero en literatura. Aunque no lo parezca, en España podemos encontrar traducidos muy buenos libros que de esta temática: relatos, leyendas, buenas guías y propuestas cinéfilas para escoger las mejores películas de terror japonesas. A continuación os proponemos algunos.
33
Empezaremos primero con libros especializados en la materia: Japón sobrenatural. Susurros de la otra orilla, de Daniel Aguilar y publicado por Satori Ediciones, cuyo catálogo es de lo más variado en cuanto a temática. En este completo ensayo, el especialista en cine japonés adentra al lector en este Japón mitológico plagado de seres sobrenaturales, espectros y monstruos haciendo un interesante recorrido histórico por la representación de lo sobrenatural en la cultura japonesa. Pero el libro no se limita a hablar únicamente de cine japonés concretándose en los films de carácter sobrenatural, sino que también abarca otros territorios que a los occidentales no nos son tan familiares, como el kabuki o el ukiyo-e. Tampoco deja atrás la novela, el manga y la televisión. Complementan el libro ilustraciones a color y un relato que es todo un clásico en el género de terror: La historia sobrenatural de Yotsuya, de Tsuruya Namboku, que se ha traducido y adaptado al castellano por primera vez para esta edición.
Un segundo libro, también publicado en Satori Ediciones, es el especializado en cine de terror Espectros del cine en Japón, un magnífico ensayo escrito por Rafael Malpartida ―y con prólogo de Jesús Palacios― en el que hace un espeluznante recorrido por el cine japonés de espectros, fantasmas y aparecidos: desde los clásicos del cine mudo hasta los maestros del cine actual del terror japonés. Fantasmas gato, venganzas desde el Más Allá, amores imposibles entre vivos y muertos, hitos modernos como Ringu, Dark Water, Ju-On y las originales propuestas de Kiyoshi Kurosawa. Una fabulosa y completa guía del cine de terror japonés con ilustraciones a color incluidas que los cinéfilos y amantes del género deben tener presente.
Nos alejamos del territorio cinematográfico para proponer como lectura otro tipo de guías ―que más que guías podrían llamarse enciclopedias― que ilustran y adentran al lector occidental en el mundo de los yōkais y demás seres mitológicos japoneses. La primera que os recomendamos es la que publicó Quaterni Editorial hace casi un año: la Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón. Inspirándose en la popular leyenda de Hyakki Yakô o El desfile de los cien demonios, su autor, Sekien Toriyama, fue el primero que escribió y dibujó una antología de estas características. Es una obra cumbre de la mitología japonesa, y en ella aparecen criaturas de todo tipo: algunas más conocidas como el kappa y otras de curiosas como los demonios de lluvia y de niebla. Dibujó cada 34
uno de los yōkais que aparecen en el libro con gran esmero, dejando así un importante y preciado legado cultural que hoy en día podemos disfrutar y conocer. Una obra ideal para los lectores interesados en el folklore japonés.
Otra enciclopedia de yōkais imprescindible es la que tiene publicada Satori Ediciones: Yokai, monstruos y fantasmas en Japón, de Andrés Pérez Riobó y Chiyo Chida. Gracias su tono ameno y cercano, esta guía ilustrada presenta los yōkais más importantes de la mitología japonesa explicando detalles curiosos y humorísticos de cada criatura, como su apariencia física y el carácter, así como sus respectivas leyendas. Pero también te explica, como buen manual que es en la materia, cómo deshacerse de cada uno de ellos en caso de que tengas la suerte ―o la desgracia― de toparte con alguno en la vida real. Como es natural e imprescindible en este tipo de libros, le acompañan una serie de ilustraciones sobre estos curiosos seres sobrenaturales. Otro libro imprescindible en su género y que sobresale por su originalidad.
Según las creencias populares japonesas, los kamis (dioses), espíritus, demonios, monstruos y fantasmas conviven con los seres humanos en la realidad. Gracias a estas creencias y leyendas que han ido sobreviviendo a lo largo de los siglos mezclándose con otras (ya sean chinas, hindúes o incluso occidentales) han ido engrandeciendo aún más este mundo fantástico que aún hoy en día sigue presente en el imaginario japonés. En el libro El mundo fantástico en la literatura japonesa de Cora Requena Hidalgo (Satori Ediciones), analiza la presencia y la evolución de los seres fantásticos a lo largo de diferentes periodos literarios: Nara, Heian, Kamakura y Edo. Además en las páginas centrales del libro incluyen unas magníficas láminas a color de grabados ukiyoe para ilustrar mejor el mundo fantástico y sus criaturas.
Dejando atrás ensayos, guías y enciclopedias mitológicas, damos paso a las recomendaciones de ficción. Con lo de ficción me refiero en concreto a relatos y novelas. Si eres de los que prefiere más un buen susto y emoción con una buena historia bien escrita e hilvanada te proponemos unos cuantos títulos para que sean tus lecturas halloweenianas de cabecera.
35
Si hay alguien capaz de comprender mejor que nadie este Japón oculto y sobrenatural ése es Lafcadio Hearn, uno de los primeros europeos que consiguió transmitir la esencia de la cultura japonesa a Occidente. Para esta ocasión queremos destacar la reedición que Satori Ediciones hizo del clásico En el Japón Fantasmal y que “trasladó” a la colección Satori Ficción. Traducida por Marián Bango, editora de Satori, en esta obra se reúnen una suerte de catorce relatos combinados con pequeños textos de corte budista para ilustrar mejor la filosofía japonesa casi de forma poética. Un excelente libro que permite al lector occidental acercarse de un modo excepcional a ese Japón oculto y sobrenatural gracias a la brillante pluma de Hearn. La inquietante imagen de la portada hecha por Alejandra Acosta es un plus que añade turbación a la obra en su conjunto.
Otro autor que sobresale en este género es Okamoto Kidō. Su libro Fantasmas y samuráis. Cuentos modernos del viejo Japón (editado por Quaterni Editorial) es un excepcional volumen de cuentos sobre fantasmas que nos transporta al Período Edō y a épocas anteriores para ofrecernos mitos y leyendas ancestrales vistos desde una perspectiva moderna pero que en cada uno de estos relatos se entrevé esa añoranza por el pasado. Kidō fue un escritor que siempre estuvo interesado en las historias de fantasmas, aunque desafortunadamente para él la gente de su época no compartía sus mismos gustos. Pero eso no le impidió que con el tiempo se convirtiera en uno de los autores más queridos de la literatura popular japonesa. También es famoso por sus obras de teatro Kabuki y las historias sobre Hanshichi, un detective en el Japón de los samuráis y que Quaterni ya ha publicado dos de sus aventuras detectivescas.
La siguiente lectura que os recomendamos es una novela publicada por Quaterni Editorial que mezcla lo mejor del género policiaco, el cuento popular y el thriller psicológico: El verano de la ubume. Su escritor, Natsuhiko Kyōgoku, está considerado como el “Neil Gaiman japonés” y es el heredero directo de Okamoto Kidō. En el imaginario japonés, la ubume es un fantasma con forma de mujer pájaro que surge de la sepultura de las embarazadas que mueren en el parto. Con esta premisa, el periodista Sekiguchi Tatsumi y Kyōgokudō ―un investigador de fenómenos paranormales que no cree en fantasmas― se dispondrán a investigar acerca de un rumor sobre la familia Kuonji: ¿es posible que una mujer esté embarazada 36
durante veinte meses? Ambos, junto con el detective Enokidu y el policía Kiba, se verán envueltos en un misterio mucho más complejo de lo que parecía en un principio. Una acertada lectura para la noche de Halloween.
Otro escritor cuyo nombre sobresale en el terreno de la ficción es Ango Sakaguchi, autor de culto en Japón muy centrado en los géneros fantástico, terror y misterio. Hace un par de años, Satori Ediciones publicó en su sello Satori Ficción un volumen recopilatorio con tres espeluznante historias de Sakaguchi: En el bosque, bajo los cerezos en flor. El primer relato, que da nombre a esta pequeña antología, es una historia de terror fantástico plagada de misterios sobrenaturales sobre los cuales giran en torno a un bandido despiadado y cruel que cae rendido ante la belleza y los encantos de una enigmática mujer. Prendado por su belleza y decidido a convertirla en su esposa, el bandido se deja manipular desviviéndose por satisfacer todos los caprichos grotescos de ella, cosa que lo sumirá en la locura y en la muerte. Los otros dos relatos, La princesa Yonaga y Mimio y El Gran Consejero Murasaki, siguen de algún modo la misma tónica que el primero: una mujer dotada de gran belleza pero a la vez terrorífica y grotesca que hace llevar al borde de la locura y la destrucción al hombre.
Finalizamos esta lista de recomendaciones halloweenianas con El infierno de las chicas, una colección de tres relatos escritos por Kyusaku Yumeno y editado por Satori Ediciones en su colección Satori Ficción. El autor nos transporta al Japón de los años 30, donde las protagonistas de los tres relatos intentan sobrevivir en una sociedad claramente dominada por los hombres. Estas mujeres intentan luchar por salir adelante construyendo una red de engaños e intrigas para sobrevivir. Uno de los puntos fuertes de esta obra es la defensa que hace el autor a favor de las mujeres y en contra de esos hombres que las infravaloran. Aunque hoy en día El infierno de las chicas no es una obra que provoque el terror en sí mismo, sí que causa en el lector cierta sensación de misterio por su trama perturbadora, que más bien recuerda a los thrillers psicológicos. Tres historias absorbentes, atrevidas y originales con un toque de misterio de fondo que no dejarán indiferente al lector.
Redacción: Mariona Rivas Vives
37
Rashōmon, el famoso relato de Akutagawa, cumple cien años
E
ste año 2015 se celebra la publicación de uno de los relatos más importantes de la literatura japonesa: Rashōmon. El padre de esta emblemática obra es Ryūnosuke Akutagawa, uno de los escritores japoneses más destacados de la literatura de principios del siglo XX y al que se le conoce sobre todo por sus relatos históricos. A la pronta edad de treinta y cinco años abandonó este mundo por voluntad propia ingiriendo una dosis letal de Veronal, fruto de la angustia que le producía pensar en el hecho de que, al igual que su madre, pudiera desarrollar una enfermedad mental. El relato de Rashōmon nos sitúa a finales del período Heian, una época de máximo esplendor en cuanto al arte y a la cultura se refiere, pero que hacia el final de la misma el poder político se desplazó a manos de la clase guerrera y con ello inició un período de decadencia en la capital ―que en esa época era Kyoto. Por aquel entonces en la capital había dos grandes puertas, símbolos de la ciudad, siendo Rashōmon la más grande de las dos. Pero debido a esa decadencia que se apoderó de la capital, la puerta se convirtió en un lugar desagradable, abandonado y gris. Tanto es así que allí se acumulaban los cadáveres abandonados.
38
Para escribir su relato más famoso, que incluso el mismo Natsume Sōseki alabó en su momento, Akutagawa se basó en un relato del siglo XII. El protagonista de la historia es un criado al que despiden de su trabajo y, refugiándose en un día lluvioso bajo la puerta de Rashōmon, reflexiona sobre su porvenir llegando a la conclusión de que su única salida para sobrevivir es la delincuencia. Pero allí, donde se acumulan los cadáveres, se encuentra con una anciana que le está arrancando los cabellos los muertos. Una imagen espeluznante que incluso el mismo protagonista no puede evitar asombrarse ante tal escena dantesca. Una de las películas más famosas del director de cine japonés Akira Kurosawa es precisamente Rashōmon, con Toshirō Mifune como protagonista. El cineasta toma prestado el título de este relato, así como la propia puerta, para su largometraje que en 1951 le ayudaría a ganar un Oscar a la mejor película extranjera. Sin embargo, hay que precisar que Kurosawa tomó como argumento para su película otro relato de Akutagawa titulado En la espesura del bosque. Este otro relato, de estilo más detectivesco, trata de un caso de asesinato. Un samurái aparece muerto y a través de las declaraciones de los diferentes testigos, incluida la de la misma víctima, se va desentrañando poco a poco lo que ha sucedido. Este es el último relato que aparece en la antología que Satori Ediciones ha publicado recientemente para una ocasión tan especial como el centenario de Rashōmon. Es una edición que reúne varios de los relatos de Akutagawa ya publicados en otras antologías, pero como contrapunto incluye cinco relatos inéditos en castellano, además de una nueva traducción de todos los relatos a cargo de Iván Díaz Sancho. Gracias a sus relatos, Ryūnosuke Akutagawa se convirtió en todo un maestro del relato, logrando a su vez hacerse un hueco en la literatura universal. De gran talento narrativo y de estilo elegante, único para extraer la parte oscura y decadente del ser humano, es un autor clásico e imprescindible de las letras japonesas y cuya obra trascendental sigue aún vigente.
Redacción: Mariona Rivas Vives
39
Halloween, ¿de dónde procede?
celtas
D de
esde el siglo VI
antes
Cristo,
norte
de
de los
Europa
celebraban el fin de año con la fiesta de Samhein, que era la fiesta del sol que comenzaba la noche del 31 de Octubre y marcaba el fin de verano y el fin de las cosechas. Creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a todos los muertos volver por un tiempo muy determinado a la tierra y así fomentar un ambiente de terror y muerte. Según la religión celta las almas de algunos difuntos estaban atrapadas dentro de algunos animales feroces y se podían liberar ofreciéndoles ofrendas. Otra manera de aplacarlos era prepararles alimentos; para entregárselos y pasar desapercibidos entre ellos se disfrazaban, para así asemejarse a ellos. Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todo el mundo renunció a sus costumbres paganas y la coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los santos y la de los difuntos hizo posible el mezclarlas. Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en Estados Unidos donde muy pronto se popularizó y llegó a ser parte de su folklore popular. Se le añadieron elementos pagados tomados de distintos grupos de inmigrantes hasta incluir la creencia de brujas, fantasmas, duendes, vampiros y toda clase de monstruos.
40
Costumbres de Halloween
Trick or Treat.- Los niños y algunos adultos se disfrazan y van de casa en casa pidiendo trick or treat (truco o trato). Si no se les da golosinas, le gastarán
alguna
broma
o
maldad al residente de esa casa.
La calabaza.- Según antiguas leyendas irlandesas, un hombre había sido tan malo que no podía entrar en el cielo, tampoco podía ir al infierno porque le había hecho demasiadas maldades y trucos al demonio; por eso tuvo que seguir en la tierra vagando por los caminos con una linterna. Ésta se hacía vaciando un vegetal y poniéndole dentro un carbón encendido. Cuando la tradición se popularizó en USA, el vegetal con que se hacía la linterna comenzó a ser una calabaza y para producir un efecto tenebroso, la luz sale de la calabaza por agujeros en forma del rostro de una carabela o de una bruja.
Fiesta de disfraces.- Los disfraces tienen su origen en el paganismo y por lo general aluden al miedo y a la muerte. Hoy en día hay disfraces de todo tipo. Algunos son burla a hechos o situaciones, otros a cosas sagradas, a héroes, a profesiones, princesas, monstruos... Lo importante es por un día ocultar nuestro rostro y meternos en la pie de alguien a quien admiramos o nos aterra y poder hacer dentro de ese personaje lo que no podríamos hacer siendo nosotros mismos, lo que evidentemente hay que procurar no faltar a nadie y no hacer actos que estén fuera de la ley.
Redacción: María Jesús Diezhandino 41
¡Que viene, que viene…!
¡B
uenas, lectores y lectoras de Pandora! Lo primero de todo me voy a presentar, me llamo María Beatobe y soy ama de casa, madre de mellizos de cinco añitos, trabajo como
educadora infantil y cuando puedo, escritora de romántica. Cuando propusieron que escribiéramos para publicar un relato relacionado con Halloween, pensé, yo relato no, yo prefiero contar mi experiencia relacionada con esta festividad. Según he leído su significado es “la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos y el reino de los muertos” y ahí es donde yo ya empiezo a flaquear y rayarme. Y digo yo… ¿Qué necesidad tenemos de invocarlos? ¿No tenemos suficiente ya con los vivos, que dan mucha más guerra con los muertos? Pues como éramos pocos, vamos a ver si los muertos también se vienen con nosotros de marcha una vez al año, ¿no? Vale, seamos sinceros, reconozco que soy muy miedosa y todas estas celebraciones más que divertidas me dan un poquito de miedo y aprensión. Todo se remonta a mi infancia, ahora tengo treinta y seis años y no recuerdo haber celebrado nunca Halloween con mis amigos o ir con mis padres por las casas diciendo “truco o trato”. Ahora, creo que se celebra mucho más que antes, y al final se declarará día de fiesta nacional y el día 31 tampoco trabajaremos (ironía), con lo que nos gustan a
los
españoles las fiestas… Bueno, como os contaba, cuando era pequeña era muy miedosa. Recuerdo una noche durmiendo en casa de mi abuela, en la televisión emitían “El Resplandor”, esa peli en la que Jack Nicholson se vuelve loco y se pone a dar hachazos a las puertas a diestro y siniestro mientras repetía el mantra "Solo trabajar y no jugar hace de Jack un chico aburrido" con cara de loco y con los ojos fuera de sus órbitas. 42
Creo que dejé a mi abuela marcada de moratones en los brazos de por vida, de lo fuerte que me agarré a ella. ¿Os podéis creer que no he podido volver a ver esa película nunca? Tengo esa imagen de estar donde mi abuela y ¡me cago de miedo!
Pasados unos pocos años llegó a la gran pantalla el señor Freddy Krueger y ahí ya sí que se acabaron todas las posibilidades de que pudieran gustarme las películas de miedo. ¿Cómo podía asustarme tanto ese hombre? Creo que la apariencia física ayudó bastante… Pues con esa película me pasó lo mismo. Estando en la playa la pusieron en la tele y mis hermanos, que son mayores que yo, se pusieron a verla… Madre mía, creo que acabé con todo el papel higiénico del baño del cague que me dio. Evidentemente solo vi una escena, pero lo suficiente como para estar ¡sin poder dormir bien durante días! Una noche soñé que se metía en mi habitación y yo gritaba y nadie me podía oír y desde entonces le puse la cruz y tampoco he vuelto a ver nada de esa saga. ¿Pero se puede saber cómo somos tan masocas de ponernos frente a la pantalla para pasarlo mal? Debe ser que alguna endorfina o algo así se nos libera con esa tensión…no sé, pero me sigue pareciendo de masoquismo puro y duro, respetando evidentemente a todos los que las ven. Que, de hecho, son millones.
43
Y luego lo del tema de las supersticiones. Que si los gatos negros obtuvieron mala reputación en Halloween porque se creía que eran subordinados de las brujas; que si en Inglaterra sucede al contrario, se cree que los gatos blancos atraen la mala fortuna… (menos mal que nunca he tenido gato, porque si es blanco, malo, y si es negro peor. Me anotaré mentalmente que si algún día tengo un gato que sea rosa, que seguro que esos no dan mala suerte, a lo sumo se te aparece Hello Kitty que algo de miedito da, pero menos. Porque que su creador diga que no es un gato, es una niña inglesa…con eso lo digo todo) Y ya
para que queremos
más
cuando
leo
que
se
dice
que si
ves
una araña en Halloween se trata de un ser querido que vino a visitarte. A ver, centrémonos, ¡que vivo en una casa de pueblo! ¡Las arañas campan a sus anchas por mi casa! Debo de tener a una generación entera de muertos en mi casa y ¡me acabo de enterar! Y a mí que me encantan las velas, y normalmente en casa siempre hay alguna encendida de estas aromáticas que dejan aroma a pachuli todo el día, leo que si una vela se apaga de repente, así sin más en este día, se cree que un fantasma ha venido a contactarnos. Así que me veo en Halloween en casa metida en la cama y tapada hasta la cabeza, no vaya a ser que se me cuele un gato en el patio, una araña venga a darme un saludito y ni en broma encender velas, ni mecheros, ni cerillas ¡ni casi poner la chimenea!
44
Y ahora llega el dilema. Tengo dos hijos mellizos de cinco años que llevan desde primeros de Octubre gritando a los cuatro vientos ¡¡que llega Halloween!! —Mamá, ¡me lo han dicho en el cole! ¡Que hay chuches! Entonces claro, ¿trago con mis miedos y reticencias y tiro p’alante vestida de bruja piruja mientras llamamos a las puertas de las casas con los amigos? ¡Pues claro que sí! ¡Cómo no hacerlo! De hecho el año pasado fue el primero que lo hice en mi vida, ya con mis peques, ¡y fue tan divertido! Mi hija y yo disfrazadas de brujas pirujas (aunque mi marido me decía que solamente con la escoba me bastaba para disfrazarme) y mi hijo con un disfraz de esqueleto (o de huesos, como él decía) Reconozco que no iba muy convencida, porque no es que no crea en estas cosas, es que creo demasiado, y me da un miedo terrible todo lo que esté relacionado con espíritus. Entonces yo pensaba, ¿cómo vas a celebrar algo que te da tanto respeto? Pues mira, para empezar por mis peques, porque nos lo pasamos tan bien que acabamos todos en la puerta de una casa tomándonos un vino que nos ofrecieron a los adultos en vez de chuches (que se agradeció) mientras los niños contaban sus golosinas. Un buen plan ¿no? Reconozco que me lo pasé muy bien y de ahí que mi hijo y mi hija, desde primeros de octubre, estén celebrando que llega Halloween. Y en el fondo, yo también lo espero.
¡Feliz Halloween!
Redacción: María Beatobe
45
Esas temibles leyendas urbanas…
C
omo todos los años, en este Especial de Halloween queremos hablaros de aquellas leyendas urbanas que suelen contarse a la luz de una linterna o rodeando un gran fuego en mitad del bosque. Ese tipo de relatos que
siempre alguien ha escuchado a un conocido o a un amigo y que sabe a ciencia cierta que a alguien le ha sucedido alguna vez pero no somos capaces de llegar a la fuente primigenia de la historia. Pero eso no resta belleza a la misma. Belleza y, en estas cuantas leyendas que os dejamos a continuación, un escalofrío que os recorrerá el cuerpo de arriba abajo.
¿Estáis preparados?
46
La pulsera negra
Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto. Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de veintidós años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían más posibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves que incluso si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiese sobrevivido, las secuelas hubiesen sido tan graves que probablemente habría quedado en estado vegetativo. Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aun así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contener las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. Esa pulsera era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto y señalar la hora y causas de su muerte. Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los celadores se la llevara en una camilla por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres. Cabizbajo y caminando casi dormido entró en el ascensor. Se dirigía a la séptima planta donde tenía su ropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó. 47
—Qué mala cara tienes… Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó. —Hoy ha sido un día muy duro. —Pues por la cara que pones estoy seguro que has hecho todo lo que podías. —Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma —dijo Thomas mientras se giraba a ver por qué se había abierto la puerta del ascensor en una planta que ninguno de los dos había marcado. Al mirar fuera vio la silueta de una joven en mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensor comenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había fuera y trataba de decir algo sin conseguir articular palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja cuando la puerta se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor. —E… e… esa chica —dijo tartamudeando del susto—. Yo mismo la vi morir, no pude hacer nada para salvarla y le puse esa pulsera negra. La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó: —¿Una pulsera cómo ésta? Thomas se giró a mirarla y vio cómo en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor. Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor. Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real: en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de la chica que quiso salvar.
48
Despertar en medio de una operación
Pocas veces en la vida se pasa tanto miedo como en el momento en el que tú mismo, un familiar o ser querido debe ser hospitalizado e intervenido quirúrgicamente. Durante minutos, o incluso horas, uno es completamente vulnerable y la vida pende de un hilo, sabes que cualquier error médico te puede costar la vida o dejarte con graves secuelas. No es por eso de extrañar que existan tantas leyendas urbanas en relación a los hospitales, los errores médicos y las operaciones que salieron mal. Pero, ¿cuánto hay de verdad y qué es falso en los relatos que casi todos hemos escuchado alguna vez? Por desgracia es un peligro real y se estima que una de cada mil personas que son intervenidas quirúrgicamente en el mundo se despierta durante la operación. Normalmente no se recupera totalmente la conciencia y sólo se recuerdan fragmentos de la conversación del personal sanitario o un leve malestar. Las técnicas han avanzado mucho y cada vez existen más métodos de monitorear al paciente por lo que, cuando se detecta que está recuperando la conciencia, simplemente se aumenta la dosis de anestesia. Pero existen multitud de testimonios de individuos que sentían cómo su cuerpo permanecía inmóvil. Incapaces de avisar que estaban despiertos, no podían gritar, ni tan siquiera llorar, y nadie parecía darse cuenta de que sentían dolor cuando cortaban sus cuerpos y hurgaban en sus órganos. Incluso los que no sentían dolor, podían percibir claramente cómo manipulaban su interior, y escuchar con claridad cómo su carne se desgarraba. Sin duda una de las mayores agonías que se pueden vivir.
Objetos olvidados en tu interior
Durante una intervención quirúrgica se usa diverso material que es necesario para la operación, como bisturís, gasas, pinzas, tijeras, etc. En algunos casos, por descuido de médicos o enfermeras, este instrumental se ha olvidado en el interior del paciente y se ha cosido su cuerpo con esos objetos anómalos dentro. Esto puede provocar gran dolor al paciente, fiebre, inflamación o incluso causarle una infección que le puede costar la vida.
49
Operar al paciente equivocado
Esta negligencia médica es la que más historias urbanas ha generado, y es que es aterrador pensar que un error al verificar la identidad del paciente puede ocasionar que se le practique una operación que no le era necesaria. Una de las leyendas urbanas que más frecuentemente he escuchado es la del hombre que despertó con una operación de cambio de sexo porque le confundieron con otro paciente con nombre similar, pero no es la única, y en algunos casos el relato cambia y lo que se le hizo fue amputar una pierna u operar a un paciente sano.
La Santa Compaña
Probablemente leyenda
urbana
la más
conocida y escalofriante de cuantas hay en la tradición oral en España. La Santa Compaña es una procesión de muertos que vagan por la noche, reclamando el alma de los vivos. Álvaro llevaba años sin poner los pies en el pueblecito de Galicia donde creció. Pero la grave enfermedad que sufría su padre, le obligó a desplazarse a la zona rural donde se crió para darle un último adiós. Por desgracia su padre tenía las horas contadas. Angustiado por el ambiente familiar que había en la que antes fue su casa, decidió salir a pasear para despejarse un poco. No le importó que ya hubieran pasado las dos de la madrugada. Tenía que separarse de sus hermanos, unos insensibles que, como parásitos y con su padre aún con vida, se repartían la herencia como hienas despedazan la carroña. Distraído y con la mente en otro lado, caminaba por los abandonados caminos que llevaban a la ermita del pueblo, una pequeña iglesia que se cerró varios años atrás por el grave deterioro que había sufrido su tejado en una lluvia de granizo. La ermita antes era la última 50
escala en la procesión del pueblo, que finalizaba llevando la imagen de un Cristo desde la Iglesia que había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran menos los habitantes de la comarca y el pueblo parecía una fantasmagórica visión de lo que Álvaro recordaba de su niñez, por lo que la ermita nunca fue restaurada. Cuando se encontraba a escasos metros del tramo final, escuchó una especie de cánticos, su curiosidad le llevó a acercarse aún más, pero algo en su interior le decía que debía esconderse. Un frío indescriptible parecía metérsele en los huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera quemada. Instintivamente decidió ocultarse tras unos arbustos para contemplar aterrado lo que parecía una romería fantasmal precedida por un hombre que con la cara demacrada portaba una cruz en la mano. Los demás integrantes eran aún mucho más aterradores, pues claramente podía verse que ya estaban muertos y sus rostros eran poco más que unas calaveras que movían sus escalofriantes mandíbulas mientras entonaban un rosario. Todos los muertos portaban una vela en su mano y su lento paso parecía dirigirles directamente a la casa del padre de Álvaro. Álvaro, tan asustado como intrigado, decidió seguir a distancia a la cadavérica procesión, que cada vez se acercaba más a la que fue su casa, el lugar donde sufría la agonía de una lenta enfermedad su padre. Hasta que sorprendentemente su padre apareció caminando y sin mediar palabra, uno de los esqueletos, envuelto en una túnica, se le acercó y le ofreció una de las velas. Su padre, como hipnotizado, alargó la mano y la recogió, y tal y como había aparecido se esfumó en ese instante. El resto de integrantes de esa Santa Compaña también parecieron evaporarse en una extraña niebla. Todos menos el portador de la cruz, el primer integrante de la procesión de muertos que quedó tendido en el suelo durante unos segundos. Pasado ese tiempo se levantó y con la cara totalmente descompuesta por el cansancio y como si su misma vida fuera gradualmente absorbida por la compañía de los muertos, como un sonámbulo comenzó a caminar en dirección al pueblo. Álvaro estaba tan petrificado por el miedo que no podía moverse, sólo el grito desgarrador de una de sus hermanas le despertó del shock en el que se encontraba. Casi sin darse cuenta había caminado siguiendo a la Santa Compaña hasta escasos metros de la casa de su padre, y el grito confirmó sus más temidas sospechas: la procesión de muertos había venido a reclamar el alma de su padre. Corrió tan rápido como pudo hasta la habitación donde yacía su padre ya sin vida, prácticamente toda la familia se encontraba con él en el momento que su alma abandonó su cuerpo, Álvaro entendió en ese momento que la imagen que vio de su padre no era más que su 51
alma uniéndose a una Santa Compaña con la que vagaría eternamente reclamando el alma de otros moribundos.
Leyendas extraídas de www.leyendas-urbanas.com por María Jesús Diezhandino
52
Ouija
L
a Ouija. Ese juego —o todo lo contrario para muchas personas— que causa escalofríos y un intenso respeto cada vez que alguien pronuncia su nombre en voz alta.
La influencia de la Ouija en la cultura de todo el mundo es notable, pues ha estado presente tanto en leyendas populares como en cine y literatura. Pero vamos a ir atrás en el tiempo, vamos a viajar hacia los orígenes de este misterioso juego.
Invención del tablero de la ouija y comercialización Si nos dejamos de misterios, el famoso tablero fue creado y comercializado por el estadounidense Elijah Jefferson Bond durante la moda espiritista del siglo XIX. Fue puesto a la venta el 28 de mayo de 1890. Ya en sus primeros años, surgieron voces que pretendían desmentir el carácter sobrenatural del tablero. Existe un experimento, el llamado 'experimento Bayou' en el que el profesor de secundaria Larry Bayou hizo que unos alumnos jugasen con los ojos vendados. Los resultados fueron que no se creó ninguna palabra coherente a lo largo de toda la prueba. Esto demostró, según él, que el movimiento del vaso es realizado por sus participantes (ya sea adrede o por sugestión) y son ellos mismos quienes crean las palabras. Pero dejando de lado la parte más terrenal del asunto, el juego del tablero de la Ouija siempre ha estado envuelto en un aura de misterio y de miedo. Son varias las corrientes religiosas que lo catalogan de puerta de entrada para los espíritus de todo tipo a nuestro mundo. Lo consideran, por tanto, un juego peligroso. Ahora bien, no nos olvidemos que, como buen producto, se necesita una campaña de marketing detrás para ser vendido y en el caso de la Ouija, es cierto que formando parte del ámbito espiritual, tenían a tiro la posibilidad 53
de crear una campaña mundial más que efectiva. Y ni siquiera hacía falta que sus creadores invirtiesen en ello, ya que debido a su naturaleza, tan solo con el miedo o la inquietud que podría suscitar entre la población, el boca a boca y las leyendas harían todo el trabajo. Y así ha sido. La verdad es que la Ouija se ha convertido, me atrevería a decir, en la Biblia de los juegos de mesa. Todo el mundo la conoce y, generalmente, la teme. Es una fuente interminable de cuentos para pasar noches de Halloween aterradoras, ideas cinematográficas y literarias.
Leyendas ¿Quién no ha sido tentado en su adolescencia para jugar con el famoso tablero? ¿Y a quién no le han contado historias sobre algún conocido, familiar o amigo de un amigo que se atrevió a hacer una sesión de Ouija y ocurrieron cosas extrañas? Hay cantidad de historias sobre ello y en todas entran en juego los entes diabólicos que, llamados a entrar por esa puerta invisible que se abre entre los dos mundos, se apegan a los participantes para causarles agravios de todo tipo. Algunas de esas historias, incluso han tenido alcance mediático dentro y fuera de nuestras fronteras. Os vamos a hablar primero de un caso ocurrido en España que causó bastante revuelo en su momento y del que hasta hace poco se ha seguido hablando en programas como Cuarto Milenio de Iker Jiménez.
El caso de Estefanía Gutiérrez La historia de esta adolescente es tan escalofriante como trágica, pues hubo consecuencias fatales. Todo comenzó en Madrid, año 1990, cuando Estefanía, junto con algunas amigas, comenzó a practicar la Ouija en el colegio. Una de esas veces, las sorprendió una profesora y rompió el tablero. Las testigos contaron que en aquel momento apareció un especie de humo 54
negro que se metió dentro de la nariz de la joven. A partir de ese momento, Estefanía comenzó a tener episodios de terror y ansiedad continuados en el tiempo hasta que, unos meses más tarde, murió en extrañas circunstancias. Según los médicos podía deberse a un ataque epiléptico aunque lo cierto era que no había evidencias físicas de tal cosa. Pero las desgracias no terminaron aquí para la familia de la joven, más bien, tras su muerte dio comienzo un sinfín de sucesos extraños en el hogar familiar que mantuvieron aterrados a sus padres durante años: muebles que se movían solos, luces que se apagaban y encendían solas... Hubo una noche en que incluso llamaron a la guardia civil y existe el testimonio directo y por escrito de uno de los policías que fueron testigos de uno de aquellos fenómenos paranormales. Quizás, la parte que más pone los pelos de punta fue el día en que los padres de Estefanía se encontraron con la foto de comunión de la joven quemada. Lo más escalofriante era que no estaba quemada por fuera o completamente sino que solo estaba dañada la imagen por dentro del cristal. Tras mucho tiempo experimentando estos fenómenos, los padres de Estefanía vendieron la casa y dejaron de padecerlos. Lo curioso del asunto es que un equipo de periodistas habló con los actuales dueños y estos jamás han vivido nada extraño en el inmueble. Al parecer, el hipotético ente, solo tenía como objetivo a quienes estaban relacionados con la niña.
Más historias... Hay historias de todo tipo, algunas documentadas y otras que no se sabe realmente si llegaron a suceder, siendo meras leyendas. Está el caso de los cinco jóvenes estadounidenses que se reunieron en 2007 en una casa abandonada para practicar el juego. Cuando ya estaban en ello, preguntaron al supuesto ente si alguien de la mesa le molestaba. El vaso señaló a tres de los componentes que, conforme a las reglas, abandonaron su lugar. La sorpresa vino cuando al salir de la casa, tras no más de 100 metros andados, escucharon un atronador sonido y comprobaron, al dar media vuelta, que el techo del inmueble se había derrumbado, matando a los dos amigos que se 55
habían quedado dentro.
Otra historia aterradora es la de la joven de 14 años Jennifer Lynn Sprigman de Illinois. Accedió a jugar con una amiga y se le ocurrió preguntar a qué edad iba a morir. El vaso señaló el número “18” y formó las palabras “asesinada” y “estrangulada”. Lo aterrador fue que, efectivamente, a los 18 años fue estrangulada y nunca se encontró al asesino.
Un caso del que se habló mucho en Venezuela fue el de Andrea en 2006. La joven había perdido tres años atrás a su madre y accedió a jugar para contactar con ella. Cuando comenzaron preguntaron si el espíritu era bueno o malo (otra pregunta típica) y este comenzó a formar todo el tiempo el nombre de Andrea y fechas significativas para ella. En un momento dado, sus amigas la notaron extraña y aseguraron que estaba siendo poseída. Al terminar, Andrea admitió que su madre era muy posesiva y que no le gustaba que su hija se juntara con otras personas.
En Arkansas hubo un caso macabro de dos jóvenes de 20 años, Dennis y David, que practicaban el satanismo y jugaban a menudo con la Ouija para comunicarse con un ser al que llamaban “amo”. Una noche invitaron a dos amigos a una sesión pero a éstos no les gustó el camino que tomaban los acontecimientos y decidieron abandonar la mesa, algo que los anfitriones se tomaron mal y terminaron apuñalándolos. Al día siguiente, la policía los encontró durmiendo en un charco de sangre que provenía de los cuerpos que habían descuartizado. Fueron condenados a cadena perpetua e internados en un psiquiátrico, pues aseguraban que una voz les había ordenado hacer aquello.
Lo cierto es que hay toda una leyenda negra en torno al famoso juego del tablero y normalmente es asociado a desgracias. Y pese a que está comercializado oficialmente a partir del siglo XIX son muchos los que afirman que la Ouija existe desde tiempo remotos, cientos de años antes de Cristo y se ha satanizado por el hecho de poner en contacto a los humanos con seres del “otro lado”. La llamada puerta que permite entrar a seres maléficos a nuestro mundo.
56
Según los expertos en parapsicología, la Ouija es esto mismo: una puerta y, además, hay una serie de cuestiones que, en caso de practicarla, deben tenerse en cuenta: lo primero es que se aconseja no tomarse el juego a broma y que debe hacerse siempre bajo la supervisión de un profesional en espiritismo. Y otras cuestión muy importante es que, una vez se empieza el juego, nadie puede abandonar la mesa hasta que éste no finalice y se cierre lo que los médiums llaman “el círculo”. Esto es primordial por el tema de esa puerta que se abre... Si interrumpes la sesión, dicha puerta no se cierra y los espíritus que estén en ese momento cerca camparán a sus anchas por nuestro mundo. Y reza para que no se vayan contigo a casa.
En conclusión, la Ouija es un juego sin importancia para unos y una práctica seria de espiritismo para otros. En todo caso, la leyenda negra está ahí y debemos preguntarnos si es fruto de una campaña de marketing más que exitosa (quien tenga la patente se habrá forrado) que ha conseguido sugestionar a casi toda la población o es mucho más que eso... La noche de Halloween está ahí y habrá gente que quiera aprovechar ese momento del año en que el mundo de los vivos y el de los muertos se unen en una delgada línea invisible para desempolvar el tablero. ¿Vas a ser tú uno de ellos?
Redacción: Lydia Alfaro
57
Cómo decorar una calabaza para Halloween Las hemos visto en numerosas ocasiones decorando tenebrosas casas. Son un elemento destacado de la festividad de Halloween y como tal, no podían faltar en nuestro Especial. Hoy vamos a daros las pautas para elaborar vuestra propia calabaza, en unos sencillos pasos: Materiales • • • • • •
Una calabaza Un rotulador Un cuchillo Una vela pequeña Papel de periódico Un trapo de cocina
Modo de realización 1. Elegir una calabaza lo más simétrica y grande posible, de esta manera, será más sencilla de tallar. La calabaza debe estar dura y seca. 2. Cubrir la zona en la que vamos a crear la calabaza con un papel de periódico o similar para evitar ensuciar la zona. Colocar la calabaza encima. 3. Pasar un trapo húmedo por toda la superficie de la calabaza para limpiarla. Posteriormente, secarla con papel de cocina para evitar que se emblandezca. 4. En la parte más lisa de la calabaza, con un rotulador, dibujaremos los rasgos de la cara que deseemos: dos triángulos a cada lado que serán los ojos, y una boca en la parte inferior. Realizar líneas rectas nos permitirá que resulte más sencillo el corte de la calabaza. 5. Realizar un corte horizontal en la parte superior de la calabaza con un cuchillo, la parte que se desprenda será la tapa que coronará nuestra calabaza. El orificio debe ser suficientemente grande para que quepa la mano. 6. Limpiar el interior de la calabaza con una cuchara, eliminando las semillas e hilos que se hallen en su interior. 7. Cortar con un cuchillo los rasgos faciales que hayamos pintado en la cara. 8. Colocar una vela en el interior de la calabaza. Preferente corta y con recipiente para que no contacte con el interior de la calabaza, y la cera desprendida se almacene. Encenderla y colocar la tapa en la parte superior. 9. ¡A disfrutar! Redacción: Begoña Rodríguez 58
Cómo preparar huesos de santo
Este postre de forma tubular, típicamente español, es propio del día de los difuntos. Recibe su nombre debido al parecido que presenta con la morfología de los huesos humanos. La capa exterior es de mazapán y en el interior está relleno de yema. Ingredientes •
Dulce de yema: 50 gramos de agua 4 yemas de huevo 100 ml. de agua
•
Mazapán: 200 gramos de azúcar 150 gramos de almendra molida 100 ml. de agua
Elaboración Mazapán: mezclar el agua y el azúcar. Añadir la almendra removiendo continuamente hasta que se forme una mezcla homogénea y compacta. Dejar enfriar. Dulce de yema: Batir las yemas y reservarlas en un recipiente. Colocar una cazuela en el fuego y realizar un segundo almíbar con azúcar y agua. Verter el almíbar lentamente en el recipiente en el que se encuentran las yemas mientras lo removemos. Verter la mezcla nuevamente en la cazuela en la que se elaboró el almíbar. Colocarlo al baño maría, remover continuamente hasta que espese. La mezcla no debe hervir. Dejar enfriar. Moldeado del hueso de santo: Amasar el mazapán. Espolvorear el azúcar glass sobre la superficie en la que vayamos a trabajar la mezcla. Con un rodillo de cocina estirar la masa de mazapán. Cortar la masa en tiras de 5 centímetros de anchura. Posteriormente, cada tira a su vez, la dividimos en distintas piezas de forma cuadrangular. Enrollar cada cuadrado, moldearlo constriyendo pequeños cilindros. Espolvorear sobre los cilindros azúcar glass. Dejar secar y rellenar el interior del cilindro con el dulce de yema. Redacción: Begoña Rodríguez
59
Vienen a por mí por Laura Morales
U
na noche más. Otro día sin poder pegar ojo. Me encuentro tumbado en la cama, como siempre, y aquella dama victoriana de ropajes blancos, cabello recogido y sombrero vela por mí. Desde hace unos años, vigila mis sueños al pie de mi cama,
sé que no va a hacerme daño, es un espíritu bueno. Me mira de vez en cuando y sonríe. He intentado hablar con ella, pero no tiene voz, aunque siempre está alerta por si vienen los malos. Suelto un bostezo. Morfeo comienza a apoderarse de mi subconsciente y yo me dejo llevar. Cierro los ojos y me acurruco entre las mantas. Cuando creía que tendría una noche de paz, siento el peso del cuerpo de mi dama sobre la cama, a mi lado. Su etérea y helada mano roza mi mejilla. Abro los ojos y la miro. Está asustada. Aterrada, diría yo. Señala hacia la puerta y puedo leer sus labios: «¡Ya está aquí! ¡Tienes que marcharte de esta casa!». Lo repite cada noche, a la misma hora. Tendría que haberle hecho caso desde hace ya mucho tiempo, pero no puedo, tengo un extraño vínculo con este viejo edificio. Durante generaciones, ha sido el hogar de mis antepasados y, ahora, es el mío. No negaré que me da miedo esta vivienda, es vieja, consta de dos plantas y una buhardilla, además de un tenebroso sótano donde se encuentran las calderas. La madera cruje a cada paso que das, amenazando con derrumbarse de un momento a otro, incluso de noche 60
parece cobrar vida propia; las tuberías suenan, el viento y la nieve se cuelan por las ventanas y las ratas viven a su antojo en el último piso. Mi dama insiste en que debo huir, pero hace demasiado frío, hay una terrible ventisca fuera. Por suerte, la chimenea continúa encendida. Escucho el crepitar de las llamas, lo que consigue relajarme, pero el rostro de mi dama sigue preocupándome. Señala de nuevo hacia la puerta, así que enciendo la luz de la mesilla de noche; gracias a Dios, la electricidad funciona bien. «¡Márchate!», me grita una vez más, sin voz. No le hago caso, todas las noches es igual, se asusta y desaparece, es como si tuviera un déjà vu. Me pongo en pie y, descalzo, me dirijo hacia la puerta, que abro despacio, pero la dama me aferra del brazo, obligándome a mirarla. «¡No salgas! ¡Aquí estás a salvo!», me insiste. ¿En serio cree que me encuentro a salvo en esta habitación? Me señala la cama, como si ese fuese el lugar más seguro de toda la casa. Me quedo pensativo durante unos segundos. ¿Acaso tiene razón? ¿Podría tener aquella estructura de madera algún poder sobrenatural que cuida a los vivos? Por alguna extraña razón, la creo, pero también pienso que, de una vez por todas, debería enfrentarme a mis miedos; todo está en mi cabeza, de eso estoy seguro. Veo sombras caminando por algunas estancias de la casa, pero sé que mi imaginación me juega malas pasadas de vez en cuando. ¿Por qué razón, si no, veo mujeres de vestidos oscuros flotando por los pasillos? Quizá debo ir a ver al médico del pueblo, que me recete algo para las alucinaciones y para dormir, pues llevo tiempo sin descansar de un tirón. Finalmente, ignoro las advertencias de la mujer y abro la puerta. Asomo la cabeza y doy un respingo al ver de cerca a uno de aquellos fantasmas que me hacen compañía cada día. Tiene el rostro desencajado, como si estuviera asustada. Señala en dirección a las escaleras, de donde proviene un singular sonido. Es como si alguien, o algo, subiera por ellas. Camino despacio hacia la barandilla y la madera cruje bajo mis pies. Me asomo, pero no veo nada, aunque sí puedo escucharlo. Oigo un lamento, un fuerte quejido, como si estuvieran desollando vivo a alguien en el sótano. Aunque también puedo distinguir otro sonido diferente: como si un esqueleto caminara, como si sus huesos tintineasen a cada paso. Nunca temí a los fantasmas ni a los espíritus, pues ya desde muy pequeño podía verlos y hablar con ellos. No me hacían ningún daño. Pero esto es diferente. Ese gemido y el sonido que lo acompaña me erizan la piel. Un escalofrío acaba de recorrer mi columna vertebral. No es un buen presagio. 61
La dama me agarra del brazo e intenta tirar de mí hacia el interior de la habitación, pues, sea lo que sea, está subiendo por las escaleras; puedo oír la fricción de sus ropas contra la madera vieja. De repente, noto un inusual cosquilleo en mis pies desnudos, así que bajo la mirada hasta ellos. Suelto un grito de terror, ¡tengo cientos de arañas subiendo por mis piernas! ¡Es una señal! ¡Mis más terribles pesadillas se están haciendo realidad! Me sacudo con rapidez las tarántulas, con el temor de que alguna me clave sus venenosos colmillos en la carne, pero no lo hacen, así que huyo a toda prisa hasta mi dormitorio. La dama ha cerrado la puerta con su poder, incluso ha echado la llave. Me pide en silencio que me suba a la cama y, por una vez, le hago caso. Doy un salto y me quedo de pie sobre el colchón, sin apartar la vista de la entrada. Puedo escucharle tras ella. Sus afiladas uñas arañan la madera, llamando mi atención. Entonces gira el pomo, pero la puerta no se abre. Lo intenta de nuevo, pero tampoco tiene éxito. —¡¿QUÉ QUIERES?! ¡¿POR QUÉ VIENES A POR MÍ?! —grito con una mezcla de rabia y pánico. La llave cae al suelo y el manillar se mueve. La puerta se abre lentamente, emite un terrible chirrido que me ha puesto el vello de punta. El corazón me late a mil por hora, va tan deprisa que siento que se hace hueco a través de mis costillas para salir al exterior. —¡¿QUIÉN ERES?! —chillo, sin saber muy bien cómo he podido abrir la boca. Aunque no sé por qué lo pregunto, sé perfectamente de quién se trata. «Thomas». Escucho mi nombre en la nuca. Un gélido aliento se ha metido profundamente en mi columna vertebral, hasta lo más profundo de mi ser. Las peludas y enormes tarántulas han vuelto y rodean la cama, intentan subir, pero por alguna razón que no logro entender, no pueden hacerlo. Oigo de nuevo como araña la pared de madera, pero también el lamento, que parece que lo tengo tras de mí, aunque sé perfectamente que continúa en el pasillo, acechándome. De pronto, sus largos y huesudos dedos se aferran al marco de la puerta y puedo ver sus ropas etéreas danzando a su alrededor. «Thomas», susurra de nuevo. Me cuesta respirar, me duele todo el cuerpo. El suelo se llena no solo de arañas, sino de venenosas serpientes y enormes escorpiones, deseosos de inyectarme su mortal veneno. Miro a la dama de reojo. Me insiste en que no me mueva de donde estoy, pero me es imposible, mis músculos no me obedecen. Me dirijo inconscientemente hacia el borde del colchón y saco un pie. Intento con todas mis 62
fuerzas volver a subirlo, pero es complicado, puedo escuchar la voz de aquel monstruo en mi mente. Me ordena que le acompañe… La dama tira de mí y consigue que mi cuerpo vuelva a estar sobre las sábanas blancas, en las que distingo unas oscuras manchas. Me agacho para observarlas y mis dedos se llenan de aquella sustancia caliente y pegajosa. Entonces me doy cuenta de lo que es. ¡Sangre! Me doy la vuelta y la veo. Veo a mi difunta esposa sobre la almohada. Su vientre está abierto en canal y sus vísceras empapan la tela. «Thomas». La voz suena cerca, más de lo que puedo imaginar. Con lágrimas en los ojos y el corazón bombeando como una locomotora, me giro. Ahí está. Frente a mí. Me señala. Sus ojos blancos y su cabeza en forma de calavera de chacal y afilados dientes me miran con detenimiento. Me tiemblan las piernas. He entrado en un estado de puro pavor, lo sé porque noto como mi ropa se empapa y un reguero caliente recorre mi pierna izquierda… «Thomas», insiste. Su voz retumba en mi cabeza, como una orden grabada a fuego. Estira su mano hacia mí, instándome a seguirle. No puedo evitar obedecerle. Mi dama intenta alejarme de aquella criatura, pero no lo consigue, ¡ha convertido en cenizas su espíritu puro! Sé que no volveré a verla. Sé que esta vez, al fin, conseguirá atraparme. Mi pie izquierdo roza el suelo, donde aquellos insectos peludos me atacan de nuevo. Grito de dolor. Es tan terrible que siento la ponzoña recorrer con rapidez mis venas, hasta llegar a mi pecho. Lo mismo ocurre con mi pierna derecha, que ha sido atacada por las serpientes y escorpiones. Siento como mi corazón se ralentiza, apenas puedo respirar y me siento desfallecer. La criatura extiende su huesuda mano y coge la mía. Sus afiladas uñas rasgan la piel de mi garganta, de la cual comienza a brotar sangre. Las clava en mi pecho, atravesando la carne y los músculos y rompiendo mis costillas hasta llegar al músculo que me da la vida, el cual arranca sin miramiento. Lo veo palpitar sobre su palma y lo aplasta sin pensarlo. «Thomas». Aquel terrorífico rostro se ríe y caigo de rodillas al suelo. Aún me queda un aliento… «Thomas». Su voz se funde en la habitación. Mis ojos se cierran… «Thomas, despierta». —¡Thomas! ¡Despierta de una vez, maldita sea! Unos fuertes golpes en mis mejillas me espabilan y abro los ojos. —Vamos, es hora de volver a tu celda. 63
Aún estoy desorientado. Parpadeo unas cuantas veces hasta que mis pupilas se acostumbran a tanta luz. Entonces lo recuerdo. Me acuerdo de dónde me encuentro. —Ponte de pie, joder, que pesas mucho. Reconozco su voz. Es el enfermero que me atiende cada día, aunque más bien diría que es quien me lleva tres veces por semana a la sala de la muerte. —Thomas, más vale que me ayudes o te juro que te doy otra descarga —me amenaza. Me incorporo como puedo en la camilla. —¡No podéis darme más electroshocks! ¡No estoy loco! ¡Cada vez que lo hacéis…! —Sí, sí, sí. Ya lo sé. Cada vez que te damos la terapia y te quedas inconsciente, la muerte viene en tu busca. La dama victoriana, las arañas, blablablá. Todos los días la misma historia. —¡Ha estado a punto de conseguirlo! ¡Casi me mata! ¡Tenía veneno en las venas! ¡Y me había arrancado el corazón! —Thomas, es tu subconsciente y el tratamiento. Solo estás loco. Nadie intenta matarte. Esta terapia te ayudará, el día que dejes de ver a la muerte —entrecomilló—, te habrás curado y podrás volver a casa. Supe que Alexander tenía esperanza en sus palabras. Era consciente del daño físico y mental que causaba aquel procedimiento tan invasivo a cualquier individuo. —¡No estoy loco, Alexander! ¡No lo estoy! —Le agarro con fuerza de la bata y solo consigo caerme al suelo; sigo estando débil y dolorido. —¡Ya basta, Thomas! ¡No me obligues a darte otra sesión! —Me levanta como si mi cuerpo fuera una pluma ligera. —¡No estoy loco! ¡Vienen a por mí! —grito con rabia, dolor y temor. Alexander me coloca con suma rapidez la camisa de fuerza, que ata a mi espalda, y me da un empujón, así que acabo estrellándome contra una de las paredes acolchadas de mi «habitación». Lloro. Lloro hasta que no puedo más, hasta que caigo rendido en brazos de Morfeo.
Lo que Alexander no podía imaginar era que Thomas tenía razón. Al día siguiente, la sesión de electroshock duró más tiempo de lo normal y su corazón se paró. Por mucho que intentaron reanimarle, no lo consiguieron. Al fin, la muerte había acudido en su busca.
64
Selfie por Miriam Alonso
T
osió intentando sacar humo de sus pulmones, pero era imposible. Los olores se habían entremezclado: la marihuana, el tabaco seco, clásico, hecho finos pitillos de liar, y por otro lado, el de los cigarrillos negros y dulzones que eran la última moda
del instituto. —Podríamos irnos ya —se levantó del acuchillado sofá que vomitaba relleno de espuma. Sus pantorrillas quedaron pegadas a la piel del mueble, emitiendo cada vez que se movía, un sonido atroz. Al menos quince de las cincuenta o sesenta personas convocadas en aquel sótano mohoso para celebrar Halloween, estallaron en ebrias carcajadas. Las que más alto rieron, por supuesto, fueron las chicas del instituto de Carol, las más ideales, que ponían de manifiesto su actitud ante la vida, y un implícito desafío a la autoridad, maquillándose con sombra de ojos muy negra, y lápiz labial muy rojo. Solo aquel grupo había acabado a chupitos con botella y media de ginebra caliente. —¿Qué te pasa, tía? Llevas toda la noche súper pesada —Marta, o Mad para los amigos, todavía tenía un cuelgue importante. Su voz sonaba más pastosa de lo habitual, entre 65
contoneos, tratando de ponerse en pie—. Nos vamos porque esta se está poniendo en un plan… —Anunció a las demás que, ignorándola por completo, seguían concentradas en exterminar la botella. Eran casi las doce, casi no había tiempo para La Caza Del Que Más Difícil Lo Ponga, hazaña que debía garantizar buenas anécdotas los próximos días, cuando se reunieran en el patio del instituto tras sus gafas de cristal oscuro, exagerando la resaca. La noche no había salido como esperaba, desde luego que no. Ni Ka se presentó, ni el amigo de Ka, ni nadie relacionado con la pandilla que le interesaba… Carol se sintió ridícula llevando aquel disfraz de vampira, porque en eso habían quedado, ellos de vampiros y ellas de vampiras con micro falda, ligas negras, corsé y todos los accesorios, ¡incluso colmillos y sangre falsa!... ¡Qué desilusión! No se molestaron en presentarse, ni en mandar un mensaje, o algo. Estaba claro: Ka no sentía ningún interés por ella. Se puso el abrigo, una prenda que de verdad parecía elaborada para un vampiro, con sus filigranas oscuras sobre seda negra, de la boutique de su madre. Al menos eso sí le había salido bien: dijo que se lo devolvería en perfecto estado, y estaba decidida a cumplir la promesa marchándose a casa en cuanto Mad, gótica de pro que solo se puso colmillos para decir que iba disfrazada, saliera de El Sótano. Tras esperar quince minutos, Carol golpeaba con sus botas de punta metálica la rueda de un coche. Algunos de los moradores de El Sótano, habían decidido marcharse hacia El Insomnia, que seguiría abierto hasta altas horas. Aquella noche parecía que la ciudad entera salía de sus casas con ganas de pasarlo bien, los que más llevando sus propias bebidas en bolsas. Al final su amiga apareció, pero arrastrada por el molesto camarero. —Bueno, yo me marcho, ¿tú qué vas a hacer? —preguntó Mad volviendo su mochila tipo ataúd en el aire para ponérsela. Lo hizo con tanta fuerza que una cinta de cuero del bolso cruzó la cara de su amiga dejándole un escozor similar al que se sufre cuando uno es salpicado por aceite hirviendo. Carol se cubrió la cara con la mano, preocupada por si alguna gota de sangre acababa echando a perder la prenda prestada. —¡Serás gilipollas! ¡Me has hecho daño! —Eh, tía, ¡que te den! ¡Ha sido sin querer! —¿Que me den? ¡¿Encima?! ¡Me has hecho sangre, cabrona! —A mí nadie me llama cabrona… ¿Sabes qué? Que te jodan si quieres marcharte, yo me voy por ahí. 66
—Ah, vale, además me dejas sola… Muchas gracias, ¡eres una gran amiga! Antes que Carol se pusiera de camino, la otra ya había enfilado calle arriba, tambaleándose a tramos, pero con evidente buen equilibrio. Viéndola ir, se preguntó por qué le seguía el rollo. Mad pertenecía a ese tipo de idiotas de catálogo que coexistían en gran cantidad con personas normales. Había veces que sentía deseos de revelar a todo el mundo los escandalosos secretos de otros que esta le había contado, pero pronto desechaba la idea, sobre todo porque Mad llevaba mucho más tiempo en el grupo de Ka que ella, y les conocía mejor. Si Carol hablaba y la otra se hacía la inocente, nadie iba a creer lo que tuviera que decir, estaba claro. ¿Y qué haría entonces? Si perdía a sus amigos, perdía la oportunidad de salir; se quedaría sola en el instituto, otra vez, cosa que no le apetecía en absoluto. Cuando trasladaron a su padre a Nueva Orleans, ya lo pasó bastante mal. Un tío con un disfraz de vampiro, pero muchísimo más currado que el de ella, se le cruzó por la acera. Era una especie de monstruo deforme como el de las películas viejas en blanco y negro, que además no mostró ningún decoro en mirarle a la herida. Ella aceleró el paso. A la legua podía notarse que con esos harapos y esa cara, tampoco había tenido una gran noche, pero que ni pensara en entrarle, porque le daba demasiada grima. El arañazo había dejado de dolerle pese a la hinchazón. Se sacó el móvil del bolsillo y activando la cámara delantera, hizo un selfie. Se asustó. Su mejilla había quedado muy perjudicada por el impacto. Tanto miedo tenía de que la otra bruta le hubiera hecho daños irreparables, que se detuvo bajo una farola para sacarse otra fotografía, ésta con el móvil en alto, aprovechando el chorro de luz. ¿Qué iba a hacer si se le quedaba una horrible marca para siempre? Cada vez más asustada, se sacó una nueva foto. Si se le quedaba la mejilla picada y con surcos, su vida habría terminado. Le entró la prisa por llegar a casa. No deseaba más que entrar en su cuarto de baño y lavarse la cara con jabón para ver los daños. «A la mierda», lo iba a contar todo, aquella imbécil se acordaría de ella, porque además la tragedia no acababa con el corte —el maquillaje no podría cubrirlo—, después tendría que explicárselo a su madre. Recibiría una charla y el sermón, además, insistiría en llamar a los padres de Mad exigiendo que la castigaran, como si todavía tuvieran diez años en vez de quince. Como si aún fuera necesario que se pelease por ella con la gente. A cada paso dado se alarmaba más y más viéndose sangrar de forma escandalosa. Rogaba porque el abrigo no se manchara, rogaba muchísimo, casi más que por su precioso rostro, que no dejaba de fotografiar cada equis metros. En un cruce, tuvo que esquivar a los “niños bien” del instituto, que coreaban borrachos una canción asquerosa, frotándose contra 67
toda chica que les pasaba cerca. También a ella le gritaron cosas, pero les ignoró. Acto seguido pensó en su madre, esos tipos eran las buenas compañías que necesitaba, le dijo una vez basándose solo en la forma de vestir que tenían. Su madre, en realidad, no tenía la menor idea de cómo funcionaban las cosas. No encontraba las llaves, pero llamando al timbre estaría en un lío mayor todavía del que estaba. Se rebuscó los bolsillos con ansiedad hasta recordar que las había metido en el compartimento secreto de sus botas. La casa estaba sumida en un silencio sepulcral, como si el caos fuera perteneciera a otro mundo nada relacionado con aquel paraíso de ronquidos. Suspiró una vez estuvo en el baño, recogiéndose el pelo con una pinza. Se miró la mano, repugnada, no había dejado de sangrar. Era el momento de la verdad, pensó inclinada sobre el lavabo, casi llorando de puro nervio. Si se le quedaba cicatriz… ¿Cómo podría sobrevivir con algo tan horrible en la cara?, se desesperó. Ojala fuera una vampira de verdad porque así no envejecería y nada podría hacerle daño. Todo el mundo decía que era muy guapa tal como estaba, pero cuando cumpliera los veinte ¿qué?, sería una vieja más, empezaría a tener arrugas… Tras higienizar la zona y llorar desesperadamente, se colocó un apósito dudando por primera vez si pedir ayuda o quedarse muy quieta hasta el amanecer, cuando rogaría a su madre que la llevara al hospital. Palpando, boca arriba en la cama, cogió su teléfono móvil para echar un último vistazo a las redes sociales antes de dormir. Aprovechó también para ojear los selfies que había hecho de camino a casa. Al principio pensó que no veía bien, luego que el imbécil del disfraz horrible había estado siguiéndola todo el tiempo, porque en algunas fotos incluso parecía que también posara con su repugnante boca abierta, tan próximo que se le ponía el vello de punta. Debía estar ya en el infierno si el único interesado por ella tenía asquerosa joroba y pinta de viejo. Carol lloriqueaba en la cama lamentando su mala suerte, cuando se dio cuenta que no estaba sola en la habitación: un monstruo se descolgaba, como una araña, pegado a la pared del cabecero; un monstruo calvo y blanquecino que conocía por haberlo visto en las fotos que guardaba su teléfono móvil. * —Carol, ¿quieres abrir la puerta? —pidió cada vez más, molesta, llamando con los nudillos. Carol no contestó, ni a esa ni a las veinticinco llamadas anteriores. Su madre pensaba el terrible castigo que le impondría en cuanto la tuviera delante, todavía borracha como una cuba, sin saber dónde tenía el culo y dónde la cara. La dejó dormir un rato más tras soltar ese bufido exasperado que solo saben dar las madres 68
Pasaron las horas, dos, tres, y la puerta seguía cerrada. La madre de Carol que gritaba el nombre de su hija a pleno pulmón, comenzó a llorar de miedo sin obtener respuesta, hasta que se le ocurrió ir a por la caja de herramientas, donde seguro encontraría algo para forzar el cierre. Tardó quince, veinte minutos a lo sumo, demasiado poco para asimilar lo que iba a encontrar allí dentro. Entre las sábanas yacía inmóvil un cuerpo que por tamaño debería ser el de su hija, pero no lo era, no podía serlo, porque era monstruoso. El rostro se había convertido en una maraña de arrugas anchas como dedos, y resecas. No tenía cabello, este se esparcía lacio por la almohada. Los labios entreabiertos dejaban asomar una sonrisa de palas afiladas. Las manos entrelazadas sobre el vientre. De su mejilla se descolgaba un imparable sendero de sangre que mojaba la almohada. —Dios santo… ¡DIOS SANTO! ¿Dónde estaba su hija?, ¿qué era aquella cosa?, pero sobre todo, ¿qué había sido de la niña? Comenzó a hiperventilar dando marcha atrás para salir de la habitación. Ya casi estaba en la puerta cuando la voz de Carol le habló por la espalda. —He traído el abrigo de vuelta, como prometí —lo colocó entre los brazos de su madre sin dejar de respirarle en la nuca. —Ca-cariño —balbuceó ella comprobando que aquel cuerpo diabólico, aquel monstruo que vio sobre la cama de su hija, ya no estaba. —Coge el abrigo y no te vuelvas, mamá. Si alguna vez quisiste a tu preciosa hijita, no te gires.
69
El mejor día por Moi Gascón
D
ecenas de niños corretean por las calles mientras sus padres intentan aguantar el paso a la vez que fuman. La calle está llena de risas y un fuerte olor a caramelos.
Las hojas marchitas inundan el suelo mientras una leve brisa las eleva por el aire
meciéndolas de lado a lado. El invierno está próximo y se puede ver a la gente abrigada, incluso los más frioleros se han puesto los gorros sobre las cabezas. Me dirijo a casa de Jamie, mi chica. Las cosas no van bien desde hace mucho tiempo, realmente, mi vida no va nada bien desde hace mucho tiempo, pero hay que intentarlo hasta que el alma se agote. Tengo preparada una velada que espero reafirme la relación, sólo espero que sea suficiente. Un niño vestido de Spiderman se tropieza mientras la bolsa llena de chucherías se estrella contra el suelo esparciendo el contenido como si una cabeza abierta derramase el cerebro tras una colisión en un accidente de tráfico. Varias madres se giran cuando este comienza a llorar, su madre, tira el cigarro al suelo a la vez que le grita por haber roto las mallas que le había prestado para el disfraz.
70
Me acuerdo cuando yo era uno de esos chiquillos, es más, el día más feliz de mi vida fue la noche de Halloween de cuando yo tenía nueve años. Normalmente, los días más felices siempre son cuando no están cargados de responsabilidades y puedes disfrutar plenamente de la vida, además, ese día conseguí casi tres kilos de caramelos. Mi madre me había preparado un disfraz «en mi casa todo era artesanal, nada de comprarlo en grandes almacenes » de Gizmo, aquella criatura de la película Los Gremlins. La pobre mujer se pasó casi todo el mes de octubre cosiendo e ideándoselas para ver cómo podía hacer el dichoso disfraz del que me había encaprichado. La verdad es que mi madre era capaz de eso y más por hacer feliz a sus hijos, pero a mi hermano David nunca le había interesado esta fiesta, así que sólo tenía que preocuparse de mi disfraz. Un niño se cruza en mi camino y tengo que pararme en seco para no chocar con él. Va vestido de pirata-esqueleto y en su mano porta una gran espada. Ve a uno de sus amigos y comienza a golpearle en el costado mientras le grita «Muere, muere, muere. Miro el reloj, las 21:35. Comienzo a andar más rápido si no quiero llegar tarde, ya lo que faltaba para que Jamie termine de mandarme a la mierda. Una mujer rubia vestida de hada pasa delante de mi campo de visión, mis ojos se van inmediatamente a su trasero. Es jodidamente perfecto, de los mejores que he visto en mi vida. Veo su cuerpo mecerse mientras escucho una carcajada. Una risa que me hace recordar mi infancia. Una voz que se parece demasiado a la que tantas noches me arropó mientras me daba un beso de buenas noches y me deseaba dulces sueños. Una voz que se perdió en la memoria del tiempo hace siete años a causa de un tumor cerebral. No puedo dejar de mirarla, aunque sólo vea su espalda. Oigo como habla con una mujer que no lleva disfraz y no hace más que quejarse de esto y lo otro. Pero… no puede ser ella, ¿verdad? Creo que me estoy volviendo loco, es imposible que mi madre esté delante de mí, hablando con su amiga, tendría que estar en un ataúd, a punto de convertirse en polvo después de que los gusanos devorasen su carne. Me duele pensar así y siento una lagrima brotar, pero es que sé que es ella, su voz era inolvidable. Su risa era tan contagiosa como un resfriado en una clase de primero de parvulario. Me quiero mover, ponerme delante de ella, verle el rostro y salir de dudas pero mis piernas no responden, no se atreven a avanzar en ninguna dirección, solamente viaja mi mente, y va a una velocidad en la cual es muy fácil estrellarse. Entonces se gira y veo el perfil de la cara, esa nariz perfecta, sus carnosos labios que tantos besos me han dado se mueven repletos de vida, expulsando palabras cargadas de fuerza 71
y vitalidad. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Tengo que hacer algo, si no… me volveré loco de un momento a otro. Ya no me importa Jamie, ni nuestra relación, incluso, podría prescindir de mi vida con tal de ver una vez más el bello rostro de mi madre. Olvidarme de su transformación a cadáver mientras el tumor le carcomía poco a poco y su luz se va debilitando hasta extinguirse. No me atrevo a hablar, creo que las palabras sonarían a gruñidos parecidos a cuando hablas en sueños. No tengo fuerzas para ni siquiera pensar en otra cosa que decirle una vez más Te quiero. Pero ella no se gira, el destino está siendo demasiado cruel, poniéndomelo tan fácil y a la vez tan difícil. Parece una quimera el poderla ver una vez más. Ahora las dos mujeres ríen y puedo decir con total certeza que se trata de mi madre. Algo, no sé el qué, me está dando la oportunidad de decirle por última vez lo agradecido que estoy. Mi mente se llena de bellas palabras que no me atrevo a decir, no quieren salir, como si tuvieran miedo a perderse en el viento que mece las hojas. De repente, su rostro se contrae en un gesto de terror y sale corriendo. La amiga se echa las manos a la cara, tapándose los ojos como si no quisiera ver lo que está a punto de ocurrir. Giro el cuello y noto los tendones tensarse en mi cuello a la vez que crujen como madera seca. La veo correr hacia la carretera, unos enormes faros amarillos inundan un pequeño bulto que está inerte en mitad de la calzada. Reconozco ese bulto: es un niño con un disfraz de Gizmo. Eso niño soy yo. Había olvidado ese incidente. Entonces mis piernas reaccionan y salen corriendo detrás de mi madre. Siento como la vitalidad inunda los músculos insuflándole una fuerza de otro mundo. En unos segundos he adelantado a mi madre y veo mi pequeño cuerpo. En una mano llevo una piruleta en forma de bruja mientras saco la lengua y noto el sabor a fresa. Mi cabeza se inunda de un potente sabor dulce, mis papilas gustativas se anegan del sabor a fresa. En la otra mano llevo una bolsa en forma de calabaza con los pocos caramelos que he logrado reunir hasta ese momento. Veo a mi yo pequeño cerrar los ojos. El coche está a escasos cincuenta centímetros. Entonces mis pies salen despedidos en un portentoso salto y vuelo hacía el niño. Consigo empujarle y veo su cara de sorpresa. Me veo reflejado en sus ojos mientras se aleja. Siento como mis huesos explotan bajo el peso del vehículo que me pasa por encima. El coche acelera dejando un rastro de humo negro en el aire. Veo a mi madre pasar por encima de mí, pero no tropieza, simplemente pasa como si yo estuviera hecho de humo (o recuerdos). Agarra a mi yo joven mientras llena su rostro de
72
besos y grita al conductor del coche que ya no le puede escuchar, puede que se encuentre en la otra parte del país ahora mismo. Entonces recuerdo todo. De joven me salvé de morir atropellado. Nunca recordé como conseguí sacar fuerzas para brincar en el último momento antes de que el coche me atropellase. Ahora sé la razón. Lo que no recuerdo, es como morí. Me levanto día tras día, y siempre es la misma escena, diez minutos antes de que casi me atropellen cuando era pequeño y nunca recuerdo que llevo años recreando el mismo momento hasta que mi cuerpo comienza a desvanecerse y veo mi vida pasar hasta los 29, cuando realmente fallecí, aunque no recuerdo cómo. Espero resolverlo algún día.
73
Gore Patch v. 666 por Antonio Arteaga Pérez
M
i habitación era mi reino. Y nadie, absolutamente nadie, podía entrar. Desde mi habitación tenía el mundo a mi alcance. Mi flamante Dextium con 3 Tb de RAM me permitía navegar a toda velocidad por cualquier lugar del
mundo, aunque a mi madre no le hiciese gracia pagar la factura de la fibra. Quizás por eso, para mi cumpleaños, me regaló uno de los más novedosos títulos del
mercado: Real Carnage Tournament. No recuerdo si le llegué a dar las gracias, pero sí recuerdo claramente que corrí a encerrarme como siempre en mi habitación, a instalarlo, dejando al resto de la familia en torno a la tarta de cumpleaños cuyas velas ni siquiera soplé. ¡Qué gran juego! Aquello sí eran tres dimensiones, y no lo que se había visto hasta entonces. Tardé dos días —con sus noches— en terminarme todas las fases y convertirme en el líder indiscutible del torneo. Pero no era suficiente. Me conecté a todos los servidores de Internet y masacré a todos los competidores, fuesen de donde fuesen. Gente de todos los países se rendía ante mi habilidad y, por qué no decirlo, crueldad, a la hora de eliminarlos. Rompí todos los récords de RCTWorldStats, e incluso gané un premio que nunca fui a recoger, pero que amablemente me enviaron por correo: unas gafas de realidad virtual y un guante de datos diseñado especialmente para el 74
juego. Eso hizo que me involucrase aún más en Real Carnage, y jugase horas y horas sin descanso. Y siempre en modo Deathmatch, yo solo contra el resto. Nada de partidas por equipos, porque los demás no estaban a mi altura. Realmente, me parecían unos pobres diablos que, sin saberlo, desafiaban al más poderoso luchador de la liga Carnage, y pagaban las consecuencias. Y seguía sin ser suficiente. Descargué todos los nuevos mapas que aparecían en la red, todas las pieles posibles para mi guerrero, y siempre me faltaba algo. Hasta que lo encontré. En una dirección de esas que nunca puedes recordar, llenas de símbolos que tienes que introducir mediante el teclado numérico, que apareció por casualidad mientras buscaba algún bot cuya inteligencia artificial pudiese al menos molestarme. El fichero se llamaba “Gore Patch v.666” y, según decía, aumentaba al máximo el realismo cuando liquidabas a un oponente. En cuanto terminó de bajar (5 minutos que se me antojaron horas) lo descomprimí y lo instalé. En el menú de juego por red me apareció una nueva opción: “Gore Patch – Dedicated Server”. ¡Mi sueño! Un servidor dedicado donde podría disfrutar al máximo de mi ansia asesina. Sin pensarlo dos veces, hice click sobre la opción. Mi router ni siquiera parpadeó, la conexión fue prácticamente instantánea. Oí a mi madre que, tras la puerta, me recordaba que la cena se estaba enfriando en la mesa. Otra noche sin cenar, porque tenía ante mí un nuevo mapa y, esperándome, un jugador que se llamaba a sí mismo “el Guerrero Definitivo”. ¡Pobre iluso! Me ajusté el guante, me coloqué las gafas, y entré en la partida. Frente a mí, con unas texturas muy cuidadas, tenía a un guerrero provisto de armadura y casco, con dos piernas que más parecían las patas de una cabra, y un enorme espadón. En mi sistema de sonido MegaSurround escuché: “Te estaba esperando.” Y ataqué. Mi golpe especial, un salto doble y un giro que, inmediatamente, decapitaba al contrario. Pero fallé. No me ocurría desde hacía meses. Pensé que se debía tal vez al cansancio acumulado, o al calambre que me acababa de dar en el antebrazo derecho... Un momento. No era un calambre. Mi brazo estaba herido. Un profundo corte desde el codo hasta la muñeca hacía brotar gran cantidad de sangre. Y el dolor era real. Esta vez, por los altavoces, oí una risa. “Sin misericordia”, dijo el guerrero que tenía, ahora, tras de mí. Y sentí un tremendo golpe en la espalda. Las piernas me fallaron y caí al 75
suelo. Desde esa perspectiva, solamente podía ver mi propia sangre, rodeándome, cada vez más abundante, y un letrero en la pantalla, muy lejos, sobre la mesa, que decía: “el Guerrero Definitivo ha ganado. ¿Desea continuar? S/N” Sentí que la vida se me escapaba por las heridas, al mismo tiempo que comprendía que mi única salvación era continuar el juego y abandonarlo antes de que se agotasen las tres vidas. Pero las fuerzas se me habían ido, y no era ni siquiera capaz de llegar al teclado. Fuera, tras la puerta, oí a mi madre decir: “mañana mismo voy a tirar ese juego a la basura. Como sigas así vas a acabar mal, muy mal...”
76
El libro por Lorena Pérez Nolasco
B
rooke Adams se encontraba al pie de la escalera, dudaba si subir u olvidar que
había escuchado pasos en el desván de su nueva casa. Pasos que difícilmente podían ser de animal. Eran firmes y pesados. Ningún animal de considerable
tamaño como para ocasionar tal crujido pudo haber subido ahí. Pero, ¿y si había alguien arriba? ¿De verdad podría dormir tranquila con la posibilidad de que alguien hubiera entrado en su casa? ¿En su desván? No, no podía. Cogió el cuchillo más grande y afilado que tenía y comenzó el ascenso. Los escalones
de madera crujían bajo sus pies a cada paso de daba. Y eso era un claro aviso para quien estuviera ahí arriba, si es que había alguien. Así que se quitó los zapatos y comenzó a andar descalza y de puntillas intentando hacer el menor ruido posible. Subió los escalones que conducían al desván y se paró ante la puerta que, oscura y roída por los años, se le antojó siniestra, la entrada al reino de las tinieblas. Abrió la puerta y le dio al interruptor, un estallido y la bombilla se fundió. —Genial —ironizó. Bajó a por una linterna y otra vez llegó y se paró frente a la puerta que había vuelto a cerrar antes de bajar. Volvió a abrirla, esta vez con algo más de cuidado. Encendió la linterna y cuchillo en mano se adentró en la oscuridad de la habitación. Ningunas pisadas salvo las suyas, ningún ruido excepto el del aire que se colaba por el conducto de ventilación.
77
—¡Aaah! —Gritó y se quitó la enorme telaraña que se le había quedado enganchada— Por favor, qué asco. Entonces se oyó un ruido. Pero no eran pasos, habían sido más bien dos golpes secos, como quien golpea una puerta con los nudillos. Inspeccionó el lugar dónde se habían escuchado los golpes, pero no había nada. Se oyó otro golpe, esta vez en el lado contrario donde se encontraba. Se volvió con rapidez apuntando con el foco de luz hacía ese lugar. —¡Qué diablos! Comenzó a andar decidida hacía el frente hasta que sus pies chocaron con algo pequeño y duro. Era un libro. Un libro de tapas duras y negras con una cinta ancha y roja alrededor formando una cruz. Brooke lo cogió y le sopló el polvo que tenía por encima. Nada, no había ni título ni nada que hiciera sospechar su contenido. Un trueno se oyó a lo lejos, se avecinaba tormenta. Brooke se sobresaltó, sentía su corazón palpitando desbocado. Recogió el libro del suelo, que se le había caído por el susto y corrió escaleras abajo. Pero decidió no ojearlo hasta que se hiciera de día. —Los monstruos no salen de día, ¿verdad? —Se dijo. Dejó el libro en la mesilla de noche y se acostó a dormir. Y después de dos horas dando vueltas, por fin el sueño la venció. Despertó sudorosa pero temblando. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos. ¿Qué coño había sido eso? Había tenido un sueño de lo más aterrador. En la pesadilla se veía a sí misma cercenando miembros a varias personas que tenía atadas. Un hacha, una sierra eléctrica, un cuchillo de carnicero, cualquier arma afilada y efectiva le iba bien. Post mortem había cogido el dedo índice de cada una de sus víctimas, y empapándolo en su sangre plasmaba la huella dactilar de cada una, bajo una foto del antes y otra de después —quedara como quedara el cuerpo—, en un libro de tapas negras igual al que había encontrado en su desván y que ahora se hallaba a los pies de su cama, abierto. Brooke alargó la mano, con temor, y lo cogió. El terror se apoderó de ella al comprobar lo que contenían sus páginas. En ellas había fotos de personas descuartizadas. Cada una de las fotos tenía a su lado otra de la persona antes de ser despedazada y bajo estas una huella dactilar plasmada en sangre. Lanzó el libro al suelo y saltó de la cama. Bajó al salón, esperando tranquilizarse y recordando lo que había hecho antes de acostarse. ¿Le había echado un vistazo al libro antes de irse a la cama? Estaba segura que no, apostaba a que no le había quitado ni la lazada roja que llevaba. Pero entonces, ¿cómo explicaba que estuviera abierto encima de su cama? ¿Y cómo demonios explicaba esa inquietante pesadilla? ¿Lo 78
habría hecho dormida? No, ella no era sonámbula. Y aunque lo fuera, era imposible que dormida pudiera ver lo que contenía ese libro y que luego se montara una representación onírica, con ella como verdugo. Subió a su habitación y, con cautela, se asomó a la puerta. El libro seguía ahí, en el suelo donde ella lo había lanzado. Cerró la puerta y volvió a bajar al salón. Eran las cuatro de la madrugada. Brooke sabía que no podría volver a dormir, encendió el portátil y buscó información sobre esos crímenes. Y la encontró. A finales de los noventa, tuvo lugar una serie de crímenes de idénticas características a las del libro. El autor de tal atrocidad era conocido como El asesino de la huella. “Que sobrenombre tan poco original”, pensó Brooke. El cuatro de febrero de mil novecientos noventa y siete se le encontró ahorcado en su domicilio. Brooke tuvo que releer lo que vino a continuación. Ese asesino había vivido en su casa. Y se había suicidado en ella también. Y fue en ese preciso instante cuando supo que esa había sido la razón por la cual había pagado un precio tan ridículo por aquella imponente mansión. —Y seguro que dormirás bien por las noches —se dijo, acordándose de la agente inmobiliaria que le había vendido la casa, omitiendo aquella terrible información. Tras el suceso la casa había sido habitada en tres ocasiones. Los cuerpos de las personas que ahí habían vivido, desaparecieron sin dejar rastro al poco de comprar la casa. Esa información le aterró, aunque pensó que ella no creía en fantasmas. Sería absurdo sino fuera por esos extraños fenómenos que habían tenido lugar, empezando por aquellos siniestros pasos en el desván. Ahí fue donde lo habían encontrado colgado de una de las vigas. Volvió a abrir el buscador y tecleó “cazadores de fantasmas”. Después de varias páginas de lo que eran claros timadores, encontró una que le llamó la atención. Era una página web completamente negra, no había ni fotos ni vídeos promocionales, solo un formulario de contacto y una frase “Nosotros los devolvemos a su mundo”. —¿Por qué no? —Se dijo, rellenó aquel formulario y lo envió. A primera hora de la mañana sonó su teléfono. —Buenos días, ¿es usted Brooke Adams?—dijo una voz en cuanto contestó—soy Ryan O’Conell, usted ha contactado conmigo a través de mi página web. —Sí, sí soy yo, muchísimas gracias por llamar, señor O’Conell. —No me dé las gracias aún, señorita, cuénteme qué sucede.
79
Brooke abrió la puerta inmediatamente después de que llamaran. Al otro lado se encontraban dos hombres con un instrumental que Brooke desconocía. —Señorita Adams, soy Ryan. Hemos hablado esta mañana. Este es Bart Dawson, mi ayudante. —Muchas gracias por venir. No sabía a quién llamar, mis amigos y familiares pensarían que estoy loca y luego he visto vuestra página web y… —Ha hecho bien en contactar con nosotros, señorita Adams. —Por favor, llamadme Brooke. —Brooke —dijo Ryan—. ¿Podemos subir al desván? Subieron precedidos por Brooke. Antes de entrar, Bart encendió un aparato parecido a un detector de metales pero más pequeño. —Esto detectará si hay actividad paranormal —explicó Bart. Entraron y una corriente de aire helado los atravesó, el aparato comenzó a pitar pero tan pronto como la corriente pasó, cesó. —¿Qué ha sido eso? —Preguntó Brooke. —Eso, Brooke, es actividad paranormal. Inspeccionaron el desván pero el aparato no volvió a detectar nada. Bajaron y habitación por habitación, incluido el desván, fueron colocando una serie de sensores que median la temperatura así como unos aparatos con micrófono insertado en el centro, conectados a través de una red inalámbrica a un gran receptor. —¿Para qué es todo esto? —Los sensores se activarán si detectan que la temperatura baja considerablemente — explicó Ryan —¿Y esos aparatos? —Esto —dijo señalando uno— son micrófonos de ultrasonido y detectarán cualquier cosa que se escape al oído humano. —¿Habéis captado algo alguna vez? —Te sorprendería. Bajaron al salón, donde estaba colocado el receptor. En ese justo momento todos los indicadores de sonido comenzaron a subir llegando al límite. —Esto es muy raro —dijo Ryan poniéndose los cascos y mirando a Bart, quien le imitó. —¿Qué, qué pasa? —preguntó Brooke, nerviosa. —Están por toda la casa. 80
—¿Qué? —No se trata del asesino Brooke, son sus víctimas. Entonces un fuerte estruendo proveniente del sótano y una sacudida les sorprendió. —¡Quédate aquí, no bajes! —Exclamó Ryan mientras corría hacía el sótano junto a Bart. —¡No pienso quedarme aquí! —Gritó Brooke yendo con ellos. Ryan y Bart bajaron a la carrera seguidos por Brooke. Cuando llegaron al sótano, el suelo había dejado de temblar. Juntos buscaron señas de lo que pudo originarlo. —¿Qué demonios es eso? —Preguntó Bart con los ojos fijos en un punto detrás de Brooke. Detrás de Brooke había una abertura en la pared. Quiso darse la vuelta pero una fuerza invisible tiró de ella haciendo que cayera al suelo arrastrándola consigo a través del agujero. —¡No! —gritó— ¡Ayudadmeeeeee! —¡Brooke! —Bart fue tras ella. Le costó mucho traspasar el estrecho túnel que llevaba al otro lado. Se encontró a Brooke de espaldas contra la pared. —¿Brooke? —Bart, ¿eres tú? —Contestó su voz— Ayúdame, no veo nada. —Tranquila, ya estoy aquí. —Bart, ¿eres tú? Ayúdame no veo nada —se volvió a oír. —Brooke —dijo dándole la vuelta— ¡Joder, no! El cuerpo que tenía frente a sí no era el de Brooke. Era un cuerpo de cara espectral con los ojos completamente blancos. —No puedes ayudarla —dijo con voz siniestra, como si se oyera a través de un distorsionador. Bart sintió que algo le impedía moverse y al instante notó como tiraban de cada extremidad de su cuerpo. Soltó un alarido justo antes de que su tronco quedase separado de sus miembros y su cabeza. Ryan llegó justo en el momento en que el cuerpo desmembrado de su ayudante caía al suelo. La figura que antes se cernía sobre Bart ya no estaba. Tampoco Brooke. —¡Bart, no! —Gritó Ryan preso del pánico— ¡Brooke! ¡¿Dondé estás?! El suelo se volvió a mover haciendo caer a Ryan. La pared de enfrente se abrió y de dentro cayeron trozos de cuerpos mutilados. —Por Dios. 81
Se tapó la nariz y como pudo escapó de aquel lugar por la abertura en la pared por la que había desparecido Brooke. Llegó arriba y corrió a comprobar el equipo de sonido que tenía en el salón. Se oían voces en el desván, mezcladas con la voz de Brooke. Corrió escaleras arriba. Intentó abrir la puerta del desván pero esta no cedía. La golpeó con todas sus fuerzas y finalmente de una patada se abrió, saliéndose de los anclajes. Ante él estaba Brooke, subida a una butaca con una soga atada al cuello, el otro extremo alrededor de una viga del techo. —Brooke no lo hagas. —Tengo que hacerlo, así todo acabará. —Podemos acabar con esto juntos, no les dejes vencer. —No podremos escapar. Ryan reaccionó raudo y agarró a Brooke por la cintura antes de que le diera una patada a la silla. Se subió junto a ella y la ayudó a quitarse la soga del cuello. Bajaron al salón a toda prisa. —Brooke corre, abre el gas —dijo Ryan—. ¡Rápido! ¿Tienes gasolina en el garaje? Hay que quemar la casa. —¿Para qué quieres que abra también el gas? —A grandes males, grandes remedios, ¡vamos Brooke, deprisa! Mientras ella abría el gas, Ryan buscaba un bote de gasolina del garaje. Vertió el contenido en el salón. Cogieron un paquete de cerillas y mientras salían, Ryan terminaba de verter la gasolina. Tiró el bote vació en la entrada de la casa y encendió una cerilla, se alejaron unos pasos y la lanzó dentro. —¡Brooke, corre! Echaron a correr mientras las primeras llamas abrasaban la entrada. Segundos después la casa explotaba. La onda expansiva hizo que Brooke y Ryan cayeran al suelo. —¿Estás bien?—le preguntó él. —¿Ya ha acabado? —Sí, se acabó. Se quedaron con los ojos puestos en la casa, viendo cómo se reducía a escombros —¿Y ahora qué? – preguntó ella. —Ahora habrá que empezar de nuevo, Brooke.
82
Cucú por Luis Miguel Morales Peinado
E
se reloj de cuco, qué impertinente, no me lo puedo quitar de la cabeza. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce… por fin… Al menos un descanso hasta los cuartos. Debí decirle algo al vecino la otra mañana, cuando
nos cruzamos en la calle, siempre me ocurre lo mismo, no, hoy no, ahora no, voy con prisas, mañana le paro y se lo digo, el reloj, por favor, el reloj, no hay quien lo aguante, ¿no podrías llevártelo al menos a otra habitación?; porque ya te vale, Alfonso, en la pared del salón, y sabes que al otro lado estoy yo, yo que procuro no poner muy alta la tele, que el equipo de música que tengo en el salón apenas si lo uso por no molestarte, que soy cuidadoso con las horas de la siesta… y tú, Alfonso, día tras día me martirizas con ese cucú, cucú, cucú… ¿Es que no te das cuenta de que estoy harto del cuclillo que anida en tu pared? Alfonso, o lo cambias de sitio o te denuncio. Tú verás. Mañana sí que se lo digo, en cuanto le vea salir por la puerta voy hacia él, lo esperaré sentado en el banco de la calle y cuando salga me levanto y hago como si fuese a entrar a mi casa, como si viniese de comprar el pan, sí, antes me pasaré por la panadería, un encuentro casual, sí, el buenos días y el cómo estás y directo… Buenos días, Alfonso, ¿cómo estás? Qué casualidad, contigo quería hablar, llevo mucho tiempo pensando en llamar a tu puerta y no me atrevo, pero ahora que nos encontramos no puedo dejar pasar la oportunidad… El cuco, por 83
favor, ¿no podrías cambiarlo de habitación? En la del fondo seguro que no molestas a nadie, en esa que da la pared a tu jardín. Sí, es el mejor sitio para que yo no sueñe, como llevo haciéndolo unos cuantos meses, con esa letanía, te lo juro, a veces me despierto sobresaltado porque un pájaro enorme golpea mi frente con esa cadencia… cucú, cucú, cucú. Por favor, Alfonso, qué te costará… Ya son las doce y diez, en cinco minutos, los cuartos, al menos el compás es distinto. Hoy está la luna llena. Joder, qué preciosidad. Allá arriba seguro que no llega el sonido… y todo tan blanco… Cómo me vería desde allí, estaría cojonudo poder observarme, aquí, con los ojos abiertos como si fuesen las doce del mediodía; tres días ya, tres días y tres noches. Cucú, cucú, cucú. En lugar de esta ciudad que ahoga, un enorme y blanquísimo espacio abierto, allí, sentado sobre el polvo lunar, con mi mano derecha sujetando el mástil de la bandera que dejaron los yanquis, sí, buen sitio para contemplarme. Justo cuando comenzase a cantar el pajarraco de Alfonso, en ese instante, no tardaría ni cinco segundos en localizarme, tumbado sobre la cama, boca arriba, con la mirada fija en este otro blanco, el del techo, me vería las pupilas saltar a cada cucú, mi cara pálida, con una mueca de desesperación, sí, es lo que estoy viendo ahora mismo desde ahí arriba, soy yo. Soy yo y el cuco. Alfonso, mañana no te escapas. Fue en
lo primero que pensé cuando tuve que dejar el pueblo, una vivienda
unifamiliar, como mucho un “pareado”, y vi estos con el jardín al costado, con una sola pared compartida con el vecino. De una sola planta, no me gustan las escaleras, ya estoy mayor… Me juraron que el aislante era el mejor del mercado, que no sentiría para nada su presencia. Y sí, acertaron, a Alfonso ni se le oye, ni a Nuria, solo a ese cuervo… Es un cuervo. Cucú, cucú. Las dos. Es un cuervo. Nada de un pajarillo inocente, no, es imposible, tiene que ser un cuervo, a la fuerza. Ahora parece como si quisiera taladrar la pared, lo escucho, toc toc, cucú, lo escucho, toc toc, cucú… Lo que me faltaba, que me taladre la pared, que aparezca en mi salón y revolotee como un loco por él, que esparza sus plumas negras por las sillas, por la mesa, por los sillones… No, no puedo permitirlo. No. Sigue… toc toc, cucú, sigue… Bajaré al garaje, cogeré el pico que guardo en el armario, debo defenderme, el cuervo, apenas si se escucha ya el cucú, solo oigo ese toc toc, cada vez más fuerte, y el cemento caer sobre el parqué, noto hasta el polvillo en mis labios, subiré deprisa, antes de que su asqueroso pico aparezca por la pared. El cuadro. Lo primero que tengo que hacer, quitar el cuadro de encima de la tele, me lo destrozará. Ese toc toc… cada vez más cerca… el polvillo… El ladrillo, ha traspasado el ladrillo. No, no… tranquilo, empieza tú, asústale, que sepa que hay alguien al otro lado, vamos, tranquilo, mi pico es de hierro, podrá con el suyo, 84
no sabe dónde se ha metido este cuervo… Ahora, ahora, otro golpe, otro golpe, parece que se ha dado cuenta de que estoy aquí, ha callado, ha parado de picotear, ya es tarde, amigo, si piensas que voy a dejarlo estás listo, ya es tarde, mi pico, te vas a enterar, ahora… ahora… ¡Alfonso! ¿Qué? ¿Asustado? ¿Y Nuria, no está Nuria esta noche contigo? Mejor… ¿Por qué pones esa cara de idiota? Ha sido tu pajarraco, él lo comenzó todo; qué harás ahí, con las manos en la cabeza, mirándome, como si fuese una aparición; el vecino, tu vecino que nunca ha hecho un mínimo ruido, que jamás te ha molestado y está aquí, delante de ti, en tu salón, con un pico en la mano, un pico que ha destrozado la pared, la única pared que unía tu casa con la de él. Te asustas, no sabes qué hacer, pero ya es demasiado tarde, haberlo pensado antes, haber echado a volar a tu cuervo. Es tarde… Cállate. No me chilles. Ya he tenido bastante con el martirio de estos días. Tres, día y noche, cucú, cucú, cucú, es tarde… ¡Calla! ¡Calla! ¡Calla!... No sé la hora que es, de nuevo me miro desde la luna, aún más alta, y que sigue tan blanca. Sujeto el mástil con la mano, no lo suelto; me veo aquí, sobre la cama, sucio, polvo blanco, polvo de ladrillo, sangre, silencio, tumbado boca arriba, contemplando de nuevo ese otro blanco del techo, tranquilo. Silencio. ¿Qué hora será?
85
Al otro lado por Eli Arranz
S
oy Sandy Worrets, trabajo como periodista en el Daily Sunset y me han encomendado la tarea de cubrir un reportaje sobre espíritus. No es que me haga demasiada gracia la idea, pero es lo que hay. Desde pequeña me han encantado las historias sobre
espíritus y seres extraños; pero una cosa no quita a la otra, me aterran. Son las doce de la noche y estoy esperando en el portal de mi casa a Mario, mi fotógrafo. Mario ha llegado y me dirijo hacia su todoterreno con las piernas de mantequilla. Estoy aterrada, pero al mismo tiempo excitada. —Buenas noches, Sandy… ¿Nerviosa? —Un poco, la verdad. Ya sabes que estas cosas me asustan y me atraen a la vez. —Tranquila, no pasará nada. —Eso espero —le respondo rogándole a dios o a quien sea que esté ahí arriba. Nos dirigimos hacia el centro, tenemos que recoger a Melissa, nuestra sensitiva. Entorno a la casa donde nos dirigimos, circulan varias leyendas y especulaciones. Se dice que la casa pertenecía a Lord Baltimore, un inglés. Lo único que se sabe de él es que era un hombre solitario, que había quedado tullido después de haber pasado por una grave enfermedad, y que era huraño y malvado. Cuentan las leyendas urbanas que tenía la costumbre de deambular por la casa de madrugada, dando gritos desgarradores a su paso. También cuentan que cada siete días, una mujer entraba en la casa para no volver a salir. 86
Nadie sabía lo que pasaba dentro. Solo veían a través de la ventana, detrás de las cortinas, la silueta de una mujer. De lo único que tenemos pruebas y datos es de lo que pasó una noche de invierno en la que una gran tormenta asoló las calles del lugar. Esa noche se escucharon gritos espeluznantes y estruendos. Los vecinos asustados decidieron llamar a la gendarmería, pero para cuando llegaron, los gritos habían cesado y el horror se había extendido por la villa. Cuerpos mutilados de cientos de mujeres llenaban la estancia. El fuerte hedor llegaba a varias manzanas a la redonda y el olor a sangre sacudía las fosas nasales de todos los vecinos de los alrededores. La imagen era realmente dantesca y aterradora. Tardaron varios días en sacar todos los restos humanos y cadáveres. A algunos les faltaba la cabeza, a otros la lengua y los ojos.
Era verdaderamente gore todo aquello. Nunca se supo la identidad de los cuerpos y
jamás se encontró a Lord Baltimore. —Hemos llegado. —Dice Mario, mientras estaciona el todoterreno en la puerta de la casa Baltimore. Un escalofrio recorre mi espina dorsal de arriba abajo en cuanto piso el primer escalón de la vieja casa. Siento un leve desvanecimiento, pero justo cuando voy a caerme de bruces noto como unos brazos me sujetan. —¡Sandy! —me grita Mario a la vez que me agarra. —Estoy bien, solo ha sido un leve mareo —les aseguro a todos, que me miran preocupados. —Sandy… ¿qué has sentido? —me pregunta Melissa, posando una mano en mi hombro. Me aparto automáticamente de ella al sentir una descarga proveniente de su mano. —¿Has sentido lo mismo que yo? —Le pregunto asustada y con toda la piel de gallina. —Sí, y algo más. —Me responde con la cara desencajada. —¿Y qué más? —nos pregunta Mario, intrigado. —Alguien te acompaña. —me revela Melissa. —¿Qué dices? Claro que alguien me acompaña…vosotros. —le contesto, intentando evitar lo que sé que va a decirme. —Te acompaña una mujer, muy bonita, con el pelo negro y una hermosa sonrisa en el rostro. Es tu… —¡¡Basta!! —le corto. Sé perfectamente quien me acompaña— Entremos, se hace tarde. No sé por qué, pero me siento observada. Siento como cientos de ojos me miraran. 87
—Daremos una vuelta por la casa, haremos unas cuantas fotos y nos iremos. —Le exijo a los dos. —Está bien. —Contestan al unísono. Nos encaminamos escaleras arriba cuando escuchamos un ruido sordo a nuestra espalda. Nos giramos los tres a la vez, pero no hay nada, me estoy empezando a poner nerviosa. —Habrá sido una ventana al cerrarse con el viento. —comenta Mario, intentando auto convencerse así mismo. Melissa va detrás de mí, en completo silencio y Mario encabeza nuestra marcha. —Hace mucho frio. —confieso en voz alta, los dientes me castañetean. —Es verdad, mirad el vaho que sale de nuestras bocas. —nos dice Mario. Hace muchísimo frío. El descenso de temperatura es muy común cuando hay actividad paranormal. Los fantasmas absorben la energía para manifestarse y el calor es un tipo de energía. —¡¡Cuidado!! —nos chilla Melissa. Algo empuja a Mario y lo tira por las escaleras. —¡Mario! —chillamos Melissa y yo. Corremos escaleras abajo. Mario, yace bocabajo. Su cuerpo está inerte y nos tememos lo peor. Melissa y yo, unimos fuerzas y conseguimos darle la vuelta. —¡Dios mío! —grita Mel, cubriéndose el rostro con las manos. Mario tiene la cara totalmente desfigurada, los ojos los tiene fuera de las cuencas y su boca se ha convertido en una mueca horripilante. —Está muerto… —hablo entre sollozos. —¡Tenemos que salir de aquí, rápido! — grito. Cuando alzo la cabeza veo que Melissa no se mueve. Está totalmente quieta, con la mirada fija en algo que está detrás de mí. No me atrevo a darme la vuelta, pero siento como una mano me toca el hombro. No me muevo esperando lo peor. —Seas lo que seas, no le hagas daño… seas lo que seas, no le hagas daño. —repite Mel como un mantra. Me doy la vuelta poco a poco, muy despacio, para encontrarme con dos ojos amarillos, inyectados en sangre que me miran fijamente. No me atrevo a hacer ningún movimiento. Su risa es diabólica y no consigo saber si es un hombre o una mujer, solo veo esos aterradores ojos.
88
En un movimiento fugaz lanza a mi compañera por los aires, estampándola contra la pared. Escucho como todos sus huesos se rompen a causa del gran golpe y automáticamente sé que está muerta. —¿Qué quieres de mí? –le grito pegando mi cuerpo contra la pared. —Te quiero a ti. Solo puedo oír el castañetear de mis dientes. Espero a que haga lo mismo conmigo. Siento como sus huesudos dedos se aferran a mi garganta cortándome el aire. Intento soltarme de sus garras pero no puedo, su cuerpo que, a simple vista puedo contemplar, al contacto con mis dedos se vuelve intangible. Me aferro a la vida, pero veo como se escapa entre los dedos de este temible ser. Ya no siento nada, mi cuerpo flota y veo como mi cadáver yace tirado en el suelo de esta vieja casa. Me doy cuenta de que he muerto y que me he convertido en un espíritu. Veo a mi madre que me llama frente a mí, pero algo me impide llegar hasta ella. —¡Lucha, cariño! —me grita desde el otro lado. —No puedo, mamá. Él me retiene, no quiere que me vaya. —Claro que puedes, nena. El amor lo destruye, piensa en el amor que siento por ti y lo conseguirás. Cierro los ojos y recuerdo todos los momentos felices que pasé con mi madre. Recuerdo sus manos peinándome y su cuerpo rodeando el mío con esa calidez que siempre desprendía. Siento que pronto voy a volver a estar con ella y eso me da las fuerzas suficientes para desprenderme de sus garras y llegar hacia mi madre. Ella me agarra fuerte entre sus brazos y me conduce hacia la luz. Ahora ya vuelvo a estar con ella, me siento feliz.
89
Dale tiempo al tumor por J.C. Ibarz
E
stoy sentado encima de uno de esos tubos gigantescos de vertidos químicos. Veo cómo sale toda esa porquería de color rosa chicle y la espuma se aglomera en los bordes del remanso. Bonito color para transportar un cáncer o para contribuir a la
esterilidad. El batido de fresa mortal se mezcla con el verde oscuro de río, que lo arrastra con su corriente demoledora y lo disuelve. El mal ya está hecho y permanece latente. Pasará por la depuradora y después será repartido con el tratamiento mágico que lo mata todo para que la disfrutemos en nuestros grifos domésticos. Con solo girar una manivela, tu agua saldrá para saciarte, para hacerte tu café o para preparar una sopa nutritiva y caliente. Eso si aún te queda algo de humano convencional. A los mutantes ya no nos preocupan esas cosas. La mirada de mis compañeros de habitación era de total desolación. Nos cogieron de un barrio de Bangladesh porque sabían que nunca nadie nos reclamaría. Nos hacinaron en habitaciones comunes en las que vivíamos temporalmente antes de que nos seleccionaran. Luego nos elegían bajo un criterio médico que aún hoy desconozco y nos mandaban a otro lugar para transportarnos. Mis recuerdos son demasiado vagos en los primeros días. Ha pasado mucho tiempo… Cuando llegamos al nuevo hogar, nos dimos cuenta de que estábamos en otro país por el clima. Algunas veces nos dejaban pasear por el exterior, dentro de un recinto vallado en 90
mitad de un bosque. El frío nos abrumaba y nos dejaba tensos y temblorosos. Al menos las habitaciones eran individuales y nos trataban mucho mejor. La verdad es que en un primer momento pensábamos que nos iban a usar como carne de prostíbulo o, directamente, para el tráfico de órganos. Nos criamos con esas cosas a nuestro alrededor. Estábamos muertos de miedo. La cuestión es que después de muchos años de vivir en las instalaciones de lo que todos los doctores que nos atendían llamaban Hospital Internacional, entendimos qué pasaba con nuestras vidas. Éramos niños con enfermedades raras que estábamos ingresados para ser atendidos por la comunidad internacional de médicos de este tipo de patologías extrañas. Cuando nosotros preguntábamos cuáles eran las dolencias que padecíamos, ellos solo podían contestarnos que estaban en fase de investigación y que eran muy difíciles de determinar, que por eso estábamos allí. Nos tranquilizaban diciendo que allí tenían los mejores especialistas y los laboratorios más avanzados. A menudo nos recordaban que gracias a nosotros salvaríamos las vidas de muchos otros niños, que éramos la esperanza del futuro. Estos especialistas eran los que representaban de alguna manera lo más parecido a una Figuera paterna, así que les llamábamos padres-doctores. Tratábamos de que la situación fuera lo menos disfuncional posible dadas las circunstancias. Solo éramos niños. Por aquella época no sabíamos cómo funcionaba el mundo y aquello daba fuerzas para seguir aguantando nuestros calvarios. Las cosas se complicaban cuando veíamos desaparecer a un compañero. Después de un día duro en la consulta o en las salas de métodos, tras miles de pruebas físicas, condicionantes, mentales o de reacción, te reunías con tus compañeros en las salas de descanso para relajarte y pasarlo bien y veías que alguno no aparecía. No nos hacíamos muchas preguntas, al menos no abiertamente, ya que al día siguiente otro niño más joven entraba a vivir en su lugar. Nunca vimos morir a ningún compañero, ya que siempre teníamos un detector de constantes vitales y en cuanto había una variación, era notificado y el sujeto era puesto en observación y atendido de inmediato. Unos volvían y otros no. Lo cierto es que nunca vimos la muerte de cerca. Hasta que llegó el último día de nuestra vida miserable. Todo ocurrió hace cuarenta años. Algo se aceleró… por decirlo de alguna manera. Probamos el último alimento manipulado genéticamente para curarnos: Una manzana. ¡Una puta manzana fue el desencadenante del fin de una era! Una mañana nos la dieron para desayunar y el resto fue fácil. Mutaciones que nos hacían resistentes a las enfermedades. De hecho también nos hacía resistentes a las vacunas y los antibióticos, pero qué más daba si ya no enfermábamos. Después vinieron los cambios en la esterilidad. Cada muchacha tenía una media de cuatro niños, con lo cual ya no les hizo más falta secuestrar a más críos de la calle. 91
Los doctores siguieron con las investigaciones y la manzana era la piedra filosofal de la de bioingeniería. Los cambios en el metabolismo nos afectaron de tal manera que apenas necesitábamos comer, pues nuestro cuerpo absorbía el máximo de nutrientes y de una forma tan lenta, que solo necesitábamos una pieza de fruta al día y adivinad de que cuál se trataba. ¡Exacto! La jugosa, verde, fresca y perfectamente redondeada manzana. El último gran avance fue lo que nos dio el empujón definitivo como raza. La aceleración hormonal. Un recién nacido podía adquirir la adolescencia en un par de años. Con lo cual en cinco un individuo alcanzaba la edad adulta con todas sus capacidades. La utopía se hizo realidad y nosotros éramos los primeros seres humanos que la hizo posible. Disfrutábamos de nuestro momento y mirábamos con admiración a nuestros padresdoctores que lo habían hecho posible. Pronto olvidabas el secuestro, el internamiento, las pruebas agotadoras y dolorosas y los efectos secundarios como la diarrea, los vómitos, las hemorragias nasales o las jaquecas. Pequeñas molestias que podíamos soportar. El precio de la inmortalidad. Y en mitad de aquellos tiempos felices me enamoré. Era de la segunda generación, así que tenía poco más de tres años de vida. Como ya he dicho, las nuevas generaciones venían empujando fuerte y tenía lo equivalente a unos veinticinco años naturales de un humano convencional. Me costaba diferenciar las dos razas, pero dentro de unos años todos serían como nosotros, así que no importaba. Aquella chavalita era risueña y serena. De hecho nunca me había planteado entrar en el programa de reproducción hasta que la conocí a ella. Además, los padres-doctores estarían muy contentos en probar aquella unión intergeneracional. Un éxito sin precedentes, según los médicos. Tras una gestación de solo tres meses y seis fetos perfectamente desarrollados, el parto duró dos horas y la madre se recuperó a un ritmo inusual. Solo tendría que pasar dos días en observación. Los padres-doctores estaban expectantes por ver a qué ritmo crecerían los nuevos híbridos, es decir mis hijos. No he conocido una felicidad más grande en mi vida. Esas seis personitas eran parte de mí y de la persona que más quería. Me gustaba pensar en su futuro. Quizá ellos serían la clave para erradicar el desequilibrio del mundo. No necesitaban apenas recursos y podían investigar con mayor fluidez para avanzar. Incluso podrían adaptarse a otras atmósferas de los planetas que hay ahí en el cielo y colonizar el universo. Ya no había límites y se avecinaban grandes tiempos para la raza humana. Mis hijos serían los primeros de una estirpe victoriosa. Sin embargo, la naturaleza está por encima de todo y es la verdadera diosa de todo el universo. Y se encargó de demostrarlo.
92
Al cabo de un tiempo mi mujer comenzó a desarrollar una serie de tumores, principalmente en el cerebro y en el útero. Cosa que también les ocurrió a otras mujeres de la tercera generación en cuanto su aparato reproductor se había formado. En los siguientes meses me vi afectado por un cáncer y los tumores se formaban en el cerebro, afectando a la memoria y al comportamiento. Los doctores trabajaban a todas horas para ver qué era lo que había salido mal. Pero yo sabía lo que había ocurrido; con el orden natural no se juega y estábamos empezando a pagar las consecuencias. En todo caso, no había solución. No podíamos morir, pues nuestro cuerpo se regeneraba y se nutría de él mismo y nos curábamos solos. Entonces fue cuando vimos el horror en nuestros cuerpos. Las deformidades se adueñaban de nuestra piel, músculo y articulaciones. No sé qué es lo que más nos afectó, si el ver una aberración de masa epitelial y carne enquistada en el lugar de un rostro cuando nos mirábamos al espejo o la presión de los tumores en algunas partes del cerebro. La situación no se sostuvo más. Culpamos a los padres-doctores, puesto que tampoco conocíamos a nadie más. Hubo un gran motín que se extendió por las instalaciones y acabamos con ellos en mitad de la inevitable histeria colectiva. Sangre, recuerdo mucha sangre e incluso vísceras manchando las batas impolutas. Salimos fuera del edificio y matamos a los guardias que vigilaban el perímetro. Las balas nos daban de lleno, pero el cáncer las detenía. Nos quedamos sus armas y salimos al exterior. Nos habían prometido el mundo y ahora íbamos a tomarlo por la fuerza. Lo que vino después fue un matadero. Una guerra brutal. Sobrevivíamos muchos y nos reproducíamos rápido. Enseguida nos convertimos en mayoría y fundamos nuestras propias ciudades sobre las ruinas de las que habíamos destruido. Pobres gentes, no les dio tiempo a reaccionar. Evolucionábamos y nos adaptábamos mejor a las privaciones de la guerra. El dinero y el progreso no nos pudieron parar. Nos llamaban «mutantes» como si nos insultaran, pero lo que no sabían es que para nosotros era un orgullo serlo. Solo teníamos que encontrar la forma de estabilizar los tumores y los desajustes del sistema nervioso y podríamos volver a los buenos tiempos. Ya ves hasta dónde hemos llegado. Han decidido usar el último cartucho y ahora estamos amenazados con un bombardeo nuclear. Pues sabéis que os digo: ¡Que os follen! Podréis desintegrar unas cuantas ciudades, mataréis a miles de nosotros y puede que la radiación haga que nuestros tumores se multipliquen más rápido; pero hemos venido para quedarnos. Mearé mi orina radiactiva con mi polla cancerosa en las cuencas vacías de vuestras calaveras. Nadie puede detener el progreso, ni siquiera la naturaleza con todo su orden. 93
Mi coraz贸n late con fuerza en cuanto el primer hongo de humo asoma en el horizonte. Gozar茅 de las vistas privilegiadas mientras saboreo esta manzana, al lado de este bonito r铆o de fluido rosa. Solo echo de menos a mi mujer. Espero que mis hijos puedan dirigir este nuevo mundo a la regeneraci贸n.
94
¿Truco o trato? por Dolores Leis
A
ún con los ojos cerrados sabías que te estaba mirando, te desperezaste dejando al descubierto uno de los senos que al momento sintió el cosquilleo de sus dedos. Sonreíste al notar que te cubría la cálida tela. Siempre tan atento, tan pendiente de
ti, haciendo que cada minuto fuese inolvidable, susurrándole al viento que eras especial… —Debo irme… —tu cabello se meció con el murmullo— Empieza a anochecer. Ibas a contestar pero selló tus labios con el aliento de un beso. Desde los párpados cerrados escapó una lágrima. Era la Noche de difuntos; niños y mayores saldrían a festejar Halloween, llamarían a las casas: ¿Truco o trato? y reirían por el susto fingido de quienes acudían a abrir para después, marchar felices con un puñado de caramelos en las calabazas vacías. Sin embargo, ella no haría caso al timbre, ni a los gritos, ni a los huevos que se estrellarían contra su puerta. Halloween era la única noche del año en que los muertos abandonan el mundo porque los vivos usurpan su papel transformándose en fantasmas. »Descansa…, cuando despiertes volveré a buscarte. Se desvaneció en el aire mientras te acunaban sus palabras, los cantos y las risas se colaban por la ventana pero ningún niño llamó a tu puerta custodiada por la presencia de la muerte. Sin dejar de sonreír aguardabas su pregunta: «¿Truco o trato? ¿Vida o muerte?». Tenías tan clara la respuesta… …Al amanecer los fantasmas resucitaron; los muertos regresaron a la tierra y no hubo calendario que pudiera separaros.
95
Microrrelatos por Ignacio J. Borraz
Dulce descanso
Llaman a la puerta y abro con nerviosismo. Esta vez sí son ellos, los gemelos del cuarto. Dos pequeñas bestias inmundas de once años, malhabladas, irrespetuosas y amantes de los chillidos a cualquier hora del día y de la noche. Los responsables de mis continuos dolores de cabeza. Les ofrezco una sonrisa ensayada y un par de caramelos a cada uno. Les digo que tienen un sabor muy especial y, mientras cierro la puerta, veo como los desenvuelven y los engullen con fruición. Yo también me relamo; pronto, muy pronto, podré dormir en paz.
Un golpe de suerte
Paró el coche en el arcén y se bajó. Ya oscurecía y una ligera llovizna le empapó la cara y el pelo mientras recorría los cuatro pasos que la separaban de la vendedora. Era una mujer delgada que se cubría la cabeza con un pañuelo tosco de color marrón y delante suyo, en una pequeña mesa de madera, lucía una última calabaza, hermosa y rechoncha. Para Sara, que había salido tarde del trabajo, aquello era un encuentro providencial que le permitiría 96
mantener su tradición. Eso pensaba hasta que la vendedora levantó la cabeza y la miró con sus grandes ojos amarillos desde una cara bulbosa de sonrisa recortada. El último pensamiento de Sara antes de desmayarse fue que, este año, los papeles se habían intercambiado.
Infiltrado
Mezclado con los niños disfrazados al pequeño vampiro le fue muy sencillo alimentarse esa noche.
Habilidades útiles
Se burlaron de él con fiereza llamándole sábana sucia y apelativos del estilo. No le querían en su grupo, no pegaba con sus mallas de esqueleto brillantes y sus sombreros de bruja aterciopelados. Les daba mala imagen. Sin embargo, con una risa histérica entre la alegría y el terror, vieron que resultaba muy útil para colarse a través de las paredes y traer dulces de casas que no abrían la puerta.
La fiesta equivocada
Se dio cuenta de que la fiesta iba demasiado en serio cuando, tras el primer mordisco, descubrió que la masa roja pringada de caramelo no era una manzana sino un corazón.
97
98