Fascículo No. 69
ISSN 1900-3447
Comunicaciones Estratégicas
Presentación A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre la historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre. Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. Agradezco al señor Almirante Evelio Enrique Ramírez Gáfaro Comandante de la Armada Nacional, la deferencia de mantener la edición de estos resúmenes. Este trabajo desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto. JORGE SERPA ERAZO Vicepresidente del Consejo de Historia Naval de Colombia
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La historia del Hércules Vicealmirante (RA) José William Porras Ferreira En la mitología romana, Hércules fue el nombre dado al héroe de la mitología griega Heracles, siendo una metástasis de este nombre griego, hijo de Júpiter, equivalente romano del dios griego Zeus y la terrestre Alcmena, siendo divinizado. Pues bien, esta historia del vapor Hércules, parece sacada de la misma mitología griega-romana y se basa en el artículo publicado por Fredy Quant en el periódico el Tiempo de esa época en que el vapor Hércules colombiano presto sus servicios al ejército colombiano, puesto que no teníamos armada en ese momento, la cual había sido sepultada en el olvido después del fusilamiento de nuestro máximo héroe naval José Prudencio Padilla. Los datos fueron suministrados por el Contralmirante (RA) Gabriel Arango Bacci, barranquillero que desde pequeño oía relatos a sus familiares sobre este vapor, historia desconocida por muchos pero que vale la pena rescatar como podrán apreciar nuestros queridos lectores de la Cybercorredera. Igualmente, a raíz de este relato, mi buen amigo Giovanni di Filippo Echeverry, me suministro dos fotos del vapor que coloco al final de esta fabulosa historia. Dice el relato de Fredy Quant: “Era la época de oro de los vapores. El rio de la Magdalena cumplía a cabalidad el papel como arteria yugular de la patria y hacia sus orillas convergían todas las líneas férreas, los caminos de arrieros y las carreteras. Por sus corrientes entraban las modas, los inventos, el progreso y la cultura, y sobre sus vegas se asentaban importantes puertos, fluía la riqueza, la actividad mercantil y la política.
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El vapor prestaba sus servicios a órdenes del Ministerio de Guerra. A 9 de la mañana de ese sábado, se recibió en Barranquilla, el siguiente telegrama: Con profundo pesar y hondamente consternado doy el siguiente parte: esta madrugada a la 1:30, voló el cañonero Hércules. La mayoría de los sobrevivientes fueron recogidos esa misma madrugada por el vapor Arturo Stegman cuando aturdidos flotaban, aferrados a maderos. Las noticias sobre la desaparición de otras 47 personas lleno de consternación a Barranquilla. Los periódicos; locales lanzaron sucesivas ediciones extraordinarias. La prensa apareció de nuevo a las 4 de la tarde. El vespertino Diario del Comercio, ofreció una extraordinaria a las 2 de la tarde y la ordinaria a las 5. La Nación, además de su edición matutina, lanzo tres extraordinarias describiendo pormenores del siniestro. El vapor conducía 73 personas, entre pasajeros y tripulantes, más la guarnición militar del Hércules, compuesta por el coronel Jesús Aranguren, el mayor Silvestre, cinco suboficiales y 10 soldados. Sin contabilizar la dolorosa pérdida de vidas y el valor del mismo cañonero, el hundimiento provoco perdidas por $170.000.00 pesos, valor de los equipos y uniformes adquiridos en Alemania, que debían ser entregados el próximo 20 de julio en Bogotá. Además, se perdieron 845 catres de hierro, importados que se transportaban con destino a las tropas de Bogotá. El ministro de Guerra, doctor Rengifo, fue criticado en caricaturas y editoriales, por haberse pifiado en su cacería de brujas, al afirmar sin que se hubiese iniciado aun la respectiva investigación que hubo manos anarquistas en el siniestro del Hércules. El Hércules originalmente construido con casco de madera, fue comprado en 1884 en Estados Unidos como remolcador y se le asignaron tareas como draga de la canalización del rio Magdalena. Diez años más tarde, cuando estalló la guerra, el Ministerio de Guerra lo requirió para las necesidades bélicas. En 1895, le adapto un cañón Armstrong en su proa.
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Más tarde decidieron blindarlo. Para ello se compró a James Rees Co. De Estados Unidos, planchas y ángulos de acero, que le fueron adaptados por don Alejandro MacAusland, en el viejo astillero de Barranquilla. Así, en julio de 1898, el viejo remolcador se graduó de vapor de guerra, dotado de un flamante casco de acero. Exhibía sobre las cobrizas aguas del Magdalena, una eslora de 37.50 metros, manga de 7.70 metros y aparecía artillado con un cañón Maxim de 37, otro cañón Hotchiks de 37 y una ametralladora Colt 7.35 m.m. Estaba dotado de 12 camarotes, planta de alumbrado y faro proyector de 2.000 bujías. Su fuerza estaba basada en dos calderas que suministraban presión de 350 HP, suficiente para remolcar el río, en aguas profundas, a la fantástica velocidad de 13 kilómetros/hora. Fotos del vapor de guerra Hércules
Al estallar la gran guerra civil, fue protagonista suministradas por Giovanni di Filippo. el Hércules de la memorable batalla fluvial de los Obispos. El 20 de octubre de 1899, escoltado por el mercante artillado Colombia, zarpo aguas arriba por el Magdalena en persecución de los rebeldes que se habían apoderado de la Draga Cristóbal Colón. A las 11:30 de la noche del 24 de octubre, el Hércules se enfrentó contra la armada rebelde. Al vapor Antioquia le coloco dos impactos del cañón Maxim y lo hizo rendir. Con tres impactos de cañón voló la caldera de la Cristóbal Colon y la hundió. Luego se enfrentó a Estas historias enriquecen nuestro pasado, conocida por pocos, pero que vale la pena rescatar del baúl de los recuerdos antes que desaparezcan por completo. los vapores Helena, Elbers, Cisneros y Barranquilla, que finalmente se rindieron inutilizados. El único vapor que pudo huir en la oscuridad fue el Giesseken. Durante muchos años, el Hércules se desempeñó como yate presidencial. Sobre sus cubiertas se entrevistaron los generales Rafael Reyes y Ramón Gonzáles Valencia. En él se fugó el general Reyes. En sus camarotes viajaron Concha, Pedro Nel Ospina y Marco Fidel Suárez.
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Este sábado de 1928, perdió el Hércules su última batalla. Sus viejas calderas, mil veces remendadas, explotaron bien fuerte en la madrugada, para no ocultar su vocación artillera. Después de 44 años continuos de servicio, decidió reposar, a 74 pies de profundidad, en el fondo del río Magdalena. EL TIEMPO resumió el impacto causado por la tragedia, así: La política esta quieta. La inmensa y dolorosa tragedia de este barco, nublo todas las informaciones políticas de los últimos días. Una historia contada por mi madre que para la época contaba con seis años de edad y sus padres y sus padres Vivian en una finca a orillas del Magdalena, el siniestro ocurrió entre los límites de Remolino y Sitio Nuevo, pagaban un rescate por el cuerpo de su comandante, tenía un anillo con incrustaciones de diamante, fueron mis abuelos los rescatistas y no recibieron recompensa, la tomo el señor alcalde de la época para construir tumbas públicas en el cementerio del pueblo. El Hércules fue nuestro primer barco de guerra en el majestuoso Río Grande de la Magdalena y también sirvió de yate presidencial.” Hasta aquí la historia relatada por Fredy Quant. Sin embargo posteriormente leyendo el libro pendiente por publicar: La guerra de los mil días (mompoxinos en la guerra) “La campaña de Panamá”, de Rafael Thomas Solis, siendo compilador y editor Giovanni di Filippo, me pude enterar que este vapor presto otro servicio en esa guerra y fue el transporte del batallón Mompox, desde esta ciudad hasta Barranquilla, para luego ser transportado desde Puerto Colombia hasta Colón Panamá por el crucero Pinzón antes Namuona, que realmente era un yate de paseo de algún ricachón napolitano adaptado para el transporte de tropa. Creo que el servicio prestado por el Hércules motivo para que Rafael Reyes siendo presidente por decreto fundara la primera escuela naval de Colombia como país, el 20 de julio de 1907, aprovechando un aniversario más de la Independencia de Colombia, pero también por decreto se suspendió tres años después desafortunadamente.
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Gloria y deshonor Por; Coronel de I.M (RA) Julio Cesar Carranza Alfonso La gloria de la gran batalla del Lago de Maracaibo, 24 de julio de 1823, hace ya más de tres años, está en mis recuerdos. Evoco los momentos heroicos de los hombres bajo mi mando, sobre ese ancho escenario marítimo, al entregar su valor, y muchos de ellos su vida por la libertad de mi patria. Fueron su aguerrida actitud, su coraje y firme decisión los que permitieron derrotar a un enemigo jactancioso. Estoy feliz. Pero también percibo la reacción de mis contrarios para ponerme en el camino del deshonor y, por qué no, del destierro o posiblemente hasta de la muerte. Siento satisfacción por lo alcanzado hasta ahora y además de expresarlo personalmente, tal vez como premio, el Libertador-Presidente otorga por decreto el grado de general de división a este humilde hijo de la Nueva Granada. Aprecio su generosidad. Su decisión afirma mi compromiso con la libertad de mi país y asevero mi lealtad a la patria. En mis cartas y con base en el diario de la escuadra patriota, narro parte de la historia de este gran suceso: después de sortear difícil singladura con el paso de La Barra y de combates previos, nuestros buques navegan en el Lago de Maracaibo hacia el corazón del enemigo, donde están ubicadas sus naves al mando de un Contralmirante Español, quien osa pedir la rendición de mis naves, mis tripulaciones y mis tropas. La batalla decisiva es inminente. A pesar de tener una herida de metralla en mi cabeza, sufrida en un combate días antes, la noche del 23 arengo a mis comandantes y tripulaciones: -¡Colombianos: morir o ser libres! Es el día. Las naves enemigas desestiman nuestro poder de combate, esperan tenernos a tiro de cañón y permanecen al ancla frente a la línea de la costa: fue su peor error. El viento se nos hace favorable y se afirma. A media mañana damos a la vela.
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En horas de la tarde, por ser más lentas y tener que adelantarse, ordeno a nuestras fuerzas sutiles avanzar contra los buques realistas de su clase; los enemigos se acoderan. Luego se iza señal de abordaje: nuestros buques avanzan con buen viento, y los tripulantes e infantes de marina con el mayor ardor de entrar en combate. No hemos hecho un solo disparo. Momentos después el enemigo abre el fuego de cañón de modo intenso y continuado, luego el de fusilería. La escuadra colombiana, acostumbrada a mirar el peligro con desprecio, continúa avanzando con la mayor serenidad sin abandonar su puesto ningún buque. Estamos a toca penoles. Rompemos fuegos de cañón y de fusilería. La proa de nuestras naves choca contra el maderaje de los buques enemigos. Se ordena al abordaje. El combate es intenso y mortífero. En poco tiempo las aguas del Lago se tiñen de sangre, cubierto de cadáveres y de heridos, quienes expresan a grito el dolor de sus carnes laceradas. Unas pocas naves enemigas huyen y nuestros buques lanzan fuego contra ellas. El comandante español logra salir y va a una fortaleza cercana, luego huye a Cuba. Es el fin del poderío naval español en América, se consolida la libertad de la Nueva Granada y se afirma la de Venezuela. ¡Cuántas acciones para la libertad de mi patria se han realizado, pequeñas unas, grandes otras como la de Maracaibo, importantes todas! Con estas cavilaciones llegan a mi memoria los días de mi arribo a la Nueva Granada, corre el año de 1809, después de mi experiencia con la marina española, la batalla de Trafalgar y mi prisión en Inglaterra. Muy pocas esperanzas abrigo yo para qué a este mulato, José Padilla, riohachero, de familia humilde, hijo de descendiente africano e india guajira, sin ancestros aristocráticos; casado con una mujer de mi clase, sin hijos; pobre, sin educación, sin amigos políticos ni militares, marino de nacimiento y de profesión, le den un empleo. Pero lo logro: como simple Contramaestre me encargan del Arsenal de Cartagena.
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En sus charlas con nuestros líderes conozco a Simón Bolívar, Coronel del ejército de Venezuela; llega a Cartagena y brinda sus servicios para liberar a su patria y la nuestra del yugo español. También conozco oficiales que sólo me dan enemistad y no valoran mis propósitos patrióticos. Varias son las acciones realizadas para la causa libertadora. Recuerdo la del fuerte de Cispatá, 26 de noviembre de 1812. Es una pequeña fuerza de mar al mando de un oficial venezolano; atacamos la posición enemiga ubicada en la bahía del mismo nombre, sobre la desembocadura del rio Sinú. Con dos goletas y unas pocas lanchas, el combate no se decide; me envían a dirigir la lancha N° 3 para apoyar el fuego de los buques mayores; con una buena maniobra y el valor de los tripulantes de la lancha, se logra la captura del fuerte. Fui ascendido a Alférez de Fragata. Por allá en junio de 1814 navego en el pailebote El Ejecutivo. Sobre las Bocas del Atrato, al avistar cerca de Tolú a la fragata española El Neptuno, el capitán de mi buque ordena embestirla. La capturamos sin mayor dificultad con su carga, más de 300 soldados, 2000 fusiles, y la correspondencia política, de mucha importancia para nosotros los patriotas. Fui merecedor de felicitaciones por mi desempeño en esta acción. Tiempo después vuelvo al comando de las fuerzas sutiles surtas en el Apostadero de Cartagena. Con el grito de independencia, nuestra Patria está en plena guerra contra la corona de España. Las provincias de la Nueva Granada sumidas en amargas y serias divisiones. En Cartagena, principal bastión de la corona, pero en manos de los patriotas, se enfrentan políticamente los aristócratas contra los demócratas, este último grupo, al que pertenezco, más numeroso y fuerte, lo integran el pueblo y clases desvalidas. El Caraqueño Bolívar regresa a Cartagena en 1814, vencido en su Patria pero con mucho entusiasmo para seguir la causa de la libertad. Desde entonces, me hago su amigo incondicional. Por esa amistad y mis intenciones hacia la libertad, otro militar venezolano, adverso a Bolívar y a sus ideas, ordena darme prisión por unos meses. Son las frías paredes de una cárcel, la soledad y el infortunio, el inicio y desencadenamiento de un camino amargo en mi vida.
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A fuerza de no perder su orgullo ni su poder, la corona Española emprende la reconquista de las provincias de la Nueva Granada al mando de Don Pablo Morillo, iniciando por el litoral norte. Frente a esta acción ofensiva de los realistas, llena de sevicia y de sangre, con la escuadra de vigilancia apoyo la defensa de la bahía de Cartagena. Es una campaña de mucho heroísmo y sacrificio por parte de los defensores. Varios combates se suceden desde agosto a diciembre de 1815, cuando Morillo sitió a la ciudad. En momentos tan cruciales, recibo el ascenso a Teniente de Fragata otorgado por el Coronel Simón Bolívar. Finalmente tenemos que emigrar de la bahía: las fuerzas españolas entran a la Plaza en diciembre. Muchos compatriotas huyen de la furia española. Al mando de la goleta Presidente contribuyo a su salida por el canal de Bocachica, entre el fuego cruzado de las baterías enemigas. Navegamos hacia Haití, donde me reúno con Bolívar. Durante un buen lapso realizamos operaciones marítimas importantes, especialmente sobre la costa de Venezuela. En 1816 Bolívar me concede el ascenso a capitán de fragata. Con mi voz aun resonando en mis sentidos, recuerdo la “Noche de San Juan”, bajo el amparo de la oscuridad y la sorpresa, junio 24 de 1821: -¡Al abordaje! Se toma un fuerte realista, se logra el hundimiento de varias embarcaciones enemigas, la captura de otras más en la bahía de Cartagena y cantidad de enemigos muertos y heridos. Por este combate, Bolívar, a petición del General Mariano Montilla, me concede el ascenso a Capitán de Navío o Coronel del Ejército. En 1823, con el grado de general de brigada, soy nombrado Comandante del Tercer Departamento de Marina por el Vicepresidente de la República, encargado del poder Ejecutivo, e inicio la preparación de la campaña sobre el Lago de Maracaibo. Al narrar las situaciones favorables de mi vida, traigo también las desfavorables, originadas en el oficial venezolano, llegado con Bolívar, quien, por no sé qué causa, arremetió contra mí como un enemigo natural. ¿Pero quién era el hombre causante de mis infortunios?: Mariano Montilla, nacido en Caracas, de familia aristocrática, de alta sociedad; con 1.80 metros de estatura; militar de carrera; de buena educación: estudios militares, filosofía y ciencias políticas; católico. Aunque inició temprano sus acciones por la causa de la libertad, en 1813 se declaró adversario de Simón Bolívar; emigró con este de Cartagena en 1815. Jefe militar, ambicioso y astuto. Estuvo asilado en Estados Unidos. En 1819 regresa a la Nueva Granada. Amante de las mujeres, y tal vez por esta característica, acrecienta su intriga contra este mulato. -Aunque estemos en guerra, hay tiempo para el amor –expresaba Montilla. En uno de los últimos viajes a Curazao, conoce y enamora a una bella mujer de piel canela, ojos negros, pelo corto, mulata, bellas facciones, mediana contextura, soltera, de temperamento sereno. Digna de amar y ser amada.
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-¿e quieres ir conmigo a Cartagena? –pregunta un día Montilla a la bella mulata Juanita Rodríguez, quien sin dudarlo, y sin otra ambición que vivir la vida, busca una oportunidad como esta. -Claro que acepto. -contesta Juanita, a quién al llegar a Cartagena con Montilla, por sus facciones y belleza, apodan “La Zamba Jarocha”. Y fue su mujer por un tiempo, porque meses más tarde, después de la batalla de “La Noche de San Juan”, en una celebración del mismo Montilla, día sábado, bailo con ella; jubilosa por la hazaña de este héroe, mientras Montilla observa, nos enamoramos. Desde esa noche deja al orgulloso venezolano, quién con todo el rencor, promete vengarse de este granadino. Con el grado de General de División observo el desarrollo militar y político de la Nueva Granada. Renuncio a la pensión que el gobierno me ha otorgado por la batalla de Maracaibo. Sin ser político de carrera soy elegido integrante del Congreso de la República de 1826. Por su parte el General Mariano Montilla, con el propósito de ser elegido diputado, es relevado de su cargo como Jefe Militar de Cartagena, con la posibilidad de reasumir cuando quiera. Bolívar regresa del Sur del Continente, donde consolida la libertad de otras naciones. Al querer establecer un régimen dictatorial, convoca una convención en 1827, a la que muchos se oponen, y requiere del apoyo de los jefes militares; no lo obtiene de los del batallón Tiradores de Cartagena; estos buscan y obtienen mi adhesión sobre tal decisión, contraria a los propósitos del Libertador - Presidente. Por mi actitud sobre aquellos oficiales disidentes, Montilla, monta en cólera: -¡Esos cobardes han cometido el delito de rebelión y deben ser apresados con el general Padilla! Mi destino está en peligro, como lo podría estar mi libertad y hasta mi vida; me arrepiento del apoyo dado a esos disidentes y busco conciliar con Montilla, quien aprovecha esta situación para conseguir mi perdición, y nada lo hace cambiar de opinión. Así, ordena abrir causa en mi contra, y para evitar caer preso, salgo hacia Mompox para dialogar con Bolívar y explicar mis verdaderas intenciones. Todo fue inútil, no logro hablar con el Libertador, quien sí está al tanto de mis miserias y escribe a Montilla:
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-Me inquieta la huida de Padilla. Es ahora un hombre desesperado; lo tiene que capturar y hacerlo juzgar como es debido. Este negocio es de suma importancia. –la supuesta amistad de este mulato con Bolívar se esfuma, y toma partido por mi enemigo, además de ordenar aplicarme un decreto contra conspiradores. Estoy perdido, solo Dios y mis intenciones podrán ayudarme. Mientras viajo a Mompox en búsqueda de Bolívar, Montilla captura en Cartagena a los oficiales disidentes, abre en su contra el sumario y de inmediato ordena conducirlos a Bogotá para que sean juzgados. El 1° de abril de 1828, muy desilusionado y sin más defensa que mi propia conciencia y la voz de mi hermana, quien la asume con decisión, regreso a Cartagena. Montilla sabe de mi llegada; con un fuerte destacamento al mando de un coronel, me aprehende y ese mismo día salgo, como vil malhechor, hacia Bogotá para ser juzgado: ¡Me espera la prisión y con esta el deshonor y la ignominia!
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Mis experiencias fluviales navegando el río Magdalena y otros Por; Coronel de IM(RA) Carlos Alberto Aguilar Ramírez- 3102 Corría el año 1965 y recién desembarcado del ARC “ALMIRANTE PADILLA” DT-03 a donde viajé en comisión a los Estados Unidos como oficial de cubierta (Officer in Charge Marines) y como jefe de la división de Desembarco del EX-USS-TOLLBERG, en transferencia (APD-103); para el año nuevo de ese año estando en la reunión de fin de año en el Club Naval , me llegó una señal del comando de Fuerza con la respectiva orden de operaciones de tripular como comandante del ARC “MAYOR MARIO SERPA”, con un Pelotón de Infantes de Marina A/B , con destino SICUCO Estación Petrolera de Ecopetrol donde se encontraba en ese entonces el Teniente Octavio Genecco a quien debía reforzar para el control de orden público. Transcurrido un tiempo y ante la necesidad de apoyo a la segunda Brigada a Ordenes del sr General Álvaro Valencia Tovar Comandante de la Segunda Brigada con sede en Bucaramanga me desplacé rumbo Barrancabermeja con órdenes de Patrullaje a lo largo del río. Surtos en el río, tocamos la población de Vijagual, donde estaba operando el ELN y que había asaltado el Puesto de Policía, ocasionando varias bajas; restablecido el orden y adelantando los levantamientos de cadáveres, recibí la orden ya de mi mando operacional de trasladarlos a Barrancabermeja donde fueron entregados al Batallón Bogotá con sede en esa ciudad y continuando al mando operacional ya enunciado.
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Dentro de las subsiguientes tareas continuando los patrullajes en el área de Barrancabermeja como apoyo a la tropa destacadas y como aprovisionadores de las mismas por los cayos y riachuelos con los botes de desembarco (avispas) improvisados ya que no existía la Tecnología actual; nos ordenaron apoyar logísticamente una patrulla del Ejército emboscada en el área de las Montoyas sobre el río Opón y allí nos hostigaron para impedir el apoyo ; con nuestra ametralladora de 20 mm ejecutamos una ráfaga sobre el follaje que produjo el retiro del grupo insurgente al parecer del ELN , que operaba en el dicha área. Cumplida mi tarea con el ARC “MAYOR MARIO SERPA” me transfirieron para el ARC “FRITZ HÁGALE” con destino al área de la Dorada a órdenes del comandante de la Base Aérea para efectos de patrullaje en el área de orden público tuvimos alguna acción física en la denominada Vuelta al Diablo próxima a la Dorada donde fuimos hostigados y salimos de la emboscada. Ya en la base después de varios patrullajes y cumplimiento de órdenes de operaciones, recibí la orden de mi comando natural, FUERZA NAVAL DEL MAGDALENA, con sede en ese entonces en Barranquilla de desplazarme a recibir la ARC “RESTREPO”, destacada en Girardot (Cundinamarca), recibido el Comando, permanecí en esa unidad hasta principios de enero de 1969. Pasadas las navidades de ese año recibí la orden de entregar el comando, y presentarme en la Escuela de Lanceros a adelantar el curso de LANCEROS INTERNACIONAL, finalizado el curso, tenía que continuar con otra fase de Paracaidismo, pero como supuestamente ya había completado el curso de Inteligencia que realicé en la Escuela de Guerra Anfibia en Cartagena, para para ser COMANDO ANFIBIO , distintivo que nunca recibí ya que no me validaron el curso de Inteligencia , adelantado , en nuestra Escuela de Guerra Anfibia en Cartagena. solicité mi traslado a otro destino, el cual fue Leticia (Amazonas) y allí también por cosa del destino también tuve la oportunidad de navegar por los ríos de esta área. Fue así que en una oportunidad recibí el comando provisional del ARC “ARAUCA”, en remplazo de su comandante que salió a vacaciones, en esta oportunidad navegué por las amazonas; Leticia, Iquitos y Manaos., en esta oportunidad también el destino me deparó la suerte de conocer la hoy mi Esposa Zafira y completar este preciso año, 50 años de Matrimonio. Continuando mi Periplo después de viajar en Luna de miel al Brasil fui trasladado a Barranquilla donde me desempeñé como Ayudante General de Comando y Jefe del Departamento Dos de la Base. Con este pequeño resumen de mi experiencia me surgió la idea de plasmar mi experiencia en un proyecto y ya en el estado Mayor de la Infantería de Marina en Bogotá después haber desarrollado estudios de Evaluación de proyectos en La ESAP (Escuela Superior de Administración Pública en Evaluación de Proyectos) me di a la Tarea de Completar un viejo proyecto para La Protección y Seguridad a la Navegación Fluvial del Gran Río de la Magdalena , basado en mi experiencia de más de 3 años, no solo en el río Magdalena
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sino en los anteriormente descritos y elabore un proyecto diseñado, teniendo en cuenta la Planificación de todas las actividades relacionadas con los procedimientos para la Protección real del curso del río en su recorrido de más de 631 kilómetros navegables y que contemplaba un perfil con objetivos generales y específicos, metas políticas, estrategias, métodos de financiación y programas. El anterior Proyecto fue presentado al Ministerio de Transporte y remitido a la Corporación del Río Magdalena (Cormagdalena) y allí feneció. Posteriormente ya en la Reserva Activa, este proyecto que me sirvió de guía para rediseñar una propuesta de programa para la reinserción dentro del Proceso de paz, artículo que no fue publicado por ACORE; este proyecto consistía en hacer unas Reflexiones sobre el Posconflicto y un Plan de cubrimiento de Inteligencia bajo la fachada de escuelas de entrenamiento ecológico a los pescadores de la zona, dentro de los acuerdos de paz para Colombia, tampoco tuvo eco, di por terminados mis propósitos de contribuir de alguna manera en el proceso de paz, para nuestra querida Patria.
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El Pirata Barbanegra Por; Vicealmirante (RA) Luis Fernando Yance V. Ex tripulante ARC Gloria y Jefe Palo Trinquete He querido comenzar con la historia fascinante de un pirata que surcó los mares y, transportarnos a la época del feroz Barbanegra. Aprenderemos en este corto relato lo que fueron los piratas, no son sólo seres distantes, fantásticos y malvados, sino que jugaron un papel específico durante la conquista de América y están ligados en esa búsqueda de navíos hundidos como el galeón San José que tiene en pleno siglo XXI a dos gobiernos por la puja del oro para sus respectivas naciones como Colombia y España y que hacen parte del “pañol de la historia”. Los piratas y corsarios eran un grupo de personas que saqueaban barcos y robaban riquezas. Su lugar de trabajo estaba en los mares de Europa y de América que era la travesía que seguían las grandes goletas, bergantines, galeones, por el comercio establecido en estos continentes y también por la gran cantidad de riquezas que se traían de América. Para cumplir su objetivo utilizaban barcos muy rápidos para cumplir sus planes. El primer pirata según las diversas historias conocidas era de Grecia, llamado Polícrates, con sus osadas aventuras, mandó a construir cien navíos para atacar las naves que porta-
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ban piedras preciosas y oro. Otro pirata singular era Sexto Pompeyo, de origen romano, llamado el almirante Pompeyo, cuya historia está ligada a la vida republicana de Roma. Recordemos que Sexto Pompeyo fue el digno hijo de uno de los más grandes generales romanos, al que las ironías del Destino lo llevaron a convertirse en aquello que su padre había combatido, porque al no tener un ejército ni una flota tan poderosa como la de sus enemigos debió hacerse pirata. Fue un pirata cruel. En las memorias de Agripa relatan la crueldad de Sexto Pompeyo, pirata inhumano, malvado que tuvo a Roma en ascuas. Gobernaría ilegítimamente las islas de Sicilia y Cerdeña y cuyas naves surcaban los mares a placer, saqueando y destruyendo los mercantes que suministraban el grano para el sustento de Roma. La ciudad estuvo a punto de padecer una hambruna y, el pueblo preso del miedo y la desesperación se amotinaba en las calles, sin otro fin que el de aliviar el temor que se apoderaba de ellos. César Augusto negoció con Sexto Pompeyo, pero este incumplió el trato y a los romanos les tocó incursionar en el mar y atacarlo en su medio natural, es así como se construyeron 300 naves bien equipadas y se desencadenó una de las batalles navales más sangrientas y Pompeyo fue muerto como un vulgar ladrón. Otro singular pirata fue Barbarroja, nombrado así debido a que su nombre original era difícil de pronunciar. Este pirata era reconocido por tener una barba pelirroja. Algunos dicen que no era un pirata sino un corsario y que no era una sola persona, sino dos hermanos Jeireddin y Aruch, pero al parecer el primero se quedó con el apelativo de Barbarroja para la historia. A pesar de que no se conoce con seguridad a ninguna/o de los/o amantes de Barbarroja, algunas fuentes cuentan que el pírata murió por unas “calenturas”, (excitación sexual) provocadas por los requisitos amorosos de su última joven esposa. Barbanegra, el pirata más temido del Caribe a bordo del “Queen Anne´s Revenge” (La Venganza de la Reina Ana), surcó las costas occidentales de África y el Caribe, sembran-
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do el terror por donde pasaba, hasta que fue abatido el 22 de noviembre de 1718. Fue el último de los piratas clásicos del Caribe y también de los más crueles y malvados de la historia. Media 2 metros de estatura, con abundante y enredada barba de color negro y maltrecha y, según reza la leyenda la adornada con mechas de cañón que el mismo encendía, pretendiendo dar más significado a su figura de terror y miedo. La nave por excelencia del famoso pirata Barbanegra, que capturó en 1717 cuando todavía era un navío francés lo rebautizó con el nombre anunciado anteriormente (La Venganza de la Reina Ana) surcó los mares, atacando múltiples navíos de países como Inglaterra o Portugal durante sus travesías, asaltando sin freno alguno las rutas marítimas de barcos encargados del comercio y del suministro de alimentos. La nave que comandaba podía cargar con el peso de hasta 300 toneladas. La existencia de los piratas obedecía y obedece hoy en día, en que la mayoría de sus negocios dentro de la legalidad siempre habrá miembros de la sociedad que tomen un camino distinto. Ese era Barbanegra, utilizando navíos para atacar, robar, acosar a las personas y saquear las mercancías como un nuevo acto que llamamos en esta actividad marítima como piratería. Esta realidad de los piratas es extraordinaria por la ficción, y la hizo suya Barbanegra a partir de un mosaico de curiosidades y noticias, en busca de tesoros y aventuras. Toda la mitología en este héroe aventurero en la piratería me llaman la atención con una sucesión de apuntes: Los navíos y sus banderas, su jarcia llena de hombres listos a abordar la nave enemiga, lo que se comía y bebía en abundancia y una especial atención que desempeñaba el ron en el centro de la mesa, el código de disciplina interna en las tripulaciones con subordinación a algunos jefes, los recursos de medicina y cirugía en alta mar, los puertos de refugio para esconderse o resguardarse del mal tiempo, el ritual de las ejecuciones e inclusive a la afición de los loros, los simplificaban como como una realidad en ese mundo de la ficción, sumado a lo anterior la galantería a las orgías no podrían pasar por alto. Hubo una situación curiosa en Barbanegra, quién prefería la intimidación a la violencia, lo demuestra su figura altiva y corpulenta, la enormidad de su buque insignia como la bandera negra que lo remataba, con su esqueleto de demonio alzando una copa y alanceado
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un corazón sangrante, estaban dirigidas a causar pavor. Además de su figura de aspecto excéntrico y atemorizante lo acentuaba vistiendo íntegramente de negro, armado hasta los dientes y ataviado con mechas del cáñamo encendidas bajo su tricornio. Dicen los relatos que Barbanegra (Edward Teach su verdadero nombre) no tenía nada de romántico, no era justo a la hora de repartir el botín, era tremendamente cruel con su tripulación y mató a más de 200 hombres y mujeres incluyendo a varios de sus contramaestres en sus dos años de piratería. En 1718, el gobernador de Virginia ofreció 100 libras de recompensa por la captura del pirata “vivo o muerto”, ya que sus ataques estaban poniendo en dificultades la economía de la colonia. Enviaron al teniente de la Marina Real, Robert Maynard a buscarlo al extremo de Carolina del Norte. La batalla fue tremenda, Barbanegra cayó con 20 cuchillazos y cinco tiros encima. La tripulación fue detenida y condenada a muerte, La cabeza de Barbanegra colgó durante mucho tiempo en el bauprés de su propia nave. Así se acabó el último y legendario pirata de piratas. Una situación curiosa. Los piratas utilizaban un parche, no porque les faltaba un ojo, no, lo que hacían los piratas era mantener uno de sus ojos en estas condiciones de oscuridad durante todo el tiempo para poder ver mejor y adaptar un ojo a la oscuridad. Cuando utilizamos el sextante para la navegación o un arma en un polígono lo que estamos haciendo es adaptar la visión a esta actividad y el otro mantenerlo oscuro y evitar el error de paralaje.
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