Fascículo No.70 ISSN 1900-3447
Grupo de Comunicaciones Estratégicas
Presentación A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre la historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre. Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. Agradezco al señor Almirante Gabriél Alfonso Pérez Garcés, Comandante de la Armada Nacional, la deferencia de mantener la edición de estos resúmenes. Este trabajo desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto.
JORGE SERPA ERAZO Vicepresidente del Consejo de Historia Naval de Colombia
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Biografía del Almirante José Padilla Por; Doctor Enrique Ortega Ricaute (1893-1962) Jefe del Archivo Nacional de Colombia
Nació en Riohacha en 1778. Soldado de la marina española, fue de los que pelearon en la fausta batalla de Trafalgar; y prisionero, estuvo encerrado en un pintón en Inglaterra hasta que, hecha la paz en 1808, volvió a España. Era Contramaestre de arsenal de Cartagena, y como tal, con los de Jimnaí y de la ciudad contribuyó al movimiento del 11 de noviembre de 1811. En 1814 tuvo su primera acción naval en Tolú contra una corbeta, llevando prisionero a Panamá, al Mariscal Hore con varios oficiales y alguna tropa. Valeroso defensor de Cartagena en el sitio de 1815, pudo emigrar a Jamaica y unirse a Bolívar, y en la expedición de los Cayos, ser de los que tomaron a Ocumare, y con piar a Angostura. Unido a la Escuadra de Brion, tomaron a Riohacha el 14 de mayo de 1820, y con Montilla vencer a Sánchez Lima, en Laguna Salada. En combinación con el General Carreño, vencer en Puebloviejo; La Barra, el 16 de noviembre; Ciénaga de Santa Marta y otros combates, destrozando al enemigo en San Juan, pues le mataron 400 soldados. Fue grande su hecho de armas de salvar con 650 hombres La Barra, unirse a Brion sobre Santa Marta y por Ceniza ocupar a Cartagena, y más aún, el de tomar al abordaje el único buque que se escapó en la batalla de Tenerife, de las manos de Maza. En abril de 1821, vence a Candamo en Lorica, y el 24 de junio apresa los buques españoles en el Arsenal en un sangriento abordaje, secundado en el Playón por el bizarro Coronel Adlencruz, noble de Suecia; haciendo capitular en
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Bocachica al jefe realista Juan de Olmos el 24 de julio, rindiendo la goleta Ceres y haciéndole entrega al Gobernador Gabriel de Torres, el 10 de octubre, después de un año de sitio en Cartagena. Ocupó a Santa Marta con Montilla, el 22 de enero de 1823, después de una gloriosa campaña. Si bravo se mostró Padilla en Trafalgar, probó bien ser el mismo en su jamás bien aplaudida empresa de forzar la Barra de Maracaibo el 8 de mayo, pasando por los certeros y terribles fuegos de los castillos de San Carlos y el opuesto, cubriéndose de gloria en la más atrevida empresa naval que hubo en la guerra de la independencia, perdiendo solamente el bergantín Pikok; para colmar la medida de marino afortunado, en su victoria de Punta de Palma el 24 de julio, tomado 68 oficiales prisioneros; 369 soldados con 473 muertos y heridos que tuvo el enemigo; perdiendo Padilla en esa brillante batalla 8 oficiales y 36 soldados muertos, 14 oficiales y 165 individuos heridos; el lago se cubrió de sangre; La Borde huyó para Puerto Cabello en el único buque que pudo salvar. Se distinguieron también los jefes Beluche Joli, Chitty, Villanueva, Francisco Padilla, Irribarri, Pivot y otros muchos valientes como ellos. El Gobierno los declaró beneméritos de la Patria y les dio ascensos y escudos de honor. Se juzgó al Almirante Padilla autor del movimiento revolucionario del 29 de febrero de 1828 en Cartagena, y se le condujo preso a Bogotá por temores, pues se sabía el influjo que tenía en favor de la Convención de Ocaña, causa del movimiento revolucionario. Preso lo hallaron los conspiradores del 25 de septiembre, en Bogotá, quienes lo pusieron en libertad. Lo que fue causa para ser fusilado el 2 de octubre, segando así la preciosa vida del Nelson colombiano.
Tomado del libro Bloqueo, rendición y ocupación de Maracaibo por la Armada Colombiana al mando del Almirante D. José Padilla; autor del mismo Enrique Ortega Ricaute.
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José Padilla López Por; David Escobar Gómez
En homenaje a la grandeza, y al ideal que defendió nuestro gran prócer de la Independencia de Colombia José Prudencio Padilla López, me es muy grato hacerle llegar al Pañol de la Historia mi sentimiento y admiración con mi humilde aporte; pero ¡lleno de orgullo!. Confieso, en este medio tan serio e importante que, habiendo realizado yo mis estudios primarios y parte de los secundarios, en Santa Marta, la ciudad más próxima a Riohacha, nunca se no dijo nada de tan distinguido militar. No era que en la Escuela Naval de mi tiempo se dijera mucho de próceres, ir al monumento en el barrio de La Soledad el 24 de julio, día de la Armada, nada más. No sé cómo es ahora; pero si tuvieron que pasar muchos años. En esos entonces de mi juventud la historia que nos enseñaban, estaba dirigida desde la capital, y no era de agrado resaltar vidas ejemplares de mulatos. Pues no es nada del otro mundo decir que la discriminación racial ha estado presente. Vaya uno a saber, cuántos buenos oficiales han perdido en la Armada… Pero dejemos las cosas así. Tal vez hoy sí podemos dimensionar lo que pudo significar haber tenido más respeto por la dignidad humana. Por lo anterior, ya para rendir homenaje y se sepa lo que nunca nos contaron, se puede afirmar, que Padilla tuvo que ser un intrépido, un valiente, un joven con ambiciones y dueño de un carácter fuera de lo común que le sirvió para escalar posiciones en la Armada Española, a punta de méritos. Eso sí nos lo dice la historia. Y así tenía que ser y es lo que destacamos ahora, muchos años después de la injusta ejecución.
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Siendo Bolívar presidente, y Padilla el detenido en las mazmorras del Castillo de San Felipe, por las intrigas del general Mariano Montilla, su enemigo de tiempo atrás, lo visita. • Tenga usted la seguridad, que nada tuve que ver en su condena, fueron las leyes… • Hummm..¡Al carajo tú y tus leyes!!!…- le contestó Padilla con burla; pero incapaz de pedirle clemencia. Antes de seguir, es preciso ubicar su lugar de nacimiento. Nació en la Villa de San Carlos de Pedraza, cerca de Riohacha, más pegado al hoy municipio de Camarones, a 17 kilómetros de la ciudad capital del Departamento de la Guajira. El 19 de marzo de 1784. Diez años antes, el Brigadier Antonio de Arévalo fundó la Villa con el fin de “pacificar” tan convulsionada región. De la que no queda nada ni se sabe exactamente donde quedaron los horcones. Y por lo anterior, en Camarones dice que esa es la patria chica de tan importante personaje. Y hasta monumento le tienen en su honor. Las fundaciones que hace el español Arévalo, tienen como finalidad dar la batalla a las tribus rebeldes que, además de su valentía, sabían usar las armas de fuego desde siglos atrás cuando Ojeda se vio obligado a intercambiar perlas por “Trabuco que suena, mister” “Nada de espejitos” Para esos tiempos los ingleses merodeaban por la península repartiendo armas a los nativos y bloqueando el comercio. Y si no, se venían con contrabando. Entre otros detalles, la Región Caribe, además de quedar distante de la capital, los ingleses no la dejaban progresar. Padilla se forma en medio de la valentía de los nativos que no quieren nada ni con criollos, mucho menos con la autoridad española. Su vida es la del marinero y soldado, la del hombre de playa y mar con deseos de ser más que un simple pescador o cargador de bultos de las goletas que por esos lugares llegaban; el mar era la única manera de tener contacto con el mundo la lejana Guajira. Sale de la custodia de su brutal padre, jamaiquino, y como ayudante de cámara, se embarca a los 18 años, iniciando una de las carreras de la vida naval más importante en la historia de Colombia. Pero al fin mulato al ojo de los capitalinos. Sin importar su rango y heroísmo, y en esos momentos en los cuales nos estábamos acomodando como república y ante el deseo de abrirse Venezuela y Ecuador de la Nueva Granada, el litoral caribe, ya en esos entonces, con arranques de ser una república del Caribe. Y si no era eso: en medio de la envida, pues, si no es por Padilla, que sacó a los españoles a cañonazos en la Batalla de Maracaibo por última vez, quien sabe qué hubiera pasado. Pero le dieron más importancia a lo que pasó en Boyacá. Como estaba más cerca de Bogotá… Por las rancherías, cuando las noches son bien escuras, en la Alta Guajira, todavía se recuerda la hazaña de Padilla o su astucia, la noche anterior a la batalla. Dicen, que Padilla a ver la noche cargada de oscuridad en el lago, armó un grupo de voluntarios para asaltar varias embarcaciones enemigas en medio del sigilo donde no se veía nada y, supuso, que abordo, en los compartimientos, sería aún tinieblas de las más espesas. Entonces, ordenó que fueran completamente desnudos los asaltantes cuchillo en boca y abordaran en escalada ni la fiera felina en busca de su presa. Ya en los adentros, los valientes de la tropa al mando del sagaz guajiro, del más grande militar que ha dado la tierra peninsular, sacando a los ancestros que no permitieron que los españoles se apoderaran del desierto, iban tocando los cuerpos en silencio absoluto que se tropezaban y, el que tenía ropa, pues era enemigo y se llevaba su buena cuchillada. Si se topaban con el cuero frio de la sangre mulata, era de los nuestros.
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“Con razón no participaron todas mis naves al otro día” Comentaría en La Habana, días después de su derrota, el Capitán Laborde. ¡Y más nunca se vio militar realista en el territorio patrio”. Incluso, Bolívar quiso ir hasta Cuba y sacarlos de allí, y le dio la orden a Padilla que alistara pertrechos desde Cartagena; pero las circunstancias no se dieron. Los Estados Unidos ya tenían el catalejo puesto hacia la isla, y, la Campaña del Sur al mando de Sucre necesitaba recursos, de toda clase.
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Importancia de La Batalla de Maracaibo Por; CN (RA) Carlos A. Prieto Avila
Es realmente asombrosa, por decir lo menos, la forma como nuestros historiadores y los encargados del diseño de los curriculos de la enseñanza de la historia en Colombia, han ignorado los hechos marítimos sucedidos durante nuestra gesta independentista; pero sorprende especialmente la forma sistemática cómo se desconoce la señalada importancia que la Batalla del Lago de Maracaibo tuvo en todo el conjunto de la independencia suramericana. Por algo José Nucete Sardi de la Academia Venezolana de Historia en el prólogo a la primera edición del libro del Contralmirante Eljuri Yunez: *Y así se rubricó la Independencia*, la bautiza: La Batalla Final. Y Horacio Rodriguez Plata en el prólogo a Vida del Almirante José Padilla de Enrique Otero D’acosta expresa: *La Batalla de Maracaibo fue para la seguridad de la República como la de Nelson en Trafalgar para la seguridad de Inglaterra*. Y es que, con la Batalla de Carabobo librada en junio de 1.821, se dió inicio a la campaña de liberación de la Capitanía de Venezuela, pero apenas fue eso: el inicio. Quedaron actuantes y con tropas relativamente importantes, los generales españoles Francisco Tomás Morales y Miguel de La Torre quienes entre la victoria de Carabobo y la Batalla Naval de Marcaibo mantuvieron tal actividad permanente, que pusieron muchas veces en peligro la incipiente independencia.
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En 1.821 debemos recordar el sitio ordenado por el Libertador sobre Puerto Cabello, donde los realistas lograron concentrar la no despreciable cantidad de 4.200 hombres con sus respectivos cuadros de mando; las acciones en los llanos venezolanos apoyadas inclusive por coroneles venezolanos como Alejo Mirabal y Antonio Ramos, muertos en las acciones consecuentes de Guardatinajas y Calabozo. La recuperación del dominio español de la provincia de Coro, donde Morales volvió a reunir mas de 3.500 hombres en marzo de 1.822. Operaciones que nos recuerdan las actividades de Soublette, del coronel Judas Tadeo Piñango, el relevo del mando en las huestes realistas entre De la Torre y Francisco Tomás Morales, nombrado Capitán General de Venezuela en Julio de 1.822, los juegos de estrategias y política entre éste y los generales patriotas Soublette y Páez. Mientra tanto, el Genaral Bolívar, nombrado Presidente de Colombia por el Congreso General de Cúcuta en 1.821, había dado inicio a la campaña del sur y comenzaba su rutilante periplo de victorias el 22 de abril de 1.822 con Bomboná. Vendría luego la gloria compartida con Antonio José de Sucre en Pichincha y la capitulación del Mariscal Presidente de Quito, y como consecuencia, la incorporación de dicha presidencia a la República de Colombia. Es cuando, llegan noticias alarmantes de las intenciones del sanguinario General español Francisco Tomás Morales, quién durante 10 años había mantenido en jaque a las tropas patriotas en Venezuela, de iniciar unas invasión por el norte sobre las provincias de Socorro y Pamplona, ¡camino a Bogotá!; según ellas, había conquistado rápidamente la Provincia de Maracaibo, organizado y equipado en pie de guerra un ejército numeroso y aguerrido, y mantenía en el Lago y en la Barra fuerzas navales suficientes para rechazar la escuadra colombiana. Ante estos hechos, el General Francisco de Paula Santander, encargado de la Presidencia y por lo tanto de la dirección administrativa de la naciente República, mientras el Libertador, se encontraba en Guayaquil contemplando la posibilidad de viajar hacia el sur a asumir el mando de la división peruana e iniciar la campaña de liberación de ese último reducto del dominio español, cruzan comunicaciones: Abril de 1.822, de Bolívar a Santander:”Ha venido una nueva misión del Perú para instarme que vaya a tomar el mando de aquellas tropas. El general en jefe Martínez y el general Santa Cruz, que manda la división del Perú, me instan con igual vehemencia. No sé que responder porque me tienen detenido las resoluciones del Congreso y las operaciones de Morales en la costa norte”. De Santander a Bolívar en junio del mismo año: “A mí me tiene loco Maracaibo. Morales se ha encontrado con nuestros jefes y ha jugado con ellos como ha querido. Yo sin el problema de Maracaibo enviaría a Vuestra Exelencia muchas tropas y me desahogaría de más de cien mil pesos mensuales”. Ante el dilema propuesto y totalmente convencido Bolívar que el mayor peligro se encontraba en el norte, resuelve ausentarse y dejar el mando de la campaña del sur al general Antonio José de Sucre. Bolívar a Santander desde Cuenca el 23 de septiembre de 1.822: “Nunca había vacilado tanto para tomar una resolución o decidirme por un partido; más al fin después de un largo combate interior, venció el amor por la Patria, y me puse en marcha para Bogotá con el General Valdez”. ¿Cabe alguna duda sobre la gravedad de la situación en el norte de Colombia? El hecho de que Bolívar tuviera la intención de sacrificar su caro deseo de gloria ante la libertad del Perú por venir a defender lo provi-
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sionalmente ya conquistado, no debe dejarnos duda alguna sobre la gravedad de la situación que se vivía en el territorio de las provincias del norte de Colombia. El 7 de septiembre de 1.822, toma Morales posesión definitiva de Maracaibo y ante la capitulación del Coronel patriota Villasmil, recibe sin combatir las fortalezas de San Carlos, Zapara, San Fernando y Bajo Seco, es decir consolida el total dominio sobre el Lago y sus alrededores. Enterado el Vicepresidente Santander, no duda en ordenar al general Mariano Montilla Jefe de la zona militar de Cartagena, la organización de un ejército para atacar por mar y tierra a los realistas, hasta retomar a Maracaibo. Cumple Montilla la orden, destacando al Coronel José Sardá al frente de 1000 hombres de infantería y 300 de caballería, quienes vuelven a ser batidos por Morales en Sinamaica. Ahora corresponde el enfrentamiento al General Rafael Urdaneta, quien logra a medias contener la ofensiva de los realistas, por lo menos en su intención de avanzar sobre Cúcuta. Pero como vemos la actividad de Morales y sus hombres, en ningún momento tuvo descanso. Vuelve entonces a intentar la penetración al interior por Riohacha y el Valle de Upar y los ríos Cesar, Cauca y Magdalena. No queda otra alternativa. La única forma de detener el ímpetu de este aguerrido combatiente es por mar. Hay que llegar a Maracaibo forzando La Barra y sorprenderlo para sacarlo de su guarida. ¿Tarea imposible? No para quién se caracteriza por su valor y por su audacia: el insigne marino José Padilla. Y a él tiene que recurrir Montilla para estudiar las posibilidades del plan y adelantar los preparativos en forma minuciosa. Llegamos al 15 de enero de 1.823 cuando desde su cuartel general de Soledad, Montilla, Comandante General del Departamento del Magdalena, dicta el decreto mediante el cual declaraba bloqueada la costa del Golfo de Coquibacoa. Había que empezar por cortarle a Morales sus líneas de suministros. Se cambia entonces el caracter de la guerra de continental a marítima; se hace necesaria la conquista del dominio del mar. Padilla entonces al mando de la corbeta Constitución, se dirige a Los Taques y asume la dirección de las operaciones en su carácter de Comandante General de la Escuadra de Operaciones. Estamos ya en
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marzo y desde entonces hasta mayo se suceden escaramuzas navales entra Beluche y Danells por el lado patriota y el temido y experimentado Angel Laborde. Y es el 7 de mayo cuando resuelve Padilla ordenar lo que muy pocos creían posible: Forzar la Barra y penetrar en el Lago. Los resultados de tan arriesgada decisión y las acciones posteriores son ya muy conocidas por todos y no son el tema de éste escrito. La victoria naval del Lago de Maracaibo el 24 de Julio, a la cual siguió otro hecho de exepcional importancia y como consecuencia inmediata de ella: la capitulación del 3 de agosto de 1.823, tuvo gran resonancia dentro y fuera de Colombia. No era para menos. Con estos hechos se daba terminación definitiva al dominio español en el territorio de Venezuela y se afianzaba en forma concluyente nuestra independencia política. Entre Carabobo y Maracaibo se libraron en el territorio venezolano más de 54 combates. Con el triunfo de Padilla en Maracaibo sí se daba el golpe de gracia al nudo vital del dominio español en el norte de la América meridional. Bolívar a Sucre, mayo de 1823: “Mientras no se haya decidido la batalla contra Morales no podemos contar con seguridad en el sur”. Y con estas palabras de Santander creemos destacar la importancia de esta epopeya naval y lo que significó para la seguridad de Colombia y la posterior gloria de Bolívar. Santander a Bolívar 25 de agosto de 1.823: “Tengo la satisfacción de comunicar a Vuestra Exelencia que la campaña del Zulia ha terminado felizmente, habiendo sido devuelto Maracaibo con sus fuertes al seno de la República. La escuadra a las órdenes del Almirante Padilla ha abatido el orgullo español en diferentes combates y ha arrancado al General en Jefe del ejército la capitulación………Ofrezco ahora sí a Vuestra exelencia la más eficaz colaboración, para que pueda obtener el título de Libertador del Perú y ser el ángel de la paz y la unión en la América del Sur”. Esta pues fue la Batalla Final, con ella se niega el dominio del Mar Caribe a España y por supuesto, cualquier nuevo intento de reconquista de las colonias en tierra. Es la verdadera batalla que sella lo que en estos días estamos conmemorando como “Bicentenario de la Independencia”.
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