GUATAVITA Y SESQUILÉ TIERRA DE ESENCIA MUISCA
Laura Villanueva María Paula Hernández Laura Castiblanco Fotografía e Historia 2017-2
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GUATAVITA Y SESQUILÉ TIERRA DE ESENCIA MUISCA
Laura Villanueva María Paula Hernández Laura Castiblanco Fotografía e Historia 2017-2
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INTRODUCCIÓN En medio de la región andina, donde los valles, mesetas y riquezas tienen lugar, se encuentra la laguna de adoración y culto de la historia muisca. La laguna de Guatavita, ubicada en el municipio de Sesquilé, abre paso a la historicidad sagrada de las ceremonias precolombinas, donde el esplendor y la nobleza acompañaban los rituales religiosos que alrededor de esta laguna se podían presenciar. Su legendario relato desarrolla escenarios donde el mundo espiritual se conectaba con el tangible, donde el cielo y las montañas representaban las riquezas, pero sobretodo, donde en la profundidad de las aguas se otorgaba un nuevo poder. De la laguna de Guatavita nacía el nuevo “Guaique”, líder que desde niño se preparaba con sabiduría para ser el guía de su pueblo a quien con ánimos se lograría acoger, su fortaleza en cuerpo y mente se ungían dentro de la laguna que, con su poder espiritual, le otorgaba autoridad y respeto como un nuevo líder. El “Guaique” se acogía con ceremonias cargadas de riqueza, donde las ofrendas en oro y esmeraldas fundamentaban su esencia en agradecimiento y donde las intenciones eran de carácter
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espiritual; sin embargo, los ofertorios desencadenaron para la laguna una nueva historia, donde la leyenda de El Dorado cobraría vida, dando inicio a la ambición y el deseo del conquistador, donde el oro representaría la riqueza que debían conservar bajo su poder. La llegada de los españoles a territorio chibcha dividiría la historia de las actuales Guatavita y Sesquilé, sus anhelos por riquezas además de poder serían los propulsores para la imposición de nuevas reglas y costumbres, donde la evangelización y el castellano primarían en el territorio, pero los cultos y rituales debían desaparecer. Los relatos de riquezas bajo la laguna representaban para los conquistadores un objetivo claro el cual, con ayuda de la leyenda de El Dorado, sería imposible disuadir o apartar. La leyenda partía de un “Guaique”, líder soberano del pueblo, quien se ungía a las aguas de la laguna cubierto de oro en polvo después de que los indígenas ofrendaran piezas en oro y esmeraldas, de esta manera se imploraba a la diosa del agua el retorno de su hija y esposa, quienes, según los sacerdotes, se encontraban viviendo plácidamente en un palacio en lo más profundo de la laguna. Debido al inicio de la leyenda de El Dorado, el ritual de posicionamiento para los “Guaiques” se estableció como un suceso necesario para gobernar su pueblo. Este ritual iniciaba desde una balsa de oro orfebre, realizada por los Muiscas, que lo conduciría al centro de la laguna donde sus pensamientos y deseos, dirigidos a la diosa del agua, tendrían como objetivo la adquisición de sabiduría y fortaleza para poder gobernar su pueblo adecuadamente; sin embargo, el ritual en la laguna para el nuevo “Guaique” no tendría lugar sin una preparación previa. Durante el crecimiento del futuro cacique, las pruebas que lo llevarían a su mandato iniciarían con un método de
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reflexión en medio de una cueva denominada “La cuca”, allí su preparación duraría nueve años, donde la salida era permitida únicamente de noche evitando así que durante las horas de la mañana sus pensamientos se perturbaran con la belleza que la naturaleza les ofrecía. El método de reflexión tenía como objetivo canalizar los pensamientos del futuro cacique, construyendo en él la fuerza y control de sus instintos y deseos para evitar las tentaciones que enfrentaría durante su mandato. Posteriormente, al culminar su preparación en “La cuca” debía demostrar su control mental absteniéndose de los deseos hacia las mujeres que, por medio de caricias y bailes, lo intentaban conquistar. Por otro lado, las ofrendas del pueblo Muisca variaban a través de significados espirituales que se materializaron en plantas, piedras preciosas, algodón, tabaco y cuarzo, además del oro y esmeraldas que los conquistadores anhelaban encontrar. Para el pueblo Muisca la riqueza no se representaba en el oro que poseían sino en el territorio, la laguna y las intenciones que buscaban al ofrendar. Por este motivo, muchos de los elementos que para ellos tenían valor se obtenían de su hogar que era la misma naturaleza, las plantas, por ejemplo, constituían parte de su diario vivir ya que por medio de estas podían realizar sanaciones y conexiones con la madre naturaleza. Para el pueblo Muisca la naturaleza era su todo y su historia fue generadora de pasión y respeto sobre la actual laguna de Guatavita, esto ha permitido la construcción de un municipio turístico donde miles de personas acuden anualmente para conocer sus secretos y junto a ella edificar la identidad cultural que el pueblo colombiano debe asumir.
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Digitalis Purupea
Para los grupos indígenas que habitan la región es una planta de carácter medicinal, sus propiedades para curar el dolor de próstata y mejorar daños cardiacos la convierte en una de las favoritas dentro de la región; sin embargo, su uso excesivo puede generar envenenamiento e intoxicación. Foto: Laura Castiblanco
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“Siempre a la orden” Mientras cientos de turistas esperan la visita a la laguna de Guatavita, el escenario de comerciantes no se hace esperar. Las mazorcas, las arepas y los dulces son evidencia del trabajo y esmero de mujeres y hombres que habitan la región. Foto: Laura Castiblanco
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Camino al culto Muisca Por este camino llegamos a la laguna de Guatavita, durante el recorrido pudimos contemplar la vegetación y apreciar la maravillosa vista panorámica que nos brindaba.
Foto: María Paula Hernández
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Flores mĂĄgicas En medio de un territorio con historia Muisca, el camino de la flora no pasa desapercibido. Sus colores y su gran abundancia fueron testigos de nuestro recorrido ademĂĄs de proporcionarle vida al lugar. Foto: Laura Castiblanco
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Colores del Espíritu
Foto: María Paula Hernández
El verde de las montañas y el azul del cielo nos permitieron ser testigos de una hermosa vista panorámica en camino a la laguna de Guatavita.
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Ansiosos por protección
Foto: Laura Villanueva
Caracterizada por ser una de las plantas más adaptadas al ecosistema de alta montaña, los Frailejones son una de las plantas predominantes en lo alto de la laguna de Guatavita. A pesar de ser tan importantes como captadores de agua, cada vez escasean más.
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El ombligo del mundo Para los muiscas esta laguna tiene conexión espiritual con todas las lagunas del mundo y junto con el territorio tiene más valor que todas las piezas en oro que pudiesen tener. Foto: Laura Castiblanco
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Chorotes Las piezas de orfebrería son elaboradas por la cultura muisca para hacer ofrendas a sus dioses. Chorotes de barro es como se le llama a estas vasijas en forma de hombre, a las cuales se les abre un agujero en la cabeza para poder introducir: semillas, ofrendas, esmeraldas, etc.
Foto: María Paula Hernández
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Tienda la Primavera Al terminar una larga jornada de trabajo, los campesinos del municipio de Guatavita se sientan a compartir una cerveza en la Tienda la Primavera, ya que esta actividad al caer la tarde trae un momento agradable en compañía de unos buenos amigos.
Foto: María Paula Hernández
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SESQUILÉ
Sendero empedrado Entre verdes claros y oscuros hay largos caminos para bajar desde el resguardo indígena Muisca hasta Sesquilé, pero lo más satisfactorio del recorrido son los hermosos paisajes que se pueden observar y contemplar desde esa altura. Foto: Laura Villanueva
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“La Cuca” “Volver al vientre de la madre” así era como se le designaba a la “Cuca”. Para los muiscas la participación a este sitio sagrado requería de mucha concentración para lograr una conexión consigo mismos. Foto: María Paula Hernández
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La memoria que guardan las plantas (Tuno)
Foto: Laura Villanueva
Las plantas curativas usadas por los indĂgenas, como el tuno, son de gran valor para los muiscas por su historia medicinal que les aporta grandes beneficios, ya que para ellos lo sagrado se representa en la vida de la naturaleza.
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Temazcal El temazcal para la comunidad Muisca en Sesquilé representa la conexión con la madre tierra a través de la reflexión y sanación que este proporciona. A su vez, este espacio de meditación se asocia con el regreso al vientre, específicamente, el de la madre tierra. Foto: Laura Castiblanco
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Naturaleza, esencia de la Vida En medio de montañas y un territorio arduo de transitar, la vista de sus lugares de vida a través del camino, inspiraron el reflejo de su esencia y de su mundo en un espacio natural. Foto: María Paula Hernández
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Casa de Vida
Foto: Laura Villanueva
Itagüe, casa del pensamiento, representa el origen de la vida para los indígenas muiscas, en forma de espiral a través de 27m de longitud contiene toda la historia de la humanidad.
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Diosa de la luna
Foto: Laura Villanueva
Para los muiscas Chia era la pareja del sol que era llamado Sue. La diosa de la Luna los cuidaba de noche y el dios del sol de dĂa. Por ser mujer estaba asociada a las artes que le era heredadas a sus hijos.
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Casa en la montaña
Foto: Laura Villanueva
A través del recorrido por Guatavita y Sesquilé se encuentran diferentes tipos de arquitectura y materiales, como casas de concreto, ladrillo, con láminas de zinc o las más usuales de palo, como estas.
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Casa del árbol Entre las principales piezas y lugares de culto en el resguardo indígena, la casa del árbol fue una de las más llamativas a lo largo del camino por definir y representar el mundo de la vida muisca.
Foto: Laura Castiblanco
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CONCLUSIONES
La laguna de Guatavita y el resguardo indígena en Sesquilé nos abrieron sus puertas para conocer su cultura, sus rituales, sus historias y su modo de vivir. Además, nos dieron la oportunidad de vivenciar sus costumbres, de experimentar un día a día desde lo profundo de sus tradiciones y de conocer el mundo como un espacio de adoración como sus ojos lo ven. El respeto profundo que allí se le otorga a la naturaleza nos permitió conocer su valor por medio del perdón, silencios, permisos o agradecimientos que demostraban su grandeza en medio de una población que, a través de enseñanzas, crearon consciencia en nosotros hacia la madre tierra y lo divino de su poder. Durante el recorrido pudimos evidenciar cómo la fortaleza de los grupos Muiscas no ha permitido el quiebre de su cultura, su lenguaje o sus costumbres, conservando su esencia y significado a pesar de los incontables intentos por desprender su mundo de lo que la mayoría quiere imponer. La llegada de los conquistadores a territorio andino fue el primer intento por apartarlos de sus creencias y modo de vida, desintegrando lo que para ellos era su
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lugar más preciado y regulando su devoción hacia la tierra que los vio nacer. Por otro lado, tuvimos la oportunidad de alejarnos de las cosas materiales para comprender los significados de cada elemento que rodeaba la región, así como las plantas curativas que al masticarlas nos pueden ayudar a limpiar nuestro organismo, como es el caso de la hoja tuno que permite la limpieza de nuestro colón y la mejora de problemas gástricos; el tabaco, principal fuente de relación con el entorno y el espíritu, además de ser un elemento de protección y reflexión con carácter curativo; y el eucalipto, planta sanadora para los problemas bronquiales en los niños. Hoy, que tenemos la experiencia de haber conocido parte de su cultura podemos afirmar que su historia ha contribuido y ha sido necesaria para la construcción de la identidad nacional que poco a poco se desarrolla. Nos ha aportado valores y significados de lo que actualmente poseemos y que nos ha constituido como una sociedad. A su vez, pudimos apreciar la devoción y el respeto que se tiene por cada uno de los miembros que conforman la comunidad, donde a pesar de la existencia de las jerarquias la importancia de sus opiniones individuales prima, y donde la igualdad es uno de los principales ejes que regula su modo de vivir. Además, la relevancia que se le otorga a las personas mayores las convierte en el principal foco de sabiduría dentro de esta comunidad; sin embargo, esto no quiere decir que los más jóvenes no aporten para la construcción de su cultura.
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“Parte de entender una tradición es primero vivirla, yo no puedo hablar de un mito si no lo conozco, si no lo he escuchado de un anciano o de un mayor, o puede que de un niño también; yo no puedo hablar de un canto si no lo he vivido, no puedo hablar de un territorio si no lo he caminado, no puedo hablar de una cultura si no sé qué se hace, todo tiene que ser vivencial, todo tiene que empezar a experimentarse”.
Miguel Ángel Chautá Indígena Muisca
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