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CINEMATECA 16
Huida y desarraigo, dos temas viejos en el cine
Por: Ángela Martínez
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De todos los problemas que se dan en Colombia uno de los más retratados en el séptimo arte es la migración en casi todos sus aspectos. Desde el desplazamiento interno de las zonas rurales a las ciudades hasta las olas de migración al exterior. La migración de los colombianos no es una historia nueva, pero si un tema recurrente y en crecimiento durante las últimas décadas. Es un fenómeno muy interesante de estudio, y como al colombiano lo que le sobra es creatividad ha sabido expresar su realidad en todas sus aristas de una manera artística.
El tema comienza a tratarse con la adaptación cinematográfica de “La María”, de Jorge Isaac, en 1922; si bien la cinta es protagonizada por una historia de amor y no una de migración, el viaje y la ausencia se encuentran presentes en el filme. Cuando el protagonista se va a estudiar a Europa, como normalmente se hacía en la época, hay una aceptación tácita de que la educación aquí no es suficiente ni de calidad, y menos en la provincia. Esa es la primera evidencia que se halla de estos temas gracias al trabajo de Luis Ospina al recuperar esta cinta. Existe en ella la afirmación de los conceptos colombianos de la época en cuanto a regionalismo peyorativo, que están estrechamente ligados a las diferencias de clases sociales, tema tratado abiertamente.
Continuando con la historia, en las películas que tratan este tema tanto de manera directa como indirecta existen evidencias tempranas del rechazo a lo que se considera cultura propia, como es el caso de “Alma Provinciana” de Félix Joaquín Rodríguez y “Garras de oro” de P.P. Jambrina, ambas de 1926. Cabe aclarar que en esta última no se aplaude a la cultura gringa pues para la época estaba recién abierta la herida del llamado robo de Panamá, mas se acepta de alguna forma la supremacía de la cultura estadounidense. Esa conciencia de inferioridad cultural en conjunto con el regionalismo interiorizado llega a afectar cómo se conciben las ciudades, en ese momento en
expansión, para su futuro desarrollo y sobre todo su estética. La urbanización inspirada en las ideas europeas de sofisticación consolida la idea de que lo propio es poco. Esto se agudizó aún más por una política de Cine Colombia en los años 30 de solo exhibir material extranjero. Por lo mismo, no se conocen productos nacionales de la época.
En los años 40 comienza un fenómeno que afectará de manera definitiva el país. La época de la violencia que continua vigente hasta la actualidad. El desplazamiento interno forzoso es el nuevo tipo de migración que se retrata en producciones audiovisuales tal y como sugieren listas y artículos publicados en “Señal Colombia”, “El País”, “El Espectador” en conjunto con cifras de la página oficial del Centro de memoria histórica. No solo es retratado en sus inicios, pues es un tema constante en la historia. Este tópico brinda películas como Allá en el trapiche (1943) de Roberto Saa Silva, “Cóndores no entierran todos los días” (1984) de Francisco Norden, “La primera noche” (2003) de Luis Alberto Restrepo entre otras muchas cintas que tocan el tema. Lo curioso de la película Allá en el trapiche es que con ella comienza a evidenciarse la idea de que la forma de triunfar se encuentra en un país del mal llamado primer mundo. Se impone la irónica idea del castigo que es pasar dificultades migrando dentro de Colombia, pero por fuera del país eso mismo resulta un privilegio.
Entre los 60 y 80 la migración colombiana al exterior baja un poco sus índices, Y da paso a películas como “Chircales” (1972) de Marta Rodríguez, “Agarrando pueblo” (1977) del grupo Caliwood, “Camilo, el cura guerrillero” (1974) de Francisco Norden que dejan de retratar la huida del colombiano para reemplazarla por el retrato de la vida del propio.
En los inicios de los 80 con la ola de migración a Venezuela y Estados Unidos resurge el florecimiento de las producciones acerca de migraciones, no solo internas, sino que las externas se vuelven una narración protagónica atractiva. Con “El inmigrante latinoamericano” (1980) o “Nuestra voz de tierra, memoria y futuro” (1981) de Gustavo Nieto Roa y Jorge Silva con Marta Rodríguez respectivamente se referencian ambos fenómenos. Ese tipo de filmes le quita un poco la atención a la saturada documentación sobre la guerra contra el narcotráfico por la que se atravesaba en ese momento, sin embargo, esa lucha acarrea que el colombiano fuera y dentro de su propio territorio fuese visto con etiquetas que nunca se irían del todo: narcotraficante, sicario, mula, etc.
Teniendo en cuenta que el cine comercial comienza a tomar fuerza en la taquilla colombiana desde los 70 con su producto nacional, no es de extrañar que existan muchas producciones galardonadas en festivales internacionales. Durante los años 90 hay producciones muy importantes como “La estrategia del caracol” (1993) de Sergio Cabrera, “La gente de la universal” (1991) de Felipe Aljure o “La vendedora de rosas” (1998) de Víctor Gaviria. Eso da paso y luz a temáticas nuevas dentro del cine. En esta década no hay demasiadas películas sobre migración, aunque el desplazamiento forzado siguió incrementándose según los datos oficiales en la página de unidad de víctimas del gobierno y la página de migración colombiana; el imaginario del supuesto primo/tío/ conocido que triunfa en el exterior se mantuvo.
Con la ola de migración a Estados Unidos en los 2000 llega no solo el auge del supuesto sueño americano y el mayor número de desplazados internos debido a la guerra, sino que el cine comercial crece exponencialmente en estas temáticas. Se producen películas como “María llena eres de gracia” (2004) de Joshua Marston aclamada por la crítica, que además gana premios en una lista gigante de festivales internacionales de cine; con películas como “Paraíso Travel” (2008) de Simón Brand se recolectan cifras de 3 millones de dólares solo en Colombia, cosa muy poco común. Cintas como “Siembra” (2016) de Santiago Lozano Álvarez y Ángela Maria Osorio Rojas o “Los colores de la montaña” (2004) de Carlos César Arbeláez le dan un rostro admirable a estas historias que desmienten, narran y dan una voz artística a la realidad.
En la actualidad el desarraigo sigue siendo tema recurrente en la cultura popular, incluso en el género de la comedia. “El Paseo 4” (2016) de Dago García hace una burla al sueño americano y al colombiano promedio en su comportamiento en el exterior. “Se nos armó la gorda” (2015) de Fernando Ayllón es ambientada en Estados Unidos y en la película “Loco por vos” (2020) de Felipe Martínez Amador la trama gira alrededor del sueño de irse a Nueva York. Es dado a entender que a estas alturas y luego de tanto recorrido en todos los aspectos, artísticos o no, es un tema simplemente normalizado en la mentalidad del colombiano. a
Últimos lanzamientos
Por: Nelson Bernal
Apesar de que sus editores le dijeron que nadie consulta enciclopedias en tiempos del internet y Wikipedia, Mauricio Laurens solo quiere ver en su próximo lanzamiento la publicación de una especie de diccionario de cine, y que sus lectores sientan lo que las anteriores generaciones al tener en sus manos una enciclopedia Espasa o Britannica. “Yo había pensado en un volumen para entregar por tomos, pero mis editores dijeron que no. Entonces decidí dejarlo como un único libro enciclopédico, que además es interactivo, pues funciona tal como lo hace un directorio”. Es que la recopilación para esta obra de algunos de sus escritos y de la experiencia de escribir durante casi treinta años para El Tiempo solo puede pensarse como enciclopédica. Laurens publica cada quince días, en ese periódico y dentro de su sección Cine al ojo, columnas de opinión sobre las vicisitudes de los últimos lanzamientos, de los grandes clásicos, de los grandes directores que los hacen y de cualquier hecho interesante que haya quedado en la historia del cine. Leer sus columnas es solo una sustanciosa muestra de todo su prolijo trabajo, pues sus escritos en el diario no se limitan a este formato y ha publicado en otros medios (como Credencial Historia), ha sido el director del programa radial La voz del celuloide en la emisora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y actualmente coordina el Club de
foto : el tiempo
cine externadita, entre otras varias cosas.
“El libro Obras y perfiles del séptimo arte contiene quince capítulos, de los cuales los primeros catorce son un ABC por los apellidos de directores. En total, son 250 directores de cine… bueno, directores y guionistas de cine, lo que en sí se llama autoría de cine. Es decir, es un recorrido por la historia universal del cine en el siglo XX y en la quinta parte del siglo XXI que hasta ahora llevamos. Hay lógicamente autores colombianos, suramericanos, de Hollywood, de cine independiente, de comienzos del cine mudo, cineastas europeos; hay bastante de Francia, de Inglaterra, de Italia, de la antigua URSS; de los países orientales como China, Corea del Sur, Japón y hasta Hong Kong”. Si el lector está interesado en Wes Anderson, busque la letra W; si está interesado en Víctor Gaviria, vaya a la G. Es simple y perfecto. “Y el último capítulo, entonces, ya no habla de autores de cine, sino que es una galería de estrellas, de actores y actrices, en el que se exploran sus vínculos con alguno o algunos de los anteriores autores cinematográficos”. Observando el trabajo de Laurens la mejor deducción que se puede sacar sobre este diverso y completo compendio es que está hecho de una forma tal que hará dudar a cualquiera sobre quién es su director o actor favorito.
Su fecha de lanzamiento no puede ser precisa por las condiciones actuales, pero está proyectada para el segundo semestre de este año. a