Sobre papel Ser periodista consiste en el intento sistemático por reconstruir en velocidad los hechos y contextos de un suceso actual que tiene, o podría tener, interés social. En el mejor de los casos, el ejercicio idóneo de esta artesanía interpersonal básica, debería contribuir a la formación de opiniones mejor fundamentadas entre los miembros de una conversación. Al llevar adelante nuestro trabajo, los periodistas nos embarramos en cuestiones éticas de, por lo menos, cuatro dimensiones: la dimensión personal, la dimensión profesional, la dimensión empresarial y la dimensión social. Nuestras crónicas y editoriales dicen algo sobre cada uno de nosotros, pero también dicen algo sobre la tradición periodística que reivindicamos, sobre la organización para la que trabajamos y sobre la sociedad nacional o global en la que transcurrimos. Como parte de esa tensión entre cuatro nodos asumimos responsabilidades técnicas y políticas, propias y ajenas, porque -sabemos que- nuestros actos, en palabras o imágenes, traen consecuencias. Esto vale tanto para quien elija el pincel minucioso del documentalista como para quien opte por la brocha satírica del humorista. La tentación del periodista, sus frecuentes caídas y recaídas en contradicciones éticas o estéticas, pasa por pensarnos o aceptar que nos piensen como omnipotentes constructores de los acontecimientos y no como lisos y llanos reporteros de acontecimientos construidos individual o colectivamente por otros. Los periodistas podemos ser miembros de sectas, corporaciones o partidos, pero habremos resignado nuestra condición de tales si haciendo parte de esos grupos nos volvemos los voceros altisonantes sólo para amplificar sus medias verdades o sus oportunas mentiras. El periodismo es fiel a su ética y a su estética cuando se toma en serio el trabajo de la pregunta y se pone sin prejuicios en el lugar de la escucha.
¿Hacemos preguntas, escuchamos respuestas? Somos periodistas. ¿Para todo tenemos respuesta, sin siquiera haber escuchado la pregunta? Somos otra cosa, aunque estemos disfrazados de periodistas. “No tener una idea y poder expresarla, eso hace al periodista”. Con algo de sorna y mucho de verdad, el periodista Karl Kraus se definió a sí mismo y a sus colegas hace ya casi un siglo. Lo que era un secreto a voces al interior del gremio, hoy -en épocas de tecno-redes sociales- se ha vuelto un ejercicio de descrédito exponencial y turbo-acelerado. En tiempos de transparencia radical, resulta imposible sostener el engaño del periodismo adulterado. Y más temprano que tarde, el descrédito trae el ocaso. “Éramos el cuarto poder y ahora somos el cuarto de estar”, escribe todavía años después de muerto el periodista español Joan Barril. Y tiene razón. El oficio, para sobrevivir, debe refundarse en ingeniería. Ser periodista, y ser uno que merezca volver a ser llamado tal, implica hoy destrezas de nueva data. El periodismo debería proponerse entender hoy, en tiempo real y a través de acceso multiplataforma, los acontecimientos y procesos que mañana serán Historia. Esto implica afrontar los retos de poner a su favor la revolución digital y de inventarse nuevos modelos de gestión. Transparencia e innovación deben ir de la mano, desafío que supone la utilización de saberes clásicos pero también de nuevas habilidades. ¿Cuáles? Aquellas que permitan identificar una noticia allí donde todavía nadie la ve y, más importante aún, identificar a su público de interesados antes que nadie lo vea. Bienvenidos, entonces, al futuro del periodismo: su presente. Marcelo Franco Director, Maestría en Periodismo Universidad ICESI
papel de colgadura vademécum gráfico y cultural
Universidad Icesi Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Rector Francisco Piedrahita Plata Decano Facultad Derecho y Ciencias Sociales Jerónimo Botero Marino Director Académico José Hernando Bahamón Lozano Secretaria General Maria Cristina Navia Klemperer Directora de la Oficina de Publicaciones Natalia Rodríguez Uribe Asistente Editorial Adolfo A. Abadía Decimotercera edición, Octubre de 2015
Dirigida por Margarita Cuéllar Barona Diseño y diagramación Cactus Taller Gráfico (www.cactus.com.co) Natalia Ayala Pacini Juliana Jaramillo Buenaventura Comité Editorial Marcelo Franco Mauricio Guerrero Oscar Ortega Impreso en Cali – Colombia A.A. 25608 Unicentro Tel. 555 23 34 Ext. 8820 / 8823 Fax: 555 17 06 E-mail: papeldecolgadura@icesi.edu.co Cali, Colombia ISSN 2011-9763
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Ín di ce 08
De qué hablamos cuando hablamos de periodismo
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El suicidio del periodismo | ¿Y si los periodistas se decidieran a hablar? / Sylvia Debossan Moretzsohn
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Entrevista a 8 voces con Leila Guerriero / Roberto Herrscher
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Contando la realidad con las armas de la literatura / Juan David Correa
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Descomposición digital / Bruce Stearling
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El día que Google le quiso dar papaya a Wikileaks
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Nosotros, los Niños Web /
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El apocalíptico, el integrado. Reflexiones sobre el oficio del periodismo en 140 caracteres / Miguel Ángel Bastenier
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Un nuevo género periodístico en Colombia / Mauricio Guerrero
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De periodistas que sepan traducir la ciencia y ciudadanos que puedan activar la democracia / Julio César Londoño
60
Q´Hubo, el lánguido adiós de El Caleño / Óscar Ortega
62
La radio está por y para hacerse / Ómar Rincón
66
Se le informa desde aquí… contado por un andaquí / Esteban Ramírez
72
Los contornos de una idea / Howard Luck Gossage
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CONGA, vida y muerte en tiempos del extractivismo / Jesús Cossio
78
Consejos para escritores y periodistas / Sergio Ramírez
29, 53, 57, 65, 81 - 83
Slogans para el siglo 21 ǀ Slogans for the 21st Century / Douglas Coupland
Piotr Czerski
80
50
Marcelo Franco
¿Cómo conseguir trabajo? / HOJA DEBIDA de una periodista digital que se alimenta de pan y no de bytes / Natalie Sánchez
Unas pocas sugerencias inmodestas para periodistas modestos /
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Autores
“La
mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”.
Gabriel García Marquez, Discurso ante la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, 7 de Octubre de 1996, Los Ángeles
“En un mundo donde la información se encuentra por doquier, el buen periodismo es un artículo de lujo, por el que pocos están dispuestos a pagar”. Martha Ruiz, Revista Arcadia (Septiembre, 2014)
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“Donde
el periodismo no funciona gana la muerte”.
Marcela Turati, Discurso al recibir el reconocimiento a la Excelencia Periodística del Premio Gabriel García Márquez (Octubre, 2014)
“Las
malas personas no pueden ser buenos periodistas”. Ryszard Kapuscinski, “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo” (2005)
“La diferencia entre ficción y no ficción no es tan grande. Lo que los distingue y separa es que una tiene que decir la verdad y la otro puede imaginarla. Pero a veces, cuando imaginas la verdad, parece más cierta que cuando informas sobre algo tratando de mantenerte lo más próximo posible a la verdad”. Gay Talese, “Vida de un escritor” (2012)
Gran parte de la obligación de los periodistas es enseñar a ver. Hay que buscar lo que no esta viendo la gente. Alma Guillermoprieto, Conferencia dictada en la Universidad de Los Andes, Bogotá (Octubre, 2011)
Hubo tiempos en que los hombres sabían que sólo si mantenían una atención extrema iban a estar prontos en el momento
en que saltara la liebre –y que sólo si la cazaban comerían
esa tarde. Por suerte ya no es necesario ese estado de alerta permanente, pero el cronista sabe que todo lo que se le
cruza puede ser materia de su historia y, por lo tanto, tiene que estar atento todo el tiempo, cazador cavernario. Es un
placer retomar, de vez en cuando, ciertos atavismos: ponerse primitivo. Digo: mirar donde parece que no pasara nada,
aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos. Buscar,
buscar, buscar. Uno de los mayores atractivos de componer una crónica es esa obligación de la mirada extrema.
Martín Caparrós, Ponencia durante el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, Cartagena (2007)
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En la terrible historia de hambrunas que tiene el mundo, ninguna significativa sucedió nunca en un país independiente y democratico con un periodismo relativamente independiente. Amartya Sen,
“La Democracia como un valor universal”
(1999)
Actualmente, la única forma de saber si algo es periodismo, es escuchar a la audiencia. Si la audiencia dice que eres periodista, pues en ese caso eres un periodista y puedes ser incluso un periodista exitoso. Jean Francois Fogel, “La prensa sin Gutenberg” (2007)
En cualquier lugar del mundo el periodista se enfrenta a diario con situaciones en las que debe tomar una decisión. Cada caso es un reto personal, y es en ese reto en el que se fundamenta la búsqueda de la ética. Cada ocasión presenta unas circunstancias y cada elección está condicionada por ellas, por eso, para poder juzgar a otro habría que ponerse en su lugar, su momento y sus circunstancias. Muchos de los periodistas se preguntan cada vez que salen en busca de información y se encuentran con dramas producto de la pobreza, de los malos gobiernos, de la corrupción y de la falta de justicia, ¿hasta dónde debo actuar como periodista y hasta donde como ciudadano? El periodista es un ciudadano preparado para enfrentar dilemas que intentan ponerlo en conflicto, y con la certeza de que por su oficio no está en capacidad de remplazar la labor de otros (jueces, abogados o políticos). Y el periodismo es, ante todo, una función social. Si no se está al servicio de la sociedad, el oficio pierde toda trascendencia. Javier Darío Restrepo, Taller de Ética Periodística (2003)
Es muy facil que el periodista sea manipulado cuando no marca su territorio, cuando es muy laxo y condescendiente. Es mas facil que pierda objetividad cuando se hace “amigo” de sus fuentes. Es entonces cuando su trabajo se convierte en el mismo que podría hacer una grabadora. Un trabajo con poco criterio y sin responsabilidad social. Un buen periodista debe encontrar siempre el punto medio. En una relación de respeto mutuo, el periodista debe acercarse a la figura pública sin que sea eclipsado por el poder, sin perder la facultad de juicio. Es necesario recordar siempre que, ante todo, los periodistas servimos al público y a nadie mas. John Lee Anderson, Taller dictado en la Fundación Proa, Buenos Aires, Argentina (Diciembre,
2005)
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Frente a la marea creciente de imbecilidad, es necesario igualmente oponer algunos rechazos. Todos los condicionamientos del mundo no harán que un espíritu limpio acepte ser deshonesto. Ahora bien, y aun conociendo poco del mecanismo de las informaciones, es fácil asegurarse la autenticidad de una noticia. Es a ello que el periodista libre debe dedicar toda su atención. Si no puede decir todo lo que piensa, puede no decir lo que no piensa o lo que cree falso. Es así que un diario libre se mide tanto por lo que dice como por lo que no dice. Esta libertad completamente negativa es, de lejos, la más importante de todas, si se la sabe mantener. Dado que prepara el advenimiento de la verdadera libertad. En consecuencia, un diario independiente ofrece el origen de sus informaciones, ayuda al público a evaluarlas, repudia el abarrotamiento de los cerebros, suprime las invectivas, mitiga mediante comentarios la uniformización de las informaciones, en breve, sirve a la verdad en la medida humana de sus fuerzas. Esta medida, tan relativa como puede serlo, le permite al menos rechazar lo que ninguna fuerza en el mundo podría hacerle aceptar: servir a la mentira. Albert Camus, “El periodismo libre” (censurado en 1939, recuperado en 2012)
Todo lo que escribo está precedido de enormes lecturas. Yo leo mucho
porque estoy convencido de la importancia de profundizar todo lo que se pueda en el tema sobre el que debo elaborar un texto. Vivimos en un
mundo de enorme producción intelectual, donde se han escrito montones de libros sobre todos los temas. Escribir sin conocerlos, o sin siquiera saber de su existencia, revela una actitud muy ingenua. Siempre hay
expertos en esos asuntos acerca de los cuales nos toca escribir, y el valor de su trabajo es incalculable para el nuestro.
Si vamos a hablar de fenómenos sociales, por ejemplo, debemos construir el enfoque de una manera amplia: la filosofía, la antropología, la
psicología de esos fenómenos. No podemos adentrarnos en el campo
social y político sin antes leer mucho. Eso es indispensable, no sólo para no caer en descubrimientos ya hechos por otros sino porque la lectura
previa da fuerza a nuestra prosa. Si un autor se siente inseguro acerca del objeto de su trabajo, inmediatamente su escritura deja ver esa
falta de confianza. La fuerza de la prosa viene de nuestra seguridad.
Personalmente creo que existe una proporción entre la lectura previa y la buena escritura: para producir una página debimos haber leído cien. Ryszard Kapuscinski,
“Los cinco sentidos del periodista” (2003)
El suicidio del periodismo 01
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多Y si los periodistas se decidieran a hablar? Sylvia Debossan Moretzsohn
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El suicidio del periodismo A principios de los 90, el Internet aún se encontraba en sus inicios en Brasil, pero ya empezaban los debates sobre el futuro del diario impreso y del mismo periodismo ante la nueva tecnología. En 1993, el periódico Folha de S. Paulo promovió su primer foro internacional para tratar ese tema. Uno de los invitados, Warren Hoge, en ese entonces jefe de redacción adjunto al New York Times, resumió la crítica a los que exaltaban la posibilidad de prescindir de esta mediación esencial: los diarios, dijo, le dan al público “lo que este no sabe que necesita”. En ese entonces se hablaba de “información personalizada”, ofrecida todavía por los periódicos de siempre –lo que hoy conocemos como “los medios tradicionales”– a partir de los cuales se incentivaría al público a montar su propio periódico. Sería una expresión de la libertad de elección. En ese entonces escribí que ésta sería “una fórmula que expande el antiguo principio del ‘derecho a saber’: el público no sólo tiene ese derecho, sino que ya sabe lo que quiere y dónde encontrarlo. La secuencia lógica es, por un lado, la segmentación de la audiencia y la formación de un círculo vicioso que termina siendo lo contrario de la diversidad prometida: la constitución de guetos cerrados que giran alrededor de sus propios intereses” (Jornalismo em ‘tempo real’. O fetiche da velocidade, 2002). Rápidamente, la hipótesis de que el público monte su propio diario por ese método fue remplazada por la exaltación del protagonismo de ese mismo público en la producción de noticias. Sin ninguna base de argumentación, pues debería ser evidente que ese público por lo general no tiene acceso a las fuentes que podrían suministrar información, ni competencia o tiempo para determinar lo que quiere que sea. Sin em-
bargo, con la ayuda de teóricos famosos que surfean en la ola del momento y solo producen espuma pero que incluso tienen una gran audiencia y especialmente en el medio académico, esa idea libertaria del periodismo-ciudadano se ha diseminado y ayudó a minar el terreno en el que se practica el periodismo profesional, dentro o fuera de las grandes empresas de medios.
Periodismo caza clics Al mismo tiempo, las grandes empresas en Brasil y en el exterior no parecen tener claridad sobre lo que tienen que hacer ante el campo que abrió Internet y, en vez de darle prioridad al periodismo, que exige un distanciamiento y rigor, ceden gradualmente a la inmediatez y a la cacofonía de las redes. La justificación actual es que la alteración en el ámbito de lectura y consumo de noticias provocada o favorecida por la diseminación de la tecnología digital dejó el periodismo en un ambiente inédito e imprevisto, que le retiró a las empresas el sustento de la publicidad tradicional. El resultado sería la ‘caza al clic’ como forma de contabilizar una cantidad de lectores atractiva para el mercado publicitario, aunque sea difícil establecer preferencias de consumo –y, por lo tanto, definir el “público meta”– en un medio tan dispersivo y volátil como el virtual. Sucede que la caza al clic es la muerte anunciada del periodismo, porque lo que acostumbra emocionar al público es la sorpresa, el escándalo, lo bizarro, lo curioso, lo grotesco. En resumen, el fait-divers, que siempre fue un elemento periférico para los diarios de referencia.
El camino de la decadencia
Tendedero digital
La gravedad de la situación se puede medir por la investigación publicada por Quarts, página de noticias de negocios ligada a la revista The Atlantic, que ubica a Brasil como líder de las noticias de negocios al frente del consumo de noticias en Facebook: de los 80% que dicen frecuentar este medio, 67% afirman que lo utilizan para consumir noticias. Restaría indagar lo que se clasifica como “noticia”: hace muchos años, una encuesta de la audiencia de programas de radio populares indicó que gran parte de ese público consideraba como “noticia” la publicidad de promociones de los supermercados hecha por los animadores durante los programas.
Lúcia recuerda que “la información periodística, para Facebook, es tan sólo un acuerdo para ajustar el escenario de otras plataformas más rentables” y recuerda un comentario de Mark Zuckerberg, que define su concepto de noticia: “Una ardilla que se está muriendo en tu jardín puede ser más relevante para tus intereses en ese momento que la gente que se muere en África”. “La relevancia a la que se refiere Zuckerberg”, dice Lúcia, “es la decidida por su algoritmo orwelliano. Una fórmula matemática decide lo que es noticia en este tendedero digital”.
Al compartir el gráfico, la periodista Lúcia Guimarães comentó: Así como quemamos la etapa de la lectura en los años 60, pasamos del gran analfabetismo a un sistema de televisión sofisticado que unió el país (…), no vamos a migrar a plataformas integrales de periodismo digital. El periodismo, no importa si es en papel o digital, es un pilar de la democracia. Vamos a ir directamente al desmantelamiento de la experiencia de la información posterior. En el momento en que los medios en Brasil y Estados Unidos (New York Times y otros varios a bordo) consideran ceder gran parte de su independencia a la plataforma de Facebook (salen los links, Facebook se convierte en el anfitrión del contenido periodístico, controla el tráfico), las consecuencias, en el caso de Brasil, son particularmente asustadoras. Ya tenemos una generación poco educada y de no lectura que está llegando a la edad adulta convencida de que informarse es circular por aquí [por Facebook].
Es la misma generación que se “educa” en las escuelas investigando por Internet sin la debida orientación, con resultados previsiblemente catastróficos.
De ahí viene su conclusión sobre el fin del periodismo –no el periodismo impreso, sino el periodismo como lo conocemos y valorizamos–, como quien marcha “con los ojos vendados en el tablón del barco en dirección al mar”. Lúcia concluye: Informar no es complacer. Quién sabe, tal vez una nueva generación se va a imaginar alternativas para esta alienación que se ve claramente reflejada en el debate político brasilero, contaminado por la polarización y el desprecio por los hechos. Pero a mediano plazo no me puedo sentir optimista sobre este dilema en Brasil. Los nuevos destituidos no serán necesariamente los explotados en un mercado laboral injusto. Serán los que no saben, no quieren saber o no saben qué más hay por saber.
“No saben qué más hay por saber” porque estarán en un tiempo en el que no habrá más periódicos para “darle al público lo que no sabe que necesita”. Así se deforman los ciudadanos involuntariamente alienados, como observó Janio de Freitas en el periódico Folha de Sao Paulo, al criticar la falta de divulgación de la información relacionada a las discusiones sobre la reforma política, de obvio interés público: “La información y la acción pública van
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juntas. (…) No siempre quien calla está de acuerdo. Depende de estar o no informado”.
¿Reinventar el periodismo? Pensemos ahora en el cuadro que vivimos actualmente: la ola de despidos en los principales periódicos del país, en parte como consecuencia de la situación económica de Brasil, que lleva a las empresas a recurrir al mecanismo de siempre y a reducir gastos mediante el recorte de profesionales, justamente aquellos que podrían garantizar la calidad de su “producto”. En esos momentos regresan con fuerza los llamados a la “reinvención” no solo del periodismo sino también del mismo periodista, supuestamente no calificado para actuar en ese nuevo ambiente que, al mismo tiempo, nadie sabe cómo funciona o para dónde va. Al respecto, el estudiante de periodismo Ricardo Faria recordó el artículo de la revista New Yorker de enero de este año, un texto irónico sobre el “rey de los caza clics”, un creador de páginas web diseñadas específicamente para que se vuelvan virales y se beneficien con los clics de Facebook. “Es el retrato del espíritu de esta web”, comentó, destacando un pasaje significativo en el que el “empresario”, explica su proceso de trabajo:
Pero se trata de un estudiante crítico. ¿Cuántos no verán allí una solución “creativa” para la crisis de la profesión? No. Cambian las tecnologías, no los fundamentos. El periodismo no necesita reinventarse: necesita corresponder al ideal que lo justifica y lo legitima socialmente. Ya se ha dicho muchas veces que la inmediatez y la cacofonía de las redes hacen del periodismo más necesario para filtrar, en medio de la profusión de banalidades, rumores, falsedades e inexactitudes, la información confiable y relevante. Es, además, una tarea que exige compromisos éticos fundamentales, y esto no es retórica vacía: la ética se refiere a principios y finalidades. La ética presupone autonomía y libertad. Exige, por lo tanto, una lucha permanente, sobre todo cuando las empresas mostraron su falta de respeto a estos supuestos.
Fábrica para la producción de infelices
Si yo fuera responsable por una empresa de hard news y quisiera informar a las personas sobre Uganda, en primer lugar buscaría descubrir exactamente qué es lo que está ocurriendo allá. Luego buscaría algunas imágenes conmovedoras e historias que causen emoción, haría un video –de menos de tres minutos– con palabras y estadísticas simples y claras. Frases cortas y declarativas. Y, finalmente, le diría a las personas algo que pudieran hacer, algo que los hiciera sentirse esperanzadas.
Pero para hacer periodismo es necesario contar con profesionales competentes. La reciente ola de despidos golpeó a muchos de los más experimentados. Algunos salieron por solicitud, insatisfechos con la falta de perspectiva de valorización en la empresa. Los bajos salarios de la mayoría y la falta de un plan de carrera son quejas recurrentes. Entre los periodistas empieza a difundirse el sentimiento de que esta es una profesión que tiene hasta 30 años y no tiene hijos, y que las salas de redacción son una fábrica para producir infelices: personas mal pagadas y a quienes no se les reconoce lo que hacen. Considerando que el periodismo es una actividad a la que las personas se dedican por gusto, no es difícil calcular el tamaño de la frustración.
“Aquella frase de Saramago resuena en mi cabeza: ‘De escalón en escalón, vamos bajando hasta el gruñido’”, se desahogó el estudiante.
Reinventarse y volverse emprendedor de sí mismo es el mantra de este mercado que desmantela cualquier perspectiva de estabilidad y arroja escarcha sobre la dramáti-
ca realidad de precarización, de la cual las propuestas de tercerización, actualmente en discusión y cínicamente vendidas como un beneficio para los empleados, son el mejor ejemplo. Los cambios en el mundo del trabajo han llevado a muchos trabajadores calificados a degradarse –perdón, a “reinventarse”–, obligándolos a abandonar habilidades duramente aprendidas para transformarse en ‘hombres orquesta’. Simplemente porque hay que sobrevivir y porque no se vislumbra una solución inmediata. La crisis a la que nos estamos enfrentando, y que no es de hoy, nos impone una respuesta a la altura, y esta respuesta no será individual, como sugiere la idea de “reinventarse”, que ignora la perspectiva colectiva, sin la que nada cambia. Para los periodistas, en particular, esta respuesta no puede prescindir de la lucha por recuperar la dignidad y por exigir el respeto de los principios que guían la profesión.
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¿Y si los periodistas se decidieran a hablar? En una de sus películas más famosas, La rosa púrpura del Cairo, Woody Allen enfrenta el deseo de libertad con sus límites y la fuerza del engranaje movido para mantener el mundo tal como es. El personaje de repente rompe el guión que le es impuesto y se asume como persona, conmovido por la chica que se refugia en el cine para escapar de la rudeza de la vida cotidiana, opresiva y sin perspectivas de los tiempos de la gran depresión americana. Sale de la pantalla, la invita a vivir el sueño, quiere sentir por sí mismo el placer de estar vivo. Va a cenar con la chica a un restaurante lujoso, pero se sorprende porque las cosas no funcionan como en la película:
no puede pagar la cuenta con dinero escenográfico, simples pedazos de papel que imitan a los billetes verdaderos. Entonces, escapa una vez más: quien experimenta la sensación de libertad no puede aceptar regresar a la prisión. En todas las salas en las que pasan la película el personaje se rebela y va contagiando a los demás, que también empiezan a actuar por su propia cuenta. Es una rebelión que debe ser contenida: entonces, los comandantes de la industria generan una estrategia para forzar el regreso a la situación que les devolverá el control. Vivimos así, entre lo que nos impulsa en dirección a la libertad y lo que nos obliga a obedecer. Como en los versos de Chico Buarque, hace cuarenta años: “todo el día solo pensamos en poder parar y decir no, después pensamos en la vida y nos callamos con la boca de frijol”. Mientras tanto, si de hecho siempre nos calláramos, ni siquiera podríamos producir versos como esos: estaríamos tan adaptados que ni nos daríamos cuenta de la alienación. Y es la conciencia de la alienación la que nos lleva a luchar contra ella y a enfrentar el sistema que nos restringe.
La dignidad del insecto La perversidad del sistema no está solo en reducirnos a la mediocridad, sino también en llevarnos a que nos enorgullezcamos de ella, presentándola como lo opuesto de lo que es: como virtud. Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de un sueño inquieto transformado en un gran insecto, provocó terror en todos los que lo rodeaban. ¿Por qué? Porque le mostró a todos lo que nadie deseaba ver. Como señaló el psicoanalista Hélio Pellegrino en un notable ensayo sobre el cuento de Kafka –“El honor de ser insecto”, publicado originalmente en el diario Jornal do Brasil del 9/6/1968 y reproducido en el libro A burrice do de-
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monio (1988)– al asumir radicalmente su condición de invertebrado, aquel modesto vendedor ambulante demostró que “no logra vivir como persona en una estructura social que niega a la persona. Y no lo logra justamente por ser una persona, por tener vocación de persona”. Así, transformándose, pierde su condición humana pero “logra hacer de esta pérdida una desesperada afirmación de la humanidad”. Conste que tratamos de encajar. Conste que hicimos todo tipo de malabarismos para seguir llevando la vida, ignorando los mecanismos que hacen girar los engranajes que nos exprimen hasta el límite de lo insoportable. Pero no podemos evitar que las frustraciones se acumulen y entonces, de repente, nos damos cuenta.
Enfrentar el sufrimiento En Brasil aún son raras las investigaciones sobre el mundo del trabajo de los periodistas. Quien se dedica al tema sabe qué tan difícil resulta encontrar personas dispuestas a dar su testimonio y, aun así, siempre bajo la condición de anonimato y con todas las precauciones para borrar las huellas del discurso que podrían dar pistas sobre la identificación de los encuestados. Sin embargo, poco a poco van surgiendo resultados de investigaciones en esa área. Por ejemplo, en el libro As mudanças no mundo do trabalho do jornalista (2013), Roseli Figaro, Cláudia Nonato y Rafael Grohmann exponen la situación de los profesionales en São Paulo, desde los empleados en una empresa tradicional hasta los que sobreviven como free-lancers, pasando por los que tienen distintos vínculos laborales y por los que se desempeñan en oficinas de prensa. En mayo pasado, en Florianópolis, el III Mejor –anagrama en portugués de “cambios estructurales en el periodismo”, tema en torno al que se viene organizando un grupo cada vez mayor de investigadores–
ofreció la oportunidad de discutir acerca de “los silencios del periodismo”, incluyendo los que recaen sobre “los dolores y enfermedades resultantes del ejercicio de la profesión”, que tantos periodistas no quieren reconocer “para no demostrar debilidad”. Esto no se refiere estrictamente a problemas psicológicos pero tiene que ver con la imagen que se debe preservar en el ambiente laboral, en el que los dirigentes, usualmente muy bien remunerados, también son periodistas.
Salir de la pantalla No se trata de hablar apenas del propio sufrimiento resultante del trabajo en esas “fábricas para producir infelices” en las que se transformaron las salas de prensa –y la referencia evidentemente no se limita a ese campo de actuación, pues la producción de infelices es propia de un sistema basado en el trabajo alineado–, sino de dar su testimonio sobre lo que vivieron y viven allí, lo que puede ayudar a aclarar el origen de los desvíos a los que nos enfrentamos hoy en día y a buscar soluciones colectivas para la recuperación de la dignidad y del prestigio profesional. Salir de la pantalla que aprisiona y obliga a seguir un guión impuesto: si hay alguna ventaja en un momento de crisis, es el de quitar el velo que cubre la fantasía y lleva al valor para hablar, incluso con los debidos cuidados. ¿Quién sabe si pueda tener esperanza? “O suicídio do jornalismo” salió publicado en la edición 847 (Abril, 2015) de Observatório da Impresa (http://observatoriodaimprensa.com.br/imprensaem-questao/o-suicidio-do-jornalismo/) “E se os jornalistas resolvessem falar?” salió publicado en la edición 848 (Abril, 2015) de Observatório da Impresa (http://observatoriodaimprensa.com.br/ imprensa-em-questao/e-se-os-jornalistas-resolvessem-falar/) Traducción: Tiziana Laudato
ENTREVISTA A
voces con Leila Guerriero
Roberto Herrscher
Lupe de la Vallina / Jot Down Magazine
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“Parece haber en mí una voluntad de contar historias periféricas”
Conocí a Leila antes de que fuera la Leila Guerriero alabada por Mario Vargas Llosa y seguida por una legión de jóvenes aprendices de cronistas desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Después aprendí y me beneficié de su talento como editora, cuando hincó los dientes en mis textos en las revistas Gatopardo y Travesías. Sólo después disfruté de sus primeros éxitos. Pero cuando la conocí no le había leído nada: era una chica flaca, enigmática, sonriente, con el pelo como una explosión esponjosa. Y con una inteligencia penetrante.
como decía Tom Wolfe del Nuevo periodismo en la Norteamérica de los 60 y 70, está produciendo la mejor literatura de la actualidad.
Por eso no me sorprende el lugar que ahora ocupa entre los contadores de lo real. Cada uno de sus libros es un acontecimiento. El último, por ejemplo. En Una historia sencilla (Alfaguara, 2013), un oscuro baile folklórico argentino, el malambo, se convierte en metáfora de muchas cosas: une la tradición y la modernidad, un mundo que se acaba y otro que nace, la línea tenue entre el triunfo y el fracaso. En sus manos, el perfil de un bailarín de malambo es un auténtico drama griego.
¿Qué preguntarle a Leila? El dilema me agarró en medio de unas jornadas literarias en una universidad de Barcelona. Se me ocurrió pedirles a algunos de los grandes cronistas y estudiosos del periodismo narrativo que me ayudaran: una pregunta cada uno. Continué con el ejercicio por email, con más colegas y amigos de Leila, que también son gran parte del “canon” de la crónica. Al final creo que salió un cuestionario amplio y divertido, donde Leila le responde a sus compañeros de generación, que preguntan a partir de sus propias inquietudes y sueños.
Ya lo había conseguido su primer libro, la escalofriante fábula real Los suicidas del fin del mundo (Tusquets, 2006) sobre un pueblo patagónico donde se empiezan a suicidar los adolescentes. Y lo continúa con sus precisas y poéticas historias de ganadores amargos y perdedores luminosos que componen su antología Frutos extraños (Alfaguara, 2012) y su colección de perfiles de escritores, el importante Plano americano (Universidad Diego Portales, 2013). En América Latina, Guerriero es ya parte fundamental del avance de esta forma de contar novelísticamente hechos reales que,
Desde hace poco más de una década, Guerriero se despliega en varios frentes: como editora de algunas de las mejores revistas del género, como profesora y conferenciante y, sobre todo, como autora de excelentes crónicas que publica en una decena de medios: Gatopardo, Paula, Soho, Etiqueta negra, El País…
Los preguntones somos: los colombianos Alberto Salcedo Ramos (El oro y la oscuridad, La eterna parranda) y Patricia Nieto (Los escogidos), los españoles María Angulo (Crónica y mirada, Periodismo literario) y Jordi Carrión (Librerías, Teleshakespeare, Australia), la peruana Gabriela Wiener (Sexografías, Nueve lunas) y los argentinos Martín Caparrós (Larga distancia, Amor y anarquía, El interior), Rodrigo Fresán (Historia argentina, Jardines de Kensington, La parte inventada), y yo mismo (Los viajes del Penélope, Periodismo narrativo).
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El burro delante, empiezo yo: ¿Hay algo que te haya sorprendido de tu ascenso a la cumbre de los mejores y más admirados cronistas de Latinoamérica en estos últimos años? ¿Estaba todo planeado, calculado? ¿Algo fue azar? ¿Algo te salió totalmente distinto? Detesto la falsa modestia, pero aún a riesgo de parecer un despreciable ser falsamente modesto debo decirte que todavía me sigue pareciendo milagroso que la gente lea lo que yo escribo, y que a lo mejor es gracias a ese milagro -y a la renovación de ese milagro- que mantengo el entusiasmo. No sé si viene a cuento pero, hace muchos, muchos años, en Panamá, me pasó algo que yo creo que es y será insuperable. Iba caminando por la calle con la persona que me había invitado, Dilmar Rosas, y de pronto escuchamos: “Tú eres Leila Guerriero”. Una voz de mujer, una voz muy educada. Me di vuelta y vi a una señora entrecana, elegante, sentada en el piso frente a una de esas mantas que tienden los artesanos, llena de artesanías. Le dije “Sí, señora, ¿y usted cómo sabe?”. Y me dijo “Es que yo te leo en Gatopardo y te reconocí por la foto de la página de los colaboradores”. Yo era una persona que había publicado un libro que se conseguía sólo en la Argentina, que trabajaba en mi país desde hacía años pero que había empezado a escribir hacía muy poco en medios de afuera. Creo que, de hecho, estaba en Panamá dando uno de mis primeros talleres. La mujer me mencionó varias notas, me dijo las cosas que le gustaban de esos textos. Yo creo que en ese momento supe que no me iba a pasar, nunca más, nada más impresionante que eso. No sé por qué te cuento esto. Supongo que porque en ese momento sí me sentí en un extraño sitio extraño. Pero todo eso que decís acerca de los mejores y más admirados cronistas, etcétera... yo más bien tiendo a dudar de que sea así. A lo mejor el momento en el que uno cree, de verdad, ser uno de “los mejores y más admirados” es cuando, precisamente, toma la bifurcación equivocada, empieza a pensar más en su propio ombligo que en el motivo por el cual había empezado todo esto, que era tratar de contar historias y contarlas bien. La siguiente estación, entonces, se llama Desastre Total Choque Masivo Contra El Ego Sin Sobrevivientes. En cuanto al cálculo y la planificación, por supuesto que no había nada calculado. Por supuesto que nada salió totalmente distinto a lo que había pensado, porque no había pensado nada. Quería cosas, anhelaba cosas (básicamente, viajar y vivir de lo que escribía). No era una hoja al viento que se lanza al río y dice “hagan de mí lo que quieran”, pero siempre tuve la idea de que el trabajo se defiende solo y que, antes o después, si un editor tiene que verte, te va a ver. De hecho, me hice periodista de una forma impensada, llevando un relato al diario Página/12, dejándolo en la recepción, topándome con ese relato publicado días después y, a partir de ahí, se dispararon una cantidad de cosas. ¿Qué planificación podría haber tenido si el primer movimiento dependió tanto del azar? Sí creo que, cuando una oportunidad llega, cuando una puerta se entreabre, uno tiene que esforzarse
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en demostrar que está a la altura de las circunstancias. Eso sí he tratado de hacer: honrar el espacio que me dieron, tratar de estar a la altura de la confianza y la expectativa de quienes me dieron esas oportunidades.
Martín Caparrós te pregunta por qué escribís de los temas y los personajes de los que escribís.
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Eso es tan difícil como saber por qué me gustan más los rubios que los morochos. He pensado, en estos últimos tiempos, que parece haber en mí una voluntad de revisar lugares comunes y de trabajar contra ellos. Una voluntad de contar historias periféricas, una voluntad de rescatar actores secundarios de tramas más enormes. Creo que, si me pongo a repasar un poco, los temas que he tocado en todos estos años podrían encuadrarse más o menos cómodamente en esas categorías, que por suerte son bien amplias y me permiten, entonces, escribir un perfil de un escritor exquisito pero desconocido (la periferia) y un perfil de un poeta conocidísimo pero con una mirada distinta a la mirada consagratoria de toda la vida (revisar el lugar común). Por otra parte, yo escribo para que alguien lea. Entonces, a la hora de escribir un artículo -los libros son otra cosa-, también tengo en cuenta la pregunta de “¿Y por qué cuernos a la revista Pirula va a interesarle publicar un artículo sobre esto?”. Eso que llaman “excusa o justificación periodística”, a mí me sigue pareciendo, en ocasiones, importante.
María Angulo quiere saber cómo tomás temas locales, hasta folklóricos, y les encontrás un ángulo universal, abarcativo, de manera de poder llegar e impactar a un público totalmente distinto al de tu entorno. Será por aquella frase tan sabia de que si pintás tu aldea pintarás tu mundo. He pensado mucho en esa frase desde que, por ejemplo, Anagrama publicó Una historia sencilla, el último libro que escribí, en España. El libro cuenta la historia de un hombre que quiso ganar una competencia de baile folklórico, de un baile que es conocido casi sólo en la Argentina y que se llama malambo. ¿Por qué a una editorial como Anagrama pudo interesarse un libro sobre algo tan tétricamente local? Yo creo que lo que sucede es que éste no es un libro sobre el malambo, tema que le hubiera interesado a cuatro personas y a mí. La competencia a la que se presenta el protagonista del libro pone, como condición tácita, que, una vez consagrados campeones, los bailarines que participan ya no pueden volver a presentarse en otra competencia de malambo nunca más en su vida. Entones, por un lado, éste es un libro sobre el esfuerzo de un hombre que quiere alcanzar algo -ser campeón- y, por otro, un libro sobre un tipo que avanza hacia su propia inmolación con alegría, alguien que sabe que, para ganarlo todo, tiene que estar dispuesto a perderlo todo. Y a mí me parece que esa ideíta -un tipo que todos los días se levanta e insiste tozudamente en alcanzar el sueño que lo mantiene vivo aun cuando sabe que, una vez
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alcanzado, ese sueño va a llevárselo todo con él- es bastante universal desde los griegos. Creo que todo texto que logra trascender lo local trabaja, de fondo, con una idea universal bien gruesa.
Jordi Carrión me pide que te pregunte si cuando escribís cambiás mucho según el medio y el público. Sobre todo, le sorprende lo que hacés para Babelia, y tu valentía de estilo propio y resistencia a “babelizar”.
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Yo creo que no. En todo caso, no de una manera en la que yo me dé cuenta. Pero si es que uno tiene algo que pueda llamarse “estilo”, me parece que eso incluye la idea, para mí obvia, de que cada artículo debe tener, dentro de ese estilo, su tono. Quiero decir que no todos los textos tienen que tener el mismo laconismo o la misma enjundia o la misma fragmentación. No se escribe igual sobre un equipo de antropólogos forenses que sobre el estado del idioma español en Iberoamérica. Más allá de eso, no siento que tener un estilo propio sea una valentía, sino lo mínimo que uno puede hacer si va a dedicarse a escribir. Y no me he “resistido” a babelizar, porque no entiendo bien en qué consiste eso. En todo caso, nadie nunca intentó babelizarme (o gatopardizarme o mercurizarme o malpensantizarme). Me invitaron a escribir en ese lugar, y en otros, porque supongo que a alguien le gustó lo que yo escribía, y me dejaron hacer. Lo contrario -invitarme a escribir y decirme “ahora tenés que escribir como yo te digo”- hubiera sido como, con perdón y modestia, enamorarse del Che Guevara, casarse con él y, al otro día, regalarle una afeitadora.
A Rodrigo Fresán le inquieta por qué no te metiste, no te metés y según él juraste no meterte en el futuro (tenés que confirmar si esto es cierto) en el terreno de la ficción. ¿Por qué? Y pregunta si tal vez es porque venís de Junín, tierra de origen de la mayor ficción de la Argentina, Evita. Ups. Es que yo jamás juré no meterme, a futuro, en el terreno de la ficción. O eso creo. De hecho, cada vez que hablo del tema me preocupo por aclarar que lo mío no es un vade retro satanás. Soy una devota lectora de ficción. Si algo sé, lo aprendí de la ficción. Pero eso no significa que necesariamente sienta deseos de escribirla. También voy mucho al cine, y no se me ocurriría dirigir una película. Sólo digo, cuando me preguntan -y sólo porque siempre me preguntan, y no sé por qué me preguntan tanto, porque a ningún autor de ficción le andan preguntando por qué no escribe periodismo-, que yo, por ahora, parece, no tengo la vocación de la ficción. Para hacerlo corto, yo empecé escribiendo ficción, pero una vez que empecé a escribir periodismo ya no quise escribir otra cosa. La idea de inventar una historia, o de agregar invención a las historias reales, no me resulta atractiva. Una vez, hace años, un escritor me dijo que, con la historia de un libro que escribí y que se llama Los suicidas del fin del mundo -doce personas jóvenes que se suicidan en un año y medio en un pueblo de la Patagonia-, podía escribir una estupenda novela. Pero a mí esa idea, en vez de entusiasmar-
me, me parecía un desperdicio. ¿Qué podía agregarle yo a una realidad tan tremenda: un pueblito petrolero de la Patagonia, doce personas jóvenes ahorcadas o con un tiro en la cabeza, todos con unas historias familiares tétricas viviendo en un sitio ahogado en petróleo y putas que rechinaba en medio del viento patagónico? Un buen novelista te escribe, con eso, algo impresionante. Yo no puedo. A mí me gusta tanto, pero tanto tanto, que eso haya sucedido, que no veo qué puedo agregar para mejorarlo.
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Pero, por otra parte, me parece un poco peligroso pensar que porque uno tiene una remota habilidad para escribir no ficción, podría tener esa misma habilidad, intacta, impecable, para escribir ficción. Yo creo que son vocaciones diferentes. Que la cabeza de un escritor de ficción funciona diferente a la de un escritor de no ficción. A veces, ambas cabezas conviven con éxito. Capote, Walsh, por ejemplo. Pero no siempre eso sucede. Por otra parte, para mí es muy claro que el estilo que yo uso en el periodismo no puede trasvasarse, así nomás, a la ficción. A lo mejor eso no es tan claro para los demás, pero para mí si lo es, como el agua. Además, no creo, nunca creí, que el periodismo sea una escritura de bajo voltaje, algo así como literatura outlet. Nunca lo tomé como un sitio donde hacer mis primeras armas, o armarme un nombre, para después saltar al ruedo con una novela. Resumen: no escribo ficción porque, se ve, no tengo ganas o vocación, que es como lo mismo. De modo que no sé si he explicado algo o enredado más las cosas, pero así es como es.
Lo que quiere saber Alberto Salcedo Ramos es: “Te he oído decir varias veces que cuando empiezas a depurar un texto ya terminado lo primero que haces es eliminar las frases que más te gustan. Entiendo ese ejercicio como un acto de respeto profundo por el lector. Me gustaría que, para dar una lección a los jóvenes que quieren ser como tú algún día, ilustraras esta afirmación con un ejemplo”. Yo creo que no hay fórmulas. Si atacara un texto bajo esa consigna, y partiendo de la base de que cuando lo termino generalmente me parece que está más o menos decente (que otro periodista podría hacerlo mejor, pero que a mí no me sala nada mejor que eso), no quedaría nada en pie. Sí creo que conviene dudar de las cosas que nos gustan mucho, porque eso que tanto nos enamora hoy, dentro de diez años probablemente nos dé un poco de vergüencita. Mi actitud ante un texto, cuando lo repaso una y otra vez antes de entregarlo, es la de alguien que se pregunta: ¿estoy diciendo lo que quiero decir de la mejor manera posible, o esto está lleno de recursos retóricos y narrativos y nada más? ¿Dice lo que tiene que decir o es un festival de la metáfora ingeniosa? Cuando uno se hace esas preguntas, lo que es simple adorno cae -o suele caer- por su propio peso. Hemingway decía, de manera extrema, que había que matar a los queridos. Yo adhiero, con algo de moderación, a esa idea. Me sería imposible dar un ejemplo concreto, porque lo que no llega a publicarse permanece en el archivo, de la computadora y de la memoria, como si nunca se hubiera escrito.
Lupe de la Vallina / Jot Down Magazine
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“¿Tienes algún tema personal, que tenga que ver con tu familia o allegados (como Fuguet con su tío en Missing) que te gustaría trabajar como un perfil o una crónica o en la línea de la no ficción?”, es lo que despierta la curiosidad de Gabriela Wiener. Tengo una curiosidad infinita por la historia de mi familia, que a mí me parece interesantísima. Pero casi todo el mundo cree que tiene una historia familiar interesantísima, y conviene tener cuidado: eso no siempre resulta apasionante para los demás. Es como contar los sueños. Te levantás y le decís a tu pareja: “Tuve un sueño increíble, así y asá”. Y cuando vas por el “asá”, te das cuenta de que el pobre se está aburriendo letalmente con algo que a vos te pareció divertido y lisérgico. Por otra parte, aun a riesgo de parecer contradictoria, disfruto mucho de la no ficción autorreferencial cuando la leo, así que no sé. De todas maneras, siempre me ha parecido que si cuento una historia sobre la que estoy trabajando, ya no tiene sentido escribirla. Es como si la historia ya hubiera salido de mí y no tuviera sentido trabajar en ella. Así que, incluso si alguna vez planeara escribir algo en relación a eso… no sé si lo contaría demasiado abiertamente.
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Patricia Nieto pregunta: “¿Qué has aprendido para ti misma de los personajes que has conocido en tantos años de conversar y observar?” Es difícil dar una respuesta a esto. En general, trato de tener una distancia grande, no entre el trabajo y la vida, porque eso no existe cuando uno hace algo con entrega, pero sí entre la vida de la gente y mi vida. No digo que esa deba ser la manera de trabajar. Digo que es la mía. Yo intento ser un buen vehículo para la historia, por lo tanto no estoy sacando moralejas o enseñanzas personales todo el rato. Pero sí veo que, por ejemplo, cuando hago entrevistas con gente que se dedica al arte bajo cualquiera de sus formas, presto mucha atención a cómo lidian ellos con cuestiones relacionadas con la creatividad: cómo manejan las etapas posteriores a la publicación de un libro o al cierre de una muestra importante, o cómo reflexionan acerca de lo que hacen. Recuerdo, eso sí, un momento de iluminación evidente, y fue cuando estaba hablando con Maco Somigliana, uno de los miembros fundadores de el Equipo Argentino de Antropología Forense, un equipo que, en la Argentina -y ahora también en el mundo- recupera e identifica restos de personas víctimas de la violencia de estado. La conversación es esta: - ¿Podrías dejar de hacer este trabajo? - Sí. Yo quiero terminar este trabajo. Para mí es importante creer que puedo prescindir. Este trabajo ha sido muy injusto en términos de otras vidas posibles para muchos de nosotros. - ¿Y afectó tu vida privada? - Sí. - ¿De qué forma? - Ninguna que se pueda publicar. - Entonces tiene partes malas. - Por supuesto que tiene partes malas. Cuando vos sos el familiar de un desaparecido, tuviste que aceptar la desaparición, la aceptaste, estuviste treinta años con eso. Te acostumbraste. De golpe viene alguien y te dice no, mire, eso no fue como usted pensaba y, además encontramos los restos de su hijo, su hija. Es una buena noticia. Pero te hace mierda. Es como una operación, es para algo bueno. Pero te lastima. Cuando vos te das cuenta que la lastimadura es muy fuerte, hasta qué punto no estás haciendo cagada al remover esas cosas. Pero no hay nada bueno sin malo. Lo cual te lleva a la otra posibilidad mucho más perturbadora: no hay nada malo sin bueno. La última línea de esa conversación -“Lo cual te lleva a otra posibilidad mucho más perturbadora: no hay nada malo sin bueno”-, me reafirmó en una visión del mundo -un mundo que nunca es en blancos y negros, aun cuando eso resulte difícil de tragar-, y en la manera en que encaro el trabajo. Esta entrevista salió publicada en la edición costarricense de la revista Buensalvaje (N°3, Septiembre-Noviembre 2014)
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Juan David Correa, Director de ARCADIA Texto tomado de la ponencia presentada durante el conversatorio sobre periodismo narrativo realizado el 13 de Mayo de 2015 en el Auditorio Fundación Valle del Lili, Universidad ICESI
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Lo literario no se refiere a lo misterioso, fantástico o exótico. Para el periodismo narrativo lo literario es la convicción de contar las historias de una manera narrativa y honesta que llegue al corazón del lector. Buscar las historias más extrañas y “rebuscadas” ya no es la clave para atraer al público.
Periodismo como cultura es diferente a periodismo sobre cultura. Que las herramientas literarias sirvan para hacer crónicas y reportajes de temas culturales no significa que este sea su campo exclusivo. El periodismo narrativo es en sí generador de cultura.
03 Para el periodismo narrativo no hay temas malos ni repetidos. A la hora de escribir, lo importante es la voluntad de contar historias. Existen diferentes maneras de contar. La clave está en perseguir la historia y buscar otra manera de contar “lo mismo”.
04 El buen periodista no nace, se hace. No basta con querer contar una historia, el buen periodista debe hacerse leyendo, investigando y aprendiendo de la experiencia de los demás.
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Existe una estrecha relación entre la inmediatez y el periodismo. Sin embargo, el periodismo literario requiere de tiempo para el trabajo de campo, la investigación y sobre todo para pensar antes de escribir.
En el periodismo narrativo se debe escribir escuchando a los demás, no a uno mismo. Estamos en la era en la que el periodista debe aprender a escuchar y escribir desde los “otros”.
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Periodismo narrativo requiere de datos. Aunque se utilicen herramientas de literatura, no se deben dejar por fuera la rigurosidad de los datos. Lo importante es buscar las estrategias para saber ponerlos.
Sin convicción NO existe periodismo narrativo. Este periodismo nace de la creencia de que las historias deben ser narradas de otra manera. En muchos casos, como lo opuesto a la “frialdad e inmediatez” de la noticia.
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En el periodismo narrativo la forma es tan importante como el contenido. El uso del lenguaje, el ritmo, el clima, la verosimilitud de la historia deben ser de gran importancia a la hora de escribir.
Del “cómo” hacer periodismo al “cómo” ser periodista. Finalmente, la clave del buen periodismo está en pensar cómo se hace lo que se hace y hacerlo bien. Las posturas abiertas al diálogo, la honestidad, el trabajo colectivo, el lenguaje incluyente y promover los valores de la sociedad, son prácticas que se deben fomentar a la hora de escribir con las herramientas de la literatura.
Bruce Sterling
/ DESCOMPOSICIÓN DIGITAL /
Ustedes deben estar preguntándose por qué un escritor de ciencia ficción como yo puede sentir tanto placer pasando el rato entre curadores de museo. Les concedo, es una paradoja. Una del mismo tipo que surge cuando escuchamos el nombre de esta conferencia: “Preservando lo inmaterial”. Si es inmaterial, ¿por qué necesitaría que lo preserven? Y si tú eres un futurista, ¿qué haces en un museo? Pero no hay ninguna contradicción, el asunto tiene pleno sentido si lo miras bien. Tanto los futuristas como los anticuarios trabajamos con la naturaleza del tiempo. Siento una lealtad apasionada por mis colegas de los museos. Porque el futuro es sólo un tipo de pasado que no ha ocurrido aún. Y la obsolescencia es innovación en reversa. Los curadores, conservadores y archivistas están mucho más cerca del futuro que la mayoría de nosotros, simples mortales. Eso es porque ellos almacenan, catalogan y preservan -tocan “físicamente”- los objetos del pasado y presente que la gente verá en el futuro. Cuando pasas tiempo con conservadores y archivistas puedes ver lo que en realidad hace el paso del tiempo. Estas personas tienen en verdad mucho trabajo. Los procesos de descomposición pueden ser difíciles de ver durante una sola vida humana pero, en un museo, puedes darte cuenta de que la Entropía comanda una potente legión de ruinas. Tenemos ante los ojos todas las míticas amenazas que hace tiempo vienen inspirando nuestro asombro: el fuego, la inundación, la tormenta, el temblor, las multitudes enajenadas, los bombardeos masivos, las plagas y los enjambres de langostas. Las lluvias de ranas del Antiguo Egipto. El impacto de asteroides. Pero esas son las más sencillas. Nada que, diseminando por ahí un poco de cemento reforzado y sumando luego un grupo de guardias bien armados, no se pueda controlar. Lo que en realidad afecta a estos objetos, lo que daña aun las piezas más preciadas de un museo, son las mismas cualidades que hacen que la vida humana sea tan dichosa. No las catástrofes raras sino las cosas cotidianas, las simples cosas persistentes.
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Cosas como la luz del sol. La luz del sol es algo bendito y glorioso. También es una poderosa ráfaga de radiación del vasto infierno nuclear que es nuestro cielo. Tengo paneles solares en mi techo. Cuando el sol está fuerte, toda mi casa puede funcionar a partir del poder de la luz del sol. La luz puede considerarse como angélica, clara e inmaterial, entonces la luz es supuestamente lo opuesto de materia pesada y densa. Pero luz y materia son aspectos de lo mismo, Einstein lo probó. Pueden intentarlo en casa: pongan un periódico al sol. En unos días, unas semanas, unos meses, toda esa información análoga impresa con tinta en ese periódico recibe esos pequeños paquetes de energía solar. El papel se enrosca, se torna café y se descama. Finalmente, se desintegra. En segundo término, consideren el agua. El agua está en todas partes. Está aquí con nosotros ahora, como humedad en el aire. El agua es la vida misma y, también, es la descomposición misma. La humedad en sí es apenas peligrosa para los objetos, pero los “cambios” diario de la humedad causan ruinas. Si la humedad cambia, los materiales se hinchan y encogen repetidamente, hasta que la pintura cae de su lienzo, la tinta se desprende de su pergamino, las manijas de madera caen de las herramientas metálicas. Los microbios aman el agua tanto como la amamos los humanos. Entonces todo lo que sea húmedo y remotamente orgánico será comido lentamente por legiones aéreas de mohos, bacterias y hongos. Sin embargo, sin agua, las cosas se momifican terriblemente. Entonces obtenemos dureza, resequedad, encogimiento permanente, división, rajaduras y desprendimientos. Consideremos otros de los principales beneficios para la vida, como la comida. La comida es algo terrible en los museos. Gotas
grasosas que caen desde las estufas, migas y restos mohosos, Coca Cola derramada. Todo eso es nutrición sustanciosa para una variedad de parásitos destructivos: lepismas, ratones, escarabajos. Estas pequeñas y atrevidas criaturas son los agentes de la Tierra encargados del reciclaje orgánico. Deben combatirse constantemente. Díganme que no están fumando cerca de una pieza de un museo. El humo pone una capa amarilla sobre sus dientes, pulmones y cualquier cosa cercana. Y aun cuando dejas de fumar, eso no quiere decir que los carros o las fábricas se detienen. En las ciudades, la gente vive en un mar de polución humeante capaz de desnudar estatuas de piedra y corroer bronce sólido. La humanidad toda es gloriosamente física. Eso incluye la grasa de nuestras huellas digitales o la humedad de nuestras exhalaciones, estornudos y toses. También los calores corporales humeando por encima de la multitud que formamos mientras hacemos la fila del museo para admirar esa obra de arte sin fecha de vencimiento. Porque si nadie viene a ver las piezas de un museo, ¿cuál es el sentido de coleccionarlas o de conservarlas? Los museos existen con un propósito social. Son para nosotros, los humanos. Los árboles y nubes no necesitan museos. La paradoja final y dolorosa está en lastimar lo que salvamos en la medida en que intentamos salvarlo. La preservación es, en sí misma, una fuente de daño. Dejamos caer
/ PORQUE EL FUTURO ES SÓLO UN TIPO DE PASADO QUE NO HA OCURRIDO AÚN /
la preciosa porcelana cuando estábamos quitándole el polvo. Rompimos el marco de esa pintura antigua al intentar cambiarla de lugar. Tratamos de reparar ese viejo libro con cinta y goma de pegar. La Entropía no requiere mantenimiento. La Entropía tiene su propia poesía: trata de delaminación, desintegración, deterioro, degeneración, descomposición y tambaleante declive. Sin embargo hoy, gracias a descubrimientos fantásticos en la tecnología moderna, tenemos una cura para todo eso. ¡Digitalización! ¡Perfectas memorias de computador personal! ¡Chips veloces como la luz! ¡Gruesas fibras ópticas! ¡Masivas facilidades de almacenamiento masivo! Ya no átomos, ahora ¡bits! Todo es inmaterial. Entonces, ya no necesita ser preservado. Todo se ha escapado de los pitónicos espirales de la historia. El tiempo ya no le hace daño. Está allá arriba, a un paso de las puertas celestiales, impecable y radiante, justo al lado de San Pedro.
/ LA PARADOJA FINAL Y DOLOROSA ESTÁ EN LASTIMAR LO QUE SALVAMOS EN LA MEDIDA EN QUE INTENTAMOS SALVARLO / Otro punto favorable es que el asunto es universal desde que la notación binaria conquistó el mundo de los computadores. No tenemos sistemas de cómputo rivales no que usen ceros, unos, algunos dos y algunos tres. Son unos y ceros para uno y todos. Aquí, allá y en todas partes. Luego está la revisión de errores. Un boom tremendo. Sumas todos esos unos y ceros, ¿es el número correcto? La copia es la correcta. ¿No cuadran los libros? ¡Su copia es falsa!
Seguramente ya han adivinado que voy a descargar todo mi cínico enojo sobre este concepto lleno de fallas. Sí, efectivamente es lo que haré. Pero antes de hacerlo, voy a darle a lo digital lo que le es debido.
También cuentan los envíos por Internet. ¡Qué dicha! Un corriente de fotones, otra corriente de electrones, todos unos y ceros. Llegan como rayos a cualquier lugar del planeta.
Soy bastante devoto de la tecnología, la uso todo el tiempo. Hasta escribí este discurso con ella. Antes de que las escucharan, estas palabras estaban en mi computador como datos digitales. Aún están ahí, probablemente, a menos que mi casa se haya incendiado. Ahora bien, ¿qué tenemos en ese computador, allá en Texas? Tenemos una larga secuencia de unos y ceros.
Y mejor aún, las copias son prácticamente gratuitas. ¿Quieres diez de ellas? ¡Sólo escribes diez direcciones de Internet! Escribes otras diez y nuevas copias aparecen en todo el planeta. Las copias llegan tan fácil y barato que casi no parece que hubiera que trabajar para lograrlo. Nadie tiene que sentirse responsable, todo el mundo asume alegremente que “alguien más” guardó una copia.
Esta situación tiene grandes virtudes. Primero que todo, los unos y los ceros son extremadamente claros. No hay nada borroso, nada ambiguo, ningún problema de revisión. Sólo hay dos símbolos posibles: una carga o una no carga, un bulto o un hueco, luz u oscuridad.
Finalmente está el almacenamiento. Almacenamiento demasiado barato como para medirlo. Estamos cargando vastas bibliotecas en cintas magnéticas o discos ópticos. Lo que sobra es lugar, solamente hay que embutir esa info. Estamos haciendo caber
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toda una Universidad dentro de una cabina telefónica. Sigamos encogiendo, esa es la manera correcta de proceder. Se trata de un maravilloso conjunto de virtudes. Con razón la gente se impresionó. La mayoría de estas virtudes pueden atribuirse al hecho de que, según estándares históricos, los medios digitales tienen muy poca materialidad. Sin embargo, “muy poca materialidad” está muy lejos de “nada de materialidad”. La inmaterialidad total es una ilusión metafísica, no tiene nada que ver con la física o la ingeniería. Es exhilarante ver estos montones de datos desaparecer a escalas microscópicas, y si se duplica cada 18 meses- hey, todo en computadorlandia quiere duplicarse cada dieciocho meses — entonces parece que va a vaporizarse totalmente en cualquier momento. Pero nunca lo hace. Nunca. Aun el vapor es un material. La masa y la energía se conservan en un universo einsteniano, entonces las cosas no simplemente se “imaterializan”. Olvídenlo. El software es muy proteico, entonces pueden llamarlo muchas cosas. Pueden llamarlo arte, ciencia, libre expresión, matemáticas, un medio, datos, información, código, inteligencia artificial, ciberespacio. Pensamiento congelado. Pueden llamarlo la noosfera y el Espíritu Santo. Pero si no se preserva de alguna forma material, no se está preservando la inmaterialidad: se está preservando la nada. Ahora comparemos, por ejemplo, un iMac de Apple de alta categoría con unos girasoles de Van Gogh. Una pintura al óleo del Siglo 19 versus un computador del Siglo 21. Lado a lado, en su viaje dual y heroico hacia el futuro distante. Contra todos los peligros del mundo. ¿A qué se enfrentan, cómo les va? Primero, revisemos esas catástrofes bíblicas: fuego, inundación, asteroides, check, check, check, ambos están completamente obliterados.
Pasemos a lo cotidiano. Amenaza número uno, la luz del sol. Mala para los óleos, bastante mala para el plástico también. Diez años de luz solar caliente sobre esa brillante consola iMac y nuestro iMac de color dulce se ve mucho menos apetitoso. Siguiente, agua. Vaso de agua sobre la pintura al óleo. Oh no. ¿Vaso de agua sobre el computador? ¡Una catastrofe! ¿Qué tal los microbios? No hay mucho que comer en un computador, pero si atrae el polvo. Esto es porque está cargado eléctricamente. Sólo pasen su dedo por esa pantalla amigable para el usuario: sale negro. Si se atreven, miren por dentro los gruesos abrigos de polvo que crecen en esos chips y capacitores altamente cargados. Eso es polen para que los microbios coman. También son manchas de smog corrosivo. Hace calor dentro de los computadores, a los insectos les gusta el calor. ¿Puedes comer cerca de un computador? En Realidad, no deberías. ¿Fumar cerca de él? Ni hablar. ¿Tocarlo con tus grandes manos grasientas? Quizás no debas, pero tienes que hacerlo. Si no no funciona. Estás hundiendo ese teclado, estás rodando ese mouse. Una maquina tiene partes que se mueven, entonces tiene gasto físico cada vez que funciona. No es de mucho uso si esta fría y muerta dentro de una vitrina. Entonces un computador tiene los problemas de conservación que tiene un cuadro, además de otros nuevos. Los computadores funcionan con electricidad: reciben cargas de energía, inundaciones de voltaje malo que rompen los componentes y los explotan. Las pantallas también son vulnerables: los tubos de rayos catódicos tienen grandes pistolas eléctricas disparando rayos a un polvo. Los ciclos de calor rajan los chips, estresándolos mecánicamente cada vez que se inicia o apaga. Quizás no se atrevan a apagar el computador, en cuyo caso simplemente se queda ahí, chupando energía, amarrado a
la pared por una correa peligrosa, constándoles dinero. Los computadores tienen docenas de componentes. Si uno no funciona bien, afecta toda la maquina. Si tratas de remplazar un componente especifico del computador, pronto encontrarás que los computadores mismos fueron armados por computadores. Están hechos de una serie de componentes de fábricas de todo el planeta, recogidos de mercados digitales rápidos, fluidos y libres de fricción. Estos son procesos de compra y ensamblaje súper sofisticados que nunca son iguales día tras día. Es por esto que Dell y Gateway pueden hacer un computador sólo para Usted. Pero si está hecho sólo para Usted, ¿cómo puede alguien más realmente duplicarlo? La respuesta es que “NO” se duplican los computadores. No se restauran a una condición prístina pasada. Esto es algo que NO se da. Simplemente se compra uno nuevo. Uno más grande, uno más rápido. Uno diferente. Pero no nos preocupa esto en absoluto, ¿cierto? Porque a quien le importa el computador meramente material. Sólo necesitamos el software inmaterial, los datos. Todos sabemos lo fácil que es guardar eso: simplemente se pasa de un computador viejo a uno nuevo. Es una corriente de unos y ceros, todos puros, limpios e invisibles, como éter o flogiston. Esta es la parte donde en realidad tenemos que mirar atentamente, señoras y señores. Porque cada vez que la industria de computadores confunde su hardware con filosofía, tenemos un problema serio. Una corriente de bits no es solamente unos y ceros. Unos y ceros son números, y aun si la aritmética es inmaterial, los computadores no lo son. Los bits no son diferentes de los átomos: los bits son pedazos de átomos. Los bits no son fantasmas o espíritus o buenas intenciones, los bits deben ser objetos físicos medibles y observables, como un florero griego. Los bits pueden ser muy pequeños para que el ojo lo vea a simple vista, pero igual que un
germen de gripa o un virus de hepatitis, con seguridad están ahí, y son un gran problema. Los bits son electrones que se mueven, protones que se mueven o son grupos de átomos magnetizados, marcas de quemadura de láser en el plástico, filamentos de hierro que han sido pegados con cinta. Eso son los bits. Los bits no tienen medio de archivo. No lo hemos inventado aún. Si imprimen algo en papel libre de ácido con tinta estable, y lo ponen en un closet seco y oscuro, pueden leerlo en doscientos años. No tenemos forma de archivar bits que sepamos serán legibles en siquiera cincuenta años. La cinta se desmagnetiza. Los cds se deslaminizan. Las redes se caen. Hay toda una cadena de puntos de fallas adicionales, inherentes a la naturaleza de los computadores contemporáneos. Es inevitable que los medios de registro que tenemos ahora fallen rápidamente: pero esto es solo el primer problema. El computador en si se vuelve obsoleto: este es el problema dos. Luego viene el sistema operativo: el SO puede remplazarse o actualizarse, y volverse incompatible con versiones anteriores, o simplemente puede desaparecer del mercado. Lo mismo puede ocurrir con la aplicación que creó los datos. Esa aplicación puede fallar en varios lugares. No puede funcionar con ese sistema operativo. No puede funcionar en ese computador. Ni siquiera puede funcionar con ese sistema de almacenamiento. En el caso de multimedia o de video, quizás el ancho de banda no es lo suficientemente rápido; se ha preservado cada uno y cero en el orden correcto, pero no pueden moverse lo suficientemente rápido o en el orden correcto, entonces no puede lograrse que funcione. Luego están otras pequeñas pestes: tarjetas de video, tarjetas de sonido. Diferentes orígenes con incompatibilidades, entonces se rehúsan a conectarse y jugar. Diferen-
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/ EL SISTEMA EN REALIDAD NO FUNCIONA, NO PUEDE ARREGLARSE. NADIE LO ENTIENDE, NADIE ESTÁ A CARGO DE ÉL / tes ratones, diferentes joysticks. Diferentes monitores. Sistemas de color: este software solo maneja menos de 256 colores. Los weblinks pueden estar construidos dentro de el; puede estar haciendo llamadas de sistemas solitarias a una pieza de equipo o algún dato que ya no existe. Los algoritmos de compresión pueden haber comprimido los datos en una forma irreconocible. Pueden haber sido encriptados, puestos baje candado y llave digitales; pero la llave puede no estar, todo el encriptado puede haberse perdido. Este sistema no puede cargarse porque sus extensiones son incompatibles. Los softwares tienen viruses. Es un emulador del emulador de un emulador. Cuando una pieza de software se descompone, no se degrada como una pintura, de manera lenta y nostálgica. Cuando falla el software, cae. Se encuentra con la Pantalla Azul de la Muerte. Estos son problemas graves. Están masivamente menospreciados. Por esto, conferencias como esta son importantes hoy en día y lo serán aún más en el futuro. Permítanme terminar con una especulación futurística. En su libro El reloj del largo ahora (1999), Stewart Brand miró detenidamente el alcance de este problema: sistemas demasiado complejos para entenderlos, con estándares incompatibles, y hardware obsoleto que está muriendo. Un mundo con gigantes sistemas de legado demasiado costosos para reemplazarlos, muy grandes para comprenderlos, manejados por mercados financieros gigantes y controladores, servicios públicos, sistemas
de salud, burocracias nacionales e internacionales. Software escrito con afán y bajo terribles presiones de mercado, dígitos en descomposición a los que les falta cualquier zona segura, como los museos, donde los datos puedan guardarse y restaurarse de manera segura. Y Stewart Brand resume ese mundo futuro de la siguiente forma: “El sistema en realidad no funciona, no puede arreglarse. Nadie lo entiende, nadie está a cargo de él. No puede vivirse sin él y empeora cada año”. Eso no suena bien. Sin embargo, suena plausible. ¿Por qué? Porque es una experiencia humana universal. Cualquier que se está acercando a los setenta conoce esa situación. Suena la voz autentica de la mortalidad humana: “No quiero trabajar más, no pueden arreglarme, nadie me entiende, nadie está a cargo de mí y empeoro cada año”. La razón por la cual la historia nunca acaba en ese punto es que llegan nuevas personas. Nuevas personas con una perspectiva fresca y un nuevo conjunto de entendimientos para una serie de problemas que heredaron. Pueden ver el legado de historia en un contexto diferente. El futuro se ha convertido en su pasado.
Este texto fue leído durante la inauguración de “Preserving the Immaterial: A Conference on Variable Media”, evento realizado en el Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York, 2001. En versión original y completa se encuentra disponible en: http://www. variablemedia.net/e/preserving/html/var_pub_index.html Traducción: Ronny Suárez y Marcelo Franco
El d铆a que Google le quiso dar papaya a
Wikileaks Los fragmentos reproducidos son parte del libro Cuando Google encontr贸 a Wikileaks (Clave Intelectual, 2014) y fueron gentilmente cedidos por la revista argentina La Vaca (www.lavaca.org).
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El ciberactivista Julian Assange cuenta en su libro “Cuando Google encontró a Wikileaks” su encuentro con los directivos de Google y sugiere relaciones del buscador con los servicios de inteligencia global. La época protesta pdc - hace 2 horas
La oleada de furor revolucionario tardó poco en extenderse por Europa y otros lugares; para cuando me reuní con (Eric) Schmidt en junio (2011), la Puerta del Sol de Madrid estaba ocupada y los manifestantes se enfrentaban a la policía antidisturbios por toda España; había campamentos en Israel; Perú había tenido varias protestas y un cambio de gobierno; el movimiento estudiantil en Chile había tomado las calles; el Capitolio estatal en Madison, Wisconsin, había sido sitiado por decenas de miles de personas defendiendo el derecho de los trabajadores; y había motines en ciernes en Grecia y posteriormente en Londres. Paralelamente a los cambios ocurridos en las calles, Internet estaba sufriendo una rápida transformación, pasando de ser un apático medio de comunicación a una especie de demos, un pueblo que compartía cultura, valores y aspiraciones, un lugar en el que tenía lugar la historia, con el que sus habitantes se identificaban y del que incluso sentían que procedían.
El general de Wikileaks pdc- hace 3 horas
Wikileaks siempre había seguido el método de guerra de guerrillas en sus publicaciones: si atraíamos a la vigilancia y la censura en
su jurisdicción, nos trasladábamos a otra, atravesando fronteras como fantasmas. Sin embargo, en Ellingham me convertí en un activo inamovible en estado de sitio; ya no podíamos escoger nuestros terrenos de batalla, y se abrieron frentes desde todas partes, por lo que tuve que aprender a pensar como un general. Estábamos en guerra abierta. Nuestra “base industrial” estaba siendo bombardeada. Secciones enteras de la infraestructura física y humana de WikiLeaks estaban desapareciendo, a medida que los bancos nos imponían bloqueos financieros ilegales mientras las compañías de comunicación, los gobiernos extranjeros y nuestras redes humanas debían soportar la presión de Washington. Aunque no se me acusaba de ningún crimen, el caso de mi extradición fue de apelación en apelación, consumiendo mis ahorros y mi tiempo, y amenazando con la posibilidad de que en cualquier momento WikiLeaks quedase decapitada.
El dream team Google pdc- hace 6 horas
En el mes de junio, en este ambiente convulso, Google se presentó ante mí. Schimdt llegó primero, acompañado por su entonces compañera, Lisa Schields, a quien me presentó como vicepresidenta del Consejo de
Relaciones Internacionales – un comité de expertos estadounidenses especialistas en política exterior.
Google es más que una simple compañía, Google vela por la comunidad, Google es una fuerza del bien.
Poco tiempo después llegaron Jared Cohen y un tal Scott Malcomson, el editor del libro (para el que le harían la entrevista).
Nadie desea reconocer que Google se ha vuelto grande y malo, pero así es.
Tres meses después de la reunión, Malcomson sería nombrado jefe de redactores de discursos en el Departamento de Estado y principal asesor de Susan Rice (entonces embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas y actualmente consejera de Seguridad Nacional); anteriormente había sido asesor senior en la ONU y durante muchos años ha sido miembro permanente del Consejo de Relaciones Internacionales. Cuando escribí este libro, trabajaba como director de comunicaciones en el Grupo de Crisis Internacionales. En aquel momento, la delegación era una cuarta parte de Google y tres cuartas partes del Departamento de Política Exterior de Estados Unidos, pero yo eso aún lo ignoraba.
No seas malo pdc- hace 9 horas
Da toda la impresión de que los jefes de Google creen genuinamente en el poder civilizatorio de las iluminadas corporaciones multinacionales y consideran esta misión como parte de la remodelación del mundo de acuerdo con el mejor criterio de la “benevolente superpotencia”. Sin duda dirán a todo el que le pregunte que la apertura de mente y la ausencia de prejuicios es una virtud, pero que toda perspectiva que amenace la prepotencia que guía la política exterior de Estados Unidos es y será siempre invisible para ellos. Esta es la increíble banalidad del “No seas malo”: están convencidos de que están haciendo el bien. Y eso es un problema: Google es diferente, Google es visionario, Google es el futuro,
El periodo de Schmidt como presidente y consejero delegado ha visto cómo Google, a medida que ha ido convirtiéndose en una megacorporación geográficamente invasiva, se ha ido integrando en las estructuras de poder más turbias de Estados Unidos.
Relaciones carnales pdc- hace 14 horas
Las pruebas: • En 2003, Google aceptaba hasta 2 millones de dólares procedentes de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) de Estados Unidos para que proporcionase las herramientas de búsqueda para acumular rápidamente información robada. • En 2010, la Agencia Nacional de Inteligencia Geosepacial (NGA) concedió a Google un contrato de 27 millones de dólares a cambio de “servicios de visualización geoespacial”. • En 2010, después de que el gobierno chino fuese acusado de hackear la página web de Google, la compañía inició una relación de “intercambio formal de información” con la ASN, que supuestamente permitiría a los analistas de esta última “evaluar vulnerabilidades” en el hardware y el software de Google. Aunque los detalles exactos del acuerdo nunca fueron revelados, la ASN incluyó en el mismo acuerdo a otros organismos gubernamentales en concepto de asistencia técnica, entre ellos el FBI y al Departamento de Seguridad Nacional. • Más o menos al mismo tiempo, Google se estaba involucrando cada vez más en un
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“Cuando estás implicado en algo, como yo lo estoy con WikiLeaks, y conoces cada faceta de ese algo, si lees lo que se publica sobre ello te encuentras con una mentira detrás de otra...”
programa conocido como “Marco de Seguridad Duradero” (ESF), cuyo objetivo es compartir información entre las compañías tecnológicas de Silicon Valley y las agencias asociadas al Pentágono “a la velocidad de Internet”. • En otoño de 2013, la administración Obama intentó conseguir apoyo para los ataques aéreos estadounidenses a Siria. El 10 de septiembre, Google cedió su página principal -la más popular de todo Internetpara publicitar los esfuerzos bélicos, insertando una línea bajo la caja de búsqueda: “¡En directo! El secretario Kerry responde a preguntas sobre Siria. Hoy a través de Hangout a las 2 PM , hora de la costa este”.
Negocios & política pdc- hace 17 horas
Una forma de verlo es simplemente considerarlo como un negocio. Si un monopolio estadounidense de servicios por Internet desea garantizar su dominio global del mercado, no puede limitarse a hacer su trabajo y dejar de lado la política. La hegemonía estratégica y económica de Estados Unidos es un pilar imprescindible de su primacía comercial. ¿Qué debe hacer una megacorporación? Si desea cabalgar a lomos del mundo, debe pasar a formar parte del genuino imperio del “No seas malo”. Se trate de una simple compañía o de “más que una simple compañía”, las aspiraciones geopolíticas de Google están fuertemente mezcladas con la agenda de política exterior de la superpotencia más grande del mundo. Su influencia en las elecciones y en el comportamiento de la totalidad de los seres humanos se traduce en un poder real para influir en el curso de la historia.
A quién le importa pdc- hace 22 horas
En Estados Unidos se pueden producir muchos “cambios” políticos, pero estos cambios políticos, ¿realmente cambiarán mucho las cosas? ¿Cambiarán el saldo de la cuenta corriente de la gente? ¿Cambiarán los contratos? ¿Invalidarán los contratos ya existentes? En realidad no. Por ello, en mi opinión la libertad de expresión en muchos países occidentales no es el resultado de unas ciertas condiciones de libertad, sino más bien es el resultado de que con un sistema de control tan intenso da igual lo que digas. A la élite dominante ya no le asusta lo que piense la gente, porque un cambio de visión política no va a cambiar el hecho de que sean propietarios o no de una compañía o de un terreno. China sigue siendo una sociedad con predominio de la política, pese a estar transformándose rápidamente en una sociedad controlada. Y otras sociedades, como Egipto, aún siguen estando fuertemente politizadas. Sus gobernantes realmente necesitan preocuparse por lo que piensa la gente, y por ello dedican mucho esfuerzo al control de la libertad de expresión. Yo suelo decir que la censura es motivo de celebración: siempre es una oportunidad porque revela miedo a la reforma; significa que el poder tiene una posición tan débil que tiene que cuidarse de lo que piensa la gente.
La otra censura pdc- hace 1 día
Otro tipo de censura que me viene a la mente a menudo, pero de la que hablo pocas veces, es la censura mediante la complejidad.
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Es básicamente lo que ocurre con los paraísos fiscales. ¿Censura de qué? Censura de la indignación política.
La mayoría de las guerras del siglo 20 comenzaron como resultado de mentiras amplificadas y difundidas por la prensa.
Si se alcanza la suficiente indignación política se consiguen reformas de la ley, y con reformas de la ley ya no se puede hacer esto. ¿Por qué son, entonces, tan complejos todos los meticulosos entramados de ingeniería fiscal? Puede que sean perfectamente legales, pero ¿por qué son tan jodidamente complejos? Pues porque los que no lo eran se comprendían fácilmente, y aquellos que se comprendían eran regulados, por lo que solo quedan las cosas increíblemente complejas.
Muchos dirán: “Eso es algo horrible; es terrible que todas estas guerras comenzasen con mentiras”.
La mala prensa pdc- hace 2 días
Sí, tenemos algunos momentos heroicos, como el Watergate y cosas así, pero en realidad, seamos sinceros, la prensa nunca ha sido muy buena; al contrario, siempre ha sido muy mala. Los buenos periodistas son la excepción que confirma la regla. Cuando estás implicado en algo, como yo lo estoy con WikiLeaks, y conoces cada faceta de ese algo, si lees lo que se publica sobre ello te encuentras con una mentira detrás de otra, y sabés que los periodistas saben que son mentiras, que no se trata de simples errores. Luego la gente repite esas mentiras, y la cosa empeora. El estado de los grandes medios de comunicación es tan horrible que sinceramente no creo que pueda reformarse; creo que no queda otro remedio que eliminarlos por completo y sustituirlos por otros mejores. De hecho, esto pasa todo el tiempo: la gente sencillamente se lo inventa, a veces hasta tal punto que nos llevan a la guerra por ello.
Y yo digo que no, que se trata de una extraordinaria oportunidad, porque ello significa que a la inmensa mayoría de la gente no le gustan las guerras y tiene que ser engañada para entrar en ellas, lo que a su vez implica que puede llegar a la paz a través de la verdad. Esto es motivo de gran esperanza.
La encrucijada pdc- hace 3 días
Estamos en una encrucijada en la que esas organizaciones que están luchando contra aquellas personas que desean poder publicar libremente y revelar información importante al público podían emitir, si tienen éxito, una señal que desaliente a casi todo el mundo a participar de esas actividades. O podríamos ser nosotros y la gente que comparte nuestros valores los que tengamos éxito y consigamos que este comportamiento se convierta en la nueva norma. Sería interesante saber si cuando la gente lea esto y actúe en consecuencia, su acción será suficiente para cambiar el resultado. Esta es la razón por la que estamos en un período muy interesante. Creo que estamos literalmente en una encrucijada, y que un pequeño empujón en un sentido o en otro puede suponer un gran cambio en el resultado. Por ello, si la gente desea que los valores que promovemos tengan éxito, deberían apoyar a aquellas organizaciones e individuos que representan dichos valores, y empezar por promoverlos ellos mismos.
barrios bajos de San Antonio que tiene un hermano destinado en Irak.
“... la censura es motivo de celebración: siempre es una oportunidad porque revela miedo a la reforma...” Contra corriente pdc- hace 2 días
La consecuencia de poner en evidencia a la clase militar y diplomática de Estados Unidos es que hemos sufrido un contraataque bastante significativo por parte de un grupo de que no solo se encuentra en la cúpula de la Casa Blanca, no son solo unos cuantos generales, sino que también incluye a toda la gente conectada con este sistema y que se beneficia del mismo. Esto incluye a un tercio de la población estadounidense, desde Chelsea Clinton hasta alguien de los
Actualmente, en Estados Unidos hay unas 900.000 personas con acceso a información altamente confidencial, y cerca de dos millones y medio con acceso a información clasificada; si consideramos los últimos veinte años y preguntamos cuánta gente ha tenido autorización para acceder a esta información, puede que la cifra ascienda hasta los 15 millones; y si incluimos todos los maridos y esposas, hijos y socios comerciales, estamos hablando de que en torno al 30• de la población estadounidense está estrechamente relacionada con esa estructura ideológica y ese sistema de apoyo político. En Estados Unidos resulta muy difícil decir algo que vaya contra ese sistema.
Manipulación pdc- hace 2 días
Respecto a los ataques, siempre nos acusaron de haber “puesto en peligro a las personas”. ¿Riesgo en relación a qué? Ahora mismo corremos el riesgo de que un meteorito atraviese el techo de esta casa y nos mate a todos. Es un riesgo, sin duda, pero ¿es un riesgo lo bastante significativo como para mencionarlo? La respuesta es no. Ocurre lo mismo con la palabra “posibilidad”: existe la posibilidad de que un meteorito nos caiga encima en este preciso instante, pero la probabilidad es muy escasa. Las personas que esgrimen el tema de la seguridad a menudo se sirven de estos trucos retóricos: existe el riesgo de algo, o existe la posibilidad de algo. La gente debe defenderse contra esta manipulación retó- rica, y comprender que si alguien menciona que existe un riesgo sin especificar si ese riesgo es mayor que cruzar la carretera o que te pique una abeja, hay que ignorar a ese al-
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guien. Y lo mismo ocurre con la cuestión de posibilidad frente a la probabilidad.
Amigos y enemigos pdc- hace 2 días
Tienen una gran organización interna; tienen sus listas de contactos; tiene un sistema de correo electrónico interno; tiene su estructura de órdenes y control para asignar tareas a las personas y asignar recursos a estas tareas; y tienen personal disponible para dedicarlo a nosotros, tal vez unas 10.000 personas. Eso es Google. En este caso concreto, estos son nuestros enemigos. Por otro lado, nosotros tenemos millones de personas de todo el mundo que nos apoyan y apoyan nuestros valores, personas que normalmente están completamente desperdigadas. Para ellas no existe una estructura de órdenes y control, por lo que entre otras tantas cosas no pueden coordinarse de forma efectiva. Esa es la situación inicial pero, a medida que esta gente se va a encontrando a nivel local, comienza a formarse una organización. Y a medida que se van conociendo mutuamente, la organización se va optimizando: la red de nodos empieza a crear vínculos, volviéndose cada vez más eficiente a la hora de entender su entorno, planificar sus acciones y llevarlas a cabo.
general en la naturaleza del ser humano está mentir, engañar y jugar sucio. La gente que no hace nada de esto suele encontrarse y formar grupos organizados, y son más eficientes porque, como tienen esa manera de ser no se mienten, ni se engañan ni juegan sucio el uno con el otro. Es una lucha muy antigua entre oportunistas y colaboradores, y no creo que vaya a terminar nunca. Pienso que podemos hacer avances significativos, y tal vez son precisamente estos avances y la participación en la lucha lo que es bueno para la gente: el proceso es parte del objetivo final. No se trata simplemente de llegar a algún sitio, y de hecho lo más valioso para las personas es el sentimiento de que merece la pena estar involucrados en este proceso y esta lucha.
Quién es quién pdc- hace 2 días
Tenemos planes para potenciar eso.
Julián Assange, programador y editor. Creó el sitio Wikileaks en 2006. Desde entonces, ese portal se convirtió en un medio de referencia para filtrar documentación secreta de diversos centros de poder mundial. En agosto de 2010, la policía sueca emitió una orden de arresto por una denuncia de violación. Desde julio de 2012 se encuentra asilado en la Embajada de Ecuador en Londres.
La batalla
Eric Schmidt, Director ejecutivo de Google durante diez años. Miembro del Consejo asesor sobre Ciencia y Tecnología del presidente Barak Obama.
pdc- hace 2 días
Es imposible saber si ganamos en este tipo de situaciones; es una lucha continua que la gente ha llevado a cabo durante mucho tiempo. Por supuesto hay muchas batallas individuales en las que ganamos, pero en
Jared Cohen, Director de Google Ideas. Ex miembro del equipo de Condoleezza Rice y Hillary Clinton, miembro del consejo asesor del director del Centro Nacional de Antiterrorismo de Estados Unidos.
Piotr Czerski
Probablemente no haya una palabra que tan abusada por el discurso de los medios como “generación”. Una vez traté de contar las “generaciones” que han sido proclamadas en los últimos diez años, desde aquel conocido artículo sobre la llamada “Generación Nada”, y creo que sumé tantas como doce. Todos ellas tenían algo en común: sólo existían en el papel. La realidad nunca nos ha provisto de un solo impulso tangible, significativo e inolvidable cuya experiencia común podría llegar a distinguirnos de las generaciones anteriores. Lo hemos estado buscando, sin embargo, el cambio innovador llegó sin anunciarse con la aparición de la televisión por cable, los teléfonos móviles y, sobre todo, el acceso a Internet. Sólo hoy podemos comprender de manera completa cuánto ha cambiado todo en los últimos quince años.
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N
osotros, los Niños Web. Nosotros, quienes crecimos con Internet y en Internet, somos una generación que alcanza los criterios de este término de una manera algo subversiva. No se nos presentó bajo la forma de un estímulo desde la realidad sino, más bien, fue una metamorfosis de la realidad misma. Lo que nos une no es un contexto cultural común y limitado, sino la convicción de que el contexto se define por sí mismo y es un resultado de la elección libre. Mientras escribo esto, soy consciente de que estoy abusando del pronombre “nosotros” ya que nuestro “nosotros” es fluctuante, discontinuo, borroso y, de acuerdo a las viejas categorías, temporal. Cuando digo “nosotros”, significa “muchos de nosotros” o “algunos de nosotros”. Cuando digo “nosotros somos” significa que “a menudo somos”. Digo “nosotros” sólo con el fin de ser capaz de hablar acerca de nosotros. Crecimos con Internet y en Internet. Esto es lo que nos hace diferentes, esto es lo que hace la crucial, aunque sorprendente desde vuestro punto de vista, diferencia. Nosotros no “surfeamos” por Internet, para nosotros Internet no es un “lugar” o “espacio virtual”. Para nosotros, Internet no es algo externo a la realidad sino una parte de ella: una capa invisible pero constantemente presente entrelazada con el entorno físico. Nosotros no usamos Internet, vivimos en Internet y a través de Internet. Si les contáramos nuestra novela de iniciación podríamos decir que hubo un vínculo natural con Internet en cada experiencia que nos fue marcando. Nos hicimos amigos y enemigos online, planeamos fiestas y sesiones de estudio online, nos enamoramos y rompimos online. Para nosotros, la Web no es una tecnología que tuvimos que aprender y que nos las arreglamos para entender. La Web es un proceso, sucediendo continuamente y continuamente transformándose ante nuestros ojos. Con nosotros, nosotros mediante. Las tecnologías aparecen y luego se disuelven en las periferias. Los sitios web están construidos,
florecen y luego desaparecen. Pero la Web sigue, porque nosotros somos la Web. Nosotros, comunicándonos unos con otros de una manera que nos resulta natural, más intensa y más eficiente que nunca antes en la historia de la humanidad. Al haber sido criados en la Web, pensamos de manera diferente. La capacidad de encontrar información es para nosotros algo tan básico como la habilidad de encontrar una estación de tren o una oficina de correos en una ciudad desconocida lo es para ustedes. Cuando queremos saber algo -los primeros síntomas de la varicela, las razones del hundimiento del «Estonia» o si la factura del agua no es sospechosamente alta- tomamos decisiones con la certeza de un conductor en un auto equipado con navegación satelital. Sabemos que vamos a encontrar la información que necesitamos en un montón de lugares: sabemos cómo llegar a esos lugares, sabemos cómo evaluar su credibilidad. Hemos aprendido a aceptar que, en lugar de una única respuesta, nos encontramos con muchas diferentes: de todas ellas podemos abstraer la versión más probable y, también, descartar las que no nos parecen creíbles. Nosotros seleccionamos, filtramos, recordamos y estamos dispuestos a intercambiar la información obtenida cuando llega una más nueva y mejor. Para nosotros, la Web es una especie de memoria externa compartida. No tenemos que recordar detalles innecesarios: fechas, cantidades, fórmulas, cláusulas, nombres de calles, definiciones detalladas. Es suficiente con un “abstract”, la esencia de lo que se necesita para procesar la información y contársela a los demás. Si necesitáramos los detalles, podríamos encontrarlos en cuestión de segundos. Del mismo modo, no tenemos que ser expertos en todo, porque sabemos dónde encontrar a las personas que se especializan en aquello que nosotros mismos no sabemos y en quiénes podemos confiar. Personas que compartirán su experticia con nosotros sin ánimo de lucrar, sólo por la
creencia compartida de que la información existe en movimiento, de que quiere ser libre, de que todos nos beneficiamos del intercambio de información. Todos los días, al estudiar, trabajar, resolver problemas cotidianos, perseguir nuestros intereses. Sabemos cómo competir y nos gusta hacerlo, pero nuestra competencia, nuestro deseo por ser diferentes, se basa en el conocimiento, en la habilidad para interpretar y procesar la información, y no en monopolizarla. Participar en la vida cultural no es algo fuera de lo común para nosotros: la cultura global es el ladrillo fundamental de nuestra identidad, quizás uno más importante para la definición de nosotros mismos que las tradiciones, los relatos históricos, el status social, los ancestros o, incluso, el lenguaje que usamos. Del océano de eventos culturales escogemos los que nos caen mejor: nos relacionamos con ellos, los comentamos, guardamos nuestros comentarios en los sitios web creados con ese propósito, los que a su vez también nos dan sugerencias de otros discos, películas o juegos que también podrían gustarnos. Hay películas, series o videos que vemos junto con nuestros colegas y amigos de todo el mundo. Nuestras apreciaciones sólo serán compartidas con un pequeño grupo de personas a las que, tal vez, nunca veremos cara a cara. Es por esta razón que la cultura se está volviendo simultáneamente global e individual. Es por esta razón, también, que necesitamos tener libre acceso a ella. Esto no quiere decir que exijamos que todos los productos de la cultura estén a nuestra disposición sin costo alguno, aunque cuando creamos algo por lo general lo dejamos suelto para que circule. Entendemos que, a pesar del aumento de la accesibilidad a tecnologías que hacen que la calidad de los videos o los archivos de sonido antes reservada a los profesionales estén hoy al alcance de todos, la creatividad requiere esfuerzo e inversión. Estamos preparados para pagar, pero la comisión gigante que los distribuidores piden
“Crecimos con Internet y en Internet. Esto es lo que nos hace diferentes, esto es lo que hace la crucial, aunque sorprendente desde vuestro punto de vista, diferencia” nos parece, obviamente, exagerada. ¿Por qué habríamos de pagar por la distribución de la información que puede ser fácil y perfectamente copiada sin ninguna pérdida para la calidad del original? Si sólo estamos recibiendo la información, queremos que el precio sea proporcional a ella. Estamos dispuestos a pagar más, pero esperamos recibir algo con valor agregado: un empaque interesante, un gadget, una mayor calidad, la opción de verlo aquí y ahora sin tener que esperar a que el archivo se descargue. Somos capaces de mostrar aprecio y queremos recompensar a los artistas (desde que el dinero dejó de ser billetes de papel y se convirtió en una cadena de números en la pantalla, el pago se ha convertido en un acto simbólico de intercambio que se supone debe beneficiar a ambas partes), pero los objetivos de venta de las corporaciones no son un tema de nuestro interés. No es nuestra culpa que su negocio haya dejado de tener sentido en su versión tradicional y que, en lugar de aceptar el reto y tratar de llegar a nosotros con algo más que lo que podemos obtener de forma gratuita, hayan decidido defender sus obsoletos modos. Una cosa más: no queremos pagar por nuestros recuerdos. Las películas que nos hacen acordar de nuestra infancia, la música que nos acompañaba hace diez años: en la red de memoria externa ésos son simples recuerdos. Retenerlos, intercambiarlos, reciclarlos es para nosotros algo tan natural como el recuerdo de Casablanca lo es para ustedes. Encontramos online las películas
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que vimos cuando éramos niños y se las mostramos a nuestros hijos tal y como ustedes nos contaron la historia de Caperucita Roja o Ricitos de Oro. ¿Se pueden imaginar a alguien acusándolos de violar la ley por haberlo hecho? Nosotros no podemos, tampoco. Estamos acostumbrados a pagar las facturas de forma automática, siempre y cuando nuestro saldo de cuenta lo permita. Sabemos que abrir una cuenta bancaria o cambiar de proveedor móvil es sólo cuestión de llenar un formulario online y firmar un acuerdo entregado por un mensajero. O que un un viaje al otro lado de Europa con una corta visita a otra ciudad en el camino se puede organizar en dos horas. En consecuencia, siendo usuarios del Estado, estamos cada vez más molestos por su interfaz arcaica. No entendemos por qué la declaración de impuestos pide completar tantas planillas, alguna entre ellas con más de un centenar de preguntas. No entendemos por qué nos vemos obligados a confirmar oficialmente habernos mudado de una dirección “permanente” a otra dirección “permanente”, como si los municipios no pudieran comunicarse entre sí sin nuestra intervención (por no mencionar que la necesidad de tener una dirección permanente es, en sí, totalmente absurda). No hay un solo rastro en nosotros de la humilde aceptación mostrada por nuestros padres, quienes estaban convencidos de que las cuestiones administrativas eran de suma importancia y quienes consideraban que la interacción con el Estado era algo a ser celebrado. No sentimos ese respeto, enraizado en la distancia entre el ciudadano solitario y las majestuosas alturas en donde reside la clase dominante, apenas visible entre las nubes. Nuestra visión sobre la estructura social es diferente a la de ustedes: la sociedad es una red, no una jerarquía. Estamos acostumbrados a iniciar un diálogo con cualquier persona, ya sea un profesor o una estrella pop. No necesitamos ninguna calificación especial relacionada con el status
social. El éxito de la interacción depende únicamente de si el contenido de nuestro mensaje será considerado importante y merecedor de respuesta. Y si, gracias a la cooperación, los debates continuos y la defensa de nuestros argumentos en contra de la crítica, tenemos la sensación de que nuestras opiniones sobre muchas cuestiones son simplemente mejores, ¿por qué no podríamos esperar ser tomados en serio para dialogar con el gobierno? Nosotros no sentimos un respeto religioso por las “instituciones de la democracia” en su forma actual, no creemos en su rol axiomático como lo hacen aquellos que ven a las “instituciones de la democracia” como monumentos para y por sí mismos. No necesitamos monumentos. Necesitamos un sistema que esté a la altura de nuestras expectativas, un sistema que sea transparente y competente. Hemos aprendido que el cambio es posible, que todo sistema que no es confortable puede ser reemplazado y es reemplazado por uno nuevo. Uno que será más eficiente, más adecuado a nuestras necesidades, que dé más oportunidades. Lo que nosotros más valoramos es la libertad: la libertad de expresión, la libertad de acceso a la información y a la cultura. Sentimos que es gracias a la libertad que la Web es lo que es y que es nuestro deber de proteger esa libertad. Se lo debemos a las futuras generaciones, tanto como le debemos proteger el medio ambiente. Tal vez todavía no le hemos dado un nombre, tal vez aún no estamos plenamente conscientes de ello, pero creo que lo que queremos es una democracia real, genuina. Una democracia que, quizás, es más que lo que vuestro periodismo sueña.
Texto originalmente escrito en polaco y luego traducido al inglés por Marta Szreder. Se encuentra disponible, bajo licencia de Creative Commons, en: http://pastebin.com/0xXV8k7k. Edición: Marcelo Franco
Cómo Conseguir Trabajo?
DE UNA PERIODISTA DIGITAL QUE SE ALIMENTA DE PAN Y NO DE BYTES
Pegue aquí su foto
Natalie Sánchez
Estimados humanos que sí se han podido acomodar en un trabajo estable y familiarizado con términos como caja de compensación y cesantías, un trabajo que lo cubre a uno si le da chikunguña. El día de hoy acudo a su sabiduría masiva. Después de un buen tiempo de feliz labor para la Asociación de Libreros, hasta aquí me trajo el río. Porque, aunque amo con mi vida los libros, todavía el país está plagado de vagos como Ustedes que prefieren quedarse viendo la novela de las siete en vez de ir a la librería (ese regaño se los quedo debiendo completo). La misiva de hoy es para tomarme el atrevimiento de hacerles un trailer de mi hoja de vida, puesto que Ustedes y yo sabemos que no voy a conseguir el Audi que quiero darme de Navidad sentada en pijama en mi casa o, para no ir tan lejos, tampoco el celular se va a pagar solo. Ni el Éxito me va a dar desodorante, ni voy a comer de lo que cultive debajo de mi cama.
Así que pongo mi h de v a toda su disposición en caso de que la necesiten. O en caso de un incendio, y por incendio me refiero a que debe existir alguien que tenga un subordinado perezoso, contestón, e ineficiente con padrastros en las uñas -y posiblemente piojos- al que quiera reemplazar. Si este es su caso, deje de buscar un profesional menos horrible porque llegué yo. Añado un par de anotaciones de pertinencia porque siento que si me va a llamar o a recomendar para una entrevista merece saber la verdad de mi realidad laboral:
1. No tengo cuatro años de experiencia ni moto pero unas por otras: hablo un inglés divi, he escrito para una obra en el Festival Iberoamericano de Teatro, hice las ilustraciones para un documental y llevo a cuestas la experiencia del jaleo de tres Ferias del Libro.
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2. Soy una bien criada bachiller de colegio
de monjitas italianas del siglo XVI que, con la cantidad de horas de catequesis que tuve, me hubiesen podido enseñar mandarín pero no. En cambio, sé repujar pergamino y hacer tarjetas de invitación para bautizos en paño lency, llego moderadamente temprano, no gusto de oír rock pesado en el trabajo y generalmente huelo rico, lo que ayuda tremendamente a la moral de la oficina.
3. El cartón gigante en latín de mi sala me
proclama como comunicadora social de la Javeriana, cosa por la cual deberían darme un Pulitzer al mérito de haber sobrevivido esa experiencia mondonguezca y tropipop en la que vi materias de todo un poco e hice ejercicio con disciplina espartana durante cinco años.
4. FORMACIÓN ADICIONAL: Del curso con Antonio García Ángel (para más luces, columnista de Soho) sobre cuentos aprendí:
1.
Que hay que escribir a pesar de uno mismo. En el Seminario de Transmedia no aprendí mayor cosa porque fui a perseguir a un francés que me pareció la mar de guapo. Entonces de hecho aprendí:
1. Que el estalkeo es bueno y tiene frutos
and, if you want it, go and get it. (Un aplauso de pie para Google).
2. Que la canción “La temperatura”, de los
hermanos Lebrón, siempre me va a subir la mía hasta que tenga 500 años y eso se confunda con los calores.
3. Que los franceses sí saben bailar salsa aunque al principio mientan y lo nieguen rotundamente.
En el seminario para guionistas de Robert Mckee aprendí:
1.
Que el tipo que maneja el aire acondicionado del Jorge Eliécer Gaitán es un sádico del polo norte.
2. Que las sillas pueden transmitir pulgas. 3. Que Robert hace pipí por una bolsita pegada a su pantorrilla para no interrumpir la lección.
4. Que no hay que comer pollo de la pollería de cruzando la calle del teatro. Y lo más importante:
5. Que a la gente le gusta que los- personajes-sufran-carajo. En la pasantía RCN aprendí:
1. Que Gaitán tiene una oficina muy cool. 2. Que podría intentar escribir novelas y disfrutarlo.
En el curso del Consejo Británico aprendí:
1. A hacer un falsete muy convincente de British English. 2. Que puedo levantarme con gusto a clase de 6:00 a.m. si mi profesor es un guapo demencial.
En el seminario de Proexport sobre ferias en el extranjero aprendí:
2. Que amo a los holandeses y son como
1. Que los y las empresarias maduras me adoran.
3. Que me gustan los seminarios empresariales porque, créalo o no, mi carrera me preparó divinamente para hacer el oso en público.
tulipanes todos.
5. DE LO APRENDIDO EN LA EXPERIENCIA PROFESIONAL, RESULTA: 1. Que PowerPoint y yo somos amiguis 2. Que las teclas del teclado se pueden caer si se les trata con demasiada vehemencia.
3. Que tengo una noción de tipografía y puedo decirle que no gano la licitación porque utilizo cómic sans.
4. Que todo gasto debe ir con recibo de caja menor.
5. Que depende del orden de las cosas si los contadores son amiguis de uno o su peor pesadilla.
6. DE LO APRENDIDO COMO PERIODISTA DE SEMANA, RESULTA: 1. Que la alimentación del oficinista es una cosa muy triste.
2. Que es posible que más de la mitad del sueldo se me haya ido comiendo.
3. Que no me arrepiento.
4. Que puedo escribir mucho y muy rápido y muy bien con un ambiente adecuado que tenga muchos Post-it. 5. Que es un posible causal de despido
implícito -aunque uno escriba lo más de bien- verse mucho mejor que la jefe de uno en falda (sé que esto no es diplomático o correcto o psicotécnico pero, there, me lo saqué).
Así que quedo en sus manos. Yo sé que también pidieron trabajo alguna vez, que tuvieron que hacer el esfuerzo por sonreírle a una entrevistadora con una ñunfla entre los dientes, que tal vez odian madrugar a embutirse en un bus lleno para cumplir el horario de oficina pero que sienten un fresquito tan amoroso cada vez que les llega la quincena…. Cualquier información, dato, recomendado adicional, comuníquese a mi mail: hongopolis@gmail.com. Yo con mucho gusto les paso mis datos de cuenta bancaria para que me consignen por cuenta de esta cantidad de honestidad que difícilmente van a encontrar en cualquier otro practicante.
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EL APOCALIPTICO, EL INTEGRADO REFLEXIONES_ _ _ _ _ _ _ SOBRE_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ EL OFICIO_ _ _ _DEL _ _ _PERIODISMO_ _ _ _ _ _ _ EN_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 140_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ CARACTERES_ _ _ _ _ _ _ __________________ Miguel Ángel Bastenier
El periodista sólo puede tomar el partido al que le conduzca la investigación de los hechos, llevada a cabo sin preferir ningún resultado.
El periodista ya no puede limitarse a hacer un buen texto, sino que debe pensar en ‘digital’ y potenciar el tráfico que del mismo se derive.
¿Es un periodista el que recomienda un producto comercial por dinero?
Regla II del periodismo. Las noticias positivas son noticia por todos aquellos que se han quedado con las ganas de que les afecte.
El periodismo de investigación tiene corta distancia (todo se investiga, hasta lo cotidiano); y larga: especialización con tema delimitado.
Regla I del periodismo: cuando alguien te trae una noticia es porque le interesa que se difunda, no por amor al arte.
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Gran conferencia en Cartagena de Giannina Segnini sobre periodismo de datos. Pero que las redes no hagan que el periodista olvide la calle.
Las autobiografías pueden ser valiosas como fuente, a condición de que no creamos de la misa la media de lo que dice el autor sobre sí mismo.
El resultado natural de la investigación es el reportaje, nutrido por el ‘periodismo de datos’, pero con un componente presencial ineludible.
‘Memorias de un periodista’ (Indro Montanelli) es el perfecto ejemplo de que se puede admirar a un autor sin estar de acuerdo en nada con él.
Un gran escritor catalán Vázquez Montalbán decía que ‘contra Franco vivíamos mejor’. La prensa está hecha para contrariar, no para ensalzar.
Al lector no tratamos de seducirle con la inteligencia y brillantez de nuestras preguntas, sino con el interés de las respuestas.
En el periodista el escepticismo no es una característica particular, sino parte de su ADN.
Si el entrevistado te dice ‘me alegra de que me haga esa pregunta’, quiere decir que el que no se va a alegrar particularmente es el lector.
El lector no le dicta a la publicación qué es lo que debe tratar, pero la publicación hará bien en tener en cuenta su opinión. La interactividad es muy ùtil para saber qué piensa e lector, pero sin obediencia servil. El diario debe ir un paso por delante del público. Las emociones del periodista son inevitables, pero su tránsito al papel (o digital) es siempre peligroso. No se va ‘hacia’, salvo que se indique un rumbo, no un destino; se va normalmente ‘a’. En un plan de preguntas hay varias entrevistas posibles. Si abrimos con una u otra la serie será distinta y repreguntar lo cambiará todo. La entrevista es un reportaje a alguien y su medio como escenario, que si está bien hecha ha de ser también un perfil del personaje. Cuatro reglas para la información: unitaria, completa, y que busque la personalización de la historia y la visualización de la acción.
¿Se escribe distinto en digital que en impreso? No es que se escriba distinto, sino que lo que sobra, sobra: lo que cubren video y audio. No significa que el texto no deba repetir nada. Una entrevista en video (digital) puede recoger en escrito lo básico (titulares) que se dijo. Se adquiere la información sumergiéndose en el caos de las cosas, pero hay que tratar de escribir precisamente para poner orden en ese caos. La competencia no es solo entre la calidad de la información, sino entre la repercusión digital que pueda tener, el tráfico en las redes. En las redes está todo menos la vida. Sin ellas, el periodista está cojo y manco, pero si olvida el trabajo presencial se quedará ciego.
Los trinos que aquí se reproducen fueron rescatados entre la prolífica actividad diaria de @MABastenier
FECHA C.C. / NIT
Un nuevo género periodístico en Colombia
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RAZÓN SOCIAL
VALOR
(EN LETRAS)
DEBE A
Mientras que en las universidades, en horas interminables de clase, los estudiantes de periodismo aprenden acerca de la temperatura que debe experimentar una noticia, pulen las tesis para sentar posición en una columna de opinión, discuten sobre el ritmo y el tono que deben llevar una crónica o perfil y se referencia la estrategia que debe orientar un ensayo de divulgación científica; a orillas del mercado laboral, el lugar donde deambula el nuevo periodismo, el de los periodistas sin contrato laboral estable románticamente llamados “independientesˮ, el debate pasa por los alcances de un nuevo género periodístico: la cuenta de cobro. El periodista “independienteˮ es experto en producir contenido en clave de los géneros tradicionales que aprendió en la facultad, los maneja con desparpajo y hasta cuando le alcanza la remesa, los disfruta. Pero la cuenta de cobro se le presenta como un reto narrativo, argumentativo y de estilo. A pesar de ser un texto seco, con pocas letras y algunas cifras, un error de digitación puede desviar su sentido hacia una cuenta de “ahorrosˮ diferente, y hacer feliz a otra familia por error, la de un sociólogo freelance, por ejemplo.
FIRMA Y SELLO
Mauricio Guerrero
Para diligenciar una cuenta de cobro no se necesita trabajo previo de reportería e investigación que sustente y dé forma a su contenido. Se requiere pasar por otros obstáculos más complejos, pagar por adelantado aproximadamente el 12% del valor que será consignado, con el fin de hacer los aportes de ley para seguridad social. Después viene un asunto de habilidad, no periodística pero sí temporal; porque la cuenta de cobro se paga después de 20 días hábiles, toda vez que como conversador se haya sido lo suficientemente ameno para congraciarse con la secretaria que pondrá a ‘patinar’ el trámite. De lo contrario la espera puede ser un poco más larga y tediosa; algo así como una publicación institucional. Ser experto en redactar cuentas de cobro es un rótulo del que no se precia el oficio del periodismo en Colombia y que denota una nueva forma de entender el concepto de independencia, el cual antes indicaba un valor innegociable que representaba la integridad de un oficio con alto impacto social. Hoy ser independiente se entiende como un tipo de vinculación laboral desregularizada, en la que de acuerdo a la lógica empresarial imperante el periodista es su propio jefe, pero escasamente con lo que percibe monetariamente le alcanza para sentirse como su propio empleado.
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DE PERIODISTAS QUE SEPAN TRADUCIR LAS CIENCIAS Y CIUDADANOS QUE PUEDAN ACTIVAR LA DEMOCRACIA
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L
a cantidad de información que debemos manejar (ciencias, artes, humanidades, legislación, política, economía, etcétera) es abrumadora. Una persona, cualquier persona, debe saber un poco de todo esto por varias razones. Primera, porque sí: tenemos que saber muchas cosas para satisfacer una pulsión natural, la curiosidad. Segunda, porque interactuamos socialmente. Las conversaciones tienen un rico desorden, tocan todos los temas y nos obligan a manejar una información variada que va desde el chisme de farándula hasta noticias políticas, económicas o científicas. Tercera, porque interactuamos profesionalmente. Los tiempos de los genios que lo sabían todo y trabajaban solos ya pasaron. Hoy, el trabajo se hace en grupos multidisciplinarios y, para encajar bien en ellos, debemos entender siquiera la línea gruesa de los lenguajes y los conceptos de otras profesiones. Y cuarta, porque es imperioso ser mejores ciudadanos y para lograrlo debemos comprender y evaluar las políticas públicas, las propuestas de los candidatos a los puestos públicos, y hacer una buena elección. Para estar bien informados, necesitamos la colaboración de un agente crucial: el redactor de artículos de periodismo científico, que es el encargado de traducir a un lenguaje sencillo todo el volumen de información que necesitamos manejar. ¿Cómo puede hacer divulgación científica un periodista? Hay dos maneras. Una, es siendo él mismo un especialista en alguna área y decodificando su sofisticado conocimiento en un lenguaje amable para el hombre de la calle. La otra consiste en consultar buen material de divulgación, ensayos o videos, principalmente. Aunque él mismo no sea especialista en nada, puede -si tiene algunas bases en física, digamos- estudiar material de divulgación y ayudarles a sus lectores a entender, grosso modo, las noticias que producen esos brujos modernos, los físicos.
El caso de la física es relativamente sencillo porque cuenta con muchos y buenos divulgadores. Otro tanto podemos decir de la biología y la historia, pero son pocos los buenos divulgadores en asignaturas tan claves como la sociología, la neurología, la psicología y la economía. Y necesitamos orientarnos en estos laberintos. Necesitamos entender el cerebro y la conducta porque los mecanismos cognitivos son parte central del proceso de la educación, tema sensible para el desarrollo de los países. Necesitamos entender ensayos sociológicos porque ellos nos brindan panorámicas de una época o una región. Sólo con una mirada sociológica podemos dominar, al tiempo, un escenario que contenga elementos de moda, transportes, costumbres, urbanismo, artes y consumo. Me atrevo a pensar que la sociología juega, desde el siglo XX, el papel que jugó la filosofía en los siglos anteriores. Y necesitamos entender economía porque es fatalmente transversal al mundo y la sociedad. Todas las decisiones políticas y los programas sociales pasan, tarde o temprano, por análisis económicos. Así las cosas, es una responsabilidad de los programas de sociología, neurología, psicología y economía, trabajar en asocio con los comunicadores en la empresa de traducir sus resultados y teorías en ensayos de divulgación que sirvan de apoyo al comunicador a la hora de redactar artículos de periodismo científico. Sólo cuando alcancemos una masa crítica de personas capaces de conversar con gracia y claridad en la taberna, de discutir con rigor y síntesis en el Congreso y en los grupos multidisciplinarios, podremos decir que nos hemos apropiado masivamente del conocimiento. Sólo entonces la sociedad dejará de ser un elemento pasivo en la toma de las grandes decisiones y la democracia dejará de ser, apenas, una bonita palabra. Julio César Londoño
Óscar Ortega García
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Desde agosto del año 2005, una popular expresión de saludo se convirtió en la sentencia de muerte del periódico sensacionalista El Caleño. Cuando empezó a circular Q´hubo, la vida del insigne diario amarillista empezó a apagarse. Lo paradójico es que quien propició el cierre de la tradicional oficina marcada con el número 3-20 de la calle 25 fue Rubén Darío Valencia, un periodista hecho a pulso en la redacción de El Caleño. “Nuestra intención jamás fue esa. De hecho, siempre hemos creído que El Caleño y Q`hubo son dos periódicos completamente distintos: enfoques, escritura, composición, todo es diferente”, se defiende Valencia. Lo cierto es que en las calles, en tan sólo una década, El Caleño empezó a diezmar su circulación mientras Q´hubo se convertía en punto de referencia en los programas radiales de la mañana y en las tiendas de los barrios. “Dejé de comprar El Caleño porque Q´hubo es menos duro, más discreto. Además, ¡es a color!”, afirma Óscar Aragón, quien heredó de su abuelo paterno la costumbre de leer el diario mientras desayuna. Con los lectores en franca huida, los anunciantes también empezaron a migrar. Ante el precario flujo de caja, la sala de redacción pasó de tener ocho reporteros y tres fotógrafos a dos “toderos”, que hacían “reportería integral”. El concepto es del periodista Wílmar Ríos, quien tiene un argumento diferente a la presencia de Q´hubo para justificar la muerte por ahogamiento financiero de El Caleño: “A ese periódico no lo mató Q´hubo, sino la señora Blanca Torres”.
De acuerdo con Ríos, Torres no supo administrar el legado de Miguel Mejía, quien lideró como director El Caleño durante tres décadas. Ahogada en deudas, con una casi nula impresión y circulación, a finales del año 2014 se entregó el último diario del tabloide sensacionalista. “Don Miguel era un hombre humanitario, que escuchaba le dolía lo que le pasaba a sus empleados. En cambio, doña Blanca era muy distinta”, cuenta Ríos, sin comprometer su visión crítica sobre el manejo administrativo de El Caleño. “Ese periódico no supo capitalizar el afecto que alcanzó en los años ochenta y noventa, cuando era el principal referente a la hora de conocer las historias judiciales de Cali”, sentencia Gilberto Aguirre, un pensionado con la costumbre de leer periódicos en las mañanas. “La muestra está en que El Caleño dejó de circular, cerró la oficina y nadie dijo nada. Ni siquiera la competencia se regodeó con ello”, agrega Aguirre. Algunos periodistas que se quedaron cesantes pasaron al diario Extra, otros migraron a la radio y unos pocos pasaron a Q´hubo. La historia de El Caleño poco a poco empieza a enterrarse en el olvido. Alguien deberá asumir la responsabilidad de contarle al mundo que en Cali existió un tabloide que capoteó la muerte ajena durante 38 años, pero que no soportó la competencia, disfrazada en un saludo de esquina, popular, tan caleño como el mismo periódico que ahora yace muerto.
la
está por y para hacerse Ómar Rincón
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Dice Jesús Martin Barbero, “lo que sabemos, lo sabemos entre todos”. A lo que yo agrego: “No le crean a nadie, mejor creámonos entre todos”.
dencia hubo 10 millones de mensajes en Twitter y nadie los leyó”.
Lo que está pasando hoy con las culturas digitales es revolucionario. Se están reinventando las formas de escribir.
“Eso está muy mal. Alguien tiene que leerlos, porque si no ¿para qué se escriben?” De pronto uno escribe tweets para uno mismo, nada más pensando en pasarla bien mientras se los escribe.
Surge una nueva escritura, que es oralvisual, y se propone una revancha contra la dominación de lo puramente escritural.
Como bailar. Uno baila para pasarla bien, no para que otro lo mire a uno bailando y lo juzgue “técnicamente”.
Estamos aprendiendo a escribir de nuevo. Valga como ejemplo la palabra “guevón”. En Colombia se escribía con “G”, en Chile se escribía con “H”, pero hoy se escribe con “W”. WV´N
En el mundo simbólico de la comunicación han caído no uno sino tres meteoritos al mismo tiempo:
1. La irrupción de Internet. 2. Una idea de ciudadanía asociada a nue-
Ya nadie escribe la palabra completa. Sólo nosotros, los viejos, usamos el Whatsapp como un chat: seguimos escribiendo sujetoverbo-predicado.
3. Sujetos que ponen en juego Sensibilidades que, a su vez, inauguran Narrativas.
Allí comienzan los problemas. Hay quienes se levantan temprano por la mañana y, como no tienen nadie que los escuche, se van a la radio a hablar.
En sus manifestaciones callejeras, los indígenas colombianos van con un palo en una mano y el celular en la otra. ¡Nadie se anima a meterse con ellos!
Saludan al aire diciendo: “Bienvenidos a nuestro programa, hoy tenemos un invitado tan importante que no necesita presentación… Por eso se los voy a presentar”.
Cuando hay un policía cerca, todos nos cercioramos de tener nuestro teléfono celular a mano. Estamos exigiendo más respeto, todavía de manera algo torpe, pero cada vez más efectiva.
Cuando llevan 30 minutos sin parar de hablar, el invitado importante en absoluto silencio, uno se pregunta: “¿No que el tiempo es oro?” ¡Dejen de hablar tanto! La idea no es que hablen sino que narren. ¡No es hablar, es narrar lo que tienen que hacer en la radio! Entonces viene la frase que todos conocemos: “Es que la audiencia manda”. Y su moraleja: De alguna forma hay que prestarle atención a lo que la audiencia quiera. La audiencia no quiere nada. Escuché a una colega, quejándose: “Durante la campaña de Barak Obama a la presi-
vos Derechos y a más Derechos.
En este nuevo contexto, ¿en qué ritual entra la radio? Si no sabemos en qué momento cultural nos encontramos, obviamente no vamos a poder hablarle a la gente. No podemos seguir repitiendo los mismos discursos de hace 20 años. La realidad cambia, el discurso debe cambiar también. Nuestra radio está demasiado formo-lizada, toda llena de noticias y entrevistas a cargo de quienes siempre dicen lo mismo. Con el perdón de la Deutsche Welle o la BBC, que hacen maravillosa radio, me pare-
cen muy aburridoras. A dejar de imitar, entonces. No les podemos imponer a nuestras audiencias los estilos válidos para otras. La esencia de la radio es que conversa con el oyente. Toda conversación necesitan de pausas. Hoy en día no se hacen pausas. Tantos efectos sonoros y musicales hacen que no se pueda escuchar al narrador. Habría que empezar por dejar que el oyente escuche la historia, la interiorice. Mucha gente hablando y muy poca escuchando. Escuchar puede ser aburrido, siempre es preferible que lo hagan los demás mientras yo hablo, pero hay que recuperar la cultura de la escucha y la práctica de la paciencia. Contar también es inspirarse en nuestras oralidades. Para ser escuchados, debemos contar sobre lo nuestro. Propongo volver “celebrities” a todas las ciudadanías. Con sus acentos, dialectos y tonalidades. Cada uno, en su voz, debería tener derecho a hablar hasta desahogarse. Practicar lo popular. De nuevo, Jesús Martín Barbero: “La cultura no se basa en la producción de conocimientos sino de reconocimientos” Estamos ofreciendo conocimientos en vez de promover reconocimientos. ¿Qué es promover reconocimientos? Simplemente, que yo me sienta identificado en lo que hablan en la radio. ¿Dónde está la calidad? La calidad es directamente proporcional al valor social que una conversación a través de la radio nos agrega. La educación de calidad, la información profunda, el arte de vanguardia o la formación de conciencia no son los objetivos primarios del buen funcionamiento de la radio.
Si no sabemos en qué momento cultural nos encontramos, obviamente no vamos a poder hablarle a la gente. La radio no es en profundidad. Los oyentes quieren saber de todo un poco, quieren aprender mientras conversan. Si alguien quiere profundidad, que vaya a la escuela o a la universidad. El objetivo primero de la radio es narrar bien, por eso el libreto es un atentado a la radio. ¿Que uno escriba lo que va a decir y que luego lo lea dándole el tono? La radio es espontaneidad. Lo que sí se debe planear es: ¿narrativamente, dónde quiero llevar a mi oyente? Hay que diseñar la historia, no el libreto. Cada historia tiene su forma de ser contada y es eso lo que debemos descubrir. Dejemos de pensar en LOS MEDIOS. Ya no deben esperar que los contraten de un medio para llegar a ser periodistas. ¡Cada periodista es su propio medio! ¡Alegría y goce en la radio! Practicar lo festivo. ¿A quién no le gusta divertirse? ¿El oyente es diferente a cualquiera de nosotros? No solo necesitamos el storyTELLING, el contar historias, sino también el storyLIVING, el producir experiencias. La radio es ritmo, es música, es bailao… “Solo creeré en un dios que sepa bailar”. Así habló Friedrich Nietzsche. Como nos bailan en la radio, así somos.
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Se le informa desde aquí... contado por un andaquí Esteban Ramírez
D
aleiber mira a la cámara y toma el micrófono entre manos. Son las 5:00 pm del mes de Abril del año 2009, y en la plaza central del municipio de Belén de los Andaquíes (a cuarenta minutos de Florencia la capital del departamento del Caquetá), el monumento a los pescadores – una escultura que buscaba resaltar la labor de los pescadores del municipio– ha caído. Daleiber, mejor conocido como El Gordo, junto a El Mono, quien maneja la cámara, llegaron hasta el lugar de los hechos para buscar las reacciones de las personas del pueblo frente al suceso. La cámara mira desde abajo a los entrevistados, todos ellos adultos, quienes opinan acerca de lo irresponsable de la administración municipal al gastar dineros públicos en obras que no sirven. Ninguno de los entrevistados parece sorprendido de que sean dos niños –de 11 y 12 años, quienes estén haciendo el reportaje
sobre El Señor Caído. Al finalizar, Daleiber cierra la nota resumiendo lo que para él ha sido lo más relevante de las reacciones de la gente del pueblo: “Dinero malgastado es lo que dice la gente... y esperemos que el nuevo alcalde haga cosas más buenas y que valga la pena” (Daleiber Gonzalez, 2009). Seis años después, y gracias a los reclamos que promovieron los niños y jóvenes de la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes (EAIBA), el monumento a los pescadores sigue adornando la plaza central del municipio con el nombre más bonito de Colombia.1 Belén de los Andaquíes tiene una de las historias más ricas de Colombia si se cuenta desde sus experiencias con medios de
1. Según los belemitas su municipio fue premiado por el Ministerio de Cultura con este galardón. Hasta el día de hoy no he logrado corroborar dicha afirmación.
comunicación comunitaria. El municipio cuenta con la primera emisora comunitaria cuya licencia de transmisión fue otorgada a la comunidad en su totalidad y no a un particular u ONG.2 Radio Andaquí ha sido por más de 20 años uno de los ejemplos a seguir en el país como modelo de comunicación horizontal y de formación de comunicadores para el cambio social. En Radio Andaquí –que aún hoy sigue al aire–, la comunidad de Belén de los Andaquíes ha hecho de ella un lugar en donde su voz resuena y en dónde los micrófonos siempre están abiertos para quien los quiera usar (su slogan es Alas para tu voz), además de haberse convertido en el instrumento mediante el cual los belemitas entiende y se apropian de su territorio. (La emisora 2. Radio Andaquí lleva al aire más de 20 años. El libro Lo que le vamos quitando a la guerra recoge las experiencias y memorias de este medio comunitario.
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desde finales de los noventa acuñó el término Territorio Andaquí para incluir a todas las personas que vivieran tanto en la parte rural como en la cabecera municipal del municipio de Belén de los Andaquíes). De las experiencias de comunicación comunitaria en Radio Andaquí nació la Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes (EAIBA). La EAIBA se fundó oficialmente en Diciembre de 2005 cuando su director actual –y ex director de la radio comunitaria–, se encontró con que
Radio Andaquí ha sido por más de 20 años uno de los ejemplos a seguir en el país como modelo de comunicación horizontal y de formación de comunicadores para el cambio social.
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a alguien a usar una cámara. Entonces, lo primero que necesita averiguar cualquier niño para hacer parte de la escuela es saber es lo que quiere contar y para que se va a contar. El cómo viene después. Los temas de las historias que los integrantes de la EAIBA han narrado a través de los años son tan variados y diversos como las personas que han pasado por sus puertas. Un niñx, sin influencia de un adulto quien le diga que hacer, se interesa por narrar lo que para él o ella es significativo: aquello que da sentido y valor a su mundo. Los regaños de los padres; los paseos al río; la basura en los parques; los juegos con muñecas; los trabajos de los integrantes de su familia; o la caída del monumento central del parque, son apenas un puñado de temas e historias contadas en los más de 250 videos –ellos los llaman películas–, que los miembros de la EAIBA han producido en casi 10 años de existencia.
los niños y jóvenes del pueblo, intentaban apropiarse de espacios en donde contaran3 dentro de su comunidad. La consigna para hacer parte de la EAIBA siempre fue la misma: sin historia no hay cámara. Es decir, sin una historia para contar, sin algo que se quiera narrar o explorar, es inútil enseñar 3. El concepto de contar y contar fue propusto por Martín-Barbero para resaltar la necesidad de generar espacios dentro de las comunidades en dónde sus miembros tuvieran la posibilidad de contar sus relatos, a la vez que eran tenidos en cuenta por sus comunidades.
Estas películas han logrado lo que los medios masivos de información en Colombia han negado a los habitantes de regiones apartadas del centro del país: la posibilidad de mostrarse y contarse a ellos mismos en sus propios términos. Las películas han permitido que los habitantes de Belén de los Andaquíes se vean en una pantalla y reafirmen que ellos son más que la guerra y la violencia con la que han (hemos) caracterizado a las personas que viven en lugares como el Caquetá. El verse en una pantalla, contado desde los ojos de un niño, reafirmando el valor de las estéticas locales y escuchando sus sonidos, ha hecho que el trabajo que se hace desde la EAIBA se haya convertido en una de las experiencias de ciudadanías comunicativas con mayor reconocimiento en Colombia.
LOS contornos de una idea
contornos
Howard Luck Gossage
Este es un gráfico acerca de cómo resolver un problema. Apenas lo desarrollé hace un par de semanas y no estoy muy seguro de qué tan útil vaya a ser en realidad para trabajar con él. No obstante, sospecho que será útil para otras cosas, tales como explicar a los clientes la razón por la que no deben andar por ahí perdiendo el tiempo con el trabajo de arte. No veo razón alguna por la que no debiera funcionar con ejecutivos de cuenta y otras personas por ese estilo. Aquí está:
Cada proyecto tendrá en su núcleo una relación central, la cual, para mí, puede ser representada por un triángulo. En un punto (A) de la base se encuentra un hombre, que es quien hace el proyecto. En otro punto de la base (C) se ubica el hombre para el cual el proyecto está siendo realizado. La punta
superior del triángulo (B) no corresponde al proyecto en sí mismo, sino a la idea general acerca del proyecto que tanto el comprador como el vendedor comparten. La cosa en sí misma, el resultado del proyecto, es el punto en el centro del triángulo (X). Éste no cambiará de manos hasta que el proyecto sea completado. De hecho, todo lo que alguna vez es comprado o vendido es una idea general acerca de una cosa. Es solamente después de que el comprador ha recibido su producto que éste se convierte en algo más que una idea general. A pesar del hecho de que ésta es la estructura general de cualquier relación, ya sea entre un hombre y una mujer, un actor y su audiencia o los miembros de la Bolsa de Valores de New York, generalmente tendemos a pensar acerca de tal relación de otra manera. La visualizamos como una línea recta, con el vendedor en un extremo, el comprador en el otro y la cosa en sí misma ubicada en algún lugar en medio de los anteriores. Supongo que ésta es una forma lo suficientemente buena de ver el proceso, excepto porque no tiene en cuenta el por qué las personas hacen las cosas. La razón por la que me gusta esta representación del mercado en forma de triángulo es
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porque es la única que he visto que muestra la función de la publicidad, al tiempo que hace perfectamente evidente que el vendedor tiene que hacer su trabajo también. Mi propia creencia es que la publicidad debilita su propio estatus enormemente al tratar de ser todas las cosas en todos los ángulos, alejándose de su talento único para envolverse e incursionar en la base de la línea de mercadeo. Ahora, pongamos algunos puntos, de manera aleatoria, a varias distancias a partir del núcleo central del proyecto.
Estos representan problemas, hechos, limitaciones y otros factores conocidos que afectan al proyecto. Si conectamos estos puntos con el centro por medio de un radio, vemos que no son solamente de longitudes diferentes
si no que, además, la mayor parte de las áreas de problema no son tenidas en cuenta en lo más mínimo. Menciono esto porque existe una deplorable tendencia a empezar a resolver un problema por medio de sumergirse y trabajar en el mismo, con lo que es poco lo que se suele conseguir. En algunas ocasiones ni siquiera se llega al centro. Casi tan mala idea como la anterior es trabajar a lo largo de las líneas de radio, por-
que no importa que tan buen trabajo realicen en cualquier línea dada, siempre corren el peligro de ir más allá de lo que el resto del proyecto puede, razonablemente, alcanzar. Y, por supuesto, cuando esto pasa dejan las otras áreas prácticamente intocadas. Probablemente el procedimiento más adecuado y cohesivo consiste en dibujar en primer lugar una circunferencia en el extremo de su línea más corta. De este modo ustedes están en control mientras avanzan y cuando alcanzan la circunferencia mínima tienen una entidad sólida. Supongo que también se podría aplicar este diagrama al proceso continuo, de tal manera que, por medio del aumento de los límites del radio más pequeño –el cual, en el caso de una compañía puede representar capital, producción o distribución– se podría ilustrar el crecimiento. No obstante, la intención aquí es solamente mostrar el proceso de resolver un problema dado sin exceder los límites de un medio. Fragmento del artículo “¿Hay alguna esperanza para la publicidad?”, incluido en la compilación The book of Gossage (The Copy Workshop, 2006). Traducción: Juan Carlos Penagos y Marcelo Franco
Jesús Cossio
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para periodistas y escritores
Sergio Ramírez Texto tomado del Taller “Periodismo y literatura, dos oficios gemelos en caminos distintos”, dictado por la Fundación Gabriel García Márquez para un Nuevo Periodismo Iberoamericano en Cartagena de Indias, diciembre de 2001.
1
Antes de atrapar al asesino es necesario atrapar al lector.
2
Si una pistola aparece en la primera escena tiene que ser disparada antes de que termine la pieza.
3
El arte de escribir es el arte de suprimir.
4
Los personajes nunca deben agolparse al entrar en escena: como en una buena pieza de teatro todos tienen que ir entrando de manera ordenada.
5
Hay que estar siempre pendiente de un sombrero o de un paraguas en la mano de un personaje.
6
Nunca hay que enseñar cómo se construye la trampa en que ha caído el lector incauto.
7
El lector que lee rápido es porque no encontró dificultades ni tropiezos en el texto. Si se detiene a averiguar empezamos a perder la partida.
8
Hay que preparar al lector con suspenso para sorprenderlo.
9
No hay que esconder lo que no se necesita esconder.
10
El lector siempre prefiere la acción que la demora.
11
No hay que olvidar que la atención del relato está en lo que va a ocurrir, no en el acto horroroso mismo.
12
No se puede abandonar a medio camino a un personaje sin darle una solución a su salida de escena.
13
Hay que cuidar siempre de no volver a ofrecer la información que el lector ya tiene completa en un párrafo o en una página anterior, aunque sea muy atrás.
14
Hay que recordar siempre el color de los ojos de un personaje para no cambiarlos más adelante, salvo que esos ojos sean capaces de cambiar de color según la tonalidad de la luz.
15
No despreciar los golpes de efecto, sobre todo los golpes de efecto finales.
UNAS POCAS SUGERENCIAS INMODESTAS PARA PERIODISTAS MODESTOS Marcelo Franco
1
La audiencia es la madre del periodista. Su padre, el rigor.
2
5
El periodista usa su inspiración para escuchar y su silencio para escribir.
El periodista no pierde el tiempo aprendiendo los trucos del oficio. En su lugar, aprende el oficio.
6
3
7
Investigando a contracorriente, el periodista ayuda a entender a contra-corriente.
4
La misión del periodista es maximizar el periodismo. La misión de la empresa para la que el periodista trabaja es maximizar su negocio.
El periodista evita la celebridad: nunca es su función volverse más importante que su función.
El periodista debe trabajar duro para volverse útil y mucho más duro aún para no creerse indispensable.
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SLOGANS PARA EL SIGLO 21 ES UNA SERIE DESARROLLADA POR EL NOVELISTA, DISEÑADOR Y ARTISTA VISUAL CANADIENSE DOUGLAS COUPLAND. REFLEXIONANDO SOBRE LA LLEGADA DE INTERNET Y SU IMPACTO EN NUESTRAS VIDAS ÍNTIMAS Y PÚBLICAS, LOS MÁS DE 100 POSTERS QUE LA COMPONEN (EN PERMANENTE EXPANSIÓN Y DE GIRA POR GALERÍAS DE TODO EL MUNDO) DESPIDEN ENTRE NOSTÁLGICA Y SARCÁSTICAMENTE UNA ÉPOCA PARA ASOMARNOS AL VACÍO DE UN FUTURO QUE YA LLEGÓ. MAESTRO DE LAS DISTOPÍAS, ESAS SOCIEDADES FICTICIAS QUE RESULTAN INDESEABLES EN SÍ MISMAS, COUPLAND NO AHORRA SOMBRAS A LA HORA DEL DIAGNÓSTICO. EN SUS PROPIAS PALABRAS: “SI LES COLOCARAS UN PALO POR DETRÁS Y SALIERAS A LA CALLES, ME PREGUNTO SI ESTAS CONSIGNAS SE LEERÍAN COMO PROTESTAS O COMO LAMENTOS CULPOSOS. POR EJEMPLO, SI DENTRO DE 20 AÑOS VIERA PASAR A ALGUIEN PORTANDO UN ESTANDARTE QUE DIJERA HABER SIDO DE CLASE MEDIA FUE DIVERTIDO, ¿SE LEERÍA COMO UNA QUEJA DESCORAZONADA O COMO LA ACEPTACIÓN RACIONAL DE LO QUE PARA ENTONCES YA SERÁ UNA CERTEZA SOCIOLÓGICA?”. SE RECOMIENDA REVISAR SU OBRA COMPLETA EN WWW.COUPLAND.COM
autores
Sylvia Debossan Moretzsohn p. 18
Es una aguda periodista y prolífica investigadora brasileña lamentablemente sin traducción al español. De lectura obligatoria es su libro Pensando contra os fatos. Jornalismo e cotidiano: do senso comum ao senso crítico (2007).
Leila Guerriero
Es periodista, editora y crítica de su oficio. Colabora para diversos medios en España y Latinoamérica aportando en crónicas y perfiles su curiosidad infinita y pasión desmedida. Dirige la colección Mirada Crónica en Editorial Tusquets.
Roberto Herrscher
Periodista y licenciado en sociología, dirige en la actualidad el Master de Periodismo BCNY, en Barcelona. Es colaborador de diversos medios impresos y digitales y referente del denominado periodismo narrativo. Sus textos mezclan géneros condensando un estilo muy particular, su mirada aguda acerca de la realidad está representada en su blog, espacio en el que se recoge su producción y estilo (www.elboomeran.com).
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Juan David Correa p. 26
Bruce Stearling
Es escritor y director de la Revista Arcadia. Ha trabajado como corresponsal y editor para múltiples proyectos periodísticos, su conocimiento del campo cultural colombiano le permite tener una versión muy genuina de la relación de éste con los medios de comunicación. Hace parte también del equipo del proyecto independiente El Peregrino Ediciones.
Escritor y futurista, fue uno de los fundadores y más inspirados cultores del “cyberpunk”, movimiento que, en los años ochenta, revitalizó el género de ciencia ficción.
p. 28
Julian Assange
Nació en Australia hace 41 años de los cuales los últimos cuatro los ha vivido recluido en la Embajada de Ecuador en Londres. Ganó fama y enemigos como editor de Wikileaks,organización mediática internacional sin fines de lucro que ya lleva publicados más de 1 millón de documentos de alta sensibilidad sobre política y economía, anónimamente filtrados.
Piotr Czersk
Fue el pseudónimo utilizado por el poeta y escritor polaco Kordian Peter Klecha para dar a conocer en 2012 su virulento punto de vista sobre las amenazas a la independencia y auto-gestión de la World Wide Web. El texto fue rápida y profusamente traducido como reivindicación generacional en favor de la libertad de expresión y, sobre todo, del derecho a compartir.
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p. 42
Natalie Sánchez p. 46
Periodista digital, más conocida como ‘Hongopolis’ en Twitter, Facebook e Instagram. Colabora en este volumen de PDC exponiendo su hoja de vida, así que no hay mucho más que agregar en este perfil, solo la invitación para leer su última crónica publicada en la revista Soho, la cual ha causado furor entre sus seguidores y fans: www.soho. com.co/zona-cronica/articulo/prostituta-de-videochats-eroticos-cronica-de-nataliesanchez/39455.
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Miguel Ángel Bastenier p. 50
Mauricio Guerrero p. 52
Julio César Londoño p. 54
Óscar Ortega p. 56
Ómar Rincón p. 58
Esteban Ramírez p. 62
Howard Luck Gossage p. 68
Maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y trina a diario en Twitter para beneplácito de sus públicos a ambos lados del Atlántico. En 1982 se incorporó a El País como subdirector de Información General y, en diciembre de 1993, asumió en Relaciones Internacionales, puesto que ocupó hasta 2006. Actualmente publica columnas en diarios de Europa y América Latina.
Es un sociólogo vinculado a la Universidad Icesi, que huye de su método para encontrar otro tono. Docente en ejercicio desde Facebook y otras plataformas afines, no monetiza por este concepto, aunque en un futuro intentará vivir del posicionamiento del HT #parejasihay. Periodista aficionado que intenta profesionalizarse cursando una maestría y aprendiendo a redactar cuentas de cobro.
Es escritor y periodista, de humor punzante y análisis lúcido. Colabora como columnista para varios medios nacionales en Colombia. Profesa un amor incondicional por el ensayo como género, disfruta dictando clases de escritura en las que se ríen de él y el ríe de todos. Ha sido galardonado varias veces por su producción literaria y crítica, destacándose entre estos méritos la obtención del Premio Juan Rulfo de Cuento en 1998.
Es comunicador social y maestro en literatura, docente e investigador en ejercicio de la Universidad Icesi, en temas relacionados con oralidad, escritura y opinión pública. Trabajó en los inicios de su carrera ejerciendo el periodismo como reportero, cronista y productor para medios locales y nacionales.
Es Director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes. Escribe ensayos, artículos académicos y textos de crítica, pero es en la oralidad de la conferencia donde explota todo su potencial creativo y reflexivo. Se recomienda su ponencia en la 9ª Bienal Internacional de Radio, llevada a cabo en México (https://www.youtube.com/ watch?v=z3NQTZ50OYA).
Antropólogo, becario de Colciencias y entusiasta de los medios de comunicación comunitarios, los cuales, más que objetos de investigación, son su excusa para evadir el formalismo de las ciencias sociales. Gracias al desarrollo de sus tesis de maestría y doctorado conoce los secretos del Caquetá, región colombiana en la que se gesta una red muy particular de proyectos involucrados con medios alternativos.
Fue conocido como “el Sócrates de San Francisco” por su enfoque razonado e iconoclasta de la vida, en general, y la publicidad, en particular. Descubrió para el gran público a un oscuro académico llamado Marshall McLuhan, todavía hoy el más brillante de-codificador de los medios masivos de comunicación. Todo Gossage permanece inédito en español.
Jesús Cossio p. 70
Sergio Ramírez p. 74
Douglas Coupland p. 25, 49, 53, 61, 77-79
VOL. 13
Es peruano, historietista y autodidacta. Son reconocidos sus trabajos a manera de obra periodística sobre violencia y temas afines, tales como: Barbarie, cómics sobre violencia política en el Perú, 1985-1990 y Rupay, historias gráficas de la violencia en el Perú 19801984. En formato comic se destacan sus series para Facebook ‘Mala Onda’ y ‘Las increíbles aventuras del hombre que NO se hacía dramas’. Su colaboración para este número de PDC fue gentilmente cedida por Daniel Jiménez, Director del Festival Entreviñetas.
Se recibió con honores de abogado y ejerció con fragores de revolucionario. En su Nicaragua natal fue miembro fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional que derrocó a Anastasio Somoza en 1979 y cinco años después resultó elegido vicepresidente en fórmula con Daniel Ortega. Ejerce el cuento, la novela y el ensayo con paralelos talentos. Es Maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Es un escritor de ficciones desopilantes y artista de visiones extremas. Su novela “Generación X, cuentos de una cultura acelerada” fue el grito de rebelión de quienes dieron audiencia y éxito planetarios a MTV.
DIRECCIÓN
DISEÑO
Margarita Cuéllar Barona
Cactus Taller Gráfico
COMITÉ EDITORIAL INVITADO
Natalia Ayala Pacini Juliana Jaramillo Buenaventura
www.cactus.com.co
Marcelo Franco Mauricio Guerrero Oscar Ortega
www.icesi.edu.co/papeldecolgadura
papeldecolgadura