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PRODUCTIVIDAD

PARA LA COMPETITIVIDAD EN

MÉXICO

“CONSTRUCCIÓN

DE UNA

POLÍTICA INDUSTRIAL”

Instituto para el Desarrrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C.

COMISIÓN DE COMPETITIVIDAD



PRODUCTIVIDAD

PARA LA COMPETITIVIDAD EN

MÉXICO

“CONSTRUCCIÓN

DE UNA

POLÍTICA INDUSTRIAL”

Coordinador Adolfo Orive


Instituto para el Desarrrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C.

PRESIDENTE Ing. Raúl Manuel Gutiérrez Muguerza VICEPRESIDENTE Dr. Arturo Oropeza García SECRETARIO Lic. Juan Antonio Reboulen Bernal TESORERO Dra. Alicia Puyana VOCAL Dr. José Antonio Romero VOCAL Mtro. Mauricio de María y Campos

VOCAL Sr. Miguel de León Garza VOCAL Dr. Jesús Alberto Cano Vélez VOCAL Dr. José Luis de la Cruz Gallegos VOCAL Sr. Mauricio Millán VOCAL Dr. René Villarreal


COMISIÓN DE COMPETITIVIDAD

PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS Dip. Francisco Agustín Arroyo Vieyra JUNTA DE COORDINACIÓN POLÍTICA Presidente Dip. Luis Alberto Villarreal García Integrantes Dip. Manlio Fabio Beltrones Rivera Dip. Silvano Aureoles Conejo Dip. Arturo Escobar y Vega Dip. Alberto Anaya Gutiérrez Dip. Ricardo Monreal Ávila Dip. María Sanjuana Cerda Franco

COMISIÓN DE COMPETITIVIDAD Presidente Dip. Adolfo Orive Bellinger Secretarios Dip. Alfredo Anaya Gudiño Dip. Leticia Calderón Ramírez Dip. Cecilia González Gómez Dip. Salomón Juan Marcos Issa Dip. José Isidro Moreno Árcega

Secretarios Dip. Alberto Coronado Quintanilla Dip. José Ángel González Serna Dip. Armando Contreras Ceballos Dip. Domitilo Posadas Hernández

Integrantes Dip. Purificación Carpinteyro Calderón Dip. Francisca Elena Corrales Corrales Dip. Juan Isidro del Bosque Márquez Dip. Uriel Flores Aguayo Dip. Adriana Fuentes Téllez Dip. José Guadalupe García Ramírez Dip. Irazema Gonzalez Martínez Olivares Dip. Ricardo Mejía Berdeja

Integrantes Dip. Luis Alfredo Murguía Lardizabal Dip. Juan Carlos Muñoz Márquez Dip. Gerardo Peña Avilés Dip. José Noel Pérez de Alba Dip. Adán David Ruíz Gutiérrez Dip. Mario Sánchez Ruíz Dip. Fernando Charlestón Hernández


Coordinador de la Edición: Adolfo Orive Edición: Jaime Antonio García García Corrección de Estilo: Jaime Antonio García García y Mónica Hernández Formación y Diseño: Remediosdesign.com

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Por la Comisión de Competitividad de la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados: Adolfo Orive Cualquier mención o reproducción del material de esta publicación puede ser realizada siempre y cuando se cite la fuente.

Marzo 2014 Impreso en México


ÍNDICE INTRODUCCIÓN •

Adolfo Orive

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PRIMERA PARTE

Acuerdos entre sindicatos y empresas para la productividad

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SONORA Alimentación, trabajo decente y productividad • Fernando Salgado Delgado

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Competitividad y trabajo decente • Thomas Wissing

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Capacitación, productividad y trabajo decente en un mundo global • Vicente Solís Granados

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Caffenio • Rubén Vargas

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Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) • Óscar Castañeda Sánchez

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Planta Ford Hermosillo • Ricardo Martínez Herrera

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Minera Cananea • Esteban Peral Cota

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Maquiladora Leoni Wiring Systems • Julián Romandía Padilla y Remedios Andrade

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JALISCO-NAYARIT Diálogo social, capacitación y productividad • Vicente Solís Granados

67

Cadenas de valor en el sector servicios • Ramón Ruedas Hernández

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Competitividad y productividad en Pymes • Mauricio Cánovas Moreno

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Gestión de la productividad • Leonard Mertens

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Productividad y diálogo social en el Grupo Vidanta • Marlon Mata Gutiérrez

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Productividad y diálogo social empresa-sindicato en el Grupo Vidanta • Jesús Castro Vargas Vinculación universidad-empresa • Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla

SEGUNDA PARTE

Foro Nacional sobre Política Industrial Cambio de modelo de desarrollo Líneas generales para una nueva Ley de Fomento Industrial • Virgilio Antonio Vallejo Montaño

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En busca del eslabón perdido: la industria, condición necesaria para el desarrollo • Alicia Puyana Mutis Reindustrializar para crecer • José Antonio Romero Tellaeche

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Aprovechamiento de las ventajas competitivas de México para relanzar y desarrollar su industria • Miguel León Garza

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Políticas para el desarrollo productivo y de innovación del marco industrial de México • Mario Capdeville

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Políticas CTI, instrumento estratégico para el desarrollo industrial • Juan Manuel Corona

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Desarrollo productivo y regional de México • Mauricio de María y Campos De una economía seccionada a una política industrial integral • Víctor López Villafañe

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RECTORÍA DEL ESTADO Industria y desarrollo económico: una opinión general • Edgar Jesús Nolasco Estudillo

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Líneas generales del desarrollo industrial en la Unión Europea • Jordi Bacaria Colom

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La política industrial brasileña • Helio Silva Filho

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Contraste de la modernización industrial entre China y México • José Salvador Meza Lora

175

Políticas encaminadas a incrementar la productividad • Adrián de León

182

Economía global y políticas para la competencia y prosperidad de la manufactura mexicana • Raúl Gutiérrez Muguerza

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VISIÓN DE LARGO PLAZO Hacia el milagro mexicano • Clyde Prestowitz

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Inversión en conocimiento para el desarrollo de la actividad industrial mexicana • Jaime Aboites

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Reindustrialización y planeación de largo plazo para disminuir la desigualdad • Hugo Beteta

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Prolegómenos para un nuevo proyecto industrial del país • René Villarreal Arrambide

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Innovación como impulso de la industria mexicana del siglo XXI • Sergio Ampudia

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Incrustar a México en la Tercera Revolución Industrial • Arturo Oropeza

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“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

INTRODUCCIÓN Adolfo Orive — Doctor en Economía Política por la Universidad de París, Francia y Posdoctorado en Economía Postkeynesiana en la Univesidad de Cambridge, Inglaterra. Diputado y Presidente de la Comisión de Competitividad de la LXII Legislatura.

Han pasado casi treinta años desde el “golpe de Estado” intelectual, teórico, ideológico –sustentado por intereses muy especiales- en contra de la mayoría de los mexicanos; el cual condenó a la industria exportadora a ser simple ensambladora, relegó la capacidad creativa de una nación a lo que nos dieran los extranjeros y dislocó la planta productiva construida durante casi medio siglo. La consecuencia lógica fue asumir un modelo que en el mejor de los casos nos hace crecer al 2.4 por ciento anual, como promedio. Para el futuro inmediato, a mediano y largo plazo del país, la construcción de una política industrial

independiente es fundamental, ineludible. A lo largo de 43 años he luchado por ello: desde que publiqué, con Rolando Cordera la “Industrialización Subordinada”. Durante mucho tiempo hemos tenido, al alcance, ejemplos de cómo iniciar procesos de industrialización con sistemas de innovación que permiten ir recorriendo el proceso de escalamiento hacia la frontera tecnológica, en forma autónoma. México realizó lo contario: enfocó la innovación y el escalamiento hacia la dependencia de las matrices de las empresas multinacionales en Estados Unidos: nos perdimos.

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Los textos de Chalmers Johnson (1980) sobre el estado desarrollador de Japón; de Robert Wade (1990) acerca de los mercados dirigidos de Taiwán; de Alice Amsden (1989) respecto a la industrialización tardía de Corea; y la propuesta de política industrial diseñada por Ha-Joon Chang – desde 1994-, nos hacen pensar que quienes introdujeron el modelo neoliberal a nuestro país mejor hubieran volteado a aprender del Este asiático. En 1982, con el pretexto de una crisis de deuda pública muy grande, los hacedores de políticas públicas decidieron que teníamos que abandonar la sustitución de importaciones y adoptar un nuevo modelo, donde los mercados eran soberanos. Todos ellos orientados por la ideología y teoría, entonces hegemónicas, cuya cepa era la Universidad de Chicago. Hoy tenemos ante nosotros una oportunidad extraordinaria. Explicar en qué consiste la competitividad para este país y construir

un nuevo modelo de reindustrialización nacional capaz de detonar todas las posibilidades de un sector hasta hoy olvidado y que coloque a México en la Tercera Revolución Industrial como un actor importante, con peso específico, con identidad propia. Expreso mi sincero agradecimiento a quienes participaron a lo largo de los talleres y foros por su invaluable aportación en la construcción de una Ley reglamentaria de los artículos 25 y 26 constitucionales. Especialmente a Raúl Gutiérrez, Juan Antonio Reboulen y Arturo Oropeza, con quienes decidimos tratar de impulsar en México las realidades del Sudeste Asiático, porque creemos en ellas. Gracias también a Hugo Beteta y Juan Carlos Moreno-Brid por compartir el conocimiento, ideas y análisis que genera la CEPAL. Nos permitió darnos cuenta de la terrible desigualdad que existe en materia de productividad en términos de sectores, regiones y tamaño de


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empresas así como de la necesidad de emprender un cambio estructural de la planta productiva para luchar por la igualdad. La Comisión de Competitividad busca elaborar lineamientos específicos que reconstruyan la planta productiva nacional. Por ello decidimos recoger la mayor cantidad de opiniones, escuchar a todos los involucrados en el proceso productivo. Empresa, academia, sindicatos y gobierno requieren planificar la economía no sólo a 6 años plazo, sino también a 10, 20 y 30 años. La tragedia de las recientes tres décadas les permitió cambiar su mentalidad y estar dispuestos a emprender un cambio de paradigma. Invaluable oportunidad de mandar un mensaje: los cambios emprendidos desde el Estado mexicano sí pueden ser en beneficio de las mayorías, pueden representar y encabezar los intereses de emprendedores, de trabaja-

dores, investigadores y jóvenes; de todos aquellos que buscan dar salida a su capacidad creativa, innovadora y luchan por construir un mejor país. La realidad de millones de mexicanos es insoportable; es perverso esperar a que las cosas empeoren aun más para evidenciar el fracaso de un modelo. Por ello buscamos a obreros, empresarios, estudiantes y académicos de Sonora, Nayarit, Jalisco quienes mediante el diálogo y la planificación logran acuerdos para incrementar la productividad y repartirse los beneficios. El enorme reto depende de los ciudadanos, no nada más del Presidente de la República o del Congreso de la Unión. Colaboremos en cambiar el modelo económico y así proceder con una ley reglamentaria en materia de competitividad de los artículos 25 y 26 de la Constitución que, además de obedecerse, se cumpla.

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PRIMERA PARTE Acuerdos entre sindicatos y empresas para la productividad

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SONORA Alimentación, trabajo decente y productividad Fernando Salgado Delgado

— Diputado Federal y Secretario de Acción Política del CEN de la CTM

Sonora ha vivido un cambio durante las recientes décadas en lo que a temas de productividad y competitividad se refiere. Pasamos de un estado conflictivo y contestatario, a uno con visión de desarrollo en el cual involucramos conceptos que nos permitieran influir en la administración de la empresa, nos comprometimos en términos reales y asequibles, trazamos objetivos y metas. Es importante no perder de vista que coexistimos con diversos intereses. Por un lado, el negocio, generación de riqueza, venta de bienes y servicios; por otro,

nuestro interés en crear y mejorar nuestras fuentes de empleo. Con la reforma laboral de septiembre de 2012, la academia se constituyó en cuarto participante importante del proceso de producción, por su necesaria vinculación con el capital, el trabajo y el gobierno. En Sonora, Reynosa, Tamaulipas y Quintana Roo ya establecimos comités de gestión por competencias; somos cuatro entidades comprometidas en la certificación de nuestras compañeras y compañeros con el objetivo de que obtengan mejores empleos.

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Es importante observar que en la década de los 90 la globalización asomaba ya en el horizonte internacional y hacía sonar con fuerza conceptos como la apertura comercial y la productividad. Ante ello, don Fidel Velázquez afirmaba: “Productividad no significa más trabajo, sino mejor trabajo”. Hoy enfocamos nuestra energía en el propósito de armonizar, ensamblar y articular lo que marca la ley con el esfuerzo de las empresas y los trabajadores, todos comprometidos en generar productividad. Son dos visiones respetables pero diferentes. Una, la de la empresa, que desea favorecer su nicho de negocio lo cual respaldamos, pero para nosotros lo importante es que la productividad, al generar un mejor trabajo, nos conduzca mejorar nuestra calidad de vida. 16

Con el artículo 153 de la Ley Federal del Trabajo hemos dado un paso importante, toda vez que establece compromisos y obligaciones para todos, pero es pertinente plantear la siguiente pregunta: ¿Qué sigue en el tema de la productividad?

Es necesario diseñar una reforma fiscal que propicie que los beneficios emanados de la productividad apuntalen nuestro ingreso. Lo consideramos fundamental puesto que el salario mínimo no compensa el esfuerzo y el costo de los servicios básicos se incrementa todos los días. En la CTM tenemos muy claro que la única manera de insertarnos en un mundo competitivo es mediante el fortalecimiento constante del mercado interno. Es decir, mayor capacidad de compra, mayor poder como consumidores, de tal suerte que podamos satisfacer necesidades en toda la extensión del término, no únicamente las básicas. Soy enfático al señalar nuestro compromiso con el desarrollo e incremento de la productividad y competitividad. Nos corresponde apuntalar a las empresas, que sean abiertas, exitosas, eficientes, competitivas. Empresas donde los beneficios sean para todos. Existe otro rubro el cual demanda nuestra mayor atención y acción: la alimentación de los trabajado-


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res. Es de vital importancia propiciar que quienes componen la planta laboral de cualquier empresa, industria o servicio consuman alimentos como deben y no como pueden. Esto es también responsabilidad del empleador, aunque los tiempos actuales parecen olvidarlo. En la gran industria cuentan con comedores buenos y accesibles. El reto es cómo generamos estas condiciones en todo el ramo. Está comprobado que con la alimentación adecuada se produce un incremento de hasta 20 por ciento en la productividad. Para nosotros significa salud, para las empresas negocio; cuidemos nuestra salud y cuidemos el negocio. Podemos hacerlos compatibles. Cubrir adecuadamente el aspecto alimenticio propicia la disminución del ausentismo, eleva la capacidad de producción y, lo más importante, reduce la posibilidad de adquirir enfermedades crónico-degenerativas. No obstante que México cuenta con una Ley de Ayuda Alimenta-

ria, puesta en marcha desde enero de 2011, la normativa presenta deficiencias. No es de aplicación general toda vez que consiste en una ley de adhesión voluntaria de las empresas. El comité responsable de darle seguimiento vacila en asuntos relacionados con la forma (dieta, instalación de los comedores). Asimismo, y tal vez sea la razón por la cual esta ley es letra muerta, por el impacto que va a causar al fisco que la planta laboral disponga de alimentos en el lugar de trabajo. La Secretaría Hacienda se opuso en el sexenio pasado y continúa en dicha postura. A enero de 2013 ninguna empresa se adhirió a dichas disposiciones. La escasa cultura respecto a cómo debe alimentarse un trabajador alcanza niveles en donde el empleador plantea disyuntivas acerca de las prestaciones. Cito: “¿Quieren hora de comida o vales para despensa?”. Es evidente que el cambio de modelo propiciaría un cambio cultural. El alimentario es un rubro que atañe a todos. La relación inequitativa y desequilibrante del nivel de vida de los trabajadores debe terminar.

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Es inconcebible que destinen, en algunos casos, hasta el 90 por ciento del salario en cuestiones de alimentación y transporte. No debe ser la fuerza obrera quien realice la mayor inversión de recursos y energía. Aunado a lo anterior, hemos visto casos de empresas exitosas en lo que a incremento de la productividad se refiere y encontramos una constante: eliminaron la figura del supervisor. Decidieron apostar por infundir confianza en los grupos de trabajo. La consecuencia estribó en cero desperdicio de material, fuerza de trabajo eficiente, pronta respuesta y establecimiento de objetivos en conjunto con la empresa, sin comparaciones carentes de sentido e impuestas.

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Nuestras demandas no son nuevos derechos vanos. Desde nuestro punto de vista, cualquier disposición debe estar encaminada a realizar verdaderos procesos de planeación, desde la capacitación hasta el cumplimiento de las

nuevas disposiciones de la Ley Federal del Trabajo. Es un sinsentido continuar posicionados en la nueva arena global como un país cuyo distintivo radica en mano de obra barata. El gremio obrero requiere el incremento constante de la mejora en sus condiciones de trabajo y de vida; buscamos equilibrar la balanza y dejar de exponernos al capital depredador de nuestras riquezas materiales y naturales. El recurso humano es el más importante para cualquier país. Nuestro bono demográfico demanda mejores y mayores ofertas. Una generación de casi 30 millones de jóvenes merece que cada sector ponga lo mejor de sí. Podemos y queremos tener capital responsable, que haga negocio y tenga seguridad sobre el mismo, que sea redituable para la empresa, pero el objetivo principal es corresponder y reconocer el inmenso esfuerzo que a diario realiza nuestra clase trabajadora elevando su nivel de vida.


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Competitividad y trabajo decente Thomas Wissing

— Director de la Organización Internacional del Trabajo para México y Cuba.

La revisión de las reformas planteadas en la Ley Federal del Trabajo, específicamente el artículo 153, requiere la consideración del contexto internacional y ubicar el desarrollo de México en el tema de la productividad, el trabajo decente y algunas reflexiones respecto a modificar e implementar nuevas prácticas de producción. En primer término, es importante comenzar por remarcar qué es la OIT y la importancia de su participación en esta discusión. La Organización Internacional del Trabajo fue creada en 1919

como un organismo preocupado por la paz, la justicia social y los derechos de los trabajadores. En 1945 se suma a la Organización de las Naciones Unidas. Especializada en temas de trabajo, derecho laboral y seguridad social, tiene en su Consejo de Administración a representantes de los gobiernos, delegados del sector empresarial y sindical de todo el mundo. En la Conferencia Internacional del Trabajo se discuten y adoptan normas como estándar mínimo para que los países compitan aprovechando su capital humano, ideas y creatividad.

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Expongamos ahora por qué estamos ante un tema de productividad. En primer lugar, revisaremos la importancia de incluir dicho concepto en el Plan Nacional de Desarrollo; veremos también cuáles son las definiciones al respecto y lo referente a la capacitación. Finalmente, lo relativo a la estrategia, es decir, cómo implementamos el tema de la productividad a nivel práctico, empresarial y sectorial. En suma y de manera esquemática, tres pasos: diagnóstico, definición y cómo impulsarla. El Foro Económico Mundial define a la competitividad como un escenario de instituciones políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país.

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Es decir, no puede haber competitividad sin productividad. En una definición situada en el contexto nacional, el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) la puntualiza y precisa como la capacidad de un país de atraer y retener en la empresa el talento y la inversión. Es decir, el factor del talento del capital humano en esa definición es de gran importancia. El IMCO define además la serie de indicadores que miden la competitivi-

dad, y el más importante para lo que discutimos se conoce como Mercado de Factores Eficientes. Hay cuatro factores que inciden en la competitividad de un país: la productividad de la mano de obra en el sector manufacturero; la productividad media del trabajo en la economía; la población económicamente activa [cuyos salarios son negociados por sindicatos, es decir, la negociación colectiva es un indicador de qué tan organizadas están las relaciones laborales y qué tan fuerte es el poder de negociación de las partes], y finalmente el índice de flexibilidad de las leyes laborales. En su definición de competitividad, el Foro Económico Mundial incluye diversos criterios para explicar cómo un país puede ser competitivo: las instituciones, la infraestructura, la eficiencia del mercado laboral y el de la innovación; éste último mide la capacidad para generar nuevos conocimientos y tecnología, mismos que serán aplicados a nivel de empresa, generando así riqueza y valor agregado. Revisemos los datos que proporciona el Foro Económico Mundial acerca del desempeño de México en el periodo 2011-2013. En


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materia de competitividad, de un total de 140 países, pasó del lugar 66 al 53. Los parámetros de productividad y eficiencia laboral indican que avanzó del 120 al 102. En el tema de la innovación también registra avances, casi veinte lugares en los últimos dos años, lo cual demuestra la capacidad de adaptación como país a nivel de desarrollo tecnológico. Concerniente al pago y productividad (aportación del trabajador a la productividad del país y la remuneración que se deriva de ella) está en el lugar 83. Sin embargo, existe rezago en la tasa de participación de las mujeres, donde México ocupa el lugar 121 de 144 países del mundo, lo que influye negativamente en el indicador general de eficiencia en el mercado laboral. Únicamente 4 de cada 10 mujeres en edad de trabajar obtienen desde la formalidad un ingreso. El reto es incorporarlas en mayor número, de tal suerte que impacte en la productividad del país en su conjunto. ¿Por qué es importante todo ese discurso respecto a competitividad y productividad? Porque no son fines en sí mismos, sino herramientas que propician el cre-

cimiento interno, que generan e impulsan el desarrollo humano. Nuestros colegas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo crearon un índice de desarrollo humano que no sólo mide cómo avanza un país en materia de Producto Interno Bruto per cápita vinculado a la productividad, sino cómo esa productividad se refleja en el bienestar y calidad de vida de la población. Ahí notaremos avances en el Índice de Desarrollo Humano que posee este país para superar la pobreza, donde se ha logrado mejorar la calidad del bienestar: el Producto Interno Bruto per cápita subió a 12 mil 947 dólares por año, es decir, tres mil dólares más que hace 30 años. Dentro de ese rango de tiempo, hay un incremento también en la esperanza de vida, al pasar de 67 a 77 años, derivado del incremento en la inversión dirigida al sector salud, con mejoras en atención médica y cobertura de los servicios. Además, el nivel de escolaridad aumentó de 4 a 8.5 años. Estas cifras nos indican la importancia de registrar mayores avances en competitividad y productividad a fin de elevar esos

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índices y llevarlos al potencial de países europeos y asiáticos que en esos indicadores aventajan a México. Por lo tanto nos parece importante señalar que la productividad es no solamente una condición necesaria para el crecimiento económico, sino también para el desarrollo humano en el sentido más amplio. El producto interno per cápita promedio puede ser bastante alto, sin embargo no es condición suficiente para que toda la población tenga acceso a ese alto ingreso; hay grandes desigualdades en esos indicadores generales. Con base en cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, en los 12 años recientes, la productividad media de la mano de obra en la economía nacional avanzó 4 por ciento.

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Se podría argumentar o encontrar una explicación en la crisis financiera mundial iniciada el 29 de septiembre de 2008 en Estados Unidos, pero si ampliamos el rango de medición, de la última década del siglo XX a la fecha, el crecimiento promedio anual de la productividad de México fluctúa entre 0.2 y 0.3 por ciento.

Encadenar la economía nacional a la de Estados Unidos tampoco ha sido un buen negocio. En los últimos 20 años su productividad ha crecido tres veces más rápido que la mexicana. Corea del Sur, país que hace 30 años tenía más o menos el mismo nivel de desarrollo que México, ha incrementado en promedio 5 por ciento su productividad anualmente. Lo anterior incide positivamente en el nivel de vida, derivado de la capacitación y transformación productiva, todo ello con el factor de capital humano en una posición central. A nivel nacional, la desigualdad entre personas, regiones y sectores es elevada. La productividad se ve afectada porque el empleo informal gana terreno frente al formal. Agricultura, comercio, industria, manufactura, servicios, transporte, no se desarrollan a la par. Para ejemplificar mejor dicho desfase, basta analizar los datos publicados por el Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C., los cuales evidencian que mientras el Distrito Federal tiene una productividad similar a la de un país como Portugal, el estado de Guerrero equipara la suya con


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Namibia. Cuando en una sola nación existe tal diferencia en lo que a niveles de desarrollo se refiere, se trata de una brecha productiva. Es pertinente reconocer también que el modelo aplicado para ser productivos -hacer más con la misma base de factores o hacer lo mismo con menos insumos y menos factores aplicados-, en muchas ocasiones ha causado un gran estrago en el medio ambiente. A ello se agrega que la apuesta actual radica en un esquema de productividad basado en el bajo salario, más un modelo productivo que pone en riesgo nuestras bases de sobrevivencia. Fenómenos como los incendios forestales, desertificación y contaminación impactan en la salud. Todos esos factores –sobreexplotación de recursos naturales, explotación laboral, bajos salarios— constituyen un modelo insostenible, se sacrifica mucho en pos de la productividad y ello no está pagando buenos dividendos. De lo que se trata hoy es de pensar e implementar otros modelos. Mecanismos que propicien un salto cualitativo, salir del enfoque

tradicional donde la productividad solamente es una medida de eficiencia para combinar factores de producción. Implica impulsar la inversión en innovación a nivel de empresa, es decir, generar valor agregado, utilizar la tecnología de manera eficaz cuidando el medio ambiente. Son los retos que plantea repensar la economía, como generar nuevos productos y servicios y aumentar el número de grupos poblacionales incorporados en la economía formal, incrementando así la productividad. Vale la pena enfatizar el aspecto de las condiciones en las que se desempeña una jornada laboral. Si el nuevo modelo incluye subsanar mediante un mejor entorno de trabajo el ausentismo, la enfermedad, así como los riesgos de salud, la productividad se podría incrementar hasta en seis por ciento. En diferentes espacios del acontecer nacional asoma un planteamiento que cobra fuerza y presencia en los discursos de diversos actores: democratizar la productividad. Dicha idea guarda similitudes con un concepto acuñado por la OIT: el trabajo decente. Demo-

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

cratizar la productividad significa la posibilidad del trabajador por aprender a desarrollar y ejercer sus capacidades. Implica dotarlo de información y capacitación sin distingo de rango o antigüedad. De esta forma es posible comenzar a hablar de un incremento en la productividad y competitividad. Democratizar incluye medidas de prevención en materia de seguridad y salud en el trabajo, así como de las condiciones en general. Buscar en los hechos que el ambiente propicie la creatividad, detonar el proceso de innovar y promover mejores prácticas. Es decir, involucrar a un mayor número de trabajadores en la consecución de mayor productividad. El concepto que motiva estas líneas encuentra uno de sus principales componentes en la práctica de escuchar. El diálogo horizontal a nivel empresa incrementa la participación de los trabajadores. 24

Los involucrados en el proceso productivo deben poder ejercer la libertad de tomar decisiones, ser escuchados en sus propuestas y que éstas puedan ser vinculantes. Comprobado está que la cultura jerárquica bajo la cual

se desarrolla la cotidianidad en algunas empresas impide el proceso transformador, las ideas no florecen, no se utiliza al diálogo como insumo productivo. Otro cambio de enfoque radica en pensar que la productividad se genera en la relación con proveedores, cadenas productivas, polos de inversión, clases empresariales, es decir, darles mayor capacidad de impacto. Aquí surge una pregunta: ¿Qué tipo de productividad necesitamos? En primer lugar, una que genere desarrollo tecnológico y no únicamente administre el estatus o adapte la tecnología existente. Aprovechar al máximo la posibilidad de crear nuevo conocimiento en su interior, un proceso que involucre y motive a todo el personal, reconociendo y movilizando sus capacidades. Es necesaria también una productividad generadora de valor agregado, de relaciones ganar-ganar. Es decir, que sirva a patrones, sindicatos, país en su conjunto. Impulsar y propiciar el proceso creativo es otra característica de este nuevo enfoque. Colocar la creatividad del trabajador en un círculo vir-


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

tuoso requiere de mandos medios, jefes de recursos humanos e ingenieros que fortalezcan y motiven el involucramiento de trabajadores en las soluciones de productividad a nivel de la empresa. Una productividad sostenible. Explotar el recurso humano con salarios bajos constituye una espiral descendente. ¿Por qué? Porque la constitución actual del mundo indica que siempre habrá países con mano de obra calificada dispuestos a pagar menos y trabajar más. Es importante cuidar también los recursos naturales, pensar en cómo combinar la productividad con un impulso al medio ambiente sano y preocuparnos por el futuro. Los índices cuantitativos son importantes, es decir, medir cuánto producto, cuánto servicio, cuánto valor generamos con un trabajador o con una unidad de productores, pero también es fundamental tener indicadores de calidad en el trabajo, medio ambiente y gestión empresarial. El concepto “trabajo decente” ya está en el artículo 123 de la Ley Federal del Trabajo. La reforma de 2012 lo coloca como el rector de la política laboral de este país. Su con-

dición como propiciador de aprendizaje y motivación permanentes le permiten incidir positivamente en los índices de productividad. La productividad se construye a distintos niveles. Hemos ya abordado algunos elementos como el trabajo decente, la cultura de capacitación permanente y la competitividad sistémica. Si bien es importante reflexionar en torno a los factores externos de las instituciones, como la calidad en los servicios, infraestructura, precios, etcétera, los internos también son fundamentales y de vital importancia, es decir, cómo generar productividad y competitividad al interior de las empresas y centros de trabajo. ¿Cómo podemos impulsar esos proyectos e ideas en la práctica? Por principio, es deseable alejarnos del paradigma según el cual la competitividad se consigue e incrementa mediante bajos salarios y sobreexplotación de los recursos naturales. Tenemos que transformar y orientar al país hacia una reingeniería tecnológica organizativa social a nivel de empresas e instituciones que movilicen en mayor medida el talento humano, la creatividad de los trabajadores y de los gerentes empresariales.

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Para explicar mejor lo anterior, retomaremos lo hecho por la OIT desde hace un par de años en la ciudad de Hermosillo, Sonora, concretamente con la CTM y la industria azucarera. Trabajamos con una metodología, el Sistema de Medición y Avance de la Productividad, Simapro, un modelo piloto de evaluación el cual nos permitirá posteriormente realizar una propuesta a nivel nacional. Trabajar con la industria azucarera nos parece un buen indicativo de cómo podría funcionar en el resto del país, debido a la peculiaridad del sector: rezagos tecnológicos, problemas de recursos humanos, conflictividad laboral, entre otros. Los avances y modificaciones en las relaciones al interior muestran signos que podríamos calificar como alentadores.

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Bajo este esquema, existen negociaciones colectivas que toman en cuenta no solamente la cuestión salarial, sino condiciones de trabajo, seguridad y salud, prevención de adicciones, los cuales representan incentivos para la productividad. Es importante no perder de vista —y aquí podríamos encontrar un cambio en el modelo— que lo anterior es en beneficio de la

productividad y no únicamente en pro del trabajador. Se refiere a las relaciones ganar-ganar referidas con anterioridad. El modelo en cuestión promueve la medición de la productividad a nivel empresa, lo cual propicia mecanismos diferentes de negociación, pues aquello que se mide se puede apreciar mejor. En principio, consiste en convencer a los interesados respecto a que la metodología puede funcionar. Posteriormente convocamos, junto con la gerencia, a una junta donde participarán los jefes de recursos humanos, grupos de trabajadores y representantes. Es ahí donde plantemos la siguiente pregunta: ¿Cuál es el problema principal de productividad? Mediante la participación de todos los involucrados se formulan preguntas que planteen problemáticas al interior de los centros de trabajo, de tal suerte que identifiquen las áreas con mayores conflictos y a partir de ahí elaborar propuestas de mejora. Dichas propuestas se discuten horizontalmente entre trabajadores, mandos medios y gerencia. Se realiza de ésta forma porque hay medidas que cuestan mucho dinero, que no se pueden implementar fácil e inmediata-


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mente, hay otras que se pueden efectuar sin siquiera una inversión sustantiva, sin mucho tiempo de planeación. Escuchando a los trabajadores, brindando espacios para hacer propuestas de mejoras en los lugares de trabajo, de cómo prevenir riesgos e incidir en la capacitación, se definen directrices de acción que eviten los peores escenarios y acoten los problemas de productividad en la empresa. La Ley Federal del Trabajo en su artículo 153 establece como obligatorios los programas de capacitación. El cambio es de modelo y cultural. Cultural porque actualmente, por un lado, los empleadores escamotean la capacitación bajo el pretexto de evitar que los trabajadores soliciten mayor salario; por su parte, los trabajadores rehúyen capacitarse argumentando el nulo reparto de utilidades generadas por su mejor desempeño. Dicha cultura es nociva, no sirve. Tenemos que romper esas inercias, modificar prácticas. Convencer que la capacitación y la productividad son herramientas importantes para el bienestar

de patrones, trabajadores y comunidad en su conjunto. Creer y aprender en la práctica que es posible dar un brinco cualitativo para cerrar la brecha respecto a países más avanzados, así como entre los distintos sectores del país. Un ejemplo más. La OIT formó en México un comité de competencias dentro de Simapro donde capacita a promotores, consultores y tomadores de decisiones públicas. En el comité-comisión participan la Secretaría del Trabajo, la Secretaría de Economía, tres centrales sindicales y dos representaciones empresariales a nivel nacional. La intención es determinar y construir perfiles para los consultores y promotores que llevarán nuestra metodología a diversas empresas y sectores. Promover, en suma, una estandarización. Sonora es un estado avanzado en lo que a poner en práctica lo anterior se refiere. Insisto, el artículo 153 de la Ley Federal del Trabajo brinda herramientas para implementar y poner en marcha políticas como la nuestra. Considero que podemos evolucionar y abarcar diversos espacios. Por ejemplo, impulsar la productividad a nivel de políticas públicas,

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pensando no solamente en la productividad de la manufactura, sino cómo impulsar la productividad en la agricultura, comercio, vivienda y servicios. Contribuir significativamente a disminuir los rezagos. Pensar también en promover la productividad con un enfoque territorial, donde podamos identificar la vocación de cada zona, las ventajas competitivas de una región, sub-región y qué tipo de instituciones tecnológicas necesitan. Ir incluso a una diferenciación de los estímulos fiscales y qué tipo de marco legal propiciaría el desarrollo focalizado. Planificar así la economía. En México hay escasa formación para el trabajo. Es común ver cómo se capacita tanto en los centros de enseñanza como antes de ejercer el empleo formalmente. Pero una vez dentro, la capacitación disminuye drásticamente. Estamos una vez más frente a un asunto cultural, toda vez que estamos poco o nada acostumbrados a medir los avances de 28

la productividad y en consecuencia modificar, tomar la decisión de cambiar aquello que no funciona. Es importante pensar en la productividad, no solamente de las grandes empresas, sino de las Mipymes, puesto que afrontan grandes retos, menos recursos y menor capacidad de impulsar la productividad. Es el Estado el que, de acuerdo a la nueva Ley Federal del Trabajo, debe promover recursos, insumos y programas que incidan en la productividad mediante la capacitación y finalmente combinar el desarrollo tecnológico organizativo con procesos incluyentes democráticos de aprendizaje como plantea el Simapro. Es fundamental invertir en la pequeña y mediana empresa, conformar cadenas productivas e implementar el trabajo decente como un dinamizador, un motor de impulso al trabajo que propicie la creación y aprovechamiento de talento, riqueza y progreso para el país.


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Capacitación, productividad y trabajo decente en un mundo global Vicente Solís Granados

— Secretario de Educación de la Federación de Trabajadores del Estado de Sonora, CTM y Consultor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Derivado de las reformas en materia laboral aprobadas por la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados, vamos hacia un nuevo modelo de competitividad, productividad y relaciones laborales. El capítulo tercero bis del artículo 153 de la Ley Federal del Trabajo, el cual lleva por título “De la productividad, formación y capacitación de los trabajadores”, vincula los artículos 25 y 26 de nuestra Carta Magna con la normativa en materia de trabajo. Como antecedente, es importante señalar que distintos sectores habían realizado propuestas en ese

sentido. Empresarios, sindicatos y academia lograron algunos acuerdos y pactos de principios para una nueva cultura laboral, pero no consiguieron desarrollarlos a plenitud y terminaron como letra muerta. Pocas empresas adoptaron dichos esquemas. Revisemos el articulado de la reforma laboral, veamos por qué plantea el cambio de paradigma y cómo nos permitirá alcanzar el internacionalmente reconocido concepto de “trabajo decente”. La primera gran diferencia radica en su carácter constitucional.

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Por lo tanto, empresas y sindicatos están obligados a poner en marcha nuevos esquemas de productividad, formación y capacitación. Así lo establece el artículo 153-A, que a la letra dice: “Los patrones tienen la obligación de proporcionar a todos los trabajadores, y éstos a recibir, la capacitación o el adiestramiento en su trabajo que les permita elevar su nivel de vida, su competencia laboral y su productividad conforme a los planes y programas formulados de común acuerdo por el patrón y el sindicato, o la mayoría de sus trabajadores”.

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Por lo que respecta al artículo 153-B advertimos su vocación por capacitar a los trabajadores de nueva contratación y aquellos interesados en ocupar las vacantes o puestos de nueva creación. Enfatiza el papel del patrón por propiciar y brindar apoyos para iniciar, continuar o completar ciclos escolares de los niveles básicos, medio o superior. En ese sentido, se ha dado mucha promoción al Instituto Nacional de Educación para Adultos. En Sonora se otorgan becas para acceder a estudios de nivel técnico profesional y de educación superior. Es importante diferenciar lo anterior del adiestramiento.

El artículo 153-C establece: “El adiestramiento tendrá por objeto actualizar y perfeccionar los conocimientos y habilidades de los trabajadores en su puesto de trabajo y proporcionarles información para que puedan aplicar en sus actividades las nuevas tecnologías que los empresarios deben implementar para incrementar la productividad en las empresas”. Aunado a ello cabe mencionar que la Ley especifica el impulso a programas de productividad donde los empresarios recibirán apoyo y financiamiento orientado a la modernización tecnológica de sus empresas. Continúa el segundo párrafo: “… hacer del conocimiento de los trabajadores los riesgos y peligros a que están expuestos en el desempeño de sus labores, así como las disposiciones contenidas en el reglamento y las normas oficiales en materia de seguridad, salud y medio ambiente de trabajo que le son aplicables para prevenir riesgos de trabajo”. Aquí apuntamos un tercer y cuarto elementos: adiestramiento para incrementar la productividad y mejorar en general el nivel educativo, la competencia laboral y las habilidades de los trabajadores.


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Somos enfáticos: todo el tema de capacitación y adiestramiento aparece con el enfoque de competencias laborales, ¿qué significa? Que es necesario situar el desempeño de los trabajadores en un estándar de competencia que le permita lograr resultados efectivos y medibles en la actividad que realiza a partir de los conocimientos, habilidades, destrezas y aptitudes obtenidas. Posteriormente ahondaremos respecto a la combinación de esquemas de capacitación por competencias con sistemas de medición y mejora de la productividad como herramienta para incrementar la rentabilidad de las empresas –a partir de su productividad y competitividad— y mejorar el nivel de vida de los trabajadores. La diferenciación, es decir, tener un enfoque de capacitación por competencias, permite no sólo que se capacite el trabajador en ese estándar óptimo de desempeño, sino también evaluar si es competente y certificarlo. Esa certificación hace que el trabajador sea más “empleable” y, en caso de que cambie de empleo –existe mucha rotación laboral—, porte consigo sus certificados de

competencia, de manera que la nueva empresa pueda constatar sus habilidades y asignarlo al puesto requerido. Es benéfico para ambas partes. Estos estándares pueden trasladarse a las instituciones educativas a efecto de que los estudiantes salgan ya con las competencias requeridas por los sectores, ramas y giros productivos. Actualmente uno de los problemas del joven egresado es que las empresas le requieren que tenga al menos tres años de experiencia, lo cual evidentemente no tiene. Pero si las instituciones educativas incorporan un esquema de competencias significa que el futuro trabajador va a estar listo para tener prácticas profesionales en la compañía donde va a ingresar. Saldrá de la escuela sabiendo qué hacer en la industria de la construcción, agroalimentaria, maquiladora, automotriz, y podrá incorporarse de mejor forma. Para impulsar estos esquemas, el artículo 153-E establece que las empresas que tengan más de 50 trabajadores constituirán “Comisiones Mixtas de Capacitación, Adiestramiento y Productividad”,

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integradas por igual número de representantes de los trabajadores y de los patrones. Dichas instancias serán responsables de las funciones que establece la ley. El distintivo de éste apartado radica en cómo desarrollar esta tarea, con qué estructura y cuáles funciones. Revisemos. Primero: vigilar, instrumentar, operar y mejorar los sistemas y programas de capacitación. La Comisión Mixta, ya no es sólo la gerencia de Recursos Humanos, ahora es parte de la empresa en coordinación con los trabajadores. Segundo: proponer los cambios necesarios en la maquinaria, equipos, organización del trabajo y relaciones laborales de conformidad con las mejores prácticas tecnológicas y organizativas que incrementen la productividad en función de su grado de desarrollo actual.

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De lo anterior desprenden tres enfoques: micro, los trabajadores; meso, los supervisores y mandos medios; macro, los directivos. Establecer mecanismos de diálogo entre los tres niveles citados potencia la capacidad de resolución de problemas, mejora la productividad y la competitividad. Es por ello que

consideramos a lo establecido en la reforma laboral de septiembre de 2012 un avance significativo en lo que a cambios en los procesos de trabajo y capacitación se refiere. Tercero: se establece que una de las funciones es proponer, a nivel de la empresa, las medidas acordadas por el comité nacional y los comités estatales de productividad. Se crea una estructura nacional para impulsar la capacitación y la productividad, medir y elevar la productividad, además de garantizar el reparto equitativo de sus beneficios. Es decir, hay una vinculación de la comisión mixta de capacitación y productividad de la empresa con la comisión estatal, las comisiones sectoriales y el Comité Nacional de Productividad. Posteriormente, ésta misma comisión vigilará el cumplimiento de los acuerdos de productividad que se lleven a cabo entre empresa y sindicato. Para la CTM es fundamental la consecución de un acuerdo nacional e impulsar revisiones salariales y contractuales entre empresas y sindicatos agremiados, así como la constitución de las


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comisiones mixtas de capacitación, adiestramiento y productividad. La razón consiste en poder resolver las objeciones formuladas por trabajadores encaminadas a distribuir los beneficios de la productividad. En consonancia, el artículo 153-F establece: “Las autoridades laborales cuidarán que las comisiones mixtas de capacitación, adiestramiento y productividad se integren y funcionen oportuna y normalmente, vigilando el cumplimiento de sus obligaciones”. En su inciso “I”, el artículo 153 estipula qué se entiende por productividad: “Es el resultado de optimizar los factores humanos, materiales, financieros, tecnológicos y organizacionales que concurren en la empresa, en la rama o en el sector para la elaboración de bienes o la prestación de servicios con el fin de promover a nivel sectorial, estatal, regional, nacional e internacional, y acorde al mercado al que tiene acceso, su competitividad y sustentabilidad, mejorar su capacidad productiva, su tecnología y organización, e incrementar los ingresos, el bienestar de los trabajadores y distribuir equitativamente los beneficios”.

Vale la pena detenerse en la definición toda vez que enmarca la productividad en el siguiente precepto: “Tiene que modernizarse la empresa, pero esta modernización no sólo va a mejorar la productividad, la competitividad y la rentabilidad de la empresa. A partir de esa mejora tienen que mejorar los ingresos, el bienestar de los trabajadores y distribuir equitativamente los beneficios de la productividad”. Continúa: “Para que se tenga el apoyo necesario al establecimiento de los acuerdos y sistemas para medir e incrementar la productividad concurrirán los patrones, trabajadores, sindicatos, gobiernos y academia”. En el artículo 153-J encontramos las funciones del Comité Nacional de Productividad: “Para elevar la productividad en las empresas, incluidas las micro y pequeñas empresas, se elaborarán programas que tendrán por objeto primero: hacer un diagnóstico objetivo de las empresas en materia de productividad; segundo: proporcionar a las empresas estudios sobre las mejores prácticas tecnológicas y organizativas que incrementen su productividad; tercero: adecuar todas las condiciones dentro de la empresa, materiales, organizativas, tecnológicas y financieras

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que permitan aumentar la productividad”. Diferenciación y especialización es el punto toral de éste apartado. Instituciones de investigación ayudarán en el desarrollo tecnológico de la empresa. En lo referente al financiamiento, se plantea que programas gubernamentales brindarán asesoría, apoyo y certificación de competencias laborales para el aumento de la productividad. Asimismo, mejorarán los sistemas de coordinación entre trabajadores, empresa, gobiernos y academia, de tal suerte que alcancen compromisos en pos de elevar la productividad. Parte importante del cambio radica en los mecanismos de evaluación en torno al desarrollo y cumplimiento de los programas.

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Será el Comité Nacional de Productividad quien tendrá la facultad de realizar el diagnóstico nacional e internacional acerca de los requerimientos necesarios para elevar la productividad y la competitividad en cada sector y rama de la producción, impulsar la capacitación y el adiestramiento, la inversión en el equipo y la forma de organización idónea para aumentar la productividad. Además, los planes que formule serán por rama.

En lo que respecta a las comisiones mixtas de capacitación y adiestramiento, tendrán la responsabilidad de iniciar procesos de planeación por empresa, al tiempo de vincular los salarios a la calificación y competencias adquiridas, así como a la evolución de la productividad de la empresa en función de las mejores prácticas tecnológicas y organizativas que la incrementen, tomando en cuenta su grado de desarrollo actual. Se trata de incentivar y propiciar que los trabajadores hagan suyos los mecanismos de especialización y capacitación. Llegamos de esta forma al artículo 153-N, el cual estipula que será la Comisión Nacional de Productividad quien establezca subcomisiones por sector, por ramas de actividad estatal y regional. A nivel de las entidades federativas y el Distrito Federal se establecerán comisiones estatales de productividad. Concluyo haciendo un llamado al compromiso de hacer realidad en 2014 la meta de implementar en 100 empresas del estado este esquema, que va a hacer historia en la cultura laboral de Sonora y del país para beneficio de todos los trabajadores, las empresas y nuestras familias.


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Caffenio Rubén Vargas

— Gerente de Capital Humano de Caffenio.

Esta empresa, Caffeino, podría ser considerada emblemática. Adquiere ese calificativo por la capacidad que ha tenido para sobreponerse y adaptarse a los tiempos que en materia de producción le ha tocado transitar y porque representa uno de los casos de éxito en lo que a relaciones empresa-sindicato se refiere. Progresistas los propietarios, decidieron adherirse a un proyecto propuesto en 1992, cuando el gobierno estatal, las cámaras empresariales y la CTM pactaron acuerdos encaminados a detonar

la cultura de la productividad, capacitación y bienestar de los trabajadores. Vale la pena hacer un recorrido por la historia de Caffeino para conocer más respecto a su estrategia, tácticas y referencias que a lo largo de estos años han sido de utilidad. Veremos que el aspecto central y primordial reposa en la gente y su talento. Fue en los tiempos de la Revolución Mexicana que surgió una pequeña tienda de café en el estado de Chihuahua. Influenciado por el momento que vivía

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el país, el propietario del establecimiento lo llamó “El Combate”. La peculiaridad de este lugar fue que su fundador tuvo la intuición de generar una ventaja competitiva. Decidió tostar el café y venderlo en bolsitas. Hoy, esto nos parece de lo más cotidiano, pero en ese entones el café se compraba crudo, la gente lo escogía y tostaba por su cuenta. Podríamos decir que introdujo en el mercado el concepto de valor agregado. José, hijo del dueño del comercio en cuestión, se mudó a la ciudad de Hermosillo, Sonora, en 1941.

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Ahí, en la periferia, rumbo a Nogales, decidió establecerse y convertir la tiendita, que a la sazón había crecido, en una empresa: “Café Combate”. Al día de hoy, sigue la planta en el mismo lugar. Aunque momentáneamente en desuso, durante años fue fiel testigo de viajeros y paseantes, a todos por igual deleitó el olfato con la fragancia inconfundible del buen café. Justo como lo hiciera su padre, José encontró una forma de agregar valor a su producto: decidió

moler con azúcar los distintos tipos de grano. No había habitante que desconociera el sabor de ese café. La innovación no paró. Posteriormente y en consonancia con los cambios que el paso de los años marcaba, la empresa se actualizó e incrementó su capacidad tecnológica, de tal suerte que comenzó con la producción de café soluble. Con este objetivo surgió en los 80 la planta que aun se observa desde la carretera. La producción masiva de café soluble que para entonces se había puesto de moda en todo el mundo se convertiría después en un problema para la empresa sonorense. Llegó la competencia de otras marcas y perdió su carácter novedoso, se convirtió en un producto común. Ante ese panorama, los involucrados en el manejo de Café Combate tuvieron que plantearse lo siguiente: ¿Cómo mantener el mercado y generar más ingresos? Consideraron que la alternativa era distribuir otros productos. La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte permitió a la empresa


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importar insumos hasta ese momento desconocidos por el mercado nacional, por ejemplo, las sopas en vaso, específicamente de la marca Maruchan. Ahora Café Combate se dedicaba esencialmente a la distribución de lo que alguien más había fabricado, actividad que le obligaba a proveer grandes espacios de almacenamiento aunado a que su margen de ganancia se redujo. Al ceñir gran parte de la actividad a la importación, el número de empleos generados tampoco sufría incrementos. De forma coloquial, entró en un ciclo que los directivos resumieron con esta metáfora: “No crecíamos, nada más engordábamos”. Transcurrió el tiempo hasta que en el año 2000 llegamos a una serie de planteamientos que marcarían un cambio de rumbo. Teníamos que ser buenos en aquello que sabíamos hacer mejor, ser únicos. Renunciar a cosas cuyas ganancias y utilidades eran pocas. Dejar de lado las sopas, leches y demás productos. El reto central era innovar con el café, a lo que siempre nos habíamos dedicado, y no reducir precios e iniciar una suerte de espiral descendente para ser más competiti-

vos porque siempre habrá alguien que venda más barato. Café Combate nuevamente cambió. Con la encomienda de pensar cómo agregar valor al café que producíamos, más allá de frascos y bolsas con café, todas las áreas y empleados pusieron a prueba su capacidad creativa. En la planta decidimos realizar pruebas para elaborar nuevos productos, los trabajadores ensayaron distintas combinaciones de polvos, idearon máquinas para hacer capuchinos, adaptaciones a fin de introducirlas en estaciones de autoservicio. Por supuesto que no todo funcionó, pero los productos que gustaron tuvieron un gran impacto y alcance. Un aspecto a resaltar en el proceso es el apoyo irrestricto de todos los departamentos de Café Combate, hoy Caffeino. En ningún momento la pertenencia a cierta área fue utilizada como argumento para no participar. Por ello de inicio enfatizamos que el aspecto central y primordial reposa en la gente y su talento. Trabajadores y empresa se propusieron ser com-

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petitivos, lo cual significó transformar la manufactura y, en suma, construir y construirse con otro tipo de capacidades. Una de ellas fue desarrollar productos diferentes, identificar espacios susceptibles de recibir una oferta como la nuestra, proponer soluciones a cada necesidad. Fuimos meticulosos con los detalles, cuidamos la eficiencia, calidad, sanidad, velocidad de respuesta e innovación, por lo que tuvimos que crear una nueva planta totalmente diferente. Dimos un paso fundamental, entramos a un proceso de transformación: de una empresa que solo “hace” mercancías, a una que diseña, desarrolla tecnología, detecta necesidades en segmentos de mercado para finalmente generar soluciones e iniciar un proceso de crecimiento sostenido.

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Hace 12 años los clientes de Café Combate eran los supermercados, cinco años después, las tiendas de conveniencia. Y ese café orgullosamente sonorense se llama Andatti. El cambio de una fábrica de café a una empresa de servicio y logística no hubiera sido posible sin la disposición, inteligencia y participación

de los trabajadores, personal administrativo y de confianza. La comunicación horizontal constituye un pilar dentro de las decisiones que como empresa se toman. El resultado es que mientras en el 2000 Café Combate tenía presencia en Sonora, Baja California y Sinaloa, actualmente Caffenio está en todas las habitaciones de los hoteles Fiesta Inn del país, en cualquiera de las 10 mil 600 tiendas Oxxo de cualquier estado de la República. No obstante, falta mucho por aprender. Los ejecutivos de Caffenio hemos entendido que generar y captar dinero en un mercado implica hacer cosas diferentes. Requiere ineludiblemente que el trabajador aprenda cosas nuevas. Aquí hay que ser contundente: capacitar a las personas no es un favor que amablemente hace la empresa, es una necesidad en el proceso de creación que potencia el crecimiento de todos. La innovación es la otra parte del binomio, pues cada vez que se introduce un producto cambia la operación, la línea de producción y los estándares. Implica flexibilidad, proveer de capacidades al


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personal a fin que se adapte a los cambios, incremente sus conocimientos y transforme procesos productivos de manera exitosa. Lo anterior va en consonancia con parte de las nuevas disposiciones en materia laboral aprobadas por el Congreso de la Unión. En nuestro caso, el Conacyt y otros centros de investigación, es decir, la academia, apoyan para que los trabajadores incrementen sus conocimientos, de tal suerte que puedan contribuir en el aumento de la capacidad tecnológica de la planta. Como ejemplo, con apoyo de instituciones de investigación y desarrollo tecnológico en coordinación con nuestros catadores, creamos una nariz electrónica que detecta e indica el sabor exacto que debe tener el café. Con esta tecnología el control de calidad mejora, al tiempo que el personal aprende a realizar e interpretar gráficas. La planta también sufrió modificaciones, es hermética, con estrictos controles de calidad, sanidad y buenas prácticas puesto que constantemente somos certificados. Tal y como ocurre al inicio de todo cambio, una inquietud que tenía-

mos los directivos y los propios trabajadores consistía en saber si éstos se adaptarían bien a las nuevas disposiciones, si no sería necesario contratar nuevo personal. Finalmente los representantes sindicales consideraron que la gente podía cambiar, y todos decidimos emprender un proceso de aprendizaje de largo alcance, inacabado y en constante movimiento. El capital humano es el principal recurso. Una enseñanza de este tránsito es entender que el desarrollo del capital humano será consecuencia de propiciar el incremento de competencias, modelar aptitudes, no únicamente esperar que surja una circunstancia repentina que nos obligue al cambio. También contribuyó socializar la información, es decir, difundir qué implica conceptos como calidad, trabajo en equipo, comunicación y participación. Asimismo organizamos foros donde compartimos los medios para evaluar el desempeño y establecer un diálogo abierto con objeto que los trabajadores aportaran ideas y propuestas de mejora. Significa crear un ambiente en el cual las personas aporten y den sentido a su trabajo.

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Concluyo diciendo que en 2002 se introdujo el modelo de Simapro en Café Combate. Comenzamos por el área de empaque, espacio con vocación de mejorar, medir, estandarizar. Paulatinamente los trabajadores se sumaron, aprendieron que significaba el comienzo de un trabajo bajo la lógica de ganar-ganar. Desde nuestro punto de vista, el esquema ganar-ganar implica establecer una relación basada en confianza, donde se fijan metas, estándares de calidad, indicadores de productividad, implementación de compensación variable.

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Reitero a la comunicación como uno de los grandes protagonistas, por lo que es necesario mantener canales abiertos y horizontales de contacto e intercambio de ideas en todo momento. Actualmente casi el 90 por ciento del personal de Caffenio, sindicalizado y no sindicalizado, tiene compensación variable basada en resultados, incluidos los directivos. Se ha convertido en un sistema de trabajo importante en la solución de conflictos y la mejora de las condiciones de vida. Todo el proceso ha permitido crear valor de empresa, que significa valor económico.


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Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Óscar Castañeda Sánchez

— Jefe de la División de Calidad del Hospital de Especialidades Número 2, de Ciudad Obregón, Sonora.

La Unidad Médica de Alta Especialidad pertenece al Hospital de Especialidades Luis Donaldo Colosio Murrieta. Está considerada como de tercer nivel, es decir, atiende aquellos padecimientos imposibles de cubrir por los nosocomios con niveles 1 y 2 (3 por ciento de los casos). Abarca cuatro delegaciones: Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa y su población derechohabiente asciende a poco más de cuatro millones. Cuenta con mil 560 trabajadores, entre ellos 174 médicos y 500 enfermeras. De acuerdo con las políticas institucionales y gubernamentales,

todo hospital debe contar con la certificación que otorga el Consejo de Salubridad General, instancia adscrita a la Secretaria de Salud federal, órgano rector del sector. Lo anterior dio pie a que los directivos realizaran diversos planteamientos en torno a cómo garantizar atención de calidad a los derechohabientes, asumiéndose como corresponsables en el incremento de la calidad de vida. Dicha certificación demanda cumplir con estándares tanto nacionales como internacionales en materia de atención y segu-

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ridad; significa reducir los errores potenciales que se puedan presentar por el factor humano y trabajar con esquemas centrados en el paciente, de tal suerte que los servicios proporcionados sean adecuados a lo largo de toda su estancia. La gestión es otro punto a cubrir. Para ello es necesario exista un líder de proyecto y un programa. La intención es definir y estipular qué hacer con los recursos económicos y humanos. Mejorar y garantizar la calidad y seguridad de los pacientes significa disminuir el riesgo de contraer infecciones, capacitar a los trabajadores en materia de atención y manejo adecuado de la información que se genera en la unidad médica. Tenemos leyes y reglamentos que regulan todo lo que hacemos y cómo lo hacemos. 42

Determinamos también que los lineamientos estén basados en ejes rectores de misión, visión y valores, mismos que fueron redactados a partir de un diagnóstico situacional y de salud. Para ello se creó el Comité Institucio-

nal de Calidad y Seguridad del Paciente, máximo órgano rector interno que promueve y evalúa la mejora de la calidad y seguridad en la UMAE. Se crearon 19 comités más en distintas áreas para implementar las tareas que acuerdan con el principal y que responden a él. ¿Por qué utilizar Simapro? Recurrimos a una metodología, el Sistema de Medición y Avance de la Productividad, porque nos dimos cuenta que para cumplir y obtener la certificación era necesario que la comunicación se produzca de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, en dos direcciones. Nuestra alta gerencia, comprometida con esos cambios, quería y necesitaba saber qué pasaba con el trabajador; por su parte, el trabajador quería comunicar e informar a la alta gerencia; la innovación sería consecuencia de la participación colectiva de personal y directivos. Otra modificación fue la integración de servicios sustantivos (consulta externa, hospitalización, quirófano, urgencias) con los de apoyo (laboratorio, Rayos X, imagenología), incorporando


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el trabajo en equipo de las distintas categorías y profesionales que se encuentran laborando en la institución. La participación de todos los niveles ocupa ahora un lugar primordial, desde la gerencia hasta la base operativa. Se involucra también a pacientes y proveedores, toda vez que requerimos insumos para proporcionar servicios. Se trata en suma de generar una inercia de mejora continua, sostenerla y dar el paso a innovaciones. UMAE ya está trabajando con innovación tecnológica bajo la modalidad no sólo de equipos, sino también médico-tecnológica con el propósito de enfrentar la epidemia de enfermedades crónico-degenerativas que actualmente padece el país. Es necesario preguntarnos cuáles son los beneficios de todo esto. Un primer punto radica en el cambio de prácticas, es decir, cultural. Mejorar el ámbito laboral y de comunicación, además de sumar al sindicato. La capacitación y modelos con mayor horizontalidad dan mejores resultados, abonan significativamente en el diseño de obje-

tivos y la consecución de metas, tocan a todos los elementos involucrados en la prestación de un servicio. Cuando se posibilita que los trabajadores incrementen sus competencias, el estándar de atención mejora. Por la naturaleza del servicio que prestamos, es deseable que la institución funcione las 24 horas y los 365 días del año con la misma eficiencia. Nuestro objetivo general consiste en desarrollar competencias laborales en todos nuestros mandos: altos, medios y bajos. Como objetivos específicos están incrementar la satisfacción de los pacientes, mejorar el ambiente laboral, manejar indicadores de eficiencia en todas las áreas (no únicamente en la consulta o el resultado general de atención al paciente) a fin de determinar cómo evoluciona el trabajo de mejora y cómo se comporta globalmente el hospital. Con el objetivo de reducir eventos adversos e incrementar las competencias de cada uno de los trabajadores, realizamos una prueba piloto tomando como base las metas internacionales de seguridad del paciente. Sirvió para eva-

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luar qué tan competentes podíamos ser. Las metas se definen a partir de los principales problemas que causan errores en los diferentes hospitales a nivel mundial: identificación correcta del paciente (por nombre y número de seguridad social); mantener comunicación efectiva entre los integrantes del equipo de salud. La persona a quien se le da una indicación tiene que escucharla, después repetirla a quien se la dio y esperar a que se la confirme antes de ejecutarla, de lo contrario podría malinterpretarla y realizar algo que dañe al paciente.

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Otra meta es el manejo seguro de medicamentos potencialmente dañinos para los pacientes. Todo medicamento tiene un efecto, pero hay algunos tan delicados que su aplicación equivocada puede causar la muerte. En cuanto a las cirugías, evitar confusiones y tener claridad respecto al procedimiento y sitio de la intervención. Además, se deben prevenir todas las infecciones condicionadas por la tensión propia de los prestadores de servicios. Otra meta consiste en prevenir las caídas. Hasta el año pasado

en todo el instituto la principal causa de eventos adversos eran las caídas de los pacientes en baños, de la cama al pararse o al cambiar de sitio. Necesitamos implementar estrategias para que no sufran este tipo de incidentes en ninguna parte del hospital. A partir del análisis con el modelo de gestión respecto a la implementación de las tácticas aplicadas en los primeros ocho meses con el objetivo de lograr las metas, los líderes del proyecto se dieron cuenta que entre el personal existía desconocimiento acerca de dichas metas, es decir, mala ejecución de las medidas o aplicación a baja escala. Ello implicó emplearse a profundidad durante cuatro meses en promover las competencias entre cada uno de los miembros del personal y el cuerpo directivo, de tal suerte que hicieran propias las metas y, posteriormente, medir resultados. Elaboramos guías de autoformación y evaluación por competencias, seleccionamos los servicios (de más alto riesgo, como el quirófano y el servicio de hemodiálisis), establecimos compromisos


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y fechas para empezar y concluir la capacitación. Con el apoyo de la alta gerencia y el director, dio inicio un proceso de intervención y capacitación al cuerpo de gobierno de la institución; el programa se extendió al resto del personal. Al terminar, con el análisis de los resultados, dimos paso a la retroalimentación con la finalidad de definir en conjunto con los operativos más puntos a corregir. Al concluir con la corrección de los rubros recomendados, ejecutamos cambios y medimos para iniciar de nueva cuenta el ciclo de retroalimentación, corrección y aplicación. Finalmente, al cuarto mes hicimos el análisis de resultados para verificar qué tuvimos al inicio y qué obtuvimos al final del plan propuesto. En quirófano hubo una mejora significativa así como en el servicio de hemodiálisis; aunque en éste estábamos bien al inicio, ahora estamos mucho mejor. También debemos responder el siguiente cuestionamiento: ¿Qué significan esos resultados? Dichos datos evidencian un incremento en nuestro nivel

de competencia al momento de diagnosticar e identificar a un paciente. La efectividad en la comunicación, en el manejo adecuado de medicamentos y al momento de realizar cirugías, también se incrementó. Hay un descenso sensible en el porcentaje de errores, que como explicamos antes, podrían comprometer de manera seria la vida del paciente. El impacto de todo el proceso en la capacitación estriba en el establecimiento de los estándares de atención acorde a los recomendados por el Sistema Nacional de Certificación de Establecimientos Médicos y el Consejo de Salubridad General. Resta ahora incorporar las competencias clave para que trabajadores con el perfil acorde a una unidad médica de alta especialidad brinden la atención exacta que requiere cada derechohabiente. Una vez establecidas, pasaremos a identificar áreas de oportunidad o con necesidades de capacitación. El Comité de Capacitación, creado para tal propósito, establecerá el programa 2014, año en el que se pretende capacitar a todo el personal.

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Dicho Comité, elabora las guías de autoformación y evaluación de competencias, mismas que ya se están aplicando con el propósito de alcanzar las metas internacionales de seguridad del paciente. Mediante la implementación de dichas guías, se identifican las áreas de oportunidad en el cuerpo directivo y el personal operativo, a partir de lo cual elaboramos cláusulas informativas a fin de reforzar el material de estudio. Es pertinente aclarar que trabajamos con gente ya formada, quienes han perdido el hábito de estudiar, razón por la cual aplicamos la andragogía (conjunto de técnicas de enseñanza orientadas a educar personas adultas) con la idea de propiciar una dinámica de aprendizaje significativo, es decir, que integren teoría y práctica en sus estructuras mentales de manera que

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incrementemos profesionalmente la competencia laboral, institucional y personal. La obtención de competencias en estos tres últimos rubros aplicados en acciones de mejora e implementación de buenas prácticas ha logrado disminuir la presencia de eventos adversos y se ha mejorado la atención general a los pacientes. Institucionalmente incrementamos nuestros indicadores de eficiencia, circunstancia que impacta positivamente en la reducción de costos. Actualmente trabajamos en un mecanismo alterno en lo que a reconocimiento del esfuerzo del personal se refiere, toda vez que el capital y los presupuestos se manejan a nivel central y no tenemos la facultad del manejo directo de recursos.


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Planta Ford Hermosillo Ricardo Martínez Herrera

— Secretario General del Sindicato de la Planta Ford, Sonora.

Como parte de un proyecto en conjunto con Mazda, durante la década de los 80 la compañía automotriz Ford Motor Company instaló una planta en Hermosillo, Sonora. Ahí fabrica el 68 por ciento de su producción en México (posee otras dos armadoras: en Chihuahua y en Cuatitlán, Estado de México) y en el transcurso de los últimos 30 años ha sido un espacio en constante búsqueda de cambios sustantivos en los modelos que construye. Por ejemplo, de 2005 a la fecha, posee la plataforma para el Fusion, automóvil de exportación en permanente evolución.

La planta conjuga cuatro elementos en materia de producción y competitividad: trabajo en equipo; capacitación, seguridad y salud en el trabajo; relaciones laborales interdependientes entre sindicato y empresa, e innovación. Somos enfáticos en dichos elementos. Los consideramos el punto de inflexión que propició el reconocimiento y distinción del que goza nuestra planta como referente nacional en lo que productividad asociada al trabajo se refiere. Todo ello no es producto del azar o la casualidad, ni siquiera la razón del porqué los directivos de

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Ford decidieron ubicar una planta en Hermosillo, así que vayamos por partes. En los 80, la empresa realizó un análisis minucioso en distintas ciudades e identificó en el trabajador de Sonora rasgos parecidos a los del obrero japonés. El tiempo muestra que no erraron, puesto que los niveles de producción y la participación de los trabajadores para mantener los estándares de calidad le merecen reconocimiento mundial. Se puso en marcha un modelo de trabajo y organización, un híbrido entre la tecnología, el esquema de gestión japonés y el norteamericano, enriquecidos por la disciplina y compromiso del trabajador sonorense. En los procesos de ejecución de tareas aplicaron metodologías similares a las usadas en oriente y mecanismos innovadores en la gestión del recurso humano.

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Una consecuencia de lo anterior radica en la relación que priva actualmente entre sindicato y empresa, toda vez que se avoca en mantener la armonía laboral con objeto de obtener niveles de producción altos. Cabe preguntarse, ¿qué factores se deben atender? Los describimos a continuación.

Para Ford y el sindicato es muy importante todo lo relacionado con la seguridad e higiene, de ahí la relevancia que tiene la Comisión de Seguridad e Higiene a cuyos integrantes se les otorgan permisos de tiempo completo a fin de que puedan evaluar y atender los elementos que representen riesgo o alguna situación de naturaleza problemática en esa materia. En el manejo de desperdicios tóxicos, nos respalda la certificación ISO 14000. Por mencionar un ejemplo, los procesos que aplican a la pintura sobrante son cuidadosos, con espacios confinados donde verter los residuos evitando así riesgos ambientales y entre los trabajadores. Destaca también en términos de seguridad y desarrollo del trabajo la Comisión de Ergonomía. Conformada por representantes de la empresa, del servicio médico, sindicato y trabajadores, es responsable de estudiar cada área hasta que sea ergonómicamente adecuada, es decir, que el equipo y disposición resulte fácil de manejar. El propósito final es que todos vuelvan a casa sin lesiones.


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Con objeto de obtener de forma precisa las características físicas o ergonómicas de un trabajador, éste es sujeto de un análisis antropométrico justo al incorporarse a la plantilla laboral. Así, él podrá definir el espacio adecuado en el cual desempeñará sus labores. Esto es primordial en un estado con las características de Sonora, el cual de acuerdo a estadísticas del Seguro Social presenta alto índice de enfermedades músculo-esqueléticas. Respecto a la gestión de recursos humanos existe una política consensuada entre empresa y sindicato. Por principio, el candidato a ser contratado deberá llenar su hoja de afiliación y después del análisis antropométrico, participará en un proceso de inducción, de tal suerte que pueda incorporarse a la plantilla laboral sin contratiempo y con cierto nivel de conocimientos acerca de las tareas que desempeñará. El entrenamiento se imparte por medio de un plan individual que integra la capacitación y la flexibilidad funcional entre puestos. En el caso de Ford existe una sola categoría, la de técnico universal, y el mecanismo que los propios trabajadores introdujeron es que

todo técnico conozca y labore en los distintos procesos de armado. En los casos de nueva contratación, durante el proceso de inducción, la persona se integra a equipos de trabajo donde adquiere paulatinamente los conocimientos y habilidades para desempeñar las diferentes funciones que se llevan a cabo en la planta. Es así como el personal se entrena de acuerdo a un plan de rotación cuyo objetivo es generar personal con multihabilidades. Esta es una de las peculiaridades que distingue a la planta Ford de Hermosillo. Un aspecto relevante de las relaciones sindicato-empresa radica en una arista más del proceso de capacitación. Esta consiste en que los trabajadores de reciente incorporación reciban una inducción acerca de lo que implica formar parte de un sindicato, la importancia de llegar a un espacio como ese. Aunado a ello, la trascendencia del trabajo en equipo, liderazgo, participación y el concepto de empoderamiento del trabajador al involucrarse directamente en el proceso productivo aportando experiencias. El programa incluye manejo de problemas y solución de conflic-

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tos, hábitos de efectividad, empatía en el trabajo y el componente técnico o de habilidades relacionadas a las tareas que realizarán. El área de recursos humanos mide también la percepción del empleado respecto al ambiente que se vive en el espacio de trabajo, en las relaciones entre el personal sindicalizado y el de confianza, entre los operadores o técnicos Ford y los mandos medios o supervisores. Asimismo, mediante el contrato colectivo de trabajo fue posible incorporar prestaciones encaminadas a promover mejores condiciones laborales que motiven al trabajador en el cumplimiento de sus responsabilidades, por ejemplo, los servicios de alimentación y transporte.

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Otro aspecto con un peso importante es la conciliación familia-trabajo. De acuerdo a los responsables del manejo de personal, este concepto ha sido nodal para definir los horarios de las jornadas de trabajo. Quedando de la siguiente forma: de 6:00 a 14:00 horas; de 14:00 a 21:00 horas y de 21:00 horas a 6:00 de la mañana. Todo ello con objeto que el trabajador pueda pasar tiempo en el espacio familiar.

Además de lo anterior, la rutina de trabajo cotidiano se rige por el método de las “5S” (por la letra con la que empiezan los conceptos en el idioma japonés), técnica de gestión japonesa que pretende reducir costos de tiempo y energía, riesgos de accidentes o sanitarios, mejorar la seguridad en el trabajo y por tanto la calidad de la producción; se basa en cinco principios: • Clasificación (Seiri, separar innecesarios): eliminar del espacio de trabajo los elementos que resulten inútiles; • Orden (Seiton, situar necesarios): organizar el espacio de trabajo de forma eficaz; • Limpieza (Seisō, suprimir suciedad): mejorar el nivel de limpieza de los lugares y espacios de trabajo; • Estandarización (Seiketsu, señalizar anomalías): prevenir la aparición de la suciedad y el desorden; • Mantener la disciplina (Shitsuke, seguir mejorando): fomentar los esfuerzos en este sentido.


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El método hizo su aparición durante la década de los 60 en la empresa japonesa Toyota. El objetivo era lograr espacios más organizados, ordenados y limpios de forma permanente que incidieran en mayor productividad y mejor entorno de trabajo, elevando la moral del personal. Ha tenido amplia difusión y son numerosas las organizaciones de distinta índole que lo utilizan: empresas industriales, de servicios, hospitales, centros educativos y asociaciones. En la planta Ford Hermosillo el programa de las “5S” forma parte ya de la cultura laboral, incorporado en el proceso de formación. Para los trabajadores es cotidiano hablar de él y lo trasladaron a sus hogares, es decir, permitió desarrollar sentido de pertenencia a la empresa y no es un simple requisito o modelo. En materia de innovación, trabajamos con tecnología de punta. El volumen de producción se sincroniza con la demanda, de tal suerte que producimos acorde a proyecciones de venta. Vemos con optimismo las nuevas disposiciones de la normativa la-

boral, porque nos damos cuenta que la figura de los clúster está incluida. En ese sentido, la planta cuenta con clúster de proveedores muy bien incorporados al objetivo del “Justo a tiempo” de la empresa, que se refiere a la adaptación del proveedor al proceso de armado, brindando en el momento exacto los elementos que requiere para las unidades que se van a producir. Los clústers o cadenas de proveedores se encuentran en un 80 por ciento en la misma planta, dando empleo a trabajadores mexicanos, y un 20 por ciento son externos, aunque la mayoría de las empresas que participan son multinacionales. En cuanto al sistema de medición de productividad, Ford considera cuatro elementos: • Engranaje de los equipos técnico y humanos, importante para mantener los niveles de producción; • Flexibilidad a fin de que el personal sea competente en todas las áreas de armado, altamente motivado al trabajar en grupos alineados para mejorar continuamente el producto, eliminando el desperdicio;

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• Engranaje de seguridad en los equipos que se diseñan y se mantienen en niveles de clase mundial; • Engranaje del flujo continuo, aplicación a la manufactura de los requisitos de “Justo a tiempo” coordinados con el clúster de proveedores.

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Finalmente, nuestro compromiso es representar los intereses de los trabajadores, lograr condiciones y prácticas dignas de trabajo para continuar con la producción de unidades de vanguardia. Involucrar a todos en entender y atender las necesidades del mercado en momentos de avance tecnológico continuo.


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Minera Cananea Esteban Peral Cota

— Integrante del Comité Ejecutivo de la CTM en Cananea Sonora.

El sindicato de la mina ícono del país también implementó la metodología para mejorar las capacidades y competitividad de sus agremiados. Por la historia que ha acompañado a este sector, acontecimientos políticos, económicos, obreros y patronales, actualmente se trabaja con mucho esfuerzo, responsabilidad y respeto por crear un clima de confianza, paz laboral y productividad. La empresa implementó diferentes esquemas de capacitación con ayuda de extrabajadores de la mina que desearon finiquitar

paulatinamente condiciones de trabajo anterior y volverse a contratar. Aproximadamente 154 mineros experimentados han capacitado a mil 100 personas tanto del sindicato como del personal de confianza. De ese total, 15 por ciento son mujeres, obreras en minería con la suficiente destreza para, por ejemplo, conducir un camión de 400 toneladas. 53

El aspecto cultural tiene un peso específico. Por ello existe un programa de nueva cultura laboral. El objetivo es convertir a Cananea en la mina de más alta producción de cobre, cometido


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para el cual es fundamental que los trabajadores sientan como suyas las metas y se involucren en el proceso productivo. Estamos ante una de las mayores reservas del mineral en el planeta, como tal, requiere altos niveles de especialización en todas las áreas.

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La zona presenta características tan peculiares como complejas. Dentro de la planta laboral encontramos trabajadores que, como reza la expresión coloquial, son de “cuna minera”. Sin embargo y contrario a lo que se podría pensar, el 70 por ciento ni siquiera conocían una mina. La dinámica de trabajo es intensa, misma que involucra negociaciones entre directivos y obreros, además de la selección meticulosa de nuevo personal. La seguridad social enfrenta retos y las demandas se agudizan: una población de 30 mil habitantes con 14 mil afiliados al Seguro Social, pocos médicos y menor número de especialistas, sin banco de sangre. Por otra parte, remover grandes cantidades de tierra implica un enorme riesgo para los mineros. Con asesoría de la CTM, el sindicato capacitó a funcionarios del

Comité de Seguridad, comisionados de Ajuste de Cono y comisionados de la División de Contrato Colectivo en siete temas generales: el valor del trabajo; las reformas a la Ley Federal del Trabajo; trabajo en equipo; negociación y manejo de conflictos; liderazgo estratégico; comunicación efectiva, y finanzas sindicales. Este último tema nos parece fundamental porque el detonante de pasados conflictos en Cananea fue el manejo de los que aportaba el trabajador a su sindicato. El concepto de trabajo decente propició la instalación de la Comisión Mixta de Seguridad e Higiene, misma que atacó otro problema presente durante el funcionamiento del anterior sindicato: las condiciones de seguridad al interior de la mina, razón suficiente para el estallido de huelgas. Con el sindicato de CTM no hemos tenido un solo accidente fatal de personal sindicalizado. El objetivo es mejorar en varios aspectos: salud, deporte y servicios auxiliares. De esta forma estaremos en circunstancias de garantizar paz, tranquilidad y productividad. Si bien las negociaciones se dan bajo un clima


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cordial, en ocasiones se frenan por meses, hasta que empresa y trabajadores logran firmar un convenio.

dora donde se muele y obtiene el concentrado de cobre y la de hidrometalurgia, donde se elabora propiamente el producto.

Los bonos han sido el mecanismo para reconocer la productividad de los mineros. El sindicato estableció dos tipos: Bono de Asistencia Perfecta, que permite acumular hasta mil 226 pesos mensuales, y el Bono de Producción, que asciende a 30 por ciento del salario y permite a los trabajadores de ciertas áreas incrementar en un 50 por ciento su ingreso mensual al obtener ambos.

Cabe resaltar que el 75 por ciento del personal es originario de Cananea. Si bien en su mayoría son de edades jóvenes, tenemos compañeros que rebasan los 60 años. Otro aspecto a resaltar es la intención por desarrollar un mecanismo de transporte de personal. El asunto no es sencillo, pues derivado de un conflicto laboral reciente, no existen condiciones suficientes para garantizar la seguridad del transporte. Sin embargo, somos optimistas y con las mejoras conseguidas vamos a consolidar ese proyecto en la próxima revisión del Contrato Colectivo de Trabajo.

Existe una tabla de compensación por áreas y niveles de calidad. Ello propicia la colaboración y el trabajo en equipo, toda vez que la gratificación se otorga por área y porcentaje de acuerdo al salario. Los incentivos económicos propician la cooperación entre los distintos elementos, los introduce en una dinámica y diálogo entre iguales, sin importar el nivel de estudios o capacidades, si se es obrero o ingeniero. La mina se divide en tres áreas: donde está el tajo, la concentra-

Será justo en dicha revisión donde buscaremos colocar nuestro esfuerzo diario en consonancia con las nuevas disposiciones que en materia laboral aprobó la Cámara de Diputados en septiembre de 2013. Apoyados en el artículo 153, los representantes sindicales solicitarán instituir Simapro como la metodología a emplear en materia de capacitación y de-

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sarrollo de habilidades. Asimismo, incrementar la participación y capacidad de decisión en el manejo de la producción de la mina con el objetivo final de incrementar el bono de productividad en caso de rebasar las metas. La intención de aplicar el Simapro estriba en detectar más áreas de oportunidad para mejorar la compensación económica, pues el principal problema de todos es el económico; si reducimos pérdidas en la línea de producción, podremos acceder a mayores remuneraciones. Los tiempos actuales demandan un sindicalismo responsable, con capacidad de negociación, conocedor de todas las problemáticas que tocan a los trabajadores y con conciencia de clase encaminada a conseguir escenarios laborales con justicia y prosperidad para todos los involucrados. 56


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Casos de Éxito

Maquiladora Leoni Wiring Systems Julián Romandia y Remedios Andrade

— Maquiladora Leoni Wiring Systems — Integrante de la Federación de Trabajadores CTM Sonora

Julián Romandia: En el año 2000, la maquiladora Leoni Wiring Systems estaba a punto de irse de México, de su planta instalada en Sonora, cuando nos llamaron para implementar el Simapro y después cuando se registraron los bombazos de Nueva York, recordarán ustedes, Leoni era la única maquiladora que mientras todas las demás iban decreciendo en ventas y en personal, esta empresa crecía al grado tal que tuvo que construir otra planta.

parte de capacitación y por ahí les pongo un nombre, el plus.

Esta es una síntesis sucinta de lo que ocurrió con Leoni, pero ahora quiero que conozcan un poquito de nuestros productos, la

¿Por qué decimos comercial? Básicamente aquí en Hermosillo no nos enfocamos tanto a la industria automotriz, sino más bien

Es un sistema de productividad en el que nosotros tenemos un bono de remuneración por esa productividad que es algo de lo que estábamos hablando, a ese tema vamos a entrar al final, creo que ahí puede haber preguntas. Iniciemos por el origen de Leoni, es una empresa proveedora a nivel mundial de arneses para la industria automotriz o comercial como nosotros lo llamamos.

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a la parte comercial que son tractores, autobuses, camiones de transporte. Nuestros clientes principales aquí en Hermosillo son BMW, Volvo, Volaris, Harley Davidson. Entonces tenemos que es proveedor a nivel mundial. Proveemos un arnés que sólo puede verse mediante un sistema de rayos X, el cual está conectado al sistema de frenado de un vehículo, a la parte de dirección de un vehículo, a sus sistemas de seguridad y si está mal hecho o con mala calidad o descuido de nosotros incurrimos en una responsabilidad muy fuerte con el consumidor final. De ahí la importancia y la preocupación de la empresa en tener un sistema y capacitación, de tener a nuestra gente capacitada y entrenada con lo último en tecnología y conocimientos del área para responder con la responsabilidad que tenemos.

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Año con año la empresa invierte bastante en todo lo que es capacitación en todos los niveles. En seguida hablaremos un poquito más de este tema. Leoni cuenta con 60 mil empleados a nivel mundial. Tenemos presencia en 42 países, es una empresa alemana en México. Contamos con tres plantas de manufactura, una

en Durango, una aquí en Hermosillo y otra en Torreón, Coahuila. Aquí en Hermosillo tenemos actualmente 2 mil 500 personas laborando con nosotros en dos turnos y lo que buscamos es que las 2 mil 500 personas cada año reciban entrenamiento y capacitación, mediante un plan de entrenamiento para todos. Como les comentaba, año con año realizamos un plan de capacitación, por lo general lo empezamos a elaborar en mayo o junio para poder trabajar con el presupuesto del año. Este plan se hace en conjunto con todos los niveles de la empresa y lo que hacemos aquí es determinar lo que se va a hacer en el año o los siguientes años. Hay planes de desarrollo para ciertos puestos que desde hace 5 años, ya se visualizaron, también se trabaja para el desarrollo de ciertos puestos, a fin de que lleguen al nivel que se requiere tener. Este plan ya presupuestado, se revisa casi con lupa, se hace una revisión al plan de capacitación para darle al blanco a lo que queremos hacer, una planta mucho más productiva, mucho más efi-


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ciente y adelantarnos a los cambios tecnológicos que vienen. Nosotros estamos en un rubro en el que los cambios de tecnología ocurren en segundos, de un día para otro. Debemos tener personal preparado para que esos cambios no nos tomen por sorpresa. Para el personal sindicalizado también tenemos un programa de capacitación asegurado y firmado casi con sangre todo el tiempo en el que mínimo una hora al mes tengan un entrenamiento. Para la industria maquiladora llevar y sacar al personal de la línea por una hora sabe lo que significa, entonces la empresa tiene el compromiso de sacar mínimo una hora al personal de la línea y entrenarlo o capacitarlo en cantidad de temas. Este programa se entrega en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, entregamos las certificaciones de cada uno de sus entrenamientos y se va monitoreando mes a mes el avance de cada uno de sus planes. Este es un ejemplo de una matriz de habilidades que nosotros vamos monitoreando con cada persona es un ejemplo de un empleado de una línea que toma-

mos hoy en la mañana, o sea no es una presentación ya hecha y ustedes pueden ver ahí el nivel o grado de entrenamiento que lleva cada una de las personas de este equipo en especial y acá abajo en la simbología ustedes pueden ver un círculo que tiene cuatro cuadrantes. Si una persona tiene en sus cuadrantes solamente uno quiere decir que está en su primer nivel de su entrenamiento que apenas está tomando la habilidad y los conocimientos de esa operación. Por lo general, está acompañado de una persona de capacitación, que le ayuda a entender el proceso y el procedimiento que está llevando, cuando tiene el segundo cuadrante la persona ya tiene un nivel en el que puede trabajar solo, con supervisión mínima y ya el tercer nivel es una persona que tiene la certificación. No estamos inventando el hilo negro, es algo que se viene utilizando desde los cincuenta o más bien desde la Segunda Guerra Mundial se viene utilizando esta metodología de llevar estos cuadrantes. Un tema que me gusta mucho es la capacitación, yo entré a trabajar en Leoni como coordinador

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superintendente de capacitación, tenía experiencia en el área comercial y en el área de manufactura, sabía de entrenamiento y de que la capacitación mejora el desempeño de los trabajadores, les permite tener muchos más ingresos. También me tocó ver sobretodo en el área comercial, a veces veías un entrenamiento y se veía muy simple, pero cuando el vendedor o el promotor lo aplicaba en la calle saliendo de la capacitación, en realidad era muy difícil. Cuando tu regresabas de esa localidad a los dos ó tres meses platicabas con ellos y te decían que en realidad fue efectivo y sus ingresos mejoraron, que la comisión que estaban percibiendo y los conocimientos que estaban aplicando, les ayudaban a llevar dinero al bolsillo y es lo que nosotros buscamos y queremos que tengan los trabajadores.

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Básicamente esto es lo que hacemos en la parte de entrenamiento, no quisiera abundar o irme muy lejos pero como dije ahorita, la empresa tiene ese compromiso de estar siempre a la vanguardia en invertir en capacitación y en tener mediciones de lo que hacemos.

Una planta de manufactura se mide y se cuantifica y ésta es una área difícil a veces de medir de los grados de entrenamiento determinamos lo mejor y por ahí es algo que queremos tomar de Simapro, hacer mucho más efectiva la medición y cómo nosotros esperamos que la gente tenga ese grado de entrenamiento que plasmamos por examen o por una evaluación visual de lo que hacen. Otro tema que traemos y esto es muy importante, la capacitación que se debe dar a las personas cuando entran al trabajo. Nosotros tenemos establecido y grabado en piedra que la persona que entra a trabajar a Leoni no puede entrar sin recibir capacitación inicial o su introducción a la empresa. Este proceso dura cuatro días, el tiempo que dura la persona a la cual contratas, y está sentada en el aula o trabajando en nuestros talleres de práctica para que puedan recibir su entrenamiento. No podemos recibir absolutamente a nadie sin que pase por ese proceso, aunque tenga una urgencia enorme de personal y necesite inyectar personal a las líneas no pueden entrar así, tienen que


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pasar por ese proceso de cuatro días más tres semanas en las que parte del equipo de capacitación está todo el turno acompañándolos en su trabajo. Aquí un ejemplo: nada más del grupo que inició la semana pasada, lo que me gustaría destacar ahí es que no solamente Recursos Humanos interviene en este proceso, en realidad si vamos a hablar de temas de calidad, un ingeniero de calidad interviene o si se puede en el momento el gerente del área de calidad va y toca los temas de calidad con los nuevos empleados. Si vamos a hablar de seguridad está el encargado de seguridad ahí, por supuesto no falta el sindicato en este proceso de inducción, haciendo ese primer contacto también con el personal, presentándose, poniéndose a la orden, que lo identifiquen como la persona que puede ser su apoyo dentro de la planta y también tocan otros temas, parte del reglamento, las obligaciones y responsabilidades que tenemos y el apoyo que ellos le pueden brindar, eso nunca falla. En este proceso de inducción, tocamos diferentes temas y todos

tienen que ver con productividad o seguridad, también que el personal conozca puntualmente sus prestaciones, los beneficios que tiene al trabajar con nosotros y por supuesto las obligaciones que tiene también dentro de la empresa. Nosotros empezamos hace 12 años con lo que ahora es el tema en boga o de moda, se dio en los pininos en Simapro apoyados por Vicente y Remedios Andrade también estaba presente en lo que nos llevó a través de los años a lo que es ahora nuestro esquema de remuneración de la empresa. Le cedo la palabra a Remedios Andrade para que nos platique qué ha sucedido en estos 12 años, la aceptación que ha tenido y cómo lo percibe el personal que al final de cuentas es el beneficiado con esto. Remedios Andrade: A mí me toca decir lo más difícil pero gracias a Dios lo fuimos superando al paso de los años. Cómo olvidar en 1999 cuando entró Simapro, cuando hicimos el convenio porque teníamos una huelga de 12 días, y ya la empresa decía que no podía dar ningún aumento en ese momento.

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¿Cómo se me va a olvidar? Jamás lo olvidaré. Entonces llegan los del Simapro, hicimos el convenio y la gente como no sabía ni de qué se trataba, no sabíamos ni cómo se comía eso. Entonces, esa era una solución para que se terminara la huelga. Entonces se hizo el convenio. En aquél tiempo era el 16 % de lo que ganara la gente lo que nos iban a pagar de bono, y la realidad es que no sabíamos ni cómo lo podíamos implementar pero fue tal el éxito que poco a poco nos fuimos modificando. Después ya entró el Plus que se adecuó al Simapro y les voy ser muy sincera, porque la gente decía: “No, no queremos el bono porque no nos lo ganamos“, pero entonces en la huelga la gente dijo, si es cierto muchachos ¿cómo va a ser posible que sigan las banderas? Vámonos a ver qué pasa con lo del bono. 62

Actualmente el 80% de la gente se gana el bono, entonces nosotros dijimos hay que seguir con lo del bono porque es la única opción, porque comprendimos y le hice entender a la gente yo, porque antes cada vez que se revi-

saba el contrato poníamos banderas y desde que entró el bono hace 12 años que ni siquiera queremos tocar el tema de la huelga, porque sabemos que si no hay empresa no hay trabajadores. Ha sido un éxito y quiero hacer un reconocimiento a la empresa porque desde entonces hemos trabajado muy bien. Yo pienso que trabajando como un verdadero equipo empresa y sindicato, es como podemos avanzar y lo hemos logrado, es más o menos lo que yo puedo comentar aquí con respecto al bono. Julián Romandia: Muchas gracias Remedios yo la verdad apenas en enero de este año que estuvimos retomando este tema, conocí un poco la historia de dónde venía todo esto. En la visita en enero pasado, determinamos dar el siguiente paso, adelantarnos a lo que apenas estaba saliendo en la Reforma Laboral, que era la formación de la Comisión Mixta, de hecho ya tenemos la Comisión Mixta de Capacitación, Adiestramiento y Productividad. Ya estamos trabajando en esto, apenas estamos aprendiendo como la mayoría porque no sabemos todavía exactamente cómo se va a


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regular, qué se va a hacer, pero ya estamos trabajando, tenemos un gran paso que dimos hace 12 años cuando empezamos a trabajar con este esquema, ahora es cómo vamos a intervenir para mejorar los planes de capacitación, mejorar la productividad, subirnos al carro de Simapro. Hay mucho que hacer todavía pero el paso más fuerte es que ya estamos juntos. Hay que trabajar y es algo que yo quiero aplaudirle al sindicato, porque estuvieron siempre en la mayor disponibilidad, están aprendiendo junto con nosotros. Es algo que apenas se estaba desarrollando… Tenemos que seguir trabajando con el esfuerzo y trabajo de todos y creo que podemos cerrar el año con bastantes avances en esto. Hemos tenido una junta mensual, empezamos cada 15 días para ver nada más cómo cerrábamos el esquema de remodelación que vamos a presentar. Ya de ahí decidimos juntarnos una vez al mes para ir dando seguimiento y ver qué más podemos ir trabajando en eso. El esfuerzo que se hizo de cerrar el esquema de remodelación en tiempo para que se pueda aplicar este año con las modificaciones es bastante fuerte. Como les

comentaba hace rato, Leoni es una empresa alemana, cualquier cosa que queramos hacer aquí tenemos que pasarla allá a autorización a los señores. A final de cuentas como dijo Remedios Andrade, ellos saben lo que ha estado dando resultados y lo que sigue funcionando y que la empresa es más productiva por eso no había problema en que dijeran adelante. Es un esfuerzo que no podemos soltar, por algo que decía Remedios hace un momento: la gente lo compra. La gente en realidad se esfuerza por ganar ese bono y poco a poco están entendiendo que contribuyen a la empresa y contribuyen también a su bolsillo. Antes lo veían como “ah sí me lo gano qué bueno” pero una vez que te lo ganas pues es una lanita extra y dices ¿cómo le hice para ganármelo? Y lo vuelves a intentar y te das cuenta que se engloba en hacer el trabajo bien, ahora esto no se aplica para personal sindicalizado nada más, también aplica para personal de confianza. Se nos fijan metas muchas veces bastante agresivas, pero que te llevan a esforzarte más. Les voy a hacer una presentación rápida de lo que es el Ps plus, es el sistema de productividad de

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Leoni. Significa incrementar el valor agregado, la competitividad y nuestro entorno nacional conectando empleados y clientes, a través de la relación cliente proveedor interna y externa, más adelante entenderán un poco porqué la parte externa. Parte del bono también tiene que ver con los resultados que tenemos de fuera, no sólo hacia adentro. Los objetivos de Ps plus básicamente son tener 100% de valor agregado a cualquier actividad que se tenga dentro de la empresa y que vaya encaminada a producir a un plazo de meses, es lo que hacemos. Que agregue valor, no tener desperdicios en esa cadena de valor, incrementar la competitividad y mejorar nuestra cultura. Esto último es lo más complicado o lo que nos llevó más tiempo, la mejora de la cultura, entender el porqué de esto y porqué se estaba pagando el bono.

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A lo mejor lo veíamos como “ah pues me lo tienen que dar” Batallamos mucho porque se ve como una prestación y esto no es una prestación, esto es un premio al esfuerzo, al trabajo, y eso siempre tenemos que cualquier persona que trabaja tiene que tenerlo en la mente, si yo me

esfuerzo y doy resultados, si mi empresa da resultados ahí está la lanita para repartir como dijo la persona de Caffenio. No es decir ¿de dónde la sacamos? Yo no he encontrado que podamos sembrar y nazca un árbol de dinero y si alguien tiene la semilla avisen donde está por favor. Básicamente lo que quisiera que viéramos aquí son los nueve elementos que componen al Ps plus, no voy a poder nombrarlos todos, nada más si pueden ver por ahí el elemento remuneración, cada elemento va enfocado a la productividad desde su trinchera, por ejemplo colaboración y liderazgo es la parte de trabajo en equipo, el TPM que es la parte de mantenimiento. Cada uno de estos elementos contribuye a la productividad y como ven ahí está la remuneración, de ahí es donde salió la parte de pagar este bono. Explicar este esquema de remuneración por el esfuerzo nos lleva un día completo el cual es dedicado al personal de nuevo ingreso para el entrenamiento de este esquema: que ellos entiendan el porqué de este esquema de remuneración y porqué el PS plus. Parte de los entrenamientos que se hacen de lo que decía ahorita, que es una hora mínimo al mes.


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Es como hacer un refresh y retomar estos elementos con el personal, que entiendan de dónde viene y para qué nos sirven cada uno y en que interviene cada uno de nosotros, porque intervienen no nada más personal de Recursos Humanos, si vamos a hablar de materiales los instructores son personal del área de logística, si vamos a hablar de procesos de excelencia pues viene la gente de ingeniería y nos explican qué elemento hace los entrenamientos y eso le agrega mucho valor, no es decir “yo me lo aprendí y lo digo como merolico” Lo que al final de cuentas queremos es que la gente se lleve algo, lo comprenda y que el experto sea quien le guíe. Esto es un ejemplo del bono, básicamente el que les estoy mostrando es el de personal directo, de una persona que está en la línea y el materialista, que son los rubros que van muy juntos. Hay un esquema diferente para cada grupo de esfuerzo, hay otro que es para los expertos de calidad, otros para materialistas, ahorita veremos algo muy sencillo pero básicamente es lo mismo, solamente cambian algunos rubros. Por ejemplo ustedes pueden ver que la primera subdivisión que tiene es el bono en equipo y el bono individual. Con esta dis-

tinción el personal entiende que aparte de ganar por tu esfuerzo individual también el resultado en equipo te va a dar a ganar algo y como pueden observar el monto mayor es el del trabajo en equipo, eso es precisamente lo que estamos buscando, que el personal entienda la importancia de trabajar en conjunto para ganar todos. La parte de equipo y ya entrando en el tema de lo que la empresa ve como la parte de productividad, PPM internos quiere decir que si tú generas defectos de manera recurrente, vas perdiendo de manera gradual ese bono. No quiere decir que si genero un defecto ya lo perdí por completo ese 20%, es otra parte de lo que se negoció este año con el sindicato de cómo lo manejábamos. Lo interesante aquí y seré sincero, es que cuando empezamos a manejarlo así pensamos que dirían “no, eso quítenlo”, pero al contrario, el sindicato dijo: pongan eso mucho más estricto, nosotros teníamos muy baja la parte de los defectos y ellos dijeron que no tenía por qué ser así, la gente en realidad se compromete con el trabajo. Entonces reducimos un poco la parte de los defectos lo que dice ahí se realiza de manera interna y es lo que se llama

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las cinco eses con otro nombre y la eficiencia, qué tan eficiente es el equipo, lo medimos por horas que producimos y más de una fórmula por ahí hay una dotación importante “si el equipo genera un defecto que llega hasta el cliente externo, si ya pusimos el riesgo hacia afuera, automáticamente pierden toda la parte del bono de equipo. ¿A qué te lleva esto? A que el equipo debe cuidar muy bien lo que estamos produciendo, cuidar los productos que estamos llevando. La parte del bono individual se refiere a la responsabilidad, que no faltemos.

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No somos productivos o eficientes si no nos presentamos a trabajar, los EIPs que digamos esto es la voz de los trabajadores para mejorar lo que hacemos, para mejorar procesos. Hemos hablado durante la mañana de que muchas veces la empresa no escucha lo que se puede mejorar con la voz del empleado, en este caso Leoni te premia y si alguien nos acompaña durante la posada de diciembre verá que premiamos la generación de ideas de mejora y les podría decir que el 85% de las ideas que se mejoran en este proceso de EIPs los genera el personal de piso de

producción y esas ideas generan muchos ahorros porque ellos son los que conocen a profundidad la operación y el proceso que están llevando, por lo tanto las mejoras que ellos dan, ayudan a reducir tiempos, desperdicios de materiales, transportes que no son necesarios, y eso lleva a muchos ahorros. Cada persona tiene unas metas de ideas implementadas. Ahora son cuatro ideas en el año pero hay gente que mete 10, 12. Esto es un ejemplo de la cultura de innovación y de contribución a que las cosas se hagan mejor en toda la empresa, a mejorar y hacerte más fácil tu trabajo y aquí se los digo balconeando a mis compañeros, el personal de confianza somos los más batallosos para meter ideas porque a veces no vemos tan a profundidad el proceso. Por ejemplo si quiero que el gerente de planta me ayude a implementar y se involucre y mínimo tenga autorización para implementar algo. En conclusión es un programa muy exitoso que contribuye mucho a la mejora del día a día en lo que se hace.


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Remedios Andrade: Quiero comentar también que el monto del bono honestamente para los trabajadores es muy poco. Pero estamos bien felices porque ya vamos a tener bono. Antes la empresa decía “le vamos a quitar aquí y vamos a poner allá” y batallábamos mucho pero como ahora ya es mandato, ya se nombró la Comisión, ya hemos tenido muchas reuniones son siete miembros de la empresa y siete trabajadores, con eso vamos a ir mejorando un poco lo del bono que lo que querían es que subiera, que lo entendieran, es un pago a tu esfuerzo porque de todas formas tienen que llegar temprano, tienen que venir a trabajar y hay que hacerlo lo mejor posible y sí está dando resultados porque ahora el 80% de la gente se lo gana. Julián Romandía: Ahora vamos a tener que subir la cantidad del bono, ni modo, no me la esperaba. Como la agarré en frío para que viniera a hablar ya pagué las consecuencias. De hecho sí se me había pasado decir eso y es verdad lo que menciona Remedios, durante los 12 años que hemos tenido el bono, la decisión de cómo se estructuraba era unilateral, no se abría la puerta para que el sindica-

to tomara parte en esto y ahora cambió y nos dimos cuenta que no sabíamos porque no lo estábamos haciendo; sí fue bastante productivo como dije en el ejemplo de los defectos a lo mejor nosotros lo teníamos muy bajo y a la hora de que interviene el sindicato ellos dicen pues hay que ser más estrictos en esto y a lo mejor va a beneficiar. La verdad es algo que ya nos habían pedido y se está dando a raíz de estos cambios y por supuesto hay que buscar que siga mejorando, que la gente se involucre en esta parte. Me faltaba ver nada más dos partes de lo que es el bono que es la matriz de habilidades lo que les mostraba hace rato la matriz de capacitación; es una manera de incentivarte, si tú te certificas en un mayor número de operaciones y las mantienes también cubre parte de un bono. Hoy yo me certifiqué en dos o tres operaciones más, aseguras ese bono y lo mantienes. Por último el bono más pequeñito es del 5% y consiste en un examen de conocimientos que aplicamos mes a mes. Se aplica a los 2 mil 500 empleados y es conocimiento en este sistema otra de las cosas que salió al momento de la

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revisión y esto se había perdido un poco el ¿Cómo me lo gano? A lo mejor por costumbre o porque lo dábamos año con año, asumíamos que las personas sabían cómo se ganaba y parte de las peticiones que salieron del sindicato fue que se retome de manera fuerte para que la gente conozca exactamente que tiene que hacer.

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Si yo dejo de fabricar un arnés qué pasa, si yo genero un defecto qué pasa, cómo afecta mi bono, llegó tan lejos que derivó en la modificación de recibo de nómina, para que la gente pueda ver los cinco pesos que no me gané porque salí mal en el examen del EPS, los 10 que no me llegaron porque generé uno o dos defectos, pero bueno ya está plasmado ahí y ahora cómo hacemos para que la gente se lo gane, porque puede haber la creencia de que la empresa no quiere que se lo gane la gente y no es así, entre más empleados se lo ganen la empresa será más productiva y entró más lana también, entonces la gente tenía esa percepción. Llegamos al punto de que pidieron que publiquen las respuestas correctas del examen de conocimientos y las empezamos a publicar para que no les fallaran, entonces ha ido mejorando.

Creo que en el último año hemos tenido muchas mejoras en esta parte por la cultura de ganarse el bono que es bastante fuerte, la gente lo pelea pero porque metieron el esfuerzo, y quieren aclarar qué les falló, no en son de reclamo sino para mejorar para el siguiente mes y esto es lo interesante, que están viendo cómo hacerle, que se tiene que ganar, pero saben de dónde viene y lo que cuesta ganárselo. Remedios Andrade: Sólo decir que la comunicación y el trabajo en equipo contribuye a la producción y nos hace competitivos, también la buena relación que hay con la empresa. Les voy a decir una anécdota, cuando yo empezaba -creo que los 37 años que tengo en la empresa algo dicen- y que la empresa ha subsistido, sigue ahí desde hace 37 años y nos llena de orgullo porque es pionera aquí en Sonora y ha perdurado tanto tiempo; entonces eso habla bien de la relación que hay entre empresa y sindicato, yo no he sido siempre del sindicato, tengo 15 largos años ya en el sindicato, que siempre cuando tenemos una reunión para nombrar el nuevo Comité Ejecutivo pues ahí estamos por eso yo no quiero fallarle a la gente y como estoy por retirarme quiero dejar un equipo bien consolidado.


JALISCO-NAYARIT

Diálogo social, capacitación y productividad Vicente Solís Granados

— Secretario de Educación de la Federación de Trabajadores del Estado de Sonora, CTM y Consultor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En diferentes espacios hemos escuchado cada vez con mayor frecuencia la frase “democratizar la productividad”. El primer concepto implica la participación de todos en cómo conseguirla, medirla y en ser sujetos de los beneficios consecuencia de ella. Al día de hoy, consiste únicamente en un diálogo de índole empresarial, no social, faltando así a uno de los postulados de la OIT. Si revisamos las condiciones en que transita el clima laboral en nuestro país, advertiremos altos índices de desempleo, informalidad y autoempleo. A diario se en-

sancha la brecha entre formalidad y perspectivas económicas como consecuencia de bajos salarios y escasas oportunidades de desarrollo. Un elemento adicional es la creciente desigualdad entre países, regiones, empresas y personas, es decir, pocos concentran la riqueza y cada vez más integran la franja de pobreza. En los últimos 30 años el crecimiento de la productividad en nuestro país ha sido negativo, -0.7 por ciento, circunstancia que elimina las aspiraciones de crecer, generar más y mejores empleos, y por lo tanto riqueza.

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

A pesar del adverso entorno, existen sectores que sí han experimentado crecimiento en la productividad. Me refiero a los orientados a la exportación, los cuales cuentan con apoyo gubernamental y se han constituido como una gran empresa. Revisemos algunas cifras. Tres millones 400 mil empresas tienen menos de cinco trabajadores, es decir, la gran planta productiva de nuestro país es microempresa; 221 mil empresas tienen entre cinco y diez trabajadores; 145 mil entre diez y 50, y únicamente 38 mil tienen más de 51 trabajadores. La mayoría de nuestras empresas son micro, sin economías de escala, sin información e innovación tecnológica, con bajos salarios y pocas prestaciones, sin acceso a crédito y, en la medida de lo posible, buscan evadir el pago de impuestos y contribuciones a la seguridad social.

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El bono demográfico está subutilizado. El país cuenta con 115 millones de habitantes, de los cuáles 49 constituyen la población económicamente activa. En el empleo formal sólo hay 19 millones 322 mil y tenemos 2 millones 352 mil

desocupados; 28 millones 855 mil trabajadores forman parte de la informalidad, es decir, tenemos mucho más trabajadores en el empleo informal que en el formal. Los trabajadores registrados en el IMSS ascienden a 14 millones 467 mil, y los patrones registrados a 833 mil; personas sin las prestaciones de un empleo formal son 15 millones, sin contrato 7 millones, por cuenta propia informales 9.7 millones, sin remuneración 3.1 millones. Más cifras. Un millón de jóvenes anualmente se incorporan al mercado de trabajo, cuando solo se crean entre 400 mil y 500 mil empleos formales. Cabe preguntar, ¿qué sucede con el otro medio millón, a dónde van? No debe sorprender el incremento de compatriotas que buscan mejor suerte en Estados Unidos o en la expansión de las redes de delincuencia organizada. Desempleo, informalidad o migración, esa es la oferta para la juventud, es el enorme costo de no ser productivos. El salario mínimo por mes es de mil 942.80 pesos en la zona A y de mil 841.40 en la zona B. El


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Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social, organismo oficial del gobierno federal el cual mide las líneas de pobreza, calcula en 9 mil 662 pesos mensuales el valor de la canasta básica de alimentos y servicios para una familia de cuatro personas sin ser considerada pobre. De acuerdo al Coneval, todo aquel que no tenga un ingreso de 9 mil 662 pesos mensuales es considerado pobre. La mayoría de nuestros trabajadores está en un rango de entre dos y tres salarios mínimos. De acuerdo al Consejo Nacional de Población, el que gana menos de dos salarios mínimos está considerado marginado social, y el 80 por ciento de los trabajadores en este país gana menos de tres salarios mínimos, es decir, la inmensa mayoría de personas en el empleo formal estamos por abajo de la línea de pobreza. En México hay 52 millones de pobres, de los cuales 11.7 millones están en pobreza extrema; diez por ciento de la población más rica posee el 50 por ciento de la riqueza nacional. En el año 1976 los asalariados tenían el

46 por ciento del ingreso nacional, para 2011 era menos del 20. Podríamos calificar esto de nefasto. En lo dispar de estas cifras encontramos la raíz, la causa de la inseguridad social y violencia que padecemos en la actualidad. Dentro del mundo laboral existe una entidad encargada de promover que los beneficios de la productividad lleguen a los trabajadores, me refiero al sindicato. No podemos obviar la naturaleza de los empresarios, quienes buscan quedarse para sí todo el beneficio de la productividad. Las grandes empresas pagan un salario de acuerdo a la media nacional, tal como lo hace la micro o la pequeña empresa, las cuales tienen bajos índices de productividad. Todo es cíclico. Me recuerda lo que Marx llamaba la pre-ecuación de la tasa de ganancia. Las grandes empresas aprovechan la condición que establece fijar el salario con base a la productividad media y no por la productividad de cada tipo de empresa. Dicha situación propicia el escenario actual del mundo: ricos y poderosos a niveles impensados, sociedades cada

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vez más pobres y más numerosas. La experiencia demuestra que el camino tradicional, la receta encaminada a sacrificar el salario ha empobrecido a la clase trabajadora. Los incrementos salariales ligados a la inflación, parámetro seguido por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, forman parte de un modelo que fracasó, que no supo responder a la realidad económica y social. Esto debe cambiar, adecuarnos a contextos internacionales exitosos en el incremento de las condiciones de vida de sus trabajadores. Es tiempo que la clase obrera vea reflejado en su bolsillo los beneficios de incrementar la productividad, que se lleve a la realidad lo planteado en el artículo 153 de la Ley Federal del Trabajo. ¿Qué hacer?

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Desde el ámbito institucional se plantea mejorar la capacidad del Estado mediante una serie de reformas y la ampliación del entramado burocrático. Desde nuestro punto de vista son condiciones insuficientes. Hace falta mejorar la capacidad de las empresas,

incrementar la participación y organización social, implementar propuestas de interlocución con los sindicatos. Hacer política real. Como parte de las nuevas disposiciones en materia laboral, se constituyó el Comité Nacional de Productividad. La intención es crear toda una estructura nacional de comités sectoriales, estatales, regionales y comisiones mixtas de capacitación, adiestramiento y productividad por empresa. A juzgar por los diálogos que hemos sostenido en Sonora con las secretarías del Trabajo y de Economía, poco entienden los alcances e implicaciones. Es deseable que todas las instituciones apropien la dinámica y sentido del artículo 153, que lo erijan como eje central de su tarea, lo que daría pie a crear la estructura para mejorar la productividad, partiendo de diagnósticos precisos por sector, rama, estado y empresa. Será el Comité quien vigile la instauración de las comisiones mixtas, además de buscar mecanismos bajo los cuales vincular el salario a la calificación por competencias que adquieran los trabajadores, al incremento


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de la productividad y a los beneficios que ésta genere. Asimismo, será responsable de proponer normas técnicas de competencia laboral o estándares de capacitación en competencias para efectos de evaluación, acreditación y certificación. Resolverá las objeciones que se puedan presentar con los trabajadores. Son las comisiones mixtas el vínculo que propiciará el aprovechamiento de los programas del Comité Nacional de Productividad. ¿Por qué insistir en la necesidad del buen funcionamiento del Comité? Porque se constituye como el facilitador, como condición necesaria para cumplir con el objetivo planteado al inicio: democratizar la productividad.

Insistimos en ello porque en las condiciones actuales la productividad se queda en una cúpula de trabajadores y una cúpula de empresas. Democratizar la productividad implica involucrar a todos los factores que participan de ella, lograr acuerdos entre gobierno, empresas, trabajadores y academia respecto de la metodología a seguir, de tal suerte podamos echar a andar la estructura. Resta mucho por hacer, pero la imperiosa necesidad por mejorar demanda que entendamos el cambio de paradigma. Las reformas fueron aprobadas hace un año. Toca ahora emprender una labor profunda de sensibilización y capacitación, colocar a todos los actores en un mismo nivel de lenguaje y apropiación de la ley. El cambio es cultural.

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

Cadenas de valor en el sector servicios Ramón Ruedas Hernández

— Representante Sindical en Puerto Vallarta y Bahía de Banderas.

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Al interior de una industria como la enfocada en proveer servicios turísticos, el factor decisivo en la generación de una cadena de valor son los trabajadores cuya actividad implica mayor contacto con los clientes. Es decir, cada que un vacacionista acude, no entra en contacto con los gerentes o altos ejecutivos, su nivel de satisfacción se encuentra en estrecha relación con la atención que recibe por parte de meseros, camaristas, ascensoristas, recepcionistas, en general de quienes ocupan cargos de rangos medios y básicos. Si el contacto con ellos defrauda, aquellos a quienes se desea convertir en clientes asiduos nunca regresan.

Al estar bajo un enfoque en el cual buscamos crear cadenas de valor, es recomendable pensar más allá de un solo sitio, de tal suerte que ahondaremos acerca de la importancia de alguien muy cercano y conocido: el taxista, que es la primera y última cara que ve un potencial huésped. Si el hotel hizo todo un esfuerzo para que su estadía fuera la más indicada en términos de calidad, de lo más amable, que se sintiera con la intención de regresar, pero si en el traslado al hotel o camino al transporte que lo llevará de regreso a casa el servicio no es igual de eficiente, se diluye


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todo lo que hizo la compañía hotelera. Por lo anterior es fundamental hacer sentir al taxista parte de la cadena, integrarlo, pues a final de cuentas son facilitadores de servicios que pueden potenciar o dilapidar los esfuerzos empeñados por las empresas hoteleras durante la estancia del turista. Una mala experiencia al momento de ser transportado puede influir en la decisión que tomará el cliente respecto a volver; incide enormemente en la percepción. El turista no diferencia entre taxi y hotel, suele calificar la vivencia como buena o mala, no establece una escala o juicio particular. Por otra parte, el transporte es un asunto delicado en la región. La división territorial, los regionalismos, lejos de motivar una integración y complementación del destino Vallarta–Bahía de Banderas, lo impiden. Fue la cadena hotelera Four Seasons quien dio el primer paso en la capacitación de personal encargado de la transportación. Hizo una prueba piloto con los choferes guía, la cual planteó

alinearlos a la norma técnica del Transporte de Conducción Público Individual, la cual ha sido ampliamente probada en áreas como Boca del Río. ¿Qué sucedió? En Veracruz trabajaron con ellos introduciendo lo que llamaron “Maratón de mejoras”, el turista ganó en confianza al notar la aparición de estándares de calidad. Fue posible borrar la diferencia entre municipio y zona hotelera, el servicio era uniforme. Es importante enfatizar que la capacitación transforma muchos hábitos, potencia el cambio cultural de los trabajadores. Cuando se aplicó en nuestra región, obviamente en el maratón de mejoras participaron los propios choferes, es decir, conductores de mucha experiencia en conjunto con los nuevos determinaron los tiempos de traslado que debían hacer cuando ya no se trae consigo un huésped, hicieron simulacros respecto a qué tipo de música escuchar si se va acompañado de un turista dependiendo de la región que provenga; todos los días se integraban y alineaban los conocimientos de unos y otros. Por ejemplo: un

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

chofer quien no traía herramienta argumentó que su unidad era de modelo reciente, cuando eso no exime a los vehículos de sufrir descomposturas. Uno de los aspectos que establece la norma es tener conocimientos mínimos de mecánica automotriz. En la medida que incrementan sus capacidades, pueden asirse a una dinámica distinta. Y se ha procurado que no existan diferencias entre quienes emplean una Suburban para brindar el servicio y quienes tienen un Tsuru; el estándar de competencia es el mismo. Quizá las condiciones y exigencias por compañía sean distintas, pero se han alineado a un estándar base de calidad porque se trata de un área muy difícil de abordar, pero sí se puede, como ocurrió en Veracruz, donde mejoró enormemente la percepción del visitante respecto a Boca del Río, y los cambios se produjeron precisamente desde el transportista.

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En la revisión inicial que se realizó a los taxistas en Bahía de Banderas se concluyó que reunían los elementos suficientes para alinearse a la norma técnica, por lo que se desarrollaron procesos de autoformación y evaluación a fin

de generar el valor agregado a la cadena de servicio, mejorar sus estándares y desarrollar el desempeño base que se requiere, indicaciones respecto a cómo esperar al huésped: mantenerse erguido, tener la atención al subir, preguntarle si es agradable la temperatura al interior del vehículo, informarle respecto al tiempo de traslado, pero se requería adoptar un concepto denominado servicio intuitivo, el cual radica en aprender a observar rasgos o actitudes que les permitan identificar si el visitante requiere algo, presenta algún síntoma o tiene alguna inquietud respecto al lugar. Otro ejemplo es el housekeeping: un huésped se hospeda por una semana, luego de la primera noche, la camarista registra qué lado de la cama está destendido; tal vez sea de un solo lado; la segunda noche ocurre algo similar, entonces concluye que se trata de un huésped metódico; para el tercer día prepara la cama del lado que acostumbra el visitante, acomoda las pantuflas cerca y coloca también un vaso con agua. Este es un ejemplo de cómo emplear la intuición, lo cual no debe caer en lo subjetivo ni en base a ocurrencias.


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

Desde nuestro punto de vista es necesario prestar atención a cualquier área, en todas ellas se requiere cultivar amplia capacidad de observación y escucha. De esta forma, y con las certificacio-

nes producto de la capacitación, la región puede brindar servicios de calidad e integrados en cadenas de valor que incrementen el turismo y en consecuencia el nivel de vida de los trabajadores.

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Competitividad y productividad en Pymes Mauricio Cánovas Moreno

— Exdelegado de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en Nayarit.

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Hace cuatro años delegados de la CTM iniciaron un esfuerzo importante encaminado a implementar el programa Simapro en Pymes de la región Vallarta-Bahía de Banderas. No obstante las dificultades que surgieron al intentar efectuarlo en las grandes empresas, representó un desafío particular hacerlo en las pequeñas y medianas debido a la carencia de recursos y la naturaleza precaria e improvisada en sus formas de organización. Al día de hoy es posible identificar experiencias tan exitosas como sustentables, mismas respecto a las cuales vale la pena ahondar.

Estamos ante uno de los destinos turísticos más importantes y con mayor potencial del país. La presencia de grandes empresas turísticas genera una dinámica de vinculación con las Pymes, relación con resultados tanto positivos como sintomáticos de las potencialidades desaprovechadas. Ante este panorama, realizamos un estudio cuya finalidad fue detectar los problemas que con mayor frecuencia presenta el sector. Una premisa radicó en ubicar a las Pymes como las grandes generadoras de empleo. Poste-


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riormente advertimos varios aspectos problemáticos que deben resolverse: competitividad a niveles que puedan sostener y crecer, acceso a trabajadores calificados, capacitación de la planta laboral, empleo formal, conformar cadenas de valor que propicien demanda de productos encaminada a completar el ciclo de incremento del ingreso, conseguir valor agregado. Cabe destacar que desde el inicio del proceso se prestó especial atención en establecer mecanismos de diálogo con la finalidad de generar estabilidad laboral, circunstancia crucial en la tarea de crecer.

tamente establecido en el Contrato Colectivo. En lo que corresponde al sector Pyme, el caso emblemático es Restaurante La Laguna.

Los sindicatos participantes decidieron impulsar y trabajar bajo la orientación de la metodología Simapro. Fue así que se creó el Comité de Certificación de Competencias del Sector Turístico de Bahía de Banderas –primero en su tipo en cualquier destino turístico—, siendo la Secretaría de Educación Pública federal la responsable de certificar las habilidades laborales. Rasgo distintivo fue cargar el mayor número de tareas de certificación en la empresa más grande de la cadena productiva. En hoteles como Four Seasons el Simapro está explíci-

Cuando revisamos la historia de la región y las asociaciones que en él se desarrollan, es pertinente detenernos en un caso exitoso: la agrupación de pescadores instalados en la nueva Marina de la Cruz, ubicada en el pueblo de la Cruz de Guanacaste. Desarrollo concebido como de gran lujo pero cuyo distintivo fue brindar espacio a los pescadores para guardar sus embarcaciones, almacenar y comerciar productos.

Otro caso Pyme. El Hotel Rancho Banderas, con una planta laboral menor a 100 trabajadores, aplicó la metodología como una herramienta de gestión para mejorar la calidad y condiciones de trabajo, incluyendo el aprendizaje grupal con retroalimentación y medición de indicadores definidos por los propios trabajadores, además del desarrollo de competencias individuales y la certificación.

¿Por qué calificarlo de exitoso? Fue el diálogo planteado como entre iguales y bajo la lógica

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de ganar-ganar lo que permitió generar una dinámica de crecimiento. Los pescadores abandonaron la economía informal y ahora cuentan con seguridad social. La empresa propició un encadenamiento productivo que incrementó su valor.

lugares con características similares.

El proceso está en marcha, y ahora buscan convertirse en un centro de acopio de toda la región, tanto de grandes hoteles como de pequeños restaurantes y el ciudadano común. Todo un polo de distribución en un espacio originalmente planeado sólo para brindar servicio a embarcaciones de lujo. Asimismo, aprovechando los excedentes del centro de acopio, la asociación de pescadores planea ya hacer una fábrica de harina de pescado; diseñan los procesos de capacitación y mejora.

El salto cualitativo vendrá consecuencia de apoyos logísticos de fondo, al tiempo que involucren los esfuerzos de la academia, como ya ocurre con la Universidad Tecnológica y el Conalep.

Existen numerosas Pymes susceptibles de experimentar los beneficios que ocasiona una metodología como Simapro, además de los recursos que otorga el Estado, por ello es fundamental analizar a profundidad a qué sector se aplicará, de manera que se conviertan en referentes de otros

A nivel de gobierno local, existen iniciativas que pretenden emprender acciones que vinculen sectorialmente a los productores primarios con la industria hotelera.

Considero pertinente establecer que la experiencia evidencia contundentemente lo erróneo de asumir clichés, por ejemplo “el cliente es primero”, eso es falso. Lo primero es el trabajador, porque no podemos plantear satisfacer al cliente si no resolvemos primero el bienestar de quien brinda cualquier tipo de servicio. Es necesario un cambio de enfoque, emprender procesos de planeación y certificación, de incremento y desarrollo de capacidades encaminadas a la innovación, tal y como lo plantea el artículo 153 de la nueva Ley Federal del Trabajo. La normati-


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va dispone nuevas obligaciones para todos los involucrados en el proceso productivo. Es fundamental dejar en claro que si la intención gravita en incorporar a las Pymes, el esfuerzo por incrementar el nivel de conciencia y apropiación tendrá que ser importante, a profundidad, además de la necesaria diferenciación respecto a la gran empresa.

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Gestión de la productividad Leonard Mertens

— Consultor Internacional.

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La OIT cuenta con un equipo de especialistas de asesoría en gestión de productividad. Desde hace cuatro años trabajan en Bahía de Banderas con varias empresas turísticas –Maya, Miranda, Four Seasons y Marival— para determinar mediante estudios específicos el potencial de la zona en relación a la productividad y el empleo. Una de ellas, Grupo Marival, ya incluyó en su contrato colectivo los conceptos productividad y competencias laborales apoyados por la CTM. Desde la perspectiva de la OIT, es posible una relación positiva entre productividad, conservación

ambiental y buenas condiciones de trabajo. Ello requiere diálogo social entre los sectores involucrados a fin de construir paulatinamente esa correspondencia virtuosa entre componentes. No basta con que una sola empresa lo haga, pues no conseguirá por sí sola el desarrollo sostenido de la región, ni generará suficientes empleos. Es necesaria una política de Estado que integre cadenas de valor y las potencialice. Lo anterior significa analizar y determinar el potencial en Bahía de Banderas a partir de las empresas que ya tienen contacto con el mercado global. ¿Cómo


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

aprovechar ese vínculo? Se requiere de la pequeña y mediana empresa que son las generadoras de empleo. En la medida que podamos vincular productividad, condiciones de trabajo y ambientales con cadenas de valor, se tendrá la base de lanzamiento de una política que logre hacer sostenible no solo el ingreso para los trabajadores formales, sino también el crecimiento del empleo formal en condiciones de trabajo decentes. Los resultados del estudio que se realizó en la región revelaron varios aspectos. En el año 2000 hubo un crecimiento muy importante en el área turística y por distintas razones (crisis, influenza y su impacto en el turismo) se agotó el modelo; hay que repensarlo en tanto no existe ya el crecimiento vigoroso de hace 10 años, cuando se registraron enormes inversiones en grandes cadenas hoteleras. Si bien hubo cambios cualitativos como el concepto “Todo incluido” que se instauró con mucho éxito y probablemente no desaparezca, las personas no van a dejar de salir de los hoteles, por lo que atraer turismo a la región depen-

derá de la capacidad que tengan la pequeña y mediana empresa de ofertar atractivos turísticos no sólo interesantes, sino de calidad. Para las grandes compañías hoteleras, en términos de cadena de valor, es importante que el restaurante de la esquina o frente al hotel mejore su calidad ya que si el huésped se enferma por consumir alimentos, aún en áreas externas, a quien responsabiliza es al hotel donde se hospedó. Por parte de las empresas grandes existe un interés inmediato en que las pequeñas y medianas también mejoren su calidad, pues representa beneficios para ambos tipos de negocios. Surge un cuestionamiento: ¿Qué potencial tenemos? Los empresarios de la región afirman situarse en un mercado de alta capacidad económica. Esto nos lleva a deducir la necesidad de contar con personal capacitado, formado y con remuneraciones adecuadas, es decir, personal en consonancia con el mercado. Otra área con potencial la constituye el sector agrícola. Actualmente los grandes hoteles no

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consumen la producción local, no confían en la calidad de los suministros nayaritas, lo cual no deja de ser paradójico en un estado como éste. Cabe preguntar, ¿cómo podemos desde una política regional fomentar el suministro de productos agrícolas? Requiere inversión, capacitación y condiciones dignas de trabajo. Ir a la par, trabajar en ambos aspectos, tanto en proyectos y planes encaminados a detonar la productividad agrícola como en mejorar constantemente las condiciones laborales y de vida del trabajador, buscar la integración. Focalizar todo lo relacionado con la calidad. Se trata de mejorar y elevar la productividad de la empresa turística a nivel de sistema productivo en la región, una labor que debe involucrar la participación de todos los sectores: empresarios, trabajadores, gobierno y academia. Comenzar a funcionar en consonancia con las nuevas disposiciones en materia laboral. 84

Existe otro potencial, la práctica que nos permite generar empleo, principal responsabilidad en la cadena de valor. Es pertinente

analizar los resultados posteriores a la medición de productividad, trabajo decente y medio ambiente. Al revisar los factores de producción en las pymes de la región, encontramos variedad de servicios, demasiados, aunado a un atraso tecnológico y poca capacidad de gestión y organizacional. El primer aspecto a señalar radica en la deficiente formación de los mandos medios y gerenciales. Asimismo, el rubro tecnológico está estancado, no existe vínculo alguno con las universidades, de tal suerte que la capacidad tecnológica no es susceptible de incremento. El problema es integral. Una primera aproximación podría evidenciar que se necesita mucha inversión. Pero la respuesta es no. Estamos ante un asunto que requiere de visión. Visión del gerente, el mando medio, el trabajador, el gobierno, la academia, de todos los involucrados en el proceso productivo. Algunos datos son sintomáticos y ejemplifican mejor nuestra problemática. De 22 empresas revi-


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

sadas, no llegan a cinco las que actualmente capacitan a su personal. En principio, el reto radica en emprender un cambio cultural que permita ubicar la capacitación constante en las prioridades de cada compañía. No se puede aspirar a proveer servicios de calidad si los encargados de proporcionarlos no cuentan con dicha facultad. Otro ejemplo que nos permitirá ahondar respecto a la necesidad de construir una estrategia global de productividad tiene que ver con reducir los costos por suministro de energía, que en la región es una prioridad. Pero dicho ahorro no comienza necesariamente por la ingeniería del hotel. Empieza por el trabajador, el camarista, el personal de mantenimiento, cocineros, meseros, etcétera. Son ellos quienes pueden aportar sus conocimientos sobre el trabajo cotidiano y determinar cómo aprovechar y reducir el uso de energía. De lo contario, el costo continuará incrementándose. ¿Dónde encontramos otro gran problema? En la formación. Ésta no es un gasto, es una inversión que impacta positivamente en la productividad y genera beneficios

en los ámbitos económico, social y ambiental. Incluso desde el momento mismo de la contratación, con personal mucho más capacitado en recursos humanos es posible tomar atajos y reducir la posibilidad de elegir mal a un elemento. Dicha área no es únicamente para contratar y despedir personas, su productividad también cuenta e incide en la cadena. Es pertinente y recomendable una nueva formación de Recursos Humanos, un cambio profundo en su gestión. El responsable no debe pasar tanto tiempo en la oficina, ahí no pasa gran cosa. Su cercanía con los mandos medios y los trabajadores le permitirá tener mayor conocimiento de causa y sentido de pertenencia al momento de gestionar asuntos propios de la empresa ante instancias gubernamentales o en el diálogo interinstitucional. Volvamos a la capacitación y el por qué se plantea como un cambio incluso cultural. Consideramos fundamental abandonar la lógica mediante la cual en el mejor de los casos las empresas ofrecen capacitación y certifica-

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ción, pero sin mayor remuneración. Es necesario que los empleadores comiencen a trabajar bajo esquemas de ganar-ganar, es decir, con mayor número de habilidades y aprendizajes, el trabajador ineludiblemente incrementará su capacidad de innovación y productiva. Un aspecto en el cual la planta laboral debe participar es en la designación de la modalidad bajo la cual recibirá la capacitación.

transporte. Lo señalamos porque es fundamental en la afluencia del turismo, pues resulta primordial que quienes prestan el servicio sean sujetos de capacitación, pero insistimos, la crisis oprime al sector. Esto no repercute únicamente en el turismo, lo hace en los mismos trabajadores, en los recursos que destinan para llegar a sus centros de trabajo y cómo son afectados por las pugnas permanentes.

Nuestro estudio evidenció algunas problemáticas que empantanan el proceso de capacitación e incremento de la productividad. En primera instancia, el empresario no valora la formación basada en competencia de certificación, asimismo se desaprovechan programas gubernamentales de apoyo a la capacitación, ya sea por negligencia o corrupción, puesto que los recursos existen pero no llegan. Corresponde a instancias sindicales indagar cómo acceder a ellos, utilizarlos a favor del desarrollo del país.

Como podemos advertir, hace falta conjuntar esfuerzos, armonizarlos en una dinámica y un proceso de planeación de tal suerte que podamos ser más productivos. Abandonar los esfuerzos aislados, porque si bien podemos relatar algunos casos de éxito, como la iniciativa de remover anuncios espectaculares a fin de reducir la contaminación visual, es necesario extender esa capacidad hacia otros ámbitos. Los calificamos de aislados porque las Pymes no están organizadas, no existe una asociación o cámara que represente sus intereses.

Existe otra problemática que merece nuestra atención. Radica en el conflicto ocasionado por intereses particulares en el ramo del

Para concluir. Si queremos desarrollar cadenas de valor con el objetivo de mejorar empleo e ingreso, habrá que vincular la


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

productividad concentrada en su ambiente y viceversa. No basta con detenerse en el enorme potencial que guarda la zona de Bahía de Banderas, sino celebrar acuerdos e implementar iniciativas encaminadas a incentivar y detonar nuevas actividades, cambiar el modelo que persiste al día de hoy, mismo que ha fracasado. Focalizar los esfuerzos. Es decir, definir las tareas que serán las tractoras en este proceso de incrementar sostenidamente la productividad. Por ejemplo, ya relatamos cómo es que la cadena de suministro local no representa una solución atractiva para los complejos turísticos; ahí existe una oportunidad. No tener miedo a la prueba y error, si ese es el rubro indicado. La única forma de saberlo es poniendo en marcha un plan, diseñarlo. Aprender a emprender nuevos mecanismos con calidad que permitan hacer

atractiva a toda la zona, no únicamente a los hoteles. Tenemos muchos referentes. Por mencionar uno: en Chile se invierte hasta el 2 por ciento de la nómina en capacitación, todo ello deducible de impuestos. Es necesario infundir en los empleadores ésta necesidad. Insistimos, es una inversión, no un gasto, que impactará positivamente en los índices de competitividad y capacidad de producción. Somos enfáticos en señalar también que dichas medidas tienen que ser producto del consenso. La imposición o la unilateralidad arrojan resultados pobres, no generan sentido de pertenencia y ocasiona que los involucrados abandonen los proyectos. Tenemos que pensar cómo vincular las diversas modalidades de capacitación.

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

Productividad y diálogo social en el Grupo Vidanta Marlon Mata Gutiérrez

— Gerente de Operaciones del Grupo Vidanta.

Grupo Vidanta opera seis hoteles distribuidos en Puerto Vallarta y Nuevo Vallarta. Entre ellos están la marca Gran Lux, el Mayan Palace y el Gran Mayan Palace de Puerto Vallarta. Con un total de dos mil 166 habitaciones, llegan a emplear hasta tres mil 200 colaboradores.

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El sistema de medición de la productividad involucra a casi 80 por ciento de la masa productiva, la cual abarca los departamentos más grandes: ama de llaves, áreas de atención al público, lavandería, limpieza, seguridad y abastecimiento. Abastecimiento comprende transporte interno, ya

que por la distancia que los empleados deben recorrer al interior de los hoteles, cuentan con una plantilla de 245 carros eléctricos que mediante un circuito de túneles transportan los insumos que se utilizan tanto en las habitaciones como en los centros de consumo: traslado de personal, hielo, alimentos fríos y calientes, ropa de cama y basura. Este departamento está atendido por 24 trabajadores las 24 horas del día. En todos esos departamentos aplicamos el “Maratón de mejoras”, sistema mediante el cual se involucra de manera inten-


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

sa a los colaboradores, quienes como expertos del trabajo que realizan cotidianamente aportan ideas. Escuchar al trabajador evita imponer dinámicas absurdas e inoperantes. La tarea de escucha permanente suprime perder tiempo y dinero. Revisemos algunas de los casos más significativos. Lavandería fue el primer departamento donde implementamos la metodología Simapro en el 2010. Fue difícil cambiar la percepción e inducir una mecánica de intercambio recíproco entre gerencia y plantilla; tomó casi dos años trabajar con un departamento líder y otro año comenzar con la retroalimentación y medición de la productividad. Para 2012 la empresa editó un libro de estándar de competencias con un formato de contenidos basado en fotografías, dibujos y caricaturas. Dicho material se entrega a los colaboradores del área, es decir, se socializa la información acerca de procedimientos de trabajo, empleo de equipo y materiales, además de seguridad laboral. En 2013 se terminó de certificar a todos los líderes Simapro de la lavandería. No es un asunto menor, en temporada alta se la-

van diariamente 34 toneladas de ropa. Otra área representativa de lo que implica introducir mecanismos de diálogo horizontal es la de Ama de llaves. El proceso de medición integral y retroalimentación arrojó propuestas de mejora en las condiciones laborales y organización del trabajo: cómo acondicionar un carro de ama de llaves, equipo de limpieza, los químicos a utilizar, tipo de atomizadores, etcétera. Se propuso además mantenimiento de pintura en áreas públicas y combatir el grafiti en los baños de áreas comunes, que generalmente era desplegado por los propios trabajadores. De esta manera fue posible elaborar un plan de mejoras. A fin de tener éxito en las pruebas y hacer viable dicho plan, la gerencia ha contado con apoyo importante por parte de los representantes sindicales. En 2012 ejecutivos de Grupo Vidanta y dirigentes del sindicato realizaron una presentación en Montevideo, Uruguay acerca del proceso implementado. El rasgo que más atrajo la atención fue la capacidad para llegar a acuerdos y tra-

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

bajar de manera conjunta, lo que se les antojaba imposible. El secreto ha sido que cada uno de los departamentos tenga lo que llaman un “líder de Simapro”, quienes son responsables de capacitar a todo el personal: camaristas, meseros, limpiadores, etcétera. ¿Cómo evitar que el trabajador capacitado termine laborando en otro hotel? Es fundamental no interrumpir el proce-

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so de crecimiento y capacitación, además de incrementar el salario. Actualmente se realizan juntas con los líderes Simapro de la empresa a fin de hacernos autosuficientes, es decir, el programa ha sido una guía, pero la intención es continuar desarrollándolo sin depender de asesores externos. El apoyo de los delegados sindicales ha permitido fortalecer el vínculo empresa-trabajadores, por lo que será viable conseguirlo.


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

Productividad y diálogo social empresa-sindicato en el Grupo Vidanta Jesús Castro Vargas

— Representante Sindical en el Grupo Vidanta.

El primer aspecto a resaltar consiste en el interés por el factor humano, por ese recurso tan valioso. Destaca también que una empresa con capital privado decidiera dar entrada a una propuesta emanada de la vida sindical y gracias a un curso de capacitación en el cual conocimos la metodología Simapro. Trabajar bajo esa orientación y dirección comienza a redituar dividendos, tanto para el grupo hotelero como para los trabajadores. Consideramos que podríamos estar en la gestación de un cambio cultural. La propuesta encaminada a mejorar la capacitación haciendo uso de las herramien-

tas del programa funcionó porque los involucrados en el proceso productivo enfocamos a los trabajadores como la condición más importante en la generación de riqueza, estabilidad y condiciones de vida, en suma, de un mejor país. Entendimos pues que la unilateralidad conduce al fracaso y que se trata de reducir la franja que separa a los capacitados de los rezagados. Las guías de orientación y el maratón de mejoras son absoluta aportación de los trabajadores, pensado por ellos y para ellos. Representan atajos significativos en lo que a homogeneizar

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las facultades y destrezas de la planta laboral se refiere, nos evita retrasos, desperdicio de recursos y muchas frustraciones. Diseñar los indicadores de medición proyecta cierta dificultad, pero la retroalimentación ha sido factor fundamental de los avances obtenidos en prácticas y objetivos trazados. Los inmersos en estas dinámicas buscan constantemente las mejores herramientas y métodos de trabajo, los cuales se basan en incrementar las competencias, la certificación y diálogo social. De esta forma, pretendemos alcanzar la compensación necesaria que requiere el trabajo decente. No obstantes los avances, es pertinente remarcar que los casos forman parte de esfuerzos aislados como empresa, no se trata de una planificación sectorial ni mucho menos de una política o un plan elaborado en conjunto con gobierno, inversionistas, trabajadores, sindicatos y academia.

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El ponerlo en marcha como una política económica derruiría el socorrido argumento de ausencia de recursos susceptibles de ser destinados a capacitar.

Por lo que respecta a nuestro sector, el sindical, tenemos como prioridad alcanzar objetivos apelando a esquemas de participación horizontal, con flujos de comunicación amplios entre los activos más importantes de la producción: la empresa (fuentes de trabajo) y el trabajador. Asimismo buscamos que quien presta sus servicios y propicia las condiciones de una economía basada en una productividad real, competitiva, tenga derecho a acceder a la riqueza y decidir sobre ella, a una compensación acorde al esfuerzo, dedicación, preparación y capacitación obtenidas mediante el diálogo social con respeto mutuo de las partes. Se trata pues de un compromiso serio y responsable. Con claridad observamos la necesidad de emprender procesos productivos bajo la lógica del ganar-ganar, es decir, si existe capacitación, consecuencia lógica será el incremento de la productividad. Empresa gana, trabajador gana. Por ello el peso que le damos a las nuevas disposiciones estipuladas en el artículo 153 de la Ley Federal del Trabajo. El cambio


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es cultural, debemos desterrar la vieja práctica arraigada en trabajadores y empresas, donde unos hacen como que trabajan y otras hacen como que pagan. A nivel mundial ocupamos un lugar nada honroso en términos de productividad, y eso se padece. Es inaplazable adoptar nuevos esquemas de trabajo, buscar la forma de innovar e incrementar nuestra capacidad tecnológica, adquirir nuevas habilidades pensando en un todo, concebir la prestación de cualquier servicio o el funcionamiento de cualquier industria como algo sistémico y que impacta en la economía nacional. Mejorar e incrementar la productividad tomando como palanca los derechos y obligaciones de los trabajadores es posible. Se requieren entornos laborales sanos y seguros, mecanismos de motivación, integración y sentido de pertenencia, mecanismos de participación y decisión horizontal sin intermediarios, que les permita incidir significativamente

en el desarrollo económico y mejorar constantemente sus condiciones de vida. Las condiciones para emprender procesos de capacitación están dadas. No conozco a un solo trabajador que no desee adquirir mayores destrezas y experiencias. La problemática se presenta al momento de repartir las ganancias que genera el incremento de la productividad. Cuando un elemento da lo mejor de sí en pos de un objetivo pero no es reconocido en todos los aspectos, pierde el interés. Estamos a tiempo de infundir en las nuevas generaciones, quienes recién se incorporan a la vida económicamente activa, la certeza de relaciones laborales justas y bien remuneradas. Instituciones tanto privadas como del Estado tienen la enorme responsabilidad y reto de asignar los recursos suficientes para que una metodología como Simapro toque a cada vez más sectores. Insisto, el cambio es cultural y el desarrollo de un trabajador no es un gasto, sino una inversión. 93


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Vinculación universidad-empresa Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla

— Director de la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA) .

A fin de determinar la manera de vincular la educación superior con la productividad, la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA) en Puerto Vallarta realizó un estudio el cual analiza las tendencias mundiales, modelos exitosos en implementar dicha vinculación con el entorno social y su impacto en el desarrollo regional, estatal y nacional.

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El estudio fue un encargo del Consejo Nacional de la ANFECA (Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Contaduría y Administración) con la intención de promover entre 350 mil alumnos el programa ‘Empren-

dedores’. A decir de dicha institución, quieren conformar perfiles generadores de empleo. El reto radica en que las entidades educativas modifiquen los planes de estudio, los formulen acorde a entornos inmediatos y propiciar que los estudiantes se formen en contacto con la realidad inmediata. No obstante la Secretaría de Educación Pública ofrece algunas modalidades de vinculación, tales como incubación de empresas y promoción de una cultura emprendedora, la ausencia de recursos y esquemas de articulación ha impedido concretarlas.


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Considero fundamental que las instituciones educativas no supediten su labor a la formación profesional, es necesario participar en la investigación y aportar al desarrollo tecnológico, servicios de actualización y divulgación de la ciencia y tecnología. Explorar la facultad de vincular a empresa y gobierno, articular esfuerzos encaminados a transferir conocimiento y tecnología a la sociedad. Si revisamos algunos datos, nos daremos cuenta que el 61 por ciento de las instituciones educativas estudiadas por nosotros cuentan con más de 10 convenios de vinculación firmados. Esto daría pie a la pregunta, ¿por qué si el interés es tal los resultados son tan magros? El potencial se asoma por lo menos interesante. La capacidad de innovar debe venir de las mismas instancias, es decir, no encontrar acomodo en viejas estructuras. La forma más común en que se vinculan academia y empresa es mediante las prácticas profesionales, pero es importante propiciar y capitalizar la participación de los involucrados, es decir los jóvenes. Pareciera que desde corta edad se inserta en ellos la

categoría de “mano de obra barata”. Para nuestra institución constituye una preocupación fortalecer el perfil de los alumnos mediante la adquisición de conocimientos y aprendizajes producto de su interacción con el ámbito empresarial, llevarlos al mundo real. El país no puede darse el lujo de seguir dilapidando talento. Hay poca relación entre estudiantes, instituciones y ámbito público. Actualmente un grupo multidisciplinario de estudiantes de las carreras de Psicología y Nutrición trabaja en coordinación con instituciones públicas del sector salud. Además de generar información, el proyecto pretende contribuir a abatir la problemática de sobrepeso y obesidad manifiesto en buena cantidad de primarias y secundarias de la región. Vincular esfuerzos aislados debe preocupar a todos. Es necesario que dicha vinculación se convierta en un asunto sistémico, una responsabilidad compartida y una política pública, que sea parte de un proceso de planeación de la economía. Ni empresa, ni gobierno, ni academia trabajan bajo el mismo rasero y método.

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Nuestro estudio arrojó propuestas. Una de ellas gravita en torno a la comunicación y promoción conjunta de los organismos del sector productivo, las instituciones de educación superior y el Estado para dar a conocer los programas y proyectos existentes por parte de los tres sectores, así como divulgar los casos de éxito. Es importante crear una red de vinculación que permita aprovechar los recursos existentes. Otra propuesta consiste en adaptar el modelo de vinculación de las prácticas profesionales a los centros de investigación de divulgación científica y a los proyectos de emprendedores. Integrar el aspecto humano a la productividad, que el Estado retome su papel y desarrolle programas de vinculación alineados tanto a las universidades como a las empresas en donde el factor económico no sea determinante.

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Con el apoyo del gobierno local, desde hace cinco años estudiantes de nuestras diversas carreras encabezados por un profesor consultor realizan el perfil de pequeñas empresas y a partir de su diagnóstico se les sugiere un pro-

ceso de mejoras. Cada proyecto mide los resultados obtenidos. El anterior es solo un ejemplo de la vinculación empresa-estado-academia, en la cual cada entidad provee y toma lo que necesita. Las pymes obtienen asesoría e incrementan su esperanza de vida; estudiantes fortalecen sus aprendizajes y capacidades; el gobierno cumple con su función de propiciar el desarrollo y crecimiento de los diferentes sectores que componen una economía, es decir, no lucra con el progreso. El cambio radica también en dejar de hacer las cosas por requisito, sino que cada parte involucrada trabaje bajo un enfoque de enriquecer la vida en sociedad, de realizar actividades encaminadas al crecimiento conjunto y siendo parte de un todo. Es por ello que proponemos la creación de un consejo y redes de vinculación que planeen una visión común para esta tarea, donde se asegure el desarrollo y resultado favorable a todos los actores. Concebir a la vinculación como parte de un modelo de desarrollo permitirá que los jóvenes no vean frustradas ni limitadas sus capacidades creativas.


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Son innumerables los casos de estudiantes con ideas innovadoras que jamás se realizan por falta de dinero, mal diseño de políticas públicas y burocracia insensible, entre otros factores. Planificar la economía también implica que el sector académico ocupe un lugar estratégico, que se le conciba como tal, somos aliados del gobierno. Podemos aportar todos esos proyectos a la cadena productiva, colaborar con las empresas de toda índole en el incremento de su capacidad tecnológica, en la revisión de sus procesos productivos, en la medición de sus objetivos y posibles errores. Es lamentable que, por ejemplo, los insumos de la industria hotelera

vengan de otros lugares, cuando bien pueden fabricarse en la región y retener esos recursos a fin de realmente potenciar el desarrollo de la misma. Hablar de productividad y competitividad debe remitirnos a bienestar social. Es decir, distribuir equitativamente los beneficios de todo tipo que estos dos conceptos generan. Un país con más de 50 millones de personas sin acceso a alimentación o techo necesita igualdad de oportunidades. Por parte de las instituciones educativas y en particular la UNIVA, la cual represento, tenemos clara la importancia de colaborar con el desarrollo de la región.

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SEGUNDA PARTE Foro nacional sobre política industrial Cambio de modelo de desarrollo

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Líneas generales para una nueva Ley de Fomento Industrial Virgilio Antonio Vallejo Montaño — Profesor Titular de Legislación Aduanera en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la UNAM

A partir de revisar una serie de leyes de fomento industrial de varios estados del país y extranjeras, especialmente de España, India y algunas de América Latina, se extrajo una “estructura tipo” común a todas: disposiciones generales; actuación; modernización administrativa; libertad de la actividad industrial; información y registro del fomento industrial; calidad, seguridad y disciplina industrial; verificaciones, infracciones y sanciones; recursos en el caso de mejora regulatoria; capacitación, investigación y desarrollo.

El periodo analizado cubrió aspectos como protección de la industria hasta fomento a la inversión, empleo y desarrollo, y comprendió de 1830 a 2012, desde la Ley del Banco de Avío hasta los lineamientos del Programa para Impulsar la Competitividad de los Sectores Industriales, PROIND, correspondiente al ejercicio fiscal 2012. En las exposiciones de motivos encontramos como temas recurrentes: libertad de empresa; subsidiaridad del Estado; empleo digno; cohesión social que genera la actividad productiva; la

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productividad como factor mesurable; seguridad industrial como calidad en el trabajo; competitividad como indicador de competencia a nivel nacional e internacional; la exportación como meta nacional; la vinculación de la academia con la empresa en los rubros de capacitación e innovación tecnológica; perfeccionamiento productivo por parte del trabajador e ingenieros; medio ambiente y desarrollo sustentable; industrias limpias e industrias verdes; la globalización como fenómeno ineludible de todo mercado para integrarse a la cadena internacional de producción; la sociedad de la información, y los servicios financieros orientados a la actividad industrial.

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Lo esencial de las leyes reseñadas es que la política industrial ha de prestar especial atención, impulsando su excelencia, a aquellos subsectores estratégicos que por su experiencia exportadora, la existencia de empresas tractoras la tensión empresarial o su crecimiento potencial hayan promovido la pequeña y mediana industria, mostrando su capacidad de contribuir a un rápido progreso de la economía, la innovación, internacionalización, la compatibili-

dad empresarial, así como sustentabilidad del medio ambiente y la formación de capital humano. Los ejes anteriores plasmados en las legislaciones estudiadas pretenden que las empresas, en especial las pequeñas y medianas, dispongan de un cuerpo normativo que les permita formular expectativas razonables y duraderas de vida en las cuales desarrollar sus proyectos de inversión, y por lo tanto, establecen que la misión de cualquier gobierno es crear y mantener un marco legal y de seguridad jurídica que propicie y facilite el acceso a la actividad empresarial en términos de igualdad de oportunidades, estimulando de manera permanente los proyectos de carácter emprendedor que contribuyan al crecimiento económico. Son diversos los ámbitos normativos relevantes para el impulso de la actividad industrial: laboral; fiscal; administrativa; administración de justicia; medio ambiental; urbanístico; de seguridad y calidad industrial; instrumentos normativos de planificación; de impulso a políticas de internacionalización e innovación; en conjunto, dichos instrumentos


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crean escenarios que favorecen la participación institucional, la concertación y el dialogo social propiciando un entorno favorable a la iniciativa y desarrollo empresarial. Del estudio comparativo de las distintas leyes se extrajeron también las medidas de apoyo: 1) Activas: subsidios, financiamiento y devolución de contribuciones; 2) Pasivas: extensiones fiscales y reducción por tarifas en servicios públicos; 3) Directas: protección arancelaria y protección no arancelaria; 4) Indirectas: reglas de origen (en las que se cuida precisamente la integración de cadenas productivas), normas oficiales mexicanas para la protección del consumidor y la seguridad en la industria; 5) Estratégicas: zonas geográficas exclusivas y sectores específicos prioritarios. Respecto al punto cinco, al aterrizar las normas en la realidad mexicana, se han encontrado posibles distorsiones en la política de apoyo. Por ejemplo, en

el concepto de “zonas geográficas exclusivas”, podría haberse incurrido en “exclusión” de otras regiones, y los “sectores específicos prioritarios”, en crear “sectores privilegiados”. Comienza un giro en las medidas de apoyo en el caso mexicano: son invernaderos, transitorias y selectivas, mientras que las reformas estructurales deben plantear un ambiente sano de negocios, ser permanentes y generales. En materia política clave para conseguir un desarrollo sostenible, la OCDE recomienda a nuestro país reducir los costos de formalización de los trabajadores y ampliar los beneficios de incorporarse al sector formal. Ello obedece a que el desempeño económico de México los últimos 20 años no ha estado a la altura de sus posibilidades si se compara con otras economías emergentes. Necesita elevar también de manera considerable su tasa de crecimiento a largo plazo para lograr una convergencia con los niveles de vida de la OCDE. Con un nivel del 7.5 del PIB en 2005, el gasto social público es el segundo más bajo en la zona después de Corea. El financia-

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miento disponible para los trabajadores en épocas de crisis es limitado dada la inexistencia de un segundo seguro de desempleo y los escasos recursos disponibles –en 2007 representaban menos de 0.1 por ciento del PIB— para los programas de activación del mercado laboral. El empleo público, elemento estratégico en cualquier intento de reformar la administración pública con énfasis en la mejora de la productividad, también es escaso. México cuenta con un gasto público total relativamente bajo como porcentaje del PIB, el cual asciende a 21.9 por ciento, que representa la mitad de la media de los países de la OCDE.

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En cuanto al sistema impositivo señala que la recaudación de impuestos en relación con el PIB está muy por debajo de los otros países miembros, a pesar que las tasas impositivas nominales no distan mucho de otras economías. He ahí un “déficit histérico” de recaudación. La base del impuesto al IVA sigue siendo muy limitada y el impuesto predial representa la mayor parte de los ingresos de los municipios, asciende a 59 por ciento.

Respecto a la competencia, un análisis conjunto de México y la OCDE afirma que 30 por ciento del gasto familiar en nuestro país se lleva a cabo en mercados con problemas de competencia, donde los consumidores gastan alrededor del 40 por ciento más que si existiese dicha competencia. Esta situación empeora en el sector más pobre de la población, que gasta alrededor del 42 por ciento de sus ingresos en mercados altamente concentrados. Innovación y tecnologías de la información y la comunicación Nuestro nivel general de innovación es bajo en comparación con las economías emergentes más dinámicas. El gasto en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB sigue siendo inferior a medio punto porcentual, en contraste con un promedio superior al 2 por ciento en la zona OCDE y cercano al 1.5 en China. El sector de telecomunicaciones ejemplifica cómo la falta de competencia obstaculiza el desarrollo de la infraestructura, dificulta la innovación y al resto de la economía. Pese a las mejoras de los últimos años, México tiene una pobre y atrasada infraestructura y uno de


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los costos de servicios telefónicos más elevados del mundo. Las cargas administrativas impuestas a las empresas de nueva creación siguen siendo relativamente altas si las comparamos con la media de los países de la OCDE, las cuales se han incrementado entre 2003 y 2008, en contraste con la reducción que experimentan en el resto de países miembros. Desigualdad Según el estudio “Crecimiento desigual, distribución y crecimiento de pobreza” en los países de la OCDE, en 2008 el 10 por ciento más pobre en México acumula cerca del 1.3 por ciento del total del ingreso disponible mientras que el 10 por ciento más rico acumula cerca del 36 por ciento. Entre 2006 y 2008 la proporción de personas que recibían menos del 50 por ciento del ingreso medio aumentó de 19 al 21 por ciento. La pobreza extrema se duplicó, pasando del 2 al 4 por ciento de la población mexicana, es decir, personas que viven con menos del 1.25 dólares diarios, y del 4.8 al 8.2 entre aquellos que

viven con menos de 2 dólares diarios. La cifra es oficial sobre la pobreza absoluta que reflejan el acceso a la alimentación, sanidad, educación o vivienda. El alto índice de pobreza absoluta también se ve reflejado en otros indicadores de las condiciones de vida, como la tasa de mortalidad infantil que triplica la tasa promedio de la OCDE y un índice de analfabetismo superior al de la media de los países miembros. Educación Los resultados del programa internacional de evaluación de alumnos muestran que un número excesivo de estudiantes no cuenta con las competencias y los conocimientos necesarios: uno de cada dos alumnos de 15 años de edad no alcanzó el nivel de capacidades básicas, mientras que el promedio de la OCDE fue de 19.2. Solo 3 por ciento de los estudiantes mexicanos alcanzó los niveles más altos que significa tener la capacidad de identificar, explicar y aplicar conocimientos científicos de manera consistente en una variedad de situaciones complejas de la vida cotidiana; el porcentaje fue tres veces superior

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en el promedio de la OCDE. No estamos aprendiendo a pensar, sino a repetir. Salud La expectativa de vida de los mexicanos sigue siendo la cuarta más baja entre los países de la OCDE. México es la nación más obesa, por debajo tan solo de Estados Unidos: entre 2000 y 2006 la tasa de sobrepeso pasó del 62.1 al 70 por ciento, y la de obesidad del 23.7 al 30 por ciento de la población adulta. Además, uno de cada tres niños es obeso o tiene sobrepeso, lo que ubica a México entre los países con tasas más altas de diabetes infantil a nivel mundial. Medio ambiente y crecimiento verde

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Lograr un crecimiento verde requerirá mayor coherencia en las políticas tributaria, energética, de transporte y de agricultura, en el contexto del Programa Marco para el Crecimiento Verde. Mejorar la eficacia en las industrias estatales de electricidad y petróleo constituye un elemento clave para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero).

El país destina cuantiosos recursos a los subsidios de la energía, mientras que los ingresos por concepto de impuestos ambientales son bajos, debido en parte a los subsidios de la gasolina y el diesel. En 2008 presentó ingresos fiscales negativos por gasolina y diesel, y al igual que en 2010, la tasa adquisitiva fue negativa. Los subsidios a la energía fomentan mayor consumo energético y desalientan las inversiones en eficacia energética, además de contrarrestar los esfuerzos encaminados a disminuir las emisiones de GEI. Hay una tendencia internacional a desmantelar estos subsidios. El estado de derecho Atendiendo a varios estudios recientes, el estado de derecho es todavía el mayor reto del crecimiento en México. Según el modelo de 1997 de Sala-i-Martin, si comparamos a México con los 10 países de mayor crecimiento, el estado de derecho mexicano ha empeorado entre 1996 y 2007 en términos absolutos y relativos. La capacidad de ejecución de los contratos es endeble. Esto queda de manifiesto, por ejemplo, en la existencia de costos de recuperación de la deuda mucho más


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elevados que en el promedio de los países de la OCDE y otros mercados emergentes, entre los que se incluyen Argentina, Brasil, Chile y China. La inseguridad en México también se ha convertido en una importante desventaja competitiva. Estimaciones recientes muestran que los problemas de seguridad reducen el crecimiento anual en 1.2 puntos porcentuales, por lo que necesitamos profundizar los esfuerzos de fortalecimiento del estado de derecho a fin de dotar al sistema judicial de un marco confiable para la realización de actividades empresariales.

recho funcional en el sector industrial se refleja, por ejemplo, en la industria maquiladora, la cual representa el espejismo de la distorsión de la balanza comercial, pues en realidad se trata de exportación de mano de obra, es una simple deslocalización fabril. El caso del campo algodonero es la inversión del modelo post-moderno en un ambiente pre-moderno, es decir, hay explotación, discriminación, abuso y salarios apenas para sobrevivir en ambientes en los que no existen los satisfactores elementales, es decir, se trata de una simulación. Alianzas opresoras

Nuestra productividad total con respecto a naciones como Chile, Irlanda y Corea del Sur presenta índices negativos, y el crecimiento también está por debajo de ellos.

Existe disfuncionalidad también en distintas instituciones responsables de propiciar un buen entorno para el desarrollo industrial, y en consecuencia, del país.

Estas cifras macroeconómicas aterrizadas en casos concretos demuestran un estado deficitario de derecho. El estado virtuoso de derecho permite el desarrollo no solo de la industria, sino de todas las actividades de la sociedad, pero día a día son saboteadas por nuestras propias instituciones. Esa ausencia de un estado de de-

Como botón de muestra están la Comisión Nacional de Electricidad, los poderes Legislativo y Judicial, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa y el Servicio de Administración Tributaria en su articulación con el Poder Judicial, y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

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Por ejemplo, el artículo 26 del Servicio Público de Energía Eléctrica permite que el prestador del servicio corte el suministro sin intervención de autoridad alguna, lo cual contrasta con el artículo 16 Constitucional que postula que nadie puede ser molestado

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en su persona, familia o domicilio sin mandato por escrito de autoridad competente. Sin embargo, la ley citada, que está por debajo de la Constitución, dice: “Cuando se acredite el uso de energía eléctrica a través de instalaciones que alteren e impidan el funcio-


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namiento de los instrumentos de control o medida, el servicio podrá ser cortado”, y la entidad que acredita si se están utilizando esos medios es la propia Comisión Federal de Electricidad, convirtiéndose en juez y parte. Y lo dice con todas sus letras una ley mexicana vigente que se coloca por encima de la Constitución, es decir, un reglamento que define lo que el suministrador hace incurre en una violación constitucional al permitir que un organismo descentralizado proceda al corte inmediato y suspensión del servicio eléctrico sin intervención de autoridad alguna. Es absurdo. Para reforzar el punto. Interviene la Suprema Corte de Justicia de la Nación y concluye que el aviso por suministro de energía eléctrica y el ajuste del monto del consumo derivado de órdenes de verificación, cobro o corte y su ejecución, no son actos de autoridad para la procedencia del recurso administrativo de revisión o del juicio contencioso administrativo (aclaración de la jurisprudencia 2a./j.167/2011 [9a.]). Esta aclaración deja de lado que la relación jurídica entre los particulares usuarios del servicio y

la Comisión Federal de Electricidad no corresponde a la de una autoridad y un gobernado, sino que se trata de una relación de coordinación originada mediante un acuerdo de voluntades donde ambas partes adquieren derechos y obligaciones recíprocos como consecuencia del contrato del suministro de energía eléctrica. ¿Acaso los señores de la Corte no conocen el artículo 28 Constitucional, no saben que estamos frente a un monopolio de Estado, que el particular no podría contratar el servicio en ninguna otra parte? Caso concreto: amparo indirecto 1367/2005, Juzgado Tercero de Distrito en el estado de Quintana Roo. Se trata de un ciudadano víctima de un intento de extorsión por parte de empleados de la Comisión Federal de Electricidad al que amenazaron con cortar el suministro de energía eléctrica si no les pagaba 20 mil pesos en el acto. Al negarse cortaron el servicio argumentando que el medidor fue alterado. El juez de Distrito le negó la suspensión del acto que había realizado CFE esgrimiendo razones de orden público e interés social. Finalmente el amparo le fue concedido sin entrar al análisis de la inconstitucional del

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artículo 16 de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica. La ilegal privación del servicio duró un año ocho meses, razón por la cual el ciudadano tuvo que cambiar de domicilio a fin de tener acceso a energía eléctrica, pues jamás le reconectaron el servicio en su casa. Otro caso. La Comisión Federal de Electricidad en el Hospital Manuel Campos de Campeche cortó el suministro por un adeudo de 564 mil pesos. En ese momento se estaba practicando una cirugía, había 14 pacientes internados y dos recién nacidos en las incubadoras. La acción costó la vida a uno de los bebés y el otro quedó muy delicado de salud por lo que tuvo que ser trasladado de emergencia a otro nosocomio.

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El Instituto Mexicano del Seguro Social no tiene carácter jurídico para efectos del amparo cuando se le reclama la omisión de la respuesta a una solicitud formulada con base en el derecho de petición a la que debe responder en su carácter de ente asegurador, pues la relación que existe entre el asegurado y el Instituto es de coordinación, otra vez, entablada entre particulares en la que actúan en un mismo nivel, es

decir, en igualdad, por lo que en esta hipótesis el juicio de amparo es improcedente. Caso concreto: amparo indirecto 446/2012, Juzgado Tercero de Distrito en el estado de Quintana Roo. Un ciudadano solicitó autocorrección de sus obligaciones como patrón ante el IMSS. No obtuvo respuesta alguna por lo que acudió al amparo por derecho de petición. El Juez de Distrito se lo negó con fundamento en la tesis de que los trabajadores asegurados por el Instituto no tienen el derecho de petición consagrado en el artículo 8 Constitucional. El Tribunal Colegiado competente ordenó al Juez de Distrito conceder el amparo. El IMSS contestó con un memorándum interno, no con un oficio como dicta la ley. El ciudadano nuevamente se inconformó pero el Juez de Distrito argumentó que no era relevante el sentido ni la forma de la respuesta, por lo que tuvo por cumplido el amparo. Desde la solicitud original hasta la resolución negativa de la inconformidad transcurrió un año y 10 meses. En ese lapso la institución procedió a determinar créditos e inició procedimiento administrativo de ejecución por


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un monto tres veces mayor al que correspondía pagar al patrón por la vía de la autocorrección deliberadamente ignorada por el IMSS y tolerada por el Colegiado. Otro ejemplo que viola el principio de presunción de inocencia y acceso pleno a la justicia es el artículo 167 de la Ley Aduanera, el cual aborda las patentes de agente aduanal, estableciendo que cuando se trate de causales de cancelación las autoridades ordenarán en el mismo acto la suspensión provisional en tanto se dicte la resolución correspondiente, y tratándose de ese procedimiento, transcurrido el plazo de cuatro meses sin que se notifique la resolución, el interesado podrá considerar que la autoridad puso fin a dicho procedimiento, resolviendo en el sentido de cancelar la patente e interponer las medidas de defensa o esperar a que se emita la resolución. Pero, ¿qué está pasando? El Convenio de Kioto es un acuerdo para la simplificación y armonización de aduanas al que están adheridos 81 países, entre ellos China, India, Rusia, además de todos los de la OCDE, excepto México, Islandia, Chile e Israel,

y del TLCAN Canadá y Estados Unidos, con excepción, otra vez, de México. De manera que el orden público y el interés social en el foro de los tribunales mexicanos se han convertido en una coartada para pasar por encima de los derechos de los individuos, y la ley de amparo viene a reforzarlo, por eso tantos empresarios están temerosos ante la posibilidad que no se les concedan suspensiones a procedimientos que afectan el desarrollo de su actividad bajo esos argumentos. Orden público e interés social que en México se está manejando bajo la doctrina narcisa, la doctrina de Carl Schmitt, padre del Derecho nacionalista. Pero se está obviando que todos tenemos derechos humanos como para que se puedan excepcionar por razones de orden público e interés social, mismos que debe razonar la Corte antes de emitir una opinión. El entorno de la actividad económica en México es una fiesta de cifras maquilladas, derecho simbólico, instituciones de escenografía animadas por el coctel molotov de corrupción, injusticia, inequidad y, la cereza del pastel, la impunidad: en ninguno de los

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casos referidos resultó sancionado servidor público alguno por el Consejo de la Judicatura o por la Secretaría de la Función Pública, a pesar de las denuncias presentadas. Conclusión: no hay que ofrecer más zanahorias, hay que reducir el garrote.

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En busca del eslabón perdido: la industria, condición necesaria para el desarrollo Alicia Puyana Mutis

— Investigadora en la Flacso, México, Doctora en Economía por la Universidad de Oxford, pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

El rezago del sector manufacturero es un problema serio y respecto al cual es necesario debatir puesto que afecta a toda la economía nacional. Su relevancia es indiscutible a pesar de que permanezca fuera de la luz pública. Las razones de esa falta de atención son varias y van desde los aspectos políticos, hasta la presentación parcial o deformada de la realidad. Revisemos algunas. Las reformas emprendidas por el Estado mexicano en la década de los 80, la liberalización comercial, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y las teorías

económicas que lo sustentaban fueron presentadas como la única opción posible para superar las crisis y los defectos del modelo sustitutivo. Si bien no negamos cierta necesidad de reformar, en economía no hay verdades únicas, reveladas e inmutables. Las opciones pueden ser varias y su validez cambia según las circunstancias, el derrotero histórico y los intereses de los particulares. La crisis actual y las varias que han sacudido el mundo desde la crisis de la deuda y las varias burbujas que han florecido y explotado, ponen en tela de juicio paradigmas.

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Cuestionamos por igual la concepción del mundo creada con base en los modelos clásicos de equilibrio general, el suponer que todas las actividades son idénticas, que todas tienen rendimientos decrecientes y ninguna rendimientos crecientes, que todas tienen similar velocidad de aprendizaje tecnológico y que la tecnología es una mercancía libre en el mercado como cualquier otra.

ses desarrollados –Estados Unidos, Alemania, Japón Corea del Sur y China— adoptaran planes de reactivación manufacturera con el múltiple propósito de retomar el liderazgo del sector a nivel mundial. Dichas tácticas constituyeron el factor sine qua non para crecer sostenidamente, recuperar los mercados internos, consolidar la supremacía en desarrollo tecnológico y científico.

Al día de hoy es evidente la no existencia del Óptimo de Pareto, razón por la cual se desprende que la especialización de acuerdo a las ventajas comparativas planteadas por Smith y Ricardo no beneficia equitativamente a todos.

Vale la pena entonces reflexionar y discutir acerca de la trayectoria del sector manufacturero mexicano y proponer políticas sectoriales, toda vez que las exportaciones del ramo se incrementaron de 6 mil millones de dólares en 1980 a más de 300 mil millones en el 2011 y su participación en las exportaciones totales del 95 a casi 80 por ciento.

Los efectos estáticos y dinámicos del comercio dependen del balance entre las actividades y productos que se exportan e importan, entre rendimientos crecientes y decrecientes. Si se tienen tecnologías con puntos finales de no llegar a ninguna parte, entonces el equilibrio neto o el balance neto será inferior a los beneficios. Un punto fundamental radica en tener en cuenta las particularidades de las actividades, los productos y los procesos productivos. No debe sorprender que para enfrentar la crisis, los llamados paí-

Somos enfáticos al señalar que la trayectoria de la economía mexicana debe modificarse. Es pertinente analizar qué hay detrás de esa expansión en las exportaciones manufactureras, cuál ha sido su contribución al crecimiento del producto y la productividad, el empleo y los ingresos. Para sustentar por qué las manufacturas deben ser el motor del crecimiento, hay cuatro leyes, mismas que debemos revisar.


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Primera Ley: las manufacturas constituyen el motor del crecimiento de todos los países en todas las etapas del desarrollo. La creación de instrumentos para la agricultura en el siglo XVI y XVII marcaron el desprendimiento de Francia y de Inglaterra y posteriormente de los Estados Unidos antes de la Revolución Industrial. Segunda Ley: a mayor expansión de las manufacturas mayor el crecimiento de la productividad de toda la economía, porque tienen

economías de escala. Hay rendimientos dinámicos y estáticos de escala por la acción constante de la diferenciación de los productos y la diferenciación de la demanda. Tercera Ley: el crecimiento de las manufacturas es inducido por demanda autónoma, sea del sector agrícola o del mercado externo. Ello se debe al proceso de aprendizaje que se deriva de la división del trabajo y de la escala, así como del carácter dinámico del mercado interno.

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Ley de Verdún: los aumentos en la tasa de crecimiento de las exportaciones manufactureras induce aumentos en la productividad laboral del sector y de toda la economía. Entonces si crecieron tanto las exportaciones manufactureras, cabe preguntar ¿qué pasó? Aquí el problema. El crecimiento de las exportaciones debe ser igual al de las importaciones y limitar el crecimiento del producto a la tasa de crecimiento de las exportaciones y la elasticidad de ingreso de las importaciones, es decir, de la propensión a importar.

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En México las exportaciones crecieron al 8.7 por ciento entre 1980 y el 2011; la elasticidad de ingreso de las importaciones es del 4.5, eso limita el crecimiento al 1.0 por ciento. Escuchamos en diversos espacios la propuesta de una tasa de crecimiento del seis por ciento del PIB. Para absorber la fuerza laboral las exportaciones deberían crecer a razón de 18 puntos porcentuales. Ni Estados Unidos podría soportar ese crecimiento y la economía mundial difícilmente podría acomodar una expansión de tal magnitud.

Resulta paradójico que la mejor etapa de la economía mexicana en más de 110 años fue de 1945 y hasta 1982, conocida como el desarrollo estabilizador y cuyo desempeño fue superior al de Estados Unidos. De 1982 a 2011, con la llamada convergencia, creció en promedio 0.58 por ciento. Para alguien no resultó la apertura e inserción en la economía mundial. Las manufacturas han decrecido prematuramente en la estructura del PIB y del empleo. Para el año 2000, México llegó al 20 por ciento de la participación de las manufacturas en el PIB y a los 5 mil 100 dólares per cápita de ingreso. Inglaterra alcanzó los 22 mil 700 y Estados Unidos 29 mil dólares. En la actualidad el país tiene 18 por ciento de la participación de las manufacturas en el PIB, 6 mil dólares de ingreso per cápita mientras Estados Unidos 28 mil y Reino Unido 24 mil. Las fallas en estructura, política y dinámica de la economía mexicana son evidentes. El sector manufacturero genera únicamente el 18 por ciento del PIB, el agrícola el 3, es decir, tenemos margen de reactivación


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económica si logramos subsanar ciertos desfases. Es primordial planear, evitar la migración por falta de ingresos y actividad formal, frenar el proceso de terciarización prematura de la economía. Notamos que la productividad implica reducción de costos, circunstancia que impactó el plano laboral con el reemplazo del empleo y del valor agregado nacional por empleo y valor agregado importado. Las reformas redujeron costos de producción, liberaron los insumos, la cuenta de capitales, y se incurrió en un desacierto so pretexto de abrir la competencia al mercado mundial. El PIB manufacturero debió crecer al ritmo de la demanda mundial, pero no lo hizo.

Mucha de la capitalización por la reducción de costos fue fuga de capitales, poca inversión a la planta productiva e inversión financiera, porque por las condiciones de la economía no hay suficientes actividades eficientes y rentables para invertir. México padece falta de ingresos financieros, pero sobre todo falta de oportunidades de inversión; recetas que se adoptaron como dogmas. Cabe recordar la frase de Alexander Hamilton: “No hagas lo que los ingleses prescriben hacer, haz lo que los ingleses hacen”. No se ha cumplido la ley que establece que el motor del crecimiento sea la manufactura, ¿por qué? Porque México no se especializó en

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las manufacturas con rendimientos crecientes, con economías de escalas y gran aprendizaje, sino en la maquila con poco valor agregado y limitado crecimiento. Es necesario avanzar a un sistema Schumpiteriano de competencia en los sistemas productivos nacionales y dejar de ser sólo consumidores de tecnologías avanzadas. México está entrampado en un equilibrio de baja productividad, baja demanda y bajos ingresos, porque la gran mayoría de la población agrícola vio reducidos sus ingresos por la sustitución de importaciones. Se debe revertir, no tiene sentido exportar manufacturas para importar comida.

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Faltamos también a la cuarta ley, que estipula insertarnos en la economía internacional pero con protección al valor agregado nacional. Lo hicimos sin proteger al mercado y la agricultura. De esa forma elevaron el contenido importado de las exportaciones a cerca del 70 por ciento y de toda la economía a cerca del 50 por ciento. Con el crecimiento de las exportaciones entre los años 1980 y 2000 al 9.1 por ciento, el PIB mexicano sólo pudo crecer al 2 por ciento anual. Para crecer

al 6 por ciento, las exportaciones deberían hacerlo al 27 por ciento. Es necesario reducir la elasticidad ingreso de las importaciones, crear un ambiente para las inversiones productivas. Hay desacumulación y rezago tecnológico. En buena medida ocasionado por la liberalización comercial acelerada y total, la revaluación cambiaria, la apertura de capitales y tasas de interés que se mantienen más elevadas que las internacionales. Y aquí surge un cuestionamiento: ¿cómo restablecer el rumbo? Hay un error en el modelo aplicado. No tiene sentido hacer correcciones menores a algo que no ha funcionado. Poco se ganaría así. Hay que proteger las industrias estratégicas nacientes y salir de la especialización en actividades de rendimiento decreciente y bajos salarios. Competir con bajos salarios y no con aumentos de productividad es un callejón sin salida puesto que existirán países con mano de obra infinita. Es esencial abandonar la neutralidad en los aranceles y proteger el valor agregado nacional. Dejar de lado la política de estabilidad


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a todo costo y la revaluación perpetua del peso, diversificar los mercados de destino y el contenido de la oferta.

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Reindustrializar para crecer José Antonio Romero Tellaeche

— Director del Centro de Estudios Económicos del Colegio de México.

El 1º de diciembre de 2012 se cumplieron 30 años del inicio de las reformas estructurales, ahora llamadas de Primera Generación.

aumentar el ingreso por habitante hasta colocarlo a la par de Estados Unidos. Esa convergencia no se dio.

Dichas enmiendas abrieron paulatinamente la economía mexicana al mercado internacional de bienes y servicios, así como al de capitales. También se dio paso a la modificación del reglamento que regula la inversión extranjera al eliminar los requisitos de asociación con empresarios nacionales, de contenido nacional y porcentaje de exportación.

Entre los años 1983 y 2011 las exportaciones crecieron a una tasa promedio anual de 9.3 por ciento. A pesar del retroceso en las exportaciones petroleras, este rápido crecimiento del comercio modificó los porcentajes de las exportaciones y las importaciones como proporción del PIB nacional. Las exportaciones mexicanas totales representaron 19.5 por ciento del PIB y en 2011 el 36. Dentro de las exportaciones totales, las exportaciones

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La medida pretendía desterrar los obstáculos al crecimiento y


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manufactureras fueron el factor más dinámico del comercio: de 1983 a 2011 éstas crecieron a una tasa anual de 14 por ciento. En el mismo rango de tiempo, el porcentaje de manufacturas en las exportaciones totales pasó del 28 al 80 por ciento. El hecho que México sea un importante exportador de manufacturas es un rasgo importante y deseable porque la producción de manufactureras y la industrialización son esenciales para el bienestar de un país. Lo anterior es así porque el nivel de vida de un país no depende del volumen de comercio, sino de su nivel de industrialización. El nivel de vida está en relación a lo que sucede con el sector manufacturero: si no es dinámico, el resto de la economía tampoco podrá serlo. En este sentido, el gran volumen de exportaciones de manufacturas mexicanas pareciera ir en el camino correcto para industrializar al país, sin embargo esto no es así. Las exportaciones brutas mexicanas no reflejan su verdadera contribución al PIB. Lo anterior es particularmente grave en el caso de las exportaciones realizadas bajo el régimen de maquila y de otros programas

de importación temporal para las exportaciones. En el 2005 las exportaciones brutas de maquila representaron 13 por ciento del PIB, sin embargo, al sustraer de las exportaciones brutas el valor de las importaciones de partes y componentes, las exportaciones netas de maquila se reducen al 3 por ciento, es decir, cuatro veces y media menos del valor original. Significa que la actividad maquiladora aporta menos del 3 por ciento al valor agregado nacional. Al investigar la nacionalidad de las empresas responsables resulta evidente que la mayor parte de la exportación la desarrollan empresas extrajeras. Compañías con inversión extranjera directa realizan cerca del 60 por ciento del total de exportaciones no petroleras; su participación es aún mayor en el sector manufacturero, 63 por ciento. La nacionalidad de las empresas exportadoras está íntimamente relacionada con el bajo contenido nacional de las exportaciones y la creciente importación de insumos y bienes de capital. Las exportaciones realizadas por empresas con inversión extran-

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jera directa establecidas en México sólo representan una parte menor de su producción global; a ese proceso se le conoce como la fragmentación de los procesos productivos. La manufactura mexicana es parte de este proceso. Debido al proceso acumulativo de economías de escala y aprendizaje, los insumos y bienes de capital son producidos en otros países, no en el nuestro. Dada la apertura comercial, la fragmentación de los procesos productivos y la dominancia de la inversión extranjera directa en el sector manufacturero mexicano, existe una estrecha relación entre nuestro país y Estados Unidos. No obstante el auge de las exportaciones manufactureras, el sector mantiene su aportación al PIB en el mismo porcentaje que en 1960. Asimismo, disminuyó su participación en el empleo: mientras en 1983 fue de 11 por ciento, para 2011 fue del 9.

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Con la apertura comercial y demás reformas estructurales, los principales sectores productores de bienes comerciables, agricultura y manufacturas han perdido

empleos a favor de los sectores no comerciables, principalmente servicios, los cuales registran menor productividad, e incluso, son informales y precarios. Un hecho destacable es que tanto la productividad total de los factores como el crecimiento de la productividad de trabajo muestran una tendencia decreciente, a pesar de la apertura comercial y la gran entrada de inversión extranjera directa. En lo que respecta al ramo educativo, la matrícula de educación media superior y capacitación se han elevado considerablemente con relación al crecimiento de la población. Mientras que de 1985 al 2012 la población se multiplicó por 1.5, la educación lo hizo por 2.2 veces, y la superior en 2.6; el número de alumnos matriculados en licenciatura se multiplicó por 2.7 veces y los de postgrado por 5.8. Durante el mismo periodo tuvo lugar una mejora significativa en la composición educativa de la fuerza de trabajo. Sin embargo, las evidentes mejorías en la composición de la fuerza de trabajo no corresponden con el desempeño en el ingreso por habitante y la productividad del trabajo. La composición edu-


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cativa de la fuerza de trabajo ha mejorado, pero en el periodo que va de 1983 a 2011 el ingreso por habitante solo se multiplicó 1.3 veces. Estos datos revelan que el sistema educativo mexicano no se encuentra conectado al resto del aparato productivo nacional, y que en las condiciones actuales no se da la conexión entre mayores niveles de educación y mayores niveles de productividad. La razón estriba en que la economía mexicana es una economía globalizada y con gran parte de la estructura productiva en manos de empresas extranjeras. Bajo estas condiciones, a las empresas extrajeras les resulta más barato importar la tecnología que producirla en México. Un esfuerzo educativo como el que ha hecho y puede hacer México tiene sentido cuando existe una política integral de crecimiento, con directrices industriales y macroeconómicas orientadas al desarrollo de la actividad industrial en manos de mexicanos, que generen demanda para este tipo de calificación. Insistimos en que sean empresas nacionales porque, a diferencia de las extranjeras, necesitan generar tecnología

propia y contratar mano de obra calificada. Pueden también contribuir en la construcción de economías de aprendizaje. Somos testigos de cómo la desarticulación entre todos los involucrados a nivel gobierno, es decir, sin estrategias de crecimiento integral demandantes de cuadros técnicos, ocasiona el nulo crecimiento de la productividad. La frustración y el descontento social surgen en consecuencia. Las reformas estructurales han llevado al estancamiento de la economía mexicana. Por cada peso que se incrementa el producto nacional, se importan 45 centavos. Es imposible aplicar estímulos fiscales para reactivar la economía ya que gran parte del nuevo gasto se filtra hacia las importaciones. La apertura comercial y la no existencia de nacionales sustitutos hace inviable implementar una política cambiaria. Cualquier devaluación nominal que se considere como permanente, se traduce en incremento de precios en la misma proporción, dejando el tipo de cambio real inalterado. Por su parte, la apertura del mercado de capitales hace inverosímil aplicar una política monetaria, ya que cualquier reducción relativa en la

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tasa de interés provoca una salida o menor entrada de capital. La extranjerización de la banca comercial hace que ésta realice sus operaciones en nuestro país en función de los intereses globales de sus matrices, en lugar de buscar los intereses nacionales, los cuales no necesariamente coinciden. Estas condiciones restringen las políticas macroeconómicas en inversión privada nacional y constituyen una verdadera camisa de fuerza para nuestro desarrollo. Sin una política macroeconómica la única fuerza que puede jalar a la economía mexicana es el crecimiento del mercado de Estados Unidos, mediante importaciones manufactureras ensambladas o producidas en México, turismo, compras de petróleo, etcétera. Internamente no tenemos instrumento alguno para estimular el llamado mercado interno.

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Respecto a los tratados comerciales, la modificación de la Ley de Inversión Extranjera que integró la cláusula de trato nacional. impide distinguir entre empresas de capital nacional y extranjero, lo cual hace imposible la aplica-

ción de una política industrial. Sin ella, y con un mercado abierto a las importaciones manufactureras, un tipo de cambio real sobrevaluado y un sistema financiero que no presta, es difícil tener un sector manufacturero dinámico, lo que hace imposible crecer a ritmos acelerados. El entorno macroeconómico no permite tener un sector manufacturero propio y nos hemos especializado en procesos de ensamble, procesos de producción fragmentados y globalizados. Desde sus orígenes, la Teoría del Desarrollo prevenía acerca de los peligros que conlleva la especialización de los países en vías de desarrollo en exportaciones de maquila. Motivada por inversiones de naciones desarrolladas, ha sido desafortunada por dos razones: porque traslada la mayor parte de los efectos secundarios y acumulativos de la inversión del país en donde se invierte hacia el país de origen de las inversiones, y porque desvía hacia los tipos de actividad que ofrecen menos campo para el proceso técnico y donde se obtienen menos economías internas y externas, que sí son enclaves del país inversor más desarrollado.


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Si el principal efecto de la inversión es el multiplicador, el cual toma la forma de adhesiones acumulativas de ingresos, empleo, capital, conocimientos técnicos y crecimientos de economías externas, debe ser considerada como inversión interna de los países industrializados. Si en lugar de haberse desarrollado la actual especialización de exportaciones se hubiera podido dar otro tipo de especialización otra sería la historia. Estamos obligados a comparar lo que existe con lo que pudo haber existido.

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Aprovechamiento de las ventajas competitivas de México para relanzar y desarrollar su industria Miguel León Garza

— Profesor Decano del Área Académica de la Dirección de Operaciones del IPADE.

Al hablar de política industrial para México deberíamos tomar en cuenta dos directrices muy importantes. Primero, debe ser una política enfocada a la creación de puestos de trabajo, elemento fundamental o directriz básica, y la segunda es orientarla al desarrollo tecnológico, de tal manera que trabajando en ambas direcciones logremos incrementar la productividad y la competitividad del país.

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Se avecina en el mundo una guerra por los puestos de trabajo. El expresidente de Gallup, Jim Clifton, en su reciente libro sobre el

tema, afirma que de una población mundial de 7 mil millones de habitantes, 5 mil millones tienen más de 15 años y de esa cifra, 3 mil millones quieren trabajo entre eventual y definitivo. Los empleos permanentes ascienden a 1.2 y los parciales a 1.8 millones, lo cual representa un gran problema a nivel mundial. Y este mismo problema de creación de puestos de trabajo ha surgido entre México y Estados Unidos, que en la actualidad se ha tratado de resolver bajo las directrices del presidente Obama, las cuales van en el sentido


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de forzar a las empresas que han invertido en México a crear fuentes de empleo en los Estados Unidos. En el año 2000 el 50 por ciento de la población en México estaba en edad de trabajar, es decir, uno de cada dos mexicanos estaban en capacidad de contribuir al ingreso familiar, lo cual es muy importante porque cambia la composición del país. En la década de los ochenta, cuando éramos 80 millones de habitantes, 20 millones representaban la fuerza laboral y uno de cada cuatro mexicanos trabajaba y aportaba al ingreso familiar. En 2020 seremos uno y uno, es decir, uno estará trabajando por cada uno que no tenga trabajo. Simultáneamente en los Estados Unidos se están retirando más de los que ingresan a la fuerza laboral, lo que genera un vacío anual de 18 millones de trabajadores, mientras que en México tenemos un crecimiento de la fuerza laboral de una magnitud similar, es decir, habrá productos y servicios que tendrán que comprar los norteamericanos en nuestro país, o los mexicanos tendrán que fabricarlos en los Estados Unidos.

Aquí, más de 130 mil técnicos e ingenieros terminan sus estudios cada año, ubicándonos en el cuarto lugar de la OCDE, y por encima de Francia, Inglaterra, Brasil y Canadá. Este crecimiento nos da una ventaja competitiva para pasar de lo “Hecho en México” a lo “Diseñado en México”. Las cadenas productivas son cada día más competitivas y actualmente pugnan en el mundo cadenas productivas contra cadenas productivas y no necesariamente empresas contra empresas. A modo de ejemplo: con el tsunami de 2011, Toyota perdió el liderazgo mundial porque no logró obtener componentes electrónicos de Tailandia, de manera que hoy no podemos hablar de una empresa contra una empresa, si no de una cadena productiva contra otra cadena productiva. Hoy compiten esas cadenas entre sí y sorprende el caso de General Motors, que en México realiza el 15 por ciento de sus compras a nivel global, siendo que de una producción anual de 10 millones de unidades solamente 5 por ciento se producen en nuestro país, es 5 contra 15 por ciento. Asimismo, Volkswagen de México está comprando para Volkswagen de Norteamérica.

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De alguna manera, esas cadenas logísticas están cambiando y el concepto de clúster ya no significa únicamente clúster para la producción en México, sino también el abastecimiento a nivel de Norteamérica, es decir, que desde México se provee de componentes a Estados Unidos, y quisieran comprar el 90, el 100 por ciento a empresas mexicanas. Con una población aproximada de 300 millones de personas, la fuerza laboral en Estados Unidos asciende a 50 millones de norteamericanos, 30 de los cuales están subempleados y de ese número, 16 millones no piensan que puedan ser contratados; entonces ahí hay problemas de ocupación.

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Por otro lado, según la encuesta Gallup, la fuerza laboral norteamericana es una fuerza poco comprometida: solamente 28 por ciento de los norteamericanos están comprometidos con su trabajo, 53 por ciento no lo están y 19 están completamente desconectados, y en tanto la productividad tiene mucho que ver con la motivación, si lograran –y lo dice Gallup— que ese 53 por ciento estuviera más comprometido, automáticamente la productividad aumentaría.

Nosotros tenemos que ser capaces de entusiasmar a nuestra mano de obra para incrementar de manera importante la productividad. Es lo que tiene que ver con la democratización de la productividad. Queremos gente que se entusiasme con su trabajo por simple que éste sea. Durante los próximos 30 años, Estados Unidos espera incrementar sus exportaciones en 10 por ciento anual. Eso desde luego representa una amenaza para México. Mientras Estados Unidos ha importado más de lo que exporta, ha creado fuerza de trabajo en el mundo. En la medida que empiece a exportar más de lo que importa, estará absorbiendo fuerza de trabajo para los norteamericanos, por ello es peligroso. En ese sentido, los países que tradicionalmente han tenido una balanza positiva durante 40 ó 50 años –básicamente Japón y Alemania— han creado más fuentes de trabajo dentro que fuera, y de alguna manera están afectando a los países más pobres del mundo con esta política. Tendría que existir un equilibrio en las balanzas comerciales y habrá que encontrar la forma de hacerlo, porque finalmente se generan


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ventajas para los países desarrollados, que además (como Japón) manipulan su paridad cambiaria; no es un juego limpio, no es un juego sobre superficie plana, como lo hemos aprendido los mexicanos con la apertura, es un juego en donde ellos siempre tienen las de ganar. Para sobrevivir en la guerra global de los puestos de trabajo – afirma Gallup— se requiere una

nueva generación de líderes que comprendan la importancia de maximizar el potencial humano, de no ser así, el mundo no podrá ser sustentable. La competitividad está relacionada con las habilidades, el talento, los recursos naturales y el capital; esas son las fuentes de riqueza y las manejan gobiernos y empresa. Al Estado corresponde orientar las políticas públicas

Cómo potenciar la competitividad

y hacer al país competitivo con base en las reformas estructurales que requiere y a los empresarios les toca desde sus empresas incrementar la productividad.

competitivo con reglas claras y empresas sumamente productivas son elementos fundamentales de cara a la competencia global.

Se define competitividad como la habilidad para crear y mantener un clima que permita competir a las empresas. De acuerdo con el Institute Of Management Development, un entorno altamente

La productividad tiene dos grandes vertientes: 1) las estructurales, que son los recursos y su uso. Si utilizo más recursos que el competidor, soy más productivo.

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

Por ejemplo, si tengo una planta que labora tres turnos produciendo automóviles, soy más competitivo que una planta que trabaja sólo uno, de manera que la productividad está en función de los recursos y su uso; 2) decisiones no estructurales relacionadas con la buena disposición y las ganas de comprometerse con el trabajo, lo que se llama skill and will, las habilidades y las ganas para hacer el trabajo. Además, la productividad no solamente está vinculada a la producción y la capacidad con la eficiencia –hacer más con menos—, sino que también está influenciada por los precios. Si yo bajo el precio de un producto puedo producir más, vender más y penetrar más el mercado.

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Por ejemplo, el auto más vendido en México durante 2013 fue el Aveo, y sorprende. Se esperaría que fuera un auto de Nissan o de Volkswagen, pero un auto de General Motors obtuvo el récord mediante una política muy agresiva de precio y crédito: con 17 mil pesos de enganche y 2 mil pesos mensuales a cinco años tienes un auto nuevo que no se conocía ni vendía, pero que de un año a otro coloca 60 mil unida-

des en el mercado; sorpresa para sus competidores. En México hay mercado interno, lo que no existe es un precio de los productos mexicanos acorde al poder adquisitivo del consumidor promedio. La productividad tiene que ver con el precio y, en el otro extremo, con el costo del dinero. Las empresas trasnacionales consiguen costo a 2.3 por ciento anual de intereses mientras las empresas mexicanas al 10 ó 15 por ciento. Imposible competir bajo dichas condiciones. Necesitamos créditos baratos, créditos competitivos a nivel internacional. De acuerdo con Pro México, entre los sectores industriales susceptibles de cobrar importancia para el país están el aeroespacial, agroalimentario, automotriz, la eléctrica y electrónica, las energías renovables, la innovación alimentaria, la minería, la moda, el turismo y los servicios de tecnologías de información. Me referiré únicamente a dos sectores: el automotriz y el de los servicios de tecnologías de información. La industria automotriz es un gran motor de la economía a nivel mundial. 50 millones de personas en el mundo dependen directa o


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Estados Unidos y Japón apuestan ahora por su mercado interno, y por su parte Alemania mantiene estable su producción.

indirectamente de la industria automotriz, y eso representa el tamaño de un país. El valor de su producción, tomado de manera independiente, la colocaría como la sexta economía en el mundo; así de importantes son los intereses creados en la industria automotriz. En el mundo circulan más de mil millones de automóviles y el mayor fabricante y consumidor a partir de la década pasada ha sido China. En el año 2000 producían 2 millones de automóviles y para 2012 produce y consume 20 millones. El día que su mercado interno dejara de crecer, inundaría al planeta con automóviles baratos y quebraría la industria automotriz mundial.

En 2011, General Motors volvió a ocupar el número uno de unidades producidas con 9.03 millones, Volkswagen el segundo y Toyota el tercero, pues tuvo el problema de abastecimiento de las cadenas productivas dentro de la empresa. Para 2012, Toyota vuelve a tomar el liderazgo con 9.8 millones de automóviles, General Motors produjo 9.2 millones y Grupo Volkswagen 9.1. Volkswagen anunció que será la industria automotriz más importante del mundo en 2018. La industria automotriz mexicana produjo el año pasado automóviles ligeros y pequeños, 2 millones 700 mil; incluyendo automóviles pesados, asciende a 3 millones, de los cuales 2 y medio fueron para exportación y el resto para el mercado interno. En 2011 aparecimos como el quinto exportador a nivel mundial y en 2012 fuimos el cuarto, superados solamente por Japón, Alemania y Corea de Sur. La calidad de la mano de obra mexicana es extraordinaria y los precios son muy competitivos.

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Hablando de innovación de procesos, Volkswagen está por sacar sus nuevos vehículos bajo un sistema que llama plataforma modular, misma que ningún otro armador tiene en el mundo y consiste en dividir una plataforma en cuatro o cinco secciones que se pueden intercambiar y diseñar automóviles con diferentes características.

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Hasta hoy ocurría que se tenía diseñada una plataforma y se podía poner encima un auto de dos puertas, uno de cuatro o una

camioneta, por lo que de alguna manera se limitaba a cuatro o cinco modelos los que se podían fabricar con una misma plataforma. Con este nuevo concepto se pueden diseñar 20 productos diferentes. Estas innovaciones la colocan en la economía de escala e incrementan su competitividad, ya que amplifica y flexibiliza la oferta. Para 2014 fabricará en este país el modelo “Golf” bajo esa plataforma. México ha quedado con ventajas competitivas. El libre comercio


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sigue siendo una de sus mejores fortalezas. Es competitivo en costos de producción y tiene una red de progreso consolidada. La tendencia de autos más pequeños en Estados Unidos favorece al país como lugar de producción. Las empresas europeas y japonesas eligen a México para surtir el mercado norteamericano desligándose de sus monedas. La infraestructura de comunicaciones y transportes ha mejorado considerablemente. Pero también existen riesgos. Podría perder sus ventajas por los pactos comerciales que integran los nuevos acuerdos nacionales del Pacífico. La exportación de México está dirigida a países con mercados maduros y con poco potencial de crecimiento, eso es peligroso para nosotros. Un mercado interno con poca dinámica no permite generar proyectos de fabricación de vehículos destinados a mercados emergentes. Nos falta creatividad para lanzar productos propios. No podemos de la noche a la mañana construir una empresa del tamaño de las empresas automotrices finales de carácter mundial,

pero un cambio tecnológico que impacte positivamente la planta productiva daría oportunidad de fabricar un automóvil cien por ciento mexicano. Proteger y potenciar ventajas competitivas incluye optimizar costos logísticos, mejorar la infraestructura, mayor integración vertical, atraer proveedores de segundo nivel, mejorar la capacitación, la productividad y la flexibilidad laboral, aprovechar mejor las oportunidades que otorgan los TLC, consolidar la integración latinoamericana, crear y ampliar un sistema de nuevas técnicas para autos nuevos y en circulación. Respecto al Business Process Outsourcing o las tecnologías de información, el doctor Juan Enríquez Taboada afirma que los países ya no requieren grandes depósitos de oro, diamantes o tierra, lo que necesitan es educar a su población. Hoy en Estados Unidos el número de estudiantes que cursan ciencias de la computación y de programación es del 2.4 por ciento, y los puestos de trabajo requieren que 60 por ciento de ellos tengan estas capacidades desarrolladas.

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Desde luego, existe un vacío entra la oferta y la demanda, entre las universidades y el mercado, que está demandando mayor número de graduados en estas tecnologías. Se requerirán un millón de nuevos puestos de trabajo en este campo para el 2020, y esa es una oportunidad única para el mundo. Tecnologías de información y procesamiento de datos y digitalización crecen día a día. Registrar todo lo que tenemos de bibliotecas hasta procedimientos y archivos genera una gran cantidad de puestos de trabajo. Recordemos que mientras China exporta productos tangibles, la India está exportando productos intangibles, más de 100 mil millones de dólares en software. Se espera que en 2020 alcance los 225 mil millones de dólares. Es un rubro cuya demanda de servicios supera a la oferta.

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El sector de tecnologías de información incluye atención al cliente, recibir y realizar llamadas, centros de contacto, la administración de recursos humanos, pago de sueldos, contratación, selección de personal, contabili-

dad y finanzas. Hoy muchas de las funciones de las empresas se subcontratan de modo que pueden concentrarse en su negocio y en su estrategia. Consiste en un sector con alto crecimiento a nivel mundial y es una oportunidad para México. Nosotros hoy podemos tomar a un chico de tercer año de secundaria, capacitarlo 6 meses y queda listo para trabajar de manera inicial y seguir estudiando por las tardes tecnologías de la información. En dos o tres años puede llegar a tener un sueldo muy superior a lo que tendría un ingeniero recién salido de la escuela. En 2010 Filipinas exportó 9 mil millones de dólares. Esas proporciones representan el 4.5 por ciento del PIB. Darle importancia a esta industria implicaría crear una secretaría especializada en tecnologías de información. Si en los programas de actualización a nivel secundaria se introdujeran clases dos veces por semana en tecnologías de información, permitiría a estos jóvenes en 6 meses iniciar sus actividades laborales y ganar tres salarios mínimos mensuales en México.


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La crisis nos ha llevado a la apertura y a encontrar nuevos procesos y nuevas formas de competir. Los grandes ganadores son las generaciones del cambio capaces de ubicarse a la vanguardia de los acontecimientos globales. Y esta generación de jóvenes

mexicanos que no tiene complejos, que no está satisfecha y está consciente de que el cambio es oportunidad podría beneficiarse mucho; tendríamos que construir las condiciones porque les favorece a ellos y al país. Es muy importante privilegiar la compra de productos hechos en México.

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Políticas para el desarrollo productivo y de innovación del marco industrial de México Mario Capdevielle — Profesor Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

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La economía mexicana enfrenta un desafío enorme al tener que transformar su estructura productiva para crecer a un ritmo mayor del que lo hace su población económicamente activa, lo cual es un problema serio debido al bono demográfico donde el crecimiento de la población que se incorpora al mercado de trabajo es superior al crecimiento poblacional general. Si bien esa situación ha representado una oportunidad para muchos países –a Corea le permitió su despegue—, en el caso de México lo estamos desaprovechando por el bajo ritmo de crecimiento que tiene la economía. Al mismo tiempo, es funda-

mental sustentar este crecimiento en una mayor productividad asociada a la creación de valor agregado tecnológico. Hoy día, el grueso del valor agregado ya no recae más en el valor del empleo o el valor de la amortización de capital, sino en el que agrega la tecnología en todo el proceso de las cadenas productivas, y esto es lo único que puede garantizar una mejor distribución del ingreso. Al graficar los dos modelos de desarrollo experimentados por el país, observamos que tuvimos un periodo de alto crecimiento


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

del conjunto de la economía. Si tomamos el PIB per cápita y el PIB en relación a la Población Económicamente Activa, obtenemos las potencialidades que puede tener el mercado en cuanto tal.

A partir de la crisis de los ochenta, además de aumentar las fluctuaciones, el nivel de crecimiento es mucho más bajo, de tal suerte que no permite incorporar productivamente a una buena parte del

mercado de trabajo, y aunque los niveles de desocupación abierta sean muy bajos por los criterios de planificación, es lo que presiona sobre el mercado informal.

los ochenta. Desde un periodo de industrialización sustitutiva donde existía un crecimiento de los salarios industriales, los medios y los mínimos –más por una cuestión regulatoria que como resultado del comportamiento económico—, vemos una caída drástica en los salarios industriales, la economía con fluctuaciones no crece más

En cuanto a las remuneraciones tanto del conjunto de la economía como del sector manufacturero respecto al salario mínimo, se observa el impactante cambio de tendencia que se produce en

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en términos de los salarios medios –calculados en términos de su capacidad adquisitiva— y el salario mínimo cae a niveles históricamente equivalentes a los de hace 60 años.

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En cuanto a las tendencias en términos de bienestar, de cómo evoluciona el progreso y la reducción de la pobreza, observamos que durante un primer periodo se presenta una caída significativa, y posteriormente un nivel muy bajo en la reducción de variación en la distribución del ingreso, es decir, mejora la distribución del ingreso pero lentamente.

Pareciera que hemos tocado fondo respecto a las fluctuaciones de los ciclos de pobreza, sin embargo la reducción de la misma se ha debido en gran medida a los flujos migratorios, las remesas y los programas de asistencia social, que impactan especialmente el rubro de la pobreza alimentaria, pero sin una transformación productiva será imposible reducir los distintos niveles de pobreza que hoy padecemos. El sector alimentario disminuyó mucha de su participación en el periodo de la industrialización sustitutiva. Lo mismo sucedió con


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el sector de la industria textil y el vestido, y aparentemente creció en forma virtuosa el equipo de maquinaria y herramientas, pero con dos perfiles totalmente distintos. El modelo de industrialización sustitutiva generó industrias orientadas al mercado interno con sectores de alta productividad y gran crecimiento, mientras que el periodo posterior es la inserción de la economía mexicana en las cadenas de producción global, que comprenden casi toda la maquila electrónica y de autopartes, las cuales representan el mayor porcentaje de nuestras exporta-

ciones y explican el crecimiento. Por ejemplo, hoy hablamos de IMEX en lugar de maquila, la cual comprende los otrora programas de maquila PINTEX y los ALTEX, así como lo que implicaban en cuanto a mecanismos de importación de insumos para exportarlos, agregándole valor constituido fundamentalmente por los salarios. Estos fueron sectores muy dinámicos hasta el año 2000, pero la idea era incorporarles poco a poco valor agregado nacional. Al comparar países como Corea, con una trayectoria similar de 40 años, observamos que su eco-

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nomía saltó de ser maquiladora a venir a maquilar en México, a tener marcas propias, a hacer escalamiento industrial. En tanto, nuestro país no pasó de agregar del 2 al 3 por ciento de insumos nacionales, y en realidad el grueso de lo que agregamos de valor está en insumos de poco contenido tecnológico.

tecnológico no se hace localmente, y eso representa un estancamiento, no obstante el sector contribuye hoy con más de 40 por ciento del empleo industrial. Dentro del sector manufacturero el 40 por ciento está ligado a las IMEX, lo que es significativo, pero son empleos de baja productividad y no tienen los más altos salarios.

A pesar de exportar productos de alta tecnología, lo cual demuestra una enorme oportunidad porque exportamos computadoras y autopartes, el valor agregado

Aunado a ello, desde el año 2000 las IMEX perdieron dinamismo. La petroquímica también enfrenta otro drama al ir perdiendo peso


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

en la medida que no le agregamos valor a los productos petroquímicos que importamos, fundamentalmente la química fina, la cual tiene mayor valor agregado. El sector petroquímico pierde importancia porque ya refinamos buena parte de nuestro combustible en el extranjero. A pesar del crecimiento en la industria de la confección, es asombrosa la caída del sector textil porque los encadenamientos productivos se han roto internamente y la maquila como tal no crece. Tenemos un cambio en la estructura de composición resultado de un modelo de desarrollo en el cual el dinamismo esperado del comercio internacional no alcanzó a arrastrar al resto de la economía, incluso en su mejor momento. Nos especializamos en sectores que incorporan poco valor agregado tecnológico, mismos que aunque generan empleos –y eso permitió mantener relativamente el empleo manufacturero—, no son los sectores de más alta productividad. Dentro de la economía mexicana tanto la productividad total de los factores como la productividad factorial crecen muy poco y,

más grave aun, no se difunden las mejores prácticas productivas al interior del ramo industrial. La brecha entre los sectores de mayor y menor productividad se amplía al interior de la industria manufacturera nacional. Esto quiere decir que no tenemos un efecto de alta competencia local porque la brecha de productividad se ensancha. Igualmente se amplió la brecha de la productividad nacional respecto a la internacional. Incluso en los últimos 10 años experimentamos un atraso de crecimiento y productividad con relación al resto de la región. A partir del año 2000, tenemos el peor desempeño entre los países latinoamericanos. Enfrentamos el desafío de transformar una estructura con dos fenómenos clave: un mundo que cambia aceleradamente donde no solo la tecnología constituye el valor de los productos sino que esa tecnología se revoluciona radicalmente y la posibilidad de apropiar valor tecnológico, es decir, generarlo localmente. Ya no depende de una empresa competitiva o del ingenio de un individuo aislado, sino de sistemas nacionales de innovación; si no hay un

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sistema que genere capacidades no es posible producir tecnología y apropiarse los resultados. Existen dos formas de apropiarlos: mediante rentas tecnológicas o mediante la reducción de los precios en los bienes con beneficio para el conjunto de la sociedad. Esto requiere un cambio de política industrial que contemple como un hecho privilegiado la selectividad orientada hacia los sectores que generan capacidades tecnológicas y estas capacidades son cada vez mas sistémicas, pues los sistemas de innovación son muy demandantes.

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Hoy día vemos que a pesar de los límites que tenemos en los flujos migratorios, Estados Unidos eleva cada vez más el número de visas tecnológicas, y Alemania ha emprendido el desafío de generar un millón de migrantes de alta calificación. Si nuestros profesionistas se van a esos países, los perdemos. Un número importante de migrantes mexicanos se conforma de egresados que no tienen oportunidad de insertarse en el mercado local, y no por falta de capacidad o conocimientos –aunque también tenemos problemas en el sistema educativo y hay que afrontarlos—, sino porque no hay

demanda para los sectores más calificados. Necesitamos transformarnos. ¿Por qué hacer política industrial? Porque hay una crisis. Hoy día existe consenso a nivel mundial de que el Estado debe intervenir. En Estados Unidos se plantea ya la necesidad de la mano visible, la vuelta del Estado a la regulación –y lo hace activamente en políticas públicas—, el regreso del Leviatán. Es necesario hacerlo, pues el objetivo es reactivar las economías. No se trata sólo de diseñar una política industrial que en un contexto de crisis reactive la economía, sino también de corregir su mal desempeño y transformar la estructura productiva, que va más allá de reactivar o incentivar la demanda. Si bien los tratados comerciales a veces pueden imponer límites para transformar un patrón de especialización productiva, lo fundamental es que exista vocación política para emplear los instrumentos existentes. El problema radica en sobre qué bases competimos. Si lo hace-


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mos con bajos salarios, vamos a terminar compitiendo con las costureras de Bangladesh quienes trabajan en condiciones infrahumanas y entonces no tendremos capacidad de reducir la brecha. La cuestión es si competimos sobre la base de creación tecnológica y si podemos orientar nuestras capacidades para convertirlas en actividades de innovación. ¿Por qué entender la política industrial como política de desarrollo productivo? Un buen comienzo estriba en alcanzar consenso respecto a qué significa política industrial. El sector industrial, y en particular el manufacturero, tiene virtudes notables, pero no es lo mismo crecer maquilando que impulsados por industria de alta tecnología. Es necesario articular la mano invisible del mercado y propiciar que el Estado proporcione más incentivos, además de orientar la política para potenciar las capacidades productivas. Asimismo, se requiere de las políticas tradicionales de tipo horizontal dedicadas a corregir algunas fallas de mercado, generar competencia.

Tenemos instrumentos fuertes para llevarlo a cabo, pero no se aplican porque existen grupos empresariales erigidos como actores de poder que lo impiden. Por ejemplo, en el caso de las telecomunicaciones, sería relevante una política deliberada hacia mecanismos horizontales para transparentar fallas de mercado. Resulta primordial desarrollar capacidades productivas bajo un enfoque dinámico, es decir, pensar la industria a largo plazo, esa es la apuesta estratégica fundamental. La tecnología es un blanco móvil cuya dinámica necesitan entender nuestros jóvenes. ¿Qué necesitamos generar para impulsar políticas selectivas orientadas a sectores tecnológicos? Cuanto más selectiva la política, mayores capacidades institucionales requiere. La regulación demanda instituciones que proyecten, evalúen y permitan hacer eficiente la política industrial. De manera que las capacidades institucionales requieren una transformación gradual con aprendizaje y adopción de nuevas tecnologías.

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

No considero a la maquila como el peor de los males en México, pero quienes depositaron su confianza en ella se equivocaron, no era lo único, aunque sería más grave si ni siquiera la tuviéramos. Lo importante en ese rubro es escalar la producción, avanzar hacia la innovación con mayor valor agregado local. Es un sinsentido renunciar a algún instrumento o tipo de política industrial por razones ideológicas. Fue un error enorme creer que la mejor política industrial era no hacer política industrial, y fue un error de naturaleza ideológica. Es necesario entender que se requieren políticas tanto horizontales como verticales que se combinen y potencien las capacidades

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de mercado acompañadas por la regulación institucional y gubernamental. Otro punto toral radica en conocer los límites de la normatividad internacional, tal vez se pueda modificar ciertos tratados de libre comercio, porque no nos están ayudando. Existen países integrantes de la OMC quienes comparten tratados de libre comercio pero con política industrial propia, mediante mecanismos activos. Se trata de un proceso gradual y acumulativo, el cual no se sustituye por el simple hecho de estar en el papel, por ejemplo en el PND. Requiere voluntad política para crear capacidades, no para destruirlas, tal y como ocurrió durante los últimos 30 años.


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Políticas CTI, instrumento estratégico para el desarrollo industrial Juan Manuel Corona — Investigador del Postgrado en Economía y Gestión de la Tecnología del Departamento de Producción Económica, UAM Xochimilco.

Por principio, es necesario sensibilizar a la opinión pública en general y a todos los sectores involucrados respecto a la importancia de diseñar políticas de ciencia y tecnología de innovación. Qué son, cuáles son los objetivos generales que debe perseguir, por qué etapas ha pasado, los diferentes modelos, en qué etapa se encuentra y cuáles son los grandes retos que enfrentan.

dispara estos cambios y mantiene la maquina capitalista en movimiento son las nuevas combinaciones”. Es decir, las sociedades, las economías y los sistemas económicos avanzan, no debido a transformaciones cuantitativas en las principales variables macroeconómicas, sino a causa de variaciones cualitativas vinculadas con la capacidad de los países para introducir modificaciones sustanciales.

Es pertinente recordar lo dicho por Joseph Schumpeter, quien introdujo el concepto innovación: “El mecanismo fundamental que

En el periodo de la posguerra, Estados Unidos desarrolló la llamada primera generación de políticas científicas y tecnológicas.

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PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

El personaje detrás de dicha iniciativa fue Vannevar Bush, quien asesoró al gobierno respecto al futuro y uso que podrían dar al conocimiento científico encaminado a incrementar el bienestar de los habitantes. En 1945 escribió un reporte el cual hoy es referencia obligada: Science the Endless Frontier. En él estableció que mientras los recursos naturales habían agotado sus posibilidades como fuentes de desarrollo y crecimiento, la ciencia no solo había mantenido esas expectativas, sino que las había extendido. Estableció que, cuando se usa con fines prácticos, el avance de la ciencia es la fuente más importante para la generación de empleos, mejores salarios, menos horas de trabajo, abundantes cosechas, tiempo libre para la recreación, el estudio, el aprendizaje y mejores condiciones de vida para todos los ciudadanos. En suma, la ciencia y el apoyo a ésta como el motor fundamental del desarrollo económico y social. 144

La importancia de dicho documento radica en que fue tomado casi al pie de la letra por los hacedores de políticas estadouniden-

ses, y se convirtió en el modelo de apoyo a la ciencia y la tecnología. En 1956 otro norteamericano, Premio Nobel de Economía en 1987, Robert Solow, escribió un ensayo el cual evidenció que en el periodo comprendido entre 1909 y 1949 el 87.5 por ciento del crecimiento era atribuible a lo que él llamó “Cambio Tecnológico”. Quiere decir que 12.5 por ciento era competencia de la acumulación de capital, es decir, inversión fija bruta per cápita, inversión en maquinaria y equipo. Los hallazgos de Solow fueron controvertidos, se hicieron nuevas estimaciones, pero aunque redujeron el efecto multiplicador de la tecnología en el crecimiento, nunca lo pusieron como una fuente menor. Para 1961, y tratando de explorar la llamada “caja negra de la tecnología”, otro economista, Edward Fulton Denison, estimó que cerca del 20 por ciento del crecimiento norteamericano podría ser atribuido al avance del conocimiento. Encontró también que entre 1929 y 1950, aproximadamente el 30 por ciento del desarrollo fue producto del incre-


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mento en la calidad de la fuerza de trabajo consecuencia de la educación.

Pero, ¿cómo impactan?

Desde hace décadas escuchamos debates respecto a si el gobierno debe intervenir y hacer o no política económica e industrial, pero dichas discusiones respecto a la presencia del Estado en la creación e implementación de instrumentos encaminados al desarrollo de ciencia, tecnología e innovación quedaron zanjadas en dos documentos clave que aparecieron en los 60.

Por principio se reconoce que deben influenciar la conducta de los agentes económicos y sociales, especialmente de las empresas, pero también de los consumidores, los gobiernos y las universidades. Generan interfaces de colaboración para la creación, desarrollo, acceso, difusión y explotación del conocimiento científico, tecnológico y de innovación con la condición de realizarlo a bajo costo y con amplios resultados, eficiencia y eficacia.

Uno, de Richard Nelson y otro, de Kenneth Arrow, donde mostraron que debido al carácter específico del conocimiento científico, el conocimiento tecnológico y el conocimiento de innovación, considerados un bien público, no era posible desarrollarlos sin la intervención pública. Por ello los países desarrollados hicieron política pública activa.

Los hacedores de política, es decir, un gobierno proactivo, pueden influir en estas actividades mediante cuatro instrumentos fundamentales: • Inversión en CTI. • Asignación de recursos. • Creación de un marco regulatorio apropiado. • Seleccionando potenciales ganadores.

Es oportuno señalar que la política de ciencia, tecnología e innovación es parte fundamental en la labor de los Estados, cuyo objetivo central es la creación de riqueza nacional. Estas actividades deben ser la palanca central del desarrollo económico y social.

Hoy se reconocen cuatro etapas de las políticas de CTI. Entre 1940 y 1960 predominó el modelo lineal de Science Push, el cual sostenía que al destinar toda la inversión a investigación científica, automáticamente se traduciría en mayor desarrollo tecnológico, mayor ca-

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pacidad de innovación y en consecuencia crecimiento. Muchos especialistas criticaron el modelo por considerarlo simplista. Durante los años sesenta, un conjunto de estudios mostraron que la demanda también tenía un papel importante por cumplir. Surgió entonces el modelo Demand Pull, basado en las demandas del sector productivo como orientadoras de los gastos en investigación para promover el desarrollo tecnológico y científico. Sin embargo también fue rechazado por quienes aseguraron que ser innovador era mucho más complejo que dar dinero a la ciencia o esperar las demandas del sector productivo.

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Entre los años 1975 y 1990 se aplicó algo conocido como “Eslabones inter-vinculados”, mismos que planteaban un ida y vuelta entre producción de conocimiento científico, producción de tecnología y demanda de mercado. Para finales del siglo XX surge el modelo Sistémico de la Innovación, dando lugar al concepto de Sistemas Nacionales de Innovación. Esto permitió evidenciar que la circunstancia de no innovación era un problema sistémico, y que involucraba, además del sector productor de conocimiento cien-

tífico básico, a un conjunto de agentes con la necesidad de estar vinculados. A partir del año 2000, los sistemas nacionales de innovación se especializaron y dividieron en locales y regionales, toda vez que se tomaron en cuenta las distintas capacidades de producción con conocimientos específicos y habilidades únicas. La paradoja nacional radica en que no ha evolucionado con los diferentes modelos, sino que se ancló al lineal, asignando recursos a la ciencia básica, esperando que eso detonara capacidades tecnológicas y de innovación. En la reciente década parecen surgir ciertos esfuerzos por articular un sistema nacional y regional, pero siguen siendo aislados. Ante el panorama actual aparecen retos, mismos que podrían enlistarse en diez: • Hacer de las políticas de CTI una Política de Estado; • Diseñar políticas de CTI de Estado de largo plazo, con objetivos y metas medibles; • Coordinar y alinear las políticas de CTI con el resto de las políticas públicas, especialmente con las políticas


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macro, la política industrial, la política de comercio y las políticas de educación; Mejorar el proceso de gobernanza de las políticas de CTI (actores y mecanismos); Despertar el interés nacional en la ciencia, la tecnología y la innovación como motor fundamental del crecimiento y el progreso social; Incrementar la inversión tanto pública como privada en I+D más allá del 1 por

• •

ciento de PIB; Definir prioridades nacionales y alinearlas con las políticas de CTI; Resolver las “fallas sistémicas” de coordinación e interacción entre los diferentes actores que participan en actividades de CTI: gobierno, empresas, universidades, centros públicos de investigación, instituciones puente y el sistema financiero; Promover un mercado de capital de riesgo para impulsar la innovación;

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Impulsar la formación de capital humano en CTI.

Es importante enfatizar que la política de ciencia, tecnología e innovación no puede seguir al arbitrio del ámbito público para únicamente atender demandas de ciertos sectores. Debe colocarse como un instrumento estratégico de crecimiento y desarrollo, cuya coordinación con la política industrial, macro, de comercio exterior y educación superior es ineludible. De lo contrario, los mensajes contradictorios a los agentes económicos capaces de incentivar las actividades de CTI no cesarán. Al ser contradictorios, no hay inversión. Por ello es deseable mejorar los procesos de gobernanza y coordinar a quienes toman decisiones en el ámbito institucional –por ejemplo, las secretarías de Economía, Hacienda y Educación— de manera que consigan efectos positivos de las políticas; tienen que hacer funcionar los

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instrumentos a favor de la mayoría, generar confianza en los mexicanos. Otro reto consiste en despertar el interés nacional en la ciencia, tecnología e innovación como motor de crecimiento y progreso social. Para muy pocos es benéfico continuar peleando con la miseria, no se trata de refugiarse en la simple retórica. En el reciente año, el Gasto en Investigación y Desarrollo correspondió a 0.45 del PIB, únicamente 0.4 por ciento más que en 1981. Con ese tipo de esfuerzos es imposible obtener resultados, es imposible sacar a la economía mexicana de su estado de reposo. Utilizamos la frase “más allá del 1 por ciento del PIB” porque ese mínimo necesario fue establecido a mediados de los 70. El umbral de despegue se ha movido hacia arriba.


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Desarrollo productivo y regional de México Mauricio de María y Campos — Director del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Sustentable y Equidad Social (IIDSES), Socio Fundador de Intelligent Net, Director General de Trade S.C..

Sobre la reindustrialización y la encrucijada en que se encuentra el desarrollo industrial del país, la propuesta “Bases de un nuevo paradigma para el desarrollo productivo y regional de México” parte de que este país necesita volver a crecer y sólo podrá lograrlo si además de una política macroeconómica que propicie el crecimiento, la inversión y el empleo, implementa una fórmula que recupere las políticas sectoriales, las políticas productivas -no solamente la industrial- y la política regional de México. Este es un pendiente importante porque la industria, como cual-

quier otra actividad económica, no se da en el vacío, se da en un territorio, y actualmente resulta estratégico no solamente qué y cómo producimos, sino dónde lo hacemos y cómo nos conectamos interna y externamente con las redes de valor a fin de obtener los mayores beneficios para nuestro país. Desde sus orígenes coloniales y como nación independente, México ha tenido desequilibrios regionales. Hasta el siglo XIX, su desarrollo se concentró fundamentalmente en el altiplano, los valles del centro de la República, algunas zonas ricas en

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minerales, y lejos de las costas y las fronteras en el norte y sur del país. La falta de una estrategia regional que cubriera todo nuestro espacio desde la Colonia, explica en buena medida la pérdida de la mitad del territorio nacional. Hoy en día estamos ciertos que al planear el desarrollo del país debemos tener en mente todo el territorio, y también un aspecto muy importante: el modelo político centralista jugó un papel crucial en el proceso de crecimiento, y no fue sino hasta los últimos 100 años, con las grandes inversiones de infraestructura del porfiriato y las del periodo postrevolucionario, que emergieron nuevos polos de desarrollo asociados a los recursos naturales y el sector agropecuario. Los ferrocarriles se orientaron hacia los centros mineros, pero también abrieron nuevas conexiones entre varias zonas del país y más tarde permitieron que se diera incluso un desarrollo industrial sostenido, el famoso desarrollo estabilizador en el cual la misma infraestructura ferroviaria siguió operando. 150

Luego de 30 años de bajo crecimiento, es momento de pensar

en retomar varios de los elementos anteriores, particularmente al analizar lo que ocurrió en los últimos años, porque a partir del final de la década de los ochenta, el patrón de localización productivo, y sobre todo industrial, se explica en mayor medida por el desarrollo del sector exportador, muy estrechamente vinculado con el mercado norteamericano mediante el TLCAN y de algunos sectores como la industria automotriz terminal y de autopartes, las plantas maquiladoras de exportación y el desarrollo turístico de las costas del Pacífico y el Caribe. Actualmente México es un país que se moderniza, progresa, que se transforma rápidamente en una sociedad cada vez más urbanizada, con mejor acceso a servicios básicos, de salud, educación, pero al mismo tiempo presenta problemas muy serios entre grandes ciudades y una dispersión enorme de la población del resto del país. Las migraciones rurales a las zonas urbanas han significado progreso para muchas familias y establecido nuevas zonas de desarrollo, pero el peso que representan en el grueso de servicios es importante, por lo que es necesario recuperar una visión territorial.


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Al analizar los índices de desigualdad interna en términos regionales se encuentra que nunca alcanzamos el equilibrio, y por el contrario, la situación empeora. El Censo de Población y Vivienda 2010 ha dado lugar al reconocimiento de que nuestra población es mayor de lo que suponíamos, pero lo más importante, existen enormes deficiencias en cuanto al acceso a los recursos naturales, infraestructura básica, capacidad productiva disponible y a la riqueza generada. En un proyecto de investigación de mediano plazo que actualmente estamos realizando en la Universi-

dad Iberoamericana, hemos desarrollado con consultores externos el Índice de Progreso IPIN que parte de tres componentes básicos: el bienestar social, la generación de riqueza y la sustentabilidad.

Índice de Progreso IPiN® para México En este Índice de Progreso hemos identificado 24 variables que clasificamos entre el índice de bienestar social, el índice de generación de riqueza y el índice de sustentabilidad, y lo que pretendemos averiguar es qué ha pasado con nuestro país en estos últimos 20 años y particularmente a partir del TLCAN.

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Indudablemente en ese periodo ha ocurrido un cambio en la localización de la actividad económica: el Distrito Federal sigue siendo la referencia básica, después Nuevo León y le sigue Jalisco.

tante el estado de Nuevo León y la zona centro occidente tiene los niveles más altos de progreso, contrastando no solamente el sur del país, sino también en buena medida el Pacífico.

Las siguientes entidades importantes en términos de desarrollo son las ubicadas en la frontera norte, por los procesos orientados a la exportación de la industria maquiladora, pero no deja de ser notable el rezago en que sigue el sur del país.

De acuerdo con los indicadores, en todos los estados del Pacífico, con excepción de los grandes desarrollos turísticos de Jalisco, Nayarit y Guerrero, el territorio está abandonado. México no ha mirado a la región, cuando justo el eje del crecimiento mundial está cambiando hacia el Pacífico.

La línea anaranjada es el promedio nacional y existe una diferencia notoria en los índices de progreso que se han dado en las entidades federativas hasta 2010. 152

Fuera del Distrito Federal, sigue representando un papel impor-

La zona presenta baja concentración de población y actividades económicas distintas a la industria maquiladora. Otro elemento a destacar es que la brecha de los componentes de


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progreso entre la entidad más atrasada y la más avanzada no es tan fuerte como se podría pensar en cuanto al bienestar social, mismo que asciende a 27 por ciento gracias a los programas sociales implementados por el gobierno desde hace varias décadas. El problema radica en la generación de riqueza, donde se da la injerencia más fuerte, es decir, los elementos que identificamos como generación de riqueza son los que explican más las diferencias, y el tercer elemento son los componentes de sustentabilidad. Cuando abordamos los componentes de generación de riqueza estamos hablando de productividad, de PIB, de formación de capital y en buena medida de todo lo que se refiere a infraestructura. En ese sentido, las 10 entidades que ocupan los primeros lugares son los estados fronterizos además del Distrito Federal, Monterrey, Nuevo León, Jalisco, y curiosamente los estados de Baja California Sur y Campeche, éste por razones obviamente derivadas de la presencia petrolera, pero como elemento de desarrollo resulta falaz. Otro aspecto paradójico consiste en que mientras tenemos 56 zo-

nas metropolitanas donde habitan poco más de 62 millones de mexicanos, cerca de 30 millones están dispersos en 173 localidades con menos de 5 mil habitantes. El reto es cómo allegar oportunidades de empleo, beneficios sociales, salud y educación a esos mexicanos cuando existe tal dispersión. Si bien los últimos años experimentan una mejora, es insuficiente. En la historia reciente del desarrollo productivo industrial de México no debemos olvidar que si bien durante el porfiriato y el periodo postrevolucionario hubo desarrollos importantes, es particularmente en el lapso comprendido entre los años 1940 a 1980 que se realizan grandes inversiones las cuales propiciaron el crecimiento industrial apuntalado por diversos factores: gasto público e inversión considerable, que jugaron un papel activo en la construcción de la infraestructura física y social; empresas estatales pujantes; banca de desarrollo, y en menor medida estímulos financieros y fiscales. A 30 años de finalizada esa política, los resultados son mixtos: hay evidencias claras de progreso y consolidación de polos de desa-

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rrollo en algunos casos, tanto en lo regional como en lo industrial, no obstante ello, existieron también fracasos rotundos resultado de mala planeación y administración, pero otras veces por el abandono de políticas de fomento al desarrollo industrial y regional. Pemex, Nafinsa, los parques industriales, Ciudad Sahagún, son nombres o palabras que dicen algo. Son instituciones que jugaron un papel clave en la explicación de la planta productiva e industrial que tenemos hoy en día. Pero aparece un tema importante: fue en el periodo 1979-1982 que el Estado mexicano realizó el mayor esfuerzo de planeación industrial y regional.

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El plan de desarrollo industrial que se elaboró entonces fue exitoso en la promoción de inversión pública y privada, misma que representó alrededor del 26 por ciento del PIB y permitió un crecimiento superior al 10 por ciento anual en la producción del sector manufacturero. Excesos los hubo, como el enorme endeudamiento basado en el petróleo que nos condujo a las grandes crisis (1981-82, 1983-85 y 1987). Fue una época agreste, porque nos fuimos a los extremos, y es el vaivén que debe terminar,

ese péndulo del que alguna vez ha hablado el actual secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y que yo comparto. Fue un craso error atender la premisa “la mejor política industrial es la que no existe”. En materia de desarrollo regional pasó lo mismo. Nos olvidamos del desarrollo regional y dejamos simplemente que ese nuevo modelo fundamentalmente exportador, maquilador, con poco valor agregado, dominara el desarrollo. En los últimos años encontramos únicamente dos excepciones a este fenómeno. Una en Nuevo León, donde la Ley al Fomento a la Inversión y el Empleo es la única que establece bases para fomentar e incentivar la inversión nacional, extranjera y del empleo en el estado. Y luego está la experiencia de los consejos regionales que giraron en torno a los fideicomisos de desarrollo regional. Empezaron muy bien, especialmente en la zona centro-occidente, pero prácticamente ya no operan. Surge la pregunta: ¿qué necesitamos? Por principio, un nuevo paradigma: recuperación de la dimensión territorial, y no nada más del sur del país, también de otras zonas que hemos desaprovecha-


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do donde tenemos gran potencial y necesidad de desarrollo por los cambios que está presentando la demanda mundial y las corrientes de comercio de inversión. Asimismo, abandonar los extremos del pasado. Me parece que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano deberá coordinar estas acciones junto con la SHCP, SE, SEDESOL, SEMARNAT, SCT, pero también los gobiernos estatales y locales. Un plan que establezca grandes elementos y pautas de lo que debe ser el desarrollo territorial de México hacia el futuro, con la flexibilidad que requiere el nuevo contexto nacional e internacional. Lo anterior implica buscar la promoción y desarrollo de clústeres en México. Ya existe cierto inventario de los que tenemos en el país: Todas las entidades federativas cuentan con al menos un clúster; El ITESM registran 67 clústeres operando, 35 emergiendo y 66 con posibilidades de desarrollo futuro. Total esperado en los próximos años: 168, es decir, 2.5 veces el número actual; Nuevo León y Sinaloa serán las entidades con más clústeres (ocho) seguidas del Distrito Fede-

ral, Guanajuato, y Veracruz con siete; Se prevé que los servicios turísticos sean el clúster más diseminado, con presencia en 18 entidades (12 actuales, dos emergentes y cuatro en el futuro); En segundo lugar de expansión esperada se encuentra la producción de equipo de transporte terrestre, marítimo y sus partes, que estará presente en 15 entidades (11 en la actualidad, dos emergentes y dos en el futuro). Se requiere estrategia para consolidar un clúster aeronáutico; Los productos agrícolas de invernadero son el clúster con mayor difusión esperada, pues pasaría de dos entidades en la actualidad a 13; Finalmente, los clústeres de servicios de apoyo a los negocios y los servicios educativos estarán presentes en 10 entidades. También se requiere una política de fomento general, fomento financiero, apoyo a la inversión, apoyo por la vía institucional y por vía de la capacitación.

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COMPONENTES BÁSICOS DE LAS INICIATIVAS DE CLÚSTERES

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Teniendo una frontera de tres mil kilómetros con Estados Unidos, no poseemos –como tienen los países europeos— ningún clúster que se pueda considerar transfronterizo; desaprovechamos las economías de escala, la logística, las instituciones educativas, los centros de innovación y los ubicados en Estados Unidos, o los que podríamos desarrollar en la frontera sur.

Parece positivo que el nuevo Plan Nacional de Desarrollo asigne gran importancia a las inversiones en infraestructura y servicios de transporte y telecomunicaciones porque indudablemente es necesario reconstruir y articular el mercado interno y la producción con una estrategia de comercio exterior diversificada, pues en ese rubro existen elementos claves que hemos te-


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nido abandonados desde el México Independiente. Por ejemplo, no existe ferrocarril, carretera ni vuelos directos de Tijuana a Matamoros.

pero todas nuestras vías de comunicación siempre han ido hacia el norte o hacia el sur.

Cuando tuve la responsabilidad de promover la industria maquiladora, me encontraba con casos en los cuales había componentes o sub-ensambles que se hacían en Tijuana y no podían transportarse a Matamoros y viceversa, estaban en territorio nacional

Es uno de los retos para el nuevo gobierno, para los nuevos empresarios mexicanos y por qué no, para los académicos y los miembros de esta Cámara de Diputados, que algo tendrán que decir sobre la materia.

Tenemos que repensar el país.

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De una economía seccionada a una política industrial integral Víctor López Villafañe

— Profesor-Investigador del Doctorado en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas

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El hecho de discutir en espacios públicos respecto a temas tan importantes como la política industrial, me remite al libro que por encargo hizo una comisión del Instituto Tecnológico de Massachusetts, coordinada por Michael Dertouzos y Lester y Solow en 1989: Made in America Regaining in the Productive Age. Era la época en que los japoneses desplazaban a la industria de los Estados Unidos, y la obra destacó por dos razones: 1) realizó un estudio sectorial de las empresas automotriz, química, metalmecánica y electrónica donde tenían problemas y en todas apuntaron soluciones; 2) el planteamiento

de una política industrial por parte de Estados Unidos, es decir, sí planificar a largo plazo. El texto resulta interesante porque dedica varios capítulos a las relaciones entre gobierno y empresas. Ese año, en medio del Consenso de Washington bajo el cual los norteamericanos lanzaban un programa neoliberal allende sus fronteras, al interior diseñaban qué harían con dichas sociedades. Si bien concluyeron que la intervención del gobierno a veces es mala, al mismo tiempo podría ser buena. Por ejemplo, al descubrir que no había vinculación entre las ideas que


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

generaba la academia y las nuevas empresas, se propuso que el gobierno impulsara dicho contacto. El libro planteó: tenemos nuevas ideas porque tenemos profesores y científicos de calidad, que generan ideas brillantes en los laboratorios, pero no tenemos la conexión, entonces vamos a propiciarlas. Esa fue la reflexión que llevó a la creación de Internet y todas las empresas de alta tecnología en California. La política que apuntaron en 1989 generó la Tercera Revolución Industrial Tecnológica. Encontraron las regulaciones para coordinar el trabajo de las 12 instituciones que en materia de ciencia y tecnología operaban –incluso la Casa Blanca tiene su propia agencia—, pues cada una trabajaba por su cuenta. Integrar sus esfuerzos sería un desafío hasta administrativo, de manera que resolvieron que el gobierno las organizara a fin de fortalecer a cada una en función de un proyecto de desarrollo. Igualmente, establecieron la necesidad de obligar a que la Defensa de los Estados Unidos transfiera su tecnología a las industrias civiles.

Lo que está en el foco de todo esto es que la economía mexicana como economía nacional ya no existe. Lo que tenemos son secciones: la maquiladora, con un fuerte componente de trabajo barato; el turismo; remesas; inversión extranjera en manufactura; dinero de la droga y la industria del petróleo. El corazón económico, es decir, la industria, desapareció. El país se volvió residual, porque lo desarrollan otros, continúa atrayendo inversiones, pero con bajo crecimiento. Dos ejemplos: durante los dos años recientes, la inversión japonesa en la industria automotriz acumuló entre cuatro y cinco mil millones de dólares. Los proveedores llegan en masa a la Ciudad de México porque no tenemos proveedores nacionales. Las empresas del Pacífico, ellas sí con cadenas de producción, desarrollan el ramo automotriz. Vale preguntar por qué los japoneses. Tengo dos hipótesis: una es el mercado de Estados Unidos, pero también el de América Latina, y probablemente busquen evitar la llegada de la industria china productora de autos, por lo que realizan inversiones antes. La otra hipótesis es que produ-

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cen intensamente, anticipan el mercado 15 ó 20 años, desarrollan autos eléctricos, pero en su territorio, los tradicionales los mandan a México. Otro ejemplo es el comercio que establecemos con China. Nos vende 50 mil millones de dólares y nosotros nada más 5 mil. No les interesa invertir en nuestro país. Buscan petróleo y energía, insumos que están consiguiendo en Brasil, Argentina y Venezuela, principalmente. En México estamos en la edad de piedra económica. Lo que ocurre en otras industrias nos es ajeno, la aeronáutica, por ejemplo. Nos centramos en ofertar mano de obra barata, incluso más que la china, lo cual es una barbaridad, pues ellos ya se plantean cómo salir de esa trampa. Las superpotencias no se construyen con base en mano de obra barata, sino en alta tecnología.

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Al sector empresarial mexicano le hicieron falta resortes para la transformación, hubo mucha comodidad. Las grandes empresas nacionales están en los rubros del entretenimiento, de las industrias fáciles o monopólicas de

servicios. Uno de los autores del libro Why Nations Fail, James Robinson, sostuvo que el gran millonario Carlos Slim es producto de su relación con el Estado, no un innovador. En México no existe un estímulo para el que innova. Otro tema importante de reflexión: la maquiladora no desarrollará al país en tanto no se concibió como un medio, sino como un fin y así se quedó. A lo largo de los recientes 30 años he sido visitante frecuente de las zonas industriales de China, Japón y Corea. Si bien eran áreas pobres, hoy tienen rascacielos, y nosotros seguimos visitando Tijuana, Matamoros y Nuevo Laredo sin notar cambio alguno. La violencia manifiesta en las zonas fronterizas es un daño colateral del fracaso del desarrollo maquilador. Si esas franjas hubieran crecido económicamente, el dinero de la droga existiría de manera marginal. El narcotráfico se superpuso a la pobreza que creó la maquinización del país. La política industrial nacional fue chambona, y el TLCAN se convirtió en una fuente de mano de obra barata para Estados Unidos. Mientras no rompamos esa inercia, no vamos a crecer.


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

Las revoluciones industriales deben tener impacto en la economía y no depender únicamente del factor trabajo o empresa, son fenómenos que involucran a la banca de desarrollo, a las empresas, a la calificación de recursos humanos. Si México quiere propiciar e insertarse en la Tercera Revolución

Industrial, debe pensar construir el cambio desde abajo, no empezar arriba. Está el caso de Japón y su revolución tecnológica. Pensaron: tenemos que jalar al sector tradicional, de abandonarlo habremos desarrollado la industria de la tecnología pero con sinfín de talleres y pequeñas empresas atrasadas, sin productividad.

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RECTORÍA DEL ESTADO

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Industria y desarrollo económico Edgar Jesús Nolasco Estudillo — Director del Centro de Estudios de las Finanzas Publicas de la Cámara de Diputados, Doctor en Administración Pública

Regular la política industrial es fundamental para cualquier país. En lo que respecta a México, el crecimiento del Producto Interno Bruto depende en 32 por ciento del comercio exterior. De ese total, el 80 por ciento constituye el intercambio con Estados Unidos. Para poder crecer necesitamos hacerlo a un ritmo de seis por ciento anual; ello representa aproximadamente un millón de empleos. Asimismo, incrementar el porcentaje de inversión pública, tal como hacen los países cuyos índices de crecimiento están por encima del nuestro.

Somos la economía 14 a nivel mundial y la número 4 en América, sin embargo el Producto Interno Bruto per cápita ronda los 10 mil dólares anuales, cuando en Estados Unidos asciende a 35 mil. Debemos poner especial atención en indicadores como el Coeficiente de Gini, de tal suerte que podamos potenciar el mercado interno y elevar nuestro índice de desarrollo humano, el cual actualmente nos ubica en 77 puntos y en el lugar 53, detrás de Portugal, Chile, Argentina, Uruguay, e incluso, Cuba.

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En dichas condiciones sociales es imposible reactivar el mercado interno. No podemos resignar nuestro crecimiento económico únicamente a la inversión extranjera o a las reservas internacionales, las cuales pertenecen a nadie. Es un ahorro forzado que hace el Banco de México para mantener la estabilidad macroeconómica. Además, importamos más de lo que exportamos, nuestra balanza comercial presenta déficit. Para el futuro es primordial el crecimiento del sector manufacturero, incrementar su participación en el PIB, constituirlo en motor del desarrollo. Es importante sustituir competitivamente los bienes de capital en el país. Necesitamos generar un millón de empleos al año, aumentar y democratizar la productividad, mejorar los salarios y lograr estabilidad en el tiempo con volúmenes de inversión nacional y extranjera. Primordial también aumentar la conectividad de infraestructura y una estructura de mercado libre de monopolios.

El modelo de desarrollo que adoptamos a partir de 1994 que nos insertó en la globalización, la liberalización del mercado, trajo consigo la homologación de precios y eliminación de subsidios en pos de flexibilizar y tener mayor participación, y nos obliga a plantear diversas propuestas de reforma en materia laboral, energética y fiscal encaminadas a fortalecer al sector industrial. Todo cambio emprendido por el Estado debe tener como objetivo lograr competitividad laboral, robustecer el mercado interno, incrementar la innovación industrial, la especialización sectorial, fomentar las exportaciones, facilitar el acceso a crédito, mejorar el entorno para hacer negocios, fortalecer el estado de derecho y la seguridad. La fiscal es una enmienda que puede impactar positivamente. Somos una economía preponderantemente de mercado. El hecho que 33 por ciento de los ingresos provengan del petróleo es la principal falla de nuestro sistema fiscal, aunado a la base tributaria. Cuando revisamos los casos de otros países, notamos que, a di-

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ferencia de nosotros, la carga se sitúa en mayor medida sobre los impuestos directos y menos al consumo. Si en verdad buscamos democratizar la productividad, tal como el discurso oficial enfatiza, un primer paso radica en la desconcentración de los mercados y en crear incentivos dentro de un nuevo marco fiscal, el cual distribuya mejor la carga tributaria, además de diferenciar las tasas de acuerdo a los estados y regiones del país. Esto nos permitiría reducir la informalidad. El sector industrial requiere también regulación y fortalecimiento del marco jurídico, toda vez que la dinámica global y las condiciones que privan en la arena internacional demandan la acción específica de los gobiernos respecto a regular los mercados financieros y las relaciones comerciales. No olvidemos que los patrones del mercado diversifican las actividades mediante tratados de libre comercio, bajos o nulos aranceles, mismos que dejan en la obsolescencia la idea del proteccionismo nacionalista.

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Incrementar la capacidad tecnológica de la industria no implica únicamente un proceso interno,

un mecanismo unidimensional, requerimos acelerar la transferencia y la adquisición de tecnología. El reto es cuidar la rectoría del Estado, encontrar el justo equilibrio y establecer con claridad las atribuciones de todos los involucrados en el proceso productivo. Conviene regular para no depender de una sola potencia en comercio exterior e inversión extranjera. Participar de una economía global demanda un papel proactivo por parte de nuestras instituciones. Para el sector industrial es importante formalizar la informalidad, generar encadenamientos productivos que permitan a las mipymes alargar su vida útil y proveer el empleo que demanda el bono demográfico. Planear la economía para desarrollar el mercado interno, con sectores estratégicos que permitan la sustitución competitiva de importaciones. Si deseamos incrementar e implementar mecanismos de transferencia de tecnología, es ineludible incluir e involucrar a la academia en el desarrollo de proyectos y en los esquemas de certificación empresarial. Son las universidades el espacio idóneo donde poder diseñar programas de capacitación y cultura laboral, sin olvidar los derechos sociales y humanos de los trabajadores.


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Líneas generales del desarrollo industrial en la Unión Europea Jordi Bacaria Colom

— Doctor en Ciencias Económicas y Empresriales, Universidad Autónoma de Barcelona; Di rector de Foreign Affairs Latinoamérica.

La política industrial en la Unión Europea se da de diversas maneras. Hay objetivos comunes y voluntad de integración mediante la coordinación. Tenemos un norte tecnológico, con casos ejemplares como Finlandia y Suecia. Un núcleo industrial, Alemania, que con su modelo dual compromete a empresarios y sindicatos en la formación de la base para tener una oferta tecnológica a todos los niveles. Italia, con un sector automovilístico siempre importante. En suma, la política industrial europea comprende muchas industrias y muchas políticas.

Al referirnos a la Unión Europea debemos advertir que cuenta con competencias tanto exclusivas como compartidas.emigran en busca de inventiva deiaener en sstados miembros. polventajas dinolucionar mexicanos emigran en busca de inventiva de Éstas últimas apoyan las acciones de los Estados miembros. En el caso de la política industrial, complementa las políticas de los gobiernos, no puede tener en sí una propia, sus tratados no existen. Entre las atribuciones exclusivas están la política comercial y la monetaria. Donde funge como un apoyo es en lo relativo a la industria, cul-

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tura, turismo y educación. Cuenta con un instrumento muy valioso: el Banco Europeo de Inversiones. Asimismo ha definido algunas prioridades, como el desarrollo basado en una economía del conocimiento, crecimiento sustentable, uso eficaz de recursos, crecimiento integrador con alto nivel de empleo y cohesión social. La industria está en el corazón de Europa. Existe un mercado único de 500 millones de consumidores por aprovechar y 20 millones de empresarios dispuestos a invertir su capital. La Unión y los Estados miembros deben asegurar la existencia de condiciones que propicien la competitividad de la industria bajo un sistema de mercado abierto. La actuación debe encaminarse rumbo a la adaptación de la industria, a los cambios estructurales vigentes, fomentar un entorno favorable a la iniciativa y al desarrollo de las empresas, a su cooperación. Le corresponde también favorecer un mejor aprovechamiento del potencial industrial de las políticas de innovación, investigación y desarrollo tecnológico.

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Se encarga también de inducir los programas marco orientados a la investigación y desarrollo. Consiste en la coordinación de proyectos de investigación en distintas univer-

sidades. Busca agregar recursos para generar economía de escala, toda vez que por sí solos los países no tendrían la capacidad de aprovechar todo su potencial. Establece directrices a los Estados miembros en forma de comunicados y resoluciones. Al ser una política complementaria, no puede obligar pero sí estimular la industria. Casi tres cuartos de las importaciones son bienes industriales, lo cual es importante pues supone el empleo de 57 millones de personas con un efecto multiplicador si tomamos en cuenta que cada uno genera dos puestos adicionales en servicios vinculados. Es por tanto un componente esencial de la economía. El sector vive una situación de crisis de falta de competitividad que tiene algunas consecuencias. Como ya señalamos, el Banco Europeo de Inversiones es un instrumento muy importante para la política industrial. Se trata de un banco cuyos socios y capitalistas son los 27 Estados de la Unión Europea; cada uno debe aportar. Cumple con una doble función. Una de ellas radica en la evaluación de proyectos.


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La institución desata un efecto multiplicador puesto que con un capital base presta dinero a tipos de interés positivos y lo utiliza para apalancar otras inversiones con la banca privada. El 90 por ciento de los créditos se destinan a proyectos en el interior de la Unión Europea, el 10 por ciento restante puede ir a otros países. Tiene seis objetivos prioritarios: cohesión y convergencia; apoyos a las pequeñas y medianas empresas; sostenibilidad medioambiental; aplicación de la iniciativa “Innovación 2010”; desarrollo de las redes transeuropeas de transporte y energía; energía sostenible, competitiva y segura. Las redes transeuropeas son redes intermo-

dales, es decir, combinan el transporte aéreo, carretero, tren y puertos con capacidad para transportar manufacturas. En el rubro presupuestario, en 2012 se destinaron 13 mil millones de euros para financiar 200 mil pequeñas y medianas empresas. El 10.7 por ciento del total de presupuesto, es decir, 16 mil millones de euros, se asignaron a competitividad y empleo orientado a regiones y estados específicos. Alrededor de 54 mil millones se destinaron a la cohesión, crecimiento y empleo mientras que 70 mil millones a crecimiento sustentable, algo así como el 0.5 por ciento del PIB europeo. No cuenta con

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impuestos propios, salvo algunos aranceles. Es fundamental que el nuevo enfoque de la política industrial parta y propicie un proceso de creación, un clima de cooperación entre el gobierno y el sector privado. Dichos entes no pueden ir en sentidos opuestos, ni siquiera en paralelo, pues se corre el riesgo de generar efectos de desgarramiento en la economía. Hay que buscar un reequilibrio entre el sector financiero y el sector no financiero, diversificar las economías y generar nuevas ventajas cooperativas. Se deben orientar los esfuerzos en pos de una política industrial pro competitiva y posicionar al Estado como la fuente de nuevas tecnologías, ya que las políticas de compras públicas pueden promover la innovación. Es importante señalar que el concepto innovación no necesariamente implica un sentido técnico. Puede ser social en búsqueda de resolver problemas ecológicos, como el cambio climático.

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Promover una política industrial que no se ciña a viejas tecnologías, programas o productos sucios o producidos de manera sucia. Que sea sistémica e innovadora. Dentro de esta concepción hay fuerzas

que jalan (salud, cambio climático y cohesión social) y fuerzas que empujan (competencia, apertura y globalización, flexibilidad y seguridad en el trabajo, ventajas competitivas, envejecimiento de la población). En resumen, las prioridades de esa nueva política industrial giran en torno a tres tipos de crecimiento: 1) Crecimiento inteligente: desarrollo de una economía basada en el conocimiento y la innovación; 2) Crecimiento sostenible: promoción de una economía que haga uso más eficaz de los recursos, que sea más verde y competitiva; 3) Crecimiento integrador: fomento de una economía con alto nivel de empleo, que promueva la cohesión social y territorial. Estimamos pertinente que este proceso sistémico se oriente hacia la formación vocacional y la formación tecnológica, capaz de constituir fuerzas laborales flexibles, con diferentes capacidades y elementos facultados para adaptarse a cambios estructurales de tal suerte que propicien la creación de ventajas competitivas, mientras que la política social se debe construir con la participación de todos los sectores sociales, sindicatos, empresarios y gobiernos.


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La política industrial brasileña Helio Silva Filho

— Primer Secretario de Asuntos Económicos y Financieros de la Embajada de Brasil en México

Es importante contextualizar la política industrial. No se puede abordar como un concepto abstracto puesto que cada país funciona bajo determinadas circunstancias y contextos. Por ello habré de repasar algunos hechos acontecidos en mi país. La industrialización comenzó en los años 30 del siglo XX, cuando el Estado implementó la siderurgia y la minería al crear la Compañía Nacional Siderúrgica. Hoy son empresas privadas. Para la década de los 50, surgió la Banca Nacional de Desarrollo Económico, BNDS, misma que posteriormente daría paso a la

Banca Nacional de Desarrollo Económico y Social. Fue en ese decenio que con la participación tanto pública como privada se desarrollaron los sectores energético y de transporte. En los sesenta ganó impulso el sector de infraestructura, maquinaria y equipo. Una vez más, bajo esquemas mixtos de participación, nació EMBRAER, empresa aeroespacial brasileña. Hoy es una empresa privada aunque con un porcentaje pequeño de capital público. Llegaría el periodo conocido como “El milagro brasileño”, eta-

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pa de avance a partir de 1970 en la cual el PIB e industria crecieron al 12 y 18 por ciento respectivamente. Dicho desarrollo traería consigo algunos problemas de estabilidad macroeconómica. Fue también un periodo que marcaría la apertura y la mayor participación del capital extranjero en el sector industrial; llegaron multinacionales acompañadas por esquemas de sustitución de importaciones. Los ochenta marca el inicio de “La década perdida”, periodo de estancamiento, inflación, sin rumbo en la política industrial y por ende, poco desarrollo. En los noventa hubo mayor apertura comercial, misma que marcaría el principio del fin para los monopolios estatales en sectores como el energético, siderúrgico, telecomunicaciones, transporte. El llamado Plan Real permitió detener la hiperinflación y brindar mayor estabilidad macroeconómica. El nuevo siglo fue testigo de la continuidad en las políticas estabilizadoras. Sin embargo, comenzó también un periodo de aceleración debido al gran crecimiento de crédito en la economía 172

y la implementación de políticas sociales a gran escala. Existía pues un mercado consumidor el cual veía mejor distribuidos los ingresos; el crecimiento fue una consecuencia. De acuerdo con el World Economic Forum, nuestro índice de competitividad se ubica en la posición 48 del ranking, gracias al mercado interno. Para el año 2020 seremos el quinto mercado del mundo. Eso explica por qué inversionistas extranjeros llegan en tal cantidad. Durante los tres años recientes mi país se mantuvo entre las cinco naciones con mayor cantidad de inversión extranjera directa. En 2012 únicamente quedó por debajo de China y Estados Unidos. La principal explicación la encontramos en el tamaño del mercado consumidor brasileño. Se trata de un país que también enfrenta retos, por ejemplo en infraestructura. El gobierno debe implementar un gran programa de inversión encaminado a que el sector privado contribuya a resolver problemas de escasez o insuficiencia en aeropuertos, puertos,


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ferrocarriles y energía. En lo que corresponde al gobierno, se trabaja ya en un gran programa de inversión pública, el PAC, Programa de Aceleración del Crecimiento, además de otros destinados a la agricultura familiar. Un gran instrumento al servicio del desarrollo de la política industrial brasileña es el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, BNDS. Antes de la crisis de 2008, participaba con 15 por ciento del total de crédito en Brasil. Para hacer frente a la adversidad, incrementó al 20 por ciento su participación. El crédito en la

economía en 2003 era de 23 por ciento. Durante la crisis llegó a 37. Continuó el incremento, de tal suerte que hoy está alrededor de 50 por ciento del PIB. Actualmente la cartera del BNDS es tres veces superior a la del Banco Mundial. Mientras éste ronda los 30 mil millones de dólares, la del BNDS se acerca a los 100 mil millones de dólares. Además, actúa en sectores como la agricultura y vivienda. El crédito público es fundamental en el desarrollo de la economía brasileña.

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Dentro del Plan Brasil Mayor, la política industrial ocupa un lugar de suma importancia. Uno de los macroobjetivos estriba en incrementar la competitividad por medio de la innovación y el valor agregado. A partir de 2004 pusimos en marcha diferentes políticas en materia industrial, sectores prioritarios como semiconductores, software, máquinas, equipo, medicamentos. La visión de largo plazo incluyó a la biotecnología, nanotecnología y energía renovable.

Brasil ha hecho de la política industrial un instrumento para administrar y aprovechar sus recursos naturales. Existe una institucionalización de la misma mediante el Consejo Nacional de Desarrollo Industrial, instancia donde participan el sector privado y el gubernamental. Ahí, un comité gestor ejecuta las decisiones y orientaciones del Consejo. Cabe resaltar la confluencia de diversos ministerios: Industria de Comercio, Hacienda, Ciencia y Tecnología, Casa Civil.

Creamos más de un fondo. Los sectores mencionados reciben capital del BNDS para la innovación; el FINEP, Agencia de Innovación de Brasil destina cerca de 18 mil millones de dólares para proyectos de innovación. Tenemos también el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico. Dichos fondos financian proyectos sectoriales para incrementar la participación de las empresas, gobierno y academia en busca de aumentar la innovación en Brasil.

La política industrial está organizada por agrupamientos sectoriales distribuidos de la siguiente forma: Dentro de la política industrial de los planes de innovación, todos los proyectos que financia el BNDS y el FINEP se organizan de acuerdo con estos grupos. En lo que respecta al ámbito fiscal, hay exenciones tributarias de impuestos para proyectos que estimulen inversiones de innovación, productiva de expansión, de producción de máquinas, equipos e incremento de proyectos innovadores.

Existe una acumulación de competencia científica en otros sectores claves, como el caso de EMBRAER.

Otro factor fundamental en el crecimiento fue la decisión de exo-

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nerar del impuesto por pago de nómina a sectores intensivos en mano de obra, como el textil. Algunos pagaron menos, por ejemplo, el rubro automotriz. En lo que respecta a la promoción comercial, el BNDS otorga financiación, promoción y garantía a las exportaciones. Dentro de las metas de la política industrial están: En lo que respecta a la Estrategia Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación, en 2010 el porcentaje del PIB orientado a ello era

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de 1.19 por ciento, la meta para 2014 es de 1.8. Otro objetivo de esa estrategia es aumentar la tasa de innovación de las empresas en 2010 era del 38 al 49 por ciento, pues queremos incrementar el número de aquellas que invierten continuamente en proyectos de innovación, hasta llegar a las cinco mil. Buscamos también aumentar el número de técnicos investigadores ocupados con ciencia, tecnología e innovación en las empresas, los cuales en 2010 eran 58 mil, a un total de 80 mil para 2014.


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Contraste de la modernización industrial entre China y México José Salvador Meza Lora

— Profesor de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC-Tijuana)

En lo concerniente a políticas de modernización industrial y crecimiento económico, China y México han tenido resultados diversos. En el caso nacional algunos son contradictorios. La nación asiática es vista como un milagro sin paragón en la historia económica reciente. Hasta la década de los setenta era un país con bajo nivel de desarrollo y un atraso considerable. En lo económico se distinguía por su elevado índice de pobreza, pues la mayoría de su población se dedicaba a la agricultura y era analfabeta. Pero a finales de esa década, con la reforma introducida por Deng

Xiaoping, la economía pasó de cerrada a una abierta con creciente participación de mercado; los resultados fueron inmediatos. Inició así un proceso de transformación paulatina que en corto tiempo presentaba las mayores tasas de crecimiento a nivel mundial. Entre 1990 y 2011 la economía creció a cerca del 10 por ciento, tres veces más respecto al promedio mundial. En 2008 superó a Japón, convirtiéndose en la segunda economía más grande del mundo después de Estados Unidos. Para 2010 era ya el primer país exportador,

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el segundo con mayores niveles de captación de capitales y el número uno en la captación de capitales de inversión extranjera directa.

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En las dos últimas décadas, el PIB de China se ha triplicado y dispone de una pujante clase media con acceso a comodidades propias del mundo capitalista. Hoy buscan un cambio hacia la demanda interna, una modificación radical con respecto al modelo implementado hasta la primera década del siglo XXI.

A principios de los 80 México y China avanzaban rumbo a la integración mundial. Nuestro país implementó reformas neoliberales en un momento que las principales empresas industriales y financieras estaban en manos privadas y en proceso de privatización, lo cual hacia aparentemente más sencillas las enmiendas. En China las grandes empresas propiedad del Estado eran ineficientes, se carecía de una estructura institucional capaz de soportar las reglas del mercado.


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Cabe entonces preguntar: ¿qué impulsó a China para lograr esos resultados tan extraordinarios?, ¿por qué México no alcanzó esos niveles de crecimiento? La clave para encontrar las diferencias podría estar en las experiencias de industrialización seguidas por ambos países. En el caso mexicano, el interés gubernamental estribó en crear las condiciones para que el mercado funcionara de manera óptima: desregulación, desprotección, privatización, derechos de propiedad privada, fomento a la infraestructura física y humana. El desempeño obtenido ha sido, en el mejor de los casos, desigual. Si bien en los años recientes las exportaciones manufactureras mostraron un crecimiento discontinuo, se caracterizaron por ser “exportación de exportaciones” y únicamente reducidos sectores de alto valor agregado mostraron dinamismo. En consecuencia hubo bajos niveles de creación de capacidad tecnológica y valor agregado.

Por el contrario, la experiencia china tiene como rasgo distintivo la participación activa del gobierno en el impulso de la industrialización mediante acciones específicas con la finalidad

de favorecer el desempeño de empresas en un contexto de mercado. El Estado decidió elaborar planes quinquenales, presentados, discutidos y aprobados en los diversos congresos del Partido Comunista Chino. Cito una parte de dichos documentos de planeación como ejemplo de la forma clara y transparente en la que el gobierno está dispuesto a intervenir de manera activa en los procesos de industrialización: “La ejecución del plan exige poner en juego pleno los mecanismos de mercado y que para la regulación y el control macroeconómico por parte del gobierno es preciso recurrir en mayor medida a las palancas y a las políticas económicas así como a los medios legales”. Es pertinente enfatizar cómo una economía con corte socialista no presupone el antagonismo entre mercado y Estado, por el contrario, reconoce que pueden desempeñar un rol complementario en las actividades de coordinación industrial. Cuando preguntan ¿cuál es la diferencia entre México y China?, la respuesta es muy sencilla: el Estado. El gobierno conduce al sector industrial mediante la aplicación de políticas trazadas a plazos de 5, 10, 15, 20 y 40 años.

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La aplicación de reformas al sector se dio en dos periodos, dos momentos históricos. El primero da inicio a finales de los 70, que funcionó sin alteraciones sustantivas a lo largo de 30 años. Durante ese tiempo la modificación fue paulatina, hasta tornarse en la economía más dinámica del mundo. Apertura y reformas institucionales que impactaron severamente, mismas que marcaron el devenir de la industria como un “objetivo nacional” imprescindible y para el cual movilizaron todos los sectores, tanto particulares como públicos. Consistió en la revisión de ciertos mecanismos de propiedad, que derivaron en la aprobación del establecimiento de empresas privadas, de capital mixto y extranjeras. Asimismo inició una política de puertas abiertas mediante el establecimiento de zonas geográficas especiales, favoreciendo así las actividades orientadas al exterior. Se combinaron también política comercial, inversiones y la búsqueda de mejoras tecnológicas fundamentadas en aprovechamiento de recursos humanos y materiales disponibles.

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En suma, fue una etapa que tuvo como aspectos fundamentales la

apertura hacia el exterior encaminada a impulsar sectores clave para la exportación y un sólido control gubernamental mediante políticas graduales. La ventaja comparativa se sustentó en ahorro, mano de obra, recursos naturales abundantes susceptibles de ser explotados y un mercado potencial con más de mil 300 millones de consumidores. La industrialización tuvo sustento en la importación de tecnologías. Los resultados son contundentes, el crecimiento sostenido durante ese periodo ha sido el de mayor amplitud y nivel que país alguno haya experimentado en la historia económica y moderna. Otro rasgo fundamental radica en la planeación. Incluso a mediados de los 90, China pudo prever la crisis futura de los países desarrollados. A partir de entonces iniciaron la aplicación de nuevas políticas, no de manera abierta, pero con cambios importantes. No obstante sus logros inobjetables y en consonancia con esa visión de largo plazo, China debate hoy un nuevo modelo, condicionada también por el cambiante salario internacional, los desequilibrios financieros de las economías desarrolladas y ciertos


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problemas sociales. El patrón de desarrollo económico orientado hacia las exportaciones se torna insostenible. Los cambios han tomado forma en los diversos planes quinquenales. No es cuestión de dejar a libre juego la oferta y demanda, los cambios de política están previstos por el mismo gobierno y plantean acciones congruentes para enfrentarlas. En el undécimo y duodécimo plan quinquenal advierten que el contexto inter-

nacional no está en condiciones de absorber al mismo ritmo sus exportaciones. La crisis mundial ocasiona el impulso de un modelo de crecimiento menos dependiente de la demanda externa y de los capitales extranjeros. Se plantea una reconversión orientada al mercado interno, el consumo privado y la actividad del sector servicios. Consumo interno implica elevar el nivel de vida de la población.

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En este nuevo modelo productivo figura fomentar las economías de valor agregado, es decir, el desarrollo tecnológico. Es importante enfatizar que uno de los puntos destacables que evidencia esta experiencia, radica en que las economías de mercado no se regulan por sí mismas, no se pueden dejar simplemente en piloto automático. Las políticas en pos del desarrollo económico son resultado de la intervención gubernamental e indican el rumbo que debe seguir el país. China no se constriñe a sexenios, como en el caso de México, ve y va a largo plazo. Existe un proyecto de país a 40 años. Tienen planeado ser la primera economía del mundo.

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En nuestro caso es pertinente preguntar: ¿cómo corregir si se ha equivocado el rumbo? Es ineludible establecer procesos de planificación y establecer objetivos a corto, mediano y largo plazo. De igual forma, crear instituciones que posibiliten la implementación de dichos planes, así como su evaluación y revisión. Al Estado le compete conjuntar es-

fuerzos, dirigir a la sociedad en su conjunto hacia esos objetivos concretos de crecimiento, previamente consensuados con los diversos sectores sociales y, por supuesto, acordados por todos. Otra referencia que podría ser de utilidad está relacionada con la confianza que un pueblo tiene en su gobierno. Al margen de los diversos señalamientos emitidos respecto al “Estado autoritario” que priva en China, una encuesta reciente evidenció que el 80 por ciento de la población está de acuerdo con la dirección económica que sigue su gobierno. Cifra que ni siquiera Estados Unidos, uno de los países “más democráticos del mundo”, alcanza. Lo anterior permite que las reformas emprendidas por el gobierno sean aceptadas por la gente, aunque los resultados sean inciertos; la población en general está convencida que sus dirigentes gobiernan para todos. Es deseable perder el miedo a realizar cambios y pensar el país a futuro, de tal suerte que podamos diseñar y poner en marcha políticas graduales en pos de modificar la estructura productiva y motor del crecimiento nacional.


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Otro rubro importante es el relacionado con un desarrollo diferenciado, es decir, aprovechar las características propias de una región, las ventajas comparativas que presenta y potenciar particularidades con políticas diversas. China no creció de forma homogénea, pues existen regiones que aun presentan atrasos considerables. La política del Go West plantea el desplazamiento de empresas atrasadas asentadas en la zona Este en dirección al Oeste. En contraste, México estableció como prioridad reducir las desigualdades regionales a fin de que todas aprovecharan los supuestos beneficios del proceso de inserción en mercados internacionales. Obviamente, esto es imposible

porque no son homogéneas las regiones. De manera que de acuerdo al modelo chino, no impulsar la economía de una región atrasada no significa abandonarla, sino anclarla a las más grandes, propiciar encadenamientos productivos, establecer políticas preferenciales en ciertas zonas, dirigir recursos adicionales encaminados a incrementar la infraestructura y servicios, de manera que las regiones más fuertes jalen a las más pequeñas. Es momento de despertar, es momento de hacer cambios, podemos hacerlos, tenemos capacidad para ello, se requiere la decisión de todos los sectores: académico, gubernamental, sindical y privado.

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Políticas encaminadas a incrementar la productividad Adrián de León Arias

— Profesor Investigador de la Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Económico-Administrativas (CUCEA)

En un nuevo escenario nacional, con condiciones económicas específicas, no se puede pensar la política industrial sin poner especial énfasis en la productividad.

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Por ello es destacable la inclusión de dicho concepto en el Plan Nacional de Desarrollo, lo cual nos sitúa frente a nuevos retos y áreas de oportunidad.

realidad manifiesta es que existe un problema grave de productividad en la economía mexicana: ausencia de crecimiento en los últimos 30 años. En términos reales, la cantidad de producto que en promedio realiza actualmente un trabajador mexicano es la misma que en 1982; la situación se agrava si nos comparamos con otros países.

Asimismo, nos pone en contacto con frases elaboradas, como las llamadas “reformas estructurales” y el impacto que tendrían en los índices de crecimiento. En diversos espacios se hace mención de la productividad total y laboral. La

Sin embargo, tenemos aspectos a resaltar. En este entorno de baja productividad, hay sectores que sí han destacado. Por ejemplo el automotriz, el electrónico y el de la industria química, pero en cuanto a su nivel de desarrollo, tenemos


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un país dividido en tres: el norte crece, el centro decrece y el sur presenta rezagos importantes. Aquí cabe plantear la siguiente pregunta: ¿cuáles son los antecedentes de la política industrial en lo que se refiere a productividad? En años recientes la estrategia ha estribado en mejorar el entorno mediante políticas horizontales, es decir, energía a bajo costo, mejor logística, menor regulación, reducir el número de trámites para abrir un negocio, etcétera. Observamos esfuerzos encaminados al desarrollo de clústers y sectores específicos, sin embargo corresponden más a una suerte de espontaneidad o a inversiones extranjeras que a un plan de desarrollo específicamente diseñado para ello. Una segunda pregunta: ¿qué elementos debería incluir una política industrial que propicie el crecimiento de la productividad? Empecemos por el entorno macroeconómico. Una política fiscal contracíclica daría estabilidad al crecimiento de la demanda agregada y facilitaría la inversión en bienes de capital o en innovación. La intención es brindar certeza en torno a las in-

versiones y evitar que disminuyan. Coordinación entre política industrial y política cambiaria permitiría abandonar el escenario donde en términos reales existe un impuesto a las exportaciones y un subsidio a las importaciones. Es recomendable establecer un objetivo del tipo de cambio real y no generar inflación en el corto plazo. Reformas estructurales e institucionales. Desde la academia advertimos la necesidad de otorgar mayores recursos a las universidades públicas, mejorar el entorno de negocios y con ello la productividad. Es decir, la reforma fiscal y educativa deben ponderar el crecimiento y desarrollo de las instancias oficiales, dejar de lado los dogmas y tomar como referencia casos exitosos, por ejemplo China e India. Con objeto de incrementar su productividad, incorporar a la formalidad las miles de empresas que actualmente se desenvuelven en la informalidad a fin de que accedan a programas de apoyo y al crédito. Propiciar, por ejemplo, la convergencia entre agricultura y otras ramas agroindustriales, así como disminuir la brecha entre productividad agrícola y ganadera.

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Dentro del grupo de políticas específicas encaminadas a incrementar la productividad está la coordinación con empresas mediante nuevas instituciones que faciliten la comunicación, de tal suerte que se puedan identificar actividades conocidas como “detonantes selectivos” e invertir en nuevas tecnologías. Planificar desde el gobierno con el objetivo de crear áreas de oportunidad, retomar experiencias en materia de innovación y hacer de los clústers exitosos los tractores del desarrollo, es decir, utilizar sus ventajas competitivas para encaminar el crecimiento de nuevos esfuerzos. En lo que corresponde al Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, es fundamental colocar la política industrial como parte sustantiva, desencadenar el potencial de nuestro país, centrar la estrategia en incrementar la productividad.

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Dicho documento de trabajo que rige la programación y presupuestación de toda la Administración Pública Federal contiende cinco metas nacionales: México en paz, México incluyente, México con educación de calidad, México próspero y México con responsabilidad global. Todas ellas mencionan cómo pueden contribuir al

crecimiento de la productividad. Por ejemplo, “México en paz” enfatiza la necesidad de eliminar prácticas monopólicas, generar condiciones de mayor competencia y reducir la inseguridad. “México incluyente” añade el tema de las diferencias de productividad entre el sector formal e informal y cómo la inversión en capital humano propicia una actividad económica más productiva. “México con responsabilidad global” ahonda en facilitar el comercio y mediante ello incrementar la productividad. Detengámonos en una de las estrategias transversales: democratizar la productividad. Significa que todas las acciones de gobierno estarán enfocadas en mejorar la eficiencia en el uso de los recursos. Esto permite identificar algunos retos pendientes, por ejemplo, una política fiscal contracíclica, tipo de cambio real, así como poner especial atención en cómo se implementará y dará seguimiento al plan; ser pragmáticos y no estar atados a dogmas o generalidades. Queda pendiente también el tema de una política industrial basada en una combinación adecuada entre cooperación y competencia,


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es decir, integrar empresas en cadenas de valor y conjuntar recursos por región donde la inversión en mayores recursos tecnológicos sea la constante. Hacer frente a la globalización y ubicar las políticas de desarrollo de la productividad en el contexto de integración existente en Norteamérica. No podemos obviar la importancia de las relaciones comerciales hacia fuera, por lo que es necesario encon-

trar o generar un espacio común competitivo frente a los demás grupos de países. Finalmente, el Plan Nacional de Desarrollo debe incluir atención a sectores afectados por las reformas modernizadoras, planificar la economía y trabajar diario; la realidad no se modifica únicamente con nuevas disposiciones legales.

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Economía global y políticas para la competencia y prosperidad de la manufactura mexicana Raúl M. Gutiérrez Muguerza

— Presidente del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC)

Es posible un futuro mejor para nuestros jóvenes, con mayores oportunidades y menos desigualdades. Llegará en la medida que los logros alcanzados en materia económica en los últimos años sirvan al objetivo de crecimiento que nos hemos planteado. El mayor riesgo es confundir los fines con los medios, y pensar que el control de la inflación o la apertura comercial son la meta, cuando se trata únicamente de herramientas necesarias, más no suficientes, para alcanzar los niveles de crecimiento que requiere un país con más de 110 millones de habitantes. 188

La OCDE declaró recientemente que, en el mejor de los casos, las reformas aportarán al país entre 1 y 1.5 por ciento adicional de crecimiento económico. Si consideramos que llevamos una década creciendo a ritmos por debajo del 2 por ciento y que en este periodo se ha acumulado una enorme deuda social representada en altos niveles de desempleo, pobreza, informalidad y baja recaudación de impuestos en proporción al PIB, es claro que estamos llamados a hacer mucho más y pronto.


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

El punto de partida para este cambio tiene que ser el análisis objetivo acerca de lo ocurrido en las últimas décadas, desde que nuestro país emprendió las grandes reformas para liberalizar la economía e insertarnos a la globalidad. Para librar los obstáculos al desarrollo, debemos dejar atrás dogmas, prejuicios y abrir paso a una nueva discusión más prag-

mática y flexible. La rigidez tiende a la destrucción en tanto que la flexibilidad facilita la construcción. Pienso que parte del problema en materia económica obedece a cierto estancamiento en el debate que no ha podido salir del falso dilema entre proteccionismo y apertura. La complejidad de nuestras sociedades nos obliga a ser más creativos y encontrar nuevos horizontes en la discusión de las ideas que nos conduzcan

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a posiciones más equilibradas. A lo largo de los 30 años recientes, la economía y la discusión respecto a ella se estancaron, como si los desafíos de una nación tan compleja y plural como la nuestra fueran los mismos y el mundo no hubiese cambiado. Si el rumbo no conduce al destino deseado, debemos ser capaces de reorientarlo, observar el entorno, analizar los recursos con que contamos, aprovechar el viento y soltar los lastres. 12 tratados de libre comercio con 44 países; 28 acuerdos para la promoción y protección recíproca de las inversión con 29 países. Al establecer más acuerdos comerciales que la gran mayoría de los países, no podemos soslayar que México es hoy un jugador del comercio internacional. Aunque ciertas áreas se han beneficiado, los resultados son escasos. La apertura de nuestro mercado requiere seamos competitivos a nivel global. Sin embargo, en casi todas las áreas no los somos. En términos del PIB real, el crecimiento de la economía durante los 190

30 años previos al TLCAN alcanzó un ritmo anual promedio de 4.95 por ciento, mientras que el crecimiento anual promedio durante los veinte años subsecuentes al TLCAN fue de tan sólo 2.72 por ciento. La tasa total de inversión antes de 1982 alcanzó 23.36 por ciento del PIB; después del TLCAN, en el periodo 1994-2011, este nivel tan solo promedió 23.74 por ciento, es decir, prácticamente no se movió. En cuanto a la inversión extranjera directa, supuesto gran beneficio de la liberalización, tampoco estamos captando lo que se esperaba. Según cifras recientes de la CEPAL, Brasil captó en el 2012 más de 65 mil millones de dólares; Chile 30 mil; Colombia 15 mil y México, al igual que Perú, captó poco más de 12 mil millones de dólares. La brecha salarial en el sector manufacturero se ha incrementado aún más, ya que el valor real del salario mínimo mexicano decayó más de 25 por ciento desde que el TLCAN entró en vigor. La convergencia salarial entre Estados Unidos y México también empeoró: antes del TLCAN el salario en ese país era 5.6 veces más que el nuestro, ahora es 5.8.


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Durante la última década, las exportaciones mexicanas han crecido de 150 mil millones de dólares a 350 mil millones. Sin embargo, las importaciones mexicanas han crecido en la misma proporción. Es decir, importamos las exportaciones. Somos ensambladores. El contenido nacional de la maquila, que forma la primera gran parte de las exportaciones, no sobrepasa el 3 por ciento y en el total de nuestras exportaciones el contenido nacional no llega al 30 por ciento. Ésta es la razón por la cual, en la última década, más de dos mil Pymes exportadoras han desaparecido. De acuerdo con el World Economic Forum, perdimos posiciones para en 2012 ubicarnos en el ranking 53, muy por debajo de nuestros principales competidores y socios comerciales.

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En 1992, 46 millones de mexicanos vivieron por debajo de los niveles de pobreza; el número subió a 57 millones en 2010. A lo largo de los 12 años recientes, México sufrió un proceso de desindustrialización; la participación de la manufactura en el PIB ha caído del 21 al 18 por ciento.

En el primer semestre de 2013, el secretario de Hacienda reconoció que en los últimos 30 años países como Chile, Irlanda o Corea del Sur han presentado un crecimiento económico promedio entre el 4 y 6 por ciento, acompañados de un alza en la productividad de 1, 1.9 y 2.4 por ciento, respectivamente. En este mismo periodo, México promedió sólo un 2.4 por ciento de crecimiento y un decremento de 0.7 por ciento en su productividad. Considerando las ventajas competitivas de nuestro país como su capital humano, recursos naturales, ubicación geográfica y los grandes avances que hemos logrado en el manejo de las finanzas públicas, es momento que la estrategia sea complementada con la adopción de políticas de fomento industrial modernas y flexibles, concentradas en revertir los efectos derivados de la aplicación de una política de apertura indiscriminada, la cual privilegia la importación de bienes intermedios y de consumo, y es incapaz de resolver el problema de baja productividad. Nuestro país no tiene suficientes compañías domésticas de clase


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mundial, particularmente en el área de la manufactura y ese es un problema grave porque está demostrado que es uno de los caminos más seguros y directos para elevar el empleo, la productividad y el nivel de vida de las personas. Estados Unidos y Europa lo están reconociendo al ponerse como objetivo el relanzamiento de la industria manufacturera, pero en su caso, la desindustrialización fue natural porque son naciones que ya tenían niveles elevados

de desarrollo industrial y de ahí migraron hacia otras actividades. En nuestro caso, la desindustrialización fue prematura porque la manufactura viene perdiendo participación en el PIB total de la economía sin haber llegado nunca a ser una nación plenamente industrializada. Esto es algo a revertir. México da la bienvenida a las inversiones extranjeras y muchas empresas foráneas han tenido gran éxito a partir de la liberali-

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zación de la economía. No obstante, necesitamos crear más de un millón de empleos anuales y esto va a ser muy complicado si le apostamos a seguir siendo ensambladores en vez de productores. Exportamos millones de autos al año, pero ni siquiera soñamos con desarrollar una marca propia; ensamblamos millones de televisores y decimos con orgullo que somos el primer o segundo exportador de televisores del mundo, pero el contenido nacional de estos productos no rebasa el 2 por ciento. Hemos seguido estrictamente el Consenso de Washington cuando ya ni en Washington hay consenso de que ésta deba ser la ruta. Incluso hemos abierto nuestra economía de manera unilateral sin tomar en cuenta, en varios casos, el principio de reciprocidad del comercio. Tenemos uno de los peores déficits con China, que asciende a aproximadamente 50 mil millones de dólares al año y sigue aumentando. A partir de ello hasta ahora entendemos la importancia de establecer una agenda integral de cooperación con este socio comercial.

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La realidad nos obliga a ser inteligentes y creativos, pensar más

allá de los paradigmas establecidos, considerar los cambios del comercio internacional y la economía global y ser capaces de construir soluciones comerciales bajo la lógica de ganar-ganar. Para lograr este objetivo, las reformas estructurales promovidas desde el Estado deben ser complementadas y mejoradas a partir de la elaboración de una “agenda interna” orientada a compatibilizar las incompatibilidades con nuestros socios comerciales. En este sentido, y ante la firma del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, se requiere una nueva estrategia comercial que tome en cuenta los diferentes niveles de desarrollo entre México y sus socios comerciales, porque a fin de cuentas el libre comercio debe estar al servicio del desarrollo y éste significa, por definición, moverse hacia mejores niveles económicos, sociales y culturales. Por ahora esto no ha ocurrido. Sin duda estamos de acuerdo en el “qué”, el reto está en ponernos de acuerdo en el “cómo”. Desde la perspectiva de un empresario del ramo industrial, México necesita, primero, establecer como


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prioridad el desarrollo de un sector industrial doméstico más dinámico y competitivo. En el amanecer de una recesión global, aún los países postindustrializados han reafirmado la necesidad de recuperar una sólida base manufacturera. Lo anterior requiere un cambio de mentalidad, un nuevo entendimiento acerca del comercio libre y la necesidad de acompañarlo con políticas que posibiliten la competencia y prosperidad de la manufactura mexicana. Es imprescindible desarrollar esa “agenda interna”, pues de no asumir la productividad y competitividad como un asunto de corresponsabilidad, no avanzaremos. Liberalizar más la economía sin una agenda interna eficaz, medible y corresponsable, traerá los mismos resultados. Específicamente, sugiero tres pasos para promover el cambio de mentalidad que México necesita: 1. Un Pacto Nacional para promover el sector industrial mexicano. A fin de que México pueda alcanzar un nivel de crecimiento sostenible durante la primera parte del siglo XXI, es fundamental

una política industrial de tercera generación que no implique un retorno al proteccionismo, pero tampoco asuma la apertura indiscriminada como condición indispensable. Esta medida debe apuntar al equilibrio y convertirse en el motor principal del crecimiento económico, buscando recuperar la cultura industrial. Una cultura industrial nutrida de la innovación que puede ayudarnos a desarrollar y proveer de futuro a nuestros millones de jóvenes. No podemos seguir desperdiciando el recurso más importante, el humano. Desarrollar una cultura tecnológica sólida y moderna que pueda apoyar y complementar las habilidades y capacidades de nuestra enorme fuerza la laboral será la base de la prosperidad. 2. El establecimiento de un Consejo Nacional para la promoción del sector industrial doméstico. Dicha instancia se concentraría en el desarrollo de nuevas políticas y acciones tanto del sector público como del privado, ayudando a generar otro tipo de mentalidad, capaz de incrementar la presencia de la industria

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doméstica en la economía mexicana y su habilidad de competir en el mundo globalizado. Este esfuerzo debe estar institucionalizado y trascender la esfera de un consejo consultivo. Respaldado en una nueva ley reglamentaria que oriente el mandato constitucional de los artículos 25 y 26 constitucionales que plantean la rectoría económica del Estado y del sistema nacional de planeación. Para lograr que esta reforma no quede en letra muerta o como una buena intención, hay que darle vida institucional a ese objetivo. 3. Diseñar una estrategia nacional para la industria y manufactura con visión de largo plazo. México requiere que su estrategia esté orientada a crear nuevas industrias domésticas que generen empleo y construyan puentes industriales y tecnológicos que enlacen el esfuerzo industrial con el de sectores como el de la agricultura y los servicios y, por supuesto, con el apoyo de base del sector académico.

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En conclusión: a) Hemos reconocido que los resultados de México no han sido los esperados; b) También hemos sido capaces de reconocer que la estabilidad macroeconómica es necesaria, más no suficiente; c) Sabemos que para satisfacer la demanda de empleos bien pagados y salir del estancamiento económico, necesitamos incrementar nuestra productividad y hacer crecer la economía de manera sostenible a tasas por arriba del 5 por ciento anual; d) Ahora debemos reconocer que las reformas estructurales nos darán 1 por ciento de crecimiento adicional en el mediano plazo, lo cual es positivo, pero también insuficiente; e) De ahí la importancia de pugnar por un cambio de modelo económico centrado en una política de desarrollo industrial doméstico que nos permita desencadenar el potencial creativo, innovador y productivo de nuestra sociedad. El proceso de cambio tomará tiempo, por lo cual debemos comenzar inmediatamente.


VISIÓN DE LARGO PLAZO

Hacia el milagro mexicano

Clyde Prestowitz — Presidente del Economy Strategy Institute

Iniciaré con una pregunta: ¿cómo conseguimos economías de escala? Si construimos una fábrica acerera y solo producimos una tonelada de acero resultará una tonelada carísima, pero si producimos un millón o 10 millones de toneladas, este acero se vuelve muy económico. Podemos invertir en investigación y desarrollar nuevos tipos de acero y nuevos procesos de producción que nos permitirán mayor productividad y mejores salarios; significa insertarse en un círculo virtuoso. Es justamente lo que vieron los coreanos y por ello se centraron en la manufactura.

El cambio en la estructura de producción de Corea le permitió desarrollarse: de ser esencialmente agrícola, pasó a producir textiles y bienes de manufactura ligeros, posteriormente acero y minerales, barcos, químicos y finalmente electrónicos. Esta evolución expresa la importancia de los cambios en la estructura de producción y su contribución en los niveles de precio, entre otras cosas. La manufactura fue la fuerza determinante detrás del desarrollo y resultado de esfuerzos concentrados en pensamiento estratégico, planeación estratégica y mucha política industrial. 197


PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

La gráfica muestra el valor agregado de la manufactura como porcentaje del PIB y su contraste con México. Esto sucedió porque Corea decidió enfatizar el cambio hacia niveles más altos de manufactura. No fue accidente ni resultado de fuerzas aleatorias del mercado, sino que utilizó éstas en su provecho y envió al mercado de Estados Unidos y Europa –un poco menos a Japón— su producción. La clave fue que el propio presidente de ese país convirtió en su prioridad esos cambios. 198

Se trata de un discurso y mentalidad completamente diferentes. Convertir a Corea en una casa de energía, manufactura y alta tecnología implicó que el propio presidente invirtiera mucho de su tiempo y esfuerzo personal para que sucediera, fue su prioridad nacional. Posteriormente creó el Consejo de Planeación que reunió a los grandes funcionarios y empresarios para diseñar juntos los objetivos de crecimiento, identificando las industrias en las que el país podía ser competiti-


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

vo: acero, maquinaria, construcción de barcos, electrónicos, automóviles; y luego empezaron a planear cómo desarrollar estas industrias. Lo hicieron mediante políticas industriales. Con frecuencia los críticos de ese modelo afirman que los gobiernos toman por igual a ganadores y perdedores, lo cual podría inducir a corrupción con los apoyos financieros al influenciar las decisiones respecto a qué industria brindar la atención, descobijando a otras.

Es una crítica justa, donde los legisladores en materia económica deben estar muy pendientes y oponerse a que ocurra. Sin embargo, cabe preguntarse cuáles son las alternativas. La ausencia de plan no llevará a la desaparición de la corrupción ni de las fuerzas especiales que influyen el éxito de ciertas industrias, y de hecho significa que los intereses y fuerzas monetarias especiales terminan dictando la pauta. En tanto no existe plan ni 199


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estrategia nacional contra la que podamos medir la industria, seguiremos dominados por intereses especiales. Será una política para algunos cuantos.

jalará el desarrollo de un país, algunas muy específicas y otras de tipo macro. Uno de los elementos clave de éstas últimas es el tipo de cambio.

Un ejemplo de lo anterior: Estados Unidos dice que sin una política industrial no va a tener ganadores ni perdedores, pero acabamos de ver al presidente de Apple, Jerry Krug, dando su testimonio respecto al éxito de esa empresa. ¿Y por qué Apple en particular? Porque paga pocos impuestos gracias a un instrumento dentro de una sofisticada red global de subsidiarias especiales con sede en Irlanda llamado “doble irlandés”.

A principios de la década de los 80, yo pertenecía a la administración del presidente Ronald Reagan, trabajaba con el subsecretario de Comercio como uno de los negociadores clave con Japón.

Surgen todos estos intereses especiales y la proliferación de ganancias no sujetas a impuestos a pesar de la política industrial que sí existe por ejemplo en Singapur. De manera que en realidad tener o no una política industrial no hace que desaparezcan los intereses especiales, pero tener política y estrategia genera un marco en el cual se pueden medir desempeños y propuestas. Ahora bien, existen muchas maneras en las que se puede brindar apoyo a la industria clave que 200

En ese momento cada dólar se cotizaba en 2.80 yenes, es decir, el dólar estaba muy fuerte y el yen débil. Los autos, el acero y semiconductores japoneses estaban entrando a nuestro mercado, y claro que había quejas. Decenas de fábricas automotrices en Detroit y otros lugares cerraron y la gente en Silicon Valley perdió su empleo. Al mencionar Intel, pensamos en una compañía fabricante de semiconductores enorme, poderosa. Todos tenemos computadoras y ubicamos perfectamente sus chips. Pues en 1983 estuvo a punto de irse a la banca rota por el dumping de Japón. Todo Silicon Valley perdió 4 mil millones de dólares y 100 mil personas quedaron sin empleo.


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Nosotros estábamos en medio de esas grandes negociaciones con Japón y nos quejamos con ellos de que el yen era demasiado débil, que lo tenían que revaluar. Los japoneses dijeron no, que ahí no radicaba el problema, sino que nuestra calidad no era lo suficientemente buena, la entrega demasiado lenta y el servicio deficiente, que necesitábamos mejorar nuestro desempeño y hacer un mejor trabajo. Al final tuvimos que pensar en un acuerdo o tratado de plaza que forzó al yen y al marco alemán a revaluarse. El yen pasó de 2.80 por dólar a 1.80. Fue sorprendente cómo cambió el mercado, y luego resultó que el problema ya no era ni la calidad, la entrega o el servicio, era el tipo de cambio. En la actualidad el precio del yen volvió a disminuir, ya perdió aproximadamente 25 por ciento de su valor en los últimos 3 meses, pero están creciendo las exportaciones y las compañías japoneses están ganando dinero. Toyota acaba de anunciar sus ganancias, y Sony por primera vez en cinco años ganó, ¿por qué?, por el tipo de cambio.

China ha estado controlando su tipo de cambio hace tiempo. Su gobierno interviene en los mercados de dinero todos los días y compra dólares para mantener un tipo de cambio fijo. No está subvaluado con respecto a los Estados Unidos, pero sí con respecto al peso mexicano y al euro, y comparado con la moneda de Brasil, está muy subvaluado. Esto representa un subsidio que el gobierno da a las exportaciones chinas al tiempo que fija un arancel a las importaciones que ingresan a China provenientes de Brasil, México y otros países. Los países afectados por esta situación deben tener una política de reacción, debe existir algún análisis en el Fondo Monetario Internacional, convertirse en un gran tema de discusión en la Organización Mundial de Comercio y en el G20, pero no ha sido así porque muchos países rechazan la idea. Reconocerlo sería una parte importante de tener una política industrial. Justo en este momento los europeos y chinos están atorados en una gran batalla por dos rubros: los paneles solares y los equipos de telecomunicaciones. 201


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En ambos casos China, o al menos eso dicen los europeos, ha estado haciendo dumping en el mercado europeo de manera injusta y el comisionado de Comercio de la Unión Europea amenaza con imponer impuestos a fin de compensar el subsidio que reciben las exportaciones del país asiático. En mayo de 2013 hubo negociaciones. Los chinos estuvieron en Bruselas y también visitaron Alemania para hablar de ello. En la ciudad belga, los europeos argumentaron que si China subsidia la producción y exportación de esos productos, y Europa no responde a dicho subsidio, no quedará un solo productor de la región. Sin embargo, algunos europeos consideran que cuando los chinos hacen dumping provocan el abaratamiento de los productos, situación benéfica para los consumidores. Asimismo esgrimen que si las compañías pierden su negocio es porque en realidad no están preocupados por beneficiar a sus clientes.

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Pero los chinos hablan con otros miembros de la Unión Europea. Por ejemplo con los alemanes, a quienes dicen: “Escúchame alemán, tú nos estás vendiendo gran cantidad de productos, herramientas para máquinas, partes para aviones, materiales de alta tecnología, y si quieres seguir vendiéndonos tus productos más vale que detengas a estos de Bruselas y no impongan esos aranceles de compensación”. Esta es la batalla de Bruselas, pero no nada más ahí, también se registra en Washington, y en menor medida aquí en la Ciudad de México. Y sin una política industrial, sin algún tipo de compromiso para construir una base productiva, el resultado será que una industria tras otra irán desapareciendo y la estructura de la economía va a estar cada vez más orientada hacia productos básicos o productos no comercializables, situación en la que México no tendrá algún tipo de ventaja comparativa. Por otra parte, una política no necesariamente exige compensar un subsidio, sino reaccionar, negociar el subsidio que ha sido otorgado por otro que pudiera centrarse en una industria similar.


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Hoy debemos decir que mucho de lo que se requiere para reeditar el milagro mexicano ya está dado en términos generales. Por ejemplo, no podemos tener inflación, debemos tener buena infraestructura, buena educación, capacidad de aumentar el ahorro para poder financiar la inversión y estimularla, aunque es necesario cuidar el tipo de inversión; mientras más valor agregado de un producto se pueda ir sumando en México, será mejor. Entonces, atraer inversión para las plantas de ensamblado no está mal, es bueno, pero las que produzcan partes y componentes clave, que conduzcan al desarrollo de nueva tecnología, de mayores niveles de valor agregado. Es mucho mejor e implica un análisis sistemático respecto a cuál es el tipo de compañías que queremos y cómo lograrlo. Comparto una experiencia de hace un par de años. En California existe una compañía, Form Factor, que produce el Proud Card, el cual se utiliza en la producción de semiconductores. Posee tecnología propia y su valor pasó de cero a 500 millones de dólares en un periodo aproxima-

do de 5 años; se convirtió en la compañía más grande dedicada a la elaboración de éstas tarjetas. En un momento dado el gobierno y la industria coreanos decidieron que también producirían esas mismas tarjetas. Una compañía llamada Hainex clonó el producto y empezaron a reproducirla en Corea. Al mismo tiempo, el Consejo de Desarrollo Económico en Singapur estaba haciendo su trabajo normal, el cual consiste en revisar el panorama mundial, encontrar aquellas industrias y compañías que les gustaría llevar a su país. Descubrieron Form Factor en California y consideraron que sería maravilloso tener dicha tecnología en su país. Analizaron y adviriteron que Estados Unidos no ponía atención a dicha compañía, ni siquiera sabían de su existencia. Se acercaron a los socios de Form Factor y les dijeron: “Miren, nos gusta su tecnología y estamos viendo que están teniendo problemas, permítannos ayudarles. Si mueven sus fábricas a Singapur, podemos proporcionar el terreno sin costo y dar capacitación gratuita a los trabajadores, también podríamos darte cifras importantes por su propiedad intelectual, ¿cuánto costaría trasladar su fá203


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brica? Cinco mil millones de dólares. Les ofrecemos un préstamo de capital de aproximadamente 2 mil millones, ¿ayudará?”. Hicieron una propuesta muy atractiva para que trasladaran esta compañía y tecnología de California a Singapur. Esa es la historia por el lado de Singapur. Recientemente el jefe de Form Factor, Igor, se puso en contacto conmigo. Igor es una persona muy interesante. Creció en Ucrania y logró salir de ahí en 1978. Se instaló en New York y consiguió trabajo como mesero en un restaurante, pero en las noches iba a la escuela, al Instituto de Tecnología Stevens. Se graduó con un doctorado en Ingeniería de Materiales y luego entró a trabajar a IBM. Fue donde se le ocurrió la idea de la tarjeta, y con esta idea en mente la presentó a Intel, quien dijo: “¡Wow!, si puedes hacer esto te la compramos”. Presentó esa promesa a una compañía en Silicon Valley, la cual le ofreció cinco millones de dólares para arrancar su propia empresa. Este fue el inicio de Form Factor. Igor es el tipo de persona agradecida, y no quería cambiar su fábrica a Singapur y 204

corresponder a Estados Unidos por su ayuda. Primero dijo al gobierno de Singapur “no me interesa”, y me preguntó si yo podía brindarle algún tipo de apoyo en Washington. Invité a Igor a Washington y anduvimos por ahí. Hablamos con el representante de Comercio en el Congreso, el secretario de Comercio de Estados Unidos, el Consejo de Seguridad Nacional, con todos los grandes de Washington. Finalmente estábamos hablando con el subsecretario de Comercio Internacional, que es la persona responsable de las exportaciones de Estados Unidos. Él es quien debía promover más exportaciones y estaba tratando de obtener un superávit comercial para los Estados Unidos; ese era su trabajo. Nos dijo: “No sé si lo puedo llevar a la Organización Mundial de Comercio. ¿Ya hablaste con el Departamento de Estado?”. –Sí, ya. Dijo que si hablamos con el Departamento de Estado estaba perfecto, pero la entidad gubernamental tenía que hablar con Igor. –Dinos qué es lo que piensas—.


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Luego de conocer la historia, hizo este comentario: “¿No decidiste cambiar tu compañía a Singapur?”. Impresionante. Eso demuestra el otro lado de este debate. En mi experiencia de aproximadamente 40 años en este negocio de la globalización a nivel internacional, de la competitividad internacional, les puedo decir que las compañías y los países que se volvieron los ganadores son los que actuaron como Corea, que tiene una política Industrial, y espero que México se mueva en esa dirección.

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Inversión en conocimiento para el desarrollo industrial de actividad industrial mexicana Jaime Aboites

— Profesor Distinguido, Titular Nivel: C, UAM Xochimilco.

Uno de los temas centrales para construir las ventajas dinámicas, centro de la competitividad del país, son los Acuerdos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio, APIC, los cuales tienen su antecedente en 1985 en la Ronda de Uruguay. Posteriormente fueron autorizados por la Organización Mundial de Comercio (OMC). Todos los países que quisieran pertenecer a dicha instancia deberían incorporar esos acuerdos de regulación de la propiedad intelectual. El hecho de estar incorporadas a la OMC implica la homogenei206

zación de todas las regulaciones de la propiedad intelectual a nivel internacional. Antes cada país tenía sus derechos de propiedad intelectual y particularmente de patentes conforme a sus necesidades; eso no existe más. Todas las naciones tienen el mismo marco regulatorio, no importa si son desarrolladas, emergentes o subdesarrolladas. Los APIC constan de tres componentes. Uno es la expansión del conocimiento patentable. Por ejemplo, en México, desde 1945 y hasta inicios de la década de los noventa no existían patentes de


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medicinas ni fármacos. Dentro de los argumentos para ello el Estado esgrimía que la salud pública no podía estar en manos de la propiedad intelectual de empresas, particularmente trasnacionales. Consecuentemente la industria farmacéutica nacional creció mediante el copy products, es decir, imitar y tomar la información y crear empresas médicas. Eso quedó fuera. Actualmente se aceptan las patentes de fármacos con todas las implicaciones que tenga. El segundo componente radica en el tránsito de un modelo de ciencia abierta a otro basado en la comercialización de los resultados de investigación y desarrollo financiados por el gobierno. Anteriormente, el gobierno financiaba la investigación y el desarrollo en universidades e instituciones educativas. Los resultados eran ciencia abierta, es decir, cualquier agente de la economía podía tomar ese conocimiento y utilizarlo, ya fuera empresario o investigador. Un rasgo distintivo de las APIC es que se pueden mercadear, es decir, las

universidades pueden comercializar la producción del conocimiento que tengan codificadas en patentes, las instituciones de investigación y desarrollo también lo pueden hacer. Es decir, el ámbito privado se traslapó, se metió hacia los derechos de propiedad. Tercer elemento: se estableció el predominio de la jurisprudencia en materia de derechos intelectuales de Estados Unidos de Norteamérica. Tenemos exactamente, quitando algunas cosas, el marco regulatorio estadounidense. La circunstancia anterior desata la polémica entre el sector académico y los encargados de elaborar políticas públicas, toda vez que no todos los países necesitan el mismo marco regulatorio. Además, la propiedad intelectual y sus sistemas de regulación son fundamentales para la creación de ventajas dinámicas. Una economía sin ventajas dinámicas se tiene que basar en ventajas estáticas, es decir, en recursos naturales y en bajos salarios. A groso modo, la economía mexicana se basa en ventajas estáticas, como recursos naturales y 207


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maquila con salarios poco favorecedores. Una incorporación virtuosa a la globalización demanda ventajas de tipo dinámico, tal y como lo hicieran Corea del Sur o Taiwán.

por ciento de todo el conocimiento que se ha codificado y son los grandes aparadores de comercialización de los nuevos mercados de tecnología de las empresas globales.

La United States Patent and Trademark Office’s, USPTOV, es la oficina de patentes de Estados Unidos más importante del mundo. Con sucursales en Europa y Japón, concentra alrededor del 89

Estamos inmersos en una época sin paragón en lo que a crecimiento de las patentes se refiere. Cabe preguntar, ¿cuáles son las tecnologías digitales que están predominando?


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Son seis campos tecnológicos: Computación y Comunicación Eléctrica y Electrónica Medicinas y Farmacia Química Mecánica Otras tecnologías

Surgen otros cuestionamientos: ¿dónde se ha posicionado México?, ¿construimos ventajas dinámicas? Revisemos algunos países. Con 26 patentes por cada 100 mil habitantes, Estados Unidos de 209


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Norteamérica es el mayor productor de conocimiento. Pasarán tal vez 20 años antes que pudiese ser desbancado por otra nación. Japón es la nación que mayor crecimiento registra, casi a la par de los norteamericanos. Taiwán y Corea del Sur construyeron capacidades dinámicas, dieron alcance y están cerca de ser países industrializados. México tiene 0.1 patentes por 100 mil habitantes, similar a lo que presentan Brasil y Argentina. Cabe resaltar que en las décadas de los 60 y 70 Corea del Sur tenía indicadores por debajo de los nuestros. 210

La década perdida y el TLCAN frenaron el avance. ¿Cuáles son los factores explicativos de este desempeño en el patentamiento? La OCD construyó un indicador llamado “Inversión de conocimiento” porque las estadísticas empezaron a mostrar que la inversión convencional en naves industriales y equipo estaba creciendo a tasas menores que los componentes de la inversión en conocimiento. Dicho indicador consta de tres componentes. Uno es el gasto


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en la investigación y desarrollo como proporción del PIB, es decir cuánto invierte, qué esfuerzo hace el gobierno para impulsar programas de investigación y desarrollo. Otro: cuánto gasta en educación superior, ingenierías, ciencias básicas, en la creación de ingenieros de primer nivel y en científicos. El tercero es el gasto en el software, es decir, la magnitud del acceso a Internet, el establecimiento de redes internacionales de actividad inventiva, mismas que permiten la creación de verdaderas comunidades científicas y de inventores concentrados en la creación de conocimiento. México tiene uno de

los niveles más bajos de la inversión en conocimiento, 0.5 investigadores por cada mil habitantes. Para establecer una referencia, Japón tiene 11. La economía mexicana no está produciendo conocimiento, por lo menos no en el país, por ello el fenómeno migratorio de los investigadores. Tenemos una actividad inventiva deprimida. En este rubro, la entrada en vigor del TLCAN impactó severamente. Antes de los APIC, en la industrialización sustitutiva de importaciones el 80 por ciento eran extranjeros y el 20 por ciento residentes. Ahora, 97 por ciento son extranjeros y sólo tres por ciento son mexicanos. 211


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La actividad industrial mexicana manufacturera no se basa en el desarrollo endógeno de producción de conocimiento nacional, sino en lo relacionado con las importaciones. Para 2010, de un total de 565 patentes, el 64 por ciento corresponden a inventores independientes, esto quiere decir que el perfil corresponde a la actividad inventiva del siglo XIX en Inglaterra y Estados Unidos, basado en un inventor brillante para hacerse de conocimiento. En consecuencia, cada vez más la balanza 212

de pago tecnológico es deficitaria porque importamos aquello que no producimos. Al revisar un comparativo acerca de los seis campos tecnológicos de las patentes en USPTO a lo largo de 40 años, podremos encontrar más explicaciones a la precaria situación nacional. Al comparar la situación nacional con Corea del Sur, observamos que el país asiático tuvo un giro y cambio estructural sólido e impor-


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tante en lo que se refiere a producción tecnológica. Todo lo contrario al comportamiento local. El caso más paradigmático acerca de ventajas dinámicas emprendidas lo tenemos con la empresa Samsung. Al revisar la movilidad de los inventores mexicanos encontramos que la mayoría están en empresas transnacionales, es decir, titular extranjero, inventor mexicano. Con la entrada en vigor del TLCAN se incrementó en 160 por ciento el número de inventores mexicanos en Estados Unidos, mismos que pertenecen a una élite en términos intelectuales y en su capacidad de producción de conocimiento. Los consideramos así puesto que participar en un programa de investigación de desarrollo en una empresa global significa entrar a una red de conocimiento top, de lo más alto, además de conocer la dinámica de los movimientos y de los programas de investigación y desarrollo. Sin embargo la movilidad es trunca, puesto que al desarrollar activi-

dades de desarrollo, no regresan a México, no existe un proceso virtuoso, no vuelven. Por ello hablamos de un sistema deprimido de actividad inventiva, los mejores cuadros mexicanos emigran en busca de condiciones de realización. Referente a la actividad de patentamiento en las instancias locales, el Instituto del Petróleo encabeza la lista. El resto, UNAM, UAM, CINVESTAV, Universidad de Nuevo León, Instituto de Investigaciones Eléctricas, no han podido consolidar trayectorias uniformes y constantes. La investigación y desarrollo está orientada hacia los recursos naturales. Cabe señalar que en un periodo de 10 a 15 años Estados Unidos será autosuficiente en términos de energía, lo cual representa un reto enorme para México. No existen condiciones para evolucionar hacia una economía basada en el conocimiento, con ventajas competitivas. Seguiremos buscando ventajas dinámicas en los recursos naturales. El panorama es poco alentador en el largo plazo.

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Reindustrialización y planeación de largo plazo para disminuir la desigualdad Hugo Beteta

— Director Sede Subregiona de la CEPAL en México

Al abordar el tema de política industrial advertimos que existe consenso entre los fundadores de la Escuela de Desarrollo Económico acerca de los requerimientos y factores determinantes para desarrollar un país. Las transformaciones económicas que se derivan del cambio tecnológico y la creciente incorporación de conocimiento, son las fuentes que inducen y sustentan las ganancias en productividad en cualquier economía del mundo. La controversia discurre en cómo poner en movimiento la máquina de crecimiento y transformación estructural. En la literatura hay 214

muy pocos casos para demostrar que el mercado y sus emprendedores pueden por sí solos abatir y erradicar el retraso y las brechas existentes entre empresas o territorios. Está demostrado que los países desarrollados no alcanzaron dicha condición mediante el tipo de políticas que recomiendan. Por el contrario, sus gobiernos fueron agentes activos y usaron todo tipo de instrumentos detonantes del crecimiento. Posterior a la crisis de 2009, asoma un cuestionamiento: ¿cómo plantearnos la transformación estructural, en medio de una devaluación económica global?


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

Después de un periodo en el cual se estableció a la autoridad fiscal y al control de la inflación como las más altas prioridades, la adversidad financiera actual evidencia la necesidad de la intervención estatal. Cada política pública es específica en lugar y en tiempo. En ese sentido hemos salido de las recetas, de las mociones preconcebidas. En la CEPAL notamos la importancia que tiene la estructura productiva, las diversificación en lo tecnológico tiende a construir una mejor estructura para la distribución del ingreso, a diferencia de las duales, en las que existen sectores con alta productividad, pero aislados, sin poder erigirse como un encadenamiento que propicie la disminución de desigualdades. Ese tipo de estructura requiere un cambio. Modificar la política para evitar que modelos con bajo peso de los sectores intensivos en conocimiento, coexistan con sistemas educativos de mala calidad. El mal desempeño educativo coincide con un tipo de estructura productiva que tiende a nutrir la propia desigualdad.

La CEPAL se enfoca en el cierre de brechas con la frontera de desempeño global, toda vez que somos economías abiertas. América Latina experimentó con modelos alejados de la intervención estatal, como el de sustitución de importaciones guiado por la oferta, el cual tuvo éxitos en los años 50 y 60, pero también graves problemas. Asimismo exploró con el cambio estructural orientado por la liberalización. La coexistencia de la asistencia técnica y la información para el cambio tecnológico rara vez ocurre espontáneamente a la escala necesaria; el mercado presenta fallas. Es importante entender la evolución de las capacidades de innovación de las instituciones que participan en diversos instrumentos. La intervención estatal es primordial toda vez que cada elemento, como los aranceles o estímulos fiscales enfrentan su propio entramado institucional. Se requiere coordinación y liderazgo público que permitan a las instituciones evolucionar hacia una ecuación Estado- sector productivo para poder ser coparticipes de los esfuerzos del sector privado en crear empleos, aumentar la productividad y reducir las desigualdades. 215


PRODUCTIVIDAD PARA LA COMPETITIVIDAD EN MÉXICO

Dentro del tema político industrial, un asunto a atacar consiste en evitar que intereses particulares se apoderen de la política pública. Para entender dónde estamos es necesario revisar el pasado porque muchos de los cambios que vemos tienen una dosis de continuidad. América Latina presenta tres momentos clave en el proceso de industrialización. En principio, sustitución de importaciones es un término ambiguo, pues en realidad fue una etapa de industrialización acelerada sobre la cual se construyó una historia negra, simplista, porque el sector exportador continúa con dinamismo. Los datos revelan que durante este periodo la industrialización tuvo un creciente énfasis con base en un modelo mixto el cual combinaba sustitución y promoción de exportaciones. El elemento esencial radicó en la dirección del Estado. En una primera fase, la de expansión de la actividad industrial, los mercados internos gozaron de especial atención, las divisas provenientes de las exportaciones se usaron para desarrollar la infraestructura y se generó un proceso de enlace interno de las economías. 216

En un paso siguiente, y como cuestión inherente a la guerra, se llevó a discusión el concepto “industrias esenciales o estratégicas”. Cabe recordar que el surgimiento de un pensamiento estructuralista latinoamericano se dio a partir de las inhibiciones al desarrollo (industrias del acero y de tecnología) impuestas por el Norte. Surge así una estrategia de industrialización planificada diferente, basada sí en el manejo estratégico de los aranceles, pero también con creciente énfasis en la inversión del sector público. Entre 1945 y 1974 el PIB de América Latina creció a ritmos sin precedente. En el periodo comprendido entre 1950 y 1973, con un PIB per cápita robusto y crecimientos sostenidos, el motor del crecimiento fue el sector manufacturero. Era un modelo de crecimiento con productividad y desarrollo social. Se crearon instituciones importantes, como la banca de desarrollo que tuvo auge en muchos países. La asociación laboral ganó presencia y agrupaciones empresariales tuvieron mayor capacidad de articulación.


“CONSTRUCCIÓN DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL”

Aunque no de manera homogénea, la pobreza disminuyó y algunos países consolidaron su clase media. Pero pese a ello, un tema recurrente fue la desigualdad, la cual aumentó e hizo evidente el problema de la limitación externa del crecimiento. Influenciada por el Consenso de Washington, inicia una etapa que impone la gestión económica cortoplacista, ya no con una visión de largo plazo, sino un enfoque monetarista con énfasis en los equilibrios macroeconómicos. Si bien el equilibrio macroeconómico era un objetivo razonable en esa época, nadie anticipó que se convertiría en toda una nueva escuela de pensamiento y en una estrategia de desarrollo para la región. Durante la etapa de estabilización y apertura (década de los 80, 90 y año 2000), se impone el convencionalismo ortodoxo y la crisis es atribuida a la falta de reformas macroeconómicas facilitadoras de la libre operación de mercados. El control de la inflación era el objetivo que subordinaba a todos los demás y no permitía mayor debate sobre el nivel de tasas de interés y el tipo de cambio. Si duda, un periodo

con logros, como la reducción de la inflación, las políticas de endeudamiento público prudente y el fortalecimiento de los bancos centrales. Sin embargo, cuando se dio paso a la apertura de mercados el objetivo radicaba en aumentar la competitividad de la industria al exponerla a la competencia internacional, el crecimiento resultó insuficiente y volátil. A pesar de buscar la estabilidad macroeconómica al generar suficientes divisas y evitar así la crisis de la deuda, las tasas de crecimiento no fueron similares a las alcanzadas en los 70. Y si bien América Latina presenta crecimiento y distribución del ingreso en un periodo que resultó sorpresivo entre 2003 y 2008, los rezagos de la región constituyen aún una asignatura pendiente. Es la zona más desigual del planeta, con niveles de indigencia inaceptables y padecimientos alimentarios severos. Con la crisis internacional de 2009 las limitaciones del Consenso de Washington como estrategia de desarrollo se hicieron entendibles y evidentes: no genera crecimiento, el que hay es volátil 217


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y ocasiona inestabilidad en los flujos financieros globales. Por primera vez América Latina centra su atención en las experiencias de las economías asiáticas, las cuales demuestran cómo el liderazgo del Estado propicia una industrialización acelerada. Se da así el retorno de la política industrial. Debemos entender que la política industrial, como elemento para lograr el cambio estructural, no debe ser el único elemento, debe ir acompañada de macroeconomía para el desarrollo. No podemos obviar cuestiones como el tipo de cambio o tasas de interés elevadas. Esta nueva visión busca evitar la captura del Estado por parte de intereses particulares e impulsar procesos con mayor transparencia, rendición de cuentas, así como mecanismos de evaluación y medición. Si bien los acuerdos internacionales son una limitación, ésta no debe ser determinante. Vale la pena detenerse y señalar que México enfrenta una coyuntura interesante puesto que hace un año escuchábamos que la mejor política industrial es el mer218

cado. Son pocos los países que han hecho un cambio estructural en sus economías únicamente a partir de los emprendedores y los mercados. Creemos que el Plan Nacional de Desarrollo ofrece una extraordinaria oportunidad al contener elementos importantes de política industrial. Uno de ellos es el compromiso por incrementar la inversión de ciencia y tecnología hasta el 1 por ciento del PIB, el doble de lo que en promedio se invierte en toda América Latina. Aunque aún está pendiente colocar en la misma lógica al sector privado. La reforma financiera enfatiza el acceso a financiamiento por parte de las Pymes y ubica a la banca de desarrollo como uno de los pilares. Durante la crisis de 2009 fuimos testigos de cómo la banca comercial es pro cíclica, al aumentar los riesgos y con desaceleración económica, recoge sus activos. Justo en ese momento la banca de desarrollo tiene que mantener el flujo financiero, el financiamiento a la economía. Son cuatro las líneas generales de política industrial que observamos en


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América Latina: Política de Acceso al Financiamiento; Modernización tecnológica; Articulación productiva; Acceso a nuevos mercados y facilitación de comercio exterior. En lo concerniente a la política de acceso al financiamiento encontramos que las Pymes tienen gran peso en la estructura económica latinoamericana, puesto que son las principales proveedoras de empleo y coexisten con sectores productivos, empresas modernas y de mucho mayor tamaño. Es importante apoyarlas porque su productividad ha sido baja, no están en condiciones de pagar buenos salarios ni ofrecer ocupaciones de calidad. Asimismo, se da un dualismo, una bipolaridad de la estructura económica: por un lado grandes empresas y por otro la mayoría, con baja capitalización. Tenemos que cerrar esa brecha, colaborar en su reducción con financiamiento, créditos, fondos de garantía, capital de riesgo y capital emprendedor. Por citar un ejemplo. La banca de desarrollo brasileña financia

investigación y proyectos de innovación en ciencia y tecnología mediante alianzas con el sector privado. Dicho país lanzó su primera política industrial tecnológica y de comercio exterior para el periodo 2003–2007. Posteriormente hicieron la segunda generación de políticas de desarrollo productivo, en el periodo 2008– 2010. Quiere decir que existe un proceso de planeación. Respecto al fomento a la articulación productiva, vale la pena observar el caso de Chile, el cual promueve la movilidad de sus investigadores y estudiantes de post grado por todo el mundo, además de tener fondos de innovación para pequeñas y medianas empresas y fondos de innovación con base en las regalías de la explotación minera. Tiene una gran empresa pública en la explotación del cobre y conecta las regalías con la transformación estructural de su economía. Colombia es un referente si hablamos de ofertación y acceso a nuevos mercados y comercio. Pudo conectar a sus pequeños productores con el sector exportador y dieron salida a productos 219


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alimentarios y flores, todo con una visión de transformación estructural. Para México llegó el momento de planear la economía con visión de largo plazo, de construir liderazgos tanto públicos como privados que potencien todos los elementos a su alcance a fin de lanzar una política industrial acorde al siglo XXI, que le permita mantener una competitividad dinámica en las cadenas globales de valor.

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El Estado continúa jugando un rol importante en la creación de oportunidades para inversión, en la reducción de la desigualdad y en la gestión macroeconómica. Pero también son fundamentales las nuevas instituciones públicas regulatorias. El momento actual llama a un diálogo renovado entre el sector industrial y el Estado encaminado a la conformación de una nueva visión de desarrollo nacional de largo plazo.


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Prolegómenos para un nuevo proyecto industrial del país René Villarreal Arrambide

— Presidente del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC)

Hablar del tema de la industrialización es hablar de dos aspectos fundamentales: cuál es la estrategia de la industrialización y cuál es la política de industrialización; se trata de dos cosas diferentes que deben puntualizarse con claridad. ¿Por qué México no crece? En mi opinión el problema central es que la industria ha dejado de ser el motor de la economía y multiplicador del conocimiento y el crecimiento. En Alemania la industria representa el 24 por ciento de la economía, a la cual jala mediante los enca-

denamientos. Cuando la industria se hace chiquita y representa el 17, 16 o 15 por ciento, deja de ser motor de crecimiento. En cuanto al efecto multiplicador, ¿qué pasa cuando crece la exportación o la inversión, la propia industria manufacturera y cómo multiplica el ingreso? En México la industria manufacturera redujo su participación en el PIB de 21.0 % en 1987 a 17% en el 2012 Primero la industrialización, y aquí se tiene una singularidad: la

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desindustrialización y la manufactura de ensamble. Cabe preguntar, ¿cómo es posible que México tenga una exportación del orden de los 360 mil millones de dólares y se esté desindustrializando, pasando de 21 por ciento del PIB en 1987 a 17 por ciento en 2012? Esa paradoja ocurre cuando se exporta desencadenando los eslabones productivos, al tiempo que se importan cada vez más componentes por varios factores: apreciación cambiaria y liberalización –es más barato importar—, de manera que hay un sesgo pro importador. Durante la sustitución de importaciones teníamos un sesgo anti-exportador. Al proteger toda la industria, se propiciaba que quien tenía que producir comprara insumos más caros antes que importarlos. Actualmente es al revés. Pasamos a un sesgo pro-importadores, pues es más barato importar los insumos que producirlos domésticamente. Por ejemplo, México es el exportador número uno de televisores. El 95 por ciento de los insumos componentes son importados. Si 222

mañana aumentamos mil millones de dólares la exportación de televisiones, ¿cuál es el impacto macroeconómico? Cuando el 95 por ciento de recursos se destinan a la importación, el efecto deja de ser multiplicador. La apertura con el sesgo pro-importador, la sobrevaluación cambiaria y la ausencia de una política industrial de competitividad contrasta con lo que ocurre en Alemania, país cuya industria representa 24 por ciento del PIB y es altamente exportador. Sucedió lo que llamo una desindustrialización precoz. Cuando un país se desindustrializa y es avanzado, por ejemplo Estados Unidos, donde la industria paulatinamente va representando menor porcentaje de su PIB, al igual que la agricultura y los servicios, el proceso no impacta el crecimiento negativo en los mismos niveles que ha ocurrido en México. Es un mecanismo ocasionado por la desarticulación de cadenas productivas. Lo anterior genera dos cosas: alta elasticidad de ingreso y alta propensión marginal importada. El problema es macroindustrial, y es algo que no se ha enfatizado.


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El hecho que la industria genere valor agregado es insuficiente porque sin integración no hay crecimiento. Si no cambiamos el modelo industrial, articulamos cadenas productivas y lanzamos un modelo competitivo, México no va a crecer. La estabilidad macro es un activo importante, las reformas estructurales también, pero necesitamos políticas de fomento sectorial. La principal es la industrialización desde el punto de vista del efecto macro y encadenamiento productivo, seguido de la seguridad alimentaria a partir de una política agropecuaria y pesquera, es decir, de una política alimentaria en términos de los sectores productivos y el empleo.

¿Qué sucede, por ejemplo, en el caso de Pemex? Se hace una reforma energética, viene el doble de la inversión, pero importa más de dos terceras partes de la inversión que recibe, entonces si aumentamos mil millones de dólares la inversión, y la paraestatal trae todas las plataformas marítimas de Corea y enviamos los técnicos a entrenarse allá, la pregunta es: ¿cuál es el efecto macro multiplicador de los mil millones? ¡Cero! Todo se destina a importar y no a multiplicar. ¿Por qué México tiene que industrializarse? Para resolver este problema macroindustrial, y la palabra es reindustrialización, regresar a que la industria retome 223


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su lugar del 21, 22 por ciento PIB, pero con articulación de cadenas productivas tanto la parte exportadora como sustitución.

del las de de

Para poder plantear la nueva estrategia, es importante eliminar varios falsos dilemas. Primero: se dijo que debíamos crecer hacia afuera, y cuando en 1994 se firmó el TLCAN, se pensó crecer hacia adentro. El año 2000 evidenció que se trató de un falso dilema. Hay que crecer balanceadamente. El motor externo es clave, el 224

pivote exportador, pero también el motor interno. Segundo dilema: la política industrial proteccionista versus la ausencia de política industrial. Falso. No se necesita una política proteccionista o ausencia de política industrial, esas no son opciones. Existe una política de competitividad industrial que sin ser proteccionista fomenta el crecimiento de los sectores productivos. Ahora se reconoce en el PND, con las políticas de fomento a los sectores productivos.


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Tercer falso dilema: Estado versus mercado. El Estado finalmente es promotor del desarrollo. La empresa privada y la sociedad civil son los actores del desarrollo, y se desenvuelven en una política de acción complementaria de los propios agentes productivos. ¿Por qué es importante la industria para poder detonar el crecimiento? Porque tiene encadenamientos hacia atrás y hacia adelante. Presenta economías de escala, genera mayor dinámica de innovación, crea empleo de mayor calidad y mejores salarios. En Estados Unidos más del 90 por ciento de la innovación no viene del sector servicios ni del agrícola, proviene del propio sector industrial. ¿Cuál sería entonces la estrategia de industrialización? Debemos reindustrializarnos bajo una estrategia de industrialización tridimensional: 1) pivote exportador; 2) pivote de sustitución competitiva de importaciones para articular la cadena, y 3) pivote endógeno. El pivote exportador porque necesitamos seguir generando divisas. Los 360 mil millones de dólares de exportación actual son fundamen-

tales para el país, pero es ideal hacerlo con mayor articulación de cadenas productivas nacionales y más fortificadas. Por ejemplo, que del 95 por ciento de las televisiones que exportamos, el agregado local no sea solamente del 5 por ciento, sino de 50 a 70 por ciento. Lo mismo en la industria automotriz y demás sectores. Es fundamental retomar el pivote de sustitución competitiva de importaciones en un modelo abierto a la globalización, bajo una estrategia de reindustrialización abierta tridimensional. La globalización es un hecho. Existen 12 acuerdos de comercio con 44 países, más lo que implicará la alianza del Pacífico y Transpacífico. La sustitución competitiva de importaciones es fundamental mediante las Pymes para volver a articular la cadena productiva. Finalmente el pivote endógeno. Queremos crecer y para ello necesitamos una plataforma mínima de industria endógena. Un sector potencial es el de la construcción. Tenemos cemento, vidrio, varilla, mano de obra, que debe generar un crecimiento de 1 a 1.5 por ciento del PIB a nivel sectorial. Si 225


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mantenemos una buena tasa de crecimiento en la industria endógena como es la construcción, lograremos los tres pilares de la reindustrialización abierta tridimensional. Posteriormente se aplicaría la misma estrategia para el tránsito de la manufactura de ensamble a las actividades propias de la Tercera Revolución Industrial. Significa dar un paso en la escala de las actividades productivas, la articulación de la manufactura integrada más la “mente-factura”. La política industrial debe incluir los niveles micro, meso, macro, internacional, institucional y política social. A nivel micro se requiere que las empresas sean competitivas, es fundamental apoyar a las Pymes con un modelo flexible y ágil, que impulse la gestión del management empresarial a fin que sean modernas y competitivas. Las propias compras públicas servirían para apuntalar, pero en cuanto a la parte laboral cabe preguntar, ¿cómo pasar de la mano de obra calificada tradicional para la manufactura a la mentefactura? 226

Necesitamos profesionales del conocimiento, así como capacitar a nuestro trabajador para insertarlo en la era digital y del conocimiento, toda vez que desde el punto de vista de la economía digital, las habilidades manuales y las mentales no son lo mismo. México ante la Tercera Revolución Industrial y la nueva economía global requiere replantear su modelo industrial. La estrategia de reindustrialización debe avanzar para generar mayor valor agregado interno y escalamiento a nuevas actividades. En la parte meso-económica es necesario el capital organizacional, logístico e intelectual, trabajar con clústeres que generen economías de aglomeración a lo largo de toda la cadena y articular la competitividad logística con la infraestructura. Antes, el pez más grande se comía al pequeño, hoy el pez más veloz se come al más lento, de manera que quien pone los productos en precio paridad es más competitivo. En la Tercera Revolución Industrial la infraestructura energética y de telecomunicaciones es fundamen-


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tal: el bloque modular transverso, la nanotecnología, robótica, etcétera. Esto implica gestar nuestra innovación y montar esa dinámica entre los trabajadores de nuestras empresas. La ventaja competitiva sustentable está en quien aprende e innova más rápido, no en quien tiene el costo de mano de obra más barato. Aún no apuesto a la energía más barata, sino a quien tiene capaci-

dad de innovar, aprender a desarrollar nuevos productos, nuevos procesos, nuevos modelos de negocio, de manera más rápida que la competencia. Bajo este esquema el capital intelectual es fundamental, por ello la importancia de conformar nuestro sistema nacional de innovación e integrarlo mediante centros vinculados a la empresa y el gobierno. Lo que se conoce como el modelo de la triple hélice.

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En la parte macroeconómica necesitamos que los factores macro sean estables, pero para poder crecer requerimos también de seis coeficientes estructurales: un tipo de cambio real, competitivo, no sobrevaluado; tasas de interés, financiamiento y crédito más competitivas; aumento en la recaudación tributaria y en el coeficiente ahorro, de manera que la inversión pase del 21 al 27 por ciento, y de 19 al 25 por ciento el ahorro; que el coeficiente intelectual suba del 10 al 16. El plan financiero global establece que México es uno de los países que tiene crédito comercial con respecto al PIB de 26 por ciento, cuando el promedio mundial es de 60 por ciento. Tenemos una banca muy sólida, muy capitalizada, el único problema es que no presta. La reforma financiera ha establecido que necesitamos este cambio. A nivel internacional se requiere pasar del TLCAN-1 al TLCAN-2, de la integración comercial a la integración productiva. Los tres países que formamos el TLCAN-1 teníamos en el 2000 el 19 por ciento del mercado internacional, hoy tenemos el 13 por ciento, perdimos competitividad. 228

Es necesario escalar a un TLCAN-2, pasar de la integración comercial a la integración productiva, con clústeres regionales, como ocurre en la industria automotriz, y para ello la parte institucional es clave. Requerimos un nuevo Estado promotor, activo y eficaz, reglas del juego claras plasmadas en las leyes, un sistema de vigilancia eficaz y jugadores transparentes e institucionales. La experiencia ha demostrado que el mercado no es un mecanismo de demanda y oferta, es una institución. Al hablar de mercado laboral involucramos una serie de leyes, reglas, normas, actores e instituciones, no es una cuestión de demanda y oferta pura. Es ineludible la convergencia del nuevo Estado con un mercado institucional y una sociedad participativa. Respecto a la dimensión político-social, en necesario exista seguridad y confianza para poder invertir en el país. La paz social, como establece el propio PND, comienza con México en paz, un México incluyente y un México próspero. El Plan hace énfasis en el crecimiento vía la productividad, y por


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ello creó el Consejo Nacional de Productividad que deberá tener un gran impacto, pues además de fomentar la acumulación de capital e inversión, también impulsará la innovación y el desarrollo tecnológico para apoyar a los sectores productivos bajo un nuevo modelo de industrialización y reindustrialización tridimensional y política de competitividad industrial.

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Innovación como impulso de la industria mexicana del siglo XXI Sergio Ampudia — Coordinador de Planeación Estratégica del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual.

Innovación no es un concepto únicamente ligado con invenciones. En países como Estados Unidos, China, Japón, Corea y Singapur las patentes no solamente son de invención, acumulan también las patentes de mejora. En México les llamamos mejoras de utilidad, y por ejemplo, el software no es patentable si no surge como producto de la actividad creativa, está protegido por derechos de autor. La innovación ha sido mal comprendida en México, pues no estriba únicamente en un acto de 230

creación, tal como ocurre con la ciencia y la tecnología. De acuerdo a la reciente versión del Manual de Oslo, innovación es un acto que agrega alguna aportación al estado de la técnica, ya sea en procesos, productos, servicios, metodologías de mercadotecnia o de comercialización, pero también mejoras significativas a lo ya existente. Somos un país con poca vocación creativa, y no es un asunto genético, sino que la economía está dominada por monopolios, oligopolios y oligopsonios, es decir, pocos compradores, lo cual se traduce en inexistencia de in-


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centivos a la creatividad toda vez que la invención de un mexicano tiene nulas posibilidades de llegar a la industria. Las solicitudes de patentamiento en el país son muy pobres. De 1978 a 2011 fluctuaron entre 1100 y 1065 cada año. En 2012 se presentaron 1289. Sin embargo desde 1976, cuando se emitió la Ley de Invenciones y Marcas, prácticamente no hemos producido incentivos al patentamiento. En 2011 fueron solicitadas 1065 patentes, de las cuales se otorgaron 245. Para 2012 teníamos un total de 16 mil solicitudes acumuladas, de las cuales únicamente el 6 por ciento eran de mexicanos, y de ese porcentaje se rechazó el 75 por ciento. La tasa de rechazo de solicitudes de patente de mexicanos es categórica. La ciencia básica y la cadena de valor no llegan al mercado toda vez que el proceso está plagado de múltiples barreras –de entrada, regulatorias, de mercado y monopólicas— impuestas por los agentes económicos que podrían verse afectados por la innovación en el país.

No existen incentivos a los desarrollos de innovación de universidades, institutos de educación superior y centros públicos de investigación. Tampoco por parte de las empresas privadas. Investigadores independientes aportan su esfuerzo, ahorro y recursos para construir un modelo de invención cuyo problema no es únicamente el financiamiento, sino el mercado. Ante la dificultad de encontrar un caso exitoso, es importante reflexionar respecto a cuáles son las causas estructurales de dicho panorama, y las hemos encontrado en los patrones de desarrollo económico adoptados por el país, tanto en la industrialización sustitutiva de importaciones como en la apertura comercial. Una problemática radica en que la actividad investigadora en México se realiza a partir del impulso de la oferta. La constante estriba en que un profesionista, un experto con conocimientos medios, no puede identificar que un producto ya es del dominio público. La novedad debe tener aplicación industrial, de lo contrario las solicitudes de patentación no prosperan. 231


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La razón es atribuible al solicitante: tiene una enorme aversión al riesgo, a decir cuáles son las reivindicaciones de su propuesta o patente, o en otros casos su producto, proceso o invención simplemente no responde al estado de la técnica porque antes de empezar a diseñarlo no revisó los bancos de patentes del mundo para verificar si era un producto novedoso o patentable.

tencial, no la efectiva, porque a su vez la industria no revela cuál es su demanda efectiva.

En consecuencia, el esfuerzo de la investigación es poco útil, con nulas posibilidades para el reconocimiento y ninguna aportación para la sociedad.

Por más que se afirme que la triple hélice debe ser un modelo virtuoso donde se vinculen universidades, empresas y gobierno, en México no funciona. El empresario no adquiere innovaciones de mexicanos, no confía en ellas, y el investigador no puede introducir el fruto de su trabajo al mercado porque es un mercado de oferta.

A esto le llamo incidencias de fallas del mercado. El Programa Nacional de Innovación establece que la innovación en México está sometida a enormes fallas del mercado. La más importante es el miedo al riesgo, la segunda es la asimetría en la información, es decir, no se dispone de información confiable ni suficiente respecto a cuáles son las cosas susceptibles de patentarse o cuál es la demanda efectiva de la industria. Se trata de un círculo vicioso, pues se conoce la demanda po232

La industria o agente económico que pretende utilizar una investigación o una innovación nacional tiene reticencia a mostrar cuáles son sus carencias de productividad y optan por el secreto industrial. No dan a conocer sus procesos inventivos para no comercializarlos. Es decir oferta y demanda no se hablan.

Hay dos modelos jurídicos que han regido la protección, y aquí cabe una acotación: la protección de la propiedad industrial es un vehículo para comercializar. Nadie va a invertir cinco centavos a una invención que no esté protegida porque pasaría al dominio público. La protección es seccional, es regional. Lo que no se protege en un país se puede utilizar de manera libre en otro donde no es protegido. La vocación nacional es la adaptación del conocimiento disponible de patentes


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de uso libre. Hay 40 millones de patentes de uso libre en México porque no están protegidas. Revisemos algunos datos. En 2012 China superó por primera vez a Estados Unidos en las solicitudes de patente. Según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, China envió 527 mil solicitudes, Estados Unidos 500 mil, Japón 400 mil, Corea del Sur un cifra similar, mientras México poco más de 16 mil. Y no se trata de un problema de regulación, sino de fallas del mercado atávico vinculado a que la vocación no es la generación de conocimiento, sino el aprovechamiento de conocimiento disponible en patentes. Corea del Sur, India, China, México, Filipinas y Japón eran economías cuyos niveles coincidían a finales de los setenta y principios de los ochenta. Hoy la diferencia es abismal. ¿Qué ha pasado? Un problema estructural: el país no optó por un sistema de Learning by Doing. Por principio, adoptamos un modelo de protección a la propiedad industrial basado en el proteccionismo propio de la industrialización sustitutiva de importaciones,

el cual estuvo vigente en hasta 1986, cuando entramos al GATT. Pero la ley del 76, por ejemplo, no la protegía. No eran patentables los farmoquímicos ni agroquímicos porque se consideraban productos comercializables y producibles en el país. La ley sobre protección y patentamiento de farmacéutica y agroquímica de 1991 aplastó la capacidad de imitación del país, mientras India, China y Corea del Sur la conservaron y hoy están patentando. El 38 por ciento de las patentes del mundo provienen de China. Ese país entendió muy bien las ventajas que daban los acuerdos de derechos de protección industrial relacionados con el comercio. El modelo mexicano jurídico sobrerreguló la protección y abatió la capacidad de imitación. Tan es así que los genéricos representan un campo de producción de medicinas bastante rentables, porque la imitación hasta este momento en el país no ha sido posible. Es evidente que ni la industrialización sustitutiva de importa233


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ciones ni el modelo de apertura comercial crearon condiciones de innovación. El modelo de globalización comercial fincado en la competencia de costos provocó que prácticamente toda la producción se fuera a Asia. ¿Qué está pasando en México? Importamos la mayor parte de los bienes de capital, igual que como ocurrió con la industria sustitutiva de importaciones y la apertura comercial. El proteccionismo de México en la industrialización sustitutiva no llegó a comprender los bienes de capital, se quedó en los de consumo e intermedios. Cuando pasamos a la apertura comercial, con una industria mexicana que no estaba preparada para competir, rápidamente fue absorbida, y entonces las importaciones se extendieron a los bienes de capital. La absorción tecnológica es baja porque importa los insumos de capital que requiere nuestra economía, de manera que tampoco se ve en la necesidad de generar innovaciones ni requiere la innovación mexicana porque ese aspecto lo ha sustituido históricamente. 234

La cuestión central es qué vamos a hacer para sustituir importaciones toda vez que México, como muchos países en Iberoamérica, incluyendo Brasil, sufrió una desindustrialización temprana o prematura, provocando una fractura en el encadenamiento de la producción. La manufactura no ha sido el motor del crecimiento económico para el país, sino que se ha filtrado hacia el exterior, particularmente hacia los Estados Unidos. Enfoquemos la industria aeroespacial y automotriz, que son las únicas que están creciendo de manera vigorosa en nuestro país. La aeroespacial al 20 por ciento anual, mientras la industria automotriz en un rango semejante, pero eso no es manufactura mexicana, sino ensamble. Importamos bienes intensivos en tecnología provenientes de Asia, especialmente China, y los ensamblamos aquí para exportarlos como si fueran bienes de capital producidos internamente, cuando en realidad tienen muy poco valor agregado. Es un problema de modelo de oferta, de no aceptar que México podría ser fuerte bajo el modelo de Learning by Using, utilizando las patentes de uso li-


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bre con un solo propósito: sustituir importaciones. Ya no podemos esperar desarrollarnos por la vía del proteccionismo, se tiene que utilizar un modelo mucho más inteligente, como decía Joseph Schumpeter, en la lógica de una construcción destructiva. Si podemos utilizar el conocimiento disponible, ¿por qué no lo hacemos?, finalmente no está prohibido, es una práctica internacional y está reconocida así, pues la protección de la propiedad industrial es territorial, no universal, y el modelo PCT (Patent Cooperation Treaty) que permite que un país de patentes extienda su patentamiento a otro país, únicamente lo hemos empleado en farmacéutica. Prolifera otro fenómeno, el patentamiento tipo Patent Rolls. Consiste en una barrera para que nadie en otro país lo pueda desarrollar. Esto ocurre en la manufactura de electrodomésticos, por ejemplo, a pesar de la apertura comercial a

ultranza. Tendríamos que sustituir importaciones apoyándonos en un modelo de innovación, aplicable en los sectores donde se ubican nuestras fortalezas. Dicha estrategia manufacturera podría centrarse en estimular ramas donde haya incentivos de mercado, donde se tenga evidencia que poseemos condiciones de demanda efectiva y tecnología. No debemos rechazar que la innovación puede ser negocio. Estados Unidos, con la Ley By Roll de 1980, permitió a los investigadores nacionales compartir los dividendos provenientes de la comercialización o del aprovechamiento comercial de las patentes. Desde esa perspectiva podemos trabajar en ramas como la farmacéutica, biotecnológica y la eléctricaelectrónica, especialmente por la posibilidad de sustituir en algunas actividades manufactureras las importaciones provenientes de Asia, especialmente de China.

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Incrustar a México en la Tercera Revolución Industrial Arturo Oropeza

— Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM

En este país cada seis años se abre la ventana o puerta de futuro. Junto con el Plan Nacional de Desarrollo, se ventila un poco el hollín y parece se dará oxigeno a la tarea económica y otras materias, dándole oportunidad al porvenir.

Comenta Jeremy Rifking que cuando publicó su libro “La Tercera Revolución Industrial”, pensó: “¿Cómo es posible que yo le pueda poner a la portada de mi libro, un libro del futuro, del siglo XXI, ‘La Tercera Revolución Industrial’? ¿Quién lo va a leer?”.

Consiste en un tema nada sencillo, el cual ha sido secuestrado en los últimos 30 años, incluso al interior de la propia academia.

No nada más en México la expresión se ha satanizado, también en algunos países occidentales.

Hasta hace poco la política industrial era considerada como un asunto arcaico.

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Quisiera comenzar con una pregunta ontológica: ¿realmente importa la política industrial? Vale la pena recuperar algo del pasado para no volver a cometer errores que puedan entorpecer el futuro. Muchas


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naciones supieron que sí importa, y se convirtieron en exitosas a lo largo de los últimos 250 años. La Revolución Industrial, en cualquiera de las fases que nos encontremos –primera, segunda, tercera, cuarta o quinta, como dice Marx—, es un río proceloso, todavía poderoso que transforma la vida económica de los países. Así lo entendió Inglaterra, la primera hegemonía industrial, que corrió de 1750 a 1900, cuna de los inventos. Esa nación supo entender que éste era un fenómeno de largo aliento y mediante él logró dominar el 30 por ciento del territorio y la economía mundial. Incluso la propia Revolución Industrial hizo nacer la Era del Atlántico, la cual definió el futuro económico de muchas naciones y que irónicamente también lo canceló. Mediante un proceso de innovación e invención, Estados Unidos desplazó de ese liderazgo a Inglaterra y la sustituyó de 1900 a 2010; dominó el mundo económico de su tiempo para actualmente ser desplazado por China. La Era del Atlántico, la era de Inglaterra y de Estados Unidos, el

movimiento del liberalismo, del neoliberalismo, todo esto que abordamos y revisamos constantemente no es una efeméride histórica ni un tema de cultura personal, es para el gestor público, para el responsable de las actividades públicas, para el Police Maker, un tema de obligada necesidad, de toma de conciencia del momento histórico que se vive. Aquellos, insisto, quienes entendieron que la Era del Atlántico se trataba de una etapa dominada por todo un proceso industrial, tuvieron consecuencias exitosas. Los que no lo vieron o no lo hicieron, experimentaron fracasos económicos uno tras otro, echando la culpa al pasado inmediato de los últimos años, a la bolsa de valores, a la crisis hipotecaria, o como hacemos recientemente, pensando que la crisis económica de México habría que ubicarla en el puerto más antiguo de 2008, y que a partir de ahí podemos encontrar explicaciones de por qué el país no va bien. Hoy estamos en la Era del Pacífico, producto también de la Revolución Industrial, y es por esta transformación infinita de bienes, 237


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que no tiene reposo, que Asia, el Pacifico y China se han convertido en la fábrica del mundo, ocupando hoy el primer lugar dentro de esta gran evolución, aunque apuntalados en parte por apoderarse de la expropiación tecnológica, la piratería y la informalidad. Parece entonces que la Revolución Industrial sí importa, y el tomador de decisiones público o privado debiese entender que como país seguimos inmersos en ese gran flujo de movimiento y transformación, que si hacemos o dejamos de hacer está influido por ese sector, esa corriente que genera la verdadera riqueza y se da en el mundo económico global. En este sentido tendríamos que hacer una segunda pregunta: ¿durante el periodo de la Primera y Segunda Revolución Industrial, de la Era del Atlántico y ahora la Era del Pacífico, México ha tenido interés o ha participado de manera directa y activa dentro de esa gran transformación tecnológica, industrial y manufacturera? La respuesta es no. Pareciera entonces que hay razones más poderosas del por qué no hemos podido lograr un desarrollo sustentable. 238

Del año 1750 al día de hoy, apenas existe un pequeño flujo, un pequeño espasmo de una quinta parte de ese periodo en el que México por primera vez decidió ser parte de ese movimiento dentro de la Segunda Revolución Industrial. En la Primera era imposible que participara, y lo entendemos. De 1750 a 1810 no existía el país y estábamos ocupados en otro tipo de asuntos con la Corona Española. De 1810 a 1900 tenía la preocupación de estabilizarse y lograr una primera institucionalización, por lo que no poseía la calma para asomarse a la ventana donde se estaba generando el desarrollo económico de los países. Sin embargo, a principios del siglo XX, cuando después de su primera revolución social México se institucionaliza, cuando un poco más tranquilo a partir de 1920 empieza a ver cómo puede enfrentar su futuro y sacar adelante su responsabilidad, se da cuenta que sí, que existe un movimiento industrial de naciones del que se habían apoderado algunos y que si se quería tener futuro y desarrollo económico tendría que acceder a él.


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Entonces México lo intenta, y lo hace por primera vez con una población muy exigua, compuesta en 95 por ciento por analfabetas y ausencia de empresarios. En 1925 el sector empresarial era verdaderamente ínfimo. Resultaba una tarea mucho más difícil de la que tendríamos que emprender hoy. No existía la materia prima requerida para lanzarlo, y aún así se insertó en el periodo de sustitución de importaciones, aprovechando la coyuntura de entreguerras, al igual que otra serie de naciones las cuales decidieron tomar la oportunidad que se generó por el desastre que produjeron la Primera y Segunda Guerra Mundial en las naciones industrializadas. En el periodo de 1930 a 1980, México se inserta tarde a la Segunda Revolución Industrial y durante 50 años vive su primera experiencia de sentirse, de tratar de ser un país en vías de industrialización. Errores desde luego, comentados y reconocidos, libros muchos, bibliografías todas. Sin embargo, en 1983, de manera inexplicable, con total ausencia de consideración del momento histórico que se vivía, se decide sacar al país de la Segunda Revolución Industrial, separarlo de esa corriente trans-

formadora del mundo, asumiendo que no importa la política industrial, que un país puede crecer sin ella y tener futuro sin que ésta sea tema de su política pública: “La mejor política industrial es la que no existe”. Y bajo ese epitafio vivimos los últimos 30 años, tratando de encontrar un resultado que no hemos podido construir en la medida en que nos ausentamos. ¿Por qué tomamos esa decisión tan delicada y grave que nos trae arrastrando los últimos 30 años en busca de ese futuro económico que merecemos o creemos merecer? Arriesgaría cuatro hipótesis y, para hacer un comentario que intenta ser justo, México no fue el único país que en ese momento decide salirse de la política industrial. Como parte de una moda, México, al igual que muchas naciones occidentales, toma la resolución de anular, cancelar o disminuir sus políticas industriales. Y estas cuatro hipótesis no intentan en modo alguno ser una visión exhaustiva del tema, pero sí aproximaciones que nos den un principio de interpretación de éstas sinrazones en que hemos mantenido el desarrollo económico nacional, y la primera de ellas es el cambio de modelo económico. 239


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De economía de postguerra, la mayoría de los países occidentales pasan a modelos de economía mixta, donde se consideraba que la convivencia del Estado con el mercado tenía sentido, donde se aceptaba que el mercado no era perfecto, que era un mecanismo ciego que requería una intervención responsable, de acompañamiento estatal. Durante esos 30 años, el periodo de postguerra generó sus mejores índices para ese mundo occidental en el cual se pudo convivir, se pudieron desarrollar un gran número de países, México entre ellos. En ese mundo bretoniano existía un compromiso con la política social, la cual en sus diferentes facetas y visiones fue parte de ese modelo, desde un sistema de mayor compromiso con los gobernados como el de los europeos, hasta un compromiso social importante como en México y algunos países latinoamericanos. Desde luego, había un respeto y manejo del capitalismo de mercado, y existía de manera prioritaria una política industrial. Con los problemas económicos de 1982 se decide cambiar el modelo y pasamos a un modelo neoliberal ortodoxo, que lo primero 240

que hace es desplazar la participación del Estado, al que enfoca como uno de los impedimentos principales para poder resolver la problemática de los años 80. Entonces se deja el futuro, en este caso de México, a la decisión de los mercados. De forma importante se renuncia también al compromiso social, y si bien no dentro de la política interna de los países, sí se acepta su retiro mediante la sobreexplotación de la mano de obra y la precarización del trabajo en países principalmente de Asia, al tiempo que se cancelan también en automático las políticas industriales. ¿Cuál fue el resultado de ésta decisión que tomó Occidente y con él, México? Lo conocemos todos. Hoy vemos la gran crisis de Europa, que no puede lograr un desarrollo sustentable, e incluso parece vivir un periodo de recesión, el cual no es nuevo; los últimos 20 años la región ha luchado por salir de ese famoso crecimiento promedio del 2 por ciento anual, y que actualmente ha sido todavía inferior. Tenemos además la gran crisis de Estados Unidos y la crisis japonesa, que también tiene 20


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años de estarse incrementando, pues el país nipón no crece o lo hace al 0.8 por ciento anual. Por otro lado vemos los modelos postneoliberales en sus vecinos de Asia, que los últimos 10, 20 y 30 años presentan crecimientos sostenidos del 10, 8 y 6 por ciento. En el caso de México, crecimos al 6 por ciento durante casi 50 años, lo cual no es para despreciar o cancelar como experiencia, y de 1982 a la fecha hemos crecido entre un 2 y 2.2 por ciento; la diferencia también es importante. Una segunda hipótesis es una interpretación del momento histórico que se vivía. En 1973 apareció un libro muy importante de Daniel Bell, “El Advenimiento de la Nueva Sociedad Post Industrial”, un bestseller adquirido por todas las sociedades occidentales, y en el entusiasmo por lo tecnológico y antipatía por la manufactura, se creyó que las naciones industriales tenían que dejar de serlo, que debían entrar a procesos de desindustrialización porque ya vivíamos en el reino de los servicios, destinados a ser parte de esta nueva moda, donde los servicios de tecnología y alta tecnología serían el signo de los países exitosos y desarrollados.

Sin obviar que en el fondo esta tesis podría ser controvertida, en el momento en el que se presentó y las acciones que se tomaron tuvieron consecuencias delicadas. Creyeron que así como vimos a millones de campesinos pasar a las plantas fabriles, cómo millones de personas se convirtieron en obreros sin ningún problema, pensaron que de igual forma podrían integrarse fácilmente a los millones de negocios de la economía del conocimiento, lo cual no ha sido posible porque se requiere cubrir, como todos lo sabemos, una serie de requisitos de educación y porque además la productividad es enemiga del empleo, lo disminuye. De 1990 a 2010 la manufactura mundial ha crecido 150 por ciento, contra los pronósticos de Daniel Bell, y el empleo manufacturero también ha continuado desarrollándose en el mundo, claro, no con la misma dinámica de los 70 u 80, pero sigue subiendo, sólo que actualmente el 86 por ciento de ese empleo está acaparado por la naciones en desarrollo, principalmente asiáticas, por China e India. Hubo quien creyó que era necesario desindustrializarse, que la manufactura no im241


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portaba, e incluso hubo alguien que dijo: “Importa mucho para mi futuro y mi crecimiento”. Una tercera hipótesis, relacionada con la segunda, es que este proceso de desindustrialización fue adoptado por personas como Margaret Tatcher, Ronald Reagan, William Clinton y muchos otros dirigentes políticos quienes en verdad creyeron que era un movimiento al cual había que sumar políticas públicas a fin de acelerarlo. Y así como en 1973 aparece el libro de Bell, en 1979 Deng Xiaoping sale al mercado global a ofertar 900 millones de obreros. Occidente no pudo resistir. La posibilidad de ir a precarizar y explotar a los trabajadores asiáticos se tomó como oferta de verano y aceleró la desindustrialización de estos países. Con la gran idea de pagar a 30 ó 20 centavos de dólar la hora y sin prestaciones sociales, rompiendo todo el compromiso bretoniano –el Estado de bienestar—, occidente junto con el basamento teórico tomó el camino de la radicalización de los modelos económicos para regresar a principios del siglo XX, finales del XIX, en un traspaso de inversiones y tecnología por los 242

cuales se recibían bienes y plusvalía social. El resultado de este juego de oriente contra occidente, también ya todos lo sabemos, incluyendo Asia, que concentra hoy el 70 por ciento de valor agregado manufacturero del mundo; China posee el 30 por ciento y desde 2010 ocupa el primer lugar como país manufacturero. En contraste, durante los últimos 20 años América Latina ha perdido el 20 por ciento del valor manufacturero que tenía. Desde el siglo XVII el factor industrial es el que ha determinando las hegemonías mundiales, y ya es inminente, salvo en el tema del petróleo, el desplazamiento de Estados Unidos por China. La cuarta hipótesis sí es local y está muy en la línea de los efectos negativos del aterrizaje del periodo de sustitución de importaciones, la forma tan torpe en cómo se terminó con 50 años de un gran éxito económico. Y creo que no está a debate, todos coincidimos en que el modelo de economía mixta efectivamente tuvo graves errores financieros de deuda, de déficit que no debieron haber ocurrido y generaron la gran crisis del 82–83, sí, un gran


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problema económico y un gran problema financiero. Sin embargo aquí el problema no está en los números, la visión economicista o el corte de caja que se hizo para resolver el tema. Si se hubiera entendido la trascendencia histórica y lo que la Revolución Industrial representa para los países en cuanto a su avance tecnológico, industrial y manufacturero, el asunto financiero se hubiera resuelto como tenía que hacerse, tal vez sustituyendo, mejorando y reorientando todo el proceso que México había iniciado durante la Segunda Revolución Industrial. Pero no fue así, se optó por la solución simplista de retirar a México de ese flujo y aislarlo, para participar nuevamente en la economía mundial bajo un esquema de sujeción, dejando el asunto de la cultura industrial a otros países. El resultado también ha sido catastrófico, y no por el empleo que no se generó ni las compañías que cerraron, tampoco porque el 80 por ciento de las empresas nacionales desaparecieron, lo más grave que nos sucedió es que acabamos con una cultura de la transformación y convertimos a un gobierno responsable

en un gobierno irresponsable con el futuro industrial y tecnológico del país. Pasamos de tener empresarios transformadores a empresarios especuladores, y a los profesionistas con habilidades para el desarrollo y la innovación se les canceló esas habilidades. Finalmente la Revolución Industrial es cultura. Y la academia, de ser un motor importante de mejora continua en la industria, con nuevas líneas de investigación constante y publicación de libros, de pronto se encontró con que desapareció en sus aulas, recitos y centros de discusión el tema de Política Industrial. ¿Qué sigue? Las hipótesis sobre las cuales se decidió optar por la desindustrialización fallaron, por lo tanto la política industrial está de vuelta. Es una lástima que se haya ido, nunca debió ocurrir. Y hoy existe una presión doble para que suceda. Por un lado los números que no nos acaban de cuadrar y el aliciente de que en la reunión de México Próspero por primera vez el sector público reconoció que el periodo de 1930 a 1982 es muy superior en todos los niveles en los que se le compare respecto al 243


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periodo del 82 al día de hoy. Esto es un incentivo importantísimo para un principio de cambio. Por otro lado, en occidente se habla ya de Política Industrial. Como buenos seguidores que hemos sido, parece que hoy que Francia la ha reiniciado, que Estados Unidos –en realidad nunca lo dejó— la está relanzando y que Inglaterra posee fondos para sus empresas nacionales, México tal vez decida que es hora de resolver un error histórico de consecuencias muy delicadas para el país. Tenemos enfrente la gran oportunidad de que en un mundo postcarbónico como dice Rifkin, y postneoliberal como lo demuestran los países exitosos –los BRICS, por ejemplo—, México

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trabaje y encuentre su propia ecuación de desarrollo y éxito. Lo único que tendríamos que cuidar es no pasar de la negación a la simulación de Política Industrial; sería un error histórico incurrir en ello. La Política Industrial es un gran todo compuesto de muchas piezas en las cuales tenemos que trabajar y profundizar. Tenemos que aspirar hacerla sistémica e integral, de lo contrario no será verdadera. Creo que inventar partes “de” y ponerlas “como”, no será una solución suficiente ni positiva. Puede tratarse de un impulso real del que tenemos que partir, pero debe llegar el momento, y cuanto antes mejor, de dirigirnos hacia una Política Industrial Sistémica.


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PARA LA COMPETITIVIDAD EN

MÉXICO

“CONSTRUCCIÓN

DE UNA

POLÍTICA INDUSTRIAL”

Instituto para el Desarrrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C.

COMISIÓN DE COMPETITIVIDAD


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