Revista PARALELO 31 Numero 19

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Número 19 13 de Diciembre 2013

DANGELO 24 Dos fechas en una Las últimas dos fechas en fotos. DANGELO

MATCH RACE

Se consolida la clase

El verano será el escenario de la primer competencia de Match Race




P.H.R.F. en fotos 16 de Noviembre 2013



“La Náutica fue un amor a primeros vientos” Fue allí en el que era el Club Regatas Carlos Paz, por el año 1998, que un día hace muchos años fui a ver un tío que me contaba que estaba aprendiendo a navegar en velero... esa embarcación que siempre miraba desde la costa del lago, pero que hasta el momento no había llamado mi atención, es más suponía una actividad fuera de mi alcance. Pero ese día me invitaron a navegar y desde que zarpe de ese muelle a bordo de un pampero denominado “Achernar”, timoneado por Mario Aldao, un hombre que me transmitía su serenidad y paciencia los días de calma y que me enseñaba a saltar de un lado a otro cuando el viento escoraba el pamperito, y no pude nunca mas desembarcar. Digamos que fue un amor a primeros vientos, con sabor a libertad y música de agua.

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Me sume entonces al grupo de futuros timoneles del curso de la UNC dirigido en aquel entonces por “el Chueco” Alonso, para mí, el maestro de la navegación, no solo me enseño su pasión por la náutica si no también el respeto por el agua, junto a todo el equipo de timoneles, algunos con la que todavía comparto las aguas del San Roque como Tucho, quien siempre tiene una canción para brindar, Cristian Pautassi, Andrés Lanfranco, Francisco Chevallier que hoy navega por Europa, y tantos otros. De todos robe algo de su pasión por esta actividad tan linda y entendí que debía seguir transmitiendo eso que me daba tanta felicidad, por eso al año siguiente me sume al plantel de instructores del mismo curso. Eran muchos alumnos los que ingresaban cada año y algunos menos los que terminaban, siempre pensaba lo mismo, hay que esperar hasta que pase el mes de julio, porque al que le prendió el gustito por la vela no hay frío que lo deje en casa, y así es, todos los que tenemos ese gusto por la navegación nos encontramos embarcados todo el año. Por esa necesidad de sentir el viento, el agua, ser uno solo con el ambiente y todo a través de un velero que se transforma en una extensión de nuestro cuerpo y nuestros deseos y cobra vida con cada racha. Recuerdo un día, una regata de verano, previa a la largada, la cancha estaba lista, los barcos en el agua, las tripulaciones ansiosas y… ni una gota de viento, calor, mucho calor, y las velas caídas. Esperamos durante un buen rato y nada, hasta que en un


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momento se veía marcada en el agua la racha que entraba de la garganta, para que decir en el instante que ingreso y toco las velas, fue como si hubieran abierto la tranquera del corral de una tropilla salvaje, allá fuimos todos a navegar, los veleros se veían como caballos desbocados que necesitaban primero retozar un poco, para poder después volver a concentrarse en la largada. Siempre con esa hermosa sensación de libertad que nos da la conjunción de vela, viento y agua.

Aquel primer año de aprendizaje me llevo también a probar el gusto por la regata. Llego un día al muelle un barco impecable, reluciente, brillante de blanco y de el, se bajo un caballero, que buscaba tripulación para una regata de dobles,… preguntaron quién quería acompañarlo y así fue que embarque, con lo poco que sabía, un poco menos que ahora, pero había que probar esa nueva experiencia de pasar del barco escuela y estable, a la velocidad del Dangelo 24, el Clemente, timoneado por Rene Hulmer con quien logramos ese día el 1º puesto, y muchas otras regatas compartidas. Lo lindo de las regatas, más allá de poder adquirir experiencia es encontrarse con gente que no mezquina conocimiento y en varias oportunidades tuve la suerte de ser tripulante de Daniel Distefano, que como siempre dicen, nos tiene tan acostumbrados a sus primeros puestos. Fueron varios años de instrucción, varios cruces a Colonia, travesías a otros puntos de Uruguay, como aquel hermoso viaje que realizamos a Piriapolis a bordo del Ate que Fin, ver desde el velero por primera vez el mar azul de día y las maravillosas y enigmáticas noctilucas de noche. Siempre grupos hermosos de personas y amigos que perduran hasta el día de hoy. Nocturnas que surgían de forma espontanea, inspiradas por las noches de luna llena. Pero un día, dictando el curso en el Yacoana, la náutica trajo a mi muelle a alguien tan especial que se convirtió en mi compañero de travesías. Ese día vino por tierra y nos fuimos juntos por agua. Marcelo, que lleva en su interior ese mismo amor por los veleros, la necesidad de contagiar y empapar al resto de su pasión. Con el no solo disfrutamos de navegar, y dar instrucción, si no también después de muchos años he vuelto a subir a un pampero a su lado, en este caso el Malvinas, para participar de las regatas de clase. Pero creo que la mejor aventura que nos ha dado a los dos la náutica es poder incluir a nuestra hija, en este hermoso deporte. Amparo, yo creo que nació siendo grumete, a los meses de vida se convirtió en la tripulante más pequeña del Nahuel. Y a su mascota, nuestro perro, le puso de nombre... Timón. Gracias por este espacio a paralelo treintayuno, y solo quiero invitarlos a todos aquellos que tengan una pizca de curiosidad de saber de que se trata la navegación a vela, que se acerquen, no es difícil y es hermoso…. Gabriela Eynard.


“Me cambió la vida por completo” Tengo 36 años y navegué en velero por primera vez en el año 2006, recibí la invitación de Celeste, una amiga, a quien le estaré siempre agradecido por abrir esta puerta en mi vida, ella colaboraba en ese entonces en la escuela náutica del club Yacoana. Sin intención de ser romántico ni mucho menos, lo mío con la náutica fue amor a primera vista, no exagero si les digo que me cambio la vida por completo. Desde aquella tarde de sábado de verano no he dejado de navegar en estos años, no me resulto fácil, me costó aprender pero la pasión fue siempre más grande, he tenido y he buscado la oportunidad de subirme a todo tipo de barcos, grandes, chicos, de orza, con dos palos, bien equipados, menos equipados, más viejos, mas nuevos, de madera, también algún oceánico y la verdad es que todos me resultaron lindos y a todos los disfute, tuve la suerte de navegar en paisajes tan bellos como el de nuestro lago, o en ese estuario inmenso que es el Río de la Plata, algunas veces en condiciones difíciles y muchas otras más amenas, con niebla, con bajantes, con frio, con rachas de 40 nudos, navegue en ese paraíso que son las aguas de Brasil y también como a todos los que navegan alguna vez, me pico el bicho de las regatas, al principio con poca suerte, pero de a poco y de la mano de esas personas tan especiales que son mi gran capitán Jorge Canovas y su señora Ana María y de la mano del H20 Nahuel, los resultados empezaron a llegar. En definitiva de todos esos barcos y esas experiencias he aprendido mucho, pero de quien más he aprendido navegando, sin dudas, es de mí. No sé si para todos será igual pero en mi caso, ha sido una experiencia de vida que me ha enseñado mucho más que saber llevar más o menos un barco. Cuando comencé el curso de timonel en la escuela náutica Yacoana, ex escuela Náutica del Club Regatas para aquellos susceptibles, me parecía a un barco sin rumbo, no hay viento favorable si no se sabe a qué puerto se quiere llegar leí alguna vez por ahí. Encontré en la náutica una actividad deportiva y lúdica pero también social en la que conocí mucha gente y de todo tipo, pero con una experiencia en común, los barcos, el viento, los nudos, el compás, la carta náutica y porque no? el asadito, llegas el sábado al club, dejas la bolsita de problemas en tu casa y no la volves abrir hasta el lunes, y ese lunes seguro la bolsita parece más chica. En la escuela me encontré con un grupo humano de instructores,

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colaboradores y compañeros muy cálido dispuestos a dar sin pedir mucho a cambio, la pasión de enseñar y cooperar, es otra de las virtudes que tiene la náutica y que hoy experimento los fines de semana aunque sea aportando un granito de arena, colaborando de alguna manera en la escuela, me gratifica pensar que puedo aportarle algo a alguien y que algo de mi experiencia le puede ser útil un día, mucho de ese entusiasmo se lo debo a personas a las cuales les voy a estar muy agradecido siempre por haber sabido transmitirme la pasión de esta actividad en condiciones de baja temperatura, en nocturnas de calma interminable, en días de vientos fuertes, soportando el feo guardapleo de las velas y el uso inexperto del timón de su propio barco a manos de un alumno. La palabra camaradería que tan náutica suena, cobra real sentido cuando se está en el agua. Mi agradecimiento es eterno para esas personas que me confiaron el timón de su barco alguna vez, a Sergio Schraiman (o como quiera que se escriba) la esencia de lo que esto significa para mí, se lo debo a ese tipo de buen humor constante, de cuidado extremo del barco y de predisposición permanente al asado y a pasarla bien. Aprendí a amar el viento en la cara, el ruido del agua y el reflejo de la luna de un tal Tucho, viejo bohemio y soñador que en un “a vira viro” te recibe en su barco por primera vez, esas pequeñas tradiciones que condimentan. Cuando dije que no exageraba al decir que me cabio la vida es porque la que fuera mi instructora en mi aprendizaje, hoy es mi mujer, Gabriela, el amor de mi vida y la madre de la personita que más amo que es mí hija y con quienes comparto esta pasión. Creo que hay cosas en la vida que hay que hacer antes de partir y navegar a vela es una de ellas. Luego sabrá cada uno cual es el viento que mejor le sienta. Gracias desde ya a Hugo de Paralelo Treinta y uno por invitarme a escribir. Te dejo un abrazo y buenos vientos para vos que tanto amor y esfuerzo le dedicas a las velas y al viento. Dice un refrán marinero, “ A la mar me voy, mis hechos dirán quien soy” a todos aquellos que sienten que no hay más camino que el que se ve, sepan que el mar se puede navegar, solo hay que subirse a un barco. Marcelo Garay (El Negro)


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El verano será el escenario perfecto para el desarrollo del primer campeonato de MATCH RACE en el Lago San Roque. La Flota Córdoba de J24 organiza junto a Paralelo 31 el campeonato de match race en los meses de enero y febrero con miras al Campeonato del

Centro de la República Tendrá su sede en la playa de Zebra Beach en Costa Azul de Villa Carlos Paz y se disputará los fines de semana del 18 y 25 de enero y 8 y 15 de febrero. Las tripulaciones competirán los días sábados y domingos mediante un sistema de doble eliminación.

A las tripulaciones ya armadas que habitualmente corren en el ranking cordobés se le sumaron tripulaciones femeninas, que competirán entre ellas, preparándose también para la Regata del día de la Mujer en Marzo de 2014. El día anterior a la primer fecha de Match, se desarrollará una

clínica abierta a todos los tripulantes que quieran acercarse a conocer un poco más de esta disciplina, solo hay que anotarse en Paralelo 31. Los esperamos a todos en las playa de ZEBRA BEACH para disfrutar de lo que será un espectáculo de náutica como pocas veces se ha visto.



Foto de la semana


P.H.R.F. en fotos 7 de Noviembre 2013



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