Manual de instrucciones

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Preámbulo a las instrucciones para quitar un Brasiere

Instrucciones para quitar un Brasiere

Cuando te haces de tu primer brasiere y de la tarea de quitarlo, si eres hombre claro está; descubres una suerte de Houdini que no aparece en los libros de biología, ni en la Enciclopaedia Británica. No solo es importante mencionar que dichos artilugios no traen instrucciones, ni siquiera en el paquete original, si es que alguna vez llegas a verlo, ni te lo explican en los cursos de sexualidad y salud reproductiva que te dan en secundaria. Esa pequeña extensión de la fisonomía femenina, cual trampa china para dedos, te atrapa en sueños, anudándote las manos; desglosando en tu cabeza una a una, las estrategias a tomar en el próximo asalto. Así el brasiere trabaja tu mente pensando en como eludirte, en confundirte en su encaje y abrazarte en sus ballenas, así te ahoga y te inspira a volver mañana, a probar tu astucia a quitarlo del panorama. Pero el brasiere sigue allí, obsesionado contigo y tus manos frías, te piensa y te evade, juega contigo en su afán de perderte; de pasar la noche con él después del fracaso, o invitarte a que lo veas sobre la mesa de noche, cuando no se aleja por tus manos, cuando es ella quien lo aparta de tu mirada. Irónicamente el brasiere no es omnipresente; pero, en la cómoda, allí junto a prendas de rango diverso, en el segundo cajón, sobre medias y ligueros, está él, y su ejército, presto día a día a enfrentarse a tus sueños de cornos de abundancia.

El fruto prohibido no es tan difícil de alcanzar, tome valor. Relaje los dedos, extienda las manos, no olvide el contacto visual, con la otra persona, el brasiere no tiene ojos, creo; una vez ahí, respire. Deslice las manos por la espalda (no la suya, esto entorpecería aún más el proceso), pálpelo, como buscando el ojo de la cerradura en la oscuridad, si se siente perdido y se marea tras la búsqueda, deje las nauseas de lado y hágase la siguiente pregunta: ¿no se abrirá por el frente? Déjese volar, nadie se ha desmayado aún quitando una prenda intima que no fuera la de una momia, y tal vez sea solo un devaneo. ¿Será el brasiere una extensión de la caja de Pandora? ¿Saldrán por ella los demonios que rondan deseos? Una vez los dedos fijos en los broches, hálelos el uno contra el otro, después de un leve forcejeo cederán, descubriendo así el fruto de su esfuerzo, ahora asegúrese de que el personal de seguridad de la tienda de lencería piense amablemente que usted es un practicante y, para no hacer el ridículo en la acometida real, procure leer las instrucciones para disfrutar del fruto de sus esfuerzos en nuestra próxima edición. Nota del editor: la próxima edición no contará con un preámbulo adjunto para mayores referencias recurra a un libro de biología, la Enciclopaedia Británica y/o cursos de sexualidad y salud reproductiva.


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