Hello?! Ring, ring. Hello. Buenos días. Buenos días. Buscaba a mister Pollux. El habla, con quién tengo el gusto. Monsieur Paris. Paris, ah sí, lo recuerdo el experto en fantasmas. Sucesos paranormales si no le molesta. Ah sí, claro, disculpe; dígame a que se debe su llamada. Al exorcismo llevado acabo la semana pasada, usted sabe, todo ese asunto que nos quedo pendiente. Bueno quizá necesite que me aclare un poco la memoria, toda esa paranormalia que maneja usted me dejo un poco atolondrado. Empiezo desde el principio entonces. Si fuera tan amable. La noche del lunes anterior, después de recibir aquel llamado urgente, me dirigí a la mansión Pollux. Un día de trabajo común. En efecto era lo que me suponía. Un exorcismo. Mrs. Pollux había sufrido un sincope, al ver un alma en pena cruzar por el salón de baile. Luego de su baño de las tres de la mañana, se encontró con un exceso de ectoplasma. Más fácil. Un fantasma. El sincope se habría producido cuando el ecto... el fantasma, intentó posesionarse de su cuerpo. Mas como el ángel de su guarda pegase un brinco para tomarlo por la cabellera, éste se asió al corazón provocando el estertor y el desvanecimiento. Tras el jaleo entre el másallende y el celestial, la terrenal mordió el polvo. Por poco. Tanta conmoción había despertado al mayordomo. El que gracias a su muy bien asumida necrofilia. Corrió en auxilio. De su alma. Y para suerte de la difunta el nuevo jadeojaleo, unció de RCP (resucitación cardiopulmonar) y le devolvió las vidas, pues como no hubiese espacio en la cabeza de una mujer con tan pocas luces –era de noche, se alojó en la sección tres cuadrante alpha del ventrículo izquierdo, un poco a la derecha y por debajo del soplo –cardíaco. Y al venir en sí las dos almas, una por cada ojo, vieron con asombro que con sus cincuenta y cinco años, el mayordomo ya había venido dos veces. Es decir había vuelto de su dormitorio luego de mudarse las ropas de dormir. En el ínterin el ama de llaves, a quién le parecían todas estas cosas infames y depravadas, había hecho una pausa en auto complacerse para llamar a la policía y, llegando a patear al Clímax, dio un grito. No ella, el Clímax, el gato Cheshire de la familia Pollux, que acostumbraba dormirse sobre la mesita del teléfono. Tras el mentado clímax estaba mi nombre. La tarjeta de presentación que alguna vez le dejara a la señora Pollux, en una de mis tantas visitas
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“intelectuales”. Entonces ocurrió la llamada. “Monsieur Paris, le hablo de la mansión Pollux... blah, blah, fantasma... blah, blah, muerte... blah, blah, doble posesión... blah, corrección, posesión agravada... blah, jaleo... blah, jadeo... blah, clímax, ring, ring riiiiiiinnnnnggg”. Cogí lo más pronto que pude mis llaves y a mi mujer. Le dije lo sucedido. Y por coger tan pronto el automóvil, casi choco contra el pórtico. Entre tanto el ama de llaves interrogaba al mayordomo sobre su capacidad de venir tan rápido. De estas situaciones tan delicadas y de porque no se había venido con ella, antes de la posesión –la de gravedad para informarle lo sucedido y acudir a la policía. A lo que el mayordomo respondió, que habiendo llegado el amo casi al mismo tiempo que él lo hacía. Era mejor que ellos mismos atendieran, eso de poseer, de posesos y de cualquier otro problema que a la servidumbre no incumbe. Para entonces llegué a la mansión Pollux. Le ayuda eso un poco Mister Pollux. Creo que todo se pone más translúcido; pero ande, continúe con el relato si no le molesta. Continúo. Corrí hacía el salón baile, donde yacía el cuerpo intacto, tal cual había sido poseída, aún húmeda. Con la toalla envuelta en el cabello y la bata de baño hecha jirones. Tras la repentina llegada y consiguiente espectáculo, Mister Pollux, se hallaba fuera de sí. Mientras yo trataba de devolver a la voluntad a su señora. Se abrieron los ojos y empezó un alarido estereofónico. Al mismo son la mujer que creía estar sonámbula y el fantasma que creía haber sido violado. La explicación típica: ring, ring, fantasma, blah, blah, señora, blah, blah, mayordomo, blah, clímax, blah, ama de llaves, blah, Clímax, grito, por eso ring, ring, rum, rum, iiiii, alarido estereofónico. Lo afortunado en esta ocasión es que el fantasma dándose cuenta de su posición accedió al exorcismo. El ritual fue corto pero ameno. Y finalmente logre desdoblar a la señora Pollux, luego de poseerla.... err... de poseída. En fin que aquello fue lo acontecido. Entonces como lo veo Monsieur Paris, supongo que el pendiente del cual me habla serán sus honorarios, de cuanto estaríamos hablando. No, no, eso ya lo arregle con su señora. ¿Ah sí?. Sí, el problema es en cuanto al depósito del fantasma. Ah, eso requiere manutención. No, no, verá usted durante un exorcismo lo que sucede con el fantasma es una especie de transferencia, donde el alma de éste deja el cuerpo de la víctima y pasa al mío, en donde
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encuentra la armonía necesaria para descansar en perfecta convivencia con mi propia alma. Bueno y ¿en qué me incumbe eso a mí? Verá algunos fantasmas tienen alguna complicación en su periodo de adaptación, gritan, discuten, no me dejan dormir, usted entiende. Pues bueno no acabo de entenderle ¿yo como podría ayudarlo? ¿Podría usted, dejar de decir hello, cada vez que llaman a la puerta o suena el teléfono?
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