Titular motaza
Corresponsal Bolivia: Moking.
Una vez recuperado de mi último titular y con una –no tan tristemención literaria, parecía que las buenas noticias me buscaban y yo no alcanzaba a estirar las manos, siempre tarde –muy ejerciendo mi derecho a la ciudadanía Boliviana-, para lograr una exclusiva o al menos una fotografía decente. El periodismo es una fría competencia y los periodistas afiliados, unos lobos muy dispuestos a justificar sus salarios. Por ese entonces otro “colega”, me hacía las veces de Némesis y las pillaba todas, por lo que parecía que mis contactos no bastaban o necesitaban más ayuda que de costumbre. Para botón, se limpiaron –disculparán la jerga policial, asesinaron debiera decir- al mejor amigo de un amigo, a dos cuadras de mi domicilio, en una de mis noches de sano esparcimiento -¿sabrán las mujeres que con esto me gano la vida? En fin-, una vendetta familiar con ínfulas Corleonescas, dos hermanos, un primo y el mejor amigo del hermano mayor, un puñal, puños y patadas a discreción. Tras la pesquisa, nada, la familia no hablaba con la prensa, menos con un rojo, como me empezaban a conocer en el medio; pero, el
colega lo obtenía todo, exclusivas, fotos familiares, entrevistas con la viuda, todo; y a mi me tiraban las narices a portonzazos coloniales. No se por qué –aun barrunta mi mente-, no recurrí al amigo para acercarme a la familia, un poco de disimulo no me habría hecho ascos hasta hace unos pocos meses; pero como conociera el hierro, le tomé más respeto a los muertos por ferretería y; como con los amigos siempre he tenido corazón de pollo, lo más que hice fue darle el pésame. Vaya con un rojo escrupuloso. El escándalo duró poco –una familia humilde no puede pagar escándalos grandes-, pero hasta entonces sus buenos pesos ya se habían hecho sentir. Poco después vi un titular suyo que era para día de inocentes:
Estudiante beniano pierde trifulca y corre casa por el revolver... gana dos a cero Sí, era amarillista, era rojo, era la bandera de España con una fotografía maravillosa por escudo. Lo del dos a cero, es un recuerdo personal de esa edición, un notición igual de sensacionalista simplemente porque tenía que ver con la selección nacional y noticias de esas no aparecen muy a menudo. De día
de inocentes, sí, porque era para no creer, el homicida en cuestión alquilaba un departamento para estudiantes, en un edificio céntrico; que resultó ser la casa de uno de mis amigos más intimo –como de intima era la ironía-, el colega me llevaba dos horas de ventaja –es que andaba de... era viernes- ya tenía las fotos, la entrevista con doña Vicky
–la mamá del amigo- y la policía ya había
acordonado el depto, ningún tabloide compraría una noticia con dos horas de senectud. Menos si ya llevaban imprimiendo una bandera Española. Era el acabose. Con todo creo que durante un par de semanas lo más rojo que cubrí fue un auto asalto a las oficinas de PODEMOS, que como siempre culpaban al oficialismo, por todos los males del burgo, que la constituyente, que el gas, que las lluvias, y es que por esos días descubrí que según el partido rojo –que de
rojo no tiene nada- el gobierno tenía una oficina encargada del clima, que, por un lado o te secaba los cultivos o te inundaba la madre, sino a lluvias; con cocaleros; pero lo hacía. Casi intento vender esa noticia y aunque se que en Unitel la hubiesen comprado, creí que más valía conservar la cordura, al menos un tiempo más. Después de todo o después de nada debiera decir, seguía en los mismos tumbos, y como buen cristiano me puse a sacramentar vinos y a libar en nombre de Sn. Judas Tadeo, para ver si me salía una... y nada.
Así que decidí tomar la justicia por las manos y como es ciega la pobre conducirla a un sitio donde bien o mal pudiese ser yo quién contara la historia. Recurrí a la vigilia, es decir me auto proclamé vigilante, y en lugar de garrote, tomé un reportera digital -que bien escondía en la manga- y en lugar de linterna una cámara nueva –puesto que la anterior ya había hecho historia-, y al principio hice lo que mejor que puede hacer un desidioso, esperé. Sentado, acostado, de cabeza –a veces hacía yoga- por una llamada que nunca llego, perdí un matrimonio, varias fiestas y viernes de soltero para nada, así que empecé a salir y a ver si tenía la suerte de los reporteros de Notivisión, es decir, encontrar alguien que bien se dejase asaltar bajo una luz decente como para transmitirlo en vivo y dejar que el delincuente huyera, para luego proceder a la entrevista y preguntarle: ¿Cómo se siente después de haber sido asaltado?
¿Qué piensa del trabajo de la prefectura y la policía en materia de seguridad ciudadana? Cuantas ocasiones habré soñado con que me sucediera a mí, con tal de golpear al periodista desalmado y amarillo, que ahora estaba dispuesto a encarnar. Recurrí al lugar en boga en materia de asaltos -la Plaza Avaroa-, y encaramado en un árbol, hice las veces de voyeur, de pervertido y de avistador de aves; pero las noticias que obtuve no llegaban más que a comidillas de página social, farras V.I.P. que terminaban en riñas, en prendes, en farras más grandes, pero nada teñido de rojo, salvo los asientos traseros de uno que otro incauto. Entonces se me ocurrió una idea brillante, hacía poco yo mismo había sido un titular, y como ya tenía experiencia, quizá con un poco de control pudiera hacerlo otra vez –sin poner la vida en peligro, claro está-; pasar mi
propio asalto por exclusiva y quedar como un periodista tan comprometido con la noticia como fuera humanamente posible. Pero resultaba conflictivo dejarme asaltar y fotografiarme al mismo tiempo -y los amigos fotógrafos ya no eran tan confiables como antes-; así que recurrí a un viejo amigo de la facultad –casualmente con el que había sido tan escrupuloso-, que, por buen consejo de su madre se había hecho detective
privado o por lo menos eso decía él. Y como fuera un inútil con la cámara, no tuve más remedio que soltarle unos pesos más para convencerlo de ser él, el asaltado y yo el periodista –una vez más. Y como ya tenía invertido algún dinero en la empresa, decidí ir a seguro; tomé una noche de sábado para el propósito, y el feliz recorrido de la Garita y la Bs. As.. Él a pie y yo al volante esperando pescar algún incauto a la luz de un farol de alumbrado público –puesto que no era seguro usar flash, con eso de que pudiesen tomar la cámara-; y nada, mi Dick Tracy venido a menos, daba tanta pena el pobre -flacucho y desgarbado- que no sólo no lo asaltaron, sino que le invitaron a un par de copas porque parecía que él no podía pagárselas. Dos horas más tarde, con tragos encima y mascullando la cancioncita del
bono Juancito Pinto, no lo iban a asaltar ni por ser masista, así que lo llevé a su casa, dispuesto a elucubrar un plan mejor por la mañana. El sábado siguiente el que se dejó asaltar fui yo, pero a plena luz del día y por un par de vendedoras, ya que salió de mi cuenta pagar por unas vestiduras más dignas de robar para mi buen amigo, que me recordaba mucho a Mario Moreno cantinflas, más por lo lingera –como decía mi suegra- que por lo chistoso; pero al menos esa noche se iría empilchado. La noche fue un desastre -al menos al principio-, empilchado estaba; pero de raperito y ahora en lugar de pena daba miedo y hasta los pocos pacos que
andan sorprendiendo parroquianos por la Bs. As. se pasaban a la acera del frente para no cruzárselo. Poco pasó, hasta que nos topamos con un grupo -de los ya mentados raperitos-; y justo cuando alisté la cámara esperando que le dieron una buena paliza, -mi rapero personal- se acercó al automóvil, con la nueva de que lo habían invitado a cometer un asalto aquella misma noche, so pretexto de la
pinta maldita que llevaba y de que la pandilla en cuestión, se había quedado corta de efectivos, por eso de que las batidas de los viernes que se habían puesto de moda. Ya teníamos el móvil, los actantes y el escenario, y lo más importante trece delincuentes, probablemente heridos o muertos y la exclusiva en el bolsillo. Debo reconocer que ni planeándolo yo mismo hubiese salido mejor, foto de primera plana, exclusiva –que vendí a tres tabloides- y reportaje que cubrió la agencia PAB y un colega que no daba la cara:
Violenta porpor tráfico de drogas Violenta guerra guerradedepandillas pandillas tráfico de drogas La Paz, PAB. La madrugada del 9 de diciembre, en La Paz, PAB.delLaMercado madrugada del 9 de diciembre, en inmediaciones Rodríguez, la pandilla inmediaciones Mercado pandilla denominada Los del Rojos , intentaRodríguez, tomar por la asalto uno Los depósitos Rojos, intenta tomarde por asalto uno dedenominada los principales y centros distribución los principales depósitos y centros dedel distribución dedeclorhidrato de cocaína y marihuana, grupo de de clorhidrato de cocaína y marihuana, de narcotraficantes más grande de la ciudaddel de grupo La Paz, narcotraficantes más. grande la ciudad de Laéstos Paz, Los Conejos Blancos En un de violento tiroteo, Los Conejos Blancos Entrece un violento tiroteo, últimos victiman a doce. de antisociales en loéstos que últimosser victiman a doce depersonal trece antisociales en la lo parece una vendetta dentro de que parece serRojos una, vendetta personal dentro la pandilla de Los puesto que se especula quede una pandillaanónima de Los habría Rojos, alertado puesto que se Conejos especula que llamada a Los . Tras llamada anónima habría alertadotreinta a Los Conejos eluna allanamiento se incauta doscientos y siete. Tras de el allanamiento se incauta doscientos treintadey kilos cocaína y ciento cuarenta y cinco siete kilos Los de cocaína ciento cuarenta cinco de marihuana. conejos,y no felices con el yresultado marihuana.a Los , novíctimas felices con el resultado despellejan tresconejos de sus antes de huir, despellejan a tres susdestazan víctimasa antes huir, cuelgan a siete, de losdeque cinco; de el único cuelgan a siete, los que destazan a cinco; por el único sobreviviente es de rescatado de la escena un sobreviviente es rescatado de que la escena un periodista de nuestra Agencia, llevaba por varios periodista nuestra Agencia, quepara llevaba varios meses en el de caso, encubierto incluso la Agencia el caso, encubierto para lapor Agencia nomeses habíaen reportado ninguna incluso otra noticia tres no había reportado ningunaporotra noticia tres meses, espera condecoración parte de lapor policía meses, espera condecoración por parte de la policía local. local.
Esa fue la versión oficial, claro que existe alguna distancia entre ella y algunos de los acontecimientos de esa noche. Seguí a Los Rojos hasta la conejera, cerca del mercado, me sentía un contra espía con eso de que por otros afanes, yo también era un rojo. Me mantuve a una distancia prudente y con el teleobjetivo alcance a tomar unas treinta fotografías, antes de ingresar al callejón, que terminaba en un conventillo. En el segundo patio, escaleras arriba se hallaba el botín, la coca era lo de menos, lo incautado era menos de lo que acababa de venderse a un
socio mayorista, todo en efectivo y un baúl lleno de armas, Los Rojos, no eran narcos, eran asalta bancos y lo que buscaban era herramientas de trabajo y algún dinerillo extra, tenían todo planeado incluso habían infiltrado alguien en las filas de los conejos.
A mi raperito de dieron una escopeta cortada y una .38 por si acaso; el pendejo estaba que se meaba; pero ya no se podía ir para atrás o sus mismos cómplices se encargarían de él. Con todo actuó bastante bien, lo de la llamada de alerta me lo inventé, daba un tono dramático muy acorde a lo que quería, aunque claro un teléfono sí sonó y también fue por eso que descubrieron a Los
Rojos; con el móvil en la mano vi como sucedía todo. Eso sí, debo darme algún crédito, porque intentar sincronizar los disparos de pistola y de cámara para usarlos de flash tenía una dificultad épica, en la fila india mi amigo era el último, al igual que lo fue en ser capturado. La verdad el reportaje dice muy poco, e incluso si se hubiese escrito en prosa poética sería difícil mejorarlo, lo maravilloso de ese cuento eran las fotografías, los tres primeros destazados corrieron la mejor suerte, porque ya estaban muertos cuando los conejos hicieron de matarifes, a los demás los torturaron, los despellejaron vivos antes de darles el golpe de gracia; y lo capturé todo. Un instante antes de que acabaran con el penúltimo de Los Rojos, se escucharon las sirenas de la policía, los conejos, saciada su sed de sangre, cogieron lo que pudieron y escaparon por los techos de los conventillos adyacentes; y yo corrí hasta la escena. Mi amigo era un baño de sangre atado a una silla, tenía varios golpes, algunos cortes; pero aún estaba vivo, al principio me creyó un conejo y casi se arrebata, así que tuve que golpearlo un par de veces para hacerlo reaccionar, lo único que alcanzó a decirme antes del desmayo fue: -chango, esta es la segunda vez, mierda hermano, que no saben hacer otra cosa
que torturar a la gente...
Me costó horas, influencia y dinero, convencer a la policía que él era mi infiltrado y que todo lo habíamos planeado de otra forma; pero que Los Rojos habían decidido hacerlo por la fuerza y capturamos dos pájaros de un tiro, por así decirlo, una banda de asalta bancos famosa y el cartel de narcos más grande de La Paz. Creo que el amigo en cuestión, nunca me perdonó lo que le hice pasar y sé por otros colegas que siempre que puede habla mal de mí. Pero eso no importa, porque aunque algunos crean que lo que sucedió fue por culpa mía, deberían saber algunos detalles que nunca le conté a nadie, ni siquiera a la policía o a mi editor. Yo sabía que en un tiroteo, mi amigo cantinflas no estaría a la talla, y con todo y su manual de Detectives Agremiados de Bolivia, nunca había disparado más que un petardo san juanero y ni a mata suegras había llegado. Así que cuando Los Rojos empezaron a trepar las escaleras saqué el móvil, llamé a la policía, que tardó casi media hora en llegar y la famosa llamada de alerta fue también de un móvil, el de mi amigo, serían las dos de la mañana y su línea ENTEL le informaba con un mensaje, que había recibido un boliviano de autorecarga, por las llamadas de su mamá, recuerdo claramente el tono –y es que después de todo, este chango siempre a sido un chojcho- que aún después del primer disparo seguía diciendo: atrevetete... salte del closet...