Su cara es sin duda, la de un protagonista. Su piel blanca, su cabello cobrizo y unos ojos verdes le dan la auténtica estampa de bondad pero una personalidad profunda, intensa, clara, que coquetea con el intelectualismo (heredado de su padre) hace de Sócrates Serrano, un actor tan versátil como inesperado. Luego de su papel de Fabrizio, un romántico gineco-obstetra en la exitosa película venezolana “Azul y no tan rosa”, este caraqueño de padres españoles se ha retado al encarnar en teatro y cine papeles complejos y oscuros, que no de extrañar, un día le abran las puertas del cine en España o en Argentina, como anhela.