Artes y oficios - Encuadernación

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ENCUADERNACIÓN

Este libro constituye un compendio de las técnicas de encuadernación de libros. Tras un capítulo inicial sobre la historia de la encuadernación, se analizan las herramientas y los materiales necesarios, se muestran las diferentes partes del libro y se abordan con detalle las distintas variantes y acabados en encuadernación, así como la confección de camisas y estuches de protección.Temas todos ellos de gran interés tanto para quienes se inician en la encuadernación como para bibliófilos, historiadores, editores, restauradores y, en general, para todos los interesados en el universo del libro.

ISBN 978-84-342-2553-4

www.parramon.com

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ENCUADERNACIÓN

artes y oficios

Coberta Encuadernación.qxd

ENCUADERNACIÓN Josep Cambras

Las técnicas y los procesos paso a paso para la protección y embellecimiento de los libros

colección artes y oficios


Encuadernación

INTRODUCCIÓN, 6

Dirección editorial: Lluís Borràs

HISTORIA DE LA ENCUADERNACIÓN, 8

Ayudante editorial y archivo iconográfico: Cristina Vilella Textos y coordinación técnica: Josep Cambras Texto de “Historia de la Encuadernación”: Ramon Serra Texto de “Herramientas y materiales”: Pilar Estrada Realización de las guardas: Montse Buxó Diseño de la colección: Josep Guasch Maquetación y compaginación: Estudi Guasch, S. L. Fotografías: Jordi Vidal Ilustraciones: Jaume Farrés Tercera edición: junio 2008 © Parramón Ediciones, S.A. – 2003 Ronda de Sant Pere, 5, 4ª planta 08010 Barcelona (España) Empresa del Grupo Editorial Norma de América Latina www.parramon.com

Sum

Dirección de producción: Rafael Marfil Producción: Manel Sánchez ISBN: 978-84-342-2553-4 Depósito legal: NA-1.533-2008 Impreso en España

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresión, la reprografía, el microfilm, el tratamiento informático, o cualquier otro sistema, sin permiso de la editorial.

HERRAMIENTAS Y MATERIALES, 18 La maquinaria, 20 Las herramientas, 22 Los hierros, 26 Los materiales, 27 El taller de encuadernación, 33


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ENCUADERNACIÓN DE LIBROS, 34 Las diferentes partes del libro, 36 La encuadernación de libros en tapa suelta, 38 La encuadernación en piel, 56

LA DECORACIÓN EXTERIOR DEL LIBRO, 102

CAMISAS Y ESTUCHES, 86 La protección de libros y documentos, 88

Grabar con película, 104 Composición del título, 106 El gofrado, 108 Cómo se prepara la decoración de un libro, 111 Técnica del dorado con oro fino, 112 Estampación a prensa o a volante, 115 El dorado de cortes y el cincelado, 116 El mosaico en encuadernación, 118

ario

LA RESTAURACIÓN, 120 Restauración de encuadernaciones antiguas, 124 Papel de guardas marmoleado, 126

PASO A PASO, 128 Encuadernación en tela, 130 Encuadernación holandesa con nervios y puntas, 134 Carpeta con solapas para obra gráfica, 140 Estuche de protección, 142 Estuche de petaca ribeteado en piel, 144 Estuche en media piel, 148 Dorado del canto y contracanto, 152 Mosaico en bajo relieve, 156 GALERÍA, 158 BIBLIOGRAFÍA Y AGRADECIMIENTOS, 160


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LA ENCUADERNACIÓN EN PIEL

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ste tipo de encuadernación permite dar al libro más solidez que en la encuadernación en tela, en la que nos limitábamos a proteger las hojas para su uso y conservación. Se procede igual que en el caso anterior, pero añadiremos o cambiaremos unos detalles según se vaya elaborando la estructura del libro. Su técnica es conocida con el nombre de tapa montada, debido a que desde un principio libro y cubiertas van ejecutándose paralelamente, formando una unidad, a diferencia de los de tapa suelta, que se preparan por separado para ser ensamblados en el último momento.

Precinto de las hojas de respeto na vez preparado el libro para ser cosido y antes de aserrarlo prepararemos cuatro guardas (con las que haremos dos pliegos de cuatro hojas cada uno). Éstas irán colocadas delante y detrás del libro, y conformarán las hojas de respeto que harán de preámbulo y protección de la obra. Cortaremos luego dos tiras de percalina de 1,5 cm de ancho y de la misma altura que las hojas de respeto, que nos servirán de precinto. Para ello encolaremos unos 2 mm con cola plástica el primer y último pliego por la parte que toca al libro y de forma longitudinal. A continuación le pegaremos la percalina, de modo que quede paralela al doblez del pliego y que sobresalga de esta manera unos 12 o 13 mm al exterior. Cuando esté seco lo giraremos y, con un pequeño pincel, aplicaremos un poco de cola más bien escasa en la parte posterior de la percalina, que doblaremos con cuidado por encima del pliego. Debemos procurar no manchar las hojas y que la percalina quede bien adherida sobre el papel. Habremos obtenido dos pliegos de papel de cuatro hojas, con una percalina pegada de modo desigual, esto es, unos 2 mm por la parte que toca al libro y unos 12 o 13 mm por la parte exterior. Con un papel que podamos desechar formaremos una guarda que encolaremos ligeramente por la parte del lomo, y la pegaremos encima de la percalina de las hojas de respeto, justo en el borde del pliego. Esta guarda es provisional y suple el grosor de la guarda definitiva, por ello no importa que el papel sea blanco o impreso. Cuando se haya secado ajustaremos los dos pliegos con la cizalla a la medida del libro, los colocaremos en la parte anterior y posterior y procederemos al serrado y cosido.

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Libros descosidos y con los pliegos saneados, listos para su encuadernación.

Libro con la cubierta escartivanada y las guardas convenientemente preparadas para el precinto.

Precintado de las guardas.

Colocación de las falsas guardas sobre la percalina del precinto.


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Preparado de los cartones y montaje del libro a cortado, prepararemos los cartones. En este caso usaremos los de tipo gris compacto, de mayor peso y dureza que los contracolados. Debemos calcular el grosor del cartón según el tamaño del libro pues de este modo nos ayudará a dar la sensación de robustez. Los cartones que formarán las tapas deben estar siempre a hilo y empalmados. Para empalmar dos cartones basta con encolarlos entre sí, pero para ello convendrá tener en cuenta algunos factores. Así, deberemos tener a mano diversos gruesos y escoger dos de distinta medida que, juntos, formen el grueso deseado. Habrá que cortarlos a un tamaño algo más grande que el libro, para después poder ajustarlos. Se encolará el más delgado, que a continuación pegaremos encima del grueso, y lo pondremos en la prensa un mínimo de 12 horas. El hecho de encolar sólo un cartón se debe a que, por efecto de la fibra, el cartón mojado por la cola se estira un poco y al secarse, se contrae, hace fuerza con el otro y queda algo combado. La parte de la comba, o sea, el cartón delgado, irá encima de la primera y última hoja del libro. Esto ayudará, debido a la fuerza de la contracción, a que, al poner la piel, la base de las cubiertas se deformen lo mínimo. Una vez transcurrido el tiempo de secado, quitaremos los cartones de la prensa y sacaremos el cajo al libro, que lo tenemos ya cortado. Éste deberá ser del mismo grueso del cartón o algo mayor, pero nunca menor. Después de hacer el cajo se ajustarán los cartones al libro igual que en el libro en tela, pero se deberá dar a la ceja delantera la misma distancia o un pensamiento mayor que la superior e inferior.

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Sesgado y raspado de cartones El sesgado es un corte oblicuo que debemos efectuar a los pies y cabeza de la tapa, por la parte exterior que toca al lomo. Ayudará a confeccionar la gracia y permitirá una mejor abertura de la encuadernación. Este corte se puede hacer con un cutter o una chifla, tendrá una forma triangular alargada y deberá llegar a la parte inferior del cartón, pero sin traspasarlo. Su tamaño debe ser proporcionado y de él dependerán los distintos acabados del libro. El raspado consiste en rebajar el cartón, con papel de lija, por los tres laterales correspondientes a los tres cortes del libro. De este modo se le da una sensación de acolchado muy agradable a la hora de manipularlo. Con un compás marcaremos una línea sobre la tapa, a 1,5 cm del canto, sin contar la parte del lomo. Situaremos la tapa al borde de un cartón mayor que deberemos colocar al borde de la mesa para no dañarla. Acto seguido, con un taco de papel de lija rebajaremos los tres cantos ligeramente, desde la raya efectuada hasta el borde, y siempre de dentro hacia fuera. Debemos tener en cuenta que el cartón está formado por láminas de papel superpuestas que componen una unidad. Si el taco de papel de lija lo pasáramos en sentido lateral levantaríamos estas pequeñas hojas y la superficie quedaría desigual. Una vez terminado comprobaremos que los seis laterales rebajados tengan el mismo grosor. Si no lo tuvieran lo acabaríamos de retocar y a continuación, pasaríamos la plegadera por encima de la tapa para igualar la parte raspada.

4. Con una escofina se matarán los cantos a partir de la línea.

1. Contraplacado de cartones. 2. Sesgado de cartones, que producirá luego las gracias del libro.

3. Con un compás se marcará una línea que servirá de guía para el raspado de los cartones.

5. Pulido final con un trozo de papel de lija.

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La encuadernación en pergamino con nervios

Montaje del libro en pergamino Procederemos igual que con la piel, es decir, se doblarán los planos sobre sí mismos, dejando la parte del lomo al descubierto que se aplicará bien centrado en el lomo del libro. Con los montes de la mano que forma el dedo pulgar, se irá adaptando y estirando con suavidad para marcar los nervios. Esta operación se hará sin prisas. Cuanto más se estire el pergamino más va a retraerse cuando se seque. No hay que olvidar que se trata de un material al que le cuesta mucho secarse debido a su poca capacidad de absorción. Cuando se haya adaptado bien al lomo tendremos que extender el material sobre la tapa. Esta operación también se hará con suavidad a fin de no estirarlo más que lo necesario. Hecho esto se empezará a doblar

por los lados, primero el corte delantero y después los pies y cabeza. Es posible que al marcar las gracias, el pergamino vuelva al lugar de origen como si de un muelle se tratara. Esto significa que está todavía muy tierno y que necesita más tiempo para su adaptación. Mientras esperamos podemos aprovechar para marcar de nuevo los nervios con ayuda de las tenacillas. Deberemos tener la precaución de colocar un trozo de tejido de algodón encima del nervio. Así evitaremos que el pergamino se raye pues, a pesar de su consistencia dura, es a la vez muy delicado. Para la operación de ceñido tampoco debe tenerse prisa; y se hará paulatinamente, alternándolo con la ejecución de la cofia y las gracias. Cuando ya tengamos marcadas éstas y les hayamos dado la forma de media luna, se cortarán unas cartulinas del nº 6, algo más anchas que el libro, y se colocarán en su inte-

rior, entre las tapas y las hojas de respeto. Para ello se doblarán longitudinalmente y por la parte del lomo unos 3 mm que se habrán de encajar entre el cajo y el cartón de la tapa. De este modo se fuerza la parte de la bisagra y se evita que la retracción del pergamino impida el cierre del libro. La cartulina sobrante por la parte del corte delantero se doblará por encima de la tapa. Así se le protege del posterior ligamento con cordel para acabar de ceñir los nervios. Con un cordel de cáñamo que sea fuerte ataremos el libro, justo a cada lado del nervio. De este modo se evitará que cuando se seque y produzca su normal retracción, no desciña lo que antes se había conseguido. Dejaremos secarlo por espacio de 24 horas como mínimo. Transcurrido ese tiempo lo desataremos y seguiremos su proceso como si fuese un libro en piel (contrafuertes, guardas, etc.).

1. El pergamino debe tratarse con suavidad procurando que no se estire demasiado.

2. Los nervios se ciñen a través de un paño para no dañar el pergamino.

3. Colocación de la cartulina en espera de su secado.

4. Colocación del cordel para el ajuste de los nervios.

5. Libro ya atado en espera de su secado.

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Encuadernación de libros

6. Colocación de las puntas. 7. Detalle del ajuste para doblar las puntas.

Otra manera de montar los nervios El método que vamos a explicar se utilizó mucho durante el Renacimiento y permitía colocar nervios de gran tamaño y grosor a pesar de la rigidez del material. Este sistema también se puede usar en algunas encuadernaciones actuales si lo creemos oportuno. En primer lugar, cuando se hayan colocado los nervios (formados por las cuerdas del cosido o con cartón) se forran por separado con un pergamino fino. Dejaremos a cada lado del nervio un poco de material sobrante. Luego cortaremos el pergamino, que ha de cubrir todo el libro. Aquí también dejaremos como siempre material suficiente para girar los laterales. Ahora marcaremos con un lápiz por la parte del lomo, el lugar del pergamino donde deberán coincidir los nervios y dibujar su contorno. Con un cutter se cortará este espacio dejando unos huecos. Después de aplicar engrudo al pergamino, obraremos como es habitual, con la precaución de que los nervios encajen en los agujeros. El acabado en este tipo de libros suele ser más rudimentario pero no por ello exento de belleza. Podemos llegar a crear formas y volúmenes en el lomo que serían imposibles de otra manera. Los libros tienen una gran elegancia cuando están caligrafiados en el lomo y se disimulan así los posibles gruesos producidos por el pergamino de los nervios.

8. Libro en medio pergamino con puntas ya finalizado.

EL VOLUMEN EN LA PIEL Dentro de la encuadernación en piel y pergamino puede haber una variante, que sería la de dar volumen a la piel en los planos del libro, al igual que se hace en el lomo formando los nervios. El sistema es mucho más sutil y delicado y requiere de una gran habilidad para conseguirlo. Permite obtener diversos tipos de relieves, formas geométricas y ligeras elevaciones escalonadas hacia el interior o exterior de los planos. Volumen con cartones Consiste en colocar cartones encima de los planos del libro para que éste adquiera distintas elevaciones. Cuando utilicemos este sistema nunca podremos dar al volumen un ángulo de 90º puesto que al colocar la piel, el libro quedaría deformado. Una vez colocados los cartones se estirará un poco la piel y se dejará que se ablande. Para ello le aplicaremos una gruesa capa de engrudo. Cuando se haya ablandado le quitaremos el exceso de engrudo y le volveremos a dar otra capa fina y bien distribuida, con el pincel prácticamente seco. Al montar la piel en el libro, ésta deberá mojarse también por el exterior. Para ello usaremos una pequeña esponja con agua. Conviene saber que la piel mojada de esta manera es muy sensible a posibles marcas o roces;

incluso podemos hacer desaparecer el grano de la piel con nuestros dedos por un exceso de presión, así que siempre se trabajará con un paño sobre la mesa. Para adaptarla al volumen formado en su interior puede colocarse en la prensa protegida por esponjas gruesas por cada lado, pues ayudarán a que la piel se adapte mejor a todo el volumen. El acabado debe realizarse fuera de la prensa y con el libro todavía húmedo. Para este trabajo nos ayudaremos con la plegadera o un buril. Volumen con piel Puede formarse con gruesos de piel sin chiflar y así se conseguirán ángulos rectos. Éstos se superponen y pueden cortarse con un cutter. Los cantos deberán taparse con cuidado y con una piel rebajada al máximo. Para ello puede utilizarse la misma piel que se ve en la superficie o de un color que contraste. El volumen también se puede conseguir con la misma piel que usamos para encuadernar. En este caso habrá que doblarla y arrugarla para que forme distintos gruesos y texturas. Con esta variante se pueden obtener bonitos resultados que sorprenden incluso al propio encuadernador una vez terminada la obra.

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El gofrado l gofrado es la técnica utilizada para marcar la piel por medio de calor y humedad, sin películas ni oro de ningún tipo. Ésta será la base para el dorado en oro fino o pan de oro. El gofrado existe con anterioridad al libro y se aplica a éste desde sus inicios hasta la actualidad. Procede de los musulmanes la enseñanza de esta técnica. Se puede usar para ello todos los tipos de herramientas empleados en la decoración del libro, incluidos los tronquillos rectos y curvos, y se pueden componer infinidad de dibujos y formas sobre la piel.

Gofrado de ruedas y paletas

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Ejemplar de un libro gofrado por Josep Cambras.

Cómo se gofran los florones En el lomo de un libro puede haber uno o varios florones para formar su decoración. En caso de que haya un solo florón en cada entrenervio, bastará con definir una línea vertical bien centrada en el lomo, para centrar a su vez el hierro sobre ella. A partir de la medida del florón, tomaremos con un compás la distancia del nervio al pie y cabeza del mismo, y lo marcaremos centrado sobre la línea. Se incidirá sobre todo en la parte superior e inferior. Una vez realizada la operación, se aplicará agua sobre estas marcas con un pincel, y cuando ésta haya sido absorbida por la piel, con el hierro ligeramente caliente acabaremos de señalarlas, de modo que quede en vertical. El hecho de incidir sólo sobre la parte superior e inferior es porque si no quedara del todo recto podríamos rectificar algo su inclinación. Una vez marcados todos los florones de pies y cabeza y rectificados si hubiera sido necesario, se volverá a aplicar agua con el pincel, pero esta vez sobre la totalidad del espacio que ocupa el hierro. Cuando ésta haya sido absorbida de nuevo por la piel, centraremos el florón sobre las marcas hechas con

Florones diversos.

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Modo de gofrar la base de los nervios.

anterioridad. Con una leve presión perpendicular al lomo se desplazará el florón; lo inclinaremos hacia la izquierda, para levantarlo, acto seguido, colocarlo otra vez en la posición inicial, y repetir la operación. Esta vez, sin embargo, deberemos inclinarlo en sentido contrario, o sea, hacia la derecha. Al finalizar la operación, la piel marcada tendrá un ligero color tostado que adquirirá mayor intensidad a medida que vayamos repitiendo el ejercicio mientras la piel esté húmeda. El hierro debe estar a muy baja temperatura (que casi lo podamos tocar con las manos), de modo que si le pasamos el dedo mojado por encima, el agua se evaporará poco a poco. Todos los florones deben quedar con el mismo color y tener la misma intensidad en la pisada; nos guiaremos por el primero para realizar el resto. El color se consigue con varias pisadas consecutivas, pero habrá que tener en cuenta que en el caso que el florón estuviera demasiado caliente, se quemaría la piel y no habría marcha atrás. Para finalizar se le aplicará a la base del hierro una muñequilla empapada con un poco de aceite, y se repetirá la operación para conseguir un distinto acabado brillante.

Una vez marcada la piel con la plegadera justo por donde debe pasar la rueda, para realizar el gofrado se debe mojar la piel con un algodón empapado en agua o con un pincel. La rueda, como ya se ha explicado, debe estar a muy baja temperatura, pero a diferencia de los florones, no se puede volver a pasar una segunda vez por el mismo sitio. Es por ello que se deberán tomar las máximas precauciones, tanto en lo que concierne a la humedad de la piel, como a la temperatura del hierro. Todas las ruedas tienen un principio en lo que se refiere a su dibujo. Conviene marcarlo bien con un lápiz o un punzón por la parte lateral. Esta marca nos servirá para que podamos visualizar la guía sin tener que levantar la rueda. Por lo general, cuando marcamos una rueda sobre un plano es porque deseamos enmarcarlo con una orla, por lo tanto se deberán cuidar las esquinas, para que obtengamos un buen acabado y no estén doblemente repisadas. Para ello se inclinará un poco la herramienta al inicio; deberá formar un ángulo de 45°, que se complementará con la que se gofrará a continuación. Al igual que sucedía en la estampación con película, la rueda se marcará siempre de abajo arriba, con un ligero vaivén de derecha a izquierda para que quede bien marcada. En el caso del gofrado, además, la rueda deberá marcarse hacia delante y hacia

Gofrando los arquillos en el plano de un libro.


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La decoración exterior del libro

atrás en pequeños movimientos milimétricos, para que suba el color en la piel. Siempre procuraremos mantener la perpendicularidad de la herramienta respecto al plano del libro. En función del dibujo, al formar las esquinas deberemos valorar si se empieza de nuevo por el principio o bien el ángulo creado será con la continuación del dibujo que forma la orla. Por lo que respecta al gofrado de paletas en el lomo, la técnica utilizada será muy parecida a la de las ruedas, y en este caso es muy difícil volver a repasarlas.

1. La marca del filete se dibuja con el compás.

2. Para la parte del lomo será necesario tomar la medida con un papel a partir de la línea marcada.

Gofrado de filetes Para llevarlo a cabo, en la mayoría de casos se usarán los tronquillos más que las ruedas. Esto se debe a una mayor precisión de la herramienta. En primer lugar, deberá hendirse un surco con la plegadera sobre la piel, con la ayuda de una regla, que será por donde luego se pasará el hierro para formar el gofrado. Una vez la línea esté marcada, se le aplicará agua con un pincel para iniciar el gofrado, con el hierro siempre a baja temperatura. El tronquillo, en contra de lo que parece, forma una pequeña curvatura entre sus dos extremos. Así que si lo ponemos plano sobre la piel se podrá observar que tanto la derecha como la izquierda no tienen contacto con ella. Esto es importante a la hora de gofrar un filete. Cuando la piel esté marcada y humedecida, tomaremos el tronquillo a baja temperatura, con la parte biselada en la dirección opuesta a nosotros. El filete que se ha de marcar estará situado horizontal con respecto a quien marca. Se empezará por un extremo del tronquillo en el inicio del dibujo; procuraremos no clavar sobre la piel el extremo opuesto, de este modo nos quedará una línea sin definición por una de sus partes. Para continuar el filete deberemos colocar plano el tronquillo sobre la piel, sin marcar sus extremos, y así hasta el final. Esta operación se repetirá dos o tres veces hasta que quede bien recto y con el mismo tono. No debe ejercerse la presión con fuerza sino con nervio. El tiempo de contacto con la piel será el mínimo posible, al igual que se hizo con el florón, para evitar que la piel se queme y que el tono vaya subiendo de manera progresiva. Se podrá rematar al igual que se hizo con anterioridad, es decir, pasando la muñequilla de aceite por el hierro.

3. Modo de marcar con la plegadera los planos de un libro.

4. Modo de gofrar un filete con el tronquillo.

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Este libro constituye un compendio de las técnicas de encuadernación de libros. Tras un capítulo inicial sobre la historia de la encuadernación, se analizan las herramientas y los materiales necesarios, se muestran las diferentes partes del libro y se abordan con detalle las distintas variantes y acabados en encuadernación, así como la confección de camisas y estuches de protección.Temas todos ellos de gran interés tanto para quienes se inician en la encuadernación como para bibliófilos, historiadores, editores, restauradores y, en general, para todos los interesados en el universo del libro.

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