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ME LLAMO...
Me llamo... Juan Pablo II
Me llamo... Juan Pablo II
A pesar de que mi nombre es Karol Wojtyla, todo el mundo me conoce como Juan Pablo II. Viví en Roma, en el Vaticano, junto a la famosa Basílica de San Pedro. Mi imagen solía aparecer a menudo tanto en los periódicos como en la televisión, por eso todo el mundo creía que era muy importante, aunque yo nunca consideré que lo fuera. A lo largo de mi vida perseguí de forma incansable un sueño: que la gente de todo el mundo apartase el odio y aprendiese a vivir en paz. A partir de 9 años Otros títulos Charles Chaplin
Leonardo da Vinci
Teresa de Calcuta
Albert Einstein
John Lennon
Saint-Exupéry
Charles Darwin
Gandhi
Gaudí
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Ana Frank
Vincent van Gogh
Agatha Christie
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www.parramon.com
Juan Pablo II Siempre quise entender y escuchar a la gente
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Marco Polo
ISBN 978-84-342-3832-9
JUAN PABLO II
Jan W. Góra OP L. Talejko-Kwiatkowska
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Proyecto y realización Parramón Ediciones, S.A. Dirección editorial Lluís Borràs Edición Cristina Vilella Texto Jan W. Góra OP Ilustraciones Lucyna Talejko-Kwiatkowska Diseño gráfico Zink Comunicació, S.L. Maquetación José Carlos Escobar Dirección de producción Rafael Marfil Producción Manel Sánchez Primera edición: mayo de 2011 Juan Pablo II ISBN: 978-84-342-3832-9 Depósito legal: B-7.326-2011 Impreso en España © Del texto y de las ilustraciones Media Rodzina © Parramón Ediciones, S.A. – 2011 Rosselló i Porcel, 21, 9.ª planta 08016 Barcelona (España) Empresa del Grupo Norma de América Latina www.parramon.com Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra mediante cualquier recurso o procedimiento, comprendidos la impresión, la reprografía, el microfilm, el tratamiento informático, o cualquier otro sistema, sin permiso escrito de la editorial.
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Hola... Todo el mundo me conoce como Juan Pablo II. Viví en Roma, en el Vaticano, junto a la famosa Basílica de San Pedro, bajo la que ahora descansan mis restos mortales. Algunos incluso creen que habitaba en la propia basílica, pero en realidad mi casa estaba justo al lado, en un piso bastante modesto. Mi nombre de pila es Karol Józef, y mi apellido, Wojtyla. Mi imagen solía aparecer a menudo tanto en los periódicos como en la televisión. Los ancianos me recuerdan de muchacho, mientras que los niños y los jóvenes ya me reconocen como un anciano, caminando con ayuda de un bastón o sentado en un sillón. La gente cree que soy muy importante, aunque yo nunca consideré que lo fuera. Cada domingo me asomaba a la ventana del tercer piso para hablar con los peregrinos que acudían de todo el mundo. Las palomas solían acercarse a esa ventana. Algunas eran grises, y otras, negras. Sobre todo me gustaba que vinieran las blancas, símbolo de pureza y de paz, y embajadoras de mi mensaje por todo el mundo. A lo largo de mi vida perseguí de forma incansable un sueño: que la gente de todo el mundo apartase el odio y aprendiese a vivir en paz.
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18 / Me llamo...
Ya soy papa… El 16 de octubre de 1978, con sólo cincuenta y ocho años, los cardenales me eligieron como nuevo papa, lo que significaba que me convertía en la persona más importante de la Iglesia. No había hecho campaña para conseguirlo; en realidad, no quería ese honor. Sin embargo, sabía que debía aceptarlo humildemente, con la confianza de que en su decisión les había guiado el Espíritu Santo. Me convertí en el sucesor de Jesucristo en la Tierra. Tuve que cambiar la sotana negra por otra blanca. La negra la podía llevar por cualquier sitio, especialmente en Roma, sin despertar especial atención. Pero llevar la sotana blanca resultaba más complicado, porque me convertía en el centro de atención allá donde iba. Ahora todo el mundo empezaba a llamarme Santo Padre.
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Juan Pablo II / 19 Desde aquel instante me di cuenta de que había sido llamado a ser el padre de la gente de todo el mundo, padre y santo a la vez. Me convertí en su portavoz. De hecho, representaba una gran responsabilidad. ¿Estaría a la altura? ¿Podría ser lo que todo el mundo esperaba? Con mi fe en Cristo, reuní valor. Aquel día empezó la segunda parte de mi vida. La fumata blanca, procedente de la chimenea de la Capilla Sixtina, y la tradicional expresión latina Habemus Papam («Tenemos papa») informaron al mundo de que había sido elegido un nuevo papa. Miles de personas se reunieron en la plaza para nuestro primer encuentro. Me dirigí a ellas en italiano, diciéndoles que me habían llamado de un país lejano. La acogida, cálida y amistosa, me emocionó. Me convertí en el 264 sucesor de san Pedro, y en el primer papa no italiano desde 1523. Y, por supuesto, en el primer papa polaco, el primero eslavo. Dios me había encomendado llevar a su Iglesia al tercer milenio. Recuerdo claramente aquel domingo, 22 de octubre de 1978, cuando inicié mi servicio en la plaza de San Pedro. Decidí no usar la triple corona papal. Desde el principio quise evitar cualquier cosa que pudiera dar a entender que me separaba del pueblo. Les dije a todos los asistentes: «¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo! Abrid las puertas… ¡No tengáis miedo!». Aquellas palabras se oyeron en todo el mundo.
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34 / Me llamo...
Viajando a todos los rincones del mundo Jesucristo envió a sus apóstoles a todos los rincones del planeta. Yo siempre intenté tomarme aquella orden en serio y viajar hasta el fin del mundo. Hice 104 viajes al extranjero, visité diferentes partes del mundo y hablé con sus gentes. Intenté imitar a san Pablo, que viajaba y predicaba constantemente. No fui el primer papa viajero, pero sí amplié ese concepto. Supongo que se lo he puesto difícil a los futuros papas, al establecer récords que serán difíciles o imposibles de superar. Pronuncié un total de tres mil sermones oficiales, y recorrí casi 1.700.000 kilómetros. Eso equivale a dar la vuelta al mundo más de treinta veces. Es difícil hacer una lista de todos los países y lugares que visité, pero mis amigos llevaban la cuenta de todo y tomaban nota. Cada vez que volvía a casa después de un viaje, sentía cómo nos separaba la distancia física, e hice todo lo que pude por acortarla. En 1982, durante una visita a Togo (África), me encontré en una aldea de cabañas hechas de paja y barro. Sentí un fuerte deseo de meterme en una de ellas y saludar a sus habitantes. Toda una familia vivía hacinada en un espacio muy pequeño –el padre, la madre y diez niños–. Dentro de la cabaña olía mal, el aire era irrespirable.
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Juan Pablo II / 35 Le tendí la mano a la madre y la abracé, luego saludé al padre y al momento los niños me rodearon. Salimos al aire fresco, alguien me ofreció un taburete y toda la familia, muy contenta, se sentó a mi alrededor. Otra visita que hice fue en Roma, aunque me pareció como si viajara al fin del mundo. El 27 de diciembre de 1983 fui a la cárcel a visitar a quien había intentado asesinarme. Se sorprendió de que siguiera vivo, porque era un especialista y su disparo había sido preciso. Pero yo había sobrevivido milagrosamente. Y es que... no podía quedarme quieto. Había algo que me atraía hacia la gente constantemente. Tenía que mirarles a los ojos. Les abría mis brazos. Iba allá donde me invitaban, incluso a países en donde pocas personas creen en Dios. No importaba, iba para darles ánimos.
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Me llamo... Juan Pablo II
A pesar de que mi nombre es Karol Wojtyla, todo el mundo me conoce como Juan Pablo II. Viví en Roma, en el Vaticano, junto a la famosa Basílica de San Pedro. Mi imagen solía aparecer a menudo tanto en los periódicos como en la televisión, por eso todo el mundo creía que era muy importante, aunque yo nunca consideré que lo fuera. A lo largo de mi vida perseguí de forma incansable un sueño: que la gente de todo el mundo apartase el odio y aprendiese a vivir en paz. A partir de 9 años Otros títulos Charles Chaplin
Leonardo da Vinci
Teresa de Calcuta
Albert Einstein
John Lennon
Saint-Exupéry
Charles Darwin
Gandhi
Gaudí
Alejandro Magno
Ana Frank
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Miguel de Cervantes
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Juan Pablo II Siempre quise entender y escuchar a la gente
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Marco Polo
ISBN 978-84-342-3832-9
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Jan W. Góra OP L. Talejko-Kwiatkowska