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360º BY LOLA GARRIDO Mirar, mirar mucho para ver lugares que otros no ven. Ver el mundo con prismáticos y desplazarlos 360º es una forma absoluta de mirar. Mirar para contarlo. Tomaremos el gran angular de las miradas de los grandes artistas. Pondremos el foco en las ciudades, en los interiores, en la arquitectura, en esos lugares casi secretos, y nos desplazaremos desde el lujo de lo esencial al lujo de lo exquisito. El acento vendrá marcado por esa palabra denominada “lo moderno”.

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Comenzaremos con los grandes maestros de la fotografía, creadores de una estética inolvidable. Describiremos el mundo del arte con las últimas propuestas; los coleccionistas, las subastas, todos esos sitios, en los que se mezcla feria y vanidad. Esos lugares, que son más que un club. Propondremos un recorrido visual por los 360º del gusto, hablaremos de mujeres y hombres que cambiaron el mundo de la moda y del diseño. Analizaremos cómo lograron que los gustos cambiaran, qué roles otorgaron a los fotógrafos y a los diseñadores, o cómo estos hicieron de algunos modelos iconos de la belleza. Hablaremos sobre las vanguardias y la arquitectura contemporánea. Se buscarán lugares de excepción en los que descansar. Nos deslizaremos por los interiores habitados por el gusto, lo exclusivo y la privacidad. En este blog tendrán cabida el arte, el diseño de vanguardia y la arquitectura de autor. Descubriremos a los que intentan ser diferentes y por ello se distinguen. Y pondremos el acento en los que lo han conseguido en su forma y su apariencia, porque ser distinto y ser distinguido no son, en absoluto, sinónimos. El distinguido es un ser refinado, de gustos complejos y estimulantes. Es ex-temporal y roza el snobismo; mide el nivel de elegancia apropiado para cada ocasión; su conversación es pausada y culta. Jamás dicen no, prefieren el término mañana. Ocuparán un lugar privilegiado esas grandes mujeres que con su forma de vida iluminaron como un relámpago nuestro tiempo.

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Nos ocuparemos del lujo en una época en la que es una variable que se mide por el estilo, nunca por el precio. Y dedicaremos un espacio al lujo máximo: el tiempo. En esta bitácora se irán persiguiendo momentos de sofisticación, exquisitos contextos. Lo heterodoxo, lo simple y lo complejo, mezclados con el arte de vivir como único protagonista. Sabemos que, en muchas ocasiones, la mirada del observador adquiere un grado superior de fascinación ante la contemplación de una curiosidad más que por la posesión misma. Sin embargo, nadie pone en duda que el privilegio de concederse ciertos caprichos exclusivos provoca grandes e inolvidables satisfacciones.

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Saber mirar es sinónimo de saber ver. Y buscar es encontrar. 360º es el ángulo idóneo para tener una visión panorámica de las factorías del gusto. Se abre un showroom donde almacenar lo diferente de la fotografía, el arte, la música, el cine o las últimas novedades en series de televisión. Este espacio no será una publicación de tendencias de moda. Se trata de un álbum que mezclará la actualidad con el vintage, un lugar ecléctico y heterodoxo. Como no podía ser de otra manera la fotografía de moda ocupará un lugar importante. Porque la fotografía de moda está de moda, y así lo demuestran las grandes colecciones y los récords de las subastas. Será un boletín para olvidar lo cotidiano. Para provocar fantasías que nos lleven a soñar despiertos. Miraremos hacia el futuro desde el presente sin olvidarnos de mirar por el retrovisor. En definitiva: nuestro lema es borgiano “decir asombro en lugar de decir costumbre”.

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STEICHEN: EL FOTÓGRAFO TOTAL La vida del fotógrafo Edward Steichen abarca la mitad de la historia de la fotografía misma, es decir, casi 70 años. Nacido en Luxemburgo, ha sido el padre de la gran fotografía americana. A principios del siglo XX, Steichen experimentó con la fotografía pictorialista y el fotograbado, participando activamente tanto como fotógrafo y diseñador, como difusor del modernismo en la mítica Camera Work, revista fundada por Alfred Stieglitz en 1903. También pintor, Steichen fue testigo de la invención del autocromo explorando los procesos de la fotografía en color. La primera portada en color de Vogue fue suya.

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Sus trabajos como pictorialista en los que explotaba la cualidad poética de lo borroso, han sido crepusculares y enigmáticos. Una de sus imágenes “The Pond Moonlight” fue subastada en Sotheby’s por 2,6 millones de dólares convirtiéndose en la fotografía más cara de la historia. Con Stieglitz aprendió las virtudes de la precisión; desde entonces se disiparon en su obra las últimas brumas pictóricas, para dar paso a un estilo nítido y directo. Utilizando este recién hallado poder descriptivo y al mismo tiempo apartándose del puritanismo de Stieglitz, trató de convivir con los nacientes medios de masas que según su amigo, invalidaban el potencial artístico de su fotografía. En 1923, después de una estancia en París, Steichen regresó a Nueva York como fotógrafo jefe de las revistas Vanity Fair y Vogue, convirtiéndose en un cotizado retratista mundano. Gracias a una muy cuidada iluminación y posicionamiento de los modelos, Steichen produjo imágenes que no eran solamente elegantes, sino que poseían un vigor gráfico que mejoraban siempre la página impresa.


La contratación que hizo Conde Nast del nuevo jefe de fotografía, hicieron que el trabajo del Baron De Meyer se viera anticuado. Sus tomas tratadas con un realismo que se denominó «fotografías nítidas» liberadas del famosos “flou” o suavizado, el claroscuro y otros mecanismos empleados por De Meyer, para hacer de las fotos momentos etéreos, forjaron un nuevo estilo. Aparecieron mujeres de carne y hueso, sentadas con las piernas cruzadas, paradas en dinteles de puertas o recostadas en columnas mientras miraban a la cámara con confianza y seguridad. Steichen además introdujo la luz natural por las ventanas del estudio, mientras anteriormente se ocultaba como si fuera algo que estropeaba la composición. Usando el blanco sobre blanco y con naturalidad en las poses, consiguió algunos de los retratos y fotografías de moda más icónicas de todos los tiempos. -13-

Y consiguió hacer de la fotografía de moda algo algo bello en sí mismo, no una mera presentación del traje, para lo que usó todos los factores del medio (encuadre, luz, composición, etc.) consiguiendo la estética “total”. El vestido pasaba a ser un elemento más de la foto y el vehículo para comunicarse con el espectador. Con Marion Morehouse, una de las primeras modelos profesionales. realizó varias de sus mejores fotografías. Años más tarde, durante un curso dado en Vogue, el director de arte Alexander Liberman les mostró a los fotógrafos jóvenes una foto de Morehouse tomada por Steichen en 1927. La imagen de una joven sofisticada cuya sonrisa exuda confianza en sí misma y cuyas manos descansan sobre las caderas enseñando un deslumbrante vestido de Madame Chéruit. «Esta era la clave de la fotografía de moda moderna», les dijo Liberman a los estudiantes. «La moda se muestra con mucha claridad, pero la fotografía tiene algo todavía más importante: es la imagen de una mujer en su momento más atractivo». Palabra de Liberman, palabra del rey de la fotografía de moda. La moda de los años 30 y 40 tuvieron un artista: Edward Steichen.

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ANDRÉE PUTMAN: UNA MUJER EN BLANCO Y NEGRO. En una blanca mañana parisina, los ojos de la diseñadora francesa Andrée Putman se cerraron a negro. Sus dos colores; los que le llevaron al éxito. Diseñadora y arquitecta de interiores, excéntrica y provocadora, Putman se ganó el éxito gracias a los neoyorkinos, que fueron los primeros en verla como una verdadera artista. Desde entonces se convirtió en un icono del glamour francés. Su celebrado diseño del Hotel Morgans, con su baño en azulejos blancos y negros se ha convertido en un icono de la época.

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Vestía de negro, y la que decía ser “la oveja más negra de todas las ovejas negras”, murió el pasado sábado a los 87 años, dejando tras de sí una carrera de éxitos. Se definía con tres palabras “elegancia, sencillez y refinamiento” estos tres tópicos en su caso, eran la forma con la que daba el toque de diferencia y distinción a sus proyectos. Sus interiores eran sencillos, pero no impersonales. Serenos, pero no fríos. Tentadores pero no opulentos. Encantadores, pero no nostálgicos. Diseñadora tardía comenzó su cararera a los 53 años, después de un doloroso divorcio para jugar un papel decisivo redescubriendo el trabajo de diseñadores como Eileen Gray, Robert Mallet-Stevens y Mariano Fortuny, a los que divulgó creando “Ecart”. Tenía además estrechos vínculos con el mundo de la moda, desde el momento en que se convirtió en director artístico de “Creadores Industriales”, fundada por Grumbach en 1971. De la aventura nació una nueva generación de talentos como Claude Montana, Thierry Mugler, Issey Miyake, Jean-Charles de Castelbajac, etc.

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Amaba los sueños, el inconsciente, la imperfección, lo inquietante y rechazaba todo control perfeccionista. Entre sus trabajos más conocidos figuran la decoración del avión supersónico Concorde y de hoteles de lujo en todo el mundo. Descubridora de los más grandes del diseño y de la moda, nunca se cansó de inventar, consciente de que el diseño no tiene nada que ver con mera decoración o con la habilidad de colocar una silla en su lugar. Ella creaba espacios.

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Andrée Putman fue la Juana de Arco del diseño. Tuvo genio y heroísmo además de ingenio. Era la heredera de la Bauhaus, en la tradición de Eileen Gray y otras mujeres que han aportado a la arquitectura y el diseño algunos de los conceptos más celebrados en la profesión. Rigor, clase y un toque de extravagancia, hacían de su aspecto una presencia que intimidaba. Decía verse como una exploradora siempre en busca de “nuevos territorios”. Su estilo era el contemporáneo que busca ser eterno. Le gustaba mezclar épocas y materiales. Con dos elementos esenciales: la luz y el espacio. Negro, blanco, beige, gris, a veces azul Klein, en su última etapa, eran sus tonos. La paleta de colores era sobria, pero con ellos creaba ambientes cálidos. Físicamente espectacular por talla, con un peinado rubio ondulado que jamás cambió, elegante en sus trajes de Thierry Mugler muy estructurados, Andrée Putman parecía un interior de los que ella dibujaba. Nunca habría salido sin maquillaje, porque pensaba que el tono era parte de lo importante. Ni se bajó de sus tacones, incluso en el crudo invierno parisino.

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GRACE CODDINGTON: SENTIDO Y SENSIBILIDAD Cuando salí de ver el documental The September Issue, me encontré deslumbrada no por la protagonista, sino por la directora creativa de Vogue. Una mujer de carácter, que además se permitía el lujo de cuestionar a su jefa. Vestida de negro riguroso y con una melena hiper-frita que destilaba rayos azafrán, Grace se destacaba por su seguro criterio. Antigua modelo de todos los grandes de la fotografía de moda, se retiró después de sufrir un accidente que le desfiguró un ojo y el próximo abril cumplirá 70 años muy bien aprovechados. En la película destacaba su conocimiento del medio pero, sobre todo, su interés por llevar la fotografía de moda a un concepto más allá de lo estético. -19-

Se le veía buscando referentes en nombres alejados del fashion como Brasäi o Bill Brandt. Lo mejor de la película, sin duda, era el tira y afloja entre dos personalidades: una divina Anne Wintour, y la otra humana Coddington. Sus encuentros llevaban a distinguir perfectamente que quizás Vogue sea lo que es y tenga el poder de encumbrar modistos porque dos inteligentes damas, se niegan a estar de acuerdo entre ellas. De sus raras complicidades salen imágenes poéticas, extravagantes y atractivas que hacen de una revista de moda una especie de biblia del estilo. Uno de los editores de Harper’s Bazaar la definió como “difícil, grave y silenciosa” y posiblemente lo sea. No debe ser fácil ser la segunda de la mujer que fue retratada “como el diablo que viste de Prada”. De entre las cosas más interesantes de su personalidad es que no practica ni le gusta casi nada de las costumbres atribuidas al mundo de la moda. No hace footing, no le gusta el “bling”, ni las drogas, ni el botox, ni los trajes que remarcan el poder, ni hablar en público, ni ir a fiestas de celebridades. Le basta con asistir en plan profesional con su libreta a las pasarelas, sus gatos, el color negro-que por cierto Wintour aborrece- y su melena despeinada de la que dice que hace que su cuerpo se vea más frágil.

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Su humor inglés e irónico es parte de su identidad y ahora ha publicado una especie de biografía para la que ha realizado también unos divertidos dibujos. Titulada “Grace. A Memoir” se trata de un relato de su vida más que apasionante. Asidua de la escena londinense de los sesenta, amiga de Catherine Deneuve, Michael Caine, Marianne Faithfull, Roman Polanski, los Beatles y los Rolling Stones, no cuenta ninguna de las tragedias amorosas que vivió en aquella época, centrándose en la moda, sus gatos y sus modistos favoritos: Yves Saint Laurent, Kenzo, Ossie Clark, Azzedine Alaïa, Nicolas Ghesquière, Marc Jacobs, y el caído en desgracia John Galliano, a cuya caída llama un “lamentable incidente” y un genio perdido para el mundo de la moda. -21-

Sus divertidas historias y en ocasiones antipatías con los fotógrafos relucen con su acerado criterio. Se declara inventora junto con Steven Meisel de la introducción del estilo “grounge” en la revista y pese a estar desde los diecinueve años en el enrarecido mundo, todavía se mantiene sin correo electrónico- lo cual es un milagro- no se queja de la edad, y piensa que el photoshop es ciencia ficción. Es increíble, pero continúa dibujando sus bocetos o story board a mano. Y como prueba de su sinceridad mantiene que no es más sexy estar delgada. “Los hombres prefieren a las mujeres con curvas, con pecho. No gordas. Entre mi clientela, y le doy una exclusiva, he hecho estadísticas con 40.000 personas y he encontrado que las mujeres delgadas se divorcian más que las otras, porque en ellas hay menos naturalidad sexual y fidelidad”. Grace es el punto de apoyo con el que Wintour mueve el mundo.

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CHARLOTTE PERRIAND: DISEÑO Y ARQUITECTURA Se inspiraba en la naturaleza y en las máquinas, doblegó en su machismo al propio Le Corbusier y le convenció con su humanidad y talento. Fue moderna, primitiva e inconformista. Libre siempre: para crear y para vivir. Escalaba las montañas dónde encontraba su equilibrio físico y emocional. La Chaise Longue 1928, un clásico del diseño, a menudo atribuido a Le Corbusier, en realidad la diseñó en colaboración con Charlotte Perriand y Pierre Jeanneret. La silla que hoy es icónica, fue modelada por Perriand a imagen de sí misma. Perriand junto con Lilly Reich y Eileen Gray, además de dar una lectura feminista de diseño modernista, ofrecen juntas tanto el punto de vista como la utilidad y confort, con un una acotación incisiva de materiales, destacando su brillo y transparencia, además de su degradación y vulnerabilidad. -23-

Perriand nació en París en 1903, hija de un sastre y una costurera. Se tituló en la escuela de la Unión Central de Artes Decorativas. Desde el principio se interesó por el diseño de interiores y mobiliario, con 24 años, expuso en el Salón de Otoño de 1927 y su trabajo tuvo una gran aceptación por parte de la crítica. Era un ser que tenía las cosas bien claras. Ese mismo año se atrevió a llamar a las puertas del estudio de Le Corbusier, quien la despachó con una ironía un tanto cáustica: aquí no bordamos cojines. El caso es que Perriand le hizo comerse sus palabras, cuando su primo y colaborador Pierre Jeanneret lo llevara a ver la obra expuesta de Perriand. Le Corbusier se quedó sorprendido y decidió emplearla en su estudio, por supuesto sin cobrar, como encargada de “los estantes, las sillas y las mesas”. Hasta entonces Le Corbusier había amueblado sus espacios con objetos que no eran de su autoría. A partir de ese momento, los espacios fueron cosa de Charlotte que se propuso que las piezas se basaran en su tiempo, tomando prestadas ideas de la industria automovilística y aeronáutica, resultando ser piezas de una gran trascendencia en la historia del diseño, y fueron firmadas por los tres colaboradores: Le Corbusier, Jeanneret y Perriand.

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Perriand llevaba al estudio de Le Corbusier a su hija que opinaba que era un lugar frío y distante, por lo que prefería las tardes que pasaban en el estudio de Leger. En 1937 Charlotte Perriand deja el estudio de Le Corbusier, tras 10 años de trabajo, y vuelca su atención en materiales más tradicionales y formas más orgánicas. Se dedicó a la investigación en términos de prefabricación de viviendas moduladas en las que colaboró con Jean Prouvé, otro de los grandes de la historia.

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En 1940 viaja a Japón, para trabajar en el Ministerio de Comercio e Industria. Durante su estancia en este país, dio una serie de conferencias e hizo múltiples visitas a estudios y talleres, organizando una exposición denominada “Selección-Tradición-Creación”. Fue una gran influencia en la creación japonesa en términos de diseño. Su casa de Japón en la que vivió algunos años se encontraba en frente del Palacio Imperial. En el país nipón (1940-1946) refina su interpretación de la experiencia de vivir fusionando elementos orientales y occidentales en los que la tradición y la modernidad alcanzan la conexión perceptible con la naturaleza. Su amor por las piedras y los bosques era tal, que llegaba a hablar con la naturaleza. Era una mujer tenaz, de un optimismo inteligente, que comenzó a construir la modernidad en la década de 1920 tras entrar en el estudio de la rue de Sèvres en París, comenzando lo que iba a ser una colaboración de diez años de duración con Le Corbusier y Pierre Jeanneret. La gente razonable adapta sus deseos a la realidad. Los que no lo son, adaptan el mundo a sus deseos. El progreso siempre llega de las cabezas y manos de estos últimos.

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MARTÍN MUNKÁCSI: EL INSTANTE DETENIDO En los años 30 un fotógrafo de reportaje, que había llegado a Estados Unidos huyendo de los nazis llamado Martín Munkácsi, estaba considerado gracias a su trabajo en Harper’s Baazar el fotógrafo mejor pagado de la historia. No trabajaba en interiores y siempre lo hacía en blanco y negro. Usó siempre una cámara de gran formato, y cambió el modo de fotografiar la moda. Fotografías dinámicas, con nuevos escenarios y encuadres y mujeres que parecían felices por el hecho de ser libres.

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Su conocimiento de la composición, -su padre fue un pintor, que para ganarse la vida los domingos hacía magia- le convirtió en el “hombre que liberaba a las mujeres”. Sus imágenes poseían una nueva dimensión y las modelos ya no aparecían lánguidas o sombrías, sino deportivas, joviales y atractivas. Durante la mayor parte de su vida, fue un aventurero y comenzó la búsqueda de buenas fotos durante los años 1930 y los años 40. Desde Berlín, este joven húngaro viajó a Nueva York Londres, Liberia, Río de Janeiro, Hawaii, Turquía, Sevilla y San Francisco, buscando reportajes. En todas sus imágenes tanto deportivas como de reportaje, a las de aspirantes a estrellas como Greta Garbo, Leni Riefenstahl y Katherine Hepburn, les proyectó un aire de informalidad. Siempre se negó a plantear otra cosa que no fuera la naturalidad “todas las grandes fotografías de hoy no son sino instantáneas” solía decir. Henri Cartier-Bresson confesó que la foto que más le conmovió en su vida y la que le impulsó a salir a la calle con su primera Leica fue una imagen de 1932 tomada por Munkácsi en una playa de Liberia, en la que aparecen unos niños entrando en el agua. En esa foto logró detener la belleza de un instante. También su cámara plasmó a un volátil Fred Astaire sobre fondoblanco, o la enérgica bajada sobre unos esquís de una joven Leni Riefensthal, pero además de movimiento, imprimía poesía a una escena

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de un desnudo femenino oculto tras un parasol. Las imágenes seguían una idea: “piensa mientras disparas”. Al morir de un ataque al corazón en 1963 a la edad de 67 años, su archivo fue ofrecido a varios museos y universidades. No hubo compradores. Hasta hace cinco años se conocían unas 300 imágenes, hasta que en la casa de subastas ebay, aparecieron 4.000 negativos en cristal que fueron encontrados en Connecticut. El ICP (Centro Internacional de Fotografía de Nueva York) negoció un precio y los compró. Los negativos del archivo perdido Munkácsi revelan ahora, que los instantes decisivos no fueron sino una larga trayectoria de correcta puesta en escena, cultivada con maestría. -29-

Fue el fotógrafo que el 21 de marzo de 1933, fotografió al presidente de Alemania traspasar el gobierno a Adolfo Hitler en Potsdam. A partir de esa imagen supo que había que emigrar. En Harper’s Bazaar, Carmel Snow, la mítica editora jefe lo contrató. Su primera foto fue la de una mujer hermosa en salto de cama que corre al lado de un gran árbol. Con su afición por las imágenes animadas y dinámicas, Munkácsi consigue “recoger ángulos inesperados ” Con Kurt Safranski, otro emigrado, Munkácsi creó una maqueta de un semanario ilustrado que basó en el Berliner Zeitung Illustrirte. William Randolph Hearst rechazó esa magnífica idea, pero Henry Luce la compró. Fue la inolvidable revista “Life” en las que trabajaron los dos, consiguiendo el mayor éxito de revista fotográfica de la historia. En la década de 1940, Munkacsi era una celebridad por derecho propio, que vivía con lujo el éxito. Un ataque al corazón que sufrió en 1943, supuso el comienzo de un lento declive. Su desplome sobrevino con la misma rapidez que llegó la fama. En el momento de su muerte vivía prácticamente en la miseria. Hoy, está considerado un genio de la fotografía de moda y el que adelantó un modelo de mujer, que todavía perdura.

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EL ARTE: LA MEJOR INVERSIÓN Y MÁS SEXY

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Como la economía de los países se desacelera, hay que buscar valores seguros para intentar que los “defaults” no se hagan presentes en las carteras de inversión, por eso hay que volver los ojos al arte. Las subastas de invierno se esperan siempre con gran expectación; nada es seguro, excepto los grandes nombres del arte. Y dentro de estos, el contemporáneo sigue su andadura dejando cifras de vértigo a su paso. Los coleccionistas de todo el mundo siguen pagando millones de dólares por los “blue-chips” -artistas marcas- como Franz Kline, Jeff Koons, Jean-Michel Basquiat o Richard Diebenkorn, por citar algunos. Porque hay algunos que ya se escapan a las inversiones de los que no figuren en el top de los billonarios de Bloomberg. El ejemplo tenemos en una serigrafía de Andy Warhol “Estatua de la Libertad”, que se vendió por $ 43,7 millones con impuestos, y es que se publicitó mucho del hecho de que los colores rojo y verde creaban un efecto 3-D. El caso es que era un Warhol de los más ácidos y eso también cotiza al alza. Lo bonito y fácil está mucho más barato en el mercado, pudiera ser de acorde a los difíciles tiempos que vivimos. En dos horas y media de licitación implacable, la subasta consiguió 412,2 millones, el total más alto de la historia en una subasta de arte contemporáneo de Christie’s. En Sotheby’s la noche del martes, también fue excepcional, $ 375,1 millones. Y hablando del Warhol, los récords caían. Más de seis personas intentaban conseguir la imagen de un sexy Marlon Brando apoyado en el manillar de su moto, la vendía Donald L. Bryant Jr., un hombre de negocios de Nueva York. Bryant había comprado la pintura en Christie en 2003 por $ 5 millones. El miércoles su estimación estaba entre $ 15 y $ 20 pero se vendió por haciendo 23.7 lo que demuestra que fue una buena inversión.

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Los músicos de rock son algunos de los que han tenido ojo comprando obras fabulosas que adornadas por la publicidad y las palabras de los expertos de las casas de subastas, se hacen huecos en paredes que no están pasando crisis alguna. Un ejemplo puede ser el de Gerhard Richter, el artista alemán de 80 años de edad, que actualmente ostenta el título del artista vivo más caro en subasta, después de que una pintura que pertenecía a Eric Clapton fue vendida en Sotheby de Londres el mes pasado por 34,2 millones de dólares. Clapton, de 67 años, conocido por su trabajo con los Yardbirds y Cream, así como en solitario, tiene una extensa colección de arte.

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Y hablando de palabras y publicidad, sin duda Jeff Koons es un experto y los que explican su obra, también. “Tulips”, una pieza de gran formato, de cinco metros de largo, en la que se entrelazan siete tulipanes que exhiben los colores del arco iris, simbolizan “la primavera, el renacimiento, el amor y la pasión y que suponen un homenaje a todos los placeres”. Pertenece a una serie de cinco instalaciones análogas, y se ha convertido en una de los iconos de Koons (1955), fue vendida por 33,6 millones de dólares, (seguro que el lírico texto también contó). Basquiat el chico radiante, alcanzó su mayor éxito al vender una de sus obras por 23,5 millones. Su radicalismo y furia de vivir era algo que plasmaba en sus lienzos y hay muchos tigres que se perfuman con dinamita. Sus figuras tienen ricas asociaciones, formas impecables y materiales muy pobres. Y eso vende. Parece que la elite global cree en el arte y el dinero. Los coleccionistas de arte disfrutan viéndose reflejados en lo que compran. El arte sube la libido y además es fácil enseñar y disfrutar. Así que de todas la inversiones conocidas, es una de las más admiradas; porque al que la posee limpia, fija y da esplendor.

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ALBERT WATSON: UN FOTÓGRAFO ÉTICO Y ESTÉTICO Ser fotógrafo de moda es un manera de estar en el mundo. Watson vive muchos mundos. Heredero de la textura de los grandes de la moda de los 50’s, su ojo no recorre únicamente cuerpos bellos; sino que está comprometido con otros que carecen de todo, menos de cuerpo. Sus historias africanas son su forma de permanecer en el mundo real.

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Nacido en Escocia en 1942, posee el récord de haber realizado más de 200 portadas de Vogue de todo el mundo y 40 portadas para la revista Rolling Stone desde mediados de la década de los 70, fotografiando personajes carismáticos. Photo District News le nombró uno de los 20 fotografos más influyentes de todos los tiempos junto a Richard Avedon e Irving Penn. Estudió diseño gráfico en la Duncan of Jordanstone College of Art and Design, y cine y televisión en el Royal College of Art. Con su esposa se trasladó en 1970 a Los Ángeles, donde comenzó a hacer fotos, sobre todo como un hobbie. Ese mismo año, fue llamado para ser director de arte de una compañía de cosméticos y le ofreció su primera sesión de pruebas, de la cual la compañía le compró dos fotografías. A partir de ese momento, su carrera se desarrolló en todos los campos y ha creado la fotografía de cientos de campañas publicitarias de éxito para las grandes corporaciones, ha dirigido más de 500 comerciales de televisión y decenas de carteles para las principales películas de Hollywood, como “Kill Bill”, “Memorias de una Geisha” y “El Código Da Vinci”. En el 2007, una impresión de gran formato de una fotografía de Kate Moss tomada por Watson en 1993 se vendió en Christie’s, Londres, por 108.000 dólares, cinco veces la estimación pre-venta más baja.

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Las buenas fotografías son muy raras y escapan a cualquier definición, pero todas tienen un punto en común: la emoción que suscitan va más allá de la imagen que representan, su significado es mucho más rico que lo que parecen sugerir, emanan una leve música… tienen, en suma, algo de milagroso. Y eso lo consiguen muy pocos, aquellos que como Watson saben que la composición de las fotografías de moda tienen que representar a la sociedad incluso desde el enfrentamiento y la libertad.

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Watson es un clásico en el mejor sentido de la palabra, aquél que siempre que miras sus fotos vas a ver algo que pertenece a una mirada conceptualmente preparada. No es la realidad, es contar una historia que no ves a través de la ventana. En la vida real, los miembros de la familia discuten y gritan, se aman, pero él dice que nunca ha visto que una revista de moda quiera fotografías de personas en esos estados de ánimo. No busca el papel de fotógrafo objetivo, sino que describe la interacción con el tema, colocándose en la fotografía con la reacción del sujeto. La misión de un fotógrafo es responder a la llamada de su retina, únicamente al estímulo de su instinto visual que reclama la atención de su otro ojo -la cámara- para convertir los instantes en eternidades y a las personas en mitos. La moda pasa a representar un modo de expresión del individuo y un modo de ejercer su libertad, frente a los cánones tradicionales. Luego terminado su trabajo de hacer el mundo más estético, coge su cámara y parte para África, para comprometerse en hacer el mundo un poco más ético. “La gente era maravillosa. Me conmovió especialmente la energía tan positiva que emiten los habitantes de Benin – fue realmente sorprendente ya que el país y su gente es realmente muy pobre. Experimentar y fotografiar su alegría inocente fue para mí una experiencia maravillosa”.

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PETER LINDBERGH: AMOR POR LAS MUJERES Posiblemente sea el fotógrafo más cercano al gran Irving Penn. Igual que el maestro trabaja en blanco y negro, con unas copias saturadas de calidades insuperables. Peter Lindbergh es además el hombre al que aman todas las grandes modelos, porque sabe cómo tratarlas y establece con ellas una especie de “feeling” que hace de sus retratos algo cercano a la realidad. Polaco de nacimiento y alemán de adopción, comenzó trabajando de escaparatista en unos grandes almacenes de Duisburg, estudió pintura en la Escuela de arte de Krefeld y fue ayudante del fotógrafo Hans Lux.

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Lindbergh es de los artistas fotográficos más famosos y respetados del mundo de la moda; incluso es considerado el “poeta del glamour”. Durante algunos años trabajó para boutiques alemanas, hasta que se cansó y dio el salto a París después de haber publicado en Stern. En 1997 obtuvo el premio al mejor fotógrafo en los Internacional Fashion Awards, en París. Hoy es un reconocidísimo fotógrafo que con gran ironía dice “no me siento un hombre de la moda, ni siquiera llevo un pendiente” y aunque se mueve en ese mundo del “glamour”, Lindbergh nunca se perdió en él. Felizmente casado con la fotógrafo Petra Sedlaczek afirma “tengo cuatro hijos, y una vida”. Es capaz de retratar el alma de los protagonistas y si hay algo que caracteriza su estilo, son los retratos atemporales. Sus fotografías representan instantes robados a lo real con los que consigue transmitir la emoción del momento. Le encantan los espacios industriales y hacer que sus modelos se sientan poderosas, porque piensa que son hermosas mujeres con toneladas de inseguridad encima. Sus tomas de marcada sencillez acaban por ser imágenes de una inigualable sofisticación. Reforzando la luz en la cara, crea un efecto íntimo. Sus posados indican que no se hacen trampas delante de su objetivo: revela las personalidades, sin artificios. El resultado: imágenes impactantes, emblemáticas dónde el “menos es más”, se convierte en “simplemente, lo más”.

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Los lugares favoritos de Peter Lindbergh para tomar sus fotos son desiertos, lagos secos y extensas playas carentes de romanticismo. Por su falta de puntos de referencia, estos sitios están involucrados en la composición de sus fotos. También reconoce la influencia del cine alemán de la década de 1920, además de las imágenes de su amigo Wim Wenders. Peter Lindbergh ha contribuido al fenómeno del top-models, lo cual no es sorprendente dada su preferencia por la belleza femenina de personalidades sanas y fuertes. Mila Janovich, Linda Evangelista y Christy Turlington, Claudia Shiffer, Kate Moss y Amber Valleta son algunas de sus musas, de las que consigue sacar la mujer que llevan dentro. No son muñecas que aparecen sofisticadas, son amigas a las que parece fotografiar justo cuando están recién levantadas por la mañana. Después de todo, ama a las mujeres. -41-

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Influencias y divergencias: Arte y moda Desde hace tiempo, el matrimonio de hecho entre moda y arte no hace sino acentuar su enamoramiento. El éxito de los anagramas de Marukami para Louis Vuitton, y las grandes colecciones de los más poderosos del mundo de la moda: Pinault, Prada y Hinault han posicionado la publicidad y las ventas en unos lugares inimaginables. Se discute siempre si la moda es arte o no, yo creo que es una forma de arte, lo que podíamos llamar artes decorativas en contraposición a las bellas artes, pero ¿cuál es la diferencia? La moda puede expresar lo que la gente llevaba en un período determinado, así como la cerámica puede señalar lo que gustaba en sus fiestas o su vida diaria.

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Algunos diseñadores están directamente influenciados por las bellas artes y hay un cantidad de referentes artísticos que han influido en sus creaciones: desde la pintura flamenca; al cubismo, surrealismo o suprematismo. Desde hace algunos años la ropa se expone en los museos. Ives Saint Laurent vivía el arte, su colección una de las más extraordinarias del mundo era el lugar en el que se basaba para hacer sus asombrosas creaciones. “Me he inspirado en un gran número de pintores en mis diseños porque creo que el arte no sólo forma parte de la cultura, sino de la vida y hay que mostrárselo a todo el mundo” La influencia o el referente de los grandes artistas está presente desde siempre en la gran moda. Desde el surrealismo daliniano en la langosta de Schiaparelli, a la vaporosa seda de Wateau que inspira a la expunk Viviene Westwood, con sus pasarelas homenaje a las cortesanas y al marqués de Sade que conmocionan el orden, mediante una permanente y saludable llamada al desorden.

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Discutir acerca de si la moda es arte, es absurdo. Por supuesto no lo es: Es la moda. Los artistas de la moda son un tema recurrente para los museos y no hacen otra cosa porque comparten algunos de los atributos de arte. Un exquisito de alta costura, Cristóbal Balenciaga, con sus vestidos de la década de 1950, en el momento de su mayor apogeo se acerca a lo perfecto como una hermosa pintura o una escultura.

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Sin embargo, sólo un esteta antiguo diría que el papel del artista es crear belleza. A veces los artistas lo hacen, pero para la mayoría de los artistas contemporáneos la belleza tiende a ser un subproducto en su búsqueda de explorar las complejas ambigüedades de la vida. Un artista como Wolfgang Tillmans con fotografías de restos de su desayuno y sucios marcos han sido expuestos en todos los grandes museos del mundo. Esas imágenes no son bellas, sino que remiten a una belleza triste, demasiado sutil para ser replicado en la moda. Porque la belleza sólo es el comienzo de lo terrible, según André Breton. Sin embargo la moda, tiene otra función tradicional, el de reflejar los cambios en la cultura contemporánea. A diferencia del arte, la moda no es un editorial histórico acerca de los tiempos, sino que no deja de ser uno de los titulares de la historia. Y si moda tiene un propósito práctico, el arte no tiene propósito, va más allá. Un vestido puede ser tan hermoso o más que una instalación de arte “póvera” pero, sin duda, el arte es una metáfora elocuente y política de su tiempo. De momento, el arte sirve a la moda para hacerse la gran publicidad. La cultura siempre es un “must”. Nuestro tiempo es un tiempo de arte, moda y cocina. Tres pilares básicos en la historia del ser humano: Comer, vestir y trascender.

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La moda es costura, narración y fotografía Si no existiera la fotografía, la moda no se hubiera convertido en una de las industrias más potentes del siglo XXI. Imagen viene de imaginar: representación visual. En el mundo de la moda, existen personas que editan la imágenes y fotógrafos que las captan, juntos consiguen relatar una historia que hace de la moda encantamiento. La publicidad es narración, además de concepto. La puesta en escena para capturar una buena foto es un trabajo exhaustivo, porque se trata de narrar historias y conseguir que nuestros ojos se fijen en ellas. La moda, un sector que mueve millones, es sector fundamental para muchos países, de ahí el explosivo interés que concita en los medios y blogs. Hasta ahora nunca había tenido tal fuerza. -47-

-48Es evidente que lo que vestimos, deseamos y compramos, ha sido estudiado y decidido con antelación por personas cuyos nombres en su mayoría desconocemos. Es una espiral y lo que un año es in otro está out. Lo alternativo será pasto del consumo en una o dos temporadas y pasará a los armarios incluso más conservadores. De eso trata la puesta en escena: de crear ambientes que siendo chocantes, nos producen deseo. Pero no sólo se trata de hilvanar un relato, lo importante es el tipo de historia. La moda nos vende el glamour, las vacaciones en islas exóticas, los interiores elegantes o rudos, pero sobre todo nos vende la historia de una fantasía. Todo eso está muy bien, pero lo más importante es preguntarse ¿qué hay detrás del vestido? La ropa puede ser visualmente hermosa, el paisaje también. Pero es la historia del diseño, la historia de la tendencia y de los tejidos, las que nos transmiten emociones y justo ahí, se presentan las oportunidades para crear el contenido de la fotografía.


De ahí que las revistas de moda, cuenten con personas especializadas en crear los conceptos que más tarde el fotógrafo plasmará en contenidos. Hace poco leí que a Phoebe Philo, diseñadora británica, siempre le ha resultado extraño que la gente vaya detrás del escenario después de un show para preguntarle qué significaba la colección. Ella siempre cree que ha dicho todo lo que quería decir a través de la ropa y que la audiencia lo podía interpretar como mejor les pareciera. En el arte, el público mayoritario necesita saber qué está plasmado en el lienzo, y por eso se acerca a ver la cartela, sin pensar que lo importante es posar la mirada tranquilamente por el cuadro.

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Es el trabajo editorial el que finalmente encuentra una manera de mostrar las diferentes perspectivas sobre la moda. Con la puesta en escena sucede lo contrario que con la pasarela. Un buen editor tiene que relatar una historia con bastante fantasía, pero también debe poner la ropa que corresponde a sus lectores. Tiene que presentar una fantasía que pueda hacerse realidad. El arte de la costura y el de la narración se hicieron inseparables, en una combinación que se ha convertido en la razón principal por la que las personas se enamoran de la moda. Una vez pensada, producida y expuesta, hay una cámara que capta y nos trasmite el final del proceso. Los narradores-estilistas de la moda, entienden la moda como el arte de la expresión creativa, se atreven a crear contenido (ya sea en palabras o imágenes) para dar su interpretación a través de historias únicas, provocando nuestra imaginación.Sin editores ni fotógrafos la moda no sería un sueño plasmado, sino una idea lejana. Camino de fin de siglo, la moda se configura como el hecho estético más pujante. Si el arte del vestido no fue nunca hasta ahora más que un arte menor, subordinado a los considerados elegantes, ahora ha ingresado por derecho en el arte mismo, al igual que la fotografía, que fue discutida por el simple hecho de reproducir lo real. La cultura actual ha canonizado a ambas como arte: fotografía y moda han sido liberadas, para entrar de lleno en lo imaginario.

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Elena Arzak: Mejor cocinera del mundo Elena Arzak, con un excelente producto, una técnica impecable y original, sin acrobacias gastronómicas innecesarias, conjugando sabores y aromas, ha sido elegida este año la mejor cocinera del mundo. Conozco a Elena desde que era una niña; soy amiga de sus padres. Así que, siento orgullo al escribir sobre una persona que con imaginación, modestia y talento continúa una novela que empezó escribiendo Juan Mari su padre, como ciencia ficción, y ha terminado por ser un ensayo.

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Arzak lleva muchos años siendo la punta de lanza de la nueva cocina española; con tres estrellas Michelin, desde 1989, fue el hombre que cambió la cocina, apostando desde el principio por eso que es ahora última tendencia: el producto local. Desde entonces, cada rincón de Arzak respira verdad, aroma y matiz en cada plato. Con el máximo galardón gastronómico, Juan Mari, el creador y Elena su hija, que llegó después de estudiar en las mejores escuelas de cocina, forman un dúo con una fórmula que mezcla innovación y tradición. De ese éxito son responsables todo un equipo: Maite, madre de Elena y encargada de que todo esté perfecto: desde el servicio a la administración, pasando por la decoración. Marta, cuarto miembro familiar, trabaja en el Guggenheim, y fue comisaría de Ferrán Adrià en la Documenta de Kassel, se encarga de agregar su pincelada artística a algunos proyectos de Elena. Además, todos los empleados son parte consustancial del proyecto. La modestia es patrimonio de los grandes, y Elena es una persona que se muestra tímida, pero a la que no falta resolución y creatividad para hacer de sus platos una combinación de cocina vasca de innovación, investigación y vanguardia. Todo un modo de resolver las tendencias más actuales, mezcladas con las emociones que provocan los sabores.

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“Mi padre me dijo: Elena, muestra siempre el máximo respeto por el producto. Cocínalo con mimo y sírvelo como te gustaría que te lo sirvieran a ti”. “Más tarde supe que este mismo consejo es el que le había dado mi abuela Francisca a mi padre en sus comienzos. Otra persona muy importante para mí ha sido y es mi madre Maite. Ella me ha inculcado el orden y la constancia”. Creatividad, orden y constancia a la que hay que añadir riesgo. En la carta de Elena hay sentido del humor, antropología, y lo mismo se presentan unos tornillos de chocolate, que aparecen esculturas neolíticas. La ironía también cuenta, hay un plato en el que por medio de la tecnología las olas rompen debajo de un estupendo pescado. La sorpresa siempre forma parte del arte y, sin embargo, no hay que dejarse llevar simplemente por el impacto. El producto y el concepto es el que determina si es un gran plato o un simple espectáculo, y eso Elena lo tiene muy claro. -53-

Como si de un archivo borgiano se tratara, existe en Arzak un banco de especies y sabores que un equipo de investigación trabaja bajo la batuta de los dos “chefs”. Tecnología y muchos ensayos dan una obra bien acabada porque, como bien explica Elena, “Concibo la tecnología como una herramienta, hay cosas que sin ella no puedes hacer, pero si el cocinero no es bueno, no sabe utilizarla con criterio y no tiene buen paladar, no sirve para nada. Para mí lo primordial en un plato es el gusto”. En Arzak, se piensa primero en los clientes y después en el éxito propio, porque los premios están casi todos conseguidos y lo que importa es ir “directo al paladar”.

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IRIS APFELD: El estilo como cuestión de carácter El carácter se adquiere desde la más tierna infancia. Cuentan de Iris Apfeld que, cuando tenía tres años, le dio una rabieta y se puso a gritar, porque su madre le puso una cinta en el pelo cuyo color no coincide con su atuendo. El gusto no es bueno ni malo, y las más renombradas fashionistas serían criticadas por su extravagancia en cualquier fiesta que no tuviera que ver con la gran moda. Apfeld es una reconocida diseñadora de interiores que es propensa a ponerse las ropas más atrevidas de diseño y color, aderezada con unas eternas gafas estilo Le Corbusier y grandes bisuterías coloristas étnicas, que deben anunciar con mucha antelación su llegada a todas las fiestas. Una persona de vanguardia jamás pasa desapercibida. -55-

-56Apfel irrumpió en la escena internacional en 2005, cuando el Metropolitan de Nueva York hizo una exposición de su ostentoso y a la vez bohemio guardarropa en el que se mezclaban vestidos chinos, alta costura con abrigos de plumas, collares de ópera y muchos tejidos diseñados por ella. Iris es un icono neoyorkino que a sus noventa años todavía asiste a fiestas, y es amiga de todos los que tienen algo que ver con el estilo y la moda. Diseñadora de textil, su trabajo le llevó a redecorar la Casa Blanca para nueve presidentes: Truman, Eisenhower, Nixon, Kennedy, Johnson, Carter, Reagan y Clinton. Y hay que tener muy presente que si Jackie confió en ella, su gusto le parecería muy refinado. Conversa de la moda y estilo personal como única religión de estilo, Iris mantiene que los vestidos y la ropa no son tonterías banales, sino que pueden ser una forma de arte. Dice que a lo largo de la historia ha sido el vehículo para explicar el carácter del que lo lleva. Durante la dinastía Ching, por ejemplo, reflejaba el estatus en la sociedad. La gente podía leer, literalmente, la ropa como un libro, sólo por su color y la forma en que fue bordada.


Personalidad le sobra, y en sus declaraciones se atisba que su inteligencia ha contraído matrimonio con su libertad. Piensa que los “detentadores del gusto” son una especie de policía y sobre las joyas se inclina por piedras no preciosas, e incluso dice que son tan grandes las que le divierten que su marido tiene suerte de que su favorita sea el cristal de roca. Ahí también explica que si un cristal no es perfecto le gusta mucho más, porque como Rodin dijo “más bella que una cosa hermosa, es la decadencia o ruina de esa cosa hermosa” Iris tiene 90 años de juventud, y decadencia es una palabra que ha tachado de su calendario.

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Historiadora de Arte y filósofa de la extravagancia, ha sido la única mujer en Nueva York que hizo de una casulla de sacerdote la prenda más deseada. Con su sabiduría y sentido del humor, es una inspiración para personas bajas de energía y personalidad. El día 1 de septiembre cumplió 91 años. ¡Felicidades! Quedan ya pocas de esta estirpe y, Anna Piaggi, otra de ellas, ha fallecido hace un mes dejando una huella innegable. Y es que el gusto se entrena, pero el carisma forma parte de la personalidad.

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La increíble vida de Yayoi Kusama A sus 82 años, la artista japonesa más importante de su país está viviendo una fama que vas más allá de lo artístico. Existen artistas que sus vidas personales van más allá de su propio trabajo, y resultan fascinantes e inmortales mucho antes de serlo. Así ha debido pensar Marc Jacobs director artístico de Vuitton, que además sabe que la obsesión es bella, y lo mismo que trabajó con Richardd Prince y Murakami, ahora los estampados de lunares de Kusama van a ser lo que toda mujer adicta a la moda va a desear.

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La historia de la artista japonesa es una película. En su juventud se desplazó de su país a Nueva York dónde inmediatamente contactó con toda la vanguardia del momento, amiga del minimalista Donald Judd, de Claes Oldenburg, de Chamberlain y de Georgia O’Keefee la carrera de Kusama produjo en aquel momento un impacto con sus radicales manifestaciones artísticas. Mientras en Manhattan triunfaba el pop y Warhol reinaba en su «Factory» y en «Studio 54», una japonesa revoluciona la Gran Manzana con su excéntrico arte, con sus extremadas performances y happenings (en «Walking Piece» pasea con kimono por Nueva York, mientras en otras acciones aparece desnuda por la ciudad mostrando su rechazo a la guerra de Vietnam), además de manifestarse contra el arte del momento: El expresionismo abstracto, que consideraba patriarcal, gestual y autoritario. Kusama que tuvo una aventura con otro artista tan excéntrico y complejo como Joseph Cornell, nunca vivió la sexualidad que sus obras preconizaban, y en su obra representa tentáculos que son un resultado de su trauma sexual.

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En 1973 vuelve a Japón y, de manera voluntaria, se recluye en un psiquiátrico desde el que lanza un arte renovado tanto pictórico como escultórico. Sus instalaciones se exponen ahora en el Whitney de Nueva York patrocinada por la marca francesa de moda. Los cuatro de los grandes museos de arte contemporáneo del mundo se rinden a esta artista inclasificable, inconformista, excéntrica, experimental, sorprendente, original, singular e inimitable. Tal vez los círculos laboriosamente estampados como terapia en las telas, y que fueron inspirados por las piedras que veía en el arroyo detrás de la casa dónde creció, sirvan también para que las mujeres las lleven con la determinación y libertad con la que Kusama ha creado su arte.

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Es espectacular que una obra de una artista de su fragilidad haya acabado siendo el “top” del momento. Sin embargo, en los ochenta, su afán por convertirse en la más famosa le llevo al pozo de la depresión. Pasó a ser una especie de chamán hippie de vanguardia y pasto de los tabloides, simplemente por pintar lunares en cuerpos desnudos. Pero el coste fue alto: En los años setenta, quebrada y rota, ella se mudó a Japón para ingresar en un hospital mental en Tokio. El éxito la derrumbó. A partir de ahora, los lunares de Kusama estarán tan presentes como ella estuvo una década en la escena artística de Nueva York. Su vuelta ha sido el gran triunfo que siempre quiso.

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Arthur Elgort, el fotógrafo de lo natural Arthur Elgortt opina que un fotógrafo puede capturar una foto o realizar una foto. Él es un fotógrafo que hace fotografías, no captura. Grace Coddington, directora artística de Vogue opina que las fotografías de Arthur hablan de personas reales. Sofisticación y naturalidad son dos palabras que en ocasiones parecen contraponerse aún cuando cualquier versado en estética, sabe que son conceptos que en ocasiones cabalgan juntos.

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Al inicio de su carrera en la fotografía de moda, casi todos los fotógrafos trabajaban en estudios, con iluminación artificial. Elgort también lo ha hecho, pero según su opinión, su trabajo más gratificante es con luz natural. Para describir sus imágenes generalmente se utilizan siempre las mismas palabras: naturalidad, movimiento, salto, oportunidad. Este estilo de fotografía se remonta a su primer trabajo como acomodador en el Carnegie Hall, donde también documentaba el ballet de George Balanchine. En esas fotos tiene que capturar el movimiento, y cazarlos en el momento del salto y pulsar el obturador. “Muévete con el sujeto” es uno de los trucos de Elgort. En ocasiones sus modelos no se acicalan o posan, sino que juegan a simulacros de lucha. Su afición por el jazz y la danza se reflejan en todas las poses que parecen pura improvisación: y sin embargo, nada parece más improvisado que una buena preparación. El debut de Elgort en Vogue británica causó sensación en el mundo de la fotografía de moda, donde su estilo con énfasis en el movimiento y la luz natural reeditaba el concepto de fotografía de moda. Blanco y negro frente a colores vibrantes, contrastes tonales, tiene un estilo elocuente, algo aristocrático. Con un gran sentido del humor, una impresionante colección de cámaras y su pasión por los viajar, Arthur Elgort ha tomado fotografías por el mundo desde la década de 1960, hasta convertirse en uno de los fotógrafos favoritos del mundo de la moda. Su respeto y amor por las modelos es legendario. Todas ellas han posado para él en algún momento, de Kate Moss y Karen Mulder a Christy Turlington; todas

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dicen que disfrutaban delante de su cámara e incluso les dedicó un libro en 1993. Lo tituló “Manual de modelos de Arthur Elgort “ y fue un bet-seller. Ha dirigido también varios documentales con el título “La Historia de Bruce Ford”, y ganó el Premio de Excelencia en Cinematografía de Cine Documental en Sundance. Sus fotografías han sido exhibidas a nivel internacional, y se incluyen en las colecciones permanentes del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, y el Victoria and Albert Museum en Londres; así como en numerosas colecciones privadas. Cuando se le pregunta por una de sus fotos predilectas escoge: Una de ellas es una foto de 1993 de Kate Moss. Entramos en la Brasserie Lipp de París y los camareros estaban comiendo. Preguntamos si nos podían dejar comer en su mesa y estuvieron más que dispuestos: Kate Moss era la respuesta. -65-

A Christy Turlington la conozco desde que empezó. Yo creía en ella. La gente pensaba que estaba bien, pero ella era muy insegura y me dijo: “Esto me va a venir grande. No voy a ser capaz. Pero cuando empezamos a trabajar fuimos por todas partes, y vi claramente que hay modelos que saben lo que tienen que hacer de inmediato. Uno no tiene que decir nada, ellas saben.” Después de un derrame en 2011, que le dejó incapaz de mover sus miembros, la carrera de Elgort se daba por acabada, pero después de meses de dura recuperación el fotógrafo consiguió vencer los obstáculos y recuperar el movimiento en brazos y manos. Ahora, sigue trabajando en su estudio amplio y soleado en el Soho, e hizo un gran reportaje para la edición de Vogue con su íntima amiga Grace Coddington, un reportaje basado en dos clásicos: Strand y Sander y sus familias campesinas. Lo natural es muy sofisticado.

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El aire de Chanel por Paul Morand En 1946 en Saint Moritz, durante semanas, Paul Morand y Chanel escribieron un libro. Por la tarde Coco hablaba y de noche Morand se retiraba a sus habitaciones para escribir en primera persona, lo que la modista le había relatado. Es un pequeño libro que he leído muchas veces, como he leído Venecia del mismo autor. Esa especie de memorias las tituló: El “Allure” de Chanel, esa palabra que en francés significa aire, aliento, y también distinción, elegancia.

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Es lógico que Morand se sintiera atraído por ella, porque fue el snob máximo en aquella generación de snobs, le gustaba conocer por conocer, y tenía una curiosidad inagotable por rodear todo el planeta con sus viajes. Como si hubiera venido de otro planeta a un planeta inédito, Paul Morand hizo ese viaje alrededor de Coco y su mítico salón de reuniones. Morand y Blaise Cendrars son los poetas de los años 20 que más se manifiestan en su modernidad y vagabundeo. Paul Morand, casi desconocido hoy en día, es uno de los grandes de la poesía. Funcionario diplomático, pudo recorrer el mundo entero, deshojar los tulipanes de Ámsterdam y comprar periódicos de todo el mundo para estar siempre al día. Era un personaje entre cínico y desapegado que visualizó el mundo con su mirada de poeta sintético, y nunca supo que estaba inventando un nuevo estilo. Exilada e inactiva por primera vez en su vida Coco Chanel, fumando incansablemente, cuenta a Morand con su característica furia sus recuerdos. El libro apareció treinta años más tarde de ser escrito y fue el último de los libros de Morand. Él y Coco se habían conocido en 1921, porque compartían el mismo círculo de amistades, Jean Cocteau, Erik Satie, Pablo Picasso, Igor Stravinsky, el matrimonio Sert, e incluso Wiston Churchill.

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Se trata de la vida de una niña que sufrió todo tipo de carencias afectivas, y cuenta que su educación se basó sobre todo en la lectura de novelas. “Compraba sobre todo libros, para leerlos. Los libros han sido mis mejores amigos. Así como la radio es una caja de mentiras, cada libro es un tesoro. Hasta el libro más malo tiene siempre algo que decir, alguna verdad. Hasta las novelas más estúpidas son monumentos de experiencia humana. He estado con muchas personas muy inteligentes y de gran cultura; se han extrañado de mis conocimientos; aún se hubieran extrañado más si les hubiera dicho que había aprendido a vivir en las novelas.Si tuviera hijas, les daría, por toda instrucción,novelas. En ellas encontramos las grandes leyes no escritas que rigen al hombre. En mi región no se hablaba; se carecía de tradición oral. Desde las novelas por entregas, leídas en el granero a la luz de una vela robada a la criada, hasta las más grandes obras clásicas, todas las novelas son realidad disfrazada de sueño. De niña leía, por afición, indistintamente catálogos y novelas: Las novelas no son otra cosa que grandes catálogos” Así era ella, y también dice que visitaba los cementerios porque “allá todo el mundo escucha”, y en ellos encontró un lugar en el que forjar su afilada lengua y su carácter más que enérgico. Hay otro momento en el que habla de la riqueza, “el entusiasmo no es tan necesario para ganar dinero como para gastarlo. El dinero gastado solo es una prueba material de que hemos actuado de una forma adecuada: si un negocio o un vestido no aporta ninguna ganancia es porque se han hecho mal. La riqueza no consiste en acumular, sino en todo lo contrario: sirve para liberarnos; es el ‘lo he tenido todo y ese todo no es nada’ del emperador filósofo. Igual que la auténtica cultura, que consiste en echar por la borda un cierto número de cosas; al igual que en la moda, donde generalmente se empieza por una cosa demasiado bella para llegar a lo más sencillo’. Volveré a ser al hablar de la moda; solo diré de pasada que se puede ser elegante sin dinero. El dinero no es algo bello, sino cómodo”. Libro absolutamente recomendable, del que se pueden aprender muchas cosas, y disfrutar de la prosa de una persona que había venido al mundo para verlo. Chanel era un mundo.

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Bill Cunninghan: el poderoso del fashion New York ¿Se visten las mujeres para los hombres, o para las mujeres? Según Anna Wintour la pope del fashionismo, las mujeres en Nueva York se visten para Bill. Tímido, discreto y a lomos de su bicicleta número nueve, -las otras ocho se las robaron- sigue y persigue por las calles de la ciudad a las mujeres más conocidas. ¿Su objetivo? Retratarlas para las páginas del New York Times. Vestido con su gastada chaqueta azul de dependiente antiguo y su eterna Leica, ese anciano vital y encantador marca las tendencias de la ciudad de los rascacielos publicando aquello que según su ojo es “lo más, en la calle” .

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Ahora en un documental se le rinde homenaje y un grupo de compañeros de la sección cultura lo presenta como a un colega de una talla humana excepcional. Creen que ha llegado un momento en sus vidas laborales en el que están obligados a compartir con el mayor número de personas, no sólo el privilegio de haber participado de sus conocimientos, sino la experiencia de conocerle a él como persona. “Aquellos que ven la belleza la hallarán” dice Bill Cunninghan. Su oficina y su archivo son su casa desde hace muchos años. Pertenecer a la plantilla del New York Times es su único poder. Disfrutar de la calle, de la moda, de la extravagancia han conformado su vida. Bill Cunninghan New York, es un película a propósito de un hombre corriente que ha acabado por ser un ser excepcional. ¿O no es excepcional un fotógrafo que es la memoria visual de la moda de este siglo, y sigue viviendo en un modesto apartamento rodeado de sus negativos? Bill no tiene nada que ver con Scott Schumann, otro fotógrafo que haciendo lo mismo, ha devenido en “star” de la fotografía de moda callejera, casual en apariencia pero sin duda preparada.

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Cunninghan se pasea despacio por Nueva York, cámara en mano, pidiendo y obteniendo el permiso de los fotografiados con una palabra amable que comienza por “¿puedo?” Y termina con “gracias”. Cobra un parco salario (“porque el dinero es lo más barato, y la libertad es lo más caro que se puede tener”, señala en una sentencia que se permite en el documental). Es capaz de distinguir en lo más mundano las tendencias de la Alta Costura. En la redacción del Times se presta diligente a realizar tareas adicionales y vive tranquilo, solo y en paz. Poco se sabe de él, ni siquiera si tiene 84 años o más. Su sencillez le lleva a recibir la medalla de la ciudad de Nueva York con su célebre chaqueta añil. Todos los que le conocen dicen que Bill es la quintaesencia del lujo, porque todo lo que necesita es nada más que lo esencial: Un ojo avezado, una presencia discreta y la felicidad del trabajo bien hecho. -73-

Nada más sofisticado que la sencillez extrema de este hombre. Si no te ha visto Bill y no has salido en su columna, simplemente, no existes.

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Casas na Areia: eco-chic, sostenible y cercano. Uno de los síntomas más claros de libertad es andar descalzo. Pues bien, nuestros vecinos de Portugal han hecho realidad ese sueño.

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Las Casas na Areia están en las dunas de Comporta, a tres kilómetros del mar y a 200 metros del rio Sado, con un paisaje entre dunas y campos de arroz. En las casas no es necesario sacudirse los pies, porque el suelo es de arena. Una particularidad que nos hará sentir en contacto con la naturaleza. Sin embargo, no piensen que es un lugar salvaje, se trata de cuatro cabañas minimalistas con baño propio y lencería de la mejor calidad, como no podía ser de otra manera; tratándose de Portugal. Diseñadas por el arquitecto Manuel Aires Mateus, es un lugar para olvidarse del asfalto. Existe un área común decorada con piezas de diseño, y cuatro bicicletas para paseos al borde del mar. Se trata de uno de los proyectos hoteleros más innovadores de nuestro tiempo. Las cabañas se alquilan conjuntamente, por lo que es perfecto para un viaje de amigos, una despedida de solteros, o para cualquier familia con niños a los que dejar en total libertad para que hagan sus castillos en la arena. La cabaña principal acoge el salón, la cocina y el comedor, con unos 50m2, las otras tres son las habitaciones y caben un total de 8 personas, incluye limpieza y desayuno. El estilo corresponde a la tendencia “luxury barefoot”, el NY Times lo ha incluido como próximo destino “it” para los sibaritas con toque bohemio. El precio ronda los 600€/día las 4 cabañas (entre 8 sale a unos 60€ por persona y día) en temporada alta ( hay que estar mínimo una semana) o de 500€ en temporada media y se puede alquilar por 3 días.

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El lugar acoge las sorprendidas pisadas de los huéspedes en un lugar paradisiaco del litoral alentejano. Miembros de la moda como Christian Louboutin o Jacques Grange, se alejan del mundanal ruido y se abandonan a un estilo de sibaritismo con toque bohemio. La oferta hotelera cada vez es más excéntrica y alejada de sus lugares más comunes. Respeto por el medio natural, lujo auténtico despreciando la sofisticación y diálogo con el entorno, han llevado a Casas na Areia a ser elegidas para representar a su país en la Bienal de Venecia. La propiedad ofrece servicio de limpieza y desayuno, los residentes podrán mostrar sus habilidades culinarias en las cocinas del lugar. Un lugar para una vida tipo Robinson Crusoe: mar, paseos, lecturas y gastronomía harán de sus vacaciones un paraíso alejado de la “prima de riesgo” y los malos augurios de los medios de información. -77-

Portugal emprende un proyecto modesto en sus inicios y ambicioso en su resolución, pues nace con la vocación de convertirse en un exclusivo lugar de referencia internacional, a escasos kilómetros de la capital lusa. Un lugar para perderse de todo y encontrarse con uno mismo.

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Grandes de la Moda: Los cuatro mosqueteros El año 2011, las diez fotografías más caras de moda incluyen, como no podía ser de otra forma, a los tres grandes: Irving Penn, Richard Avedon y Peter Lindbergh, sin perder de vista a Helmut Newton que es el cuarto destacado. En 2004 momento de la muerte de Avedon y Newton, se provoca una aceleración en los precios en la fotografía contemporánea, y es sin duda, el año en que la fotografía de moda pasa a ser parte consustancial en todas las subastas. Irving Penn se convierte en uno de los más grandes desde que publica la portada de la revista Vogue en 1943. No deja de ser curioso que a lo largo de su carrera sea el rey con más de 65 portadas, y son los años en los que la moda cambia con un estilo de fotografía diferente. -79-

-80Su modelo favorita Lisa Fonssagrives, acabará siendo su esposa en 1950. Una verdadera musa, que provocó algunas de las fotografías más elegantes de la moda a lo largo de los años 50. Una de esas fotografías Woman in Maroccan Palace fue adjudicada en el pasado mes de Diciembre por 300.000 euros en Paris, y ese mismo día la titulada Harlequin Dress consiguió 220.000 euros. Penn es a la fotografía de moda lo que Picasso a la pintura. Desde 2005 hasta ahora, en cada subasta que participa alcanza las increíbles cifras entre 2 y 4 millones de dólares anuales, lo que dista mucho de los 100.000 que conseguía en las subastas de los 90. Es un fenómeno que nadie cree que sea momentáneo, sino más bien de un movimiento de fondo; duradero. «Empezó en 1971 con un primer círculo de iniciados interesados por la foto histórica, del siglo XIX, primitiva, posteriormente por los fotógrafos de entreguerras y a partir de 1990 por otras formas como la fotografía plástica, etcétera».


Si miramos el listado de las obras de moda que aparecen en la subasta, veremos que junto con la fotografía modernista y la contemporánea los récords no cesan de aparecer. Es el caso de «Dovima entre elefantes» (1955). Sin duda la foto más conocida de Avedon es para él una de sus favoritas. Esta copia de exposición en gran formato –la única existente en estas dimensiones, 216,8 cm x 166,7 centímetros– estuvo presidiendo su estudio hasta el final de sus días. Un valor sentimental, casi fetichista, que explica el precio alcanzado: 841.000 euros. Un récord para el fotógrafo, fallecido en 2004.

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Y también para Francia, pues es la foto más cara nunca antes vendida en una subasta gala. Es la prueba definitiva de que la fotografía de moda, menospreciada durante tiempo como una subespecie algo ligera, ha ido escalando posiciones. Hace unos años ese mismo cliché no hubiera quizás superado, los cinco o diez mil euros. «Es un género que en los últimos tres o cuatro años ha experimentado un auténtico boom», añade el responsable de las subastas fotográficas de Christie’s que confirma el alza constante, e imparable, de la cotización de este tipo de retratos. Hasta hace apenas un lustro, sólo el alemán Horst P. Horst, uno de los pioneros en inmortalizar el mundo de la moda, podía presumir de haberse hecho un hueco entre los compradores de fotografía de colección. Más recientemente, nombres como Newton, Penn o Avedon se disparan, porque los que compran son sobre todo las nuevas generaciones, para los que la moda forma parte de su cultura.

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Bourgoise y Zhumtor: un monumento casi sublime Dos de los más grandes artistas de nuestro tiempo han realizado una de las obras más emocionantes del siglo. Una obra casi efímera, a la vez que definitiva. Aparece inmersa en un paisaje solitario del Círculo Polar Ártico, con la fuerte naturaleza integrándose con esa arquitectura contemporánea plena de sentido y belleza. Durante la caza de brujas europea del siglo 17, las personas que fueron condenadas por brujería y quemadas en la hoguera en el este de Laponia fueron muchas más que en cualquier otro lugar de Noruega. Steilneset Memorial en Vardø, fue erigida para conmemorar a las 91 víctimas que fueron ejecutadas en ese lugar.

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Steilneset Memorial se encuentra mirando a la iglesia, así como la antigua fortaleza. En el memorial, se reconoce e interpreta esos tiempos oscuros a través del arte y la arquitectura, en una colaboración única entre la artista fallecida Louise Bourgeois y el arquitecto Peter Zumthor. Para llegar al monumento hay que redondear un pequeño cerro, sobre el cual se encuentra una iglesia de pueblo pequeño y su cementerio digno de postal. Visto de lejos, parecen dos continentes pequeños y frágiles a lo largo del horizonte. El monumento se compone de dos estructuras: un marco largo de madera fina cubierta con una lona colgada de una caja suspendida, y un pabellón de cristal negro que contiene la instalación de Bourgoise. Los visitantes entran en el monumento a través de dos rampas que están en la pendiente hacia la costa y que hacen hincapié en la altura sorprendente del monumento con 26 metros de altura. La estructura es de un tejido de fibra de vidrio endurecido, parecida a la lona y tensada por los cables. Las costuras cosidas a mano, son hermosas por la simbología femenina, y en los extremos, los cables tiran de la tela estrechándose formas cónicas. La pasarela de madera conduce al interior del edificio, en donde un pasillo de 100 metros de largo y 1,5 de ancho acoge una colección de cartelas que describen la historia personal de las 91 víctimas. Asimismo, cada uno de las víctimas ha sido

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representado por una ventana iluminada con una bombilla. Zumthor decidió su ubicación lanzando un dado, un procedimiento aleatorio que refleja la arbitrariedad de los juicios. El proyecto se encuadra en el programa nacional de rutas turísticas de Noruega. Las peculiaridades del paisaje (una inmensa costa desnuda de árboles) y de un clima extremo, en el que las temperaturas jamás alcanzan los diez grados centígrados, dialogan con una arquitectura austera que materializa la tragedia de las víctimas, empleando madera, cristal, acero y fibra de vidrio.

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El segundo edificio, un cubo de acero corten y cristal, cobija la obra de Louise Bourgeois “Los condenados, los poseídos y los amados”. Se trata de una simple silla de aluminio de la que surgen cinco llamaradas de fuego, además de siete espejos ovalados que se sitúan alrededor del asiento. La creación busca simbolizar los juicios de Vardø y se enmarcan dentro de la reivindicación feminista que recorre gran parte de la obra de Bourgeois. Al igual que la estructura de madera, el pabellón de cristal es también permeable a los elementos. El viento pasa a través de huecos de los paneles de vidrio de color gris carbón, lo que hace que el fuego se avive. Fue uno de últimos proyectos de la artista francesa, que falleció en 2010. Dos artistas que cabalgan juntos a lomos de la ética y la estética. “Hay una línea, que es mía, y un punto, que es suyo”, apunta Zumthor. “La instalación de Louise, trata más sobre la hoguera y la agresión, mientras que mi instalación habla sobre la vida y las emociones de las víctimas.”

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DIANA VREELAND, cool and chic. Si existe un icono en el mundo de la edición de moda, es el de la emperatriz de las editoras: Diana Vreeland. Parisina de nacimiento y neoyorkina de adopción, su paso por las revistas Harper’s Baazar y Vogue, la convierten por derecho propio en la mujer que transformó en glamour todo lo que tocó. Ella fue la inventora de la palabra “cool”. Carente de belleza, tuvo que desarrollar su ingenio. Si añadimos que poseía una intuición como para sacar partido a todo tipo de excentricidad, entenderemos por qué llego a reinar en Nueva York, desde los años cuarenta a los ochenta.

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Descubridora de fotógrafos como Avedon, Munckási, Horst o Louise Dalh-Wolfe, algunas de las fotografías más icónicas del siglo XX, se produjeron bajo su tutela. Su llegada al mundo de la edición de moda cambió el estilo de la mujer americana. Tenía tal pasión por lo arriesgado que declaró “se puede ser vulgar pero nunca aburrida”. Llenó las revistas de dinamismo, impregnó el nuevo concepto de mujer en unas revistas que estaban llenas de damas con sombreros y sus comentarios mordaces con un toque de esnobismo, hicieron de su columna Why dont’ you? la más leída y comentada del momento. Sus máximas son célebres “el buen gusto no existe, la elegancia es mental” o “la elegancia es innata. No tiene nada que ver con estar bien vestido”. Descubierta por Carmel Snow en una fiesta, llegó en 1936 a Harper’s Bazaar y en 1962 a la dirección de la revista Vogue, en la que reinó hasta 1971. A través de esas páginas que siempre dictan las leyes del estilo y el gusto en el mundo, Diana era capaz de captar la creatividad de los más grandes diseñadores de su tiempo, con su inspiración, su sensibilidad artística y su personalidad arrolladora. Después de ser despedida de Vogue por sus ediciones demasiado costosas, trabajó

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en el ámbito de la historia de la moda, realizando numerosas exposiciones en el Metropolitan Museum al que insufló un aire de nuevo arriesgado y de enorme éxito. Vreeland hizo historia no sólo por ser un icono de la moda, sino también por su manera extravagante e incisiva de adelantarse a la moda y al estilo. En nuestra época de constantes cambios y donde, como Andy Warhol predijo, todo el mundo es famoso por 15 minutos, la figura de Diana Vreeland, sigue siendo un espirítu presente.

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No era hermosa, pero poseía una elegancia diferente y estimulante. Ella decía ver el futuro. Su estilo refinado y exótico hizo de la ropa y las joyas sencillas el gusto de la época. Fue además famosa por saltarse las normas y las convenciones. Contradictoria; frívola y profunda, es famosa por ser el árbitro de la elegancia y a la vez declarar que “un el ligero toque de mal gusto lo necesitamos todos”. La personalidad fue la elegancia que realmente le importaba. Ciega en su vejez, su espíritu indomable le llevó a declarar que se había quedado así de ver tanta belleza. Locamente enamorada de su marido, al enterarse de que estaba con una mujer más joven, se enfrentó a la rival diciendo “señorita yo lo necesito más que Vd. porque soy más vieja”. Su doncella declaró que en sus últimos momentos gritó con su voz fuerte, “no detengas la música, o le diré a mi padre”. Lógico, en una mujer que bailó con la vida, creó tendencias, y siempre siguió la norma de “debemos dar al público lo que nunca creyeron que querrían”. Hoy su nombre está de actualidad porque se ha editado un libro, se está haciendo una película y se acaba de inaugurar una exposición sobre su trabajo en el Palacio Fortuny de Venecia, su título no puede ser más explícito “Después de Diana Vreeland, Diana Vreeland”

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Tendencia muy cool : El wabi sabi El wabi sabi es una tendencia oriental que lleva un tiempo situándose como referente de moda. No es minimalismo, es simplicidad pura y dura: lo esencial; aquello que nos hace ver y sentir la evanescencia de la vida. Este estilo destaca por interiorizar los matices de la naturaleza y del color con el fin de elevar lo simple a lo bello descarnado y fundamental, aquello que deviene intemporal. En unos tiempos en los que el minimalismo había terminado por ser una especie de bulimia decorativa, el wabi-sabi ha llegado para quedarse.

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La melancolía del paisaje es una de las cualidades implícitas de ese estilo, y consiste en el deseo de recuperar el mundo presente, definido por su lenguaje o por los valores, para constituirse en pura experiencia de la realidad. Wabi y sabi, son dos términos que unidos, transmiten la interacción que existe entre la juventud y la vejez, la belleza y la fealdad, la vida y la desaparición. Tiene que ver con las características físicas de los objetos y las formas sobrias y sencillas que transmiten una sensación de permanencia. El arte wabi sabi, busca que la conciencia del espectador se eleve hacia nuevas alturas, y así encontrar un sereno equilibrio entre la pasión por vivir y el ineludible vacío que nos rodea. El clima, y los cambios de estaciones aportan el interés y la energía. Los orientales suelen usar el paso de las estaciones, para ilustrar las etapas de la vida. De ahí, que la maravillosa floración de los cerezos sea una especie de sublime explosión efímera que hay que saber apreciarla en el justo momento que sucede. El cambio y paso de las estaciones es un tema recurrente en del wabi sabi. No es un estilo triste, sino que acentúa el gozo de la existencia y recuerda que hay que vivir el momento, porque pasa rápidamente. Toda estación tiene su belleza.

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Con esa idea, en un paisaje de rocas a lo largo de la pendiente de un terreno del Valle de Guadalupe en México, se ha creado un hotel que recoge esa idea de estilo esencial. Veinte habitaciones de hotel, diseñadas por el San Diego Gracia Estudio. Situado dentro de un paisaje de viñedos, cada eco-loft tiene ventanas panorámicas con vistas al hermoso valle. Colocadas sobre pilotes de acero de 20 metros cuadrados, parecen flotar sobre el suelo rocoso, sin interferir lo más mínimo con el entorno. Los cubos habitacionales están hechos de acero corten, con una superficie estudiada para que el paso del tiempo actúe sobre la superficie envejeciéndolo, de forma que llegue a integrarse con los tonos agrestes del terreno circundante.

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Cada unidad está estratégicamente orientada para que las vistas no encuentren obstáculos hacia el valle. Las cabañas son íntimas y los huéspedes al cerrar la puerta de entrada sienten el aislamiento y la comunión con la naturaleza. Cada rancho tiene un patio personal y chimenea que se convierten en salas exteriores y cómodas. El complejo de 99 hectáreas se completa con una bodega cercana y piscina. Inmerso en el paisaje rocoso, sirve de ejemplo y tendencia de la cultura visual de nuestros días al trabajar con estéticas sencillas e integradas en el espacio. Un lugar que se edifica como una apuesta de estrategias de resistencia ante los avances del tiempo y la historia. Esta presencia de lo obsoleto y nostálgico con el futuro ecológico, se ha convertido en un género en sí mismo.

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CINDY SHERMAN: Yo soy otra Cindy Sherman representa un cuento, del cual es la única protagonista. Es la historia de una chica de New Jersey, que ha conseguido llegar a la cúspide de la meca del arte y convertirse en la artista icónica del siglo. En el MoMA de Nueva York se ha inaugurado una exposición antológica de Cindy Sherman, una mujer que se retrata a sí misma de todas las maneras posibles. Los grandes medios de la cultura americana hablan de que se trata de una exposición que hará historia. El espectáculo cautiva al público en general; como debe ser.

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Con ayuda de arreglos y cambios de trajes y pelucas; con técnicas de maquillaje, accesorios, pelucas y máscaras, Sherman muestra el papel que ha desempeñado en su carrera a lo largo de treinta y cinco años. Durante esos años arrasó con un léxico que mostraba los estereotipos de la mayoría de mujeres. Su carrera comenzó en la década de 1970 con unas fotografías en blanco y negro tituladas “Untitled Film Stills”. Se trataba de unas escenas silenciosas, en las que retrataba como una mujer perdida en encuadres de películas inexistentes. Los inquietantes escenarios y sus protagonistas femeninas le llevaban a encarnar diferentes roles, para identificarse indistintamente como ama de casa, amante despechada, turista perdida o chica seducida y abandonada en una habitación de motel. Una artista no llega a ser reconocida si se repite en sus hallazgos, Sherman siempre da una vuelta de tuerca, y en su momento jugándose lo que era su gran éxito, se pasó al color y a los grandes formatos, con una vertiginosas variedad de temas para cargarse todas las convenciones: desde la moda, a la historia del arte, la pornografía, las mujeres de la historia, el retrato, los cuentos de hadas y las películas de terror.

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Es una experta en la manipulación del espacio, de la escala y el color. Trabaja en la soledad de su estudio, sin asistentes. Las tomas se realizan en su estudio siempre-aún cuando aparezcan exteriores-cosa insólita en estos tiempos en los que los artistas dejan en manos de asistentes la realización de sus ideas. Lo que vemos en una imagen de Sherman es lo que ella colocó allí, de manera deliberada y decisiva. En sus últimas obras juega descaradamente con su propio envejecimiento y se retrata en el papel de señora burguesa aparentemente aburrida. La artista siempre es su propio modelo, los resultados están marcados por el sentido de la ironía y la caricatura, y acaban por ser cualquier cosa menos simples autorretratos. -97-

Sherman en la exposición nos recuerda, que el espectáculo moderno es ante todo un retrato nuestro que no es del todo real, que le inspira sin cesar, tratando de no repetirse a sí misma, para ir más profundo y más lejos. Su mirada implacable, generosa, imaginativa y perspicaz, está en todas partes. Ella es la maquilladora, la peluquera, la modelo…y es la artista que refleja la sociedad de nuestro siglo, alejándose del concepto del photoshop, distorsionando su cara y su cuerpo. Su obra es conceptual y un perverso cuento contemporáneo. Es la exposición fotográfica del año. Sherman, que ha alcanzado su lugar en el olimpo del arte; en las cotizaciones del mercado; en los grandes museos; es tímida y carente de ego. Su carácter artístico se podría describir como provocativo y desdeñoso, a la vez que empático.

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GUNDLACH, un gran fotógrafo y coleccionista Más se disfruta de cualquier tema, cuanto más se conoce o iniciado se esté. El fotógrafo alemán F.C. Gundlach (Alemania, 1926) posee una de las colecciones de moda más importantes del mundo. Él ha ocupado un sitio de honor como fotógrafo de moda -se calcula que sus imágenes ocuparon 180 portadas y más de 5.500 páginas en todas las grandes revistas de moda.

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Su colección es un lujo: un exuberante recorrido por la fotografía de moda a lo largo de todo el siglo XX. Hay doscientos originales y las firmas de los autores reclaman un respeto. No falta ni uno solo de los grandes. El elenco de autores incluye, entre otros, a Richard Avedon, Lillian Bassman, Erwin Blumenfeld, Guy Bourdin, Louise Dalh-Wolfe, George Hoyningen-Huene, William Klein, David Lachapelle, Peter Lindberg, Sarah Moon, Helmun Newton, Horst P. Horst, Irvin Penn y Melvin Solkosky. Galerista, coleccionista, promotor y especie de mecenas renacentista, Gundlach, fue reuniendo obras de sus colegas desde muy joven. A veces las compraba, a veces se las regalaban. Nunca fue un hombre con un ojo clasicista, amaba sinceramente todo tipo de fotografía, siempre que de ella emanase el alma del autor. En su galería de Hamburgo, la mítica PPS, expusieron, entre 1975 y 1992, artistas radicales como Joel Peter Witkin, Nan Goldin, Robert Mapplethorpe o Wolfgang Tillmans o Jurgen Teller. Convencido de que la moda, además de una manifestación ideal de belleza, es un catálogo de expresiones en las que tienen cabida la distinción y la comunicación para confluir ambas en tendencias históricas, que terminan por ser anticipatorias. Las fotos de moda reflejan el cambio de lo que viene, y éste es el gran valor añadido. Sus fotografías, recogidas tanto en escenarios naturales como en estudio, se hallan entre la documentación y la escenificación. F.C. Gundlach está considerado como el fotógrafo de modas más sobresaliente de las primeras décadas de la República Federal de Alemania. Protagonista indiscutible de la escena internacional a lo

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largo de cuarenta años, ha llegado a escribir con su obra un capítulo de la historia de este fenómeno, dejando su impronta en la percepción de la misma en Alemania. Supo poner en escena las modas en metamorfosis permanente, las definió a través de las poses y gestos de las modelos y eligió accesorios y escenarios, reflejando así los ideales estéticos y la historia de la moda dentro del cambio social. “Lo primero que tenemos es la impresión de una persona desde el exterior”, explica uno de los fotógrafos de moda más destacado del siglo XX. Tan poderoso es el elemento de la percepción humana, que contribuye en gran medida a las decisiones que tomamos cada día y para el desarrollo de las historias que, poco a poco, con el tiempo, influyen en el curso de la historia. -101-

Comenzó a tomar fotografías durante los años 1950 y 1960, una de las décadas más importantes del siglo pasado en el que se produjo el cambio social que incluía, entre otros acontecimientos, la emancipación de las mujeres. En éste momento “la imagen de la mujer cambió”, dijo Gundlach; “comenzaron a trabajar y eso les llevó a expresarse con una libertad que hasta entonces no habían tenido”. Esta nueva libertad hizo que la fotografía de moda trabajara con gestos libres que representaban mujeres emancipadas, con lo que se podía percibir mejor su posición en la sociedad y en la vida; cómo se percibe en el mundo que les rodea. El prêt-à-porter o “ready to wear”, hizo posible que el público en general a llevar la moda de algunos de los diseñadores más aclamados del mundo. Algunos pensaban que esto marcó la muerte de la exclusiva de alta costura, pero no lo hizo.“La moda es siempre una manifestación de espíritu de la época. Es movimiento. La forma describe los gestos de la moda y el espíritu del momento, y a la fotografía de moda a partir de ese momento se le permitió expresar su personalidad”. Gundlach llevó a sus modelos a lugares exóticos, a ciudades cosmopolitas, les dio la libertad de expresarse y sentir los lugares. Y porque se inspiraba en la historia para contar historias, ocupa un lugar prominente en ella.

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BENEDETTA BARZINI: Sobrevivir a una época Al llegar a Nueva York, su agente le recomendó tres cosas: Dejarse ver por los lugares más chic, ser amable con todos y casarse con una americano rico para así poder permanecer en Estados Unidos. Nacida en la ciudad turística de Porto Santo Stefano, hija del autor italiano Luigi Barzini y de su segunda esposa, la heredera Paola Gadola Feltrinelii, su infancia consistió en institutrices mezclada con una sucesión de escuelas privadas de Suiza.

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Lo tuvo todo y llegó un momento en que lo rechazó, antes de ser abandonada la noche en que daba a luz a sus dos gemelos, por el director Roberto Faenza. Por él había abandonado su rutilante vida neoyorkina. Conoció a Roberto y se casaron en 1969. “Creo que ser padre era un shock para él”, suspira. “Cuando me casé con él, sabía que me lo pondría difícil”. La gran Diana Vreeland, en 1963, le ofreció ser modelo para Vogue y Barzini, que fue a Nueva York supuestamente por 10 días, se quedó cuatro años. Pasaba el tiempo en la Factory de Andy Warhol (su romance con Gerard Malanga una de las estrellas del momento fue muy publicitado) y bailó en la célebre fiesta de Truman Capote en 1966. Competía con Marisa Berenson por el título no oficial, de ser la más célebre belleza de la jet- set italo-neoyorkina. Y para no perderse nada, estudió en el Actor’s Studio. Barzini ha llegado a vivir en comunidad con sus gemelos, dos estudiantes y un profesor varón en un barrio de clase media de Milán. “No había forma de darse el lujo de pagar todo el alquiler con el dinero que mi madre me daba todos los meses”, explica. Además de enseñar un curso de feminismo en la Universidad de Milán, dedica gran parte de su tiempo a la Unione Donne Italiane, un grupo militante feminista. Casi todos los milaneses de izquierdas son ricos, así que que la decisión de Benedetta la convirtió en una auténtica milanesa. Ahora es profesora en el Politécnico de Milán, dónde enseña “La importancia del vestido en el tiempo” y dice que la moda es “una manera de descifrar el sentido de las tendencias sociales”.

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Fue amiga de Andy Warhol, Frank Stella, Claes Oldenburg, Jasper Johns; tuvo un romance con Salvador Dalí y como no podía ser de otra manera, con uno de los múltiples Kennedys, repletos de tetosterona. Posó para Penn, Avedon, Klein, Mulas, Meisel y Slokosky, las grandes retinas de la moda. Benedetta Barzini, “una de las más bellas y sensuales modelos de los años 60” desde que la Reina de Vogue Diana Vreeland le ofreció trabajar para Vogue, no ha vuelto a posar hasta que el fotógrafo Steven Meisel la convenció para posar para la edición francesa de Vogue, para Donna Karan, y ahí demostró que la arruga es más que atractiva.

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En los sesenta era la “amiga secreta” de Dalí ,-si pudiera darse el caso de que algo de Dalí fuera secreto- “aclara con ironía” Barzini. “yo le quería mucho, pasamos muchas horas maravillosas en secreto, juntos en Nueva York. Un día le pregunté por qué siempre quería llamar la atención.” “Me llamo Salvador como mi hermano, que murió joven. “Cada vez que hago algo mis padres me decían que él lo hubiera hecho mejor, así que tuve que inventarme cosas que él nunca hubiera podido hacer”. “Yo he luchado durante años contra una infancia privilegiada e infeliz”. “Era anoréxica de los 14 a 24 años. A continuación, un psiquiatra húngaro, me ayudó. Tuve cuatro largos años de terapia”. En los años sesenta era una de las modelos “top ten”. En los setenta se convirtió en una radical feminista en Milán, su ciudad natal, y ahí sigue. Conocida como “La Pasionaria” de la moda, su postura pasa por recuperar una parte de su persona que según ella, fue perdiendo por las pasarelas.

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HELMUT NEWTON, el voyeur elegante El ojo elegante, el dandi de la fotografía Helmut Newton se estrelló con su coche al salir del hotel Chateau Marmont de Los Ángeles en enero de 2004; una muerte digna de Newton. Coche descapotable, hotel, palmeras y un agotado corazón, que ya le había jugado malas pasadas, le precipitó al volante de su coche contra una pared.

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La obra absolutamente impecable y poderosa transita al lado de su vida personal y ambas son reflejo de un siglo. Nacido en Berlín, de padre judío alemán, propietario de una fábrica de botones y madre estadounidense, se interesó por la fotografía desde los 12 años, cuando compró su primera cámara. Fue alumno y asistente de la célebre fotógrafa de moda Yva. La ascensión del nazismo llevó a su padre a ser internado en un campo de concentración, lo que obligó a la familia a salir de Alemania. En Trieste se embarcó en el “Conte Rosso” (junto con cerca de 200 otros que escapan a los nazis) con la intención de viajar a China. Los bienes familiares se esfuman, y nunca volverá a ver a su padre. En su huida, Singapur, el sexo, Australia, el ejército… Hasta llegar a June, alias Alice Springs, la actriz que apareció en 1946 y con la que estaría casado más de medio siglo. “Todas las otras chicas, en realidad, eran para la cama. Con ella existían otras dimensiones”, explicaba. Enseguida encuentra un sitio en las revistas importantes, crece su fama y se dice de su mirada que es un poco escandalosa, pero chic; fría, pero estimulante; un punto sofisticada, pero cercana. Disparaba poco, pero la puesta en escena era perfecta, recurría a todo lo que posiblemente eran sus fantasías, mujeres perfectas en un mundo de sometimiento… consentido. Hoteles, calles oscuras, ciertas composiciones que se han dado en denominar “porno chic”. Un catálogo de sexualidad elegante, para personas que están disfrutando más del objeto mirado que del poseído. En Newton todo era a lo grande, así cuando publica Sumo, hace una obra de arte exclusiva para coleccionistas. El libro de fotografías más

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grande jamás editado : casi cuatrocientas fotografías; un festín de walkirias, famosos, actrices y todo el imaginario del fotógrafo. Un festín de retratos y cuerpos, de erotismo y moda… “Fue algo biográfico, Sumo era él”, dice su editor.

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Las críticas de ciertas feministas acusándole de misógino han sido constantes, pero también muchas de ellas reconocen el papel liberador de Newton en el rol femenino. Newton tenía ironía y sentido del humor y, en ocasiones, ha presentado a un hombre esposado y sumiso dándole a la modelo el poder. La mujer en las fotografías de Newton no se ve débil, porque dónde hay belleza a menudo hay peligro y donde hay poder hay seducción. La belleza, el peligro, el poder y la seducción son la materia de las imágenes de Newton y todas estas cosas juntas pueden resultar demasiado inquietantes. Sus mujeres ponían sus tacones encima del cuerpo del caballero, en actitud amenazante. Y a pesar de su empeño en parecer pornográfico, lo que Newton realmente capturó fue una época, un tiempo de mujeres con la misma cabeza para manejar los negocios que sus cuerpos. Y tan interesantes en vertical como en horizontal. Durante los últimos cuarenta años, Helmut Newton (1920-2004) fue considerado como uno de los mejores en obtener las imágenes más influyentes y visionarias. Se especializó en moda, desnudos femeninos y retratos. Su trabajo fue publicado en revistas como Elle, Vogue, Vanity Fair, Paris Match, Der Spiegel y Stern. Ha tenido más de 100 exposiciones de su obra desde 1975 y un museo, dedicado a su obra, abrió sus puertas en Berlín (2004). El escritor de culto J.G. Ballard, dijo que Newton era “el más grande artista visual del siglo” y sin duda fue uno de los que mejor retrató a las mujeres al final del milenio. En ocasiones fantasías como las de Newton, molestan porque las reconocemos como propias. Sus fotos eran a menudo muy divertidas. Si se pudiera pagar el precio de la entrada a su mundo psíquico… que significaba saber las diferencias entre frío y caliente, amo y criado o esplendor y miseria.

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Erika Hoffman: El museo berlinés secreto

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La colección Smmlung-Hoffman es un lugar secreto en Berlín. Los iniciados saben que únicamente los sábados se abre al público un lugar privilegiado. Los Hoffman han sido gente especial. El 1963, Rolf Hoffman se casaba con una estudiante holandesa de arte, Erika Koenige. A partir de ese momento, ambos se embarcaron en una aventura en la que compartirían el placer por el diseño, el arte y lo exquisito. Herederos de una actividad empresarial relacionada con la confección, ambos hicieron evolucionar una pequeña empresa familiar de costura a una empresa internacional, llamada Van Laack. Fueron años de conjugar coleccionismo con la empresa familiar, y llevaron su afición por el arte hasta sus últimas consecuencias: su colección de constructivismo soviético evolucionó hasta llegar a lanzar una colección de prendas basada en la revolución de 1917. En la publicidad de la firma trabajó Marcel Broothaers, el gran conceptual-surrealista belga; Warhol pintó su retrato en 1980 y rediseñó sus camisas para un desfile en su loft de Manhattan. El arte y la moda iban de la mano. Comenzaron a coleccionar en 1968, Arte Povera y los componentes del Grupo Zero marcaron las primeras adquisiciones de la pareja. La excelente visión de Rolf Hoffman y su interés por el arte le llevaron al negocio inmobiliario en Nueva York, y más en concreto en Tribeca, donde levantó el primer edificio de lujo de la zona que, con el tiempo, se convertiría en el lugar más “arty-cool” de la ciudad. Frank Stella, Bruce Nauman y Mike Kelley formaban para entonces parte de su colección, sin duda hecha de los mejores, con las piezas más espectaculares. La venta de su empresa textil fue clave para su dedicación exclusiva al coleccionismo al dotarles de la liquidez que todo coleccionista desea.

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En 1994 compraron en Berlín una antigua fábrica de galletas en la que dedicaron dos plantas en exclusiva a las obras de arte y, las otras dos, a su residencia. En este peculiar museo hay pintura, fotografía, arte, vídeo, diseño e instalaciones. Todas ellas piezas incuestionables producto de la pasión y una vida dedicada al arte. Año tras año, se van comprado piezas emblemáticas, nunca en ferias. El museo posee obras de Félix González-Torres, Nan Goldin, Gerhard Richter y otros artistas del olimpo del arte. Rolf Hoffman falleció en 2001, pero Erika en solitario continúa comprando, y ese espacio berlinés alberga un museo privado, exquisito, pequeño que sólo puede visitarse los sábados con cita previa. Cuando llega el mes de Julio, Erika recoloca la colección poniendo las nuevas piezas, así la colección está viva, late, crece. Pero hay que cuidar que no se desborde, y eso es tan sólo una cuestión de maestría, que Hoffman lleva practicando desde aquel primer encuentro adolescente con el arte. Hay personas que dicen que el arte es inútil. El coleccionismo no es juntar, agrupar, poseer. Es compartir. Lo que en principio no tiene razón de existir es lo que queda. Lo que se salva.

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Hirst: El artista como marca Coincidiendo con el cénit de la crítica más descarnada hacia su arte por parte de los “cejas altas”, esos intelectuales del arte que sólo ven concepto en los artistas difíciles, el niño terrible del brit art Damien Hirst será coronado “artista del año”. La Gagosian Gallery prepara una gran exposición dedicada a las pinturas de Hirst simultáneamente en las once sedes que tiene: Nueva York, Londres, París, Los Ángeles, Roma, Atenas, Ginebra y Hong Kong. Miles de metros rellenos de puntos de colores.

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Es la primera vez que la Gagosian dedica todos sus espacios expositivos a la vez a un único artista. Es una cuestión de “lo más es más”. Está asumido que Mercedes ofrece seguridad y prestigio y que Prada ofrece elegancia. El arte de marca funciona del mismo modo. Los amigos no le creerán cuando les diga: “He pagado 5,6 millones de dólares por esa estatua de cerámica”. Pero nadie mostrará extrañeza cuando digan: “lo compré en Sotheby’s”, “lo encontré en Gagosian” o “éste es mi nuevo Jeff Koons”. The Complete Spot Paintings 1986-2011 by Damien Hirst, que es el título del proyecto, mostrará la amplia producción que el polémico artista británico ha realizado durante los últimos 25 años. Las obras pictóricas de Hirst son el paradigma del éxito. Un artista sin duda, que convierte en oro símbolos que se reconocen universalmente, porque atraviesan las fronteras de la cultura y el lenguaje artístico. La muestra precede a la primera retrospectiva importante del trabajo de Hirst, que se inaugurará en la Tate Modern de Londres en abril de 2012. Su carrera jalonada por los más increíbles hitos y por tener el don de la ubicuidad, atrae a los grandes coleccionistas y museos del mundo mientras que repele a las mariposas disecadas de la crítica más ilustre.

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Cuando en Sotheby’s de Londres se hizo una subasta de todos los objetos de Pharmacy en 2004, pulverizó los récords con 20.521.060 de euros. Hoy un solo armario de acero inoxidable repleto de píldoras perfectamente organizadas, logra esa cifra. La muerte y la fragilidad de la vida son sus temas recurrentes. Comenzó con el célebre tiburón muerto inmerso en una sustancia de formol y titulado “La imposibilidad física de la muerte en la mente de un ser vivo”, y siguió con sus mariposas símbolos de caducidad sobre telas monocromas, armarios con píldoras y sus reconocidos lunares.

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Justo la noche en la que los mercados financieros se encaminaban hacia el desastre en 2008, el artista británico desairó a sus marchands y convenció a la casa Sotheby’s de esta ciudad de vender 223 obras nuevas. El artista saltaba a sus galeristas, los dos más importantes del mercado del arte. En la subasta había animales muertos; tiburones, cebras, lechones y hasta un ternero flotando en enormes acuarios de vidrio en formaldehído, y armarios repletos de diamantes. Y pinturas a granel: pinturas girantes, pinturas con puntos, pinturas con mariposas pinchadas con alfileres debajo de un vidrio. Más de 21.000 personas visitaron Sotheby’s para ver la exposición previa. La venta alcanzó los 200,7 millones de dólares. Este año pese a quién pese en el mundo del arte, Hirst será todavía más rico y famoso, y todos los medios hablarán de las pinturas de lunares como “fantásticamente aburridas”. Lo que ocurre es según Gagosian que “estas pinturas ya están en la cultura popular. Aparecen en anuncios comerciales, en ropa, en autos.” Y por cierto, ¿alguien duda de su influencia en la moda del calaverismo fashion?

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Hedi Slimane: Una mirada esencial Yves Saint Laurent proclamaba: “Nada más fácil que el escándalo, nada más difícil que confeccionar una chaqueta negra cada temporada”. Con la fotografía de moda ocurre lo mismo, nada más difícil que una buena toma, una sofisticación simple. Que no sea de publicar y tirar. La moda existe porque es fotografiada, sin revistas de moda y sin imágenes, pertenecería a un reducidísimo número de personas. Así que no es extraño que las revistas, para enseñar la moda de las grandes casas exijan los mejores ojos, las mejores cámaras. La moda mueve billones de dólares porque es sueño y fascinación. Por lo tanto, tiene que tener un valor añadido: la puesta en escena. -119-

De ahí a que existan fotógrafos entre los grandes modistos hay solo un paso: el talento y la necesidad de controlar hasta el último detalle. La gran fotografía de moda es esa que siempre está de moda, porque se ha convertido en clásica. Lleva implícito el lema de “quiten, no añadan”. El último de los grandes, Lagerfeld, es un excelente fotógrafo que además edita una revista de tendencias fotográficas. Sus fotografías son siempre en blanco y negro, siguiendo la estela de los grandes. Hedi Slimane,el modisto que se ocupó de la línea Dior Homme, dejó la casa en 2007 para dedicarse de manera total a la fotografía. Sus instantáneas son tan famosas como su trabajo para Dior. Sus retratos sencillos, en un contrastado blanco y negro, los cuelga en su web y no permite comentarios. En ocasiones, hace reportajes de adolescente en conciertos de música- otra de sus pasiones- y al igual que impuso en su pasarela lo que ya estaba en la calle, en sus fotografías sigue esa misma tendencia. Sus tomas tienen alma; está el rostro y está la actitud. Los retratados son seres que parecen desnudarse para la cámara, sus miradas tras-

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pasan los límites de lo considerado bello. Viendo las fotografías de Slimane entendemos por qué algunos temen a la cámara en manos de un artista. Porque ellos, son capaces de capturar algo que va más allá de lo físico. Sus tomas están hechas al igual que su ropa: con precisión quirúrgica, juvenilmente proporcionadas, desnudas de superficialidad. Después de estudiar arte en París y al respecto de sus pasiones, aclara “comencé con la ropa a los 16 años, pero mi primera cámara la tuve a los 11”. Ha publicado cuatro tomos de su trabajo con el título “Antología de una década, Hedi Slimane 2000-2010” en los que demuestra que pertenece por derecho propio a la historia de los grandes. -121-

Desde su mirada esteta analiza las tribus urbanas, retrata a esos que parecen vestir su moda y se mantiene en esa idea de “la fotografía es real si baja a la calle”. Sus fotografías poseen la forma y el tiempo de la elegancia, exenta de barroquismo, instalada en su visión casi griega de ese axioma que dice “la belleza va en la proporción”. No es un pistolero al que pagan por disparar, es un artista que recoge su tiempo, un tiempo de desasosiego. Tiene algo mágico, decadente y primigenio, algo que se les escapa a los simples capturadores de rostros. Al abandonar Dior publicó “Siento que lo más importante es permanecer fiel a mis principios y a mi concepción de la moda”. Sus fotografías avalan sus principios.

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PIAGGI, una mujer sin limitaciones. Anna Piaggi es una mujer que marca tendencias, lo que se ha dado en llamar “trendsetter”. Su estilo es barroco-extravagante y su olfato para anunciar lo que se va a llevar lo manifiesta vistiendo por acumulación. Está claro que la mezcla es difícil, pero Anna es un catálogo con muchas páginas. Para ésta mujer diferente “lo más es más”. Su personalidad está más que comprobada por todos los que asisten a los desfiles de alta costura.

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Legendaria editora de moda del Vogue italiano, su atractivo no reside en su belleza sino en su elevada autoestima. Heredera de otras “feasatractivas” famosas, ha elegido ser extravagante. Lo que no deja de ser curioso porque en las páginas de Vogue teoriza sobre la siempre equívoca palabra “buen gusto”. Manolo Blahnik dice de ella que es la “última autoridad mundial sobre moda” y “que se viste para entretener al resto de personas”. Lo cual siempre es de agradecer. Jamás lleva la misma prenda en público, sólo tiene bolsos Chanel y no sale de su casa si no se pone en la cabeza un sombrero de Stephen Jones. Le gusta ser un misterio evidente. Y opina que un sombrero, una pluma, una jaula con cacatúas o un atractivo parasol pueden transformar a cualquiera. Ha elegido la extravagancia antes que la aburrida elegancia, consiguiendo que todos los popes de la moda y el diseño estén pendientes de lo que dicta en sus revistas. Sus códigos estéticos (seguramente los éticos también) son radicalmente opuestos a las señoras a las que se dirige en sus escritos. Anna Piaggi es una figura imprescindible, una de las pocas editoras de moda al estilo Polly Mellen, Liz Tilberis y Vreeland, que admiraban el trabajo bien hecho y que poseían un ojo clínico para descubrir talentos emergentes. Piaggi afirmaba en una entrevista que la única dieta que hace es comer pasta, que sólo utiliza bolsos Chanel, y que para trabajar, como lo hace desde casa, se pone un vestido de Galliano con estampado de periódico.

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Entre sus amigos todos los grandes de la moda, de Vivienne Westwood a Galliano, y Lagerfeld. Creadora de la revista Vanity lleva desde los 70’s escribiendo e ilustrando dos páginas de Vogue Italia. Lo hace en forma de collage sobre tendencias emergentes que ella misma mecanografía a mano, con una Olivetti roja. Tiene un olfato increíble y las pasarelas tiemblan. Hace un año el Victoria & Albert Museum de Londres organizó una exposición en su honor con piezas de su colección particular (posee mas de 3000 vestidos) con obras de diseñadores que ella adquirió cuando empezaban. Si los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad, Anna Piaggi afirma que vestir neutro es lo fácil, pero que no debe confundirse con elegancia. Su lema está en esa frase gastada de “todo está en la mezcla”. Si se trata de ir por delante de las tendencias, hay que llevarlo todo a sus últimas consecuencias tal y como hace Piaggi, admirable por atrevida y capaz de manifestarse con una estridencia sorprendente. Si personalidad viene de personal, está claro que la Piaggi lo es por fascinante e impredecible; capaz de ir vestida de bandera británica o italiana. Para ser distinto hay que pensar diferente. Tener humor es sinónimo de elegancia.

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EL PARAÍSO ESTÁ EN INHOTIM “Construir un concepto. Practicar una idea. Vivir una experiencia”, bajo esta premisa se encuentra uno de los lugares de arte más increíbles del mundo. Su creador es uno de los emprendedores más importante de Brasil, un empresario minero y tímido que ganó millones de dólares con la venta de lingotes de hierro a China. Bernardo Paz tuvo un sueño: erigir un lugar para los amantes del arte y la naturaleza. Un land art, en el que paisaje de selva y flores tropicales convivan con el último arte: el más contemporáneo. Un lugar llamado Instituto Cultural Inhotim.Lo que ha conseguido es una reserva de tranquilidad casi espiritual, que ahora se va a ampliar con hoteles de lujo, con un restaurante dirigido por Alex Atala uno de los chefs más reconocidos de Brasil, además de disponer de un teatro y centro de conferencias. -127-

La Fundación Inhotim es una finca de 70 hectáreas en Brumadinho, cerca de la colina del estado de Minas Gerais. En la actualidad está considerado uno de los destinos más recomendados del arte y quizás el más inusual del mundo. Hay coleccionistas atípicos y utópicos, Paz es uno de ellos y desde esa utopía ha construido un paraíso botánico y artístico que es ya realidad. Inhotim inició su andadura en la década de 1980, cuando Paz compró la finca con parte de su fortuna. El lugar lo transformó en un impresionante jardín botánico con la ayuda de su amigo Roberto Burle Marx, un arquitecto del paisaje. La siguiente década comenzó la construcción de galería y trabajos e instalaciones invitando a los más grandes artistas del mundo a poblar los espacios. Cuando en el año 2006 lo abrió al público más de 300.000 personas lo visitaron. Bernardo Paz dice que el arte ayuda entender el mundo, y para compartir esa creencia está la fundación, en plena selva atlántica -donde trabajan 600 personas, desde jardineros a comisarios y artistas que crean piezas específicas. Pocos lugares en el mundo cuentan con los nombres y el nivel de las piezas expuestas en ese paraíso, que combina especies vegetales, animales y artísticas.

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El lugar preserva arte y naturaleza; 4.300 especies vegetales autóctonas de Brasil, la mayor colección de palmeras del mundo, conviven con 500 obras de arte de 30 países. “En los museos urbanos, siempre hay que contar con las limitaciones”, explica. “Aquí, las fronteras no existen”. Inhotim es el mayor museo del mundo en plena selva. En la vida de Paz hay un antes y un después de conocer su esposa, Adriana Varejão, con la que se casó en 2005. Paz dice que ha llegado a tener serios problemas económicos… “Pero nunca he tenido miedo. Descubrí que la inteligencia no es nada sin la vehemencia. Tuve que vender piezas de arte moderno para continuar mi proyecto, contraté a personas de Brumaldinho (el pueblo cercano) y su entorno para abaratar costes. -129-

Es un lugar único en el mundo, y un retrato de lo mejor de Brasil. Los que lo han visto dicen que es maravilloso, pero que su dueño es muy peligroso. En Brasil ser diferente se paga muy caro. Pero cuanto más me critican, más me fortalecen. Hacen que me vuelque más en la sociedad. Todo el mundo debería conocer este lugar”, declaraba en una entrevista. “No es una fundación para mí, sino un lugar para la eternidad”.

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ARTE PARA LA CABEZA: EL SOMBRERO En la cabeza además de pensamientos, se puede llevar un sombrero. Que puede quitarse y colgarlo en un perchero para así evitar las ideas fijas. Una exposición titulada “Sombreros: una antología” se ha inaugurado en Nueva York y puede verse en Brad Graduate Center, lugar de diseño y filosofía sobre la moda y el diseño. El espectáculo, comisariado por el célebre sombrerero Stephen Jones, recoge más de 250 sombreros: excéntricos, artísticos y definitivamente atemporales. El sombrero aparece en los museos con gran profusión, pintado por los más grandes artistas, que han retratado a damas y caballeros cubiertos son tocados. Desde el conocido retrato de Saskia de Rembrandt hasta Picasso, el sombrero forma parte de la historia del arte. -131-

-132En la exposición encontramos desde un sombrero de la época Tudor, hasta la peluca con la que se cubría Warhol. Los tres pisos del Brad Garduate Center presentan una pantalla de tendencias, grandes nombres, plumas, fieltros y otros elementos, que las mujeres – sobre todo las británicas- han colocado con gran desparpajo en sus cabezas. Hay vídeos, fotografías de personajes famosos llevando sombrero y tocados pertenecientes a la inmensa colección del Victoria and Albert Museum de Londres. Los críticos de Nueva York cuentan que es un espectáculo maravilloso, y ven en esos sombreros esculturas, que aún cuando no han conseguido todavía entrar en el “canón del arte” no tardarán en hacerlo. Por supuesto que el comisario de la muestra enseña lo mejor de su colección haciendo con sus obras casi una retrospectiva. Todos los grandes nombres están:de Poiret a Phillip Tracey, pasando por Balenciaga, Galliano y Nazir Nazhar reciente descubrimiento que presenta su “cubo negro”. Del turbante de la liberada Simone de Beuvoir, a Carla Bruni o Marlene Dietrich, están los tocados más famosos y las cabezas más fotografiadas del siglo.


Con el sombrero, la forma supera a la función con más libertad que en cualquier otro aditamento, es de las prendas más extravagantes, y cumple con el propósito de agregar distinción con personalidad a todo tipo de vestuario. Además, la cabeza humana es uno de los pedestales más perfectos de la naturaleza. No todos los sombreros han sido creados para un fin específico y sí para poner el toque definitivo a un desfile. Jones, trabajó para Galliano en Dior y juntos crearon aquel tan celebrado de paleta de pintor. Balenciaga se presenta más minimalista y el surrealismo es patrimonio de muchos, desde el atrevimiento y casi escándalo del sombrerozapato de Schiaparelli realizado con Dalí en 1937.

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Los turbantes según explica el catálogo, comenzaron a usarlos los hombres, para convertirse más tarde en exclusivamente femeninos. Y ya que estamos en tiempos en los que tanto se oye hablar de Grecia, decir que el sombrero fue un invento suyo. Quizás los filósofos que enseñaban a sus alumnos paseando, querían resguardar su pensamiento de los calores mediterráneos. Un exposición completa sobre la historia del sombrero. Fascinante y repleta de asombrosos tocados. En ocasiones un sombrero es un catálogo de intenciones del que lo lleva.

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DAPHNE GUINNESS: Coleccionar moda La moda está de moda, y en época de crisis los museos necesitan público. De manera que se suceden las exposiciones dedicadas a la fotografía de moda y a los grandes maestros. En Nueva York, en el Instituto de Tecnología de la Moda acaba de inaugurarse una muestra dedicada a una gran coleccionista de moda: Daphne Guinness.Será del 16 de septiembre hasta de enero 2012, y para la exposición la comisaría y la propia Daphne han recreado su apartamento neoyorquino. Vídeos, películas, fotos, y una colección de casi 100 trajes que salen de su armario: Alexander McQueen, Azzedine Alaia, Karl Lagerfeld, Rick Owens, Gareth Pugh, Valentino, John Galliano. Sombreros de Philip Treacy y zapatos de McQueen, Christian Louboutin, Noritaka Tatehana y Nina Ricci completan el manjar. Según la prensa, es una celebración de su personalidad e imaginación. -135-

La heredera, es el máximo icono de moda y mecenas de varios diseñadores. Al centrarse en una persona – una persona viva – el espectáculo puede presentarse con mayor calado que si fuera una colectiva sobre ropa del pasado, porque demuestra cómo una mujer puede usar la ropa y calzados más extremos como apuntalamiento de su personalidad. Si bien ha habido numerosas exposiciones dedicadas a grandes diseñadores de moda, pocas se han centrado en las mujeres que marcan las tendencias más arriesgadas. Sin embargo, algunas de esas mujeres singulares, desempeñan un papel crucial en la moda. Mujeres que se adelantan y representan el papel de información privilegiada de las tendencias, y no sólo inspiran a los diseñadores, sino que convierten su forma de vestir en vanguardia. Su amor por lo diferente hace de su colección un mapa exhaustivo del “universo moda” así su adicción le llevó a comprar la colección completa de vestidos propiedad de la diseñadora Isabel Golpe. No viste a la moda, sino que al igual que en el mundo del arte, hace de mecenas de los diseñadores, a los que apoya en sus creaciones.

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Heredera del imperio Guinnes de Irlanda y neoyorkina de adopción, es una mujer que ha hecho de la moda un arte y de su vida un catálogo de tendencias absolutamente personal. Daphne es fotógrafa y diseñadora, además de demostrar que la timidez y la inseguridad se cura sobreexponiéndose, cosa que hace con performances. Al mudarse a Nueva York con su hermana, frecuentaron todo tipo de artistas y visionarios de la época, como Andy Warhol. Una vez allá en 1987 y a la edad de 19 años, se casó con Spyros Niarchos , hijo del armador permaneciendo juntos 12 años y con el que tuvo tres hijos para divorciarse en 1999. Eso si, Daphne no se fue con las manos vacías, ya que recibió una compensación económica multimillonaria. Una relación que según ella quebró su autoestima, que parece a día de hoy muy recuperada.

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Dicen que es una de las personas que más sabe de moda del mundo. “Veo mis vestidos como una extensión de mi colección de arte”. Y puede permitirse pagar lo mismo por un Hirst que por un Chanel. Tom Ford, afirma “ella es una – si no la más- mujer elegante viva”, y el prestigioso historiador John Richardson, considera “es el objeto de su propia creatividad. Su persona es su propia obra maestra”. Además de sus ilustres apellidos- de hija y esposa- es descendiente de las Mitford, célebres hermanas pertenecientes a una inclasificable familia aristocrática y artística. De esa genética puede haber heredado la actitud, que podemos compararla con lo que Nieztsche decía refiriéndose a la forma de vivir de los griegos: “…eran superficiales de tan profundos”.

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Real como la vida: Ives Saint Laurent & Pierre Bergé Hace pocos meses se estrenaba el documental de la historia de amor entre Yves Saint Laurent y Pierre Bergé, titulado “L’ amour fou”. El genio de la moda mantenía que “el mejor traje sin duda, es el abrazo de la persona que te ama” en su vida, los brazos de Pierre lo mantuvieron a flote. Un documental realizado con elegancia y verdad.

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Con gran éxito en lo profesional y atormentado en lo privado, el documental se abre con la despedida conmovedora del modisto después de 44 años de moda y se cierra con la gran subasta de las obras de arte que reunieron a lo largo de su vida y el año de comienzo de la crisis alcanzó la fabulosa cifra de 467 millones de euros. A lo largo de la vida difícil por la que atravesó el genio de la moda desde una difícil infancia, la lealtad y cabeza de Pierre Bergé estaban para que el grande pasara a la historia por sus creaciones y colecciones y no por sus problemas. Es sin duda una historia de amor loco, como son casi todas las historias de amor de personas que despliegan en la misma medida su talento que sus abismos. En la conferencia de prensa con la que cerró su vida profesional, explica que vivió hombro a hombro con los demonios a los que se refería Arthur Rimbaud, pero que al final comprendió que el encuentro más importante es con uno mismo. Pierre Bergé es quien narra la historia; cómo empezaron juntos desde que se conocieron en el funeral de Christian Dior. Dos hombres, creando desde cero un emporio de moda con el propio Yves como emblema de la marca, que les convierte en eternos. Dos hombres juntos; uno bajo los focos y otro a la sombra del genio durante 50 años, creando uno de los mayores imperios dedicados a la moda que se hayan conocido.

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Éste es un filme con escenas y momentos muy emotivos; entre ellos, el discurso de Pierre en el velorio de Yves, o una entrevista con Saint Laurent -joven y desbordante de alegría- donde le preguntan quién es su poeta favorito y él contesta “Pierre Bergé”; ��������������������������� quiénes son sus heroínas, “mis modelos”; y cuál es su ideal de felicidad, “una cama en Madrid” Una de las partes más importante en su relación fue la complicidad y pasión que compartían por las obras de arte. La colección artística con más de 700 piezas de Matisse, Cézanne, Modigliani, Man Ray y Warhol, era una colección de gran calidad que los franceses la identificaron con el “gran gusto”. En la subasta, un sillón decó de Eileen Grey, se convirtió en el mueble más caro del siglo XX alcanzando 21,9 millones de euros.

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El documental, estrenado recientemente en el Festival de Cine de Nueva York recoge en imágenes los testimonios inéditos de quienes le ayudaron a levantar su firma, entre ellas Coco Chanel para quien era el verdadero rival a batir. Sus consejos sirvieron al modisto, que forma parte del paraninfo de la Alta Costura. Más allá de quedar como un mito, su despedida fue un desvelarse, un quitarse el smoking al declarar “todo hombre necesita fantasmas estéticos para vivir. Yo los he perseguido, buscado, acorralado. He pasado por muchos momentos de angustia y de infierno. He conocido el miedo y la terrible soledad. Los falsos amigos que son los tranquilizantes y los estupefacientes. La prisión de la depresión y la de los sanatorios mentales. De todo ello pude salir un día, deslumbrado pero desengañado. La vida se vive y el arte es una forma de conjurar los demonios. Un gran modisto es un arquitecto, un pintor, un escenógrafo.

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Retratando a Chanel Chanel era pequeña, por tanto se esmeró y empeñó en ser grande. No hay una Coco, sino que en su pequeña figura acumulaba miles. Contradictoria, austera, adelantada a su época, después de conocer a todo el mundo se retiró a vivir sola, y fiel a su estilo confesaba “continúo sola, sola. Más sola que nunca. No quiero añadir puntos suspensivos tiñendo mi aislamiento de una melancolía impropia de mi temperamento. Simplemente constato que he crecido, que he vivido y que envejezco sola” No estaba sola, era sola.

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La infancia sí la vivió sola, sin embargo su carácter -ese que dicen malo, y en ocasiones solo es eso: carácter- le hacía olvidar que su vida fue un viaje desde el orfanato donde se crió, hasta los salones donde ella y sus amigos (de Misia Sert a Jean Cocteau, Colette, Picasso o Stravinski) se asomaron al mundo. La muerte trágica de su verdadero amor en accidente la imposibilitó para entregarse más a nadie que no fuera ella misma. Así su dedicación a la alta costura y a vivir sin ataduras le llevaron a crear vestidos y trajes para una mujer libre, alejada de la ostentación de la época. Paul Poiret el modisto se descolgó con un irónico y cruel comentario “¿Qué ha inventado Chanel? El miserabilismo de lujo”. Ese adjetivo ha hecho de ella un icono, de su marca un estatus y de su figura un mito. Siempre dura consigo misma y con los demás, hablaba desmitificando la moda aclarando que hay que hablar de ella con pasión pero sin exagerar, ni hacer literatura o poesía “un traje no es un cuadro ni una ópera” su cabeza acostumbrada a pensar libremente poseía la inteligencia y el genio del que impone sus ideas. La sensatez le parecía aburrida así que convirtió la bisutería y el sport en un gesto de elegancia.

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Muchos grandes fotógrafos hicieron sus retratos: Horst en un sofá de una gran dama, recostada, indolente y magnética. Horst sabía bien que hacer una buena foto de Chanel le abriría muchas puertas, y se esmeró dejando un retrato que forma parte de los iconos de la fotografía artística.

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Horst era amigo de Chanel y de Misia Sert, la musa de los Ballet Russes de Diaghilev. La fotografía fue un encargo de Vogue que pidió a Mademoiselle que posara para el fotógrafo. Ella aceptó, e incluso hizo algo que nunca hacía fue al estudio de la revista y se dejó retratar. Cuando las vio le dijo que eran buenas fotos de su vestido, pero no de ella. Horst le contestó que para hacer un buen retrato hay que mantener contacto con el retratado, hay que conocerlo. Entonces Chanel lo invitó a comer en su departamento del Ritz junto con la editora de moda de Vogue. Al día siguiente, Coco fue de nuevo a la revista y aclaró que ese retrato era para ella y que pagaría por él. Quedó encantada, ordenó varia copias y le pidió a Horst la cuenta. Horst le contestó que estaría encantado de regalárselas. Coco en una visita a casa de Horst no dejó de observar que el departamento estaba casi vacío. Le pidió al día siguiente que fuera a la maison Chanel. Cuando llegó, le enseñó un depósito lleno de muebles de su casa anterior. Era un mobiliario de lujo, con piezas firmadas. Chanel le dijo que eligiera las que quisiera. Su gratitud ha hecho de esa fotografía una de las mejores pagadas de siempre. “Una mujer puede ir muy vestida pero eso no le hará más elegante”, porque sabía que el estilo no viene de la ropa. Distinguía la elegancia, la olía, igual que le ocurría a Horst, fueron dos personajes que se rodearon de lujo pero nunca de vulgaridad. Años más tarde el fotógrafo francés más importante del siglo: Henri Cartier-Bresson, hizo un retrato de Chanel, no aparece la “grandeur” sino el alma de una solitaria. Para ser un mito hay que empezar por ser diferente, y ella lo fue. A los mitos les fotografían los grandes.

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El Pompidou de Metz: Un museo del siglo XXI Hay museos con carácter. Uno de ellos, el Centro Pompidou de Metz, es ya realidad. El mundo de la cultura antes de la crisis propiciaba sucursales de marcas. El Pompidou de París, el monumento más visitado del mundo por encima de las Pirámides de Egipto, posee la colección de arte contemporáneo más cuantiosa. Más de 6000 obras, muchas de ellas en sótanos. De ahí que tener otro museo de la marca en Metz ha sido cuestión de racionalizar sus fondos. La idea de ampliar el espíritu Pompidou en busca de los siglos XX y XXI en la zona privilegiada de Metz y Lorraine, está lista. Al lado de la estación de alta velocidad (TGV) lo que posibilita las visitas, se ha situado un edificio pleno del espíritu de arquitectura nueva construido como centro multicultural con 12.000 m2, pleno de energía y carácter. -147-

La forma del edificio, recuerda en su parte superior a un sombrero chino que de forma simbólica da la bienvenida a los visitantes. Es el último sueño francés, que pretende ser el encuentro de dos ambiciones, de dos horizontes. Al igual que en su día lo fue el edificio de París, el Pompidou de Metz es una experiencia cultural con un ambicioso criterio de programación. Las palabras no se las llevó el viento, y después de tres años de avatares, hay un nuevo centro al que acuden exquisitos de todos los países, en busca de una plusvalía cultural mezcla de arte con arquitectura y todo ello en una pequeña ciudad de apenas 120.000 habitantes. La apuesta buscó la experimentación y dejó en manos de Ban, el arquitecto sostenible, el proyecto. La cubierta del edificio a modo de carpa está realizada con un material textil que permite el paso de la luz. Pasear por las salas, es un experiencia única porque no solo existen magnificas obras, sino que la misma ciudad queda enmarcada en grandes ventanales, lo que permite contemplar Metz. Todo el conjunto se remata con una aguja de 77 metros de altura; un guiño a la arquitectura gótica francesa y a la fecha que en que

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se inauguró el célebre museo parisino. Fue hace 30 años, cuando un par de jóvenes arquitectos medio hippies y con espíritu contestatario, pusieron al borde de la indignación a una ciudad orgullosa de sus edificios versallescos con una mole de cristal y acero de estética industrial. Al contrario del parisino (un prisma rectangular) industrial y high tech; el de Metz es una vuelta de tuerca: una forma orgánica y sofisticada que acoge con calidez. “El visitante descubrirá un edificio de tonos claros y luminosos, potente y elegante, que invita a refugiarse bajo su techo protector. Hemos imaginado una arquitectura que hable de apertura y bienestar, un encuentro de culturas, en una relación sensorial inmediata con el medio ambiente”, dicen los arquitectos. -149-

Shigeru Ban (1957), arquitecto célebre por sus proyectos efímeros hechos con cartón, papel o contenedores de carga como las casas de emergencia que creó para las víctimas del terremoto de Kobe (1995) o el famoso Museo Nómada, ha liderado el proyecto. Gran parte del plan ejecutivo de Metz lo creó en una oficina provisional hecha de cartón, en la terraza de Pompidou de París. El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad, decía Picasso. Los museos contienen algunas.

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Una ventana al mundo: fotografía de moda A finales del siglo XIX nacen las primeras fotografías de moda. En 1892 Vogue sale a la calle con una galería de mujeres elegantes y seductoras. Muestra la alta sociedad que a su vez es la que marca la moda y la consume. Son imágenes cuidadosamente capturadas y construidas, que están destinadas a exhibir productos de moda, algunas nociones abstractas de estilo y “las relaciones entre la ropa, sus usuarios y sus contextos”. Estas imágenes pueden ser simples o pragmáticas como es el caso de catálogos de publicidad, o simbólicas, prefabricadas y sofisticadas para provocar sensaciones. En el caso de la fotografía de moda representa el mundo femenino en toda la extensión de la palabra: en su forma y fondo.

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En los años treinta se produce un momento clave de la fotografía de moda ya que los grandes editores de moda como Brodovitch o Liberman comienzan a colaborar con una estirpe de fotógrafos que determinan y modifican la imagen y por ende el fondo de las mujeres. Su secreto es que cuentan con grandes estilistas y editores. utilizan las fuentes del diseño gráfico y fotográfico de los artistas rusos del momento incluyendo a Rodchenko y El Lissitzky. También aceptaban gestos e imágenes borrosas en las fotografías. La fotografía no tenía que ser una descripción nítida y literal de la moda o del vestido, se trataba más bien sobre el estilo y el sentimiento del mismo. Estaban interesados en la expresión emocional a través de la fotografía, y motivaban a los fotógrafos de moda con los que trabajaban para que alcanzaran un nivel superior. Un tema recurrente en la fotografía de moda y quizás en la fotografía en general es la dicotomía entre realismo y artificiosidad. Los grandes autores de moda, hombres cultos fueron dotando de legitimidad al género, y posicionándolo como una de las formas del verdadero arte.

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Además, la moda es síntoma de lo que va a suceder, pero únicamente para el acostumbrado a prestar atención a las señales menos evidentes, el filósofo Benjamin lo decía “en virtud del inigualable olfato de la comunidad femenina para captar lo que se prepara en el futuro, cada temporada trae en sus novísimas creaciones alguna señal secreta de lo que vendrá”. La moda en forma de exposición ha sido propuesta de todos los grandes museos en los últimos años y los nombres que se repiten son aquellos que de alguna manera han pasado a las casas de subastas y las grandes galerías.

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Nombres incuestionables son los de Horst P. Horst, conocido por su uso de elementos elaboradísimos y escenarios oscuros con luces puntuales, y su mentor George Hoyningen-Huene, conocido por sus imágenes art-decó que resaltan un clasicismo formal, impasible y cool, Martin Munkácsi, el reconocido e imitado, Cecil Beaton el esnobismo sofisticado, Louise Dahl-Wolfe, Steichen, y otros de los grandes fotógrafos de retrato y moda coinciden en la época, siendo todos ellos intelectuales, hedonistas, elegantes y curiosos. Pero no todas las fotografías de moda son candidatas a una pared en un museo, o una colección, Gitterman coleccionista explica “realmente solo estoy interesado en la fotografía de moda que trasciende el objetivo comercial”, y añade “No todas las imágenes consiguen esto. Si es solo un documento de publicidad o de promoción de moda o del diseñador no funcionará. Tiene que ser una expresión personal de la visión artística del fotógrafo”.

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Guy Bourdin: El cuerpo del delito Hay algo en la fotografía de Guy Bourdin que tiene que ver con las altas temperaturas del verano. Y con los colores brillantes, además de con el surrealismo que por algo se inventó en Francia. Siempre he visto que en las calles y escaparates parisinos hay mucho rojo y azul piscina de hotel de esa costa chic: la francesa. Los fotógrafos son una especie de pistoleros a los que pagan por disparar sin sangre. Bourdin y sus fotografías se parecen una novela policiaca; el escenario muchas veces aparenta el de un crimen, con una sofisticación casi conceptual. Son escenas muy trabajadas, en las que se recoge únicamente la prueba del delito.

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No es corriente, que un fotógrafo trabaje más sobre los accesorios que sobre los vestidos. Bourdin era especialista en zapatos, de ahí que le resulte erótico el añadir un toque casi perverso. Entre el Buñuel más francés y el Breton que afirmaba “la belleza es el comienzo de lo terrible” se encuentran el mundo fotográfico de Guy Bourdin. Su forma de cuestionar algunos de los tabúes provocan una exagerada controversia. Aunque goza del respeto de los expertos del mundo artístico, es menos conocido en el de la moda que Richard Avedon, Horst, Penn o Helmut Newton. El erotismo, tan presente en muchas de sus fotografías, es un erotismo sin vida, puro surrealismo y homenaje a las célebres maniquíes de Dalí o Man Ray. Erotismo convulso. Comenzó su trabajo con anuncios de zapatos para Valentino. Lo hacía retratando espacios sin aire e ingrávidos y descontextualizados, recordando a la fotografía experimental de la Bauhaus. Puro arte: el más excelente. Toda su fotografía era recreación de escenarios que él se encargaba de dibujar previamente, como si de un “storyboard” se tratara. Los que conocen bien su trabajo advierten que se adelantó a muchos de los fotógrafos de moda de ahora mismo.

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Los accesorios nunca tuvieron importancia hasta que llegaron las fotografías de Bourdin, que parecen sacados de las técnicas del C.S.I, si no fueran anteriores. En una ocasión, dijo “aprendíamos a conseguir la perfección, porque no existían los retoques por ordenador”, su perfección le llevaba a pedir que se utilizase un agente colorante para hacer que el agua del mar pareciera más azul, o que forzaba peinados excesivos en las modelos. El zapato es el objeto erótico por excelencia. Hoy perdidos muchos aspectos de la seducción clásica, las mujeres modernas se suben en nombres y apellidos de más de 15 cm. para atraer el deseo. El zapato, si importa.

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De alguna manera la fotografía de accesorios es gracias a él una rama independiente de la fotografía de moda.

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Dovima: Arte, belleza y precio Las mejores cosas son gratis: una puesta de sol, un amigo o un abrazo. También las hay muy caras, es el caso de la fotografía “Dovima y los elefantes”. Se subastó en 840.000 euros. Una realidad evidente del hecho de que la fotografía de moda es uno de los fenómenos económicos más característicos de nuestra época. Sin duda la foto más conocida de Avedon, no fue para él una de sus favoritas. Aún cuando la copia, estuvo presidiendo su estudio hasta el final de sus días. Es la fotografía de moda que ha alcanzado el máximo récord.

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Hasta hace apenas un lustro, sólo el alemán Horst P. Horst, uno de los pioneros en inmortalizar el mundo de la moda, podía presumir de haberse hecho un hueco entre los compradores de fotografía de colección. Más recientemente, nombres como Newton, Penn o Avedon disparan, también, las apuestas. La modelo Dovima, posa entre dos elefantes, enfundada en un elegante vestido de noche de Dior, el primero de noche diseñado por el desaparecido Yves Saint Laurent. De ahí que no resulte nada extraño que sea la propia maison Christian Dior (grupo LVMH) la que haya comprado la obra. «Una pieza única que se va a quedar en Francia, casi como un tesoro nacional», comenta un representante de “la casa”. Richard Avedon hace unos años, en una exposición de fotografías en San Francisco, que hizo para la revista Harper’s Bazaar en la década de los 40 y 50, y en la que había una reproducción muy grande de su fotografía Dovima se acercó y dijo “el contacto no es bueno”. Y esto salió de la boca de un hombre que junto con Irving Penn, son los estandartes y maestros de la fotografía de moda de todos los tiempos

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“debería haber hecho que la pierna de la derecha de Dovima estuviera fuera” comentó. Avedon era uno de esos hombres que definieron no sólo la fotografía moderna sino una cosmología completa según palabras del filósofo Barthes. El ambiente de su estudio coinciden en señalar que era energético. Tenía cadencia y además tenía ritmo. No tenía convulsiones pero tenía estremecimientos. La atmósfera del fotógrafo, del hombre que desarrollaba obras de arte congeladas que son sus fotografías; no era una atmósfera detenida, de tiempo inerte, robado del reloj. Era una atmósfera envolvente, atmosférica, un momento de energía congelada que provoca emoción. -161-

-162Pasará a la historia de la fotografía no por ser la más cara, sino por ser una de las más bellas.


Carmen Dell’ Orefice, la modelo que sobrevivió tres décadas Carmen Dell’Orefice es la única de las grandes modelos del pasado que continua en activo a sus 77 años. Modelo de Penn, Horst, Avedon, Parkinson y todos los grandes de la fotografía de moda, todavía hoy aparece en portadas. Su carrera de modelo se extiende por tres décadas, lo que no deja de convertirla en un milagro, ahora que la industria de la moda entra en pánico con modelos de más de veinticinco años de edad. Su belleza por alguna alquimia secreta- o quizás debido al bisturí- se ha ido intensificando con los años. Su difícil vida repleta de miseria en la niñez le ha hecho llegar a la tercera edad,con un incombustible sentido del humor y del absurdo.

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De origen italiano- hija de músico húngaro y bailarina americana- pasaba por delante de 480 de Lexington Av. cuando un fotógrafo salía del edificio. Su anguloso rostro, su grave y desconcertante belleza, sus atléticos hombros conseguidos en el ballet clásico, eran algo diferente de las modelos al uso, por lo que ese mismo día Vogue la contrató por 7,50 $ a la hora. En cuestión de semanas, estaba trabajando con los fotógrafos que definen una época: Cecil Beaton, Irving Penn, el dadaísta Erwin Blumenfeld y Horst. En 1950 con el cambio de paradigma físico y unido a un necesario tratamiento hormonal, su estrella comenzó a declinar. Carmen en una pirueta de bailarina, dio un giro y fue la primera gran modelo que posó en ropa interior, pero con la identidad discretamente protegida. Avedon se fijó en ella y firmaron un contrato por diez años, convirtiéndose en la modelo más cotizada de su época y uno de los rostros más fotografiados de aquellos años. Su momento cumbre tuvo lugar de la mano del trío más importante que ha existido en la edición de moda: Brodovitch, Diana Vreeland y Richard Avedon. Nunca tanto talento estuvo junto.

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Retirada en los sesenta y después de su divorcio, se encontró con su amigo Norman Parkinson al que se ofreció diciendo “no estoy tan mal para ser una saco de patatas viejo” así comienza el segundo resurgir de la incombustible modelo en un Vogue antológico con Carmen muy sexy, con cabellos plata y porte regio. Pasan otros años y de nuevo es solicitada por los grandes del momento: Newton, Demarchelier, Peter Lindberg y Steve Meisel. Es la única modelo que tiene en su haber trabajado con todos los grandes, treinta años de éxito profesional y según ella otros tantos de fracasar en todas sus aventuras emocionales. Nadie es perfecto. Ahora vive sola en Nueva York, rodeada de fotos de Avedon en las paredes y lamentándose de haber conocido en una fiesta a Bernard Madoff, ese mago de las finanzas, que le ha dejado prácticamente en cueros. Carmen puede decir que conoció a todo el mundo. -165-

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William Klein: Fotografías de altas gama Decir William Klein es decir el fotógrafo que cambió la edición de los libros fotográficos. Después de su libro titulado “New York” nada volvió a ser igual. Fotos de negros densos sin escalas de grises, impresión de fuerte grano, y todas a página completa. Cuando aparece es un electroshock. Se acabaron los libros de pequeños horizontes y complacientes, se acabaron las obviedades. Fue un libro que hizo época antes y después. Y eso demuestra ser artista: trabajar con los ingredientes de su época y atisbar la próxima.

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Sus reportajes de las calles de Nueva York están hechos con un estilo que explica la ciudad tal y cual es, fotografía que se inmiscuye y refleja lo urbano. Está considerado un Brueghel moderno. Neones, letreros y personas en actitudes violentas, como signos de una ciudad intensa, por la que la vida transcurre entre calles y cultura. En las fotografías de Klein se reconoce un cierto expresionismo abstracto. Porque Klein pertenece a la “guerrilla urbana fotográfica” y cree en el azar, además de inspirarse en la estética de Piero de la Francesca y a la geometría de Mondrian. Su estancia en Roma, en la que llegó atrabajar con Fellini, dejó algunas de las fotografías más icónicas del mundo de la moda. En 1954, Alexander Liberman, director artístico de VOGUE, contrató al joven artista para su revista de moda. Así comenzó la carrera de Klein, en cuyo transcurso no pudo librarse jamás de una actitud ambivalente e irónica frente al mundo de la moda. Él no se proponía continuar con las poses mundanas de la fotografía de moda, sino “hacer auténticas fotos, barriendo con los tabúes y los clichés”. A lo largo de doce años fue fotógrafo en esa revista, para la que realizó numerosos reportajes de moda con su particular punto de vista, convirtiendo estas imágenes de consumo en verdaderas obras de arte.

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Algunas de sus obras para la revista fueron descritas como “brillantes, excéntricas y elegantes”, Klein se caracteriza por jugar con los ángulos, captar el caos, el desorden, la locura de las urbes; reflejar a las masas y las aglomeraciones. En ¿Quién eres tú, Polly Maggoo? William Klein retrata el mundo que tan bien conoce, y construye una sátira sobre la moda haciendo uso de diferentes técnicas narrativas. William Klein explicó que le interesaba hacer una moda que no fuera a pasar de moda. El vestuario con trajes de aluminio, se adelantaron a los de Paco Rabanne.

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Fue un vanguardista en todos los campos y en su cine abordó el contexto político y vanguardista de finales de los sesenta y la década de los setenta. En 1981 regresó a la práctica fotográfica, lo que coincidió con la valoración y reconocimiento públicos de la gran calidad de su obra. Su lema era ir siempre por caminos no trillados y explicaba “Hay que filmar las bodas como manifestaciones y las manifestaciones como bodas”.

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Bienal de Venecia: Alta costura con la alta cultura El mundo del arte tiene una cita obligada cada dos años en el mes de Junio con la Bienal de Arte en Venecia. En esa ciudad se juntan los mundos que representan el glamour y el lujo; el arte y la moda. Las fiestas del mundo de la alta cultura se celebran en los Museos y Fundaciones de los grandes de la moda, y si en años anteriores fue Pinault el anfitrión más “cool” este año ha sido Prada, la que ha presentado en la gran pasarela del arte su colección. A la espera de abrir su Fundación en Milán, encargando a Koolhas “el arquitecto”-como no podía ser de otra manera- el diseño del edificio, en Venecia ha alquilado el palacio Ca´Corner Della Regina, un histórico del Gran Canal para demostrar el poderío de su colección, creada por Miuccia y Patricio Bertelli desde 1993. -171-

-172Colección con obras de casi todos los grandes artistas contemporáneos, que sin duda visten de Prada. Anish Kapoor, DamienHirst, Cattelan, Heizer, Louise Bourgeois nombres infalibles a la hora de hablar de arte de ahora mismo y además un modo de promocionar la firma y hacer honor a ese lema que se ha desarrollado en los últimos años “la alta cultura forma parte del mundo de la alta costura y viceversa”. La Fundación Prada en la apertura ya ha dejado claro su manifiesto artístico, en el que las instalaciones individuales serán una presencia básica con ejemplos que dan testimonio de los diversos aspectos de la identidad, el pasado y futuro. Analizar las relaciones entre arte y moda, lujo y dinero es una tarea que ha empujado a escribir muchas páginas. Las élites buscan separarse de la masa, los artistas encuentran en ellas a los consumidores que les permite arriesgar. Son dos mundos que se retroalimentan y encuentran.


El arte contemporáneo es el mejor recurso contra lo obvio, lo manido, el gusto medio, y es parecido a la moda de la “gran pasarela” y de ahí que Prada aclare: “Lo que me interesa es cuando una obra de arte ya no es sólo un objeto, sino que también muestra la realidad y la vida.” A Miuccia le gusta el arte experimental, dice Germano Celant, el director de la Fundación Prada, y “ha aprendido del arte que, para crear cosas nuevas, tienes que ir en dirección contraria de lo establecido”. “A ella le gustan las personas que siempre se están cuestionando” A la diseñadora le gusta la duda. “Dudo de todo. Yo siempre me resisto a lo evidente a pesar de que normalmente lo que vende es el material más obvio. Y eso me pone en una posición incómoda.”

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Para confirmar que Prada está con el arte en una posición cómoda, en la inauguración en Venecia estaba “todo el mundo” del arte y de la moda, encabezado por el galerista considerado el dueño del mercado del arte Larry Gagosian, y la mujer más influyente de la moda Anne Wintour. Prada puede y porque además sabe, se rodea de los mejores.

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LILLIAN BASSMAN: La última de los grandes Lillian Bassman llegó a la fotografía por casualidad; es más, por casualidad y descarte. Estudiaba danza con Martha Graham, pero una lesión le obligó a olvidar esa carrera. Comenzó a pintar y lo desechó, porque era una actividad “muy lenta”. Entró de becaria en Harper’s Bazaar y a allí tuvo los encuentros más importantes de su vida: Alexey Brodovich y los fotógrafos Avedon y Hoyningen-Huene y bajo la tutela de ellos, desembocó en la fotografía.

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Pero una vez llegó a ella ya no necesitó de nadie. El laboratorio y todo el proceso le cautivó, así que manipuló hasta hacer de sus imágenes algunas de las más evanescentes, elegantes y excepcionales de la fotografía de moda. A su fotografía se la ha calificado de “reinterpretación” porque lo más importante ocurre una vez capturada la imagen: en el proceso de laboratorio. En las grandes revistas recurrían a ella en esas ocasiones denominadas “algo terrible” porque ella hacía que un abrigo mal cortado pareciera alta costura.

Hacía experimentos, positivaba sobre gasa y diferentes papeles, ”quemaba” y oxidaba zonas de exposición, se comportaba como una cocinera-artista a la que gustaba experimentar. Sus imágenes más emblemáticas, poseen una luz tan blanca y brillante que evocan todas las fantasías sobre la belleza. Cuando compartía estudio con Richard Avedon, fortuitamente Bassman hizo una toma de una modelo en ropa interior. A la modelo le gustó tanto la imagen que se la mostró a su marido un importante publicista y a los dos meses de coger la cámara, ya pasaba a formar parte de la plantilla de Harper’s. Su mirada se educó en los grandes museos. Recuerda sobre todo, recorrer las galerías del Metropolitan, acompañada de su marido Paul Himmel y de esa época relata “pasamos la mayor parte de la Gran depresión en el Metropolitan, no teníamos dinero para nada más”

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La luz y las siluetas de El Greco, son las cosas que más recuerda y que más le influyeron en aquella etapa de su vida. Tanto, que pasaron a formar parte de ella y por eso en sus imágenes de modelos pálidas y estilizadas es tangible. Mujeres en unas situaciones, posturas y gestos que denotan belleza inteligente. Pero sobre todo: mujeres. En su refugio de Fire Island, los años han pasado y Lillian con 95 años sigue investigando. Ahora con photoshop, para buscar y encontrar la anatomía debajo de cada traje. De los grandes fotógrafos, es la única que sobrevive. En la fotografía de Lillian el secreto está en la cocina. En su laboratorio, Bassman manipula hasta lograr una fotografía de moda sensual y misteriosa a base de exposición, solarización, encuadres radicales y granulados exagerados.

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Era de esas fotógrafas que no necesitaba manual de instrucciones. Ella en un negativo veía después de la toma y se ponía a cocinarla. Sus fotos son una especie de signos estéticos de una época.

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GARRY WINOGRAND: Las mujeres son hermosas Durante los años sesenta, se da un cambio de actitud entre las mujeres, basado en un profundo ejercicio de libertad interior y exterior. El objetivo fotográfico de Garry Winogrand recoge como nadie esta transformación social y, durante toda una década, construye un documento único, inédito que inmortaliza para la historia de la fotografía este enérgico cambio. El llamado “príncipe de las calles” se ganó el título, gracias a su recorrido exhaustivo para recoger las actitudes de las mujeres en su vida diaria. Las actitudes de esas mujeres devinieron formas.

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Garry Winogrand no sigue la corrección de la composición. El fotógrafo desobedece una y otra vez las enseñanzas básicas acerca de la pretendida “apariencia formal de una obra de arte” y se convierte en el maestro del momento. Por tantas razones, Winogrand se considera un heredero prójimo del impacto estético de Robert Frank. Esta premeditada pérdida del equilibrio la fundamenta Robert Frank en sus célebres palabras: “cuan pequeña puede parece cualquier cosa en una fotografía y aún así ser lo más importante”. Este metafórico marco no es más que una experiencia desordenada de la propia realidad. En síntesis, Winogrand capta con su cámara todos los detalles que forman y dan sentido natural a la representación. La ciudad es el escenario preferido de Winogrand. En ella, con sus edificios, sus aceras, semáforos y gentes, se testan los límites de la escala humana. Women are beautiful aparece en 1975. Hasta esa fecha, el empeño de Winogrand pasaba por fotografiar a mujeres en cualquier parte: en las piscinas, en las cafeterías, en las fiestas de sociedad y sobre todo, en las calles de Nueva York. Huyendo del posado desnudo o el retrato de estudio, Winogrand explora la manera en que las mujeres expresan su sexualidad a través de sus vestidos, peinados, sus ademanes, risas o susurros. Una de las imágenes más famosas representa a una mujer en medio de una hilarante carcajada, con un cono de helado, frente a un escaparate con un busto de maniquí que recuerda a los que retrató Atget a principios del siglo XX.

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Sobre Winogrand, han escrito que “su gusto por la vida [es] más fuerte que su interés por el arte y le hace confrontarse a través de sus imágenes con las comedia de nuestro tiempo.” No se perfila simplemente como un ensayo superficial de los nuevos tipos de belleza; es un reflejo social de la contracultura, de las manifestaciones a favor de la libertad femenina. No obstante, es innegable su carácter estético provocado gracias a bellas mujeres desacomplejadas, seguras de sus formas, consecuentes de la nueva etapa del esplendor americano. Garry Winogrand está presente en todas las colecciones de los grandes museos: del MOMA a la Tate o al Pompidou. Al estilo sesgado y frío de Winogrand, se le asocia con el expresionismo abstracto, y sus cortantes diagonales son análogas a los brochazos de la pintura de esos años. -181-

Winogrand atrapa la vida y sus devenires, y goza con lo que retrata, con sus imágenes. Sus mujeres son vitalistas, seguras, felices, sin complejos, mujeres que van a su aire y esa libertad las hace más encantadoras. Es el momento en el que las mujeres se rebelan contra la dictadura del “qué dirán” Si Robert Frank fue el fotógrafo fundamental de los 50, Garry Winogrand es uno de los más grandes de los años 60, y el artista de su época.

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Thermas de Vals: elogio de lo esencial “La fuerza de un buen proyecto reside en nosotros mismos y en nuestra capacidad de percibir el mundo con sentimiento y razón. Un buen proyecto arquitectónico es sensorial. Un buen proyecto arquitectónico es racional” Peter Zumthor

Termas existen muchas, ninguna de la elegancia y exquisitez de Las Termas de Vals en Suiza, en las que a los beneficios del agua para la mente y cuerpo, se une la revelación del arte para el espíritu.

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Su arquitectura excepcional, hizo que fueran declaradas monumento al terminar su construcción. Exquisitos de todo el mundo, se pierden por las sinuosas carreteras de las montañas para llegar a lo que según los más exigentes, se trata del complejo más increíble y bello de los construidos para talasoterapia. Llegar no es fácil, y sin duda en esa dificultad también reside su belleza. El complejo termal está situado en la ladera de un valle suizo cercano a Lugano. Vistas, arquitectura, relax y salud son la combinación. Las termas vistas desde el exterior se ven como una gran piedra perforada. La sorpresa sin embargo, está dentro. El interior de la tierra con el agua recrea un ambiente cálido de texturas yaguas de diferentes tonalidades según sus grados, lo que provoca un teatro de los sentidos en una atmósfera casi irreal. El silencio religioso, forma parte del espectáculo y el descanso. Piedra envuelta con luces perfectas, así son las termas verdes de Vals. Edificadas con 60.000 piezas de cuarcita de los alrededores, el edificio austero y sensual ofrece unas aguas termales con temperaturas de 14º a 30º que brotan cargadas de terapéuticos minerales.

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Construidas en 1996 por el arquitecto Peter Zumthor, visitarlas es conocer un lugar arquitectónico esencial, original y deslumbrante. El interior de las Termas emula el interior de la tierra, con espacios iluminados cenitalmente mediante unas grietas que introducen una luz casi espiritual. Las diferentes piscinas del spa están diseñadas en forma de laberinto. Cuevas en ángulo recto, en las que el espacio continuo se desarrolla a través de la estructura básica de los baños.

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Las termas se suceden a modo de paisajes íntimos oscuros, al lado de la montaña que da acceso, para desembocar en unas salas cada vez más grandes, hacia la fachada principal a plena luz del día. De repente, uno se encuentra al aire libre en el espacio exterior al edificio. El magnífico paisaje de la ladera del valle, la luna sobre las cabezas- el baño nocturno es recomendado- crean una experiencia difícil de olvidar. Peter Zhumtor, arquitecto ganador del Pritzker en 2009,es admirado por su arquitectura potente y limpia que expresa el máximo respeto por la utilidad del lugar. Zhumtor pone el acento en el uso específico del edificio siendo punto de partida y escritura final. Los materiales utilizados son autóctonos y con ellos, experimenta como un artesano. En su construcción ha utilizado desde guijarros hasta el vidrio lavado, todo al servicio de una arquitectura que busca permanecer. En ese lugar de recogimiento, el agua se refleja en las paredes, los colores anuncian los grados de temperatura y la arquitectura no invade, sino que se refleja en su forma, para adquirir el significado. El teatro de los sentidos está servido. “Mis edificios tratan de responder las preguntas que surgen de simples hechos, y procuro responder de la forma más precisa y crítica posible” Baños de aromas, de sonidos, baños de frío y fuego alternando con vapor se suceden con colores de la tierra: cinabrio, óxido, malaquita, y azafrán en una abstracción de gamas de colores recogidos por unos muros perfectos y verticales.

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La Venecia más contemporanea: Fundación Pinault Venecia es Casanova, Henry James, la silueta de una dama que escribe novelas policíacas, la plaza indescriptible en su belleza, los palazzos, los canales, las baldosas que pisó Marcel Proust. La magia de Thomas Mann, Hemingway frente a una cerveza en el Harry’s bar. Los ecos de Petrarca…

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Todo esto y mucho más encontramos en la bella y húmeda ciudad. Recorrer sus laberínticas calles, pasear por los canales, es motivo más que suficiente para viajar a Venecia. Sin embargo, el amante del arte contemporáneo sólo se acercaba a esta envolvente ciudad con motivo de la Bienal de Venecia. Desde hace unos años se ha convertido, de la mano de Pinault, en un emblema del pasado que alberga el arte del futuro. Ha tenido que llegar el Dux de la moda y del lujo para que Venecia, a la que sobra arte por todos los lados, se haya convertido en un destino inmejorable para ver las propuestas más contemporáneas. Porque de eso trata esta propuesta: acercarse a Venecia un fin de semana para ver a los grandes artistas contemporáneos alojados en dos palacios magníficos, el Palazzo Grassi y la Punta della Dogana. El dueño de la casa de subastas Christie’s y del grupo PPR -que abarca desde la FNAC a las más grandes marcas de la moda; de Yves Saint Laurent a Balenciaga, tiene una colección personal de más de 2.500 obras. El viaje supone, además de un paseo a la ciudad soñada, la visita a varios espacios que tienen abiertos al público con parte de su extraordinaria colección privada de arte. Su entrada en el coleccionismo tuvo lugar en 1990, cuando pagó 6,5 millones de euros por un Mondrian en Christie’s. Ocho años más tarde, este hombre inquieto y tenaz, tomaba el control de la mítica casa de subastas. Desde entonces, la “búsqueda espiritual” que, según él, guía sus elecciones artísticas le acercó al minimalismo a la exuberancia pop y a los mejores artistas de este siglo. “Me interesa el arte que me desafía, que perturba la calma y el consuelo del estilo de vida burgués”, comentó al respecto.

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Toda colección si no está expuesta es un misterio y Pinault quiso tener su museo en una isla sobre el Sena, los permisos se eternizaron y puso sus ojos sobre la “Serenissima” porque según declaró “la eternidad es para el arte, no para los proyectos destinados a servirlo”. En 2005 adquirió a los Agnelli el 80% del Palazzo Grassi y encargó a Tadao Ando su remodelación para, finalmente, en 2007 abrir sus puertas en medio de una gran expectación internacional.

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Este 2009 inauguró su segunda sede en la Punta della Dogana, ese bello triángulo del Gran Canal junto a la barroca iglesia de Santa María della Salute, que fue concebida en el siglo XV como Aduana del Mar, el edificio que estaba degradándose se ha convertido en Museo de Arte Contemporáneo. Dos años de trabajo y 29 millones de euros han tornado sus 5.000 metros cuadrados en un espléndido museo, que emociona con sus espacios sus obras y sus maravillosas vistas. Pinault y Ando han recibido elogios por la «arquitectura espectacular, audaz y discreta, así como su respeto al pasado». El uso del hormigón gris de Ando, silencioso y pictórico da paso a dos pisos con vistas sobre la laguna. Los techos mantienen la impresionante estructura original de vigas de madera, restauradas a la perfección y reforzadas con atados metálicos. El exterior de las paredes con el ladrillo rojo, restaurado al modo tradicional, crea un ambiente neutro en el cual las piezas concebidas para esos espacios se encuentran en un diálogo perfecto. La arquitectura del lugar proporciona una experiencia estética de primera magnitud. La colección de arte contemporáneo del millonario es una de las colecciones privadas más importantes del mundo y se muestra al público de la mejor forma posible. Los dos edificios elegidos están unidos por el agua del Gran Canal y reúnen las mejores obras del panorama del arte actual desde vídeo-arte a esculturas o incluso instalaciones sensoriales.

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Sir Elton John: Coleccionista de fotografía de moda Elton John compra fotografía todas las semanas. Parece que por alguna razón ha cambiado una vida de adicción por otra más sana de coleccionar fotografía. Se ha rodeado de buenos asesores, compra siempre en las mismas galerías, y vive con sus fotografías. En su casa de Atlanta puede haber cerca de novecientas imágenes en las paredes. Las demás han empezado a llenar sus otras casas. Es un coleccionista que no sabe guardar en depósitos, necesita tocar, ver, mirar de nuevo sus obras. Dice que le gusta pasear por su casa encendiendo velas, y dejando que las obras le hablen. Compra fotografía para sí, y para regalar. También encarga y produce obras. A Sam Taylor Wood, le pidió algo erótico, y ella realizó un tríptico Love, Lust, Desire que ahora da la bienvenida a quien entre en la biblioteca de su casa de Londres. -191-

-192Pero hagamos memoria: Estamos en 1991, y una estrella del rock´n roll acaba de salir de un gran tratamiento de desintoxicación. Se encuentra en casa de unos amigos en Francia, y David Fahey (galerista y amigo) abre un portafolio del que salen imágenes de Horst, Irving Penn y Herb Ritts. La estrella del rock´n roll automáticamente compra doce. Las mete en su maleta. Llega a su nueva casa de Atlanta y mira sus paredes y sus recién adquiridas fotografías. Se pregunta ¿y ahora qué? La vida de Sir Elton John tiene un punto de giro en 1990, cuando comienza ese tratamiento de desintoxicación, y tras el cual aparece la fotografía. Antes de entrar en el programa, en el 89, vende muchas de sus posesiones en cuatro fabulosas sesiones en Sotheby´s. Entre los objetos hay discos, singles, libros, revistas, esculturas y bronces…el coleccionista sólo se quedó con lo que denominaba sus clásicos. Una vez ha limpiado su casa, desaparece un año para realizar la cura de desintoxicación.


Cuando vuelve al mundo real, aunque suene a tópico, todo es diferente. Más solo quizás. Y justo en ese momento introvertido de silencio, se tropieza con una carpeta de Horst, Penn, y Avedon que le es inevitable adquirir. Las fotografías le llaman, él responde, y desde ese día, continúan dialogando arte y artista. Una adicción que cura. La belleza tranquiliza.

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Elton John cree en la asistencia de profesionales en su colección, pero colecciona lo que le atrae. Asocia la fotografía con una nueva vida, y disfruta con ella. Su colección habla de su vida, sus ganas, su pasión, su sexualidad. Disfruta de la imagen. Ha tenido entre sus obras Identical Twins de Arbus en formato postal (la invitación que envió la fotógrafa a Walker Evans para que fuera a la exposición) o Glass tears de Man Ray, un icono de la historia de la fotografía. Antes de que decidiera que sus imágenes podían ocupar también sus otras residencias, hubo un momento en que por motivos de espacio en las paredes de Atlanta comenzó a comprar sólo imágenes pequeñas. Al coleccionista no le sobra espacio, siempre le falta tiempo, y su ávida curiosidad le guía.

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Liberman: El visionario de la edición Alexander Liberman fue a lo largo de 50 años la mirada más importante de su época. Director editorial de Condé Nast, se distinguía por vestir trajes grises con camisas de seda azul pálido. Sin embargo, en su cabeza no figuraban esos colores, sino los tonos de alta gama. La seguridad en sus juicios inspiró desde un cierto temor, hasta la adulación entre editores y directores de arte. Su estilo cortés y elegante le servía para conseguir imponer su criterio.

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Tuvo siempre la última palabra en todos los asuntos de la redacción: desde la portada a los títulos y, gracias a su acertado ojo y su sensibilidad, tenemos algunas de las mejores páginas en revistas de moda que jamás hayan existido. Referente de todos los editores que se precien de conocer su oficio, logró dar un aire más fresco a Vogue. Logró pasar de la altivez a la libertad e informalidad que marcaron la moda y el estilo de las mujeres americanas a lo largo de un tiempo.

Rompió con lo artificioso e hizo que jóvenes fotógrafos siguieran sus pautas y retrataran a las modelos al aire libre, mezcladas entre el fluir de las calles. En los círculos de la moda, se comentaba que ningún hombre tuvo nunca más poder sobre las imágenes de moda que Liberman durante su época. Su biógrafo lo describe de forma irónica: “en el mundo tan volátil y caprichoso de las publicaciones de moda, donde los directores de arte son tan prescindibles como las continuas amantes, es sorprendente que alguien lograra mantenerse tanto tiempo en su lugar.” Su infalible secreto se definía por ese estilo propio y definido con el que medía la caducidad en los estilos más ampulosos. Respondió de forma intuitiva y sensible a los cambios y actitudes de todo tipo: desde la fotografía al arte y la comunicación visual, disciplinas donde siempre conseguía ir uno o dos escalones por delante del resto.

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De puertas para fuera, se le conocía con el sobrenombre del “Zorro Plateado” porque el no estar de acuerdo con sus premisas podía suponer el despido inmediato de Condé Nast, aún cuando nunca apareciera explícito como motivo de ninguno de esos despidos. La sucesora de Diana Vreeland y protegida del señor Liberman, Grace Mirabella, llegó y cambió el estilo de la revista bajo su aprobación; y según explicaba “ el Sr. Liberman era muy bueno y te respetaba de tal forma que te daba toda su confianza, si te la merecías.” Lo más curioso es que fue reconocido en su época como “la mente más creativa y original de su tiempo.” Su criterio en todo el grupo Nast llegó hasta hacer del New Yorker, el referente cultural que hoy sigue siendo.

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Por si fuera poco, fue el primero en contratar críticos de arte para Vogue, al que consiguió transformar en un foro serio para el arte contemporáneo. Publicó críticas y reportajes de Duchamp, Matisse, Braque y otros ensayos sobre los artistas que han sido los referentes fundamentales del siglo XX. Su trabajo con fotógrafos como Irving Penn, William Klein, Erwin Blumenfeld y Helmut Newton hablan de su más que avanzada mirada y estética. Si añadimos que tenía el sofisticado carácter de su infancia rusa y que vivió en el lujo y la opulencia hasta la revolución de 1917, podemos tener un retrato bastante realista. Durante una estancia con su padre en Londres se quedó para no volver. Estudiante de inglés y buenos modales; la arquitectura y la pintura fueron los pilares sobre los que se desarrolló su excitante y legendaria carrera. El mundo de la edición de moda tuvo un después de Liberman. Quizás el antes, fuera un poco más corto.

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Horst, la arquitectura de la luz La historia de la fotografía de moda tiene su comienzo en los maestros que la concibieron desde sus orígenes, como un proyecto artístico, independiente de los rígidos dictámenes de la publicidad. Sin dudar, habría que comenzar hablando sobre quién fue uno de los grandes fotógrafos de la moda: Horst. P. Horst. Nacido de una familia de la alta burguesía alemana, la influencia materna hizo que desde muy joven se interesara por el arte. Muchas de sus fotografías han pasado a ser referencias fundamentales de un mundo, una moral y una época.

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Su fotografía más icónica: Mainbocher Corset, relata “el mundo intelectual de Horst” además de ser una declaración de intenciones. La intimidad en la pose, enfatizada por una luz mágica que ilumina la parte trasera en sombra, es parte de la puesta en escena. Fruto de las influencias artísticas del desnudo femenino, visto desde atrás, de Ingres a Man Ray adornada con una atmósfera de sutil erotismo, hacen de Mainbocher Corset una lección de estilo en la cultura fotográfica y la situan en un lugar atemporal. La fotografía tomada a las cuatro de la mañana de 1939, después de un agotador posado, alumbra a la modelo rubia ya con el corsé desatado, manifestando la nocturnidad y disponibilidad. Horst vivió los años del hedonismo elegante, de las actitudes olvidadizas, una generación de hombres y mujeres de talento con maneras aristocráticas que crearon y produjeron algunos de los retratos más imperecederos de la historia de la moda. De hecho, el momento de Horst coincide con el cambio de Vogue, cuando la editorial de Condé Nast, quiso hacer de su revista la que marcara no sólo tendencias de estilo, sino que fuese nada menos que guía y cabeza de su época. Pasa de la ilustración a la fotografía, y Vogue publica un número extraordinario con textos de los grandes escritores del momento (Hemingway, Aldous Huxley, Colette) mezclados con los ojos más vanguardistas de la fotografía: Man Ray, Steichen, Hoyningen-Huene, y con esa amalgama logran filtrar el espíritu de su tiempo. Horst es un ilusionista consumado, que estudió cuidadosamente las obras de arte del Louvre para recrear, en los pocos metros cuadrados de su estudio

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de fotografía, una obra en que la luz fuera sustancia material, casi igual a la atmósfera emocional de una pintura. El famoso retrato de Chanel, fue tomada a regañadientes en ese estudio reducido, fuera de su intimidad del Ritz, y así consiguió una fotografía más ilusoria y por lo tanto, más mítica. La curva de una maravillosa “chaise longue” que perteneció a Madame de Pompadour, el fondo de un laberinto barroco de hojas y racimos de uvas en madera dorada, más la cara blanca de Coco es un retrato inimitable; por incisivo. El fotógrafo recordó el momento, diciendo que soñaron juntos.

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Horst documentó, desde su polifacética visión, los cambios que se producían en la moda y el vestuario durante más de medio siglo. Algunas de las notas claves parten de su inspiración en horizontes de creatividad más amplios que impiden concebir la fotografía fuera de la relación continua de estímulos y conocimientos. Artista privilegiado, Horst, fue capaz de conjugar esa intersección irrepetible de las artes, la creatividad y la experimentación – arte, arquitectura, literatura, moda, teatro, danza, cine-. Estudió arquitectura con Le Corbusier, aprendió fotografía de moda con el gran G. Hoyningen-Huene, el llamado “barón de Vogue”; conoció el mundo del cine a través de los ojos de Visconti. Vivió a los dos lados del Atlántico en los años treinta, en torno al “monde de Paris”, el mundo “por excelencia”. Sus amigos forman parte del panteón de nombres ilustres. Sus retratos, son levantamientos topográficos de existencias. Fueron los años del esplendor en la elegancia, dados al hedonismo olvidadizo, aristocrático, en el que una generación de hombres y mujeres de talento compusieron la vuelta a la abstracción total de la realidad. De hecho, descubrió una nueva belleza en libertad, coherente, dinámica, que se refleja en el arte del retrato, moda, diseño y publicidad. Un estilo de vida.“Son los hombres, no las teorías de una época la que se imponen para seguir seduciendo”, decía Horst.

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Lugares casi secretos “La naturaleza no conoce la historia pero en sus formas viven todos los estilos del pasado, el presente y el porvenir. La naturaleza acierta más en la abstracción que en la figuración”. Octavio Paz. “Naturaleza, abstracción y tiempo”. La historia del minimalismo y del arte de la naturaleza, no sería posible sin mecenas como Philippa de Menil y su marido Heinrich Friedrich. El espacio americano está sembrado de obras de artistas financiados por los Menil. Su fortuna está sacada de las entrañas de la tierra (petróleo), así que sus mecenazgos también apuestan por la tierra (land art) hoy llamado arte ecológico. Además de obras “in situ”, los Menil han propiciado algunos de los mejores lugares de arte de Nueva York. -203-

Dia Art Foundation en Manhattan ha sido una inspiradora presencia y su estilo refleja la ligera de la elegancia de las cabezas de sus benefactores. Arte bueno, arte de ahora, arte distinguido y arquitectura pensada para albergarlo. Su edificio principal en West 22 Street, se convirtió en el “MoMA para los más entendidos” a su sombra se posicionaron todas las grandes galerías. En Dia, el foco ha estado siempre en el arte, no en la forma en que el arte se envasa. El minimalismo, conceptualismo y land art no serían lo mismo sin Dia. Hace tres años cerró sus puertas en Chelsea para pasar al Meat District, otro lugar que se revalorizará sin duda. Mientras sus exhibiciones, que marcan el curso del arte más contemporáneo, tienen lugar en The Hispanic Society. Pero además de estos sitios míticos, los Menil han posibilitado obras específicas y secretas pese a llevar mucho tiempo: New York Earth Room y Broken Kilometer en Manhattan o The Lightning Field en Nuevo México, las tres de Walter de María; El Instituto Dan Flavin en Bridgehampton, o Spiral Jetty, en Great Salt Lake de Robert Smithson que se incluyó entre las maravillas del mundo. Obras que sobrepasan por su complejidad el mecanismo intrínseco de coleccionar. En dos locales de SoHo, Walter de María tiene, des-

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de hace más de 30 años, dos instalaciones que son visitadas por muy poco público y que forman parte de aquella idea del padre de la Dia. Lugares y obras que son objeto de muchas visitas por muy pocos, lugares donde se vuelve una y otra vez, a ver lo mismo, desde unos ojos iguales o distintos, para salir tocado por la obra una vez más.

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Pero su concepción llegaba más lejos: las instalaciones son casi capillas; lugares funcionales pero sagrados, donde la repetición de las visitas viene condicionada por la idea del peregrinaje, por la motivación que lleva a realizar esa visita de nuevo, donde el arte se convierte en lugar. New York Earth Room (1977) en el SoHo es exactamente lo que su nombre indica: una habitación en Nueva York, llena de tierra. Consta de 250 metros cúbicos de tierra. La sala, es limpiada regularmente de hongos y otras intrusiones orgánicas, y está solemnemente acompañada por un par de empleados. 393, West Broadway N.Y.C. Otra obra es The Broken Kilometer (1979). Su título refleja de forma gráfica su significado: un kilómetro partido en barras de latón, pulidas, donde cada una mide dos metros de largo y 5 centímetros de diámetro, colocadas en cinco filas paralelas de 100 barras cada una. Detrás de unas puertas de unas calles del SoHo, están desde hace años, dos instalaciones que cambian la percepción del espacio y del tiempo. Nada es de ningún sitio concreto, y sin embargo, un proyecto sólo tiene sentido en un lugar. Una diana en el ojo, para espectadores que acepten regalos. 141, Wooster Street N.Y.C. Fotografías cortesía Dia Art Foundation

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EFÍMERA ETERNIDAD: FOTOGRAFÍA DE MODA Gaston Bachelard afirmaba que “la conquista de los superfluo es una excitación más grande que la conquista de lo necesario”. La gran moda es reconstrucción de ese deseo superfluo que se vive en ocasiones como necesario. Es en 1924, y en la ciudad de Nueva York, cuando arranca la fotografía de moda. El exquisito barón Adolf Gayne de Meyer-Watson se convierte en el fotógrafo de moda del momento. El barón proviene del pictorialismo y es un enamorado del “flou”, técnica que recogida de la pintura, será una de los elementos esenciales de la fotografía de moda y el retrato. El título que acompaña al nombre de Meyer, no se sabe -como corresponde a un diletante- si es real o ficticio. -207-

Quienes más han hecho por la fotografía de moda en el siglo XX como factores mediáticos, han sido las revistas Harper´s Bazaar, Vogue y Vanity Fair. Sus páginas siempre han estado repletas de genios creadores que fotografían, describen y crean información sobre nuestros deseos, nuestras aspiraciones y nuestros sueños. Si queremos conocer la evolución de la sociedad, de sus costumbres y de sus avances, la moda es un elemento sociológico de primera categoría por el que puede llegarse a conocer incluso el pensamiento de la época. La moda y más en concreto, la fotografía de moda, definen los tributos de lo considerado belleza: lo chic, el prestigio, la excentricidad, la fascinación. Aquello que queda lejos de la realidad cotidiana y que forma parte del lujo, de lo ilusorio y de la elegancia. Desde hace algunos años la fotografía de moda está presente en el mundo del arte. La moda puede ser efímera pero la gran fotografía de moda ha devenido eterna. Los museos han apoyado esa premisa legitimando al género como una de las verdaderas formas de arte. El Museo de Boston y el Metropolitan de Nueva York, el MoMA o el Barbican, el Victoria and Albert Museum, todos ellos celebran a los fotógrafos más prolíficos e influyentes del medio, con exposiciones en las que Penn, Horst, Hoyningen-Huene, Steichen, Avedon, Man Ray, Klein, o Bassman, han colgado seducción, arte y estilo en sus paredes.

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Estas exposiciones demuestran que la fotografía de moda gana credibilidad como forma de arte, pero lo que de verdad confirma su ascenso son los precios alcanzados en las subastas. Según Etheleen Staley, copropietaria de una galería en Nueva York, en los últimos cinco años la fotografía de moda ha ido cogiendo un brío acorde con la fuerza y estética de sus imágenes. Si en el 2001 la emblemática “Dovima y los elefantes” (1955), de Richard Avedon se podía adquirir por $ 22.325,una copia gran formato, hecha para una retrospectiva ha alcanzado en 2010 la fabulosa cifra de 1,5 millones de dólares.

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Coleccionistas como Elton John, Agnes B, diferentes estrellas del mundo del cine y de la música, grandes fortunas inmobiliarias y de los negocios anglosajones se han sentido atraídos por este tipo de fotografía que retrata el mundo de lo femenino, que buscando en la mayoría de las ocasiones la belleza, se ha convertido en un diario impenitente de nuestra historia y de los cambios acaecidos en los últimos cincuenta años de la misma. La fotografía de moda hoy ya es imparable. Esa fotografía que retrata los deseos más efímeros se vuelve eterna porque la elegancia y el arte son sus ingredientes básicos. Sobre ellas, se han construido muchos de nuestros sueños y deseos y si los codificamos inteligentemente dicen más de nuestra sociedad que muchos de los ensayos más profundos y fácilmente olvidables de nuestro siglo. Más allá de su carácter, más allá de los borrosos límites entre arte y producción industrial, tanto la moda como sus fotografías son un testimonio de los códigos sociales: reflejan el estatus, la distinción estética y la relación entre los géneros. Las revistas más importantes que comenzaron esta tendencia arrancaron en EEUU y fueron y son nombres todavía de referencia a día de hoy. Entonces, de la mano de grandes editores con una intuición extraordinaria (como Alexander Liberman, Alexey Brodovitch, Diana Vreeland o Edna Woolman) los grandes fotógrafos que trabajaban para ellos se podían permitir experimentar. En un palabra, riesgo era una de las palabras más usadas del momento

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Karl Lagerfeld: Mi única pasión es aprender La fotografía es parte de su vida. Cierra el círculo de su universo artístico y profesional. No puede ver la vida sin visor. Mira el mundo de la moda con el ojo de la cámara. Al igual que Hedi Slimane, Lagerfeld es un gran fotógrafo, reconocido por sus colegas que es el más alto grado de reconocimiento. Es una prueba más del artista total que es Karl Lagerfeld. La primera retrospectiva de sus fotografías, tuvo lugar hace dos años en la Maison Européenne de la Photographie de París. La exposición destacaba estar dedicada a su obra más personal, retratos hechos por un hombre que sigue siendo un misterio, a pesar de su cobertura mediática. Si le preguntan¿ cual es su foto favorita en la exposición? Lagerfeld raramente dirá cuál es, como tampoco dice el año en el que nació, que se sitúa entre 1933-1938. Lagerfeld tiene la cabeza joven, es un lector empedernido, editor de libros de fotografía y arte, con librería propia en París. La exposición viajó por innumerables lugares y tuve la suerte de verla en Venecia, allí descubrí que sus fotografías no son sólo de moda, sino que había melancólicos paisajes al estilo de Baldus, y que su mirada es una mirada culta. Ver es haber visto. Comenzaba con las fotografías de arquitectura imbuidas de un noble melancolía y una sensación de ausencia. El primer plano de la estructura metálica de la Torre Eiffel estaba retratado al estilo de los constructivistas. El palacio de Versalles, lo presentaba como un castillo de pasillos vacíos casi aterradores, lejos de la visión festiva y colorida de Sofía Coppola. Lo que más me impresionó durante mi visita a la exposición, es la multitud de técnicas con las que a Lagerfeld le gusta experimentar. Con la fotografía que no es de moda, da rienda suelta a su imaginación sin inhibirse. Enamorado de lo estético, usa este arte como un juego, lo que le permite reinventar constantemente su visión.


La pasión por el arte y la fotografía de finales del siglo 19 y 20 es, la inspiración de algunas de sus obras. Había una habitación con paredes cubiertas con fotos: un mosaico de celebridades que posaron para Karl Lagerfeld. Fascinado por la fotografía alemana de la década de 1920 y de la actual, Lagerfeld dice que le interesan Helmut Newton, Peter Lindbergh y Ellen von Unwerth, cuya influencia se deja sentir en su obra. ¿Qué es lo que hace una fotografía hermosa, diferente, única? ¿Por qué una imagen permanece grabada en nuestra memoria? Una fotografía de moda es buena, cuando no pasa de moda y es la que con el tiempo se convertirá en la referente, de la época en que fue tomada. Este tipo de imágenes son difíciles de encontrar; son raras. Para Lagerfeld, los fotógrafos con F mayúscula son Avedon e Irving Penn, “cuando tenía 12 años, mi madre regresó de un viaje a Nueva York (en la década de 1940), con un número de Vogue para mí, con la mítica serie de fotografías tomadas por él, y que retrataba la alta costura parisina con su esposa Lisa Fonssagrives, que para entonces tenía más de 40 años de edad. La juventud no era la principal preocupación en esos años, la mayor preocupación era la elegancia, y el Sr. Penn sabía cómo superar esa noción burguesa, de un modo óptimo” La influencia de su madre llevándole desde niño a museos ha sido primordial en el desarrollo de su mirada. También le explicó en Hamburgo-ciudad en la que nació- que nacer en un puerto, hace que siempre se esté dispuesto a abandonarlo para conocer el mundo. Karl Lagerfeld es un artista como todos los grandes: políticamente incorrecto, raro, singular, creativo, depresivo, tímido, egocéntrico, maniático, inmenso. Y si no fuera todo ello, también sin ninguna duda, sería un genio. Porque lo lleva en los genes. Confiesa estar en contra de los discursos intelectualizados sobre la fotografía de moda, y cita a Voltaire: “Lo que hay que explicar, no merece una explicación”. Una fotografía de moda buena habla sola.


Peter Lindbergh: El hombre que amaba a las mujeres Posiblemente sea el fotógrafo más cercano al gran Irving Penn. Igual que el maestro trabaja en blanco y negro, con unas copias saturadas de calidades insuperables. Peter Lindbergh es además el hombre al que aman todas las grandes modelos, porque sabe cómo tratarlas y establece con ellas una especie de “feeling” que hace de sus retratos algo cercano a la realidad. Polaco de nacimiento y alemán de adopción, comenzó trabajando de escaparatista en unos grandes almacenes de Duisburg, estudió pintura en la Escuela de arte de Krefeld y fue ayudante del fotógrafo Hans Lux. Lindbergh es de los artistas fotográficos más famosos y respetados del mundo de la moda; incluso es considerado el “poeta del glamour”. Durante algunos años trabajó para boutiques alemanas, hasta que se cansó y dio el salto a París después de haber publicado en Stern. En 1997 obtuvo el premio al mejor fotógrafo en los Internacional Fashion Awards, en París. Hoy es un reconocidísimo fotógrafo que con gran ironía dice “no me siento un hombre de la moda, ni siquiera llevo un pendiente” y aunque se mueve en ese mundo del “glamour”, Lindbergh nunca se perdió en él. Felizmente casado con la fotógrafo Petra Sedlaczek afirma “tengo cuatro hijos, y una vida”. Es capaz de retratar el alma de los protagonistas y si hay algo que caracteriza su estilo, son los retratos atemporales. Sus fotografías representan instantes robados a lo real con los que consigue transmitir la emoción del momento. Le encantan los espacios industriales y hacer que sus modelos se sientan poderosas, porque piensa que son hermosas mujeres con toneladas de inseguridad encima.


Sus tomas de marcada sencillez acaban por ser imágenes de una inigualable sofisticación. Reforzando la luz en la cara, crea un efecto íntimo. Sus posados indican que no se hacen trampas delante de su objetivo: revela las personalidades, sin artificios. El resultado: imágenes impactantes, emblemáticas dónde el “menos es más”, se convierte en “simplemente, lo más”. Los lugares favoritos de Peter Lindbergh para tomar sus fotos son desiertos, lagos secos y extensas playas carentes de romanticismo. Por su falta de puntos de referencia, estos sitios están involucrados en la composición de sus fotos. También reconoce la influencia del cine alemán de la década de 1920, además de las imágenes de su amigo Wim Wenders. Peter Lindbergh ha contribuido al fenómeno del top-models, lo cual no es sorprendente dada su preferencia por la belleza femenina de personalidades sanas y fuertes. Mila Janovich, Linda Evangelista y Christy Turlington, Claudia Shiffer, Kate Moss y Amber Valleta son algunas de sus musas, de las que consigue sacar la mujer que llevan dentro. No son muñecas que aparecen sofisticadas, son amigas a las que parece fotografiar justo cuando están recién levantadas por la mañana. Después de todo, ama a las mujeres.


CARMEL SNOW: EL OJO QUE SE ADELANTABA.

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Hay personas que van dos pasos por delante, así que los que van por detrás, recogen los frutos. Ese fue el caso de Carmel Snow, editora de Harper’s Baazar y descubridora de Diane Vreeland. Ella cambió las ediciones de fotografía en el mundo de la moda. Nacida en Dublín de una familia de clase alta, fue una rebelde sin causa pero con estilo. Se forjó una carrera, trabajó durante sus embarazos y se casó muy tarde. Todo lo demás lo hizo muy pronto. En su agenda figuraban desde William Randolph Hearst, a Avedon, de Andy Warhol a Balenciaga, Jean Cocteau y los Windsor. Fue una intelectual moderna, no un producto de su clase ni de su historia. Descubridora de fotógrafos, en el caso de Richard Avedon fue su mentora y guía. Cuándo todas las revistas de Hearst- el millonario excéntrico y dictatorial- tenían prohibido publicar fotos de afroamericanos, desafió a las normas publicando una de la gran cantante de ópera Marian Anderson. Fue la primera editora en dar a Lauren Bacall una oportunidad, la primera en imprimir un desnudo del gran Munckácsi, la primera en publicar una modelo en bikini y la primera en publicar una dieta. Fue pionera en casi todo. Era estricta y dominante, sabía perfectamente descubrir el talento de los otros e hizo de ello una fuente inagotable de creatividad. Poseedora de una agudeza visual asombrosa y un gran ingenio, pudo haberse quedado en lo que su apariencia frágil y delicada sugería, pero era capaz de intimidar al gran ciudadano Kane y a la “muy estupenda Vreeland”. Fue Snow la que descubrió a Vreeland y la llevo con ella a Harper’s. Se complementaban entre sí, se dejaban independencia. Cuando una vez Diana dijo que deberían hacer una portada con fucsia, ella respondió “Diana, haremos cuatro con ese color”. No le rebasaba nadie. Vreeland no tenía el talento de Snow, pero tenía ese punto de excentricidad de la que carecía Carmel. La que respetaba la fotografía y descubría talentos era Carmel. Según el poderoso Hearst, dueño de la revista, nadie tenía control sobre ella y por eso la respetaba. Se atrevió a publicar que Eduardo VIII abdicaría, cuando sólo era un rumor y publicó la foto de Wallis Simpson, con lo que logró que fuera la mujer de la que más se habló en el mundo.

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La fotografía de moda le debe mucho a su visión, e hizo el recorrido inverso a Anne Vintour; dejó Vogue por Harper’s y al tomarlo bajo su dirección, hizo entrar en los hogares estadounidenses un rico universo del arte con nuevas fotografías vanguardistas. Carmel Snow, era conocida por tener un talento especial que le permitió reunir alrededor de ella un centro neurálgico creativo, visionario y preparado para establecer la diferencia. Martín Munkácsi fue el fotógrafo que cambió el mundo paralizado de la fotografía de moda, Carmel Snow la que lo vio antes. Hasta ese momento, casi todas las fotografías estaban cuidadosamente preparadas en un estudio. Snow (que rara vez dormía o comía, se mantenía con tres martinis antes de almuerzo) y eso la llevaba a cabecear en el “front row”. Hizo además, otra aportación al despegue de la alta costura en Nueva York, ideó cortar las etiquetas de la grandes casas para pasar la aduanas sin sobrecostes. -221-

Sin embargo, su gran hallazgo fue el director artístico Alexey Brodovitch, quien innovó el logotipo icónico de Harper’s y cambió el diseño de las páginas. Pertenece como editora de moda a ese olimpo de mujeres insolentes con personalidades fuertes y estilos rotundos. Inventó la palabra “new look” a partir de una colección de Dior, y durante toda su vida manifestó una pasión -lógicamente no compartidapor Balenciaga. Con un vestido firmado por él, hizo su último viaje. No hay nada más innovador que ser uno mismo y Carmel lo fue.

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NORMAN PARKINSON: UN CABALLERO BRITÁNICO

Norman Parkinson fue el prototipo de gentleman británico. Bigote colonial, chalecos de fuertes colores, trajes impecables, ojo avezado y por supuesto, un Morgan como medio de locomoción. Nunca hubo un fotógrafo más cool and chic en el mundo de la moda y junto con su modelo favorita y esposa Wanda, formaban una de esas parejas que parecían sacadas de una gran película romántica. El pasado mes de marzo se cumplieron los cien años del nacimiento del gran fotógrafo y con ese motivo en Londres, se celebra una gran retrospectiva de sus fotografías- algunas inéditas- que durará hasta mayo.

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Angela Willians, que guardaba alguna de esas tomas y fue su asistente durante muchos años afirma que Parkinson fue una “inspiración” para las mujeres. Él documentó nuestra transformación en la década de 1950 y nos ayudó a mostrarnos libres en los años 60, cuando estábamos luchando con una liberación apenas descubierta, preguntándonos qué hacer para ser realmente independientes. Parkinson siempre afirmó que no era un fotógrafo que buscara ser artista, pero con el paso del tiempo sus fotografías han demostrado ser un legado sustancial; artístico e histórico. Fue el fotógrafo que junto con Munckási, trató de retratar la moda fuera de los confines sofocantes de un estudio. Sus tomas estaban en el mundo real, donde capturó la belleza natural con realismo y ingenio. Siempre había un toque de magia en su trabajo. No se limitó a tomar un momento, sino que influyó en el espíritu de la época. Con su acerado sentido del humor, declaraba que después de retratar a casi todas las debutantes de Londres para las revistas de sociedad, su único objetivo al ser contratado por Vogue consistió en “desbloquear las rodillas de las modelos”. Fue a partir de esta frustración que nació el estilo directo que hoy reconocemos como suyo. No iluminó artificialmente y fue capaz de integrar a las modelos en la calle en movimiento. Trató de aprovechar los gestos casuales y, como resultado, capturar aquello que había estado ausente de la fotografía de moda durante la década de 1940: el sentido de lo inesperado.

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Mirando retrospectivamente, sus tomas poseen una elegancia natural y establecen cómo Parkinson fue el vínculo entre la postura de principios de siglo XX de los retratistas -Cecil Beaton y Edward Steichen- y la vitalidad del estilo del fotógrafo por excelencia del “swinging London”, David Bailey.

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Norman era incapaz de tomar una foto sin llevar encima de su cabeza, el tradicional gorro de las bodas en Cachemira cuenta su amiga y editora, Grace Coddington. Y si cuándo llegó a Nueva York, consiguió retratar a las damas norteamericanas como duquesas lo cierto es, que también consiguió que las duquesas parecieran damas. El retratista favorito de la familia real británica- que por cierto, demuestra una gran devoción por los grandes fotógrafos- afirmaba que “un fotógrafo sin revista es como un labrador sin campo”. Vogue, fue su campo entre 1945 y 1960 y sus cosechas grandes fotografías. Se le recuerda con el gran caballero de la cámara y su lema era: “la cámara puede ser el arma más letal después de la bala de un asesino, pero también una loción para el corazón” El éxito de su trabajo se basaba en su admiración por las mujeres. De él no esperen la típica cita sobre la belleza, Parkinson no era de esos. “Son más valientes, trabajadoras, honestas y directas que los hombres”, afirmaba.

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MICHEL COMTE: LO SUPERFLUO SÓLO SI ES NECESARIO. El fotógrafo suizo Michel Comte busca la belleza como si se tratara de un antropólogo. Sus retratos son levantamientos topográficos de rostros. Todo está recogido con precisión y naturalidad. Las fotografías de moda siempre han estado en un punto medio entre la utilidad y el arte. Las revistas encargan fotos para vender sus productos de lujo y el arte no es la prioridad, puesto que en el arte debe ser inútil y la belleza se le supone. Ha ocurrido sin embargo, que en la historia de la fotografía de moda, el tiempo y las miradas de los autores, han llevado a nuevos registros y nuevos significados, independientes de la intención de sus creadores.

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En la obra de Comte, que comenzó su carrera como restaurador en la Galería Bischofberger de su país, se percibe la voluntad de buscar la esencia. Sus blancos y negros serenos, su capacidad para entender los rostros como espacios, así como su saber organizar los movimientos parecen simplemente naturales, y transmite la fascinación que le provocan los rostros retratados. Sus imágenes de todos los grandes actores y actrices, y sus fotogra fías de moda hablan desde el diálogo que establece con el retratado, y están alejados de toda estridencia superflua. Lo mismo si se trata de un reportaje o de moda, siempre se ha mantenido fiel a su estilo inimitable. Algunas de sus fotografías son verdaderamente memorables. No es de extrañar que en su mayoría sean fotos de mujeres o celebridades, ya que estas son las áreas donde Michel Comte ha desarrollado una maestría sin igual. La toma de fotografías de estrellas es un trabajo duro. Después de todo, hemos visto la cara tantas veces que llegamos a creer que los conocemos personalmente. Pero Comte tiene una habilidad especial para encontrar imágenes que dan la sensación de que en realidad se los ve por primera vez.

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Simplemente confía en su ojo siempre atento y capta una expresión facial que parece expresar el alma del retratado tal y como se ve en el rostro de Penélope Cruz, o en la vulnerabilidad de Demi Moore. Michel Comte sabe cómo transformar a las mujeres en diosas presentándolas como intemporales y contemporáneas al mismo tiempo. Capta su fuerza y sensualidad sin tener por ello que convertirlas en objetos. Revela que el secreto de su obra no es otro que el placer de captar seres humanos, su variedad e individualidad. Su mirada franca le permite producir imágenes tan únicas, como son los individuos que en ellas aparecen. Su obra ha sido expuesta en importantes museos como el Guggenheim de Venecia, y la Pinakothek der Moderne en Munich. -229-

Empático y glamuroso a la vez, sus fotografías captan la esencia de los modelos con una inmediatez sorprendente, revelando su fuerza y su belleza en imágenes brillantemente compuestas. Michel Comte, como buen artista evita los trucos baratos y las emociones y va directamente al momento decisivo; cuando la expresión y la postura revelan el interior. Tanto fotografiando el glamour o las atrocidades de la guerra civil en Ruanda, como mostrando retratos o paisajes impresionantes - Michel Comte se ha mantenido siempre fiel a sí mismo. En I978, comenzó a trabajar para los diseñadores de moda internacionales. En I98I, se trasladó a Nueva York, donde comenzó a trabajar para Vogue y Vanity Fair. En pocos años, se convirtió en uno de los fotógrafos más solicitados de la moda. A pesar de su éxito, Michel Comte nunca ha perdido de vista su interés en la gente, una curiosidad que lo obliga a documentar el comportamiento humano más allá de los confines de su estudio.

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