A FASHION collection
FOTOGRAFÏA DE MODA
Tradicionalmente se generalizó la opinión de que la moda era un fenómeno pasajero, frívolo, falto de cualquier clase de consistencia real o ideológica y se adoptó ante ella una postura ética que relegó su estudio e hizo que su forma de conocimiento fuera poco elaborada. Dicha actitud fue desapareciendo conforme la sociedad se hizo más laica hasta poder compararla con lo que Nietsche decía refiriéndose a la forma de vivir de los griegos: “... eran superficiales por de tan profundos “. En la exposición vamos a intentar aproximarnos a algo tan complejo, tan contradictorio, tan poco consensuado como es la definición de moda, entendida como un fenómeno social, como un testigo de la historia en su aspecto colectivo porque como decía Umberto Eco ”la sociedad habla. Habla diariamente en sus vestidos, en sus ropas, en sus trajes. Quien no sabe escucharla hablar, en esos síntomas de habla, la atraviesa a ciegas. No la conoce. No la modifica”. Pero la moda ofrece también un aspecto individual, existe toda una psicología del vestido que Leonardo intuyó cuando dijo que “...la moda era el granito de locura humana que la distinguía del simple uso del vestido” y que conduce a pensar que podría ser la expresión disfrazada del hombre incomunicado, por eso el siglo veinte ha hecho de ella algo muy necesario. En definitiva sobreviven en ella aspectos lúdicos de nuestra infancia, el juego carnavalesco de la transformación, pero como en el carnaval ¿qué es lo que se pretende exactamente? ¿escondernos en un disfraz o ser lo que realmente somos pero no nos atrevemos a demostrar?.
El vestido oculta pero también muestra. Pero lo que todo el mundo acepta como una realidad evidente es el hecho de que la moda es uno de los fenómenos económicos más característicos de nuestra época. La fotografía de moda ha mostrado a todos y no a una minoría, cosas que estaban ocultas, algunas las vio ella primero, otras se las proporcionó la fotografía y la pintura. Además ha servido para desarrollar la visión del espectador, para que él pueda descubrir nuevas formas de percepción. mbién muestra. Pero lo que todo el mundo acepta como una realidad evidente es el hecho de que la moda es uno de los fenómenos económicos más característicos de nuestra época. La fotografía de moda ha mostrado a todos y no a una minoría, cosas que estaban ocultas, algunas las vio ella primero, otras se las proporcionó la fotografía y la pintura. Además ha servido para desarrollar la visión del espectador, para que él pueda descubrir nuevas formas de percepción. Beaumont Newhall, célebre conservador de fotografía del MoMA dijo: “escribir una, historia de la fotografía desde la perspectiva de un historiador del arte: desarrollo estilístico en relación con otros medios estilísticos” Para poder hacerlo tenemos que ir marcando a lo largo de la exposición las novedades formales y su influencia en la y El mejor ejemplo de ellos es Lisa Fonssagrives, la mujer de Irving Penn, pero también su musa y modelo. Ella era el epítome de la dignidad femenina y la fuerza elegante. El secreto de estos fotógrafos fue ser los primeros en ir más allá del tejido; las lectoras no querían llevar la ropa de las modelos: querían ser ellas. En esas imágenes se encuentran los tópicos de las mujeres en cuanto objeto perteneciente al espacio de los deseos (y aversiones), del hombre.
Bajo el mando de estos visionarios, artistas como William Klein, o Garry Winogrand estaban retratando a las mujeres y a los ideales de mujer de su tiempo. La fotografía de moda y la práctica del retrato permitieron subsistir a estos fotógrafos, mientras ellos se crecían ante la figura del encargo. La moda y el cine siempre han ido de la mano, y en esta época dorada de Hollywood los fotógrafos retrataban a las estrellas para las mismas páginas. Lauren Bacall, Marlene Dietrich o Greta Garbo eran los modelos de mujer. Las obras de los fotógrafos dan testimonio de la imagen femenina, del deseo y de la industria de esos años. Alexey Brodovitch fue clave en este desarrollo. Editor de Harper´s Bazaar desde finales de los año cuarenta hasta los sesenta, buscaba el movimiento en su revista: desplazaba la imagen utilizando los sangrados al máximo, y aceptaba siluetas y gestos borrosos. Perseguía la expresión emocional de la fotografía, y el ritmo en la maquetación de las páginas. Incitaba al experimento. Fruto de esta incitación, Lillian Bassman desarrolló una imaginería gestual única donde lo que menos importaba era el vestido. Primaba la emoción: esa emoción sin la que según Vreeland, no existía la belleza. Entre el sentimiento y el refinamiento, ahí está el mundo descriptivo de la moda. En tendiendo el sentimiento como un proceso y estado mental vulnerable al estereotipo y susceptible de eternas maquinaciones, y el refinamiento como algo que encierra una embriagadora dulzura del buen gusto cercano en ocasiones a lo pretencioso. Estos fotógrafos buscaban modelos de imagen segura, inteligente, sofisticada.
El secreto de estos fotógrafos fue ser los primeros en ir más allá del tejido; las lectoras no querían llevar la ropa de las modelos: querían ser ellas. En esas imágenes se encuentran los tópicos de las mujeres en cuanto objeto perteneciente al espacio de los deseos (y aversiones), del hombre. Pero en ningún momento hacen hincapié en la confusión del género femenino y son tan interesantes como las presentan; son retratos que no sirven sólo para vender. Son retratos hechos, completos, acabados; retratos que ponen en cuestión su mera representación. “Si la mercancía tuviera alma, sería la más resuelta de cuantas jamás existieron en el reino de las almas, pues tendría que ver en cada uno al comprador en cuya mano y en cuyo hogar quiere anidar” afirmaba Walter Benjamin. Estas fotografías vendían sí, pero hacían más. Son retratos hechos, completos, acabados; retratos que ponen en cuestión su mera representación. “Si la mercancía tuviera alma, sería la más resuelta de cuantas jamás existieron en el reino de las almas, pues tendría que ver en cada uno al comprador en cuya mano y en cuyo hogar quiere anidar” afirmaba Walter Benjamin. Estas fotografías vendían sí, pero hacían más.
MILTON GREEN Marlene Dietrich, 1962
ROBERT FRANK At the Opera,1962
MICHEL COMTE Darryl Hanna
DOROTHEA LANGE Cosumer relations,1950
ERWIN BLUMENFELD Vogue
HORST P. HORST Coco Chanel
FRANK HORVAT Givenchi Hat A,1958
WILLIAN KLEIN Vogue
WILLIAN KLEIN Vogue
BERT STERN The last sitting
LILLIAN BASSMAN For Tailored Like Satin, Nueva York 1954
MARTIN MUNCKÁSI Nude with Parasol, Julio 1935 C.P.
BERT STERN The last sitting
HORST P. HORST Round the Cloc’k
PHILLIP HALSMAN Dalí
WILLIAN KLEIN Piaza Spagna, 1960
F. C. GUNDLACH
Model on left in white satin duchesse and model on right in black velvet, both evening gowns by Horn, photo by F.C. Gundlach, 1958
BERT STERN The last sitting, 1962 BERT STERN The last sitting
EDWARD STEICHEN Marlene Dietrich,1932
FRANK HORVAT Torre Eifell shoes, 1974
CATHEELEN NAUNDORF Lacroix Haute Couture,2005
CATHEELEN NAUNDORF Valentino Summer H.C. 2005
CATHELEEN NAUNDORF Lacroix Haute Couture,2003
CECIL BEATON Greta Garbo,1946
MADAME YEVONDE
Mrs. Richard Hart-Davis [Sra. Hart-Davis], 1935
HORST P. HORST Mainbocher Corset, 1939
HORST P. HORST EDith Sitwell,1948