Trece Poemas y una Carta de Amor para Rosa d
Hermes Cofete
Trece Poemas y una Carta de Amor para Rosa d Hermes Cofete
“La timidez es la desconfianza del amor propio, que deseando agradar, teme no conseguirlo”. Molière
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OS LO VOY A EXPLICAR
Los poemas y la carta de este librito fueron escritos entre 1969 y 1970. Al iniciar los estudios universitarios, en mi clase estaba Rosa, de la que me enamoré perdidamente. Ni mi timidez ni la osadía de Giacomo Casanova. Un término medio, quizás es lo ideal. Lo cierto es que algo había en ella, una especie de muralla infranqueable, que me impedía intentar establecer una relación normal de amigos para después confesarle que la quería. Bueno, lo que no fue, no fue. Recientemente, nos juntamos los compañeros de aquella promoción y allí estaba ella. Después de tantos años, me dio un vuelco el corazón y creo que a ella, por algunos detalles que no vienen al caso, le debió pasar algo parecido. Tenía guardados decenas de poemas que escribí para Rosa y he seleccionado algunos, así como la carta que, por supuesto, nunca le mandé. Si este absurdo, que no elogio, de la timidez le sirve a alguien para interiorizar que hay trenes que no se deben dejar
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pasar, me alegraría. Si publico los poemas y la carta es porque quiero dejar “encuadernado” aquel capítulo de mi vida, que nunca olvidaré. Hermes Cofete piezaapiezapoemario@gmail.com
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I Ayer eras idea hoy eres pensamiento. Ayer eras palabra hoy eres un beso. Ayer ojos sin brillo hoy eres mirada. Ayer eras ayer hoy eres maĂąana. Ayer, ni recuerdo hoy eres nostalgia. Ayer tal vez no eras hoy eres en mi alma. Ayer, indiferencia hoy eres sentimiento. Ayer ni te querĂa hoy, Rosa, ya te quiero.
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II Quererte en silencio. Sentir que el amor te nombra en mi cuerpo. Sentir en un sueĂąo a nuestros labios dibujar un beso. Sentirte en mis brazos, sentirme en tu pelo. Sentir que los ojos desnudan sinceros el velo del temor. Sentir la llamada de tu cuerpo, incierto. Sentir lo que siento. Quererte en silencio.
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III Busco en tu mirada la imagen de mi ilusion. Cuando la encuentre, me harĂŠ palabra, los dos seremos amor. Tu voz, tras la puerta. Tu cuerpo, tras la madera. Tu amor, tras mi frontera. Yo, siempre, a la espera Si miro tus ojos es para sentirme querido.
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IV ¿No sabías que el reloj de arena, perdido en la playa, retrasa dos minutos al día? La brisa repite una y otra vez tu nombre entre ola y ola y lo escribe en la espuma. ¿No lo sabías? Te vanaglorias de conocer los senderos empedrados de las ciudades y los valles de cartón piedra de los domingos.
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