El malo del cuento

EL MALO DEL CUENTO Educamos en Valores

Francisca García de la Paz

Si quieres aventura lánzate a la lectura

Si quieres aventura lánzate a la lectura

EL MALO DEL CUENTO Educamos en Valores Francisca García de la Paz

A David, mi pequeño gran lector

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Había una vez, en una aldea muy pequeñita, un lobo temido por todos sus habitantes.

Todos los niños y niñas, cada vez que lo veían, salían corriendo atemorizados para esconderse en sus casas. Los más mayores le arrojaban piedras pensando que les iba a atacar.

–Fuera de aquí fiera, no te acerques más a nuestro poblado o recibirás muchas más piedras como éstas.

Una mañana, el lobo empezó a leer cuentos para pasar su tiempo libre, pues le encantaba adentrarse en cada una de las aventuras que

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recogían todos los libros que tenía.

El lobo comprobó que en todos los que había leído esa mañana aparecía un

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lobo malo que atacaba a la gente y que era temido por todos. En ese momento, comprendió por qué todo el mundo huía de él. Todos pensaban que él era uno de esos lobos malos.

El lobo cada día se sentía más triste porque en realidad él no quería hacerle daño a nadie, sólo se acercaba por la aldea para ver jugar a los niños y para ver el día a día que todos llevaban.

Pasaron días, semanas y meses y todo el mundo en la aldea se preguntaba lo que le podría

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haber ocurrido al lobo, ya que hacía tiempo que nadie lo veía por allí. Unos decían que se había ido a otro lugar, otros que lo habían cazado unos cazadores y un niño de diez añitos llamado Miguel comentó: –Normal que no veamos al lobo, con todo lo que le hacemos no me extraña nada que no quiera pisar la aldea. ¡La culpa es de todos!–. Al oír las palabras del niño, todos los habitantes echaron a reír sin parar.

Un día Miguel decidió ir a la casa del lobo para saber de él. En realidad Miguel siempre había sabido que aquel lobo no era malo y que sufría mucho con todas las burlas que le hacía la gente. Al llegar el niño a la casa del lobo, se asomó a la ventana y lo encontró llorando junto al

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fuego repitiendo una y otra vez: –Yo no soy malo, nadie me quiere, yo no soy malo, nadie me quiere‌ 9