L
de melena
(un amor de oficina) Hermes Cofete
L de melena
(un amor de oficina) Hermes Cofete
Para Ti
I Hasta ese día habíamos hablado, pasábamos uno al lado del otro. Comentábamos cosas y casos. De repente, estaba enamorado, ansiaba gritar tequiero, abrazarte, buscar, sentir tus labios sonrosados. Hacerlos míos en un beso robado, ser al final el ladrón perdonado: nadie roba lo que le es entregado por el amor sincero de una mujer que esperaba paciente ese paso. Nos miramos y nos quedamos callados. Sonrientes, tensos, cómplices, fijados el uno en el otro, como aislados de todo lo que ocurría allí mismo y otros ya se habían percatado. A veces los que se quieren de verdad se conforman con el certificado:
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ese día es el primero y vendrán otros a sellar lo que hemos iniciado. Da miedo correr, perder el camino. Da miedo parar y perder el paso.
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II Apareces con la melena amorosamente peinada. El flequillo te recorta la frente como en una cascada. Las miradas que te contemplan, tú te sientes tan admirada. Buscas rápida mi presencia, la única sincera que aguardas. Es la confirmación diaria de dos amantes que ya se aman. Te atusas tu suave melena como un gesto de confianza. Corren, no concluyen las horas de una interminable jornada. Juntos siempre entre los extraños. Inseparables en distancia, me regalas un paso fugaz, un cruce breve de miradas.
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Nos tendremos que querer así, hasta esa esperada mañana… después de esa eterna noche. ¿O será siempre nuestro secreto sin compartir con nadie nada?
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III Tus labios son las armas. Sonrisas y palabras me envuelven en tus redes, la magia que me atrapa, sentido recobrado, la ilusión alcanzada. Diriges una mueca, se te entiende y no hablas. Tienes el encanto de dibujar las palabras en el espacio vacío hasta rebosar mi alma.
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IV Solo en el restaurante, comidas de trabajo, hora y media perdida sin estar a tu lado. No te mandé un mensaje, respeté tu descanso. A estas horas no sé si habré acertado. Poema vulgar es este de los que trabajamos y encontramos el amor como en un pantallazo, sin tiempo de describir en los fríos teclados las historias sentidas, el secreto relato, las horas y los días, felices, tan amargos…
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