La ardilla Mimilla TEXTO: ANTONIO JESÚS LÓPEZ JIMÉNEZ ILUSTRACIONES: BEATRIZ SESMERO LÓPEZ
© Texto: Antonio Jesús López Jiménez © Ilustraciones: Beatriz Sesmero López Edita:
I.S.B.N.: 978-84-15933-44-1 Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor.
Para Helena
La ardilla Mimilla estaba triste, siempre había soñado con nadar, pero no sabía y nadie la quería enseñar. —¡Cuántas ganas tengo de nadar en el lago! —se lamentaba. —No aprenderás nunca. Eres una ardilla y ninguna ardilla ha nadado jamás —le decían riéndose los patos. —Lo tuyo es subirte a los árboles con las demás ardillas y hacer lo que hacen las ardillas —añadían burlones los peces. 6
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La ardilla Mimilla volvió a su casa, el gran árbol de la familia. —Vamos Mimilla, vente con nosotros a recoger bellotas. Lo pasaremos muy bien —le animaba su hermano. —Deja de soñar. Ya sabes que las ardillas no sabemos nadar. Servimos para vivir en los árboles —añadía mamá ardilla.
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—Tienes que hacer las cosas que hacen las ardillas y no lo que hacen otros. Las ardillas nunca podremos nadar —concluyó papá. —Pues yo no tengo ganas de subir a los árboles. Mejor, voy a darme un paseo —replicó. Y la ardilla Mimilla se fue de paseo.
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