La Empresa

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********** VÍCTOR REB0LL

“....tenéis por Padre al Demonio” (Juan 8:44)


© Víctor Reboll 1ª edición

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LaEmpresa “- ¿Qué anheláis verdaderamente?” “- Quiero el libro griego, aquél que, según vosotros, jamás fue escrito. Un libro que sólo trata de la comedia, que odiáis tanto como a la risa. Se trata probablemente del único ejemplar conservado de un libro de poesía de Aristóteles. Existen muchos libros que tratan de la comedia. ¿Por qué este libro es precisamente tan peligroso?” “- Porque es de Aristóteles y va a hacer reír”. “-¿Qué hay de inquietante en el hecho de que los hombres puedan reír?” “- La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe. Aquel que no teme al Demonio no necesita más de Dios”. “El nombre de la rosa” Umberto Eco



5:01 h., ZERMATT

Desde la cama, a través de la ventana podía ver el cauce del río, que bajaba fuerte, había sido un invierno durísimo y con la primavera, llegaba el deshielo y con él, el torrente del agua. Era la mejor época del año, podía disfrutar del paisaje, el tiempo y la calma que se respiraba. Me había pasado todo el invierno trabajando en casa y haciendo deporte en el pequeño gimnasio que había en el sótano. Fuera hacía una temperatura que no invitaba a salir, ese invierno la máxima había sido de -18°C. Pero con la primavera la rutina cambiaba. Mientras pensaba en el duro invierno un ruido estridente me sobresaltó. Eran las 5 de la mañana, el despertador sonaba atronando mi cerebro. Había sido mi compañero durante el tiempo que llevaba en aquella casa, pero no me acostumbraba, nuestra relación nunca había sido buena. Me levanté, fui directo al baño, el ritual era automático, orinar, lavar la cara, lavar los dientes y vuelta a la habitación. Me vestí

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y me fui a la cocina, un café intenso y una rebanada con mantequilla suiza. Ya era persona. Antes de salir a hacer footing, recogí la prensa y la botella de leche de la puerta. Todas las mañana venía Steffan, mi único contacto en aquel diminuto pueblo, y me lo dejaba allí, tal y como le pedí la noche que llegué a Zermatt. Aún recuerdo aquella noche. Había llegado a Zúrich a las 20:00 h., desde allí alquilé un coche, con nombre falso, y me dirigí a la dirección que me habían dado y que me había apuntado en un post-it de color amarillo chillón. Al llegar a la casa me di cuenta que llevaba más de 22 horas sin comer nada. Desde que había salido de mi casa, un café en el avión, y nada más. Estaba desmayado, y como me había imaginado, en la casa no había nada para comer, tuve que salir a comer algo. En el primer restaurante que encontré, paré. Allí pude cenar algo. Me atendió un chaval joven, un chico muy simpático, como aquellos niños que salían en aquella película de Julia Andrews de los años 80. Sonrisas y lágrimas. Cuando acabé de cenar, me acerqué a él y le pedí un favor. A cambio de 300 euros al mes me traería una botella de leche y dos periódicos. The New York Times y El País. Serían del día anterior, pero era suficiente. Steffan aceptó encantado. Una cosa más- le dije. Dígame señor- contestó con una gran sonrisa en la cara. No se lo digas a nadie, si alguien conoce nuestro secreto, lo romperemos. Tranquilo señor, seré una tumba.

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Salí a la calle y empecé a correr, ese era el mejor momento del día, cuando salía a correr podía olvidarme de todo, me conectaba el Ipod y el tiempo se paraba. Solía correr una hora todos los días, necesitaba estar en buena forma, era una de las partes más importantes de mi entrenamiento. El sitio era ideal, aunque Central Park era mi lugar favorito para hacer footing, pero aquello eran otros tiempos. Volví a casa sobre las ocho menos diez, esa mañana me encontraba fuerte, había hecho los 15 Km en menos de 50 minutos. Mientras giraba la llave de casa, oí el teléfono como sonaba dentro, me apresuré a abrir, sabía quién era y no llamaría otra vez. Rápidamente entré en casa, descolgué el teléfono: – –

Sí - dije aún jadeando. Ya está todo preparado, a las 12:00 h. - y colgó.

Había estado esperando esa llamada como si me fuera la vida en ello, y es que, probablemente, me iba la vida en ello, por fin hoy era el día. Hoy empezaba todo. Notaba como el corazón me latía cada vez más deprisa. Fui corriendo a la cocina, allí no estaban. ¿¡¡¡ Dónde estaban los malditos periódicos!!!?. Al final los encontré, estaban en el jardín, allí los había dejado mientras me anudaba las zapatillas. Empecé a hojearlos, buscando hoja por hoja, letra por letra. Nada. Pasé la siguiente hora buscando algo que me indicara el lugar de la cita, pero nada encajaba, Santander, Toledo, un pequeño pueblo de La Coruña. Nada tenía sentido. Busqué en el New York Times; Central Park, Memphis, Jacksonville. ¡¡¡ Joder, es imposible !!!. Sentado en la terraza, miré el reloj,

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eran las 8:50 h. Pensé que lo mejor era darme una ducha, quizá despejado lo encontraría, había sido todo muy rápido y seguro que lo tenía delante de mis ojos y no lo veía. Mientras me duchaba me di cuenta, hoy era lunes, ayer los periódicos publicaban los suplementos. Salí disparado, sin secarme, y me fui a la habitación, me vestí, unos vaqueros y un jersey. Salí disparado hacía el pueblo. Llegué al restaurante de Steffan; ¿Dónde está Steffan?- me di cuenta que estaba demasiado alterado, no podía perder los nervios ahora, había conseguido pasar desapercibido todo aquel tiempo, no lo podía estropear justo ahora. Desde dentro de la cocina salió Steffan, me había oído, su cara de asombro me confirmó lo que acababa de pensar, estaba llamando la atención. Dígame señor, ¿qué desea?- este chico era mucho más inteligente de lo que me había podido llegar a imaginar, de hecho siempre había pensado que medio pueblo, si no entero, sabía que Steffan venía a casa todas las mañanas a las 5:01 h. Pero estaba equivocado. Perdón, ¿eres tú?, ¿podría hablar contigo?, es importante, se trata de tu abuela. ¿Podemos salir fuera?. Si, claro. Una vez fuera le expliqué la necesidad de hacerme con los suplementos dominicales de los periódicos. -

¿Los tienes?- le pregunté. No lo se señor, tendría que buscarlos.

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-

Rápido, es urgente- le apresuré.

Steffan no podía ausentarse del trabajo, y decidió darme las llaves de su casa. Salí disparado. Llegué a su casa, el sudor recorría mi frente, subí los tres pisos por las escaleras, no tenía tiempo de esperar a aquel infernal ascensor del siglo pasado. Abrí la puerta de su casa y empecé a buscar. De repente me paré. Allí estaban, encima de la mesa de la cocina. No tuve ni que cogerlos. En la portada del suplemento de El País había una gran portada del tren cremallera que sube desde Zermatt a las estaciones de esquí. Y allí mismo, en la portada aparecía el Swiss Coffee. Una pequeña cafetería situada justo a la salida de la estación. Era temporada baja de esquí, un lugar tranquilo y solitario. Miré el reloj, eran las 10:13 h. Me quedaba tiempo. Salí hacía la estación, que quedaba muy cerca del restaurante de Steffan, le dejé las llaves y sin cruzar una palabra seguí mi camino. Ya en la estación saqué un billete y me subí en el tren. Tenía 25 minutos para relajarme y reflexionar. Desde mi llegada a aquel remoto pueblo había tenido cerca de 1000 encuentros con él. Un hombre tranquilo, pausado. Se le veía muy implicado y desde el primer contacto habíamos tenido muy buen feeling, el entendimiento entre él y yo había sido perfecto, formábamos un gran equipo. Él siempre había creído en mi, incluso a veces más que yo mismo, seguramente sin su confianza no habría podido completar aquél duro, durísimo, entrenamiento. No me había explicado ni una palabra de lo que tenía que hacer para ellos, pero cualquier

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cosa me valía con tal de poder llevar a cabo mis planes. Unos planes que llevaba pensando desde hacía muchísimo tiempo. Llegué a la estación, no estaba nervioso. Había imaginado tantas veces este momento que era como si lo hubiera vivido un centenar de ocasiones. Había llegado el día. Entré en la cafetería, miré alrededor y no había ninguna mesa ocupada, nadie. Miré el reloj, eran las 11:53 h., me acerqué a la barra y pedí un café con leche. El camarero, un joven obeso y muy simpático me sirvió el café y me dejó el tícket junto a un vaso de agua. Cogí la taza y sorbí un trago de aquel fantástico café, metí la mano en el bolsillo para buscar el dinero y pagarle. Cogí el tícket, 1,65 euros, de repente noté como el camarero me miraba, le miré, seguía con su mirada fija en mi. Volví a ver el tícket y me di cuenta de lo que me estaba intentando decir. Había un teléfono, un móvil. Cogí el mío y marqué el número y una voz contestó. Salga de la cafetería, ande 200 metros, encontrará un hotel, suba al último piso, desde allí por las escaleras podrá subir a la azotea. Hay un helicóptero esperándole. Dese prisay colgó. Levanté la mirada, el joven afable ya no estaba, debía darme prisa. Aquella voz no hacía intuir que me fueran a esperar mucho tiempo. Llegué a la azotea, al salir por la puerta pude ver un enorme helicóptero, hasta ese momento no me había dado cuenta del día tan soleado que hacía. Aquel hotel tenía 67 plantas, allí arriba el sol quemaba. Subí al helicóptero y despegó a toda velocidad.

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-

¿ Dónde vamos?- pregunté.

El piloto no me contestó. No tenía muy claro si no me había oído o no tenía la más mínima intención de contestar. Me daba igual, pronto lo sabría. Al cabo de dos horas aterrizamos en la azotea de otro hotel. Era el Saint Honorè, en París. Allí me esperaba un señor, iba con un elegante traje de Armani, me estrechó la mano. -

Por fin nos conocemos personalmente- me saludó.

Enseguida le reconocí, era él, la persona con la que había estado hablando todo este tiempo. Era muy diferente a como me la había imaginado. Por su voz pensaba que sería una persona más joven, menuda, con aspecto de buena persona y muy campechano. Pero me había equivocado. Tendría cerca de los 60 años, pero tenía un aspecto inmejorable. Alto, moreno, con gafas oscuras y el pelo engominado. Un señor muy elegante, tenía un aire a aquel famoso banquero español que acabó en prisión en los años 90, no recordaba su nombre. Bajamos por el ascensor sin cruzar palabra, paramos en el piso 13 y nos dirigimos a la habitación 1321. Allí nos sentamos, era el inicio de la aventura de mi vida. Para lo que había estado esperando más de 10 años. - En cinco minutos llegará el señor Johnson, quería saludarte- me dijo nada más sentarnos- ¿quieres tomar algo?.

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9:57 h., MADRID

El despertador sonó a la vez en 6 hoteles de la capital de España. Empezaba un día que iba a pasar a la historia. Habían estado entrenando duro para ese momento. Los jefes les habían explicado la importancia de ese día y las razones de la operación. Nunca lo hacían, pero ese día reunieron a la élite militar con los altos cargos, les habían explicado los detalles de la operación y todos los motivos. Enseguida se pusieron a trabajar. Empezaba la operación Kabajdihan Habían agrupado a las personas con más éxitos a lo largo de los últimos 10 años; Aitor Elorriaga, Inge Reinoso, Marcos Garza, Patrick McMillan, Behçet Akyar, Andrey Kovtunenko. Todos ellos habían estado en la organización desde antes del cambio de dirección. Todos ellos habían participado por separado en las operaciones más importantes de este siglo. Llegaron al aeropuerto de Barajas entre las 8:21 h. el primero y las 8:50 h. el último, todos por separado. Tomaron

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cada uno su vuelo, con destinos diferentes. Aitor a Montevideo, Inge a Caracas, Marcos a Méjico DF, Patrick a Washington, Behçet a Boston y Andrey a Nueva York. Todos ellos se hospedarían en hoteles de 5 estrellas, era importante responder al perfil que decían sus identidades falsas. Magnates rusos y árabes, altos ejecutivos europeos y apoderados mejicanos. No debían levantar sospechas y además, en los tiempos difíciles de la organización, debían cambiar de modus operandi. La táctica había cambiado, había que llamar la atención para pasar inadvertidos. Al día siguiente cada uno, excepto Andrey, cogería un avión con destino Nueva York. Allí empezaba todo. 8:06 h. de la mañana, restaurante Midway en Manhattan, ese era el punto de encuentro. Allí acudieron todos, puntualmente. Puntualidad militar, como no podía ser de otra forma. Desayunaron juntos y los primeros en salir fueron Aitor, Marcos y Patrick. Ellos tenían que ejecutar la primera parte del plan. Diez minutos más tarde saldría Behçet, debía dirigirse a la otra parte de la ciudad y esperarles, pero antes debía pasar por la Octava Avenida a hacer un pequeño recado que le habían ordenado, algo sencillo para él. Inge y Andrey debían permanecer en el restaurante hasta las 11:00 h., a esa hora se dirigirían a un hotel próximo donde debían realizar su función. Aitor, Marcos y Patrick cogieron un taxi; -

¿Dónde les llevo?- preguntó un joven dominicano. 760 United Nations Plaza.

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Vaya, ya son siete los viajes que hago esta mañana allí, ¿va a pasar algo gordo no?- espetó jovialmente el taxista. Muy gordo, ya lo verá esta noche en las noticias contestó Marcos, ante las miradas intimidatorias de sus colegas, a los que no les gustó el comentario. Estaban bastante cansados de la actitud de Marcos y así se lo habían hecho saber a la dirección. Pero Marcos, a parte de lo bocazas que era, era un auténtico mercenario, un kamikaze capaz de hacer aquello que nadie había conseguido antes. Además, siempre salía airoso de todas las situaciones, nadie en este planeta, excepto la organización, sabía de su existencia, era un fantasma en todos los países, nunca había cometido ningún error y nunca había dejado ningún rastro. Llegaron a su destino 20 minutos más tarde. Esa mañana había mucho tráfico, en condiciones normales habrían tardado menos de 10. A las 9:30 h., tal y como estaba previsto, Marcos llamó a Inge. Ya está, estamos en nuestros puestos. Sin problema. A las 10:00 h. saldremos hacia vosotros. La calle estaba abarrotada, era el 4 de Julio y desde la sede central de las Naciones Unidas saldría el Secretario General junto con el Papa Benedicto XVI en dirección a Central Park, donde este daría un sermón a todos sus fieles. Era la primera visita a Nueva York del Papa en 27 años, se había creado una enorme expectación.

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La comitiva estaba formada por tres coches blindados, donde iría el Secretario General, su secretaria personal y miembros de la seguridad nacional. El Papa iría en su coche, él, a pesar de la insistencia de la seguridad personal del Presidente de los EEUU, había insistido en ir en su coche para estar próximo a la gente. A las 10:06 h. salía la comitiva, en dos coches negros blindados, en tercer lugar el Papa, y un tercer coche blindado detrás de este. A las 10:15 h. la ventanilla que separaba al chófer del Secretario General se bajó. Disculpe Secretario, debemos desviarnos de la ruta, nos informan desde el helicóptero que hay un coche sospechoso en nuestro camino, iremos por la Tercera en lugar de por la Quinta. Pero, ¿y Su Santidad? ¡toda la gente está en la Quinta!. Nosotros nos desviamos. Ellos siguen por su ruta, solo nos desviaremos nosotros. Es por su seguridad. El coche giró bruscamente, y entró en la Tercera avenida a toda velocidad. Inmediatamente el helicóptero que sobrevolaba Manhattan les siguió, algo pasaba, era imposible que el coche del Secretario General no siguiera su ruta y los demás vehículos siguieran el camino. Aquí Ala Delta, ¿qué diablos está ocurriendo? ¿dónde vais?.

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Debemos desviarnos de la ruta, el Secretario corre un grave peligro. ¿Qué estás diciendo?. ¡¡¡ No hay ninguna notificación, ninguna orden, no se desvíen de la ruta!!!. Mientras se mantenía esta conversación, un enorme helicóptero militar aparecía entre los rascacielos de forma inesperada. Era un helicóptero azul, con un enorme escudo con una cruz y siete rosas rojas en su costado. Era una grave amenaza. El helicóptero del gobierno intentó virar para ponerse en posición, pero no tuvo tiempo, mientras ejecutaba la maniobra dos misiles salían desde el otro helicóptero y 3 millones de dólares americanos saltaron en mil pedazos en el cielo de Nueva York. Andrey era un experto piloto ruso, esa maniobra la había aprendido en los campos chechenos y en varias operaciones que realizó durante la Guerra Fría. Mientras en el cielo ocurría todo esto, el coche del Secretario General se metía en el garaje del Hotel Princetown. Allí les esperaba Inge con un Hummer. Minutos antes Inge se encontraba con Andrey en la azotea del hotel preparando el material para el helicóptero que minutos después haría saltar por los aires a la vigilancia aérea americana. Tal y como habían previsto, solo una unidad, con dos misiles bastaría. Uno sobraría para un experto como Andrey. Metieron en el Hummer al Secretario General y a su secretaria personal, Ella Goodhardt. En él se subieron Aitor, Patrick e Inge y se dirigieron al punto de encuentro con Behçet.

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Marcos se encontraba en el segundo coche de la comitiva de Su Santidad, él había sido el encargado de bloquear cualquier idea de seguir al primer coche, donde iban Aitor y Patrick. Todos ellos habían entrado en el edificio de la ONU y en unos minutos habían reducido y aniquilado a todo el equipo de seguridad que iba a ir en los dos primeros coches. El tercero debía mantener su identidad original, era en el que Inge, a través de un sistema informático vía satélite, había instalado el GPS desde el que controlaban, en el edificio de Seguridad Nacional, los movimientos de la comitiva. Hasta la enorme explosión en el aire no se darían cuenta de lo que estaba pasando, para entonces ya sería tarde. A las 11:27 h. llegaba el Hummer al aeródromo situada en la parte sur de la Isla de Manhattan, allí esperaban Behçet y Andrey, que ya habían llegado. Se subieron rápidamente en el avión y despegaron en dirección a Caracas. Marcos tendría que arreglárselas solo para salir airoso. Nadie dudaba que lo conseguiría y se reuniría con ellos en Caracas unas horas más tarde. El plan había salido tal y como habían planeado. A las 16:00 h. aterrizaban en Caracas. Cuando llegaron, los cuerpos de Ella y Kanser ya estaban sin vida. Habían extraído toda la información que necesitaban. Ahora eran historia. Desde allí todos ellos tomaron un destino diferente. Incluido Marcos, que había llegado antes, nadie podía explicarse como lo había conseguido una vez más.

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10:03 h., WASHINGTON

El ex Presidente de los EEUU presidía el gabinete de crisis. Todos los servicios de inteligencia americanos estaban presentes en la reunión, también el español, el francés, el alemán y el brasileño. Desde que ganó sus primeras elecciones, 25 años atrás. Los únicos países que habían mostrado un apoyo sin condiciones habían sido Francia, España, Alemania y Brasil. Del resto todavía no se podía fiar. Señores, nos encontramos en una situación complicada. Nos enfrentamos a dos enemigos muy peligrosos y según las últimas informaciones, 30 años después vuelven a tener contactos. Si se unen perderemos esta guerra. Y si perdemos esta guerra el mundo no volverá a ser el que todos conocemos. Sé que es un discurso muy yanqui, como dicen ustedes, pero, por favor, échenle un vistazo al dossier que tienen encima de la mesa. En él podrán ver todos los movimientos que han hecho en los últimos 25 años, desde el

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atentado en Nueva York del Secretario General de la ONU y su secretaria, la señora Ella Goodhardt. Podrán ver como desde entonces, han mantenido varios contactos. Es imposible una unión total, hay demasiadas células por todo el mundo y demasiados intereses, pero si hay indicios de cierta coordinación, lo que les hace un enemigo, no solo imprevisible, también imparable. Tenemos controlados a la mayoría de sus miembros operativos, no existe ningún movimiento que no podamos adelantar. Pero ya no controlamos la organización. En el último año más de 200 agentes nuestros infiltrados han sido descubiertos y aniquilados. No tenemos información desde dentro y eso nos hace débiles, más débiles que nunca. Y lo que es peor, ellos lo saben. Con este discurso empezó una reunión que duró más de 6 horas; datos, estrategias, informes, detalles, planes,…. hasta que en el fondo, se oyó una voz. Todos se giraron, apenas habían reparado en el señor que había al final de la mesa. Su voz sonó en toda la sala, todos esperaban impacientes sus palabras. Todos lo conocían, y sabían lo que representaba. Necesitamos un hombre dentro, tal y como hicimos en 2009. Un hombre que controle todos los mecanismos y que nos transmita la información. Podemos acabar con ellos. Ahora son más peligrosos que nunca, pero también están menos unidos que nunca. No tienen una estructura piramidal y las rencillas entre ellos hacen que no se pongan de acuerdo en como gestionarse. Necesitamos a alguien que les haga ver esta necesidad y les organice. Alguien nuestro que desde dentro acabe con ellos.

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Con todos los respetos señor- dijo el Director General de la CIA. Entiendo lo que dice, y porqué lo dice, pero se me antoja imposible poder colocar un topo dentro de la organización, incluso a nivel operativo. ¡¡¡¡ Colocarlo al más alto nivel es imposible !!!!. Tengo al hombre que va a hacerlo- replicó con una calma y un tono que dejó la frase sin replica alguna y con la total seguridad dentro de la sala que así era. El ex Presidente tomó la palabra; Señores, este es un asunto que me gustaría tratar a solas. Por favor, retírense, les mantendremos informados puntualmente. Gracias. Todos abandonaron la sala, excepto aquel misterioso señor, el Director General de la CIA y el ex Presidente. Este último tomó primero la palabra: ¡¡Joder James!!, ¿te has vuelto loco?. ¡¡¡ Estamos ante el momento más crítico de nuestra historia y lo único que se te ocurre es infiltrar a un superhéroe en la organización criminal más grande de todos los tiempos y así acabar con ellos !!! . ¡¡¡Por el amor de Dios James!!!. Señor, es la única solución que podemos encontrar. Tenemos una persona capaz de hacerlo y el único camino que tenemos es meterlo dentro y que nos de la información que necesitamos para avanzarnos a ellos. Manejamos información que nos dice que en breve comenzarán las negociaciones para unirse y, si eso se produce, no tendremos nada que hacer. Son

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muy superiores a nosotros. Nos doblan en militantes, en armamento y económicamente. Si no conseguimos adelantarnos a ellos, acabarán con nosotros. Hay una cosa más- intervino Spencer, el Director de la CIA- los primeros contactos ya se han producido, no creo que tengamos el tiempo suficiente para conseguir la infiltración y que desde dentro consiga llegar a manejar la información suficiente para poder adelantarnos a sus acciones y poder actuar. Y además hay una cosa más, que preocupa, y mucho, al Consejo. Nuestros apoyos son cada vez más débiles. Los países asiáticos tienen serias dudas y empiezan a no pronunciarse, los aliados en Sudamérica empieza a tener lazos con Venezuela, económicamente les interesa y también empiezan a dudar que podamos protegerles de un posible ataque. En Europa no hay dudas, pero la amenaza árabe les tiene muy preocupados. La corrupción en África en galopante, todos los gobiernos corruptos están con ellos, les proporcionan armamento, petróleo y garantías suficientes para campar a sus anchas en sus países. Y después está Israel, hace tiempo que juegan a dos bandas, ya actualmente es obvio que simpatizan más con ellos que con nosotros, si Israel se une también definitivamente a su causa, no nos quedan recursos suficientes, además la comunidad judía en EEUU es tan importante que tendríamos el enemigo en las mismas entrañas, su poder para hacernos daño es ilimitado. Bien- dijo James- todo esto que dices es cierto, pero también lo es que la heterogeneidad de su organización les hace débiles. El Consejo debe trabajar fuerte en la diplomacia. Debe convencer a todos los aliados que tenemos la situación bajo control, deben fortalecer los lazos con ellos. Las negociaciones, como bien dices han empezado, pero no será

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un camino fácil, estoy seguro que en ese camino quedarán cadáveres, varios grupos no aceptarán esa unión, y estoy seguro que es un camino sin retorno, actualmente los intereses económicos de unos chocan con los intereses terroristas de otros. Pero países como Venezuela, China, Israel y grupos como el Opus Dei o incluso la iglesia católica no aceptará de ningún modo la inclusión de grupos terroristas árabes en la organización. Los intereses económicos, militares, políticos y expansionistas de cada uno de ellos son, en algunos casos, antagónicos. Esa es nuestra arma más importante. No se pondrán de acuerdo, el consenso es imposible, y la unión ya ha comenzado y no parará. Si conseguimos disponer de información para poder enfrentarlos, ellos mismos se destrozarán. Y en ese momento actuaremos. Pero para que todo eso ocurra, necesitamos prevenir sus movimientos. Necesitamos un hombre dentro que nos de esa información. Mientras esto ocurra nosotros trabajaremos en los despachos, hay que romper alianzas entre ellos, las promesas estarán claras. Durante más de dos horas estuvieron discutiendo sobre las posibilidades de éxito del plan, las dudas eran evidentes, pero ciertamente no les quedaban otras alternativas. O iban adelante con la operación o se quedaban de brazos cruzados esperando, quien sabe, a que el mundo quedara en manos de unos fanáticos. Señores- dijo el ex Presidente- no tenemos más alternativas. Vayamos adelante con el plan. James, tienes luz verde. Spencer, proporciona todos los medios necesarios para

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desarrollarlo. Mantenerme informado puntualmente de todo. No tenemos tiempo que perder.

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14:14 h., PARíS

Mientras yo me encontraba sentado en la habitación del hotel, él se encontraba en el mueble bar preparando un whisky para él y un vaso de agua con gas para mi. Se encontraba detrás de mi. Yo estaba sentado en una de las cuatro sillas que había en la habitación, junto a una mesa redonda que había en un extremo de la habitación. Justo enfrente de mi había un gran ventanal, desde allí se podía ver los Campos Elíseos, con el Arco del Triunfo al final. Justo a mi izquierda había otra ventana desde donde se podía divisar la Torre Eiffel. Ya me había situado, estábamos justo detrás del Louvre, lo cual explicaba que llegáramos en helicóptero sin llamar la atención. En los últimos años varios asaltos habían ocurrido en el Louvre durante los traslados de las más importantes obras de arte que teníamos justo debajo. Fue entonces cuando se mandó construir un heliopuerto en la azotea que aquel hotel, desde donde saldrían y llegarían las obras de los artistas más célebres de los últimos siglos. Los museos eran una de mis pasiones, el amor por el arte lo había

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heredado de mis padres. Tal era su devoción que cuando yo nací no tuvieron ninguna duda, me llamaría Leo, en honor a Leonardo Da Vinci, la gran debilidad de mis padres. Pasados unos minutos se sentó delante de mi, y mientras encendía su ordenador portátil, se oyó la puerta, era el señor Johnson. Buenas tardes Leo- me dijo mientras me daba un abrazo. Durante los años que trabajé para él habíamos hecho amistad, había un lazo que nos unía, casi familiar. El señor Johnson había sido como un padre para mi. Nos sentamos en la mesa, yo volví a sentarme en la misma silla de antes. Leo, siéntate de espaldas a la ventana. Esta silla debe quedar libre. No entendí muy bien aquel movimiento. Según me contaron aún faltaba un integrante a la reunión, pero esta iba a empezar sin él. Mi nombre es James, hemos estado durante el último año en contacto y creemos que ya estás preparado. Ha llegado el momento. Aquí tienes un pendrive donde encontrarás tu nueva identidad y toda la información que necesitas. A partir de hoy tu nombre es Noah Gordon, durante los últimos años has sido el autor de los actos terroristas más importantes ocurridos en Europa y en territorio americano. Tu currículo no ha pasado desapercibido y ya está en manos de ellos. En

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cuanto nos vayamos, tienes que estudiar a fondo toda la información. Esta ha sido tu vida, debes saberla mejor que nadie. Bien- dije, mientras notaba como mi pulso se aceleraba. En unos días se pondrán en contacto contigo, te citarán en Estocolmo. Entonces ya estarás dentro. A partir de entonces estarás solo Leo. Tu contacto con nosotros se limitará a esperar que nosotros te llamemos. Nunca debes llamarnos tú, pondrías en peligro toda la operación. Si tenemos alguna duda de ti, te mataremos, si creemos que no estás preparado, te mataremos, si creemos que puedes poner en peligro la operación, te mataremos. ¿Lo has entendido?. Sí, has sido bastante claro, pero no tendréis que gastar energías conmigo. No os fallaré. Lo sabemos- continuó James- pero queremos que tengas claro que no tenemos margen de error. No podemos poner en peligro miles de vidas. Tú vas a formar parte del mayor grupo terrorista internacional que jamás ha existido. Te aseguro que si algo va mal preferirás que acabemos con tu vida nosotros antes de que te encuentren ellos. Vosotros cumplir con vuestra parte y yo cumpliré con la mía- mi boca pronunció estas palabras sin que yo mismo fuera consciente de lo que estaba diciendo. Los asesinos de tu familia forman parte de la organización, te encontrarás con ellos, pagarán por lo que hicieron, no tengas la más mínima duda. Los tenemos localizados y te proporcionaremos las situaciones adecuadas para acabar con ellos.

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Leo, también queremos que sepas- interrumpió el señor Johnson- que estarás localizado y controlado en todo momento. Te vamos a colocar un chip que te introduciremos en el cuerpo mediante una inyección, ese chip nos dirá en todo momento tu situación, si en algún momento estás en serio peligro, acudiremos a por ti. Sin levantar sospechas. Lo tenemos todo controlado, no tienes que preocuparte de nada, solo concentrarte en resolver con éxito las operaciones que se te irán planteando. A partir de hoy te quedarás aquí, la casa de Zermatt está limpia, no queda rastro de ti. Desde aquí te desplazarás a Estocolmo en cuanto te requieran, aquí dispones de todo el material que necesitas. En cuanto te llamen, te pondremos un avión a tu disposición. Mientras seguíamos con la conversación, el teléfono de James sonó. Sí señor- contestó- de acuerdo. En dos minutos estamos ahí. Tras esa llamada, James y el señor Johnson me dejaron solo. Leo, ahora tenemos que irnos, en diez minutos volveremos. Salieron por la puerta y me quedé en aquella habitación. Reflexionando. Durante aquel año en Zermatt sabía que iba a formar parte de un grupo peligroso, obviamente aquel entrenamiento no era para ir de misiones a la India, pero la seriedad y la descripción que me habían hecho de aquel grupo parecía mucho más de lo que me había imaginado. Pero no

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tenía miedo, tenía ansiedad por ponerle cara a todo aquello. Quería entrar en acción ya. Solo pensaba en mis padres, quería venganza. Unos minutos más tarde, y cuando me disponía a coger el pendrive para echarle un vistazo en mi ordenador, se oyó la puerta. Apareció el señor Johnson acompañado de James, el tercer hombre apareció unos segundos más tarde en la habitación. Al verlo entrar noté como las piernas me temblaban, también podría imaginármelo, sobre todo desde el día que llegué a Zermatt en aquel avión, pero no esperaba que fuera él. Buenas tardes Leo- me dijo. Buenas tardes señor, es un honor conocerle- balbuceé mientras le estrechaba la mano.

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10:00 h., ESTAMBUL

Uno a uno fueron llegando al aeropuerto de Estambul. El primero en llegar, como siempre, fue Marcos. Todos llegarían por separado, desde un punto distinto del planeta. Marcos salió de la terminal de llegadas y se dirigió a la cafetería Istambul Kafe que había en la entrada del aeropuerto, desde allí podría ver como llegaban los demás. Hacía 25 años desde la última vez que coincidieron todos, fue en Nueva York, en el atentado del Secretario General y su ayudante. Al igual que en esta ocasión, para la preparación del atentando les habían convocado los altos mandos. Pero esta vez era diferente. Entonces ellos formaban parte del cuerpo operativo de acción, hoy eran la cúpula del aparato militar. Marcos era el jefe y, además, apoyaba a Patrick en las acciones en territorio norteamericano, Beçhet se encargaba de los países árabes, Andrey de Rusia y Asia, Aitor de la vieja Europa e Inge del continente africano. Todos perfectamente organizados, con varias células a sus órdenes. Eran expertos

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terroristas con un pasado sangriento a sus espaldas que haría temblar a cualquiera. Además, esta vez les había citado el número 1, el motivo de la reunión lo desconocían, pero sabían que en la reunión estarían los 15. Toda la dirección de la organización, incluidos los nuevos socios. Algo gordo se estaba preparando. Poco a poco fueron llegando todos, fueron saliendo y cogiendo los taxis que les llevarían al punto de encuentro. A las 10:00 h. era la hora. Marcos acabó su sándwich y su café con leche, había tenido un largo vuelo desde Méjico con escala en Sao Paulo, necesitaba reponer fuerzas. Cuando hubo controlado la llegada de todos los integrantes, se dirigió al punto de encuentro, a unos 30 minutos del aeropuerto. Subió al taxi. -

A la Mezquita Azul, por favor. Enseguida, señor.

En la Mezquita, entre los turistas, pasarían desapercibidos, y él se iría acercando uno a uno para decirles el verdadero lugar de encuentro, muy cercano allí. La Mezquita Azul era la debilidad de Marcos. Por su impresionante estructura y por su historia. La Mezquita era obra de Sedefhar Mehmet Aga, situada frente a la Iglesia de Santa Sofía y separadas por un majestuoso jardín. Tras la Paz de Zsitvatorok y el nefasto resultado de las guerras contra el Imperio Safávida, el sultán Ahmed I ordenó construir una mezquita en Estambul para apaciguar a Alá. Fue la primera

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mezquita imperial que se construyó después de más de cuarenta años. Mientras sus predecesores habían construido mezquitas con el botín de las guerras, el sultán Ahmed I tuvo que retirar los fondos del tesoro, debido a que no había ganado ninguna batalla importante. Este hecho provocó la ira de los ulemas. La Mezquita se construyó en el lugar que ocupaba el Gran Palacio de Constantinopla, frente a Hagia Sophia (en esa época, la mezquita más venerada de Estambul) y el hipódromo, emplazamiento de gran valor simbólico. Gran parte de la cara sureste de la mezquita descansa sobre los cimientos y sótanos del Gran Palacio. Fue necesario comprar, a un precio elevado, diferentes palacios que se encontraban en el mismo lugar y derribarlos, especialmente el palacio de Sokollu Mehmet Paşa, y gran parte del Sphendone (tribuna en forma de U del hipódromo). La construcción de la mezquita se inició en agosto de 1609. La intención del sultán era que la Mezquita Azul fuese la primera mezquita de su Imperio. Encargó las obras al arquitecto Sedefhar Mehmet Ağa, alumno y ayudante principal del conocido arquitecto Sinan. La organización de la construcción se describió meticulosamente en ocho volúmenes, que actualmente se encuentran en la biblioteca del Palacio de Topkapı. La ceremonia de inauguración tuvo lugar en 1617 (aunque en la puerta de la mezquita se indica el año 1616) y el sultán rezó en la sala real (hünkâr mahfil). Sin embargo, el edificio no se terminó bajo su sultanato, sino bajo el de Mustafa I. La Mezquita Azul es una de las dos mezquitas de Turquía que cuentan con seis minaretes, junto con Adana. Cuando se supo el número de minaretes que tendría la mezquita, se

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