LA NORIA DEL ALBA
Juan José Gómez Márquez
LA NORIA DEL ALBA
Juan José Gómez Márquez
Diseño e Ilustraciones de portada e interiores: Juan José Gómez Márquez
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PRESENTACIÓN La poesía que compone estas páginas corresponde a una etapa de juventud vital y literaria, durante los años de entre siglos. Son criaturas nacidas en el ambiente campestre y rural donde transcurrió mi infancia y juventud. Mundo silvestre elevado ya a mi predilecta Arcadia. Pasé mi niñez en una finca rural en El Zumajo. Rincón privilegiado en la Cuenca Minera de Huelva (Andalucía), entre la mina y la sierra. Sin grupo de pares a mi alcance, jamás añorado por desconocido, mis amigos fueron, sí o sí, animales, árboles, nubes, estrellas... Mi zona de recreo el campo abierto, las ruinas y la huerta. ¡Grande Fortuna! Ámbito natural, que si ya entonces anduviese en peligro, actualmente tiembla al borde de la extinción. La secular actividad minera había conquistado los cerros de la comarca hacia el Este y el Norte desde tiempos pretéritos. Con el declive de ésta, los años noventa promovieron un latifundismo que devoró la otra mitad del paisaje hacia el Sur y el Oeste. A lo que se suman otros problemas. Mi pequeño paraíso no fue perdonado, pese a sus valores históricos, etnológicos, medioambientales, culturales, turísticos... Más tarde, un terrible incendio forestal hizo el resto. Luego, adolescencia en El Campillo. Por suerte en el barrio viejo, casi en la linde misma del pueblo. Nuestra terraza, frente a la cuenca media del Odiel, con maravillosa vista panorámica de eso que hoy llaman Mirador de la Sierra – Balcón de la Mina. Los pinares colindantes y los cipreses del parque perpetuaron mi crianza agreste; junto a escombreras mineras y agrios ríos colindantes a Corta Atalaya. Como si de una ígnea maldición se tratara, estos pinares también serán pasto de las llamas. 3
Entrambos lugares, Riotinto, la tercera hoja del trébol de mi juventud. Lugar donde también hiciera vida. Donde vi por primera vez una escuela, a mis ojos inmenso corral repleto de jaulas; excúsenme, aulas. En una de las cuales, para introducirme, agarrado yo con las uñas a los quicios de la puerta, tiraban fuertemente de mí, mi madre y la maestra. También aquí pasé mis años de instituto. Incluyo además, letras nacidas del ámbito agrícola y forestal de mis primeros años laborales, con todo su encanto y desencanto en plena contradicción, así como visiones críticas de la realidad circundante; también algún texto más tardío. Estos poemas que estoy presentando brotaron en ese ambiente silvestre y rural y narran desde una perspectiva estética vivencial, emocional y espiritual su historia, a través de la mía propia. Versos jóvenes de una imposible Arcadia real. Perdido lugar ameno y bienaventurado que se torna irremisible promesa futura. Estampas de una armonía natural, a la vez vivida y soñada. Imágenes del interior del alma pintadas con pigmentos de palabra sobre el lienzo de la naturaleza, en el marco de la ruralidad. Versos sin torturas retóricas ni mochila cargada de enciclopédico diccionario; sin oficio ni experiencia. Instantáneas veladas de un pathos esquivo. Momentos de comunión de lo concreto y lo universal a través de la cotidianidad. Una poesía con olor a húmeda tierra, de letras como gotas de lluvia, renglones de hierba; mas también pastos, cardos y oscuros agujeros. Abismos y desencuentros frontales con una realidad impuesta con tiránica voz. Versos con temblor nocturno de vela, que se mecen en un tiempo de habitado columpio, al borde de la caída abisal de lo eterno. Poética de un ingenuo misticismo pagano arrebolado de esperanza; pero también de tristeza, nostalgia, anhelo… y rabia. Juan José Gómez Márquez
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LA NORIA DEL ALBA
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SANGRE DEL TIEMPO
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Esbozando duda arrebolada entrelazas versos derramando sueños, corazón, de tu honda cava. Corazón, eres nube blanca siempre errante por los cielos, infinito lienzo de tu estrella amada. ¡Corazón, que jamás te cansas, fuljan tus deseos! Con mis letras quiero arrebolar las hojas blancas, cada corazón que canta.
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VIAJERO
Al despertar de la memoria me vi en el todo cual viajero perdido en el medio de una vigilia propia; náufrago en el mar de los recuerdos; nauta a fuerza de mi historia.
Un efímero viajero por el viajero inefable caos de lo viajero: viajero irremediable. Mis ojos, vivos inventores: ¡Sin fin de formas irisadas! Mi mente no se sacia de alzar sus alas torpes. Un viajero solo sobre aguas más antiguas que los hombres.
Un viajero sin destino ni salida. Sólo vía... En el confín sabido, viajero, duda fría.
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ENCUENTRO
Rondaban por mi pecho las alas de unos versos. Apenas descansaba el Sol allá en las lomas. Los montes con bufandas de bruma vaporosa. El río musitaba sus sones en la sombra. Barrancos perfumaban la brisa con su aroma.
Batieron en mi pecho las alas de unos versos. Millar de mariposas, colores mil danzantes. Aladas flores y hojas bailando por el aire. Serena luz lloviendo sus gotas por doquier, el canto de sus pétalos, su músico vaivén.
Volaron de mi pecho las alas de esos versos. No sé de donde vino aquella enorme sed, aquel sin par delirio; ni sé a dónde fue. Errante deambulaba, metáfora del viento trocando eternas alas por un fugaz encuentro.
Brotaron en mi pecho las alas de estos versos. 10
LA LLUVIA ES COMO ELLA
Tormenta que furiosa revienta recia y luego cesa. Borrasca caprichosa, arriba leve y queda eterna.
La lluvia venturosa, la lluvia es como ella. A veces me conforta; desquita mi alma de impurezas. A veces me destroza: diluvio vivo de tristeza.
La lluvia venturosa, la lluvia es como ella. Al mar azul le roba vapor de agua en nube densa. Las letras como gotas versos llueven en mi arena.
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CERTEZA DE UN NO SÉ QUÉ
La ola de luz por la Tierra al alba se extiende como una caricia. Es cálido abrazo, amor que derrama ardiente el Sol para su hija. Enciende diamantes dorados de agua. Arranca a las aves poesía. La ola de luz por la tierra al alba, juglar que recita a la vida. En abanico vierte el horizonte, vuelto luz, su fuego. Extático silencio, el paso de este ciclo dejo que me eleve, cometa por el colorido viento. El cielo en luz colmado con cuatro vestidos viene: sedoso añil perenne, estampado azul y blanco, trajeado arrebolado, cremoso jubón de nieve. Con cuatro vestidos viene el cielo en luz colmado.
En sus colores me inspiro de misteriosa certeza. Certeza de un no sé qué… No sé qué con torpeza descrito. En sus colores, a medias, vive latente mi ser.
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Resaca del mar de la luz al ocaso, arrastras de espuma suspiros. Arrojas al vientre de arena, llorando, corolas cual sueños dormidos. Anhelos que sobre la orilla son amos de eterno rumor perseguido. Rumor del arrullo del mar arrobado; arrullo en la arena prohibido. Embudo lento bebe el horizonte fulgurante fuego. Mirífico recreo, cromático su ritmo me embelesa y duerme, vellón de blanca espuma por los cielos. Estrellas su luz diluvian: cántico maravilloso. Inunda la luz del cosmos la faz de la muda luna, paseante gris, desnuda, del vergel de esferas de oro. Su llanto plañe a coro mar y viento y espesura.
En sus lamentos me inspiro de misteriosa certeza. Certeza de un no sé qué… No sé qué con torpeza descrito. En sus lamentos, a medias, muere sediento mi ser.
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GRANITO DE ARENA Con cincel de error y maza de paciencia fui labrando sobre el tiempo los sillares que a mi espíritu mi ciencia transportó con sentimiento. Ánimo de fuego, fuerza de quimera, fui alzando sus cimientos. Construí un castillo sobre mi alma presta, colosal el monumento. Mágico sabor a mito, cúspide de viejos dioses, adorado paraíso. Pero frágil, como el hombre.
¡Mi descomunal castillo fue de arena un granito! Mi descomunal castillo de arena se me perdió en el viento. Desperté, y simplemente ya no era; fue tragado por el tiempo. Sólo fue una brizna trémula de arena solitaria en el desierto. Me quedó clavada su raíz de piedra en el corazón, su eco… Pluma de nevado mirlo, pedregal de ilusiones de mis sueños. Laberinto indigente, ruina pobre.
¡Mi descomunal castillo fue de arena un granito!
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PRESENTES
Mohosas piedras frías, las ruinas de mi imperio a las espaldas llevo. Yo llevo gris reliquia presente del tiempo. Palabras antiquísimas. Inmemorables ecos de cuerpos y almas llevo.
Yo llevo la herida presente del viento. De eternidad y vida de insondable misterio millar de esquirlas llevo.
Yo llevo huera guía presente del cielo. Y cruel melancolía por esperar anhelos inconquistables llevo.
Yo llevo la poesía presente de mi ego.
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