Conrado Millán Martínez Ilustraciones: Laura Casanova Martínez
Mi amiga Vedija
~1~
Mi amiga Vedija Conrado Millán Martínez Ilustraciones: Laura Casanova Martínez
A todos los “Vedijas” del mundo A mi familia Y en especial a mi padre ~3~
~4~
H
ace mucho tiempo, cuando era pequeña, mi padre me llevó a ver nacer una ovejita.
¡Oh, perdonad, no me he presentado! Me llamo Victoria. Mi padre era el pastor del pueblo donde nací. Un buen día, me despertó a media noche y me dijo: –Ven corre, quiero enseñarte algo que te gustará. Y así fue, porque lo que vi aquella noche fue lo más bonito que jamás había visto. Cuando nació, era una bolita de lana con orejas, blanca como la nieve y, a la vez, calentita y dulce como las magdalenas recién hechas. Desde el primer día nos hicimos muy buenas amigas y mi padre me dijo que tenía que ponerle un nombre. –¡Se llamará Vedija! –le dije mientras mis dedos jugaban con aquel hermoso mechón de lana que colgaba de su frente. ~5~
Le pregunté a mi padre si podía llevarme a Vedija a jugar conmigo y con mis amigos, y me dijo que podíamos pasar juntas todas las tardes. Por las mañanas, Vedija tenía que ir a pastar con el rebaño y yo tenía que ir al colegio. Fueron los años más felices de mi vida. ¡Lo pasábamos tan bien, juntas!
~6~
~7~
A Vedija le encantaba disfrazarse y muchas tardes jugábamos a vestirnos de indios y de princesas, y de… esto… ¿cómo se dice?… ¿cómo se llaman esos señores con barba que van en barco y algunos llevan un ojo tapado?… ¡Piratas, eso, piratas! Nos disfrazábamos de piratas y mirando por un tubo de cartón vigilábamos quién se acercaba a nuestro barco. ¡Cómo le gustaba a Vedija disfrazarse!
~8~
~9~
~ 10 ~
Nunca olvidaré el día que me perdí en el bosque y sin darme cuenta me caí en un pozo. Vedija empezó a buscarme por todas partes y, como no me encontraba, se disfrazó de detective Watson. ¿Watson?, no, ése era su ayudante. ¿Cómo se llamaba ese detective? Creo que era inglés, y siempre decía: “Elemental, querido Watson”. Bueno, pues ése. Se disfrazó de ese famoso detective y empezó a buscarme y a seguir mi rastro con su lupa hasta que me encontró. Yo no paraba de gritar: –¡Socorro, socorro, sacadme de aquí!
~ 11 ~