A mi familia.
NOTA DEL AUTOR: El ratoncito Pérez es un personaje muy popular y conocido por todos los niños, gracias a cuentos clásicos populares, y al libro “El Ratón Pérez” escrito por Luis de Coloma. Esta historia está basada precisamente en estas dos obras. Luis de
Coloma era un
periodista,
escritor,
abogado, padre jesuita y miembro de
la Real
Academia Española, al cual,
en 1894,
la
Reina María Cristina le encarga un cuento para su hijo de 8 años, el futuro Rey Alfonso XIII que estaba empezando a cambiar los dientes de leche.
Aunque
fue
él
quien
consiguió
hacerle
inmortal, no se sabe muy bien donde está el verdadero origen, pues desde la antigüedad se conservan escritos que hacen referencia a nuestro 5
protagonista, como
en los diálogos de “Timeo
y Critias” de Platón en el que ya hablan del ratón del perae, o del cuento de la baronesa d'Aulnoy: “La Bonne Petite Souris (El Buen Ratoncito)”, que data del siglo XVIII.
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Éste es un retrato de Pepito, el protagonista de nuestro cuento. Quizás hayas oído hablar de él porque es muy famoso. Es más conocido como el
Ratoncito
Pérez
y
aunque
casi
nadie lo ha visto, un rey muy bueno, cuando era niño, consiguió hacerlo y nos ha podido contar cómo es. Por eso hoy os puedo contar su historia.
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El muchos,
pequeño
Pepito
muchos
años,
nació
hace
en
una
importante calle del centro de Madrid, junto a la Puerta del Sol, en el número 8 de sótanos
del
la calle Arenal, en los ultramarino
de
Carlos
Prats. Allí todavía hoy, existe una placa que lo acredita.
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Pepito vivía allí con sus padres y sus
cinco
Guillermo, Alberto. detrás
Gonzalo, En
de
hermanos, una
una
de
Lucas,
Cristina
y
casa
construida
las
estanterías,
aprovechando una caja de galletas que se había caído, frente a una gran torre
de
quesos
de
Gruyer.
Como
estaba en una calle muy importante, y había mucha afluencia, los dueños de la tienda mandaron construir una confitería justo al lado, así que todos
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los bajos del edificio estaban llenos de ricos manjares.
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Nunca les faltaba comida. Todas las noches,
el papá de Pepito salía
por las galerías del inmueble
con
alguno de sus hijos. Correteaban
por
los almacenes en busca de harina y otros enseres con los que alimentarse, los llevaban a casa y mamá los cocinaba para todos.
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Su vida era muy feliz. No les faltaba de nada. Y como el edificio era
muy
grande,
tenían
muchos
amigos con los que jugar. No lo hacían jamás en la zona habitada. Por la tienda tenían prohibido correr y saltar, corrían el riesgo de ser atrapados por los humanos o por el malvado Don Nicolás, el gato de los dueños de la pastelería.
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Como
los
ratones
son
muy
buenos escaladores, subían al piso que quedaba encima de la confitería, que siempre campaban
había allí
estado a
miedo de ser vistos,
sus
vacío
y
anchas
sin
tenían canales
entre las paredes de la casa y eso les permitía
moverse
permanecer invisibles.
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libremente
y
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