EN UN PUEBLO MUY PEQUEÑO DE LA ISLA DE MALLORCA, VIVÍA DESDE HACÍA MUY POQUITO TIEMPO UNA VACA LLAMADA CLEMENTINA. ERA UNA VAQUITA BLANCA CON MANCHAS DE COLOR NEGRO. ERA HOLANDESA Y RECIÉN LLEGADA A UNA VAQUERÍA MALLORQUINA.
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EN AQUELLA VAQUERÍA HABÍA VACAS DE LAS ISLAS BALEARES. LAS HABÍA MALLORQUINAS, MARRONES CON LARGAS COLAS, Y ROJAS, PROPIAS DE LA ISLA VECINA, MENORCA. PERO NO HABÍA NINGUNA COMO CLEMENTINA.
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TODAS LAS VACAS DE AQUEL LUGAR CUIDABAN MUY BIEN A CLEMENTINA. SE REÍAN CON ELLA, LE PREGUNTABAN CURIOSIDADES DE SU PAÍS, LE CONTABAN HISTORIAS QUE HABÍAN VIVIDO EN SU HOGAR. PERO CLEMENTINA NO HACÍA CASO A TODO AQUELLO QUE LE DECÍAN SUS COMPAÑERAS. NO SE SENTÍA A GUSTO CON ELLAS.
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UNA MAÑANA SE LEVANTÓ PRONTO Y, MIENTRAS LAS DEMÁS VACAS DORMÍAN, SE ESCAPÓ. EMPEZÓ A ANDAR HASTA QUE LLEGÓ A UN BOSQUE DONDE HABÍA UN TORRENTE LLENO DE AGUA DE LAS PRIMERAS LLUVIAS DEL OTOÑO. ENTRÓ EN AQUEL BOSQUECITO Y, SENTADA A LA ORILLA DEL AGUA, EMPEZÓ A LLORAR. –¡AY, QUÉ PENA, QUÉ PENA MÁS GRANDE TENGO! –DECÍA CLEMENTINA.
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DE REPENTE, SIN ESPERARLO, LLEGÓ UNA NIÑA CON CABELLOS RIZADOS, MARRONES, ALEGRE Y DECIDIDA CON UNA CESTA LLENA DE SETAS. –¿POR QUÉ LLORAS? –PREGUNTÓ LA NIÑA. –ESTOY MUY TRISTE, TENGO UNA PENA MUY GRANDE. ¿CÓMO TE LLAMAS? YO CLEMENTINA –EXCLAMÓ LA VACA. –ME LLAMO PAULA. NO LLORES, CLEMENTINA, LA VIDA ESTÁ HECHA PARA SER FELICES Y SIEMPRE SE PUEDEN ENCONTRAR SOLUCIONES. ¿POR QUÉ TIENES TANTA PENA? – PREGUNTÓ LA NIÑA.
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