LABERINTOS SOÑADOS Muchos ilustradores y La Tía Lechuga
© La Tía Lechuga Diseño de la cubierta: David Galindo “El Tío Pascuas” Ilustraciones: María Muñoz, Conchita, Berta, Alma, Gloria, Eloi, Pepita, María Cañadas, Cameron, Indira y Claudia.
Edita:
I.S.B.N.: 978-84-16582-42-6
Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor.
A la memoria de La Teta Consuelito
-¿Y cómo es el laberinto tita? -Desde muy antiguo se ha dicho que el laberinto en el que está encerrado el Minotauro es un edificio de intrincados corredores. Está dispuesto de tal forma que al abrir las puertas se escucha en el interior un terrible sonido. Se desciende por una escalera de más de cien escalones. Dentro hay estatuas y esfinges monstruosas, innombrables pasadizos conducen a través de las tinieblas a diferentes lugares sin salida. Todo está dispuesto para que se pierda quien entra, de manera que parece imposible salir de la oscuridad y volver a la luz… Sin embargo Teseo, gracias a la ayuda de Ariadna y Anfitrite, lo consiguió. En cambio, Dédalo, el propio constructor del laberinto, y su hijo Ícaro no tuvieron tanta suerte. Pero esa historia la leeremos otro día. ¡Venga Riu, ahora a dormir que ya es tarde!
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Me gusta quedarme en casa de mi tita porque leemos historias. Pero es verdad, hoy debe ser tarde porque tengo mucho sueño. Acabo de ponerme de lado, noto el contacto de mi oreja en la almohada y me estoy dando cuenta de que su forma es muy parecida a un laberinto… ¡Soy una hormiga! Hace rato que camino en fila detrás de otras hormigas y otras van detrás de mi. Estoy entre las altas hierbas que parecen un bosque y las piedras que parecen montañas. Todas cargamos comida. No tengo ningún problema para orientarme me basta con seguir el rastro que hemos dejado al salir y mirar de vez en cuando a lo alto. Ahí veo las ramas y hojas en negro sobre blanco que he memorizado y voy reconociendo. Ahora llego al agujero del hormiguero y entro en las galerías subterráneas que hemos perforado en la tierra. No se oye ningún sonido y la oscuridad es total. Pero me siento protegido. Estoy en casa.
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Ahora soy yo otra vez pero mucho más pequeño, debo tener solo unos tres años. Todo sigue oscuro, todavía estoy en una galería. A lo mejor es una mina, pero creo que no, que es el interior de una montaña toda cavada por dentro parecida a… No recuerdo el nombre, pienso preguntárselo a mi tita porque estuvimos juntos, pero no está conmigo. Estoy solo, noto los latidos de mi corazón como se aceleran. Estoy perdido y desorientado. Me parece notar muchas miradas diminutas fijas en mí, atentas, espiándome. Estoy aterrado. Siento un fuerte impulso de ascender hacia arriba pero mi cuerpo desnudo resbala. La humedad se engancha en mi cuerpo. Oigo el ruido de mi tripa. Es como si estuviera en el interior de mi intestino, en contacto con sus paredes mojadas y viscosas, resbalando por sus circunvalaciones hacia abajo. Oigo una voz interior que dice: “el laberinto está dentro de ti y está fuera; el laberinto está fuera y está dentro…” y repite: “fuera y dentro; dentro y fuera…” Sigo estando dentro del laberinto de la montaña. Me muevo a tientas. Mis pies tropiezan. Me apoyo en la húmeda pared, mis dedos están helados. Siento que las piernas me flaquean. El olor a cerrado me penetra en los ojos y en la boca y me hace toser. El silencio me envuelve espeso. La oscuridad es densa. Sólo veo sombras ~ 11 ~
negras sumergidas en la oscuridad. La montaña es hermética, está cerrada, no entra la luz del sol ni de la luna. Sé que tengo que llegar al interior, al centro pero tengo miedo de encontrarme allí con el Minotauro. Y al mismo tiempo deseo ir. Tengo miedo a extraviarme y al mismo tiempo deseo dejarme llevar por un deseo incontenible de perderme. Busco pero no encuentro ninguna referencia. Poco a poco me cierro en mi mismo y voy acostumbrando mis ojos a la negrura… Tomar conciencia de mí. Buscar la salida, la libertad… Estoy temblando. El suelo está inundado de hojas muertas húmedas y resbaladizas que a intervalos una súbita ráfaga de viento empuja y parece que se persiguen unas a otras a saltos. Giran en remolinos alrededor de mis piernas y me hacen cosquillas. ¿Entonces? Eso significa que… ¡Estoy en el exterior! Hay luz y aire fresco pero estoy rodeado por unas altas paredes de setos que no me permiten ver el horizonte. Son totalmente rectas, han sido cuidadosamente recortadas por algún experto jardinero. Comienzo a andar pero no sé si me acerco o me alejo. Estoy en un espacio desconocido. ~ 12 ~
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