Las alas de mi dragon

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Las Alas de mi Drag贸n

Escrito por: M. Sierra Ilustrado por: Carolina D铆az-Figueroa



Dedicado a: Amanda Gabrielle y William Yadriel Con mucho cari単o por ser ni単os muy especiales al igual que:

(Nombre del ni単o a quien se lo dedicas) De: Fecha:


Escrito por: M. Sierra Ilustrado por: Carolina D铆az-Figueroa Edita:

I.S.B.N.: 978-84-16414-10-9

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicaci贸n ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito de la autora.


Incapaz de cazar y sin saber volar, mi pequeño dragón no podría sobrevivir. La reciente muerte de su madre, y las condiciones poco favorables, no le ayudaban. El joven dragón sabía que si no aprendía a volar y cazar no podría mantenerse vivo por mucho tiempo. Desesperado, sin control, corrió entre los árboles y la maleza. No lograba alzar el vuelo, pues no tenía el conocimiento ni la experiencia para hacerlo. Cansado, débil y en mal estado, se dirigió hacia una cueva en lo alto de la montaña para sentirse protegido. La tarde estaba serena, los pájaros cantaban y los últimos rayos del sol se escondían detrás de la colina. Sobre los árboles se asomaba la luna, pacientemente esperaba que el sol se ocultara para cubrir el valle con una sábana densa y húmeda de neblina. Sonaba el agua del río al caer en las piedras. Cantaban los grillos anunciando que llegaban las gotas de un frío sereno. El camino se hacía largo, se sentía agotado. El cansancio y el hambre del dragoncillo se hacían más notables. Las condiciones frías y húmedas del lugar no lo ayudaban para mantenerse de pie, se le hacía difícil llegar. Por fin llegó a la cueva, observó con mucha curiosidad todo lo que había en ella. Pensó: “¿Qué más puede sucederme?, ya me ha sucedido todo”. w 5 w


De pronto, miles de ratones salieron de todos los lugares de la cueva. Torpemente corrió tras ellos logrando atrapar alguno. Después de haberse dado un gran banquete, pensaba diferente: “Ya no necesito volar, en esta cueva tengo todo lo que necesito. Me resguardo del frío y de la lluvia, además tengo alimento”. Tras haber comido hasta la saciedad, se recostó para reposar y se quedó dormido. Mientras dormía el dragoncillo gemía y lloraba. Una familia ratón que se había salvado de ser devorada por el dragoncillo, se protegía oculta en un rincón de la cueva sin ser vista. w 6 w


El día siguiente, el dragoncillo comenzó a cazar los ratones que quedaban. Joven y sin experiencia comió todos los que pudo y satisfizo su hambre. Al ver aquella situación, Papá ratón salió de su escondite, sabía que su familia estaba en peligro y habló fuertemente para que el dragoncillo no advirtiera que también estaba asustado. –Si nos comes a todos, no te quedará más comida. Es mejor que comas poco a poco o terminarás acabando con todo. El dragoncillo sorprendido miró a su alrededor, vio que quedaban pocos ratones en la cueva y le contestó a Papá ratón: –¿Qué quieres que haga? no puedo morirme de hambre, no sé cazar, no sé volar, tampoco sale fuego de mi boca. Sabiamente el ratón convencido de que podía ayudar al dragoncillo para salvar su vida y la de su familia le contestó: –No tienes que comer en grandes cantidades, puedes cambiar tu menú. Cuando vayas a comer, come con cuidado, no destruyas todo, además debes cerrar la boca mientras lo haces. Agobiado Papá ratón por la tristeza de haber presenciado lo que el dragoncillo había hecho con sus hermanos, decidió ayudarlo. Sabían que tenía muy poca experiencia, el haber perdido a su madre antes de que ésta le enseñara a cazar lo ponía en desventaja con los demás. El dragoncillo, sin darle importancia a lo que había sucedido, dio la espalda a los ratones y se acomodó en la salida de la cueva. Mientras dormitaba, comenzó a ver cómo la naturaleza hacía lo propio. Los pájaros comían semillas, una que otra mariposa volaba cerca, de vez en cuando un grillo cantaba, los sapos del río comían moscas y uno que otro insecto se acercaba a su nariz. w 7 w


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