Las aventuras de Quim
Este es un proyecto de AFAPAC: Asociación de Familiares y Afectados de Patologías de Crecimiento
1ª edición: abril 2017 Revisión de texto: Sílvia Ruiz y Magda Montañés Colaboración: Montserrat Garcia Agradecimientos subvención a ONCE Edita:
ISBN: 978-84-17068-21-9
Las aventuras de Quim Autora: Ester Vives Ilustrador: JesĂşs GuzmĂĄn Terrassa 2017
¡Hola! Me llamo Quim y tengo 9 años. Hoy es un día muy especial porque me voy de convivencias. Bueno yo y el resto de niños de la clase, todos estamos impacientes por salir. Nos dirigimos a Montenegro, a una casa de colonias situada en medio del bosque. Solo es una noche, pero va a ser toda una aventura, pienso pasármelo superbién.
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–Venga chicos vamos, todos en fila, el transporte ha llegado –dice Ana nuestra maestra– ¡Sin correr y de uno en uno! Estoy un poco nervioso y me sudan hasta las manos. Yo me siento con Albert que es mi colega y al lado de la ventana, me gusta mucho ver pasar el paisaje. ¡Qué bien! detrás nuestro se han puesto Paula y Aarón. Paula es una chica muy agradable y con ella juego mucho en el recreo. Aarón está hecho un pillín y cuando estamos juntos siempre nos divertimos haciendo trastadas y alguna vez los mayores nos acaban regañando.
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¡Estamos llegando! y nuestra maestra está organizando grupos para las habitaciones. –¡Grupos de seis y por orden de lista! Aarón, Albert, Paula, Quim, Li Xuan y Belinda: Habitación número 6. Te presento a los que no conoces: Belinda es un poco marimandona, pero puedes contar con ella para todo y suele tener muy buenas ideas. Li Xuan es nueva en el colegio, hace poco que llegó de China y casi no entiende el castellano. Es muy divertida y le gusta mucho hacer gimnasia, a todas horas está saltando arriba y abajo. Aunque no me extraña, su madre, Sedayan Xuan, ganó una medalla de oro de kárate en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Albert es el forzudo del grupo, alto y decidido. Y constantemente me ayuda cuando no alcanzo a algún sitio, míralo, ya está cogiendo una de mis maletas. –¡Gracias Albert! –le agradezco con una chocada de manos.
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Al llegar a la habitación observamos que tiene un balcón muy grande. Dejamos las mochilas y nos asomamos a echar una ojeada. –¡Qué paisaje! –exclamo mirando hacia abajo del barranco. –¡Guau! Es impresionante, qué precipicio más brutal y da mucho miedo –comenta Belinda. –¡Ostras si no tiene fin! –dice Aarón– Si alguien se cayera, caería al abismo y no lo encontrarían jamás, no se ve el fondo. –Eres un exagerado, a mí no me da tanto miedo –le contesto yo. –Chicos es la hora de comer –nos recuerda Paula– dejad de admirar la panorámica y vamos tirando, que si no llegaremos los últimos.
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