MANUSCRITO BRUJOS DE LOS
Primera parte.
Entrepe単as y Penachada Casimiro Martinferre 1
MANUSCRITO BRUJOS DE LOS
Primera parte.
Entrepe単as y Penachada
Casimiro Martinferre
Para Lucas y Alejandro
Verás lo que ya no existe, palparás un aire como hecho de cuarzo. Contemplarás cavernas de pura luz, amaneceres negros. Atravesarás peñas cual si fueran blanda niebla. Conocerás los aullidos del silencio, el avance de sombras aplastantes. Escucharás plegarias atendidas y rezos evaporándose. Al atardecer, de rodillas, suplicarás tu propio nombre. Ven, sígueme, que nada sé, pero saciarás la sed en ríos de ceniza.
© Casimiro Martinferre 1ª Edición: Septiembre 2011 I.S.B.N.: 978-84-15344-25-4 Depósito Legal: V-2918-2011 Edita:
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Índice
Entrepeñas................................................................................................... 7 Furacón de los Moros El Furacón
Marzo de 1997......................................................... 9
Septiembre de 1997..................................................................... 15
Arqueólogos en el Furacón............................................................................ 15 Furacón de los Moros Abrigo de Finales
Marzo de 1999......................................................... 19
Abril de 1999.................................................................. 23
Carta a Carmen................................................................................................ 26 Primer farallón de Principios Segundo farallón de Principios Furacón de los Moros Cueva de la Mora
Octubre de 2004.................................... 29 Noviembre de 2004............................. 29
Abril de 2005.......................................................... 32
Enero de 2006................................................................. 34
Carta a Carmen................................................................................................ 38 Los Bailarines
Agosto 2006........................................................................... 40
Los Arquinos
Octubre de 2007...................................................................... 44
Penachada.................................................................................................... 53 San Pedro Mallo
Noviembre de 1992............................................................ 55
San Pedro Mallo
Febrero de 1993................................................................. 56
Los Corralones
Junio de 1994....................................................................... 58
San Pedro Mallo
Septiembre de 2007 ........................................................... 59
La Cuevona
Diciembre de 2007..................................................................... 61
San Pedro Mallo
Enero de 2008................................................................... 63
La Cuevona
Febrero de 2008......................................................................... 67
La Cuevona
Febrero de 2008......................................................................... 71
Los Corralones................................................................................................. 71 Carta a Carmen................................................................................................ 73 Penachada
Marzo de 2008............................................................................. 77
Los Corralones
Marzo de 2008.................................................................... 78
Comentario general......................................................................................... 78 La Cuevona
Abril de 2008............................................................................ 79
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Entrepe単as
Furacón de los Moros
Marzo de 1997
Llevaba tiempo abatido, así que empecé a sacar pecho. Volví a Entrepeñas a saldar una deuda conmigo mismo. Terminar un proyecto emprendido años atrás. Un proyecto ilusorio, como todo lo que amaso, con la consistencia material del éter: explorar la totalidad de abrigos, en busca de nuevas pinturas rupestres. Peregrino de los roquedos, de las lleras, de las grietas a medio camino del quinto coño. Aunque eso es una excusa, una disculpa para evadirme una vez más, diluirme entre los vapores misteriosos de la salvajina. La seducción de lo recóndito, la oscura querencia a la soledad. Aparco en Librán Santa Mariña, plaza de la iglesia. Lleno la cantimplora en la fuente. Apenas he apencado con la mochila, una viejita aparecida de la nada ofrece los buenos días. De aspecto deshidratado como un higo, cargada de espaldas. Gafas cargadas de dioptrías y aún así ve poco. Vivaracha, jovial, doña Josefa está a pique de los cien años. Le pregunto por la cueva situada en lo alto de la ladera. Me coge de la mano y, en un aparte, confidencialmente, responde muy bajito. –Es el Furacón de los Mouros. Dentro picaron un pozo por el que bajan unas escaleras de piedra... De niñas, cuando pastoras, echábamos cantos a rodar escaleras abajo... nunca dejaban de caer y hacer ruido hasta que finaban en el purgatorio... –Interesante. Apuntó con el dedo muy alto, hacia lo que creía monte y era nube. –Allí... Allí arriba... En el Furacón... Hay enterrado un gigante... Un gigante de oro… –¿A qué esperan para desenterrarlo? Llevándose esta vez el dedo a los labios, respondió aún más quedo.
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El Furac贸n
–No hay redaños... En mis tiempos a los hombres se los comían los lobos... Ahora no... porque ya no hay hombres... Oiga, a usted le untarán a modo la cartera, con ese oficio de sudar subiendo montes. A nosotras nos untaban la fiambrera con miseria. Doña Josefa me dice adiós, al tiempo que agita un pañuelo de lunares, como si estuviera despidiendo a un argonauta en busca del vellocino. No trincar pasta escribiendo, ni tirando fotos, ni copiando pinturas rupestres. Son tareas que uno elabora libremente y se siente pagado con realizarlas. La gente racional, obra de modo diferente al infeliz capullo. Ese día no fui al Furacón. Bajé hacia el Primou por el viejo camino empedrado, al cruzar el puente me interné en el cañón. Desde 1978 que vine por primera vez, he regresado muchas, con la intención de atrapar en una fotografía en blanco y negro el alma indómita de estos pagos. Casi lo he conseguido, particularmente en una imagen que describe un torrente tumultuoso, flanqueado de acebos zarandeados por el viento y presidida por un soberbio roble. Estuvieron rondándome por la cabeza el gigante de oro, la escalinata de piedra. Al mes, la curiosidad me empujó hasta allí. Tal vez hay que se busca una cosa y se halla otra, sentenció don Quijote. Pozo no había, ni escalinata, y si allí hubiere gigante sigue descansando en paz. Pero la fortuna lo hizo mejor que se pensara, los ojos vislumbraron en las paredes de la covacha la riqueza de los símbolos prehistóricos.
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El Furac贸n
El Furac贸n
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El Furac贸n
El Furacón
Septiembre de 1997
Los bosques se superan a sí mismos. La otoñada seduce por doquier. Un esplendor de tonos áureos, púrpuras. Desde el río, asciendo por la ladera de pizarra y cuarcita, siguiendo el tendido eléctrico. Voy sopesando cada canalón que cae del roquedo hacia el fondo del valle, por si alguno permitiera el descenso a la terraza de los farallones intermedios, pero todos se despeñan en caídas verticales. Por fin encuentro uno practicable. Lo destrepo con precaución. Me deja sobre la terraza breve que sube sostenidamente, al lado mismo de unos impresionantes abrigos carentes de pinturas. Sigo explorando terraza arriba, apalizándome. La marcha se hace trabajosa. El brezal es casi infranqueable, la pendiente se alía con él, pero de todas formas avanzo. Avanzo unas veces a pie, otras a gatas, incluso de rama en rama. Ni rastro de pinturas. Alcanzo la cumbre de la loma, denominada Peña Redonda, que está amurallada en derredor. Quizá un castro, o un antiguo corral. El recinto puede tener una hectárea de superficie. El suelo está despejado, se diría que barrido, favorable para encontrar algún resto de cerámica o de útiles, pero no hay nada. Sólo existen ruinas de construcciones en el extremo más alto. Prosigo hasta el Furacón. Copio a mano alzada algunos signos, a la acuarela. Pinto, devoro el bocata de pimientos fritos, echo un trago. Reposto energía de aire y luz en este sancta sanctórum, antaño sagrado.
Arqueólogos en el Furacón Verano de 1990. Era la primera vez que una avanzadilla de científicos penetraba en el Furacón. Abría filas el arqueólogo jefe, detrás los alumnos aventajados de la facultad de historia. Expectación, dudas frente a la veracidad del hallazgo, nerviosismo. Inspección preliminar a vuela vista. Anuncio oficial del dictamen: genuina pintura Esquemática. Felicitaciones, halagos a los pasmados descubridores por su espíritu de civismo. Sin más pérdida de tiempo en vanidades, se dieron órdenes concisas. Acción. Montaje de trípodes, car-
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El Furac贸n