MIENTRAS MI TIZA DUERME Tomás Martínez Alonso
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D. Tomás Martínez Alonso, nació en Miñambres de la Valduerna (LEÓN) el 1 de diciembre de 1951. Curso estudios de Bachillerato Superior en Astorga; de Magisterio, en la Escuela Normal de León y de francés, en la Escuela Oficial de Idiomas de Getafe. Ejerció como maestro en distintas poblaciones de Barcelona, Asturias y Madrid a lo largo de treinta ocho años de servicios –como director, quince de ellos–. Casado y con dos hijos, en la actualidad está jubilado y vive en Getafe. En el año 2013 se publicó su primer libro de poemas “La lluvia que moja mi otoño” y a principios del 2014, el segundo, “Y vi, de nuevo, amanecer”. No quiere, dice, que mientras su tiza duerma, también lo haga su pluma. De ahí, su necesidad de publicar “Mientras mi tiza duerme”. Mientras que mi tiza duerma, quiero, afirma, contribuir modestamente a que la poesía, a través de mi verso, siga despierta.
MIENTRAS MI TIZA DUERME Tomás Martínez Alonso
© TOMÁS MARTÍNEZ ALONSO FOTOGRAFÍA DE PORTADA: La Valduerna y monte Teleno (LEÓN)
Edita:
I.S.B.N.: 978-84-16174-89-8
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Homenaje a tres poetas de mi tierra. Para que sepan que han amamantado con su maestría el hambre de mi afición.
Yo vengo de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos. Durante mucho tiempo mis antepasados cuidaron sus rebaños en la región donde se espesan el silencio y la retama. Y no tuvieron otro dios que su existencia ni otra memoria que el olvido. Caliente está la piedra donde bebían la sangre de sus vides al caer de la tarde. Pero que lejos todo si recuerdo. […] Los graneros de su pobreza eran inmensos. La lentitud estaba en la raíz de su corazón. […] Pero el momento llegó de volver a la nada cuando los bueyes más mansos emprendieron la huída y una cosecha de soledad y hierba reventó sus redes. Ahora apacientan ganados de viento en la región del olvido y algo muy hondo nos separa de ellos. Algo tan hondo y desolado como una zanja abierta en la mitad del corazón. JULIO LLAMAZARES
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Mientras medio planeta se ensombrece en las laderas del Teleno, Astorga relumbra sobre un cerro amoratado, dentro de sus maravillas: mi memoria. Y pasa el leve polvo de los astros, barriendo las estepas silenciosas, los surcos, los viñedos; la distancia como un respiro donde el cierzo sopla. ..Tú avienta la penumbra y la ceniza; guarda otra brasa de recuerdo, roja; guarda otra tarde desvivida y larga, dentro del corazón como el aroma que al abrir cualquier libro, todavía desprende una violeta. Tú que ahora, como sol cada día tras los montes te apagas con mi luz hacia la sombra del olvido, y encuentras mis palabras en el eco, mis labios en tu boca, […] LEOPOLDO PANERO
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Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz por vez primera, dejo también el corazón. No pasará otra onda rumorosa del río, no quedará este chopo envuelto en fuego verde, no cantará otra vez el pájaro en su rama, sin que deje en el aire todo el amor que siento. Aquí, en estas riberas que llevan hasta el llano la nieve de las cumbres, planto sueños hermosos. […] Y, entre tanta hermosura, rebosa el río, corre, relumbra entre los troncos, abre su cuerpo al sol, sus brazos cristalinos, sus gargantas sonoras. Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz por vez primera, miro arder todas las tardes las copas de los álamos, el perfil de los montes, cada piedra minúscula, enjoyada del río, del dios río que llena de frutos nuestros pechos. Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz por vez primera, dejo también el corazón. ANTONIO COLINAS
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A quienes me ense単aron y me ense単an a so単ar sue単os y me ayudaron y me ayudan en el intento de alcanzarlos.
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QUERIDOS LECTORES
Después de haber dejado mojar mi otoño y mi ilusión con la publicación de mi primer libro y haber cumplido mi compromiso con la aparición del segundo, tras ver de nuevo amanecer, creía que mis escarceos literarios habían llegado a su fin y que era hora de dejar, como decía el poeta, que mi duende durmiera en el fondo de mi alma o que mi arpa se dejara cubrir por el polvo y el silencio. El último día de mi profesión tomé como recuerdo el porta-tizas con la tiza que escribió mis últimas palabras blancas en la pizarra verde. Está en una de las estanterías de mi casa. Otro de los días, al entrar, me quedé mirándola y por mi pensamiento pasó la idea de que, aunque la tiza durmiera, no tenía por qué dormir mi pluma. Mis dedos debían seguir bailando en el teclado del viejo ordenador. Mientras mi tiza duerme, me dije, mi humilde aportación poética ha de seguir despierta. Así nació el primer poema de este nuevo libro. Después vinieron los demás. Me levanté y anduve. Me había dado cuenta que el escribir ya no era solo una ilusión o un compromiso…era una necesidad. Como ya he señalado en otras ocasiones, soy partidario de que la relación de los poemas coincida con el orden en que los mismos han sido creados. Se podrían
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haber clasificado teniendo en cuenta su estructura o su temática pero me parece más acertado que aparezcan tal como la inspiración decidió hacerme la visita. En la vida real, los estados de ánimo no saben de clasificaciones; así, he querido que pasara con mis poemas. Es por ello que, después de la ternura que despierta la visita de los angelitos que tengo por nietas, venga el horror ante el septuagésimo quinto aniversario de la muerte de las trece rosas fusiladas con rencor en la tapia del cementerio. O, después de reflexionar sobre la ansiada libertad, acudan a mi pluma los recuerdos de la niñez o los de un entrañable viaje realizado. Después de disertar sobre las lágrimas, me deje bañar en rabia por los últimos e indignantes acontecimientos sociales o por el cariño que despierta mi bigote, siempre, desde que, débil, apareció, fiel acompañante. Que, a continuación de una reflexión sobre la vida y la muerte, venga la reacción ante la impertinencia de un joven conductor. O, tras haber denunciado el racismo y la xenofobia, detenerme ante la belleza de un pueblo castellano, cantar al nogal amigo de la huerta abandonada o subir a lomo y alas de unicornio…Todo ello es posible. Y mi intención, sobre todo y como siempre, es haceros partícipes de este nuevo viaje. En mi unicornio también hay un lugar para vosotros. Subid a su lomo. Muchas gracias. Tomás Martínez A.
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Mientras mi tiza duerme Duerme mi tiza, abrazada por su cilíndrica cuna pintada de azul y de amarillo. Duerme mi tiza, que asoma, tímida, su rostro de nieve, rasgado por las últimas frases de la reciente despedida. Duerme mi tiza sobre el colchón de mis recuerdos en la vieja estantería, demostrando que, también, la masa inerte puede engendrar vida. Y, mientras duerme, piso, ya, nuevas sendas de mi nuevo amanecer, mimo mi jardín y sueño sueños nuevos. Intento protegerme de la mordedura venenosa de la nostalgia y trato de evitar que la añoranza, tozuda, incube en mí los huevos de los recuerdos. ¡Duerme, mi tiza, duerme al son de la nana de mi verso!
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La primera primavera La primera primavera de mi nuevo amanecer deja sus aguas correr entre la vasta pradera. El álamo en la ribera ya ha empezado a florecer y enseña su renacer al ojo de la ladera. Déjame de ti copiar, tu vigor hacerlo mío, enséñame, tú, a volar y en las aguas de tu río quiero poner a nadar de mis rosas el rocío.
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Alondras Dos alondras muy coquetas se miran en un espejo y de sus ojos azules se proyecta su reflejo. Con sus alas desplegadas han emprendido su vuelo para venir a sentarse en las piernas de su abuelo. Las alondras muy ociosas picotean el trigal y sacan de sus espigas besos, ternura, en caudal. Antes de reanudar viaje les dice con emoci贸n: cuando quer谩is un buen nido venid a mi coraz贸n.
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Trece rosas ( 75º aniversario)
“No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores” M. Gandhi
Un día, otro…otro…otro… de mis días cotidianos de paseo y una fuente, una, una, en el camino: en Getafe, fuente de Las trece rosas. Trece grupos de tres chorros lloran, en arco, sus lágrimas; trece rosas, trece nombres de trece vidas truncadas, trece nombres encastrados en trece columnas rotas y oxidadas. Pájaros en desbandada, se volvió sangre el rocío al nacer de la alborada. Cementerio, La Almudena, el paredón de tu tapia sigue rezumando pena, sigue supurando rabia. En el rostro de tu placa y en su memoria persisten trece deflagraciones unidas en una
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por la marcial orden al pelotón ejecutor, trece nubes con mefítico olor a pólvora y tragedia, trece trayectorias de plomo frío, trece agujeros con paredes de escozor en busca del oscuro páramo donde la muerte que acechaba se despierta, trece charcos de sangre vertida, trece vidas arrancadas con raíz de odio, sinrazón, rencor, barbarie. Capullitos, todavía y ya segaban su vida. Ya la guerra había marchado pero el odio había anidado.
Fuente de las Trece Rosas (GETAFE) ~ 19 ~
Volver a verte, Granada Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada. Fco. A. de Icaza
En la cuna de tus calles ya está bostezando el alba, su hermosura enseñan mozas asomando a las ventanas, se refleja en sus pupilas la blanca Sierra Nevada. Campanas de catedral tañen de leyenda páginas, jardín del Generalife, edén de aromas y plantas, los ríos Genil y Darro lucen sus cintas de plata. A las puertas de tu Alhambra ya pululan las gitanas, ofreciendo a los turistas suerte de romero en ramas.
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