Mis sensaciones

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Mis sensaciones

ToniquĂ­n



Mis sensaciones ToniquĂ­n



A todas las mujeres importantes que han estado o están en mi vida. A todas las mujeres, aunque sientas un día que tu mundo se vuelve del revés y que todo se ha parado, sigue adelante tú puedes.



M

e llamo Antonia Buigues aunque todo el mundo me conoce por Toñi.

Nací en un pueblo de la provincia de Alicante, un maravilloso pueblo llamado Jávea. Estoy casada con Robert, Rob para sus amigos y tengo tres hijos, dos chicos y una chica, Arturo, Kiko y nuestra princesa Aitana. En la actualidad vivo en Irlanda y ha sido un poco por azar, la crisis económica que asola nuestro país nos tocó a mi familia muy de cerca y el trabajo de mi marido nos trajo a esta maravillosa isla. Desafortunadamente, mis hijos no vinieron conmigo (me refiero a los chicos) ellos ya tenían su vida organizada en España y no era el momento de viajar con nosotros. Una empresa con sede en Irlanda se puso en contacto con mi marido por si le interesaba trabajar con ellos y dijo que sí.


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En ese tiempo él se estaba haciendo análisis, pues algo no iba bien y ¡cuál fue nuestra sorpresa que justo el viernes antes de irse a Irlanda le detectan cáncer de próstata!, aun así decidió viajar y empezó a trabajar. Él viajó primero y, al terminar mi hija el curso, viajamos las dos con nuestras cuatro maletas y sin hablar inglés, ella al menos lo entendía, yo nada, eso fue en junio del 2011. En septiembre empecé a estudiar inglés e intentaba salir de casa, pero la verdad es que no lo hacía mucho pues no conocía a nadie y me costaba comunicarme. Gracias a dios vinieron mis otros dos hijos a verme: primero el pequeño, Kiko, y luego el mayor, Arturo, después en Navidades vinieron mi hermano, mi cuñada y mi sobrina. Ellos volvieron a Jávea, donde viven, el día 3 de enero y en febrero les llamaría para darles una sorpresa. Un día de primeros de febrero cuando me estaba duchando me detecté un bulto en el pecho derecho y directamente supe lo que era, no se lo conté a mi marido hasta la mañana siguiente pues sabía que se asustaría. Él todavía estaba con la radioterapia, pero por la noche se lo conté y su cara cambió de color. Esperé a ir al médico de cabecera pues mis mamas son fibroquísticas y un doctor me dijo: “cuando te notes algo y tengas el periodo espera a terminar pues igual después vuelven a la normalidad” y así lo hice, aunque yo sabía que no era normal, algo dentro me lo decía. Justo cinco días después, el viernes, me preparé una chuleta en inglés por si Rob no llegaba a tiempo para explicárselo al médico y así lo hice, le leí el papelito. Me examinó y me dijo: “Antonia no me gusta nada” y yo le contesté: “a mí tampoco”, en ese momento llegó Rob y la doctora se lo explicó. Ella nos dijo que mandaría un fax al hospital pues así sería más rápido y al cabo de una semana me mandaron una carta citándome para la siguiente.


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Rob y yo salimos a pasear y el pobre sólo sabía preguntarme si estaba cansada o si notaba algún cambio. Yo, inexplicablemente, estaba muy tranquila, afrontando desde el minuto cero lo que había y no pensaba malgastar mis energías ni llorando, ni quejándome y mucho menos antes de la confirmación. Tan sólo tardaron una semana en mandarme una carta con la cita para hacerme las tres pruebas necesarias. Estaba intranquila, pero no quería que me lo notaran, pues mi hija, por ejemplo, ya tenía bastante con estudiar, ya que ella no tenía ningún arreglo curricular y con lo que luchaba y se esforzaba… yo no podía consentir que antes de saber nada se pusiera nerviosa. Mi pobre Rob trataba de disimular, pero temblaba como las hojas de los árboles un día de viento. Cuando salía a pasear con Rob los días previos a las pruebas sólo sabía preguntarme: “¿estás cansada?, ¿te encuentras bien?” Y yo le decía: “Rob, tranquilízate que estoy bien pero hazte la idea que lo que tengo va a ser cáncer de mama”, no podía soportar que le dijera eso y además le decía: “no me preguntes más si lo noto más pequeño, pues noto el bulto más grande”.


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Llegó el día de hacerme las tres pruebas y me acompañó la dueña de la casa donde vivo, ella se ofreció y además a mí me venía bien que Rob se guardara días para lo que iba a venir, presentía que sería largo y duro. Llegamos a las 8 y a partir de esa hora empezaron con las pruebas, mamografía, ecografía y un escáner. Mi acompañante no podía entrar conmigo y en el escáner me puse muy nerviosa, porque tengo un poco de claustrofobia y al ver el aparato, el inglés y creo que un poco los nervios contenidos durante tanto tiempo… pues me puse a llorar. Pobre de la enfermera que me preguntaba: “¿estás bien?, todo va bien no te preocupes” y me acarició y me relajó muchísimo. La cita para recoger los resultados era para la semana siguiente y en esta ocasión me acompañó Rob, no tuve que esperar mucho, mejor, porque aparentaba una gran serenidad, pero por dentro estaba deseando que me dijeran ya lo que fuera. Me llamó la enfermera y cuando entramos supe por la cara del médico que la cosa no pintaba bien, el pobre hombre no sabía cómo decírmelo y me dijo: “tienes un tumor y el resultado es cáncer, además un cáncer muy agresivo, no es un cáncer de mama que va de la mama a la axila sino al revés, de la axila a la mama” y siguió diciéndome: “lo siento, lo siento muchísimo, lo siento”. Le dije que no se preocupara que yo estaba ya muy preparada porque dentro de mí ya me lo imaginaba. Nos explicó que tenía que hacer una mastectomía y Rob le contestó : “bueno, igual se quita el bulto y ya está” y el médico se dio la vuelta y dijo: “no no, mastectomía completa” Rob le preguntó: “¿completa?” y él contestó: “sí completa, lo siento muchísimo porque eres tan joven y estás tan bien, tan sana que no lo entiendo, pero una cosa te voy a decir TE VAS A CURAR”. ¡Qué importantes palabras llenas de paz y qué importante es que te transmitan esperanza!


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Le dije: “usted no se preocupe habrá que quitar todo lo que haya que quitar y punto”. Rob se puso a beber y dijo: “perdón doctor, ¿puedo beber? y el médico le contestó: “sí ,no te preocupes, tranquilo”: entonces yo expliqué: “es que desde aquí nos vamos ahí enfrente a radio, porque Rob tiene cáncer de próstata y le están haciendo radio”. El hombre me miró y miró a Rob y dijo: “¡no puede ser!“ y le preguntó a la enfermera: “¿tú lo entiendes esto? los dos jóvenes y fuertes y cada uno con un tipo de cáncer, no puede ser”. Yo empecé a contar: “¡Ay, doctor, hemos pasado un año muy duro, con la crisis española, Rob se quedó sin trabajo y dejaron de pagarle y sin saber cómo podríamos salir… un año durísimo!” entonces él contestó: “las personas creen que el estrés no hace nada, pero no es así, el estrés sale por un lado o por otro y normalmente cuando el cuerpo empieza a recobrar la calma”. El cáncer de mama, (es un asesino silencioso), pero yo sé que puedo conseguirlo y lo voy a conseguir, esto lo voy a conseguir yo sola porque tengo suficiente fuerza y poder mental para ello. Con demasiada frecuencia cuando la gente habla de cáncer de mama lo ve como un problema ya resuelto y que se lleva una vida normal y prolongada, sí, es cierto, pero no podemos olvidarnos de las miles de mujeres que mueren cada año. HAY QUE LUCHAR, SER FUERTE, YA SÉ QUE NO ES UN CAMINO DE ROSAS PERO LO VOY A CONSEGUIR. Desde la consulta, el doctor nos mandó a hacerme un análisis de sangre y quedé con la enfermera que me llamaría esa semana para decirme cuándo me operaban y así fue, me llamaron y me dijeron que el viernes siguiente me operaban.


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A los dos días me volvieron a llamar para decirme que el médico prefería retrasar una semana la operación, porque no veía bien cuantos linfomas había afectados y me querían repetir las punciones de los linfomas y así nos ahorrábamos dos operaciones. Cuando llegamos a casa hablé con mi hija Aitana y le expliqué que me había salido un cáncer y que me llamarían para operarme, la verdad, sin dramas ni llanto, todo muy natural. Rob estuvo toda la noche sin dormir y tragándose las lágrimas, pero a la mañana siguiente cuando nos levantamos para desayunar juntos y antes que él se marchara a trabajar no se pudo contener y rompió a llorar. En cuestión de segundos pasó por mi cabeza: “Toñi, esto lo tienes que solucionar tú, él no puede estar así”. Le dije que no pasaba nada que me operaban y punto y él me decía: “pero no quiero que sufras, no quiero que te hagan daño” ahí fue cuando le dije que no me podía permitir el lujo de perder energía llorando y que a él lo necesitaba fuerte, por la niña y por lo que iba a venir, que era largo y duro. Le besé, le calmé y desayunamos juntos y así se fue más tranquilo. Cuando me quedé sola pensé: “ Jesús Nazareno ayúdame, papá ayúdame y dame fuerzas para superar esto, no dejes que me derrumbe y que caiga, por favor mándame toda la fuerza que tú has tenido siempre”, en ese momento se me cayeron dos lagrimones y dije: ”¡no, no, esto no puede ser, fuera lamentaciones!”. Pues la verdad, creo que según te tomas la noticia, los primeros momentos, así te va el tratamiento, ya que el estar fuerte mentalmente y ser positiva ya es media batalla ganada, y yo sabía que lo iba a conseguir, estaba segura de que esto no me derrumbaría. Si las mujeres somos capaces de hacer algo tan grande y maravilloso como dar vida, también debemos ser capaces en esto porque somos fuertes. Ahora sólo faltaba contárselo a mis hijos Arturo y Kiko y lo tenía que hacer igual que con Aitana, con naturalidad y calma, ni ellos


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ni nadie podían darse cuenta de lo que sentía por dentro, pues si yo me derrumbaba todo se iba al traste. Les llamé por skype y se lo conté primero a Kiko. Esta vez me salió bien, no me lo notó, pero estaba nerviosa y el chico me dijo: “ésa es la actitud fuerte y positiva, ya verás que en dos días ya está todo superado”. Después llamé a Arturo y él se quedó un poco más parado y no sabía qué decir (tocados se quedaron los dos pero Kiko disimuló más) por eso es tan importante la actitud de uno mismo ante los demás, creo que lo hacía por un poco de egoísmo, así sólo me preocupaba de mí y de mi cáncer y no de los demás y de lo mío. El día 15 de marzo ingresé en el Hospital Sant James de Dublín. Llegamos Rob y yo a las 3 de la tarde y me asignaron una habitación. La verdad es que estaba un poco asustada, pues los hospitales aquí no son como en España, que los pacientes pueden estar con un familiar durante todo el día, todos los días que estés ingresada, ¡aquí no!, aquí tú tienes dos horas de visita: una a medio día y otra por la tarde noche, y eso es lo que me asustaba, pues como he dicho antes mi inglés era muy pobre y eso me hacía sentir insegura. Vino la cirujana y estuvo hablando con nosotros y nos explicó una vez más lo que iban a hacer y rellenamos los papeles necesarios para la autorización y también me pidieron si podía donar mi pecho para la ciencia y por supuesto que dije que sí. Rob se esperó todo lo que pudo pero a las 8 de la tarde ya se tuvo que ir, ya había pasado la hora de visita hacía rato. El pobre me dijo que intentaría estar antes de que entrara al quirófano pero yo sabía que era casi misión imposible. Me mandó cuatro mensajes al móvil, y por la mañana también, diciéndome que intentaría venir.


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A las 7 de la mañana ya vinieron a prepararme, me puse a rezar y a pasar un rosario tibetano que me regaló una amiga mía de la infancia y que paradójicamente también sufría en ese momento cáncer de mama. A las 8 vino el celador a por mí, habían adelantado una hora la operación. Este chico me recordó a mi hijo mayor y me dio un vuelco el corazón, el chico me preguntó si estaba preparada y yo le dije sí. Me acosté en la cama y me persigné, en ese momento él paró para que rezara tranquila y al cabo de unos minutos me preguntó si había terminado yo le dije que sí, pero las lágrimas se me aglutinaron en los ojos y en la garganta y me puse a llorar. El chico me tocó la cara y me dijo: “tranquila, te prometo que después te recogeré, todo va a ir bien, te lo prometo, yo mismo te recogeré”. Sus palabras me relajaron mucho, me dejó en la sala del preoperatorio, me cogió la mano y dijo: “hasta ahora”. Esa sala me asustó un poco pues parecía que era un parking, allí nos iban dejando, para después llevarnos al quirófano. Cuando entré en la sala anterior al quirófano, el anestesista intentaba gastar bromas y me decía que tenía unos dientes muy bonitos y cuando me iban a poner la anestesia me puse a rezar el padre nuestro y a relajarme, estaba tan tranquilita que hoy en día aún me sorprendo. La operación tardó muchísimo y al despertar lo hice con una paz increíble y de repente oí: “Antonia, ¿cómo estás?” en español y yo pensé ¿dónde estoy?, ¿no estoy en Irlanda?, hasta que de repente me dí cuenta de que una enfermera pequeñita y morena de rasgos filipinos me lo preguntaba. La pobre sólo sabía eso en español y lo hacía para darme tranquilidad y serenidad, ¡qué bien me sentí en ese momento!, ¡cómo se agradece cuando estás tan malita una palabra de amor y de aliento!, sobre todo con el esfuerzo que hacía esta mujer para que me sintiera como en casa. Yo no podía hablar aún, pero movía la cabeza y ella volvía de vez en cuando, hasta que vino


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el celador a por mí y… ¡era el mismo chico! el cual me dijo: “te había prometido que todo iría bien y que vendría a por ti”. Rob estaba esperando fuera, estaba en contacto con mi hermano y mi cuñada, que estaban, la verdad, muy preocupados, no entendían por qué no habían hecho una excepción conmigo y dejaron a Rob quedarse a dormir en el hospital. ¡Pobre de mi cuñada María José, menudo papelón tenía, tranquilizar a mi hermano y que no le notara lo nerviosa que estaba ella misma!, creo que nunca en la vida ha rezado tanto por alguien como lo hizo por nuestra amiga Kika y por mí. La verdad es que menuda faena, Kika que es también muy muy amiga de ella y mía al mismo tiempo con el mismo problema, pero ella sabe que las dos somos luchadoras, fuertes y que creemos en Dios y eso nos tiene que ayudar. Me subieron a la habitación y Rob ya se tranquilizó un poco. Después fue a buscar a la nena para que viniera a verme, ¡mi niña que estaba loca por verme! Cuando me vio tan dormidita se asustó un poquito pero después habló con Rob y a la mañana siguiente, que era San Patricio fiesta nacional y todo el mundo se viste de verde, Rob la volvió a traer, me trajo bombones y ya se quedó más tranquila, y estaba con mejor cara. Sentía bastante vergüenza de que mi marido me viera sin el pecho, pero fue él mismo el que se puso delante con el médico y quiso mirar, para mí era el primer día, un shock pues al fin y al cabo es una mutilación. Después fue un poco difícil la estancia en el hospital, no entendía todo lo que me decían y el oír todo el día hablando inglés me


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mareaba, fue entonces cuando ideé mi plan para irme a casa, el día 18 de marzo era el Día de la Madre, domingo, y pensé que no me quedaba allí ni un día más. Fui al baño me lavé, me aseé como pude porque la verdad me mareaba, me pinté los labios, me puse un poco de colorete y perfume y me dije: “si tú te lo crees el médico también te creerá”. Cuando vino el médico le dije que estaba bien, él no estaba seguro de darme el alta con los dos drenajes, pero le dije que yo sabía limpiármelo y que todo iría bien, al final lo convencí. Llegué a casa y he de confesar que estaba un poco asustada, pues el brazo derecho (el del lado de la operación) no lo podía mover bien. A los cuatro días de haberme operado vinieron Kiko y Cati a verme, ¡cómo me gustó verlos! Hice de tripas corazón para que no me notaran nada, aunque ellos no estaban tontos.

Esta foto me la hice ocho días después de la operación.


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Hacía los ejercicios que me mandaba la enfermera pero aparte yo me ponía retos: por ejemplo tender la ropa para obligarme a levantar el brazo, o coger el último tazón y así sucesivamente. No me podía mirar la cicatriz, pues aunque no me considero débil, me costaba mirarlo. El primer día que me pude duchar me sentí extraña y pensé: ¡uy, dios mío no sé si podré! pero directamente descarté la idea y dije: “¿cómo no voy a poder? claro que sí, además en mi casa jamás me van a ver llorar”, y así ha sido. Mi hijo Arturo me llama cada día por skype y siempre procuro que no me note mi estado real, Kiko llama menos pero es que no aguanta verme flojilla. He agradecido muchísimo las llamadas de teléfono de mi hermano y de mi cuñada pues eran un bálsamo para mí. También estaban mis amigas, que me han llamado y escrito constantemente por mail, y nadie se puede imaginar la alegría y la energía que da recibir noticias y saber que al otro lado hay gente que se acuerda de ti.


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Para mí ha sido muy importante las muestras de cariño que he recibido, el que mi cuñada rece por mí y que haya ido a una procesión pidiendo para que dios nos ayude a mi amiga Kika y a mí, es muy grande y de verdad que esa energía llega. La gente cuando me dice rezo por ti, yo siempre digo lo mismo: ¡cuántos más somos mejor, pues de verdad que llega y ayuda muchísimo! Poco a poco fui recuperando la fuerza y en Semana Santa vinieron unas amigas mías de España, Eva y Gracia, estuvieron una semana a casa. Mis amigas me trajeron un regalo de otras tres amigas de Jávea con una postal, mis queridas Kika, Toñi y Margarita (la alcaldesa del puerto) ¡ja,ja,ja, la llamamos así porque es una férrea defensora del puerto de Jávea!. Ella me ha mandado unas fotos preciosas del mar y del puerto ¡qué colores! Fue como una inyección de adrenalina y de energía, lo pasamos genial y mis amigas, mi hija y yo recorrimos media isla. Ellas hacían todo para que yo me sintiera fuerte y segura, me querían hacer las cosas, pero yo no las dejaba, pues no quería depender de nadie ni acostumbrarme a que me


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hicieran las cosas más simples, pues yo sabía que después me quedaba sola y las cosas tenían que pasar por mí y así lo hacía. Durante la estancia de Eva y Gracia tuve que ir al médico y me acompañó Eva. El médico fue muy directo y me dijo que había tenido mucha suerte y que el tratamiento era quimio y radio, porque tenía muchas papeletas de que se me reprodujera otro antes de cinco años. Las dos salimos un poco tocadas, pero al llegar a casa y contárselo a Gracia, ella se las ingenió para que se nos pasara y tuviéramos un subidón, ¡ja,ja y lo consiguió! Son fantásticas, gracias por ser mis amigas. Soy afortunada pues tengo unas amigas maravillosas, no me cansaré de decirlo y también una gran familia. ¡Qué suerte tengo de tener el marido que tengo! que después de la operación no salió corriendo, igual que hizo el marido de una chica que estaba en el hospital. Estoy aprendiendo a disfrutar de las pequeñas cosas y aunque aquí el clima es muy diferente a Jávea, intento abrigarme y salir a pasear. Irlanda me ha enseñado la belleza de los paisajes de mil y un colores verdes, los ocres… pero también la belleza de las personas. Estoy aprendiendo a descubrir el corazón del ser humano y es fantástico. Unas semanas más tarde de la operación fui a la consulta del médico y me dio fecha para la quimio, fue en ese momento cuando decidí que directamente me iba a cortar el pelo muy corto. Para mí fue un drama y lo pasé en silencio, sin decírselo a nadie. Mi hija lloró desconsoladamente cuando vino del cole, creo que no era sólo por el pelo, sino porque significaba que pronto me pondrían el tratamiento y eso le asustaba un poco. Me sentía fatal con el pelo tan corto pues nunca lo había llevado así. Pensaba que todo el mundo me observaba y el hecho de ir a la compra y ver que alguien me miraba era un suplicio, hasta que dije que se acabó, a mí no me mira nadie, además lo hice para evitar que la


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niña tuviera después un trauma cuando empezara con el tratamiento y se me cayeran lo mechones de pelo. Decidí que mi hija viniera conmigo para ir a comprar la peluca, quería que ella viviera todo el proceso con la máxima naturalidad posible. Fuimos a una peluquería especializada en pelucas y yo ya sabía la que quería y la verdad ¡vaya mujeres con más profesionalidad y humanidad increíble! Llegué insegura, sufriendo y salí como una reina. La dueña de la peluquería había tenido cáncer de mama hacía 20 años, fue entonces cuando decidió montar una peluquería especialmente para nosotras.


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