Momentos UDS

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MOMENTOS UDS Uni贸n De Sentimientos

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Cubierta: El Pangolín – Ad Serving Fotografía de cubierta: Morgan Fotografías: Cedidas por los autores de cada página; J.M. García; Morgan; As; Ceroacero.es; La Gaceta Regional de Salamanca; Marca; Revista Salas Bajas; Salamancaactualidad.com; Todocoleccion.net; Carlos Gil-Pérez, Historia de la Unión Deportiva Salamanca 1923-1974, Montepío Agrario Salmantino, Salamanca, 1974; Carlos Gil-Pérez, Unión Deportiva Salamanca 1974-1975, Montepío Agrario Salmantino, Salamanca, 1975. ISBN: Depósito legal:

Edita:

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Cubierta: 978-84-15933-30-4 El Pangolín – Ad Serving I.S.B.N.: Fotografía de cubierta: Morgan Dep. Legal: V-2137-2013 Fotografías: Cedidas por los autores de cada página; J.M. García; Morgan; As; Ceroacero.es; La Gaceta Regional de Salamanca; Marca; Revista Salas Bajas; Salamancaactualidad.com; Impreso en España Todocoleccion.net; Carlos Gil-Pérez, Historia de la Unión Deportiva Salamanca 1923-1974, Montepío Agrario Salmantino, Reservados losCarlos derechos. NingunaUnión parte de esta publicación ni de Salamanca,todos 1974; Gil-Pérez, Deportiva Salamanca su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo 1974-1975, Montepío Agrario Salmantino, Salamanca, 1975. alguno sin permiso previo y por escrito del autor. ISBN: Depósito legal:

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PRÓLOGO Soy socio de la Unión Deportiva Salamanca desde que tenía 10 años, aunque me acerqué al equipo con 7 u 8, cuando iba a El Calvario a esperar a que saliera mi padre de ver el partido. Él era abonado y se ubicaba en el fondo situado cerca de la puerta del colegio Maristas, en la yo le aguardaba. Ya como socio, viví muchas alegrías en las eternas fases de ascenso de Tercera a Segunda División (entonces no había Segunda B). Más tarde, entré a formar parte del club como jugador. En mi segundo año como juvenil, pasé al Salmantino, que era el filial. Teníamos un gran equipo que iba de la mano de Cuevas (trabajaba en una tienda de ropa situada enfrente del Bar Plus Ultra) y Romero (tenía una tienda de sedas en los soportales de la Plaza Mayor). Por entonces, iba a entrenar a El Calvario sin ningún tipo de problema, cruzando la ciudad desde mi casa en el barrio Garrido hasta el estadio. Tenía un amigo que vivía al lado, por lo que también pasé muchas horas de ocio cerca de ese campo. Con 16 años, debuté en el primer equipo en un torneo jugado a final de temporada en Guarda (Portugal). Allí recibí mi primera compensación económica como futbolista: 50 pesetas en concepto de dieta. Una de las posibles alineaciones que podría salir de las plantillas de aquella época (años 60 y 70) sería la formada por Miguel, Pedraza, Huerta, Fernando, Manolín, Pollo, Calero, Eloy, Amantegui, Cela y Saro. Como profesional del fútbol, recuerdo a la UDS por mis visitas al Helmántico y por las suyas al Santiago Bernabéu, realizando temporadas de buen nivel en Primera, teniendo grandes jugadores y haciendo buenos traspasos, lo que supone un contrasentido con lo que ha ocurrido en la última etapa. Mi familia siempre ha sido muy unionista. Por eso, cuando la entidad se convirtió en Sociedad Anónima Deportiva, mi padre, mi hermano y yo compramos acciones. Pero lo que conservo con más cariño y en perfecto estado es aquel primer carné de socio con el que se iniciaba un vínculo con la Unión Deportiva Salamanca que ha ido desde finales de la década de los 50 hasta nuestros días.

Vicente del Bosque (Seleccionador España)

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PRESENTACIÓN De todo lo que se puede perder a lo largo de la vida, pensé que lo último de la lista sería mi equipo de fútbol. La explicación puedo hallarla en que estaba en los buenos y en los malos ratos; sin hacer ruido, pero siempre presente. Y con “siempre” no me refiero a las fechas de partido, sino a diario. Desde que conocí a la Unión Deportiva Salamanca, no ha habido lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado o domingo que no haya conversado sobre ella con familiares, amigos o compañeros de profesión. Muchos de ellos me han comentado en las últimas semanas que les impresionaba un artículo que la página web Tribunasalamanca.com me invitaba a escribir a las horas de anunciarse que la UDS desaparecía. Se titulaba `Papá, ¿por qué eras de la Unión?´ y en él relataba una de esas cosas que no ganaré en esta vida: llevar a mi hijo a ver un encuentro de la Unión Deportiva Salamanca como mi padre me llevaba a mí. El primer día que lo hizo fue el 21 de noviembre de 1993. Gracias a unas entradas infantiles que regalaba el supermercado Tragoz, que estaba donde ahora se ubica el Centro Comercial Los Cipreses, presencié mi primer choque como seguidor blanquinegro. La UDS, en Segunda División B y entrenada por Juanma Lillo, ganaba 2-0 al Racing de Ferrol y seguía luchando por ascender a Segunda, algo que lograría al final de esa temporada, la 1993-1994. Después de aquel éxito, tocaba hacerse socio y convertir a la Unión en una fiel compañera. De eso hablo en el mencionado artículo y también de que la UDS estará siempre (otra vez introduzco esta palabra) presente en mí. ¿Cómo? ¿De qué manera? Se me ocurren varias. Si fuera cocinero, realizando un plato en su honor (¿con helado de chocolate negro y tarta blanca simbolizando los colores del equipo?); si fuera fraile, ayudando a oficiar bodas (ella de blanco y él de negro para seguir honrando a esos citados colores)… Pero como no soy fraile ni cocinero, el refrán que combina ambos quehaceres, para mí es distinto: soy unionista antes que periodista. Que conste que no es una ofensa a mi tarea laboral, simplemente me refiero a un hecho cronológico: cuando me licencié, la Unión ya estaba ahí. Y ahora, en 2013, ambas partes están juntas, inseparables, aunque el 18 de junio, día del adiós de la UDS, parecía que se podía romper… la Unión. ¡No! Porque a la UDS se le puede recordar y, encontrada ya la fórmula (gracias a nuestra tarea laboral), hay que hacerlo. ¡Qué mejor que con un libro! ¡Sí! Salamanca es una ciudad cultural y el deporte es cultura. ¿Buena idea? Vamos a ponerla en marcha… Pero la Unión no es sólo una persona. Son muchas: todas los que han pasado por ella y todas los que la han sentido desde su fundación el 9 de febrero de 1923. ¡90 años entre medias! ¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas anécdotas! ¿Y si lo juntamos todo? Sé que resulta casi imposible, pues por unos u

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otros motivos es difícil aunar a todos los que en algún instante han sido unionistas. ¡Pero vamos a intentarlo! ¡Vamos a unirnos todos los que podamos y queramos por última vez! ¡Como si cada una de estas páginas fuera esa butaca que ocupábamos en El Calvario o en el Helmántico! Y así, con esta ilusión (la misma que sentíamos al ponernos la camiseta o la bufanda de la Unión y gritar sus goles), nace este libro de homenaje. Pero no podemos quedarnos ahí. Sí, puede participar el que lo desee (hay quien recurrirá al tópico de que en este libro no están todos los que son, pero le aseguro que sí son todos los que están), pero si la UDS nos ha hecho mucho bien, ¿por qué no hacer que nuestro equipo de fútbol (también lo fue de atletismo, ciclismo, hípica, natación, tenis y tiro de pichón) haga una última buena acción social? A la Unión se le ha acabado el futuro, pero en nuestra sociedad hay quienes tienen uno muy prometedor por delante, esos niños que se han acercado al deporte gracias a la UDS, que quieren presumir de haber sido y de ser de este conjunto, además de extender los valores y la energía que les transmite el deporte, pero que necesitan de nuestra colaboración para hacerlo con una sonrisa aún mayor que la que tienen. Así nace el convenio con Pyfano (Asociación de Padres, Familiares y Amigos de Niños Oncológicos de Castilla y León), a quien van destinados los beneficios de autor de la venta de esta obra. Ya sólo queda el nombre. Y dado que es un libro que no tiene un escritor, sino varios (exactamente todos los que han colaborado), tomamos prestado uno ideado por la afición de la Unión Deportiva Salamanca en la red social `Twitter´ para explicar vivencias tras la desaparición del club: Momentos UDS. Si la hinchada había decidido que bajo esa denominación se podía recordar a la UDS, hay que respetarlo. Eso sí, le damos un pequeño giro y añadimos unas palabras más. Y es que si UDS `siempre´ significará Unión Deportiva Salamanca, desde el día de su marcha, también significa Unión De Sentimientos. Sentimientos de todos aquellos que los ponen en común en este libro que no es un repaso histórico de la Unión, sino un reconocimiento a su trayectoria realizado por quienes la han vivido. Es cierto que, según se vayan pasando las páginas, se irá descubriendo parte de esa historia que tan fantásticamente han recogido otros periodistas charros a lo largo de los 90 años de vida de la institución blanquinegra. Este libro también rinde pleitesía a ellos y anhela servir de complemento a su labor divulgativa. Divulgar conocimientos también era lo que hacían los profesores que he tenido en mi etapa estudiantil. De una u otra forma, ellos también aparecen aquí. Algunos de forma evidente porque compartían y comparten conmigo la pasión por la Unión, y otros, porque sin pretenderlo, contemplaban cómo crecía personal y profesionalmente gracias a la UDS. Puedo decir que alguno veía alterada su clase varias veces por mi vena unionista, como cuando se rumoreaba que Romario ficharía por nuestro equipo (Cristiano Ronaldo o Deco también pudieron) o cuando hacía mi primera tarea periodística. Era enero de 1997 y La Gaceta

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Regional de Salamanca acudía al Colegio Público Santa Teresa buscando alumnos para entrevistar a los futbolistas Míchel Salgado y Martín Vellisca en un suplemento elaborado por estudiantes. Junto a los procedentes de otros centros, hacíamos nuestros primeros pinitos en un mundo al que ahora nos dedicamos. Y encima con Vellisca, mi primer ídolo… Se juntaba todo. Y allí iba, vestido de una forma poco elegante si tuviera que realizar la entrevista hoy, pero impecable para aquel niño de 12 años. Por si hay dudas, en la foto que acompaña a este texto soy el que luce el chándal de la UDS. De esa manera dejaba constancia de que la Unión estaba presente en mi primera vez… como `periodista´. Después llegarían muchas más anécdotas, pero mi `Momento UDS´ siempre será el que acabo de relatar. En la Unión empezó todo, de niño, y por eso digo que me ha visto crecer tanto física como profesionalmente. Ella no estará más y se ha marchado de una forma peculiar, cerrando un curioso círculo. Su primer partido, que además era el primero de El Calvario, terminaba en empate (4-4) con el Sport Comércio e Salgueiros como rival; el primero en el Helmántico, ante el Sporting Clube de Portugal, también (0-0), y el último de su historia, contra el Club Deportivo Tenerife, concluía de idéntica forma (2-2). Para rizar más el rizo, en sus manos tienen ahora un libro. Uno de los más famosos que han utilizado Salamanca como escenario es El Lazarillo de Tormes. `Anónimo´ nos privaba de conocer la verdadera identidad de su protagonista. Los autores de este que homenajea a la UDS, quizás lo hayan descubierto ya. Quería el destino (o la magia de nuestro equipo) que el último gol de la Unión Deportiva Salamanca lo marcara David Lázaro. Fútbol, historia, literatura, Salamanca… De la UNIÓN de todo ello se originan este libro y una pregunta: ¿Y si es David el auténtico `Lázaro de Tormes´?

Roberto Benito (Periodista y coordinador Momentos UDS. Unión De Sentimientos)

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INTRODUCCIÓN Ojalá no tuviéramos que escribir sobre el recuerdo de la UDS, pero llegado el momento y dado que no hay más remedio que aceptar su desaparición, me gustaría participar expresando los recuerdos que me quedan del club al cual pertenecí. Llegué en la temporada 2008-2009, de la mano de Torrecilla, para hacerme cargo de las categorías inferiores. En la campaña 2009-2010, por el mes de mayo, comencé a sustituir al inolvidable Chema, que por entonces ejercía de delegado del primer equipo. Debuté en la misma jornada en la que se iniciaba Jorge D´Alesandro como entrenador sustituyendo en el banquillo a Sito. El recuerdo más dulce lo viví esa temporada en Villarreal, con aquel golazo de Kike López que nos servía para mantenernos un año más en la división de plata. Aquel caluroso 19 de junio de 2010, tuvimos que aguantar golpes en el techo del banquillo, insultos por los aficionados que defendían los intereses del Villarreal B… Los jugadores no se jugaban nada en la clasificación, pero corrían y luchaban como si la vida se le fuera en ese partido (imaginaos porqué). El caso es que en el minuto 52, Kike López lanzó un derechazo que el balón se coló por la escuadra. Todo el banquillo saltamos como locos a celebrarlo, pero sabíamos que aún quedaban muchos minutos de infierno. Cuando el árbitro decretó el final del encuentro, se produjo una explosión de júbilo en la que plantilla y aficionados sentimos que era muy grande lo que estaba ocurriendo. Fueron muchos los seguidores que se desplazaron para apoyar al equipo y se merecían lo acontecido, merecían volver felices. Me acuerdo de las palabras que muchos jugadores dijeron durante la celebración en el campo: “Esto es mejor que un ascenso”. Un recuerdo amargo fue la temporada siguiente, la 2010-2011. En la penúltima jornada perdíamos 5 a 1 contra el Barcelona B. Curiosamente, a unos pocos metros de nosotros, en el Camp Nou, los aficionados del Barça celebraban la consecución de su cuarta Copa de Europa. Y nosotros viviendo la tragedia… Al igual que en Villarreal, los jugadores del Barça no se jugaban nada, pero esta vez fueron mejores que nosotros y estos sí que obtuvieron su propina, que rima con prima. El viaje de vuelta, a pesar de que hasta Madrid fue en AVE, se hizo larguísimo. Las conversaciones apenas existían. Creo que no se pueden medir los sentimientos, no sabría decir a quién de la plantilla le afectó más que a otros, pero lo que puedo asegurar es que para mí fue el viaje más duro y más largo de mi vida y más sabiendo que del pozo de la Segunda B era complicadísimo salir. Así ha sido, tocamos fondo hasta atravesarlo y quedar enterrados. ¡Hala Unión! Por otra parte, como vicepresidente de la Asociación Pyfano, asociación a la que irá destinado lo recaudado con la venta de este libro, quiero mostrar mi más

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sincero agradecimiento al periodista Roberto Benito por pensar en nosotros y por supuesto agradecer a todos los unionistas la participación. Tened por seguro que tiene un buen fin: mejorar la calidad de vida de los niños con cáncer y de sus familias, porque “cuando un niño tiene cáncer, todos lo tenemos”, y es que “el cáncer también es cosa de niños”. En nombre de estos niños y de sus familias, un abrazo de todo corazón.

Míchel Vicente Criado (Exdelegado de la Unión Deportiva Salamanca y vicepresidente de la Asociación Pyfano)

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FUNDACIÓN

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El 9 de febrero de 1923 nacía la Unión Deportiva Española (nombre de la Unión Deportiva Salamanca hasta el 15 de enero de 1932) bajo los auspicios de un grupo de personas emprendedoras a las que les gustaba el fútbol. La primigenia junta directiva fue presidida por el entonces alcalde de Salamanca, don Federico Anaya Simón, mi abuelo. Aunque falleció a edad muy temprana y no tuve la suerte de conocerle, siempre he admirado su capacidad de trabajo y dedicación, así como los logros conseguidos para la ciudad de Salamanca. Tan constante y meritoria fue su actuación que mereció los calificativos de Alcalde Popular y Buen Alcalde. Su afán de colaborar en el desarrollo de cualquier iniciativa o institución que se creara en Salamanca fue lo que le llevó a aceptar la presidencia de la Unión Deportiva Española, venerable institución desaparecida hace escasas fechas después de 90 años de andadura. Su fallecimiento en 1925, siendo aún muy joven, contrasta con la longevidad alcanzada por nuestra querida UDS y produjo tan honda impresión en todos los sectores de la ciudad que hizo que se formara un cortejo interminable en el que había personas de todas las clases sociales, según cuentan las crónicas. Estoy seguro que allá donde se encuentre estará lamentando la desafortunada desaparición de este club casi centenario.

Federico Anaya (Nieto de Federico Anaya –Primer presidente–)

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Desde el privilegiado observatorio de la Plaza Mayor, los vaivenes de la UDS han tenido en el ágora repercusión inmediata. Los ascensos y los descensos, las victorias y las derrotas se han amplificado, conmemorado y penado en nuestra Plaza con singular intensidad. Desde los ventanales del Café Novelty, sede de la fundación de la UDS, hemos asistido y participado en tales avatares cumpliendo dignamente, en lo posible, con nuestro papel de actores secundarios de reparto. Cómo no recordar aquí las visitas de los equipos rivales y las peñas y socios que acompañaban sus desplazamientos. Por la repercusión que para la hostelería han tenido, los mejores, los más derrochadores y festivos, fueron los equipos del norte. Recuerdo visitas del Sporting de Gijón, apoyado por una marea rojiblanca que gastaba sin tino tomando copas hasta altas horas en nuestras barras del centro y fueron los primeros en enseñarnos a beber gintonics y cubalibres en los luego populares vasos de sidra. O los manirrotos hinchas de la Real Sociedad agotando las existencias de jamón ibérico en las mesas de todos los mesones de la ciudad, hace tan sólo tres de años, cuando el equipo de San Sebastián subió por última vez a Primera y llegaron a Salamanca desde las 9 de la mañana miles de vascos hambrientos y sedientos que dejaron jugosos dividendos en nuestras cajas, que en algunos casos alcanzaron cifras récord. Más parcos y escasos de dineros, los visitantes del sur, sobre todo los animados hinchas béticos, también convirtieron la Plaza Mayor en alegre patio andaluz y en ella bailaron y palmearon por sevillanas, mientras comían y bebían sus propias vituallas acarreadas en bolsas y neveras para disgusto de los hosteleros, por más que derrocharan simpatía. Nunca, que yo recuerde, fue muy numerosa la afluencia de afición azulgrana, cuyas expediciones se hospedaban en el antiguo Gran Hotel y la llegada de sus famosos jugadores y directivos causaba un revuelo de alegres muchachas en sus salones, en busca de autógrafos o tal vez de otros encuentros más intensos con las estrellas rutilantes del Barça, que por entonces pastoreaba en sus salidas la venerable calva de senador romano del vicepresidente Nicolau Casaus. Eran ruidosos y un punto insolentes los cerveceros del Atlético de Madrid, que ajustaban su comportamiento a la fama que les precedía, y soberbios y algo altaneros los del Real Madrid, que en la Plaza se comportaban como en un territorio conquistado, sabedores de los muchos salmantinos madridistas. Aficiones, en fin, plurales y variadas, que, gracias a la Unión, conocieron nuestra ciudad, comieron en nuestros restaurantes y bebieron en nuestras barras. Hoy recordamos sus visitas con nostalgia, como un alegre chispazo de vitalidad y alegría.

Paco `Novelty´ (Dueño del Café Novelty –Lugar de fundación–)

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EL CALVARIO

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Lo que es ahora la avenida de Champagnat siempre fue conocida como camino del Cementerio y en la Salamanca de primeros años del siglo XX no había campo de fútbol. De repente, aparece un equipo llamado Unión Deportiva Española y posteriormente Unión Deportiva Salamanca que necesita un estadio. Aquí entran en relación los conceptos del primer párrafo. Resulta que en ese camino del Cementerio había unos terrenos que eran de un señor salmantino llamado Gaspar Alba. Su hija, María, se casó con Huberto Sánchez-Tabernero, gran aficionado al balompié y que intercedió ante su suegro para que cediera esos terrenos y se pudiera hacer un campo para el nuevo club. Una vez terminado, ese recinto lleva el nombre de El Calvario. De él salieron grandes jugadores como Abilio, Maxi, Pruden… Después de la construcción de El Calvario, Huberto Sánchez-Tabernero acepta el nombramiento de presidente de la entidad, cargo que ostenta entre 1924 y 1929. Debido a su profesión (es Doctor en Medicina y funda el Laboratorio del Perpetuo Socorro) y a que es un ganadero de reconocido prestigio, deja el puesto, pero continúa siguiendo con gran afición a su equipo de fútbol. Don Huberto era un hombre amable, extrovertido, culto y muy activo en todos los acontecimientos de la ciudad de Salamanca. Por eso, estuvo tan vinculado a la Unión y a El Calvario.

Cristina Clemares Pérez-Tabernero (Bisnieta de Huberto Sánchez-Tabernero –Presidente–)

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Mis primeros recuerdos de aquel estadio se remontan a los años 40 del pasado siglo, pues entonces tenía yo veintitantos años. Iba al partido de fútbol del domingo, a ver a la UDS, desde la estación de ferrocarril de Salamanca, en la que trabajaba. Y tenía que hacer el trayecto corriendo para llegar a tiempo. Seguía la vía del tren, por cuyo trazado discurre hoy la avenida Portugal. En lo más alto, en la confluencia con la carretera Ledesma, recuerdo que se encontraba el negocio de construcción de Elpidio Sánchez, con su olor a brea. En cierta ocasión, cuando llegué a El Calvario, habían cerrado las puertas y tuve que esperar hasta que llegó el descanso, con decenas de personas a las que les había pasado lo mismo que a mí. En aquel campo y equipo, creo que de Tercera División, vi jugar a Pruden, que luego se marchó al Madrid; a Nano, jugador bajito, pero muy bueno; a Abilio, que acabó después en el Zaragoza, y a sus compañeros, cuyos nombres no recuerdo ahora, aunque entonces los decía de corrido. Los espectadores estábamos de pie en gradas o sobre la misma tierra llana y aguantábamos el frío arropados por nuestra afición. El campo de El Calvario estaba en las afueras de la ciudad, aislado, con Pizarrales al fondo. Todavía en los años 70 lo rodeaba parcialmente un gran descampado que, poco a poco, iba siendo ocupado por edificios nuevos, como los dos Institutos de Bachillerato, el Masculino y el Femenino, los únicos que entonces tenía la ciudad. Cuando construyeron el Helmántico, me hice socio y a algunos partidos me acompañó mi hija mayor, muy aficionada cuando era niña. Ambos recordamos como un hito la época en la que la UDS subió de Tercera a Primera División en tan sólo dos temporadas. He conservado el carné del Fondo Sur, en el que me situé desde el principio hasta hace muy pocos años.

Maxi López Garduño (Aficionado)

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Nací en 1941 y por aquel entonces, como estaba reciente la terminación de la Guerra Civil, la mayor parte éramos unos pobrecitos que las pasábamos `canutas´ para poder subsistir, pues faltaba materia prima para comer regularmente. Vivía cerca del campo de fútbol de El Calvario, por cuyos aledaños jugábamos al fútbol con una pelota de goma o de trapo. A principios de los años 50, antes de ir al partido, algunos de mis tíos pasaban por casa los domingos que jugaba la UDS. Me entraba una envidia terrible por no poder acompañarles al no tener dinero. Por entonces, en algunas escuelas públicas y en las catequesis de las iglesias se hacía una lista de unos diez niños para que, acompañados del maestro o catequista, se les dejara entrar a ver los partidos por una pequeña puerta de hierro (la más cercana al cementerio) que había en el campo. Siempre me apuntaba, pero no siempre me tocaba. Como residía cerca, cuando podía me `colaba´ a ver los entrenamientos. El entrenador, que se llamaba Ausina, se apostaba con los jugadores un chato de vino a ver quién metía más penaltis. Entre los aficionados que solían ver los entrenamientos estaban casi siempre Germán Herrero y Jerónimo Andrés, miembros de la directiva. Vi entrenarse a Salinas (portero), Párraga, Mieza, De la Mata (defensas), Escudero, Gutiérrez (medios), Nano, Acedo, Vaquero, Dámaso y Urre (delanteros). También me acuerdo de Foces, Fuentes, Noreña, Herrero… Y del `Tío Quico´, que vivía en una casita dentro de El Calvario y se ocupaba de todo lo referente al equipo. Junto a su familia, era el utillero. Abría y cerraba el campo, preparaba la ropa y, además, como el campo era de tierra, curaba las caídas, ya que hacía de médico. Tenía un botiquín que no era nada más que una botella de `agua milagrosa´. En estos años, concretamente en 1956, comencé a trabajar y me hice socio. Las oficinas estaban en la plaza Corrillo. Luego se trasladaron a la plaza Liceo, a la calle Abajo y a la calle Íscar Peyra, coincidiendo con la presidencia de mi primo Francisco García, ya en la década de los 60, temporada de los Miguel, Sansón, Regino, Ares, Raba, Blanco, Cela, Eloy, Maxi, Barrado o Abilio (el jugador que más me ha impactado y llenado). Luego vienen la época de Soler (entrenador con los títulos de campeones de España de Aficionados) y la inauguración del estadio Helmántico con Pimenta de presidente. Una vez desaparecida la UDS, estos recuerdos persistirán en mi vida para siempre.

Teyo García (Socio nº 214)

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Recuerdo el primer partido de fútbol que fui a ver. Me llevó un familiar y yo tendría unos 11 años. Era septiembre de 1951 y la Unión Deportiva Salamanca jugaba contra el Hércules de Alicante. Ganó el Salamanca 4-2. Por la Unión formaban: Larrarte, Tomás, Paquito, De la Mata, Herrero, Gutiérrez, Nano, Torres, Loren, Uroz y Urre. Formaban también parte del equipo: Goyo como portero, Fausti con el 7 y Mora con el 9. La nota más destacada fue que Larrarte sacó una pelota que iba a gol en la cepa del poste derecho. En el graderío, un grupo de aficionados comentaban: “Urre es un jugador muy rápido y fuerte; ni se cae, ni le caen. Muchas veces vuelve al vestuario con la camiseta limpia”. También recuerdo escuchar un cántico que no volví a oír temporadas después “¡Hurra, hurra, Salamanca es el que zurra!”. En aquella época, el Salamanca jugaba en el Grupo Sur de Segunda. Vi varios partidos en El Calvario. En uno de ellos jugamos contra el Málaga, en el que destacaban su central Viberti y el delantero Wanderley. Los jugadores que destacaría durante mis años como socio son D’Alessandro, Alves, Robi, Muñoz (jugaba con el número 10 y tenía una pierna izquierda muy buena) y Rial (centrocampista). También me gustaría resaltar a García Traid como entrenador. He sido socio hasta 2008. Lamentablemente, por motivos de edad, no he podido asistir al campo en los últimos partidos de la historia de la Unión.

Manuel Jesús Benito (Aficionado)

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Mi gran recuerdo de la Unión Deportiva Salamanca es la fotografía que acompaña esta página y que dono para este libro. La hice desde el cuarto donde estaba el marcador de El Calvario. La foto data de 1957 y el partido que se jugaba era un UDS – Zamora. Aquella tarde estábamos el periodista Barbero, quien radiaba, y yo, técnico de la megafonía (empleado de la casa Battaner). Curiosamente, empecé a seguir a la Unión de una manera peculiar. De pequeño iba al colegio San Juan de Sahagún y don Santos, el párroco, regalaba una entrada para poder asistir al próximo partido a los alumnos más aventajados en Religión. Yo no tenía medios para pagar mi billete y era bastante forofo. Por eso, me aprendí el catecismo de memoria. A día de hoy, aún me lo sé. Y todo por la Unión Deportiva Salamanca…

Agustín de Castro (Técnico de megafonía en El Calvario)

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Vivía en Tejares, patria chica de `El Lazarillo de Tormes´, al lado del puente de la Salud por donde pasaba el tren que se dirigía a Lisboa. Jugábamos los amigos del pueblo por aquellos andurriales frecuentando las aceñas donde nació Lázaro. Todos los años, la Unión Deportiva Salamanca celebraba una jornada donde los socios del club podían ir acompañados de un niño invitado. Era mi día de Reyes Magos. Mi padre me llevaba al fútbol y se sentaba al lado de la portería oeste de El Calvario, a ras de césped. Aquel disfrute nunca se me fue de la cabeza, ni tampoco puedo desprenderme de los olores del faria, ni siquiera de los efluvios que me llegaban del coñac Fundador o Centenario Terry. Los altavoces de la publicidad eran ensordecedores; la megafonía impedía un diálogo normal. Me quedó grabado el sonsonete de “El reloj de Cascón” o también aquel otro mensaje de “Pintura Eurico Herrero, pintura terciopelo”, incluso aquel que repetía algo así como “Lejía El Guerrero, lava la señora y lava el caballero”… El portero Viera, que acabase padeciendo elefantiasis, volaba de palo a palo como un orangután para atrapar los balones, con aquella visera a lo Zamora, con aquellas rodilleras espectaculares. Tantas veces lo vi por la calle, de mayor, conduciendo un camión con gaseosas de La Casera. Y lo buena persona que era… Me llamaba mucho la atención, del medio, Raba, casi un jugador de baloncesto. Repartía juego en el centro del campo con Ares, un cejijunto mal encarado que arrastraba al equipo con su entusiasmo fuera de lo común… Por entonces se practicaba la táctica con el dibujo más tradicional, 1-4-2-4. Los dos medios formaban con los dos interiores, el 8 y el 10, una figura geométrica que entonces se llamó `cuadrado mágico´. Todavía veo al interior Eloy corriendo con el cuello erguido sin perder nunca el balón; y a Maxi cuando tiraba los penaltis amagando a un lado donde se tiraba el portero mientras que el balón entraba rodadito por el otro; y al atacante Abilio, que cimbreaba su cuerpo sin el concurso del balón cuando los defensores se tragaban el amague; y al mediocentro Toni, que fue mi entrenador en juveniles, que sin aparentes esfuerzos guardaba siempre la posición central como un ancla, y a tantos otros futbolistas que me encantaba verlos aquel día en el que yo festejaba hasta la próxima temporada… El `Día del Socio´ fue una tradición que hizo mucho por el fútbol, al menos yo lo recuerdo con entusiasmo y me acuerdo de mi padre y su afición entrañable… Luego, crecí, jugué en la Unión, practiqué con futbolistas que habían sido mis ídolos y de ese bagaje no quiero olvidarme. Es parte de mi personalidad, moldeó mi temperamento y forjó mi carácter para la otra vida profesional fuera del fútbol. Y de una cosa estoy muy seguro: fui muy feliz y vi siempre a mucha gente feliz en El Calvario.

Manuel Rodríguez García, Manolín II (Jugador, entrenador categorías inferiores y escritor)

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