Noches de Luna Roja Aubrey Ashby 1 Noches de Luna Roja
漏 del texto: Laura del Espino L贸pez Delgado 漏 Ilustraci贸n de portada: anikakinka
pasionporloslibros
Edita:
pasionporloslibros www.pasionporloslibros.es
pasionporloslibros ISBN: 978-84-938190-7-1 Dep. Legal: V-3086-2010
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Índice
Preludio: Resurrección ....................................................................... pág. 007 Capítulo 1: Algo
más que atracción ...................................................
Capítulo 2: Reacciones Capítulo 3: En
intransigentes . ...............................................
pág. 027
noche de luna roja . ...................................................
pág. 045
Capítulo 4: ¿Falsas
quimeras? ..........................................................
Capítulo 5: Circunstancias Capítulo 6:
pág. 011
pág. 061
inalterables . ............................................
pág. 075
Consejos adversos, advertencias hostiles ..........................
pág. 091
Capítulo 7: No
hay vuelta atrás .......................................................
Capítulo 8: Decisiones Capítulo 9: Un
pág. 107
apresuradas ...................................................
pág. 123
nuevo hogar… ...........................................................
pág. 139
Capítulo 10: ...y
una nueva familia . .................................................
pág. 161
Capítulo 11: Revelaciones . ................................................................. pág. 177 Capítulo 12: La
Criatura ..................................................................
Capítulo 13: Contrato Epílogo: Recipiente
pág. 193
de sangre .......................................................
pág. 213
vacío . ..................................................................
pág. 235
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“Las cadenas de este amor abrumador son mis sentimientos, mi condena las circunstancias y mi supresor lo es él. Aún así, Christian no ha robado mi libertad, mi corazón me ha esclavizado a él.” Anabel
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Resurrección Preludio
¿Alguna vez has sido testigo de cómo se derrumba el mundo bajo tus pies? ¿Alguna vez has visto cómo la muerte y la sangre arrancan corazones de los que aún permanecían vivos? ¿Alguna vez has escuchado el llanto ensordecedor de almas errantes? En resumen, ¿alguna vez te has quemado en el mismo infierno? ¿En aquél donde todo muere y sólo prevalece el dolor humano? Yo sí. Lo he vivido. Y ya ni siquiera sé qué parte de mí misma continúa con vida. Quizás mi alma y mi humanidad sea lo único que ha muerto dentro de mí. Aún así, agradezco poder continuar respirando, a pesar de todo. Pero desconozco si es bueno o malo… Yo, ahora, estoy condenada a permanecer en este lugar como penitencia de mis acciones. Porque no hay vuelta atrás una vez que pactas con el Diablo en noches de luna roja…
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“Amor y odio; pasión y dolor; atracción e indiferencia; éxtasis y egoísmo. Descontrol absoluto. Mi corazón no se conforma con sólo amarle, quiere destruirle al mismo tiempo. A mi alma no le basta con sólo permanecer a su lado, grita desesperadamente por una unión mucho más mística. Mi mente hace tiempo que me abandonó en este lugar dejado de la mano de Dios. Y mi ser se ahoga encadenado por los sentimientos que provocan un corazón rebelde, un alma salvaje y una mente en letargo. Si crees que cuando obtienes lo que quieres todo ha terminado, te equivocas. Nunca estaré segura si hice bien al seguirle hasta el fin de la existencia humana...” Anabel
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Algo Más Que Atracción Capítulo 1
El sonido potente del bajo, la guitarra eléctrica y la batería arrollan el silencio de mi habitación junto a la melodía roquera de la vocalista. “My reality is something weird My unfriendly smile on my way Nothing new this wearisome day…” Adoro estas mañanas. El fresco matinal entra en mi habitación por la ventana que dejo abierta todas las noches cuando termina el invierno. Mientras que, a toda pastilla, me despierto entre la música rock de Anna Tsuchiya. Seguro que ahora mismo mi madre maldice haberme regalado el iWake de Memorex por mi cumpleaños con la condición de sacarme una carrera, que se dice pronto (si lo llego a saber les pido un coche). “This world is full of narcissist The girls dressed are just a put-on Oops! I’m all thumbs, I’m not like you…” Zero continúa reproduciéndose y yo me remuevo entre las sábanas perezosamente. Sin duda, no cambiaría estas mañanas de primavera por nada en el mundo sobre todo ahora que ya hemos acabado los exámenes del instituto… — ¡Joder Anabel! Apaga el puto Ipod si no quieres que lo tire por la ventana! Sin la más mínima educación mi hermano pequeño irrumpe en mi cuarto de un portazo. Nunca ha sido un chaval con un buen despertar. 11 Noches de Luna Roja
— Ángel deberías llamar a la puerta antes de entrar. ¿Qué hubiese pasado si me encuentras en pelotas? —le digo con la suma tranquilidad del mundo, porque ni siquiera el cabroncete de mi hermano puede hacer nada para enfadarme. Soy la chica más feliz del mundo en muchos aspectos. — No tienes mucho que enseñar. He visto tetas mucho más grandes que las tuyas. ¡Joder con el crío! ¿Qué ha sido de la inocencia de los 15? No, si la culpa la tienen sus amigos descerebrados con los que se junta con las hormonas a la vanguardia. — Las revistas porno no cuentan, nene —le sonrío pícaramente. Je, je, je, por muy machote que quiera aparentar no es más que un nene de mamá y papá. — ¡Que te den plana! —sale de mi habitación echando leches—. ¡Y apaga la maldita música! —vuelve sólo para dar el portazo que no ha dado cuando ha salido de primeras. ¡Ui! ¡Qué humos!. Debería tomarse la vida con más calma. Después de la avalancha vivida, me dedico a incorporarme en la cama y bajar la música sólo porque no tengo ganas de despertar al ogro de mi padre que duerme en su ciénaga. Sería muy capaz de dejarme sin viaje de fin de curso, tiene incluso peor despertar que mi hermano. Genial, las ocho. Tengo diez minutos para arreglarme y salir volando al insti, hubiera tenido más tiempo si mi “hermanito del alma” no me hubiese dado el espectáculo. Sin pensarlo dos veces, cojo del armario una camiseta de tirantes con un escote pronunciado y unos vaqueros ajustados. Tengo buen cuerpo, mejor lucirlo ¿no? Me lleva ocho minutos vestirme y maquillarme. Habrían sido menos si no me hubiese dado por hacer ambas cosas a la vez, ya que casi me hacen caer de morros contra el suelo, sin contar con la raya negra que me he dibujado accidentalmente en medio de la cara con el lápiz de ojos al perder el equilibrio. Mi hermano debe haberme contagiado sus malas vibraciones matinales. Aunque aún no hay nada perdido, si me salto el desayuno seguro que llego a tiempo a clase. El problema es localizar las botas. Eso si logro 12 Noches de Luna Roja
recuperarlas de debajo de la cama con toda la mierda que almaceno ahí debajo. Seguro que tengo un ser no identificado viviendo ahí dentro y aún no me he enterado. ¡Ecks, me da repelús con sólo pensarlo! ¡Cómo para meter la mano ahí dentro! Y eso que es mi porquería… Hago de tripas corazón y la meto rezando para que, al menos, no me salga ninguna cucaracha, me da un jamacuco con tan sólo pensar en esa idea. Los eternos segundos se convierten en meses antes de dar a tientas con las botas, al tiempo que mi mente me traiciona y me advierte de los muy variados bichos que pueden haberse criado en medio de toda la basura, empezando por cucarachas, pasando por arañas y terminando por ciempiés. A punto estaba de abandonar, cuando he rozado la suela de una de las botas y sin querer hacer más larga mi agonía las he sacado más rápido de lo que va el coche de Fernando Alonso en una de sus mejores carreras. Me dispongo a ponérmelas sentada en la cama (no quisiera pegarme un porrazo y quedarme subnormal por ponérmelas de pie) cuando mi móvil empieza a sonar con la canción de “Save you” de Simple Plan. Veo en la pantalla que es Menchu quien me llama, así que lo descuelgo y me lo pongo en la oreja sujetándolo con el hombro para poder ponerme las botas. Supongo que debo aclarar que Menchu se ha vuelto tan sumamente rata que para que te llame más vale sentarte y esperar que te salgan telarañas. Además también influye que el “Dios de la Economía”, como ella llama a su padre, esté de buen humor para hacerle una mísera recarga y conservarla durante un mes entero. — ¡Qué fuerte tía! —me deja sorda—. ¿A que no sabes qué ha pasado? —sigue gritándome histérica. — Si no me lo cuentas, no lo sé —seguro que la deidad de la economía le ha agraciado con un ingreso celestial en su tarjeta de crédito. — ¿Has salido de casa? —me pregunta cambiando de tema—. Tía, corre. Tienes que venir o la arpía de Alicia te jode los planes para el viaje de fin de curso. Se me cae el móvil al suelo al escuchar semejante noticia. Menchu no bromearía con una cosa así, sabe que jugar con este tema, es jugar con fuego. ¡La muy zorra! Ya sabía yo que ésa le estaba tirando los tejos. Cuando la pille, verás… 13 Noches de Luna Roja
— ¡Ey, teta! ¿Sigues ahí? —escucho la voz agitada de Menchu desde el móvil que continúa en el suelo. — Menchu, entrométete en los planes de esa bruja —le ordeno con el móvil de vuelta en la oreja—. Enseguida voy para allá —cuelgo. De una, agarro la mochila y salgo zumbando de casa directa al instituto. Paso de desayunar en un momento tan crítico. “Joder”, “joder” no sé cuántas veces he llegado a pronunciar esta palabra en mi recorrido de camino al instituto, que se me ha hecho más eterno que otros días. Sólo cuando veo las verjas del recinto escolar a una distancia prudente disminuyo el paso, aún así sigo con paso acelerado. A medida que avanzo, sin creer lo que veo, distingo a Menchu y a Lara en la puerta principal sentadas en uno de los bancos, conversando tranquilamente, lo cual me mosquea enormemente. ¿Qué tiene entendido Menchu por “entrométete en sus planes”? — Buenos días —las saludo en un tono bastante borde. — Buenos días —me contestan con una sonrisa de oreja a oreja. — Le has chafado los planes, ¿verdad? —le replico sin entender el sentimiento de felicidad que envuelve el puñetero ambiente. — No —me responde Menchu con una sonrisa de bobalicona. — ¿¡Cómo que no!? —ésta es la gota que colma el vaso. — Es mucho mejor que eso —sonríe siniestramente—. Alicia se le ha declarado. — ¿¡Y me lo dices así de campante!? —yo entro en crisis—. ¿¡Creía que éramos amigas!? — ¡Oye! Antes de echar por tierra nuestra amistad, piensa un poco. ¿Cómo crees que ha reaccionado Christian? — ¿Cómo? —realmente tengo muchísima curiosidad. — Ha pasado literalmente de ella, igual que ha hecho en todo el curso —me informa Lara. — Tenías que haber visto la cara de boba que se le ha puesto cuando 14 Noches de Luna Roja
le ha dicho secamente “Nunca me han gustado las de tu tipo” —ríe sin cortarse un pelo Menchu. Jamás he sentido un alivio como éste. Mi corazón parece que se quiere salir del pecho de lo rápido que late. Estas dos, acaban de darme la mañana. No podía haberme despertado con mejor humor, pero no, tenía que llamarme Menchu para preocuparme por nada. Porque, por suerte, la cosa ha salido mejor de lo que esperaba, y de hecho me alivia, pero no es lo mismo, soy más consciente de la urgencia con la que tengo que poner en marcha mi plan. Si hace diez meses, alguien me hubiese dicho lo que sería capaz de hacer por un chico, me hubiese reído en su cara. Pero, a día de hoy, no me atrevería a mirarle a la cara a esa persona de la que me habría reído, sólo para no ver su sonrisa socarrona y su gesto prepotente. Vale, supongo que esto requiere de una breve explicación para que se me entienda. Empiezo por mí misma, soy una estudiante de 18 años a las puertas de selectividad, morena de ojos color miel. Mi signo zodiacal es Aries, mi color favorito es el rojo, mi asignatura estrella es el inglés, y la geografía la quisiera ver extinta; me gusta hacer el vago, Orlando Bloom y el chocolate (el que se come, no el que se fuma); y odio supremamente estar sin blanca, los lunes y tener que cabrearme. Creo que ya os habéis hecho una idea generalizada de mí ¿o también es necesario que os diga el color del tanga que llevo puesto? Bueno, sólo añadir que vengo de una familia compuesta de 7 miembros: mis padres, mi abuelo, mis dos hermanos, “Pelotilla” (el cobaya) y yo. ¡Todo un zoo en vivo y en directo! Sin embargo, el tema principal está en mi vida amorosa, que para empezar, no es que sea muy activa. De pequeña solía enamorarme frecuentemente y a primera vista de hombres que me duplicaban y triplicaban la edad pero, al crecer, gracias al cielo, eso ha cambiado. Ha cambiado tanto que justo es al contrario. No me enamoro de un chico ni aunque me lo proponga y eso ya es decir, si salen a la luz los tremendos embolaos que he llegado a crear con sólo hacer acto de aparición mi cabezonería. Pero no ¡ni por ésas me enamoro! Intenté probando a salir con Sergio, un chico que conocí en la Morocha con el que tuve un rollo de una noche, y que a raíz de eso, nos continuamos viendo y la cosa surgió. Dejé que todo siguiera su curso y empecé a salir con él pero desde el primer momento no 15 Noches de Luna Roja
sentí nada especial. Pensé que quizás sería cuestión de conocerle y estar juntos. Craso error pues no sentía ni siquiera cariño por él y acabó dejándome refunfuñando que yo era una frígida. ¡Una frígida! ¡Será mamón! Lo único que quería era llevarme al catre y como yo lo vi una pérdida de tiempo, porque no sentía nada por él, me negué. Y me acusó de frígida y estirada. Vamos, que ahora a mi ex no lo quiero ver ni en pintura. ¡Qué desperdicio de primer amor! En fin, saltándonos unas cuantas miserias mías y pasando cinco meses después de esa relación, llegamos al inicio del último curso de bachillerato. Al primer día de clase. Después de lo ocurrido con Sergio, me propuse abstenerme de cualquier posible relación hasta llegados los veinte, cuando los tíos tienen más conocimiento y yo fuese más madura para aguantar sus chorradas. Pero el primer día de clase, tuve que tragarme mis propias palabras. El principio de curso supuso, para mí, un problema y de los gordos. Me enamoré sin remedio de la persona equivocada. Entrando en detalle, para la gente curiosa, con la llegada del nuevo curso llegó un nuevo estudiante. Con la llegada del otoño, llegó el primer amor. Pero no el primer amor al que te refieres con el primer tío con el que sales sino al primer amor que hace que toda tú despiertes dentro de un cuento de hadas lleno de ilusiones y esperanzas, el que hace que lo veas todo de color rosa. Aunque, para ser sincera, la primera vez que sentí eso quise suicidarme, todo era demasiado color “rosita”. Si bien es cierto, no pude hacer nada por detener ese sentimiento, era demasiado cálido y vivo y comencé a quedarme atrapada dentro de él, hasta el punto que ahora he caído demasiado hondo como para poder salvarme y escapar. Mi corazón continúa latiendo con la misma intensidad como el primer día cuando miro a Christian. Y pensaréis ¡qué bonito! ¡Qué suerte tiene! ¡Yo también quiero enamorarme! Pero dejad que os diga que no es bonito ni próspero cuando esa persona ni siquiera te mira, ni siquiera sabe que existes… Como ya he dicho, Christian no es la persona indicada por la que enamorarse, con él lo único que encontrarás es sufrimiento, ése es el temor que me despertó de mi propia burbuja. A raíz que iban pasando los días, me di cuenta. Es cierto que es un chico atractivo y afable superficialmente, pero le rodea un aura de frialdad, solitud e incluso una crueldad disfrazada de soberbia; hay veces en las que creo que ni siquiera tiene 16 Noches de Luna Roja
corazón y me entra miedo pues dentro de mí estoy llena de amor por él. Es alguien a quien más que como amigo consideras tu enemigo natural. Es complicado de explicar porque ni yo misma sé cómo he llegado a esta resolución pero así es como lo siento. Va más allá del razonamiento humano, más bien diría que está regido por las leyes de la naturaleza. Lo presiento y me tienta. Christian es un mundo aparte que no tiene fin y eso me asusta porque desde hace tiempo mis sentimientos se volvieron dependientes de su presencia, de él con tan sólo verlo. Me asusta porque está arrasando todo mi ser y jamás he conocido a la chica que late en mi interior nacida de este amor. Una chica frágil y sensible que puede romperse con facilidad. Jamás había sentido algo así por nadie. Jamás me había sentido tan vulnerable por culpa de alguien. Definitivamente, el primer amor terminará destruyendo una parte importante de mi alma y más cuando es de Christian de quien se trata. Y para finalizar, mi ya no tan breve explicación, diré que Alicia, la tercera en discordia, es la “o sea” típica pija que hay en cada clase y que no sale de casa sin unos bonitos zapatos a juego con su estado de ánimo. Vale, exagero. Pero es tan repelente… A ésta no hay que cogerle mucho afecto ¡es la mala de la peli! Eso sí, quítale el ojo de encima aunque sea un segundo que ya te ha quitado a tu chico. Para estos casos, todas las novias y chicas enamoradas tendríamos que crear una asociación para preservar nuestros derechos de lagartas como éstas que, ni aunque queramos y nos apiñemos, se extinguen. Como la mayoría de las chicas dicen que no merece la pena, todas han ido cayendo como moscas porque Christian, por muy atractivo que sea, es distante y frío, por mucha educación que tenga o finja tener, las chicas se dan cuenta de lo inaccesible que es y abandonan… eso es lo que me ha dado ventaja a la hora de no tener competencia. No obstante, también es lo que me está poniendo las cosas más difíciles para que se fije en mí o, al menos, sepa que existo. Aún así, Alicia tiene el cerebro tan pequeño que sigue sin darse cuenta. Durante el curso se le ha insinuado, en principio, de manera disimulada pero, cuando el tiempo se le iba agotando a partir de abril, lo hizo a lo bestia. Una mañana que estaba en los bancos enfrente de la cancha de fútbol con otros chicos, Alicia se le acercó en modo “divina 17 Noches de Luna Roja
de la muerte” con un escote que parecía que las tetas se le iban a salir de la camiseta (no hace falta mucha imaginación para entrar en situación). Se le acercó a una distancia considerable y sumando que parecía que estuviese hablando con alguien subnormal, multiplicando el descojone de los chicos y la indiferencia de él, restando la peste a perfume que desprendía desde bien temprana mañana y dividiendo que, sin venir a cuento, ¡se sentó en su regazo! (ese momento quise estrangularla con la cadena del retrete), lo que se obtiene es a mí echando chispas por todos lados, que no la cortocircuité porque Menchu y Lara me detuvieron, y en consecuencia, le salvaron la vida. Pese a todo, lo hicieron más por mi bien que por el suyo. Pero ¿cómo podría caer bien una chica así, que intenta tener más “amigos” que amigas a excepción de “las chicas Elle” (ya se sabe qué revista es la Biblia de las pijas)? Por otro lado, esto a mí me posiciona en peor lugar si supiéseis qué tengo pensado hacer en el viaje como medida extrema… En mi defensa declararé que yo he mantenido la distancia esperando que me notara y más que nada porque no me atrevía con un ser de hielo como él. Quizás sea un poco extremista pero llegados a este punto ¿qué más da? ¡El tiempo se agota! Y no estoy dispuesta a renunciar por un chico tan mono (buenorro), tan educado (aceptable), tan frío (pasota) y tan indiferente (irresistible). Tampoco puede que mis gustos digan mucho de mí pero voy a contracorriente. Con todo, el sentimiento lo mueve una fuerza más poderosa que la del corazón, lo mueve el alma. No puedo resistirme sin rasgarla y el dolor es mucho más intenso de lo que puedo soportar. No hay ninguna opción. O me consumo con un corazón roto y un alma hecha pedazos sin posibilidad de repararlos o lo arriesgo todo para salvar mi paz, mi tranquilidad, mi comodidad. Suena egoísta pero tengo miedo a perderle y sufrir su ausencia, por eso apostaré mi corazón y mi alma. No hay marcha atrás, caí en esta trampa el primer día en que le vi… — ¡Yeee! —me da un codazo en el omoplato Menchu de camino a clase. — Mira que eres cariñosa —la jodía me ha hecho daño. — Eres tú quien estás en las nubes. Encima que te hemos ayudado con Alicia y tienes un obstáculo menos para acercarte a él ¿nos lo agradeces sin contarnos qué planeas hacer para que al menos se digne a mirarte? 18 Noches de Luna Roja
— ¿Que me habéis ayudado? ¿¡Cuándo!? ¡Qué jeta tienes! Pero si lo único que habéis hecho es cotillear, que precisamente a ti eso se te da de maravilla —le recrimino a Menchu. — ¡Qué fuerte me parece! Encima que lo he hecho todo por ti, ¿¡así me lo pagas!? — Haya paz —como siempre Lara se interpone en el medio para que ni Menchu ni yo nos terminemos tirando de los pelos. Yo creo que si no fuera por ella, la amistad entre Menchu y yo no habría durado tanto, las dos tenemos un carácter más bien fuerte y chocamos frecuentemente. Pero Lara consigue mantener a flote nuestra amistad y la armonía en el grupo. Es un sol. Algún día tendríamos que ponerle un monumento por la paciencia que nos tiene desde hace diez años. —Lo que Menchu ha querido decir es que el viaje será dentro de poco y que si necesitas algo ya sabes que puedes contar siempre con nosotras para lo que necesites—. No sé cómo Lara nos entiende tan bien. Menchu tiene menos delicadeza que el tacto de un estropajo y claro, yo me ofendo por lo bruta que llega a ser y antes de pensar en lo que quería decir, pues empiezo a gruñirle, la paciencia no es lo mío y con Menchu se necesita demasiada. Definitivamente, a Lara hay que premiarla con un monumento en una gran plaza luminosa. — Bueno, no es que tenga trazado al pie de la letra un plan de los de verdad. Pero lo tengo claro, me voy a arriesgar. Es la última oportunidad y la pienso aprovechar. — Espero que sea algo más original que apestar a perfume del caro, enseñar tetas y cargarte con un kilo de maquillaje. — ¡Menchu! Tengo más categoría y dignidad que Alicia. Supongo que también más cabeza. Pero no te digo yo que si no se digna a dirigirme la palabra, ni siquiera a mirarme, aparezca en su habitación esperándole en su cama con ropa interior sexy o le interrumpa en el baño mientras se ducha con una mini toalla puesta. Aunque también puedo presentarme sin más en la puerta de su habitación con la cena y una botella de champán vistiendo sólo un delantal. Eso les pone a los tíos ¿no? Se hace un silencio y tanto Menchu como Lara me miran calibrando la magnitud de mis palabras. No sé qué es lo que las convence si mi mirada fija, mi expresión casual, mi tono de voz neutro o la decisión de mis 19 Noches de Luna Roja
palabras, pero Menchu empieza a descojonarse cuando comprueba que hablo en serio. — Nosotras podríamos averiguar en qué habitación se acomodará —divaga Lara—. Espero que al menos con esa iniciativa consigas alguna reacción — me desea. — Yo quiero una foto. ¡Eso hay que verlo! —continúa entre risas Menchu. Sí, lo sé. He perdido completamente la cabeza. Pero si ya de por sí me dejo llevar por mis impulsos en situaciones corrientes, en una situación que es mucho más importante, atrayente y limitada las circunstancias se desmadran todavía más. Ahora posiblemente se trate de una probabilidad hipotética que no me tome muy en serio pero para mí lo es. He de acercarme a Christian porque cada día que pasa siento más ansiedad, me ahogo, me vuelvo más vulnerable y los sentimientos incumplidos atacan a mi corazón. Desde hace algún tiempo que este amor pasó a convertirse en dolor y agonía. Ya nada puedo hacer cuando mis instintos están tan descontrolados. Hay algo en mi mente que me repite una y otra vez que esto no acabará bien. Sin embargo, mi corazón me empuja hacia él como si quisiera romperse en mil pedazos antes que perderle. Este amor es enfermizo y preferiría no haberle conocido nunca puesto que una vez que conoces este sentimiento no puedes vivir sin él. Es como una droga, demasiado adictivo. Ahora no quiero pensar en ello, no quiero recargarme la cabeza más de lo que ya la tengo. No quiero asfixiarme pensando en el poco tiempo que queda ni en que, si no sale como yo quiero, no le vuelva a ver porque entonces no sé qué me ocurrirá, sea lo que sea, no será nada bueno… Entramos a clase y dirijo la vista a las mesas situadas al lado de las ventanas y me fijo en él, olvidándoseme las inseguridades, los miedos, las dudas y los sentimientos negativos ahora convertidas en embriaguez y exaltación. Mi corazón late como loco y la voz de mi interior susurra que está dispuesta a aceptar el reto de seducirle en el viaje de fin de curso sin opción de derrota. Le presto atención disimuladamente, cuando avanzo para sentarme con Menchu y Lara en el sitio de siempre, para ver que está en su sitio de forma relajada mirando al cielo más que a las canchas de fútbol que se ven 20 Noches de Luna Roja
por la localización de la clase. No hay nada fuera de lugar en él. La tranquilidad y la pasividad que le rodean, el hecho de aislarse a pesar de tener relación con algunos compañeros de clase, la actitud de toda su persona que parece estar siempre esperando por algo o alguien. Es una persona completamente misteriosa de la que me muero de ganas por saber qué oculta. Como si fuese un juego peligroso… Inconscientemente, giro la vista hasta el sitio de Alicia. Está sentada junto a las de su especie clavándome una mirada llena de ira y rencor. A la niña de mamá y papá no le ha sentado bien que le hayan dado calabazas ni que no le consientan lo que ella quiere. Sin poder reprimirme, le sonrío pícaramente y empieza a echar fuego por los ojos porque yo aún tengo una oportunidad. Por muy tonta que pueda aparentar, Alicia es lo suficiente astuta para saber quién anda detrás de sus presas. Me considera un estorbo porque sabe que yo tampoco he abandonado, a diferencia del resto. Y ahora que ella ha agotado sus posibilidades es cuando me ve a mí con cierto peligro. Es la típica persona egoísta, caprichosa y avariciosa que defiende el lema “si no es para mí, no es para nadie”. Deberé tener cuidado en el viaje a Ibiza para que no interceda en mis planes. — Eugenia, ¿ya tienes las notas de geografía? —interrogan a la profesora al entrar al aula. — Sentaos, que empezamos la clase. Al final os diré las notas finales de la evaluación —anuncia, tomando asiento en su mesa—. Ahora os repartiré los exámenes del lunes y aprovecharemos para revisarlos. Esto se está acabando. Dos días más y nos dan las notas. Pese a poder asistir después a las clases extra para el selectivo, ya casi hemos dejado atrás el instituto. Yo, que cuando comenzaban las clases de inicios de curso y los deberes, ya estaba pensando en las vacaciones, no sé por qué pero siento añoranza, un hueco en el corazón. Me he quejado una y mil veces de los madrugones, de no poder salir por culpa de los deberes y los trabajos, las noches en vela por los exámenes, los profesores,… pero empiezo a echarlo de menos y no me he ido todavía. Además las tres nos lo hemos pasado bien juntas, aunque Lara seguirá los pasos de su hermana y se irá a estudiar a Barcelona y Menchu se meterá a hacer un curso de FP en Alicante porque aquí no cursan esa opción. 21 Noches de Luna Roja
Hemos prometido escribirnos, llamarnos y reunirnos en vacaciones, pero sé que no durará mucho porque llevamos caminos diferentes. Cuanto más avanzamos al mundo real, más nos separamos. ¿Soy la única que lo siente de este modo? ¿Soy la única reacia a crecer? ¿O quizás es porque estoy vacía de ambiciones? Vivo el presente sin pensar en nada, lo más lejos en lo que pienso es en el selectivo porque tengo que hacer una carrera, pero el resto está en blanco, como una hoja de papel. No sé qué quiero de la vida tampoco sé qué puede ofrecerme, así que no sé qué quiero escoger. Estoy tan confusa que preferiría volver a enterrarme debajo de las sábanas y no salir de ellas hasta que el mundo haya girado 180º y yo haya superado esta etapa. Si al menos pudiese esconderme y saltar esta parte de mi vida sería lo mejor que podría pasarme pero eso es imposible. El mundo sigue su curso y no puedo detenerme, lo único que haría es alargarlo y no quiero desperdiciar mis años de juventud. A lo que realmente tengo miedo es a que llegue el día en que tenga 40 ó 50 años y piense que he desperdiciado mi vida. Eso no podría soportarlo. ¿Por qué alguien tan sumamente inmadura como yo, ha de elegir ahora lo que le marcará para toda la vida? No estoy preparada. No quiero cagarla. ¿Es éste un buen momento para querer que todo se detenga y retroceda? — Anabel —me saca de mis pensamientos Lara de un codazo. — ¿Eh? —ida, intento ponerme en situación para descubrir que me he pasado toda la clase pensando en las musarañas. — Si te hubieras aplicado un poco más, las cosas te habrían ido de otra manera en esta clase —suspira Eugenia—. Que no te extrañe por qué te he suspendido en geografía. Tus resultados tampoco son para tirar cohetes aunque raspas el 5 en este trimestre, me temo que tendrás que quedarte con un 4 en la nota global de la evaluación— me comunica. El momento de lucidez en el que parecía que estaba madurando se ha desvanecido… ¿¡Por qué tiene que suspenderme!? Vieja bruja, si estás amargada búscate a alguien ¡pero no me desbarajustes los planes que tengo para conseguir a Christian! Espera, cálmate. Sólo es una asignatura (de momento) no creo que mis padres se lo tomen tan mal como para no ir ¿verdad?... 22 Noches de Luna Roja
…No sé por qué pero hay algo que me dice lo contrario. “Eo, aquí tu conciencia. Cuando te dé la gana escucharme, sabrás que te lo digo yo.” ¡Lo que me faltaba! “Deberías habértelo currado un poco más. Si me escuchases de tanto en tanto…” ¡Maldita conciencia! No es hora para restregarme eso por la cara ¡ya es tarde! Somos un equipo ¿¡no!? ¡Piensa en algo de más utilidad para solucionar esto! “Respira hondo o te da algo. Tranquilízate, sólo es geografía. Tienes septiembre.” ¡Te hablo de Christian! ¡No de geografía! “Entonces has perdido. Guapa, haberlo pensado antes.” ¿Qué hago hablando con mi conciencia? “Porque sólo te interesa mi opinión en situaciones extremas.” Para lo que me sirves de utilidad preferiría que te murieses. “Mira que me llegas a caer bien. Qué borde que eres.” ¡Cállate!
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24 Noches de Luna Roja
“¿Cuándo madura una persona? ¿Hay un tiempo establecido para ello? Aún no sé si he madurado por completo. Pero, en este instante, me doy cuenta a lo que me han llevado todas mis acciones egoístas. Cuando creí seguir mi camino, me alejaba más de todo lo que me importaba. En el momento en que lo perdí todo, me quedé vacía. Y me di cuenta de la estupidez que había cometido. Si tan sólo hubiese sido una mejor persona, no habría hecho sufrir a tanta gente. Gente que aún ahora me importa demasiado.” Anabel
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Reacciones Intransigentes Capítulo 2
— Cálmate —intenta animarme Lara—. Ten un poco más de confianza en tus padres. — Lara, te equivocas. Sí que debe preocuparse— mete baza Menchu—. No compares al resto de padres con los tuyos. — ¿Qué intentas decir? —se mosquea Lara. — No te enfades. Digo que tus padres son una excepción. No te castigan, siempre que lo necesitas te dan dinero, te consienten como a la que más. Lara eres una niña mimada. No puedes entendernos ni ponernos en el mismo saco a quienes no corremos con la misma suerte —se lamenta. — Menchu yo me he ganado la confianza de mis padres —sin duda es la más madura de las tres—. Tú recoges lo que siembras. No voy saltándome toques de queda o mintiéndoles con que te quedas en mi casa a pasar la noche estudiando, cuando en realidad te vas de juerga a cualquier garito que haya movimiento. En cuanto al dinero, ¡tú siempre andas en números rojos! Bastan con que un sábado te den la paga para irte al Corte Inglés y gastártelo. No me miman, tú eres la oveja descarriada. — ¿Oveja descarriada yo? ¿¡Quieres que me pase en mi casa estudiando todos los días!? —se indigna. Lo cierto es que sólo estudia un día o dos antes de los exámenes, el resto de juerga y encima aprueba el curso. — Si no aprovecho ahora, cuando tenga 20 años más seguro que no podré hacerlo. Y necesito ropa ¿acaso quieres que vaya desnuda por la calle? ¡Todo está carísimo! 27 Noches de Luna Roja
— Menchu, tú no necesitas mucho para gastar dinero. Compras lo primero que se te mete entre los ojos. Eres una consumista en potencia. Y si no, ¿qué le ha pasado a la minifalda vaquera que te compraste el otro día en Berska? ¿O al pichi negro de Zara? ¿O a la camiseta rosa y los pantalones de Stradivarius? Tengo buena memoria ¿quieres que vaya enumerando toda la ropa que te has comprado y luego ni te la has puesto?—ahí le ha dado. Lara suele ser tranquila y modosita pero tócale mucho la moral que afila su lengua. Tiene un don especial para conocer el punto débil de cualquier persona, y con Menchu, puede aprovechar porque tiene infinidad de ellos y muy visibles en cuanto la conoces. — ¿Queréis dejar de discutir? No estoy de humor —mi voz sale en un susurro pesado y desanimado. Después de que Eugenia (la profe de geografía) me sentenciara con su suspenso, al finalizar la clase he intentado hablar con ella sin resultado alguno. Opta por dejarme el 4 en vez de subirme a un 5 y todo porque tengo las notas bastante flojas, pero no todas suspensas. Varían entre el 4’5 y el 5. Hubiese hecho la vista gorda si sólo hubiese sido ésa pero a cuarta hora me han revelado que matemáticas iba dentro del paquete sorpresa. Al final, han sido dos asignaturas de las gordas las que me han quedado, que habré de recuperar este verano para no repetir curso y poder hacer el selectivo. No es tan grave ni tampoco soy la única a la que le han suspendido, pero el viaje es el mes que viene y a mis padres no les va a gustar la noticia. En estos casos, lo lógico sería estar deprimida por el suspenso pero yo lo estoy por las consecuencias que acarreará, por el viaje y por mi última oportunidad. No se trata de un capricho sino de una necesidad. Ni yo misma me conozco. Desde que le vi por primera vez hay algo en mí que me ata más a él y no me deja alejarme sin dañarme. Estoy asustada porque no puedo ni sé cómo contrarrestarlo, y cada día que pasa, todo se vuelve más insoportable. ¿Esto es el amor? No lo creo. Parece más una enfermedad. El primer día que entró en clase algo despertó en mi interior atraído por él. Lo que aquello fuese, hizo que mi corazón despertara. Como si toda mi vida hubiese estado en letargo esperando aquel momento. 28 Noches de Luna Roja
Intenté hacer caso omiso de todo aquello pero cuanto más me esforzaba por olvidarle, más pensaba en él. Cuanto más luchaba con mi mente, más se revelaba el corazón. Poco a poco, y como consecuencia de esa lucha interna, fui debilitándome hasta el punto de dejar de ser yo misma. Mi orgullo acabó rindiéndose. Jamás me había pasado algo así. Siempre me he dejado guiar por él. Era tanto el tormento de ir en contra, que no pude más y admití mi derrota. No obstante, la calma no duró mucho. Había aceptado esos sentimientos, los conocí y llegué a apreciarlos porque eran cálidos y me llenaban de vida. Todo a mi alrededor me sonreía. Incluso me recriminé el hecho de haber estado tan obcecada en este tema. Repito, la calma no duró mucho. Me había enamorado de Christian y lo reconocí. Con todo, cuando ves a esa persona cada día, cuando te das cuenta que ni siquiera sabe que existes, que todo cuanto sientes no se puede liberar y continúa encadenado en tu interior, llega una nueva tormenta. A partir de ese momento, ya ni siquiera sé cuántas lágrimas he llegado a derramar. Ni las veces que ha variado mi estado de ánimo. Todo se ha vuelto un caos. Todo por un primer amor al que maldigo. El dolor era tan intenso que durante un tiempo la chica frágil y sensible en la que me estaba convirtiendo sobrepasó todas mis barreras y pasó a vivir mi existencia. Como consecuencia, el dolor se multiplicó, la tristeza reinó y las lágrimas se agotaron. En ese entonces, mi interior era como un desierto. Estaba devastado. Mi corazón sangraba y mi alma comenzó a morir, jamás he experimentado una agonía tan grande como aquella vez. Estaba viva y respiraba pero no vivía en absoluto, solamente sufría sin hacer nada. En ese instante, fue cuando lo comprendí todo. Mi corazón, mi alma, mi orgullo, mi fuerza, mi obstinación, hasta mi mente debían de cooperar para salvarnos a todos. Decidí enterrar en lo más profundo de mi ser a esa chica para que no provocase más daños y decidí no dar nada como perdido hasta no probarlo. El resultado final donde resolverlo y liberarme de esta imposición iba a ser en el viaje. Ahora ya ni lo sé. Que haya decidido lanzarme a él, no significa que espere un buen resultado. Tan sólo espero lo suficiente como para que no actúe de forma indiferente, ignorando todo cuanto hago. Simplemente, que me preste un poco de atención para, al menos, deshacerme de todos estos sentimientos incumplidos tan caóticos. No creo que me acepte y se enamore de mí. Demasiado surrealista contando a todas las chicas que ha ignorado. ¿Por qué iba a ser yo especial? 29 Noches de Luna Roja
No, no soy especial. Soy una más a diferencia de cómo se han desarrollado las circunstancias y cómo ha reaccionado todo mi ser. Es la vulnerabilidad de no haber amado nunca por lo que estoy siendo tan endeble. Por eso sólo espero que me salve. Que reaccione ante mí y rompa mis esperanzas, que destruya mis sentimientos con su rechazo porque así espero que mi corazón vuelva a revivir. Si se rompe, podrá recomponerse. Las personas lo hacen a menudo ¿no? Pero si se queda estancado, como lo está ahora, con sentimientos que no van a parar a ninguna parte, entonces no podrá avanzar. Si quiere romperse en mil pedazos antes que desistir que así sea. No pienso oponerme a mi corazón, ni al mecanismo oculto que lo ha despertado, que sangre, estoy dispuesta a superar cualquier dolor con tal que se acabe este tormento que ya ha durado demasiado. Tal vez sea mi mente la que hable por mí, pero es que no estoy acostumbrada a dejarme dominar por el corazón, y para una vez que lo hace, el descontrol es absoluto. Sin duda, con mi mente nunca me había pasado esto. Siempre era más fácil dominar las situaciones a mi beneficio y bienestar. No obstante, hasta que no conozca qué es lo que lo ha provocado, hasta que no sepa por qué mi corazón ha despertado con él y no con otro, no tengo fuerza para contraatacar y encontrar una escapatoria. No hasta que sepa qué o quién ha empezado a despertar en mí. — Oye, no te preocupes. Si no te dejan ir, siempre podemos buscar otra manera, aún hay tiempo —me consuela Lara. — Sí, tú tranquila siempre podemos secuestrarlo para ti —suelta Menchu—. Dime dónde vive y te lo llevo esta noche —me sorprende toda resuelta, echaré de menos sus predisposiciones cuando se vaya a Alicante. — Mira que eres bruta. Lo que te faltaba a ti por hacer, allanar casas ajenas. Anabel, nuestra Menchu es una acosadora —dramatiza. — ¡Eh! Que yo lo decía por ayudar. ¿Se te ocurre algo mejor? — ¿¡Lo decías en serio!? ¿Dónde está tu juicio? ¡Ah! Espera, ya me acuerdo. Tú nunca has tenido —normalmente Lara no tiende a ser tan puñetera, suele ser la que nos separa a Menchu y a mí. — Pues perdone usted, señorita sabionda —le replica con rintintín—. Soy toda oídos para escuchar sus ideas. 30 Noches de Luna Roja
— No hace falta tener muchas neuronas como para pensar en que se pueden coincidir en las clases extra que darán para selectividad. — Eso si va —objeta Menchu. — Puede encontrárselo “de casualidad” en la calle. — Para eso tendría que estar vigilándolo las 24h. para saber dónde va y cuáles son los lugares habituales a los que acude —está claro que Menchu ha asumido el papel de Lara, viendo todo de forma más objetiva. Es una tarde de las raras. Lara y Menchu se ponen a discutir mientras yo me comporto pasivamente. Después Lara, que tendría que hacer uso de su madurez para encontrar una solución factible, la manda a paseo y se comporta como Menchu. A Menchu deben haberla absorbido los aliens cuando ha ido al baño del McDonalds (donde hemos comido después de las clases) y le han hecho un lavado de personalidad. Y yo, estoy en uno de mis momentos con el estado de ánimo en descenso, por lo que no tengo ganas de nada. Sin duda, una tarde muy rara en su conjunto. — Que se presente en su casa. — ¿Sabes dónde vive? Porque yo no —rebate Menchu. — Quizás coincidan en la universidad. — Demasiado grande y por lo que he oído creo que tiene pensado irse a estudiar al extranjero. Otro de los motivos por los que sé que todo se acabará cuando pase selectividad y nos desvinculemos del instituto. No es que sea seguro y él haya dicho algo pero es lo que se rumorea. Además, si lo comentan es porque tendrán algún indicio o comentario de su parte en el que basarse. Ahora que lo pienso, fue en abril cuando empezó a circular el rumor, justo cuando Alicia dejó de esperar a que él se le acercarse, cuando le atacó con todas las de la ley, con sus más que insinuantes indirectas. Alicia, por muy sorprendente que sea, se relaciona con bastante gente y si ella se ha dejado guiar por ese rumor algo de verdad debe de haber, es muy desconfiada y para creerse algo siempre lo comprueba. — Venga. Dejadlo ya —doy por zanjado este tema—. Todo son suposiciones, hasta que no hable con mis padres no sé qué pasará. Además no es que vaya a dejar los estudios sólo es retrasar selectividad hasta septiembre. 31 Noches de Luna Roja
— Sí, tienes razón. Nos estamos montando nuestra película —sonríe no muy convencida Menchu, y a decir verdad, yo tampoco lo estoy. — Bueno chicas, aquí nos separamos —avisa Lara al salir del parque en nuestro recorrido de regreso a casa—. Hasta mañana y suerte con tus padres —me guiña el ojo con una sonrisa de las suyas. — Lara son sólo dos asignaturas, las recuperaré en septiembre no es tan grave —no sé por qué intento convencerla a ella cuando tendría que creérmelo yo—. Ya me dejarás los apuntes del curso. — Eso, ves a fardar de notas a casa, “niña mimada” —se despide Menchu—. Si quieres los apuntes, vente a mi casa y te los doy. — Para el carro. No es que me vaya a poner a estudiar ahora —me quejo—. Puedo esperar a que pase selectividad para que Lara me los preste —me justifico. — “Ovejita descarriada”, ¿quieres que vuelva a suspender por culpa de tus apuntes? — ¿Perdón? —se ofende Menchu. — A ver, yo te agradezco mucho tu buena voluntad —se lo digo lo más suave posible—. Tus apuntes son muy bonitos con los bolis de colores que usas para los títulos y demás —allano el camino para que no explote, no después de haberse ofrecido a dejármelos. La predisposición hay que tenérsela en cuenta—. Pero sinceramente, si tengo que fiarme de lo que ponen… voy mal. No es que prestes mucha atención en clase que digamos y tampoco es que apuntes todo lo que explican. En realidad, no apuntas nada. Cuando no te dedicas a hacer dibujitos en el libro, te pasas las horas haciendo malabares para ver cómo consigues dinero para alguna falda bonita que has visto en algún escaparate o en lo que haréis tu chico y tú la próxima vez que os veáis. Esto último que he dicho, nos lleva a saber por qué Menchu se va a Alicante y no a otro sitio a cursar su grado de FP. En Alicante es donde está Javier, su novio, con el que sale desde hace año y medio y al que conoce de ir a veranear todos los años a Santa Pola, al chalet de sus abuelos. No hay que mencionar que los novios tienen un mayor poder de convicción que una simple amiga que conoce desde hace diez años. Lo reconozco estoy un poco mosca pero le daba lo mismo hacer un “grado supe32 Noches de Luna Roja
rior de diseño y producción editorial” que de “producción en industrias de artes gráficas” que está aquí en Valencia. Fue ella la que me confesó que haría el de diseño en Elche si sus padres le permitían irse a vivir con sus abuelos y así poder estar cerca de Javi. No es que me caiga mal su chico, al contrario, cuando ha venido a Valencia a ver a Menchu siempre lo hemos pasado genial con él. Es muy majo y tal. Es sólo que estoy un poco celosa porque, de pasar toda la vida al lado de tus amigas, a verte más sola que una mota de polvo, acojona un poco. Cuando acabe el verano todo va a cambiar y yo me voy a quedar aquí muriéndome de asco, eligiendo lo primero que crea que es “bueno”. Quizás exagero un poco pero no soy partidaria de este tipo de cambios tan drásticos. Y sí, soy egoísta pero no lo bastante como para echárselo en cara. Por eso no sabe que lo pienso. Para mí está bien si eso es lo que quieren tanto Menchu como Lara, para eso están las amigas ¿no? Para apoyarse mutuamente, aunque con ello me vea perjudicada negativamente. — Con que ésas tenéis, ¿eh? Pues que sepáis que he aprobado con esos apuntes de los que tan poca confianza mostráis —Menchu nos reprocha altanera. — Venga, no te enfades sólo bromeaba. Tú también me puedes dejar tus apuntes —aunque no los pienso utilizar. — Pues ahora no quiero —se cruza de brazos haciendo una mueca. — Pues no me los dejes —resuelvo viendo el reloj del móvil que marca las seis—. Bueno ahora sí yo me voy que tengo que preparar el terreno antes de que llegue mi padre de trabajar. — ¿¡Se lo vas a decir ya!? No hace falta que seas tan rápida. — No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy —sermonea Lara. — Eso es. ¿Qué más da un día antes que dos? Mejor soltarlo y pensar una segunda opción si no sale como yo espero —me refiero al viaje—. ¡Ale!, hasta mañana. Me despido para irme a casa. “Con que estás nerviosa, ¿eh?” Lo que me faltaba. Una conciencia chistosa. Debo de estar volviéndome loca. 33 Noches de Luna Roja
“Apuesto a que no eres capaz de decírselo a tus padres. ¿Qué no oyes cómo te late el corazón? A ti hoy te da un infarto, chica.” Esfúmate. “No puedo. Soy una parte de tiiii.” Haz como si no existieses como haces la mayor parte de las veces cuando la vida me sonríe. Parece que sólo estás para machacarme. “No estoy para machacarte. Eres tú la que sólo me escucha cuando necesita ayuda. Demasiado egoísta ¿no crees?” No soy perfecta, ¿sabes? De hecho aunque ahora necesite ayuda no es que la quiera, tú sólo me complicas las cosas. ¿Recuerdas cuando te hice caso y dejé salir a la chica frágil y debilucha que se estaba formando dentro de mí? “¿Aún me guardas rencor por eso? Yo sólo te dije que tenías que afrontar la situación. No puedes cegarte cuando un hecho es tan evidente. No ganas nada mintiéndote a ti misma.” Suenas como mi madre y me sobra con una. De todos modos, ¿continúas apoyando ese consejo? Te recuerdo que gracias a eso pasé por un infierno. ¡No recuerdas que la chica frágil que apareció me puso peor las cosas! ¡Lloró, se lamentó, lo asumió mientras se consumía y no luchó! “Tu problema es el orgullo. Llorar y aceptar que estás enamorada o que es superior a ti, no es una debilidad. No es pecado aceptar ayuda. Te quejas pero a raíz de eso te fortaleciste más y lo superaste.” Pues vaya superación cuando he llegado al punto de rebajarme por hacer lo que sea para que un chico cualquiera se fije en mí. “Te lo repito, eres demasiado orgullosa. Y Christian no es un “chico cualquiera”, eso tenlo presente si no tu corazón volverá a revelarse contra todo tu ser. A él no puedes derrotarlo con la mente.” ¿Acaso no formas tú parte de mi mente? ¿No puedo ignorarte cuando me dé la gana? “Si eso es lo que tú crees…” Eres una molestia. 34 Noches de Luna Roja
“Soy la madurez que a ti te falta. Tú de por sí representas de sobra la inmadurez.” Desaparece no necesito tus consejos. … Silencio. Por fin. Creo que debo de tener algún cable cruzado porque si no no entiendo todo esto. ¿Quién más a parte de los locos escuchan voces? Quizás sea el estrés… ¿Ahora soy tan idiota como para creer semejante burrada? ¡Qué estrés ni qué hostias! Si surgió de la nada a principios del tercer trimestre de hace dos cursos, cuando salía con Sergio. ¿Qué estrés tendría yo por ese entonces si había aprobado todo? Además cuando rompí con él, desapareció. Supongo que se quedaría a gusto después de haberle puesto de todos los colores habidos y por haber. En aquella época me dio por pensar que sería mi conciencia lésbica, puestos a pensar en estupideces se piensa la más grande. Pero no, cuando Christian entra en mi vida a la otra le da por hacer acto de aparición y lo más fuerte es que a este “candidato” sí lo apoya. ¡Genial, está visto que soy una desgraciada! Saliendo de mis ensoñaciones, me doy cuenta que ya estoy enfrente del portal de mi edificio. Lo más probable es que me haya estado dando el coñazo todo el camino para que no me distrajese y llegara cuanto antes a casa sin pararme en ningún otro sitio, lo cual, es enormemente tentador. — Cuanto antes acabe con esto, mejor. Es inútil alargarlo más. Que sea lo que tenga que ser —susurro metiendo la llave en la cerradura. Entro dentro y cojo el ascensor para que me deje en el quinto piso. La cobardía parece haberse esfumado porque, con cada paso, no siento más que determinación y seriedad. Llego a la puerta de mi casa y la abro para encontrarme envuelta de silencio. No hay nadie. Está visto que lo mío es mala suerte. Quería decírselo primero a mi madre para que se hiciera a la idea y que así, me apoyase para cuando le tocase el turno a mi padre. Convencer a los dos a la vez, va a ser más chungo. Antes de repensarme la situación, me encierro en mi habitación y le doy al play de la mini cadena. Del CD que ya hay puesto, empieza a reproducirse Soldier de Dover. Subo el volumen y me dejo caer en la cama, 35 Noches de Luna Roja
cerrando los ojos. Son en momentos como éstos cuando descargo todo el cansancio acumulado. No es cansancio físico sino que al relajarme es cuando me doy cuenta de todo lo que cargo encima. Son tantas cosas y me siento tan perdida. Por una parte está Christian que ni yo misma sé si todo esto tendrá un final. Por otra Lara y Menchu que se van y me dejan sola. Y por otra más, mi futuro, tan oscuro e impredecible como una noche lluviosa. Sin duda, mi mundo está patas arriba. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? ¿Por qué me siento más sola que nunca? ¿Por qué tengo tantas ganas de llorar? “Porque tienes miedo.” ¿Tú otra vez? Pensaba que te habrías ido. “Lo quieras o no, yo siempre permaneceré a tu lado.” ¿Así que sólo puedo contar contigo? Preferiría a alguien de carne y hueso. “¿Para que mientras llorases, te consolase?” …. “Aún eres una cría. Y a lo que tienes miedo es a crecer. Porque ya nadie va a decirte qué tienes o qué no tienes que hacer. Porque si metes la pata, de ahora en adelante, la culpa será toda tuya. Porque ya no va a valer esconderse entre las faldas de tu madre. Pero ¿sabes lo peor de todo? Que no estás preparada para todo este cambio. Que lo más probable es que metas la pata y eso te perjudique aún más y te haga más daño. Tu mundo se amplía pero tú te quedas escondida en el mismo rinconcito en el que has estado siempre. No tienes la fuerza para seguir adelante. El mundo entero se te comerá si no cambias. Y eres demasiado terca para cambiar y darte cuenta de lo vulnerable que te haces a ti misma. Eres una persona insegura y necesitas a alguien a tu lado en quien apoyarte. Alguien que se enfrente al mundo por ti y te deje continuar en tu rinconcito, soñando con un mundo mejor.” Cállate. “Llorar no te va a solucionar nada.” Ya lo sé. Pero no puedo detener las lágrimas. “Te sientes impotente ¿verdad?” 36 Noches de Luna Roja
Sí. “Lo ves. Eres una persona inmadura.” ¿Sólo has aparecido para criticarme? Te odio. “Si fuese buena contigo, no solucionaríamos nada. Debes convertirte en alguien independiente, lo suficiente fuerte como para dejar de crearte tu propio mundo y así, evitar ver lo que no te gusta. No puedes querer continuar de ese modo. ¿Crees que ignorando la realidad y centrándote en ti misma todo irá mejor? Te equivocas. La realidad te afecta la quieras ver o no.” Eso lo entiendo. “¿Y qué no entiendes?” El por qué tiene que ser ahora. Estoy hecha un lío. Las cosas se han precipitado tanto y en tan poco tiempo que no me han dado tiempo a reaccionar. “Eso es fácil de responder. Siempre has contado con que las cosas marcharían del mismo modo y te has aferrado a ellas. Pero ¿qué ha pasado cuándo han empezado a cambiar? Que has advertido una realidad a la que ignorabas con premeditación. Tú lo sabías y aún así elegiste ignorar. Anabel eres más infantil que Lara o Menchu. Si le añades tu egoísmo y tu cobardía ¿qué obtienes?…” … “Que te quedes atrás y todo empeore. Como te he dicho no estás preparada. Pero eso no quiere decir que no haya esperanza. Simplemente debes de empezar, a partir de ahora, a cambiar las cosas y antes de dar un paso en falso, mejor no darlo que tener que dar después dos pasos atrás.” ¿Por qué me dices todo esto? ¿Por qué te escucho? “Te lo digo ya que eres incapaz de reconocerlo por ti misma. Y me escuchas porque sabes que es verdad. Sólo te recuerdo lo que tú te esfuerzas en no querer pensar. Porque para ti es más fácil vivir con tu vida de adolescente “rebelde”.” No me refiero a eso. ¿Quién eres? ¿Y por qué pareces no formar parte de mí? “Aún no estás preparada para escuchar esa verdad. Ahora despierta. ¿O has cambiado de idea y no les dirás hoy a tus padres las nuevas noticias?” Abro los ojos de golpe. El cansancio se ha desvanecido de mi cuerpo. 37 Noches de Luna Roja
La mini cadena continúa reproduciendo Keep on moving, una de las canciones finales del disco de Dover. El intenso sol de la tarde se ha disipado y el día empieza a finalizar. Con modorra, sin incorporarme de la cama, miro el reloj de la mesita. Las ocho y cuarto. Me siento en la cama, intentando despejarme. No esperaba quedarme dormida. Y a pesar de haber descansado, psicológicamente me siento como una mierda. En serio, debo de tener algún tornillo suelto. Esto no es normal. ¿Quién en su sano juicio escucha voces imaginarias? Pero, lo peor de todo es ¿por qué si sé que tiene razón, me obceco tanto en no quererlo cambiar cuando las cosas no marchan bien? Lo más lógico sería intentar estar bien con uno mismo. ¿Por qué continúo haciéndome más daño intencionadamente? ¿Por qué me resisto tanto? Es inútil. Pensar en ello es inútil. Y más cuando nada está sujeto a una realidad aparente. Todo está en el aire. Flotando de forma abstracta. No puedes tocarlo. No puedes verlo. Sólo oírlo. Podría darle un millón de vueltas a este tema y siempre me quedaría del mismo modo. Sin respuestas y sólo con preguntas que cada vez van a más. Me levanto de la cama y me dirijo al cuarto de baño. Me lavo con agua fría la cara, no sólo para despejarme yo misma sino también las ideas que me rondan por la cabeza. Ahora lo único que tengo que pensar es en los dos suspensos que me han caído y en mis padres. Cuanto antes acabe con esto, mejor. — ¿Mamá? —la llamo saliendo del cuarto de baño. — Estoy en la cocina, Ana —me responde. Así que ya ha vuelto. Genial. No estoy de humor para una charla pero mejor aprovechar la ocasión. — Cada vez haces antes la cena —comento al entrar a la cocina y verla enredada entre ollas y sartenes—. A este paso antes de que nos demos cuenta terminaremos cenando a las 7 de la tarde —me siento en una de las sillas de la mesa. — Esto es la comida de mañana —sonríe—. Mañana tengo que ir al Prop y se me hará tarde. 38 Noches de Luna Roja
— ¡Ah!, ya. ¿Por la solicitud de Eloy? —mi hermano mayor. — Sí. ¿Te pasa algo? —me mira mi madre recelosa. — No. ¿Por? — Pareces alicaída —baja la temperatura de la vitro y se sienta enfrente de mí—. ¿Ha pasado algo? — No. Bueno sí —me han caído dos y no sé cómo decírtelo, pienso—. ¿Dónde está papa? — Ha bajado un momento a comprar tabaco. ¿Qué ha pasado? —genial, ahora está más seria. Pero es el momento. Si tan sólo no la tuviese tan encima de mí y no me mirase tan directamente a los ojos. Joder, así no me atrevo. Así me incomoda. ¿Me espero al día en que den las notas? ¡Seré cobarde! — Ya estoy en casa —anuncia Ángel desde la entrada. Por desgracia, mi madre ni se inmuta, sigue clavándome la mirada. Y yo sigo en silencio. — Mamá, Íñigo… —se para en la puerta de la cocina—. Joder qué caras tan largas. — ¡Eh! —le da un capón mi padre en la cabeza—. Te cuesta lo mismo hablar bien. Pero tiene razón, ¿qué ha pasado? —desvía su atención hacia nosotras. — Papá, siéntate. Tengo que hablar con vosotros —es inútil alargarlo. — ¡Hostia, está embarazada! —suelta el enano desde la puerta—. Cuando lo cuente en clase… — ¡Pero qué dices! —le corto, encima quiere pregonarlo. Ya lo sé. He escogido un mal momento y más con Ángel de por medio metiendo las narices. Aunque después de esto, espero que le den menos importancia a los dos suspensos. Al fin y al cabo, no tienen a una hija adolescente embarazada. — ¿Eso es verdad? —se aventura a preguntar mi madre. Hacemos progresos, por lo menos ha recuperado el habla. Aunque mi padre sigue blanco. 39 Noches de Luna Roja
— No. No estoy embarazada. Es más, soy virgen, ¿contentos? —sólo falta que la conversación se desvíe a una charla sobre sexualidad con mis padres—. Papá, siéntate. Todo está bien —no sé si podrá moverse de la impresión. ¿Tan malo es que esté embarazada? — Sí, claro —atina a sentarse. — Respirad hondo. No estoy embarazada. Sólo quería deciros que ya sé las notas y me han caído dos. Matemáticas y geografía. Silencio. A veces los silencios son buenos, o no. ¿¡Qué significa!? ¿Es un silencio bueno o malo? ¿O aún piensan en el embarazo? No, si al final tendré que hacerme unos análisis o ir al ginecólogo. ¿Se puede odiar más a un hermano pequeño tocapelotas? — Escuchad. Pienso esforzarme por aprobarlas. Estudiaré y en septiembre podré matricularme en la universidad después de aprobar el selectivo. Sólo son dos. Y el viaje de fin de curso no interferirá, ¿verdad? —no hay manera, ¡les gusta el silencio!—. ¿Seguís dejándome ir? — ¿Sólo dos? —se burla el enano—. De una idiota como tú, no se puede esperar menos —se ríe con disimulo. Paso de él. — ¿Por qué metes el viaje? —bien, mi padre ya ha salido del shock—. Has suspendido dos y ¿sólo se te ocurre pensar en el viaje? —lo prefería calladito. ¿Le recuerdo que podría estar embarazada? — Ana, ¿sabes qué significa eso? Sólo tendrás una oportunidad en el selectivo, eso si consigues aprobar las dos asignaturas —contraataca mi madre—. Si no, desperdiciarás un año. — Eloy pasó a la primera. — Eloy no suspendió ninguna. — Mamá, lo siento. Pero ¿no podríais tenerme un poco más de confianza? Estudiaré y aprobaré tanto las asignaturas como el selectivo. Tengo tres meses por delante. — No se trata de confianza, Anabel —me corrige mi padre—. Se trata de responsabilidad. — ¿Y creéis que no soy responsable? —lo que me faltaba por oír—. He estado estudiando todo el curso… 40 Noches de Luna Roja
— Pues no se nota —me corta Ángel. — ¡Cállate, enano! No estoy hablando contigo —todo tiene su límite y el mío ya lo ha sobrepasado. — No le grites a tu hermano —me advierte mi padre, serio. — ¿Tres contra una? ¿De eso va la cosa? —la situación se me sale de las manos—. Pensad lo que os dé la gana pero he hecho lo que he podido. Me han quedado dos y no me olvido porque soy yo quien tiene que aprobarlas. ¿¡Acaso queríais que me pasase todo el día encerrada en el cuarto, estudiando!? ¡Yo también tengo una vida que vivir! ¡No todo es el instituto y me he esforzado! ¡Joder! — ¡Anabel! —grita mi padre—. Ni se te ocurra volver a levantarnos la voz y mucho menos hablarnos de esa forma. No repliques —me amenaza. Nadie quiere escucharme. Nadie quiere comprenderme. Es una pérdida de tiempo hablar con alguien que no quiere oír. — ¿Sabéis que os digo? —salto de la silla—. ¡Que a la mierda con todo! —salgo de la cocina. Quiero salir de aquí. Necesito salir de aquí. Y antes de darme cuenta, cierro de un portazo reteniendo inútilmente las lágrimas.
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“Cuando algo es eterno, como nuestra vida, llegado un punto todo se llega a aborrecer. Y en medio de entre tanta oscuridad, viajas con el fin de encontrar un rastro de luz que haga que tus días vuelvan a ser vívidos como lo fueron una vez: cuando estabas vivo; cuando eras un ser humano. Creí que mi condena sería estar encerrado en la maldición del paso del tiempo aferrada a una existencia donde no hay salida, donde la muerte no es una opción sino una utopía. Pero me equivoqué. Cuando había abandonado todo deseo de alimentar mi lado humano ya olvidado. Cuando había aceptado convertirme en la bestia que mi esencia vampírica desataba. Como un soplo de aire fresco, llegó a mí lo que todo vampiro convertido busca si no quiere consumirse noche t ras noche en la oscuridad eterna. Fue en esas circunstancias cuando la conocí a ella.” Christian
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En Noche de Luna Roja Capítulo 3
“Take a breath, I’ll pull myself together. Just another step until I reach the door…” Había olvidado que llevaba encima el móvil. ¿Quién será? “…you’ll never know the way, it tears me up inside to see you…” Es Eloy. Así que ya se ha enterado, aunque teniendo en cuenta que ya es más de medianoche… ¿Cómo he podido montarla de esa forma? Es que soy idiota. ¿Qué hago ahora? Si no me hubieran atacado entre los tres… “…I wish that I could tell you something to take it all away. Sometimes I wish I could save you there’s so many things that I want you to know” … Ha colgado y no he contestado a la llamada. ¿Qué estoy haciendo? No sé si quiero volver a casa. “Beep, beep, beep” ¿Un mensaje? De Eloy, ¡cómo no! — No sé qué ha pasado pero vuelve a casa. Es tarde y están preocupados —leo en voz alta. ¿No sabe qué ha pasado? ¿Me toma el pelo? Conociendo a Ángel, dudo 45 Noches de Luna Roja
que no le haya ido con el cuento de cómo la bruja de su hermana ha despotricado por dos malditos suspensos. Pensándolo mejor… puede que la bruja de su hermana se haya pasado con él. Ángel casi siempre está fastidiando, es la naturaleza de hermano pequeño. Nunca antes le había gritado y menos de ese modo. Me he enfadado y la he pagado con él también. Quizás no eran ellos quienes no querían oír sino que era yo la que no escuchaba. Quizás… “¿Sólo quizás?” ¡Oh!, me honra con su presencia su majestad. “Corta el rollo, sé captar un eufemismo cuando lo escucho.” ¡No me digas! “Está visto que sigues en tus trece. Es raro que no te hayas ido echando pestes a casa de Menchu.” Necesitaba respirar, me estaba ahogando allí dentro. “Pues me parece que ya has respirado bastante. ¿Por qué no vuelves a casa?” ¿Por qué debería volver? “¿Porque deambulas, ves a saber por dónde, pasada la medianoche? Es un buen motivo.” Y yo tengo otro para no volver. No quiero verles. “Si no hubieses metido de por medio el viaje, esto no habría pasado.” No te metas en esto. No estoy de humor para aguantarte mucho más tiempo. “La has fastidiado y lo sabes. ¿Por qué te enfadas enseguida? Si hubieses hecho las cosas bien, podrías haber ido. Lo has empeorado tú sola.” Ya no sirve de nada pensar en probabilidades. “Actúas siempre del mismo modo. Como si te estuviesen atacando. No te estoy atacando. No soy tu enemiga y tus padres tampoco. ” ¿Entonces qué eres? ¿Una amiga? Sólo me das por culo. “Estás cabreada, es inútil razonar ahora contigo.” 46 Noches de Luna Roja
Conmigo nunca se puede razonar. Y menos tú. “Entonces las cosas nunca te irán bien.” ¡Ja! Lo que me faltaba por oír. ¿Acaso eres un parásito incrustado en mi cabeza que pretende que haga cuanto me diga como a un robot? “Jamás haría algo así. Tú y yo somos una misma esencia. Lo que ocurre es que aún no te has dado cuenta. Seguramente, ni quieras entenderlo.” Vete a la mierda. Odio que se entrometa de esta manera en mis cosas. Si al menos me echase un cable, aún. Sólo está para restregarme mis errores, si es que lo son. ¿Es que no hay nadie en este mundo que quiera entenderme? No pido mucho. Sé que ya debería haber vuelto a casa. Que, para ser sincera, no tengo la más remota idea de dónde me encuentro. Porque desde que salí de casa he caminado sin un rumbo fijo hasta pasar la medianoche. Estoy en medio de una calle que jamás he visto. Está oscuro y empiezo a estar cansada. Y no tengo miedo porque, a pesar de ser un lugar lóbrego, es extrañamente solitario. ¿Tanto le cuesta apoyarme un poco? Conciencia o madurez, no sé qué es esa voz, pero ya que me da la vara ¿por qué, conociéndome tan bien, no me alienta? Lo necesito. Estoy confusa. ¿Con qué cara me presento en casa? ¿Y qué he de decirles? ¿Disculparme? ¡Ni hablar! Sólo me he defendido. Me han acorralado los tres, ¿qué esperaban? Además quién dice que se les haya pasado el enfado. Seguro que esperan que vuelva para darme un buen rapapolvo. ¿Qué me está pasando? Sólo es un viaje… No es el viaje, es Christian. ¿Por qué ha puesto mi mundo patas arriba? Está siendo un curso muy largo. Si lo llego a saber me cambio de instituto. Christian nunca tendría que haber venido. Tendría que haberse quedado donde estuviera. Lo está descontrolando todo. Y sigo sin saber por qué. Esto no es normal. Lo sé. Sin embargo, siempre acabo tropezando con la misma piedra. Lo mejor será que me olvide de todo. Del viaje, de Christian. Ya se me 47 Noches de Luna Roja
pasará. Aunque se queden estancados esos sentimientos. Se calmarán una vez que deje de verle. Eso es lo que necesito. Desconectar. Dejar de verle. Poco a poco, con el tiempo, los sentimientos disminuirán hasta debilitarse y desaparecerán. Sí, eso es. Me han caído dos. Pasaré del viaje y estudiaré. También he de sacar buenas notas para el selectivo y buscar una carrera que me guste. Tengo que reajustar mi vida. Mantenerme ocupada mientras Christian desaparece de mi vida. Y todos felices. ¡Además las fiestas universitarias son las mejores! Sí, hay que estudiar por el bien de las fiestas universitarias. ¡Y lanzarme a los brazos del primer tío bueno que se me cruce por el camino! (A ser posible que tenga un buen culo). ¡La vida universitaria es la mejor! “Lo vuelves a hacer.” ¿El qué? ¿Madurar? “Escapar de la realidad. Dudo que madures algún día.” ¿De qué vas? “Intento echarte un cable, ¿vale? Hagamos una tregua.” Pero si has empezado tú. ¿Quién ha dicho “dudo que mad…”? “Vale, lo pillo. Olvídalo.” ¿De qué tienes quejas ahora? ¿Estudiar?,¿la universidad? “Olvidarte de Christian. ¿En serio crees que le olvidarás?” ¿Y por qué no? La gente lo hace constantemente, superar los desamoríos. “Hasta hace unas horas querías acercarte a él. Costase lo que costase.” En esta vida no se puede tener todo. “Lo vuelves a hacer.” ¿Escapar de la realidad? “No. Pensar con la cabeza y no con el corazón.” He escarmentado. Sólo me perjudico más si al que escucho es a mi corazón. 48 Noches de Luna Roja
“Anabel, el lazo que hay entre Christian y tú no es algo que pueda desligarse de un día para otro.” ¿Qué quieres de decir? “Quiérele. Sólo sigue queriéndole.” Quererle me hace daño. “Lo sé. Siento lo mismo que sientes tú. Y aún así, sigo a tu lado.” ¿Por qué? “Alguien tiene que protegerte.” ¿Protegerme? ¿De qué? “Anabel, hay secretos, hechos, que no puedo revelarte. Confía en mí.” Por eso me cabreas. Todo son secretos. No me entero ni de la mitad de la película. Ni sé qué eres. “Quién. No sabes quién soy.” Qué o quién, da lo mismo. “No, no es lo mismo y no puedo contártelo. Pero si me escuchases atentamente, hallarías las pistas.” ¿Pistas? ¿Estás jugando conmigo? Me cabrea más que me tomen el pelo en mis propias narices. “No tienes remedio. Te digo que te doy pistas para facilitarte lo que quieres saber y me cambias de tema pensando en que me burlo de ti.” ¿Y para qué las pistas? Dímelo a las claras. “Vuelve a casa. Es tarde y mañana tienes clase.” ¿Es una indirecta para avisarme que vas a esfumarte? “Sí.” ¿No obstante, seguirás conmigo? “Sí.” Vale, tiempo muerto. Hora de dejar de calentarme la cabeza. “Je.” 49 Noches de Luna Roja
Sin comentarios. “Como quieras.” Es como tener a una okupa viviendo en tu cabeza. A veces es bueno, otras no tanto. Mejor dicho, la mayoría de veces es perjudicialmente molesto. Creo que tendría que ir derecha a un manicomio. Cada vez me acostumbro más a la voz. Definitivamente, estoy para que me encierren. En fin, supongo que va siendo hora de ir tirando para casa. Que pase lo que tenga que pasar. Seré valiente y asumiré mi sentencia de muerte. Y para ir a casa… primero tengo que encontrarme. Quieta. Si sigo a la mía, deambulando, me perderé más. Analicemos la situación. Una calle oscura, con apenas luz tenue de las farolas a las que aún no se les ha fundido la bombilla. Dos o tres, no más. La mayoría fuera de servicio. Deben de ser unos muertos de hambre, si al ayuntamiento no le da para reponer unas míseras bombillas. “Céntrate.” En ello estoy. Si alguien se dignara aparecer, podría preguntar y orientarme. Pero visto que debe de haber un toque de queda para que todo el mundo haya desaparecido al mismo tiempo, lo que me queda es una segunda opción. Buscar el nombre de la calle. — Esto va a ser peor que buscar a Wally. Ya podrían tener por aquí un mejor alumbrado. Qué asco de zona. ¡Ye! ¿Estás por aquí? “¿Me dices a mí?” Pues claro. ¿O acaso hay alguien más en mi cabeza? Por favor, dime que no. No lo soportaría. “Je. Estaría bien tener una compañía más coherente que tú. Pero me temo que me he de conformar contigo.” Soy yo la que ha de conformarse. ¿Te recuerdo que estás en MI cabeza? 50 Noches de Luna Roja