Sabuesos en extincion

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SABUES.O.S.

EN EXTINCIÓN Agustín Zaballa

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SABUES.O.S.

EN EXTINCIÓN Agustín Zaballa

A mi querida esposa Nuria Landa


© de los textos: Agustín Zaballa © de las imágenes: Agustín Zaballa 1ª edición, agosto de 2016

Edita:

ISBN: 978-84-16846-18-4

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CONTENIDO

Prólogo.................................................................................. 7 Nota preliminar ................................................................... 9 Capítulo I El perro sabueso en la vida del hombre.............................. 11 Capítulo II Mitos y leyendas de cazadores y sabuesos.......................... 19 Capítulo III Enfoque jurídico de la caza con sabuesos............................ 29 Capítulo IV Modalidades y métodos de caza con sabuesos................... 63 Capítulo V Técnicas de adiestramiento para sabuesos......................... 81 Capítulo VI Presente y futuro del sabueso autóctono............................ 93 Capítulo VII Despedida y esperanza en manos del hombre.................... 105 Bibliografía y audiovisuales................................................. 109

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PRÓLOGO

El libro del cinólogo Agustín Zaballa constituye, por desgracia uno de los primeros libros, si no el primero que describe la situación real del Sabueso español, el pirenaico (Erbi-txakur1) y el conejero navarro en la actualidad, abordando su futuro desde el punto de vista jurídico y sociopolítico, en el cual, confluyen diferentes intereses, que a pesar de ser los creadores de un grupo de normas y Leyes adecuadas para la conservación del sabueso y la fauna salvaje que este último necesita para seguir manteniendo su carácter y aptitudes no son en absoluto suficientes, ni para el sabueso, ni para la fauna salvaje en general. El sabueso es una raza canina autóctona que se viene utilizando desde épocas ancestrales para la caza de la liebre y el conejo sobre todo, pero también para el rastreo de animales dañinos como el zorro o el gato montés principalmente, sin olvidarnos que nuestro sabueso es capaz de rastrear jabalíes, lobos, osos, linces, o cualquier especie de vertebrados de la fauna salvaje (incluidas aves) a las que su orgulloso propietario ha enseñado a rastrear de antemano por el campo o la montaña. La principal amenaza para el sabueso ha sido él mismo, pues su reconocida inteligencia y su capacidad de trabajo para el rastreo, han hecho del sabueso un perro individualista o de pequeños grupos de búsqueda formados por dos o tres cánidos, no siendo de su agrado la caza en jauría ni la de rehala o recovas, lo cual le ha llevado a habitar de forma dispersa en las moradas de exquisitos cazadores que podían batir grandes porciones de terreno con pocos sabuesos. Esta circunstancia, junto 1.  Erbi-Txakur: Palabra compuesta en Euskera. Erbi = Liebre, Txakur = Perro Sabueso. Pronunciación = Erbichacur; Sabueso lebrel. 7


con una emigración masiva de la gente del campo a la ciudad provocó el abandono y el mestizaje de muchos ejemplares, siendo la puntilla final las regresiones de las poblaciones de liebres y conejos debidas a la excesiva presión de caza, las carreteras, la depredación, las condiciones climáticas, la agricultura moderna; enfermedades como la turalemia, la pseudotuberculosis, la cocciodiosis, estrongilosis, infecciones de estafilococos y pasteurella en el caso de las liebres; y la mixomatosis y la neumonía hemorrágica vírica en el caso de los conejos. Sumados a estos factores, además de la práctica inexistencia de legislación española referente a la cría y compra-venta de perros, hay que añadir la falta de compenetración y consenso entre la Real Sociedad Canina Española, el Club del Sabueso Español, la Real Federación Española de Caza y los departamentos del Gobierno Central y Autonómicos encargados de la conservación de razas autóctonas, las cuales se centran exclusivamente en asuntos económicos, dejando en un segundo plano los temas técnicos, genéticos, históricos y socioculturales.

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NOTA PRELIMINAR

El estudio que a continuación se inicia, tiene su origen en el trabajo de investigación que realiza su autor en la Biblioteca del Centro Penitenciario de Araba durante el cumplimiento de una pena impuesta por la Audiencia Provincial de Bizkaia por un intento de asesinato inexistente, siendo el motivo real la acusación viciada de un cuerpo de policía y del vecindario de un barrio rústico herido por las envidias generadas por el éxito del proyecto del autor tras la puesta en funcionamiento y posterior consolidación de un campo de adiestramiento de perros sabuesos de rastreo. El fallecimiento repentino de su padre, continuador de una saga centenaria de cazadores, estando el autor en prisión, ha sacado de su interior sentimientos que le han hecho revivir recuerdos que le han llevado a escribir este libro. Por otro lado, también se pretenden recordar los últimos sabuesos autóctonos que habitaron el caserío familiar, los cuales representaban a la raza con una calidad extraordinaria, de los que el autor se vio obligado a desprenderse precipitadamente tras estos acontecimientos.

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CAPÍTULO I

EL PERRO SABUESO EN LA VIDA DEL HOMBRE

El perro en la sociedad humana aparece en Europa en la época intermedia entre el paleolítico y el neolítico, hace unos quince mil años. Este lejano antepasado, ya domesticado, desciende probablemente del “Tomaretus”, predador de poca alzada, abuelo del lobo y del chacal. El perro doméstico o “Canis Familiaris”, así llamado por Linneo, naturalista sueco del siglo XVIII, pertenece a la familia de los cánidos. El perro de las turberas (Canis Familiaris Palustris) fue el primer perro auxiliar del cazador y guarda. Asentado principalmente en el Norte de Europa, donde ya servía como perro de trineo, como atestiguan ingenuos grabados en astas de reno, el perro de las turberas, dos mil años antes de la primera gran civilización egipcia, invadirá el globo en cuatro direcciones: Hacia el Este (Rusia, Europa Central y Asia), el Sudeste (Oriente Medio), el Oeste (Islas Británicas) y el Sur (España). De España pasa a África del Norte, donde los cánidos son desconocidos. Su llegada coincide con la aparición de los primeros perros egipcios (Podencos Ibicencos), venidos de Oriente. El “Canis Palustris” es también hermano de un perro cuyas representaciones fueron descubiertas en las antiguas tumbas de Melanesia y Polinesia. En el medio imperio (2000 años antes de la Era Cristiana) aparece el primer Sabueso. En pinturas rupestres de la Baja 11


Mesopotamia se representan perros con orejas colgantes tipo Saint-Hubert, por lo que al igual que el origen de los primeros asentamientos humanos de la zona del Golfo Pérsico, las primeras noticias del perro sabueso provienen de su fiel compañero, el hombre. Ya en el siglo XI, los religiosos de la abadía de Saint-Hubert, en Mouzon (Las Ardenas), adquirieron justificada fama criando una especie particularmente adecuada para la caza. Estos perros de gran tamaño, llamados de Saint-Hubert, de pelaje blanco o negro, se caracterizaban por sus largas orejas caídas, y son los antepasados del Bloodhound Inglés y del Gran Azul de Gascuña Francés. Los religiosos se acostumbraron a enviar todos los años seis ejemplares al Rey de Francia. La operación era excelente, pues así, la raza se provenía, en cierto modo, de cartas de nobleza. En pocos decenios, estos perros de Saint-Hubert figuraban en las mejores jaurías francesas. Estas jaurías se atendían con todo cuidado y, en los castillos, se les asignaba personal cualificado. Guillermo el Conquistador, Duque de Normandía, vencedor en Hastings y Rey de Inglaterra, llegó a establecer un privilegio para sus perros. A fin de que ningún perro ajeno pudiera rivalizar con ellos en el rastreo de la caza, decidió que, en sus dominios, los perros que no fueran de su propiedad deberían ser mutilados mediante la amputación de tres dedos. Renaud de Montauban, prisionero de Carlomagno representa en una ilustración de su obra “Cantar de Gesta” en el siglo XIV otro tipo de perro lebrel utilizado como el Saint-Hubert para la caza a caballo. Se trata de un perro de menor tamaño, de pelo fino y corto, cabeza, patas y abdomen blancos, orejas colgantes y oscuras, lomo y punta del rabo también de colores oscuros. 12


Los grandes perros negros de Saint-Hubert, son los antepasados de los grandes Artois de pura raza desaparecidos, los cuales eran los favoritos para las monterías que organizaban Enrique IV y Luis XIII. Selincourt, eminente cinólogo, decía de este perro: “que se quedaba en el camino justo, rastreando maravillosamente y aproximándose a una liebre que había pasado hacía más de una hora por la hojarasca. Cazaba tanto al lobo como a la liebre y no quería al zorro.” El perro Artois actual es la forma “briquet” del gran perro de Artois. La raza de los grandes perros de Artois desciende de la variedad de pelaje negro de Saint-Hubert, con aportación de sangre inglesa. El Gran Azul de Gascuña, es una raza francesa muy antigua, descendiente directa del Saint-Hubert. El perro gris de San Luis es un grifón tártaro (de origen turco o mongol), traído por Luis IX de Tierra Santa (Jerusalem) se convertirá en el perro de jauría real en el siglo XIII. La antigüedad griega y de los países más civilizados de Oriente, aplicaron muy pronto los conocimientos veterinarios, por ese motivo, sobre fisiología canina sabían bastante más que los cruzados. Estos últimos, aprendieron de ellos y llevaron después a los países occidentales procedimientos hasta entonces prácticamente desconocidos. Así, para los calófilos, San Luis de Francia no es solamente el soberano edificante, enamorado de la justicia y pródigo en obras de caridad, sino también el introductor en Europa del famoso perro gris. Prisionero de los infieles musulmanes (Siglo XIII), Luis IX pudo, durante su cautiverio, conocer perros tártaros más rápidos que los Saint-Hubert. Consiguió varias parejas que, durante mucho tiempo, constituyeron los ejemplares más bellos de la Jauría Real. 13


Corredor infatigable, este grifón de alta estatura y pelo gris alobado tenía cabeza enjuta y orejas implantadas muy abajo. Tres siglos después, Carlos IX no compartió el entusiasmo de San Luis por estos perros. Prefirió al Saint-Hubert negro, más apegado al rastro, y da las razones de este desafecto en su “Manual de Caza Real”; “…a decir verdad, son perros enrabiados, pues hay que romper cuello y piernas para retenerlos…”. En cierto modo, los perros de rastro continuaban siendo los señores de las jaurías, aunque además de ellos para la caza mayor de jabalíes y osos se seleccionaba a los dogos y sus descendientes, más o menos puros. Pese a las Leyes que prohibían al clero la cría y mantenimiento de perros de caza, los eclesiásticos no se resignaban a renunciar a la montería. Esta persistencia está atestiguada por las decisiones de los concilios de Epona, Augsburgo, Montpelier y Nantes, que repiten dichas prohibiciones, probando con ello que no se cumplían. Parece que un Obispo, deplorando tal perseverancia en la falta, pretendió sin resultado que un sacerdote cazador perdía por ello su carácter sagrado y hacía “dudar del propio sentido de su misión”. Los clérigos recalcitrantes buscaban justificaciones para continuar cazando en otros discursos. Se remitían a la argumentación según la cual la búsqueda y persecución de la caza preparaba a los eclesiásticos para la captación de almas. El cazador del siglo XIV, no puede vivir sin su fiel compañero, discute indefinidamente sobre los méritos de sus sabuesos, y deplora la pérdida de los hermosos sabuesos muertos al acosar al ciervo o al jabalí. Estos perros, valientes y fieles, aparecen en sus narraciones adornados de virtudes que en poco se diferencian de las de sus amos. El señor feudal no se consuela 14


de la muerte de su fiel compañero que pereció degollado de un mordisco de jabalí. Durante las comidas, las conversaciones continúan versando sobre las hazañas cinegéticas, las que se han realizado ya, y las que tendrán lugar mañana. No se excluyen, por supuesto, las fanfarronadas habituales de los cazadores de todos los tiempos y de todos los países. Los franceses de la Edad Media, en particular, adoran los “gabs”, relatos exagerados, donde la verdad apenas si es una trama sobre la que el narrador borda a placer. Los tratados sobre la caza y, en consecuencia sobre los perros, se multiplican. La caza del Ciervo, las Diversiones de la Caza, El Libro del Rey Modus, El Libro de la Caza de Gaston de Foix, llamado Febo en Francia, el Maysteer of the Game en Inglaterra, facilitan interesante información sobre los cuidados que deben darse a los perros. El Minoir de Febo muestra en una de sus miniaturas los cuidados prestados a los perros enfermos o heridos. El examen de la boca, la limpieza de llagas, las curas, demuestran la amorosa atención del hombre hacia el perro y señalan el comienzo del arte de la veterinaria. Para el conde de Foix, autor de una clasificación, dos razas, dogos y sabuesos, serían el origen de las demás. En las Miniaturas (dibujos a color) del “Libro del Rey Modus” del siglo XV vemos grifones marrones claros, oscuros y negros, de pelo duro, talla media y gruesa cabeza con collares y en varias escenas de rastreo a traílla. en varias ilustraciones o lecciones; 1) Cómo desollar al ciervo. 2) Cómo seguir al ciervo. 3) Cómo batir los trigos. 4) Cómo adiestrar el olfato de los perros (Con cueros de ciervo y jabalí) 15


5) Cómo hacer volver al ciervo de la espesura. 6) Cómo acosar al corzo. Grifones Niverneses, Briquet grifón de la Vendeé probablemente lleven en su sangre la genética de los perros grises de San Luis. Los Perros Blancos del rey no aparecen hasta la segunda mitad del siglo XV. Descendían, sin duda, de una variedad de perros normandos conocida en Inglaterra con el nombre de “Talbot”. Según du Feunilloux, eminente cinólogo del siglo XVI, autor de un Tratado de Montería, verdadero breviario para cazadores, estos perros blancos eran poco estimados, pues sólo valían para acosar al ciervo, ya que no eran adecuados para perseguir a otros animales. Cruzado uno de los sementales con “Baude”, una perra de caza blanca que pertenecía a Ana de Beaujeu, hija de Luis XI, “Souillard” engendró excelentes perros, cuya variedad fue mejorada por cruces en los que intervino “Barraud”, un perro blanco cedido por la reina de Escocia, por lo que se produjo una mejora notable de la raza. El perro de porcelana o del Franco-Condado, es una reducción del perro de raza pura descendiente de los Perros Blancos del Rey, junto con el Poitevin o Perro del Alto Poitou y el Billy. Del Sabueso Español, las primeras referencias que hemos conseguido proceden del siglo XIV a través del “Libro de la Montería” de Alfonso XI Rey de Castilla2 (28), definiéndolos como sabuesos originarios del Norte Peninsular. En “Tratado de Montería” y “Arte de la Ballestería y la Montería “ se refieren al sabueso como perro de sangre. También encontramos refe2.  “Libro de la Montería” de Argote de Molina, escrito en 1348 por encargo de Alfonso XI, trata de aspectos cinegéticos y forestales. Creado como libro de caza, dedica su libro III al cuidado de los montes [Cit. Enrique Porres Juan-Senabre, disposiciones penales… pág. 160] 16


rencias en Vizcaya en el siglo XVII, concretamente de la Iglesia de Santa María de Urdúliz, mandada construir por los Echevarria-Butrón, descendientes de la noble familia del Señorío y Castillo de Butrón, bajo cuyo escudo podemos leer en Euskera: “…iru erbi txakur gorri…”. El Valle del Río Butrón es una fértil llanada húmeda y próxima al mar, en la cual abundaba la hoy extinguida liebre. En Agosto de 2015 se celebró en Maruri (Ribera Butrón) el XXIII Cmpto. España de Rastreo de Jabalí con Perros a Traílla, y los cazadores veteranos nos confirmaron la abundancia de estos sabuesos en la época de sus antepasados y en su juventud, en las que la liebre era codiciada pieza culinaria, de hecho, nos explicaron que allí se celebró una de las últimas exposiciones de la asociación de propietarios de Erbi-txakur3 del País Vasco en otra prueba local. Según nuestra humilde opinión este Sabueso puede ser un pariente cercano del Basset Artesiano-Normando, perfecto para la caza con escopeta de la liebre, y el conejo, pero que puede cazar cualquier otro animal. Para el propietario que no quiere o no puede tener una gran jauría, es el más práctico e inteligente de los perros de caza a la carrera. Es ante todo, el perro del cazador que sólo tiene uno o dos perros. Es muy cazador, ágil y desenvuelto, y posee un carácter maravilloso. Su pelo raso, corto y apretado, sin ser demasiado fino con colores tricolor o blanco y naranja. Este perro eliminó poco a poco al Basset de Artois que, provenía de los grandes perros de Artois descendiente de la variedad de pelaje negro de Saint-Hubert, con aportación de la sangre inglesa del Basset Hound, el cual ya se conocía en Inglaterra en los tiempos de Willian Shakespeare (S. XVI), que lo describe de modo sorprendente en “El sueño de 3.  Erbi-Txakur: Palabra compuesta en Euskera. Erbi = Liebre, Txakur = Perro Sabueso. Pronunciación = Erbichacur; Sabueso lebrel. 17


una noche de verano”. El perro de Artois antiguo era muy apreciado en la antigua montería y en especial bajo Enrique IV y Luis XII, aunque esta raza ya no existe en su forma primitiva (Pura Raza). Creemos que los intereses bélico-económicos del Reino de Navarra en la Normandía francesa durante el reinado de Pedro “El Cruel”, así como la influencia que los comerciantes franceses ejercieron en el Camino de Santiago desde la Edad Media, evidencian que este sabueso, que como todos los perros de rastreo proceden de Centro-Europa, puede ser el pariente más cercano de nuestro “Erbi Txakur Gorri”, siendo además totalmente coincidente el carácter individualista y su reconocida inteligencia, en las que destacan también sus primos Basset Artesiano, normando y hound, poco habilidosos para trabajar en grandes jaurías o más bien esquivos a ello.

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CAPÍTULO II

MITOS Y LEYENDAS DE CAZADORES Y SABUESOS

En la cultura Celta, en cuanto a los animales, varios de ellos tenían categoría de símbolo, o incluso de divinidad. El jabalí era uno de los más importantes, pues resumía en su figura diversas virtudes que debía poseer el hombre según el sistema de valores céltico: fuerte, tenaz, independiente, valeroso, libre y silvestre. Ciertos tipos de sabuesos disfrutaban de una especial consideración: el héroe irlandés “Cuchulain” adquirió su nombre a raíz de matar a uno de ellos. Las liebres tenían su pequeña importancia; algunos autores las conocían como el equivalente al fénix de la tradición mediterránea, porque era muy comentado el hecho de que siempre fueran las últimas en salir del rastrojo en llamas cuando concluía la siega; se sabe que la reina “Boudicca” se acercó en una ocasión una liebre al pecho y la apretó contra su corazón; luego la soltó, y cuando el animal salió corriendo, la reina trató de interpretar en la observación de su carrera algún mensaje oculto que la ayudara en su lucha contra Roma. Algunos reconocidos autores como J. Caro Baroja, relacionan esta cultura popular ancestral con el mito de Odín de los nórdicos (Wotan para los germanos), alterados por la distancia desde nuestra tierra hasta las descritas lejanas tierras, y como no, modificadas, al pasarse las citadas historias de boca en boca durante el transcurso de mucho tiempo. No debemos olvidar que España fue reino Visigodo tras la caída del Imperio Romano hasta la conquista musulmana. Los Visigodos, de origen ger19


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