Ana M. Gonzรกlez Outumuro
SER DIFERENTE MOLA UN MONTร N
SER DIFERENTE MOLA UN MONTร N Ana M. Gonzรกlez Outumuro
Este cuento se lo dedico: A mi hija Alexandra, porque nos escogió para ser sus padres y nos enseña todos los días lo que es verdaderamente importante en la vida y nos contagia con su actitud. A Álvaro Fernández Blanco, porque llegó a mi vida de la mejor forma y con su manera de ver la vida, me transmite la energía, la sonrisa, la fe y la confianza en esos días de tormenta. Eres una persona muy especial Álvaro. Maribel y Olga, dos chicas de lo mejor que nos pudimos encontrar en el camino, por muy mal que tengas el día, siempre te van a arrancar una sonrisa y hacen que en ese momento con ellas, las preocupaciones se alejen. ~5~
José y Mary… mi Mary, mi amiga, mi hermana… que por muchos años que pasen nuestra amistad se hace más fuerte, que gracias al apoyo y el cariño desde el minuto uno, nos pudimos levantar en cada caída, desde la distancia vuestra mano está ahí, sujetándonos. Y a mi marido Pedro, por su cariño, paciencia, preocupación, sus risas, el saber estar, todo, sin él estoy segura que el camino que nos nos ha tocado caminar, sería mucho más duro. Gracias a todos vosotros, por demostrar que el cariño no entiende de distancias, de tiempo ni de envoltorios. Gracias a los que nos hacéis llegar esos buenos sentimientos pues hacen que nuestra vida y nuestro camino, por muchos obstáculos que nos encontremos, sea más fácil de lograr. Y gracias a todas las manos que se unieron a esta aventura.
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Colaboradores: Industrias Metálicas Govi (Vallelado - Segovia) Cocinas Ángel Cuéllar (Vallelado - Segovia) Supermercado Las Chicas (Vallelado - Segovia) Pastelería Lanata (Cuellar - Segovia) La Tapita Castellana (Valladolid) Mary Domínguez (La Manchica - Orense) Editorial www.pasionporloslibros.es (Valencia)
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Esta es la historia de cuatro amigos llamados Álvaro, Nacho, David y Alex , que demuestran que la verdadera amistad no entiende de discapacidades, de tiempo, ni de distancia, sino de cariño, respeto, empatía y tolerancia, pues con todas estas cosas se puede llegar donde uno más desee, se tenga o no discapacidad.
Á
lvaro era el hermano menor de cuatro hermanos y tenía una discapacidad llamada Acondroplasia, que afecta al crecimiento de los huesos entre otras cosas. Era un niño muy inquieto, sonriente, un niño feliz. Todos sus hermanos le querían mucho y siempre estaban pendientes de él, por si algo necesitara. Al ser muy pequeño Álvaro no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor, él era feliz. Al cabo de unos meses al padre de Álvaro le destinaron a otra ciudad por motivos de trabajo y toda la familia se mudó a su nueva casa, con ello una nueva vida. Cuando llegaron se dieron cuenta de que era un pueblo con pocos habitantes y les daba miedo afrontar esa nueva vida… nuevos vecinos… pero la vida les tenía una gran sorpresa. Álvaro era apenas un bebé de un año, todo lo que pasaba a su alrededor no le afectaba en absoluto. ~9~
Todos sus hermanos estaban como las águilas pendientes de su hermano, le protegían demasiado. En el pueblo les dieron un buen recibimiento, había niños de todas las edades y eran muy sociables. Según pasaban los meses la familia se iba adaptando más a su nueva vida, al pueblo, a los vecinos, hacían vida normal como cualquier persona. Tanto era así que nadie notaba que Álvaro tenía una discapacidad, o eso pensaban ellos y eso a la familia le daba cierta tranquilidad, porque tenían miedo que rechazaran a su hijo, pero la vida es tan sabia que les iba a dar una lección a todos. Según iba creciendo Álvaro se le iba notando más los rasgos de la Acondroplasia, pero él seguía siendo feliz, no le prestaba atención a esas cosas como lo hacía su familia. Los días fueron transcurriendo y como los padres de Álvaro trabajaban y sus hermanos iban al cole, sus padres decidieron que fuera a la guardería y como era de esperar, él estaba todo feliz, porque iba estar con más niños. El primer día en la guardería se encontró con muchos niños y aunque al principio se sentía un poco tímido se le pasó pronto y se puso a jugar con los demás. ~ 10 ~
Cada día que pasaba Álvaro se veía más feliz, iba a la guardería muy contento, tenía muchos amigos y se lo pasaban en grande. Pero llegó el día de dejar la guardería e ir al cole, aun así él estaba feliz, era esa su forma de ser. Todo estaba preparado para el primer día de colegio, aunque solo tenía apenas tres años, él estaba deseando ir ya al cole con sus hermanos ya se consideraba mayor y eso le hacía sentir contento. Sus padres estaban llenos de miedos, porque el colegio no sería igual que la guardería, pero como siempre Álvaro iba a enseñarles que se puede ser feliz aunque se tenga una discapacidad. Cuando llegaron la madre le llevaba cogido de la mano y nada más llegar a la entrada, Álvaro se soltó de su madre y fue corriendo al patio, allí estaban sus amigos de la guardería y también había muchos niños más. La madre al ver la actitud de su hijo se sintió emocionada, pero pensaba que aún era muy pequeño para que se diera cuenta de lo que realmente le pasaba y no sabía cómo reaccionaría cuando fuese consciente de todo ello. Como padres, hablaron con el colegio para informar sobre la discapacidad de su hijo, sobre sus necesidades y aunque nerviosos confiaban que el colegio ~ 11 ~
haría todo lo que estuviera en sus manos para que Álvaro fuera uno más, sin distinciones. Cada día que llegaba del cole, Álvaro le contaba a sus padres lo que hacía, con quien jugaba, le gustaba mucho ir. Incluso cuando llegó el día de su cumpleaños sus compañeros le prepararon una fiesta sorpresa, él no se lo esperaba. Esa mañana estando en clase, llamaron a la puerta y todos miraron fijamente para ver quién era. La profesora abrió la puerta y… ¡SORPRESA, NUEVO COMPAÑERO! Todos se quedaron sorprendidos, no esperaban a un compañero nuevo. La profesora invitó a pasar al niño y les dijo: –Niños os presento a Nacho, es vuestro nuevo compañero y va a estar con nosotros por un tiempo. Todos permanecían callados y lo miraban fijamente, pues Nacho era albino y se daban cuenta de ello. De repente Álvaro se levantó de la silla y le invitó a que se sentara a su lado. Nacho miró a la profesora y enseguida fue a sentarse al lado de Álvaro. A todos los niños parecía llamarles mucho la atención el color de su piel, cabello, ojos… al único ~ 12 ~
que no parecía importarle era a Álvaro y los compañeros no entendían el porqué. Como era el día del cumpleaños de Álvaro, lo celebraron como estaba planeado, todos jugaron, rieron, comieron tarta, hasta le cantaron el cumpleaños feliz, fue un día muy emocionante. Al llegar a casa Álvaro le contó a sus padres y hermanos que había llegado un niño nuevo al cole y que iba a ser su mejor amigo. Sus padres estaban felices al ver que su hijo estaba contento y hacía amigos. Tal y como iba pasando el itempo, Álvaro y Nacho cada vez estaban más unidos, creciendo juntos y aunque ninguno de sus compañeros les hacía ningún feo, no entendían la unión de esa amistad. Un día, Álvaro le pidió permiso a sus padres para que Nacho pasara la noche con ellos y como era de esperar sus padres le dijeron que sí. Llegó el fin de semana y en la casa sonó el timbre. Álvaro corriendo gritó: –¡Abro yo, seguro que es mi amigo Nacho! Y, efectivamente, así era. Cuando la familia de Álvaro vio a Nacho no entendían por qué su hijo no les dijo que era albino, ¿sería algo que a Álvaro se le habría olvidado? ~ 13 ~
¡Pues claro que no! Después de un rato y de estar hablando los padres de ambos niños, Nacho se quedó en casa a pasar la noche como habían quedado. Cenaron, se rieron, contaron chistes, todo era perfecto, Nacho se sentía uno más y estaba feliz por eso. Cuando llegó la hora de irse a la cama los dos solos hicieron la cama para Nacho y solo se sentían risas en la habitación, por eso los padres al oírles reír sabían que los niños eran felices. Cuando ya estaban acostados con la luz apagada, Nacho tímidamente le preguntó a Álvaro: –Álvaro ¿por qué no me preguntas nunca por mi aspecto, de por qué soy así? Álvaro se levantó y encendió la luz, se sentó en la cama y le dijo a su amigo: –Levántate de la cama, ponte aquí delante del espejo conmigo, los dos juntos y dime lo que ves. ¡NO! mejor te lo digo yo. Yo no veo nada diferente somos iguales. Bueno… sí, hay algo que nos diferencia que se aprecia muy bien en el espejo y es que cuando sonríes, tú tienes la sonrisa más bonita que la mía, yo tengo un estilo un poco roquero… Esa es la única diferencia que veo, en el resto somos iguales. ~ 14 ~