Sin medias palabras María José Porrero Bienvenido
María José Porrero Bienvenido
Sin medias palabras MarĂa JosĂŠ Porrero Bienvenido
A los que quiero y me apoyan con su energĂa. Mi agradecimiento a unos por soportarme y a otros por admirarme.
© María José Porrero Bienvenido
I.S.B.N.: 978-84-15649-64-9 Edita:
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Introducción En la escritura siempre influye el contenido del relato que da constancia de la tormenta y también de la calma apaciguadora que vamos percibiendo en cada instante de la narrativa. En los renglones, por lo general, está patente el afán de ver un mundo más justo y equitativo. Sabemos que desde la templanza y sin dejarnos llevar por los impulsos primarios se cometerían los mínimos errores, y esto ayudaría a conseguir con mayor facilidad llevar a cabo la realización de los sueños ya que en el mero hecho de estar más receptivo hay una mayor predisposición para su consecución.
“Algunos aforismos han entrado a su libre albedrío, aunque he intentado dejar fuera el humor ácido y la ironía que un duende me legó el día de mi nacimiento”
“Los vientos que corren no son buenos; ¡si pudiera enderezarlos…! La otra opción es cobijarme y guarecerme pero algo me dice que siga adelante, por derecho, porque cambiarán. La opresión nunca es suficiente razón para amedrentarnos cuando la independencia de la ciudadanía se expresa con la fuerza de las ideas”
María José Porrero Bienvenido
Por medio del aprendizaje se obtiene un importante equilibrio emocional que, haciéndonos madurar también puede servirnos para ser autosuficiente.
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Al despertar en una prolongación de las mismas situaciones de desorden, estamos intranquilos. Quisiéramos abrazarnos y envolvernos en una bandera de serenidad y placidez absoluta donde haya orden y reparación.
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Es cierto que con el paso de los años envejecemos pero jamás deberíamos olvidar que la mente está en continuo desarrollo.
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Demasiados silencios adormecen los sentidos y fomentan los olvidos, aquellos que dejan vacío al subconsciente y aletargan la conciencia.
* Miedo a ninguna situación, porque la vida es un constante desafío y necesitamos ser valientes para conseguir objetivos comunes.
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Jamás me cansaré de escribir que la falta de afecto endurece al ser humano.
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Los trastornos emocionales llevan a hacernos elucubrar y nunca escuchar… la insensibilidad encerrada en un ataúd que el enajenado de dentro se niega abrir. Mortífera languidez de una parte del cerebro donde el espíritu tiende a encontrarse prisionero.
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La mejor actitud es aceptar que nada es para siempre ya que las situaciones cambian y se renuevan.
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Es tierno abrazar y besar, decir te quiero y también pedir perdón, porque es muy difícil conseguir acuerdos, cuando lo esencial es amar y valorarnos a través del mutuo respeto.
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Relajemos el cuerpo para que el estado de bienestar llegue también a cada hueco del hipotálamo, que ayudará a que se segreguen un mayor número de endorfinas y este hecho hará que estemos al cien por cien de nuestras propias facultades.
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¿Qué llevarás a ese viaje, sin fecha y sin equipaje?
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Al dar paso al desánimo, éste echa raíces y dejamos de ser lo que fuimos.
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Sin creencias, podemos dudar de uno mismo.
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La salud mental está en la relajación. Ahí quedamos exentos del martirizante dolor.
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Con el transcurso de los años, los recuerdos se agrupan como puzzles en el cerebro.
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El sufrimiento merma y debilita, haciendo crujir los cimientos de la fe.
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La lógica y la razón han de ir juntas. En cambio, si se saltan las barreras de lo convencional se dejan de encontrar soluciones.
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Sin prisas y sin mandatos haremos bien el cometido. Es difícil porque somos animales de costumbres pero hay que aportar lo que queramos sin que sean otros los que decidan.
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Todo se hace por algo, siempre se esconde un deseo o una obligación que uno se impone.
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Al gritar o hacer aspavientos mientras hablamos queda patente la falta de argumentos o su debilidad.
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Surgen demasiadas complicaciones y sin un manual de soluciones bajo el brazo, las contrariedades se van sumando esperando que al final, en la cuenta, los números de las acciones cuadren; estamos exigiéndonos, olvidándonos de restar.
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Aunque uno se empeñe cuesta mucho enderezar lo que se tuerce, pero todo es posible.
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Hay que vivir en la certeza de que gozarás de buena salud, que algo mágico te protege sin dejarte invadir por el desaliento y el pesimismo ya que ambos son corrosivos.
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De tanto querer atar los nudos, estos van limitando nuestra autonomía y agriándonos los sentidos.
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Una sonrisa es, por antagonismo, el mejor antídoto de la tristeza; tenemos que reír porque a esas muecas le sacamos un gran partido.
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La sinceridad sigue sin gustar y de ahí que seamos menos veraces.
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La solución a la controversia de haber llevado a cabo una acción la dará el tiempo y nos revelará si tuvo o no justificación.
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En el diálogo entre las distintas culturas está la clave que conduce al mundo en la dirección que anhelamos.
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La razón siempre debería estar del lado de la verdad.
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El futuro siempre es una incógnita a largo plazo.
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Los temores son intransferibles en la corta libertad que da el pánico, en apatía y sin pelear, porque puede transformar la voluntad dejando de pertenecernos, obedeciendo al miedo que se crece.
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Si uno quiere mejorar este círculo, hay labor para hacer; la colaboración es siempre un milagro pero eres tú, con tenacidad y esfuerzo, quien lo llevará a cabo.
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El hombre es libre de dar su opinión aunque delante de sus narices tenga un muro de contención.
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Para conseguir lo que se quiere, las fuerzas han de mantenerse sin flaquear, las ideas muy claras y el ánimo sin altibajos.
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Hay que agudizar el ingenio haciendo que la existencia jamás llegue a parecernos nefasta.
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Los momentos de que disponemos son cada vez más escasos y tenemos que empeñarnos, y hasta exigirnos, con actos que nos eleven la moral porque esto equivale a continuar siempre activos.
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La caridad ha de permanecer siempre en los corazones para tomar conciencia de que somos piadosos.
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El trabajo escasea porque gobierno y empresarios han estado en la inopia demasiados años.
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Escribí una novela donde uno de los personajes veía amigos que nadie percibía y hasta hablaba con estos mientras los de su entorno quedaban sin entender su relación con aquellos compañeros imaginarios. Sin llamarle visionario ni mentiroso, sus familiares fueron benévolos con él, o lo fui yo para aquél protagonista literario. La sensibilidad es la que nos mantiene vivos; de lo contrario se muere sin conocer la fantasía que nos eleva aunque sigamos pisando el suelo.
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La realización se enlentece porque somos incapaces de reconocer que tenemos bastantes carencias.
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Con cinismo podemos desinfectar las heridas pero hay que ser tolerante para que cicatricen.
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Apología de la felicidad. Debería prodigarse como el sol pero la puñetera escasea, y aún así tenemos que dar gracias porque cuando menos la esperamos hace acto de presencia.
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Ante esta crisis económica estamos entrando en una neurosis colectiva ya que los políticos hacen recortes en sanidad, educación y en asistencia a familias en situaciones de gran precariedad.
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Tampoco es más feliz quien todo lo posee, porque siempre pensará que algo le falta.
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Sí aquí pagamos los errores y el dolor nos dignifica, hemos de tener calma sin dar tanta importancia a todo lo que sucede, siendo más selectivos para que el cuerpo quede libre de tensiones.
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La espiritualidad ha de estar en un continuo estado de renovación para comprender las situaciones futuras.
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La palabra meditada permite que afloren las sensaciones. Quienes dejan de reflexionar pasan por esta estela celeste sin percatarse de ese fondo equitativo que va colocando las emociones en su sitio.
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Un mal chiste puede parecerse a la realidad más surrealista.
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En esta constante competencia cuesta percibir que delante de nosotros la mayoría de las veces tan solo hay molinos de viento.
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El cristiano admite a su Dios desde pequeño conceptuando que es eterno y solo visible en las imágenes.
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¿Dónde están las enseñanzas que necesitamos? Queremos saber para dejar de hacernos preguntas; hay demasiados escamoteos y, mientras tanto, seguimos estando en el recreo.
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La inconsciencia de unos pocos hace la desgracia de muchos.
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Todo se elabora porque estamos receptivos; hemos mirado hacia el interior y ahora damos comienzo a las realizaciones múltiples.
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Que nadie crea que hay enemigo pequeño; un diminuto insecto puede matarnos.
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La dicha está en quienes nada ansían para sí, pero parece ser que en este planeta la riqueza es lo que cuenta.
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Niño, te cuento: los océanos están limpios, los corales en el fondo del mar siguen siendo rojos y blancos, los peces y moluscos viven en armonía con la naturaleza, las aves vuelan sobre las azuladas aguas y las rocas mantienen su color y su olor tan especial. Espero que el progreso nunca altere este relato.
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Somos tan nuestros que poco falta para que vayamos dentro de una burbuja.
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El estado de ventura se proyecta en el individuo, le invade y supera cualquier situación.
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Al dejar en una pendiente los anhelos es imposible mantener el equilibrio e ir a recogerlos.
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La justicia, plena de soberbia y una gran rabieta, acaba de sentenciar a uno de sus magistrados, azotándolo y pateándolo.
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