Marcelo Palacios
SOY VOY INSPIRACIÓN NADIE EN MÍ
Admitidos mis modos imperfectos, atisbo, marineo, vuelvo de arribadas, afino en no jactar causas ganadas, y me veto con celo engreimientos por no añadir más a mis defectos. Con la guerra, el crimen, el terrorismo, la pobreza y las vilezas de la violencia, los cívicos padecen en la impotencia, y el hombre saca a relucir saña y sadismo, su bestial naturaleza, lo peor de sí mismo. No hace al poeta el aparente recurso del barniz con que engalana su discurso; será lírica, épica o drama si no lo usa, percibe el numen y le sopla la musa. Ya no queda nadie en mí, cada etapa se llevó, uno tras otro que fui. Si de tal guisa Su pretensión fuera, no supondría mayor inconveniente: sin filfa o incriminación imprudente, como nada la desmiente ni la altera llevaré MI VERDAD por compañera.
SOY VOY INSPIRACIÓN NADIE EN MÍ
©M arcelo Palacios Gijon 2017 Edita:
I.S.B.N.: 978-84-16846-75-7 Depósito legal: AS 03577-2016 Impreso en España en papel ecológico. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor. Fotografía de cubierta: Mª Eugenia Peláez
Marcelo Palacios Poemario
SOY VOY INSPIRACIÓN NADIE EN MÍ
Y CANCIÓN A LAS PESCADERAS DE CANDÁS
POEMARIO
RAÍCES El destino grabó en mí su sello y el remar afanoso, y siempre viví orgulloso de quien y donde nací.
~9~
I SOY
VOY
NACÍ del polen en humilde seno, semilla del amor de quien se ama, siembra y espíritu de la sustancia en que germina el devenir perpetuo. Fui fruto granado en fértil vientre con savia nueva y cálida a raudales, que fluyó por canales de corriente de la ternura de entrañas maternales. Fuera, sin recordarlo, me imagino, tuve en el pecho un asidero blando, arrimo y vigor para iniciar, pujando, el tramo con que abría mi camino.
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SOY severo y regular metabolismo, trascendental e inapelable basamento del cuerpo y el ambiguo entendimiento, que procura la energía a mi organismo. Existo, y puedo y quiero pensar al no sufrir las menguas del talento, y si el mundo causara impedimento en la razón expedita está mi hogar. Hay en mí la luz de la consciencia alumbrando el vivir que vino dado, en general candileja, nunca faro de rara o cegadora refulgencia. Por colofón, y sin tonos apreciados, es mi semblanza una común historia entre los pliegues vetustos y apiñados, donde guarda sus cenizas la memoria. VOY con la Humanidad solitaria a la que, inconsecuentes, abocamos, hostil y fría más que hospitalaria, a fuer de los valores que viciamos.
~ 12 ~
Recorrí los laberintos y ancladeros, de la jungla enrevesada y estridente, por plácidas llanuras y despeñaderos, reacio siempre al dictado procedente. Al librar las vehemencias juveniles y la audacia de fogosa inexperiencia, las consignas y alicientes caciquiles me tentaron a seguir su santo y seña. Tuvieron piedras mis manos y dardos afilados el cerebro, me dieron aplomo, sin lanzarlos ni claudicar al requiebro. Se fue marcando mi estela en competencia esforzada, con yerros gané cautela y en zafarme de celadas. Y en desovillar marañas, declinando la pendencia, sin ambición de excelencia ni lucirme con hazañas.
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FRAGUA Siempre ha de estar presente el origen y cuño, lo nativo, que quien no se advierte, se expone a ir perdido. Carácter y personalidad se forjan en derivas de la sociedad fiera, navegando ondas caóticas frente a la roca impertérrita. Y en la calma chicha o sobre rizos, bogando hacia horizontes huidizos, convertidos sin pausa y por sorpresa en ámbitos flamantes de contienda. Te curtes de tanto virar los rumbos, y refrenado el oleaje del vivero, el ánimo arriscado por los tumbos, sereno ya, perfila sus senderos.
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En el trĂĄnsito vital nos transformamos, pues al tiempo que madura y se ahorma la profusa experiencia que acopiamos, algo Ăntimo, esencial, muta su forma. Comprobando, cuando se sobrepasa cada trecho, coyuntura y contraste, que fuiste tantos otros, que cambiaste, y los cobija, avejentada, la carcasa.
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DECISIÓN El tiempo tozudo, la herencia natural, el medio ambiente y el sino incierto, dibujaron avatares y metas del trayecto, mucho más inadecuado que cabal, en factorías del periplo personal. Observando en el espejo de mí mismo, sin creerme ejemplar no fui malvado ni me pesaron los discursos del pecado, y no mantuve esa actitud por heroísmo, es que ser retorcido no fue mi catecismo. Si el áspero mundo simulaba conformismo, no hallé en el desdén o la apatía un refugio, ni en el cómodo mimetismo o el subterfugio, que ante la injusticia, aislado en el mutismo sentiría vergüenza y repulsa de mi mismo.
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Sin provocar el escándalo incité a deliberar (que entrambos media un enorme abismo), pues rechazo la pasividad, el ostracismo, y la falta de compromiso cívico, sin luchar contra los daños al bien común o singular. Si hay quien considera desventaja rescindir la indignidad y la bajeza, a su extravío le opongo indiferencia, en la ardua sociedad que las prodiga igual repudio el odio que la intriga. Jamás ante un dilema me vendí, proponiéndome obrar sin deshonor, y respondo, sin vanidad, al oír que así me fue porque así fui, que colmé mi soberana decisión.
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