Tristan el taxista

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TRISTÁN EL TAXISTA

Teodoro Marfil



TRISTÁN EL TAXISTA Teodoro Marfil


Š Teodoro Marfil Edita:

I.S.B.N.: 978-84-15933-52-6

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TRISTÁN EL TAXISTA Teodoro Marfil



C

omenzaba a amanecer, con su hermosura natural. El hombre…

Q DORO: Perdona autor. Todo amanecer, por naturaleza, es hermoso. Otra cosa es que no te guste, pero la hermosura está presente. TEO: Y tú también Doro. Aunque esperaba que metieras las narices en lo que estoy escribiendo; no te esperaba tan pronto. No me has dejado ni que amanezca el relato. DORO: Dalo por amanecido. ¿Qué pasa con el hombre?

Q El hombre acababa de incorporarse para asearse, desayunar y prepararse para la jornada de trabajo. Su mujer quedaba en la cama a la espera de que hiciese el café.

Q DORO: Pero ¿cómo va a preparar el café desde la cama? TEO: ¡Te quieres callar! DORO: ¿Y qué tal la noche matrimonial? –7–


TEO: Doro, eres incorregible, eso no me interesa, de momento. Además es el hombre quien siempre, se levanta, prepara el desayuno para los dos. Ella se levanta… en fin deja que te lo cuente y por favor no me interrumpas tan seguido que pierdo el hilo de la historia. DORO: Estás hecho un perdedor. TEO: Doro, que te zumbo.

Q Ella quedaba en la cama hasta que su marido preparaba el desayuno. Luego se levantaba y tras despejarse la cara, desayunaban los dos, en un cordialísimo inicio de jornada con planteamientos de vida, del trabajo de ambos, y los proyectos inmediatos del día o próximos.

Q DORO: Es decir autor, que eran felices. TEO: Esa es la idea Doro. DORO: Pero lo explicas tan normal, de manera tan sosa, que desde luego no tiene interés. TEO: Claro, tendría más interés si nada más levantarse anduviera a garrotazo limpio. DORO: No te pases. Te digo que para describir escenas románticas, tienes que tener mayor grado de sensibilidad, para que llegue al lector; en caso contrario parece un momento simple y empalagoso. TEO: Aunque para empalagoso, resulta igual si se describe la situación como contemplada por ojitos de cordero degollado. De acuerdo, pero creo que tal como lo he dejado, no debe molestar mucho. DORO: No. Desde luego no molesta.

Q –8–


Entre los proyectos próximos estaban las vacaciones. –Cariño –dijo Tristán– ¿pensaste dónde iremos de vaca­ciones? –He pensado en sitios, pero no me llena ninguno. –Será importante que lo pensemos pronto, especialmente por los billetes para el transporte. –¿No vamos en el taxi? –Mira cariño, ése es un problema. Aunque el coche es nuestro, no nos está permitido utilizarlo para uso personal. –Pues vaya. –Mujer, trataremos de comprar un coche para nuestro servicio. Piensa en sacarte el carné de conducir. En cuanto a las vacaciones me gustaría ir a un sitio tranquilo, para descansar. La tarea de taxista cansa mucho, porque el horario de la jornada es muy grande. –Depende de ti mismo. –Pero tenemos que estar en el mayor tiempo posible en el tajo, cubriendo horas.

Q DORO: Autor, yo dejaría que se compre un turismo. TEO: Tienes razón Doro, en eso mismo estaba pensando, porque van de vacaciones, en tren no se llega a todos los sitios. Si van en autocar, resultará muy pesado.

Q No le faltaba razón a Tristán, porque al volante pasaba 12 o 14 horas y al cabo de un tiempo excedía en mucho la jornada normal de las 8 horas. De manera que pensando en las –9–


vacaciones, salía de casa realizando un balance mental de ahorros y posibilidades. Era cuestión de firmar un montón de letras. Decidido se pasó por el concesionario y ajustó el modelo, que era preciso esperar un par de semanas. Nada dijo a su mujer, porque tomada esta decisión quería darle una sorpresa.

Q DORO: ¿Una sorpresa autor? ¿De qué manera? TEO: Mira que eres pesado caramba. Una sorpresa. Tengo pensado una muy original, pero si te la digo la reventamos de un plumazo, y nunca mejor dicho. DORO: Vaya con el autor, que además se pone de interesante superlativo. TEO: Y dos piedras Doro. O tres.

Q Efectivamente, pasado ese tiempo, y tras firmar 24 letras, montó en su flamante coche y lo aparcó en la calle. De ahí nuevamente a su taxi, cumplir la jornada normal; y a casa… –Hola cariño ¿cansado? –Cansado, pero con ganas de… –Tristán que te conozco. –Mujer, déjame terminar. Me gustaría pasear esta tarde y cenar por ahí, y después si es posible lo que tú pensaste. –De acuerdo, pero que conste que no he pensado nada.

Q – 10 –


DORO: Sutil la señora autor. De momento culpa al marido de pensar lo que ella piensa y luego decir que no pensaba nada. TEO: Doro, ¿tú crees que ella pensaba lo que piensas que pensaba? DORO: Demasiado pensar autor. TEO Dejemos estar Doro.

Q Una vez preparados, Ada y Tristán salieron a la calle, impregnados de un embrujo especial; alegría contagiosa entre ambos. Caminaron con paseo de enamorados, requiebros de Tristán y aceptación primorosa de Ada. Toparon sin pensar en el Restaurante y aunque era temprano para la costumbre, cenaron y bebieron con moderación, pero saboreando ese momento jovial, puesto que se sentían plenamente juveniles. Al salir del restaurante, Tristán se dirigió hacia el lugar donde tenía aparcado su nuevo coche, de cuya compra, mantenía todavía en secreto a su mujer. Consideró sacar la conversación de las vacaciones. –Ada ¿pensaste en las vacaciones y lugar? –No. Bueno sí porque como querías un lugar tranquilo pensaba en el Balneario de Panticosa. –Muy lejos me parece. Tranquilo sí, pero lejos. –Aunque para ir hasta allí, sí que sería importante el coche. –Tienes razón Ada debemos pensar en comprarlo. Fíjate en aquél. Es precioso. Tristán señaló a su coche, con el que evidentemente pensaba sorprender a su amada esposa. –Un coche guapo Tristán y además del color que me gusta. – 11 –


–Se me ocurre una idea. Voy a probar con estas llaves. De forma diligente y mirando para un lado y otro de la calle intentaba abrirlo. –¿Qué haces loco? Me parece que bebiste más de la cuenta. –No te preocupes. Como abra, nos lo llevamos. –No te conozco. Yo sigo. ¿Quieres dejar de hacer el tonto? –¡Ya! ¡Lo he conseguido! Anda entra antes de que la gente se dé cuenta. –Ni lo pienses. ¡Ahí te quedas! Ada continuó caminando, sin mirar atrás visiblemente alterada, nerviosa, al borde de la histeria. Tristán salió del coche, fue tras ella estrechándola. –Ada, amor, ¿Cómo piensas que pueda robar un coche? Éste es nuestro. No te dije nada para darte la sorpresa. –Me has tomado por tonta. –No digas eso cariño. No tenía otra manera de sorprenderte. Anda entra y demos un primer paseo de enamorados.

Q DORO: Autor es una faena. Original, pero faena. TEO: ¿Verdad que sí amigo Doro? DORO: Autor cierto que es original, pero no olvide que en la mente de la mujer estas cosas producen reacciones que los que de momento nos vestimos por los pies, no acertamos a comprender. TEO: ¿Tú crees? DORO: Lo que creo es que Ada nunca olvidará la broma, la sorpresa o lo que ella quiera considerar. TEO: Pues si lo sé me callo.

Q – 12 –


La decisión del tiempo y lugar de vacaciones se tomó sobre la marcha, nunca mejor dicho por la ocasión y oportunidad. Lanjarón fue el pueblo elegido. –Cariño me parece bien, pero a ese lugar se va para tomar las aguas y los baños de quienes tiene alguna dolencia. –Dicho así, los que no tenemos por fortuna ninguna dolencia, no podemos ir. –Ada, siempre en los extremos. Llegada la fecha, marcharon primero a Granada para realizar una visita a la Alhambra, Catedral, la Cartuja, e incluso la subida a Sierra Nevada en el tren. Espectacular recorrido con el que se apreciaba por el desnivel, maravillosas panorámicas de la ciudad. En ocasiones los pequeños detalles proporcionan, en las visitas, un sabor personal. Por ejemplo, la subida, que asciende hasta la Alhambra, con el disfrute de una sombra tupida y el sonido permanente del agua, que corre a uno y otro lado del exterior de la calzada, y la aparición como por sorpresa del Palacio de Carlos V. Tras su visita, se acercaron al kiosco, en medio de la explanada para tomar un refresco, pero no pudieron resistir el beber agua fresquísima del pozo de su interior… O el detalle de la tumba de los Reyes Católicos en la Catedral, por el reposo de las cabezas de ambas estatuas, con las que recordar lo de “tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando”. O en la Cartuja la exposición de pinturas. Y sobre todo la sorprendente visión de las fuentes y la musicalidad del agua. – 13 –


En Lanjarón la estancia fue mucho más tranquila de lo pensado, por esa insignificante circunstancia de no tener que tomar las aguas. La mayoría de los vecinos del Hotel, donde se hospedaron, acudían muy temprano a tomar las aguas. La tertulia no era efectiva nada más que por las tardes. Entonces resultaba animada. Tertulia, cena y un corto paseo hasta la sala de fiestas, donde la vocalista con su espléndida figura ponía el broche.

Q DORO: ¿El broche? ¿Qué broche? ¿Cómo era su broche? TEO: Es una forma de señalar Doro. DORO: Pero podrías señalar de forma y manera nítida, porque eso del broche, queda muy ambiguo. TEO: Es fácil. Primero porque en la época la ambigüedad era lo propio. Segundo porque en aquel tiempo, poder presenciar a una señora de las características de aquélla no era normal, salvo que se asistiera a salas como éstas o a los cabarets. DORO: Desde ese punto de vista lo comprendo. Como me imagino que el espectáculo serviría para que el marido se hiciese el “distraído”, que la mujer la criticara todo lo habido y por haber y el marido estando de acuerdo con todo lo que decía su mujer guardando en el pensamiento la idea de que ya pagaría la patente. TEO: ¡Qué burro eres Doro! Continúo.

Q Como la clientela se formaba prácticamente con las mismas personas, a lo largo del periodo de estancia, se creaba la previsible ocasional amistad, no necesariamente perdurable, pero muy útil durante el tiempo de estancia. – 14 –


La estancia en Lanjarón y su paso por Granada fueron relajantes. Ninguno de los dos tomaron las aguas a excepción de la que se llevaba para la mesa con la denominación de Salud. De algún modo, la mente hacía su trabajo tranquilizante y de relajamiento. La vuelta la hicieron por la costa bajando hasta Motril por la carretera que parecía un balcón permanente desde donde observar panorámicas imborrables. Pasado Motril, sugestiva estampa de Salobreña.

Q DORO: ¿Así terminaron las vacaciones autor? TEO: Pero, Doro, cabezón e impertinente ¿Cómo quieres que terminen unas vacaciones? DORO: Hombre, con algún detalle original, con algo especial. TEO: Desde luego Doro, no tienes precio. ¿Y tenerte que soportar? Las vacaciones se terminan, cuando se terminan, es decir cuando ya no hay más días para vacaciones; es justo el momento en que se terminan unas vacaciones ¿entendido? DORO: Autor, no te enfades, que has tomado carrerilla y no se te puede parar. Bien, de acuerdo. Ada y Tristán terminan sus vacaciones. Me calmo y por favor continúa.

Q Y vuelta al continuo de cada día. Tristán al Taxi, Ada a sus labores de ama de casa. No mucho días más tarde Ada se cruzó con Abelardo, él saludó y ella respondió de manera instintiva. – 15 –


Reparó que era un vecino de la misma calle, al que nunca había saludado a pesar de cruzarse con él con cierta frecuencia. Sin embargo se dio cuenta que de la misma manera, nunca lo saludó en la calle. Tampoco lo hizo en la sala de fiestas del Balneario de Lanjarón.

Q DORO: ¡Qué punto autor! ¿No estarás pensando…? TEO: ¡Quieres callar tío pesado!

Q Justo entonces, como si se tratasen de viejos amigos, se estrecharon las manos y departieron un breve tiempo compartiendo recuerdos del lugar. Ningunos relacionados entre sí, salvo el que Abelardo apuntó, trabajándose las posibilidades de encuentros futuros.

Q DORO: No, si lo que yo no me malicie. TEO: Impertinente.

Q Ada no se creyó ajena a la incursión verbal de Abelardo, y de manera muy natural, zafó cualquier posibilidad de compromiso, que obviamente consideró. Ada se dio perfecta cuenta, cuando a Tristán no le hizo alusión de este curioso encuentro. Entonces pensó lo que el subconsciente le tenía reservado.

Q – 16 –


DORO: Cierto es autor, que no en pocas ocasiones, vecinos de una misma calle que no se saludan, lo hacen de manera muy efusiva cuando se tropiezan en una ciudad diferente. TEO: Así es Doro, es una acción natural y nunca he podido conocer esa reacción. A lo mejor obedece a un impulso de considerarse próximos ante la distancia. DORO: Sí, muy bien, pero éste no me la da, algo busca. Ya verás cómo repite la jugada.

Q No lo hizo inmediatamente, y no se refirió nunca, naturalmente, a este momento. Sin embargo, el encuentro se repetiría pocos días más tarde, provocado por Abelardo, que sintió la imperiosa necesidad de conquistar, al uso y costumbre pertinentes. –Abelardo, no puedo consentirme engañar a mi marido, al que adoro. –También adoro a mi mujer. Pero tenemos la oportunidad de vivir una deliciosa aventura. Noto en ti el mismo deseo. La misma lucha, pero una tentación pendiente de cumplir. –Veo Ada –continuó Abelardo– que la tentación te apresa. Te digo que el mejor modo de apartar la tentación es caer en ella. La idea se centraba en dar un salto mágico en la vida habitual. El problema a salvar estaba en Tristán, porque su trabajo de taxista, aunque duro, no se correspondía a un horario, porque en cualquier momento podía interrumpirlo. Representaba una clarísima inseguridad a la hora de plantear un encuentro de amor. Abelardo toma una decisión a este respecto y busca a su íntimo amigo Lamberto. – 17 –


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