Una mancha de tiempo perdido

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JosĂŠ Miguel SĂĄnchez

Una Mancha de Tiempo Perdido


Con «Una mancha de tiempo perdido», José Miguel Sánchez (Plasencia, 1980), vuelve a ofrecernos su estilo directo y sencillo, pero cargado de sentimientos profundos, abriéndose así camino dentro del mundo de la poesía independiente.


JosĂŠ Miguel SĂĄnchez

Una Mancha de Tiempo Perdido



A Laura, quien con la sonrisa de su mirada alumbra mis amaneceres.

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¡Salve, ruinas solitarias, sepulcros sacrosantos, muros silenciosos!(...)confundiendo las reliquias de los reyes con las del último esclavo, atestiguáis el santo dogma de la Igualdad(...) ¡Oh ruinas! Volveré a visitaros para tomar vuestras lecciones. Las ruinas, (invocación) por C.F. Volney 1836.

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© José Miguel Sánchez, 2015 Foto de portada sobre la escultura «La sequía en tus manos» cedida por Álvaro Mena

Edita:

I.S.B.N.: 978-84-16414-08-6

Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito del autor.


Contenido

Clemencia.......................................................... 13 Sumergidos........................................................ 14 Dentro................................................................ 16 Hasta la muerte.................................................. 18 Por un momento................................................ 19 El árbol de la sabiduría....................................... 20 Anotación en un paseo....................................... 21 Las batallas que perdí......................................... 22 En la sien........................................................... 23 Humo................................................................. 24 Frío.................................................................... 25 Una mancha de tiempo perdido......................... 26 Sin respuesta...................................................... 28 Quieto................................................................ 29 Hojas.................................................................. 30 Del hueso a tu piel............................................. 31 Donde habitan las palabras................................. 32 A grandes tragos................................................. 33 El grito apagado................................................. 34 Una noche cualquiera......................................... 35 ~ 11 ~


Alma de colores.................................................. 36 Cada instante..................................................... 38 Me invades......................................................... 39 El sue単o............................................................. 41

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Clemencia Herrumbre y derrumbe. Acuchillado cajón de ideas desparramadas ante el Sabio y su atenta e inmutable mirada. A puñados de vida revientan borbotones de sangre impotentes contra la miserable ciencia. Ventanales desgastados oprimen, estrangulan, ahogan rayos de luz hasta expulsarlos, rechazarlos para siempre. Desorientados vuelven a su origen desperdiciados brotes de sol, aniquilados regresan inservibles. ¡Oh, dioses! Perdonad al miserable. Vosotros, sabios, admitid la inevitable derrota. ¡Oh, dioses! Perdonad. Si las siniestras trompetas ofrecen su función perversa, vosotros, sabios, arrodillaos y claudicad, pues provocasteis, ciegos, la venganza del Mundo. Arrodillaos para satisfacer el hambre de la naturaleza. Arrodillaos para sucumbir ante los ojos de lo salvaje.

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Sumergidos Zapatos abandonados a eso de las once y media. Ojos en los tejados, hombres, y otras bestias salvajes. HĂŠroes de la miseria vigilan bajo los arcos grises. Humo apurado hasta las uĂąas, danza entre los dĂŠbiles vestigios de luz. Llueve y llueve. Quiebra la inmensidad atronadora, destruida y acuchillada, hacia el abismo indescifrable. Carnaval de cabezudos latigueando varas inclementes, hacen brillar sus colmillos en eternas sonrisas insaciables, hambrientas, devoradoras.

~ 14 ~


Llueve y llueve... Entre adoquines garabatea la procesi贸n de tristes l谩grimas. Sumergidos en el llanto se percibe el restallar y el brillo cruel de las infames miradas, sobre los atragantados y perpetuos quejidos de los marginados.

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Dentro En la crecida voluptuosidad del bosque, a través de la enredada maleza, donde la inmensidad no se distingue, atrapado, por ojos y por raíces, por el momento, a cada paso. Atrapado en la soledad acompañada, en la exquisita soledad de vida repleta, en la humilde soledad de quien no espera nada, en la sola soledad de quien nada necesita. En la soledad profunda del hombre solo. En la umbrosa soledad de la montaña. Quejido quedo de las entrañas, ansiando sólo sentirse solo. Sólo el abrazo constante sintiendo, mudo, lento, pero imparable, lejos de la mirada del semejante, arropado por árboles a cientos. Hundido en la frondosidad imponente, oculto tras parapetos pétreos, inexplorado paisaje, ausente de la mirada de los plebeyos. ~ 16 ~


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