Ventana de suenos

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Ventana de

Sue帽os

Ver贸nica Quero Palomino



Ventana de

Sue帽os

Ver贸nica Quero Palomino



Para Carlos y María, esta ventana es para vosotros, mirad a través de ella, y todos vuestros sueños se harán realidad.


Título: Ventana de sueños © Verónica Quero Palomino

Edita:

I.S.B.N.: 978-84-16582-05-1 Impreso en España Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno sin permiso previo y por escrito de la autora.


Contenido

I.

Para empezar, que sea para siempre........................ 9

II.

En el borde de los sueños. En el borde de la nada... 11

III.

Un Apolo y otra Dafne............................................ 13

IV.

Aguacero de caricias y te quiero.............................. 15

V.

Caos perfecto.......................................................... 17

VI.

Fuiste tú, o quizás fui yo........................................ 19

VII.

Mientras murmuras mi nombre.............................. 21

VIII. Encadenados en la luna.......................................... 23 IX.

Carros de fuego...................................................... 25

X.

Al otro lado............................................................ 27

XI.

Observando el silencio........................................... 29

XII.

Más allá de los sueños............................................ 31

XIII. Cadena perpetua.................................................... 33 XIV. Coleccionista de recuerdos..................................... 35 XV.

Restos de un naufragio........................................... 37

XVI. El rostro de la vida.................................................. 39 XVII. Te busco................................................................. 41 XVIII. Eterno sentimiento................................................. 43 XIX. Ladrones del tiempo............................................... 45 AGRADECIMIENTOS....................................................... 47 ·7·



I

Para empezar, que sea para siempre

Me encanta escribirte aunque nunca llegues a leerlo. Aquí estoy con el viejo lápiz de los recuerdos, cómplice de otras épocas, tiempos de lo que éramos. Jóvenes en comienzo, oteadores del futuro, un porvenir que se veía grande y lejano, donde cabría todo lo que imagináramos. Y es que me ha dado por extrañar estos días. Qué locura ¿verdad? ¿Cuántos años han pasado? Suficientes años con sus días y noches, con sus alegrías y penas, con sus sorpresas y desvelos. Tendrías que verme ahora. Me reinvento a cada momento, aunque sigo siendo y siendo... No leo todo lo que me gustaría, vivo con el día pero con quinientas cosas de retraso, a veces fumo, a veces bebo; y mientras tanto te recuerdo. Entre mil nuevas cosas que ha traído el tiempo, sigo siendo esa que se pierde entre momentos. ¿Te cuento un secreto? Sé que estás aquí. Sí, sigues aquí. Y a veces en sueños charlamos como si fuera hoy, sobre este mundo que giró tan vertiginoso bajo nosotros. Aun recordando como nuestra última gota de esperanza, se quedó apoyada en el frío de la noche, a la salida de un pub. He recorrido cientos de veces esos sitios…y todo sigue igual. Pensarás que estoy un poco loca, lo sé. Pero ya no me importa la cordura. He sufrido, he llorado, ·9·


he amado, he perdonado al fin. Y siempre me encuentro de pie, juntando el puzle de tus recuerdos. Esta mañana, al levantarme con mirada de cansancio, te he vuelto a sentir. A ti y a nuestros momentos. Esos que se quedaron en el aire, atravesados por mil balas en el silencio del amanecer. Y ha sido hoy, justo esta mañana, cuando he comprendido todo entre lágrimas, como perfecta máscara de pestañas. Es curioso, como dos corazones se rompieron en mil pedazos, y el silencio fue absoluto. La escucha imposible, y el suelo convertido en un insondable océano sin tierra a la vista. ¿Qué fue de tus manos, esas que deshacían cada nudo que asfixiaba mi cuerpo? ¿Y qué fue de tus miradas, esas que susurraban caricias desde el horizonte? He de confesarte que, cada vez que vuela una pequeña mota de felicidad en el tragaluz, cada vez que baila un sinsentido en mi pecho, intento volver a sentirlo, pero nunca eres tú. No quiero despedirme sin decirte que sigues siendo mi tatuaje imborrable, mi principio sin final. Por donde quiera que te acurruques para otear el mundo, a donde sea que hayan ido a parar tus abrazos, allá te mando estas palabras, cargadas de un presente que no conoces y en nombre del pasado y de un futuro que seguiré inventando para ti. Por siempre.

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II

En el borde de los sueños. En el borde de la nada

Sé que cada mañana despiertas y miras a ambos lados. Malditos sean todos esos minutos que te tuve y no desarmé a besos esa coraza. Malditas las esperanzas que algunos días, juguetean en el monte de mi pecho, como pequeñas mariposas cazando sueños. Pero es tan tarde, tan tarde…tanto. Los ojos se me cierran. El tiempo sigue pasando. Otra vez esa imagen de un vulgar disfraz, con máscara de sonrisa, me despierta con ansia de madrugada. Cuando se muera este ahogo, no me reconoceré. Cuando sea temprano para un nuevo amanecer, no lo entenderé. Mi corazón está a veintiocho milésimas de tu piel. Un simple salto en el tiempo rozaría la absoluta paz, pero los puentes han jugado a desaparecer; y ya no sé si se derrumbaron o solamente están escondidos. Yo, la de la palpitante sonrisa, ya no sé. Jugábamos a desnudar nuestra alma en otros brazos, jugamos a un por siempre que nunca fuimos. Y en ese instante, se desgarraron las huellas de nuestro camino, conviviendo con la piel que lloraba pedazos de felicidad extraña. Así huimos, nos desterramos como si las caricias fueran de papel y nos apropiamos de un borrador de propósitos que no eran los nuestros. Cerré los ojos para no escuchar más palabras, me obligue a repetirme que eran doctrinas absurdas, que nunca vivimos. Esculpí un reflejo · 11 ·


en el espejo que me devolviera la mirada. Desnudé, cada parte de mi cuerpo. Y me arrodillé, entre espinas para sentir el desafío de algo que doliera más, que acallara este infierno. Las hojas caen, los pétalos vuelan. Y todas las noches aún me saben al penúltimo roce de tus labios. Supongo que el mañana llegará como siempre, con ese sabor a lluvia exprimiendo las nubes. Y a mí, no me quedará más remedio que cerrar cuidadosamente esa pequeña jaula donde escondo tus recuerdos. Mis yemas parpadean, temblorosas pero firmes, y se mueren de un plumazo, tres millones de besos pendientes que no hemos dejado nacer. Breves bamboleos tiñen mis suspiros. Estoy allí, mis pies ya saben regresar solos. Estoy aquí, porque cada día, en algún momento los recuerdos vuelven. Supongo que llegarás y abriré los ojos, y veré lo fácil que se mecen las rosas en el viento. La lluvia enfadada me devolverá la razón, sí…supongo que mañana.

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III

Un Apolo y otra Dafne

Un baile de cuerpos y almohadas, un junio con olas en tierra, una herida, una duda…y no quiero pedir perdón. Me dejas las paredes encendidas, sin aire, sin tiempo. No quiero decirte adiós. De entre todos los labios del mundo, mis manos han elegido dibujar los tuyos. Con los ojos cerrados, en silencio, despacio, despacio…y siento tu sonrisa, y siento como me miras, tu respiración tranquila. Tú cada vez más cerca y yo cada vez más lejos. Me pierdo, tus pestañas rozan mi anhelo. Nuestros labios luchan en la orilla, malheridos, se muerden embravecidos y después se curan ante ese nuevo placer desconocido. Que bien sabe el perfume de lo prohibido. Y mis manos buscan tu pelo, y tus manos buscan mi nuca. Dedos firmemente entrelazados, espaldas arqueadas en danza, latidos acompasados al filo, miradas prendidas en fuego. Tienes que saber que el vaivén de los años me forjó en acero, con latigazos de latidos, con versos de fuego, con caricias de hielo. Y de repente llegas tú, y siento todo en un momento. Dedos entre besos, nubes en el tiempo, rayos alcanzando el mismísimo infierno. Y volvieron las noches sin sueño, y me enredo. Me enredo entre las manecillas de tu tiempo, soy la oscuridad · 13 ·


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