Libro de Oraciones

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Oraciones

para la vida diaria

40 a単os DuocUC




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ÍNDICE

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ÍNDICE

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PRESENTACIÓN INTRODUCCIÓN Oración al Taller de Nazareth

9 13 15

I PRINCIPALES ORACIONES DEL CRISTIANO Señal de la Cruz Signación Padre Nuestro Ave María Gloria

17 18 18 18 19 19

II PRINCIPALES ORACIONES DE LA MISA Yo pecador Gloria Credo o Símbolo de los Apóstoles

21 22 22 23

III ORACIONES A CRISTO Alma de Cristo Ofrecimiento personal Señor mío Jesucristo (Acto de Contrición) A Jesús Crucificado Oh Sagrado Banquete (para después de la comunión) Acto de fe (para después de la comunión) Acto de Adoración (para después de la comunión) Acto de Acción de Gracias (para después de la comunión) Comunión Espiritual Plegaria Simple Oración de San Francisco Solano

25 26 26 27 27 28 28 28 29 29 30 31

IV VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO Sea por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado

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V ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO Ven Espíritu Santo Creador Invocación Oración al Espíritu Santo Secuencia Petición de los 7 dones del Espíritu Santo

35 36 37 37 38 39


VI REZO DEL SANTO ROSARIO Misterios del Rosario Salve

41 43 44

VII OTRAS ORACIONES A LA VIRGEN MARÍA Ángelus Acuérdate Pequeña Consagración Bajo tu amparo Bendita sea tu pureza

45 46 47 47 48 48

VIII MES DE MARÍA Oración Inicial Oración Final Letanías a la Santísima Virgen

49 50 51 52

IX OTRAS ORACIONES Oración a la Sagrada Familia Oración a San José Oración al Ángel de la Guarda Oración por los enfermos Oración por la familia Oración para bendecir los alimentos Oración por las Vocaciones Oración por los difuntos

55 56 56 57 57 58 58 59 59

X ORACIÓN PARA COMENZAR EL DÍA

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XI ORACIÓN PARA LA NOCHE

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XII SALMOS Salmos de Alabanza Deseo de Dios Salmo de Súplica Esperanza y Confianza en Dios Cántico de María

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XIII EXAMEN DE CONCIENCIA

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PRESENTACIÓN

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H

ace pocos meses, en un discurso habitual, el Santo Padre Benedicto XVI ha dicho algo evidente, pero que poco se aborda en la vida actual, incluso al interior de la vida cristiana. Afirmó que para el cristiano, para el discípulo de Jesucristo, la oración no era un lujo, algo superfluo u optativo; sino algo de vida o muerte. Por eso no es extraño que el Catecismo de la Iglesia Católica contenga en una de sus cuatro partes, una dedicada enteramente a la oración. Si en la primera parte se comenta el símbolo de la fe en sus artículos esenciales (lo que creemos), en la segunda se abordan, en particular, los sacramentos (lo que celebramos). Sólo entonces, creyendo y celebrando, podemos estar capacitados para la vida en Cristo mediante el cumplimiento, de corazón, de los mandamientos (lo que vivimos). El cuarto punto es lo que nos permite asimilar todo esto para que se dé realmente integrado en la vida cristiana (lo que oramos). Allí se abordan los aspectos generales de la oración cristiana y un buen comentario a la oración del Padre Nuestro, enseñado por el mismo Jesús a los suyos cuando se lo pidieron. Es lo que sucedió a los discípulos de Emaús cuando el Señor entró para quedarse con ellos esa tarde después de la invitación que le hicieran. ¡Quédate con nosotros! Les ardía el corazón y se les abrieron los ojos, porque la desesperanza los consumía. Toda oración cristiana está encerrada en ese “quédate”. Que la Santísima Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, nos introduzca en su escuela de oración, para alcanzar a Cristo, o mejor aún, ser alcanzados por Él. Así lo podemos esperar con este sencillo instrumento, Oraciones para la vida diaria, que permite unirse a la celebración de los 40 años de DuocUC. La oración permite que la fe se convierta en cultura. Para nosotros, cultura que educa al trabajo. + Mons. Andrés Arteaga Manieu Obispo Auxiliar de Santiago Vice Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile 11


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INTRODUCCIÓN

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uando los discípulos vieron que Jesús oraba le pidieron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11,1) y Él les enseñó el Padrenuestro, la oración fundamental de los cristianos. Una oración breve, donde Jesús nos introduce en la unidad con el Padre. En esta oración encontramos sintetizada la relación de amor a la cual Dios nos invita. La oración “eleva el alma y el corazón a Dios”, es hablar con Él como un hijo le habla a su Padre; buscarlo y acercarnos a Él, entrar en comunión con Él, es dialogar con Dios –que es nuestro Padre–. Así, animados por Jesús nos atrevemos a rezar, iniciando un camino de relación personal con Dios. A lo largo de nuestra vida hemos aprendido, quizás, algunas oraciones, que nos ayudaron a profundizar este vínculo de amor. Dios llama incansablemente a cada persona a este encuentro. Nos invita de manera constante a relacionarnos con Él, con su persona. Responder a esta invitación, es siempre posible, sólo se requiere una actitud de humildad en que nos reconocemos necesitados de Dios, de una actitud de búsqueda y de una apertura del corazón. Quien tiene el hábito de orar ve, en su vida, la acción de Dios en los momentos de más importancia, en las horas difíciles, en la tentación; porque está constantemente en presencia del Señor y en comunión con Él… en el trabajo, en un paseo solitario, en la casa, sentados o, incluso, haciendo las labores domésticas. Algunos, quizá, hayamos intentado orar con toda nuestra buena voluntad, pero los esfuerzos que hicimos no dieron el fruto que esperábamos y terminamos desanimados y abandonando la oración. ¿Por qué nos pasa esto? Porque no sabemos orar. ¡Necesitamos aprender a orar! Si aprendemos a hacerlo, encontraremos en Dios la respuesta a todas nuestras inquietudes y la paz del alma, que tanto buscamos. Si en ti surge el deseo de la oración es porque Dios quiere decirte algo. Este libro es la recopilación de algunas oraciones, tomadas del tesoro de la tradición de la Iglesia, que pueden ayudarte en este camino maravilloso de búsqueda y encuentro. Al presentarlo queremos animarte a “orar siempre sin desanimarse” (Lucas 18, 1). Pastoral DuocUC

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Oración al Taller de Nazareth Santísima Familia de Nazareth, en tí se encierra el gran misterio del Amor de Dios por la humanidad: un Dios que por amor se hace hombre. Así, como confiamos la vida de DuocUC Inspira nuestro actuar cotidiano para que seamos reflejo de la vida de Nazareth, del mayor misterio de amor humano-divino que existió sobre la tierra. Protege a todos los funcionarios, docentes y alumnos. Ilumínalos para que sean guiados por el amor, caminen hacia la Verdad, y se desarrollen plena y libremente. Que se vinculen según la dignidad de ser Hijos de Dios, y bajo el ejemplo de María, desarrollen sentimientos de amor y ternura hacia cada hombre, cultiven las virtudes y promuevan una cultura de la paz. Que todos los que aquí transitamos, miremos el misterio de Nazareth como modelo de vida personal y comunitaria, para que nuestra casa de estudios sea “casa y escuela de comunión”, al servicio de la Iglesia y la sociedad. Amén

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PRINCIPALES ORACIONES DEL CRISTIANO

I

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Señal de la Cruz En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Signación Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre Nuestro Padre nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación. Y líbranos del mal. Amén.

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Ave María Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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PRINCIPALES ORACIONES DE LA MISA

II

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Yo pecador Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Gloria Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria, te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre, Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén. 22


Credo o Símbolo de los Apóstoles Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

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ORACIONES A CRISTO III

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Alma de Cristo Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe por los siglos de los siglos. Amén.

Ofrecimiento personal Toma, Señor y recibe mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de mí según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta.

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Señor mío Jesucristo (Acto de Contrición) Señor mío Jesucristo, me pesa en el alma haberte ofendido, por ser Tú tan bueno y digno de ser amado. Te prometo, ayudado de tu gracia, nunca jamás volver a pecar. Amén.

A Jesús Crucificado No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor; muéveme el verte clavado en una Cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido; muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor de tal manera, que aunque no hubiera cielo yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te quiera; porque aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

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Oh Sagrado Banquete (Para después de la Comunión) ¡Oh sagrado banquete, en el que Cristo es nuestra comida, se renueva la memoria de su Pasión, se llena el alma de la divina gracia y se nos da una prenda de la futura gloria!

Acto de fe (Para después de la Comunión) ¡Señor mío, Jesucristo!, creo que verdaderamente estás dentro de mí, con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y lo creo más firmemente que si lo viese con mis propios ojos. Amén.

Acto de Adoración (Para después de la Comunión) ¡Oh, Jesús mío!, te adoro presente dentro de mí, y me uno a María Santísima, a los Ángeles y a los Santos, para adorarte como te mereces. Amén.

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Acto de Acción de Gracias (Para después de la Comunión) Te doy gracias, Jesús mío, de todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen Santísima, Ángel de mi guarda, Ángeles y Santos del Cielo, den por mí gracias a Dios. Amén.

Comunión Espiritual Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a TÍ. Señor, no permitas que jamás me aparte de TÍ. Amén.

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Plegaria Simple Señor, haz de mí un instrumento de tu paz, que donde haya odio, ponga yo amor; que donde haya ofensa, ponga yo perdón; que donde haya discordia, ponga yo unión; que donde haya error, ponga yo verdad; que donde haya duda, ponga yo la fe; que donde haya desesperación, ponga yo esperanza; que donde haya tinieblas, ponga yo la luz; que donde haya tristeza, ponga yo alegría. ¡Oh Maestro!, que no busque tanto ser consolado, como consolar; ser comprendido, como comprender, ser amado, como amar. Porque dando, se recibe; olvidando, se encuentra, perdonando, se es perdonado; muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén.

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Oración de San Francisco Solano ¿Qué tengo yo, Señor Jesús, que Tú no me hayas dado? ¿Qué valgo yo, si no estoy a tu lado? ¿Qué se yo que Tú no me hayas enseñado? ¿Qué merezco yo, si no estoy a Ti unido? Me creaste sin que te lo pidiera; me redimiste sin que lo mereciera. Mucho hiciste en crearme, mucho en redimirme; No serás menos poderoso en perdonarme. Pues la mucha sangre que derramaste, y la acerba muerte que sufriste, no fue por los ángeles que te alaban, sino por mí y demás pecadores que te ofenden. Si te he negado, déjame reconocerte; si te he injuriado, déjame alabarte; si te he ofendido, déjame servirte, pues es más muerte que vida la que no se emplea en tu santo servicio. Amén.

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VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO IV

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Sea por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado. Sea por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado (3 veces) Ayúdame Madre del cielo, Ángeles y Santos ayúdenme a decir dignamente ya desde esta tierra: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del universo, llenos están el cielo y la tierra de su Gloria. Hosanna en el cielo, bendito el que viene en el Nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

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ORACIONES AL ESPÍRITU SANTO

V

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Ven Espíritu Santo Creador Ven Espíritu Santo Creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador don del Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, el dedo de la mano de Dios; Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestro labio los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz, sé Tú mismo nuestro guía, y puestos bajo tu dirección, evitaremos todo lo nocivo. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó y al Espíritu Consolador Por los siglos infinitos. Amén.

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Invocación Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y abrásalos en el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas. Y renovarás la faz de la tierra.

Oración al Espíritu Santo Ven Espíritu Santo y quédate con nosotros. Dígnate entrar en nuestros corazones. Enséñanos lo que debemos hacer y muéstranos a dónde tenemos que ir, para que con tu ayuda, nuestro trabajo te pueda ser agradable. Átanos eficazmente a Ti por el don de tu gracia, para que no nos apartemos en nada de la verdad, sino que sigamos siempre los consejos de tu piedad y de tu justicia, conformemos nuestro juicio con el tuyo y recibamos en la vida futura la recompensa eterna. Amén.

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Secuencia Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido; luz que ilumina las almas, fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso en nuestros esfuerzos, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos. Llega hasta el fondo del alma Divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del alma si Tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía. Sana el corazón enfermo. Lava las manchas. Infunde calor de vida en mi hielo. Doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su éxito. Salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

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Petición de los 7 dones del Espíritu Santo Ven Espíritu Santo con tu don de Sabiduría para comprender la maravilla insondable de Dios y poder buscarlo en todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. Regálanos el don de Entendimiento para conocer y comprender las cosas de Dios y cómo actúa Jesucristo. Que podamos descubrir con claridad las riquezas de la fe. Ven con tu don de Consejo, señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, y anímanos a seguir su santa voluntad. Danos tu don de Fortaleza, la perseverancia que nos aliente y ayude a superar las dificultades que encontramos en nuestro caminar hacia Dios. Ven, Espíritu Santo, con tu don de Ciencia, que nos permite acceder al conocimiento, a descubrir la presencia de Dios en el mundo, en la vida, en la naturaleza y nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas. Regálanos tu don de Piedad que nos permite acercarnos confiadamente a Dios, hablarle con sencillez y abrir nuestro corazón de hijo al Padre Bueno que nos quiere y nos perdona. Danos tu don de Temor de Dios, que nos ayude a evitar el pecado, como respuesta al amor del Padre por nosotros y nos dé la fuerza para vencer los miedos y aferrarnos al gran amor que Dios nos tiene.

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REZO DEL SANTO ROSARIO VI

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l Rosario es una manera sencilla de orar. Nos invita a unir el Ave María que rezamos con los labios, a la meditación en la persona de Jesús y los misterios de su Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección. Se comienza enunciando el misterio y después se rezan un Padrenuestro, 10 Ave María y un Gloria. Y, así sucesivamente, los 5 misterios que correspondan o bien, una parte de ellos.

Padre Nuestro 4˚ Misterio Gloria 10 Avemaría

10 Avemaría

Padre Nuestro 3˚ Misterio Gloria

10 Avemaría Padre Nuestro 2˚ Misterio

Padre Nuestro 5˚ Misterio

Gloria

10 Avemaría Gloria Salve

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10 Avemaría Padre Nuestro 1˚ Misterio Gloria 3 Avemaría Padre Nuestro Señal de la Santa Cruz


Misterios del Rosario DE GOZO (lunes y sábado) 1. La Encarnación del Hijo de Dios. 2. La visitación de la Virgen a Santa Isabel. 3. El Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. 4. La presentación de Jesucristo en el Templo. 5. Jesús perdido y hallado en el Templo.

DE DOLOR (martes y viernes) 1. La oración de Jesús en el Huerto. 2. La flagelación de nuestro Señor Jesucristo. 3. La coronación de espinas. 4 Jesús carga la Cruz. 5. La crucifixión y muerte de nuestro Señor.

DE GLORIA (miércoles y domingo) 1. La Resurrección del Señor. 2. La Ascensión de Jesús al Cielo. 3. La venida del Espíritu Santo. 4. La Asunción de la Virgen María al Cielo. 5. La Coronación de la Santísima Virgen como Reina de todo lo creado.

DE LUZ (jueves) 1. El Bautismo de Jesús en el Jordán. 2. El inicio de la vida pública de Jesús en las Bodas de Caná. 3. Jesús anuncia el Reino y llama a la conversión. 4. La Transfiguración del Señor en el Monte Tabor. 5. La institución de la Eucaristía.

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Terminado el quinto misterio, se concluye con la Salve, y se pueden añadir un Padrenuestro, 3 Ave María y un Gloria por las intenciones del Santo Padre, el Papa.

Salve Dios te salve, Reina y Madre. Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. ¡Dios te salve! A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea! pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, ¡Oh clemente!, ¡oh piadosa!, ¡oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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OTRAS ORACIONES A LA VIRGEN MARÍA VII

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Ángelus V El Ángel del Señor anunció a María. R Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. V Dios te salve, María... V He aquí la esclava del Señor. R Hágase en mí según tu Palabra. V Dios te salve, María... V Y el Verbo se hizo carne. R Y habitó entre nosotros. V Dios te salve, María... V Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. R Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. V Oremos: Te pedimos, Señor, infundas tu gracia en nuestras mentes, para que los que hemos conocido por el mensaje del Ángel el misterio de la encarnación de tu Hijo, seamos conducidos a la gloria de la resurrección, por los méritos de su cruz y pasión. Por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.

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Acuérdate Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia, y reclamando tu socorro, haya sido abandonado por ti. Animado con esa confianza, a ti acudo, Madre, la más excelsa de las vírgenes; a ti vengo, a ti me acerco, yo, pecador contrito. Madre del Verbo, no desprecies mis palabras, antes bien escúchalas y acógelas benignamente. Así sea.

Pequeña Consagración Oh Señora mía, oh Madre mía Yo me ofrezco todo a ti. Y en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. En una palabra, todo mi ser, ya que soy todo tuyo, Oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya, Amén.

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Bajo tu amparo Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.

Bendita sea tu pureza Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

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MES DE MARÍA VIII

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Oración Inicial ¡Oh María!, durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos. Para honrarte hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Más ¡Oh María! no te das por satisfecha con estos homenajes. Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos y la más bella corona que pueden deponer a sus pies es la de sus virtudes. Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones; nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh Virgen Santa! en conservar nuestras almas puras y sin mancha y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aún la sombra misma del mal. La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida y, con tu auxilio, llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados. ¡Oh María! haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den, al fin, frutos de gracia, para poder ser, algún día, dignos hijos de la más Santa y la mejor de las madres. Amén. 50


Oración Final ¡Oh María, Madre de Jesús nuestro Salvador y nuestra buena Madre!, nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de agradarte y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio. Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo que, en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir, con nuevo esplendor, la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad. Que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén.

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Letanías a la Santísima Virgen Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros. Dios, Hijo, Redentor del mundo, Dios, Espíritu Santo, Santísima Trinidad, un solo Dios. Santa María, ruega por nosotros. Santa Madre de Dios, Santa Virgen de las Vírgenes, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia, Madre de la Divina Gracia, Madre purísima, Madre castísima, Madre siempre virgen, Madre inmaculada, Madre amable, Madre admirable, Madre del buen consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador, Madre de misericordia, Virgen prudentísima, Virgen digna de veneración, Virgen digna de alabanza, Virgen poderosa, Virgen clemente,

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Virgen fiel, Espejo de justicia, Trono de la sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso espiritual, Vaso digno de honor, Vaso de insigne devoción, Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de la Alianza, Puerta del Cielo, Estrella de la mañana, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consoladora de los afligidos, Auxilio de los cristianos, Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los Mártires, Reina de los Confesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina asunta a los Cielos, Reina del Santísimo Rosario, Reina de la familia, Reina de la paz. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.

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Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oración final Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

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OTRAS ORACIONES IX

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Oración a la Sagrada Familia Sagrada Familia de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros; enséñanos la necesidad del trabajo, de la preparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto. Enséñanos lo que es la Familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén.

Oración a San José Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos. Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error. Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.

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Oración al Ángel de la Guarda Mi buen Ángel de la Guarda, que ves continuamente el rostro de nuestro Padre que está en el Cielo, Dios me ha confiado a ti desde el inicio de mi vida. Te agradezco de todo corazón por tu amoroso cuidado. A ti me entrego y te prometo mi amor y fidelidad. Te pido: protégeme contra mi propia debilidad y contra los ataques de los espíritus malignos; ilumina mi espíritu y mi corazón para que conozca y cumpla siempre la voluntad de Dios y guíame a la unión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Oración por los enfermos Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Tú que en todos estás presente y lo llenas todo con el consuelo de tu Espíritu Santo, ven a fortalecernos en nuestras angustias y preocupaciones. Tú, que por tu Hijo Jesucristo saliste al encuentro de los enfermos, tocaste las llagas de los leprosos, consolaste a los afligidos, defendiste a los pobres y resucitaste a los muertos; ven a dar sentido a nuestros males, ven a sanar nuestros corazones, ven a darnos vida abundante y alivio a nuestros sufrimientos. Que animados por la fe, llenos de amor y de esperanza, completemos en nuestros cuerpos lo que falta a la pasión de Cristo, por el bien de la Iglesia y de toda la humanidad. Amén.

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Oración por la familia Bendito seas, Señor, porque en tu amor nos reuniste para formar nuestra familia. Te damos gracias por vivir juntos. Te pedimos que protejas y conserves nuestro hogar. Que sus puertas estén siempre abiertas para los que quieran entrar en él y compartir nuestra alegría y amistad. Enséñanos a aceptarnos como somos, con nuestras cualidades y defectos; a presentarte nuestros planes y sueños; a pedir tu ayuda; a ofrecerte nuestras alegrías y nuestras penas; a recomenzar después de cada caída. Te pedimos que como miembros de tu Iglesia, sepamos llevar tu mensaje de amor a todos los que nos rodean. Que tu amor nos conserve siempre unidos y en paz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración para bendecir los alimentos Bendícenos Señor. Bendice los alimentos que vamos a compartir. Da el pan a los que tienen hambre. Y a nosotros, auméntanos el hambre de ti. Amén.

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Oración por las vocaciones Dios, Padre y Pastor de todos los hombres. Tú no quieres que falten hoy día hombres y mujeres de fe que consagren sus vidas al servicio del Evangelio y al cuidado de tu Iglesia. Haz que tu Espíritu Santo ilumine los corazones y fortalezca las voluntades de tus fieles para que acogiendo tu llamado, lleguen a ser los sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas que tu Pueblo necesita. La cosecha es abundante y los operarios pocos. Envía, Señor, operarios a tu mies. Amén.

Oración por los difuntos Dios de misericordia y de amor, ponemos en tus manos amorosas a nuestros hermanos. En esta vida Tú les demostraste tu gran amor; y ahora que ya están libres de toda preocupación, concédeles la felicidad y la paz eterna. Su vida terrena ha terminado ya; recíbelos ahora en el Paraíso, en donde ya no habrá dolores, ni lágrimas ni penas, sino únicamente paz y alegría con Jesús, tu Hijo, y con el Espíritu Santo para siempre. Amén. 59


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ORACIÓN PARA COMENZAR EL DÍA

X

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Oración para comenzar el día Señor, en el silencio de este día que comienza, vengo a pedirte la paz, la prudencia, la fuerza. Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor, ser paciente, comprensivo, dulce y prudente. Ver, por encima de las apariencias, a tus hijos, como Tú mismo los ves; y así no ver más que el bien en cada uno de ellos. Cierra mis ojos a toda calumnia, guarda mi lengua de toda maldad, que sólo los pensamientos caritativos permanezcan en mi espíritu, que sea benévolo y alegre, que todos los que se acerquen a mí sientan tu presencia. Revísteme de Ti, Señor, y que a lo largo de este día yo te irradie.

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ORACIÓN PARA XI LA NOCHE

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Oración para la noche Ahora Señor, voy a cerrar mis párpados, hoy ya han cumplido su oficio. Mi mirada ya regresa a mi alma tras de haberse paseado durante todo el día por el jardín de los hombres. Gracias, Señor, por mis ojos, ventanales abiertos sobre el mundo; gracias por la mirada que lleva mi alma a los hombres como los buenos rayos de tu sol conducen el calor y la luz. Yo te pido en la noche, que mañana, cuando abra mis ojos al claro amanecer, sigan dispuestos a servirte. Haz que mis ojos sean claros, Señor. Y que mi mirada, siempre recta, siembre afán de pureza. Haz que no sea nunca una mirada decepcionada, desilusionada, desesperada, sino que sepa admirar, extasiarse, contemplar. Da a mis ojos el saber cerrarse para hallarte mejor, pero que jamás se aparten del mundo por tenerle miedo. Concede a mi mirada el ser lo bastante profunda como para reconocer tu presencia en el mundo y haz que jamás mis ojos se cierren ante el llanto del hombre. Que mi mirada, Señor, sea clara y firme, pero que sepa enternecerse y que mis ojos sean capaces de llorar. Que mi mirada no ensucie a quien toque, que no intimide, sino que sosiegue; que no entristezca, sino que transmita alegría; que no seduzca para no apresar a nadie, sino que invite y arrastre al mejoramiento. Haz que moleste al pecador al reconocer en ella tu resplandor, pero que sólo reproche para despertar. Haz que mi mirada conmueva las almas por ser un encuentro, un encuentro contigo, Dios. Que sea una llamada, un toque de clarín que movilice a todos los parados en las puertas, y no porque yo paso, Señor, sino porque pasas Tú.

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Para que mi mirada sea todo esto, Señor, una vez más en esta noche yo te entrego mi alma y mi cuerpo y mis ojos. Para que cuando mire a mis hermanos los hombres, seas Tú quien los mira y, desde dentro de mí, Tú les saludes.


SALMOS XII

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Salmos de Alabanza Salmo 8 Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. Qué es el hombre para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder. Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, todo lo sometiste bajo sus pies.

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Salmo 95 Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el Cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su Templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: “El Señor es rey, Él afianzó el orbe, y no se moverá; Él gobierna a los pueblos rectamente”.

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Deseo de Dios Salmo 62 Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Pero los que buscan mi perdición bajarán a lo profundo de la tierra; serán entregados a la espada, y echados como pasto a las raposas. Y el rey se alegrará con Dios, se felicitarán los que juran por su nombre, cuando tapen la boca a los traidores.

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Salmo de Súplica Salmo 140 Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Coloca Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos. Señor, mis ojos están vueltos a Ti, en Ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.

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Esperanza y Confianza en Dios Salmo 22 Salmo de David. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.

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Cántico de María Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

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EXAMEN DE XIII CONCIENCIA

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Examen de conciencia Mi actitud y mis acciones u omisiones hacia Dios: • ¿Creo verdaderamente en Dios o confío más en brujerías, amuletos, supersticiones, horóscopos o “energías”? • ¿Amo a Dios sobre todas las cosas o amo más las cosas materiales? • ¿Hago oración, entendida como un diálogo íntimo con Dios? • ¿He usado el nombre de Dios sin respeto? • ¿Voy a Misa los domingos? • ¿Me confieso y comulgo frecuentemente? • ¿Defiendo a la Iglesia y a sus representantes?

Mi actitud y mis acciones u omisiones hacia los demás: • • • • • • • •

• • •

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¿Trato bien a mi familia? ¿Busco hacerlos felices o que se haga lo que yo digo? ¿Trato bien a los demás? ¿Acostumbro hablar mal o pensar mal de los demás? ¿He hecho daño a alguien con mis palabras o con mis gestos? ¿He hecho sentir mal a otros? ¿He herido a alguien con mis palabras? ¿He permitido que sentimientos de envidia o rencor den lugar a actos que puedan perjudicar a otros? ¿Cómo ha sido mi comportamiento con mis padres? ¿He sido respetuoso con todas las personas? ¿con las autoridades? ¿con las personas que sirven, trabajadores, gente más sencilla que yo? ¿Valoro a toda persona o soy despreciativo? ¿Cómo es mi comportamiento en la casa? ¿Estoy dispuesto a ayudar, a servir a los demás? ¿Intento hacer una linda vida familiar o me dejo llevar por el mínimo esfuerzo? ¿He sido generoso, he compartido de lo mío cuando alguien lo ha necesitado? ¿Soy agradecido? ¿He matado, robado o mentido?


Mi actitud y mis acciones u omisiones hacia mí mismo: • • • •

• • •

¿Lucho por ser mejor cada día? ¿He controlado mi carácter? ¿He sido leal a mis amistades? ¿A mi esposo(a) ó pololo(a)? ¿Me preocupo de mi salud, considerando que mi cuerpo es un regalo de Dios? ¿Trato de llevar una vida ordenada, dentro de mi realidad? ¿Me preocupo de cuidar mi cuerpo a través de la alimentación, bebida, gustos? ¿Tengo algún vicio que no logro controlar y daña mi salud y/o la de otros? ¿Soy respetuoso con mi sexualidad? ¿He sido fiel? ¿Cuido y respeto el cuerpo de los demás? ¿Me preocupo de realizar mis obligaciones con responsabilidad y con la conciencia de que son parte de mi misión personal? ¿He mejorado en mi trabajo o estudio; o me limito a hacer lo mínimo?

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Edición Dirección de Pastoral DuocUC www.pastoral.duoc.cl Diseño y diagramación Magdalena Tagle C. Imagen de portada: Grabado “Última Cena”, Magdalena Tagle C.

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